Cómo acompañar la muerte sin tropezar

por Trinidad Ried

Debiésemos saber cómo transitar con destreza en un paso tan natural de la vida como es la muerte, pero, de algún modo, nos han construido atajos que no nos han permitido entrenarnos en un trayecto sagrado, lleno de belleza, de significado y de aprendizajes que atesorar. Las clínicas, hospitales y hasta cementerios nos han aislado al común de los mortales del paso evidente que todos sí o sí vamos a dar. Es por eso que, cuando alguien cercano ya tiene la fecha de deceso encima de la mesa, somos tremendamente torpes y solemos tropezarnos al andar.

Uno de los tropiezos más frecuentes es temerle al encuentro con el moribundo porque suscita en nosotros sentimientos y pensamientos muy confusos que no podemos ordenar. Nos pone en evidencia el propio límite, pero a la vez nos regala la conciencia de que aún tenemos un tiempo más. Surge la compasión por el que parte y a la vez el alivio porque ya podrá descansar. Aparece la tristeza a borbotones por la ausencia que se avecina queriéndolo absorber con los cinco sentidos en toda su humanidad, pero a la vez la alegría y la certeza de que estará mucho mejor donde va. El nervio y el drama se cuelan sin piedad; las palabras se tupen y suelen expresar cosas inoportunas que nos hacen sentir fatal. El tema es que en este contexto todo pierde densidad y lo único que importa es el amor y la historia que nos une con quien partirá.

Los regalos de la agonía

Cuando la muerte nos regala el privilegio de avisar su venida con alguna enfermedad, podemos encontrarnos con el que parte y atesorar conversaciones trascedentes que serán legado para los que quedamos y los que vendrán. Todo lo superfluo se desdibuja porque ya carece de importancia la imagen, la riqueza o cualquier tema material. Lo bello se cose con el hilo del amor y los vínculos que se pudieron juntar. Todo el resto se deshace entre las manos y nos recuerda la prioridad. Lo malo es que, cuando apenas salimos del lugar y se rompe la magia del que está pronto a morir, vuelven con más fuerza las preocupaciones de este mundo como queriéndonos atrapar. Ciertamente, habría que vivir siempre como si fuese el último, pero es una quimera frente a la presión de omnipotencia que nos vende la sociedad.

¿Qué decir? ¿Cómo estar? Lo importante en este momento no somos nosotros, sino el otro, que tiene más preguntas e inquietudes que necesita materializar. Hablar con verdades es asertivo y no crueldad. Preguntar qué desea, cuáles son sus mensajes o los detalles para su funeral son conversaciones valientes que alguien debe hacer y qué mejor que los que lo aman más. Recordar sus mejores momentos también ayuda a tomar conciencia de lo vivido y a ilusionarse con lo que vendrá.

Dejar las heridas aquí

El máximo cielo en vida es un 1% de lo que nos espera cuando Dios nos pueda abrazar una vez que partamos del cuerpo físico a la eternidad. Preguntar también por los pendientes, por lo errores que hay que perdonar, puede aliviar la carga y regalar paz. Las heridas más hondas no hay para que seguir llevándolas al cielo; mejor que se queden acá. Lo más lindo que podemos mostrarle a quien parte es cuánto amor tiene a su alrededor. Esa es la única interrogante que le hará el Señor. ¿Cuánto amaste? Y, si le mostramos las evidencias, le estamos regalando bendiciones para su alma para que suelte el miedo y se entregue como un niño a quien lo creó.

Así como el nacimiento es bullicioso y lleno de trabajo por parte de la madre y de quienes la asisten, la muerte normalmente es silenciosa y plácida por el que parte y solo hay que contemplarla como quien ve algo sagrado y precioso. Mirar como si fuera un atardecer que se detiene en mil colores, respiros, estertores, miradas y apretones de manos, que son los últimos adioses en esta dimensión. Es un privilegio de la vida ver la muerte y admirar la belleza de esta migración de regreso al vientre de Dios.

La Residencias de Mayores en España

La gerontóloga Lourdes Bermejo denuncia el desinterés de las comunidades autónomas por las residencias

La experta en intervención social analiza la situación de los centros de mayores y destaca la importancia de poner el foco en los derechos de los mayores a disfrutar tanto de la comida como de su día a día.

MARÍA MARTÍNEZ COLLADO@MARIAA_0600

El estado de las residencias de mayores en España ha abierto numerosos debates en todos los rincones del país. Fotos sobre la mala calidad de las comidas, infraestructuras deterioradas, falta de material higiénico y personal han sido algunas de las carencias que tanto trabajadores como familiares de personas que necesitan cuidados en centros de mayores han denunciado en reiteradas ocasiones.

En una entrevista con Público, Lourdes Bermejo, gerontóloga con más de 25 años de experiencia en el sector, indica algunas de las claves para atender algunas limitaciones de la atención a los mayores en la actualidad, así como de quién, a su juicio, es responsabilidad que esta situación mejore.

La experta en intervención social denuncia que la calidad y la atención en los centros de mayores «no puede ser un asunto del que la Administración se desentienda», y llama a las 17 comunidades autónomas a implicarse de lleno en los derechos de los mayores a vivir dignamente y a disfrutar de la vida durante todas sus etapas. «Sean residencias públicas, concertadas o privadas, nadie debe mirar hacia otro lado cuando procedan indebidamente. Se trata de tratar a las personas con dignidad y atenderlas conforme a sus necesidades», asevera.

Familiares de mayores en residencias de Madrid denuncian anemia, pérdida de peso y desnutrición

MARÍA MARTÍNEZ COLLADO

Bermejo compara el funcionamiento de los centros de mayores con el de los comedores comunitarios y «aboga por una organización que se ajuste a las necesidades y gustos de todas las personas». «Hay residencias malísimas, donde no se cuida la calidad de la materia prima, la elaboración, la cantidad o la presentación. Pero por suerte son una minoría», añade la gerontóloga.

Lourdes Bermejo: «Hay residencias malísimas, pero por suerte son una minoría»

Familias y asociaciones han señalado abusos y dejaciones a mayores en residencias en diferentes comunidades, aunque donde más casos se han detectado es en las grandes capitales, como Madrid. Entre las causas se encuentra, por un lado, el coste de la vida, que es mucho mayor en comparación con zonas más rurales; y la inversión, pues es la comunidad donde se firman los contratos más bajos para financiar los menús.

Durante su conversación con este medio, Bermejo muestra preocupación por el estado de alarma que puede llegar a generar el hecho de que las administraciones competentes no sancionen ni intervengan estos centros con malas prácticas. Lamenta que el dudoso servicio de unos pocos opaque el enorme esfuerzo que realizan la gran mayoría de los profesionales por cuidar a los mayores en todo el país.

El responsable de las residencias de Madrid, sobre la denuncia de un anciano que perdió 14 kilos: «Ahora está en su peso ideal»

Lourdes Bermejo: «En ocasiones la falta de medios impide a los trabajadores ofrecer el servicio que desearían»

Además, la especialista pone de relieve la enorme variabilidad en el espectro de las residencias, donde se puede encontrar «desde centros en los que nadie comería, hasta equipos con mucho cariño y una forma de cuidar excepcional». Insiste en que son precisamente esos lugares hacia los que se debe mirar y, sobre todo, dotar de financiación para que no decaigan y continúen mejorando la calidad y esfuerzo en la asistencia que prestan.

«Además de la voluntad de las direcciones de los centros, para dar bien de comer hacen falta recursos», advierte. La especialista hace referencia a los ínfimos conciertos que ofrecen muchas administraciones para gestionar los centros y asegura que, a pesar de que los trabajadores hacen todo lo posible por generar espacios cómodos y afables, «en ocasiones la falta de medios les impide ofrecer el servicio que desearían».

Así, la gerontóloga, muy crítica con los contratos a la baja, se pregunta cómo pretenden los gobiernos que las residencias puedan ofrecer servicios de calidad si tras la debacle económica que supuso la pandemia y la creciente inflación el presupuesto sigue siendo el mismo: «La calefacción, la luz, los alimentos frescos, el material, la formación para los trabajadores han sido recortados en múltiples centros porque pocas regiones han dado más fondos».

Dos residencias gestionadas por Ayuso suplen a enfermeras con auxiliares, pasan semanas sin médico y no tienen ni toallas

MARÍA MARTÍNEZ COLLADO

Incentivar las buenas prácticas

Aunque es consciente de que todavía queda mucho por hacer, empezando por redactar una regulación rigurosa y actualizada a los tiempos que corren, Bermejo reivindica las propuestas para mejorar el día a día de los mayores que han prosperado. Afirma, de acuerdo con su experiencia profesional, que cada vez hay más posibilidad de cooperación entre mayores, familiares y gestores de las residencias para hacer de la vejez una etapa a disfrutar.

Destaca la creación de órganos de participación «por los cuales los residentes dicen si les gusta o no les gusta la forma de preparación de las comidas», que cuentan con todas las personas que puedan ser capaces de manifestar su opinión verbalmente. Además del diseño de menús con alimentos frescos, cero procesados, y adaptados a las necesidades nutricionales de cada cual. 

Lourdes Bermejo: «Cada vez hay más posibilidad de hacer de la vejez una etapa a disfrutar»

«Hay centros donde incluso se están practicando nuevas técnicas con texturizados para que tengan un aspecto agradable y que aquellos que no pueden masticar bien, mantengan una alimentación correcta», expresa Bermejo, en contraposición con otras residencias «donde muchos mayores se van a la cama sin cenar porque no les gusta lo que hay». Justamente para darle la vuelta a estas situaciones, la gerontóloga apuesta, aparte de la financiación, por visibilizar las buenas prácticas: «Es sorprendente que todavía no exista un estudio para saber qué tanto por ciento de las residencias son de buena calidad y cuáles no».

Bermejo explica que el cambio de rumbo en los derechos y atención a los mayores depende de múltiples factores, si bien señala a los gobiernos y administraciones como punto de partida: «Se requiere un fuerte compromiso para mejorar la formación de los inspectores de residencias, que en última instancia son quienes deben controlar que el servicio sea el deseado».

Asimismo, llama a las familias a señalar todo lo que deba mejorarse en la cotidianidad asistencial. Sospecha que será la mejor manera de que en el futuro, cuando quienes estén en residencias sean los jóvenes de hoy, la adaptabilidad sea óptima: «Ningún reglamento establece nada sobre vegetarianos o veganos, por ejemplo, estaría bien empezar a introducir cuestiones como estas con el fin de que todos los gustos y voluntades sean respetadas».

Aumento a la ayuda a la dependencia

Ione Belarra inyecta 600 millones de euros a las comunidades autónomas para las ayudas y servicios a la dependencia

El Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 consolida un incremento de en torno al 130% para la dependencia durante esta legislatura, donde la financiación por persona atendida ya se acerca a los 2.450 millones.

La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, en la Facultad de Ciencias del Trabajo de Córdoba,

El Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 aumentará la financiación para las ayudas y servicios a la dependencia en 600 millones de euros, hasta los 3.229 millones. Un 23% más que en 2022, que irán destinados al desarrollo del Plan de Choque y el impulso del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD).

Con ello, se consolida un incremento total de en torno al 130% para la dependencia durante esta legislatura, donde la financiación por persona atendida ya se acerca a los 2.450 millones. 

Esta nueva partida presupuestaria de la ministra Ione Belarra recupera la financiación adicional, el llamado Nivel Acordado, para optimizar la calidad del sistema de dependencia, suprimido bajo el Gobierno del Partido Popular en 2012. Unos fondos que se han impulsado progresivamente hasta culminar con los 783 millones presupuestados para este año 2023.

La gerontóloga Lourdes Bermejo denuncia el desinterés de las comunidades autónomas por las residencias

Estos 783 millones del recuperado Nivel Acordado se distribuirán en dos dotaciones. La primera, de 583 millones de euros (100 millones más que el año pasado), se repartirá entre todas las comunidades autónomas en base a los criterios de cumplimiento del Plan de Choque, que tiene como fin reducir listas de espera, mejorar la calidad de los servicios, así como las condiciones laborales de las trabajadoras del sector.

Una partida adicional de 200 millones

Este año, además, habrá una segunda partida adicional, de 200 millones de euros, a la que podrán acceder todas aquellas comunidades autónomas que se comprometan e inviertan en el desarrollo del «Nuevo modelo de residencias».

Así, todas las autonomías verán incrementada de nuevo su financiación en 2023, y aquellas que hayan decidido implantar y comprometerse con el nuevo modelo de residencias y asistencia en el entorno comunitario, impulsado por el gabinete de Belarra, recibirán esos fondos adicionales para el desarrollo del modelo.

El copago, la cuenta pendiente de la dependencia que penaliza a las rentas bajas y se come la subida de sus pensiones

Esta cuestión se tratará en el próximo Consejo Territorial del SAAD, que está previsto que se celebre a mediados de marzo, con previa autorización del Consejo de Ministros.

Bienaventuranzas de las personas ancianas

Bienaventuranzas de las personas ancianas
Bienaventuranzas de las personas ancianas

Felices quienes se han esforzado en mejorar su propio mundo, pensando en el futuro de la Tierra que es el de los hijos de sus hijos.   

Felices quienes no han derrochado ni les han dominado los bienes materiales: dejarán en herencia únicamente el testimonio de su propia vida.

Felices quienes han mantenido abierta su mente hacia todo lo positivo que podía ayudar a mejorar la vida de las personas con las que han convivido.

Felices quienes no se han dejado aferrar por las tradiciones y han permanecido despiertos ante la novedad de cada día; quienes se han equivocado y humildemente han sabido rectificar.

Felices quienes han vivido una larga vida, tejida de alegrías que han disfrutado al máximo y penas que les han ayudado a madurar y a crecer como personas.

Felices quienes disfrutan los últimos años de la vida siendo agradecidos, compartiendo sabiduría, cuidado, consejos, dulzura, serenidad y alegría.

Felices quienes disfrutan cada momento con la familia, con cada viaje, con los amigos y amigas, con cada nuevo amanecer y con la luna que ilumina su esperanza.

Felices quienes pueden dejar en los demás un buen recuerdo, quienes han mantenido la paz y la sonrisa, quienes han desgastado su corazón amando a los demás sin esperar ninguna recompensa.

Residencias en Castilla La Mancha

Castilla-La Mancha mejora la financiación de centros de día y residencias

INVERSIÓN

García-Page compromete otros “ocho millones de euros” para “mejorar las condiciones” de los usuarios

El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha comprometido esta mañana otros “ocho millones de euros” en políticas sociales y Dependencia para “mejorar las condiciones” de los usuarios. Tal y como ha avanzado, “en el mes de abril” será efectiva esta “nueva financiación para los centros de día, centros de mayores y residencias”, así como una partida en el ámbito de la Dependencia, para aumentar las “ayudas que se prestan a las familias” por necesitar “cuidados muy especiales”, ha aseverado.

Así lo ha puesto de relieve en la localidad conquense de Quintanar del Rey, donde ha inaugurado la reforma del Centro de Mayores ‘Los Álamos’, el primer acto de su agenda institucional que, este lunes, le llevará a recorrer otros municipios de la Manchuela Conquense, tal es el caso de Iniesta y Minglanilla.

Ante los usuarios de este rehabilitado centro de mayores, el jefe del Gobierno ha avanzado que el incremento en esas partidas permitirá “aumentar lo que le damos a cada uno de estos centros por persona y por día”, una ayuda extraordinaria que permitirá “ir acomodando la subida de sueldos o los precios”, ha explicado.

De este modo, se producirá un aumento del diez por ciento en las Prestaciones en el Cuidado del Entorno Familiar (PECEF) y de hasta un 15 por ciento en las prestaciones vinculadas a los servicios que se prestan en la red de centros de Castilla-La Mancha, incluyendo también la ayuda a domicilio.

UNA REGIÓN A LA CABEZA EN POLÍTICAS SOCIALES

En este contexto, el presidente García-Page ha subrayado que “Castilla-La Mancha es la región, con diferencia, que mejores políticas hace para los mayores en toda España”, al tiempo que ha puesto de manifiesto que la Comunidad Autónoma es la que “más está invirtiendo y creciendo en Dependencia” de todo el país, ha expuesto.

Asimismo, ha señalado que “en muy poquitas” regiones de España se están iniciando obras de residencias de mayores y “en dos meses llevo ya seis primeras piedras de nuevas residencias y hoy vamos a plantear otra”, ha indicado en referencia a la que se ha proyectado en el municipio quintanareño.

Durante intervención, Emiliano García-Page ha avanzado, además, que “este viernes” viajará a Campillo de Altobuey, también en la provincia de Cuenca, para colocar la primera piedra de la nueva residencia de mayores proyectada allí.

FONDOS EUROPEOS Y POLÍTICAS SOCIALES

Paralelamente, el presidente autonómico ha informado de la llegada de “inspectores de la Unión Europea” que están este lunes “estudiando cómo gestionamos los fondos europeos”. En este sentido, García-Page ha explicado que “vamos a estar gestionando proyectos europeos, al menos, los próximos seis años”, al tiempo que ha subrayado que estas partidas extraordinarias se han destinado, en Castilla-La Mancha, a “cuestiones muy importantes” y en muchos casos relacionadas “con políticas sociales”.

Durante esta inauguración, el jefe del Ejecutivo regional ha estado acompañado por el vicepresidente autonómico, José Luis Martínez Guijarro; la consejera de Bienestar Social, Bárbara García Torijano; la delegada de la Junta en Cuenca, María Ángeles Martínez; el presidente de la Diputación Provincial de Cuenca, Álvaro Martínez Chana; y el alcalde de Quintanar del Rey, Martín Cebrián, entre otras autoridades.

La Voz del Tajo 20.02.2023

Trabajadoras de residencias

Los cuerpos rotos de los empleos feminizados III: trabajadoras de residencias

Las trabajadoras de los sectores más precarios pagan con su salud la producción de beneficios

Persona mayor recibe asistencia por parte de una profesional.

Por Ernest Cañada  y Nuria Alabao 

 “Cuando ahora miro a mi madre, con un cuerpo paralizado por el dolor de quince años de arduo trabajo, de pie, en una cadena de montaje, con derecho a solo dos pausas de diez minutos para ir al baño, me impresiona lo que significa físicamente la desigualdad social. Incluso la palabra desigualdad se me antoja un eufemismo que atenúa la realidad: la cruda violencia de la explotación. El cuerpo de una obrera, al envejecer, revela cuál es la verdad de la existencia de clases”. Este es un pasaje del documental Retour à Reims de Jean-Gabriel Périot que capta bien cómo la explotación, ya sea en cadenas de montaje, en el campo, en hoteles o en servicios de cuidado, está basada en el desgaste de los cuerpos, de la salud de los trabajadores y trabajadoras. En capítulos anteriores de esta serie hablamos de las vidas de las camareras de piso y de las trabajadoras domésticas, trabajos feminizados y precarizados, con problemas que a veces tienen muchas cosas en común, como sucede con las trabajadoras de residencias.

El trabajo de las auxiliares de geriatría o gerocultoras consiste en levantar y acostar a los ancianos, lavarlos, alimentarlos y moverlos, si es que están postrados, para que no se formen llagas. Además tienen que administrarles medicación, realizar actividades con ellos y muchas veces también limpiar las habitaciones y hacer las camas. Esto depende de los turnos que hagan, que a veces se extienden toda la noche. Las trabajadoras se quejan de las jornadas laborales extensas, donde las tareas son muy duras, y los salarios muy bajos –recientemente unas trabajadoras de Leganés tuvieron que organizar un banco de alimentos para hacer frente a la inflación–. Además denuncian un nivel de exigencia muy alto, con un control de los tiempos estricto, ritmos frenéticos y escasa autonomía y apoyo para realizar su trabajo. La sobrecarga de trabajo se ha convertido en el problema central y en la causa de sus problemas de salud.

La gestión de las residencias se basa cada vez más en la externalización y la privatización del servicio, en buena parte realizada por grandes empresas. A día de hoy, las multinacionales y los fondos buitre controlan el 75% de las plazas de un negocio que mueve al menos 4.500 millones de euros anuales y que se sostiene en gran medida con fondos públicos. Hay muchos intereses económicos en juego, sobre todo por parte de las empresas que abren nichos de negocio sobre nuestras vidas. Tanto Madrid como Cataluña podrían ser comunidades paradigmáticas de estas privatizaciones. Las residencias de ancianos sufren falta crónica de personal –tanto las públicas como las privadas– y están infrafinanciadas. Una de las principales causas de la excesiva carga de trabajo en las residencias se encuentra precisamente en las ratios –el número de ancianos que tiene que atender cada trabajadora–. Este problema se agudiza en las privadas, con peores salarios e infraestructuras. Además, las cargas de trabajo han aumentado progresivamente, porque, como veremos más adelante, las personas que ingresan en las residencias llegan en peores condiciones debido, tanto al aumento de la esperanza de vida como al retraso en ser admitidas por las largas listas de espera.

“Si con diez te ves obligada a trabajar a un ritmo forzado, con quince es inhumano”, asegura Clara, una auxiliar de geriatría de Barcelona. “A mí me gustaría saber qué criterios se utilizan para calificar que un usuario de grado III [un nivel de dependencia muy alto] pueda ser atendido en quince minutos. ¿Bajo qué criterios se hace esa asignación? Que vengan esos señores que dan las órdenes y que me enseñen a mí, aquí, en la práctica, in situ, cómo puede ser”, se queja Libby, trabajadora de residencias de origen peruano. Con estas ratios no da tiempo a afrontar cualquier contratiempo. “Mientras estás con uno, tienes diez más que te están esperando en la cama todavía”, explica María, gerocultora de Barcelona. Cualquier incidente o situación que salga de la rutina preestablecida hace que todo el trabajo se atrase y no puedan cumplirse las exigencias requeridas. “Como se te complique algo estás perdida”, dice la trabajadora. Esto les genera mucho estrés.

Las empresas intentan ahorrar el máximo en costes laborales, para lo que explotan cada minuto del tiempo de las trabajadoras hasta que ya no pueden más. Por ejemplo, es habitual que no se cubran las bajas puntuales o por salud de la plantilla –muchas veces provocadas por el propio trabajo–, por lo que esas tareas las tiene que cubrir otra trabajadora que normalmente ya está sobrepasada. Otra queja reiterada es que no hay suficiente personal de noche y los fines de semana. “Tenemos un montón de centros donde por la noche puede haber 34 y 35 residentes que están atendidos por una sola trabajadora”, explica Lucía, también gerocultora en Barcelona. Durante la noche, en teoría, la principal actividad es la vigilancia, pero en realidad se realizan muchas más tareas, algunas de ellas de vida o muerte, como tomar constantes de saturación, de temperatura y de tensión; hacer cambios posturales; atender las personas que se encuentren mal; o derivarlas al hospital cuando sea necesario. Además de otras actividades como poner lavadoras, montar comedores o limpiar. 

“Hay ancianos que se levantan por la mañana y hasta el mediodía no se tocan, así de claro”

Esta conjunción crítica de malas condiciones de empleo y los problemas asociados al día a día del trabajo hace que la salud de las trabajadoras se vea claramente en riesgo, tanto en términos físicos como psicológicos. Las trabajadoras aseguran tener problemas músculo-esqueléticos como dolores de espalda, en especial en la zona lumbar y cervicales, hombros, manos, dedos y túnel carpiano. Como explica Libby, “nuestras herramientas de trabajo son los brazos, con movimientos repetitivos”. Una de las causas de estas dolencias son los sobreesfuerzos realizados y las malas posturas. A causa de las exigencias del ritmo de trabajo, les es más difícil prevenir riesgos cuidando las posturas para no hacerse daño. “No es cuestión de que no lo queramos hacer bien, es que a veces no tenemos el tiempo suficiente, ahí está la base del problema y eso hace que nos desgastemos más”, explica Marisol, otra trabajadora de residencias barcelonesa. 

Aunque la mayoría de residencias tiene equipamientos como grúas para hacer estas tareas más ligeras, el problema es que no siempre se tiene tiempo para usarlas. “Muchas veces te dan 15 minutos y tú, en 15 minutos, no alcanzas a montar al anciano en una grúa y bajarlo, porque para eso se precisa mucho más tiempo y se necesita de ayuda, porque no lo puede hacer una sola persona, tiene que ser entre dos, y todo el personal va justo”, según Jarabo, gerocultor de origen colombiano. Además, el estado de las personas atendidas también actúa en contra, como explica Lucía: “Tenemos medios mecánicos, pero, aunque los utilices, una persona con demencia, una persona con Alzhéimer, es difícil que escuche tus órdenes. Tienes que emplear el doble de fuerza para movilizarlos”.

Además de los problemas físicos, diversos aspectos contribuyen a incrementar los problemas de carácter psicológico. A muchas de estas trabajadoras les gusta lo que hacen y saben que es una labor fundamental, pero sienten que no pueden hacer el trabajo en condiciones ni pueden dar la atención, el trato humano, que las personas mayores necesitan. “Son personas, no las puedes tratar como si fueran una caja de cartón”, afirma Clara. Se impone la lógica del mercado contra la vida, los recursos que se dedican no son suficientes. “Al ritmo que vamos, no tenemos tiempo para atender a los ancianos. Vamos tan al límite que una cosa que se salga fuera de lo normal ya te supone un mundo, porque no puedes. Hemos tenido compañeras con crisis de ansiedad porque llega un momento que no pueden más”, denuncia Lucía. 

En la residencia en la que trabaja María solo les dan cuatro pañales al día para cada anciano

Pero es difícil atender con suficiente dedicación a cada una de las personas ingresadas. Muchas veces, aunque se llegue a cumplir las tareas asignadas –levantarse, asearse y desayunar–, luego no pueden prestarles atención. “No te voy a engañar, hay ancianos que se levantan por la mañana y hasta el mediodía no se tocan, así de claro”, cuenta Lucía. Esto les provoca una gran frustración. Según María, ya no tiene tiempo de hablar con las residentes a causa del ritmo con el que tiene que trabajar: “Yo antes podía hablar con ellas, nos sabíamos su vida, porque, por ejemplo, la estabas peinando o estabas haciendo la cama mientras ellas te contaban”. “Ahora no tenemos tiempo para escuchar”, dice Lucía. Las residencias acaban, así, convertidas en almacenes de ancianos.

Este tipo de trabajo además es muy demandante emocionalmente porque a veces los ancianos sufren Alzheimer u otros tipos de demencia, afecciones que les generan grave desorientación y angustia, provocan agresividad contra sus cuidadores, o incluso intentos de fuga de la residencia. “Eso al cabo de las horas te acaba afectando mucho”, explica Gema, otra de las trabajadoras consultadas. De forma permanente tienen que lidiar también con el proceso de deterioro físico y mental de las personas con las que trabajan hasta el momento de su fallecimiento. Las trabajadoras saben que las personas que ingresan difícilmente saldrán mejor, por mucho esfuerzo que ellas hagan. “Cuando ves a aquella persona que caminaba sola, que luchaba, y luego ves que ya no puede ni peinarse, piensas: tanto luchar en la vida, ¿para qué? ¿Para llegar a esto? Lo sufres, pero te acostumbras, es que te acostumbras, es una pena, pero es así”, dice María. A la presión descrita se suma la de tener lidiar con las familias de algunos usuarios, que ante esta situación a veces no entienden que las causas son estructurales y pueden llegar a culpar individualmente a las trabajadoras, aumentando el malestar de estas y desgastándolas en enfrentamientos muy duros. “Las familias vienen muy agobiadas, muy quemadas, esa es la palabra”, señala María. La realidad es que los ancianos ahora llegan con niveles de dependencia y deterioro más severos debido al aumento de la esperanza de vida, entre otros factores, por lo que requieren más cuidados y más especializados, pero muchas de las ratios existentes no se han actualizado desde hace décadas.

Las empresas ahorran en materiales básicos

Estamos hablando de personas que muchas veces son extremadamente vulnerables. Si hay desatenciones, si no reciben los cuidados que necesitan con unos mínimos, se pueden producir verdaderos actos de violencia. Las trabajadoras organizadas lo expresan así y tienen muy claro que quieren hacer bien su trabajo, pero no siempre pueden. Por ejemplo, una queja reiterada es la escasez de material, como la disponibilidad de pañales por residente, que no siempre son suficientes. En el caso de la empresa de María, cuenta que solo les dan cuatro pañales al día, y los ancianos que los usan tienen que aguantar así, aunque necesiten más. Estos años han estallado escándalos como el de una residencia gestionada por Clece, donde la empresa despidió a las trabajadoras por denunciar falta de material y de medios ya que al no haber pañales, en ocasiones los ancianos pasaban días sobre su propio orín. Estamos hablando de una empresa que puede llegar a pagar 600 euros al mes por jornadas completas mientras obtiene miles de millones en beneficios.

Las mutuas tienden a desconfiar de ellas y atribuir sus dolencias a problemas de la edad y no de la organización del trabajo 

Toda esta situación provoca que muchas de las trabajadoras tengan que medicarse para poder aguantar el trabajo, para tratar el dolor físico, por ejemplo con inflamatorios, pero también del alma –tranquilizantes o incluso antidepresivos–. “Vamos metiéndonos de todo”, dice María. “Para el dolor todo el mundo toma algo, si no te tomas un Gelocatil, te tomas un Nolotil, si no te tomas un Nolotil te tomas un naproxeno, esto es así, es el pan nuestro de cada día”. Para Clara la cuestión es evidente: “Si quieres seguir el ritmo tienes que medicarte para los dolores, porque son dolores crónicos, no hay más”.

Al mismo tiempo que tienen que medicarse para el dolor, las trabajadoras se sienten despreciadas por las mutuas, donde tienden a desconfiar de ellas y atribuir sus dolencias a problemas de la edad y no de la organización del trabajo –una constante que se produce en todos los trabajos feminizados–. Esta es la experiencia de María: “Cuando vamos a la mutua por accidente de trabajo, lo que hacen siempre es que te atiborran de medicación y te mandan directamente a trabajar. Esto quiere decir que tienes que trabajar medicada, con el mal encima, y buscarte la vida , o pedir la baja y que te descuenten casi la mitad del sueldo”.

En todas estas profesiones feminizadas y desvalorizadas comprobamos cómo el capital acumulado por unos se cuenta en cuerpos descompuestos o rotos, en dolores físicos, en historias difíciles de migraciones, en abusos laborales y sexuales que dejan secuelas que tornan en sufrimiento psicológico, y a veces, soledad. Como dicen las voces de las trabajadoras: organizarse es una herramienta, no solo para mejorar las condiciones de trabajo, sino para tejer solidaridades que conjuren esos dolores del cuerpo y del alma que deja tras de sí la explotación.

Residencias de mayores en España

España tiene 35.000 personas con gran dependencia sin atender por falta de plazas en residencias de mayores

Además, el país necesita al menos 76.000 plazas más en residencias de mayores para alcanzar la ratio recomendable.

El ministerio de Belarra lanzará una ley de Servicios Sociales que consolidará las prestaciones básicas en toda España

JOSE CARMONA

España necesita al menos 35.000 plazas para atender la demanda actual de personas en dependencia severa o grandes dependientes y requiere la creación de al menos 76.350 plazas en residencias de mayores para alcanzar el ratio de cico plazas por cada 100 personas mayores de 65 años.

Estos son los datos arrojados por el último informe de la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales, que analiza el estado de las residencias de mayores tras el impacto de la covid-19. 

El informe registra el estancamiento del número de plazas en residencias de mayores. En 2021 han aumentado los números totales apenas un 2%, un aumento de 7.766 plazas, muy lejos de los números que esta asociación estima como necesarios. Andalucía y la Comunidad Valencia, con 31.475
y 23.485 respectivamente, son las regiones de España con mayor déficit de plazas. 

«Si en 2014 faltaban 53.103 plazas para alcanzar la ratio del 5%, en el último año este déficit alcanza las 76.350»

«Si en 2014 faltaban 53.103 plazas para alcanzar la ratio del 5%, en el último año este déficit alcanza las 76.350. Según los últimos datos oficiales hay en lista de espera de ser atendidas 80.862 personas con Grado II y III, más 60.000 pendientes de valorar, que previsiblemente obtendrán uno de esos grados, lo que eleva el número hasta las 140.862 personas», concluye este informe en materia de Servicios Sociales. 

El informe identifica a Castilla y León y Castilla-La Mancha como las Comunidades con mayor cobertura de plazas de financiación pública, seguidas de Extremadura y Aragón. Por contra, las regiones con menos plazas de financiación pública son Canarias y la Comunitat Valenciana, que no alcanzan un 1,5%. Madrid es la única Comunidad donde las plazas exclusivamente privadas tienen una cobertura mayor (2,53%) que las de financiación pública (1,83%). 

Alcanzar ese ratio, 5 plazas por cada 100 personas mayores de 65, aunque es una aspiración aún inalcanzable para la mayoría de comunidades autónomas, también puede llevar a engaño, según apunta el informe, puesto que la media de edad de las personas en residencias es de 85 años. Por tanto, la Asociación de Directoras y Gerentes de Servicios Sociales concluye con una reclamación al IMSERSO, y es que proponga al Consejo Territorial un acuerdo para fijar una ratio «más adecuada a la sociedad actual y a la situación y demandas de las personas mayores, contando para ello con el asesoramiento de las organizaciones científicas y las entidades del sector».

La semana pasada, Ione Belarra, ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, anunciaba un anteproyecto para diseñar una ley de Servicios Sociales que obligue a las Comunidades Autonómas a diseñar un acuerdo de mínimos en torno a esta materia. Con esta ley, que deberá pasar por el Congreso de los Diputados y aspira a ser aprobada en torno a junio y julio, se intentan corregir las enormes desigualdades que existen entre las diferentes regiones de España en materia de Servicios Sociales.

Humor y amor para saber cuidar

Cuidar con amor y humor …es posible

El 19º Ciclo de Conferencias del programa Aula Persona apuesta por la humanización de la salud en su próximo encuentro en la localidad malagueña de Arroyo de la Miel

“Humor y amor para saber cuidar”. Este el título de la conferencia que el psiquiatra, Doctor en Medicina y en Farmacia, filósofo y psicólogo, Mariano Betés ofrecerá el próximo sábado 21 de enero, a las 11:30 h. ofrecerá dentro del programa Aula Persona en su 19º Ciclo de Conferencias ‘Cuidar con amor’ de Asís, Asociación Solidaria Integración Social.

Formas de cuidado

Un ciclo con una serie de charlas que están dirigidas a todo el que esté interesado en el tema: padres, profesionales del tercer sector, educadores, profesores, AMPAS… Estas conferencias se imparten en el edificio Innova de Arroyo de la Miel (Málaga), con entrada libre hasta llenar el aforo a las 11:30 de la mañana.

Las próximas citas mensuales, hasta el mes de abril, afrontarán cuestiones como el cuidado de los mayores, la crisis energética y el cambio climático o la vulnerabilidad. Diferentes especialistas compartirán sus reflexiones al respecto.

El valor de la vejez para un mundo nuevo

«La ancianidad no es un tiempo inútil en el que nos hacemos a un lado, abandonando los remos en la barca, sino que es una estación para seguir dando frutos» (papa Francisco).

Es aquí donde se presenta la revolución de los cuidados, que es la esencia de lo humano. Ciertamente, sin cuidados no hay vida.

El tema central de las V Jornadas de Doctrina Social de la Iglesia de la Comisión diocesana de Justicia y Paz de la Región de Murcia, celebrada durante los días 21, 22 y 23 de noviembre de 2022, giró en torno al «valor de la vejez para un mundo nuevo». Se realizaron en el Instituto Teológico de Murcia, OFM.

El ser humano, tanto desde el punto de vista somático como desde el psicológico, es un ser sumamente vulnerable. Desde su nacimiento hasta el final de la vida es vulnerable. Es mortal, vive con el riesgo de sufrir toda clase de enfermedades, sobre todo en la vejez. Sin embargo, es una dicha llegar a la vejez, cuando otras personas «murieron antes de tiempo», en palabras de fray Bartolomé de las Casas. La vejez es un motivo de acción de gracias al Dios de la Vida.

El primer ponente de estas Jornadas fue el Dr. Emilio García Sánchez, profesor de medicina en la universidad Cardenal Herrera de Valencia. Señaló que el único modo de seguir sobreviviendo es «la mutua ayuda, el cuidado, la solidaridad universal y la responsabilidad ética de unos por otros». Se centró en la vulnerabilidad de las personas ancianas, enfermas graves y discapacitadas, que se han visto desprotegidas y, en algunos casos, excluidas del debido cuidado.

El proceso de envejecimiento suele limitar las funciones corporales y cognitivas y con frecuencia va unido a la disminución de la capacidad para participar en las relaciones interpersonales y sociales. Estas pérdidas de relaciones sociales van llevando a la persona anciana a un progresivo aislamiento con todo el impacto emocional que esto conlleva. A muchas de ellas con enfermedades crónicas les afecta y hiere más el ser marginadas y olvidadas que el mismo dolor. Y esto es causa de una profunda soledad, depresión, destrucción de la autoestima que, incluso, les puede llevar a desear la muerte.                  Porque el deseo de morir de quien sufre una enfermedad grave surge cuando ya ha muerto socialmente para los demás. «La soledad es la antesala de la muerte», señalaba el Dr. Emilio García.

El sistema capitalista neoliberal valora a las personas sanas, jóvenes y bellas, hombres y mujeres que generan riqueza, que producen; valora a las grandes gentes emprendedoras, a la élite del deporte y artistas… Sin embargo, las personas vulnerables, pobres y ancianas son descartadas, ignoradas y más si sufren alguna enfermedad crónica, porque no generan riqueza, no producen. Las personas mayores son una carga para la sociedad, con cuantiosos gastos en sanidad y, en algunas familias, hasta un estorbo. Una alta personalidad del mundo económico-financiero llegó a decir que las personas ancianas son una limitación y un obstáculo para el desarrollo de la economía. En verdad la sociedad capitalista ha generado un individualismo que mata. Valora más el dinero que la persona.

El profesor Marcos Alonso Bote, catedrático de sociología de la Universidad de Murcia, presentó un análisis de la situación de la vejez en la Región. Señaló que esta región es eminentemente de gente joven. Es la Comunidad española con menos personas mayores y la más baja en esperanza de vida. No dudó en afirmar que la mitad de las personas pensionistas de la Región de Murcia percibe por debajo de los 800 euros. Esta realidad afecta a las personas ancianas. Las políticas que emanan del afán de lucro y del individualismo terminan por ser una fábrica imparable de soledad y de vacío.

Ante esta situación, en donde el sufrimiento, la angustia y el dolor campean hiriendo a multitud de hermanos y hermanas, marginándolas, excluyéndolas y obligándolas a vivir una vida que no es vida, se impone la práctica de la compasión. Compasión significa «sufrir con». Es la capacidad de dolerse con el sufrimiento de las demás personas. Es meterse dentro de ellas y vibrar con ellas. Es un sentimiento de amor, de cariño, de ternura. Pero es también la capacidad de sonreír, de acoger, de abrazar, de llorar y de reír. Es aquí donde se presenta la revolución de los cuidados, que es la esencia de lo humano. Ciertamente, sin cuidados no hay vida.

En la mesa redonda, en la que participaron Juan José Gómez, gerontólogo, director de un Centro de Día, Antonio José Torrano, director de una residencia de personas mayores de Mensajeros de la Paz, Elena Martínez, médico internista y Adela Delgado, enfermera, se abordó el tema de los Cuidados Paliativos. Estos buscan superar el sufrimiento físico y emocional. 

El Cuidado y la ternura constituyen un orden alternativo a la explotación y la dominación.

La vulnerabilidad es la gran oportunidad para que el ser humano desarrolle sus cualidades, sobre todo la capacidad de cuidar y de dejarse cuidar. De ciudadanos debemos pasar a «cuidadanos», señalaba Juan José Gómez, es decir, que se desarrolle en cada persona la actitud, profundamente evangélica, de estar al lado de las gentes vulnerables, para que descubran su dignidad y mantengan firme la esperanza.

Los Cuidados Paliativos ayudan no solo a aliviar el sufrimiento físico, sino sobre todo a combatir la soledad, a fortalecer la autoestima, a levantar la esperanza y a sentir el amor y la acogida. El espíritu de los Cuidados Paliativos emerge de la misericordia, de la compasión y de la ternura. Quien está enfermo en fase terminal, con frecuencia, sufre una soledad indescriptible. Necesita sentir compañía, tacto, caricias. El contacto físico es una manera de consolar. El tacto es uno de los medios de comunicación más eficaces.

Por ejemplo, coger la mano o dar un suave masaje son maneras de acompañar, de hacer sentir nuestra proximidad. Asimismo, el llamar por el nombre y mirar a los ojos, en silencio, son actitudes de consuelo. Una persona enferma en fase terminal es muy sensible.

Esta actitud del cuidado y la compasión no se realiza solamente entre la persona que vive bien y la que sufre. Es necesario, para construir un mundo nuevo, que también la vulnerable, la anciana, la herida socialmente, en su debilidad se haga misericordiosa y compasiva. Cuando una persona anciana comparte su ayuda con otra se construye la fraternidad y se siembra la semilla de un mundo más humano. La misericordia y compasión entre vulnerables (pobres, ancianos, enfermos…) encierra un potencial profundamente transformador. Qué bello es escuchar el grito de aquella abuela de la Plaza de Mayo en Argentina: «Mientras tenga vida seguiré soñando y luchando».

El papa Francisco señala que «Los ancianos deben estar en el centro de la atención de la comunidad: el diálogo entre los niños y los abuelos es fundamental para evitar el crecimiento de «una generación sin pasado, es decir, sin raíces… La ancianidad no es un tiempo inútil en el que nos hacemos a un lado, abandonando los remos en la barca, sino que es una estación para seguir dando frutos. Hay una nueva misión que nos espera y nos invita a dirigir la mirada hacia el futuro. Será una elección de amor de los ancianos hacia las nuevas generaciones».La experiencia y madurez de la persona mayor es un pozo de sabiduría. En las culturas de los pueblos originarios de América y África, la gente anciana tiene ya de por sí una autoridad moral, porque es depositaria de las tradiciones de las generaciones anteriores. Es respetada y valorada.

Finalmente, cuando llega el momento del final de la vida, las personas creyentes, de cualquier confesión religiosa, pueden encontrar en su fe una fuerza esperanzadora. La muerte, por la que vamos a pasar, es la puerta a la plenitud de la vida. Por eso, pacientes con años y dolores, no temen morir. Renuncian a los tratamientos de soporte vital porque lo único que van a servir es para prolongar el sufrimiento, por ello prefieren simplemente, que se les acompañe esperando el momento de cruzar el umbral de la eternidad y penetrar en el Misterio de Dios.

Fernando Bermúdez

La lógica deshumana del capitalismo

«El tratamiento a los mayores nos da una imagen de la lógica deshumana del capitalismo»

Naiz [Foto: la escritora Silvia Federici

Por Maddi Txintxurreta 

Es marxista con muchos ‘peros’ y feminista sin duda alguna. Dice que le gusta «explicar» y son muchas y muchos quienes la escuchan. Con ‘Calibán y la bruja’ como su obra clave, Silvia Federici es una referente del feminismo.

Silvia Federici (Parma, Italia, 1942) llega a Iruñea invitada por Katakrak. Pende de sus ojos el peso de una mirada prospectora desviada de lo común –vuelta hacia los comunes– y hojea los títulos que llevan su firma y que Katakrak ha colocado en una mesa aparte. «¿Puedo llevarme una copia de este?» pregunta a la responsable del espacio cultural, y esta le responde con un «claro» tan evidente que parece que piensa: «¡Si es suyo!»

Ochenta años atraviesan sus palabras y su cuerpo y no puede dejar de mirar a la historia para leer el mundo actual: lo piensa, mastica y devuelve comprensible a sus lectoras. Recurre y regresa a menudo a las luchas feministas de la década de 1970 en Estados Unidos, como si intuyera que si hace cincuenta años no hubiera estado allí, no estaría en Iruñea un día de octubre del 2022 presentando ‘Ir más allá de la piel’.

Viene a Katakrak a presentar ‘Ir más allá de la piel’. En esta obra aterriza su pensamiento al mundo actual, al capitalismo contemporáneo. Teniendo en cuenta que vivimos una época de constantes cambios, a usted, como escritora, ¿le supone alguna dificultad pensar e interpretar la época actual?

¡Al contrario! Todos mis libros llegan hasta la experiencia contemporánea, a pesar de que siempre tengo una perspectiva histórica, porque el pasado para mí no es pasado, no es algo que ha muerto: vive en el presente. Nunca podría analizar el presente olvidándome del pasado. La clave es comprender el cambio social, comprender cómo las estructuras que son históricas todavía se transforman. El capitalismo tiene una historia de más de cinco siglos y en cada fase histórica se cambia, se vuelve en respuesta a las luchas, a los cambios económicos, a las crisis… pero la experiencia actual es fundamental.

En sus trabajos sostiene que las mujeres son el principal motor para la producción capitalista; antes de los 70 porque se dedicaban de manera gratuita a los trabajos reproductivos y, después, con su entrada en el mercado laboral, porque son ellas las que soportan las peores condiciones laborales, además de que siguen con el trabajo reproductivo gratuito.

Sí, cualquier tipo de trabajo, las mujeres lo hacen. Hacen el trabajo de reproducción, que incluye el trabajo del campo, de la agricultura o de la sanidad. También el trabajo extradoméstico, en las oficinas, en las fábricas, el trabajo industrial. En Bangladesh, en México a la frontera con Estados Unidos, en las llamadas zonas de libre comercio, hay formas de explotación del trabajo de la mujer similares a la esclavitud. Por eso, hoy las mujeres son las protagonistas del desarrollo. Y creo que siempre ha sido así.

¿No le parece que esta situación de vulnerabilidad les ofrece al mismo tiempo un gran poder, en cuanto las necesita el capital?

Claro, el trabajo de la mujer ha sido la fuerza que ha permitido relanzar una nueva fase del desarrollo. Por eso mismo las mujeres son las protagonistas de muchísimas luchas sociales, empezando por la lucha sobre la reproducción y la lucha contra la destrucción de la naturaleza. En muchos lugares de África y América Latina vemos que las mujeres están en primera línea contra la deforestación, contra la política del extractivismo, la minería, la extracción petrolera… porque se dan cuenta de que la destrucción de la naturaleza es la destrucción de la vida, de la comunidad. Y saben que aunque estas empresas pueden traer salarios para los jóvenes, destruyen a la comunidad la posibilidad de reproducirse.

Participó en la campaña ‘Salario para el trabajo doméstico’ en los años 70. La falta de salario convierte a las mujeres en dependientes y domésticas, sin embargo, el salario es uno de los mayores mecanismos de control del capital. ¿Cuál debe ser el punto de encuentro entre el trabajo de hogar y de cuidados y el salario para que no suponga una dependencia esclava de los hombres ni del capital?

Sí, pero voy a agregar: solamente se dice que el salario es una medida de control cuando se habla de las mujeres y del trabajo de hogar. No se dice que es una medida de control cuando se habla de los salarios de los profesores o de los salarios de los obreros industriales. Si es verdad que luchar por un salario reproduce el capital, ¿porqué no creamos los mismos discursos en relación a todos los trabajadores asalariados? ¿Qué vamos a proponer? ¿Que todos trabajen sin salarios?

El discurso por el salario en el trabajo doméstico era una estrategia de un momento concreto para liberar las mujeres de la dependencia de los hombres, para visibilizar que lo doméstico es un trabajo, un trabajo que produce capital y sustenta cualquier actividad productiva. Porque aunque no produce coches, produce trabajadores para generaciones futuras. Por ello, pedir un salario era una forma de abrir una vía de contacto y negociación entre mujeres y capital. En los años 70, la relación mujeres-capital era mediada por los hombres. Entonces, el salario no era el fin, nunca lo propusimos como tal, sino una estrategia para cambiar la relación de poder entre mujeres-hombres, mujeres-estado y mujeres-capital. Y a partir de esta posición empezar un nuevo ciclo de lucha.

En ‘Calibán y la bruja’ determinó que el capitalismo ha transformado los cuerpos en máquinas de trabajo y sostiene que las mujeres sufren una doble mecanización, productiva y reproductiva. ¿La implicación de los hombres en el trabajo de hogar y de los cuidados ayudaría a resolver esta situación?

¡Claro! Pero dos cosas: lo primero, esto no cambiaría la condición de este trabajo. El problema sigue siendo que este trabajo está desvalorizado, no está remunerado y no da acceso a beneficios como pensiones o un seguro de salud. Compartir el trabajo con los hombres es un paso. Pero lo más importante de todo es responsabilizar al Estado. Hemos visto en las luchas en torno al trabajo doméstico que la dificultad de compartir el trabajo con los hombres no es solamente la falta de voluntad de los varones, que es tanta, es también que la organización actual del trabajo y de los salarios provoque que sea mejor que el varón trabaje fuera de casa, porque su salario es mayor. Entonces, además de compartir, se necesita un cambio de la organización del trabajo asalariado.

En Euskal Herria, algunos sindicatos y partidos llevan tiempo reivindicando un sistema público de cuidados. ¿Cree que esto podría ser efectivo contra la crisis de los cuidados?

Claro que el Estado se debe responsabilizar. Aunque yo soy crítica con lo que dicen, porque el Estado debe responsabilizarse sin establecer un sistema de control y la comunidad debe decidir qué servicios nos va a dar el Estado. Soy contraria a que el Estado organice, debemos ser partícipes. Siempre he dicho que estos discursos de los comunes, los entramados comunitarios, las asambleas vecinales, son necesarios para cambiar nuestra relación con lo público. Porque hoy el Estado es neoliberal y no tiene ningún interés en reproducir nuestra vida. Nos ofrecen la sanidad para que volvamos a trabajar lo antes posible, nos ofrecen servicios, lo más baratos que pueden. Entonces, necesitamos una lucha desde abajo y esto significa que la comunidad debe organizarse y relacionarse con quienes trabajan en los servicios públicos. No es suficiente abrir las ventanas y aplaudir a las enfermeras, tenemos que encontrarnos con ellas y decidir qué necesitamos, qué podemos hacer.

«Cuando hablamos de trabajadores es necesario tener en cuenta la diversidad y saber que aún así podemos pensar en formas de lucha conjuntas. Se trata de pensar cómo juntarnos de manera que los que tienen más privilegios no sean los que dominen la lucha. Es una cuestión de organización»

El cuerpo cambia, envejece, se vuelve inservible en la lógica capitalista y se deshecha. ¿Cómo debemos resignificar, recuperar, ‘reciclar’ estos cuerpos?

Cuando pensamos en la condición de los mayores hoy, vemos verdaderamente la violencia de esta sociedad capitalista y cómo destruye a las personas. En muchas sociedades precapitalistas, y pienso sobre todo en las comunidades indígenas de Norte América, los mayores eran los guías, también las mujeres mayores. Tenían la sabiduría y la experiencia, la memoria colectiva del pueblo. Tomaban las decisiones. Ahora los mayores son los tontos, no son productivos, pesan, dan problemas a las familias, son una carga. Vivimos una desvalorización de los mayores y se desvaloriza la reproducción. Y todavía el capitalismo privilegia, en el contexto de esta desvalorización general, la infancia, porque de ahí vienen los futuros trabajadores. Así que los mayores se pueden desechar como basura.

Hemos visto con el covid-19 en Estados Unidos que muchos de los mayores que murieron estaban en los centros públicos financiados por el Estado. Pero la crisis de estos centros era precedente al covid-19, porque en estos centros se han cortado los fondos, el personal, así que dejan a los mayores durante horas en sus camas. El tratamiento a los mayores nos da una imagen de la lógica deshumana de esta sociedad capitalista.

Algunas voces que se declaran feministas defienden el sentido más biologicista del cuerpo y reprochan tanto al movimiento queer como al transfeminismo que vacían de contenido la categoría mujer, que «borran» a las mujeres. ¿Qué opinión le merece esto?

Creo que hay problemas en ambos lados. Yo vengo de una lucha que surgió en los años 70, cuando el feminismo criticó la concepción del capitalismo sobre la mujer. Siempre hemos subrayado que mujer no es un concepto biológico. Pero la mujer es importante como sujeto político, porque mujer, en la historia de la sociedad capitalista, ha significado toda una organización particular de la explotación y del trabajo. Y todo un tipo de lucha contra la discriminación.

Es cierto que el feminismo siempre ha tenido más conciencia de las diversidades. Pero lo mismo pasa con los trabajadores, ¿no? ¿Vamos a desechar la condición del trabajador explotado porque un trabajador no es lo mismo en el País Vasco o en España, o en África? Claro que la categoría del trabajador explotado es importante para comprender la lucha en la historia del capitalismo. Y, a pesar de ello, la categoría del trabajador explotado incluye una gran variedad. ¿Porqué se responsabiliza de la diversidad solamente al movimiento feminista? ¿Porqué no se le pide lo mismo al movimiento de los trabajadores?

Cuando hablamos de trabajadores es necesario tener en cuenta la diversidad y saber que aún así podemos pensar en formas de lucha conjuntas. Se trata de pensar cómo juntarnos de manera que los que tienen más privilegios no sean los que dominen la lucha. Es una cuestión de organización.

Pero, como defiende la teoría interseccional, la relación entre opresor y oprimido es coyuntural y esto puede general tensiones.

Verás, en los años 70, a partir del movimiento del Poder Negro, hubo una discusión muy interesante. Trataba de la diferencia entre autonomía y separatismo, porque había una parte del movimiento negro a favor del separatismo, de una forma de organización sin blancos. La autonomía, sin embargo, significa poder decidir, tener espacios sin personas blancas, pero a pesar de ello poder juntarnos en las luchas donde tenemos intereses comunes decidiendo cuándo, dónde y de qué forma.

Este discurso también se ha tratado en el movimiento feminista. Las separatistas decían ‘nada de trabajo con los hombres. Vamos a crear comunidades de mujeres, vamos a crear una cultura exclusivamente de mujeres, porque la relaciones con los hombres son siempre de dominación’. Por otro lado, y yo me posiciono en este lado, hay mujeres que dicen que no, porque los hombres también son explotados.

En ‘Calibán y la bruja’ hablo de acumulación de diferencias, acumulación de jerarquías: el capitalismo, cada vez, en cada fase de desarrollo, no deconstruye estas divisiones. Es así, dividiéndonos, haciendo que peleemos unos con otros, como ha podido perpetuarse. El discurso no debe ser que nunca nos podemos encontrar con los hombres, sino que tenemos nuestra autonomía y capacidad de decidir, que nos organizamos como mujeres y no incluimos hombres en nuestra organización. Y vamos a decidir en qué espacios y cómo participarán los hombres.

Defiende en ‘Reencantar el mundo. El feminismo y la política de los comunes’ la vida comunal libre de relaciones productivas. ¿Cómo podemos imaginar los comunes?

Yo hablo de la necesidad de las relaciones comunales hoy, en una sociedad donde en cualquier parte estamos circundados, circundadas, por la relación capitalista. Entonces, la concepción de los comunes hoy no es una concepción final. Pero podemos pensar en lo comunal, sea en el marco de las relaciones sociales, de compartir los bienes, pero sobre todo como un principio de organización social que se puede y se debe aplicar a cualquier aspecto de nuestras vidas. Por ejemplo, compartiendo la riqueza natural y la riqueza que se produce o colaborando en la reproducción de la vida, etcétera. También en la justicia. Decir no a las cárceles, no a la Policía y pensar en la justicia de forma comunal. Hay varios ejemplos en el seno de las comunidades indígenas, porque ellos tienen otros sistemas, como el sistema restaurativo, y podemos valorar si pueden inspirarnos.

Esto, por ello, es un principio de organización social para crear una sociedad que no esté fundada en la explotación ni en la competencia, sino en la colaboración. Y, sobre todo, bajo el principio de responsabilizarnos; de todo, no solamente de nuestras vidas individuales, también de la vida de la comunidad. Responsabilizarnos también de la reproducción de la riqueza que usamos.

Las comunidades indígenas nos dan una lección, pues ellos decían: ‘Debemos dar a la naturaleza para que las próximas generaciones la puedan usar’. Así, no solamente hay que consumir, buscar y traer, también se debe reproducir. Eso es lo que te hace miembro de una comunidad. Porque el miembro de una comunidad no es la persona que llega y toma, es alguien que se responsabiliza de los otros, de las otras, y de la medida de reproducción.

Para mí, lo comunitario es una forma de crear más resistencia, de fortalecer nuestra resistencia hacia el Estado y al capital. Es, también, un terreno para la experimentación. Necesitamos experimentar, la sociedad que queremos construir no se va a construir en un momento. Se va a construir a través de un largo proceso de lucha, que debe ser también un proceso de experimentación para lograr nuevas formas de autogobierno. Ahora no somos capaces de gobernarnos sin el Estado, porque hemos interiorizado esta dependencia. Por ello, necesitamos un proceso de liberación y, para mí, el común es eso.

Fuente: https://www.naiz.eus/es/info/especial/20221114/el-tratamiento-a-los-mayores-nos-da-una-imagen-de-la-logica-deshumana-del-capitalismo