Orar con el Salmo 26: ¡Hazme justicia, Señor!

Para orar con los Salmos

 “El hombre bíblico es “oyente de la palabra”, alguien a quien Dios le dice: “Escucha, Israel”…(Dt 6, 4-5). Pero el israelita bíblico no solamente escucha a Dios, sino que le responde orando. Como testimonio supremo de ese diálogo orante (apasionado, responsable, acusador) están los salmos, sabiduría hecha oración” Pikaza en “Ciudad Biblia”, pag. 220

En estos días difíciles que estamos viviendo por la situación de aislamiento por causa de la pandemia del coronavirus, son días para vivir más la oración, unidos a todos los creyentes desde hace muchos siglos. Yo voy a intentar daros algunos materiales para orar cada día con un Salmo. En los comentarios del BLOG me decís si os vale y si os ayuda. Y también espero algunas sugerencias breves que creáis oportunas.

SALMO •26 [25] ¡Hazme justicia, Señor!

Oración del justo.— Hagamos nuestra la oración de ese “justo” que confirma su fidelidad. No deberíamos fijar la atención en nuestros méritos, como hizo el fariseo, sino en la nueva persona con que hemos sido revestidos en el bautismo: Cristo nos ha purificado y nos ha hecho ricos.

               1 Reconoce, Señor, que seguí la senda de los perfectos. En el Señor me apoyaba y por eso no me desviaba.

2 Revísame, Señor, y ponme a prueba; pon en el crisol mi conciencia, mi corazón.

3 Tu amor lo tengo ante mis ojos y tomo en cuenta tu fidelidad.

4 Con hombres tramposos no me siento ni me meto con los hipócritas.

5 Aborrezco el partido de los malos y con los malvados no me siento.

6 Lavo mis manos, que están limpias, y en torno a tu altar voy caminando, 7 mientras entono mi acción de gracias y recuerdo tus obras admirables.

8 Señor, cuánto amo la casa en que moras, y el lugar donde reside tu gloria.

9 No me confundas con las almas pecadoras; que no tenga mi vida el fin de los violentos, 10 cuyas manos están manchadas y cuyos bolsillos se llenan con sobornos.

11 Y a mí, como busco ser perfecto, rescátame, Señor, ten piedad de mí.

12 Mis pies pisan en terreno llano, bendeciré al Señor en las asambleas.

Se trata de un salmo de súplica individual. Alguien, injustamente acusado, expone su defensa delante del Señor, iniciando su clamor con la petición: “Hazme justicia, Señor”

¿Por qué surgió este Salmo?

El templo de Jerusalén, en determinados períodos de su existencia funcionó como lugar de asilo. El salmista, acusado injustamente, busca refugio en su interior, esperando del Señor por medio de un sacerdote, una sentencia que lo declare inocente.

El salmo no dice por qué persiguen al inocente, hasta el punto de tener que refugiarse en el templo. Quizá el justo habría incomodado a los malechores, que sobornarían a alguien para que se encargara de eliminarlo. Una vez llegado al templo, decide pasar en su interior el resto de sus días, bendiciendo al Señor.

El rostro de Dios

Este salmo pone de manifiesto que Dios escucha el clamor de los justos e inocentes y les hace justicia. Este convencimiento va incluido en la huida del inocente que encuentra refugio en el templo. El autor de este salmo sabía, , ciertamente, que el Señor es el Dios que escucha el clamor y libera, como hizo antaño, cuando los israelitas clamaron ante la opresión del Faraón. Basándose en esta confianza, clama y busca el asilo en el templo de Jerusalén. El Dios de este salmo es, por tanto, el Dios aliado que es fiel a sus promesas. Las condiciones de la Alianza que estableció el Señor con Israel eran el amor y la fidelidad. Pues bien, el inocente de este salmo se comporta como un auténtico socio compañero del Dios de la Alianza, que obra del mismo modo que Dios mismo (3).

En una sociedad de injusticia y desigualdad como la de este salmo y como la nuestra, Dios es siempre el amigo y el aliado de los inocentes que padecen la injusticia, y los libra de las garras de los opresores violentos.

Jesús estuvo siempre con los marginados que clamaban a él, y para salvarlos, se enfrentó a los poderosos, que acabaron con su existencia. Pero su resurrección es la prueba de que la vida es más fuerte. Además el evangelio de Mateo presenta a Jesús como aquél que cumple toda justicia (Mt 3, 15).

En este salmo Dios examina al inocente y lo pone a prueba. Jesús por su parte, conoce al ser humano en su intimidad (Jn 2,25) y pone al descubierto la falsa religiosidad de los poderosos de su tiempo (Mt 23,1-36).

Rezar el salmo 26

 Como los demás salmos de súplica individual, el salmo 26 supone un contexto de persecución, de condena a muerte, en una sociedad basada en la mentira que se dedica a eliminar la vida. Conviene rezarlo cuando corremos el riesgo de deslizarnos por el camino de la injusticia, de la corrupción y de la violencia; cuando sentimos la tentación de comportarnos como los poderosos; cuando queremos reforzar nuestro amor y nuestra fidelidad para con Dios…

 

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