Fratelli Tutti ( I )

‘Fratelli Tutti’: una llamada a vivir una espiritualidad política

«Es una encíclica que alienta la esperanza. La esperanza como motor interior que moviliza hacia nuevos sueños, nuevas perspectivas, nuevas reacciones»
«Hecho en falta una denuncia más contundente de la situación de las mujeres: violencia, maltrato, abusos, violaciones, feminicidios. Solo se nos nombra en el número 23. No hay ninguna presencia de la teología feminista, ni de mujeres inspiradoras»
«Hoy, las víctimas no son sólo personas y colectivos, sino continentes enteros saqueados y tirados en la cuneta de la historia»
«Vivir una espiritualidad política, tal como el Papa Francisco alienta a lo largo de toda la encíclica, no es solo curar a los heridos de hoy, sino que supone trabajar por un cambio global de sociedad luchando contra las causas estructurales de la pobreza, el descarte de personas y alimentos, la desigualdad, la falta de trabajo, techo y tierra, dar prioridad a la vida de todos por encima del dinero y de la apropiación de bienes de algunos»
04.01.2021 Emma Martínez
Comienzo haciendo mío este deseo del Papa Francisco:
“…Ojalá que al final ya no estén los “otros”, sino sólo un “nosotros”… Ojalá que tanto dolor no sea inútil, que demos un salto hacia una forma nueva de vida y descubramos definitivamente que nos necesitamos y nos debemos los unos a los otros, para que la humanidad renazca con todos los rostros, todas las manos y todas las voces, más allá de las fronteras que hemos creado” (n.35)
Desde el primer número el Papa deja claro la inspiración de la encíclica «Fratellitutti»[1], que es San Francisco de Asís, y desde él quiere dirigirse a todos los hermanos y las hermanas, y proponerles una forma de vida con sabor a Evangelio (…).
Saborear es una experiencia corporal y espiritual al mismo tiempo, nos habla de algo sentido y gustado y al tiempo sabor hace alusión a “sápere”,sabiduría.
Esta es la primera pregunta que me gustaría que nos hagamos: ¿Con qué sabiduría saboreamos la vida? ¿Nuestra vida a qué sabe? ¿A qué nos sabe a cada una de nosotras y qué les sabe a quienes se relacionan con nosotras?
El Papa declara feliz a quien ame al otro «tanto a su hermano cuando está lejos de él como cuando está junto a él». Con estas pocas y sencillas palabras expresó lo esencial de una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, psíquica, religiosa, ideológica… más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite. Esta es la fraternidad universal a la que el Papa nos llama en este encíclica.
No nos vendrá mal preguntarnos cómo andamos en esta capacidad de reconocer, valorar, amar…más allá de nuestras referencias, afectos, preferencias ideológicas, clase social, raza…
1- SUBRAYADOS GENERALES:
Una encíclica que es de alguna manera compendio del pensamiento del Papa Francisco. Con el precedente de Laudato si’ (2015), encíclica que marca claramente un punto de inflexión en el pensamiento social cristiano, incorporando el grito de la tierra -justicia ambiental- a la altura de y en relación con el grito de los pobres -justicia social-, llega ahora FratelliTutti (2020), un nuevo documento con un definido carácter social y político. No deja de ser una culminación de lo que desde Evangelii Gaudium (2013) -el programa de gobierno de Francisco- se nos ha ido repitiendo: vivimos en un sistema económico y un modelo social que está enfermo y que genera muerte y exclusión. Los cristianos tenemos el deber de transformarlo
La actual encíclica, FratelliTutti, es la respuesta a las dos derivadas más peligrosas del modelo sociopolítico de inicios del siglo XXI: el neoliberalismo y un populismo insano y manipulador .
• Es una encíclica que, como la Laudato Sí, está ofrecida a toda la humanidad, no solo a la comunidad cristiana.El papa claramente reconoce también la inspiración de «otros hermanos no católicos: Martin Luther King, Desmond Tutu, Mahatma Ghandi y especialmente, Carlos de Foucauld», quien rogaba a Dios ser «el hermano de todos» Lástima que no le haya inspirado ninguna mujer.
• Una encíclica en conexión con los documentos centrales de su pontificado: la Laudato sí, resalta la dimensión ecológica, en la Evangelii Gaudium hace un análisis muy lúcido y valiente de la problemática estructural de nuestro mundo y llama a una nueva espiritualidad, a una espiritualidad política, subrayándola como novedad, nombrándola como “Amor Político”
• Busca cómo humanizar nuestro mundo y cuidar la vida en nuestro planeta.
• La antropología subyacente a toda la encíclica es la del ser humano como ser-social-relacional-político-espiritual. Una antropología situada en la historia. Somos una única familia común con toda la humanidad, por eso habla de un amor universal. Esa mirada supone que sólo nos realizamos si salimos de nosotras mismas hacia el encuentro.
• Proclama con toda claridad un “sueño” que quiere contagiar a toda la humanidad, como una esperanza comprometida: que seamos capaces de descubrir y hacer verdad la fraternidad universal. Tenemos la misma carne, una común pertenencia, habitamos la misma casa común, tenemos la misma dignidad como seres humanos y para los cristianos, hay otra gran razón, somos hijas e hijos del Dios que Jesús llamó “Abba”
• Es una encíclica que alienta la esperanza. La esperanza como motor interior que moviliza hacia nuevos sueños, nuevas perspectivas, nuevas reacciones (n.128)
• Destaca la lucidez y la valentía profética, denuncia con toda contundencia el neoliberalismo imperante, que provoca un descarte mundial, los populismos manipuladores, los nacionalismos cerrados que provocan xenofobia, los fanatismos…
• La realidad terrible de las migraciones atraviesa toda la encíclica, denuncia el atropello de la dignidad humana en las fronteras y llama a construir una cultura de la unidad en la pluralidad, de la integración donde lo global y local se fecunden mutuamente.
• El método que utiliza el papa en esta encíclica es el que utiliza la Teología de la Liberación: ver, juzgar, actuar.
• Hecho en falta una denuncia más contundente de la situación de las mujeres: violencia, maltrato, abusos, violaciones, feminicidios. Solo se nos nombra en el número 23. No hay ninguna presencia de la teología feminista, ni de mujeres inspiradoras. También me sorprende la falta de autocrítica eclesial, las denuncias sociales no tienen su correspondencia en el seno de la Iglesia católica: la falta de fraternidad, los abusos de poder, la pederastia, los escándalos económicos

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