La Lectio divina
- Introducción
La Lectio divina es algo más que un método para aproximarse a la Escritura; va más allá de la exégesis o del análisis textual. Es una actitud, una manera de situarse ante la Palabra que Dios nos dirige, es un encuentro personal, una experiencia mística de Dios. La Lectio no es un fin en sí misma, no se reduce a un objeto a estudiar, a un ejercicio de meditación o de distensión espiritual. La Palabra siempre remite a la vida, a la comunidad, al otro. Provoca e interpela. No se puede domesticar. No somos nosotros los que la poseemos, sino que es ella la que nos posee y nos transforma, si somos humildes y dóciles a la voluntad de Dios. Sólo así la Lectio divina será fermento, estímulo y luz.
Lectio divina quiere decir lectura divina. Otros traducen lectura orante de la Biblia. Indica la práctica de la lectura de la Biblia que los cristianos hacen para alimentar su fe, su esperanza, su amor y su compromiso.Esta lectura de la Biblia es la que ya hacen los pobres en las comunidades cristianas.
Tiene tres características:
1ª Los pobres llevan hacia el interior de la Biblia los problemas de su vida.
Leen la Biblia a partir de su lucha y de su REALIDAD.
2ª La lectura se realiza en COMUNIDAD. Es ante todo una actividad comunitaria, una práctica orante, un acto de fe.
3ª Los pobres hacen una lectura obediente: respetan el TEXTO y se disponen a escuchar lo que Dios tiene que decirle, dispuestos a cambiar si lo exigiera.
COMUNIDAD
ESCUCHAR A DIOS
REALIDAD TEXTO
Los tres criterios –REALIDAD, COMUNIDAD, TEXTO- son tres ángulos específicos, cada uno con características propias. Al hacer la lectura, esos tres criterios se articulan entre sí buscando el mismo objetivo: Escuchar a Dios hoy.
Después de una breve información histórica y algunas consideraciones generales, vamos a analizar de cerca los cuatro grados de la lectio divina: la lectura, la meditación, la oración y la contemplación. Son los cuatro pasos de la lectura de la Biblia, tanto individual como comunitaria. Son también, y sobre todo, cuatro actitudes permanentes que debemos tener ante la palabra de Dios.
- Un poco de historia
En su origen, la lectio divina no era sino la lectura que los cristianos hacían de la Biblia. La lectio divina es tan antigua como la misma Iglesia, que vive de la palabra de Dios y de ella depende como el agua de su manantial (DV 7.10.21).
La lectio divina es la lectura creyente y orante de la palabra de Dios, hecha a partir de la fe en Jesús, que dijo: “El Espíritu les recordará todo lo que yo les dije y los introducirá en la verdad plena” (Jn 14,26). El Nuevo Testamento, por ejemplo, es el resultado de la lectura que los primeros cristianos hacían del Antiguo Testamento a la luz de sus problemas y de la nueva revelación que Dios hizo de sí por medio de la resurrección de Jesús, vivo y presente en medio de la comunidad.
En el transcurso de los siglos esta lectura creyente y orante de la Biblia alimentó a la Iglesia, a las comunidades y a los cristianos.
La expresión lectio divina procede de Orígenes. El decía que para leer la Biblia con provecho era necesario un esfuerzo de atención y asiduidad. Y lo que no se consigue con el propio esfuerzo, nos sigue diciendo, debe pedirse en la oración., “pues es necesario orar para comprender las cosas divinas”. De este modo llegaremos a experimentar lo que esperamos y meditamos.
En los siglos siguientes la lectio divina se convirtió en la espina dorsal de la vida religiosa. En torno a la palabra de Dios escuchada, meditada y rezada surgió y se organizó la vida monástica del desierto. Las reglas de Pacomio, Agustín, Basilio y Benito hacen de la lectura de la Biblia, del trabajo manual y de la liturgia la triple base de la vida religiosa.
La sistematización de la lectio divina en cuatro gradas se realizó en el siglo XII. Hacia el año 1150, Guigo, un monje cartujo, escribió un librito llamado La escalera de los monjes.
“Cierto dia, se presentó a mi mente una escalera de cuatro gradas espirituales: la lectura, la meditación, la oración y la contemplación. Esta es la escalera de los monjes, por la cual suben de la tierra al cielo”.
Guigo muestra cómo cada uno de estos peldaños tiene la propiedad de producir algún efecto específico en el lector de la Biblia. A continuación resume todo diciendo:
“La lectura es el estudio asiduo de las Escrituras, hecho con espíritu atento. La meditación es una diligente actividad de la mente que, con la ayuda de la propia razón, busca el conocimiento de la verdad oculta. La oración es el impulso fervoroso del corazón a Dios, pidiéndole que aparte los males y conceda las cosas buenas. La contemplación es la elevación de la mente sobre sí misma que, suspendida en Dios, saborea las alegrías de la dulzura eterna”.
En el S. XIII, los “mendicantes” intentaron crear un nuevo tipo de vida religiosa, más inserta en medio de los pobres. Ellos hicieron de la lectio divina la fuente inspiradora de su movimiento renovador, como se trasluce claramente en la vida y los escritos de los primeros franciscanos, dominicos, servitas, carmelitas y otros mendicantes.
Después sobrevino un largo período en el que la lectio divina decayó. Era el triste efecto de la Contrarreforma en la vida de la Iglesia. Se insistía más en una lectura espiritual.
El Vaticano II, no obstante, retomó la antigua tradición y en su documento Dei Vervum, recomienda con gran insistencia la lectio divina (DV 25).
En el Sínodo de los Obispos en Roma sobre “La palabra de Dios en la vida y la misión de la Iglesia”, uno de los temas tratados por los obispos ha sido la lectio divina. La meditación orante de la Palabra de Dios, particularmente en comunidad, es una de las recomendaciones que nos hacen encarecidamente los padres sinodales a los cristianos y a las comunidades.
- Consideraciones generales sobre la Lectio Divina
La Lectio Divina supone algunos principios, siempre presentes en la lectura cristiana de la Biblia:
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- La unidad de la Escritura (No se pueden sacar los textos sacándolos de su contexto)
- La actualidad o encarnación de la Palabra de Dios (No se puede olvidad la vida)
- (La Biblia se vuelve espejo de nuestra vida. La Palabra de Dios se encarna también hoy)
- La fe en Jesucristo que vive en la Comunidad. La lectura hecha en comunidad hace que la Biblia, la Tradición y la Vida formen una unidad.(Leemos la Biblia a partir de nuestra fe en Jesucristo vivo en medio de nosotros)
- Las cuatro gradas de la Lectio divina: LECTURA, MEDITACIÓN, ORACION Y CONTEMPLACION. Son los cuatro pasos de la lectura orante de la Biblia, tanto individual como comunitaria. Se trata de un proceso dinámico de lectura, en el que las distintas etapas se originan unas de otras. Las cuatro actitudes existen y actúan juntas durante todo el proceso de la Lectio Divina.
- LA LECTURA: (CONOCER, RESPETAR, SITUAR)
- Son también, y sobre todo, cuatro actitudes permanentes que debemos tener ante la Palabra de Dios.
- Responde a la pregunta: ¿Qué dice el texto? –La lectura es una actividad bastante elemental: leer. Este primer paso es muy importante y muy exigente. La lectura es punto de partida, no de llegada: prepara al lector para el diálogo de la meditación. En la lectura es donde tiene lugar la contribución de la exégesis para la buena marcha de la Lectio Divina.Este estudio tiene tres niveles:
- La lectura , entendida como estudio crítico, ayuda al lector a analizar el texto y a situarlo en su contexto de origen.
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- Literario: aproximarse al texto y, por medio de preguntass muy sencillas, analizar su tejido; ¿quién? ¿Qué? ¿Por qué? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Con qué medios? ¿Cómo se sitúa el texto dentro del contexto literario del libro del que forma parte?
- Histórico: mediante el estudio del texto llegar al contexto histórico en que surgió o se desarrolló el hecho narrado, y analizar la dimensión histórica en sus dimensiones económica, social, política, ideológica, afectiva, antropológica y otras.
- Teológico: descubrir por medio de la lectura del texto lo que Dios tenía que decir al pueblo en aquella situación histórica; lo que Dios significaba para aquel pueblo; cómo se revelaba; cómo el pueblo asumía y celebraba la palabra del Señor.El estudio científico del texto no es el fin de la lectura. Es solo un mkedio para llegar al fin. La intensidad del usop de la exégeis en la letcio divina depende no del exégeta, sino de las exigencias y circunstancias de los lectores.-
La lectura, cuando se hace bien, ayuda a superar el fundamentalismo, pero cuando no se hace bien, sólo lo aumenta. El fundamentalismo es la gran tentación que siempre nos acecha: separa el texto del resto de la vida y de la historia del pueblo y lo absolutiza como la única manifestación de la Palabra de Dios. Es la ausencia total de la conciencia crítica. Distorsiona el sentido de la Biblia y alimenta el moralismo, el individualismo y el espiritualismo en la interpretación de la _Biblia. Solo es posible superar el fundamentalismo en la medida en que, por medio de la lectura, el lector consiga ver el texto dentro de su contexto de origen y al mismo tiempo perciba en él el reflejo de la situación humana tan conflictiva que hoy vivimos.
¿En qué momento pasar de la LECTURA a la MEDITACION?
El objetivo de la lectura es leer y estudiar el texto hasta que él se convierta en espejo de nosotros mismos y nos refleje algo de nuestra experiencia de vida. Entonces, de repente, nos damos cuenta de que por medio de él Dios está queriendo hablar con nosotros y nos quiere decir algo.
En un instante, inclinamos la cabeza, nos callamos y abrimos los oídos: “Voy a escuchar lo que dice el Señor” (Sl 85,9). En ese momento la lectura se transforma en MEDITACION.
4.2. LA MEDITACION: (RUMIAR, DIALOGAR, ACTUALIZAR)
-Responde a la pregunta: ¿Qué dice el texto para mí, para nosotros?
La cuestión central que se nos plantea en lo sucesivo es: ¿qué es lo que Dios, mediante este texto, nos dice hoy y aquí?
La meditación indica el esfuerzo que se hace para actualizar el texto e introducirlo en el horizonte de nuestra vida y de nuestra realidad.
Por medio de la lectura descubríamos cómo el texto se situaba en el contexto de aquella época, cuál era el mensaje que tenía para el pueblo.
Ahora la situación es distinta, el contexto es otro, los conflictos son diferentes. Sin embargo, la fe nos dice que ese texto tiene algo que decirnos hoy. En él debe existir un valor permanente que quiere producir en el presente la misma conversión o cambio que produjo en aquél tiempo.
¿Cómo hacer la MEDITACIÓN?
Guido pide usar la mente y la razón para buscar la “verdad oculta”. Se entra en diálogo con el texto, con Dios, haciendo preguntas que obliguen a usar la razón y procurar introducir el texto en el horizonte de nuestra vida; se medita reflexionando, interrogando: ¿qué hay de semejante y de diferente entre la situación del texto y nuestra situación de hoy? ¿Cuáles son los conflictos de ayer y de hoy?¿Cuáles son las diferencias? ¿Cuál es el mensaje de este texto para nuestra situación?
Otra manera de hacer la meditación es repetir el texto, rumiándolo, hasta descubrir lo que tiene que decirnos. Es bueno procurar resumir todo en una frase, de preferencia del propio texto, para llevarla a la memoria, repitiéndola durante el día, hasta que se mezcle con tu propio ser. Por la meditación, o masticación, la Palabra de Dios va entrando poco a poco, va quitando máscaras, va revelando y rompiendo la alienación en que vivimos, devolviéndonos a nosotros mismos, para que nos convirtamos en una expresión viva de la palabra oída, meditada y rumiada.
Casiano dice que la percepción del sentido del texto no viene del estudio, sino de la experiencia que nosotros mismos tenemos de la vida.
La meditación también profundiza la dimensión personal de la Palabra de Dios. Meditando la Palabra de Dios, el corazón humano se dilata hasta adquirir la dimensión del mismo Dios que pronuncia su palabra. Aquí aparece la dimensión mística de la Lectio Divina.
La meditación nos ayuda a descubrir el sentido espiritual, esto es, el sentido que el Espíritu de Dios quiere comunicar hoy a la Iglesia por medio de Cristo.
La meditación es una actitud personal y también comunitaria. Es importante que la Biblia sea leída en comunidad.
¿En qué momento pasar de la meditación a la ORACION?
No es fácil decir cuándo, exactamente, un persona pasa de la juventud a la edad adulta. Pero existen algunos criterios. La meditación actualiza el sentido del texto hasta que queda claro lo que Dios quiere de nosotros hoy y aquí. Ahora bien, cuando está claro lo que ´Dios pide, ha llegao el momento de preguntarse: ¿Y ahora, qué voy a decir a Dios? ¿Me comprometo o no? Cuando queda claro lo que Dios pide, quedan también claras nuestra incapacidad y nuestra falta de recursos. Es el momento de la súplica: “Señor, levántate, socórreme” (Sl 44,27). Cuando queda claro lo que Dios nos interpela por medio del hermano explotado y necesitado y que escucha el grito de los pobres, ha llegado el momento de unir nuestra voz al grito de los pobres, para que Dios, finalm,ente, escuche su grito y venga a liberar a su pueblo.
En otras palabras, la meditación es semilla de oración. Basta practicarla para que, por sí misma, se transforme en oración
.4.3. LA ORACION: (SUPLICAR, ALABAR, RECITAR)
-Responde a la pregunta: ¿Qué es lo que el texto me hace decir, nos hace decir, a Dios?
La actitud orante ante la Palabra de Dios debe ser como la de María: “Hágase en mí según tu voluntad” (Lc 1,38)
La oración, provocada por la meditación, comienza por una actitud de admiración silenciosa, de adoración al Señor. De ahí brota nuestra respuesta a la palabra de Dios.
Quien mejor habla a Dios es el mismo Dios. Por eso la oración de Los Salmos es con mucho la mejor oración.
La oración provocada por la meditación, también puede ser recitación de preces ya existentes.
La Lectio Divina pretende acentuar otro aspecto importante de la oración: su relación concreta con la vida y con la lucha del pueblo.
La Palabra de Dios vale no sólo por la idea que trasmite, sino por la fuerza que comunica. No sólo dice, sino que también hace.
Desafortunadamente en la práctica pastoral estos dos aspectos suelen estar muchas veces separados. Las personas de los movimientos carismáticos hacen mucha oración, pero suelen carecer de actitudes críticas: no hacen la lectura correcta de la Biblia. Por eso su meditación y su oración carecen de fundamentación en el texto y en la realidad.
¿Cuál es el momento de pasar de la oración a la CONTEMPLACIÓN?
No hay respuesta. La contemplación es lo que queda en los ojos y en el corazón después que la oración ha terminado. Es el punto de llegada, pero es también el punto de partida de un nuevo comienzo de LECTURA, MEDITACION, ORACION….
La contemplación es como la fruta del árbol: ya estaba dentro la semilla. Va creciendo poco a poco, madura lentamente.
- LA CONTEMPLACIÓN (OBSERVAR, SABOREAR, ACTUAR)La contemplación es la última grada de la Lectio divina. Es su punto de llegada. Pero a la vez se convierte en la plataforma de un nuevo comienzo. Y así, a través de un proceso siempre renovado de lectura, meditación, oración, contemplación, vamos creciendo en la comprensión del sentido y la fuerza de la palabra de Dios.Ahora, al fin, con todo esto en la mente y en el corazón, comenzamos a tener una nueva forma de mirar para observar y evaluar la vida y la situación del pueblo.San Agustín decía que por medio de la lectura de la Biblia, Dios nos devuelve la mirada de la contemplación y nos ayuuda a descifrar el mundo y a transformarlo para que sea, nuevamente, una revelación de Dios.Para los fundamentalistas, ña palabra de Dios está sólo y únicamente en la Biblia. Solo se salva quien aplica la palabra de la Biblia a su vida y se aparta del mundo, de la política, de la lucha del pueblo, etcLa contemplación, como punto final de la escala, es apoyo para un nuevo comienzo. Colección “Tu Palabra es Vida” EDICIONES DABAR. México, Carlos Mester y Equipo