La Buena Noticia del Dgo: Fiesta de la Ascensión

Seréis mis testigos

La hora de la Palabra

La fiesta de la Ascensión nos recuerda que terminada la presencia histórica de Jesús, vivimos el tiempo del Espíritu

El Señor asciende al cielo, pero no nos deja solos. Nos deja palabras y gestos que, ni los tiempos más difíciles, lograrán eclipsar. El nos dice: «Seréis mis testigos».   En medio de un mundo duro, injusto y violento, tenemos que trabajar por la paz y la justicia para hacer otro mundo más humano, donde podamos vivir todos con dignidad.

Es la hora de la madurez; es el tiempo de llevar a la práctica el mensaje de Jesús. ¡Es nuestro tiempo! Por eso «no podemos quedar mirando al cielo».

Lectura de la Palabra

Juan 14,15-21

Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor

Lectura del santo evangelio según san Juan:

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.»

Comentarios a la Palabra

                                                             La hora de la glorificación – La Ascensión del Señor  –A  –    Mt 28,16-20

Mons. Romero dice[1]:  “El Evangelio de hoy d ice, repitiendo las palabras de Cristo: “sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. ¡Qué consuelo más grande!.  … A Cristo ya no lo vemos caminar y su presencia entre nosotros es todo esto: esperanza, riqueza de gloria, grandeza de poder. La Iglesia por eso , va tan confiada. No se apoya, la Iglesia, en los poderes de la tierra, en las riquezas de los hombres; se apoya en Cristo, que es su esperanza, la riqueza de su gloria, fuerza de su poder.   Cristo vive aquí, no con una presencia física limitada a un pueblecito en Palestina; Cristo vive ahora en cada cantón, en cada pueblo, en cada familia donde haya un corazón que ha puesto en Él su esperanza, donde hay un afligido que espera que pasará la hora del dolor, donde hay un torturado, hasta en la cárcel está presente, en el corazón del que espera y ora.  Cristo está presente ahora  con nuestra presencia mucho más viva que cuando peregrinó treinta y tres años entre nosotros.  Cristo vive, hermanos, y vive en su Iglesia, glorificado a la diestra del Padre, presente, hecho esperanza y fuerza entre sus peregrinos de la tierra.  Esta el la glorificación del hombre en Cristo. ¿Qué aflicción puede haber, entonces, para este Cristo, para nosotros que somos el Cristo de la historia?

La narración de la ascensión se sitúa en una cosmovisión que ya no es la nuestra: el cielo arriba, la tierra en medio, y abajo el fuego eterno. Esta confusión no facilita hoy la comprensión del mensaje de la ascensión como Buena Nueva de Dios. El relato también se sitúa en una imagen de Dios que ya no es la nuestra: Dios sentado en algún lugar de su trono en el cielo: ahora con el Resucitado «ascendido a los cielos» a la derecha del Padre, allí en ese trono, supervisándolo todo.

La narración de la ascensión en el libro de los Hechos de los Apóstoles (1.11) incluye felizmente a los dos hombres de túnicas blancas que les preguntan «¿qué están mirando al cielo?». Este es también un mensaje importante para nosotros: no necesitamos mirar a las estrellas por la noche, al cielo azul o nublado durante el día, porque no se trata de eso. En el Evangelio de Mt, la última frase, también las últimas palabras del Resucitado, es «Yo estoy con vosotros todos los días, hasta la consumación de este mundo». Se trata ahora de la nueva presencia de Cristo con nosotros, hoy, en esta historia de los hombres. Recordemos también sus propias palabras: «Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, yo estoy en medio de ellos» (Mt 18,20). Esto se convierte en un mensaje reconfortante y esperanzador para la comunidad cristiana, una minoría dentro de una sociedad secular, o una minoría dentro de las iglesias populares tradicionales. Podemos abrirnos a Su presencia entre nosotros si realmente nos reunimos en Su Nombre (en Su Presencia). Esta es (¿ha sido?) una fuerte experiencia de las comunidades eclesiales de base en sus encuentros para encontrar la Luz del Evangelio, en sus celebraciones, en su misión evangelizadora. No se trata entonces de las explicaciones de los especialistas de la Biblia, sino de la empatía fiel y de la escucha de las historias del Evangelio.  Y, de repente, todo se aclara, como en el relato de los dos del camino a Emaús: «¿No ardía nuestro corazón cuando nos hablaba por el camino y nos abría las Escrituras?». Le reconocieron al partir el pan. (Lc 24,31-32). Allí donde se parte, se comparte y se distribuye el pan (la vida), allí está Él presente. En la convivencia y en el Evangelio, los creyentes reconocen Su Voz y comprenden Su acción solidaria y liberadora, entonces y también hoy.

Monseñor Romero señala también los caminos por donde podemos encontrarnos con Él hoy. «Cristo vive ya en cada aldea, en cada pueblo, en cada familia donde hay un corazón que ha puesto en Él su esperanza». Tal vez lo que se está indicando aquí es que sólo quien lo busque lo encontrará; quien espere en Él se encontrará con Él; quien se abra a Él podrá experimentarlo.

En su nueva presencia, Cristo no se impone a la fuerza. Nadie está obligado a verle o a encontrarse con Él. Él se ofrece. «Cristo vive ahora, donde hay un enfermo que espera que pase la hora del dolor, donde hay un torturado, incluso en la cárcel Él está presente, en el corazón del que espera y ora». Aquí pensamos en la parábola de Mt 25. Podemos encontrar al Resucitado en nuestro encuentro con los pobres, con los que tienen hambre y sed, con los emigrantes y refugiados, con los enfermos, con los que no tienen ropa (vivienda), con los que están en la cárcel. Se trata, pues, de todas las personas vulnerables y heridas, cercanas y también lejanas. Gracias a los medios de comunicación, sabemos bastante bien lo que ocurre en los países del Sur, en los países en guerra, en los lugares afectados por terremotos, inundaciones o sequías prolongadas.

También sería importante entonces compartir unos con otros cómo Lo  vemos, Lo encontramos, dejamos que nos hable y nos llame a un testimonio vivo y liberador.

«Cristo está mucho más vivamente presente ahora que cuando peregrinó entre nosotros durante treinta y tres años», decía Mons. Romero. Hoy podemos entender aquellas viejas palabras «ascendido a los cielos, glorificado a la derecha del Padre» como «estar presente, hecho esperanza y fuerza entre sus peregrinos de la tierra». Él vive así en la Iglesia que, siendo humana, y por tanto cayendo y levantándos, quiere siempre encontrarle de nuevo y dar testimonio de Él. «¿Por qué inquietarnos?», se pregunta Mons. Romero, cuando Él está tan presente entre nosotros.

Muchos no cristianos solidarios también se preocupan seriamente por nuestros semejantes. En esto podemos ser aliados en la lucha contra la injusticia, por la paz, por la hospitalidad, por un humanismo más genuino. Para los cristianos, esos encuentros con «personas heridas y vulnerables» significan también encuentros con el Resucitado, que evoca, fortalece, anima, da esperanza y nos abre a nuestra dimensión divina. No se trata sólo de nuestra vida o de nuestro futuro. Por eso, podemos creer en aquella pregunta de Mons. Romero: «¿Por qué hemos de estar ansiosos?». Por enorme que sea la tarea, merece la pena.

Una nota personal. Estos días me han vuelto a permitir visitar a alguien (cada 14 días) en la cárcel. Un encuentro y una conversación de 45 minutos. Un oasis en medio del tan monótono y a veces desesperante tiempo de detención. Estos días, he vuelto a visitar a algunas personas muy mayores en el asilo cercano. Conversaciones a veces breves, a veces más largas. Ojos agradecidos de personas que esperan que alguien les visite y les escuche. En la mesa de plática con personas que están aprendiendo el Neerlandés de esta semana, vi los ojos brillantes de un migrante sirio que podrá empezar a trabajar dentro de unas semanas, pero también vi las lágrimas en los ojos de otro migrante sirio que, con su esposa y sus cinco hijos, tendrá que dejar su actual casa de alquiler dentro de un mes y no encuentran una vivienda adaptada para siete personas. También en esa conexión con la gente, el Resucitado me habla y me llama… En el camino Él siempre nos guiará. Permitirme experimentar esa Presencia es una profunda alegría llena de gracia.

Algunas preguntas para nuestra reflexión y acción personal y comunitaria.

  • La fiesta de la Ascensión de Jesús, ¿qué significa para mí?
  • En lugar de mirar hacia arriba, ¿dónde «vemos» al Resucitado ahora presente?
  • ¿Puedo compartir con otros (familia, comunidad, amigos) algo de mi experiencia de Su presencia en mi encuentro con personas vulnerables y heridas? ¿Qué aprendemos unos de otros?

[1] Homilías de Monseñor Oscar A. Romero.  Tomo II – Ciclo A,  Uca editores, San Salvador, primera edición 2005, p. 474. 475

Por Luis Van de Velde

                                           Yo estoy siempre con vosotros hasta el fin del mundo

Mateo no ha querido terminar su narración evangélica con el relato de la Ascensión. Su evangelio, redactado en condiciones difíciles y críticas para las comunidades creyentes, pedía un final diferente al de Lucas.

Una lectura ingenua y equivocada de la Ascensión podía crear en aquellas comunidades la sensación de orfandad y abandono ante la partida definitiva de Jesús. Por eso Mateo termina su evangelio con una frase inolvidable de Jesús resucitado: «Sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».

Esta es la fe que ha animado siempre a las comunidades cristianas. No estamos solos, perdidos en medio de la historia, abandonados a nuestras propias fuerzas y a nuestro pecado. Cristo está con nosotros. En momentos como los que estamos viviendo hoy los creyentes es fácil caer en lamentaciones, desalientos y derrotismo. Se diría que hemos olvidado algo que necesitamos urgentemente recordar: él está con nosotros.

Ascensión de Jesús

Los obispos, reunidos con ocasión del Concilio Vaticano II, constataban la falta de una verdadera teología de la presencia de Cristo en su Iglesia. La preocupación por defender y precisar la presencia del Cuerpo y la Sangre de Cristo en la eucaristía ha podido llevarnos inconscientemente a olvidar la presencia viva del Señor resucitado en el corazón de toda la comunidad cristiana.

Sin embargo, para los primeros creyentes, Jesús no es un personaje del pasado, un difunto a quien se venera y se da culto, sino alguien vivo, que anima, vivifica y llena con su espíritu a la comunidad creyente.

Cuando dos o tres creyentes se reúnen en su nombre, allí esta él en medio de ellos. Los encuentros de los creyentes no son asambleas de hombres huérfanos que tratan de alentarse unos a otros. En medio de ellos está el Resucitado, con su aliento y fuerza dinamizadora. Olvidarlo es arriesgarnos a debilitar de raíz nuestra esperanza.

Todavía hay algo más. Cuando nos encontramos con un hombre necesitado, despreciado o abandonado, nos estamos encontrando con aquel que quiso solidarizarse con ellos de manera radical. Por eso nuestra adhesión actual a Cristo en ningún lugar se verifica mejor que en la ayuda y solidaridad con el necesitado. «Cuanto hicisteis a uno de estos pequeños, a mí me lo hicisteis».

El Señor resucitado está en la eucaristía alimentando nuestra fe. Está en la comunidad cristiana infundiendo su Espíritu e impulsando la misión. Está en los pobres moviendo nuestros corazones a la compasión. Está todos los días, hasta el fin del mundo.

Testigos de la Palabra

 Rufino Velasco

uno de los mejores especialistas y testigos del Concilio Vaticano II

  • Recién cumplidos los noventa años nos ha dejado en silencio en plena cuarentena el 22 de abril el teólogo y poeta Rufino Velasco Martínez, persona entrañable, compañero noble, colega solidario y creyente sincero, con quien compartimos experiencias comunitarias en los sectores populares, luchas en favor de la justicia y de la libertad y reflexiones teológicas en el horizonte de la liberación. Fue uno de los mejores especialistas y testigos del Vaticano II, el Concilio de la Reforma eclesial que, a través de sus clases, encuentros de grupos cristianos, publicaciones y actividad pastoral, hizo realidad en la Iglesia, la sociedad y la teología españolas no sin dificultades y resistencias por parte de un sector de la jerarquía eclesiástica.

Colaboramos juntos en las revistas Misión Abierta, Éxodo y Utopía, donde escribió numerosos artículos que iluminaron el itinerario de muchos cristianos y cristianas en diferentes momentos de la historia reciente del cristianismo en España: la dictadura franquista, el Concilio Vaticano II, la transición política, la larga invernada eclesial con Juan Pablo II y Benedicto XVI y la nueva primavera de la “Iglesia en salida” con el papa Francisco.

La comunidad de Fernández de los Ríos con la que Rufino ha convivido durante más de 40 años (integrada por José Luis Sierra, Benjamín Forcano, Secundino Movilla y Evaristo Villar) contó siempre con el apoyo, el aliento y la complicidad del obispo, poeta y profeta Pedro Casaldáliga, compañero y amigo, que la acogió en su diócesis brasileña de Mato Grosso en situaciones de exilio eclesial. En él encontró esta comunidad el reconocimiento religioso y la ciudadanía eclesial, que otros colegas le negaron.

Aplicando a Rufino dos títulos de sendos libros de Casaldáliga se podría decir que vivió lúcidamente en “Tierra nuestra, libertad”, “en rebelde fidelidad” y “reconciliado consigo mismo, con la naturaleza, con los hermanos y hermanas, con la historia humana, con Dios Padre/Madre

Juan José Tamayo|Evaristo Villar

MONICIONES: 7º  PASCUA: ASCENSIÓN  A  .

(Celebraciones en las casas)

Ambientación.
Hoy es la fiesta de la Ascensión del Señor. En el Credo decimos que Jesús “subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre”. Pero las cosas no ocurrieron exactamente así, porque Jesús no se fue a ningún sitio. Nos lo dijo él: “Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” Pues eso: Jesús no se ha ido. Lo que pasa es que está con nosotros pero de otra manera. Ahora no lo vemos con los ojos de la cara.///La Ascensión también significa que los cristianos tuvieron que tomar las riendas de la iglesia de entonces. Con la presencia invisible de Jesús y con la ayuda de su Espíritu, fueron sacando adelante a la comunidad cristiana. Pues de eso vamos a hablar. Bienvenidos todos. Que os sintáis a gusto y que disfrutéis.
Comenzamos: En el nombre del P.
Saludo: Que el amor Dios y la fuerza de su Espíritu, estén con todos vosotros.

Perdón. -Para que te sintamos  presente entre nosotros. Señor,
-Para que el Espíritu nos de fuerza para cumplir con nuestras tareas: Cristo, ten …
-Para que el evangelio de Jesús guíe siempre nuestros pasos: Señor, ten piedad,

Oración de los fieles.
A Jesús que nos prometió que siempre estaría con nosotros, hoy le presentamos nuestras pobrezas y le decimos: Señor, cuida de nosotros con cariño.
-Por la iglesia de Dios, para que siempre prediquemos los valores del evangelio donde estemos. Oremos.
-Por todos los que estamos sufriendo la crisis del coronavirus, para que Dios nos ayude a vencer en esa lucha. Oremos.
-Por los que se han alejado de la fe, para que recuperen la alegría de sentirse hijos de Dios. Oremos.
-Por los pobres, los refugiados y todos los que sufren, para que sientan sobre ellos el cariño de Dios. Oremos.
-Por nuestro pueblo y por nuestra parroquia, para que aguardemos sin dormirnos la venida del Espíritu.  Oremos.
Señor Jesús: envía sobre nosotros tu Espíritu para que seamos buenas personas y para que trabajemos por un mundo nuevo. Tú que vives…

Bendición final: -Dios nuestro Padre que, por medio de su Hijo Jesús, nos ha abierto las puertas del evangelio, que hoy nos colme de sus bendiciones. Amén.
-Y ya que Jesús se manifestó resucitado a sus amigos cuando lo necesitaron, que a nosotros también nos conceda vivir siempre bajo su mirada cariñosa. Amén.
-Y así como nos sentimos contentos al celebrar la Ascensión de Jesús, que sintamos también que Él está con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén.
-Y la bendición de Dios ….
Despedida. Hemos terminado esta misa. Recordamos que el Señor no se ha ido. Sigue siempre con nosotros. El próximo domingo es una fiesta muy grande: Pentecostés. Pues que paséis un buen día. Podéis ir  en paz.

PUNTOS-HOMILÍA-ASCENSIÓN DEL SEÑOR  A 20.

Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra@.
Los primeros cristianos vivieron con mucha alegría la etapa de las apariciones de Jesús. De buenas a primeras Jesús resucitado se les aparecía y se ponían contentísimos. San Lucas dice que Jesús, aprovechó en ese tiempo de las apariciones para hablarles del Reino de Dios. Es decir; del mundo nuevo. Pero esa etapa de las apariciones tenía que terminar y un día terminó. ¿Qué pasó entonces? ¿Cómo iban a funcionar los primeros cristianos? Pues el evangelio de hoy dice que hasta el último momento, “algunos vacilaban”. Es decir: que no tenían las cosas muy claras. Pues esa gente que no tenían las cosas muy claras eran la primera comunidad cristiana a la que Jesús le había prometido que no los iba a abandonar nunca. Les iba a enviar su Espíritu. Luego, sólo el evangelio de San Lucas dice que Jesús subió al cielo en las afueras de Jerusalén y que subió bendiciendo a sus amigos. Los otros evangelios no dicen nada de eso. El evangelio de San Mateo que es el que hemos leído ahora solo dice que Jesús desde un monte de Galilea envió a sus discípulos por el mundo a predicar las cosas bonitas que habían aprendido a su lado. Y para que no se sintieran solos o abrumados por esa misión tan difícil, Jesús termina diciéndoles: «Yo estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo».  Así termina el evangelio de San Mateo. Como si les dijera: “Tranquilos: que yo no me voy porque voy a estar siempre con vosotros aunque no me veáis con los ojos de la cara”. Pues eso es lo que celebramos ahora: que el Señor no se ha ido sino que está con nosotros aunque no lo veamos con los ojos de la cara. Ya sabéis que en la crisis del coronavirus mucha gente se ha sentido como desamparados de Dios. Pues no. Ese era un buen momento para recordar que Jesús sigue con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Y el sentir esa presencia cariñosa de Jesús es una experiencia muy bonita. Nos da fuerzas para seguir adelante en nuestras luchas. Y ¿qué tenemos que hacer ahora que todavía estamos perseguidos por ese virus? Pues tenemos que proponernos hacer otro mundo distinto del que teníamos: un mundo menos egoísta y más humano. Y ¿cómo se hace ese mundo nuevo? Pues ese mundo nuevo lo hemos visto un poquito cuando los sanitarios trabajaban hasta el agotamiento por los enfermos,  y lo hemos visto en multitud de gentes admirables que han vivido cuidando de los desvalidos, de los pobres, de los que sufrían. Fijaos: cuando nos esforzamos por ser buenas personas, cariñosos, cercanos a los que sufren …. ya estamos haciendo un mundo nuevo. Y ¿cómo podremos hacer esa tarea tan grande y tan bonita? Pues como siempre: nosotros ponemos lo poquito que tengamos y el Señor con su Espíritu se encargará de poner lo demás. Un día Jesús hizo una locura: poner a su iglesia en las manos de unos pobres hombres. Pues la iglesia no se hundió porque Jesús sigue con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Que no se nos olvide eso.

La Buena Noticia del Dgo. 6º-Pasc-A

La promesa del Espíritu

Jn 14, 15-21

El Padre os dará otro defensor, el Espíritu de la verdad

Jesús promete a sus discípulos la venida del Espíritu Santo, que será la forma nueva de la presencia de Jesús entre nosotros,

El Espíritu nos hace conscientes de ser hijos de Dios y nos hace sentirnos hermanos y constructores del Reino. También el Espíritu continúa ayudándonos a recordar y a actualizar la palabra y la obra de Jesús a lo largo de la historia.

Si vivimos guiados por el Espíritu, recordando y guardando su palabra, conoceremos la paz. Tenemos que dejarnos guiar por el Espíritu que animó la vida de Jesús.

Lectura de la Palabra

Juan 14,15-21

Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Yo le pediré al Padre que os dé otro defensor, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque vive con vosotros y está con vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy con mi Padre, y vosotros conmigo y yo con vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré y me revelaré a él.»

Comentarios a la Palabra

La promesa del Espíritu, el “defensor” o “paráclito”

Espíritu

Por José Antonio Pagola

La verdad es que los seres humanos somos bastante complejos. Cada individuo es un mundo de deseos y frustraciones, ambiciones y miedos, dudas e interrogantes. Con frecuencia no sabemos quiénes somos ni qué queremos. Desconocemos hacia dónde se está moviendo nuestra vida. ¿Quién nos puede enseñar a vivir de manera acertada?

Aquí no sirven los planteamientos abstractos ni las teorías. No basta aclarar las cosas de manera racional. Es insuficiente tener ante nuestros ojos normas y directrices correctas. Lo decisivo es el arte de actuar día a día de manera positiva, sana y creadora.

Para un cristiano, Jesús es siempre su gran maestro de vida, pero ya no le tenemos a nuestro lado. Por eso cobran tanta importancia estas palabras del evangelio: «Yo le pediré al Padre que os dé otro Defensor que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad».

Necesitamos que alguien nos recuerde la verdad de Jesús. Si la olvidamos, no sabremos quiénes somos ni qué estamos llamados a ser. Nos desviaremos del evangelio una y otra vez. Defenderemos en su nombre causas e intereses que tienen poco que ver con él. Nos creeremos en posesión de la verdad al mismo tiempo que la vamos desfigurando.

Necesitamos que el Espíritu Santo active en nosotros la memoria de Jesús, su presencia viva, su imaginación creadora. No se trata de despertar un recuerdo del pasado: sublime, conmovedor, entrañable, pero recuerdo. Lo que el Espíritu del Resucitado hace con nosotros es abrir nuestro corazón al encuentro personal con Jesús como alguien vivo. Solo esta relación afectiva y cordial con Jesucristo es capaz de transformarnos y generar en nosotros una manera nueva de ser y de vivir.

Al Espíritu se le llama en el cuarto evangelio «defensor» o «paráclito», porque nos defiende de lo que nos puede destruir. Hay muchas cosas en la vida de las que no sabemos defendernos por nosotros mismos. Necesitamos luz, fortaleza, aliento sostenido. Por eso invocamos al Espíritu. Es la mejor manera de ponernos en contacto con Jesús y vivir defendidos de cuanto nos puede desviar de él.

6 Pascua – A (Juan 14,15-21)

El Abogado defensor 

“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; y el que me ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él» (Jn 14, 15-21). 

Comentario 

Iniciamos las despedidas de Jesús. La Iglesia alude a ellas en la semana en la que se cumplen los cuarenta días de Pascua, aunque la Ascensión del Señor se celebre el próximo domingo. Las palabras de Jesús, si se les da fe, confortan, acompañan, serenan, dan confianza, porque no nos quedaremos solos, sin el auxilio del cielo.

Parece que la promesa del Señor está sujeta a un condicional: “Si me amáis”. “El que acepta mis mandamientos”, como si pudiéramos afectar la voluntad del SeñorJesús siempre está dispuesto a venir en nuestra ayuda. De nosotros depende el acoger lo que nos ofrece y dar fe a su palabra. 

Cree que Dios te habita,  que Jesús desea ser tu huésped,  que eres amado de Dios, y no estás a la intemperie, sino que te asiste un Defensor, un Abogado, el Espíritu Santo, quien tiene el encargo de dejarnos sentir la presencia sagrada en el hondón del ser. 

Testigos de la Palabra

Nosotros no podemos esconder su rostro. No podemos acallar su voz.
Nosotros no podemos esconder su rostro. No podemos acallar su voz.

Alfonso Navarro, recién ordenado, comenzó su trabajo pastoral en San Juan Opico donde tomó contacto con jóvenes y campesinos.
Formó grupos de jóvenes animándoles con la doctrina social de la Iglesia para que tomaran conciencia de vivir en comunidad, de asumir su papel histórico de transformar el mundo.
Será el primer sacerdote diocesano que muere mártir el 12 de mayo de 1977, asesinado por el escuadrón de la muerte de la Unión Guerrera Blanca (UGB), que había anunciado matar a curas jesuitas y marxistas.
Alfonso ya lo presentía porque unos días antes dijo: “Posiblemente yo seré el próximo, pero no me lloren, traigan claveles rojos que son señal de alegría en la Iglesia”.
Unos hombres armados entraron a su casa matando a Luisito de 14 años y dispararon a Alfonso. Cuando le llevaban herido al hospital donde falleció dijo: “He predicado la paz en mi tierra, sigan mis pasos, les perdono a todos, aún a los que me han matado. Voy feliz”.

Caminando con Carlos Mugica rumbo a sus 50 (1974 – 2024)

Asesinado por la extrema derecha por su compromiso con los pobres (11 de mayo de 1974)

Reflexión sobre el cura y la política. La búsqueda dela felicidad del pueblo.

Por Eduardo de la Serna

En el año introductorio del seminario, el régimen era algo estricto, quizás algo monacal. Después de la oración de la noche todo se apagaba hasta la mañana siguiente. Salíamos después del desayuno del domingo para volver, ese mismo día, para la oración final. La cuestión es que ese 12 de mayo, era 1974, un compañero me despierta diciendo: “¡mataron a Mugica!” ¡Un mazazo! Para peor, en la misa, antes del desayuno, el cura encargado soltó que “¡el que siembra vientos, recoge tempestades!” ¡Otro más! No hacía mucho había hablado con Carlos por teléfono; me interesaba escuchar su palabra, totalmente distinta a lo que nos decía la oficialidad, sobre la relación del cura y la política. Quedamos que un domingo lo vería en el Instituto de Cultura Religiosa Superior, donde celebraba misa vespertina, para charlar y de ahí volver al Seminario. ¡Nunca pude concretarlo!

Estuve toda esa tarde en San Francisco Solano (recuerdo que se cantó decenas de veces el Salmo: “yo pongo mi esperanza en ti, Señor, ¡y confío en tu palabra!”). Estuve mucho tiempo en la vereda de la Parroquia en triste silencio. Desconcertado. Dolorido. Luego tuve que volver al Seminario previo paso por la casa de mis padres. Al cuerpo de Carlos lo llevaron de allí a la villa 31, donde yo lo había conocido y algo colaboraba, para seguir el velatorio y finalmente, llevarlo de allí al Cementerio. Pero, aunque los seminaristas sí pudieron participar, a los del pre-seminario no nos autorizaron a ir. ¡Nuevo mazazo!

Hoy Carlos tendría 92 años (nació el 7 de octubre de 1930). Siempre he creído que decir, o insinuar “hoy Carlos diría / pensaría / estaría” es mera ficción. Todos tenemos en nuestra vida frenos, retrocesos, saltos, cambios, aceleraciones… nadie sigue un movimiento lineal en una misma dirección; lo que sí es razonable es mirar, escuchar, leer a Carlos ayer y luego mirar nuestro hoy y dejarnos iluminar por aquello.

La charla mía pendiente con él era, precisamente, sobre el cura y la política. Nos era presentada como un mundo de dos horizontes casi opuestos; lo “sacerdotal” era lo sacro, lo vertical, lo celestial, mientras la política era horizontal, era algo in-mundo. Por supuesto que, como persona de su tiempo, Carlos no conocería ni habría leído mucho de lo que hoy dicen los estudiosos de la Biblia, de la teología, de las ciencias sociales sobre ese tema, y para ver el hoy no podríamos ignorarlo… Por ejemplo, en su artículo “el sacerdote y la política” dice que

el sacerdote que siempre tiene el deber de anunciar a los hombres que sólo en Cristo está la liberación total del hombre, que culmina en su divinización, no puede eludir la dimensión política de su misión ya que el Reino de Dios, comienza aquí abajo.

Y esa es la única vez que aparece la categoría “reino” en todo el artículo. En su artículo “Jesús y la política”, el término “reino” se encuentra bastantes veces más (relee un libro clásico de Oscar Cullmann, “Jesús y los revolucionarios de su tiempo”) pero prácticamente en todas las ocasiones el reino se trata de algo “escatológico”, que vendrá en un futuro. La única excepción se encuentra en el párrafo final:

Este trabajo de Cullmann es un aporte importante para la reflexión de los cristianos, que hoy, tal vez con más seriedad que nunca, asumen el compromiso político y la lucha revolucionaria porque comprende que el Reino de Dios comienza ya en este mundo.

En “el rol del sacerdote” sólo se encuentra dos veces el término, pero en el sentido de “reino de los cielos” en sendas citas del Evangelio de Mateo (7,21; 13,44). Con esto señalo que Carlos, aunque no temía embarrarse en el terreno de la política, no teologizaba esa actitud con la, hoy indispensable, categoría Reino porque no era, todavía, un tema central en la teología (el libro clásico “Reino y Reinado de Dios”, de Rudolf Schnackenburg, de 1959, recién fue traducido al castellano [y en una traducción no demasiado buena] en 1965; y las consecuencias históricas del tema fueron comenzadas a extraer de un modo más tardío, especialmente por la Teología de la Liberación que Carlos conoce sólo en sus inicios de modo incipiente). Además, parece conveniente distinguir la cuestión social de la cuestión política. Teniendo un ministerio pastoral en la villa de Retiro, lo social no podía menos que interpelarlo, pero lo político, hasta 1972 era un tema obturado por la Dictadura. En realidad, lo político Carlos lo fue “mamando” desde su contacto amoroso con los pobres, y eso – en aquel tiempo – tenía un nombre: Juan Domingo Perón; decir “el pueblo es peronista” resultaba algo que difícilmente podía ser rebatido. Pero una actitud de “meterse en política” no tenía posibilidad alguna, ni concreción antes de la convocatoria a elecciones en 1972, para marzo de 1973. Fue precisamente en 1972 que Perón regresa por primera vez a la Argentina, y que en el grupo que acompaña este viaje están Carlos y su gran amigo Jorge Vernazza. Todo indica que dos cosas confluyeron en este proceso de conversión de Mugica al peronismo (luego de su visceral anti peronismo que celebró “el júbilo orgiástico de la oligarquía” cuando es derrocado en septiembre de 1955). En primer lugar, el amor del pueblo por el peronismo, la convicción de que “los días más felices” habían ocurrido en su gobierno, pero también, la convicción de que el peronismo era y sería el que mejor haría por los pobres de la patria. No se hablaba, entonces, de “opción preferencial por los pobres”, pero de eso se trataba.

Hoy, pensar en la invasión mediática de la “anti-política” me recuerda, precisamente, el esquema “mundo – in-mundo” que vivíamos entonces en el Seminario. Una suerte de fundamentalismo espiritualista que en nada se asemeja al Evangelio. La primera vez que escuché hablar de la cercanía del martirio contemporáneo, precisamente, la leí cuando Carlos comentaba las espantosas torturas del gobierno “stronista” de Paraguay al cura Monzón (“el rol del sacerdote”). Allí se vislumbraba que la militancia social, cuando entra en el terreno político, provoca una grieta propia del reino de Dios. La misma que provocó en vida la persona de Carlos, por cierto (porque “en muerte” quedaba bien reconocerlo, y – por supuesto – buscar despegar de su asesinato a los “amigos”). Se suele decir que el cura al entrar en política opta por “un partido” (= una parte) cuando debe ser cura “de todos”, olvidando que la garantía de la “universalidad” del ser cura viene dada por su ubicarse entre, por, con y para los pobres (sólo desde los pobres se garantiza la universalidad). Y, sería, además, ingenuo desconocer que los pobres lo son por “causa”, y los “causantes” eligen no quedar “de este lado de la grieta”, como el rico, que prefirió salir del camino de Jesús cuando le dijo que “comparta sus bienes con los pobres”. Son los que voluntariamente eligen no quedar del lado de los pobres, debemos reconocerlo. En lenguaje de ayer, “el anti-pueblo”. Hoy, pensar en el testimonio del martirio, y en este caso especialmente el de Carlos, y buscar militantemente lo que creemos firmemente que es lo que mejor beneficia a los pobres parece que debería ser una escucha de su memoria, un reconocerlo como “lugar teológico” y dejarnos enseñar. Claro que muchos no lo terminarán de entender… como no entendieron a Carlos ayer, aunque lo saluden muerto. Por ser, precisamente “lugar teológico” es que Carlos sigue hablando, sigue vivo… sigue molestando. ¡Hasta la victoria! ¡Siempre!

6º Pascua: Celebración familiar

(17.05.2020): Derechos y deberes humanos son Evangelio

Por  Rufo González

Oración

Dios todopoderoso, concédenos continuar celebrando con intenso fervor estos días de alegría en honor de Cristo resucitado, de manera que prolonguemos en nuestra vida el misterio de fe que recordamos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos.

Lectura del santo Evangelio según san Juan(14, 15-21)

Comentario: “Vosotros me veréis, y viviréis, porque yo sigo viviendo” (Jn 14,15-21)

El género literario de “discursos de despedida”, le sirve al evangelista Juan para resumir una serie de instrucciones, puestas en boca de Jesús, sobre su presencia resucitada. Los discípulos perciben que el Resucitado les acompaña con su Espíritu, llamado aquí “Espíritu de la verdad”, y unos versículos más adelante “Espíritu Santo” (Jn 14,26). Aquí aparece el Espíritu como promesa: “Yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté siempre con vosotros” (v. 16). Sólo el evangelista Juan transmite este título de “paráclito”. Formado por dos raíces griegas (“para”: junto a, y “kaleo”: llamar), significa lo mismo que la palabra latina “advocatus” (“ad”: “junto a”, y “vocatus”: “llamado”), abogado en castellano): “llamado a estar junto a”, “llamado” por alguien para algo. Este modo de entender el Espíritu surge del mundo jurídico, donde un abogado es el que es llamado para que le informe, defienda, sostenga y consuele… En el “mundo” (para Juan es el ámbito de odio, mentira, codicia…) es lógico que los cristianos entren en conflictos constantes por vivir el Evangelio de la vida, la verdad, la dignidad de hijos de Dios… Para vivir así necesitan “otro defensor” que les defienda e ilumine, les apoye y consuele, como había hecho Jesús. El mismo Juan reconoce a Jesús resucitado como “uno que abogue ante el Padre: Jesucristo, elJusto”, (1Jn 2,1). El Espíritu será, pues, en la tierra y en el cielo, el sustituto de Jesús, “otro paráclito”.

El Espíritu de la verdad” (v. 17), le define Jesús. Como a sí mismo: “yo soy la verdad” (Jn 14,6). Buscar la verdad en todos los ámbitos de la vida es dejarse llevar por el Espíritu de Jesús. Benedicto XVI reconocía que: “La fidelidad al hombre exige la fidelidad a la verdad, que es la única garantía de libertad (cf. Jn 8,32) y de la posibilidad de un desarrollo humano integral. Por eso la Iglesia la busca, la anuncia incansablemente y la reconoce allí donde se manifieste. Para la Iglesia esta misión de verdad es irrenunciable… Abierta a la verdad, de cualquier saber que provenga, …la Iglesia la acoge, recompone en unidad los fragmentos en que a menudo la encuentra, y se hace su portadora en la vida concreta siempre nueva de la sociedad de los hombres y los pueblos” (Nº 9 de “Caritas in Veritate”. 29 de junio 2009). Un gran texto teórico. Pero la historia eclesial es pobre en la práctica. “La autoridad de la verdad” ha venido siendo contradicha por la “la verdad de la autoridad” durante siglos. Y aún sigue. Basten como ejemplo dos temas eclesiales conectados a los derechos humanos: el celibato obligatorio para el clero y la negación del ministerio ordenado a la mujer cristiana. Dos  contradicciones que se siguen manteniendo por amparar unas tradiciones contrarias a la verdad de nuestra cultura y del Nuevo Testamento.

El mundo no puede recibirlo, porque no lo ve ni lo conoce; vosotros lo conocéis porque mora en vosotros y está en vosotros” (v. 17). La “ausencia de amor gratuito” (agape) es lo que se da en el “mundo” de Juan. Sin este amor no se percibe al Dios de Jesús, porque “Dios es amor” (1Jn 4,8). Jesús promete que volverá, y los discípulos le “verán y vivirán, porque él sigue viviendo”. Alude a la “presencia ilimitada” del Espíritu-Amor, que habita en todo el que ama: “al que me ama, será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él” (v. 21).

Oración: “Vosotros me veréis, y viviréis, porque yo sigo viviendo” (Jn 14,15-21)

Hoy, Jesús resucitado invitas a contemplar:

tu nueva presencia a través del Espíritu Santo.

Te oímos decir: “Si me amáis, guardaréis mis mandamientos…”;

“pediré al Padre que os dé otro paráclito, que esté siemprecon vosotros”;

“vosotros lo conocéis porque moracon vosotros y está en vosotros”;

“vosotros me veréis, y viviréis, porque yo sigo viviendo”.

“al que me ama, será amado por mi Padre,

y yo también lo amaré y me manifestaré a él”.

“Vendremos a él y haremos morada en él”.

Creer en Ti, Jesús, “camino, verdad y vida”, es:

zambullirse en la corriente de la historia;

colaborar en la búsqueda de verdad y vida;

defender la dignidad y los derechos y deberes humanos.

Así comulgamos contigo, con el Padre y con el Espíritu:

iniciamos nuestro modo de “entendernos” con el “Misterio”;

encontramos que tu Espíritu nos habita,

nos convence que somos hijos de Dios,

nos intima tu amor a la verdad, a la vida, a la justicia…;

nos hace ver y juzgar la realidad, la historia…

Tu Espíritu nos hace dueños de nosotros mismos:

nos da madurez para pensar y decidir;

nos esclarece la igualdad y la libertad de todos…;

sentimos que “para la libertad nos ha liberado Cristo;

manteneos, pues, firmes, no dejéis que vuelvan a someteros a yugos de esclavitud” (Gál 5,1).

Creo, Jesús resucitado, que es tu Espíritu:

quien, a su debido tiempo, cuando somos capaces de cargar con ello,

nos hace conscientes de los “derechos y deberes humanos”;

quien mueve el consenso universal en torno a estos derechos y deberes;

quien convence de que estos derechos y deberes son la base verdadera

de cualquier propuesta de sentido, sobre todo, religioso.

Derechos y deberes humanos están en tu Evangelio:

“yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante” (Jn 10,10);

“venid benditos de mi padre.., porque tuve hambre y me diste de comer,

tuve sed y me diste de beber, fui forastero y me hospedasteis,

estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis,

en la cárcel y vinisteis a verme…

Cada vez que lo hicisteis con uno de estos, los más pequeños,

conmigo lo hicisteis…” (Mt 25, 31-46).

Nos alegra oír de quienes presiden la Iglesia:

– “Estamos dispuestos para servir a los seres humanos, no sólo a los católicos;

a defender en primer lugar los derechos de la persona humana

y no sólo los de la Iglesia” (Pablo VI, clausura del Vaticano II).

– “El camino de la iglesia es el ser humano” (J. Pablo II: “Redentor hominis”, 14).

– “Los derechos y los consiguientes deberes…

son el fruto de un sentido común de la justicia,

basado principalmente sobre la solidaridad entre los miembros de la sociedad

y, por tanto, válidos para todos los tiempos y todos los pueblos”

(Benedicto XVI. Discurso en Naciones Unidas. Nueva York. 18.04.2008).

– “Cada uno está llamado a contribuir con coraje y determinación…

a respetar los derechos fundamentales de cada persona,

especialmente de las “invisibles”: de los muchos que tienen hambre y sed,

que están desnudos, enfermos, son extranjeros o están detenidos (Mt 25.35-36),

que viven en los márgenes de la sociedad o son descartados.

Esta necesidad de justicia y solidaridad tiene un significado especial

para nosotros los cristianos, porque el Evangelio mismo nos invita

a dirigir la mirada a los más pequeños de nuestros hermanos y hermanas,

a movernos a la compasión (Mt 14:14)

y a trabajar arduamente para aliviar sus sufrimientos” (Francisco 70 aniversario

de Declaración Universal de los Derechos Humanos. 11.12.2018).

Danos, Cristo Jesús, a sentir la fuerza de tu Espíritu:

tu “otro abogado”, que “está con nosotros”, y nos defiende,

nos anima a aceptar y respetar los derechos humanos;

nos hace testigos de tu amor servicial a todos.

Preces de los Fieles (D. 6º Pascua 17.05.2020)

Pidamos ser dóciles a la inspiración del Espíritu de Bien, de Verdad, de Amor, de Justicia, de Paz… Es decir, del Espíritu de Jesús. Pidámoslo diciendo: “queremos vivir de tu Espíritu”.

Por la Iglesia:

– que se renueve bajo la inspiración del Amor del Padre;

– que esté “abierta a la verdad, de cualquier saber que provenga”.

Roguemos al Señor: “queremos vivir de tu Espíritu, Señor”.

Por la paz del mundo:

– que rechacemos la violencia como modo de solucionar conflictos;

– que respetemos los derechos humanos como punto de partida.

Roguemos al Señor: “queremos vivir de tu Espíritu, Señor”.

Por las intenciones del Papa (Mayo2020):

– que “los diáconos sean fieles al servicio de la Palabra y de los pobres”;

– que “sean un signo vivificante para toda la Iglesia”.

Roguemos al Señor: “queremos vivir de tu Espíritu, Señor”.

Por nuestras parroquias:

– que sean comunidades sanas y sanadoras;

– que todos podamos hablar y decidir en comunión.

Roguemos al Señor: “queremos vivir de tu Espíritu, Señor”.

Por los enfermos y desamparados:

– que sea el centro de nuestras comunidades;

– que encuentren fuerza y ayuda en el amor de Jesús.

Que nos abramos a tu Espíritu, Señor Jesús: dejemos que mueva nuestro espíritu a perdonar, a construir una comunidad, una Iglesia viva, donde todos puedan realizarse y sentirse amados. Te lo pedimos de corazón, Jesús resucitado, que vives en nosotros por los siglos de los siglos. Amén.

Oración final:

Dios todopoderoso, que nos haces renacer a la vida eterna por la resurrección de Cristo, concede que los sacramentos pascuales den fruto abundante en nosotros, e infunde en nuestros corazones la fuerza de este alimento de salvación. Por Jesucristo, nuestro Señor.

La bendición de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre nosotros. Amén.

El legado de Rutilio

BREVE RESEÑA HISTÓRICA DEL PADRE RUTILIO GRANDE

* Contar la historia de Rutilio Grande es contar parte de la historia del pueblo salvadoreño.

 

Rutilio nació en El Paisnal un 5 de julio de 1928. De niño aprendió a conocer y querer a Jesús y sintió la vocación al sacerdocio.

También sufrió desde la infancia las dificultades económicas y familiares que marcan a la mayoría de los salvadoreños. Pero con el apoyo y amistad de Mons. Luis Chávez y González, ingresó en el Seminario en 1941, y 4 años después en la Compañía de Jesús.

* Viajó a Ecuador y Panamá, y regresó como profesor al Seminario de San José de la Montaña. En Oña, España, estudia filosofía y es ordenado sacerdote el 30 de julio de 1959. En Bélgica estudió pastoral, y asimiló el principio de la participación y la horizontalidad. En 1965 se incorpora al Seminario como profesor y prefecto de disciplina. Allí fue compañero de muchos sacerdotes, donde su palabra, su cariño y su influjo tuvieron una resonancia especial.

* Su intervención en la Semana Nacional de Pastoral en julio de 1970 fue decisiva.    Ese año, por su profética homilía del 6 de agosto tuvo que dejar el Seminario y pasa al Externado San José. En 1972 viaja al Instituto Pastoral de Ecuador (IPLA), donde conoce a Mons. Leónidas Proaño y reafirma su carisma pastoral basado en la participación de los laicos y en el diálogo comunitario como medios para una liberación integral de los más pobres. A su regreso de Ecuador se hizo cargo del equipo misionero en la parroquia de Aguilares, el 24 de septiembre de 1972, desempeñando un papel vital en la pastoral arquidiocesana y nacional, y donde entregó la vida un 12 de marzo de 1977, por ser fiel a la opción que marcó su vida y su ministerio, que se caracterizaron por la denuncia de las injusticias y la búsqueda por encarnar el Reino de Dios.

* Le habían amenazado, y la prudencia dictaba que no acudiese a celebrar la novena en honor de San José, en El Paisnal. Pero optó por estar con su pueblo. Esa tarde salió a celebrar la Eucaristía, acompañado por Manuel Solórzano, de 72 años, Nelson Rutilio Lemus, de 16 y unos dos o tres niños. Mientras atravesaban los cañales fueron brutalmente ametrallados. El cuerpo de Rutilio recibió 12 disparos, todos ellos mortales, excepto el del pie. “El asesinato de Rutilio Grande quiso vanamente detener el proceso ya desencadenado y que estaba dando paso a “una historia nueva.” Como la cruz de Jesús significó novedad de vida, la muerte del P. Grande hizo que naciera un gran profeta: Mons. Romero, que un año después, dijo: “Y porque tuvo el valor de desenmascarar tantas cosas, ya se le buscaba para matarlo y se le mató… Lo que no sabían es que ellos ponían en el surco una semilla que reventaría en grandes cosechas como decía Cristo: “El grano de trigo muere no para quedarse sepultado, sino para dar mucho fruto” (M. Romero 5/3/78).

La Buena Noticia del Dgo. 5º de Pascua-A

El camino cristiano

Jn 14, 1-12

Yo soy el camino, la verdad y la vida

Para los primeros creyentes, el cristianismo no era propiamente una religión, sino una nueva forma de vivir. Lo llamaban «El camino», un camino nuevo y vivo para enfrentarse a la vida; es el camino inaugurado por Jesús y que hay que recorrer «con los ojos fijos en Él»

Jesús nos muestra que el camino hacia e Padre es el de la práctica de la caridad. Cristiano será aquel que va descubriendo en Jesús el camino más acertado para vivir.

¿En qué caminos nos movemos nosotros? ¿Cómo podemos hallar el camino del Señor en la situación que estamos viviendo?

Lectura de la Palabra

Yo soy el camino, y la verdad, y la vida

 Lectura del santo evangelio según san Juan 14, 1-12

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:

—«No perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros. Y a donde yo voy, ya sabéis el camino».

Tomás le dice:

—«Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?».

Jesús le responde:

—«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo conocéis y lo habéis visto».

Felipe le dice:

—«Señor, muéstranos al Padre y nos basta».

Jesús le replica:

—«Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces, Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que yo os digo no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores. Porque yo me voy al Padre».

Comentarios a la Palabra

Pagola: «Para los primeros creyentes, el cristianismo no era propiamente una religión,

sino una forma nueva de vivir»

Frescos de las primeras comunidades en las Catacumbas de San Calixto, en Roma

Frescos de las primeras comunidades en las Catacumbas de San Calixto, en Roma

Los cristianos de la primera y segunda generación nunca pensaron que con ellos estaba naciendo una religión. De hecho, no sabían con qué nombre designar a aquel movimiento que iba creciendo de manera insospechada. Todavía vivían impactados por el recuerdo de Jesús, al que sentían vivo en medio de ellos.

Por eso, los grupos que se reunían en ciudades como Corinto o Éfeso comenzaron a llamarse «iglesias», es decir, comunidades que se van formando convocadas por una misma fe en Jesús. En otras partes, al cristianismo lo llamaban «el camino». Un escrito redactado hacia el año 80 y que se llama carta a los Hebreos dice que es un «camino nuevo y vivo» para enfrentarse a la vida. El camino «inaugurado» por Jesús y que hay que recorrer «con los ojos fijos en él».

Primeros cristianos

No hay duda alguna. Para estos primeros creyentes, el cristianismo no era propiamente una religión, sino una forma nueva de vivir. Lo primero para ellos no era vivir dentro de una institución religiosa, sino aprender juntos a vivir como Jesús en medio de aquel vasto imperio. Aquí estaba su fuerza. Esto era lo que podían ofrecer a todos.

En este clima se entienden bien las palabras que el cuarto evangelio pone en labios de Jesús: «Yo soy el camino, la verdad y la vida». Este es el punto de arranque del cristianismo. Cristiano es un hombre o una mujer que en Jesús va descubriendo el camino más acertado para vivir, la verdad más segura para orientarse, el secreto más esperanzador de la vida.

Iglesia, comunidad

Iglesia, comunidad

Este camino es muy concreto. De poco sirve sentirse conservador o declararse progresista. La opción que hemos de hacer es otra. O nos organizamos la vida a nuestra manera o aprendemos a vivir desde Jesús. Hay que elegir.

Indiferencia hacia los que sufren o compasión bajo todas sus formas. Solo bienestar para mí y los míos o un mundo más humano para todos. Intolerancia y exclusión de quienes son diferentes o actitud abierta y acogedora hacia todos. Olvido de Dios o comunicación confiada en el Padre de todos. Fatalismo y resignación o esperanza última para la creación entera.

Testigos de la Palabra

Monseñor Gerardi
Monseñor Gerardi

Mons Juan José Gerardi Conedera

El 26 de abril ha hecho 22 años del martirio de Mons. Gerardi, obispo auxiliar de Guatemala y presidente de la Conferencia Episcopal, Defensor de los Derechos Humanos, (DDHH) Director del Proyecto Interdiocesano Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI), que la Iglesia católica impulsó para conocer la verdad en el conflicto interno de Guatemala.
El resultado de dicho proyecto fue la publicación del informe “Guatemala nunca más”, que Mons. Gerardi documentó y denunció de los miles de testimonios de víctimas y familiares que sufrieron graves abusos y violaciones de los DDHH. El informe señalaba al Ejército guatemalteco, como responsable de la mayoría de los abusos cometidos por elementos de las fuerzas de seguridad del Estado contra la población civil desarmada.

Dicho informe presentado en la Catedral Metropolitana por el propio Gerardi el 24 de abril de 1998, significó que dos días después se cometiera su brutal asesinato, cometido por esbirros y siervos al servicio de intereses oligárquicos y militares, a quienes señalaba directamente el informe “Guatemala nunca más”. Los autores intelectuales del crimen aún siguen impunes.

.El legado de Rutilio Grande

El P. Rutilio Grande, primer sacerdote asesinado en El Salvador.En estos días se ha abierto en Roma el proceso de beatificación.
El P. Rutilio Grande, primer sacerdote asesinado en El Salvador.En estos días
se ha abierto en Roma el proceso de beatificación.

 El P. Rutilio Grande fue uno de los primeros sacerdotes asesinados en El Salvador, Fue el primero de los profetas y maestros en El Salvador… el hombre mejor preparado en la pastoral evangelizadora en aquellos momentos… rector del Seminario y maestro de los sacerdotes jóvenes que estaban liderando las comunidades cristianas y la formación de catequistas y celebradores de la Palabra.

Era el hombre de Iglesia mejor preparado y actualizado en la pastoral según la doctrina del Vat. II y las enseñanzas de la Asamblea de Obispos de Medellín, pues estuvo en Ecuador con Mons. Proaño, donde se comenzó a poner en práctica las conclusiones pastorales de Medellín.

Se suele decir que “no hay Romero sin Rutilio”, pues a Mons. Romero no sólo le influyó la amistad que tenía con Rutilio, sino su muerte anunciada y el ejemplo del martirio. Este acontecimiento le influyó tanto que se suele decir que es ahí donde Mons. Romero “se convirtió”…pues cambió totalmente su vida y su actuar hacia una pastoral más comprometida y más radical en servicio del pueblo pobre que sufría una terrible represión…

El Papa Francisco ha declarado mártires a Rutilio y compañeros, sin necesidad de tener milagros para ser beatificados, aunque también ha dicho que el verdadero milagro de Rutilio ha sido la conversión de Mons. Romero.

Con motivo de dar a conocer mejor al P. Rutilio Grande, ahora que va a ser beatificado, vamos a analizar cada domingo este legado que nos dejó Rutilio Grande, como “una luz muy clara en nuestro camino”, que nos diría Mons. Romero.

Aunque ya comenzamos el 12 de marzo, día de su aniversario; y hemos seguido todo este mes de abril recogiendo las homilías de Rutilio y lo que decía Mons. Romero de Rutilio, vamos a continuar recogiendo su enseñanza y su práctica pastoral en los próximos domingos en breves comunicados , comenzando en su participación de la Semana de Pastoral en julio de 1970 hasta su muerte martirial en marzo de 1977. Lo subiré los domingos a las 15:00 H.

Aunque pareciera que nos pilla un  poco lejos (casi 50 años), sin embargo yo creo que su enseñanza y su práctica son para nosotros cambiando los contextos  de mucha actualidad en estos momentos que estamos viviendo. De esta forma nos vamos preparando para celebrar la beatificación de Rutilio y compañeros mártires.

No es una pretensión de notoriedad por mi parte, pues bien sé que hay gente más preparada que yo para hacerlo, pero sí me siento obligado, al haber tenido el privilegio de ser párroco de El Paisnal por más de seis meses y haber tenido la oportunidad de aprender mucho del testimonio vivo y sincero de tantos campesinos  y campesinas de El Paisnal que mantienen muy viva la enseñanza del P. Rutilio Grande.

MATERIALES utilizados que pueden consultar los que quieran profundizar o tratar algunos temas más exhaustivamente:

Rutilio Grande, «una luz grande nos brilló», en el XX aniversario, Eqo MAIZ, 1997                                                                          -Rutilio Grande, mártir de la evangelización rural de El Salvador, R. Cardenal, UCA, 1978 (impreso 2015)                                        -Historia de una esperanza. Vida de Rutilio Grande. R. Cardenal UCA 1985.                                                                                         -Vida, pasión y muerte del jesuita R. Grande, R. Cardenal, UCA Ed. 2016

La Buena Noticia del Dgo. 4º Pascua-A

Escuchar su voz y seguir sus pasos

Jn 10, 1-10

Yo he venido para que tengan vida

Seguimos celebrando con alegría la Pascua del Señor.

Hoy el Resucitado se nos presenta como el Buen Pastor, que conoce a sus ovejas y ellas escuchan su voz y le siguen.

Cristo nos llama a todos: a escucharle, a seguirle y a entregarnos sin reserva para esforzarnos por la vida de los que están más amenazados por la pandemia.

Lectura de la Palabra

Juan 10,1-10

Yo soy la puerta de las ovejas

En aquel tiempo, dijo Jesús «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda, y las ovejas atienden a sus voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas, camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.» Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.»

Comentarios a la Palabra

Jesús, nuestro único Pastor

 En algunos ámbitos de la Iglesia se insiste más que nunca en la necesidad de un «magisterio eclesiástico» fuerte para dirigir a los fieles en medio de la crisis actual. Estas llamadas no logran, sin embargo, detener su creciente «devaluación» entre amplios sectores de cristianos.

De hecho, no pocas intervenciones de los obispos provocan reacciones encontradas. Unos las alaban con fervor, otros las critican duramente, y la mayoría las olvida a los pocos días. Mientras tanto, en el evangelio se nos recuerdan unas palabras de Jesús que nos interpelan a todos: «Las ovejas siguen al pastor porque conocen su voz».

Lo primero y decisivo también hoy es que, en la Iglesia, los creyentes escuchemos «la voz» de Jesucristo en toda su originalidad y pureza, no el peso de las tradiciones ni la novedad de las modas, no las «preocupaciones» de los eclesiásticos ni los «gustos» de los teólogos, no nuestros intereses, miedos o acomodaciones.

Esto exige no confundir sin más la voz de Jesucristo con cualquier palabra que se pronuncia en la Iglesia. No hemos de dar por supuesto que en toda intervención de los obispos, en toda predicación de los curas, en todo escrito de los teólogos o en toda exposición de los catequistas se está escuchando fielmente la voz de Jesús.

Sustituir con ruido la voz del Maestro

Siempre existe un riesgo. Que llenemos la Iglesia de escritos y cartas pastorales, de documentos y libros de teología, de catequesis y predicaciones, sustituyendo con nuestro «ruido» la voz inconfundible de Jesús, nuestro único maestro. Lo recordaba una y otra vez el obispo san Agustín: «Tenemos un solo maestro. Y, bajo él, todos somos condiscípulos. No nos constituimos en maestros por el hecho de hablar desde el púlpito. El verdadero Maestro habla desde dentro».

Hemos de preguntarnos si la palabra que se escucha en la Iglesia proviene de Galilea y nace del Espíritu del Resucitado. Esto es lo decisivo, pues el magisterio, la predicación o la teología han de ser una invitación a que todos y cada uno de los creyentes escuchemos de manera fiel la voz de Cristo. Solo cuando uno «aprende» algo de Jesús se convierte en su seguidor

Por José Antonio Pagola

El Buen Pastor

El redil del Buen Pastor no coincide con muchos apriscos eclesiásticos.

Celebramos hoy el cuarto domingo de Pascua denominado: domingo del Buen Pastor con los símbolos de la Puerta, la puerta, el redil). Hemos escuchado parte del cp. 10 de San Juan en el que nos presenta a Cristo como Puerta y Buen Pastor de las ovejas.

Cristo buen Pastor y puerta del redil.

A nosotros, que no hemos conocido el mundo rural ni la trashumancia, nos pilla un poco de lejos hablar del buen pastor y del redil.     Sin embargo, estas imágenes son muy queridas en el mundo bíblico, que está vivido y pensado desde una cultura rural y pastoril. Dios es el pastor de su pueblo, el Señor guía a su pueblo con todo lo que esta imagen significa de orientación, de protección, de ayuda. La experiencia de tener a Cristo como guía, como luz, como Pastor nos hace bien. En la vida podemos seguir a muchos «pastores», nos podemos poner bajo muchos cayados de toda ideología, entrar en apriscos de todo tipo… El salmo 22 emplea esta expresión del buen Pastor: El Señor es mi Pastor, nada me puede faltar.

  1. 02Nada me falta (salmo 22, 1).

Cuando tenemos la experiencia de confiar en Dios y que Él es nuestro Pastor, ello infunde la confianza de que nada nos falta. La vida, los acontecimientos, los problemas están bien situados y fundamentados en el Señor. La experiencia profunda del «sólo Dios basta» serena y calma el alma humana.

Santa Teresa dejó bien plasmada esta vivencia:

Nada te turbe,

nada te espante,

Todo se pasa,

Dios no se muda.

En la vida podemos tener miedo a mil cosas y podemos pasar por muchas situaciones difíciles: de enfermedad, de escasez, de pecado;  podemos sentir miedo -por desgracia-incluso a Dios.

Si tenemos a Dios como pastor, nada temamos. El Señor va con nosotros en nuestro caminar, nos acompaña como a los dos de Emaús… Aunque pasemos por valles tenebrosos, nada temo, porque Tú vas conmigo. (Salmo 22, 4).

En alguna medida, todos somos pastores.

Los padres de familia, los mayores de las familias, los políticos los profesores y maestros, los médicos y psicólogos, los periodistas y medios de comunicación, toda persona adulta, más o menos, somos pastores, guiamos a los demás.                       Viene de la mano aludir a la pre-campaña electoral en la que ya estamos metidos. Los políticos son también pastores: asalariados o buenos pastores es ya otra cuestión, pero ciertamente son los que conducen la sociedad.

Poder y autoridad de los pastores

No es lo mismo poder que autoridad. El poder es la potestad que una persona (institución) tiene porque ha sido legítimamente instituido o constituido en tal cargo, puesto, sede, escaño, etc. Un político ha obtenido determinado número de votos y, por tanto, legítimamente ocupa el escaño parlamentario correspondiente. Un obispo –tal y como están las cosas- es nombrado por Roma para tal diócesis y ocupa legítimamente esa sede. Ahora bien, que una persona tenga poder no significa que tenga autoridad.                La autoridad la tiene y ejerce quien por su bondad, por su competencia y bien hacer, por su respeto y afecto a la grey que ha de gobernar, es querido, respetado y obedecido por el rebaño que Dios y la vida han puesto en sus manos. De manera que, puede haber –hay- personas que tienen poder en el plano político, eclesiástico, cultural que tienen poder, pero ninguna autoridad sobre el pueblo. Y hay personas que no tienen poder, pero sí una gran autoridad en el pueblo o grupo en el que viven. Hace unos días el arzobispo de Estrasburgo, fue obligado a dimitir por su talante «irascible, distante y autoritario”. (Religión Digital).

Tenía poder, pero ninguna autoridad…

Jesús no fue hombre de poder ni en el Templo, ni en la ley farisaica, ni perteneció a la élite saducea, ni tuvo poder político alguno. Pero Jesús tenía autoridad, hablaba con autoridad.(Mc 1,21-28)     El Buen Pastor es querido y seguido por sus ovejas. Los demás son asalariados y salteadores.     El Buen pastor no deja a nadie “tirado”. El Buen Pastor sale a buscar la oveja perdida.                      La autoridad no es una amenaza sino presencia de amor, de bondad, de paz que nos lleva a las verdes praderas del Reino…              Jesús es el Buen Pastor que nos guía con bondad. Cristo es la puerta del aprisco, es el paso, la Pascua.

    La Iglesia y el redil

Es hermosa la imagen de la “puerta, del aprisco-redil”. La puerta es el acceso a la casa, a vivir a cubierto, confiados… Cristo es la puerta que nos posibilita la entrada a la Pascua, a la vida.     El redil de Jesús es más amplio que la Iglesia. (El Reino de Dios es más amplio y hermoso que el sistema eclesiástico). ¿Fuera de la Iglesia no hay salvación, o fuera de la salvación no hay Iglesia? En el redil, en el aprisco del Buen Pastor hay muchas, “multitud» de personas que no conocieron la Iglesia.

Yo soy el buen pastor, yo soy la `puerta

La Puerta es Cristo: Camino, Verdad y Vida

En este domingo IV de pascua se nos invita a mirar al buen pastor y a sus ovejas.

Cristo como Camino, Verdad y Vida es el Buen Pastor por cuya puerta deben entrar y salir las ovejas. Hay que escuchar la voz de Cristo en el resplandor de la verdad para alejarnos de engaños, evitar la corrupción para no robar ni engañar a otros.

La voz y la verdad van relacionados para introducirnos por la puerta que es Cristo. Las ovejas deben saber escuchar esa voz en la verdad, por eso, solo pueden seguir a Cristo.

Una voz con engaños y mentiras que quiere usurpar lo que les pertenece no la reconocen ni se confían a esa voz engañosa, porque corren el riesgo de ser trasquiladas y quedarse desprotegidas. Solo se puede seguir a Cristo en la verdad, porque nos lleva a la vida.

¿Cuántas cosas en nuestra libre elección van acabando con nuestra vida?

Nos falta saber escuchar la verdad para que nuestra libertad encuentre una conducción que nos permita encontrarnos con Cristo. Al afirmar que Jesús, que él es la puerta, podemos entender que necesitamos encontrarnos con Él.

Quien se encuentra con Cristo descubre la verdad y, al escucharla, podrá conducirse en el camino que lo haga entrar por la puerta, libre de engaños y mentiras.

Bien preguntan a Pedro, quienes le escuchan el día de Pentecostés: qué debemos hacer hermanos?

La respuesta es arrepentirse y bautizarse. Es decir, reconocer nuestros errores y mentiras, enmendar el camino para tener esa vida en abundancia que se nos ofrece en Cristo con el nacimiento bautismal.

Hay que empezar a hacer el bien, y entender que perseverar en el bien significa asumir los sufrimientos propios que conlleva a hacer el bien, siempre al estilo de vida de Jesús, quien al ser insultado no devolvía insultos, al ser maltratado no profería amenazas.

La bondad en el corazón del hombre abre espacio de manifestación al Espíritu Santo, para ser fortalecidos y entender que nuestra vida de fe es un camino de comunión y de vida, que se fortalece en perseverancia y se sostiene por gracia de Dios.

Así como los discípulos de Emaús fueron tocados por la palabra y el espíritu de Jesús que hacía arder sus corazones, así en este domingo, los oyentes de Pedro se conmueven ante sus palabras y piden, qué es lo que ellos deben de hacer.

Abrámonos al espíritu de Jesús para escuchar su voz, dejar que arda nuestro corazón y con docilidad preguntar delante de Dios: qué debemos hacer?

Por Fray Alfredo Quintero Campoy OdeM

TESTIGOS DE LA PALABRA

Sentido adiós a un gran amigo RIAY TATARY
Por Evaristo Villar

Necesito decir que este maldito virus cada día que pasa me está resultado más desgarrador y antipático. Y no tanto porque me haya visitado ya con aires nada amistosos. Sobre todo, porque me está tocando a personas con las que he mantenido un vínculo muy estrecho.
¡Maldito virus! ¡No sé si eres consciente del daño que nos estás haciendo!
Me refiero ahora a Riay Tatary. Murió ayer en el hospital de la paz, con 72 años, por  coronavirus como muere hay tanta gente sin poder ser acompañada y solo llorada a distancia.
Y su muerte me ha dejado una pena muy honda porque se trata de una ausencia difícil de  llenar.

Riay Tatary, en la actualidad, era presidente de la Comisión Islámica de España que agrupa a  más de dos millones de personas. Pero, más que eso, Riay era sobre todo un gran amigo. Por  motivos profesionales hemos viajado y trabajado juntos en diferentes ocasiones. Hasta hemos  llegado a compartir bolsa común.

Imán de la Mezquita Central de Madrid, en el barrio de Tetuán, Riay supo hacer de esta  Mezquita Central una lugar popular, sociable y acogedor. ¡Cuántas personas migrantes,  durante estos años de la debacle siria, han encontrado acogida y refugio en esta mezquita!  También fue ahí donde, acompañados por otro entrañable amigo, Luis Poveda (de la Iglesia  Evangélica Española) iniciamos los encuentros interreligiosos. El primero, organizado a  consecuencia de la guerra contra Irak y que titulamos “Religiones por la paz y la acogida” locelebró precisamente en esta mezquita. Imposible olvidar la finura de esos exquisitos
pasteles de origen sirio junto al delicioso té que Tatary preparaba magistralmente para los  amigos.

De la amistad con Riay Tatary quiero mantener algunas cosas muy importantes: la madurez de  su reposada fe musulmana, sin fanatismos, sin extremismos, algo que en él parecía muy  humano y natural; aquella su paz y serenidad en medio de los muchos conflictos que han  azotado frecuentemente a la sociedad musulmana en España; su bonhomía a flor de piel, algo  que te hacía sentir a gusto a su lado, una bondad amenizada con una modesta ironía y rodeada  de una gran sabiduría y experiencia de vida. Como médico que era, acostumbrado a articular el chequeo, con el diagnóstico y la terapia, Tatary sabía estar y armonizar perfectamente las diferentes momentos y situaciones de la vida social, política y religiosa.

Con la ausencia de Riay todos salimos perdiendo. Y no quiero referirme en esta sentida  despedida lo que la presencia del imán Tatary ha significado en momentos importantes de la  historia reciente como las negociaciones para la Ley Orgánica de Libertad Religiosa de 1980, o los Acuerdos con el Estado para las Confesiones de notorio arraigo de 1992, o sus mismos  trabajos para normalizar la confesión musulmana en la cultura hispana y la escuela española,  etc. Es verdad que nos queda su memoria. Pero yo pierdo un entrañable amigo, un hombre
dialogante con todas las ideologías, un hombre clave en la integración social de los diferentes, un acogedor de los extranjeros y refugiados, un pacificador social. En definitiva, una persona de bien.

Descansa en paz amigo Riay y que Al-lâh sea tu refugio y tu nuevo hogar.

Lo que Romero dijo de Rutilio

La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos

 “Los que mataron al P. Rutilio pensaban que así podían truncar toda su predicación cristiana; lo que no se esperaban es que la muerte de un sacerdote suscita tempestades; suscita primaveras, como la que ha vivido El Salvador cristiano desde que le mataron. Lo que no sabían es ellos ponían en el surco una semilla que reventaría en grandes cosechas, como decía Cristo: “El grano de trigo muere no para quedarse sepultado”. No han triufado sobre él.La cosecha de la persecución ha sido muy abundante. Esta es la vida de este cristiano que por el bautismo emprendió unas perspectivas tan amplias que no las podemos abarcar desde la tierra” (Hom 5.03.1978)

 Las homilías de Rutilio

Una voz que grita en el desierto

 La predicación de la Palabra de Dios: una palabra profética.

 La palabra profética de Rutilio Grande cumple, como verdadera palabra profética, una doble función: denunciar las injusticias y al mismo tiempo trasmitir ánimo y esperanza a los pobres. Un ejemplo en la homilía de Apopa con motivo de la expulsión del P. Mario Bernal: “¡Ay de ustedes hipócritas que del diente al labio se hacen llamar católicos y por dentro son inmundicia de maldad! ¡Son caínes y        crucifican al Señor cuando camina con el nombre de Manuel, con el                        nombre de Luis, con el nombre de Chavela, con el nombre del humilde                     trabajador del campo”

Las denuncias de Rutilio Grande dan a los pobres alegría y esperanza. Los pobres por fin, advierten que alguien habla por ellos, y sienten que algo puede cambiar su situación. De la sumisión y el silencio los campesinos y campesinas pasan a tomar la palabra y a hablar por sí mismos, se organizan y luchan por su vida. Y si lo hacen es porque la predicación no les dejó sumidos en la tristeza y la pasividad, sino que les produjo esperanza.

La predicación actual suele ser más doctrinal que profética. Está más preocupada por trasmitir la doctrina segura que por denuciar las injusticias. Pero el objeto de la predicación es contribuir a la liberación y no tanto al adoctrinamiento de los fieles. Esto último es función de la catequesis. Y la predicación es mucho más que la catequesis. Es la actualización de la Palabra de Dios en la situación concreta que vive el pueblo. Es fácil observar que las homilías de Rutilio Grande están cimentadas en una doctrina segura, pero su finalidad primaria no es trasmitir esa doctrina. Lo que Rutilio buscaba, al igual que Jesús, era contribuir a la liberación de su pueblo

La celebración del domingo en las casas

4º DE PASCUA- A 20 VIRUS.

Preparar: Biblia, velas, flores, etc

Cantos: -Vienen con alegría…     -El Señor Dios nos amó…

Ambientación: (Quien anime o dirija la celebración)

Es verdad que ya nos estamos cansando de hacer estas oraciones en casa. Quisiéramos ir a nuestra iglesia a celebrar la misa allí, pero todavía no se puede. Seguimos encerrados. Pues vamos a hacer este rato de oración lo mejor que sepamos. (Hoy es el primer domingo de mayo y en muchas familias en este día celebran “el día de la madre”. Pues felicidades a todas las madres del mundo y que Dios las bendiga). Pero además hoy es también “el domingo del Buen Pastor”. El evangelio de hoy empieza diciendo que Jesús era la Puerta de las ovejas pero luego dice que Jesús era el Buen Pastor que llamaba a sus ovejas por su nombre, que las sacaba afuera y que él caminaba delante de ellas guiándolas. Pues de eso vamos a hablar nosotros. Bienvenidos todos. Que os encontréis a gusto y que disfrutéis.

Comenzamos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

OREMOS

         Dios Padre bueno que has dado a tu iglesia el gozo inmenso de la resurrección de tu Hijo Jesús, concédenos a nosotros que somos sus seguidores participar también en la victoria de nuestro buen Pastor, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.

 LECTURA.

Ahora vamos a leer un trocito del capítulo 10 del evangelio de San Juan que habla de Jesús como el Buen Pastor.

 En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos: -Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas sino que salta por otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A ese le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca afuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen porque conocen su voz; a un extraño no lo seguirían sino que huirían de él porque no conocen la voz de los extraños. Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendían de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: -Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre por mi se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.

El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante. Palabra del Señor.

COMENTARIO A LA LECTURA

Yo soy la puerta de las vejas”.

El evangelio que acabamos de leer cuenta lo que hace un pastor de verdad: que entra por la puerta, que saca a sus ovejas, que va delante de ellas y que las cuida con cariño. Eso es lo que hacía un pastor de verdad a finales del siglo primero. Pero los ladrones y bandidos no entraban por la puerta ni pensaban en las ovejas. Esos entraban para «robar, matar y hacer estrago». ¡Fijaos qué cosas decía Jesús de los malos pastores! Pues frente a esos malos pastores Jesús decía: «Yo he venido para que tengan vida y vida abun­dante». ¡Qué frase tan bonita! Como si les dijera: cuando otros os quitan la vida, yo he venido para que tengáis vida y vida abundante.­ Y eso lo veían todos los días los leprosos, los enfermos, los pobres, los despreciados, los pecadores. Todos. Y sus gritos siempre conmovían a Jesús. El evangelio dice con frecuencia que Jesús “sentía lástima de ellos porque andaban como ovejas sin pastor». Es decir: andaban desorientados, tristes, perdidos, expuestos a todos los lobos y sin que nadie diera la cara por ellos. A nosotros ahora nos encanta cómo era Jesús. Nos produce admiración y cariño. Jesús se veía a sí mismo como  un Pastor que se desvive por sus ovejas. Pues eso es lo que celebramos hoy: que Jesús se desvive por sus ovejas, Es nuestro Buen Pastor. El mejor. Nadie como él. Era muy  compasivo y cariñoso, cercano a todos los que sufrían. Pues así tenemos que ser nosotros. A nosotros nos dan pena los afectados por el coronavirus, las familias que no pueden salir adelante, los refugiados que buscan refugio y nadie les quiere, los despreciados y todos los que sufren. Ahora estamos en un momento muy duro por la crisis de la pandemia que sufrimos. Es el momento de plantearnos cómo queremos hacer nuestra vida y nuestro mundo. Nos suena mal eso de ser ovejas de Jesús. Preferimos decir que somos seguidores de un hombre maravilloso que se desvivió por todos y que vino a traer vida y vida abundante. Pues una copia de ese hombre maravilloso queremos ser nosotros en este mundo que nos ha tocado vivir. Por muchas penalidades que tengamos que pasar, no queremos vivir asustados porque no estamos solos en la vida. Nos fiamos de Jesús porque sabemos que siempre va con nosotros y siempre nos quiere entrañablemente. Sólo él es nuestro buen pastor. Sólo él.

(Silencio meditativo)

 PETICIONES.

En estos momentos el mundo está sufriendo la gran crisis del coronavirus y también empieza a sufrir la crisis económica que va a maltratar a los más pobres. Pues en estos momentos de angustia nosotros acudimos a Jesús que es nuestro Buen Pastor y le decimos: Buen Pastor, cuida de nosotros con cariño.

Todos: Buen Pastor, cuida de nosotros con cariño

-Hoy empezamos rezando por las madres que celebran su día, para que sientan en su corazón de madres el cariño de Dios y el cariño de sus hijos. Oremos.

-También rezamos por todos los que han muerto en esta crisis. Para que Dios los tenga en la vida de Jesús resucitado. Oremos.

-También rezamos por todos los que están enfermos. Que Dios les dé fuerzas para salir de esa enfermedad y que vuelvan otra vez a vivir felices y contentos con sus familias. Oremos.

-También pedimos por todos los que hacen funcionar el mundo: por los sanitarios, por los que atienden las residencias de ancianos, por los militares que desinfectan las ciudades, por los de las funerarias que llevan los cadáveres, por los que producen los alimentos y por todos los que trabajan duro por los demás. Oremos.

-También pedimos por nuestro pueblo y por nuestra parroquia, para que en este tiempo de crisis vivamos con intensidad el amor a Dios y el amor a nuestros hermanos. Oremos.

-Y por todos los pobres del mundo, por los refugiados, por los emigrantes y por todos los que sufren, para que nuestro buen Pastor nos dé fuerzas para hacer otro mundo más justo y más humano. Oremos.

-Y si queréis hacer alguna petición más …… Oremos.

Jesús resucitado que eres nuestro buen Pastor: concédenos aquello que más necesitamos para poder vivir siempre como buenos hijos de Dios. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

 PADRE NUESTRO.

Estamos terminando esta oración en casa. Como siempre, la vamos a terminar recordando que Dios es nuestro padre que nos quiere entrañablemente porque somos sus hijos. Pues con el cariño de los hijos rezamos ahora la oración que Jesús nos enseñó: Padre Nuestro…

Y terminamos…..

Que Dios nuestro Padre que por la resurrección de Jesús nos ha hecho hijos suyos, que hoy nos llene de sus bendiciones. Amén.

Todos: Amén

 -Y ya que por el bautismo nos ha llamado a vivir en una comunidad de hermanos que es la iglesia, que por su bondad nos conceda también vivir siempre felices a su lado. Amén

Todos: Amén.

 -Y así como hoy nos sentimos contentos de poder celebrar que Jesús es nuestro buen Pastor, que hoy también sintamos en nosotros la fuerza de su Espíritu para vencer la epidemia que nos ataca. Amén.

Todos: Amén.

 Y que el Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

 Podemos ir en paz  porque hemos terminado.

La ‘lección de Emaús’

«Por muy muerta que aparezca ante nuestros ojos, en esta Iglesia habita el Resucitado»

Por el camino de Emaús
Por el camino de Emaú

«No son pocos los que miran hoy a la Iglesia con pesimismo y desencanto. No es la que ellos desearían. Una Iglesia viva y dinámica, fiel a Jesucristo, comprometida de verdad en construir una sociedad más humana»

«Hemos de aprender la «lección de Emaús». La solución no está en abandonar la Iglesia, sino en rehacer nuestra vinculación con algún grupo cristiano, comunidad, movimiento o parroquia donde poder compartir y reavivar nuestra esperanza en Jesús»

«Donde unos hombres y mujeres caminan preguntándose por él y ahondando en su mensaje, allí se hace presente el Resucitado»

Por José Antonio Pagola

No son pocos los que miran hoy a la Iglesia con pesimismo y desencanto. No es la que ellos desearían. Una Iglesia viva y dinámica, fiel a Jesucristo, comprometida de verdad en construir una sociedad más humana.

La ven inmóvil y desfasada, excesivamente ocupada en defender una moral obsoleta que ya a pocos interesa, haciendo penosos esfuerzos por recuperar una credibilidad que parece encontrarse «bajo mínimos». La perciben como una institución que está ahí casi siempre para acusar y condenar, pocas veces para ayudar e infundir esperanza en el corazón humano. La sienten con frecuencia triste y aburrida, y de alguna manera intuyen –con el escritor francés Georges Bernanos– que «lo contrario de un pueblo cristiano es un pueblo triste».

La tentación fácil es el abandono y la huida. Algunos hace tiempo que lo hicieron, incluso de manera ruidosa: hoy afirman casi con orgullo creer en Dios, pero no en la Iglesia. Otros se van distanciando de ella poco a poco, «de puntillas y sin hacer ruido»: sin advertirlo apenas nadie se va apagando en su corazón el afecto y la adhesión de otros tiempos.

Ciertamente sería un error alimentar en estos momentos un optimismo ingenuo, pensando que llegarán tiempos mejores. Más grave aún sería cerrar los ojos e ignorar la mediocridad y el pecado de la Iglesia. Pero nuestro mayor pecado sería «huir hacia Emaús», abandonar la comunidad y dispersarnos cada uno por su camino, hundidos en la decepción y el desencanto.

Hemos de aprender la «lección de Emaús». La solución no está en abandonar la Iglesia, sino en rehacer nuestra vinculación con algún grupo cristiano, comunidad, movimiento o parroquia donde poder compartir y reavivar nuestra esperanza en Jesús.

Emaús
Emaús

Donde unos hombres y mujeres caminan preguntándose por él y ahondando en su mensaje, allí se hace presente el Resucitado. Es fácil que un día, al escuchar el Evangelio, sientan de nuevo «arder su corazón». Donde unos creyentes se encuentran para celebrar juntos la eucaristía, allí está el Resucitado alimentando sus vidas. Es fácil que un día «se abran sus ojos» y lo vean.

Por muy muerta que aparezca ante nuestros ojos, en esta Iglesia habita el Resucitado. Por eso también aquí tienen sentido los versos de Antonio Machado: «Creí mi hogar apagado, revolví las cenizas… me quemé la mano».

La Buena Noticia del Dgo. 3º Pascua-A

Reconocer a Jesús

Lc 24, 13-35

Los discípulos de Emaús se alejan de Jerusalén tristes y desanimados porque han matado al maestro querido. En el camino se encuentran con Jesús a quien no reconocen. El les escucha con atención y les explica las Escrituras.

Esto les caldea el corazón y también se les abren los ojos y reconocen a Jesús cuando en la cena les parte el pan, lo bendice y se lo da. Vuelven contentos a Jerusalén para comunicar a la comunidad que el Señor está vivo y lo han reconocido al partir el pan.

Los cristianos hemos de recordar más a Jesús, abriendo más los ojos de nuestra fe y descubriéndolo vivo entre nosotros. ¿Nos reconocen a los cristianos por compartir nuestro pan, nuestro tiempo, nuestra solidaridad y nuestra alegría? ¿Re conocen los demás a Jesús por nuestras palabras y nuestros gestos?

Lectura de la Palabra

Lc 24, 13-35

 Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Jesús les dijo: -¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino? Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: -¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días? Él les preguntó: -¿Qué? Ellos le contestaron: -Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición  de ángeles que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.

Entonces Jesús les dijo: -¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explico lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante, pero ellos lo apremiaron diciendo: -Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída. Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él despareció. Ellos comentaron: -¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras? Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén donde encontraron reunidos a los once con sus compañeros que estaban diciendo: -Era verdad. Ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y como lo habían reconocido al partir el pan.

COMENTARIO A LA LECTURA:

                               NO HUIR A EMAÚS

No son pocos los que miran hoy a la Iglesia con pesimismo y desencanto. No es la que ellos desearían. Una Iglesia viva y dinámica, fiel a Jesucristo, comprometida de verdad en construir una sociedad más humana.

La ven inmóvil y desfasada, excesivamente ocupada en defender una moral obsoleta que ya a pocos interesa, haciendo penosos esfuerzos por recuperar una credibilidad que parece encontrarse «bajo mínimos». La perciben como una institución que está ahí casi siempre para acusar y condenar, pocas veces para ayudar e infundir esperanza en el corazón humano. La sienten con frecuencia triste y aburrida, y de alguna manera intuyen –con el escritor francés Georges Bernanos– que «lo contrario de un pueblo cristiano es un pueblo triste».

La tentación fácil es el abandono y la huida. Algunos hace tiempo que lo hicieron, incluso de manera ruidosa: hoy afirman casi con orgullo creer en Dios, pero no en la Iglesia. Otros se van distanciando de ella poco a poco, «de puntillas y sin hacer ruido»: sin advertirlo apenas nadie se va apagando en su corazón el afecto y la adhesión de otros tiempos.

Ciertamente sería un error alimentar en estos momentos un optimismo ingenuo, pensando que llegarán tiempos mejores. Más grave aún sería cerrar los ojos e ignorar la mediocridad y el pecado de la Iglesia. Pero nuestro mayor pecado sería «huir hacia Emaús», abandonar la comunidad y dispersarnos cada uno por su camino, hundidos en la decepción y el desencanto.

Hemos de aprender la «lección de Emaús». La solución no está en abandonar la Iglesia, sino en rehacer nuestra vinculación con algún grupo cristiano, comunidad, movimiento o parroquia donde poder compartir y reavivar nuestra esperanza en Jesús.

Donde unos hombres y mujeres caminan preguntándose por él y ahondando en su mensaje, allí se hace presente el Resucitado. Es fácil que un día, al escuchar el Evangelio, sientan de nuevo «arder su corazón». Donde unos creyentes se encuentran para celebrar juntos la eucaristía, allí está el Resucitado alimentando sus vidas. Es fácil que un día «se abran sus ojos» y lo vean.

Por muy muerta que aparezca ante nuestros ojos, en esta Iglesia habita el Resucitado. Por eso también aquí tienen sentido los versos de Antonio Machado: «Creí mi hogar apagado, revolví las cenizas… me quemé la mano».

Por José Antonio Pagola

TESTIGOS DE LA PALABRA

Juan de Dios Martín Velasco (1934-2020)

Ha muerto Juan de Dios, hombre de mística, testigo de una iglesia que pudo haber sido distinta

Por Xavier Pikaza

 Con él se va y queda la mejor memoria del pensamiento católico español de finales del siglo XX y principios del XXI. Había nacido en Santa Cruz del Valle, Ávila, pero ha sido siempre madrileño, profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca (campus de Madrid), Rector del Seminario de Madrid.

Pudo haber sigo el gran Arzobispo de Madrid en los últimos decenios del siglo XX y principios del XXI, tras la jubilación del Cardenal Tarancón (el año 1983), era el preferido de gran parte del clero, hubiera sido el hombre clave de la Iglesia española, pero quedó quedó relegado por razones de política eclesial (en su lugar fueron nombrados primero A. Suquía y luego Rouco).

La iglesia española tomó otro rumbo eclesial, no fue lo que podría haber sido, ni en un plano espiritual, ni intelectual, ni humano…  Otros personajes de esa iglesia hispana de finales del XX y principios del XXI pasarán, quedarán olvidados, incluso relegados… Pero J. Marín Velasco seguirá presente y será una referencia para  la renovación evangélica, religiosa, pastoral e incluso social de la Iglesia en los próximos decenios. Una parte considerable de lo mejor de la Iglesia de Madrid, todavía hoy, depende de lo que ha sido y ha hecho, con su pensamiento y con su vida el profesor y amigo J. de Dios Martín Velasco

He sido colega y amigo suyo durante 30 años (del 1973 al 2003) en la Universidad Pontificia de Salamanca. El fue por decenios el «alma» del Institudo de Pastoral de Madrid… Yo enseñaba en la sede de Salamanca.  Nos vimos con mucha frecuencia, incluso habíamos proyectado un estudio en conjunto sobre Dios, él en perspectiva de fenomenología de la religión, yo desde la Biblia. No pudimos realizarlo.

En su «despedida académica» le hicieron un homenaje con publicación en la Univesidad Pontificia de Salamanca (Nostalgia de Infinito. Hombre y religión en tiempos de ausencia de Dios. Homenaje a Juan Martín Velasco, Verbo Divino, Estella 2005). Le escribí una carta lamentando que no me hubieran invitado, tenía algo que decirle… Me contestó que no lo lamentara, que las relaciones personas, intelectuales y cristianas están por encima de esos «homenajes políticos» de las instituciones.

Por eso quiero dedicarle hoy una palabra de recuerdo académico… que no ha sido escrita como panegírico funerario, sino que forma parte de mi Diccionario de Pensadores Cristianos (Estella 2012). Adiós, Juan. Buen día, buena pascua eterna en manos del Padre

Lo que Romero dijo de Rutilio

 Rutilio Grande: una luz en el camino

 “Rutilio como hombre hubiera muerto hace un año, pero como cristiano no puede morir. Lo ha iluminado la luz inmortal de Cristo; en su conciencia hay un compromiso que se encontró con él como el ciego de nacimiento, que cada día podía postrarse ante Cristo para decirle: Sí, Señor, creo en ti, te sigo a ti, mi doctrina es cristiana, mi liberación es la del Evangelio, yo no quiero que me confundan mi libewración con otras líneas meramente temporalistas. Quiero ser el cristiano que entregó una esperanza del verdadero progreso de esta sociedad, que no encontrará en la tierra un paraíso, pero que ya quiere reflejar en la tierra ese paraíso hacia el cual camina. Es un Reino de Dios que ya trabaja entre los hombres y que los hombres no quieren aceptar y que es necesario, aunque se muera mártir, predicarlo, aceptarlo”. (Hom. 5.03.1978)

 Las homilías de Rutilio

 Una voz que grita en el desierto

 La predicación de la Palabra de Dios: una palabra oportuna

 Creo que ésta es una de las principales cualidades de las homilías de Rutilio Grande.   Y es que no se trata simplemente de predicar, sino de hacerlo en el tiempo y lugar oportunos. Hablar cuando hay que hablar. Un sacerdote es expulsado del pais y shí se hace presente Rutilio Grande, en el atrio de la parroquia de Apopa para dirigir una memorable homilía en la que denunció el atropello brutal al que estaba entonces sometido el pueblo. A esto es a lo que llamamos una palabra oportuna, que habla cuando hay que hablar, en los momentos en los que el pueblo espera una palabra de aliento, de denuncia y de orientación.

Rutilio Grande es invitado a predicar en la fiesta patronal del Divino Salvador del Mundo, donde están las autoridades civiles y religiosas del país, el presidente del Gobierno y sus ministros, así como todos los obispos del país; y él aprovecha esta “oportunidad” no para hacer una predicación de lucimiento personal, o una predicación para salir del paso, sino que , sabiendo que se trata de un momento clave en la vida y la historia del país, hace ante las autoridades políticas, militares y religiosas las denuncias que es necesario hacer. Esta homilía le costó el rectorado del Seminario Mayor de San José de la Montaña y una llamada del presidente a casa presidencial. La homilía de Apopa denunciando la expulsión del P. Bernal le costó la vida.

Esta es la lección que nos deja Rutilio: saber ser oportunos –que nada tiene que ver con ser oportunistas. Es decir, arriesgarse a hablar cuando lo más cómodo es callar. Atreverse a decir una palabra en las circunstancias críticas que requieren, precisamente por ser situaciones límite, de la palabra alentadora y orientadora.

CELEBRACION DOMINICAL EN LAS CASAS

3º PASCUA  A  20  VIRUS.

Preparar: Biblia, vela, flores, cartel, etc.

Cantos: -Alegre la mañana… -Este es el día en que actuó en Señor…                            Te conocimos Señor al partir el pan…

Ambientación: (Quien preside o anima la celebración)

Decían que este domingo iba a ser el último en el que no podíamos ir a misa en la iglesia porque seguíamos encerrados en casa. Ojalá que el próximo domingo ya podamos por  fin celebrar nuestra misa en la iglesia como hacíamos antes. Ojalá. Hoy todavía vamos a rezar en casa. Lo haremos como buenamente sepamos. /// Cuenta el evangelio de hoy cómo Jesús recuperó a dos cristianos que se habían borrado de la comunidad y que se volvían a su pueblo desanimados. Para recuperarlos Jesús les salió al camino y ellos descubrieron a Jesús resucitado al partir el Pan. Entonces regresaron corriendo otra vez a la comunidad. Pues eso es lo que vamos a meditar nosotros hoy. Bienvenidos a esta oración. Que os sintáis a gusto y que disfrutéis.

Comenzamos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

OREMOS:

Dios padre bueno, te pedimos que tu pueblo esté hoy muy contento al verse renovado por el Espíritu Santo que derramaste sobre nosotros en nuestro bautismo, y que la alegría de la Pascua reanime también nuestra fe con la resurrección de tu hijo Jesús que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén

 LECTURA.

Vamos a leer el evangelio de la misa de este domingo. Es un trozo del evangelio de San Lucas. Dice así:

 Dos discípulos de Jesús iban andando aquel mismo día, el primero de la semana, a una aldea llamada Emaús, distante unas dos leguas de Jerusalén; iban comentando todo lo que había sucedido. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se acercó y se puso a caminar con ellos. Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo. Jesús les dijo: -¿Qué conversación es esa que traéis mientras vais de camino? Ellos se detuvieron preocupados. Y uno de ellos, que se llamaba Cleofás, le replicó: -¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no sabes lo que ha pasado allí estos días? Él les preguntó: -¿Qué? Ellos le contestaron: -Lo de Jesús el Nazareno, que fue un profeta poderoso en obras y palabras ante Dios y ante todo el pueblo; cómo lo entregaron los sumos sacerdotes y nuestros jefes para que lo condenaran a muerte, y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que él fuera el futuro liberador de Israel. Y ya ves, hace dos días que sucedió esto. Es verdad que algunas mujeres de nuestro grupo nos han sobresaltado, pues fueron muy de mañana al sepulcro, no encontraron su cuerpo, e incluso vinieron diciendo que habían visto una aparición  de ángeles que les habían dicho que estaba vivo. Algunos de los nuestros fueron también al sepulcro y lo encontraron como habían dicho las mujeres; pero a él no lo vieron.

Entonces Jesús les dijo: -¡Qué necios y torpes sois para creer lo que anunciaron los profetas! ¿No era necesario que el Mesías padeciera esto para entrar en su gloria? Y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explico lo que se refería a él en toda la Escritura. Ya cerca de la aldea donde iban, él hizo ademán de seguir adelante, pero ellos lo apremiaron diciendo: -Quédate con nosotros porque atardece y el día va de caída. Y entró para quedarse con ellos. Sentado a la mesa con ellos tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él despareció. Ellos comentaron: -¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino y nos explicaba las Escrituras? Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén donde encontraron reunidos a los once con sus compañeros que estaban diciendo: -Era verdad. Ha resucitado el Señor y se ha aparecido a Simón. Y ellos contaron lo que les había pasado por el camino y como lo habían reconocido al partir el pan.

 Palabra del Señor.

 COMENTARIO A LA LECTURA.

 El evangelio de hoy habla de dos cristianos muy desanimados. (Seguro que serían marido y mujer). Estaban tan desanimados que abandonaron la comunidad de los cristianos y se volvían a su pueblo muy tristes. Habían visto cosas muy bonitas al lado de Jesús. Decían que Jesús había sido «un profeta poderoso en obras y pala­bras». Querían decir que fue un hombre maravilloso, pero que lo habían matado en una cruz y ahí se acabó todo. Sus amigos lo pasaron muy mal. Decían: “nosotros creíamos que iba a ser el futuro liberador de Israel pero ya han transcurrido dos días y no ha pasado nada”. Era verdad que unas mujeres habían venido diciendo que el sepulcro estaba vacío, pero no había otras noticias más sólidas. ¿Qué estaba pasando en aquella comunidad? Pues que eran un grupo pequeño de seguidores de Jesús que estaban llenos de dudas y de miedos. Aguantaban como podían, pero algunos ya estaban pensando en marcharse. Les parecía que lo de Jesús había sido algo muy bonito mientras duró, pero que lo habían matado y ya se había terminado todo. Pero mientras tanto, el amor de Dios no descansa. Dice el evan­gelio que «Jesús en per­sona se les acercó y se puso a caminar con ellos”, pero que ellos no lo reconocieron. Entonces Jesús les fue dando una catequesis tan bonita que dicen ellos que “ardía su corazón». Les diría cosas preciosas. Pero luego ya sabéis lo que pasó: que invitaron a Jesús a quedarse con ellos. Es que ya eran muy tarde para seguir caminando y resulta que lo reconocieron al partir el pan. Lo reconocieron. Entonces se dieron cuenta de todo. Parece que Jesús tenía un estilo muy particular para partir el pan. Debió ser un chispazo de luz. Y aunque ya era de noche, regresaron a otra vez a la comunidad de Jerusalén corriendo. Iban contentísimos a contar su secreto. Pero para entonces en la comunidad ya todos sabían que Jesús estaba vivo. Estaba resucitado. Todos lo sabían. Pensad que nosotros ahora somos la comunidad de Jesús. Aquí estamos encerrados en esta casa por la crisis del coronavirus. Pero sabéis que hay mucha gente que ahora mismo también se han borrado de la iglesia. Las iglesias se están quedando vacías, no por el coronavirus sino porque hay mucha gente muy desanimada, como los de Emaús. Pero nosotros no nos vamos. Nosotros también hemos pasado por algunos desánimos, pero no nos hemos borrado de la iglesia. No nos borramos. Que Dios nos ayude a seguir adelante y que siempre sintamos al Señor que nos sale al paso por los caminos de la vida.

(Silencio meditativo)

 Oración de los fieles.

Estamos en el tercer domingo de Pascua celebrando la Resurrección del Señor. Todavía estamos haciendo esta oración en casa porque aún tenemos encima el ataque de un virus que nos está haciendo mucho daño. Pues hoy también le pedimos al Señor que nos ayude a salir de esta crisis para que podamos celebrar felices la resurrección y el cariño inmenso del Señor. A cada petición le decimos:

-Jesús resucitado, ayúdanos.

Todos: -Jesús resucitado, ayúdanos.

 -Empezamos rezando por todos los que han muerto en esta crisis. Para que Dios los lleve a la vida de Jesús resucitado. Oremos.

-También rezamos por todos los que están enfermos y que lo están pasando muy mal. Que Dios les dé fuerzas para salir de esa enfermedad y que vuelvan otra vez a vivir felices y contentos con sus familias en sus casas. Oremos.

-También pedimos por todos los que hacen funcionar el mundo: los sanitarios, los que atienden las residencias de ancianos, los militares que desinfectaban las ciudades, los de las funerarias que llevaban los cadáveres, los que producen los alimentos y todos los que trabajan duro por los demás. Oremos.

-También pedimos por nuestro pueblo y por nuestra parroquia, para que en este tiempo de crisis vivamos con intensidad el amor a Dios y el amor a nuestros hermanos. Oremos.

-Por todos los pobres del mundo, por los refugiados, por los emigrantes y por todos los que sufren, para que Jesús resucitado nos ayude a hacer otro mundo más justo y más humano. Oremos.

-Y si queréis hacer alguna petición más podéis hacerla…. Oremos:

Jesús resucitado: concédenos tu Espíritu que nos dé fuerzas para poder vivir siempre como hijos de Dios. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

PADRE NUESTRO.

Estamos terminando esta oración en casa. Puede ser que sea la última de esta crisis por el coronavirus. Quizás.

Y la vamos a terminar, como siempre: recordando que Dios es nuestro padre que nos quiere entrañablemente porque somos sus hijos. Pues con el cariño de los hijos rezamos la oración que Jesús nos enseñó:

Padre Nuestro.

Y terminamos pidiéndole que …..

Dios nuestro Padre que por la resurrección de Jesús nos ha hecho hijos suyos, que hoy nos llene de sus bendiciones. Amén.

 -Y ya que por el bautismo nos ha llamado a vivir en una comunidad de hermanos que es la iglesia, que por su bondad nos conceda también vivir siempre felices a su lado. Amén

 -Y así como hoy nos sentimos contentos y felices de poder celebrar la resurrección de Jesús, que hoy también sintamos en nosotros la fuerza de su Espíritu para vencer la epidemia que nos ataca. Amén.

 Y que el Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

 Podemos ir en paz porque hemos terminado nuestra oración de hoy.

Pascua de Tomás: Ser iglesia en comunión, «tocar» las llagas de los crucificados

El domingo 1 fue pascua de Magdalena: tocar a Jesús amigo, realizar su misión (no me sigas tocando…). Este domingo 2 es pascua de Tomás (crear iglesia, compartir la vida con los crucificados).

El  doble relato de Tomás (Jn 20, 19-31) ofrece  con Jn 21 el epílogo y mensaje final del evangelio, contra una “gnosis” de sabios engañosos que van por libre, con mística falsa y poca iglesia (no comparten vida ni curan las llagas de los crucificados).

Por | X Pikaza

Introducción.

Éste es un evangelio y programa de Iglesia “de carne” (comunidad real: compromiso por los crucificados y vinculación “carnal” entre los creyentes)  que ha de interpretarse a partir de los grandes textos anti-gnósticos de Juan, empezando por las bodas de Caná (Jn 2), siguiendo por el sermón del pan de vida  (Jn 7) y culminando en el Sermón de la Cena (Jn 13-17).

Este programa anti-gnóstico de Juandesemboca en el epílogo pascual (Jn 20-21), con Magdalena “tocando” en amor a Jesús y la “gran pesca” con el pacto/complementariedad de Pedro y el Discípulo, amado,  en el que,  como testigo y compañero “de carne” de la iglesia, emerge Tomás, con Natanael, los zebedeos y dos discípulos más. Éstos son son los siete u ocho fundadores de la iglesia (si el discípulo amado es uno de los dos discípulos innominados del finson siete; si es distinto son ocho).Divido mi exposición en 4 partes

(1)   Jn 20,19‒23. La Pascua es comunión de vida,  creación de una comunidad de discípulos/amigos comunión, que se expresa en forma de paz, presencia activa acción del Espíritu Santo y perdón mutuo.

(2)  Jn 24,31. La pascua es redención/liberación de los crucificados Sólo resucita aquel que mete su mano y toca (cura) las heridas de los crucificados de la historia para compartir con ellos el dolo y  el amor, la  redención de Jesús crucificado.

(3) Visión de conjunto de Tomas, apóstol de la pascua en los evangelios canónicos. Pablo no le cita entre los testigos de Jesús, (Pedro, los Doce) Santiago…: 1 Cor 15, 3-9), pero él es con Magdalena y las demás mujeres el representante más significativo de la Pascua cristiana.  

(4) Contrapunto. El Tomás gnóstico del evangelio apócrifo de Tomas. Todo lo anterior se entiende y sitúa desde la perspectiva de ev.Tomás (apócrifo). En esa línea podemos decir que el Cuarto evangelio es el primero y más fuerte de todos los librosnti-gnósticos del NT, y eso aparece de un modo especial en nuestro pasaje.

 1)   JN 20,19‒23. PASCUA:PRESENCIA DE JESÚS EN LA COMUNIÓN DE SUS DISCÍPULOS

María Magdalena había “tocado a Jesús”, que le dijo “deja ya de tocarme” (noli me tangere), vete y diles a mis hermanos…  (Jn 20, 17). Ahora es Tomás el que toca a Jesús, un apóstol a quien la tradición concederá gran inmensa importancia (como indica el evangelio de su nombre, no incluido en el canon). Parece formar parte de un tipo de “gnosis” (cristianismo sin comunidad/iglesia ysin presencia liberadora en los heridos y crucificados). No vive en comunión de iglesia (de vida compartida con los hermanos); no puede haber visto a Jesús resucitado.  Así comienza el texto:

A la tarde de aquel día primero de la semana, y estando cerradas las puertas del lugar donde estaban los discípulos, por el medio a los judíos, vino Jesús y se colocó en medio de ellos diciendo:- ¡La paz con vosotros! Y diciendo esto les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron viendo al Señor. Y les dijo de nuevo: – ¡La paz con vosotros! Como me ha enviado el Padre os envío también yo. Y diciendo esto sopló y les dijo:- Recibid el Espíritu Santo, a quienes perdonéis los pecados les serán perdonados; y a quienes se los retengáis les serán retenidos (20, 19-23).

 Tomás andaba a lo libre y no  podía “ver” al resucitado, pues en soledad espiritual, sin iglesia (sin amor mutuo,) no hay salvación, ni hay pascua… porque la pascua y salvación de Jesús  es comunión de vida entre los creyentes… Pero los otros cristianos le invitan y él viene, y de esa forma, en unión con los hermanos, ve y toca a Jesús.  

La iglesia, reunida aquí en comunidad, está formada por un grupo extenso  de creyentes; no son sólo los Doce apóstoles, sino más, hombre y mujeres, reunidos en oración y amor En este contexto se inscribe la experiencia de pascua. Tomás, que anda por libre, no puede ver/tocar a Jesús resucitado.

Estos  discípulos no son iglesia por estar sometidos a una autoridad superior, sino por ser todos hermanos en comunión de vida y perdón. Por eso se han separado  de un tipo de judaísmo de ley; ellos mismos son ley de vida en amor, pro tienen miedo, cierran las puertas, esperando y amando a   Jesús en su amor.

 Tienen miedo y Jesús les conforta con su palabra y su presencia sensible (manos y costado), su envío y su poder de perdón. Es el Jesús “real” que vive en ellos, no una fantasía. Ésta son las notas de su experiencia de resurrección.

La Pascua es ante todo paz, vivir en comunión.Jesús saluda a sus discípulos dos veces, con la misma palabra: paz a vosotros (Eirênê hymin: 20,19.21). Sobre un mundo atormentado por la guerra y la violencia, dividido, enfrentado en odios, ofrece Cristo paz entre y para todos. Sobre una comunidad encerrada por el miedo extiende el Cristo pascual la gracia de su vida hecha principio de misión universal, una vida que se abre a todos en perdón y resurrección. Jesús es paz para aquellos que le reciben y para todos. Eso es pascua. 

La pascua es presencia gloriosa del crucificado. El Señor resucitado es el mismo Jesús que se entregó por los hombres. Como señal de identidad, como expresión de permanencia de su pasión salvadora, Jesús mostró a sus discípulos las manos con la llaga de los clavos y el costado herido por la lanza (20, 20). Jesús resucitado no es tipo de idea espiritual intimista, sino experiencia y principio de comunión de amor, desde los perseguidos y crucificados. La iglesia no empieza con los triunfadores o jerarcas de la ley, sin con los perseguidos, conforme a la palabra clave del evangelio:  ¡Era necesario que el Cristo  fuera perseguido y muriera…! (Lc 24, 26.46). Sólo los perseguidos, los humillados y crucificados pueden ser principio de la iglesia de pascua de Cristo.

La pascua se vuelve así Pentecostés: A través de los heridos y crucificados se hace presente en el mundo el Espíritu Santo, el camino de la nueva humanidad.. Jesús resucitado sopla sobre sus discípulos diciendo recibid el Espíritu Santo (Jn 20,22), en gesto que evoca sin duda una nueva creación. El mismo Dios había soplado en el principio sobre el ser humano, haciéndole viviente (Gen 2, 7). Ahora sopla Jesús, como Señor pascual, para culminar la creación que en otro tiempo había comenzado.

Ésta es la nueva creación que comienza con los perseguidos y los crucificados… La pascua se vuelve así Pentecostés: aquel que muere por los demás abre un camino de amor y de transformación en esta misma tierra. Éste es el don de Pascua: tener el mismo Espíritu de Jesús, vivir de su aliento.

La pascua es finalmente misión: ¡como el Padre me ha enviado así os envío yo! (20, 21). A lo largo de todo el evangelio, Juan ha presentado a Jesús como enviado de Dios: misión es toda su existencia. De ahora en adelante, los cristianos son enviados de Jesús. Realizan una obra que es propia del Señor resucitado: expanden y despliegan su camino, realizan su misterio sobre el mundo. Están cerrados por miedo, tienen que abrirse. Están a la defensiva: tiene que ofrecer su testimonio a todos, generosamente.

El texto de pascua y la pascua de Jesús culmina en un signo de perdón. Según el Padre nuestro, las notas de los creyentes (de la pascua) son el pan nuestro y el perdónanos como nosotros perdonamos… Juan insiste en el perdón de todos, para todos… Este es a los ojos de Jn el gran problema del mundo: no hay perdón, los hombres se encuentran divididos, destruidos; carecen de medios para expresar el perdón, no hay para ellos sacrificios que puedan transformarles. Ha perdido su sentido el sacerdocio de Jerusalén, no consigue perdonar el templo. Pues bien, sobre esa violencia y guerra de pecado (falta de perdón), Juan ha interpretado la pascua como experiencia transformante de perdón.

Éste no es el perdón que unos jerarcas de ley imparte sobre otros inferiores, no es el perdón que unos sacerdotes de templo declaran sobre los legos del pueblo, sino el de todos los creyentes. Todos los cristianos de la pascua son sacerdotes y mediadores del perdón, de manera que si no hay perdón y comunión de vida no hay Pascua (perdónanos como nosotros perdonamos). Esta experiencia de gracia pascual pertenece al conjunto de la comunidad. El perdón de la resurrección  no está reservado a los Doce, ni a presbíteros, ni a varones, sino a todos. En este texto pascual no se distinguen ni mujeres, pues todos son creyentes, todos con la misma experiencia, todos con la misma tarea.  Jesús confía su palabra y obra de perdón pascual a todos… de forma que si ellos no se perdonan no puede expresarse y realizarse en el mundo el perdón de Dios en Cristo.   

2. PASCUA ES “TOCAR” LAS LLAGAS DE JESUS EN LOS CRUCIFICADOS, ACOMPAÑARLES Y CURARLES (Jn 20, 24-29).

El texto sigue diciendo que faltaba Tomás, precisamente uno de los Doce. No es un cristiano normal el que ha dejado de participar en la asamblea, sino uno de los antiguos compañeros de Jesús, de sus Doce seguidores. Precisamente Tomás, uno de los líderes de la iglesia primitiva, corre el riesgo de entender la resurrección de un modo espiritualista, individualista, sin comunión mutua, sin compartir la vida con los crucificados.  fuera de la comunidad.

Éste Tomás es un seguidor «especial» de Jesús, máxima autoridad en plano espiritualista, pero sin “carne y sangre”, es decir, sin compromiso social. Los otros discípulos le dicen hemos visto al Señor de las llagas, al Señor del Perdón para todos los pueblos (Jn 20, 25). Pero él duda, tiene su Jesús interior, no quiere otro. Por eso pide un signo (si no veo en sus manos la huella de los clavos…). No es un signo más, sino el signo y verdad  de la resurrección en la carne, como principio de misión y perdón universal. Pide un signo y Jesús se lo concede, en eta bellísima parábola pascual:

Y ocho días después, estaban de nuevo sus discípulos en casa y Tomás con ellos; llegó Jesús, estando las puertas cerradas,se puso en medio y dijo:- ¡Paz a vosotros!Luego dijo a Tomás: – Trae tu dedo aquí y mira mis manos, trae tu mano y métela en mi costado y no seas incrédulo sino fiel! Respondió Tomás y dijo:- ¡Señor mío y Dios mío!Y Jesús le dijo: – Porque has visto has creído. ¡Felices los que no han visto y han creído! (Jn 20, 26-29).

 Tomás es como el dicho un cristiano espiritual, un tipo de gnóstico-líder separado del pueblo)… un pretendido cristiano, pero sin resurrección, es decir, sin verdadera comunión de iglesia, sin auténtico servició liberador, que empieza desde los crucificados y oprimidos.   

 Probablemente cree en Jesús, pero en un Jesús espiritual (puramente interior), sin compartir la vida con los hermanos y con los crucificados.  Cree en un Cristo glorioso, pero desligado de la de amor y sufrimiento de los hombres. Pues bien, ese Tomás, sólo puede ver/tocar al Cristo resucitado si vive en comunión con los hermanos, si toca y ayuda a los perseguidos, a las víctimas.   

La resurrección es por tanto una experiencia comunitaria (compartir la vida con los hermanos) y  liberadora (compartir la vida con los crucificados). La pascua es tocar a Jesús, como Magdalena, compartiendo la vida con los hermanos de comunidad y con los expulsados y oprimidos del mundo.

En ese aspecto podemos y debemos afirmar que los cristianos tocamos a Jesús resucitado con las manos de la fe, en un espacio nuevo de corporalidad  comunitaria y liberadora La pascua no una pura experiencia interior, una idea de superioridad espiritual, que nos pone en contacto con fantasmas, sino una comunión concreta con los hermanos y una ayuda liberadora dirigida a los crucificados del mundo.

Al encontrarnos con Jesús hallamos (tocamos y palpamos) la vida del Mesías que transforma (fortalece) nuestra vida. La fe pascual viene a expresarse de esa forma como experiencia mística del sufrimiento y muerte del Mesías. Pero se trata de una experiencia mística encarnada en las manos llagadas, en el costado rodo, es decir, en la historia del sufrimiento de los hombres. Los mismos signos de muerte (clavos que han atado a Jesús de pies y manos al madero, lanza que ha cortado su costado) vienen a mostrarse ya como señal de vida. La mism cruz del mundo (de todos los que sufren en la tierra, del camino de cruz de la historia) se vuelve lugar de pascual. 

Jesús ha respondido mostrando la herida: mete tu dedo aquí, mete tu mano… (Jn. 20, 27). Sólo así, en contacto de corporalidad a corporalidad, en encuentro con la Vida triunfante del Cristo, puede realizarse la experiencia de la pascua. Lo que importa de verdad no es el aspecto externo de la herida, la forma en que Jesús ofrece pecho y manos en nivel de carne antigua.

El centro de la experiencia pascual es un tipo de más alta comunión (iglesia) y de más honda acción  trasformadora, a partir de las llagas de los crucificados Frente a los riesgos de un falso espiritualismo gnóstico que quiere olvidarse de la carne, frente a todos los intentos de entender el mesianismo como puro cambio de conciencia (algo que sucede en el nivel interna de la transformación mental), este evangelio de Tomás  querido explicitar poner de relieve aquello que el credo romano ha llamado siempre la resurrección de la carne, que en el fondo se identifica con la vida eterna..

Tocar las llagas es comenzar por realidad histórica de Jesús, por su “oficio” de acoger a todos en comunión y de curar/consolar a los heridos de la vida.  Cristo no ha venido sólo en forma de ideas superior, no es sólo un mero espíritu (cf. 1 Jn 4, 2-3), sino que ha venido en la carne,  en la vida concreta de los hombres y mujeres que  se aman, perdonan y curan unos a los otros.  Por eso, la pascua de Jesús es inseparable de su muerte por amor, para reunir a los hermanos y para iniciar con ellos un camino de transformación (resurrección) de la vida humana.  

(3) TOMAS EN LOS EVANGELIOS CANÓNICOS  

Tomás es uno de los primeros apóstoles de Jesús, cuyo nombre propio ignoramos, pues Tomas significa en arameo «el Mellizo» y es, evidentemente, un sobrenombre o mote. Ningún texto nos dice de quien era mellizo, lo cual ha llevado más tarde a muchas elaboraciones, llegándose a decir que era mellizo (espiritual) del mismo Jesús e identificándole incluso con uno de los «judas» cuyo nombre aparece en algunas variantes de las listas de los doce en los sinópticos.

(1) Tomás, un iniciado, cercano a Judas Tadeo.Los sinópticos le incluyen con el nombre de Tomas, sin ninguna especificación ulterior, en las listas de los evangelios (Mt 10, 3; Mc 3, 8; Lc 6, 15) y lo mismo hace Hech 1, 13. Por el contrario, Juan le presenta tres veces como «Tomás, llamado el mellizo» (cf. Jn 11, 16; 20, 24; 21, 2) y le concede un papel especial entre los personajes del evangelio.

Tomás aparece, en primer lugar, como el discípulo valiente, que anima al resto de los discípulos, a fin de que superen su miedo y suban con Jesús a Jerusalén, dispuestos a morir con él (Jn 11, 16). En la última él aparece como uno de los «discípulos mistagogos», que plantean a Jesús las preguntas básicas sobre el sentido de su entrega y de su gloria (los otros son Felipe [Jn 13, 8], Judas [Jn 13, 22]). «Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas ¿Cómo, pues, podemos saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto» (Jn 13, 5-7). Este es el tipo de preguntas y respuesta características de los libros de revelación, que serán dominantes en los evangelios gnósticos posteriores. Eso significa que Tomás es para Juan un iniciado, algo que ha penetrado en el conocimiento del Mesías.

(2) Tomás, el incrédulo creyente.Quizá para contrapesar esa imagen, el evangelio de Juan ha incluido otro pasaje sobre Tomás, ya en un contexto directamente pascual. Jesús se ha aparecido a los discípulos, ofreciéndoles su Espíritu y concediéndoles poder para perdonar los pecados. «Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Hemos visto al Señor. Él les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, y metiere mi mano en su costado, no creeré. Y ocho días después, estaban de nuevo sus discípulos en casa y Tomás con ellos; llegó Jesús, estando las puertas cerradas, se puso en medio y dijo: ¡Paz a vosotros! Luego dijo a Tomás: Trae tu dedo aquí y mira mis manos, trae tu mano y métela en mi costado y no seas incrédulo sino fiel! Respondió Tomás y dijo: ¡Señor mío y Dios mío! Y Jesús le dijo: Porque has visto has creído. ¡Felices los que no han visto y han creído!» (20, 26-29).

El en el fondo de ese texto puede haber un recuerdo histórico, vinculado a Tomás, «uno de los doce». Pero el pasaje puede ser también una parábola con dos finalidades específicas, propias del evangelio de Juan:

 (a) El grupo de los Doce no es garantía de fidelidad pascual, pues Tomás, uno de sus componentes, no estaba presente en la experiencia básica de la pascua.

 (b) La experiencia pascual es inseparable de la afirmación de la corporalidad de Jesús, es decir, de la identidad entre el crucificado y el resucitado. Este Tomás puede ser un signo de aquellos adversarios de del evangelista Jn, que creen en la gloria de Jesús, pero separada de su «carne», es decir, de su historia. Todo el relato habría sido compuesto para indicar la necesidad de conversión de Tomás y de aquellos proto-gnósticos que creían en la gloria de Jesús, pero sin llagas, es decir, sin muerte.

(3) Conversión de Tomas. El riesgo de Tomás y de otros consiste en interpretar la pascua como una idea o experiencia interior, sin comunidad creyente, sin las llagas de los crucificados . En contra de eso, el Señor pascual de la iglesia es alguien a quien se puede palpar: sigue siendo el mismo Jesús crucificado, como sabe ya Mc 16, 6 y como resalta Lc 24, 40, donde se dice que Jesús mostraba a sus discípulos pascuales las manos y el costado (lo mismo que Jn 20, 20). Pues bien, el evangelio de Jn ha querido insistir, por medio de Tomás, en la corporalidad de Jesús, de forma que podamos ver y tocar su cuerpo crucificado.

La fe pascual viene a expresarse de esa forma como experiencia mística de identificación con el sufrimiento y muerte del Mesías. Los mismos signos de muerte (clavos que han atado a Jesús de pies y manos al madero, lanza que ha cortado su costado) vienen a mostrarse ya como señal de resurrección. De esa forma ha combatido Jn la herejía de aquellos que afirmaban que Cristo no ha venido en carne, sino que es sólo un mero espíritu (cf. 1 Jn 4, 2-3). Sólo por haber aceptado a este Cristo carnal, Tomás puede formar parte de los siete misioneros, creadores de la iglesia (Jn 21, 2) 

(4) ANEJO.  APOCRIFO DE TOMÁS. RIESGO Y SUPERACIÓN DE UNA GNOSIS ANTI-CARNAL

El evangelio de Tomás, descubierto en la biblioteca de Nag Hammadi, el año 1947, como traducción copta de un original griego, forma parte de los apócrifos del Nuevo Testamento y constituye uno de los testimonios más significativos de la literatura cristiana primitiva.

(1) Origen y mensaje básico.Consta de 114 logia o dichos, que tienen cierta semejanza con el Q (fuente evangélica de los Dichos), pero aún más con algunos papiros antiguos, como el de los Logia de Oxirrinco. Se ha discutido su origen y algunos piensan que muy primitivo, más antiguo incluso que Lc y Mt. Pero la mayoría de los investigadores piensan que es posterior y que deriva básicamente de los evangelios sinópticos o de alguna redacción hoy desconocida del documento Q.

Habría sido escrito en Siria, hacia el año 140, en círculos cristianos de tendencia gnóstica, cuando todavía las línea de la gnosis y la gran iglesia no se habían separado plenamente. Influyó de un modo especial en las comunidades de Egipto, donde fue traducido al copto y se ha conservado. Sea como fuere, este evangelio contiene textos de tradición venerable que provienen del mismo Jesús o de comunidades cristianas antiguas (especialmente la portadora de los Dichos, es decir, del Q).

Más aún, este evangelio puede apelar y apela a la tradición de los dos hermanos de Jesús: Judas-Tomás, el Mellizo, en cuyo nombre se inscribe (cf. EvTom, Inscriptio y num 13), y Santigo, el Justo, «por quien fueron hecho el cielo y la tierra» (EvTom 12).

Esto significa que al menos una parte de la iglesia representada por estos hermanos de Jesús ha desembocado en un tipo de gnosis, pasando del más estricto legalismo a una experiencia de interioridad mística, donde la ley se interpreta en forma de símbolo de autenticidad.

Por otra parte, el EvTom está cerca del evangelio de Juan, pero con una diferencia básica: superando  una visión  gnóstica (de pura interioridad personal de la fe), el evangelio de Juan apela a la carne de Jesús y puede elaborar una teología de carácter histórico; por el contrario, el EvTom tiende a dejar a un lado la carne (con la muerte de Jesús), de manera que resulta difícil defender en su nombre una teología que apele de un modo consecuente con la carne de Jesús, relacionada con su madre histórica. Desde este fondo, teniendo en cuenta la importancia que la mujer (y en especial la madre) ha tenido para los gnósticos, tomando como referencia la figura de la madre de Jesús, presentamos y comentamos algunos de los textos y temas básicos del Evangelio de Tomas.

(2) Soledad con Dios. El ideal gnóstico. El EvTom devalúa, por tanto la vida carnal de los hombres, el nacimiento concreto en amor de familia (de mujer). El evangelio gnóstico de Tomás quiere una vida de pura infancia, sin  cuerpo sexuado, masculino o femenino, como puros niños espirituales (cf. EvTom 21, 37). De esa forma, los cristianos gnósticos tienen que hacerse pequeños, pero no en la línea de los evangelios sinópticos (en humildad, en acogida, en servicio…), sino superando el sexo, con el amor concreto de seres humanos maduros (cf. EvTom 46). El ideal es vivir en soledad, sin verdadero amor mutuo: «¡Bienaventurados los solitarios y elegidos, porque encontraréis el Reino. Como habéis salido de él, a él volveréis!» (EvTom 49).

La soledad define al hombre por su relación con lo divino: los gnósticos provienen de la luz, son como chispas que brotan de Padre viviente y que vuelven de nuevo al descanso del Padre (cf. EvTom 50). Este mundo es para ellos un cadáver, es muerte, es sepultura (cf. EvTom 56); quien lo sepa, quien se sepa muerto por su cuerpo, ha superado ya al mundo (cf. EvTom 86). Por eso puede añadir: «Los cielos y la tierra se enrollarán delante de vosotros, pero el que vive del Viviente no verá la muerte», pues ha superado el nivel de perecimiento de este mundo (cf. EvTom 111).

Aquí  no hay lugar para la madre carnal que da vida, para los amigos y esposos que comparten el camino concreto de los amores y pesares del mundo… no hay servicio mutuo, no hay liberación social de los oprimidos y crucificados. Hay una pascua interior, intimista, no una pascua social, real, comunitaria.

(3). Bodas interiores, espiritualistas, con un Dios sin carne ni historia, en contra de las boda de Caná, que son bodas reales, en la misma historia, con vino de vida… compartida.   En  Jn s, 1-11 (la Madre pedía a Jesús que convirtiera el agua de las purificaciones judías en vino de bodas). Pues bien, Tomás descubre y presenta unas bodas donde no existe lugar para la Madre, ni para unos esposos de carne y sangre, nipara un vino de transformación, pues «son los solitarios (que renuncian a toda relación sexual o maternidad del mundo), no los que curan a los llagados,  los que entrarán en la cámara nupcial (lugar de bodas)» (cf. EvTom 75).

Estas son las bodas interiores, donde se supera toda dualidad, de manera que el varón no sea ya varón, ni la hembra sea hembra, de manera que puedan superarse ya todas estas diferencias (cf. EvTom 22, en contra de Gal 3, 28 que habla de comunión corporal en igualdad). Todo nos permite suponer que estas bodas constituyen una experiencia de identificación interior con Dios y de superación de las dualidades somáticas y personales (cf. ApTom 106). En este contexto se puede hablar de una eucaristía espiritual y sapiencial, que consiste en comer de la boca de Dios (cf. EvTom 108). 

(4) Un evangelio concreto de hombre y mujeres, de madres e hijos, de esposos…de servidores de los otrosEl Tomás de la gnosis que según el evangelio de Juan tiene que convertirse por la pascua, era un solitario…dedicado a la boda interior con Dios, no a las bodas reales, concretas, sociales de la historia humano. Por eso puede identificarse conSalomé (que aparecía en la pasión de Mc 15, 40 y 16, 1) que se sitúa ante Jesús y le pregunta: «¿Quién eres tú, hombre y de quien procedes? Has subido a mi lecho y has comido en mi mesa. Jesús le dijo: Yo soy el que procede del que es igual… Salomé le dijo: yo soy tu discípula» (EvTom 61).

Ser discípula o discípulo, como la gnóstica Salomé o como el gnóstico Tomás, antes de su conversión,  significa identificarse interiormente con Jesús, pero un Jesús sin carne, sin historia, sin amor llagado, sin ayuda social a los pobres y crucificados. El mayor de los riesgos de la gnosis (propia de un Tomás no convertido) ha sido (y sigue siendo) una exaltación del «espiritualismo», entendido como negación de la carne real (de la madre, de los hombres y mujeres concreto)… como  experiencia de pura soledad y silencio ante Dios. Pero  Cristo se ha mostrado a Tomás, le ha mostrado sus llagas, le he hecho volver a la comunidad concreta de madres e hijos, de amigos y compañeros… y de comunión con los crucificados.

La Buena Noticia del Dgo. 2º de Pascua-A

Jesús resucitado se aparece a sus discípulos

Jn 20, 19-31

El primer día de la semana, Jesús se hace presente en medio de sus discípulos y les muestra las llagas, que son las señales de su pasión. Son la prueba de que es el mismo, el que ha sufrido la pasión y la muerte, pero que ahora vive y está resucitado.

Jesús exhala su aliento sobre ellos y les dice: recibid el Espíritu Santo.  Se llenan de alegría al ver al Señor y también de una gran fuerza para dar testimonio de que el Señor vive y está resucitado entre nosotros

Comentarios a la Palabra

Hombres y mujeres ‘espirituales’: el mejor regalo para una Iglesia amenazada por la mediocridad

Monjas de clausura

Monjas de clausura

No hablan mucho. No se hacen notar. Su presencia es modesta y callada, pero son «sal de la tierra». Mientras haya en el mundo mujeres y hombres atentos al Espíritu de Dios, será posible seguir esperando. Ellos son el mejor regalo para una Iglesia amenazada por la mediocridad espiritual

Su influencia no proviene de lo que hacen ni de lo que hablan o escriben, sino de una realidad más honda. Se encuentran retirados en los monasterios o escondidos en medio de la gente. No destacan por su actividad y, sin embargo, irradian energía interior allí donde están

Por José Antonio Pagola

No hablan mucho. No se hacen notar. Su presencia es modesta y callada, pero son «sal de la tierra». Mientras haya en el mundo mujeres y hombres atentos al Espíritu de Dios, será posible seguir esperando. Ellos son el mejor regalo para una Iglesia amenazada por la mediocridad espiritual.

Su influencia no proviene de lo que hacen ni de lo que hablan o escriben, sino de una realidad más honda. Se encuentran retirados en los monasterios o escondidos en medio de la gente. No destacan por su actividad y, sin embargo, irradian energía interior allí donde están.

Viven en armonía

No viven de apariencias. Su vida nace de lo más hondo de su ser. Viven en armonía consigo mismos, atentos a hacer coincidir su existencia con la llamada del Espíritu que los habita. Sin que ellos mismos se den cuenta, son sobre la tierra reflejo del Misterio de Dios.

Tienen defectos y limitaciones. No están inmunizados contra el pecado. Pero no se dejan absorber por los problemas y conflictos de la vida. Vuelven una y otra vez al fondo de su ser. Se esfuerzan por vivir en presencia de Dios. Él es el centro y la fuente que unifica sus deseos, palabras y decisiones.

Búsqueda espiritual

Búsqueda espiritual Zac Durant/Unspalsh

Basta ponerse en contacto con ellos para tomar conciencia de la dispersión y agitación que hay dentro de nosotros. Junto a ellos es fácil percibir la falta de unidad interior, el vacío y la superficialidad de nuestras vidas. Ellos nos hacen intuir dimensiones que desconocemos.

Fuente de luz y vida

Estos hombres y mujeres abiertos al Espíritu son fuente de luz y de vida. Su influencia es oculta y misteriosa. Establecen con los demás una relación que nace de Dios. Viven en comunión con personas a las que jamás han visto. Aman con ternura y compasión a gentes que no conocen. Dios les hace vivir en unión profunda con la creación entera.

En medio de una sociedad materialista y superficial, que tanto descalifica y maltrata los valores del espíritu, quiero hacer memoria de estos hombres y mujeres «espirituales». Ellos nos recuerdan el anhelo más grande del corazón humano y la Fuente última donde se apaga toda sed.

Tomás Muro: «Con Francisco, el paradigma y los criterios han cambiado y van volviendo al Evangelio»

Tomás, apóstol

Tomás, apóstol

«El miedo bloquea, paraliza la mente y la creatividad y se echa mano del eterno “siempre se ha hecho así”, que hace unos días criticaba el papa Francisco»

«Con el cambio de obispo hay expectativas de que la vida eclesial en nuestra diócesis, en nuestra iglesia local de San Sebastián cambie, mejore y se acerque al evangelio de Jesús y al Concilio Vaticano II. (Sería no querer ver la realidad decir que aquí no ha pasado nada)»

» Si el poder eclesiástico y religioso te hace daño, si una moral legalista te ha hecho daño: el Señor te alivia, te confiere paz, alegría e ilusión»

Por Tomás Muro Ugalde

  1. Ni son todos los que están, ni están todos los que son.

    Aquel grupo inicial de creyentes –o no tan creyentes- y nosotros podríamos hacer nuestro el refrán castellano: ni están todos los que son, ni son todos los que están.

Y no estaban todos, porque faltaba Judas, que se había suicidado. Faltaba Tomás, que probablemente “había echado la toalla” y “había dejado ya la iglesia”. Probablemente faltaban muchos que terminaron decepcionados de Jesús y habían vuelto a sus tareas normales de pescadores. Por otra parte los “Once” que estaban, estaban “derrotados”.

¿Como nosotros?

Estaban los “Once” (número símbólico de los “Doce”), pero estaban encerrados y con el miedo metido en el alma.

¿También como nosotros?

Tomás

  1. Cristo no estaba en el grupo, en la comunidad,

    Estaba el grupo, pero no estaba Cristo. Era un grupo “medio-judeo cristiano” pero sin JesuCristo.

    Y, porque no estaba Cristo, aquella comunidad naciente se encontraba agitada (sin paz),encerrada, triste, con miedo y sin ganas de vivir.

    El miedo bloquea, paraliza la mente y la creatividad y se echa mano del eterno “siempre se ha hecho así”, que hace unos días criticaba el papa Francisco[1]

  1. La resurrección, Cristo, impregna la vida de paz, alegría y espíritu

    Pocas huellas y poco testimonio de resurrección daba aquella comunidad eclesial: aquellos “Once”, y, sobre todo, faltaba Cristo.

    Pero, cuando Cristo está presente en nuestras vidas, en una comunidad cristiana, en la Iglesia, confiere: paz, alegría y Espíritu (aliento vital– ganas de vivir).

    Cuando Cristo está presente en nosotros experimentamos una profunda paz-serenidad, una inmensa alegría-gozo y su espíritu nos infunde vitalidad.

    El Evangelista San Juan de nuevo vuelve al Génesis, a la creación. Dios, para terminar la creación exhaló su aliento vital sobre el barro humano y así llegó, llegamos- a ser seres vivientes, (Gn 2,7).

Una comunidad, una Iglesia en la que Cristo está presente, tiene y vive en paz, con serenidad-alegría, con ilusión (Espíritu). Lo demás son agencias de servicios religiosos y doctrinarios.

    ¿Y nuestra diócesis?

    Con el cambio de obispo hay expectativas de que la vida eclesial en nuestra diócesis, en nuestra iglesia local de San Sebastián cambie, mejore y se acerque al evangelio de Jesús y al Concilio Vaticano II. (Sería no querer ver la realidad decir que aquí no ha pasado nada)

    Se barajan nombres para los cambios en los cargos diocesanos que parecen más que necesarios. No se trata de derrocar a nadie, pero quiera Dios que quienes sean elegidos para tales tareas diocesanas sean personas que transmitan paz, alegría – serenidad e ilusión (Espíritu) a nuestra comunidad eclesial.

  1. se intuye en la Iglesia una vuelta al origen en las intuiciones de Francisco

    Gracias a Dios que el estilo y tono cristiano y eclesial de Francisco es más evangélico del que pulula en algunas diócesis y jerarquía.

El paradigma ha cambiado con Francisco.

Aunque el papa Francisco no logre muchas cosas y cambios que quisiera y son necesarios, al menos el paradigma y los criterios han cambiado y van volviendo al Evangelio. Quedémonos con el “tono vital” de Francisco, el espíritu que Jesús infundió en la comunidad naciente. Desde el papa Francisco, lo principal en la Iglesia católica ya no es el miedo y la represión, la cerrazón, la condenación, y el infierno, la Inquisición y la doctrina, liturgia y moral fanáticas contra quien sea. Francisco no carga machacona y agresivamente contra todo lo que se mueve en la Iglesia.

Tomás, apóstol

    Si el poder eclesiástico y religioso te hace daño, si una moral legalista te ha hecho daño: el Señor te alivia, te confiere paz, alegría e ilusión.

El ¡Señor mío y Dios mío! es JesuCristo y nadie más ni en el ámbito social-político, ni ninguna jerarquía eclesiástica sustituye a JesuCristo.

  1. Tomás no está en el grupo: Vivir a descampado es difícil

    El ser humano es un haz de relaciones, no somos islotes en el Atlántico. Somos y vivimos en grupo, en familia, en amistades, pueblo, en ideologías, en iglesia, en comunidad, etc.

Es difícil vivir “afuera”, “a descampado”: fuera de la familia, del pueblo al que uno pertenece, de la cultura en la que uno ha nacido, de la fe que ha dado sentido a la vida.

Fuera del grupo uno vive dislocado, hace frío, se está mal.

    Mientras Tomás está “fuera”, no cree.

    ¿Cómo nos va la vida “al margen” de la comunidad, en las rupturas familiares, en las disensiones eclesiásticas, ideológico-políticas?

Tomás “dejó la Iglesia” como tantas personas han abandonado la fe, la práctica religiosa, la Iglesia.

Tomás, apóstol

  1. Tomás vuelve al grupo.

    A los ocho días, o cuando fuere, Tomás se reincorpora al grupo. Son “los otros discípulos” los que le comunican: hemos visto al Señor.

    La educación, la fe, la cultura nos la transmiten siempre “los otros”, la familia, el pueblo, la iglesia. Es muy difícil vivir siempre sólo y al margen de alguna comunidad humana y de la comunidad cristiana. No se puede ser “cristiano por libre”, como no se puede ser familia por libre o no se pertenece a un pueblo si no es con un cierto sentido comunitario

  Y es que vivir en comunidad es algo tan natural y espontáneo como difícil y, en ocasiones, duro. La vida matrimonial y familiar es muy problemática en determinadas situaciones, lo mismo que la vida socio-política, y eclesiástica, en las comunidades religiosas. Pero no es menos cierto que somos socio-comunitarios.[2]

    La mayor y mejor parte del “Windows” que configura nuestra existencia, lo hemos recibido del “grupo” familiar, social, eclesial al que pertenecemos.

  1. Jesús se acerca a Tomás, al ser humano: Sus heridas nos han curado (1Pedro 2,25)

Jesús se acerca a la frustración  y angustia de Tomás, como se acerca a todo ser humano: a los dos de Emaús, a la hemorroísa, la samaritana, al ciego, leprosos, epilépticos, etc.

Tomás, apóstol

Sus heridas nos han curado, (1Pedro 2,25).

La herida de Tomás, como las viejas cuestiones familiares, las polémicas eclesiásticas, enfrentamientos políticos, etc., no estaban sanadas todavía.

    La herida está curada cuando ya no rezuma amargura y rencor y es fuente de luz y de paz.

    Las heridas de Cristo han sanado y nos han sanado desde el amor.

La memoria eclesial de Cristo nos sana y ayuda a vivir en paz, ilusión (espíritu), y esperanza.

    Solamente a Cristo le decimos:

Señor mío y Dios mío

[1] Decía el papa Francisco en la audiencia de hace dos o tres miércoles: “En la Iglesia tenemos que evitar lógica del siempre se ha hecho así”

[2] En la vida eclesial se baraja con excesiva frivolidad y simplismo las ideas de comunión y obediencia, sin tener en cuenta otras dimensiones como son el pluralismo, la diversidad, las tradiciones varias, los estilos eclesiales y carismas, la armonía, que no van, ni mucho menos contra la vida comunitaria. La obediencia no es dominación ni sometimiento.

TESTIGOS DE LA PALABRA

Antonio Cano: sacerdote, periodista y hombre de Dios

Había nacido en Pedroche (Córdoba) en 1939, un pueblo que amaba y al que ha dedicado su último libro ilustrado y algunos comentarios en Facebook, glosando el sacramento de las cosas pequeñas: la cortina, la ventana, los matorrales del campo, la viejecita cosiendo en la puerta de su casa. Pronto entró en los carmelitas calzados, donde pasó por diversos destinos: Granada, Jerez, Canarias. Hasta que decidió, quizás buscando mayor libertad, pasarse al clero diocesano incardinándose pastoralmente en las parroquias de San Atanasio y San Juan María Vianney de Madrid, donde  el pueblo de Dios pudo disfrutar de su corazón abierto, su compromiso con los pobres y sobre todo de esa sencillez evangélica que sin duda fue su característica más señalada.                 Fue mi sucesor en San Atanasio, en el Barrio de Tetuán donde vivía con su familia , cuando yo salí en 1983 para El Salvador como misionero diocesano. Siempre le recordamos con mucho cariño por su apertura y sensibilidad en servicio siempre de los más necesitados.                                                                                                    Hacía algún tiempo que se encontraba mal por una avanzada diabetes; vivía en una residencia y tenía dificultades para caminar. Finalmente ha sido víctima fatal de la pandemia                                                                                                                                           “Parece que el mismo Dios está detrás de la cortina -escribió-. Intuimos su silueta, porque no acaba de mostrarse del todo; se dibuja como aguardando, como deseando que pasemos y lo veamos de una vez»

DIOS, ¿VIVO O MUERTO?

Abiertas las ventanas,

ofrezco al viento

mis sufrimientos de creyente.

Tengo vivencias de Alguien.

Intuyo su realidad.

Pero no puedo comunicar lo que presiento.

Y me consta

hasta el extremo de no poder negarlo.

Dios vivo.

(Los otros Salmos, Joaquín Suárez Bautista, Sal Terrae, pág 232)

Lo que Romero dijo de Rutilio Grande

 La tumba de Rutilio es gloria de la Iglesia

 “En El Paisnal tenemos un Jesuíta mártir, su tumba es gloria de la Compañía de Jesús y es gloria de la Iglesia. Yo quiero agradecerles a la Compañía todo lo que trajeron hasta acá, a enseñar a esta gente; también a amar a Jesús y a darles un sentido de salvación, de liberación, de redención a su pobreza, a su sufrimiento.Pero el mayor sufrimiento del P. Grande sería no haber sido comprendido y que su mensaje liberador se mutilase.                                    Hagámosle honor a él recogiendo su verdadero mensaje en Cristo Jesús sin el cual no hay liberación verdadera. Cristo es el único liberador sin el cual no se puede comprender toda la esperanza que él llevaba en su corazón y la cual le hace vivir alegre en su cielo porque sabe que vendrán días mejores para estas tierras”. (Hom.5.03.1978)

Las homilías de Rutilio

Una voz que grita en el desierto

 La predicación de la Palabra de Dios: una palabra encarnada en la realidad

 La predicación de Rutilio Grande pone en contacto la Biblia con la realidad que viven los campesinos y campesinas que lo escuchan. De lo que se trata en la predicación –para quien precica y para quien escucha- no es tanto de “entender” lo que dice la Biblia. Sino lo que “dice” Dios en la realidad actual, qué nos dice Dios ahora, qué nos dice hoy mismo. Por supuesto, para entender qué es lo que está pasando, para discernir los signos de los tiempos, es insustituible la palabra de Dis que ilumina como una lámpara. Pero la cuestión, repetimos, no es quedarse admirando la belleza de la lámpara (la Biblia), sino el camino que ilumina (nuestra realidad).

ALUMBRAR LA IGLESIA DESDE LAS MUJERES

(Juan 20,1-9)   

En lo relatos de la Resurrección de Jesús el protagonismo de María Magdalena y las mujeres es evidente. Sin embargo, su huella fue neutralizándose progresivamente en la historia del cristianismo en aras de la construcción cultural de la subordinación de las mujeres, lo cual “chirriaba” con el papel de liderazgo que tuvieron en el movimiento de Jesús.

Las mujeres que acompañaron a Jesús siguiéndole y sirviéndole con sus bienes, como recoge el texto de lucas 8,1 fueron también aquellas que aparecen acompañándole hasta la cruz (Mc 15,40-41) cuando la mayoría de los discípulos varones le abandonan. Muchas de ellas aparecen de nuevo en las narraciones del entierro, la tumba vacía y las apariciones. Su papel como testigos de las prácticas liberadoras de Jesús, incluyendo en sus propias vidas, las capacitó para mirar la realidad más allá de la apariencia y experimentar como María Magdalena aquella primera mañana de Pascua que la tortura, la complicidad del poder político y religioso, un juicio injusto y la condena a una muerte maldita como era la crucifixión no podían acabar con tanto amor y esperanza como la vida de Jesús había desplegado. El Dios Abba, Todo misericordia y cuidado que Jesús les había revelado las empujó, más allá de toda lógica, a ponerse en marcha para ungir aquel cuerpo roto por amor y fidelidad a la Buena Noticia de Dios con los y las más insignificantes y excluidas

El Evangelio de este domingo narra esta experiencia desde el sobresalto de María Magdalena ante la tumba vacía y su anuncio, pero progresivamente va dando el protagonismo, no a ella, sino al papel de los varones que lo confirman. Del mismo modo la iglesia ha ido reproduciendo y lo sigue haciendo, la invisibilidad y la subalternidad de las mujeres, pese a que es inimaginable hoy en el mundo una iglesia sin el papel activo de las mujeres en ella.

La Pascua de Jesús nos urge a hacerlo todo nuevo y con la ayuda de su Ruah a alumbrar una nueva iglesia construida sobre el cimiento de su cuerpo encarnado y resucitado también en los cuerpos rotos de las mujeres por la pobreza y la violencia patriarcal y donde nadie quede excluido por su condición, de género, clase, sexo, raza.     

¿En qué medidas nuestras comunidades somos sensibles a los gritos y los anhelos más profundos de las mujeres que claman liberación, sanación, justicia?

¿Reconocemos hoy entre nosotros y nosotras a las nuevas Magdalenas, Marías, Juanas Salomés? ¿Qué buena noticia y a qué cambios nos urgen para resucitar la iglesia?

Pepa Torres Pérez

¡Feliz Pascua de Resurrección!

“El Cristo de la Nueva Creación”, vidriera de la Pquia Madre de los Pobres en San Salvador

¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡El Señor resucitó!

Ha irrumpido la nueva presencia de Jesús

Es la Nueva Creación que nos hace posible

la Nueva Humanidad

como mujeres y hombres nuevos al estilo e Jesús

¡Que viva Jesucristo Resucitado!