La Iglesia como “Comunidad” o “Asamblea”

Nos hemos acostumbrado a considerar normal la asimilación de los conceptos “Comunidad” y “Asamblea” a la institución eclesial. Pero, ¿refleja eso una realidad? ¿Es la Iglesia una Comunidad, una Asamblea, la Comunidad y la Asamblea de los seguidores de Jesús de Nazaret? Pretende serlo, quiere creer que lo es, pero hay serios motivos para ponerlo en duda.

Aunque en el Nuevo Testamento la palabra “Comunidad”, κοινότητς en la lengua griega, original del texto, no aparece ni una sola vez, sí aparece bastantes veces el término Εκκλησία, Ecclesia en latín, con el significado de “Asamblea” y “Comunidad”, y del que proviene la palabra Iglesia para referirse al colectivo de los bautizados.

Todo esto ha hecho en nuestra cultura religiosa que esos términos sean interpretados como sinónimos y los usemos para referirnos al colectivo de los seguidores de Jesús de Nazaret. Pero repetimos la pregunta: ¿Es la Iglesia Católica Romana, o alguna de las otras iglesias cristianas, una asamblea o comunidad de los seguidores del Jesús del Evangelio?

Veamos: en los tres evangelios sinópticos aparece el pasaje del joven rico del que dice que guardaba los mandamientos pero no era digno de seguir a Jesús por estar apegado a su riqueza. Con esa premisa de guardar los mandamientos y un cumplimiento formal de los preceptos religiosos acerca del culto, sería aceptado como miembro de cualquier iglesia cristiana, y en el caso de la nuestra, siendo rico como era, sería recibido con los brazos abiertos en el Opus Dei, que se caracteriza precisamente por su implicación clasista en el funcionamiento y conservación del injusto sistema social dominante. De hecho, el joven de ese pasaje evangélico era más buena persona que muchos cristianos, incluso con dignidades eclesiásticas. Conclusión: el tipo de iglesia(s) que conocemos no son lo que Jesús consideraría la asamblea o comunidad de sus seguidores.

Entonces, ¿Cuándo se efectuó la perversión del colectivo eclesial para llegar a ser la negación que hoy es del espíritu del Evangelio? A esta pregunta se suele responder que los cambios que se empezaron a efectuar en el movimiento cristiano a partir del siglo IV, la época del emperador Constantino, acabaron generando el tipo de iglesia(s) que hoy conocemos: dogmática, ritual, jerárquica. Un estudio más atento de esta etapa histórica nos muestra que lo que ocurrió en esa época fue que se institucionalizó todo eso, incluida la propia Iglesia. Pero si se institucionalizaron esas lacras del colectivo eclesial es por que ya existían previamente.

En efecto, en la obra «El Evangelio marginado», del teólogo José María Castillo, se insiste en que las comunidades cristianas que Pablo iba creando nacían al margen del Evangelio y con desconocimiento de su contenido, que aún no había sido puesto por escrito. Pablo no conoció al Jesús terreno; en la experiencia que vivió en el camino de Damasco se le apareció el Resucitado. De ahí que la primera cristología, que se conoció y se difundió no se refería ni se centraba en lo histórico sino en lo escatológico. Esto significa que la Iglesia se expandió y empezó a organizarse sin conocer a Jesús, sus enseñanzas, su radicalidad antisistema, su valoración positiva de las mujeres y, sobre todo, la razón de ser del cristianismo. Así tenemos una Iglesia que margina el Evangelio, que vive prescindiendo del Evangelio, incluso en contra del Evangelio, como se explicita textualmente en el mencionado libro de J. M. Castillo. Se genera así una religiosidad basada en el culto, en la sumisión a las normas rituales establecidas y en la fiel observancia de tales rituales.

Es decir, la Iglesia nació, por así decir, con un defecto de fabricación. Aún hoy, al referirnos a la institución la solemos llamar “Comunidad de fe”, “Asamblea de creyentes”, sin darnos cuenta de que con esa formulación le estamos asignando a la institución un cometido, una misión, que nada tiene que ver con el encargo de Jesús a sus seguidores. Identificamos a la Iglesia con unas creencias que se viven cultual, ritualmente, en contraste con la misión que el Maestro le asignó: buscar el Reino de Dios y su justicia, un Reino distinto de los de este mundo.

Pues bien, esta misión, esta vocación, que sí tiene respaldo evangélico, fue vivida por una comunidad anterior y distinta de las que Pablo fundaba. El libro de los Hechos de los Apóstoles, que es la continuación o segunda parte del Evangelio de Lucas, nos cuenta que los miembros de la comunidad de Jerusalén …se reunían y tenían todas las cosas en común. Vendían sus posesiones y bienes, y los repartían a todos, a cada uno según su necesidad. Es decir, una práctica que no podía asumir el joven rico antes mencionado, y que la Iglesia institucional sigue sin poder asumir.

Precisamente, si Lucas transmitía esa enseñanza a las comunidades existentes era porque éstas no estaban siguiendo esa práctica de la comunidad de Jerusalén que había desaparecido como consecuencia de la guerra de los judíos contra Roma. También esa comunidad de Jerusalén era anterior a la escritura de los evangelios, pero es que los textos evángélicos fueron informados por ella. Muchos de los miembros de esa comunidad conocieron personalmente a Jesús y escucharon directamente su enseñanza, algunos incluso comieron con él. Lucas y Mateo recibieron el testimonio de Jesús, tal como suponen muchos exégetas modernos, a través de los refugiados judíos de Alejandría y Antioquía respectivamente después de la destrucción de Jerusalén y el Templo. Marcos lo tuvo más fácil; él mismo conoció personalmente a Jesús y perteneció a la mencionada comunidad.

Otra pista acerca del tipo de sociedad o Reino que Jesús propugnaba nos lo da el pasaje de la expulsión de los mercaderes del Templo. Dejó claro lo que opinaba del dinero y de la función que éste tenía cuando comparó con una cueva de ladrones los sitios donde se negociaba, y cuando aseveró que… No se puede servir a Dios y al dinero. La razón de ser del cristianismo es promover una sociedad inspirada en las Bienaventuranzas, con valores distintos a los del mercado.

Pues bien, si las creencias y el culto son factores que marginan el Evangelio y suplantan la verdadera razón de ser del cristianismo, ¿qué pasa con el otro factor, la jerarquía? Por los textos evangélicos sabemos que también en esta cuestión de la autoridad, la jerarquía, Jesús tenía una idea distinta de lo que era normal en la sociedad. Decía que entre sus seguidores …el que quiera ser grande, se haga servidor de los demás; y el que quiera ser el primero, se haga servidor de todos. Quien repase la historia de los dos últimos milenios podrá comprobar que en la Iglesia, al igual que en el resto de la sociedad, ese modelo de autoridad de servicio no se practicó jamás, ni antes ni después de Constantino. De las cartas de Pablo, principalmente su Epístola a los Romanos, y lo que nos cuenta el libro de los Hechos de los Apóstoles, se deduce que había ya entonces una gran discrepancia entre los cristianos a pesar del Concilio de Jerusalén del año 50. Desde entonces se multiplicaron las discrepancias, y las decisiones de los concilios que intentaron resolverlas fueron en realidad causa de cismas. Tampoco sirvieron como factores de unificación la creación de la figura papal con poderes absolutos y la de la jerarquía y el magisterio eclesiales para definir doctrinas con carácter infalible.

Pero lo peor del caso es que la Iglesia como institución no se estaba aplicando al cumplimiento de la misión que Jesús había asignado a sus seguidores. La jerarquía eclesial fue, a lo largo de esos dos milenios, un factor de sofocamiento de todos los movimientos que, desde el seno del cristianismo, intentaban recuperar el carácter liberador y reivindicativo del mensaje de Jesús, desde los circunceliones del siglo IV a la Teología de la Liberación de siglo XX, pasando por las diversas “herejías” igualitaristas de la Edad Media: valdenses, husitas, jacqueries, irmandiños… En cada caso la jeraquía oficial de la Iglesia se aprestó a defender el sistema económico imperante: el esclavismo en el Bajo Imperio Romano, el feudalismo en la Edad Media, el orden burgués capitalista en el mundo actual…

¿Qué destino le espera al actual proceso del Sínodo de la Sinodalidad en marcha? Su convocatoria, aunque un tanto ambiguamente, parece anunciar o prometer que la institución eclesial quiere ir poniendo remedio a las disfunciones aquí descritas. El hecho de que la Iglesia se plantee hoy ese Sínodo que cuestiona o pone en revisión su manera de funcionar puede indicar que es consciente de la crisis en que se haya inmersa. ¿Seremos capaces de estudiar las causas generardoras de esa crisis y ponerle solución? ¿Será capaz de concienciarse sobre el asunto el conjunto de la membresía eclesial y los cristianos de otras iglesias? Creemos en la sinceridad del papa convocante, pero ¿se puede decir lo mismo del conjunto de la jerarquía eclesial?¿De verdad vamos a marchar todos juntos hacia la realización del proyecto de Jesús de Nazaret? Sólo así podríamos ostentar dignamente el titulo de Ecclesia o Comunidad de los seguidores del Mesías Jesús

La Asamblea Eclesial, una oportunidad

Mons. Vicente de Paula Ferreira: La Asamblea Eclesial, una oportunidad para «escuchar la polisemia del Pueblo de Dios”

Mons. Vicente de Paula Ferreira
Mons. Vicente de Paula Ferreira

Asamblea Eclesial como «el deseo de desbordar el camino ya recorrido, avanzando en puntos importantes»

El continente latinoamericano y caribeño busca, según el obispo auxiliar de Belo Horizonte, «su supervivencia en la gran tensión: o seguir sometido al Norte global o asumir caminos de soberanía»

Existen, según Mons. Vicente de Paula, «tribunales de fe representados por grupos o influenciadores de lo ‘verdaderamente sagrado’, que se consideran legítimos defensores de Dios, la Patria y la familia»

Por Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica

Aula inaugural ITESP

Reflexionar sobre los retos y perspectivas de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe fue el objetivo del aula inaugural del Instituto São Paulo de Estudios Superiores (ITESP), que cumple 50 años de trayectoria. El orador fue Mons. Vicente de Paula Ferreira, obispo auxiliar de Belo Horizonte.

El obispo partió del contexto de la Asamblea Eclesial, convocada por el Papa Francisco el 24 de enero de 2021, con el tema «Todos somos discípulos misioneros en salida«, inspirado en la eclesiología del Concilio Vaticano II y la Conferencia de Aparecida.

La asamblea se realizó en un formato híbrido, virtual y presencial, con un grupo reducido en la sede de la Conferencia Episcopal Mexicana, del 21 al 28 de noviembre de 2021, con una asistencia de aproximadamente mil personas, en su mayoría hombres, miembros de la jerarquía. Mons. Vicente ve la Asamblea Eclesial como una oportunidad para «escuchar la polisemia del Pueblo de Dios en nuestro Continente, en sus alegrías y preocupaciones», que precede al Sínodo de la Sinodalidad que tendrá lugar en 2023.

El tema nos lleva a reflexionar sobre el número 383 del Documento de Aparecida, que afirma que «la Iglesia necesita una fuerte conmoción que le impida instalarse en la comodidad, el estancamiento y la indiferencia, al margen del sufrimiento de los pobres del Continente». Por eso, el obispo auxiliar de Belo Horizonte considera la Asamblea Eclesial como «el deseo de desbordar el camino ya recorrido, avanzando en puntos importantes».

273484897_359653106165121_2120208005708590182_n

Después de presentar la metodología de la Asamblea, con charlas, testimonios, celebraciones y reuniones de grupo, y los 12 desafíos o perspectivas que surgieron de la Asamblea, el obispo reflexionó sobre los temas emergentes para la Evangelización en nuestro continente, un enfoque tomado desde dos perspectivas, la coyuntura socio-ambiental y la eclesial.

En el análisis socioambiental, Mons. Vicente de Paula Ferreira reflexionó sobre lo que considera una clara expresión del capitalismo neoliberal: el 1% de la población domina la tierra, hasta el punto de que una docena de personas controlan la riqueza equivalente al otro 50%. La forma de dominar es la violencia hacia los pueblos y territorios, «un escenario reforzado por la aparición de grupos radicales de extrema derecha que sirven a este discurso autoritario capitalista», según el obispo.

Ante esta realidad, el continente latinoamericano y caribeño busca, según el obispo auxiliar de Belo Horizonte, «su supervivencia en la gran tensión: o seguir sometido al Norte global o asumir caminos de soberanía«. Ante la destrucción de los derechos humanos y medioambientales en Brasil, el obispo advirtió del peligro de la barbarie fascista. Frente a esto, dijo que sueña con una contrahegemonía, nacida de los movimientos sociales y las reacciones democráticas.

Asamblea Eclesial 3

En relación con la Iglesia, Mons. Vicente de Paula habló de las tres conversiones profetizadas por el Papa Francisco: Eclesiológica (Evangelii Gaudium), Ecológica (Laudato Sì) y Cultural (Fratelli Tutti), afirmando que hay personas, grupos, redes que están comprometidas en esta dirección, citando ejemplos. Pero también denunció la existencia de grupos cerrados, centrados en el culto, alejados de la vida, con una fe sin dimensión política, una espiritualidad de la prosperidad, que reproduce el sistema del consumismo, lo que da lugar a un cristianismo de consumo.

El obispo habló incluso de una persecución de los que buscan una Espiritualidad socio-ambiental-transformadora, imagen del Reino de Dios. Esto se manifiesta en un «cisma latente entre nosotros». Existen, según Mons. Vicente de Paula, «tribunales de fe representados por grupos o influenciadores de lo ‘verdaderamente sagrado’, que se consideran legítimos defensores de Dios, la Patria y la familia».

Por último, señaló lo que considera algunas cuestiones cruciales para la eclesiología del futuro. Entre otros, situó el protagonismo de todo bautizado como ruptura del clericalismo; el fortalecimiento de una Iglesia con rostro latinoamericano y caribeño descolonial, que definió como indígena, negra y femenina; una Comunicación Popular liberadora, con ciudadanía eclesial para todos, como confrontación con la manipulación de las narrativas espiritualistas de muchos medios de comunicación, verdaderos promotores de sagrados influenciadores digitales; la inversión en comunidades eclesiales de base como superación del cristianismo de masas.

Junto a ello, una Teología de la Liberación Renovada como promoción de una Iglesia socioambiental transformadora, con la ecología integral como elemento transversal; la ministerialidad de la mujer como superación urgente del machismo; la inclusión de las reivindicaciones LGBTQIA+ como forma de superar la homofobia eclesial; la recepción de Amoris Laetitia, que lleve a la reflexión sobre la segunda unión matrimonial y la ordenación de hombres casados.

La sinodalidad es el futuro de la Iglesia

Luis Miguel Modino: «Las voces diferentes nos enriquecen, la sinodalidad es el futuro de la Iglesia»

Padre Luis Miguel Modino
Padre Luis Miguel Modino

«El camino de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, fue el tema central del encuentro virtual que cada semana analiza diversas cuestiones relacionadas con el mundo de la comunicación»

El Padre Luis Miguel, misionero en la Amazonía y periodista, analizó desde diversas perspectivas la trascendencia de la Asamblea Eclesial. Resumió la historia de estas conferencias, ahora antecedentes del proceso de transformación y búsqueda de sinodalidad de la Iglesia continental

Ahora, el Papa Francisco hace esta convocatoria a una Asamblea Eclesial, en la que se incluye a todo el pueblo de Dios, un encuentro más allá del contexto episcopal

Prueba de ello fue la reciente experiencia de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, donde más de mil personas se unieron desde la virtualidad o la presencialidad en la casa Lago

¿Realmente estamos dispuestos a escuchar al Pueblo de Dios? Cuestionó el Padre Modino. Esa es la esperanza, porque de lo contrario las Iglesias seguirán vacías y el número de jóvenes inquietos por escuchar la voz de Dios en el corazón será aún menor

Por Paola Calderón Gómez

(ADN Celam).- «No tengamos miedo de sentarnos a la mesa con los que piensan diferente, las voces diferentes nos enriquecen, eso es sinodalidad», esta fue una de las reflexiones del Padre Luis Miguel Modino, miembro del Centro para la Comunicación del Celam e invitado al ciclo de conversatorios del Servicio Pastoral de la Comunicación (SEPAC) de las hermanas Paulinas en Brasil, este 5 de enero.

El camino de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, fue el tema central del encuentro virtual que cada semana analiza diversas cuestiones relacionadas con el mundo de la comunicación.

Moderado por la hermana Joana Puntel, el encuentro analizó desde diversas perspectivas la trascendencia de la Asamblea Eclesial; tomando como punto de partida la doble experiencia del Padre Luis Miguel, un misionero con un amplio conocimiento de la realidad de los pueblos de la Amazonía y periodista al servicio de diversos medios de comunicación en América y Europa.

Trayendo a la memoria la rueda de prensa final de la Asamblea Eclesial en la que el presidente del Celam Monseñor Miguel Cabrejos,  explicó que estamos ante algo que no tiene vuelta atrás por su carácter inédito e histórico; el Padre Luis Miguel Modino recordó que la historia de este proceso se remonta a 1955, pues la Iglesia de América Latina y el Caribe desde antes del Concilio Vaticano II ya había iniciado sus reflexiones y debates respecto al itinerario que debía seguir, razón suficiente para la realización de cinco conferencias generales del episcopado, cada una con objetivos precisos y una búsqueda común: la evangelización del continente.

Las búsquedas de la Iglesia latinoamericana

Al respecto, el consagrado resumió la historia de estas conferencias que ahora son antecedentes del proceso de transformación y búsqueda de sinodalidad de la Iglesia continental respondiendo a la llamada del Papa Francisco.

La primera conferencia realizada en Río de Janeiro en 1955 se asocia con la fundación del Celam. Trece años después en 1968 la sede fue Medellín, allí se dio prioridad a las realidades del continente y las disposiciones del Concilio Vaticano II. En 1979, el turno fue para Puebla en México, asumiendo como base de análisis la exhortación apostólica Evangelii Nuntiandi del Papa Pablo VI.

De la misma forma el Padre Modino recordó que la década de los 90 llegó con la IV Conferencia de Santo Domingo, centrada en la necesidad de emprender procesos de Nueva Evangelización y trabajar por la promoción humana y la cultura cristiana. La última Conferencia se realizó en 2007 en Aparecida y dejó como impronta la realización de una misión continental lo que para el sacerdote es un acontecimiento de vital importancia en la historia de la iglesia brasileña.

De lo episcopal a lo eclesial

Sin embargo, -anota el misionero- cumplido el tiempo para convocar otra asamblea, el Papa Francisco, hace esta convocatoria a una Asamblea Eclesial, en la que se incluye a todo el pueblo de Dios, un encuentro más allá del contexto episcopal. Se trata de una clara invitación a sentarse a la mesa en actitud de escucha y voluntad de aprender, entendiendo la necesidad de discernir juntos, porque solo de esta forma somos Iglesia.

Así el Padre Luis Miguel Modino aseguró que desde cualquier tipo de consagración estamos desafiados a construir nuevos caminos, a escuchar con atención, despojados de los preconceptos o prejuicios que condicionan y le restan legitimidad a la escucha del otro.Prueba de ello fue la reciente experiencia de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, donde más de mil personas se unieron desde la virtualidad o la presencialidad en la casa Lago, sede del episcopado mexicano; para experimentar con cada actividad que era grandioso sentarse en unidad, superar todo tipo de fronteras para discutir juntos y buscar el mejor camino.

Sin desconocer que la Iglesia está acostumbrada a hablar y no a escuchar, el misionero indicó que la Iglesia tiene que estar preparada para escuchar y hablar con parresía, para responder cada vez mejor a las necesidades pastorales de las comunidades. Sin olvidar que la Iglesia no puede ser solo episcopal, que la prioridad fundamental es acogerlos a todos, darle voz a los que históricamente han sido excluidos, como los pueblos originarios, las mujeres y los jóvenes entre otros colectivos.

Escucha activa

¿Realmente estamos dispuestos a escuchar al Pueblo de Dios? Cuestionó el Padre Modino, porque tiene la certeza de que este tipo de procesos pueden incomodar, pero si no se emprenden con valentía no se podrá avanzar en los desafíos de la Iglesia de cara al momento histórico que estamos viviendo.

Citando un ejemplo de este proceso, habló de los jóvenes y de la necesidad de incluirlos, más allá de las tareas, porque, así como lo manifestaron en la Asamblea Eclesial, desean hacer parte de las decisiones, los procesos y las acciones que determinan; mucho más cuando son ellos los líderes en temas como el cuidado de la casa común, la defensa de las víctimas de injusticias sociales y eclesiales y que de no ser escuchados pueden colocar en riesgo la experiencia de la sinodalidad.Los desafíos

Superar las actitudes del clericalismo, unirse al discernimiento con el pueblo de Dios, abandonar los discursos elaborados con los que la Iglesia está preparada para responder sin menospreciar el aporte del diferente, escuchar activamente con un corazón abierto y disponible como sería el de Jesús. Estos en opinión del sacerdote son los mayores desafíos porque la Iglesia no puede ignorar la realidad, su misión es responder desde Dios a los clamores de la gente.

Finalizada la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe, el Padre Luis Miguel Modino advirtió sobre la importancia de cuestionarse sobre aquello que debe pasar en las parroquias, las comunidades para promover esa necesaria escucha del pueblo de Dios, para que los documentos no se queden en las bibliotecas como las exhortaciones, las cartas encíclicas y otros documentos del Magisterio, para ello asegura será necesario trabajar, para que la comunión, la participación y la misión no sean el slogan de un sínodo sobre la sinodalidad que representa la siguiente etapa de la Asamblea Eclesial para el caso de América Latina y el Caribe.

La esperanza es que las Conferencias Episcopales den continuidad al proceso y que cada uno de los creyentes estén dispuestos a abrir camino, a llevar esperanza como fruto de la conversión del corazón, porque de lo contrario las Iglesias seguirán vacías y el número de jóvenes inquietos por escuchar la voz de Dios en el corazón será aún menor.

Misión CELAM

Misión Celam: De la Asamblea Eclesial al Sínodo de Sinodalidad no hay mucho trecho

Reportaje Misión Celam
Reportaje Misión Celam

Este acontecimiento latinoamericano y caribeño que culminó, en una primera etapa el 28 de noviembre y con 41 desafíos pastorales en ciernes, ha servido de laboratorio de sinodalidad

El cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos, fue testigo en primera línea de la Asamblea Eclesial. No dudó en afirmar que «ha sido una experiencia eclesial muy interesante»

Rodrigo Guerra apunta: «la Iglesia abre una novedad no solo eclesial, sino social, promoviendo una amplia participación para incluir a diversos sectores y desde esa realidad encontrar nuevos caminos para renovar»

Gloria Liliana Franco saca punta de todo este proceso sinodal y de Asamblea e insiste que la sinodalidad «supone ubicarnos en el lugar de la humildad» y, especialmente, «reconocer esas actitudes que han estado alejadas en el modo de ser de Dios porque son verticales, abusivas o conclusivas y desprovistas de misericordia»

El discernimiento fue clave en el proceso de Asamblea Eclesial, cuyo corolario se encuentra en 41 desafíos pastorales, con los que se han puesto en el horizonte diversas realidades de América Latina y el Caribe como los abusos, el clericalismo, la pobreza, la exclusión, el cuidado de la Casa común, el protagonismo de jóvenes y mujeres

Por Ángel Morillo

De la Asamblea Eclesial al Sínodo de Sinodalidad no hay mucho trecho. Este acontecimiento latinoamericano y caribeño que culminó, en una primera etapa el 28 de noviembre y con 41 desafíos pastorales en ciernes, ha servido de laboratorio de sinodalidad, que en palabras de Gloria Liliana Franco, presidenta de la Confederación  Latinoamericana de Religiosos (CLAR), “supondrá ofrecer el propio don y exigirá abandonar la tentación de sentirnos superiores a los demás”. Por ende, “el imperativo es a vivir la unidad sobre la experiencia de la propia identidad y con conciencia de la innegable diferencia de todos”, recalca.

El cardenal Mario Grech, secretario general del Sínodo de los Obispos, fue testigo en primera línea de la Asamblea Eclesial. No dudó en afirmar que “ha sido una experiencia eclesial muy interesante” y, “para ser sincero, regreso con mucha más información en mi bagaje que cuando llegué, porque pienso que esta Iglesia está muy bien preparada en términos de sinodalidad”.

Con ello convalida los esfuerzos emprendidos por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), como de las diversas instancias eclesiales involucradas, en dar estos primeros pasos de lo que el papa Francisco ha pedido: escuchar al Pueblo de Dios, en especial, a quienes han estado en las periferias existenciales. Por supuesto, la Asamblea es un punto de llegada, pero también es un punto de partida.

Así piensa Pedro Manuel Brassesco, sacerdote argentino y recién designado secretario adjunto del CELAM para hacer dupla con su colega David Jasso. En este sentido, el presbítero cuenta que acompañó en su parroquia el proceso de escucha de la Asamblea y, al contrastar lo vivido en noviembre, pudo entender muchas de las resonancias de la gente que pastorea en Ibicuy, en el departamento Islas, de Argentina.

Por tanto, la sinodalidad pasa por la motivación “del yo al tú y del tú al nosotros para reafirmar un modo esencial de ser, porque transformar las estructuras es siempre para la misión y el anuncio del Evangelio, razón de existir de la Iglesia”.

Al corazón de Aparecida

Por su parte, Rodrigo Guerra, secretario de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), apunta que la Asamblea es un gran aprendizaje para toda América Latina, por eso “la Iglesia abre una novedad no solo eclesial, sino social, promoviendo una amplia participación para incluir a diversos sectores y desde esa realidad encontrar nuevos caminos para renovar”.

Además, acota que esta experiencia inédita “se encuadra en el proceso que se ha disparado en el Concilio Vaticano II, que pasa por las diferentes conferencias generales y que hoy se inserta perfectamente en la preparación del Sínodo de la sinodalidad”.

De hecho  –admite el laico mexicano–, aprender a caminar en sinodalidad “tal vez pueda sonar a lugar común, pero no, caminar juntos resulta pertinente para invitar a todos a participar y a unirse. Sobre todo en una sociedad latinoamericana que acentúa la fragmentación, es muy fácil caer en la tentación de la suspicacia y de la sospecha”.

Frente a la avanzadilla de grupos tradicionalistas que enfilan discursos de odio contra el papa Francisco y la reforma sinodal, Guerra sugiere actuar con testimonio. “A esos hermanos que han caído en una falsa ortodoxia y se sienten seducidos por erróneas comprensiones en el acontecer de la vida eclesial, que pareciera que el Papa y su magisterio, el Concilio Vaticano II no son relevantes, allí tenemos que dar testimonio, no de una reacción simétrica y en sentido contrario para combatirlos, sino asumir una actitud samaritana y paciente, que nos permita abrazarlos aún a los más incómodos y desde esa manera dar testimonio de que el amor es digno de fe”, explica.

Frente a este panorama, Guerra recuerda el corazón del Documento de Aparecida habida cuenta que “la Asamblea Eclesial apenas es un pequeño paso de un gran proceso que es la sinodalidad, no solo la del Sínodo en desarrollo, sino de la reforma sinodal de la Iglesia en todo nivel”. Se refiere en cuestión a los parágrafos 11 y 12. El artículo 11 reza así: “La Iglesia está llamada a repensar profundamente y relanzar con fidelidad y audacia su misión en las nuevas circunstancias latinoamericanas y mundiales.

No puede replegarse frente a quienes solo ven confusión, peligros y amenazas, o de quienes pretenden cubrir la variedad y complejidad de situaciones con una capa de ideologismos gastados o de agresiones irresponsables. Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigada en nuestra historia, desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros.

Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, sino de hombres y mujeres nuevos que encarnen dicha tradición y novedad, como discípulos de Jesucristo y misioneros de su Reino, protagonistas de vida nueva para una América Latina que quiere reconocerse con la luz y la fuerza del Espíritu”.

Y el número 12 de Aparecida dice así: “No resistiría a los embates del tiempo una fe católica reducida a bagaje, a elenco de algunas normas y prohibiciones, a prácticas de devoción fragmentadas, a adhesiones selectivas y parciales de las verdades de la fe, a una participación ocasional en algunos sacramentos, a la repetición de principios doctrinales, a moralismos blandos o crispados que no convierten la vida de los bautizados. Nuestra mayor amenaza es el gris pragmatismo de la vida cotidiana de la Iglesia en el cual aparentemente todo procede con normalidad, pero en realidad la fe se va desgastando y degenerando en mezquindad”.

Al respecto, Guerra destaca la visión de futuro que tuvieron los obispos en Aparecida al señalar “los puntos álgidos que estaban atorando nuestros procesos eclesiales; hoy puede ser oportuno revisarlos”. Por esto cierra: “A todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”.

Tiempo de discípulos y misioneros

En nombre de la Vida Religiosa del continente, Gloria Liliana Franco saca punta de todo este proceso sinodal y de Asamblea. Hombro a hombro con los obispos, se ha convertido en una pieza fundamental en ese entretejido de espiritualidad que tuvo como estandarte los rostros para el encuentro y la oración. De este modo, insiste que la sinodalidad “supone ubicarnos en el lugar de la humildad” y, especialmente, “reconocer esas actitudes que han estado alejadas en el modo de ser de Dios porque son verticales, abusivas o conclusivas y desprovistas de misericordia”, en tanto considera que “de la Asamblea Eclesial Latinoamericana y de el Caribe al Sínodo de la Sinodalidad estamos en un proceso, un itinerario, de encuentro y de conversión”.

Asimismo, la religiosa colombiana pone sobre la mesa “la urgencia de una nueva mirada contemplativa más teologal y encarnada, capaz de reconocer al Dios que acontece en el territorio de lo humano y que invita hoy a la Iglesia a la plenitud de la relación”, por lo que anima a “contemplar la realidad y aguzar el oído para escuchar al Espíritu para desacomodarnos y abandonar los estatus de confort, parálisis de los que tantos creyentes estamos atrincherados”. En consecuencia, “tendríamos que hacer un acto de fe, en el que el protagonista de este proceso sea el Espíritu, sin él no hay auténtico seguimiento de Jesús, ni kairós eclesial”.

La religiosa de la Compañía de María plantea que en este camino de la Asamblea Eclesial al Sínodo de la Sinodalidad “no es tiempo de textos, sino de testigos. Tenemos que ser esa narrativa creíble de lo que nuestra sociedad espera leer en nosotros, cuando nos encontramos así como ahora en condición de hermanos, porque la buena noticia es que somos radicalmente humanos, llamados a ser hermanos. Todo lo demás, títulos, funciones, responsabilidades, es relativo, eso pasa, caduca”. En esta apuesta –indica– la única palabra creíble es “la palabra encarnada y evangelizar es encarnarse en todas las culturas”.

Para Franco llegó el momento de impulsar Evangeli gaudium, Querida Amazonía, Fratelli tutti, el Sínodo de los jóvenes y el de la Amazonía para “lanzarnos más allá de la geografía desconocida, donde habita el más pobre, el migrante, el más enfermo, donde es posible abrazar la tierra y las culturas con reverencia y conscientes de la sacralidad de todo lo creado en condición de discípulos misioneros”.

Ejemplo para el mundo

Sobre el cardenal Grech pesa una gran responsabilidad en la actual coyuntura, inclusive menciona que “tras la inauguración de la primera fase de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo, en mi ministerio como secretario general del Sínodo, casi todos los días debo hablar de la sinodalidad y del Sínodo de la Sinodalidad”.

No en balde, hizo un recuento de lo que ha llamado el camino postconciliar a través de la Conferencias Generales del Episcopado: Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida. Sopesa para luego elogiar a sus hermanos obispos: “Ustedes han vivido una extraordinaria experiencia de comunión eclesial, que podría ser un ejemplo para muchas conferencias episcopales en el mundo”, puesto que “los documentos conclusivos de esas Asambleas Generales constituyen los hitos de un camino que ha ido profundizando en la conciencia de una Iglesia dinámica, a través de una comunión entre obispos y delegados de las Iglesias que está en la base de su identidad eclesial y del modo particular –me atrevería a decir característico– en que buscan ser Iglesia en este tiempo tan complejo y convulso. Todo esto tiene mucho que ver con la sinodalidad”.

El cardenal propone hacer un ejercicio de imaginación: “Intenten pensar en el escenario de la misión de una Iglesia no sinodal; una Iglesia en la que no caminamos juntos, no procedemos en ningún orden particular, cada uno reclamando el derecho a la misión”.

En este particular, aclara el purpurado, siendo así, “la evangelización ya no sería obra de la Iglesia, sino de muchos individuos, denominaciones, grupos, movimientos, que se acercarían a los demás en base a sus propios dones personales y exclusivos, no por mandato de Cristo”.

De igual forma, Grech deja por sentado que “un proyecto misionero solo puede surgir del proceso sinodal de escucha-discernimiento, que es, además, un ejercicio de discipulado”, en contraposición de “ciertas formas de evangelización autorreferencial, que forman a las personas en una membresía cerrada –¡ojalá no sectaria!– que corren el riesgo de deslizarse hacia formas de proselitismo”.

Grech ha dejado muy claro que en este camino del Sínodo de la Sinodalidad, “la presencia de los pastores, que son el principio de la unidad en sus Iglesias, permite que estas Conferencias sean una representación visible de la Iglesia que vive en este continente”. En definitiva, los obispos latinoamericanos están llamados a dar un gran aporte en este evento mundial, “dado que ustedes ya han adquirido una experiencia considerable a través de sus conferencias generales, pueden ser de ayuda para las demás conferencias episcopales continentales” en relación con las consultas diocesanas que han iniciado desde octubre.

“La fase inicial de consulta amplia en las Iglesias particulares es una novedad para todos; luego también las conferencias episcopales nacionales están llamadas a adoptar un enfoque diferente haciendo un discernimiento eclesial a partir de la escucha del Pueblo de Dios”, añade.

Del unísono a la sinfonía

En estos tres años que durará el Sínodo de la Sinodalidad se presentan grandes retos, porque en “ese caminar juntos” resulta imprescindible una conversión misionera, la cual “no será posible si no se lleva a cabo una conversión sinodal”.

¿Qué se requiere para ello? Grech hace un listado de prioridades: “Implica una escucha humilde y respetuosa del otro y de sus razones; que tenga la valentía de pedir y dar el perdón; que quiera la unidad al precio de la propia verdad, sino que nunca identifique la verdad con mi verdad. Tal vez este sea el mayor esfuerzo, pero también constituirá el testimonio más fuerte, que dará contenido al don de la experiencia sinodal que pueden ofrecer a toda la Iglesia”. En este camino sinodal todo está calibrado, incluyendo a quienes “promueven una comprensión individualista e intimista de la fe”.

Al tiempo, indica: “A estas propuestas, que a menudo atraen tanto a un pueblo poco formado, la respuesta más creíble es la de la comunión: con la enseñanza de los Apóstoles, en la fraternidad, en la fracción del pan y en las oraciones”.

Vuelve sobre el tapete la cuestión de la inculturación, por lo cual Grech asegura que “el Sínodo, al poner como tema la Iglesia sinodal y pedir que se lea la comunión, la participación y la misión en este contexto, constituye la posibilidad concreta de volver a la evangélica vivendi forma, que debe desarrollarse de manera original en cada contexto cultural”.

Todo ello, partiendo de las tradiciones y culturas del continente, para “traducir el único Evangelio de Cristo al estilo latinoamericano. Esto, como dice el Papa, no amenazará la unidad de la Iglesia, sino que mostrará que la tradición no es un canto al unísono, una línea melódica de una sola voz, sino una sinfonía, donde cada voz, cada registro, cada timbre vocal enriquece el único Evangelio, cantado en una infinita posibilidad de variaciones”.

Los desafíos pastorales de la Asamblea Eclesial

El discernimiento fue clave en el proceso de Asamblea Eclesial, cuyo corolario se encuentra en 41 desafíos pastorales, con los que se han puesto en el horizonte diversas realidades de América Latina y el Caribe como los abusos, el clericalismo, la pobreza, la exclusión, el cuidado de la Casa común, el protagonismo de jóvenes y mujeres.

De entre estos 41, se han seleccionados los 12 de mayor prioridad, más aún cuando en febrero de 2022, a la par con las consultas sinodales, también se organicen Asambleas Eclesiales en cada uno de los 22 países que conforman la región. Estos son los desafíos:

1-Reconocer y valorar el protagonismo de los jóvenes en la comunidad eclesial y en la sociedad como agentes de transformación.

2-Acompañar a las víctimas de las injusticias sociales y eclesiales con procesos de reconocimiento y reparación.

3-Impulsar la participación activa de las mujeres en los ministerios, las instancias de gobierno, de discernimiento y decisión eclesial.-

4-Promover y defender la dignidad de la vida y de la persona humana desde su concepción hasta la muerte natural.

5-Incrementar la formación en la sinodalidad para erradicar el clericalismo.

6-Promover la participación de los laicos en espacios de transformación cultural, político, social y eclesial.

7-Escuchar el clamor de los pobres, excluidos y descartados.

8-Reformar los itinerarios formativos de los seminarios incluyendo temáticas como ecología integral, pueblos originarios, inculturación e interculturalidad y pensamiento social de la Iglesia.

9-Renovar, a la luz de la Palabra de Dios y el Vaticano II, nuestro concepto y experiencia de Iglesia Pueblo de Dios, en comunión con la riqueza de su ministerialidad, que evite el clericalismo y favorezca la conversión pastoral.

10-Reafirmar y dar prioridad a una ecología integral en nuestras comunidades, a partir de los cuatro sueños de Querida Amazonía.

11-Propiciar el encuentro personal con Jesucristo encarnado en la realidad del continente.

12-Acompañar a los pueblos originarios y afrodescendientes en la defensa de la vida, la tierra y las culturas.

Escuchar al Espíritu

Escuchar al Espíritu: el camino de la escucha para la conversión en la primera Asamblea Eclesial

por Mauricio López Oropeza 


Comienzo mi reflexión con una anécdota. Una amiga muy querida, que había participado fuertemente en el Sínodo Amazónico, decidió cambiar de trabajo e ir a colaborar con las organizaciones de los pueblos originarios de esa región. Ella veía desde la distancia la Asamblea Eclesial con cierto escepticismo, y con miedo de que no hubiera una genuina participación, o no se llegara a las periferias.



Un día me llamó con mucha alegría y me compartió que, visitando una comunidad indígena a más de 3000 metros de altura, en Guamote, Ecuador, se encontró a una catequista joven, sencilla, dialogando con una mujer indígena. Le estaba explicando el proceso y le leía el documento para el camino de la Asamblea Eclesial en su versión popular, haciendo este proceso de escucha en esa comunidad distante.

Para mí esto refleja un signo que a veces es invisible; los números son importantes, y vaya que se ha trabajado intensamente para llegar a todos y todas, alcanzar los sitios a los que quizás antes no sé llegaba.

Pero, estos gestos pequeños son todavía más elocuentes, pues reflejan en la vida sencilla el alcance real, aunque limitado, de este proceso en muchos sitios improbables. Creo que cada uno y cada una tenemos experiencias particulares que nos ha marcado, y hemos recibido testimonios de rostros concretos al participar en los procesos de escucha de esta Asamblea. Es importante tenerlos presente, y honrar esos encuentros.

Rostros de la Asamblea Eclesial

Es en este marco donde aparece la pregunta más relevante de todo este proceso: ¿qué rostros específicos han sido presencia viva de Dios en este Asamblea, y cómo nos han interpelado a lo largo de este proceso para ser transformados a nivel personal y como Iglesia?

De hecho, cuando hemos hecho una evaluación del camino de escucha lo esencial no ha sido solamente saber cuánto se cumplió en cantidad, sino preguntarnos ¿cómo fuimos transformados por la experiencia del encuentro? Los nuevos caminos del CELAM serán resultado de esos encuentros transformadores, si han de ser realmente relevantes.

Se trata de escuchar lo que nos comunican con el testimonio vivo las estructuras que son capaces de llegar a los rincones más distantes, quienes están ahí como presencia encarnada, viva y concreta, ellos-as quienes nos ayuda a comprender cómo responder a los gritos de la realidad en la que ellos-as están inmersos.

Estos procesos de escucha, son procesos suscitadores que despiertan la esperanza, renuevan posibilidades y nos confrontan para poner atención a lo verdaderamente importante que es el encuentro con el Señor y escuchar su voluntad que grita en medio del pueblo.

Es en el corazón de cada persona, y en el centro de cada comunidad, donde se teje la genuina sinodalidad. Por eso, siempre insistimos en que, en realidad, el camino es la experiencia. Al releer los documentos de la Conferencia de Aparecida 2007, podíamos reconocer que una de las cosas inesperadas que más habían marcado el discernimiento de esta experiencia, había sido la presencia de los peregrinos en el Santuario de Aparecida.

La Piedad Popular del pueblo sencillo había marcado profundamente el itinerario del discernimiento de esta Conferencia. La vida de fe del pueblo marcó, sin pretenderlo, todo el camino de esta conferencia. Ahora que estamos recuperando estos 14 años desde Aparecida, acogemos nuevamente la fuerza de la presencia de la fe del pueblo.

En esta Asamblea, ese pueblo de Dios dejó de ser un sujeto pasajero que nos inspira, y ahora logramos que sus voces sean incorporadas en los procesos de escucha que han configurado nuestros documentos. Sus voces están reflejadas en todo este proceso.

Camino de sinodalidad

Si bien hay mucho camino por andar, evidentemente se han dado pasos concretos para avanzar en la mayor participación del pueblo. Esas voces son de quienes ahora consideramos verdaderos sujetos de su propia historia.

Por esto, creo que es muy importante que traigamos esos nombres y voces a esta reflexión. No quiero repetir los datos numéricos que ya se han presentado sobre toda la participación en la escucha.

Sí quiero agradecer a tantas personas que trabajaron en el comité de escucha para hacer posible que esas voces pudieran ser honradas y acogidas en este camino sinodal. Se hizo un esfuerzo que se convirtió en centenas de sesiones que se establecieron para tratar de tocar el corazón de cada instancia eclesial que lo necesitaba, de cualquier persona que quisiera conocer del proceso, fueran estructuras pequeñas, de comunidades, de parroquias, o instancias regionales.

Hicimos este camino donde la sinodalidad se expresaba en el deseo de estar presentes, de acoger las dudas y heridas de mucha gente. Para nosotros era esencial hacernos presentes de verdad.

Cuando el corazón está lastimado por expresiones de exclusión en la Iglesia, o por falta de una genuina sinodalidad, es muy importante hacer este acercamiento y propiciar el encuentro.

De esto habla el Papa para el sínodo sobre sinodalidad, nos llama a ir al encuentro, abrirnos a la escucha y a experimentar el discernimiento. En nuestro proceso de escucha, ciertamente al menos 70,000 personas se registraron de modo formal para participar, pero estamos seguros que el número es mucho mayor.

En todo caso, lo más importante es que el factor comunitario fue el más importante, más que la participación individual que fue un instrumento que se ofreció porque la situación de la pandemia así lo ameritaba. Los foros temáticos reflejaron lo que el Papa pidió para estos procesos sinodales, que las personas hablen sin miedo, sin exclusión, y que puedan presentar todo aquello que está en sus corazones.

Datos relevantes

Un dato preocupante es que en la escucha tuvimos una participación de cerca del 67% de mujeres, con respecto del total, y ese dato lamentablemente se invierte en la representación en esta fase de Asamblea plenaria donde la participación de las mujeres se queda en apenas un 35% del total, sea presencial o virtual; eso nos tiene que decir algo.

También, en el proceso de escucha tuvimos una franja de participación mucho mayor de personas de los grupos etarios de franjas más jóvenes, y ese dato cambia drásticamente en los delegados de esta fase plenaria en donde el promedio es de una edad mayor; también esto nos sirve para la reflexión sobre si los delegados-as representaron a los participantes más activos del proceso de escucha. Son reflejos de nuestro proceso, y de un camino que se está haciendo.

Para afirmar las voces del proceso de escucha, y ser fieles a ellas, quiero acudir a algunas que me parece que ilustran de modo inspirador y convincente el sentir del pueblo de Dios en el camino de esta Asamblea, y que reflejan algunas de las temáticas ineludibles para nuestro discernimiento:

Pandemia. “La pandemia suscitó una conversión en nuestra forma de vivir y pensar; revivió a la iglesia doméstica, mostrándonos la importancia de los lazos familiares. Esta pandemia nos rompe y nos ha quitado todas las seguridades, ha hecho tambalear nuestras estructuras, pero se ha convertido en una posibilidad del cambio en el modo de vivir”.

Abusos. “Nos duele el silencio de algunos obispos, y de otros miembros de la iglesia, frente a la violencia, el atropelló a los derechos, a la desigualdad y a los abusos. Necesitamos que tomando partido por los pobres la iglesia acompañe y se nutra de la sabiduría de sus luchas cotidianas”

Ecología integral. “El llamado hacia una ecología integral mediante el discernimiento, la contemplación y la oración comunitaria, nos lleva a transmitir la mística del encuentro con Jesús que nos invita a las periferias geográficas y existenciales, y a relacionarnos con todo lo creado del modo en que Dios mismo se relaciona”

Mujeres. “Nos duele la violencia contra las mujeres, la violencia doméstica, económica, los femicidios, el menosprecio, los abusos, la falta de seguridad, la violencia en todas sus manifestaciones”.

Educación. “Somos conscientes que la educación es la posibilidad de transformación de la sociedad, por eso debemos formar líderes que se comprometan con la mejora del mundo conscientes de su compromiso con el cuidado de las personas, la tierra ,de las culturas”

Migraciones. “En el ámbito de las migraciones, como iglesia estamos llamados a reconocer la realidad de la migración, a servirla haciéndonos prójimos de los migrantes permitiendo que se sientan acogidos, queridos y aceptados”

Pueblos originarios. “Con los pueblos indígenas, trabajar la evangelización considerando sus culturas, su lengua, su identidad, que sus territorios no sean invadidos, que no les roben sus tierras, que se respeten sus derechos, que tengan su autonomía y se respete su diversidad cultural”

Pueblos afrodescendientes. “Desde la realidad afrodescendiente. La pastoral Afro ha sido una Pastoral misionera, se desarrolla con comunidades vulnerables donde hay abandono, discriminación y otras cargas negativas, pero también se ha convertido en un rostro visible de los empobrecidos. Una legión de mujeres negras consagradas y laicas ha permitido la creación de espacios de reflexión teológica dentro de la iglesia”

Juventud. “Muchos jóvenes están asumiendo responsabilidades en los distintos campos. En política son gestores de iniciativas de todas las comunidades. Tienen mucho que aportar.

Una figura improbable

Quiero terminar con una reflexión que a mí me ha ayudado a entender el sentido de este proceso sinodal, y es un mensaje que viene a través de una figura improbable, de periferia: el ciego Bartimeo.

Primero, la ceguera de Bartimeo es nuestra propia ceguera hoy, no hay posibilidad de conversión, y por lo tanto no hay sinodalidad posible, si no viene desde la primera conciencia de nuestra propia fragilidad, incapacidad, es de decir, de nuestra ceguera. Necesitamos la ayuda del Señor para ser transformados, para poder ver, para poder escuchar.

Un segundo movimiento en Bartimeo es su implacable grito cuando escucha que el Señor está en camino, pasando por ahí. La noción de escucha no es sólo un tema receptivo-pasivo, sino que se torna en activo cuando Bartimeo al escuchar que el Señor pasa por ahí, se hace oír.

Escucha al Señor y se hace oír por el Señor, a pesar de que lo quieren callar y frenar ese encuentro. Tal y como ha sucedido tantas veces en la sociedad y en la propia Iglesia, cuando algunos se tornan en murallas que impiden el encuentro.

El tercer movimiento es cuando Bartimeo grita más fuerte, y aquí hay una imagen genial para la Sinodalidad en el Evangelio de Marcos, pues nos relata que Bartimeo se pone de pie. Nuestra Iglesia pueblo de Dios está llamada a ponerse de pie también, en sinodalidad.

Y luego Bartimeo hace lo inesperado, lanza su manto. Ese manto era, quizás, su única pertenencia; el único elemento que le daba cierta seguridad o confort, pero, tal vez lo que le tenía apegado y le impedía moverse para ir a ese encuentro. Se pone de pie al saber que el Señor lo llama, y se despoja de su manto.

La Sinodalidad es una invitación a ponernos de pie, a lanzar las mantas que nos impiden esa conversión como iglesia y como sociedad, y con parresía ir al encuentro con el Señor que nos dice directamente ¿qué quieres que haga por ti? Bartimeo responde lo que estamos llamados a responder como Iglesia en sinodalidad: Señor, que veamos; Señor, que escuchemos.

Y el último movimiento, esencial, nos lo ofrece el Evangelio de Marcos, y es algo que a veces se olvida: después de que Jesús le devuelve la vista a Bartimeo y lo despide, él decide seguir al Señor por el camino. La Sinodalidad es seguimiento del Señor, o no lo será.

El Documento para el discernimiento comunitario

Discípulos misioneros y Pueblo de Dios: conceptos de Aparecida que fundamentan la Asamblea Eclesial 

Estamos ante una sorpresa del Espíritu, “que nos sorprende y nos lleva por caminos nuevos de conversión y renovación personal, comunitaria e institucional” 

El verdadero discipulado lleva a la Iglesia a una auténtica conversión pastoral, algo que quiere ser impulsado en la Asamblea Eclesial, buscando “un renovado protagonismo de los bautizados” 

Es un Pueblo de Dios con espíritu sinodal, con un desafío evangelizador, buscando plasmar esa sinodalidad en las estructuras y procesos sinodales, para que llegue a ser “una forma natural de ser Iglesia” 

Una Iglesia llamada a cuidar de las diferentes realidades, promoviendo “la liberación de toda esclavitud” y buscando “la globalización de la dignidad” 

18.11.2021 Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica 

El fruto de una participación plena, de todo el Pueblo de Dios, podemos considerar el Documento para el Discernimiento de la Asamblea Eclesial de América Latina y del Caribe. Ese era el deseo del Papa Francisco, como así lo manifestó en su video mensaje del 24 de enero de 2021, cuando fue presentada esta experiencia inédita en la vida de la Iglesia. 

Estamos ante una sorpresa del Espíritu, “que nos sorprende y nos lleva por caminos nuevos de conversión y renovación personal, comunitaria e institucional”, como señala el Documento. El hecho de que tanta gente haya participado de diferentes modos del proceso de escucha, es visto como un Kairós, un tiempo de gracia, de renovación. 

Se trata de un Documento para ser leído “de modo pausado, en actitud orante y discerniente, es decir, dando espacio para que Dios nos hable a través de sus letras”. Un Documento que debe ser entendido en función del Jubileo Guadalupano de 2031, del Jubileo de la Redención de 2033 y del Sínodo sobre la Sinodalidad, ya iniciado y que acompaña la vida de la Iglesia hasta 2023. 

Es una Asamblea que quiere hacer memoria de Aparecida, pero también de las otras conferencias del episcopado y de las muchas experiencias de sinodalidad vividas en la Iglesia del continente. Se insiste en incluir a los pobres para caminar en sinodalidad y en prestar atención a la Amazonía, aspectos presentes en Aparecida. De hecho, el Documento considera el proceso del Sínodo para la Amazonía como “una expresión privilegiada de sinodalidad y ha sido fuente de inspiración para la presente Asamblea Eclesial y su proceso de escucha”. También recuerda la importancia de la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA). 

La Asamblea Eclesial tiene como lema “Todos somos discípulos misioneros en salida”, inspirada en el espíritu de Aparecida y se ha ido renovando en el Magisterio del Papa Francisco: Evangelii Gaudium, Laudato Si’, Querida Amazonía y Fratelli Tutti. Basados en eso, podemos decir que hay dos conceptos importantes en el Documento: discípulos misioneros y Pueblo de Dios. 

El verdadero discipulado lleva a la Iglesia a una auténtica conversión pastoral, algo que quiere ser impulsado en la Asamblea Eclesial, buscando “un renovado protagonismo de los bautizados”. Eso se fundamenta en la eclesiología del Pueblo de Dios, que nos remite a la diversidad de carismas y a una comunión misionera. Un Pueblo de Dios que comprende a todos sus miembros como sujetos en la Iglesia. Son ellos quienes poseen el sensus fidelis, lo que lleva a una escucha atenta de la voz del Espíritu. 

Es un Pueblo de Dios con espíritu sinodal, con un desafío evangelizador, buscando plasmar esa sinodalidad en las estructuras y procesos sinodales, para que llegue a ser “una forma natural de ser Iglesia”, donde todos son parte activa y son tenidos en cuenta. Un Pueblo de Dios en salida hacia las periferias existenciales, consecuencia de una Iglesia en estado permanente de misión, que insiste Aparecida. Se trata de configurar “una Iglesia fuera de sí”, que deja atrás la comodidad “para llevar la buena nueva de la salvación a todas las periferias territoriales y existenciales”. 

Un Pueblo de Dios que da vida plena para todos, una clara preocupación en la misión de la Iglesia, que debe estar presente en medio de los excluidos. Una Iglesia llamada a cuidar de las diferentes realidades, promoviendo “la liberación de toda esclavitud” y buscando “la globalización de la dignidad”. Una Iglesia que trabaja por la transformación de las estructuras sociales, aunque eso conlleve dificultades. 

Nathalie Becquart

La voz de Nathalie Becquart suena cada vez más en el Vaticano: ahora el Papa la coloca en el Dicasterio para la Comunicación 

Junto a ella, Francisco ha nombrado para el cargo también al cardenal Mauro Gambetti o a Jorge Lozano, entre otros 

Nathalie Becquart

Desde que el pasado mes de febrero la nombrase subsecretaria del Sínodo de los Obispos, el papa Francisco no ha hecho sino recalcar su confianza en la religiosa Nathalie Becquart, XMCJ, a la que ahora ha encargado una nueva misión como miembro del Dicasterio para la Comunicación de la Santa ede. 

Junto a ella, Francisco ha nombrado para el cargo también al cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la Basílica de San Pedro en el Vaticano; a Jorge Eduardo Lozano, arzobispo de San Juan de Cuyo, y secretario General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM); a Borys Gudziak, arzobispo de Filadelfia de los Ucranianos; y a Emmanuel Adetoyese Badejo, obispo de Oyo. 

Una amplia trayectoria 

Esta nueva responsabilidad de la javeriana no sorprende conociendo su currículum. En 1992 se graduó en empresariales en una de las instituciones más prestigiosas de Francia, HEC (Escuela de Estudios superiores de Comercio). Sin embargo, tras un voluntariado en el Líbano y dos años como consultora en marketing y comunicación, se decantó por la Vida Consagrada. A partir de entonces, estudiaría teología en el Centre Sèvres, y Sociología en la Escuela de Estudios Superiores en Ciencias Sociales en París. Actualmente prepara su tesis sobre sinodalidad en el Boston Trinity College and Ministry de Estados Unidos. 

Como religiosa, Becquart se dio a conocer en Roma con una conferencia que dio ante más de 2.500 religiosos en enero de 2016, en el cierre del Año de la Vida Consagrada. Dos años después, era nombrada coordinadora general del pre Sínodo sobre los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. 

Ha estado al frente durante casi una década del servicio pastoral para los jóvenes de la Conferencia Episcopal Francesa, llegando a dirigirlo y estando acompañando a la delegación gala en todas las Jornadas Mundiales de la Juventud recientes, de Sídney a Panamá, pasando por Madrid, Rio de Janeiro y Cracovia. 

Evaluación de la Asamblea Eclesial

El Coordinador del Centro de Redes y Acción Pastoral del Celam hace balance de la Asamblea Eclesial 

Mauricio López: “Asamblea Eclesial, un modo, un espacio, una estructura y un proceso, sin marcha atrás” 

Mauricio López en la Asamblea Eclesial 

“Tenemos que mantener una mirada en el horizonte para seguir avanzando” 

“Es una expresión del Espíritu que insiste, persiste y resiste, que no para ante los grupos que rechazan cualquier cambio en la Iglesia” 

“Están ahí los temas desafiantes, difíciles, los que tienen que ser ubicados dentro de este proceso que vamos a acompañar en los siguientes años”: abusos, diversidad sexual, defensa de la vida, pueblos originarios, afrodescendientes; el papel de la mujer y la necesidad de participación en ministerios, en decisiones, en liderazgo 

«La sinodalidad es inherente a la identidad de la Iglesia, no puede, ni debe ser una moda pasajera» 

«Nuestra contribución latinoamericana, junto con todas las otras, sin pretender ser menos o más, será imprescindible en esta reforma eclesial» 

Por Asamblea-Ec lesial Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica 

“Una navegación que no se detiene, que avanza, que continúa, que, en medio de aguas muy movidas, porque estamos viviendo tiempos de cambio, produce verdaderos avances, produce posibilidades inéditas, y, sobre todo, habilita para que muchos y muchas que han estado permanentemente excluidos o no escuchados, tengan cabida, tengan espacio para participar de una manera más real, más genuina en los procesos de transformación de la Iglesia”. Así define Mauricio López su experiencia personal en la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe

El coordinador del Centro de Redes y Acción Pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano (Celam), parte de la premisa de que es algo “que todavía no termina”. También reconoce la insuficiente participación, que queda camino por andar, pero insiste en que “tenemos que mantener una mirada en el horizonte para seguir avanzando”. El ideal quizás nunca sea alcanzado, afirma Mauricio, lo que “nos permite crecer y seguir insistiendo”. 

Mirar hacia atrás también es importante, reconoce, pues ayuda a ver el avance en la participación de grupos excluidos y temas ignorados en experiencias anteriores. Son innegables e indudables los cambios estructurales con respecto a Aparecida, dice abiertamente alguien que ha estado muy por dentro del proceso de la Asamblea, que sigue “viviendo esto como parte de un gran Kairós”, que se vislumbra en la escucha transformadora, con una participación amplísima. 

La Asamblea ha asegurado, afirma el coordinador del Centro de Redes y Acción Pastoral del Celam, “una metodología de discernimiento, que dé cauce a la escucha”. No olvidemos que la metodología del discernimiento implica ir optando, perfilando, encontrando los puntos de mayor fuerza y consenso, algo inédito afirma López, para quien todo eso “permitió tener unos compromisos concretos”, fruto del trabajo de los grupos de discernimiento que han ido perfilando el proyecto pastoral de la Iglesia en América Latina y el Caribe. 

Estamos ante una contribución directa al camino del Sínodo sobre la Sinodalidad, un proceso en el que Mauricio López también participa. “Es una expresión del Espíritu que insiste, persiste y resiste, que no para ante los grupos que rechazan cualquier cambio en la Iglesia”, tal como dice haberlo vivido. También critica a quienes, sin participar en los procesos, siempre dicen que ha sido insuficiente, que nada ha cambiado, que es inútil, rechazando los cambios reales e innegables que estamos viviendo, algo que ya ocurrió en el Sínodo para la Amazonía. 

Gente a quien no duda en calificar como “profetas de calamidades”, siempre presentes, y que ponen de manifiesto que “mantenemos una cohesión con lo central del camino de la Iglesia”. Según Mauricio, ni la esclerosis, ni misofobia es el camino, sino avanzando en el Espíritu Santo, con una mayor expresión de Iglesia, con un cambio radical en el modo de participación, de escucha, con una identificación con las prioridades, que marca la esperanza de seguir adelante. 

Al hablar sobre los temas más complejos y priorizados en los 41 desafíos de esta Asamblea y en las 12 urgencias, Mauricio López recuerda que es algo que vino de la escucha a cerca de 70 mil personas, a través de las escuchas directas y de los foros temáticos, que no podemos olvidar que podían ser planteados por cualquier persona. Así fueron apareciendo temas difíciles y complicados, que algunos miembros de la propia Iglesia rechazan o no quieren ver, afirma el coordinador del Centro de Redes y Acción Pastoral del Celam. 

Lo más importante es que fueron discutidos con total transparencia, como el Papa lo ha pedido, recuerda Mauricio. Aunque también reconoce las tentativas de algunos de forzar temas que no aparecieron, pues “esa es la fuerza del discernimiento comunitario, busca un consenso”. También ha hecho referencia a cartas de reclamo enviadas antes de acabar el proceso, interpretadas como algo que responde al hecho de que “sus temas, como ellos los querían, no fueron acogidos por un grupo específico de discernimiento”. Ante ello, afirma que “eso es parte de la metodología, donde no se pueden imponer los temas”. 

En ese punto insiste en que “están ahí los temas desafiantes, difíciles, los que tienen que ser ubicados dentro de este proceso que vamos a acompañar en los siguientes años”. Entre ellos menciona el tema de los abusos y de la mediación ante los daños provocados; el tema de la diversidad sexual, que necesitan un reconocimiento profundo y ahora se abre una puerta para seguir acompañando pastoralmente; defensa de la vida; pueblos originarios; afrodescendientes; el papel de la mujer y la necesidad de participación en ministerios, en decisiones, en liderazgo. 

Por eso, no duda en afirmar que “hay una genuina expresión de novedad y de continuidad en algunos otros temas y que hay que leer con atención las propuestas pastorales, que es una forma aproximativa del modo de responder, donde hay una clara parresia, una nueva perspectiva de nuevos caminos, todavía no presentes en el programa pastoral de la Iglesia en su conjunto”. 

Mauricio López no duda en afirmar que estamos ante un proceso que continua, “siempre hemos hablado de un camino, no de eventos”. La Asamblea ha sido una fase y los encuentros post asamblea a nivel regional y en cada país, espera que sea oportunidad para que “cada una de las instancias participantes pueda procesar, seguir discerniendo, adaptar, identificar cuales son aquellas llamadas prioritarias que necesitan ser respondidas, de manera más urgente, en sus realidades particulares”, una fase que define como importantísima. 

Para ello el Celam va a implementar un Seminario permanente sobre “Identidad y Misión Pastoral”, junto con la CLAR y Cáritas América Latina y el Caribe, a partir de los resultados de la Asamblea, en el marco de la renovación, donde ya existen “áreas pastorales prioritarias que responden a muchos de los desafíos que aparecieron en la Asamblea”. En ese punto señala la creación de plataformas nuevas que respondan a desafíos esenciales. 

Lo mismo con la preparación de la fase continental del Sínodo sobre Sinodalidad, que “nos confirma en la necesidad de seguir avanzando, profundizando en todos estos temas para procesarlos como el aporte que hará la región latinoamericana en esta nueva experiencia de la Iglesia universal”. En ese punto dice esperar que “las estructuras existentes, que ya están trabajando en busca a resolver estos temas, podamos articularnos de modo sinodal para seguir asegurando modelos de respuesta a todas estas realidades”. Son muchos los caminos que se tienen previstos, señala Mauricio López, unos ya elaborados y otros que se tendrán que generar a partir de la novedad de esta Asamblea. 

La sinodalidad es inherente a la identidad de la Iglesia, no puede, ni debe ser una moda pasajera”, resalta el coordinador del Centro de Redes y Acción Pastoral del Celam. Según él, a pesar de “los extremos en tensión, que a veces no logran ver los procesos de fondo”. El peligro es ver la sinodalidad como una amenaza o como una moda ideológica. Por eso, ve la contribución de esta Asamblea como “absolutamente determinante para los caminos de reforma irreversible del Papa Francisco, que trayendo la vida del Concilio Vaticano II está planteando”. 

Estamos ante algo que “ha generado un modo, un espacio, una estructura y un proceso, que entendemos que no tiene marcha atrás”. Todo ello “a pesar de los pesares, de los que no quieren que nada cambie, a pesar de los que no reconocen ningún cambio que a no sea a su imagen y semejanza”. Por eso, ve esta Asamblea como “una contribución para este Kairós, donde las reformas se tornan irreversibles desde el Sínodo para la Amazonía”, concretado en la escucha, metodología y ampliación de representación de esta Asamblea. 

Todo ello en vista del Sínodo sobre la Sinodalidad, donde según Mauricio, “nuestra contribución latinoamericana, junto con todas las otras, sin pretender ser menos o más, será imprescindible en esta reforma eclesial, a la luz de proyecto del Reino, en el proceso de evangelización, y siguiendo los signos de los tiempos, para construir un mundo de más justicia e igualdad al modo de Nuestro Señor Jesús”. 

Primera Asamblea Eclesial de América latina y El Caribe

 Pedro Pierre 

Este domingo pasado concluyó en México la Primera Asamblea Eclesial de América Latina. Hasta la fecha se habían 5 Conferencias Episcopal Latinoamericanas: la primera en 1955 y la última en 2007. Así lo quiso el papa Francisco para avanzar en una reforma profunda de la Iglesia Católica, en la línea del Concilio Vaticano 2°. Hasta ahora, las Conferencias Episcopales Continentales y los Sínodos con el papa en Roma eran reuniones exclusivas de obispos. 

El Concilio Vaticano 2° definió la Iglesia como “Pueblo de Dios”. El papa Francisco quiere confirmar esta definición conciliar y la propuesta del Sínodo sobre la Amazonía celebrado en Roma en 2019 que abogan por una Iglesia sinodal, o sea, de un caminar juntos en la igualdad y las responsabilidades compartidas. 

Para avanzar en este camino el papa Francisco instituyó una “Conferencia Eclesial de la Amazonía” que agrupa a 9 países que participan de la Selva amazónica. Esta Conferencia Eclesial se empeña a poner en marcha los sueños del papa Francisco para una Iglesia sinodal, es decir, donde todas las y los bautizados están llamados a participar y decidir. La Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe marca un paso más: sentarse entre todas y todos los bautizados: seglares, religiosas y religiosas, diáconos, sacerdotes y obispos, en la misma mesa vestidos sólo de la túnica blanca de su bautismo para conformar una nueva manera de ser Iglesia. Estas novedades abren al paso a un Sínodo que tendrá lugar en Roma en 2023. 

Recogerá las experiencias y los nuevos caminos de una Iglesia sinodal, que se están dando en las Américas. La temática de este Sínodo ya se está analizando en todos los países: “Hacia una Iglesia sinodal: participación, comunión y misión”. El propósito del papa Francisco es claro: “La Iglesia del tercer milenio será sinodal”. Estamos en un tiempo de sueños, esperanzas y compromisos para fortalecer el seguimiento de Jesucristo y la construcción del Reino afín de hacer un mundo más fraterno y justo y más amigable con la naturaleza. 

En cuanto a la Asamblea Eclesial de América Latina y El Caribe, es la gran novedad para el continente y una gran esperanza para la iglesia católica en su conjunto. Como lo decía el papa Juan Pablo 2°, “América Latina es el continente de la esperanza” tanto para la Iglesia como para la sociedad en su conjunto. El tema de esta Asamblea era: “Todas somos discípulos misioneros en salida”, es decir, todas y todos los bautizados somos ‘discípulos’ de Jesucristo y ‘misioneros’ del Reino al servicio de una transformación social y eclesial. La Asamblea tenía una doble dimensión: por una parte, era ‘presencial’ con un centenar de participantes y, por otra, ‘virtual’ al nivel de todo el continente. 

El gran logro de esta Asamblea es de haber confirmado el camino sinodal de la Iglesia, declarando que “la sinodalidad pertenece a la esencia de la Iglesia”. Esta sinodalidad existe ya en diversos espacios y nos invita a multiplicarlos. La Asamblea tuvo sus falencias que fueron señalados por los mismos asambleístas: las 2/3ª partes de los participantes eran varones como también los obispos, sacerdotes y religiosos/as, los jóvenes llegando sólo al 8%; el trabajo de secretaría no siempre recogía el sentir y los aportes de los participantes; se denunció el miedo y el ‘freno’ que representaban estas 2/3ª partes de clérigos parte para enfrentar los desafíos y los necesarios cambios estructurales. 

Con todo esta primera Asamblea abrió dos caminos decisivos: Un camino de conversión y otro de confirmación. El primer camino de conversión es para la institución católica. Esta tiene que sustituir su carácter clerical por el eclesial. Tiene que ser “una Iglesia en salida” hacia su misión bautismal, o sea, volver a reconocer y dar a los bautizados los derechos y las responsabilidades que les corresponden, en particular a las mujeres, los jóvenes, los indígenas y los afrodescendientes. 

Tiene que despojarse de su poder jerárquico poniéndose al servicio del Pueblo de Dios que es el verdadero encargado de la misión de Jesús. Insiste en que ir al encuentro de Jesucristo como discípulos de él y convertirse en misioneros del Reino es convertirse a los pobres, a su causa y a su camino. Allí está la actualización de la verdadera opción por los pobres que hizo el mismo Jesús de Nazaret. Actualmente los grandes protagonistas de esta sinodalidad son las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs). 

El segundo camino que abre la Asamblea Eclesial es confirmar y ampliar las vivencias sinodales de las Comunidades Eclesiales de Base y grupos afines que nacieron antes del Concilio Vaticano 2°, fueron señaladas por él mismo Concilio como un “signo de los tiempos”, es decir, obra del Espíritu Santo. Estas CEBs son la Iglesia de los Pobres soñada por el papa Juan 23. Fueron ‘bautizadas’ la Conferencia Episcopal de Medellín en 1968 como “primer y fundamental núcleo eclesial”, luego ‘confirmadas’ en la Conferencia de Puebla en 1979. 

La Conferencia de Aparecida en 2007, al afirmar que “la Iglesia necesita un fuerte remezón”, vuelve a asumirlas como “célula inicial de estructuración eclesial, focos de fe, de evangelización y transformación social” porque “retoman la experiencia de las primeras Comunidades cristianas”. Por todo eso esta primera Asamblea Eclesial de México insiste en sus conclusiones a “promover más decididamente las comunidades eclesiales de base y pequeñas comunidades como una experiencia de Iglesia sinodal”. 

La Asamblea Eclesial abre una nueva etapa en la renovación de la Iglesia hacia más democracia y equidad. Si estamos seguros que “los cambios vienen de abajo”, confirmémonos los cristianos en el camino abierto por los pobres en la Comunidades Eclesiales de Base y grupos afines para ser “la Buena Nueva del nuevo milenio” … Buena Nueva de una Iglesia al servicio de la construcción efectiva de un mundo más justo y fraterno. 

Sinodalidad en la Asamblea Eclesial

Asamblea Eclesial va depurando las invitaciones del Señor para asumir la sinodalidad 

Asamblea Eclesial 

La sinodalidad se va afianzando apuesta decidida de la Asamblea Eclesial, fundamentada en la escucha, que “no tiene la finalidad de un marketing religioso” 

«El Papa cree en el Espíritu Santo y quiere que aprendamos a escucharlo mejor en todos los niveles de la Iglesia» 

En América Latina, algo repetido a lo largo de los últimos días por algunos de los invitados, se percibe “el sueño de una Iglesia más sinodal, pero también de una praxis más sinodal” 

26.11.2021 Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica 

Ser uno, a imagen de Jesús y el Padre, ese es siempre un desafío en la vida de la Iglesia, todavía más en una Iglesia en la que se quiere caminar juntos, en sinodalidad. Para eso, la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe invitaba este 25 de noviembre a depurar las invitaciones que nos hace el Señor para nuestra misión como Iglesia en América Latina y El Caribe

Podemos decir que la sinodalidad se va afianzando apuesta decidida de la Asamblea Eclesial, fundamentada en la escucha, que “no tiene la finalidad de un marketing religioso”, sino que “implica entrar con los pies descalzos en los corazones que se abren y se expresan”, como aseguró Monseñor Jorge Eduardo Lozano, secretario General del Celam en su saludo a los participantes de la Asamblea Eclesial de América Latina y el Caribe al inicio de los trabajos. 

Es momento para pensar en lo que va a pasar después del próximo domingo en que será clausurada la Asamblea, en cómo lograr que los párrocos se motiven con la Asamblea Eclesial y el camino sinodal que propone Francisco. Para ayudar a dar pasos, los cardenales Marc Ouellet y Mario Grech, la hermana Liliana Franco y Mauricio López, han reflexionado sobre el camino sinodal, en el que se avanza en la medida en que eso se vive y practica. Una sinodalidad que no se puede separar de la misión, como recordaba el cardenal Grech, que advertía sobre “aquellos grupos y sectas cristianas que promueven una comprensión individualista e intimista de la fe”. 

El sueño de una Iglesia sinodal nace del hecho de que “el Papa cree en el Espíritu Santo y quiere que aprendamos a escucharlo mejor en todos los niveles de la Iglesia”, afirmaba el cardenal Ouellet, que señalaba que “una Iglesia sinodal es una Iglesia caminante en la fe”. Una sinodalidad que es “un proceso, un itinerario de encuentro y conversión”, en el que es necesario “ubicarnos en el lugar de la humildad, reconocer nuestro pecado”, en palabras de la hermana Liliana Franco. No podemos olvidar que “la sinodalidad es inherente al ser de la Iglesia”, en palabras de Mauricio López, algo que “no depende de nosotros, es una experiencia de gracia”. 

Una vez más, la rueda de prensa, en la que este jueves participaban el cardenal Mario Grech, Emilce Cuda, la hermana Birgit Weiler y el padre Juan Luis Negrón, con la presencia de decenas de periodistas, la mayoría en modo virtual, como viene siendo la norma cada uno de los días, ayudó a reflexionar sobre la realidad, en este día marcada por Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, una temática ya presente desde la oración de la mañana. 

También fueron abordadas cuestiones relacionadas con el trabajo, el clericalismo, la participación de los laicos en la vida de la Iglesia, el cuidado de la casa común y, evidentemente sobre la sinodalidad, dada la presencia del secretario del Sínodo para los Obispos. La capacidad de organización de los pueblos del continente, algo nacido de la fe y desde la periferia, fue uno de los elementos abordados por Emilce Cuda. El abuso de poder, algo que nace del clericalismo, es algo que no ayuda en el camino sinodal, que crece cuando se fomenta la corresponsabilidad, la sensación de que todos son escuchados. 

En América Latina, algo repetido a lo largo de los últimos días por algunos de los invitados, se percibe “el sueño de una Iglesia más sinodal, pero también de una praxis más sinodal”, como reconocía el cardenal Grech, que llamaba a entender y asumir que “en el Pueblo de Dios todos debemos aprender, y cada uno comienza su camino en un punto diferente”. Para esa sinodalidad el padre Juan Luis Negrón afirmó la necesidad de humildad, pues “no se puede estar en una experiencia sinodal si no es con una humildad auténtica, sincera, honesta, consigo mismo, con el pueblo y con Dios”. 

Al abordar la cuestión ecológica, Emilce Cuda afirmaba que “defender la casa común no es una opción ni económica, ni política, es una opción de fe, de quienes se toman en serio el llamado a cuidar de la Creación”. Se trata de llevar la reflexión a la vida, pues “no se quieren más documentos, sino llevar a la práctica”, según Birgit Weiler. 

Entre los testimonios de los asambleístas, en los que ante muchos la emoción aflora, podemos destacar la voz de los jóvenes, que piden de la Iglesia un lenguaje que se adapte más a sus necesidades, más práctico que teórico, que poco o nada les dice a unos jóvenes que lo ven muchas veces como un sistema de algoritmos. 

Un Dios vivo y que permanece para siempre, cuyo Reino no será destruido, es la enseñanza que descubría en la Palabra de este día el cardenal Álvaro Ramazzini. El purpurado lo comparaba con el poder del rey que tiene amarradas las manos por sus propias leyes. Un poder humano y limitado frente al poder de Dios, que es el vencedor. Ante ello se preguntaba por el sentido verdadero de la historia. 

En unos días en que el lenguaje apocalíptico está presente en la liturgia, el obispo de Huehuetenango llamó a reflexionar sobre realidades desconocidas, como es la pandemia. Se preguntó por el sentido verdadero de la historia en relación con los demás, colocando el discernimiento espiritual, al que llama el Documento de Aparecida donde “somos llamados a discernir los signos de los tiempos”, un espíritu presente en esta Asamblea, que debe ser descubrir lo que Dios nos pide en cada una de las realidades que cada uno vive. 

Estos signos de los tiempos se hacen presentes en el cambio climático, en la violencia contra la mujer, en los migrantes, fenómenos que deben llevarnos a preguntarnos lo que nos dicen. Como discípulos de Jesucristo tenemos que sentirnos interpelados, llamados a la conversión pastoral, a la escucha, a luchar por la justicia y la verdad en relación con Dios, destacando la importancia de la caridad, del amor, pues será la prueba en el juicio al final de nuestras vidas. 

A veces los gestos nos ayudan a vislumbrar imágenes de aquello que esperamos. En ese sentido fue significativo, todavía más en esta Asamblea que pretende avanzar en el camino de la sinodalidad, ver como las mujeres bendecían a los obispos y cardenales al final de la celebración, pidiendo la bendición de Dios y su misericordia para los pastores de América Latina y el Caribe. Que Él les mire con ternura femenina llena de vida. Y que les conceda la paz, la fraternidad y la alegría de la sinodalidad misionera