Por una pastoral rural en Senman Santa

La Cruz de Jesús  y la España vaciada: del bienESTAR al bienSER

Semana Santa

«El bienestar va sustituyendo, inconscientemente, al bienSER en las gentes rurales» y «las sociedades del bienestar  tienden con rapidez a olvidar los sufrimientos, asentándose pacíficamente en sus conquistas: La ‘cultura del olvido'»

«Una mayoría de los medios de comunicación, siendo fieles a la voz de sus amos, también intentan adormilar las palabras y acciones de quienes trabajan desde la lógica del ser y del valor de  toda la humanidad»

«En nuestros pueblos rurales, por experiencia sabemos, que la semilla que echamos en la tierra, ha de pudrirse si quiere convertirse en espiga. En la llamada España vaciada también existen personas y grupos que siembran vida y esperanza»

«Reivindiquemos para todo el mundo, la presencia de Jesús por las calles, como  memoria de una Víctima por amor a la Vida…  Me apunto a recuperar el valor profundo y transformador de la COM-PASION»

Por Ángel Aguado, sacerdote de la diócesis de Palencia

El mundo rural y campesino todavía, en ocasiones, sigue su original ritmo de vida, marcado por el paso de las estaciones, la lluvia o la falta de agua, las heladas o los amaneceres soleados… y las fiestas religiosas marcan diferencias con relación a la sociedad industrial, aunque se vayan recortando a gran velocidad las diferencias entre lo rural y lo urbano.  Sin embargo la Semana Santa, tanto en las culturas agrarias como en las modernas, sigue convocando diversidad de gente para ver, contemplar e incluso sostener una relación religiosa con las imágenes de Jesús que pasean por nuestras calles.

La denominada cultura del bienestar, que viene acompañando el paso de la subsistencia a una vida más holgada, desarrolla sobre nosotros un oscuro poder al servicio del mercado: satisfacer nuestros deseos con ofertas que en otros tiempos escaseaban. Poco a poco,  va introduciendo en lo más profundo de nuestra vida, el convencimiento de que sólo trabajando y produciendo, podemos lograr un nivel de consumo que nos va danto trozos de felicidad…que pasan por absolutos. La lógica del TENER  acaba pesando más en nuestras vidas que la lógica del SER. El bienestar  va sustituyendo, inconscientemente, al bienSER en las gentes rurales. Aterriza  en el fondo de cada uno de nosotros, y va expulsando progresivamente de nuestro interior,  todo lo que apunta a solidaridad, empeño comunitario y transcendencia. De esta manera quien llama a nuestra puerta pidiendo ayuda, en principio es visto como alguien que viene a perturbar nuestra paz,  que podíamos denominar, consumista.

Las sociedades del bienestar  tienden con rapidez a olvidar los sufrimientos, asentándose pacíficamente en sus conquistas. La “cultura del olvido”, así denominada por los pensadores críticos, hace que quienes hemos nacido en esta parte del mundo, nos encontremos satisfechos con la situación, sin cuestionarnos  ni hacernos mal de conciencia el sufrimiento al que quedan sometidos hoy millones y millones de personas en el mundo y, en el pueblo, hasta los vecinos más próximos.  Filósofos como Adorno, Benjamín, Lévinas… reivindican la “cultura de la memoria”, no sólo para superar la nostalgia facilona del pasado, sino como búsqueda de la verdad y la justicia que debiera triunfar en la marcha de la historia…Y teólogos como Metz, Küng, Boff… afirman que la memoria que, en verdad, puede revolucionar y cambiar nuestros compromisos, es el memorial de la muerte/resurrección de Jesús de Nazaret. Justamente lo que recordamos y celebramos en la Semana Santa.

No debían de estar tan locas las generaciones antepasadas cuando sus mitos y religiones buscaban sentido y fortaleza para hacer frente al mal siempre presente y operante  en el interior del ser humano y en las estructuras  sociales que le acompañaban. Realmente el estado de bienestar  ha  mejorado nuestras vidas en el mundo rural, pero no ha logrado la felicidad necesaria,  para poder decir que vamos eliminando la infelicidad y el mal,  sino más bien al contrario. El sufrimiento muestra su rostro, repetidamente:  el virus puso nerviosa a media humanidad, pero rápidamente hemos vuelto a vivir y  olvidar. Las guerras, el hambre, la emigración y los exiliados….mucho olvido en medio de tanto mal, derivado de un dislocado progreso.

El caso es que condicionados por esta lógica de tener y poseer…  el peso de la cultura impuesta no nos deja escuchar otras lógicas  que permanecen  adormiladas en nuestro interior.  Una mayoría de los medios de comunicación, siendo fieles a la voz de sus amos, también intentan adormilar las palabras y acciones de quienes trabajan desde la lógica del ser y del valor de  toda la humanidad…La experiencia del Papa en su paso por África, ya nos dice bastante: los grandes medios de comunicación han intentado acallar su mensaje de denuncia sobre la explotación continua a la que se somete al continente africano. Pero una minoría comprometida con el pueblo africano, y no sometida a esos intereses, lo ha transmitido, sin miedo,  a todo el mundo.

Posiblemente lo expuesto hasta aquí, nos ayude a entender lo que va a acontecer durante la semana santa en nuestros pueblos rurales y muchas ciudades españolas. Quizá de esta manera podamos entender las últimas horas de Jesús, que escenificamos en medio de nuestras calles: hay otras maneras de vivir que también subsisten  en medio del bienestar, pero que apuntan más allá: son para el BIEN-SER. Y no sólo para ganancia personal, sino también para el bien colectivo. Su pretensión primera no es solo la satisfacción de los deseos primarios, sino la felicidad interior de cada ciudadano y de la humanidad.  Eso no se logra sino cuidando con más empeño la lógica de la solidaridad y uniéndose  a quienes creen en ella y la intentan practicar, aunque entre los costos que conlleva esta actitud y compromiso está el hacer frente a medrar sólo para tener o  a vivir la generosidad hasta límites insospechables como dar la vida.

Actualmente muchas personas, en otro tiempo comprometidas,  consideran inútil toda implicación  ante el peso social  y económico que cae sobre nosotros… Pero siempre queda alguien que no le importa “perder de lo suyo para que otros crezcan”, “compartir trozos de su vida, para generar más vida que la lógica de amontonar para uno mismo”… En nuestros pueblos rurales, por experiencia sabemos, que la semilla que echamos en la tierra, ha de pudrirse si quiere convertirse en espiga. En la llamada España vaciada también existen personas y grupos que siembran vida y esperanza: reivindican mejores servicios y estructuras…y saben que una salida muy digna es el compromiso de los propios vecinos con su comunidad. Hace muchos años que se vive en este medio una pasión con cruz incorporada…Los poderes sociales y políticos, han tardado mucho en descubrir un problema, que con la experiencia propia, sabemos que la primera y la última salida,- la de la vida y su sentido- ha de arrancar de nosotros mismos.

Es una realidad que, en la actualidad, a nuestra generación que vive mucho mejor que la anterior, no le gusta mucho pensar en la muerte o en la pérdida de adquisiciones que los avances nos ha hecho disfrutar… Pero, desde Jesús y desde su final, la muerte es comprendida y asimilada de otra manera. Es un paso para llegar a  otra vida que solo da  Dios.

En estos días, la mayoría de los  pueblos de España- aparte de las grandes ciudades-, van a volver a  poder contemplar el rostro de Jesús cargado con la cruz… Vuelven a sacar a Jesús crucificado y a su madre Dolorosa procesionando  por las calles de cada pueblo. Así intentan dramatizar los últimos momentos  de Jesús en la tierra, antes de reencontrarse definitivamente en la vida  Dios.  Un Jesús que nos impresiona con su mirada y que a pesar del dolor, sus imágenes nos hablan de vida,  misericordia y restauración.  El impacto de las imágenes nos hacen pensar que está dejando un mensaje para todos, seamos o no  practicantes, vayamos  o no a la iglesia…  Estos días de Semana Santa generan  momentos  tan especiales que  parecen reclamar a todo el mundo como un tiempo de rendimiento ante quien dejó un mensaje de entrega total como único camino para dar una respuesta al mal y a la parte  oscura de los seres humanos.  De ahí que calles y plazas están repletas de gente que, en medio de un silencio a veces  estremecedor, contemplan esos  pasos y reaccionan acogiendo esa llamada interior a una vida humana mejor y más reconciliada con nosotros mismos y con los vecinos y ciudadanos.   

 Ahora,  quizá ya podamos decir,  que  estamos en camino para comprender mejor lo que sucede en la Semana Santa: esas  imágenes  son el lenguaje simbólico de una manera de vivir elegida y optada, que llega al culmen de la entrega, dando la vida…en la Cruz – y nada de castigos de Dios a Jesús, para pagar nuestro pecado-.  Ni la  ceguera  existencial, ni  el raquitismo espiritual que envuelven nuestras vidas en este momento histórico…puede evitar que  el paso de este Jesús, reflejado en los pasos procesionales, haga brotar en nosotros, un momento de “profunda espiritualidad  y  de encuentro con nuestra más íntima verdad”.   

Esa vida entregada es la vida de Jesús de Nazaret: la Vida del Dios crucificado, de donde brota  la nueva vida.  Es como luz y fuerza para los empobrecidos y sufridores de la historia y de la humanidad.

¡Qué  difícil es, en medio del sufrimiento humano,  de las catástrofes naturales, de las guerras venganzas y odios…encontrar personas que apuestan por el bien, por la vida, por el amor y el servicio, por el diálogo y la búsqueda común como respuesta a las diferencias e intereses personales o colectivos! Pero no es así: hay personas que apuestan por ello totalmente; Hay  personas que, a través de los siglos, han irrumpido en medio de tanta oscuridad para encender una luz de esperanza que es suficiente para sembrar y adelantar que al final no se va a imponer el mal sobre el bien. Entre tantos hombres que  han sembrado el bien, esta Semana Santa no podemos silenciar, la aportación específica y original de  Jesús de Nazaret.

 ¿Qué pueden decir  ese rostro de  Cristo sufriente y esas lágrimas de su madre dolorosa,  para tanta gente que no puede escapar de las garras del paro, que no tiene para acabar el mes por su trabajo precario, que busca huir de la muerte en su tierra para caer en el mar Mediterráneo?… El lenguaje del silencio y la mirada, en semana santa, generan respuestas diferentes e insospechadas …quizás también entre  las personas que menos esperamos.

Reivindiquemos para todo el mundo, la presencia de Jesús por las calles, como  memoria de una Víctima por amor a la Vida…  Me apunto a recuperar el valor profundo y transformador de la COM-PASION, y recrear su mejor sentido etimológico: “asumir el desafío de cargar en los propios hombros el sufrimiento de los otros: pobres, excluidos etc”.  Es una propuesta siempre válida para quienes consideran la vida, no sólo desde “las lógicas del poder” sino desde “las lógicas del servicio, la justicia y la compasión”,  …como hizo Jesús de Nazaret. No pasa así con un tipo de modernidad y postmodernidad que, entregadas al poder, no saben qué hacer con los pobres… ni con la compasión, ni con Dios… Qué pena!

  Frente a la cultura del olvido y del descarte,  me apunto a la  reivindicación de la cultura de la memoria de Jesús crucificado y resucitado a la Vida nueva de Dios.  Merece la pena que los cristianos saquemos a la calle a Jesús en la cruz.  Y porque lo que hizo Jesús fue tan importante, toda la humanidad lo recuerda en estos días de Semana Santa para los cristianos.

 Quienes creemos en El, reconocemos que su Encarnación en la historia , su Muerte  consecuencia del testimonio del Dios de la Vida, y su Resurrección como irrupción definitiva de la Vida de Dios, también están presentes en todas nuestras vidas. Y, en estos días, los cristianos lo compartimos en la calle con todos  los  hombres de Buena Voluntad.

¡FELIZ  SEMANA  SANTA!

Una Pastoral Rural más misionera

Sacramentalización sin evangelización: Católicos de Cultura

«Si observamos la pastoral que se lleva en multitud de pueblos rurales de España, no va más allá de la misa en tiempo record»

«Sin embargo, y a pesar de la tenacidad de esta presencia de la Iglesia, los curas rurales viven con bastante desconcierto los resultados de ese esfuerzo y entrega; la llegada de emigrantes en busca de trabajo hace que la hegemonía de los católicos se haya trasformado en una estampa plural donde tienen cabida y aprenden a convivir»

«Hace ya años que algunos sacerdotes rurales detectábamos la falta de procesos de evangelización y las consecuencias de una excesiva sacramentalización sin la debida evangelización»

«Urge replantear la organización pastoral que sólo quiere asegurar la aglomeración de sacramentos/ misas los domingos en cada pueblo, sin apenas considerar en la práctica pastoral de cada día, la necesidad de un serio proceso de Evangelización que llevaría a la adultez en la fe»

«Es en el escenario de la pluralidad cultural y religiosa donde ha de plantearse la acción pastoral rural para este momento. Estamos LLAMADOS a definir mejor nuestra misión cristiana en un mundo diferente  al que nacimos»

Por| Ángel Aguado Martínez. Sacerdote en la diócesis de Palencia

La presencia en Televisión Española del testimonio de un sacerdote rural de Burgos, enamorado de su presencia en una treintena de pequeños pueblos y entregado a un trabajo misionero, que acompaña y trata de aportar vida en medio de la España, hoy llamada, vaciada, nos hace pensar en otros muchos curas rurales que, sin apenas aparecer en los medios de comunicación y sin recibir nunca un bien merecido homenaje -ellos nunca lo han reclamado-,  permanecen al pie del cañón e intentan aportar con su presencia un poco de esperanza, como respuesta al olvido que de este mundo suelen tener los poderes públicos.

Conviene no olvidar que desde el inicio del vaciamiento de nuestros pueblos rurales de Castilla-León, un grupo minoritario de campesinos y otro más grande de sacerdotes ya denunciaron esta situación de emigración obligada y apostaron por permanecer acompañando con su entrega esta situación.

Cada fin de semana, los sacerdotes durante años y años, han cuidado la celebración de la Eucaristía con pequeños grupos de cristianos, en su mayor parte gente mayor…  El toque de campana, cada sábado y domingo, ha hecho  posible que un grupo de vecinos –hace mucho que ya no es todo el pueblo—se muden de ropa y se acerquen a la Iglesia para encontrarse en la eucaristía y, al mismo tiempo, hacer frente al desafío de la soledad y a la tentación de un individualismo atroz. Esta experiencia de fin de semana, es la única  que les hace sentirse pueblo y vecinos, en medio de la España vaciada. Vecindad que es vivida con gozo por quienes vuelven al medio rural, bien los hijos de pueblo que un día emigraron, bien los  nuevos habitantes que ahora se acercan  en  busca de salida para sus vidas.

Sin embargo, y a pesar de la tenacidad de esta presencia de la Iglesia, los curas rurales viven con bastante desconcierto los resultados de ese esfuerzo yentrega: hasta nuestros pueblos la globalización y los cambios socio-culturales –entre ellos la secularización—han hecho y hacen que el escenario de las parroquias/pueblos sea totalmente diferente al que aparecía  hace sólo unas décadas. La llegada de emigrantes en busca de trabajo hace que la hegemonía de los católicos se haya trasformado en una estampa plural donde tienen cabida y aprenden a convivir: el grupo de cristianos que persisten en su intento de seguir siéndolo, la presencia de otros cristianos ortodoxos, la llegada de musulmanes…, y los grupos que son parte del contexto de cultura secular en que vivimos.

«En el imaginario social de los españoles perdura el residuo cultural religioso, que fue soporte de una concepción política impuesta por la fuerza. Por lo que en España, las reacciones de increencia tienen un componente eclesial»

Aparte, añadir que la religión, sobre todo para jóvenes y niños también en el mundo rural, es considerada como algo del pasado; algo tradicional que no coincide con la época científica e ilustrada. El peso de la filosofía, ha sido ocupado por el paradigma tecnológico. Y, además, en el imaginario social de los españoles perdura el residuo cultural religioso, que fue soporte de una concepción política impuesta por la fuerza. Por lo que en España, las reacciones de increencia tienen un componente eclesial: la desunión y ruptura entre conservadores y progresistas, tradicionales y progresistas…

Estos y otras cosas, aparecen como desafío para la Iglesia rural actual, y en especial para sus animadores los sacerdotes que, de repente, ven cada domingo la Iglesia casi vacía y, al mismo tiempo, solo contemplan la iglesia con gente en los actos religiosos y culturales de las fiestas patronales, y en los repetidos y dolorosos entierros de cada vecino que nos va abandonado.

La progresiva escasez de sacerdotes -junto a la creciente cantidad de parroquias que les van correspondiendo-, unida a la continuidad del proceso de secularización en estos tiempos de postsecualridad,  amplían la agonía de esta situación irreversible, necesitada con urgencia de nueva misión evangelizadora. Realmente, cuando el objetivo primero de las parroquias es la evangelización, las comunidades cristianas van creciendo hacia la formación de cristianos adultos, adheridos libre y personalmente a Jesús y a la Iglesia del Reino, y a una celebración adulta de los sacramentos ( la eucaristía). Por el contrario, la ausencia o escasez de evangelización convierte los sacramentos en ritos religiosos que engordan el catolicismo cultural, pero no la comunidad de seguidores de Jesús.

Por eso se amontonan las preguntas que reclaman respuestas serias y creatividad pastoral: ¿realmente nuestras parroquias rurales dan signos de vitalidad y madurez cristiana? Y con tantos años de presencia de la iglesia en los pueblos, ¿podemos hablar de una comunidad cristiana renovada? ¿Se la puede considerar como un RESTO que alumbra y regala los valores del Reino al mundo actual?  ¿Cuántas parroquias pueden sentirse en  verdad una Comunidad Cristiana Adulta? ¿Cuántas parroquias o comunidades, podrán subsistir sin la presencia continua del sacerdote? Y ¿cuántas horas  de trabajo misionero se están invirtiendo para renovar lo renovable?…y muchas más.

En ocasiones, la falta de respuestas creativas en los animadores de las parroquias y en los animadores diocesanos, está generando posturas de desaliento, ante un lento trabajo con un residuo sin muchas garantías de crecimiento hacia la adultez cristiana. Un conformismo atroz hace que el proceso pastoral derive hacia un estancamiento de la creatividad y a observar cómo todo va languideciendo hacia un final agónico.  Evidentemente que siempre hay excepciones, y éstas invitan a la renovación pastoral.

«Nuestras parroquias, salvo honrosas excepciones, tienen un déficit grande de cristianos adultos y de comunidades maduras que testimonien de verdad a Jesús»

La reflexión profunda de esta situación nos hace mirar atrás y valorar críticamente el trabajo evangelizador  que hemos realizado a través de años, siglos…  Siendo verdad que siempre hemos de estar abiertos, individual y comunitariamente, al proceso de aprender cada día a ser CRISTIANOS y aprender a considerarse parte activa y comprometida en la Comunidad de Jesús (Iglesia), también lo es que nuestras parroquias, salvo honrosas excepciones, tienen un déficit grande de cristianos adultos y de comunidades maduras que testimonien de verdad a Jesús.

El peso del cristianismo cultural es grande: el papa Francisco lo recuerda: “se cae en el formalismo cultual y la costumbre; aparece como una religión de ceremonias y devociones, de ornamentos de consuelos vulgares… un cristianismo clerical y formalista, apagado y endurecido”. Un cristianismo que con frecuencia se presenta cargado de nostalgia, de vuelta atrás: a la cristiandad… en la que los soportes de ese nacional-católicismo—la Familia, la escuela y la parroquia—aunque tienen todavía mucho peso en cristianos, sacerdotes y hasta obispos, han dejado de ser transmisores de la fe.

El momento que vivimos ya no es Religioso, sino PLURAL: ahora coexisten religiosidad e irreligiosidad…Y esto ha de resituar a católicos, religiosos y seculares… y a toda la pastoral. La secularización en España no ha supuesto la eliminación de lo religioso pero ha condicionado la “vida cotidiana”: costumbres, consumo…  y “ los discursos narrativos”:medios de comunicación, intelectuales… Ha generado la confrontación entre catolicismo/laicismo; modernidad frente a religión; y liberación frente a sumisión global.  En la iglesia católica  española esta tensión, ante la llegada de una fuerte secularización, ha generado en ocasiones la reacción de la reconservadurización: reactivación de los fieles católicos, y la  reunificación de los posicionamientos eclesiales. Así, en ocasiones, se han llegado a identificar conservadurismo y cristianismo. ( Andrés Ruiz . La secularización en España )

El escenario que vivimos en la Iglesia rural, como decíamos anteriormente,  se ha transformado con la evolución cultural y religiosa  y con  la expansión que conlleva la globalización . Es desde este escenario Plural en lo cultural y lo religioso, desde donde hemos de plantear nuestra presencia misionera y evangelizadora.

Pensar a la hora de la acción pastoral en claves de la hegemonía católica de la etapa de cristiandad, no hace sino entorpecer los procesos misioneros necesarios para hoy. Celebrar misas –y no digo eucaristías, sino misas con carga excesiva de rito- y acompañar entierros… ocupa el tiempo total de muchos sacerdotes rurales como tarea prioritaria en las parroquias, y justifica en muchos casos la no presencia en otras parcelas de la misión como son la cercanía a sectores como los emigrantes, el desarrollo de una catequesis más experiencial y menos adoctrinadora , el diálogo interreligioso cada vez más necesario en los pueblos,  el tiempo gratuito a los más necesitados en el propio medio rural o en el campesinado internacional, los refugiados, el hambre…etc., el trabajo con el deterioro ambiental y  la  naturaleza,  y el diálogo con las personas que viven los valores y contravalores de la cultura secular en el mismo pueblo.

«Pensar a la hora de la acción pastoral en claves de la hegemonía católica de la etapa de cristiandad, no hace sino entorpecer los procesos misioneros necesarios para hoy… ocupa el tiempo total de muchos sacerdotes rurales como tarea prioritaria en las parroquias, y justifica en muchos casos la no presencia  en otras parcelas de la misión»

Es imprescindible llegar, a la luz de todo lo dicho hasta ahora, hasta las causas y raíces de esta ausencia de cristianos adultos y la falta de madurez en las comunidades cristianas.

Hace ya años que algunos sacerdotes rurales detectábamos la falta de procesos de evangelización y las consecuencias de una excesiva sacramentalización sin la debida evangelización, y el apoyo incondicional que se daba a una religiosidad popular necesitada de discernimiento y también de evangelización. Por experiencia sabemos que muchos cristianos nacidos en el tiempo de la cristiandad (es decir en la hegemonía de lo católico), así se sentían con solo declarar su identificación cultural, sin apenas dar tiempo a la adhesión personal a Jesús y a su comunidad de seguidores.

El crecimiento de los cristianos llamados “católicos de cultura”, es un dato relevante del momento, que no podemos olvidar y no confundir con el “seguidor de Jesús”. Pueden ser considerados como “una parte del proceso y del camino cristiano”, pero no como “modelo y referencia de cristiano adulto”. El catolicismo ambiental no siempre supone experiencia de fe. Ha dominado entre nosotros una creencia basada en la herencia y costumbre social, que parecía suficiente. La Iglesia es una sociedad en la que se nacía católico y ejercía una tarea educativa fundamentalmente doctrinal y moral a través de la escuela, el ambiente social, la catequesis infantil, y sobre todo, el culto y los sacramentos… Faltaba la experiencia de conversión: la opción libre y personal. Hemos vivido una falsa cristiandad: la Fe ha sido más un barniz que apenas ha impregnado el corazón de los católicos. Por eso hay ahora tantos católicos no practicantes.

Se puede afirmar entonces que la sola sacramentalización en este tiempo de cultura plural, sin un proceso serio de evangelización, deriva en catolicismo cultural, más que en una comunidad de Cristianos adultos. Y precisamente por esto, urge replantear la organización pastoral que sólo quiere asegurar la aglomeración de sacramentos/ misas los domingos en cada pueblo, sin apenas considerar en la práctica pastoral de cada día, la necesidad de un serio proceso de Evangelización que llevaría a la adultez en la fe y en la verdadera celebración de los sacramentos, propia de los seguidores de Jesús. La realidad nos dice que seguimos priorizando los sacramentos con personas que apenas han sido evangelizadas… y los resultados nos deben de hacer pensar en la renovación: sin cristianos adultos  convertidos a Jesús , no hay testigos, sino católicos culturales y costumbristas. O sea, que crece el número de participantes en los ritos del catolicismo cultural en la parroquias, y decrecen los cristianos que realmente quieren participar en la Comunidad Cristiana.

Si observamos la pastoral que se lleva en multitud de pueblos rurales de España, no va más allá de la misa en tiempo record, porque esa es la normativa a seguir en la mayoría de las diócesis…aunque ya conocemos los resultados misioneros que nos ha dejado la cristiandad. La ausencia de un serio programa evangelizador nos está dejando cantidad de problemas sin resolver, aparte del deterioro a que se somete una eucaristía celebrada más como rito religioso que como celebración del misterio pascual de Jesús de Nazaret, y su necesaria aportación en estos momentos de pluralidad cultural y religiosa.

Es en el escenario de la pluralidad cultural y religiosa donde ha de plantearse la acción pastoral rural para este momento»

No quiero entrar en el terreno de las aportaciones económicas a los curas por la misa… pero sí en el mucho tiempo dedicado a estos ritos religiosos y el mucho menos tiempo dedicado a la Vida de los cristianos, al conocimiento del Evangelio, al encuentro con los pobres: emigrantes, ancianos, solos…y el encuentro con las  otras religiones ya presentes en cada pueblo,  y al poco  tiempo dedicado al encuentro misionero con las gentes de la cultura de la secularidad… Si observamos la práctica pastoral, veremos los tiempos dedicados a cada cosa, y nos llevaremos muchas sorpresas: a veces da la sensación de que estamos en una nebulosa donde nos sentimos todavía los jefes de la tribu social, como en los tiempos de la hegemonía católica.

Es en el escenario de la pluralidad cultural y religiosa donde ha de plantearse la acción pastoral rural para este momento. Estamos LLAMADOS a definir mejor nuestra misión cristiana en un mundo diferente  al que nacimos. Sin comprender las causas de tantos cambios, jamás podremos vivir una fe  que se hace Cultura, y mientras, navegamos entre la nostalgia y las imprecaciones.

Es en este mundo de Pluralidad donde estamos llamados a formarnos para crecer y testimoniar nuestra condición de cristianos. Porque los valores del Reino, Dios los está sembrando también en este tiempo de Pluralidad. La parroquia ha de seguir acogiendo a todos en las fiestas culturales y religiosas pero sin amontonar las cosas y ayudando a discernir que un católico cultural, no es lo mismo que uno que se “adhiere a Jesús”