Medalla de reconocimiento a Nelly León, capellana de la cárcel de Santiago

Chile: Medalla Cardenal Raúl Silva Henríquez para capellana de cárcel de mujeres

Por| ROBERTO URBINA AVENDAÑO

Reconocimiento a su permanente compromiso con quienes sufren la privación de libertad, revindicando su dignidad y persiguiendo su reinserción a la sociedad

La religiosa del Buen Pastor, Nelly León Correa, recibió la Medalla Cardenal Raúl Silva Henríquez en reconocimiento a su trabajo como capellana de la cárcel de mujeres de Santiago, otorgada por la Universidad Cardenal Raúl Silva Henríquez.La ceremonia tuvo lugar en la capilla de la Cárcel de mujeres de Santiago, a pedido de la homenajeada. En presencia de un grupo numeroso de reclusas, el Presidente y Gran Canciller de la Universidad, Padre Carlo Lira, el Rector Galvarino Jofré y el Vicerrector Académico, Álvaro Acuña, le entregaron la medalla por su “permanente compromiso con quienes sufren la privación de libertad, revindicando su dignidad y persiguiendo su reinserción a la sociedad, reflejando con ello la vigencia del pensamiento del Cardenal Raúl Silva Henríquez, y representando fielmente los valores de una egresada de nuestra Universidad”.

Mujer levántate

La hermana Nelly se ha hecho conocida por su trabajo con las reclusas del Centro Penitenciario Femenino de Santiago, desde 2005, y también por la creación de la Fundación “Mujer Levántate” que acoge a quienes egresan de la cárcel sin tener un lugar donde llegar. Adquirió especial notoriedad en enero de 2018 con la visita del Papa Francisco a Chile, ya que esta cárcel fue uno de los lugares que visitó y donde tuvo un emotivo y festivo encuentro con reclusas, momento que fue reconocido como el de mayor calidez y entusiasmo expresados al Papa.

En su discurso de agradecimiento la religiosa confesó estar “muy emocionada con esta distinción. Le pedí a las autoridades de la Universidad que vinieran a este lugar porque todo lo que yo soy y he logrado es por ustedes”, dijo a la numerosa concurrencia de reclusas presentes en el acto.

Una de las reclusas presentes, Elizabeth, entregó su testimonio durante la Misa. “Hoy me siento empoderada, sé que la Fundación Mujer Levántate me seguirá acompañando y confío en Dios que este trabajo pueda continuar y así restaurar muchas más vidas, tal como restauró la mía. Gracias, hermana Nelly por darle vida a esta fundación y gracias a todos quienes son parte de este maravilloso sueño”, confesó.

Inclusión social con trato digno

La ceremonia tuvo lugar durante la celebración de una Misa por el 14º aniversario de la Fundación “Mujer levántate” que Nelly León, con otras personas que la apoyaron, fundó y actualmente preside. En esa Fundación declaran que trabajan “por la inclusión social de mujeres que están o han estado privadas de libertad a través de un programa integral, donde el trabajo metódico, la conexión afectiva y el trato digno es nuestro sello fundamental”.

“Mujer levántate” acoge, actualmente, un promedio de 100 mujeres al año, impactando la vida de más de 300 niños y niñas. En su presentación, dicen que “cuando una mujer está en la cárcel no solo ella es condenada, sino todo su entorno, principalmente sus hijos, quienes son nuestros usuarios indirectos y en quienes pensamos cada vez que proponemos a una mujer integrarse a nuestro programa y protagonizar un cambio de vida, siendo sujetos de su propio cambio”.

En diciembre de 2020 Nelly León asumió como Delegada episcopal para la pastoral en la diócesis de San Felipe, tarea a la que la invitó el obispo Gonzalo Bravo Álvarez. “Cuando el obispo me pidió este servicio en la pastoral le dije que la cárcel no se transa. Entonces dentro del tiempo que yo pueda aportar a la diócesis, lo haré, pero la cárcel no está en juego y él lo aceptó así”, dijo Nelly a Vida Nueva en esa oportunidad.

Agregó que aceptó esa tarea “porque creo que las mujeres hemos luchado mucho para que se nos abran espacios y en el momento que se nos dan muchas veces retrocedemos, nos cuesta, no aceptamos. Entonces vi aquí una oportunidad no solo por mí, sino por todas las mujeres de la Iglesia que luchamos y pedimos a gritos un espacio. Aquí se abrió uno y espero que no sea el único”.

Entrevista con el secretario general de la Conferencia Episcopal de Chile

Mons. Sergio Pérez de Arce: “Si los laicos sienten que solo deciden algunos, eso los aleja”

Mons. Sergio Pérez de Arce
Mons. Sergio Pérez de Arce

«Hemos avanzado en un clima de confianza mutua, porque en una crisis como la que hemos vivido en Chile, lo que se ha violado en buena parte ha sido la confianza»

«Tenemos que encontrar los consensos necesarios y los caminos para animar la misión, la confianza es básica»

«No solo hablar de la sinodalidad, sino que también practicarla y hacer caminos de discernimiento y de asunción de la misión en común, es lo que nos va a animar y nos va a ayudar a encontrar horizontes más compartidos»

«Tenemos que convencernos más que el Bautismo nos da identidad y nos hace miembros de la Iglesia y corresponsables de la misión»

 Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica

Chile vivía recientemente, de 7 a 9 de octubre, su Tercera Asamblea Eclesial Nacional, en la que poco más de 600 personas se encontraron “en un ambiente de fraternidad, de oración, también de alegría”, como reconoce Mons. Sergio Pérez de Arce. El obispo de Chillán y secretario general de la Conferencia Episcopal de Chile ve este momento como “un espacio de vida donde hemos discernido caminos de conversión”.

Lo que se busca es “ser esa Iglesia más sinodal, profética y esperanzadora”, algo que, no siendo fácil, va descubriendo intuiciones, ganando en confianza mutua, algo esencial en la Iglesia, para enfrentar los “grandes desafíos respecto de la comunión en la Iglesia y respecto de la misión”, en palabras del prelado chileno.

Buscando avanzar en la sinodalidad, que “no es solo un discurso, sino que es una práctica que tenemos que hacer”, Mons. Pérez de Arce aboga por superar el clericalismo y la falta de compromiso en algunos cristianos, para así desde esa práctica de la sinodalidad, “involucrarnos y encariñarnos con nuestra Iglesia”.

El secretario general del episcopado chile ve el individualismo como una amenaza de la sinodalidad, del caminar juntos, así como la dificultad del clero para escuchar. Frente a ello, defiende la necesidad de convencernos “que el Bautismo nos da identidad y nos hace miembros de la Iglesia y corresponsables de la misión”. Ahora falta llevar los desafíos de vuelta a las bases, para “acoger aquellas sugerencias, intuiciones, que son vigentes a cada realidad”.

Pérez de Arce

Un clima de confianza mutua

Después de un largo tiempo de preparación, ralentizado por la pandemia del Covid-19, ¿Cuáles son sus impresiones tras la realización de la Asamblea Eclesial?

Lo primero que hay que insistir es que esto es parte de un proceso largo, tiene una historia larga y deberá tener una historia de futuro. Mi impresión y mi sentimiento es de gratitud, porque es un momento bonito, poco más de 600 personas que nos encontramos en un ambiente de fraternidad, de oración, también de alegría. Fue una bonita experiencia, un espacio de vida donde hemos discernido caminos de conversión, que era el desafío, respecto de nuestras relaciones al interior de la Iglesia y nuestras relaciones con la sociedad, con diferentes grupos y sujetos de la sociedad.

Hemos tenido propósitos, desafíos concretos para ser esa Iglesia más sinodal, profética y esperanzadora. Obviamente no es fácil concretizar muchas ideas y anhelos, pero hay que quedarse con ciertas intuiciones que se expresan detrás de las temáticas. Insisto en que estoy contento, porque ha sido un espacio de encuentro, de diálogo, de fraternidad, finalmente un camino de discernimiento de los caminos del Espíritu para nuestra Iglesia.

También, algo que dije en un momento de la Asamblea, que hemos avanzado en un clima de confianza mutua, porque en una crisis como la que hemos vivido en Chile, lo que se ha violado en buena parte ha sido la confianza. Nos miramos con distancia, a veces entre grupos católicos o el laicado respecto de la jerarquía, o de la jerarquía de ciertos grupos del laicado. Esa desconfianza, esa sospecha que a veces se da, no digo que se supere de un día para otro, pero hemos avanzado en un clima de mayor confianza, de reconocernos hermanos que a todos nos interesa avanzar en comunión, en sinodalidad, porque queremos a nuestra Iglesia.

Asamblea Eclesial Chile

Diálogo para encontrar consensos

¿Cómo esa confianza puede ayudar a construir el futuro de la Iglesia y de la sociedad chilena, que como usted dice, se ha visto claramente afectado en los últimos años?

Es que es esencial la confianza en la Iglesia, hablemos de la Iglesia primero, porque tenemos que enfrentar juntos la misión que el Señor nos regala, el envío que nos hace, y tenemos grandes desafíos respecto de la comunión en la Iglesia y respecto de la misión, y para eso necesitamos caminar como hermanos, integrando la diversidad de miradas, de posiciones frente a los desafíos. Para eso tenemos que creer que el otro tiene una buena intención y que lo que está proponiendo es para el bien de la comunidad.

A partir de este diálogo que hacemos tenemos que encontrar los consensos necesarios y los caminos para animar la misión, la confianza es básica. También en la sociedad la confianza está muy quebrada, no solo en Chile, sino en buena parte de la sociedad, y la Iglesia tiene que promover el diálogo, la importancia del diálogo, del encuentro. Ahora en Chile, respecto del proceso político, de la búsqueda de una nueva Constitución, hemos insistido mucho en la importancia del diálogo, de llegar a acuerdos, de no dejar a nadie fuera. Eso mismo lo tenemos que vivir en la Iglesia.

Francisco Sinodalidad

Sinodalidad no es discurso, es práctica

Una Asamblea Eclesial que es una expresión de sinodalidad, entre otras muchas. ¿Podemos decir que algo que no es nuevo, pues en Chile es la Tercera Asamblea Eclesial, se está reimpulsando con fuerza a partir de las propuestas del Papa Francisco?

La sinodalidad, la comunión y el discernimiento compartido no es nuevo entre nosotros. En América Latina tenemos un camino de búsqueda en común, de involucramiento de los laicos, nada de eso es nuevo. Pero precisamente para superar esos clericalismos que están enraizados entre nosotros, y también la falta de compromiso que a veces se expresa en algunos cristianos, en algunos católicos, necesitamos seguir insistiendo en la sinodalidad, en el caminar juntos.

En ese sentido, si los laicos, si las personas, no se sienten involucrado, sienten que solo deciden algunos, o solo algunos llevan el liderazgo, lógicamente que eso los aleja. No solo hablar de la sinodalidad, sino que también practicarla y hacer caminos de discernimiento y de asunción de la misión en común, es lo que nos va a animar y nos va a ayudar a encontrar horizontes más compartidos. En ese sentido, la sinodalidad no es solo un discurso, sino que es una práctica que tenemos que hacer.

La Asamblea, no solo esta asamblea, sino las asambleas diocesanas que hubo hace poco en nuestro país, las asambleas en cada parroquia, en cada movimiento, todo eso es una práctica de sinodalidad que es esencial, y que finalmente nos permite involucrarnos y encariñarnos con nuestra Iglesia.

Mons. Pérez de Arce

Individualismo amenaza la sinodalidad

¿Cuáles son las resistencias que encuentra la Iglesia chilena en ese camino de la sinodalidad?

Hay una realidad que no es solo de la Iglesia, sino que este individualismo que hay en la sociedad, también se expresa en la Iglesia como dificultad para comprometerse, cuesta encontrar a veces católicos que se comprometan en diferentes servicios, que estén dispuestos a asumir responsabilidades. Esa es una primera limitación que tenemos que con constancia seguir avanzando.

En cuanto resistencias, al clero, no a todos por supuesto, nos cuesta escuchar más, nos cuesta decidir en común y no solo en solitario. Eso son prácticas en las que tenemos que seguir convirtiéndonos, y vamos dando pasos, pero hay que reconocer que nos cuesta. Es más fácil decir que yo soy el párroco y esto se va a hacer así, que hacer un proceso de participación en algunas decisiones fundamentales.

No una resistencia, pero tenemos que convencernos más que el Bautismo nos da identidad y nos hace miembros de la Iglesia y corresponsables de la misión. Ahí tenesmos que cambiar el disco duro, los católicos en general, de descubrir que el Bautismo nos hace corresponsables en la misión de la Iglesia.

Presidencia Conferencia Episcopal Chile

Aterrizar las sugerencias y desafíos

Al final de la Asamblea, usted habló sobre la necesidad de llevar las decisiones a las diócesis, parroquias, comunidades. ¿Cuáles son los pasos que van a ser dados para que eso vuelva a las bases y pueda acrecentar elementos positivos al caminar de la Iglesia en Chile?

En esta asamblea compartimos y llegamos a ciertas propuestas que surgieron en el diálogo. Obviamente, la Iglesia no funciona como una organización centralizada, que se da una orden y todos van para allá, porque la Iglesia se realiza principalmente en las iglesias locales. Hemos dicho que estas propuestas vuelven a las iglesias locales que han hecho un camino sinodal de búsqueda, y ahí en cada iglesia local, los organismos pastorales, con el obispo, tienen que hacer un aterrizaje, de manera de acoger aquellas sugerencias, intuiciones, que son vigentes a cada realidad.

En la Asamblea de Obispos a mediados de noviembre, vamos a recoger esta síntesis que ha hecho de las propuestas, vamos a dialogar y espero que surjan algunos dinamismos que nos ayuden en la misión. Hemos tenido un encuentro representativo del Pueblo de Dios, incluidos los obispos en ese pueblo, y ahora tenemos que decidir qué hemos escuchado en esta asamblea, en lo escrito y también en el ambiente, en el espíritu que se vivió. Qué hemos escuchado de Dios, del Espíritu, y ponernos al servicio del Señor, porque Él quiere algo de nosotros. Ese aterrizaje lo tenemos que hacer también los obispos y hacerlo con generosidad, con corazón abierto, y con espíritu de pastor. El pastor acoge, escucha y ayuda a marcar un horizonte de servicio a la comunidad.

La situación de calle

Teresa Winter: “La situación de calle no corresponde para nadie”

Teresa Winter

La Fundación Cristo Vive mantiene una residencia para acoger a personas que viven en la calle y apoyarlas en su reinserción social

Casi 20 mil personas, en Chile, viven en la calle, de ellas unas 8 mil en Santiago. Muchos son chilenos, solos, mayoritariamente varones; los extranjeros aumentan con rapidez y suelen ser familias, con niños. Comunidades parroquiales suelen organizarse para darle algún apoyo afectivo, alimentos, ropa…


Desde 1990, la Fundación Cristo Vive mantiene 23 centros, en 10 comunas de Santiago, con 500 trabajadores que atienden a más de 30 mil personas en extrema pobreza, promoviéndolas en sus dimensiones social, física, espiritual y material. Lo hace de manera participativa, acompañando a pobladores y a sus familias para que adquieran herramientas (capacitación en oficios, por ejemplo) y encuentren sus propios caminos de crecimiento, e invitando a distintos actores a sumarse en los esfuerzos de superación de la pobreza.

Objetivo: lograr su reinserción social

La atención a personas en situación de calle está a cargo de la hna. Teresa Winter quien llegó a Chile como religiosa Misioneras Siervas del Espíritu Santo, y desde 2007 colabora en Cristo Vive. En 2010 deja su congregación y se adscribe a la Comunidad de Jesús, formada por la hna. Karoline Meyer, fundadora de Cristo Vive. Teresa compartió su experiencia con Vida Nueva.

PREGUNTA.- ¿Cómo se inicia este servicio?

RESPUESTA.- En el invierno del 2012, el Ministerio de Desarrollo Social pide a la Fundación hacerse cargo de un albergue con atención básica desde las 17 pm a las 8 am. Al final de ese invierno lo transformamos en residencia, con atención individual las 24 horas y con el objetivo que las personas salgan de la calle, logren su reinserción social. El Ministerio financió un recinto apropiado, que fue esta casa inaugurada en julio 2013.

P.- ¿Cuántas personas viven aquí?

R.- Nuestra capacidad es para 25 personas. Actualmente está completa: 2 son mujeres; 7 extranjeros de Colombia, Haití y Venezuela. Para llegar acá deben ser mayores de 18 años y menores de 65. Nuestro objetivo es la reinserción y para los mayores hay programas especiales. Nos preocupamos que cada persona cumpla desde lo más básico: tener cédula de identidad, estar inscrito en un consultorio de salud, chequeo de salud y desde ahí, con más confianza, identificar sus principales problemas: droga, alcoholismo, salud mental, siempre atendidos con profesionales. Si no tiene este tipo de problemas iniciamos un plan de reinserción laboral. Cuando tienen dos contratos: el de trabajo indefinido y el de arriendo de una pieza donde vivir, se hace el egreso.

P.- ¿Cuánto tiempo permanecen?

R.- En promedio dos años. Los extranjeros suelen no tener problemas de droga o alcohol, se quedan menos tiempo porque consiguen pronto trabajo. Los chilenos suelen tener problemas de droga, alcohol y/o salud mental, por lo que su proceso tiene un semestre para consolidar la confianza, un año trabajando en profundidad y otro medio año para su salida. Llegan por derivación del Hogar de Cristo, hospitales, de municipalidades o de nuestros albergues.

Superar las dependencias

P.- ¿Qué es lo más difícil?

R.- Superar las dependencias y la salud mental porque tienen que asumirlo como problema. Si no aceptan su enfermedad, no hay posibilidad de superarla. Tenemos alianzas con organismos especializados en superación de adicciones o problemas de salud mental. Tenemos voluntarios que acompañan a nuestros residentes en sus trámites en hospitales, municipalidades u organismos del Estado para asegurar que sean bien atendidos. La dignidad de las personas es lo más importante.

P.- ¿Todos se adaptan?

R.- Hay personas que no se adaptan y se van pronto; otros no dan pasos de crecimiento, aun con un programa de ayuda, y también se van porque esto no es un hotel, sino que hay exigencias para superarse. La primera es querer salir de la situación de calle y eso se nota en su actitud al tomar responsabilidades, mejorar el trato con los demás, conversar sus problemas, responder bien a pequeñas pruebas con responsabilidades que se les van dando. Tener que mostrar esos pasos es una dificultad para algunos porque están acostumbrados al asistencialismo. El cambio de mentalidad es muy difícil. Algunos creen que es deber del Estado darles lo que necesitan y es difícil ayudarles a reconocer y defender su dignidad. Además, se necesita mucho coraje para ver la propia herida.

P.- ¿Cómo es la reinserción laboral?

R.- En el 2012 la mayoría trabajaban en la construcción. Hoy los campos de trabajo se han diversificado: hay varios como guardias de seguridad, reponedores en supermercados, cocina (especializados en sushi, por ejemplo) y también en construcción.

P.- ¿Cómo está hoy este problema en Chile?

R.- La población en situación de calle está aumentando por llegada de extranjeros al país, pero también por gente que ha perdido su trabajo por el Covid o por la inflación ha perdido la casa que arrendaban. Debo decir que la situación de calle no corresponde para nadie. Aunque yo hago con gusto este trabajo, no debería hacerlo. No debería haber personas en situación de calle. Agradezco al gobierno de Chile que desde el 2010 ha mantenido el apoyo a esta línea de trabajo. Es indispensable salir del asistencialismo. Hay programas que están más cerca del asistencialismo que de la superación. Esta es una crítica con cariño y respeto, pero necesaria. Falta sensibilizar a la sociedad completa frente a esta situación que viven tantas personas. Se dice que hay 600 niños viviendo hoy en las calles de Santiago, la mayoría hijos de inmigrantes. Esta es una situación alarmante y urgente

La fase sinodal de la Iglesia de Chile

Las diócesis chilenas piden una Iglesia convertida, comprometida, transparente, igualitaria y reparadora

Iglesia chilena

Proceso sinodal

Los obispos de Chile consideran que la fase diocesana del proceso sinodal ha sido un verdadero tiempo de escucha y discernimiento

Esta circunstancia permite mirar el futuro de la Iglesia con esperanza, aunque reconocen que ha habido resistencias, falta de participación, comunidades que no se incorporaron, pastores y sacerdotes poco involucrados

También, se reconoce que en los Informes diocesanos hay una insistencia en que este tiempo de Sínodo y de discernimiento eclesial «no puede quedar en nada», y que tiene que haber acciones transformadora

 | Fuente: Comunicaciones CECh

(Vatican News).- La síntesis del discernimiento de la Conferencia Episcopal de Chile (CECh) sobre el camino sinodal convocado por el Papa Francisco fue enviada a la Secretaría General del Sínodo en una fecha especial: el 18 de agosto, fiesta de San Alberto Hurtado.  Un documento que contiene el informe general acompañado de los 27 informes diocesanos que recogieron la participación de las diversas iglesias locales del país, que fueron el insumo principal para el discernimiento del episcopado.

En la introducción del informe, los obispos chilenos señalan que a través de dicha síntesis se ha buscado ser respetuosos del proceso vivido en “los diversos niveles de la comunidad eclesial, cuyos frutos se expresan especialmente en los Informes de cada Iglesia particular”, agregando que este tiempo de Sínodo convocado por el Santo Padre, se ha experimentado “como un tiempo del Espíritu, que ha enriquecido y fortalecido el proceso de discernimiento eclesial que iniciamos como Iglesia en Chile en el año 2018”.

“Ha sido un tiempo de diálogo y discernimiento, de trabajo organizado en diversos espacios y estamentos de Iglesia, en vistas a fomentar la participación y sumar a la mayor cantidad de comunidades con sus aportes”, escriben.

Un camino sinodal insertado en la realidad social

La CECh sostiene que este camino sinodal lo hemos realizado en un momento muy especial de la historia del país pues además de las dificultades provocadas por la pandemia, se ha sumado la crisis social y política que el país vive, especialmente desde octubre de 2019. Pero también con las consecuencias para la Iglesia por la crisis de los abusos que ha causado una grave situación en la vida de los católicos y sus comunidades como se ha constatado en el proceso sinodal.

No obstante, los obispos chilenos aseguran que el reencuentro comunitario que ha posibilitado la menor gravedad de la pandemia, junto a la misma experiencia sinodal, ha ayudado a reconocerse como Pueblo de Dios, que realiza su vocación caminando juntos.

“Se ha suscitado una corriente de alegría, que no sólo nos hace valorar este tiempo de escucha y discernimiento que hemos vivido, sino que nos permite mirar el futuro con esperanza, llamados a buscar nuevas formas y estilos de ser Iglesia: sinodal, profética y esperanzadora”. afirman los obispos.

Las resistencias e indiferencia

La síntesis del proceso sinodal diocesano en Chilepermitió también identificar las resistencias, la falta de participación y la evidencia de comunidades que no se incorporaron.  “Ello, en parte, pudo ser por la novedad del desafío planteado, pues muchas comunidades no están acostumbradas a esta forma de vivir la Iglesia”, señala el informe. Pero además reconoce que “algunos dirigentes y pastores no asumieron el papel animador y conductor que les correspondía” incluso el débil o ausente involucramiento de los sacerdotes.

“Sin embargo, la tendencia mayoritaria ha sido colaborativa, propositiva y profética, promoviendo la participación y la reflexión sinodal. No debería leerse este informe perdiendo de vista este compromiso de fe y de amor del Pueblo de Dios con el Señor y su Iglesia”, se enfatiza en la síntesis.

Un camino ya explorado

El episcopado da cuenta de que este camino se enmarca en una larga tradición sinodal de la Iglesia en Chile, expresada en la realización de sínodos y asambleas en la mayoría de las diócesis, y también a nivel nacional en la realización de dos asambleas eclesiales celebradas en los años 2007 y 2013. En sintonía con esa historia es que, en el contexto de la crisis eclesial vivida en los últimos años, los obispos decidieron iniciar un tiempo de discernimiento con amplias consultas al Pueblo de Dios, lo que se vio enriquecido por la Asamblea Latinoamericana y luego el Sínodo sobre la sinodalidad, lo que se vivió en continuidad como “un único y gran proceso”, con énfasis en dos ámbitos: estructuras más sinodales y relaciones más evangélicas.

La síntesis destaca la creatividad que se ha dado en la mayoría de las diócesis para incentivar la participación y el diálogo del Pueblo de Dios, creando diversas instancias: consultas abiertas a los feligreses, asambleas parroquiales y de otros grupos de Iglesia, consejos diocesanos, experiencias de oración comunitaria, reuniones por zonas o decanatos, reflexión compartida, encuestas. Todo esto sostenido por metodologías participativas que favorecieron el “sentarse a la mesa, mirarse a los ojos y dialogar con verdad”. Por ello se valora y agradece el camino sinodal “como una experiencia comunitaria, eclesial y espiritual, además de un espacio de discernimiento, diálogo y búsqueda de la acción del Espíritu Santo en la Iglesia y en el mundo.

“Ha sido una manifestación patente de que todo el Pueblo de Dios está ungido con el Espíritu Santo, lo que nos exige no desenraizarnos de él para buscar ese querer de Dios que ha de guiar nuestra misión”, constata el informe.

Sinodal, profética y esperanzadora

Luego, el informe da cuenta de las materias que suscitaron mayor consenso (con acuerdo por sobre el 90 % de las Iglesias locales), las que fueron sintetizadas en tres dimensiones: Iglesia “Sinodal”, “Profética” y “Esperanzadora”; teniendo como exigencia ineludible el recuperar la centralidad de Jesucristo en la vida de cada uno y de la comunidad eclesial en su conjunto.

Respecto de la dimensión “Iglesia Sinodal” se abordan los temas: comprensión de la Iglesia como Pueblo de Dios, relaciones más evangélicas, ministerialidad desde la Iglesia Pueblo de Dios y Cuerpo de Cristo, situación y cuidado del Clero, gestión pastoral con procedimientos más sinodales, participación de la mujer en espacios de toma de decisiones, participación de los jóvenes, además del Buen Trato y la superación de toda forma de abuso. En el ámbito “Iglesia Profética”, vinculada al discernimiento de los signos de los tiempos, se relevaron las temáticas: dimensión profética de la fe, evangelización de la cultura, así como una Iglesia al servicio de la paz, la justicia social y el cuidado de la casa común. Sobre la “Iglesia esperanzadora”, desde la perspectiva misionera y samaritana, se tematizaron los aspectos: alegría misionera, necesidad de renovar los procesos de formación en la fe, la catequesis en todos los niveles, familia y educación (transmisión de la fe), la piedad popular, Iglesia acogedora e inclusiva, marginados y excluidos: empatía con el mundo del dolor; así como Iglesia y personas con orientaciones sexuales diferentes.

Que el tiempo sinodal perdure

Finalmente, el informe da cuenta de conclusiones y próximos pasos a dar. Allí se reconoce que en los Informes diocesanos hay una insistencia en que este tiempo de Sínodo y de discernimiento eclesial “no puede quedar en nada”, y que tiene que haber acciones transformadoras por lo que se aborda la necesidad de avanzar en los ámbitos: Iglesia en conversión; compromiso con la verdad, transparencia, justicia y reparación; una verdadera cultura sinodal; acompañamiento del clero; mayor inclusión de la mujer; así como la participación de los jóvenes.

Chile: después del rechazo, ¿qué?

Inesperado y categórico triunfo del rechazo dejó fuera la propuesta constitucional de la Convención elegida por voto popular con paridad de género y participación de pueblos indígenasEste plebiscito era un paso en el proceso para redactar una nueva constitución que ahora debe continuar definiendo un nuevo camino

Gabriel Boric

Encuestas y expertos electorales anunciaban el triunfo del rechazo, aunque reconocían que el resultado sería estrecho. Por eso, el categórico 62% por sobre el 38% del apruebo sorprendió a todos, incluso a sus propios adherentes.


El plebiscito pedía a cada ciudadano definir si aprueba o rechaza la propuesta constitucional. Por la trascendencia del tema, el voto era obligatorio lo que provocó que se llegara a la cifra más alta de participación en la historia del país: más de 13 millones, en un padrón electoral de unos 15.200.000 de electores.

Acuerdo nacional por nueva Constitución

Este plebiscito es un punto de llegada del proceso originado en las multitudinarias manifestaciones sociales que tuvieron lugar a partir de octubre de 2019 en todo el país, las que provocaron que dirigentes políticos firmaran el “Acuerdo por la paz social y la nueva constitución”, en noviembre de ese año. En ese documento se comprometían a generar las leyes necesarias para realizar un plebiscito en el que la ciudadanía definiera si estaba de acuerdo, o no, en disponer de una nueva Constitución y el mecanismo a través del cual se haría.

La primera fecha para ese plebiscito fue postergada debido a la pandemia. Se realizó en octubre de 2020 y su resultado fue categórico: un 80% aprobó elaborar una nueva Constitución y hacerlo a través de una Convención Constitucional. Esta es la hoja de ruta vigente aún.

Con las disposiciones legales necesarias, en mayo de 2021 se realizó la elección de los 154 integrantes de la Convención, con paridad de género y escaños reservados para representantes de los pueblos originarios. Durante un año elaboraron el texto que ahora se presentó al país para ser aprobado o rechazado, en el llamado ‘plebiscito de salida’.

Una propuesta que interprete a todos

“Hoy ha hablado el pueblo de Chile y lo ha hecho de manera fuerte y clara”, afirmó el presidente Gabriel Boric al iniciar su discurso la noche del plebiscito. Señaló que el resultado del plebiscito tiene dos mensajes. “El primero, dijo Boric, es que (Chile) quiere y valora a su democracia. Que confía en ella para superar las diferencias y avanzar. Y eso lo confirma este proceso electoral que ha tenido la mayor convocatoria de ciudadanos y ciudadanas en las urnas en toda nuestra historia”.

Continuó: “El segundo mensaje del pueblo chileno es que no quedó satisfecho con la propuesta de Constitución que la Convención le presentó a Chile, y por ende ha decidido rechazarla de manera clara en las urnas. Esta decisión de los chilenos y chilenas exige a nuestras instituciones y actores políticos que trabajemos con más empeño, con más diálogo, con más respeto y cariño, hasta arribar a una propuesta que nos interprete a todos, que dé confianza, que nos una como país. Y allí, el maximalismo, la violencia y la intolerancia con quien piensa distinto deben quedar definitivamente a un lado”.

Agregó que “como Presidente de la República, recojo con mucha humildad este mensaje y lo hago propio”. Aunque esta propuesta ha sido rechazada, el proceso hacia una nueva Constitución sigue vigente. Por ello Boric, en su discurso, se comprometió “a poner todo de mi parte para construir, en conjunto con el Congreso y la sociedad civil, un nuevo itinerario constituyente que nos entregue un texto que, recogiendo los aprendizajes del proceso, logre interpretar a una amplia mayoría ciudadana”.

Obispos llaman a continuar trabajando

La tensión previa al plebiscito ya había puesto en el debate público alternativas para cualquiera de los dos escenarios posteriores.

En ese contexto, días antes del plebiscito, el Comité Permanente del Episcopado emitió una declaración llamando a trabajar en unidad, cualquiera sea el resultado.

Dijeron los obispos: “Todos somos conscientes que el proceso que hemos vivido en estos últimos años, y también la misma discusión constitucional, han dejado de manifiesto los graves desafíos que tenemos como nación, que se han expresado en demandas sociales, políticas y económicas. También hemos comprobado que el proceso vivido no ha logrado la cohesión y adhesión que muchos esperaban. La polarización de posturas políticas e ideológicas ha sido muy manifiesta. Ante esta realidad no cabe el abatimiento o la desesperanza porque Chile, como lo ha demostrado durante su historia, tiene vocación de paz y de unidad”.

Llaman a “continuar trabajando por el bien de Chile”, aceptando los resultados del plebiscito, evitando cualquier tipo de violencia “que, como sabemos, termina por afectar a los más necesitados y desvalidos de la sociedad”, dicen los obispos.

Para después del plebiscito, los obispos piden “una renovada generosidad y capacidad de diálogo, por lo que llamamos a todos, especialmente a los que actúan en la vida pública y en la política, a ampliar la mirada y pensar en común lo que nos pueda llevar a un Chile más justo, fraterno, menos desigual y con mejores oportunidades para todos sus habitantes”.

Ese es el desafío que enfrenta el país, ahora. Boric ha convocado a dirigentes políticos, sociales y académicos para llegar a acuerdos que definan el camino a seguir en la ruta hacia una nueva Constitución, como fue acordado en el plebiscito de octubre de 2020.

El Comité Permanente del Episcopado cierra su declaración con este llamado. “Mediante este mensaje queremos apelar al sentido ético y religioso que habita en el alma de la gran mayoría de los chilenos y chilenas, proponer sendas que nos lleven a terminar con la violencia bajo todas sus formas e invitar a ser factores de unidad y de paz. El amor a Dios, al prójimo y a la Patria, son las fuerzas que deben conducirnos por caminos que edifiquen la paz social y dejen atrás tensiones y conflictos, que deterioran la convivencia y la democracia, para dar paso a la concordia, la prosperidad y la unidad

El camino hacia una nueva Constitución

Caminos de entendimiento en favor de una nueva constitución para Chile

Plebiscito Chile
Plebiscito Chile

«Chile tiene una larga tradición democrática y un sólido sistema eleccionario. Este plebiscito era especial porque esta vez el voto no era voluntario sino obligatorio»

«El rechazo a la propuesta se impuso ampliamente frente a la opción apruebo. se percibía en el ambiente era una fuerte polarización del país»

«El rechazo se impuso, pero también se impuso la idea que no se puede seguir con la constitución actual. De eso están todos de acuerdo y eso es importante. El camino hacia una nueva constitución sigue»

«Pensemos en Chile con una mirada más amable, más atenta a los cambios culturales que se están dando y que podamos proponer caminos donde la violencia no tenga espacio, pero tampoco la que la origina, la marginación, la inequidad, la ostentación y la indiferencia»

Por Fernando Chomali

Desde muy temprano se constituyeron las mesas donde los chilenos fuimos a manifestar que aprobábamos o rechazábamos la propuesta de nueva constitución que se presentó a la ciudadanía. Chile tiene una larga tradición democrática y un sólido sistema eleccionario que se extiende a lo largo y ancho del país. Es una fiesta de la democracia el hecho de ir a votar de manera libre e informada.

Este plebiscito era especial porque esta vez el voto no era voluntario sino obligatorio. Los obispos insistimos mucho respecto de la importancia de manifestarse, porque un buen cristiano es un buen ciudadano. También invitamos a mirar el futuro con esperanza, independientemente de la preferencia de los chilenos, y, por cierto, desterrar toda forma de violencia que ofusca cualquier intento de construir una sociedad más justa y fraterna.

Finalmente el «Rechazo» acabó imponiéndose al «Apruebo» en el Plebiscitito Constitucional de Salida. Una mayoría amplia de chilenos rechazaron la propuesta de nueva Constitución redactada por la Convención Constitucional. pic.twitter.com/OecCgLsEnI

El rechazo a la propuesta se impuso ampliamente frente a la opción apruebo. Le corresponde a los expertos en ciencias sociales y políticos sacar sus conclusiones y consecuencias. Pero lo que sí se percibía en el ambiente era una fuerte polarización del país.

El rechazo se impuso, pero también se impuso la idea que no se puede seguir con la constitución actual y que Chile requiere avanzar en muchos frentes de cara al futuro. De eso están todos de acuerdo y eso es importante.

El camino hacia una nueva constitución sigue y tenemos que apoyar el proceso que se viene. La Iglesia siempre contribuirá animando a los católicos y personas de buena voluntad a estar presente en la política por ser el arte del bien común y a mostrar los caminos del Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia.

Vivimos tiempos en que tenemos que mirar con mayor atención el sistema económico que ha creado mucha riqueza, pero no necesariamente ha generado igual equidad. También hay que ver de qué manera se cuida el medio ambiente que sufre con la cultura de depredación que se ha impuesto desde la revolución industrial y que ha traído tantos problemas, especialmente a los más pobres. Y, por supuesto, de una vez por todas darle a los pueblos originarios el trato que se merecen en virtud de su dignidad, de su cultura y del aporte que significan para el país, pero prescindiendo de utilizaciones políticas como se hizo en la convención, lo que fue uno de los grandes elementos que la ciudadanía repudió. Es el tiempo de mirar con más atención a los descartados de la sociedad, como lo dice el Papa Francisco insistentemente. A eso debe apuntar la nueva constitución que se va a empezar a gestar desde ahora.

Chile

Es importante que más allá de haber ganado o perdido la opción que cada uno manifestó, pensemos en Chile con una mirada más amable, más atenta a los cambios culturales que se están dando y que podamos proponer caminos donde la violencia no tenga espacio, pero tampoco la que la origina, la marginación, la inequidad, la ostentación y la indiferencia frente al pobre Lázaro que ve el banquete de un indolente Epulón.

Los católicos es mucho lo que podemos aportar en esta nueva etapa que se empieza a escribir en Chile. La fe de millones de chilenos es un pozo de sabiduría, de prudencia, de ciencia y fortaleza que puede ayudar a que la constitución que se escriba permita a que todos los chilenos tengan trabajo, puedan formar una familia, tengan una ancianidad digna y vean a sus hijos tranquilos desarrollando las destrezas, dones, talentos y destrezas que Dios les ha dado.

El RECHAZO a la nueva Constitución en Chile

Las cinco claves que explican el rechazo de los chilenos a la nueva Constitución

De la identificación con el Gobierno de Boric a la economía o el trabajo de la convención, las razones por las que los votantes optaron por continuar el proceso constituyente

Una concentración de partidarios de rechazar la propuesta constitucional durante la campaña electoral.ALBERTO VALDÉS (EFE)

Con los resultados del plebiscito en la mesa, Chile empieza este domingo a intentar comprender las razones del electorado para rechazar por amplia mayoría la propuesta de nueva Constitución, en la que trabajó durante un año la Convención Constituyente. Es un hito de un proceso que comenzó en octubre de 2019, con protestas sociales marcadas por jornadas de violencia en las calles. La clase política ofreció el camino constituyente para encauzar el malestar y en octubre de 2020 se celebró el plebiscito de entrada, donde un 78% votó a favor de reemplazar la Constitución actual, que data de 1980, en la dictadura de Augusto Pinochet y un porcentaje similar apoyó que la redactara una convención de 155 miembros elegidos específicamente con este objetivo. En mayo de 2021 la ciudadanía escogió a los miembros de la constituyente, cuya formación reflejó una fuerte influencia de la izquierda y de colectivos independientes. El órgano paritario comenzó a trabajar en julio de ese año y, tras 12 meses de trabajo y una pérdida importante de respaldo ciudadano, entregó su trabajo en julio de este año. Tras una campaña de dos meses, Chile ha elegido rechazar esta propuesta, aunque el proceso constituyente continuará.

Un plebiscito al Gobierno de Boric

El ADN del Ejecutivo de Gabriel Boric ha marcado la Convención Constituyente, el texto de la constituyente y, en estos últimos meses, por la opción del “apruebo” [a favor]. El presidente tomó la decisión de desempeñar un papel protagonista, como principal activo de la coalición gobernante de izquierda. Es la razón por la que, políticamente, el destino de la nueva Constitución se ha ligado al Gobierno y viceversa, como mostraron las encuestas. Este plebiscito, en definitiva, se ha vivido como un referéndum sobre la actual Administración, que lleva seis meses en el poder.

La delincuencia y la situación económica

Chile se enfrenta una crisis de inseguridad pública importante y, aunque se trata de un problema que ha crecido con los años, afecta directamente a la ciudadanía, que castiga al Gobierno de turno. La Administración de Boric, además, no siempre ha mostrado una postura inequívoca respecto del orden público, sobre todo con la violencia en La Araucanía y las regiones aledañas, que se agrava con los días. Esta situación se vuelve más compleja en el norte del país, con la crisis migratoria que afecta sobre todo a la vida cotidiana de la gente humilde de esa zona. La percepción de inseguridad se une al encarecimiento de la vida con una inflación del 13,1% interanual, como no se observaba desde hace tres décadas. En un referéndum que se ha vivido como un plebiscito a los gobernantes, ambos factores han influido en el rechazo a la Constitución.

El trabajo de la convención

Una de las preguntas que tendrán que responder los analistas será por qué el texto redactado por el órgano más democrático de la historia de Chile —paritario, con escaños reservados para pueblos originarios, con independientes— no ha sido respaldado por la ciudadanía. La convención comenzó su trabajo en julio de 2021 con altos niveles de respaldo, pero fue perdiéndolo en semanas. Hace justamente un año, una investigación del diario La Tercera reveló que uno de los vicepresidentes, Rodrigo Rojas Vade, se había inventado un falso cáncer. La ciudadanía que se sintió traicionada. Con los meses, observaron además una conducta pintoresca y hasta grosera de algunos miembros de la convención. La esperanza de la campaña a favor era que la ciudadanía separara el proceso de la propuesta final.

Una propuesta muy transformadora

Los críticos catalogaron el texto de la nueva Constitución refundacional. Declaraba a Chile como un Estado con democracia representativa, reforzada con modalidades de participación directa, con hincapié en los derechos sociales, la protección de una naturaleza, la descentralización del país y la paridad. El reconocimiento de los pueblos indígenas generó preocupación en los habitantes de La Araucanía y de las regiones aledañas —donde se ubican las tierras ancestrales y una alta población mapuche—, que no tiene entre sus principales demandas la plurinacionalidad. Los críticos consideraban además que la nueva configuración del aparato judicial abría la puerta a la interferencia política en este poder del Estado, y preocupó la ausencia de toda norma sobre los partidos políticos y el sistema electoral.

El papel del centroizquierda y la derecha

La oposición organizada de sectores de centroizquierda evitó que la opción por el rechazo quedara encajonada solo en la derecha. Al triunfo del rechazo contribuyó también que los líderes de la derecha mostraran su disposición a continuar con el proceso constituyente, aunque ayer ganara el no. Este escenario facilitó a una parte de la ciudadanía votar en contra, al ver que las fuerzas políticas se comprometieron a seguir trabajando por una nueva Constitución.

El plebiscito de Chile sobre la nueva constitución

Las claves del plebiscito que decide si Chile entierra la Constitución de la dictadura

Partidarios de la nueva Constitución en el cierre de campaña a favor del "aprueba" este jueves, en Santiago de Chile.
Partidarios de la nueva Constitución en el cierre de campaña a favor del «aprueba» este jueves, en Santiago de Chile. EFE/ Alberto Valdés

Meritxell Freixas

Más de 15 millones de chilenos y chilenas están obligados a votar este domingo 4 en el plebiscito que decidirá si Chile apuesta por una nueva Constitución que sustituya la vigente, diseñada y aplicada durante la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), y reformada parcialmente en democracia.

El nuevo texto, redactado por la primera asamblea constituyente paritaria del mundo, tiene 388 artículos y da un giro de 180 grados en la garantía de derechos básicos y la definición de las instituciones chilenas. En su primer artículo establece que “Chile es un Estado social y democrático de derecho. Es plurinacional, intercultural, regional y ecológico” y dice que “su democracia es inclusiva y paritaria”.  

El plebiscito constitucional es el hito que corona un proceso constituyente que fue empujado desde la calle. Las protestas ciudadanas que empezaron en octubre de 2019 estudiantes de secundaria que se quejaban por el alza del transporte público dio pie a las movilizaciones más masivas desde el retorno a la democracia. En medio de extensas jornadas de protesta, las fuerzas políticas, de forma transversal, suscribieron un acuerdo “por la paz y una nueva Constitución”. Después del plebiscito para empezar el proceso, en el que el 78% votó a favor del cambio constitucional, ahora la decisión pasa por aprobar o rechazar el texto escrito durante un año por 154 constituyentes.

Voto obligatorio

De forma excepcional, el plebiscito tiene, por ley, carácter obligatorio y quienes no sufraguen deberán pagar una multa de hasta 178.000 pesos (casi 200 euros). En Chile, el voto es voluntario desde 2012, año en que empezó a disminuir la participación electoral. Desde entonces, ese indicador ha oscilado en torno al 50% en todas las elecciones. La segunda vuelta presidencial, que disputaron el actual presidente de izquierdas Gabriel Boric y el ultraderechista José Antonio Kast alcanzó un 55,7% de participación. Es hasta ahora la elección más concurrida. Sin embargo, la obligación de ir a votar alterará la tendencia de la participación y podría definir el resultado. 

“El voto obligatorio generará un aumento de la participación electoral de al menos el 10%, por lo que deberíamos estar como mínimo en torno al 65%”, dice el politólogo de la Universidad de Talca Mauricio Morales. Según él, con este aumento “se espera que se reduzca la brecha de clase porque siempre las comunas más ricas han votado más que las más pobres”. En la Región Metropolitana (RM) y Valparaíso este aumento beneficiaría a la opción “apruebo”. “Ambas regiones representan el 55% del padrón electoral con lo que el apruebo puede mantener sus esperanzas allí”, dice el académico. En el resto del país si sube la participación sube el “rechazo”. 

Polarización y triunfo del ‘rechazo’

Hace meses que las encuestas posicionan al ‘rechazo’ como opción ganadora. Los últimos sondeos le otorgan una ventaja de en torno a los 10 puntos. Sin embargo, los expertos y analistas no dan nada por cerrado. Algunos incluso consideran que el resultado será muy ajustado.  

Entre las principales razones que generan mayor controversia hay aspectos relacionados con el sistema de gobierno, que establece dos cámaras (el Congreso de Diputadas y Diputados, el más poderoso, y la Cámara de las Regiones) y la desaparición del Senado; la protección de la propiedad de bienes como las pensiones o la vivienda; y la plurinacionalidad. Los detractores del texto lo califican de “indigenista” y consideran que algunos artículos pueden profundizar la división del país. 

La sociedad chilena lleva un tiempo fuertemente polarizada. Primero fue con el plebiscito de octubre de 2020, luego vino la elección presidencial, en concreto, la segunda vuelta, y ahora el plebiscito para aprobar el texto. “Tenemos que evitar que el lunes [5 de septiembre] se transforme en una idea de que hay vencedores y vencidos, y un clima que aumente la polarización”, dijo esta semana el ministro Giorgio Jackson.

Para algunos expertos, no se trata tanto de una polarización ideológica, sino más afectiva y emocional. Una suerte de “nosotros contra ellos”. “El país va a terminar dividido sí o sí, y mínimo un 45% de la población va a quedar descontenta con el resultado, es decir, la convención fracasó en su objetivo de unir al país. Lo dividió y fracturó la amistad cívica”, dice Morales. Para la politóloga de la Universidad de Concepción Jeanne Simon, solo si el resultado es ajustado “obligará a las fuerzas políticas a trabajar juntas y encontrar más puntos en común, sin que un sector que se siente ganador excluya los demás”.

Han contribuido a la división los bulos y otras formas de desinformación, que han sido constantes desde el inicio del proceso constituyente. “Dada la complejidad temática de la Constitución, ha habido noticias falsas que han emergido de leer o interpretar mal el texto y han surgido opiniones que, sin ser necesariamente falsas, no han sido suficientemente claras o bien explicitadas y eso produce dudas”, dice Miguel Ángel López, politólogo de la Universidad de Chile y de la Universidad Diego Portales.

Más allá del plebiscito

Gane quien gane, hay algo que en las últimas semanas ha quedado claro: el proceso no termina este domingo. Si gana el ‘apruebo’, los partidos del Gobierno tendrán que cumplir el compromiso que adoptaron hace unas semanas y que consiste en modificar los puntos más controvertidos del texto a través de reformas que se llevarían a cabo en el Congreso. Este pacto no gustó al ala más dura de su propia coalición, pero fue la apuesta de Boric a los indecisos para dar certezas de reformas. “El acuerdo contribuyó a que parte de los votantes de centroizquierda pudiesen verse más representados y por una estrategia de reforma”, dice Morales.

En el caso de ganar el ‘rechazo’, existe cierto consenso político de que la Constitución actual debe cambiarse porque casi el 80% así lo expresó en el plebiscito de octubre 2020. El presidente ha dicho que su opción pasa por no repetir un plebiscito, sino llamar a una nueva elección de convención, que probablemente tendría nuevas reglas. De hecho, dos parlamentarios del centro-izquierda han presentado un proyecto de ley para que, en caso de ganar el ‘rechazo’, que promueven sectores que van desde la ultraderecha hasta la centro-izquierda, el presidente pueda dar los pasos necesarios para convocar una nueva convención. “Es un plan B del que nunca se quiso hablar explícitamente, pero que ahora es más necesario que nunca considerando las posibilidades de que el ‘rechazo’ se imponga”, dice Morales. 

En la mesa hay otras opciones como modificar la propuesta constitucional: una convención integrada por parlamentarios, un comité de expertos o una reforma a la actual Constitución de 1980 con un cambio legal que reduce el quórum para ello. Las respuestas se conocerán a partir de este domingo.

La nueva Constitución de Chile

Chile, ante el reto de dejar atrás 30 años de desigualdades

ºManifestantes por el 'apruebo' en un acto en Valparaíso (Chile) este jueves, 1 de septiembre de 2022.
Manifestantes por el «apruebo» en un acto en Valparaíso (Chile) este jueves, 1 de septiembre de 2022.  Rodrigo Garrido / REUTERS

La nueva Constitución, feminista, ecologista y social, llega a las urnas con una ventaja del «rechazo» en las encuestas y una oleada de desinformación sobre sus propuestas de transformación.

Por CÉSAR G. CALERO

El agua como bien público, una democracia paritaria, el reconocimiento de derechos al 13% de chilenos que se reconocen indígenas, el ecologismo como prioridad política, la recuperación de los servicios públicos… La nueva Constitución chilena que se vota este domingo en referéndum propone un nuevo contrato social para un país que ha vivido un proceso político vertiginoso desde el estallido social de finales de 2019. El consenso que surgió de ese rugido popular se ha ido resquebrajando con el paso del tiempo. La desinformación y los bulos sobre los alcances de la norma promovidos por sectores de derechas han generado un clima contrario a la aprobación del texto.

Los sondeos otorgan una ventaja del «rechazo» de unos diez puntos frente al «apruebo». Pese a ello, el Gobierno progresista de Gabriel Boric, nacido de ese espíritu de cambio constitucional, todavía confía en un triunfo del «apruebo» que entierre definitivamente la Carga Magna actual, redactada en tiempos de la dictadura de Pinochet, y comience a dejar atrás 30 años de desigualdades en Chile.

Para tratar de contrarrestar la desventaja en las encuestas, el Gobierno de Boric propuso hace dos semanas realizar algunas modificaciones al texto constitucional si sale adelante en las urnas. El documento, consensuado con los partidos y las organizaciones sociales que respaldan al Gobierno, corrige y aclara algunos aspectos cruciales de la norma, como el relativo a la plurinacionalidad, sobre el que ha girado buena parte de la campaña del «rechazo». Aunque la Constitución deja claro que Chile es un Estado indivisible en el que cohabitan diferentes naciones (hasta once pueblos originarios), para la oposición derechista esa definición rompe el país. El Gobierno ha salido al paso de las desinformaciones y ha precisado que las autonomías territoriales respetarán «los principios de unidad e indivisibilidad del Estado de Chile y las libertades reconocidas y protegidas para todas las personas».

Otro de los cuestionamientos de los partidarios del «rechazo» hace referencia a los cambios en materia de justicia que establece la nueva Constitución. Respecto de la controversia sobre el reconocimiento de la justicia indígena, el acuerdo de los partidos de izquierda aclara: «No existirán regímenes de justicia paralelos que pongan en cuestión la unidad, coherencia y consistencia del poder judicial. La justicia indígena solo se aplicará a miembros del mismo pueblo, será voluntaria y no tendrá competencia respecto de delitos penales. La justicia indígena, tal como lo señala la nueva Constitución, siempre estará subordinada a la justicia ordinaria, en particular, a la Corte Suprema».

Boric, que apenas lleva seis meses en el poder, se ha comprometido también a incluir reformas al texto constitucional en materias tan sensibles como el sistema de pensiones (se asegura un modelo mixto y la continuidad de la capitalización privada), la salud (no se limitará la prestación de servicios privados) o la educación (con un modelo mixto). Aunque el joven líder progresista tiene previsto poner en marcha su propio programa de reformas (acaba de anunciar un proyecto para reducir la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales), una derrota del «apruebo» en el referéndum supondría su primer gran revés político. El presidente chileno se forjó como dirigente en las manifestaciones estudiantiles de 2011 y aunque su paso por el Congreso con el Frente Amplio atemperó sus ímpetus revolucionarios, conserva ese halo de inconformismo que solo portan aquellos que han crecido políticamente con el aliento de la calle.

Los sectores políticos que han hecho campaña contra la nueva Carta Magna (los partidos de derecha agrupados en Chile Vamos, principalmente) abogan por redactar una nueva Constitución que reúna un consenso más amplio en la ciudadanía, según un documento presentado en julio. Pero la izquierda no se fía de las promesas de cambio de una derecha que ha taponado una y otra vez cualquier atisbo de transformación social durante las últimas tres décadas.

Crispación social

El texto constitucional, de 388 artículos, se ha elaborado a toda velocidad y en un ambiente de crispación social por la presión mediática ejercida sobre algunos miembros de la Convención Constitucional. Echando la vista atrás, todo comenzó a finales de octubre de 2019 con las masivas protestas por la subida del transporte público y la desproporcionada y violenta respuesta del Gobierno del derechista Sebastián Piñera. De buenas a primeras, se impugnaban no los 30 pesos de subida del transporte sino los 30 años de desigualdad social. De ahí surgió un pacto firmado in extremis a finales de ese año con el concurso de casi todas las fuerzas políticas y las objeciones de un sector de la izquierda (Boric se alineó con los primeros). Casi el 80% de los chilenos votó un año después por dotarse de una asamblea constituyente.

Entre los 155 miembros de esa convención elegidos también en las urnas había una gran cantidad de activistas, profesionales independientes y una representación de los pueblos originarios. La mitad de la asamblea estuvo conformada por mujeres, un hecho sin precedentes en el mundo. La prensa se cebó enseguida contra ciertos constituyentes con conductas inapropiadas, como la de Rodrigo Rojas, que alegó un supuesto cáncer que no padecía y tuvo que dimitir. O la del constituyente que votó en una ocasión a viva voz mientras se duchaba. Algunos creyeron que el asambleísmo había llegado para quedarse en un Chile que, sin embargo, había visto ganar a Piñera solo cuatro años atrás. El creciente rechazo social hacia la Constitución ha tenido que ver mucho con la amplificación de esas conductas y, solo en la recta final del proceso, con el contenido de la norma.

La Constitución que se vota este domingo en Chile es una de las más avanzadas del mundo en materia social y, sin duda, la más feminista al reivindicar una democracia paritaria. La norma declara un Estado social de derecho descentralizado (se elimina el Senado y se crea una Cámara de las Regiones) y abierto a procedimientos de democracia directa desconocidos en Chile hasta ahora. Un Estado volcado hacia la preservación de la Naturaleza y la desprivatización de recursos tan fundamentales como el agua. Un Estado que reconoce la plurinacionalidad en aras de alcanzar, entre otras metas, una solución política al conflicto que vive la región de la Araucanía, el territorio mapuche en continuo estado de confrontación.

Las últimas encuestas publicadas auguran un triunfo del «rechazo» por un margen que se mueve entre los nueve y los 16 puntos. El voto obligatorio en el referéndum (a diferencia de otros comicios) podría alterar las estimaciones y beneficiar a los partidarios del «apruebo» si logran movilizar a los abstencionistas habituales, entre ellos los más jóvenes. Si gana el «apruebo», se abrirá un periodo de negociación política que, con toda seguridad, introducirá cambios en la Constitución para lograr un mayor consenso social. El triunfo del «rechazo» cerraría en falso el ciclo de demandas ciudadanas abierto en octubre de 2019 y dejaría tocado al primer gobierno de izquierdas en Chile desde la experiencia del socialismo democrático de Allende a principios de los años 70, truncada por el sangriento golpe de Estado de Augusto Pinochet, cuya Constitución seguiría vigente.

La nueva Constitución de Chile

Chile y el actual proceso constitucional

Red Europea de chilenos por los derechos cívicos y políticos

Chile se encuentra inmerso en el proceso más relevante desde las últimas décadas. Por primera vez en su historia está a punto de aprobar una constitución que otorgará un conjunto de derechos sociales y políticos trascendentales para el pueblo

Una constitución que garantiza un Estado social, de derecho, paritaria y con un reconocimiento explícito a los pueblos originarios. Estas líneas gruesas que contiene el proyecto son la columna vertebral que orienta todo el quehacer del país que se quiere construir. Sin duda, su aprobación será el corolario de todo un proceso de acumulación de fuerzas nacido como fruto del levantamiento popular de octubre de 2019 que puso al desnudo las desigualdades e injusticias del neoliberalismo implantado en Chile a través de la dictadura de Pinochet.

El actual sistema solo ha favorecido a los sectores más pudientes, postergando durante décadas las necesidades de amplios sectores del país que han visto restringidos sus proyectos de vida y han tenido que soportar los efectos de un voraz capitalismo neoliberal.

Este ciclo comenzó a cambiar a partir de octubre de 2019 con importantes movilizaciones para exigir el fin de la vigencia de la constitución del dictador. En el plebiscito del 25 de octubre de 2020, la mayoría del pueblo se pronunció por crear una nueva constitución, la cual se concebía sin partidos políticos y con representantes electos para tal fin. Con esa mayoría aplastante se rechazó la opción de los sectores conservadores del país que buscaban la fórmula de una convención mixta, en la cual el desprestigiado parlamento participaría activamente.

En el plebiscito del 25 de octubre de 2020, la mayoría del pueblo se pronunció por crear una nueva constitución

Más del 80% de los votantes dejaron claro que esa fórmula no representaba el sentir de las mayorías. En la votación se reflejó que el poder originario del Estado está en el pueblo. Y de manera soberana se dio el mandato para la elaboración de la nueva carta magna a convencionales, quienes fueron electos en un proceso de votación democrático e informado. Por el contrario, la derecha propuso mantener el estado actual de cosas y trató de mantener en vigor la constitución del dictador. Para ese fin utilizó, al igual que hoy, todo su poder y capacidad de influencia. Creada la Convención para elaborar la nueva constitución, se dedicó a desprestigiar el trabajo que los constituyentes realizaban, difundiendo mentiras o realizando acciones reñidas con el espíritu republicano que exigía el proceso en curso. Con su proceder alimentaron las campañas descalificatorias.                 Sin embargo, una gran mayoría cumplió con las expectativas y los tiempos que se le impusieron. Ha sido un ejemplo de deliberación y participación democrática en la que, por primera vez en la historia de Chile y de la humanidad, la inclusión paritaria de hombres y mujeres ha sido uno de los factores relevantes

Las diferencias con el mecanismo que empleó el dictador para instalar su constitución son siderales, entre otras, más de siete años en construirla, con un grupo selecto de amanuenses; sin democracia; con una represión brutal; sin registros electorales y destinada a favorecer los intereses de una minoría.                                                                     La propuesta de nueva constitución afecta los intereses de los sectores más acomodados en Chile. De ahí que, en estos días previos al plebiscito del cuatro de septiembre, han desatado una feroz campaña para lograr que esta propuesta no sea aprobada. Sin duda, su aprobación es la madre de todas las batallas por la importancia de lo que está en juego y no trepidan en gastos, en mentiras y tergiversaciones con tal de engañar al pueblo y, en esta ocasión, con su consigna de rechazo para reformar.

La propuesta de nueva constitución afecta los intereses de los sectores más pudientes en Chile

El pueblo dirá la última palabra y esperamos que sin vacilaciones ratifique la nueva constitución que siente las bases para un país más justo, igualitario y de cara a un futuro con certezas, derechos y dignidad nunca antes logrados.

Algunos de los derechos y reconocimientos por parte del Estado que contiene la nueva constitución

Además del reconocimiento de derechos tales como el derecho humano al agua, a la vivienda digna y adecuada o al trabajo decente, en la propuesta se reconoce el derecho a la huelga para el sector privado y el sector público, excepto para las Fuerzas Armadas y la policía; el derecho al ocio, al descanso y a disfrutar del tiempo libre; el derecho a la memoria y su relación con las garantías de no repetición y los derechos a la verdad, justicia y reparación integral.

Asimismo, el Estado reconoce y promueve el buen vivir como una relación de equilibrio armónico entre las personas, la naturaleza y la organización de la sociedad; reconoce y protege a las familias en sus diversas formas, expresiones y modos de vida y les garantiza una vida digna; el trabajo doméstico es reconocido como una labor económica que debe ser remunerada. Estos son algunos reconocimientos estatales, sin olvidar la integración paritaria en todos los órganos del Estado.

La propuesta de constitución recoge también en gran parte nuestras demandas históricas como comunidad organizada de chilenos del exterior, básicamente, los siguientes aspectos: nacionalidad, ciudadanía, representación parlamentaria y retorno. Por primera vez en una constitución se reconocen los derechos de las personas chilenas residentes en el extranjero: “Forman parte de la comunidad política del país”, asegurando el derecho a votaren las elecciones de carácter nacional, presidenciales, parlamentarias, plebiscitos y consultas. Además: “El Estado asegurará la reunificación familiar y el retorno voluntario al territorio nacional”.

La propuesta de constitución recoge también en gran parte nuestras demandas históricas como comunidad organizada de chilenos del exterior

Otro elemento valorable es el relacionado con el concepto de la ciudadanía que es concedida a toda persona que tenga nacionalidad chilena, eliminando la exigencia del avecindamiento previo. Esto será válido a toda hija o hijo de madre y/o padre chileno, sin restricción al lugar de nacimiento ni tiempo, reconociéndose la nacionalidad a los hijos de chilenos nacidos en el exterior.

Por otra parte, se recoge la experiencia histórica de las medidas represivas ejecutadas en tiempos de la dictadura y/o represión contra el pueblo. Se resuelve además el problema que aun aflige a muchos compatriotas exiliados, a los cuales se les quitó la nacionalidad.

Tenemos claro que nuestro futuro, el de nuestros hijos y nietos se alcanzará a través de la aprobación de esta propuesta constitucional. Por ello ponemos todas las energías y esfuerzos para alcanzar el sueño de una patria más justa, más inclusiva que les dé la dignidad que se merecen todas las personas.

Por Víctor Hugo Sáez
*Co-coordinador de la Red Europea de chilenos por los derechos cívicos y políticos.

Chile puede convertirse en el primer país del mundo en incluir el cambio climático en su Constitución

Hoy día 4 tendrá lugar el plebiscito para aprobar la nueva Carta Magna

Por Celia Amayuelas

Acción por el clima

La propuesta de la Nueva Constitución en Chile reconoce el derecho a un ambiente sano como un derecho humano y los derechos de la Naturaleza. Una constitución que nadie antes había recogido por lo que convertiría a Chile en el primer estado del mundo en declararse como ecológico.

La propuesta se aprueba en el dia de mañana y recoge en gran parte la importancia de su lucha contra el cambio climático siendo el pais latinoamericano nombrado como  punto cero por su interés y compromiso con el medioambiente.

[Chile aborda su nueva Constitución: del cambio de modelo económico a la plurinacionalidad]

Sin duda, somos la primera generación que sufre los daños del cambio climático y Chile, siendo consciente de ello, y vulnerable a todo lo que conlleva el cambio, lidera la lucha contra todos sus efectos.

En este momento, el petitorio ya ha cerrado la recolección de firmas, pero el proceso de reforma de la constitución ha entrado en su última fase. El próximo domingo los ciudadanos chilenos definirán en un plebiscito si adoptan o no el nuevo texto constitucional.

El documento define al país como «plurinacional, intercultural y ecológico» desde su primer artículo, y menciona la palabra «ecológico» 17 veces, consagrando el derecho humano al agua «un bien privado ahora mismo allí, en un país que ha estado enfrentando una megasequía durante la última década» asegura Rocha.

Y es que el país vive una situación muy particular donde el cambio climático afecta a todos sus sectores, a pesar de que tan solo emite el 0,35% de CO2 del mundo, ha experimentado en los últimos años una gran sequía, numerosos incendios forestales, una retirada de sus glaciares generalizada y un aumento de las temperaturas extremas.

Además, el Instituto de Recursos Mundiales (WRI) predice que para el año 2040 Chile podría ser el país con mayor escasez de agua del hemisferio occidental. Ante esto, Chile ejerce una gran labor contra la emisión de gases de efecto invernadero entre otros de los daños donde también ha desarrollado una ambiciosa agenda nacional contra la crisis climática basada en el uso de energías renovables.

A inicios de este año desarrolló una ambiciosa plataforma que pretende monitorear en tiempo real los efectos del cambio climático, convirtiéndose en un termómetro del calentamiento global y aprovechando su extensión latitudinal, ya que es el país más largo y estrecho del planeta.

[Diversidad sexual, escaños indígenas y democracia paritaria: Chile, dividido por la nueva Constitución]

Propuestas resultado del déficit de datos que tienen los paises del cono sur y que sirven de ayuda para el resto del mundo. El Observatorio del Cambio Climático es una iniciativa que conlleva la instalación en Chile y parte del territorio antártico de sensores que ofrecen todo tipo de datos.

Se trata de un contraste drástico con la Constitución actual de Chile, que sólo consagra el derecho a vivir en un entorno libre de contaminación.

Sus medidas se presentan como un posible modelo a exportar al resto de los países para cumplir los objetivos del Acuerdo de París. Un ejemplo a seguir para el globo terráqueo con la configuración de una constitución que tenga en cuenta el cambio climático.

La aprobación en el sur Global supone un halo de esperanza y de inspiración construido a partir de un marco de ambición coherente con los desafíos climáticos y ecológicos actuales, demostrando la solidaridad de los chilenos con la lucha climática global.

Propuestas en la Carta Magna

Entre las características de la propuesta destaca un cambio a la forma en que se concibe el Estado, pasando de ser subsidiario a un Estado social y democrático de derecho. El texto constitucional cuenta con 388 artículos permanentes y 57 artículos transitorios (estos últimos encargados de regular la implementación de la nueva Constitución en caso de ser aprobada).

Del total de artículos, 98 están relacionados directa o indirectamente con el medio ambiente. Estos están ubicados en ocho de los 10 capítulos del texto (incluyendo el capítulo de Normas Transitorias), por lo que la gestión y protección ambiental está de forma transversal en la propuesta de nueva Constitución.

A lo largo de todo el texto se da al país una visión de resguardo y respeto del medio ambiente en todos los ámbitos de la vida. De esta forma, se establece la obligación de que el Estado adopte una administración ecológicamente responsable, y medidas de prevención, adaptación y mitigación de los riesgos que genere esta crisis.

[Las claves del histórico plebiscito de Chile que decidirá si se cambia la Constitución de Pinochet]

Sin duda, es un avance hacia la creación de una estructura normativa interna robusta que busca realzar la cooperación internacional para enfrentar el cambio climático y la degradación de la biodiversidad.

Entre los artículos destacan aspectos como:

  • Chile como país ecológico
  • Interdependencia con la naturaleza
  • Consagración de derechos humanos ambientales
  • Crisis climática y ecológica
  • Bienes comunes naturales
  • Agencia nacional del agua y consejos
  • Defensoría de la naturaleza
  • Estado regional

Chile como ejemplo a seguir

La nueva Constitución reconoce el derecho a un medio ambiente sano, el derecho al agua y saneamiento, el derecho al aire limpio, el derecho a la participación informada a asuntos ambientales, el derecho de acceso a la información ambiental y el acceso a la justicia ambiental.

Si se aprobara se dotaría de mayor autonomía a las regiones y municipios, que tendrán más competencias en materia medioambiental sobre sus territorios. También se establecerían nuevas formas de participación ciudadana.

Pese a todos los esfuerzos, Rocha añade que los últimos sondeos apuntan a que la elección «será reñida, con la balanza inclinada a favor del rechazo, en parte debido a que el proceso está estrechamente vinculado a Boric».

A esto se suman las campañas de desinformación que los «poderes fácticos» vienen financiando fuertemente desde hace un año, que incluyen golpes directos a los asambleístas y alinean algunos de los conceptos que trae la nueva Constitución con los temores y preconceptos arraigados que tiene parte de la sociedad.