Francisco: «El cambio de modelo de consumo es urgente e inaplazable»
Francisco, en el Día del Medio Ambiente Vatican Media
El Papa aboga por «un cambio de rumbo, un decisivo cambio del modelo actual de consumo y producción», marcado por «la cultura de la indiferencia y el despilfarro», durante un acto con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente
«Un reto hermoso, estimulante y realizable: pasar de una cultura del despilfarro a estilos de vida marcados por una cultura del respeto y del cuidado, del cuidado de la creación y del cuidado de nuestro prójimo, esté cerca o lejos en el espacio y en el tiempo»
«El cambio climático también nos recuerda que debemos basar nuestra acción en una cooperación responsable por parte de todos: nuestro mundo es ahora demasiado interdependiente y no puede permitirse estar dividido en bloques de países que promueven sus propios intereses de forma aislada o insostenible»
| RD/Efe
El Papa Francisco aseguró este lunes que el cambio del modelo actual de consumo y producción es «urgente e inaplazable» si se quiere dar un futuro al planeta, al recibir a los promotores de un acto con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente.
En su discurso, el papa abogó por «un cambio de rumbo, un decisivo cambio del modelo actual de consumo y producción, demasiado a menudo impregnado de la cultura de la indiferencia y el despilfarro, despilfarro del medio ambiente y despilfarro de las personas».
Y aseguró que, «como indican muchos en el mundo científico, cambiar este modelo es urgente e inaplazable».
Para el papa se trata de «un reto hermoso, estimulante y realizable: pasar de una cultura del despilfarro a estilos de vida marcados por una cultura del respeto y del cuidado, del cuidado de la creación y del cuidado de nuestro prójimo, esté cerca o lejos en el espacio y en el tiempo». «No robemos a las nuevas generaciones la esperanza en un futuro mejor», pidió el papa Francisco.
Cambio climático y responsabilidad
Sobre el fenómeno del cambio climático, indicó: «Nos recuerda con insistencia nuestras responsabilidades: afecta en particular a los más pobres y frágiles, a los que han contribuido menos a su desarrollo».
«El cambio climático también nos recuerda que debemos basar nuestra acción en una cooperación responsable por parte de todos: nuestro mundo es ahora demasiado interdependiente y no puede permitirse estar dividido en bloques de países que promueven sus propios intereses de forma aislada o insostenible», añadió. E indicó que como «tras la Segunda Guerra Mundial, hoy es necesario que toda la comunidad internacional dé prioridad a la puesta en marcha de acciones colegiadas, solidarias y orientadas hacia el futuro»
La Trinidad es una aclaración de la frase del Nuevo Testamento: Dios es Amor. Quiere decir que el Fundamento y Razón Última de todo no es una especie de Soledad Absoluta sino un misterio de Comunicación infinita y Amor infinito.
Ser persona humana no es ser mero individuo sino ser individuo comunitario. La Trinidad es así lo más opuesto a la cosmovisión capitalista: la libertad capitalista es la negación del amor
Por | José Ignacio González Faus
Con permiso del señor Kant, que lo consideraba una irracionalidad, sostengo que, aunque no fuera verdad lo de la Trinidad, la intuición de una unidad ternaria como clave última del ser, es de lo más genial que ha aparecido en la historia humana. Veamos.
La Trinidad es una aclaración de la frase del Nuevo Testamento: Dios es Amor. Quiere decir que el Fundamento y Razón Última de todo no es una especie de Soledad Absoluta sino un misterio de Comunicación infinita y Amor infinito.
Ricardo de san Víctor explica que si Dios es Amor, el amor necesita alguien igual a Él que sea digno de ese amor y por quien pueda ser amado de manera digna de Él (amor no es lo mismo que misericordia: esta nace de él, pero se dirige a alguien inferior e indigno de ese amor). Además: cuando dos iguales se aman, reclaman algo exterior a ellos y común a ambos que los une de manera todavía más intensa (en la experiencia humana, el hijo puede ser atisbo de eso; como también aquella definición de que el amor no consiste en estar mirándose uno al otro, sino en mirar ambos juntos hacia una meta exterior)
He ahí lo que en nuestro pobre lenguaje llamamos “Palabra” de Dios y “Espíritu” de Dios. De ahí puede brotar otra analogía no comunitaria sino individual; y nos muestra que la mayor unidad es la que encierra algo de pluralidad: vida y amor son las dimensiones últimas de nuestro ser. Pero una vida en plenitud implica la conciencia de que se vive y la alegría derivada de ese vivir. También el amor pleno supone la conciencia de que se ama y el gozo de esa conciencia del amor. Ese gozo une inseparablemente nuestro amor y nuestra conciencia de amar.
Esa experiencia humana es tan cierta que ha podido surgir fuera del cristianismo. El hinduismo (que algunos califican como la religión más monista) acuñó la expresión “Sat-Cit-Ananda” (ser, conciencia de ser y alegría de ser). Otra vez el atisbo de que la mayor unidad no es una especie de identidad vacía, sino que incluye algo de pluralidad.
Así se comprende que los grandes místicos cristianos hayan sido siempre profundamente trinitarios incluso en épocas en que la teología había reducido el misterio de la Trinidad a una especie matemáticas irracionales. Además, eso nos obliga a rehacer la visión del ser humano de nuestra modernidad, que incurrió en el error de un individualismo craso y deforme: ser persona humana no es ser mero individuo sino ser individuo comunitario. La Trinidad es así lo más opuesto a la cosmovisión capitalista: la libertad capitalista es la negación del amor. Marx intuyó algo de eso cuando (¡antes de meterse en economía!) definió al hombre como “ser genérico”, pero no supo integrar al individuo en ese ser genérico. Y lo comunitario se convirtió para Marx en una libertad solo nominal.
Si las cosas son así, el anuncio de la Trinidad es una excelente noticia para nosotros: el Fundamento y Razón última de todo es un Amor infinito que nos sitúa en un marco de esperanza y de optimismo, más radical que todas las experiencia negativas de nuestras vidas, hijas de nuestra limitación y de que, como decía Jesús, el camino que conduce hasta allí es “senda estrecha” y no autopista cómoda.
Todo eso supera nuestra razón. Pero con cierta ironía, quisiera decir que la misMa razón nos muestra su propia superación, precisamente en el campo que parecería el más racional: las matemáticas. Buscad la raíz cuadrada de dos: es un número inexistente, irracional. El mayor acceso a él se obtiene dividiendo la hipotenusa de un triángulo por uno de los catetos pero, aun así, si elevas al cuadrado el resultado de esa división, tampoco dará exactamente dos. No obstante, ese número inexistente funciona en cálculos prácticos y permite resolver algunos problemas técnicos: como si la razón nos dijera que hay algo que se escapa a ella pero no es necesariamente falso porque puede funcionar bien (como ya intuyera el matemático Pascal).
Lo que sí puede brotar de ahí es el aviso y comprensión de hasta qué punto nosotros podemos falsificar a Dios. Lo veremos otro domingo.
Sinodalidad, solidaridad y esperanza, modo de avanzar de Cáritas Latinoamericana y del Caribe
XX Congreso Latinoamericano y del Caribe de Cáritas
“La comunión constituye la esencia de Dios y del ser humano creado a su imagen y semejanza»
“La solidaridad es un valor fundamental de nuestra identidad”
Dar respuestas a los desafíos desde su conciencia e identidad como Pueblo de Dios, que hunde sus raíces en la comunión y unidad trinitaria, y se mueve con la fuerza sinodal, concretada en la Asamblea Eclesial, privilegiando la opción por los pobres y excluidos, y una mayor participación de los jóvenes y de las mujeres en espacios de decisión
Sinodalidad, solidaridad y esperanza pueden ser consideradas las líneas marco sobre las cuales Cáritas Latinoamericana y del Caribe quiere seguir construyendo caminos de futuro en su tentativa de ser expresión de una Iglesia samaritana en el continente. Una propuesta que está siendo construida en su XX Congreso, que está siendo realizado en Puerto Rico de 1 a 4 de junio de 2023, con la participación presencial de 150 personas de 22 países, a quienes se unen participantes en modo virtual.
Sinodalidad
Con relación a la sinodalidad, Ricardo Calle, secretario del Fondo Populorum Progressio del Celam, abordó esa cuestión desde la perspectiva de caminar juntos a la escucha del Espíritu Santo y de los pobres, una actitud que se inspira en lo que era vivido por las primeras comunidades cristianas. Una perspectiva que también aparece en Lumen Gentium, que afirma que “la comunión constituye la esencia de Dios y del ser humano creado a su imagen y semejanza; es su vocación”.
Desde ahí afirmó que la sinodalidad es “un modo concreto de vivir la comunión eclesial”, insistiendo en el llamado del Papa Francisco a vivirla, para desde una escucha sinodal permanente discernir un “nuevo modelo eclesial”. Escuchar el sensus fidei, escuchar “a un pueblo, en un lugar y en un tiempo”. Todo eso lo ha llevado a la realidad de Cáritas, a quien ha invitado a dar un paso a una auténtica acción sinodal de todo lo que hace en favor del Pueblo de Dios, desde la articulación, en un proceso articulado, progresivo, lento y global, que toma en cuenta a todos.
Solidaridad
La solidaridad nos desafía a vivir con y como Jesús la fraternidad en las periferias, según José García, secretario ejecutivo de Cáritas Ecuador. Desde ahí preguntarse: ¿Dónde está tu hermano?, mirar la realidad, lo que nos hace “caer en la cuenta de que el plan original de Dios para la Humanidad está roto”, afirmó. Eso se traduce en una sociedad con grandes distancias, fruto de la inequidad presente en América Latina, el continente más desigual.
La solidaridad en Jesús tiene su primer paso en el proceso de encarnación y desde ahí afirmó, en relación con Cáritas, que “la solidaridad es un valor fundamental de nuestra identidad”. En esa perspectiva, insistió en que la palabra que clarifica y le da todo el sentido y sus contenidos es solidaridad compasiva, que definió como “una experiencia que transforma y moviliza todo nuestro ser”. Para ello propuso asumir algunas actitudes que se derivan de la parábola del Buen Samaritano. Se trata de descubrir que “¡los otros son constitutivos de nuestra propia identidad! Son los otros quienes nos enseñaron a hablar, a imaginar, a amar y a soñar”.
Esperanza
En un momento eclesial en América Latina y el Caribe “de gran movimiento hacia coordenadas pastorales y de servicio humanitario de gran proporción”, Mons. José Luis Azuaje reflexionó sobre la esperanza. Para hacerla realidad insistió en “ser muy conscientes de la responsabilidad que tenemos cada discípulo misionero como seguidores de Jesús ante su Pueblo, ante los pobres, ante la historia”. En un continente que tras el Vaticano II “ha soñado siempre con mejores tiempos”, ha destacado el sueño misionero que el Papa Francisco presenta en Evangelii Gaudium, “un sueño profundo, de largo alcance, comprometedor”.
Afirmando que el Papa invita a tener “un sueño grande y un sueño capaz de cobijar a todos”, hizo ver que “en nuestra América Latina y El Caribe, podemos soñar con nuevos tiempos si somos capaces de superar el inmovilismo y la reactividad con la que solemos hacer las cosas, para proponer novedades, nuevas metodologías y actitudes”, viendo necesario “profundizar el sentido eclesiológico presente en nuestra Iglesia, pero siempre desde la centralidad en Jesucristo y su Reino”.
Una Iglesia Pueblo de Dios, en salida, que en las Cáritas del continente ha dado pasos para ser Iglesia sinodal, que trabaja en redes, escucha, se deja guiar por los sueños del Papa Francisco en Querida Amazonía: social, cultural, ecológico, eclesial. Desde ahí dar respuestas a los desafíos desde su conciencia e identidad como Pueblo de Dios, que hunde sus raíces en la comunión y unidad trinitaria, y se mueve con la fuerza sinodal, concretada en la Asamblea Eclesial, privilegiando la opción por los pobres y excluidos, y una mayor participación de los jóvenes y de las mujeres en espacios de decisión.
Hemos sido hechos a imagen y semejanza del Dios Uno y Trino. Lo uno y lo múltiple son constitutivos de nuestra naturaleza creada. Somos uno y muchos… como Dios.
La imagen del poliedro usada por el papa Francisco es de una estética excepcional para ilustrarlo: la unidad en la diversidad. De este modo la unidad no uniformiza y se construye con una diversidad que no es la guerra con el otro, sino su complemento dialogal.
Distinción en comunión sin confusión. Dios no ha “repetido” ni un ser humano al crearnos, sin embargo, nos ha hecho para la unidad, la complementación de dones y talentos, todos hacemos falta en su Plan.
La soledad se ha convertido en la patología del siglo XXI. Daña nuestra salud, nuestro futuro, nuestra felicidad y amenaza la democracia. Nunca hasta ahora ha sido tan generalizada.
El Pueblo humilde y trabajador es imagen de la Trinidad: personas y unidad. Diferencias e identidad en comunión, con mucho que compartir. Hay que hacerse pueblo, convertirse de la vanidad de los elitismos de este mundo. Jesús conectaba con el pueblo, por eso lo seguían. Captaba su esencia porque los amaba con misericordia
El Pueblo de Dios, misteriosamente encarnado en los pueblos del mundo, es ese sacramento, ese puente elegido por Dios, que rescata a todos, empezando por “los no-pueblo”, los nadies, los indeseables, los solos, los descartados que sobran de cualquiera de las configuraciones sociales de este mundo. Ser pueblo es la victoria sobre la soledad de la exclusión.
Trinidad
“La Trinidad nos enseña que no se puede estar nunca sin el otro. No somos islas, estamos en el mundo para vivir a imagen de Dios: abiertos, necesitados de los demás y necesitados de ayudar a los demás” (Papa Francisco 12/6/22)
Dios es amor (1 Jn 4) y el amor es expansivo, comunica el bien, todo lo perdona, todo lo espera (1 Cor 13). La creación es obra de amor, la redención y consumación también. No hay casualidad, sino causalidad de un Ser cuyo Amor ni nos imaginamos, a lo sumo intuimos “lo que no es”. La antífona “Ubi caritas et amor, Deus ibi est” (Donde hay caridad y amor, allí está Dios) del siglo VIII expresa no tanto “quien” es Dios, sino dónde podemos encontrarlo. No se refiere a la formalidad de una institución religiosa, que debería ser siempre instrumento de ello, sino a un amor comprensivo y misericordioso como el de Jesús, el Dios hecho carne. Desde su Encarnación, este amor sigue misteriosamente presente en el mundo, aún en quienes menos lo esperamos.
Hemos sido hechos a imagen y semejanza del Dios Uno y Trino. Lo uno y lo múltiple son constitutivos de nuestra naturaleza creada. Somos uno y muchos, como Dios.
En Dios, la identidad de cada una de las personas se da en torno a la relación con las demás. También los humanos reproducimos su imagen llegando a ser plenamente personas en la medida en que nos relacionamos con Dios, con los demás y con la naturaleza, generando ese entramado llamado “cultura” por el documento del CELAM de Puebla.
La falta de relación con alguno de estos “otros”, perturba el orden de amor (“ordo amoris” de San Agustín) por el que fuimos creados para vivir en paz. Esta paz nunca puede ser solo individual, si a la vez no es religiosa, social y ecológica. Vivir en paz es cultivar estas dimensiones para nutrir y nutrirse del bien común, savia compartida del árbol social y cósmico. Cosmos es el universo, “versus ad unum”, la totalidad de todas las cosas en relación al Uno, una composición que no es confusión.
La diversidad viene en auxilio de nuestra identidad y ésta hace posible a la vez el intercambio real con los diversos. La imagen del poliedro usada por el papa Francisco es de una estética excepcional para ilustrarlo: la unidad en la diversidad. De este modo la unidad no uniformiza y se construye con una diversidad que no es la guerra con el otro, sino su complemento dialogal. Distinción en comunión sin confusión. Dios no ha “repetido” ni un ser humano al crearnos, sin embargo, nos ha hecho para la unidad, la complementación de dones y talentos, todos hacemos falta en su Plan.
La santísima Trinidad, “arquitectura” del amor de Dios, es el modelo de armonía entre la persona y la sociedad, entre lo diverso y la unidad, el ying yang de la existencia. Es una nueva realidad frente al enfrentamiento entre individualismo y colectivismo.
Soledad
La relación con uno mismo, sobre la cual insisten las corrientes intimistas del pensamiento actual, es mentira sin relación real con los otros de hoy y de la historia. Tales visiones evasivas son cómplices de un mundo homogenizado por el paradigma tecnocrático donde no hay responsabilidad hacia los otros, ni sociedad ni estado sino solo mercado e individuos consumidores.
Son pseudo-espiritualidades yoístas que escapan a todo compromiso social, a todo planteo acerca de las injusticias que puedan sufrir otros. Son espiritualidades compatibles con beneficencias que no benefician, con volunturismos para la foto, que solo exaltan la vanidad, con redes “sociales” donde el otro es solo avatar sin encuentro humano, con el greenwashing marketing para redoblar la expoliación del planeta, con la cultura woke que cancela al distinto en nombre de un derecho real-aparente vulnerado, con las economías colaborativas que no colaboran sino que uberizan y pauperizan, donde el dinero circula sólo en una dirección, donde se usa al otro sin historias de compromiso que dan significado a la vida, etc.
La pandemia de la soledad es otro síntoma de este proyecto ilustrado de mercado. No la soledad que es reservorio de comunión, sino la que es consecuencia de un mundo que no quiere que lo molesten, que descarta de modo serial al prójimo. Son ridículas, aunque rentables, las artificiales soluciones del mercado como aquella en la cual se alquilan “amigos” por horas o se vive huyendo turísticamente hacia ninguna parte (Noreena Hertz, El siglo de la soledad)
La soledad se ha convertido en la patología del siglo XXI. Daña nuestra salud, nuestro futuro, nuestra felicidad y amenaza la democracia. Nunca hasta ahora ha sido tan generalizada.
El avance tecnológico es usado como herramienta de finanzas sin techo ético, culpable del desmantelamiento de las instituciones cívicas, la pauperización del trabajo, la acumulación estratosférica en paraísos fiscales, las migraciones masivas en busca de supervivencia, la sacralización de la propiedad privada de unos pocos y décadas de políticas neoliberales que fomentan el interés propio por encima del bien colectivo, la abolición del estado de bienestar, como si lo que somos y tenemos no lo debiéramos en gran parte a la sociedad y a la historia. Es el triunfo de una falsa meritocracia, la que no reconoce el aporte de los demás ni el destino ético del bien común.
La soledad mata no solo en sentido metafórico, sino que aumenta todos los parámetros de la enfermedad y la muerte como lo acreditan actualmente todos los estudios médicos. «Si te sientes solo cuando estás solo, estás en mala compañía» (Sartre), te conviertes en tu propio enemigo y la vida no merece gustarse. Es la crisis noógena (el sin-sentido de la vida) enunciada por Victor Frankl.
Las falsas soluciones a la soledad extrema y doliente se multiplican sistémicamente: desde «alquilar a un amigo» en Manhattan hasta residentes de un asilo de ancianos tejiendo gorros para sus cuidadores robot en Japón o que miles de ancianos allí cometan pequeños delitos para ir a la cárcel y estar un poco más acompañados. En Madrid, un cuarto de la población vive sola. Cada día desaparecen pueblos solitarios en España. En Inglaterra se ha creado un ministerio de la soledad. Un estilo de vida que produce un cuarto de la humanidad de muertos de hambre, también produce soledad mortífera en el occidente opulento. Mucho más que “daños colaterales” como quieren minimizar los adalides del sistema.
El paradigma tecnocrático denunciado por el Papa Francisco en Laudato Si, es la visión que produce estas consecuencias. Tal ideología es transversal a todos los partidos políticos, constituye un “paradigma” en el sentido de Thomas Kuhn: un sistema de creencias, principios, valores y premisas que determinan la visión que una determinada comunidad tiene de la realidad. El cristianismo vivido y pensado a lo largo de dos mil años junto con la Doctrina Social de la Iglesia, propone un camino distinto, que incluya solidariamente a todos junto con sus diferencias. Cristianismo es que todos ganemos.
Pueblo
En la Santísima Trinidad podemos encontrar el modelo de la humanidad que valora al mismo tiempo e interdependientemente a la persona y la comunidad. Es la inspiración para la construcción de un mundo más justo, solidario, que no deje a nadie solo, que cada día expanda más el amor, para que el progreso no sea solo tecnológico y propiedad de pocos sino al servicio de todos. El crecimiento no puede ser fruto de la competencia entre las personas sino de su colaboración en la formación de un Pueblo, un bien común del que todas las generaciones puedan nutrirse y nadie sea abandonado.
El Pueblo humilde y trabajador es imagen de la Trinidad: personas y unidad. Diferencias e identidad en comunión, con mucho que compartir. Hay que hacerse pueblo, convertirse de la vanidad de los elitismos de este mundo. Jesús conectaba con el pueblo, por eso lo seguían. Captaba su esencia porque los amaba con misericordia. “Entendía” porque venía del Pueblo, no de las elites gobernantes o intelectuales, cuyos sesgos de poder les hacen ver la realidad desde su situación privilegiada. Hay que hacerse pueblo para entender. “Volar bajito”. Su vida de migrante, pobre y trabajador, nos muestra que el nexo con Dios pasa por el pueblo, la gente sencilla que en cada época rescata lo esencial de la vida y la reproduce en sus familias, trabajos y sufrimientos. Su Madre en el Magnificat lo exclama: “el Señor derriba a los poderosos de sus tronos y enaltece a los humildes…auxilia al Israel de los anawines (pobres) misericordeados por Dios”.
Sacramento es que lo invisible de la Vida de Dios se comunica visiblemente. Que la Trascendencia inaccesible baja por amor a la creatura y que ésta lo percibe, siente su Presencia en lo que ve y toca. El Pueblo de Dios, misteriosamente encarnado en los pueblos del mundo, es ese sacramento, ese puente elegido por Dios, que rescata a todos, empezando por “los no-pueblo”, los nadies, los indeseables, los solos, los descartados que sobran de cualquiera de las configuraciones sociales de este mundo. Ser pueblo es la victoria sobre la soledad de la exclusión y que la fiesta celestial comience en las periferias. Es concretar la vocación trinitaria impresa en nuestra naturaleza.
“vosotros en otro tiempo no erais pueblo, pero ahora sois el pueblo de Dios; no habíais recibido misericordia, pero ahora habéis recibido misericordia” (1 Pd 2)
Antes de reflexionar sobre el Dios de Moisés, el Dios de Cristo y el Dios de San Pablo, Monseñor Romero dedica una buena parte de su homilía a desenmascarar lo que llama los “falsos conceptos del Dios de nuestra fe”. “Fijémonos en las caricaturas de Dios que se han fingido los hombres. Algunas no son caricaturas, son abstracciones, elucubraciones, pero que dejan frío el corazón y no conmueven con la ternura de un Padre que nos da la vida y que está con nosotros.”
Dice Monseñor Romero: “Así tenemos el Dios de los filósofos, el Dios metafísico. …Pero estas deducciones filosóficas que nos llevan a eso que llamaban y que llaman los filósofos “el primer motor”, el gran pensamiento que rige la creación, no llena las angustias, las vivencias, las esperanzas íntimas del corazón”. Esta imagen metafísica de Dios no tiene mucho que ver con la vida diaria de nuestros pueblos. Por supuesto las preguntas por el sentido de la vida, y el dónde venimos y a dónde vamos, siguen siendo muy humanas.
“Y ahí tenemos uno de los fenómenos más dolorosos de nuestro tiempo: el ateísmo o, por lo menos, la indiferencia frente a Dios. Este Dios desconocido o despreciado o negado, del cual hasta se ha llegado a decir “la muerte de Dios”, “Dios ya murió”, ciertamente es un Dios que no llena, es un Dios fingido, un Dios que es producto, a veces, del vacío moral de las personas. Queridos hermanos, el ateísmo, la negación de Dios, casi siempre va junto con un vacío moral del hombre o del pueblo. … Ateo no solo es el marxismo, ateo práctico es también el capitalismo. Ese endiosar el dinero, ese idolatrar el poderes poner ídolos falsos para sustituir al Dios verdadero. Vivimos, tristemente, en una sociedad atea; o porque unos favorecen una revolución sin Dios queriendo resolver los problemas simplemente a fuerza humana, o porque se está demasiado bien y se idolatra, como si fuera un dios, el bienestar, las riquezas, las cosas de la tierra. También eso es materialismo ateo.”
Aquí estamos ante la denuncia del ateísmo propio del comunismo y del capitalismo. El primero niega formalmente la existencia de Dios, lo ignora, no es de su interés. Cuando el Papa Juan Pablo II le dijo – a regañaditas – a Mons. Romero que tuviera mucho cuidado con el comunismo (ateo), éste le contestó que en El Salvador se estaba viviendo el monstruo del capitalismo donde se idolatra las riquezas y las cosas de la tierra. El capitalismo (neo liberal) como la conocemos ahora es también un materialismo ateo. Sin embargo en las sociedades capitalistas con raíces cristianas el poder utiliza con frecuencia a Dios para justificar sus acciones idólatras. Presidentes que siempre dicen confiar en Dios para realizar su planes, o que llaman a su proyecto político y económico “cristiano”, presidentes que juran con la mano sobre la Biblia, … son tantos ejemplos de como dentro del sistema capitalista neoliberal los poderes utilizan a Dios para justificar sus políticas, sus planes económicos, sus estrategias represivas, su carrera militarista, etc. Quizás el abuso de Dios, especialmente en pueblos tradicionalmente religiosos, es mucho más grave que en países de tradición atea.
Junto con la denuncia del ateísmo (teórico y práctico) Monseñor denuncia la adoración de los ídolos de poder, riqueza, libertad absoluta, disfrute sin límites, …. especialmente en las sociedades capitalistas. Por la inflación la vida se ha hecho más cara, la gente se queja, pero esto no afecta en nada el turismo, los viajes a países “de sol”, a las playas,….Por supuesto los más pobres sí son víctimas de esos espirales de carestía. Creemos que las Iglesias de hoy no tienen suficiente valor profético para denunciar en sus países esas idolatrías que siguen necesitando a víctimas para satisfacer los caprichos de sus adoradores.
Hay otra forma falsa de Dios. Nuestro Señor Jesucristo encontró una religión superficial, legalista, utilitaria: los fariseos… A Dios se le adora en todas partes en espíritu y en verdad. Porque ese espíritu y esa verdad se habían disipado en un enredijo de leyes, una casuística, un conjunto de prácticas exteriores: un Dios, fruto de la legalidad, como que si estuviera contento con solo ver que se lavan las manos. ….¡Cuántas fachadas de piedad por dentro no son más que ateísmo! ¡cuántas formas de rezar, cuantas prácticas religiosas meramente exteriores, rituales, legalistas, no son el culto que Dios quiere! Y aquí no importa que arrasemos en esta acusación a nosotros mismos, los ministros sagrados. …” Partiendo de la realidad religiosa que Jesús encontró en su tiempo en Palestina, Monseñor mira también en su alrededor. Observa prácticas religiosas exteriores, diríamos, ya meramente culturales. Pero aún así, hay gobiernos que (además de llamarse cristianos) prohíben procesiones y expresiones públicas (como viacrucis, procesiones como en semana santa) porque temen que la voz profética abra los ojos a los ciegos, de esperanza a los pobres y anime a los que son callados. Pero Monseñor también está consciente que ante la superficialidad de actividades religiosas, también la misma Iglesia y sus ministros deben revisarse. No pocas veces el legalismo en la Iglesia se ha impuesto sobre la vida, impidiendo que se desarrollen nuevas expresiones de seguimiento de Jesús y de servicio a la comunidad cristiana.
Otra forma falsa de un Dios, mis queridos hermanos, parecida a la anterior, es el Dios espiritualista, es el Dios desencarnado, es el Dios del sacerdote y del levita que pasaron cuando vieron herido al pobre judío y no le hicieron caso. Es el Dios de aquellos que dicen “¡Ha, la iglesia ya se metió a política, solo habla de socialismo, solo habla de cosas terrenales!” Y es porque ellos quisieran que no se hablara de esas cosas, que no se le hiciera caso al hombre herido. Eso no es religión para ellos. Religión es ir como el sacerdote y el levita al templo a orar y no tener tiempo para atender las necesidades materiales de la tierra.”
En este espacio Monseñor denuncia la vivencia de la religión que contradice totalmente el camino de Jesús. Aun hay personas con carga y responsabilidad en la Iglesia que son como el sacerdote y el levita de la parábola, cierran los ojos por el dolor de las personas, cierran los oídos ante el grito de los pobres. Se justifican que tienen tareas religiosas, más elevadas, más espirituales. No deben de ensuciarse “las manos”. Cumplen al pie de la letra y en todas las circunstancias con los tiempos de oración y culto, pero que se encierran en su espacio religioso. La escasez creciente de sacerdotes católicos provoca que quienes aun están en servicio activo solo tienen tiempo para dedicarse al culto en todas sus formas, corriendo de un lado al otro para cumplir la misión religiosa empiezan a hablar de ese Dios desencarnado o espiritualista.
Probablemente estos falsos conceptos de Dios sean tentaciones constantes para quienes tienen la vocación y la misión de animar y fortalecer al pueblo de Dios. No tengamos miedo para revisar evangélicamente en qué Dios creemos de verdad y así poder retornar al “Dios de Moisés, al Dios de Cristo, al Dios de San Pablo”[1]. Esa revisión es una tarea comunitaria donde toda la comunidad tome conciencia y revise la práctica de la fe.
Reflexión para domingo 4 de junio de 2023. Para la reflexión de este día hemos tomado una cita de la homilía durante la eucaristía del domingo de la Santísima Trinidad, ciclo A , del 21 de mayo de 1978. Homilías, Monseñor Oscar A Romero, Tomo II, Ciclo A, UCA editores, San Salvador, p.508 – 510.
[1] Son temas que Monseñor va desarrollando en esta homilía, p.511 – 516
EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO. Jn 16,12-15
Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, Comunidad de amor (Dibujo Cerezo B.)
LA HORA DE LA PALABRA
Jesús, desde su experiencia de Dios, invita a sus seguidores a relacionarse de manera confiada con el Padre, a seguir fielmente sus pasos de Hijo de Dios encarnado, y a dejarse guiar por el Espíritu Santo.
Con su grupo de seguidores, Jesús quiere formar una familia nueva donde todos busquen cumplir la voluntad del Padre.
Se trata de formar un movimiento de hermanos al servicio de los más pequeños y desvalidos.
Y esa familia, esa Iglesia, será símbolo y germen del nuevo mundo querido por el Padre.
Comentario al Evangelio
EL CRISTIANO ANTE DIOS
Written by José Antonio Pagola
No siempre se nos hace fácil a los cristianos relacionarnos de manera concreta y viva con el misterio de Dios confesado como Trinidad. Sin embargo, la crisis religiosa nos está invitando a cuidar más que nunca una relación personal, sana y gratificante con él. Jesús, el Misterio de Dios hecho carne en el Profeta de Galilea, es el mejor punto de partida para reavivar una fe sencilla.
¿Cómo vivir ante el Padre?
Jesús nos enseña dos actitudes básicas.
En primer lugar, una confianza total. El Padre es bueno. Nos quiere sin fin. Nada le importa más que nuestro bien. Podemos confiar en él sin miedos, recelos, cálculos o estrategias. Vivir es confiar en el Amor como misterio último de todo.
En segundo lugar, una docilidad incondicional. Es bueno vivir atentos a la voluntad de ese Padre, pues solo quiere una vida más digna para todos. No hay una manera de vivir más sana y acertada. Esta es la motivación secreta de quien vive ante el misterio de la realidad desde la fe en un Dios Padre.
¿Qué es vivir con el Hijo de Dios encarnado?
En primer lugar, seguir a Jesús: conocerlo, creerle, sintonizar con él, aprender a vivir siguiendo sus pasos. Mirar la vida como la miraba él; tratar a las personas como él las trataba; sembrar signos de bondad y de libertad creadora como hacía él. Vivir haciendo la vida más humana. Así vive Dios cuando se encarna. Para un cristiano no hay otro modo de vivir más apasionante.
En segundo lugar, colaborar en el proyecto de Dios que Jesús pone en marcha siguiendo la voluntad del Padre. No podemos permanecer pasivos. A los que lloran, Dios los quiere ver riendo, a los que tienen hambre los quiere ver comiendo. Hemos de cambiar las cosas para que la vida sea vida para todos. Este proyecto que Jesús llama «reino de Dios» es el marco, la orientación y el horizonte que se nos propone desde el misterio último de Dios para hacer la vida más humana.
¿Qué es vivir animados por el Espíritu Santo?
En primer lugar vivir animados por el amor. Así se desprende de toda la trayectoria de Jesús. Lo esencial es vivirlo todo con amor y desde el amor. Nada hay más importante. El amor es la fuerza que pone sentido, verdad y esperanza en nuestra existencia. Es el amor el que nos salva de tantas torpezas, errores y miserias.
Por último, quien vive «ungido por el Espíritu de Dios» se siente enviado de manera especial a anunciar a los pobres la Buena Noticia. Su vida tiene fuerza liberadora para los cautivos; pone luz en quienes viven ciegos; es un regalo para quienes se sienten desgraciados
TESTIGOS DE LA PALABRA
El misionero manchego Vicente Hondarza
El próximo 14 de junio, se cumplirán 40 años del asesinato en 1983 del misionero del IEME y sacerdote diocesano de Ciudad Real, Vicente Hondarza Gómez, conocido como el padre de los pobres.
Había nacido en Fernancaballero, Ciudad Real, el 15 de octubre de 1935, en el seno de una familia modesta del citado pueblo manchego. Trabajó en la parroquia de Chancay en la diócesis de Huacho-Chosica al norte de Lima, Perú.
Vicente sufrió violencia y fue asesinado cuando regresaba de atender a sus comunidades en la cordillera andina.
Según el testimonio de los campesinos de la localidad de Lampián, cerca de donde fue encontrado su cuerpo, el sacerdote fue asesinado por su opción por los pobres y humildes a quienes defendió con su vida. Vicente ayudó mucho a los pueblos jóvenes en cuanto a su organización, dándoles facilidades; coordinaba con otros organismos que podían ayudar Formó el centro de Madres del pueblo joven Juan Velasco, el grupo de Juventud Estudiantil Católica, el de Derechos Humanos y otros más.
El grupo del IEME de la diócesis de Huacho- Chosica ha editado un CD con el nombre “Tras sus huellas” donde se recuerda su trabajo y testimonio en el seguimiento de Jesucristo.
ORACIÓN DESDE LA PALABRA
¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!
¡Dios mío, Trinidad a quien adoro!
¡Quien te descubriera, mi Dios,
Padre, Hijo y Espíritu Santo!
Gracias porque eres alguien
A quien no alcanzo a entender,
Pero vives en mi dando sentido a mi vida,
Que hablas con la fuerza y autoridad del Padre
Que amas con las palabras y el corazón
del Hijo ¡Dios mío Trinidad a quien adoro!
¡Quién te descubriera, mi Dios
Padre, Hijo y Espíritu Santo!
Como un río en el mar de tu grandeza
Nuestra pequeñez se anega en tu infinito mar
Haz de nuestras vidas tu comunitario cielo,
Y llévanos cada día al hogar donde tú habitas
Señor y Dios nuestro,
Padre, Hijo y Espíritu Santo!
. Isidro Lozano o.c.
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Pastoral bíblica de Daniel Sánchez Barbero en Fuente de Pedro Naharro, Cuenca
Un exhaustivo informe saca a la luz los brutales métodos de Bukele contra las organizaciones criminales y también contra personas inocentes
Imagen de la presidencia de El Salvador en la que aparecen presos de maras en un centro penitenciario para terrorismo en Tecoluca, el pasado 15 de marzo.AP
Los detalles que revela un exhaustivo informe de Cristosal, la principal organización de El Salvador en defensa de los derechos humanos, resultan estremecedores y confirman que el presidente, Nayib Bukele, está dispuesto a sortear cualquier límite que pueda frenar su guerra sin cuartel contra las organizaciones criminales. La investigación muestra el desproporcionado número de inocentes a quienes han alcanzado las brutales medidas desplegadas contra las llamadas maras —detenciones arbitrarias, torturas— y los relatos recogidos, tras entrevistar a cientos de personas detenidas por error o que permanecieron encerradas durante meses antes de ser declaradas inocentes por un tribunal, documentan muertes por asfixia o estrangulamiento, descargas eléctricas, falta de atención médica, desapariciones forzadas. Durante el primer año de régimen de excepción —que se cumplió en marzo— fallecieron 153 presos, al menos 29 por muerte violenta y otros 46 por “probable muerte violenta” o “sospechosa de criminalidad”.
Bukele desprecia abiertamente las denuncias de las ONG, a las que insulta sin reservas, los organismos multilaterales e incluso Naciones Unidas. El presidente ha logrado frenar la expansión de las pandillas, especialmente la Mara Salvatrucha-13 y el Barrio 18, pero la otra cara de la moneda de esta guerra sin escrúpulos es el profundo deterioro del Estado de derecho y del respeto a los derechos humanos. Gobierna a golpe de tuit, ha hecho de las políticas de Estado un repertorio de eslóganes efectistas y está decidido a perpetuar el régimen de excepción a costa de una gravísima restricción de las libertades y de abusos constantes. A este angustioso panorama se suman los ataques sistemáticos a las voces críticas. El periódico digital El Faro, un medio de referencia en la región, tuvo que trasladar sus operaciones administrativas a Costa Rica ante el asedio de las autoridades. Ese diario fue testigo del giro de la estrategia de Bukele con las pandillas. Al principio buscó un acercamiento con estos grupos criminales y negoció con ellos. Tras la ruptura del pacto, las maras perpetraron una matanza que dejó casi 90 muertos en un solo fin de semana. Y comenzó el régimen de excepción.
Las motivaciones de ese giro son eminentemente políticas. A pesar de las denuncias, Bukele goza de una elevada popularidad, ha logrado aplastar a la oposición y, tras cambiar las reglas de juego constitucionales que prohibían la reelección, se prepara para mantenerse en el poder presentándose a las próximas elecciones, previstas para febrero de 2024. Bukele, que ya es un modelo explícito para la ultraderecha latinoamericana, está instalado en una profunda carrera autoritaria. No bastan las denuncias, es urgente la articulación de un frente político y de la sociedad civil capaz de actuar como muro de contención y convertirse en contrapoder.
La iglesia nace a partir de la experiencia de Pentecostés. Aquellos primeros cristianos se sienten comunidad fraterna (común unión) con la tarea de anunciar la Buena Noticia de que el Amor ha triunfado. La experiencia se recoge en el libro Hechos, del evangelista Lucas, destacando la labor misionera de Pablo, quien lleva a cabo la evangelización de Roma comenzando por los esclavos y las mujeres. Su éxito, empero, trae grandes persecuciones, durante siglos.
La sinodalidad impulsada por Francisco está muy relacionada con el libro Hechos de los Apóstoles; ella es el presente y el futuro próximo de nuestra Iglesia. Sospecho que el Papa ha entendido que un Concilio Vaticano III hubiese ocasionado un cisma, y ha preferido exhortaciones apostólicas (Evangelii Gaudium, Querida amazonia, Amoris laetitia…), o las enciclicas Laudato si, Fratelli Tutti… junto a centenares de discursos para que no queden dudas sobre nuestro papel evangelizador.
Junto a esta ingente y poderosa pastoral sobre las actitudes verdaderamente evangelizadoras, Francisco ha iniciado el camino sinodal centrado en la comunión, la participación y la misión. Un camino en forma de proceso, es decir, que va más allá de un hecho o momento puntual al que le espera un largo recorrido, en el que todos y todas estamos llamados a caminar juntos en el discernimiento de la tarea de evangelización. ¡Como en los primeros tiempos!
En palabras del Papa, el camino sinodal es el que Dios espera de toda la Iglesia del tercer milenio mediante el diálogo -hablar y escuchar- con respeto, abierto a las posiciones de los otros. Y aquí el Papa recuerda expresamente la Carta de Pablo 1 Cor 12,7 que proclama las actitudes de amor que deben presidir nuestras conductas, especialmente con la humildad para lograr un diálogo sinodal eficaz y servicial.
La teóloga Cristina Inogés por su parte, resalta que servicio y sinodalidad van de la mano; servir para ser comunión en nuestro ser caminando juntos para acabar con el clericalismo, afrontar la pasividad religiosa y superar nuestras divisiones. Para ello, hemos de favorecer la escucha recíproca, incluyendo a quienes no piensan como nosotros o viven alejados de la Iglesia.
Como decía, el libro de Hechos es el precursor de la gran iglesia sinodal que quiere reunirse desde las diferentes corrientes existentes. No es un “invento” de Francisco. En Hechos se vive el embrión eclesial como la culminación de un difícil y decisivo proceso sinodal de la primera Iglesia, participativo en el discernimiento con todos los miembros de aquella comunidad (ekklesia): de hecho, el relato de la misión (Hch 13-14), comienza y se cierra con una reunión comunitaria.
Lucas viene a decirnos que los conflictos, cuando lleguen, no hay que evitarlos, porque problema que aparcas, problema que crece. Que busquemos el potencial positivo de la resolución de conflictos para dar testimonio cristiano de la mano del Espíritu. El evangelista destaca la experiencia que supuso la coexistencia desde diversos puntos de vista para que veamos la manera de manejar las tensiones para lograr avances reales en la evangelización. Ahora se nos vuelve a interpelar para que discernamos la voluntad de Dios en medio de los desafíos de nuestro tiempo integrando las diferencias.
Sin diferencias no hay unidad o comunión. Unidad no es uniformidad. En Hechos apreciamos diagnósticos de la situación, la información fluye a todos, se dan propuestas claras de soluciones… La comunidad participa de una u otra manera en la toma de decisiones presentando candidatos, eligiendo los cargos, orando… Y los dirigentes aparecen como líderes de servicio que implican a toda la comunidad en las decisiones desde la fe en la acción del Espíritu Santo.
Estamos en un momento clave de la historia de la Iglesia, en el que los obispos deben tomarse muy en serio la encomienda papal de liderar la actitud sinodal en sus comunidades con el espíritu de Hechos, abriendo la puerta a una mayor -y mejor- participación de toda la Iglesia.
De momento, bienvenida sea la posibilidad de votar las mujeres y los laicos en el sínodo (hasta ahora reservado a los obispos), muy en la línea, precisamente, con el mensaje de esperanza teologal que nos relata Lucas en la segunda parte de su Evangelio
Los 10 momentos que marcaron la vida de Marcos Ana
Marcos Ana pasó a la historia por ser uno de los presos que más tiempo estuvo encarcelado debido a sus ideas políticas durante la dictadura franquista. Cien años después de su nacimiento y con sus memorias como guía, un repaso a los momentos más cruciales de su vida acercan una realidad que nunca debería ser olvidada.
Un 20 de enero de 1920 nacía en Alconada, una pequeña aldea de Salamanca, Fernando Macarro Castillo, la persona que unos años después llegaría a internacionalizar la lucha de los presos políticos de la dictadura franquista bajo el nombre de Marcos Ana. El primer centenario de su nacimiento ocurre tres años después de su muerte, cuando este comunista que estuvo encarcelado a lo largo de casi 23 años por sus ideas políticas fue recordado en multitud de rincones de España, donde tronaron sus poemas que cantaban a la libertad y que empezó a escribir durante su presidio.
Marcos Ana entró en prisión con 19 años y salió de ella con 41, a finales de 1961. Fue uno de los primeros presos políticos españoles defendidos por Amnistía Internacional. Tras su excarcelación, el poeta y militante comunista recorrió Europa y gran parte de América acercando a otros territorios la cruenta realidad que se vivía en España bajo el yugo de Franco. Gran precursor de la solidaridad internacional para con las familias de los encarcelados antifascistas, fundó y dirigió en París el Centro de Información y Solidaridad con España (CISE), presidido por Picasso. Dos libros imperecederos honran su vida y obra: Decidme cómo es un árbol. Memoria de la prisión y la vida (2007) y Poemas de la prisión y la vida (2011).
Primer contacto con la Segunda República
Lo que caracterizó a Marcos Ana a lo largo de toda su vida fue la lucha incasable por la emancipación de la clase obrera, un deseo que mucha gente percibió cercano al proclamarse la Segunda República Española y que el poeta, afincado en Alcalá de Henares por aquél entonces, recuerda así en sus memorias:
«Conservo un recuerdo festivo de la proclamación de la República en abril de 1931. Mi hermana Margarita me fue a recoger a casa, me regaló un gorro frigio, me lo puse sin saber bien lo que representaba y nos fuimos al centro de la ciudad, a la Plaza de Cervantes y a la calle Mayor donde había música y muchísima gente festejando la victoria.
En unas mesas mi hermana me compró una bandera tricolor y una tarjeta con los rostros fosforescentes de Galán y García Hernández y me contó que eran dos héroes republicanos. Me explicó que primero debía mirar fijamente la tarjeta y después elevar mi vista al cielo. Cosa de magia y para mí casi religiosa, allí, en la atmósfera celeste, aparecían los rostros de los héroes, hasta que se iban desvaneciendo poco a poco. Cuando mi hermana me devolvió a casa, mis padres, asustados, me quitaron y ocultaron la bandera y el gorro frigio. No mucho más recuerdo de aquella alegría popular. Tenía 11 años y no podía imaginarme cuánto me iba a tocar luchar y sufrir en un futuro no muy lejano por aquella República que el pueblo recibió con tanto júbilo».
2- Fernando Macarro en la Guerra Civil
«La contienda me sorprendió en Alcalá de Henares, donde los militares también se sublevaron. La resistencia del pueblo, ayudada por una columna de milicianos que llegó de Madrid, nos permitió recuperar la ciudad en veinticuatro horas». Así es como describe el joven comunista el inicio de una guerra que duraría tres años durante los cuales llegaría a ir al frente, pese a que tuvo que retirarse de las trincheras debido a su minoría de edad. En este tiempo, Fernando Macarro se dedicó a trabajar para las Juventudes Socialistas Unificadas, de las que sobresalía por ser uno de sus dirigentes.
3-Detención y condena a pena de muerte
A pesar de los diferentes intentos tanto de sus familiares como del Partico Comunista de España (PCE) de hacer desaparecer por un tiempo a Marcos Ana después del fin de la contienda, la policía le acaba apresando en Madrid en 1939. Ello le llevó a ser objeto de insufribles torturas, tal y como las describe en sus memorias: «En este lugar yo fui también bárbaramente torturado con los procedimientos más vejatorios y despiadados. Uno consistía en meterte un gran embudo en la boca y echar agua hasta que te sentías morir con una sensación de ahogo. Otro, colocarte una máscara de gas, con los conductos de oxigenación cerrados, hasta que era imposible soportar la angustia de la asfixia y caías al suelo sin conocimiento».
«Se mataba, fría, sistemáticamente. No era el acaloramiento de las pasiones desatadas»
Ingresó a primeros de mayo de 1939 en la prisión de Porlier. Fue el principio de su larga reclusión: «Miles de hombres y mujeres eran conducidos como rebaños a las cárceles, a los centros de tortura o sacrificados masivamente en improvisados mataderos. Se mataba, fría, sistemáticamente. No era el acaloramiento de las pasiones desatadas. Era un genocidio frío y calculado», explicita en el texto que publicó en 2007.
Fue condenado a muerte en 1941, tras un juicio sumarísimo en el que el régimen franquista le atribuyó el asesinato de tres personas: un sacerdote, un cartero militante de Acción Popular y un campesino católico. Asó lo relata él: «En mi caso personal quedé impresionado y perplejo por las acusaciones del fiscal. Me hacían responsable de hechos sucedidos en Alcalá de Henares por los que ya habían sido juzgados muchos compañeros y algunos de ellos fusilados. Era la práctica habitual en aquella época confusa, especialmente en los pueblos: imputar a los dirigentes más conocidos la responsabilidad de todo lo ocurrido en el lugar».
4- La vida dentro de la prisión
Por aquél entonces, las cárceles estaban repletas de antifascistas, muchos de ellos viejos conocidos entre sí, otras veces extraños, pero que siempre se encontraban unidos por la misma circunstancia: «Uno de los recuerdos más emotivos de esa época tan dura fue la solidaridad entre los presos que nos llevó a agruparnos por comunas, un movimiento que se fue perfeccionando con el tiempo, para compartir el hambre o el pan entre nosotros», rememora el propio Marcos Ana.
5- Pena de muerte por 60 años de prisión
Un 6 de abril de 1944, en el penal de Ocaña, le llegaría el indulto: «Casi todos los días, al atardecer, leían los telegramas llegados de Madrid con los indultos y conmutaciones», recuerda el poeta en sus memorias. Un hecho indescriptible fue el que le sucedió antes de conocer la conmutación de su pena. Su compañero de expediente había conseguido librarse de la muerte la noche anterior, lo que hizo que Marcos Ana pensara que a él no le habían perdonado la vida, y es que la comunicación en la que se recogía que no debía enfrentarse al pelotón de fusilamiento fue leído mucho después de lo debido: «El telegrama había sido secuestrado, un crimen inexpiable, para hacerme vivir y sufrir la última noche de un condenado a morir».
6- Los inicios poéticos
«Fue en una celda de castigo donde inicié una creación adolescente y temblorosa. Los amigos me pasaron lecturas, introduciendo en mi petate unas hojas sueltas con poemas de Alberti, Neruda, Machado… Los leía y releía mil veces. Me los aprendí de memoria y me los recitaba en voz alta, llenando de ritmo y de imágenes la soledad y el silencio de mi celda. Y, en aquel clima, comencé a escribir, o a construir memorizando, sin apenas conocer la carpintería del poema, dejándome llevar por una cadencia musical que subía de mí mismo». Con estas palabras el propio Marcos Ana relata su génesis en la creación literaria, un acontecimiento que le engrandecería tanto dentro de la prisión como de barrotes para fuera y que terminaría condensándose en la antología publicada décadas después Poemas de la prisión y de la vida.
7- Liberación y giras mundiales
El tiempo pasaba y ya en la década de los 60, gracias a la gran presión internacional sobre la situación de los presos antifranquistas, pequeñas victorias como el dormir en literas y no acurrucados unos a otros en el suelo se hacían hueco en una España aún por despertar. Dentro de estos nuevos acontecimientos, a Marcos Ana le llega la noticia de que Fidel Castro había propuesto al Gobierno español un canje por su libertad. Fue ahí, en la prisión de Burgos, donde el militante comunista internacionalizado, aunque él no lo supiera, consiguió la libertad en noviembre de 1961 tras casi 23 años de presidio.
Tras la capital francesa le seguirían innumerables lugares en los que fue aclamado por miles de personas
París fue la primera ciudad fuera de España que visitó tras conseguir escapar clandestinamente de la dictadura franquista. Tras la capital francesa le seguirían innumerables lugares en los que Marcos Ana fue aclamado por miles de personas. Después de un homenaje de bienvenida en la UNESCO en el que asistieron algunos firmantes del Llamamiento a favor de la Amnistía en España, de la talla de Louis Aragón, Jean Paul Sartre, Simone de Beauvoir o Althuser, llegarían viajes por toda Europa un año después de su liberación, desde Inglaterra hasta Rusia, pasando por Suiza, Italia, Holanda, Bélgica o Rumanía.
Para ir a América y entrar en contacto con notables camaradas que le esperaban, como fue el caso de Nicolás Guillén, Rafael Alberti, Pablo Neruda, María Teresa de León o el Che, el poeta tendría que esperar hasta el otoño de 1963, ocasión en la que visitaría enclaves como Cuba y otros de América Latina: Brasil, Uruguay, Chile y Argentina, a los que llevar el testimonio de las calamidades que el régimen fascista de Franco aún seguía infringiendo a aquellos que un día lucharon por la libertad en España.
8- Vida Sender y su hijo
«Vida, de ahí su hermoso nombre, era hija de unos viejos anarquistas aragoneses, gente muy entrañable y con ellos y con su hermana más pequeña, siendo una niña, cruzó la frontera francesa al terminar la guerra de España. Era una mujer muy atractiva y una gran persona, a mí me sedujo desde el primer momento. Y sin saber cómo, quizás porque yo salía dispuesto a ‘conquistar la vida’ y como Vida era su nombre, nos enamoramos y terminamos viviendo juntos. Disfrutamos años inolvidables de intenso amor y felicidad». Así describe el incipiente poeta la forma en la que encontró el amor, en Francia.
A pesar de los años que llevaba en libertad no estaba preparado para asumir la estabilidad de una pareja
El enamoramiento fue tan fructífero que tuvieron un hijo, Marquitos, y como Vida Sender estaba divorciada y tenía dos hijos, Marcos Ana se vio en una situación que jamás hubiera imaginado: «A los dos años de salir de libertad, me encontré de pronto, casi sin enterarme, al frente de una familia numerosa. Claro que quien cargaba con el peso de esa responsabilidad —acepta Marcos Ana— era Vida, pues yo me pasaba el tiempo cruzando el cielo sin cesar, de un país a otro».
A pesar de todo, la abultada mochila del pasado que le habían impuesto hacía más de 20 años y de la que no se podía deshacer Marcos Ana acabó por quebrar la relación. Así es como lo cuenta él mismo en sus memorias: «Hubo un tiempo en el que Vida y yo nos separamos. Había amor entre nosotros, pero la convivencia se fue haciendo difícil por problemas de carácter y por las circunstancias tan especiales de mi vida. A pesar de los años que llevaba en libertad no estaba preparado para asumir la estabilidad de una pareja. Afortunadamente fue una separación civilizada, salvamos del naufragio el respeto y el cariño que había entre nosotros y una amistad que sigue viva y se hace más serena y más profunda cada día».
9- Trabajo por la solidaridad internacional
Asimismo, la vida de Marcos Ana fuera de prisión fue un continuo ir y venir de distintos países en los que acercaba, con su testimonio en primera persona, la realidad sufrida en España. Gracias al Socorro Popular Francés, el militante comunista pudo coordinar la defensa de los procesados por el Tribunal de Orden Público del régimen franquista. Poco a poco, los diferentes comités de solidaridad internacional concienciados con la causa española adquirieron fuerza, consolidándose la creación del Centro de Información y Solidaridad con España (CISE), que presidió Marcos Ana y dirigió Pablo Picasso. Desde este nuevo organismo se promulgarían diferentes comunicados que firmaban personalidades de la cultura a nivel internacional o se coordinaban los actos de protesta alrededor del mundo para reclamar el fin del autoritarismo en España, como ocurrió con el caso de Julián Grimau, Salvador Puig Antich, el de los acusados del proceso 1001 – el juicio contra los dirigentes de las entonces clandestinas Comisiones Obreras– o el proceso de Burgos contra los jóvenes vascos.
10- «El principio del fin»
Este es el título, nada inocente, con el que Marcos Ana termina sus memorias. La muerte de Franco no apaciguó lo más mínimo la fuerza que el escritor aún tenía de seguir luchando. Su autobiografía señala que la represión no terminó en septiembre de 1975 con los últimos ejecutados de ETA y el FRAP, sino que fue más allá, esta vez persiguiendo a todos aquellos que comenzaban a salir a la calle por hacer que la luz entrara dentro de un túnel que duraba ya casi 40 años: «Fue una represión contra la clase obrera y los estudiantes, contra las huelgas y manifestaciones que agitaban el país. La Guardia Civil, la Policía Armada y grupos de pistoleros provocaron en esas fechas más de cuarenta muertos y centenares de heridos», escribe el propio Marcos Ana al final de sus memorias.
Más tarde, en julio de 1976, llegaría el momento de convocar la primera reunión pública del PCE, que tuvo lugar en Roma debido a la imposibilidad de hacerlo legalmente en Madrid, ya que aún no se había legalizado el partido. El sábado santo rojo, o el 9 de abril de 1977 según el calendario, se legalizaba al Partido Comunista de España. Este hecho, que Marcos Ana recordaba a los 87 años de edad, momento en que rubrica sus memorias, cierra un libro plagado de enseñanzas y solidaridad: «Quedaba mucho trabajo por hacer, porque la libertad es algo más que una hermosa palabra».
Después de Pentecostés la liturgia presenta cuatro fiestas que recuerdan distintos aspectos del misterio de Cristo: Jesucristo, sumo y eterno sacerdote, Santísima Trinidad, Corpus y Sagrado Corazón.
Por | Martín Gelabert
Con Pentecostés acaba el tiempo pascual. Pero todavía tardan un poco en llegar los domingos del tiempo ordinario. Después de Pentecostés la liturgia presenta cuatro fiestas que recuerdan distintos aspectos del misterio de Cristo. El jueves posterior a Pentecostés se celebra la fiesta de Jesucristo, sumo y eterno sacerdote. El domingo siguiente está dedicado a la Santísima Trinidad; luego vienen las fiestas del Corpus y del Sagrado Corazón de Jesús.
Jesucristo es el único y eterno sacerdote, sin duda, el único que ofrece al Padre el perfecto sacrificio de alabanza. Pero eso no debe hacernos olvidar que, así como la bondad de Dios (“¡sólo Dios es bueno!”: Mc 10,18) se difunde de diversas maneras sobre las criaturas, el sacerdocio de Cristo es participado de formas diversas tanto por los ministros sagrados (sacerdocio ministerial, o sea, de servicio) cuanto por el pueblo fiel (cada bautizado es miembro de un pueblo sacerdotal, destinado a cantar las alabanzas de Dios). Estos dos sacerdocios, el de los fieles y el ministerial, se ordenan el uno al otro, y no tienen sentido el uno sin el otro. Por eso, cuando el presbítero confecciona el sacrificio eucarístico, lo ofrece en nombre de todo el pueblo de Dios.
Desde hace unos años, en el domingo de la Santísima Trinidad se celebra el día “pro orantibus”. La Iglesia nos invita en este día a acordarnos de aquellas que dedican su vida a la oración, en suma, de la vida contemplativa, un carisma que nos recuerda hacia donde tenemos que dirigir constantemente nuestra mirada. El lema de la jornada de este año es: “generar esperanza”. Quienes lo han dejado todo para contemplar al Señor, son testigos de un anhelo de plenitud y de una esperanza que no falla, fundada en las promesas de Dios.
El Corpus y el Sagrado Corazón recuerdan dos aspectos fundamentales del misterio cristológico. Por una parte, la eucaristía es una de las maneras por las que se hace presente esta palabra de Jesús en el momento de su despedida de este mundo: “yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo”. Por su parte, la fiesta del Sagrado Corazón, más allá de sensiblerías baratas, nos invita a preguntarnos dónde pone Jesús su corazón, porque si sabemos dónde pone Jesús su corazón, tendremos claro a dónde acudir si queremos encontrar ese corazón lleno de amor y de misericordia. Seguro que Jesús no pone su corazón en los guerreros, en los explotadores o en los que trafican con personas. Más bien lo pone en las víctimas de la guerra y en los explotados.
El obispo auxiliar de Madrid, a sus 57 años, se enfrenta a un pontificado largo, en el que habrá de pilotar un nuevo proyecto de Iglesia, tanto en la capital como en el resto de España, muy reticente a las reformas implementadas por Bergoglio
Pese a los intentos de colocar a Argüello, Cerro o Ginés García Beltrán, Francisco solo tuvo en mente dos nombres: el de Cobo y el del obispo de Zamora, Fernando Valera
Francisco llamó la atención al Nuncio después de una de las ternas presentadas, en las que aparecían Jesús Sanz, Mario Iceta… y ¡Martínez Camino!
La posibilidad de un sacerdote, misionero, también estuvo sobre la mesa. Finalmente, Francisco opta por un pastor que conoce la diócesis a la perfección, con clara vocación pastoral y responsable de la pastoral de migraciones en la Iglesia española, que está llamado a ejercer de ‘contrapeso’ al volantazo conservador que se prevé en marzo, después de que Omella haya anunciado que no se presentará a la reelección
Se acabaron las especulaciones. En los próximos días (seguramente antes de mediados de mes), la Nunciatura Apostólica anunciará el nombramiento de José Cobo como nuevo arzobispo de Madrid, sustituyendo al cardenal Carlos Osoro, que hace unos meses había solicitado al Papa su relevo. Todas las partes están trabajando para que la toma de posesión pueda darse antes de la JMJ de Lisboa.
El obispo auxiliar de Madrid, a sus 57 años, se convertirá en el líder de la diócesis más relevante de España, con un horizonte de trabajo de más de dos décadas, y una misión clara: ejercer de ‘contrapeso’ para la mayoría conservadora de un episcopado, el español, que sigue sin apostar decididamente por las reformas implementadas por Francisco.
Papa, Osoro y Cobo
No lo tendrá fácil Cobo, que pasará a gobernar una diócesis, la más relevante de España y una de las más importantes de Europa, que después de nueve años de un pontificado, el de Carlos Osoro, que se ha visto bloqueado por los partidarios del anterior inquilino del Palacio arzobispal, necesita emprender un camino firme, y servir de mascarón de proa al modelo de Iglesia de Francisco para España. Se necesita como agua de mayo (en este caso, de junio).
Intromisiones, Nunciatura y dos nombres para el Papa
El proceso de elección ha estado marcado por las dificultades y por las intromisiones de algunos sectores, muy mal acostumbrados a proponer nombres, e influir en Nunciatura para colocar candidatos en ternas, aunque el Papa siempre lo tuvo claro. De hecho, desde que en enero comenzó a plantearse la salida del cardenal Osoro -no por voluntad del Papa, que podría haberlo mantenido, sin problemas, hasta los 80 años, sino por petición del purpurado-, Francisco siempre tuvo en mente dos nombres: José Cobo, y el obispo de Zamora, Fernando Valera.
El nuncio Bernardito Auza ITVR
De hecho, el Pontífice se encargó de que el Nuncio, Bernardito Auza -cuya permanencia en la embajada vaticana en nuestro país está siendo muy cuestionada-, supiera de su malestar al recibir una de las ternas presentadas, en las que aparecían el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz; el arzobispo de Burgos, Mario Iceta; y… agárrense… ¡Juan Antonio Martínez Camino!
«La desfachatez de algunos, que siguen pensando que tienen el bastón de mando, ha llegado a extremos inimaginables», subraya a RD una de las personas que ha participado, más activamente, en el proceso de designación del sucesor de Osoro. Un arzobispo de Madrid que, pese a lo que comentan círculos muy mal informados, ha sido escuchado por Roma, y avala el nombramiento de Cobo.
Argüello, durante el briefing de hoy
Otros candidatos
Durante las consultas, con todo, han surgido una serie de nombres, que fueron tenidos en cuenta tanto en la Congregación de Obispos como en Casa Santa Marta, desde el obispo de León, Luis Ángel de las Heras, cmf (ha pesado mucho el hecho de que apenas lleve dos años en León, después de haber pasado únicamente tres en Mondoñedo, así como el hecho de ser religioso), al obispo de Getafe, Ginés García Beltrán (que en realidad nunca ha tenido opciones reales), pasando por el arzobispo de Toledo, Francisco Cerro, que en un momento llegó a ser considerado como un candidato de consenso.
El último intento del sector conservador fue proponer como candidato al arzobispo de Valladolid y, según casi todas las fuentes consultadas, futuro presidente de la Conferencia Episcopal (toda vez que el cardenal Omella ya ha comentado, incluso en actos con directores de medios, que no se presentará a la reelección), Luis Argüello. Una opción que sonó con fuerza en las últimas semanas, hasta el punto de hacer dudar, mínimamente, al Papa Francisco, quien no obstante siempre pensó en Cobo (o en Valera) como únicos candidatos. La opción, que también se barajó, de un sacerdote, e incluso de un misionero, se descartó pronto.
Carlos Osoro, cardenal de Madrid
Hacer justicia con Osoro
De hecho, finalmente Francisco ha optado por un pastor que conoce la diócesis a la perfección, con clara vocación pastoral y responsable de la pastoral de migraciones en la Iglesia española, que está llamado a ejercer de ‘contrapeso’ al volantazo conservador que se prevé en marzo en Añastro.
La reciente resolución de los tribunales exonerando totalmente a la diócesis de cualquier responsabilidad en el mal llamado ‘caso Fundaciones’, además, ha servido para limpiar de toda duda el pontificado de un Carlos Osoro que verá como uno de sus hombres de confianza, José Cobo, le sucederá en Madrid, y lo hará con el tiempo que tal vez a él le ha faltado para poder llevar a cabo las reformas necesarias en la mayor diócesis de España. Y, de paso, tratar de ‘exportarlas’ a una Iglesia española que continúa siendo de las más refractarias a las reformas de Francisco. El Papa de las sorpresas.
Cardenal Gregorio Rosa Chávez denuncia que Nayib Bukele implantó “un régimen de terror” con la Ley de excepción
También señala que hay un enfriamiento de las relaciones entre la Iglesia y el gobierno: antes “había un teléfono directo, hoy no hay nada de eso”
Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar emérito de San Salvador, primer cardenal salvadoreño y cercano a san Oscar Romero, ha plantado cara a Nayib Bukele, presidente de El Salvador. Acusa al primer mandatario de implantar “un régimen de terror” tras promulgar la Ley de excepción, desde marzo de 2022, para combatir a las pandillas.
Denunció, en entrevista con Radio Hogar de la arquidiócesis de Panamá, que el Estado ha procedido sin derechos fundamentales como la libertad de expresión, de reunión, de un juicio justo, privadas las correspondencias y “esto es algo peligrosísimo para los que tienen conciencia de lo que es la dignidad humana”.
Lo que más le preocupa es la avasalladora máquina propagandística al servicio del gobierno, que “presentan una cara de un país muy maravilloso, donde todo era felicidad y alegría, paz, tranquilidad y yo tenía que decir que había muchísimo sufrimiento”.
Ataque por redes sociales
Cuenta Rosa Chávez que ha sido objeto de “un ataque frontal y descarado que nunca había vivido en mis 40 años de obispo” a través de las redes solo por oponerse a la forma como se está aplicando está ley. Esa misma maquinaria propagandística “no respeta ningún criterio ético y que aplasta al adversario, quién se opone a esta decisión de la vida social”.
“Son tirar la piedra y esconder la mano, por eso no uso las redes sociales, ahí no hay control de lo que se dicen y lo que se hace”, dijo en alusión directa a Christian Guevara, del partido Nuevas Ideas, quien lo tildó “de estar comiendo del mismo plato con pandilleros”, mensaje que luego borró de redes como informó el Instituto Cultura Romeriana.
Al respecto, señaló que “ese tweet me lo mandaron y me cayó en gracia, porque me recordé de Jesús que comía con publicanos y pecadores. Esto lo explico yo en la respuesta larga en entrevista con un semanario católico (Alfa y Omega)”.
Criminalización exacerbada
El cardenal lamenta que el trabajo con jóvenes en riesgo “se ha criminalizado” y pareciera que no tienen derecho a redimirse. Cuenta que en uno de los talleres con jóvenes que “podían caer en las pandillas o habían caído. Y estábamos en el refrigerio, me le acerqué a uno a preguntarle por qué te gusta venir a nuestro taller. Me responde, porque aquí no me dicen que no sirvo para nada, aquí me dan amor y me dan una oportunidad”.
Entonces le ha vuelto a preguntar: “¿Tú por qué haces violencia? y me respondió, cómo quiere que yo ame si nunca me he sentido amado”. Respuesta que para el alto jerarca “profundamente cierta, porque la forma que tenemos de tratamiento es una forma de odio y nadie tiene derecho a redimirse con este enfoque, por supuesto, no es un enfoque cristiano para nada” con relación a la Ley de excepción”.
Relaciones congeladas
Todo este contexto ha enfriado las relaciones entre el Gobierno y la Iglesia, porque “en anteriores gobiernos había un teléfono directo al que uno podía llamar y hablar con algunos funcionarios y hasta con el Presidente o había un enlace con quién tomar contacto con el gobierno, hoy no hay nada de eso, ningún contacto ha habido desde que llegó el Presidente al poder”.
Recuerda que tras el triunfo de Bukele “lo visitamos para felicitarlo por su triunfo y después no ha habido ningún contacto oficial. Es un muro que se ha levantado y eso nunca pasó antes y es algo que yo recalqué, porque es un fenómeno que llama muchísimo la atención en un país con tanta tradición, donde la Iglesia ha estado presente, con tantos mártires derramando su sangre como Óscar Romero”.
Por ahora, asegura Rosa Chávez “hay un régimen de terror” y como pastores “debemos seguir el ejemplo de Romero” hasta las últimas consecuencias
El legado de Ignacio Ellacuría, ante la situación política actual de El Salvador —
Martha Zechmeister CJ, teóloga
«Hay que reconocer incondicionalmente que estamos de nuevo en un punto cero» En este texto breve quiero confrontar las dos aporías fundamentales que me plantea el tratar de proponer el legado de Ellacuría ante la situación política actual de El Salvador. Supongo que siempre es más importante para una buena teología plantear las preguntas adecuadas, reconocer el problema, que dar respuestas precipitadas que nadie ha pedido.
Comienzo con tres premisas de mis reflexiones La primera: podemos intentar hacer una exégesis minuciosa de los textos de Ellacuría para captar sus raíces filosóficas y la dinámica específica de su pensamiento, pero si nos guiamos por un mero interés retrospectivo y académico, esto puede convertirse en una traición a esta herencia intelectual. Porque precisamente esta herencia nos obliga a estar despiertos y vulnerables a nuestro momento histórico actual con la misma sensibilidad sismográfica que Ellacuría tuvo con el suyo.
Y no hacemos teología fiel a este legado cuando respondemos a los desafíos del presente con las formulaciones literales de Ellacuría, como si fuesen estereotipos, sino cuando luchamos con la misma audacia y creatividad por la palabra que nos exige la situación concreta. La repetición estéril sería una copia ridícula de este pensador.
La segunda premisa: El Norte global habla del «cambio de los tiempos», de una crisis sin precedentes y del regreso de la guerra después de 70 años de paz. Y el Sur global se pregunta con asombro: ¿cuándo no hubo guerra y violencia mortal? ¿Cuándo no hubo crisis que se cobraran innumerables vidas? No es que el Sur no reconozca la magnitud del conflicto ucraniano. Las frágiles economías y, sobre todo, los pobres de estos países, son duramente golpeados por las galopantes subidas de precios del petróleo y del trigo. Pero una vez más parece confirmarse que hay vidas humanas que valen más que otras.
El Norte sigue negándose, como en tiempos de Ellacuría, a mirarse en el espejo inverso del Sur, que le enfrentaría a su propia verdad y podría mostrarle formas de salir de la crisis. En lugar de un copro-análisis a fondo, sigue dedicándose a restañar los daños de una forma chapucera que tarde o temprano se convertirá en rebote desastroso.
La tercera premisa se refiere a la situación política actual de El Salvador. Supongo que, al menos, están informados a grandes rasgos de lo que sucede. El presidente joven y chic ha mantenido una presencia constante en los titulares de medios como la BBC, el New York Times o El País.
Trato decir, en pocas pinceladas, lo mínimo: detrás de la fachada cool del «presidente más popular de América Latina», que cuenta con la aprobación del 80 al 90 por ciento de la población salvadoreña, se esconde un autócrata, como salido de un manual de ciencias políticas, que suspende sistemáticamente todas las instituciones del Estado de Derecho y las somete a su control. Desde marzo, vivimos en un “estado de excepción” permanente, que ya ha sido prolongado tres veces por el parlamento, un órgano completamente sometido al presidente. Ya no hay separación de poderes: el ejecutivo opera también a través del legislativo y del judicial.
El presidente ha declarado una «guerra contra los terroristas», como llama a su campaña contra las pandillas. No dice que él mismo ha pactado anteriormente con ellos. El estado de excepción justifica todo tipo de detenciones arbitrarias por mera sospecha o denuncia anónima. Incluso autoriza el asesinato de presuntos mareros por parte de policías y militares. Ser joven y vivir en un barrio marginal es suficiente delito para estar a merced de la arbitrariedad.
Mientras tanto, El Salvador es el país con la mayor tasa de personas encarceladas del mundo, con casi el 2% de la población adulta en prisión, hacinada en condiciones inimaginables. Con todo esto, es obvio que se trata de cualquier cosa menos de una estrategia eficaz contra la violencia de las pandillas, sino de un show a gran escala que en realidad sólo tiene un objetivo: la reelección del presidente, que en realidad está prohibida por la Constitución.
Les recomiendo, entre otros muchos, el artículo de BBC Mundo: Bukele contra las maras «En lugar de responder de manera efectiva a la violencia de las pandillas, Bukele está sometiendo al pueblo de El Salvador a una tragedia». Pasemos ahora a las aporías a las que me enfrento en el intento de hacer productivo el legado de Ellacuría ante la actual situación política de El Salvador.
Primera aporía: ¿Cómo seguir hablando de los «pobres con espíritu» frente a las mayorías pobres seducidas por un «flautista de Hamelín»? La tonada más efectiva de su flauta es, obviamente, el despliegue de sus trolls en las redes sociales, que se encargan de que todo aquel que no sea un seguidor incondicional, todo aquel que piense diferente, sea expuesto al linchamiento digital e incluso a la persecución física. En un contexto así: ¿cómo leer los textos de Ellacuría que hablan de los pobres como ‘sujetos de redención’, aquellos sujetos donde se hace manifiesto el soplo del espíritu que renueva la faz de la tierra y transforma la sociedad con la justicia?
Que la redención viene de abajo es uno de los fundamentos esenciales de la teología que me compromete. ¿Pero cómo no caer en patrones de arrogancia intelectual que afirman que las masas acríticas están a la merced de los trucos baratos por falta de educación? ¿Cómo conservar el respeto por los “pequeños y sencillos” (Mt 11, 25), a quienes se revela el espíritu que se esconde de quienes se creen sabios?
Intento sugerir algunas líneas para una posible respuesta. ¿No padecen la teología y la Iglesia la misma enfermedad que los partidos políticos tradicionales? ¿No hemos perdido en gran parte la comunión y la comunicación vital con el mundo de los pobres, esa mayoría que aún vive de pura subsistencia, resolviendo de día a día sus necesidades más inmediatas, vulnerable a la violencia y a los desastres naturales?
Es posible seguir utilizando toda la nomenclatura de la teología de la liberación, hacer esfuerzos para desarrollarla intelectualmente en el contexto postmoderno para no perder relevancia. Sin embargo, si este esfuerzo intelectual no se hace realidad en medio de los pequeños y vulnerables, si no es experimentado por ellos de manera efectiva y real, y sobre todo si no se alimenta de su sabiduría, de la revelación del Espíritu a través de ellos, es una palabrería vacía.
Sería una traición pomposa de los privilegiados del evangelio. Lo que hace falta no es juzgar y dirigir desde arriba, sino reconocer la urgencia de nuestra conversión, callarnos, escuchar con paciencia y humildad, buscar comprender, vivir sin agendas ocultas una auténtica y fraterna amistad con los que están abajo y pisoteados.
Segunda aporía: ¿Cómo proponer el diálogo como camino para romper el círculo vicioso de la violencia histórica a una mayoría que defiende la fuerza bruta como única solución posible para el país? Esta es la convicción engendrada por una sociedad autoritaria que espera la salvación a través del macho fuerte y su mano súper-dura: toda propuesta alternativa aparece como una ingenuidad.
“No es necesario extenderse en razones y pruebas de por qué es urgente salir de una situación intolerable, que está destruyendo no sólo a los salvadoreños, sino a El Salvador; no sólo a determinados grupos sociales, sino a la nación entera. Es necesario salir. Pero, ¿es necesario el diálogo entre las partes enfrentadas en el conflicto[…]? ¿O puede resolverse pronto el conflicto mediante otro instrumento principal de pacificación distinto del diálogo[…]?”
Estas palabras de Ellacuría, escritas en 1980, al inicio de la guerra civil salvadoreña, no pueden ser más actuales. También hoy la voluntad de diálogo parece estar fuera de los límites de lo posible por mucho tiempo.
Podemos decirlo de nuevo con Ellacuría: “Estamos en una hora gravísima para la patria, en la cual pueden fructificar años y años de sacrificios o en la cual pueden quedar inutilizadas para mucho tiempo las esperanzas de días mejores.”
Una vez más, ofrezco algunas pinceladas sobre cómo salir de esta situación aparentemente desesperada. Lo más importante, creo, es reconocer incondicionalmente que estamos de nuevo en un punto cero, que no podemos presuponer nada de lo que ya hemos celebrado como conquistas. Los debates que tenemos que enfrentar son espantosamente similares a los que Ellacuría tuvo en su época.
Son los debates sobre los fundamentos de la sociedad, como el debate sobre la universalidad de los derechos humanos. Estos se tambalean hasta sus cimientos cuando se niegan a los que están encarcelados por su supuesta afiliación a las pandillas. Porque si los derechos humanos no se aplican a ellos, tampoco están garantizados para mí.
Otro debate que tenemos que llevar a cabo de nuevo es lo que significa realmente la democracia. Democracia, no entendida como el derecho formal del sufragio en las urnas; y no como lo único que parece quedar de ella en la realidad política actual de El Salvador: el derecho de la mayoría a imponer su voluntad y su percepción de la realidad a la minoría. Es mucho más importante defender una concepción de la democracia que nos obligue a reconocer que los que son diferentes a mí y piensan diferente también tienen derecho a existir; una comprensión de la democracia que proteja a las minorías y facilita el diálogo entre todos los grupos sociales.
Semana Mons Romero A pesar de todo lo que exige nuestra seriedad y honradez teológica frente a esta situación, quiero terminar con una experiencia que me ha dado esperanza en medio de todo esto. Hemos llevado a cabo un proyecto de investigación con víctimas de la violencia salvadoreña y les recomiendo el libro que es fruto de este proyecto. En el proceso, nos encontramos con un grupo de jóvenes autoorganizados en un barrio marginal, unidos por su pasión por el arte de la calle como el hip hop, el grafiti, el patinaje a un alto nivel deportivo etc. Se comprenden conscientemente como una alternativa a las maras.
Entre ellos, los mayores «adoptan» a niños de la calle. De lo contrario, serán reclutados por las pandillas ya a la temprana edad de siete u ochos años. Con gran astucia, se mueven entre la violencia de las maras y la violencia todavía más brutal de las «fuerzas de seguridad». Con ellos, redescubrí toda la teoría del arte de Theodor W. Adorno en un modo nuevo y vital: el arte es capaz de poner las condiciones vigentes patas arriba, de vislumbrar la situación desesperada desde una perspectiva nueva y sorprendente. Y las palabras de Monseñor Romero en su homilía de la fiesta de la Epifanía de 1979 han recuperado para mí su verdadero encanto:
“Cuando miremos que nuestras fuerzas humanas ya no pueden, cuando miramos a la patria como en un callejón sin salida, cuando decimos: ´Aquí la política, la diplomacia no pueden, aquí todo es un destrozo, un desastre y negarlo es ser loco´, es necesario una salvación transcendente. Sobre estas ruinas brillará la gloria del Señor. De allí que los cristianos tienen una gran misión en esta hora de la patria: mantener esa esperanza”. https://www.religiondigital.org/opinion/Ignacio-Ellacuria-situacion-politica-Salvador-Romero-Bukele-Maras_0_2470852901.html
VII Conversaciones PPC el jueves 1 de junio: ‘Polarizados… ¿Y divididos?
Cómo crear comunión en tiempos de conflicto’
El vaticanista Antonio Pelayo, el profesor Pedro Castelao y la teóloga Dolores López Guzmán serán los ponentes de la jornada organizada por la editorial y el Instituto Superior de Pastoral en Madrid
El obispo de Getafe, Ginés García Beltrán, abrirá la jornada, y la cerrará José Cobo, obispo auxiliar de Madrid. Este seminario de estudio y reflexión estará presentado por la periodista Ana Medina
Voces de primera línea para abrir conciencias
Esta séptima convocatoria se celebrará en el Colegio Mayor Mara (Madrid) y contará con las intervenciones de Antonio Pelayo, vaticanista de Vida Nueva, con una ponencia que se titula ‘No cedamos a la tentación de la polarización’. La segunda, de Pedro Fernández Castelao, profesor de Antropología de la Universidad Pontifica Comillas, reflexionará desde un punto de vista teológico del peligro de polarización en la Iglesia.
Por su parte, Dolores López Guzmán, doctora en Teología Dogmática y especialista en acompañamiento espiritual, cerrará con la ponencia ‘Caminos para el encuentro: comunión, diálogo, reconciliación’.
Asimismo, la jornada tendrá un diálogo con Laura Martínez Otón, profesora de Comunicación de la Universidad Nebrija sobre cómo sobrevivir a las ‘fake news’ que separan, y una mesa redonda, que pondrá el foco en la pregunta: ‘¿Comunicación para dividir o multiplicar?’, que contará con Cristina Sánchez, directora Alfa y Omega; Auxi Rueda, delegada de medios de la diócesis de Ávila; Xiskya Valladares, RPM, confundadora de iMisión; y Damián María Montes, CSsR, influencer y artista.
Siete años conversando
En ocasiones anteriores, las Conversaciones PPC han estado dedicadas a estudiar documentos papales (‘Evangelii gaudium’ en 2014 y ‘Amoris laetitia’ en 2017), a contribuir a la reflexión sobre la relación entre la Iglesia y los jóvenes, en vísperas del Sínodo de los Obispos (2018) y a la acogida, protección, promoción e integración de las personas migrantes (2019). En 2020, el evento fue suspendido debido al estado de alarma por la pandemia del coronavirus, pero en 2021 volvieron a retomarse con el lema ‘¡Soñar juntos! Soñemos como una única humanidad’. En 2022 se analizó el delicado tema de los abusos sexuales, de poder y conciencia en el seno de la Iglesia.
Durante estas conversaciones se hará entrega al psicólogo jesuita de Benín, Noël Sèmassa Hinvo, el Premio Teológico Joven 2023 por su obra ‘La sanación de las heridas interiores en la dinámica de los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola’.
En el PP hubiera dado igual que el candidato principal hubiese sido Núñez Feijoo o Don Tancredo, el ambiente callejero mostraba sin mucho lugar a dudas una evidente derechización del electorado.
Aunque con unos resultados peores de lo esperado por sus dirigentes, el Partido Socialista ha resistido a duras penas, mientras que todo el conglomerado a su izquierda ha naufragado de forma estrepitosa, hasta tal punto que es difícil imaginar la manera en que puedan volver a flote. Respecto a la derecha, creo que habría dado igual que el candidato principal hubiese sido Núñez Feijoo o Don Tancredo, el ambiente callejero mostraba sin mucho lugar a dudas una evidente derechización del electorado, cuyas causas intentaremos analizar sin más intención que aportar una opinión más a un debate que será largo y complicado.
Independientemente de los errores cometidos por el Partido Socialista y Podemos, creo que su acción de gobierno ha sido buena para el país en un tiempo en extremo difícil. Sin embargo, estamos ante una coyuntura nacional e internacional llena de incertidumbre y de miedos, de dudas y amenazas que han provocado un ensimismamiento de la población que la hace refractaria a cualquier política social.
Desde tiempo inmemorial, España ha sido un país que ha odiado a sus dirigentes. El Estado era malo, era el enemigo que perseguía y que impedía el normal desarrollo de las personas. Así fue durante los Austria y los Borbones, así durante la Restauración, así en el franquismo. Pese a que el Estado ya no es el opresor de antaño y, sí, por el contrario, el que organiza gracias a los impuestos de todos las pensiones, la asistencia sanitaria, la educación, las dependencias y todo lo que nos hace distinguirnos de la vida en la jungla, en los últimos años ha calado el mensaje de la ultraderecha que invita a su desmantelación para entregárselo todo a la “sociedad civil”, es decir a las grandes empresas nacionales y globales especializadas en apropiarse del dinero público para organizar unos servicios, que son derechos constitucionales, más caros, más clasistas y más corruptos. Ni ha habido, ni hay como en otros países de Europa, sobre todo del centro y del norte, un respeto y una consideración hacia lo público como algo propio. Todo lo contrario, una parte grande de la ciudadanía piensa que lo público no es de nadie o es del Gobierno, por lo tanto es legítimo despotricar, incluso deteriorar todo aquello que no tiene un dueño con nombre y apellidos. Es algo perfectamente visible en hospitales, escuelas, parques, transportes, montes o polideportivos públicos. Al mismo tiempo que ha crecido esa percepción irracional contra lo público, se ha exacerbado la protección a lo privado, a lo que es de uno porque así lo dice el Registro de la Propiedad. Vallas, cercas, alarmas, perros agresivos protegen hasta la más mínima parcela como si estuviese en riesgo de ser ocupada cualquier día por las ordas marxistas. La propiedad privada, como sucedió en Estados Unidos desde su primera Constitución, es la razón de existir de muchas personas, por pequeña que sea.
No existe tampoco una percepción mayoritaria de que la mujer goce de menos derechos que los hombres, ni siquiera entre las primeras. Al igual que la Patria, la hombría ha sido atacada y muchas personas perciben lenguajes y modos que no se corresponden con su modo de ver las cosas. En ese sentido leyes como la del sólo sí, es sí o la ley trans han supuesto una inversión enorme de fuerzas, un desgaste inmenso del Gobierno sin conseguir sus objetivos, mientras ha dado munición a mansalva a jueces reaccionarios y a los partidos que con ellos caminan.
Como demuestran los resultados de estas elecciones presentadas por la derecha como primarias, a la mayoría de las mujeres le importa un bledo lo que esas leyes defienden. Por si faltaba algo, está el autodenominado lenguaje inclusivo, un lenguaje artificial y estúpido, que no era demandado por casi nadie y que ha servido sobre todo para crear rechazo en un sector del electorado. La corrupción, muchísimo menor en estos últimos cinco años del Gobierno, da votos a quien la comete. Es decir, en España el corrupto es un héroe porque hace lo que muchos ciudadanos querrían hacer, apropiarse de los presupuestos del Estado para beneficio propio. Puesto que el Estado es el enemigo, robar al Estado no está mal visto, sino que el delincuente que tal delito comete pasa a la categoría de guerrillero, de buen ladrón que con su acto se atreve a desafiar al Estado opresor e intervencionista. Hay que luchar contra la corrupción porque es el cáncer de la política, pero esa lucha no es rentable, dado que mucha gente espera más beneficios del clientelismo a ella asociada que de la honradez de los elegidos. Por mucho que nos duela, y a mi personalmente me duele en el alma y no por motivos familiares sino de dignidad, la memoria democrática sólo afecta e interesa a una minoría que no entiende como a estas alturas miles de personas sigan enterradas en cunetas y tapias de cementerio. Eso es pura barbarie, pero a los españoles de hoy en día les parece un discurso del pasado, un dispendio de dinero y, en muchos casos, una forma de abrir heridas que siempre estuvieron abiertas y que no cicatrizarán hasta que se entierre como personas normales a quienes fueron asesinados por el nacional-catolicismo.
Políticas erráticas como la de vivienda no calan en el electorado por muchas que sean las que se prometen. Son promesas a largo plazo que tienen poca credibilidad dado que las competencias son autonómicas y municipales. Es posible que si se hubiese anunciado con presupuestos y proyectos sólidos de la construcción o rehabilitación de miles de viviendas para crear un parque estatal de las mismas, hubiese tenido más calado, aunque tengo mis duda dada la adhesión que existe entre los votantes de derecha a su opción política, que no ha hecho ni una sola propuesta municipal o autonómica que es de lo que se trataba, como si se tratase del equipo de fútbol por el que lo darías todo.
Si antes las campañas electorales influían sobre los indecisos o los dubitativos, ahora casi todo el mundo tiene decidido su voto aunque no lo diga Por último, podríamos seguir enumerando cuestiones, la forma de socialización, de captación de votantes ha cambiado radicalmente. Si antes las campañas electorales influían sobre los indecisos o los dubitativos, ahora casi todo el mundo tiene decidido su voto aunque no lo diga. Las redes sociales, dominadas por su propia naturaleza por la derecha, han creado un ciudadano, un elector, que está incapacitado para la empatía, la solidaridad o las políticas sociales. Nada de lo que suceda fuera de su móvil, de su ombligo, le afecta. Está inmunizado contra el conocimiento, el espíritu crítico y la justicia social. Lo mío, lo que me “roban” con los impuestos para dárselo a vagos, ¿quién es usted para decirme a mí las copas de vino que me tengo que beber? Ese es el lema y esa es la realidad en la que nos toca vivir, una realidad que no es sólo española, que es mundial, pero que en España viene acompañada por el olor a calcetín sudado, que diría Vázquez Montalbán, y el olor a cajonera de caballo con señorito arriba. Todas las cuestiones sucintamente repasadas son de justicia, pero a día de hoy lo que afecte al común no interesa a una buena parte del electorado. Habrá que estudiar la forma de revertir esa situación, que lo hará con el tiempo sin la inteligencia artificial y los mercados lo permiten, pero será preciso de emplear inteligencia y generosidad. En ese sentido, la decisión de Pedro Sánchez de convocar elecciones para julio podría ser un principio. De momento es un loable reconocimiento de que algo no se ha hecho bien y de que lo que se ha hecho bien no ha sido percibido como tal por un electorado cada vez más individualista y crédulo
Cuando digo otra no pretendo tener toda la razón, pero sí aportar elementos de reflexión. Dos cosas me dan cierta seguridad: ha ocurrido lo que yo esperaba; aunque no tanto. No siento esa sorpresa que proclaman algunos medios de comunicación. Y la otra cosa es ese otro principio del que estoy cada vez más convencido: las izquierdas desconocen el pecado original mientras que las derechas tienden a aprovecharse de él. He contado otras veces la anécdota de una muchacha venezolana que explicaba: “antes votaba a la izquierda. Chávez me sacó de la pobreza y desde entonces voto a la derecha”. No nos extrañe: todos tendemos más a conservar lo que tenemos que a procurar que tengan algo más aquellos a quienes falta casi todo.
Desde estos parámetros me atrevo a sospechar que una causa muy importante en el resultado del pasado domingo no ha sido la conducta de Feijóo: a mí personalmente me ha decepcionado porque comenzó gritándole a Casado que él quería vencer a Sánchez no con insultos sino con razones; y temo que pronto se olvidó de tan buen propósito y pasó a los adjetivos (o sustantivos) descalificativos, más que a argumentos convincentes: ahí está esa vacuidad del «sanchismo» y otras similares.
Más que Feijóo creo que han sido las leyes de la transexualidad y del “solo sí es sí” las que han jugado un rol importante en los resultados electorales. El PSOE no ha perdido votos por las leyes del salario mínimo, o de las pensiones, o de corrección de la mal llamada reforma laboral (en las cuales, por otro lado, tuvo buena parte UP ante la clásica timidez social del PSOE). La gente sabe que esas leyes del actual gobierno, el PP no las tocará: pues así ha venido actuando ante otras leyes a las que había atacado cuando se propusieron: recordemos incluso la aceptación por Feijóo de la ley del aborto, cuando el TC la convalidó[1]. Lo que ha dado más votos al PP (además de la evaporación de Ciudadanos) han sido las otras leyes citadas al inicio de este párrafo.
En este sentido, me atrevo a pedir a Irene Montero y a Ione Belarra la valentía para reconocer que ellas son las mayores derrotadas y causantes del desastre del gobierno. Hará falta mucho valor para reconocer eso, pero es reconociendo errores como crecemos los humanos. Y es el único camino si es que quieren enderezar las cosas de aquí a las generales. En este sentido explico dos anécdotas vividas recientemente.
Considero que el feminismo es eso que el evangelio llama un “signo de los tiempos” y creo estar de su parte. Otra cosa es de qué feminismo se trata. Me explicaba hace poco una amiga izquierdosa, que ella cree que hay más feministas entre los varones que entre las mujeres. Y me daba esta razón: entre los varones hay muchos que se sienten culpables por el innegable machismo de tiempos pasados y esto los lleva a intentar cambiar: otra cosa (me añadía) es si serán capaces de hacerlo… Pero entre las mujeres hay muchas, sobre todo madres con hijos adolescentes, a quienes asustan las posturas sexuales de algunas feministas. Y le pude contar que, antaño y por dos veces, había escuchado yo algunas explicaciones como esta (de amigas que ya empiezan a ser abuelas): “cuando eres madre, ves las cosas de otra manera: y yo no quisiera de ningún modo que mi hija tuviera una conducta sexual como la que tuve yo de adolescente”. Literal.
Y lo que de ahí me preocupa es este otro dato que considero cierto: hay muchas más mujeres contrarias al feminismo de lo que muchas feministas creen. Y no solo por aquello que me decía bromeando Amparo (ya fallecida) hace bastantes años: “¡con lo bien que se está de mujer objeto!”. Ni por lo que hace unas semanas me decía otra amiga: “en Ucrania los varones tienen prohibido salir del país, porque son necesarios para la guerra, mientras que las mujeres sí pueden salir. De modo que algunas diferencias ya va bien que se conserven…”. No por estas ironías de charla de café. Sino por otra razón más seria con la quisiera acabar.
Expresándola de una manera gráfica: he sido invitado alguna vez a dar charlas a grupos de mujeres, de una bondad y una calidad humana innegables, con innegable sentido social, pero reacias ante todo el discurso feminista. Se trataba solo de explicarles que lo decisivo del feminismo no es más que el respeto a la dignidad de la mujer (igual o superior a la del varón) y que ese respeto se refleje en las leyes. Solo eso que ya es mucho[2]. Es cierto que esas charlas fueron para América Latina, pero no creo que eso les quite todo significado.
Y quisiera terminar con una reflexión que puede formularse desde una óptica más cristiana o de manera más laica.
En el primer sentido: en el evangelio quizá no hay palabra más seria (y más olvidada) que aquella de “no he venido a llamar justos sino pecadores”. A penitencia, claro: pero son ellos los llamados. Pregúntese toda la España laica hasta qué punto no está cayendo en tres abominables defectos que ensombrecieron a la cristiandad pasada, por olvidar esas palabras de Jesús: la mentalidad inquisitorial, el fariseísmo y el desprecio al de fuera. No creo que haga falta declararlo más. Examínense, porfa.
Y en otro sentido, carente de imperativos morales o creyentes, recuerden todos, los de uno y otro lado, aquellos versos tan decisivos de Antonio Machado sobre “esa España que embiste y que bosteza / cuando se digna usar de la cabeza”. Me temo que esa España existe todavía. Mire pues cada cuál si él es patriota de esa patria…
[1] Y quiero recordar, como he dicho otras veces, que yo no creo que exista un derecho al aborto aunque, por razones de bien común, soy claramente partidario de su “despenalización” (que no es lo mismo que derecho)
[2] Y añado por mi cuenta que tampoco me identifico con ese eslogan de la “paridad” que tanto le gusta esgrimir a Pedro Sánchez: el pueblo necesita más calidad que paridad. Y si por los ritmos de la historia, o por lo concreto de algunas situaciones globales o individuales, resultase que, en alguna corporación concreta y para una determinada función, de entre los diez a designar, siete u ocho de los de mejor calidad, son de un mismo género, no veo que tenga sentido quitar al pueblo buenos servidores por razones de paridad. Siempre me acuerdo de aquellos tiempos en que por toda Cataluña no se oía más que el grito: “volem bisbes catalans”, y un catalán bien catalán, pero bien “manfutista” gritaba por su cuenta: “volem bisbes bons”. Para luego añadir: “lo que nos extraña un poco es que, en toda Cataluña no haya un solo cura capaz de ser buen obispo… Cuidado pues con los eslóganes que son muy peligrosos.
El Espíritu Santo recompone la semejanza a la Trinidad: uno y muchos. Nos hace pueblo y poliedro, unidad en la diferencia…nos incorpora a un Pueblo, una Historia y un Destino. Pentecostés es hacerse Pueblo de Dios
El cristianismo es cercanía de la Encarnación de Jesús…, que hace de nosotros una familia, no una aséptica sociedad artificial reducida a mercado, donde uno está sólo y es únicamente un código de barras de consumidor y competidor sin vínculos humanos.
el Pueblo de Dios de la calle, ha terminado priorizando las procesiones, los sacramentales, las bendiciones, el agua bendita, el ramo de olivo, el Jesús del Madero y las Macarenas que conmueven más que en muchos templos. Nos sumergen en una pertenencia comunitaria al Misterio misericordioso de Dios llega el Papa Francisco y nos dice que ¡hay que dejarse enseñar por ese Pueblo! y ha encaminado este aprendizaje en la SINODALIDAD, que escandaliza a la estructura clericalista y autorreferencial, los grandes males eclesiales.
El pueblo es la materialidad de lo cotidiano, imprescindible vehículo sacramental asumido por Cristo para construir el Reino y su Justicia. No percibirlo es hacer del cristianismo un proyecto artificial, una nueva idolatría de la razón ilustrada…Sin Nazareth no hay salvación.
Pentecostés nos recuerda que la salvación no es evasión espiritual sino sacramento, el Espíritu del Dios que nos hace carne de un Pueblo que camina en la Historia curando heridas, hacia los cielos y tierras nuevas.
Un cuerpo sin alma ya no es cuerpo, es un montón de materia orgánica en descomposición. ¿Qué sería la Iglesia sin el alma del Espíritu Santo? Tan solo un grupo en permanente descomposición, nostálgico de un gran maestro del pasado, que dejó buenas enseñanzas como tantos otros buenos hombres.
El Espíritu del Señor anima y vivifica ese cuerpo que son los creyentes y nos da capacidad para ver lo que está en la carne de la historia: la Presencia misericordiosa y transformadora del Resucitado.
El cristianismo no es afirmar la existencia de un dios deísta desentendido del mundo, fruto de la razón ilustrada con sus moralinas burguesas, que le ha prohibido al Dios de Abraham entrar en la historia y ser protagonista de un Pueblo de hermanos.
El cristianismo, en cambio, es la cercanía amorosa de la Encarnación de Jesús, muerto y resucitado, escándalo para las construcciones religiosas y necedad para los racionalismos inmanentistas. Él hace de nosotros una familia, no una aséptica sociedad reducida a mercado, donde uno está sólo y es un código de barras de consumidor y competidor sin vínculos humanos.
El Espíritu Santo es el dulce huésped del alma que cura nuestras heridas para no salir al mundo como resentidos policías de la moral, fariseos maquillados de buenitos. Nos conmueve para ser atentos samaritanos de los descartados del camino de la vida, esos Cristos crucificados de incógnito que testificarán en el Juicio del último día. Un fuego que arropa, que abre los ojos para vivir como propias las heridas del mundo, preservándonos del fuego eterno de los epulones.
El Espíritu de Dios reconcilia lo particular con lo universal, la persona y los grupos de personas con la sociedad y las sociedades. Renueva la semejanza a la Trinidad: uno y muchos. Nos hace pueblo y poliedro, unidad en la diferencia. Hasta Hegel, el filósofo del dios racionalista, intuía que “la paz es la reconciliación de lo particular con lo universal”, pero esa paz no es posible en la ilustración sin Misterio.
Antes estábamos solos y perdidos. El Espíritu de Dios nos incorpora a un Pueblo, una Historia y un Destino. Pentecostés es hacerse Pueblo de Dios, «donde nunca se está del todo solo, donde cualquier umbral es la morada».
El Espíritu de Dios obra sacramentalmente en su Pueblo
El espíritu obra sacramentalmente, se expresa con los 7 sacramentos, pero que es mucho más que esos momentos privilegiados por el Concilio de Trento. Reducir lo sacramental del cristianismo a esos siete momentos como algo cerrado y mágico, es un sacramentalismo que empobrece la economía salvífica.
El catolicismo es sacramental porque el ser humano lo es, necesita ver, tocar, oler, gustar, oír sensiblemente para aprehender las realidades espirituales. Por eso Trento percibió en su momento la importancia de no reducir la fe cristiana a un espiritualismo sin carne, inhumano y bellas ideas sin realidad. Insistió en que Dios se hace carne en la historia y en la vida personal y social de un Pueblo.
Esos pequeños y nada exóticos signos como el agua, el pan, las palabras del sacerdote, el óleo que impregna de permanencia, el cirio, el color, etc. son tomados litúrgicamente como vehículos sensibles y eficaces de la nueva Vida en Cristo. Sin esa materialidad de lo cotidiano no hay Encarnación, sólo ideas gnósticas o activismo pelagiano. No basta la Palabra si no se reconoce su Encarnación que habita entre nosotros (Angelus). El pueblo es una realidad sociológica, cultural y sensible que es asumida por Jesús para ser signo eficaz de Gracia. Porque lo que no se asume, no se redime (S. Ireneo). Por eso Lumen Gentium toma la figura de pueblo para hablar de la Iglesia, de la cual dice que es como un Sacramento (LG 1).
Pero la institución eclesial ha formalizado demasiado los sacramentos hasta hacerlos aburridos, forzados, para especialistas en liturgia. Por eso el Pueblo de Dios de la calle, ha terminado priorizando las procesiones, los sacramentales, las bendiciones, el agua bendita, el ramo de olivo, las medallitas, el Jesús del Madero y las Macarenas que conmueven más que en muchos templos. Nos sumergen en una pertenencia comunitaria al Misterio misericordioso de Dios (cf. V. Codina, La religión del Pueblo) Quien busque en estas expresiones las ortodoxias y purezas doctrinales y litúrgicas, se equivoca de lugar, allí sólo están los sencillos -llenos de taras- pero guiados por el Espíritu. Aquellos por los que Jesús alaba al Padre en contraposición con los sabios de este mundo (Mt 11, 25).
No es tanto la gente que se ha alejado de la Iglesia, sino que ésta se ha olvidado dónde está el pueblo, lo mira con desprecio, sutilmente lo subestima por “ignorante” de la teología que estudia gnósticamente y que ni siquiera le enseña por presuponer que es demasiado bruto para entender algo. ¿Qué tipo de cultura del Encuentro se puede vivir así?
Pero providencialmente llega el Papa Francisco y por si fuera poco, nos dice que ¡hay que dejarse enseñar por ese Pueblo! y ha encaminado este aprendizaje en la SINODALIDAD, que escandaliza a la estructura clericalista y autorreferencial, los grandes males eclesiales denunciados por él.
La Sinodalidad contrarresta esa obsesión clericalista por imponer poder institucional y la superioridad sacral de sus clérigos, obtenida como trámite por no casarse y mantenerse «angelicales» por sobre la “inferioridad” de laicos y sacerdotes casados. La obligatoriedad del celibato, que se vive erróneamente como “sinónimo” o “fuente” del sacramento del orden, es una deuda con la sacramentalidad del catolicismo que valora la carne y lo sensible cotidianum como camino hacia Dios. Una rémora del maniqueísmo espiritualista que reprime y termina desatando, como olla a presión, los demonios de múltiples abusos y pederastias.
Este alejamiento del Pueblo es también un alejamiento de la historia y los signos de los tiempos. Siempre recuerdo, como un símbolo de esta desconexión, cuando Lenín asaltó el palacio de invierno, un hito en la leyenda comunista. En ese mismo momento, los obispos estaban reunidos muy cerca… ¡discutiendo rúbricas litúrgicas!. Evadidos de lo que estaba pasando e incapaces de ser protagonistas del conflicto de su pueblo para evitar el mar de sangre que se venía.
La institución eclesial muchas veces no escucha al Espíritu de Dios que sopla en la Historia y en el Pueblo, y solo interviene cuando ya es tarde y para condenar. Lo peor es cuando procura tener a sus fieles piadosos y sometidos a ese espiritualismo sin carne, sin interés por lo que pasa en el mundo, sin sensibilidad operativa con los que están tirados al borde del camino, los pobres que son el Sacramento de nuestra salvación…o de nuestra condenación. (Mt.25)
El pueblo es la materialidad de lo cotidiano, imprescindible vehículo asumido por Cristo para construir el Reino y su Justicia. No percibirlo es hacer del cristianismo un proyecto artificial, una nueva idolatría de la razón ilustrada, que cree que por hacer mas leyes y poner más exigencias…que nunca terminan cumpliéndose, construirá una “sociedad perfecta” a espaldas del Misterio del Amor cotidiano de Dios que se ha hecho carne, historia, cultura cotidiana y pueblo. Sin Nazareth no hay salvación.
Pentecostés nos recuerda que la salvación no es evasión espiritual sino sacramento, el Espíritu del Dios que nos hace carne de un Pueblo que camina en la Historia curando heridas, hacia los cielos y tierras nuevas. Por eso pedimos: “Ven Padre de los Pobres, ven a darnos tus Dones, ven a darnos tu Luz”
Bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo
COMENTARIO
EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO
¿Cómo se comunicaba Jesús con Dios?, ¿qué sentimientos se despertaban en su corazón?, ¿cómo lo experimentaba día a día? Los relatos evangélicos nos llevan a una doble conclusión: Jesús sentía a Dios como Padre, y lo vivía todo impulsado por su Espíritu.
Jesús se sentía «hijo querido» de Dios. Siempre que se comunica con él lo llama «Padre». No le sale otra palabra. Para él, Dios no es solo el «Santo» del que hablan todos, sino el «Compasivo». No habita en el templo, acogiendo solo a los de corazón limpio y manos inocentes. Jesús lo capta como Padre que no excluye a nadie de su amor compasivo. Cada mañana disfruta porque Dios hace salir su sol sobre buenos y malos.
Ese Padre tiene un gran proyecto en su corazón: hacer de la tierra una casa habitable. Jesús no duda: Dios no descansará hasta ver a sus hijos e hijas disfrutando juntos de una fiesta final. Nadie lo podrá impedir, ni la crueldad de la muerte ni la injusticia de los hombres. Como nadie puede impedir que llegue la primavera y lo llene todo de vida.
Fiel a este Padre y movido por su Espíritu, Jesús solo se dedica a una cosa: hacer un mundo más humano. Todos han de conocer la Buena Noticia, sobre todo los que menos se lo esperan: los pecadores y los despreciados. Dios no da a nadie por perdido. A todos busca, a todos llama. No vive controlando a sus hijos e hijas, sino abriendo a cada uno caminos hacia una vida más humana. Quien escucha hasta el fondo su propio corazón le está escuchando a él.
Ese Espíritu empuja a Jesús hacia los que más sufren. Es normal, pues ve grabados en el corazón de Dios los nombres de los más solos y desgraciados. Los que para nosotros no son nadie, esos son precisamente los predilectos de Dios. Jesús sabe que a ese Dios no le entienden los grandes, sino los pequeños. Su amor lo descubren quienes le buscan, porque no tienen a nadie que enjugue sus lágrimas.
La mejor manera de creer en el Dios trinitario no es tratar de entender las explicaciones de los teólogos, sino seguir los pasos de Jesús, que vivió como Hijo querido de un Dios Padre y que, movido por su Espíritu, se dedicó a hacer un mundo más amable para todos.
José Antonio Pagola
Testigos de la palabra
Los curas villeros recuerdan al padre Mugica en el 47 aniversario de su martirio
En el 47° aniversario del asesinato del padre Carlos Mugica, el Equipo de Sacerdotes de Villas y Barrios Populares de CABA y GBA, emitieron una declaración en agradecimiento por “la vida y el ministerio sacerdotal” del sacerdote, y reafirmaron su compromiso “Ahora más que nunca junto al Pueblo”.
“Hay dos actitudes que como curas villeros reconocemos en uno de nuestros fundadores y mártir, el padre Carlos Mugica: su vida apasionada por el Reino y por el momento que le tocó vivir”, expresan los sacerdotes en la declaración. “Esta pasión corre por las venas de este equipo que, durante décadas, sigue en la misma sintonía.
Desde que la pandemia llegó, hasta hoy, seguimos nuestro trabajo espiritual-social en nuestros barrios y villas”, afirman. “No nos resultó difícil la transformación de capillas en comedores o casas de aislamiento, porque nuestras comunidades vieron natural el partir la hostia un domingo y al otro llenar los tapers de los vecinos. En definitiva la Iglesia se da al partir el pan”, reconocen. “La fe y la acción, una propuesta siempre fácil cuando tiene fecha de vencimiento; ardua y con mucha convicción cuando es para todo momento”. “Así, nuestras comunidades pusieron todo el corazón en esta acción de servir a sus hermanos”, valoran. Y en este día que honramos al padre Carlos Mugica en su martirio, destacan a sus comunidades que “día a día, se fueron transformando en ‘esenciales’: cocinan, llevan viandas, asisten a los aislados, los acompañan a los hospitales. Y aunque todavía no tienen el reconocimiento oficial de ser esenciales en casi ningún distrito y los criterios para ser ‘vacunados’ no reconocen lo esencial de su labor, con el papa Francisco afirmamos que no hay futuro sin ellos”.
En segundo lugar, señalan que “cada capilla, en pandemia, se transformó en un lugar donde ‘contagiar’ la esperanza, sea en un plato de comida o en una oración” y recuerdan especialmente a “muchos vecinos, han partido a la casa del Padre, ya sea por el COVID o enfermedades que no pudieron ser atendidas como corresponde. Ellos ahora, junto al padre Carlos, son luz en el cielo de esta Patria”, aseguran, mencionando también que “otros tantos, han transitado los momentos duros de la enfermedad con la fe puesta en Jesús y la confianza en la Virgen”.
“Hemos aprendido más que nunca, en el momento oscuro de esta pandemia, el valor de una Comunidad Organizada. El camino es seguir fortaleciendo la organización de las comunidades, conjugando la solidaridad y la subsidiariedad, para que la necesaria presencia inteligente del Estado, en los barrios populares, pueda ser más fructuosa a la hora de restaurar la dignidad de los vecinos y vecinas”, consideran.
“La pasión del padre Carlos de hace varias décadas atrás, sigue en las venas de este equipo y de nuestras comunidades. Como pudimos ver que aun en este tiempo de dolor, nuestros barrios siguen creciendo por el valor de su Pueblo”, concluyen.La declaración, con fecha 11 de mayo de 2021, está firmada por monseñor Gustavo Carrara, obispo auxiliar de Buenos Aires, vicario para la Pastoral en Villas; y el Equipo de Curas de villas y barrios populares de Buenos Aires y Gran Buenos Aires.
El álamo
Eduardo Galeano
Su maestro había muerto, en Jerusalén, de muerte infame, en la cruz donde morían los criminales y los ladrones. A Carlos Múgica una ráfaga de balas le partió el pecho en Buenos Aires. El sacerdote Orlando Yorio, su amigo, su hermano en la fe, quiso lavar la sangre de Carlos. Trajo un balde de agua y una escoba; pero los policías no lo dejaron. Y Orlando se quedó parado ante la casa, escoba en mano, los ojos clavados en la sangre: era un charco enorme, un lago, como si aquella sangre espesa y grumosa fuera de muchos. Orlando estuvo allí, quieto, y allí siguió cuando la lluvia se descargó de pronto, sin aviso, desde el cielo. Y él no se movió, acribillado por la lluvia, mientras la lluvia se llevaba toda la sangre hacia el pie de un álamo. El álamo, alto y desnudo, la bebió hasta la última gota
Consuelo Vélez: «Para muchos obispos colombianos, Petro es un sapo que hay que tragarse»
Consuelo Vélez
«Toda teología tendría que tener como transversales estas dimensiones nuevas de los signos de los tiempos. Y la dimensión de la mujer es una transversalidad que no debería faltar en ninguna teología»
«Es un paso, muy pequeño, pero por lo menos ya queda en la historia de la Iglesia que en un sínodo de obispos, laicos y laicas votan»
«Siempre estamos con miedo. Siempre estamos con que no vayamos tan rápido… Se nos olvida que seguimos a Jesús de Nazaret, ¿no?, que parece que fue rápido porque si no, su vida no hubiera dado tanto fruto»
«El Papa debería activar lo de las mujeres, y eso ya sería la mitad de la Iglesia cambiando su realidad. Le diría eso y le diría que concrete las cosas»
«Para este cristianismo de base creo que Petro es una esperanza y una posibilidad de tener una narrativa distinta de nuestro país. De pensar en las víctimas, de pensar en los pobres»
Olga Consuelo Vélez Caro (Bogotá, 1959) es una reputada teóloga feminista colombiana, que pertenece a la Institución Teresiana y que mantiene, desde hace años, un blog en RD. Tiene fama de hablar claro y decir lo que piensa. Por coherencia con el Vaticano II y con el Papa Francisco. Y por seguir a Jesús, que «habló claro y que decía las cosas como son, sin adornos, sin protocolos. Creo que eso es el Evangelio».
Consuelo está convencida de que el feminismo debe ser transversal en la teología y que la presencia (con voto) de la mujer en el Sínodo es «un paso, muy pequeño, pero histórico». Eso sí, tanto en éste como en las reformas de la Iglesia en general, la teóloga pide al Papa menos miedo y más rapidez: «»Me falta un poquito de paciencia histórica para que las cosas vayan lento, y todo con prudencia y reverencia. Yo haría las cosas un poquito más ágiles».
Está esperanzada con el proceso de paz en Colombia y con las expectativas abiertas por el Gobierno de Petro. «Para este cristianismo de base creo que Petro es una esperanza y una posibilidad de tener una narrativa distinta de nuestro país. De pensar en las víctimas, de pensar en los pobres».
-Buenos días, Consuelo, y bienvenida de nuevo a Religión Digital. Tú, además, eres de las habituales, de las que tiene un blog con nosotros desde el que nos cuentas muchas cosas, y muy sabrosas, prácticamente casi todas las semanas.
-Buenos días, José Manuel. Un gusto estar aquí contigo y poderte ver, porque desde las distancias en las que vivo es una suerte ahora poder compartir contigo.
-¿Te molesta el sambenito de que eres una teóloga progresista?
-Bueno, yo no sé ni siquiera qué quiere decir progresista en este contexto de la teología. Diría que intento ser una teóloga coherente con Vaticano II y coherente, ahora, con el esfuerzo que está haciendo el Papa Francisco de volver a sacar a la luz todo este dinamismo de aggiornamento de la Iglesia.
Sí me gusta estar cuestionándome mi a mí misma. Hacerse preguntas, porque yo creo que el cristianismo es eso; una interpelación a nuestra vida: cómo poder amar más y mejor.
Entonces, yo diría que mi teología siempre está pensando cómo podemos tener este mundo mejor y cómo podemos descubrir esta experiencia de fe que sirva para el aquí y el ahora. Cómo poder estar atentos a los signos de los tiempos… Yo creo que eso es lo que hago. Ahora, es verdad que la gente siempre me dice «qué valiente con lo que dices. Cómo lo dices de claro».
Yo, sinceramente, no siento si es valiente, pero sí creo que es claro; es lo que veo, es lo que pienso, es lo que me parece que se puede explicitar. Y, bueno, me anima Jesús de Nazaret, que habló claro y que decía las cosas como son, sin adornos, sin protocolos. Creo que eso es el Evangelio. Y si a eso se le llama la teología progresista… aunque yo diría teología que quiere caminar al ritmo de los tiempos e interpretar lo que está pasando.
-Sí tiene, tu teología, un sesgo claro feminista. No sé cómo hay que entenderlo, y si eso tiene interpretaciones. ¿Cómo lo explicas tú? Tú has defendido siempre, desde hace muchos años ya, la presencia de la mujer, la igualdad de la mujer dentro de esta institución a la que, por cierto, no acaba de llegar.
-Uno de los signos de los tiempos es esta nueva realidad que las mujeres experimentamos, que ya tomamos conciencia de que no teníamos los derechos plenos ni en la sociedad ni en la Iglesia, y ahora los pedimos, los vivimos y los recordamos para que sean una realidad.
Toda teología tendría que tener como transversales estas dimensiones nuevas de los signos de los tiempos. Y la dimensión de la mujer es una transversalidad que no debería faltar en ninguna teología. Porque, ¿qué es ser feminista? Es preguntarse: ¿esto que estamos predicando, llega de igual manera a los varones y a las mujeres en la estructura patriarcal que todavía vivimos? Porque aquí no quiero hacer diferencia. Aquí, yo tengo, a veces, un pensamiento divergente con algunas que también se llaman teólogas feministas, de si las mujeres somos con unos atributos y los hombres con otros, y entonces las mujeres hacemos teología de una manera y los hombres de otra… Yo, en eso, no acabo de tener tanta distinción. Creo que todos hacemos la teología como seres humanos y con las condiciones particulares, pero eso no quita que nos hagamos la pregunta: en esta estructura patriarcal donde las mujeres hemos tenido una subordinación mayor, todo aquello que predicamos, que decimos, que organizamos, cómo debería vivirse para que se siga fomentando esta igualdad fundamental de varones y mujeres?.
-¿Pero puede la Iglesia dejar de ser patriarcal?
-Pues puede y debe. Solo que será un proceso –lo está siendo– lento. Pero avanzando. Como, por ejemplo, lo que acaba de pasar con el que el Papa haya permitido que los laicos voten en el sínodo. Es un grupito pequeño; más pequeño de mujeres, solo la mitad de los laicos. Que también las mujeres somos laicas, por supuesto, pero bueno, ahí en las cuentas que hacen.
Creo que esa apertura responde a la insistencia que estamos haciendo un día, y otro, y otro, de que la Iglesia tiene que ser mucho más testimonio. De que no hay diferencias por razón de sexo.
-Pero el tema de la voz y el voto en el sínodo ¿no te parece como una pequeña migaja? Es como decir: os vamos a callar con esta cosita que os damos, porque en el anterior no tuvisteis ni voz, ni voto. Ni los laicos, ni las mujeres. ¿Y eso qué significa, cuando se os está negando lo principal, que es el acceso al altar?, por ejemplo.
-Hoy, justamente, leía alguna encuesta que preguntaba ¿hay que agradecerle al Papa porque haya hecho este paso? Y la mayoría respondía que no hay nada que agradecer, que hay que decirle que era lo mínimo que podía hacer, y todavía falta mucho.
Mi último artículo es sobre este tema y, más o menos, decía que es un paso, muy pequeño. Por lo tanto, todo depende de cómo lo miras. Por lo menos ya queda en la historia de la Iglesia que en un sínodo de obispos, laicos y laicas votan. Pero eso no significa que nos callemos ya, o nos contentemos, o que agradezcamos: ¡ay, qué favor nos hicieron…! No. Yo creo que es decir: es un pequeño paso y faltan demasiados. Pero esto ya quedó en la historia; que no nos digan que no es posible que las mujeres participen, y los laicos varones, en pie de igualdad con los obispos en esa estructura. Tampoco esa estructura es la única, la definitiva y la más importante; es la que ahora tenemos.
¿Qué otras estructuras tendríamos que crear para que haya esta participación efectiva de todo el pueblo de Dios? Porque afirmamos desde nuestra fe que el sensus fidei, el sentido de la fe, radica en todos. Y si no estamos los laicos con posibilidad de hablar, mucho espíritu ha perdido la Iglesia.
No se trata de concesiones. La pregunta es cómo hacemos para que escuchemos plenamente al Espíritu de Dios que se manifiesta en todo el pueblo de Dios. Entonces, ¿dónde está nuestra voz, que ha estado callada hasta hoy?
-En ese artículo cabría dejar plasmado que ese pequeño paso no quedase al arbitrio del papa de turno, sino que se estableciese como algo canónico y algo jurídicamente admitido en la Iglesia. ¿No?
-Ahí viene ese círculo hermenéutico de que mientras las cosas no se formalicen, queda la buena voluntad del que está de turno. Pero no podemos perder de vista que las estructuras son para que faciliten la vida en cada momento histórico y que hay que continuarla revisando, porque cuando algo queda en la estructura, luego la estructura nos oprime porque nunca la queremos cambiar. Es dificilísimo cambiarlas.
Entonces, cómo mantener eso modo de actuar sería la vida cristiana. Esa capacidad de, continuamente, revisar qué es lo que vamos haciendo, y que se explicite en estructuras concretas para que sea algo formal. Pero sin encajonarnos en las estructuras para siempre. Sino mantener esa dinámica y esa agilidad, que sería lo propio de esa Iglesia de Jesús. Un Jesús que cuestiona la ley, que tiene que estar al servicio de las personas y no al revés. Pero, claro, si no hay un mínimo de estructura, queda al arbitrio del jefe de turno. Entonces ¿cómo mantener esa atención dinámica de la vida cristiana?
-¿Y cómo de lejos está eso? Me da la sensación de que las mujeres, en la iglesia, os contentáis con poco, porque hasta ahora no teníais prácticamente nada. Y decís, bueno, vamos dando pasos; es un proceso; poquito a poco… ¿No estamos llegando ya tarde? Que la Iglesia, como institución, a diferencia de otras muchas instituciones que ya han englobado en igualdad de condiciones a las mujeres, esté a mil años luz, ¿no os desanima?
-Hay días en que una se desanima bastante. Y más cuando escucha estas voces que nos llaman a la mesura, a la paciencia, a que no escandalicemos, que preguntan: pero por qué piden tanto… Y hay demasiadas voces en ese sentido. No solo con esto de la mujer, sino con muchos temas. Siempre estamos con miedo. Siempre estamos con que no vayamos tan rápido… Se nos olvida que seguimos a Jesús de Nazaret, ¿no?, que parece que fue rápido porque si no, su vida no hubiera dado tanto fruto.
Es lo que te dije antes: Si ahorita la postura es «gracias, Iglesia, porque nos abrió eso», entonces, esperemos al próximo siglo para que cambie la Iglesia.
Yo creo que la situación es para decir «por fin se dio, pero esto no es nada comparado con lo que debería hacer la Iglesia». Pero aquí seguimos, en el trabajo. Por eso escribo en mi blog, porque cada día parece que hay nuevas cosas en las que hay que seguir insistiendo y descubriendo, porque también hay cosas nuevas que nos van desinstalando en cada momento.
-O sea, que te queda un profundo horizonte de esperanza a pesar de las oscuridades.
-Sí, yo mantengo la esperanza porque si no, no estaría aquí. Pero es una esperanza activa. Y ahí vuelvo a la primera pregunta que tú me hacías. Yo creo que sí digo las cosas claras y que eso causa escozor en algunas personas. Creo que no les gusta, pero pienso que si no se dicen las cosas claras, no se va a avanzar nunca. Por eso yo las sigo diciendo. Creo en esto de que hay que hablar a tiempo, y a destiempo, porque cuando menos pensemos, el muro de Berlín se cae, las estructuras se derriban y los puentes se crean. Pero hay que insistir; hay que estar ahí con el ojo puesto donde toca y la palabra oportuna en cada momento, a ver si esto lo logramos cambiar.
-¿Pero tú crees que puede haber salvación en una Iglesia tan clerical, tan clericalizada, tan jerarquizada, donde reina el dinero y el poder sobre las conciencias…? A veces la miras y dices: es imposible que esta institución evolucione.
El otro día, José María Castillo estuvo presentando su libro ‘Declive de la religión y futuro del Evangelio’ y contraponía perfectamente las dos cosas: la Iglesia de la religión, con los clérigos, con el poder, con el dinero, y la Iglesia del Evangelio, al que hemos convertido en un rito que decimos cinco minutos en la misa todos los días para que la gente crea que existe. ¿Qué te parece ese análisis?
Pues que se puede hacer, porque es una manera metodológica de poner las cosas en crisis y preguntarnos para dónde vamos. Pero también podemos ver las cosas de otra manera. Yo creo que el laicado estamos creciendo cada día en nuestra conciencia de ser cristianos. Y entonces, cuando hablamos de iglesia ¿qué estamos diciendo? ¿Nos estamos refiriendo a la jerarquía, o nos estamos refiriendo también a este Espíritu Santo que reside en el laicado?
Las mujeres, la gran asignatura pendiente de la Iglesia
A veces uno no está pendiente de lo que dice el clero, de la jerarquía, sino que está viviendo su fe, su compromiso, su reflexión teológica, lo enseña, lo practica: Eso es Iglesia también. Creo que no hay que quedarse pensando que mientras no cambie el clero, no podemos hacer nosotros nada.
Por ejemplo, para el sínodo las mujeres hemos tenido diferentes redes y diferentes espacios. Ha sido muy rico el compartir, el proponer, el explicitar. Eso nos empodera como mujeres cristianas e independiente de que el clero diga, o no diga, o nos deje de decir. Nadie nos quita la conciencia eclesial que ya tenemos y los pasos que vamos haciendo; nuestra reuniones o nuestros encuentros. Eso ya es «palabra de Dios» en el sentido de que eso es hacer iglesia. Si ellos no nos quieren leer, se pierden de nuestra riqueza –digo ‘ellos’ por decir la jerarquía–. Pero nosotras seguimos produciendo y haciendo Iglesia. Ahora pretendemos que algún día nos lean y entonces puedan ir cayendo en la cuenta de que también tienen que cambiar.
-El fenómeno de la Revuelta de Mujeres en España, por ejemplo. ¿Crees que el sínodo puede ser un empujón, en ese sentido? ¿No hay demasiadas expectativas de lo que se puede conseguir, de lo que puede salir?
-No sé. Yo no estoy invitada al sínodo. No tengo esas estructuras.
-Puedes estar; no sabemos a quién va a invitar el papa.
-No. Porque lo de la lista fue restringido. Es la que le manden los episcopados, pero de la gente que ha participado en la etapa continental. O eso fue lo que entendí.
Por ejemplo, el Celam en Latinoamérica organizó las conferencias, que hubo como cinco o seis, de la etapa continental. Pero ¿quiénes participaron? Los mismos que Celam invitó porque están vinculados de alguna manera; la gente de la CLAR, la gente de la Repam… O sea, los que han estado en estos últimos años con el Sínodo de Amazonia y con la configuración actual del Celam. Ellos fueron los invitados; los que están ahí. Y de ahí es de donde va a salir la gente que venga al sínodo. Y precisamente eso es lo que se echa en falta; que a esas reuniones se invita gente clave que está en esos círculos y no se invita al pueblo de Dios, al de la calle. Lo ideal sería –son las ilusiones que una tiene– que al sínodo se hubiera invitado gente que nunca está en la Iglesia para que nos digan de qué va eso. Pero no sucede así. Se invita a gente representativa, pero que está dentro de la Iglesia. Entonces, van a decir más o menos lo mismo que ya pensamos.
Yo no sé cómo va a ser eso del sínodo. Pero no pienso que salga una cosa totalmente nueva porque la mentalidad es más o menos la que ronda por ahí. Pero la esperanza es que se va creando historia. Lo que te decía antes: por lo menos en un sínodo, la mujeres van a votar. Poquitas, pero van a votar. Qué van a votar no sabemos. Ahí está el problema
-Pero al menos, eso será ya irreversible.
-De hecho, yo ya voy a poderlo decir: si ya votaron una vez ¿por qué no se sigue votando y por qué no se amplía el círculo de los que pueden votar?
-¿Qué reforma le pedirías al papa, si tuvieses ocasión de hablar con él. Lo que debería activar de forma más urgente.
-Pues yo creo que lo de las mujeres debería activarlo, y eso ya sería la mitad de la Iglesia cambiando su realidad. Le diría eso y le diría que concrete las cosas.
Yo le tengo miedo a que las cosas queden plasmadas en las estructuras, como dije antes, porque luego las estructuras a veces nos oprimen. Pero si no se plasman, tampoco se hacen. Entonces, la reforma de la Curia duró no sé cuántos años hasta que se sacó el documento. Que eso se vaya haciendo real en estos dicasterios, yo no sé, porque creo que hay que esperar a que cumplan el tiempo y tal.
Yo aceleraría las cosas. Pondría todo más rápido. Claro que sabemos todos los retrocesos. Ayer leí que el prefecto del dicasterio Evangelización, creo, lo primero que ha expresado es ir en contra del sínodo de Alemania, o decir, eso hay que meterlo en vereda.
-El prefecto de obispos, que es latinoamericano, además. De Perú.
-Yo estaba pensando en un africano, pero no sé. Leí la noticia muy rápido y por eso no tengo la precisión.
-Creo que fue Prevost.
-En cualquier caso, agilizar. Me falta un poquito de paciencia histórica para que las cosas vayan lento, y todo con prudencia y reverencia. Entonces, yo haría las cosas un poquito más ágiles.
-Y eso que dicen de que si se va muy rápido, el pueblo de Dios no seguiría. Y que hay que ir con ese proceso lento para que se asuma por parte de todos… ¿Cómo ves, en este momento, que asumiría lo de la mujer el santo pueblo de Dios, como dice el papa?
-Pues ése es el misterio de la realidad humana; que es verdad que muchos de los que se oponen a los cambios, a todo nivel, son justamente los que están afectados por la realidad. Y no quieren que se cambie y no la ven. Eso es verdad, mucha gente entraría en crisis, sin lugar a dudas. Pero hay que ver cómo hacemos esa tensión dialéctica.
Es lo que siempre está en juego. O sea, intentar estirar todo lo que se pueda saber que se va a cortar. Es que esa es la cruz de Cristo. ¿O no? Jesús, en un momento dado, mantiene la fidelidad a lo que él ve y por eso se gana la cruz. Y nosotros seguimos aún crucificados. Pero ahora nos hemos vuelto tan prudentes y vamos tan despacio que la cruz de Cristo no sé si la vamos a vivir.
No sé. Veo que la Iglesia está llena de prudencia, de parsimonia, llena de lentitud. No me refiero solo a la jerarquía, también a los grupos de Iglesia, las parroquias…Y es verdad que cuando intentan mover algo, hay crisis… Pues yo creo que hay que afrontar la crisis.
-Acabas de estar en un congreso de mariología en Valencia. ¿Cómo percibiste, un poco al menos, la realidad de la Iglesia española, de la Iglesia de Valencia?
-Es muy poco tiempo para tener un criterio. Yo creo que el hecho de hacer el Congreso y de que hubiera un panel sobre diferentes confesiones religiosas fue muy interesante, porque acerca hablar de la figura de María desde las otras tradiciones, que siempre ha sido una piedra de tropiezo. Eso fue positivo, por ejemplo. Y el esfuerzo de hacer un congreso teológico ante un evento de, me parece a mí, aunque hablo sin mucho conocimiento, más religiosidad popular, como es la Virgen de los Desamparados. Creo que esos son pasos adelante.
Ahora, yo siento que, de todas maneras, nuestra Iglesia jerárquica es formal y creo que en España son más formales. He participado de algunos congresos y ya desde el saludo, desde la manera que se sitúan, lo veo tan formal… De hecho, una vez vine a un congreso, ya hace mucho tiempo, y la mitad de las personas me dijeron ‘que maravilla lo que dijiste, que valiente…’, todo esto. Y otras personas quedaron escandalizadas de que yo no hubiera sido formal. De no haber leído pacíficamente y de hablar así, espontáneo. En el Congreso parece que se tiene que leer y, además, que no te tienes que salir de lo que ya sabemos.
En este congreso de Valencia yo pregunté, en algún momento: «si en un congreso no planteamos cosas para pensar, ¿para qué hacemos un congreso? ¿Para repetir las clases de teología, que ya las conocemos, y los libros clásicos? Pues para eso no me parece que sea un congreso. Para eso, pues le damos el libro y ya».
Yo creo que un congreso es para levantar preguntas, para hacer debate, para dejar cuestionamientos. No quiere decir que todo el mundo piense igual, pero por lo menos levantar preguntas.
Entonces, ¿qué valoro de ese congreso? Se pudieron levantar algunas preguntas pero, por otro lado, hubo también una parte, de la teología clásica, que se repitió sin más preguntas. Aún así, como esfuerzo es válido. Ahora, a mí no me da eso para saber cómo está la Iglesia española. Se sale de mis manos y sería osado decir algo.
-Háblame de la Iglesia colombiana, que conoces mejor. ¿Cómo está en estos momentos, después de una etapa de involución clara en los anteriores pontificados? ¿Va caminando, se va incorporando a este proceso de reformas abierto en Roma, o todavía le pilla lejos?
-Yo creo que está haciendo esfuerzos por caminar un poquito más y, tal vez, lo que ayuda a la iglesia colombiana es que la realidad de nuestro país, la realidad sociopolítica, ha confrontado a una parte del episcopado con esta urgencia de construir la paz. Con esta urgencia de apoyar a las víctimas. Últimamente, he escuchado del episcopado una postura mucho más comprometida con la gente, mucho más de defensa del pueblo. Y creo que eso quita ese aire de clericalismo, por decir así. Quita ese ritualismo y permite que se empiece a ver una cara de la Iglesia más más encarnada en la realidad. A mí eso me da esperanza de la Iglesia colombiana, pero no quita que, de todas maneras, la estructura ¿quién la quita tan fácilmente?
-Con Petro, ¿cómo se están llevando los obispos? Un Gobierno de izquierdas que lucha por la paz, que quiere conseguir la paz total. Ahí ¿hay una ayuda de la iglesia, o simplemente porque es de izquierdas le ponemos trabas?
-Sinceramente, no puedo responder con el conocimiento de causa. Pero, lógicamente, en las cositas que yo he escuchado por ahí, hay recelos. Que si se le puede criticar, ‘Petro no llega nunca a tiempo’. Cosa que es verdad; no sé por qué tiene problemas con el reloj. O sea, a la iglesia le cuesta dar este cambio porque nunca ha sido de esta línea, le ocurre como a mucha gente en Colombia: aceptar que es posible.
Petro es un hombre que lleva más de 30 años en el Senado. Es un político serio. No alguien que acaba de aparecer. Pero aceptar que podamos incluir de nuevo en nuestra sociedad a voces que piensan diferente… eso es un proceso muy difícil. Y la Iglesia oficial y los católicos más oficiales –yo no sé cómo llamarles–, o sea, los de grupos más formados , están descolocados. Esto ha descolocado el cristianismo de siempre.
Pero, claro, como también tenemos un cristianismo más de base, más latinoamericano, pues para este cristianismo creo que Petro es una esperanza y una posibilidad de tener una narrativa distinta de nuestro país. De pensar en las víctimas, de pensar en los pobres, etcétera.
Yo creo que hay prudencia, que no se están oponiendo, ni mucho menos, pero que por allá en el interior, pues para muchos obispos esto es un sapo que hay que tragarse. Y alguno no necesariamente lo hace y critica explícitamente. Pero yo no puedo hablar en nombre de la Iglesia colombiana porque no estoy metida, no soy amiga de los obispos como para saber qué es lo que hablan y piensan cada día. Colaboro en alguna cosa, pero…
-¿Tú crees que es posible que, de una vez por todas, consigáis la paz en Colombia?
-A ver, conseguir la paz de una vez, en ninguna parte se consigue en el sentido de que mientras haya gente, personas, siempre estaremos en esa atención hacia conseguir la paz. Creo que el esfuerzo que se está haciendo vale la pena y que es el camino posible. Y si no nos vamos por este camino, entonces vamos a seguir condenados a la guerra, que es lo que mucha gente quiere. Y mucha gente de iglesia. Pero llevamos 50 años de esa táctica y no funciona.
Colombia
Creo que apostarle al diálogo, apostarle a la concertación, apostarle a intentar hacer todos estos procesos, con tantos actores diferentes que tenemos que desestabilizan la tranquilidad del país, es un esfuerzo gigantesco, pero yo creo que hay que apoyarlo y que hay que seguir haciéndolo. ¿Tendremos fracasos? Sí. ¿Tendremos retrocesos? Sí. Pero tendremos avances; el acuerdo de paz firmado con la FARC para mí fue un avance, porque se logró hacer el acuerdo con un grupo. Que hay disidencias de ese grupo, pues claro, porque ¿quién se mantiene incólume todo el tiempo?
Entonces, para mí sí es esperanza hablar de la paz total y los esfuerzos que se hacen. El comisionado actual de la paz fue colega mío de Teología cuando éramos jóvenes y lo he visto toda la vida comprometido con estas causas. Y no digo que no cometerá errores, pero sí que su esfuerzo de construir este nuevo momento para Colombia está ahí.
-El papa sigue ahí, ayudando en ese proceso de paz, ¿verdad?
-Yo creo que el papa siempre, y en la visita que le hicieron los obispos, que fueron en dos grupos, les dijo, con todas las letras, apoyen la paz, por favor. No sé cómo lo dijo, pero el mensaje que ellos sí se trajeron es que el papa sigue apoyando todo proceso que haya de paz, y que la realidad de Colombia tiene esperanza, pero necesita el apoyo de todo el mundo. Solo faltaría que de los cristianos no.
Pienso que el papa sí sigue en esa línea, falta que se le escuche, porque luego ya llegamos a la realidad y las mentalidades no se cambian tan fácil. Cuando unas personas siempre han visto el mundo como un enfrentamiento entre guerrilla, entre los buenos y los malos, es muy difícil salir a construir horizontes de diálogo. Pero yo creo que también los logros que tenemos nos invitan, más cuando uno de verdad ve desde su fe, y hay que seguir apostando por un mundo y un país donde los pobres tengan prioridad, donde la paz sea una tarea. No que se consiga definitivamente, pero si es una tarea que la podemos ir haciendo.
Y yo creo que hay esperanza. Lo que pasa es que todo depende donde oyes tú las cosas. Uno oye las noticias en un lado y de verdad que el corazón se enciende con esperanza y con los logros que se hacen. Pero pones algunas noticias oficiales o escuchas algunas personas de alguna línea que siempre ha ido en contra de estos movimientos populares y sociales, pues entonces uno dice, no, Colombia ya está a punto de volverse a meter en la guerra y de fracasar como nación. Toca dejarse llenar de esperanzas.
-Toca remar y ojalá que que lo consigáis. Muchísimas gracias, Consuelo.
La Congregación para la Doctrina de la Fe, ya en la época de J. Ratzinger, valoraba la complejidad de la homosexualidad cuando la señalaba como “no conforme” con la enseñanza de la Iglesia católica. Y aceptaba, de entrada, que el hecho homosexual tiene múltiples dimensiones. Naturalmente que en aquella época la rigidez se imponía en la valoración de la práctica homosexual haciendo tabla rasa contra ella. Ahora es una realidad social que cuenta con posturas de rechazo, pero también con la consideración y el respeto hacia quienes se sienten de diferente manera.
De igual manera nos ocurre dentro de la propia Iglesia, donde la realidad homosexual acoge interpretaciones y posicionamientos sociales de rechazo y aceptación. Personas competentes en lo teológico, en lo pastoral y en definitiva, en los fundamentos cristianos, no condenan ni excluyen a este colectivo, bastante significativo ya incluso en el laicado católico y entre el estamento clerical.
Han sido muchos años de persecución social y religiosa, donde las condenas excluyentes han ido mucho más allá de una desautorización, llegando a satanizar al colectivo gay de manera inmisericorde, es decir, desde una actitud claramente antievangélica. Qué no decir de los cambios de sexo, donde se juzgan hechos y no intenciones o consideraciones personales, valorando cada caso con discernimiento, como se resalta en la Exhortación Amoris Laetitia. Todo ello merece una mirada más jesuánica y cristiana, al menos en paralelo a la ortodoxia que ha llegado a proponer centros de sanación para gays y lesbianas. Yo sigo reivindicando el Dicasterio de la Ortopraxis, donde lo esencial, las actitudes de amor, sea la piedra de toque de toda la arquitectura católica.
Al menos el Papa Francisco ha dejado claro que la homosexualidad no es un delito y que hay que terminar con la legislación injusta (sic) que penaliza las relaciones homosexuales en todo el mundo, o discrimina a la comunidad LGBTQ+. «Sí, (la Iglesia) tiene que trabajar para abrogar esas leyes. Lo que pasa es que algunos obispos tienen pendiente un proceso de conversión”… para alejarse de la homofobia, añado yo. El Papa tampoco se olvida de pedir a los padres y madres (2022) que no condenen a sus hijos si tienen una “orientación sexual diferente”.
Pero vayamos al meollo del asunto. Excluidos en tiempos de Jesús hubo muchos, mujeres y niños, extranjeros, recaudadores, enfermos varios, pecadores de todo signo, samaritanos… Y la actitud de Jesús fue siempre de acogida, e incluso de sanación aun en contra las normas sacrosantas que lo impedían. ¿Por qué se comportó así? Por amor; sencillamente hizo lo que cualquiera hubiésemos hecho con un ser muy querido para nosotros, que es lo que somos todos y todas para Dios. Y a partir de aquí, viene lo particular: no es posible rechazar a todo el colectivo homosexual, incluso a los que se esfuerzan por amar ejemplarmente con verdadera entrega evangélica.
No es importante saber por qué sienten atracción por los de su mismo sexo. Pero lo esencial es que pueden amar radicalmente, sentirse entregados al amor del otro o de la otra de manera ejemplar e incluso heroica, y hacerlo ejemplarmente desde su única sensibilidad conocida. Y muchos lo hacen. ¿Dónde está el delito, la desviación moral? Si aman de corazón a su pareja, ¿qué tenemos que condenar? No estoy justificando o desacreditando la homosexualidad; estoy defendiendo el amor limpio y puro, hecho por Dios que dignifica a quienes lo practican, dando por hecho que hay personas en torno al colectivo LGBTQ+ tan maravillosas y egoístas como en el colectivo heterosexual.
¿Son mejores cristianos los heterosexuales, por serlo, que los homosexuales, aunque estén comprometidos por amor con su pareja del mismo sexo? No debemos estigmatizar a este colectivo prescindiendo de sus actitudes; que también para ellos vale la sentencia “Por sus hechos los conoceréis”. He tenido la suerte de conocer a varias personas homosexuales y no entiendo que se mantenga el estigma, incluso entre gentes piadosas. ¿Será otra forma encubierta de racismo, como el del color de piel? Jesús en el Evangelio ilumina el buen camino
Gabriel Mestre: “Entre Eucaristía y Palabra hay una correspondencia total y absoluta”
El presidente de la Comisión de Catequesis, Animación y Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina pide que “no nos quedemos con la palabrita sinodalidad, sino que la escucha, el diálogo y el discernimiento sean parte de la experiencia cotidiana”
En camino a Pentecostés y con motivo de la realización de la 10ª Asamblea de la Federación Bíblica Católica (FEBIC) realizada en Mar del Plata, Vida Nueva entrevistó a Gabriel Antonio Mestre, obispo de esta diócesis y presidente de la Comisión de Catequesis, Animación y Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina. En la oportunidad, los y las referentes de la FEBIC, representaron a 90 países.
El obispo Mestre egresó del Seminario Mayor San José de La Plata con los títulos de profesor en Filosofía, de Teología y Ciencias de la Educación y de la Religión. Cursó la Licenciatura en Teología con especialización en Sagradas Escrituras en la Pontificia Universidad Católica de Buenos Aires. Fue miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores de la diócesis de Mar del Plata, vicerrector y profesor de la Escuela Universitaria de Teología de la misma ciudad.
Fue miembro del equipo de apoyo del CEBITEPAL (Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe). A su vez, a lo largo de su vida pastoral, escribió numerosos escritos vinculados especialmente a las Sagradas Escrituras. En julio de 2017, el Papa Francisco lo nombró titular de Mar del Plata, siendo el primer marplatense en ocupar tal cargo.
PREGUNTA.- ¿Cuál fue el diagnóstico de la 10ª Asamblea de la Federación Bíblica Católica, respecto de la relación de los creyentes con la Palabra en el momento actual?
RESPUESTA.- En el momento actual, vemos que se ha crecido mucho, gracias al paradigma de la Animación Bíblica de la Pastoral, pero falta crecer mucho más, para ver como realmente la Escritura es el alma de toda espiritualidad y de toda pastoral cristiana católica y, cristiana también en perspectiva ecuménica.
Las experiencias son diversas en los países, en las regiones del mundo. Lo vimos a la luz, justamente, del contacto con las distintas comunidades del mundo en estos más de 90 países que estuvieron presentes en la Asamblea de la FEBIC en la ciudad de Mar del Plata. Damos gracias por los pasos dados, pero hay temas que todavía hay que seguir madurando y creciendo.
Palabras clave
P.- En la homilía de inicio de esta Asamblea, Ud. propuso tres puntos para orar y meditar sintetizados en tres palabras: Cerradas, Paz, Creyendo. ¿A qué refería cada una de ellas?
R.- En esta homilía de la apertura de la Asamblea Plenaria, asumí el desafío este de lo que tenemos que ser, como nos pide el Papa Francisco: una Iglesia de puertas abiertas. Y por eso, salir de la cerrazón, ya que el texto bíblico de ese domingo, reflejaba la comunidad primitiva por el temor.
Entonces está realmente de puertas abiertas, asumiendo el tema de la paz como un valor esencial a la luz del saludo que Jesús, justamente le da a la primitiva comunidad, que no es un simple saludo, sino que es el don mesiánico de la Paz que se hace presente.
Y por último, el desafío de ser hombres y mujeres de fe, a la luz de la actitud de Tomás, en la segunda parte del relato. Primero desafiante, duro, alejado de la comunidad… “si no meto el dedo, si no meto la mano no voy a creer”, y después con esta actitud tan importante de fe.
P.- La relación de los creyentes entre Palabra de Dios y Eucaristía, ¿está en pie de igualdad?
R.- La relación entre Palabra y Eucaristía es absolutamente íntima. Más que igualdad, yo diría es de correspondencia. No se entiende la Palabra sin la Eucaristía y no se entiende la Eucaristía sin la Palabra. Creo que la dicotomía que se ha planteado en algún momento –y que por ahí puede ser que aún quede en algún rincón de tinte ideológico, sea del signo que sea–, no refleja lo más auténtico de la tradición cristiana católica. Así que, entre Palabra y Eucaristía, Eucaristía y Palabra hay una correspondencia total y absoluta que la Fe de la Iglesia católica ha mantenido siempre a pesar de que en la praxis concreta a veces ha habido algunas diferencias y dificultades. Así que, evidentemente, este también es un tema en el que hay que seguir trabajando.
Tiempo de Palabra
P.- Como presidente de la Comisión de Catequesis, Animación y Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), ¿cuáles son los signos de los tiempos que están viendo en torno a la relación con la Palabra y la construcción del Reino?
R.- En la Argentina, en mi tarea como referente de ABP tanto en el período anterior como presidente de toda la Comisión, veo que hay un trabajo muy fuerte de laicas y laicos que en clave de animadores bíblicos, animadores catequistas, servidores de la palabra y verdaderos catequistas, en todos los ámbitos de la vida, buscan claramente construir el Reino en la experiencia cotidiana.
Prueba de fuego fue la pandemia, que en los momento de mayor cerrazón, fueron los animadores de la Palabra, los catequistas varones y mujeres que mantuvieron la fe de los pequeños grupos en los formatos que se podían se llevaron adelante. Creo que esto sigue presente en los entornos más desfavorecidos de mayores dificultades y creo que es un signo de los tiempos que tenemos que aprovechar y llevar adelante.
P.- Dentro del trabajo propio de la Comisión que preside ¿cuáles son las iniciativas de la Asamblea que se pueden trabajar aquí?
R.- Con respecto a los desafíos y con lo que tiene que ver con el trabajo referido a la ABP, el equipo trabaja muy bien, con Verónica Talamé como coordinadora del equipo. Es un equipo de laicos y laicas consagrados, ministros ordenados y dos obispos que asesoran: Damián Nannini, obispo de San Miguel y Roberto Pío Álvarez, auxiliar de Comodoro Rivadavia, que llevan adelante una tarea muy interesante.
Acaba de salir el subsidio sobre el libro de los Hechos de los Apóstoles, tiene presencia mediática en impresiones y de manera digital. Y hay un trabajo fuerte en las regiones pastorales, lo que es un lindo signo que hay que destacar de esta etapa del trabajo de nuestro Departamento de Animación Bíblica de la Pastoral de nuestra Conferencia Episcopal.
La Palabra entre la juventud
P.- Una reflexión sobre los y las jóvenes y la Palabra de Dios. ¿Cómo viven ellos su relación con la Palabra viva?
R.- El tema de los jóvenes es un gran desafío. Creo que lo primero que tenemos que hacer en el ámbito de la pastoral Bíblica, la pastoral Catequística, es escucharlos. Escucharlos en un sentido profundo del término, decodificando su formato comunicacional y vivencial –que es distinto al que tenemos en otras generaciones– nos está diciendo hoy.
Creo que, si tenemos esa actitud, entonces vamos a ser capaces de compartir con ellos, de ayudarlos eventualmente, de formar lo que tengamos que formar, para que descubran un sentido profundo de relación con la Palabra de Dios –con la Palabra Viva, con Jesucristo que es la Palabra Viva– según su propia sensibilidad y no por nuestros propios esquemas que pueden estar muy buenos para otro marco, para otra época, para otra franja etaria y no para ellos. Creo que ahí está el desafío.
Pienso en esta frase tan linda de papa Francisco en Christus Vivit: Cristo vive y te quiere vivo. Por ahí debemos trabajar, con una profunda actitud de escucha real que busca decodificar, aquello que los jóvenes están viviendo. Creo que en este sentido el Papa Francisco da ejemplo con la producción que llevó adelante con la gente de Disney, permitiendo hablar de temas delicados, complejos y difíciles, como lo hizo en esta producción que vale la pena ver.
P.- Regálenos un mensaje final que nos sitúe el corazón en nuestro Pentecostés de hoy.
R.- Transitando la segunda parte del tiempo pascual, abrirnos al Espíritu. Que el Espíritu nos haga señas de manera seria, profunda –sinodales–; que no nos quedemos con la palabrita de la “sinodalidad”, si no que la escucha, el diálogo y el discernimiento sean parte de la experiencia cotidiana de nuestra vida, donde fluye Dios y su Palabra, y las palabras de cada una de las personas que buscamos vivir en serio en el Espíritu de Cristo.
Francisco: Juliana de Norwich, un modelo de fraternidad para los tiempos actuales
Juliana de Norwich
En una carta al obispo de East Anglia, Peter Collins, enviada con motivo del 650 aniversario de las Revelaciones de la mística inglesa, Francisco recuerda la generosidad de la mujer hacia los necesitados
El papa reza para que todos aquellos que afrontan los apremiantes desafíos de la guerra, la injusticia, el desastre ecológico o la pobreza espiritual, se sientan consolados y fortalecidos por la sabiduría de esta mujer
Su profundidad teológica y su mensaje espiritual, entre los más evangélicos y profundos de toda la Edad Media
Por | Antonella Palermo
(Vatican News).- Cercanía espiritual la que expresa el Papa Francisco en una carta enviada al reverendo Peter Collins, obispo de East Anglia, Inglaterra, con motivo del 650 aniversario de las Revelaciones de Juliana de Norwich, que pusieron en movimiento a peregrinos de todo el mundo hacia las catedrales católica y anglicana de la ciudad inglesa para participar en las diversas celebraciones ecuménicas.
Una mística al servicio de los necesitados
El Papa subraya que «el profundo significado de esta mística inglesa para la tradición cristiana nos habla desde todos los siglos y es cada vez más reconocido y celebrado». En particular, señala:
«Su influencia materna, su humilde anonimato y sus profundas intuiciones teológicas nos recuerdan que la fe en la providencia amorosa de Dios y la santidad de vida, expresadas en el servicio generoso a nuestros hermanos y hermanas necesitados, son verdades atemporales que sostienen no sólo la vida del discipulado cristiano, sino también el tejido mismo de una sociedad justa y fraterna»
Un estímulo para los cristianos de hoy
La figura de Juliana es particularmente relevante, señala el Pontífice, por su generosidad al acoger a quienes buscaban consejo y aliento espiritual.
«Esta disponibilidad a sacrificar la autocomplacencia por el bien de los demás es particularmente necesaria para responder a los problemas endémicos de aislamiento y soledad que sienten muchos en las naciones materialmente más ricas del mundo. En este sentido, espero que, a través de una mayor apreciación de la vida de la madre Juliana, los cristianos de hoy se sientan animados a seguir cada vez más fiel y gozosamente el ejemplo de Jesús, el que vino «no a ser servido, sino a servir»
Confianza en el bien, contra toda guerra e injusticia
El mensaje de la misericordia y la compasión de Dios revelado a la madre Juliana es vital para los tiempos actuales, explica Francisco, subrayando que, en las Revelaciones del Divino Amor, nos llega la preciosa enseñanza de que, a pesar de la presencia del mal en medio de nosotros, «todo irá bien».
«Rezo para que todos aquellos que afrontan los acuciantes desafíos de la guerra, la injusticia, el desastre ecológico o la pobreza espiritual se sientan reconfortados y fortalecidos por estas perdurables palabras de sabiduría»
Las Revelaciones: un texto de gran profundidad teológica y espiritual
Era el 8 de mayo de 1373 cuando, tras una serie de dieciséis visiones en las que el amor de Dios por la humanidad revelado en la pasión de Cristo una joven de Norwich recobró la plena salud física después de una grave enfermedad que la había dado por moribunda.
Durante veinte años, la mujer se dedicó a reflexionar sobre el significado de la misteriosa experiencia que había tenido. El resultado fue el libro de las Revelaciones del amor de Dios, el primero escrito por una mujer en lengua inglesa, páginas impregnadas de un profundo conocimiento de las fuentes bíblicas y patrísticas, así como de la literatura medieval.
La mística vivió como anacoreta cerca de la iglesia de San Julián, en Conisford. Por ello será conocida por la posteridad como Juliana de Norwich. Murió hacia 1417 y permaneció en gran parte desconocida hasta principios del siglo XX, cuando se redescubrió la versión breve de sus Revelaciones y se apreció su profundidad teológica y su mensaje espiritual, entre los más evangélicos y profundos de toda la Edad Media.