Enfrentamiento en el PP

Por Antonio Zugasti

 En todos los grupos humanos hay diversidad de opiniones y posturas, lo que da origen a discusiones y debates. Eso es algo totalmente natural e inevitable. Pero lo ocurrido últimamente en el PP (Partido Pecador) va mucho más allá. Frecuentemente saltan a los medios de comunicación las divergencias y enfrentamientos en el gobierno de coalición. Pero hay una diferencia fundamental con lo ocurrido en el PP. Dentro del gobierno se discute por puntos concretos de su acción de gobierno: si hay que controlar más o menos el precio de los alquileres, hasta dónde hay que llegar en una reforma fiscal, qué tenemos que hacer en la protección del medio ambiente… y en la discusión sobre esos puntos no llega la sangre al río. Podrán quedar más o menos contentos, pero se llega a un cierto acuerdo.

Dentro del PP ha sido totalmente distinto. No ha aparecido por ningún lado que hubiera desacuerdos a nivel político entre Casado y Ayuso. Lo que se traslucía era una lucha personal por el poder dentro del partido, y cuando esa lucha ha estallado violentamente tampoco aparecen motivaciones políticas para el enfrenamiento. Aparece abiertamente la ambición personal de los dos rivales. Y resulta paradójico que, en un partido abrumado por una corrupción asfixiante, el Presidente recurra a acusar de corrupción (acusación que seguramente será cierta) a su rival. Lo que resulta evidente es que se trata de un partido sin valores morales de ningún tipo.

Ante esta situación, parece que sería natural un hundimiento clamoroso de las expectativas de ese partido. Pero eso es bastante dudoso. Lo que se prevé es una deriva hacia VOX, pero el campo de la derecha no sufrirá una gran pérdida.

Y aquí está la cuestión clave: ¿A qué se debe que el pensamiento de la derecha haya penetrado de tal manera en la sociedad que pueda soportar escándalos tan evidentes como el actual? ¿No influirá también que en la izquierda lo que nos encontramos casi siempre es un pensamiento demasiado atado a viejas fórmulas?

A mí me parece que hay mucho de esto último. Parece que la izquierda ha aceptado como inevitable el fracaso del proyecto socialista. Efectivamente ha fallado un proyecto de socialismo, pero el capitalismo sigue siendo totalmente inaceptable. No se ha hecho una crítica seria de las causas del fracaso, y menos se han buscado caminos nuevos. Es necesario levantar nuevas utopías capaces de movilizar a lo mejor del ser humano. Poner en pie un ilusionante proyecto de nueva sociedad que renueve la esperanza de un mundo realmente humano para todas

Luces y sombras de la Conquista de América

» La conquista y colonización fue básicamente una invasión militar, una guerra de ocupación» 

«Es verdad que no se pueden juzgar con los criterios actuales hechos ocurridos hace siglos, sin embargo, tampoco se pueden negar los hechos inhumanos, por más que nos avergüencen» 

«Hubo misioneros que destruyeron las culturas indígenas, imponiendo la europea. Fray Diego de Landa ordenó quemar cuantos códices mayas encontró en Yucatán por considerarlos obra de satanás» 

«En el siglo XV había en América unos 65 millones de indígenas. El 95% de ellos murió en los 130 años posteriores a la llegada de Colón» 

«El Papa Francisco se ha convertido en el blanco por parte de la derecha más recalcitrante, debido a sus lúcidas críticas al neoliberalismo y a los poderes políticos y económicos» 

Por | Fernando Bermúdez López teólogo misionero 

La Sra. Díaz Ayuso del PP y el portavoz de VOX en el Congreso criticaron recientemente al Papa Francisco cuando éste pidió perdón por los errores de la Iglesia en la evangelización de América durante la conquista. A estas críticas se unieron también Aznar, Casado y García Egea, defendiendo que España tiene muchos motivos para estar orgullosa de su legado histórico y cultural. 

En su carta dirigida a México con motivo del bicentenario de su independencia de España, el Papa indicó que para «fortalecer las raíces del catolicismo es preciso hacer una relectura del pasado, teniendo en cuenta tanto las luces como las sombras que han forjado la historia del país». 

Es justo y necesario hacer una mirada crítica y sin prejuicios sobre la conquista-colonización. Es verdad que no se pueden juzgar con los criterios actuales hechos ocurridos hace siglos, sin embargo, tampoco se pueden negar los hechos inhumanos, por más que nos avergüencen. Analizando la conquista europea de América observamos luces y sombras, aciertos y errores. 

Ciertamente, hubo luces y aciertos, pero no por eso podemos ignorar las sombras y los errores. Hemos de ser serios y objetivos al analizar la historia, sin dejarse llevar por impulsos nacionalistas infantiles y torcidos intereses.  La conquista y colonización fue básicamente una invasión militar, una guerra de ocupación, por más que en todo ello estuviera presente la religión, salvo en honrosas excepciones, utilizada para asegurar la dominación y justificar el expolio. La cruz fue abriéndose paso junto a la espada del conquistador. Yo, como misionero en Centroamérica y México y profesor de Historia de la Iglesia en América en la universidad Landívar de Guatemala, hablo con conocimiento de causa y dispongo de multitud de documentos de aquella época. 

Algunos datos: en el siglo XV había en América unos 65 millones de indígenas. El 95% de ellos murió en los 130 años posteriores a la llegada de Colón. Para 1700 quedaban unos seis millones. Los colonizadores llevaron con violencia esclavos africanos para suplir la mano de obra que ellos mismos habían aniquilado por las enfermedades y los trabajos forzados. Ciertamente, hay una gran diferencia entre la conquista española y la anglosajona en el norte.  En América Latina todavía la población indígena está viva y en varios países son mayoría (Guatemala, Ecuador, Perú y Bolivia). En cambio, en Estados Unidos los exterminaron prácticamente. 

Hubo misioneros que destruyeron las culturas indígenas, imponiendo la europea. Fray Diego de Landa ordenó quemar cuantos códices mayas encontró en Yucatán por considerarlos obra de satanás.  Otros aprobaron la esclavitud de los indios e incluso la tortura y masacres de aquellos que se resistían a aceptar la dominación española y la fe cristiana. 

Sin embargo, otros misioneros denunciaron con fuerza el maltrato que los conquistadores y colonos daban a los indígenas y exigieron a la Corona que se promulgase las Nuevas Leyes de Indias, como así fue. Construyeron escuelas y hospitales y promovieron centros de desarrollo comunitario. En esta corriente destacan fray Antonio Montesinos, Fray Bartolomé de las Casas, Antonio Valdivieso obispo de Nicaragua, asesinado por un soldado español, Vasco de Quiroga, Juan del Valle y otros muchos más. 

 Es sorprendente la ignorancia, o tal vez la malicia, de estos políticos de la derecha y ultraderecha que no aceptan la realidad y critican al Papa porque reconoce, junto a las luces de aquella época, las sombras de la Iglesia durante la conquista, pidiendo perdón por ello a los indígenas. 

Francisco no es el primer Papa que lo hace. Se sitúa en la línea de sus predecesores.  Juan Pablo II en la República Dominicana en 1992, dijo: «No puedo olvidar en este V Centenario los enormes sufrimientos infligidos a los pobladores de este Continente durante la época de la conquista y la colonización”. Benedicto XVI dijo, asimismo, en 2007 en Aparecida (Brasil): “No podemos ignorar las sombras que acompañaron la obra de evangelización del continente latinoamericano. No es posible olvidar los sufrimientos y las injusticias que infligieron los colonizadores a las poblaciones indígenas, a menudo pisoteadas en sus derechos humanos fundamentales”. 

Pero el Papa Francisco se ha convertido en el blanco por parte de la derecha más recalcitrante, debido a sus lúcidas críticas al neoliberalismo y a los poderes políticos y económicos. Trata simplemente ser coherente con el evangelio y con los principios de la doctrina social de la Iglesia. 

La Sra. Díaz Ayuso se mostró «sorprendida» por las palabras del Papa, diciendo que hace más de 500 años España llevó “el catolicismo y por tanto la civilización y la libertad al continente americano”. ¿Acaso los indígenas no eran libres? ¿No fue la conquista el comienzo de la opresión y el robo de sus tierras por parte de los colonos?  No hablemos de las toneladas de oro y plata ni los productos agrícolas que traían los barcos españoles de América.   

¿En qué se basa, entonces, esta señora para decir que España llevó “la civilización y la libertad al continente americano o que «el indigenismo es el nuevo comunismo»? Hoy los indígenas tratan de recuperar su cultura y espiritualidad milenaria, profundamente humana, comunitaria y respetuosa con la madre tierra. Es un mensaje para nuestro mundo neoliberal que está destruyendo la armonía social y medioambiental. 

Los pueblos indígenas nos enseñan a pasar de un enfoque antropocéntrico a otro más sociobiocéntrico que reconozca la indivisibilidad de todas las formas de vida y a tomar conciencia de que todo lo que existe se encuentra interrelacionado y unido.  Es lo que señala Francisco en la Laudato SI: “Estamos incluidos en la Naturaleza,  somos parte de ella y estamos interpenetrados”. 

Carta de González-Faus a Ayuso

Carta de Faus a Ayuso: «Pedir perdón bien es como zurcirse bien un roto» 

Isabel Ayuso

¿Leyenda negra? Lo de leyenda no es cierto. Lo de negra resulta explicable porque es como si pretendiera “blanquear” la conquista de América del Norte por los pueblos sajones, donde también hay mucho por lo que pedir perdón. 

Carlos I, acosado por escrúpulos morales, prohibió la institución llamada “encomienda”; pero esa prohibición no se cumplió en absoluto. 

Los encomenderos “han tenido mucho cuidado y diligencia de hacerles (a los indios) sacar oro y labrar otras haciendas trabajando todo el día…, teniéndolos en mucho menos que bestias suelen ser tenidas: porque aquellas suelen ser curadas, mas ellos no”. 

«Más que de una leyenda negra, quizá tendríamos que hablar de una “leyenda blanca” que tejió el franquismo para que nos la explicaran en los colegios» 

Por | José I. González Faus teólogo 

Es curioso: cuando leí sus críticas a Francisco por el perdón pedido a los indios latinoamericanos, me quedé yo tan sorprendido como dice haberse quedado usted al oír las palabras del obispo de Roma. Prescindamos ahora de que Francisco solo pidió perdón por los pecados de la Iglesia. Pero déjeme sorprenderme por su afirmación de que los españoles llevaron a América la civilización y la libertad… 

Primero pensé que no es bueno para un personaje político como usted, aparecer como ignorante; pero enseguida comprendí que a usted le habrían enseñado en el colegio lo mismo que a mí: la conquista de América fue ¡una maravilla calumniada por la leyenda negra! Vamos a ver pues. 

Lo de leyenda no es cierto; es simplemente historia. Lo de negra resulta explicable porque es como si pretendiera “blanquear” la conquista de América del Norte por los pueblos sajones, donde también hay mucho por lo que pedir perdón. De hecho, hubo bastante mestizaje en el sur y nada en el norte. Y en el sur se han conservado muchas lenguas indígenas, casi desaparecidas en el norte: hace pocos años un compañero mexicano aún me enseñaba, entre orgulloso y contento, una traducción de la Biblia al náhuatl. 

También parece cierto que el emperador Carlos I, acosado por escrúpulos morales, prohibió la institución llamada “encomienda”; pero esa prohibición no se cumplió en absoluto: ¡demasiado lejos estaba la autoridad para que pudiera controlar esas cosas! 

Pero reconocer lo positivo no implica desconocer todo lo negativo, que fue mucho. Podrá usted comprender fácilmente que la gente que se embarcaba a la América recién descubierta no iba para “civilizar y evangelizar”, sino para hacer fortuna. Varios hermanos de Teresa de Ávila fueron a América y alguno debió hacer bastante dinero pues la ayudó mucho en la construcción de un carmelo. Es también probable que algún famoso como Hernán Cortés fuera más noble y respetable que otros conquistadores y sus subordinados. Pero ya sabemos que una golondrina no hace verano. 

Y tenemos además multitud de testimonios estremecedores. Yo le recomendaría el libro de Gustavo GutiérrezEn busca de los pobres de Jesucristo. Pero como no creo que tenga tiempo para leerlo (es larguito), le puedo poner algunos ejemplos rápidos para concluir. 

Si va usted a República Dominicana podrá ver casi nada más aterrizar, un mural con el famoso sermón del dominico Montesinos (un domingo de diciembre del 1511) dirigido a la población española de la isla: “Todos estáis en pecado mortal por la crueldad con que tratáis a estas gentes. ¿Es que no son hombres? ¿Es que no lo veis? ¿Cómo podéis estar en la profundidad de sueño tan letárgico dormidos?”… Y lo peor no fue el sermón, sino el resultado que tuvo: aquella comunidad de dominicos acabó disuelta y regresando a España. 

Del indio peruano Guamán Poma, ferviente cristiano, se conserva una carta a Felipe III denunciando la situación de despojo y violencia en que vivían sus hermanos. Allí explica que los encomenderos “han tenido mucho cuidado y diligencia de hacerles (a los indios) sacar oro y labrar otras haciendas trabajando todo el día…, teniéndolos en mucho menos que bestias suelen ser tenidas: porque aquellas suelen ser curadas, mas ellos no”. 

Hacia 1550, Domingo de santo Tomás, obispo de La Plata, escribe: “Hará cuatro años que, para acabarse de perder esta tierra, se descubrió una boca del infierno por la cual entra cada año gran cantidad de gente, que la codicia de los españoles sacrifica asu dios: y es una mina de plata que se llama Potosí”. 

Se conservan cartas al rey de España de otros obispos, con explicaciones como éstas de Tomás de Toro obispo de Cartagena de indias: “Por donde quiera que van [los españoles] ensangrientan sus manos matando indios, porque no les dicen dónde hallarán oro: que éste es su apellido y no el de Dios”. O como esta otra del obispo de Popayán en 1567: “Es tanta la miseria de estos naturales que… no tienen posibilidad para dar una tortilla de maíz… La doctrina que les enseñan es con la boca el Padrenuestro y, con sus obras, fornicar y adulterar y tomarles sus hijas y aun mujeres”. 

Pero al rey le llegaban también otras cartas, como una de 1541, contra un colegio abierto en Tlatelolco por Juan de Zumárraga, donde se decía textualmente de los indios: “la doctrina es bueno que la sepan; pero el leer y escribir es muy dañoso como el diablo”. No extrañara pues que alguno de estos denunciadores acabara mártir como Antonio de Valdivieso en Nicaragua (donde por lo visto, los somozas y los ortegas no son cosa solo de hoy). 

Como podrá usted ver, todas esas denuncias son significativas y serias: y más que de una leyenda negra, quizá tendríamos que hablar de una “leyenda blanca” que tejió el franquismo para que nos la explicaran en los colegios. De niño también me enseñaron a cantar: “voy por rutas imperiales caminando hacia Dios”. Luego aprendí que por rutas imperiales solo se camina hacia Moloch y que a Dios solo se va por rutas de sobriedad y solidaridad. 

Mire cómo debían estar de mal las cosas que el gran Bartolomé de Las Casas cometió el inmenso error de decir que trajeran negros de África como única forma de aliviar la esclavitud de los indígenas. Un disparate tan increíble solo puede decirse desde la desesperación. 

Así que, mi querida señora Isabel, hay motivos suficientes para que el papa pida perdón. Otra cosa es si es el único que debe pedirlo. Y dejando ahora a las iglesias de origen sajón, le explico que hace poco escribí una de estas “cartas” mías al presidente de México explicándole que, luego de la independencia, los responsables de la opresión de los indios ya no fueron los españoles sino los criollos (descendientes de hispanos pero nativos latinoamericanos). 

Y que así como la revolución francesa, con sus bellas palabras, fue solo una revolución de la burguesía para librarse del rey, pero seguir oprimiendo a la naciente clase obrera, la independencia de los países latinoamericanos fue solo para liberarse del rey de España, pero seguir oprimiendo a los indios. Por eso no estaría nada mal, si el señor López Obrador y algún otro presidente hicieran otra petición de perdón por cómo trataron a los indígenas su tatarabuelos criollos (quizá también con excepciones admirables e impotentes como la de Simón Bolívar). 

Pero temo que esto no se hará. Lástima: porque pedir perdón bien es como zurcirse bien un roto.