Fray Cosme: la historia de un sacrilegio anunciado

Su familia en Italia le dijo que abandonara el país, pero él se negó: «Mi familia es mi iglesia», les dijo. Pocos meses después le asestaron cuatro disparos cuando oraba ante el Santísimo Sacramento, en el altar mayor de su parroquia en San Juan Nonualco.
Leopoldo Henríquez estaba en su casa cuando la noche del 14 de junio de 1980 un sobrino llegó a pomponearle la puerta: «¡Mataron a fray Cosme!», le gritó. Dejó todo lo que estaba haciendo y salió corriendo. Cuando llegó a la parroquia, lo vio tendido en el suelo, estaba siendo auxiliado por dos religiosas y otro par de feligreses.
A la hora de su martirio, por el cual Cosme Spessotto será declarado beato de la iglesia católica el próximo 22 de enero, el sacerdote estaba hincado sobre un reclinatorio, orando ante el Santísimo Sacramento. Faltaban pocos minutos para que comenzara la misa de las 7:00 de la noche, que iba a presidir otro padre, porque él ya había oficiado la misa de las 3:00 de la tarde.https://f770cfeed2c0ff28a03262efd9a776e9.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html?n=0
Para ese entonces, fray Cosme ya había sido nombrado párroco en la que ahora es la catedral de Zacatecoluca, pero llevaba varios meses padeciendo una enfermedad relacionada con el estómago.
“Su asesinato fue terrible. Fue como sentir que le quiten una parte del cuerpo a uno. Eso fue lo que sintió el pueblo”.
Leopoldo Henríquez, feligrés.
«No me consta, pero se dijo que quizás era cáncer. Otros hablaron de gastritis», recordó Yanira Barahona, que en aquellos días pertenecía a los grupos juveniles que apoyaban al padre Cosme con el catequismo.
La misa que había oficiado a las 3:00 de la tarde era para culminar el novenario del hermano de Yanira, pero también había llegado al pueblo para despedirse porque iba a viajar a Guatemala a recibir tratamiento médico antes de instalarse como párroco en Zacatecoluca.https://f770cfeed2c0ff28a03262efd9a776e9.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html?n=0
«¿Quiere que nos quedemos a cantar en la misa de las 7:00, padre?, le preguntamos. Y él nos dijo: ‘No. Retírense, vayan a cenar y después regresan’. Nos fuimos caminando y nos quedamos platicando en las calles. En eso sentimos una ráfaga y les dije: ‘Vámonos a nuestras casas’ y salimos corriendo», detalló Yanira.
A los minutos, tal cual le golpearon la puerta a Leopoldo se la golpearon a ella: «Hermana, mataron al padre. ‘No puede ser; han matado al otro padre’, le dije. Yo no quería creer. Al rato, vino otra señora más histérica a gritarme: ‘¡Hermanita! ¡Mataron al padre Cosme!’. ‘¿Pero usted lo vio?, le respondí. ‘Sí’, me dijo». Yanira se quedó helada . Tras la llamada telefónica de otro hermano – «Ya pasó lo que esperábamos. Venite»- no hubo poder que la detuviera. Salió corriendo al templo.
Leopoldo Henríquez y Yanira Barahona coincidieron en que el lugar fue rodeado por policías de Hacienda, algunos en estado de ebriedad que comenzaron a ultrajar a los feligreses que se agolparon en la iglesia: «Empezaron a decir que por qué lloraban por ese viejo tal por cual. Entonces, allí la gente dedujo que habían sido ellos y una señora les comenzó a gritar: ‘¡Ustedes lo han matado!’, pero otro señor se la llevó para que no la mataran a ella también», contó Leopoldo.https://f770cfeed2c0ff28a03262efd9a776e9.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html?n=0

Quienes le dispararon estaban disfrazados de guerrilleros, afirmó Ángel de la Cruz, quien estaba sentado cerca de una panadería a una cuadra del templo cuando vio entrar a cuatro encapuchados. «Se veía que él quería hablar, pero ya no podía, solo se le veía vomitar y vomitar sangre», narró. «Lo observé cómo agonizaba y viera eso qué doloroso es. Es doloroso recordar a una persona a la que uno ha amado, con la que ha vivido a la par», agregó Ángel, quien fue acogido en el convento franciscano por el padre Cosme como un hijo, cuando quedó huérfano a los 5 años.
A fray Cosme lo asesinaron por defender los derechos humanos de los jóvenes de aquella época de guerra en El Salvador, como el hermano de Yanira, capturado, torturado y asesinado durante un operativo militar.
«Si agarraban a uno de sus catequistas, él se iba a meter al cuartel a hablar directamente con los jefes y a decirles sus cosas. Y eso no les gustaba a ellos. Él no andaba pidiendo permiso. Cuando le pedían identificación, entraba de un solo a la oficina del jefe de ellos a reclamar», anotó Leopoldo.
«Una vez lo encontré triste. ‘¿Qué pasó?’, le pregunté. ‘Mataron a fulano’, me dijo. Era un catequista de él. ‘La mamá me dijo que se lo llevaron al cuartel. Fui y me dijeron: ‘Andate, curita, ya te lo vamos a mandar’. Pero no me dijeron cómo lo iban a mandar. Lo mandaron muerto’. Para él era un gran sufrimiento todo eso», memoró.https://f770cfeed2c0ff28a03262efd9a776e9.safeframe.googlesyndication.com/safeframe/1-0-38/html/container.html?n=0

Por experiencias como estas, el franciscano había recibido varias amenazas de muerte, durante tres años por lo menos. «Padrecito, se va o lo matamos», «El próximo será usted», decían algunas de las notas anónimas que le dejaban bajo la puerta de su oficina, según detalló el padre Idelfonso Mejía, el actual párroco de la parroquia donde a fray Cosme le asestaron varios balazos.
«Él recogía muchos mensajes de ese tipo y los rompía. Uno que otro lo comentaba. En el fondo, no quería afectar a nadie. Contarle a alguien más era involucrarlo. Su muerte fue en junio del 80, pero la efervescencia (del conflicto armado) empezó entre el 77 y 78, y esos tres o cuatro años sintió él esas amenazas», relató Mejía.
«Cuando hay una amenaza y otra amenaza y otra, yo tengo que prepararme. Dada la secuencia de esas amenazas, él debe tomar una decisión y por eso lo escribe», agregó el párroco. Es lo que se conoce como su «testamento espiritual». «Morir mártir sería una gracia que no merezco», escribió en ese diario días antes de ser asesinado.
Los lugareños de San Juan Nonualco señalan que durante su último viaje a Italia, en el marco de su enfermedad, le dijeron: «Te van a matar. No te vayás, aquí (Italia) también podés hacer misión. Somos tu familia». Pero él les respondió: «Me voy porque mi parroquia es mi familia». Otros relatan también que les contestó : «Mejor, más rápido llego al cielo».
Cuando hace cuatro décadas Yanira llegó al templo y agarró valor para acercarse al cuerpo sin vida, lo que vio fue un rostro sonriente y lleno de luz. «Él desde pequeño le había pedido a Dios ser un mártir por su iglesia. Y cuando vi su rostro luminoso dije en mi interior: ‘Padre, te concedió la gracia Dios: sos mártir’».
Breve cronología de su vida y su obra
Fray Cosme Spessotto vivió 30 años en el país; 27 en San Juan Nonualco.
Enero 1923
Nacimiento
Nació en Mansué de Treviso, Italia, el 28 de enero de 1923 en el seno de una familia campesina y fue bautizado como Santí Spessotto Zamuner por sus padres, Vitorio y Josefina.
Septiembre 1935
Llamado
Era un adolescente de apenas 12 años de edad cuando ingresó al Seminario de Lonigo tras escuchar el llamado de Dios, donde permaneció los siguientes 13 años, hasta cumplir 25.
Junio 1948
Ordenación
El 27 de junio de 1948, en la Basílica de la Madonna della Salute, en Venecia, Italia, fue ordenado como sacerdote y pasó a llamarse Fray Cosme Spessotto.
Abril 1950
Llegada a El Salvador
Dos años después de haber sido ordenado, fue enviado a El Salvador, donde llegó el 4 de abril, al puerto de La Unión. Inmediatamente fue trasladado al departamento de La Paz.
Octubre 1953
Párroco
Luego de tres años atendiendo San Pedro Nonualco, Santa María Ostuma y Mercedes La Ceiba, en La Paz, fue designado como párroco de San Juan Nonualco, donde estuvo 27 años.
Junio 1980
Martirio
Fue abatido a balazos, a los 57 años de edad, por miembros del Ejército de El Salvador cuando oraba frente al Santísimo Sacramento, la noche del 14 de junio de 1980.