Meditación teológica sobre La Pasión de Jesús de Diego Pereira Ríos
escrito por Marcelo Barros

La Pasión de Jesús. Reflexiones teológicas para la Comunidad
«No podemos asumir que existe una definición inequívoca de la Pasión de Jesús, en la cual continuamos hallando la Resurrección que buscamos. A partir de la reconfiguración del tema desde la teología latinoamericana y la actualidad, resulta primordial esta obra de Diego Pereira Ríos, quien reflexiona en torno al camino de la Resurrección y la liberación: el amor, que no deja de lado las realidades de hermanas y hermanos que sufren de la misma forma en que lo ha hecho Jesús. Ante este camino doloroso que es la realidad del pueblo latinoamericano, ¿cuál es nuestra responsabilidad? ¿Somos únicamente observadores pasivos o cargamos con la fuerza resucita- dora para despertar? La Pasión de Jesús nos revela, a partir de fragmentos de la Biblia, oraciones y referencias a otros autores relevantes, las injusticias contra el pueblo de Dios, así como la indiferencia hacia la Madre Tierra y nos invita a mirar hacia afuera. Es un espacio en el que el sacrificio de la vida sigue vigente y, por lo tanto, es un compromiso con el otro y con la otra en cuanto a que forman parte de una comunidad» (Ed. Buena Prensa).
Desde hace más de 50 años, en América Latina, se ha profundizado la reflexión sobre la fe cristiana desde la vida y el caminar de las comunidades. Diversos autores han escrito sobre la pasión de Jesús y su misión salvadora, partiendo de los sufrimientos y de la lucha de los pueblos empobrecidos. Sin embargo, en su nuevo libro, La Pasión de Jesús. Reflexiones teológicas para la comunidad, Diego Pereira Ríos nos ofrece una perspectiva teológica y pastoral nueva y muy fecunda.
En este libro, Diego aborda un tema central para la fe cristiana -la Pascua de Jesús- con un lenguaje sencillo, casi oral, como en una conversación, dialogando con sus lectores. De esta manera, retoma preguntas que surgen cotidianamente en el corazón y en la mente de los cristianos de todo el mundo, pero especialmente en el continente latinoamericano: ¿Cómo celebrar la resurrección cuando la realidad que conocemos es casi exclusivamente de pasión y cruz? Llevando a serio este reto sufrido de cada día, Diego reflexiona sobre la pasión de Jesús a partir de los sufrimientos y nuestras luchas personales y sociales.
En el primer capítulo, hace una especie de síntesis de la teología latinoamericana en estas décadas más recientes. Parte de la intuición del teólogo español-salvadoreño Jon Sobrino, que veía en la teología una forma de reflexión amorosa sobre la fe y la vida (intellectus amoris) y concluye que la forma correcta de meditar la pasión de Jesús es asumir la misión de «bajar de la cruz a los crucificados». En el segundo capítulo medita la pasión de Jesús desde la fe de los pobres y, en el tercero, cómo las luchas cotidianas de la vida pueden aclararnos el sentido de la pasión de Jesús. Concluye uniendo la pasión de Cristo y la pasión de la Madre Tierra proponiéndonos una espiritualidad de la ecología integral. De esta reflexión, siempre profunda, pero en términos sencillos y accesibles a todos, Diego Pereira Ríos, casi como si nos llevara de la mano, extrae una conclusión en la que aborda la «salvación desde el pueblo crucificado».
En sus libros anteriores, La fuerza transformadora de la esperanza (2016) y En un camino liberador desde el Sur (2020), había profundizado más directamente el diálogo entre teología cristiana, filosofía humanista y educación liberadora. Ahora, en este nuevo libro que, en cierto modo, se enmarca más específicamente en el área de la cristología, nos involucra en la misma atmósfera del diálogo intercultural y transdisciplinar y, en cada página, revela siempre una profunda espiritualidad ecuménica e interespiritual. Eso se expresa de forma especial en algunas oraciones poéticas que aparecen aquí y allí en medio de su reflexión.
Una gran calidad pedagógica de este libro es siempre parecer una reflexión que queda abierta, casi como si se invitara a cada lector/a a seguir la meditación y así pudiera hacer lo que proponía el apóstol Pablo en la carta a los colosenses: “completar en nuestra carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo (la pasión de Jesús), a favor de su cuerpo que es la Iglesia” (Col 1, 24).