Día de la amistad

14 de Febrero, día de San Valentín, día de los enamorados y de la amistad

José M. Tojeira

Todo el mundo celebra a San Valentín. En el Imperio Romano se prohibía que lo soldados jóvenes se casaran. El obispo Valentín casó a un soldado joven y cristiano con una muchacha también cristiana. Lo mataron por eso. Y después la tradición le echó encima la responsabilidad de ayudar a encontrar un buen novio/a. Hoy lo aprovechan para hacer publicidad. Hay que hacerles regalos al enamorado/a. Hay que comprar. Hay rebajas. Hay ganancias… Más allá de la propaganda es un buen momento para llevar a la oración mi afectividad y mi sexualidad. Dos dimensiones tan unidas y tan profundas en cada uno/a de nosotros/as. Y dos dimensiones tan indispensables para ser de veras cristiano/a. Afecto y sexo deben ser ante esta fiesta dos puntos de nuestra reflexión.

1.- ¿Soy capaz de amar con libertad, sin celos, sin posesividad, sin considerar al amado/a como un espejo que me devuelve las frases bonitas que yo le digo y que deseo que me diga? El amor no es solo un sentimiento. Es también una tarea. Es como un arte que el artista lleva dentro, pero que necesita trabajar, disciplinar, orientar. Nadie aprende a tocar guitarra sin practicar,sin pasar horas muertas rasgando las cuerdas, sin esforzarse por coordinar la música con las manos.

El amor generoso, la capacidad de sacrificio por el amado/a, la amistad que dura más que la hermosura o que los tiempos buenos, el servicio desinteresado a los demás, son elementos de un arte que se aprende desde la práctica del amor. Jesús de Nazaret, que pasó por este mundo haciendo el bien, amando más a los más marginados y necesitados de amor, es nuestro Maestro en esta tarea. ¿Le pido fuerza para amar? ¿Es El mi Maestro en esta tarea de aprender el arte de amar?

2.- Y el sexo. Fuerza y dinamismo indispensable para amar. Convertido hoy por algunos en una fuerza al servicio de intereses turbios. Al servicio del dinero que quiere vender más aprovechando imágenes que despiertan el deseo. Al servicio de un machismo que mantiene a la mujer explotada y en un lugar secundario en la sociedad. Al servicio de la frivolidad, de la alienación en la que se quiere mantener a la juventud. El sexo como diversión, como capricho, como placer egoísta y al servicio del propio egoísmo.

Y frente a ésto, el sexo como don de Dios. Un impulso hacia el amor verdadero. Un camino hacia la generosidad, hacia el diálogo, hacia la complementación del hombre y de la mujer. Una participación maravillosa en la paternidad/maternidad de Dios. ¿Veo mi sexualidad como don de Dios? ¿Trabajo en la orientación de mi sexualidad hacia el amor generoso? ¿Trato de estructurar sanamente mi deseo? Son preguntas necesarias. A veces urgentes. Aprovechar el 14 de Febrero para reflexionar un poco también es necesario para celebrar el amor.

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