41º Congreso de Teología

Juan José Tamayo: «La Covid ha puesto de manifiesto el fracaso del modelo neoliberal»

Boff y Tamayo
Boff y Tamayo

La Asociación Teológica Juan XXIII dedica el 41 Congreso de Teología al tema de la pandemia, sus consecuencias, la postpandemia y las necesarias respuestas para virar el curso de la humanidad en dirección a un mundo más justo, solidario y superador de las brechas de la desigualdad

Las personas que intervienen son figuras relevantes en sus campos: Víctor Codina, Mayte Muñoz, Victoria Camps, Jesús Peláez y Leonardo Boff

El Congreso quiere situarse del lado de las víctimas tal como lo expresa Santiago Agrelo, arzobispo emérito de Tánger: «A mí lo que me interesa de esta pandemia (y nosotros añadimos: de la guerra Rusia-Ucrania): son las víctimas»

El Congreso terminará con la lectura del Mensaje, que propondrá algunas líneas de acción a seguir en la respuesta a la pandemia y la postpandemia

09.09.2022 Juan José Tamayo

Buenas tardes, buenos días, buenas noches -dependiendo- del lugar donde se encuentren-a todas las personas de los diferentes continentes y países inscritas para participar en este Congreso Internacional on line, que iniciamos hoy. Muchas gracias por su interés y apoyo a nuestra convocatoria.

Desde hace más de dos años venimos sufriendo una pandemia que ha mantenido confinada o en permanente alerta a la población mundial a través de diferentes olas, ha provocado más de doscientos cincuenta millones de personas contagiadas, ha causado la muerte de más de doce millones de seres humanos y ha tenido consecuencias económicas y sociales muy negativas para la humanidad, especialmente para las personas y los colectivos más desfavorecidos.

Pero no podemos quedarnos en las cifras frías. Detrás de ellas hay vidas humanas frustradas, proyectos truncados, experiencias de amor rotas, familias destruidas que han sufrido tan irreparables pérdidas con un final inmerecido para quienes dedicaron su vida a trabajar por un mundo más justo, eco-humano y fraterno-sororal.

Brasil

«No podemos quedarnos en las cifras frías»

La covid-19 no ha afectado a todos por igual y con la misma intensidad. Ha sido, y sigue siéndolo hoy, mucho más agresiva con los continentes, los grupos humanos y las clases sociales más vulnerables de la población mundial, donde las heridas que ha dejado son más profundas y más difíciles de curar porque son estructurales, y ha ampliado las brechas de la desigualdad y la discriminación en todos los terrenos y de todo tipo: de género, de etnia, de cultura, de clase, de identidad sexual. Una desigualdad que, como dice el reciente informe de Oxfam mata y lo ratifica el título del libro del sociólogo Göran Therborn: La desigualdad mata (Alianza editorial, Madrid, 2022).

Lo que la covid-19 ha puesto de manifiesto es, por una parte, la vulnerabilidad del ser humano y la fragilidad del mundo, y, por otra, el fracaso del modelo neoliberal que, durante la pandemia, ha practicado la necropolítica, en expresión de Achille Mbembe, y la cultura del descarte, en el lenguaje del papa Francisco.

En palabras del prestigioso científico social Boaventura de Sousa Santos, “de manera cruel, el coronavirus abrió las venas del mundo, parafraseando la bella expresión de Eduardo Galeano. Nos permitió ver las entrañas de muchas monstruosidades que habitan nuestro día a día y nos seducen con los disfraces que, de tan comunes, asumimos como normalidad”. A su vez, ha sido posible “conocer resistencias comunitarias, iniciativas tan creativas como indignadas para aliviar el sufrimiento” (Boaventura de Sosua Santos, El futuro comienza ahora. De la pandemia a la utopía, Akal, Madrid, 2021, pp. 6).

«Lo que la covid-19 ha puesto de manifiesto es, por una parte, la vulnerabilidad del ser humano y la fragilidad del mundo, y, por otra, el fracaso del modelo neoliberal que, durante la pandemia, ha intensificado las desigualdades»

“La pandemia -sigue afirmando Boaventura- mostró, con claridad antes nunca vista, lo peor del mundo en el que hemos vivido desde el siglo XVI: el impulso de la muerte que la dominación moderna desencadenó con impunidad en el mundo de humanos y no humanos no sometidos a ella. Pero… también mostró lo más exaltado de la humanidad: la solidaridad de tantos como arriesgaron su vida para salvar a los más vulnerables o los más afectados, que se consolaron y se cuidaron entre sí” (ibid., p. 8).

A esto cabe añadir la guerra Rusia-Ucrania-OTAN, destructiva de miles de vida humanas, causante de desplazamientos de millones de seres humanos en condiciones precarias, con una amenaza nuclear, la crisis energética y otras consecuencias imprevisibles para el conjunto de la humanidad.

Al tema de la pandemia, sus consecuencias, la postpandemia y las necesarias respuestas para virar el curso de la humanidad en dirección a un mundo más justo, solidario y superador de las brechas de la desigualdad, vamos a dedicar el 41 Congreso de Teología on line del 9 al 11 de septiembreLopresentará Víctor Codina, teólogo catalán que vivió 36 años en Bolivia, desde su experiencia de víctima de la Covid. La respuesta a la pandemia, afirma, no puede ser una parálisis personal, social y religiosa como tampoco la vuelta a la vieja normalidad, sino la resistencia activa en perspectiva liberadora y la construcción de un mundo diferente, justo y solidario.

A continuación, Mayte Muñoz, psicóloga clínica y psicoanalista, hará un análisis sobre “El virus que paralizó nuestras vidas: su intrusión y sus efectos” desde una mirada psicológica, en la que mostrará cómo el dolor, la incertidumbre y las conciencias de los propios límites que generó la pandemia nos lleva a repensar y vivir de otra manera nuestros estilos de vida, nuestras relaciones, la organización de nuestras sociedades y el sentido que demos a nuestra existencia.

Victoria Camps reflexionará sobre “El valor emergente del cuidado” como respuesta ética a las situaciones de precariedad provocadas por la pandemia y sus consecuencias en la postpandemia. El cuidado, que ha sido un deber asignado a las mujeres como una carga y se ha ubicado en el ámbito privado, “es un deber universal accesible a cuantos lo solicitan justamente” y “no puede ser visto solo como una responsabilidad privada”. El cuidado es un valor inseparable de la justicia. Ambos son valores complementarios, incluso el cuidado se encuentra “más allá de la justicia” (Victoria Camps, Tiempo de cuidados. Otra forma de estar en el mundo, Arpa, Barcelona, 2021, 76, 78).

Posteriormente, tendrá lugar la reflexión teológica. Jesús Peláez, catedrático de la Universidad de Córdoba, se centrará en la actitud de “Resistencia de Jesús de Nazaret ante los poderes”y su opción por la ética de la com-pasión con las víctimas y del cuidado de la vida de todos los seres humanos y de la naturaleza como opción fundamental. Jesús convivió con gente especialmente vulnerable y necesitada de cuidados a todos los niveles y murió víctimas de todos los poderes: religioso, político, económico, patriarcal. Desde dicha ubicación invita a la creación de una sociedad alternativa en la que el servicio, los cuidados, y no el poder, sean el pilar fundamental de la convivencia eco-humana y de la actividad política.

Leonardo Boff, teólogo de la liberación de Brasil, lo hará con una reflexión en dirección “Hacia una Iglesia samaritana y cuidadora de la naturaleza” desde una perspectiva bio-eco-teológica. Analizará la confrontación entre dos paradigmas civilizatorios: el del señor y dueño de la naturaleza y el del hermano y la hermana, es decir, el de la fraternidad universal y el amor social, propuesto por el papa Francisco en su encíclica Fratelli tutti y por el que aboga Boff.

Terminaremos con la lectura del Mensajeque propondrá algunas líneas de acción a seguir en la respuesta a la pandemia y la postpandemia.

El Congreso quiere situarse del lado de las víctimas tal como lo expresa Santiago Agrelo, arzobispo emérito de Tánger: «A mí lo que me interesa de esta pandemia (y nosotros añadimos: de la guerra Rusia-Ucrania): son las víctimas»

El Congreso quiere situarse del lado de las víctimas tal como lo expresa Santiago Agrelo, arzobispo emérito de Tánger: “A mí lo que me interesa de esta pandemia(y nosotros añadimos: de la guerra Rusia-Ucrania-OTAN y de otras pandemias): son las víctimas. De hecho, para la Iglesia, y me refiero a las comunidades cristianas dispersas por todo el mundo, va a ser un desafío porque tendremos que estar con las víctimas de la mayor pobreza que vendrá tras el virus».

41 Congreso de Teología

41 Congreso de Teología: será online entre el 9 y 11 de septiembre de 2022

Desde hace más de dos años venimos sufriendo una pandemia mundial que ha provocado más de doscientos millones de personas contagiadas y la muerte de más de diez millones de seres humanos. Pero no podemos quedarnos en las cifras fría de ellas hay vidas humanas frustradas, proyectos truncados y experiencias de amor rotas, La covid-19 no ha afectado a todos por igual y con la misma intensidad. Lo que ha puesto de manifiesto es. por una parte, la vulnerabilidad del ser humano y la fragilidad del mundo, y, por otra, el fracaso del modelo neoliberal que ha reforzado las brechas de la desigualdad.

Este año celebramos el 41 Congreso centrado en la pandemiasus consecuencias y las posibles respuestas. Lo inaugurará Vítor Codina, quien hablará de “Pandemia y resistencia” mostrando cómo la experiencia vivida estos dos años no puede llevarnos a una parálisis, sino que requiere una respuesta liberadora desde la resistencia activa.

Maite Muñoz hará un análisis sobre “El virus que paralizó nuestras vidas”, y Victoria Camps reflexionará sobre “El valor emergente del cuidado” como respuesta a las situaciones de precariedad provocadas por la pandemia y sus consecuencias en la postpandemia. A continuación, tendrá lugar la reflexión teológica. Jesús Peláez, se centrará en la “Resistencia de Jesús de Nazaret ante los poderes”, y Leonardo Boff lo hará con la conferencia “Hacia una Iglesia samaritana y cuidadora de la naturaleza” desde una perspectiva ética, ecológica y utópica.

El Congreso terminará con la lectura del Mensaje, que ofrecerá las líneas de acción a seguir.

Frei Betto en el Congreso de Teología

Frei Betto: «El hambre del pueblo es también un problema que la Iglesia y los cristianos tienen que afrontar y solucionar» 

El fraile y teólogo Frei Betto 

“Las causas del hambre perduran: conflictos armados, condiciones climáticas extremas (desequilibrio ambiental), dificultades para acceder a la tierra y al empleo y turbulencias  económicas”, clamó Betto. La causa principal es el hambre: casi cien millones de personas, en 23 países, viven en áreas de conflicto 

“Hoy día son los bancos, las multinacionales y los fondos de pensiones los que dominan el mercado de alimentos y promueven especulaciones por medio de derivados de mercancías”, denunció. “Un crimen de lesa humanidad practicado en homenaje al dios Capital” 

“Nadie elige ser pobre. De hecho, todo pobre es un empobrecido, víctima de la injusticia social. La pobreza es siempre un estado de carencia y no hay en la Biblia un solo versículo que diga que es agradable a los ojos de Dios” 

En el episodio de los panes y los peces “no hubo magia y si milagro. Milagro es el poder divino de alterar el rumbo natural de las cosas. Tal poder actúa sobre todo en el corazón humano. Por tanto sí hubo milagro: el de la economía del compartir” 

03.09.2021 Jesús Bastante 

“Neoliberalismo y pandemia” fue el tema de la conferencia inaugural del congreso de la Juan XXIII, que corrió a cargo del teólogo brasileño Frei Betto. El experto arrancó su intervención denunciando la existencia de hasta 250 millones de personas que viven con inseguridad alimentaria.  

“Más de 30 países están amenazados de hambre por la pandemia. Cada minuto mueren de hambre en el mundo 11 personas. De Covid-19, siete. Son 15.840 al día las víctimas de hambre en el mundo. Casi 6 millones al año”, destacó Betto. Y es que el neoliberalismo mata, también de hambre, a millones de personas. 

318 millones de personas, en 55 países, viven en inseguridad alimentaria. “Muchas de ellas tienen algo de comer, pero no las suficientes calorías necesarias”, una situación agravada por la Covid-19. 

“Las causas del hambre perduran: conflictos armados, condiciones climáticas extremas (desequilibrio ambiental), dificultades para acceder a la tierra y al empleo y turbulencias  económicas”, clamó Betto. La causa principal es el hambre: casi cien millones de personas, en 23 países, viven en áreas de conflicto. 

Junto al hambre, la obesidad, esa enfermedad de los ricos, y de los pobres del mundo industrializado. “El mundo tiene hoy en días más de 2.000 millones de obesos. Los niños son los más afectados por la falta de oferta de alimentación de más calidad”, lamentó Betto, que vio difícil cumplir con los Objetivos del Desarrollo del Milenio, que busca erradicar el hambre para 2030. “La perspectiva es pesimista: si se mantienen las tendencias, el número de personas afectadas por el hambre sobrepasará los mil millones”, advirtió. 

«No faltan alimentos, falta justicia» 

Un situación que se vive con especial crudeza en África, pero también en América. “No faltan alimentos en el Continente latinoamericano. Falta justicia”, denunció el teólogo. 

“Miles de millones de familias no tienen recursos para comprar comida, la cual ha dejado de tener valor de uso y, con el capitalismo, ha pasado a tener valor de cambio”, añadió, lo que calificó como “crimen hediondo”. 

“Hoy día son los bancos, las multinacionales y los fondos de pensiones los que dominan el mercado de alimentos y promueven especulaciones por medio de derivados de mercancías”, denunció. “Un crimen de lesa humanidad practicado en homenaje al dios Capital”. 

Y es que “la pandemia favorece a los más ricos”, que han incrementado su riqueza, mientras los pobres son mucho más pobres. La brecha de la inequidad se ensancha. “Miles de millones de personas no tienen riqueza monetaria ninguna y la distribución de la riqueza personal mundial refleja un mundo en el que algunos gigantes, como Gulliver, cuando miran hacia abajo contemplan una inmensa masa de liliputienses…”. 

Si dividimos el PIB mundial (calculado en 84 billones de dólares) entre los 7.200 millones de seres humanos,  llegaríamos al valor anual de 11.667,00 dólares USA per capita, ó sea que cada persona dispondría de 972,25 dólares USA al mes 

Renta básica universal 

Frente a ello, Betto propuso “implantar la renta básica universal”. Con un cálculo utópico, pero real: “Si dividimos el PIB mundial (calculado en 84 billones de dólares) entre los 7.200 millones de seres humanos,  llegaríamos al valor anual de 11.667,00 dólares USA per capita, ó sea que cada persona dispondría de 972,25 dólares USA al mes”. 

“Es un desafío urgente trabajar en pro de la cultura del cuidado y de la solidaridad. Necesitamos urgentemente conquistas básicas como alimentación, educación, salud, acceso informático para todos, energía limpia y uso sostenible de la Tierra”, clamó Betto. 

«Dilemas éticos» de la pandemia  

Al tiempo, Betto abordó los “serios dilemas éticos” planteados por la pandemia a nivel global. La muerte, el dolor, la enfermedad, la insolidaridad entre países, la competitividad, “valor supremo del capitalismo”, son algunos de ellos. 

¿Qué espiritualidad cristiana podemos sacar de la pandemia? Como Jesús, “el compromiso por los pobres”. “Nadie elige ser pobre. De hecho, todo pobre es un empobrecido, víctima de la injusticia social. La pobreza es siempre un estado de carencia y no hay en la Biblia un solo versículo que diga que es agradable a los ojos de Dios”, clamó Betto. 

         ¿Qué haría Jesús en una coyuntura como esta? Betto resume tres tres actitudes: 

  • 1) Denunciar las causas de este genocidio: la aparición del virus por desequilibrio medioambiental, la inoperancia de algunos gobiernos, el abandono del sistema publico de salud, la selectividad social de las víctimas, etc. 
  • 2) Promover acciones eficaces de solidaridad con las víctimas y sus familias y con los sectores más vulnerables de la población; organizar movimientos y movilizaciones en favelas y áreas pobres para disminuir el sufrimiento de sus habitantes; promover la distribución de cestas básicas y productos de higiene; estimular la creación de cocinas comunitarias; ofrecer cursos de profesionalización a las personas paradas; facilitar el acceso de los más pobres a internet, etc. 
  • 3) Repensar nuestra misión como discípulas y discípulos. ¿Concienciamos a los alumnos de nuestras escuelas de la dimensión de la crisis del medioambiente en la línea de la encíclica Laudato Si? ¿Nuestra evangelización es meramente exhortativa o también es movilizadora en favor de los pobres y en pro de la justicia?, 

En resumen: “Dadles vosotros de comer”, como dijo Jesús. “O sea, el hambre del pueblo es también un problema que la Iglesia y los cristianos tienen que afrontar y solucionar”, tradujo Betto. 

Porque en el episodio de los panes y los peces “no hubo magia y si milagro. Milagro es el poder divino de alterar el rumbo natural de las cosas. Tal poder actúa sobre todo en el corazón humano. Por tanto sí hubo milagro: el de la economía del compartir”. 

Mons Agrelo en el Congreso de Teología

Santiago Agrelo: «No se puede servir al hombre y al dinero. No se puede» 

Mons. Agrelo, arzobispo emérito de Tánger 

«Las fronteras son trampas en las que, desde hace muchos años, quedan atrapados miles de emigrantes, miles de hombres, mujeres y niños en busca de futuro, ya ese futuro se llame pan, se llame justicia, se llame libertad o se llame dignidad» 

Una información “sesgada, interesada, deformada, evoca en la memoria formas utilizadas con desparpajo en el viejo nazi-fascismo; se trata siempre de culpabilizar a las víctimas, y de justificar que lo sean” 

El franciscano denunció el “inmenso cinismo” que habla de violencia por parte de los migrantes, “y se obvie que son sólo emigrantes los muertos, los tullidos, los descalabrados, hombres, mujeres y niños a los que, por otra parte, obligamos a pasar días y noches a la intemperie durante tiempos interminables” 

«Tendríamos que hablar de complicidades que matan, la más penosa entre todas, la de la Iglesia, habitual simpatizante de políticas económicas que matan, de políticas de frontera que matan, de políticas informativas que matan» 

03.09.2021 Jesús Bastante 

“No se puede servir al hombre y al dinero. No se puede”. Así concluyó el arzobispo emérito de Tánger, Santiago Agrelo, una vibrante presentación del 40 Congreso de Teología de la Asociación Juan XXIII. Desde hacía tiempo no se veía a un obispo español en este foro, que este año, por mor de la pandemia, se está celebrando on line, bajo el lema ‘El neoliberalismo mata: no se puede servir a dos señores, a Dios y al dinero’. 

Durante su intervención, Agrelo comenzó buscando “un sujeto para el verbo matar”, con una dura crítica a la propuesta neoliberal, tan presente en nuestros días. Y tan sufrida en nuestras costas, en nuestros mares, en nuestras fronteras de concertinas, dolor y devoluciones en caliente, sin que queramos darnos cuenta. 

“Eso que llamamos paraíso terrenal otra cosa no sería que un mundo que Dios ha preparado con todo detalle, y en el que ha puesto al ser humano para que disfrute del regalo y lo cuide”, subrayó Agrelo, quien insistió: “La muerte no estaba en la abundancia. Tampoco en la fruición. Tampoco en la libertad. La muerte acechaba, tentaba y se escondía en la voluntad de posesión”. 

«Habré de escoger» 

“La voluntad de posesión seduce, engaña, miente. La voluntad de posesión mata”, clamó Agrelo, quien abundó en la responsabilidad personal en esta cuestión. “Habré de escoger entre Dios y el dinero: entre la fruición del paraíso y la apropiación del fruto prohibido; entre mi hermano Abel y mis pretensiones de ser único; entre el entendimiento con todos y la soledad de nuestros enfrentamientos; entre dar vida –que es lo propio de Dios-, y matar –que es lo propio del ídolo llamado dinero-“. Y ojo con la elección, porque “si sirvo al dinero, mataré”. 

Recordando su paso por Tánger, un territorio “frontera, en el que se levantan altas, peligrosas, mortales, las vallas de las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla, se extienden anchos, peligrosos y mortales el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, y finge cercanías engañosas el Estrecho de Gibraltar. Dos barreras artificiales –las vallas- y una natural –los mares-“. 

Unas barreras que “son trampas en las que, desde hace muchos años, quedan atrapados miles de emigrantes, miles de hombres, mujeres y niños en busca de futuro, ya ese futuro se llame pan, se llame justicia, se llame libertad o se llame dignidad”. Y, atrapados, “viven acorralados, vejados, humillados, y se ven obligados a asumir sufrimientos que sería crueldad inaceptable infligir en una prisión a criminales; entiéndase que son empujados hasta verse obligados a aceptar enfermedades, mutilaciones y muerte”. 

«Hemos de acogerlos a todos» 

Y no era suficiente con denunciar la violación de los derechos humanos: “El dolor estaba allí (…). Pero tuve que aprender que, aun con la muerte delante de los ojos, somos capaces de no ver, preferimos no ver, nos interesa no ver”. Por eso, ante sus denuncias, las acusaciones contra él: “¿Acaso quiere usted suprimir las fronteras? Si no hay trabajo para nosotros, ¿cómo vamos a recibir a más gente?, ¿es que quiere usted aumentar el número de los parados? ¿Con cuántos emigrantes hemos de compartir nuestro pan? ¿Cien mil? ¿Cien millones?”, eran algunas de las críticas recibidas por el franciscano. 

“Quienes tales preguntas hacen, ni siquiera se dan cuenta de que están considerando al emigrante como posesión suya, lo están rebajando a la condición de mercancía de la que los dueños pueden disponer, lo están reduciendo a factor económico en un mundo sin alma”, lamenta Agrelo. “Y si quienes hacen tales preguntas son cristianos, no se han percatado todavía de que están ciegos, de que no han empezado a creer, pues no han visto a Dios en los hermanos, no han reconocido a Cristo en el necesitado, no han visto a Lázaro echado en el portal de la propia casa”. 

Con todo, el obispo da la respuesta: “Hemos de acogerlos a todos”. También, a los protagonistas de la “letanía” leída por el prelado, de 168 agredidos en la frontera, con “cuchillos, con machetes, agresiones directas de la milicia, violaciones, quemaduras, infecciones… ¿A quién le importa esa letanía? A quienes dedican su tiempo a curar las heridas que deja en la carne de los pobres la codicia de los ricos”. 

A nadie interesan los muertos  

“A nadie interesan los miles de muertos de los que se tiene noticia, hombres, mujeres y niños a los que enterramos lejos de su tierra y más lejos aún de nuestra memoria, de nuestros sentimientos. Y si los que mueren nos dejan indiferentes, pregunto: ¿qué pueden interesar los que se quedan rotos por los caminos?”, se preguntó Agrelo, cuestionándonos, como Dios a Caín: “¿Soy yo el guardián de mi hermano?”. 

Hay muchas formas de matar, apuntó el obispo franciscano. “La primera forma de matar es el silencio informativo”, una “apuesta por la negación de la realidad”. “Y cuando la realidad arroja sus muertos a la puerta de nuestras vidas, entonces el silencio los rebajará a la categoría de muertos insignificantes, muertos sin duelo, sin historia, sin nombre”. Un “silencio cómplice” que “es madre de la indiferencia que nos hace inmunes a la compasión”. 

Santiago Agrelo: «A Dios lo deshonramos adornando templos y olvidando a los pobres» 

La información también mata “cuando es utilizada al servicio del poder y contra los pobres”. Una información “sesgada, interesada, deformada, evoca en la memoria formas utilizadas con desparpajo en el viejo nazi-fascismo; se trata siempre de culpabilizar a las víctimas, y de justificar que lo sean”, apuntó, denunciando el “inmenso cinismo” que habla de violencia por parte de los migrantes, “y se obvie que son sólo emigrantes los muertos, los tullidos, los descalabrados, hombres, mujeres y niños a los que, por otra parte, obligamos a pasar días y noches a la intemperie durante tiempos interminables”. 

La verdad oficial es siempre mentira 

 “La verdad oficial es siempre mentira”, glosó Agrelo, “y esa verdad mata”, y “evita que sintamos la responsabilidad por las muertes que ya hemos causado”. 

“Otro modo normalizado de informar es el que utiliza el lenguaje para demonizar a hombres, mujeres y niños que, de forma ilegal, atraviesan nuestras fronteras”, lamentó el obispo. Un tipo de información que “ahoga las inquietudes de los que se echaron al mar, ahoga sus esperanzas, sus lágrimas, sus miedos, su cansancio, ahoga su humanidad –nos deja sin lo propio del ser humano-; esa información, que ignora la realidad de los emigrantes, al mismo tiempo la deforma, pues da a entender que esos hombres, mujeres y niños –algunos de ellos, bebés- representan para el ciudadano común una amenaza, un motivo de alarma, un peligro”. 

Esa información, que ignora la realidad de los emigrantes, al mismo tiempo la deforma, pues da a entender que esos hombres, mujeres y niños –algunos de ellos, bebés- representan para el ciudadano común una amenaza, un motivo de alarma, un peligro 

Más allá de la información, “tendríamos que hablar de leyes inicuas que impiden a los pobres el ejercicio de sus derechos fundamentales; tendríamos que hablar políticas económicas que generan masas de pobres, políticas que son fábrica de hambrientos, hombres, mujeres y niños abandonados a su desgracia como desechos necesarios del progreso y el bienestar de unos pocos bendecidos; tendríamos que hablar de complicidades que matan, la más penosa entre todas, la de la Iglesia, habitual simpatizante de políticas económicas que matan, de políticas de frontera que matan, de políticas informativas que matan”. 

“Cuando en el contexto de este Congreso nos referimos a sujetos posibles para el verbo matar -concluyó Agrelo-, no estamos pensando en enfermedades, tampoco en accidentes, tampoco en calamidades naturales; estamos pensando en opciones personales”. 

Y es que “la muerte pasa por el corazón del hombre. Es en el corazón donde se decide a qué señor servir, a cuál amar y a cuál despreciar, a quién dedicarse y a quién no hacer caso”. Por eso, “no se puede servir al ser hombre y al dinero. No se puede”. Al menos, no sin traicionar a Jesús. 

El 3 de sept inicia online el 40 Congreso de Teología

«La economía de la exclusión y de la iniquidad mata»: el Papa Francisco y la Teología de la Liberación 

Del 3 al 5 de septiembre celebramos on line el 40 Congreso de Teología, convocado por la Asociación Española de Teólogas y Teólogos Juan XXIII, sobre “El neoliberalismo mata. No se puede servir a Dios y al dinero” 

Por primera vez el título está inspirado en el texto de un Papa, en este caso en la contundente afirmación del Papa Francisco en la Exhortación Apostólica La alegría del Evangelio 

01.09.2021 Juan José Tamayo 

Del 3 al 5 de septiembre celebramos on line el 40 Congreso de Teología, convocado por la Asociación Española de Teólogas y Teólogos Juan XXIII, sobre “El neoliberalismo mata. No se puede servir a Dios y al dinero”.  Por primera vez el título está inspirado en el texto de un Papa, en este caso en la contundente afirmación del Papa Francisco en la Exhortación Apostólica La alegría del Evangelio, de 2013: “Así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y de la inequidad’. Esa economía mata (subrayado mío). 

Es esta afirmación la que da pie a la presente reflexión sobre el Papa Francisco y la Teología de la Liberación (TL). 

Desde su elección se está produciendo un cambio de paradigma en la Iglesia católica, que implica también un cambio de actitud ante la TL: del anatema de los pontificados anteriores al diálogo del actual, del silenciamiento a la escucha, del ocultamiento a la visibilidad, del alejamiento a la proximidad. Varios han sido los gestos de acercamiento. Poco después de ser elegido papa, Francisco recibió a Gustavo Gutiérrez en audiencia privada. L’ Osservattore Romano publicó un artículo suyo muy crítico con el neoliberalismo. 

El teólogo peruano intervino como orador principal en la presentación del libro Pobre para los pobres. La misión de la Iglesia, escrito en coautoría con el cardenal Gerhard Muller y prologado por el papa Francisco,junto con Müller, el cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga y el entonces portavoz del Vaticano Federico Lombardi. Otro gesto de acercamiento de Francisco al cristianismo liberador en América Latina fue el levantamiento de la suspensión a divinis que pesaba sobre el religioso de Maryknoll Miguel d´ Escoto desde que fuera ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno sandinista de Nicaragua presidido por Daniel Ortega en la década de los 80 del siglo pasado. Unos años después levantó al poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal la suspensión a divinis que le había impuesto Juan Pablo II, tras la humillación de que fue objeto en el aeropuerto de Managua en 1983. 

La crítica del papa al capitalismo, su teología del bien común y de la solidaridad y su propuesta de “Iglesia pobre y de los pobres” van en la dirección, o mejor, se inspiran en la TL. Más aún, creo que sus documentos constituyen un ejercicio práctico de TL. Un ejemplo es la citada Exhortación Apostólica La alegría del Evangelio (Francisco, 2013), que hace la más severa crítica papal contra el neoliberalismo, en continuidad con las tradiciones anti-idolátricas de ayer y de hoy: de ayer, los profetas de Israel, Jesús de Nazaret y los movimientos proféticos y utópicos medievales; de hoy, los Foros Sociales Mundiales, los movimientos alter-globalizadores y los Indignados, sin espiritualismos, ni trascendentalismos, ni evasiones de la realidad. Estamos ante un texto revolucionariamente inusual en la doctrina social de la Iglesia. 

            La metodología que utiliza es la de la TL: análisis de la realidad, desafíos, reflexión teológica desde una hermenéutica liberadora de los textos bíblicos, juicio ético e invitación a la praxis. 

 Análisis de la realidad 

El análisis que hace de la realidad no es ingenuo, ni idealista, sino dialéctico. Constata la negatividad de la historia, pero también las potencialidades del ser humano por revertir la realidad injusta. Denuncia “la globalización de la indiferencia” que nos vuelve “incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros” y de llorar “ante el drama de los demás”; la “anestesia de la cultura del bienestar” y la consideración de los excluidos por parte de los mercados como “desechos” y población sobrante. “La mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo –afirma- vive precariamente el día a día, con consecuencias funestas” (n. 32). 

            Interpreta la crisis como resultado de un capitalismo salvaje dominado por la lógica del beneficio a cualquier precio y pronuncia cuatronoes, que deberían hacer templar al sistema: “no a una economía de la exclusión y la inequidad”; “no a la nueva idolatría del dinero”; “no a un dinero que gobierna en lugar de servir: “no a la inequidad que genera violencia”. 

Economía de la exclusión y de inequidad (nn. 53-54). Dicha economía considera al ser humano como bien de consumo, de usar y tirar, y da lugar a la cultura del “descarte”, hasta el punto de que cada vez más personas y grupos humanos son excluidos, expulsados de la sociedad. La consecuencia es que “grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida”. Y una consecuencia peor: la economía de la exclusión y la inequidad “mata”. 

Nueva idolatría del dinero (nn. 55-56). El dinero predomina sobre nosotros y nuestras sociedades con la consiguiente negación de la primacía del ser humano. Lo que demuestra que estamos ante una profunda crisis antropológica y ante una nueva idolatría, que se manifiesta en el fetichismo del dinero y la dictadura de la economía sin rostro ni objetivo humano, que lleva al crecimiento exponencial de las ganancias de unos pocos y a la exclusión de la mayoría del bienestar. Todo queda sometido a “los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta” (n. 56) 

            En la base de ese desequilibrio intervienen los siguientes factores: la consideración del ser humano como ser consumista; la ideología que defiende la autonomía absoluta de los mercados (dictadura económica); la especulación financiera y la imposición de una tiranía invisible que impone sus reglas implacablemente. (n. 56). El resultado es una deuda y unos intereses que anula el poder adquisitivo de la ciudadanía, la evasión fiscal y la corrupción ramificada. 

El dinero no sirve, sino que gobierna el mundo(nn. 57-58). En la base está el rechazo de la ética y de Dios, afirma Francisco. El mercado considera la ética algo contraproducente, ya que relativiza el poder y el dinero, y constituye una amenaza, ya que condena la manipulación y la degradación de la persona. La ética, recuerda Francisco, lleva a compartir: “no compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos” (Juan Crisóstomo). La Exhortación pastoral llama a que la economía y las finanzas se rijan por una ética en favor del ser humano”. “¡El dinero debe servir y no gobernar!” (n. 58). La idolatría del dinero excluye del horizonte económico a Dios, tenido por peligroso porque es inmanipulable e incontrolable por el mercado. Eso explica su rechazo.  

La inequidad genera violencia (nn. 59-60). Suele acusarse a los pueblos pobres de ser los causantes de la violencia, cuando en realidad es la inequidad la que está en la raíz de la violencia y el sistema que es un injusto en su raíz. La injusticia, que es el mal consentido, se expande dañinamente y socava las bases de todo sistema político y social. El mal enquistado en las estructuras tiene un fuerte potencial de muerte y disolución (n. 59). Critica la teoría del fin de la historia del ideólogo norteamericano del capitalismo, Francisc Fukuyama, ya que, a el juicio de Francisco, estamos muy lejos de las condiciones de un desarrollo sostenible y en paz. 

Nuevas formas de pobreza y de vulnerabilidades humanas (nn. 210 ss). Francisco se refiere a las personas sin techo, tóxicodependientes, refugiados, pueblos indígenas, migrantes, trata de personas, mujeres doblemente pobres, niños por nacer, los más indefensos e inocentes, la creación entera (n. 213). 

Desafíos 

            Los principales desafíos a los que nos enfrentamos son (nn. 63-67): la cultura de la apariencia, de lo superficial, de lo provisional; el deterioro de las raíces culturales y la falta de respeto de la fisonomía cultural de los pueblos del Sur por mor de una globalización culturalmente uniformadora impuesta por el Norte; la proliferación de los nuevos movimientos religiosos, algunos con tendencia al fundamentalismo; la  reducción de la Iglesia al ámbito privado; la superficialidad en el planteamiento de las cuestiones morales; la profunda crisis cultural de la familia; el individualismo posmoderno y globalizado, que afecta a todas las culturas y cosmovisiones, debilita los vínculos sociales y desnaturaliza los vínculos familiares. La alternativa es una educación crítica y en valores

Francisco se refiere también a los desafíos de la inculturación de la fe (nn. 68-80), en  cuya respuesta sigue la hoy superada teoría de las “semillas del Verbo” y propone la necesidad de evangelizar las culturas para inculturar el Evangelio y purificar y madurar las culturas y los grupos sociales (n. 69); fomentar y acompañar la riqueza existente en los pueblos de tradición católica; procurar nuevos procesos de evangelización de la cultura en los pueblos de otras tradiciones religiosas o secularizados; sanar ciertas debilidades de las culturas populares de pueblos católicos: alcoholismo, machismo, violencia doméstica, creencias fatalistas y supersticiosas con recurso a la brujería, cuyo mejor punto de partida para su sanación es la piedad popular. 

            La parte dedicada a la inculturación de la fe es, a mi  juicio, la más débil y discutible porque responde a una concepción cristiano-céntrica de la fe, que es corregida, en buena medida, por el planteamiento más inter-cultural e interreligioso que hace en otros apartados de la Exhortación pastoral ( nn. 115, 131,  250-254). 

Reflexión teológica y juicio ético 

            La reflexión teológica está muy en sintonía con la TL y se articula en torno a la opción por los pobres (198 ss), que es una categoría teológica antes que sociológica, cultural filosófica o política, y de la que ofrece una sólida fundamentación bíblica, basada en el Éxodo, los Profetas y Jesús de Nazaret. Existe un vínculo inseparable entre la fe y los pobres, a quienes nunca podemos dejar solos,  la confesión de la fe y el compromiso social, la evangelización y la promoción integral. La consecuencia de dicho vínculo es el compromiso de los cristianos en la construcción de un mundo mejor. Esto exige no relegar la religión al ámbito privado, sin influencia social, sino activar las dimensiones liberadoras en el espacio público y en todas las esferas de la existencia humana, sin caer en la confesionalización de la realidad. 

El juicio ético de Francisco es contundente: “el sistema social y económico es injusto en su raíz” (n. 59); la crisis es el resultado de un capitalismo salvaje dominado por la lógica del beneficio a cualquier precio; “la iniquidad es raíz de los males sociales” (n. 202) y genera violencia. 

            La Exhortación coloca en el centro de su mensaje las palabras que molestan al sistema neoliberal: ética, solidaridad mundial, distribución de bienes, preservación de las fuentes del trabajo, dignidad de los débiles, Dios que exige un compromiso con la justicia (nn. 188-190, 203). La dignidad de la persona y el bien común son los criterios que  deben estructurar la vida económica. Especial importancia concede a la palabra “solidaridad” que corre el riesgo de ser eliminada del diccionario y que, para los mercados, es “una palabra incómoda, casi una palabrota”. Para Francisco, la solidaridad: 

– “Es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad”. 

            – “Supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos” (n. 188). 

            – Es “una reacción espontánea de quien reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada”. La única justificación de la propiedad privada de los bienes es cuidarlos y acrecentarlos para un servicio mejor al bien común (n. 189). 

            – Es la decisión de devolver a los pobres lo que les pertenece. 

            Francisco critica la utilización de los derechos humanos como justificación para la defensa exacerbada de los derechos individuales o, peor todavía, de los derechos de los pueblos más ricos. 

2.4. Propuestas 

            La respuesta al problema de la pobreza en el mundo exige como condiciones necesarias: 

-entender y aplicar la economía como “el arte de alcanzar una adecuada administración de la casa común, que es el mundo entero” (n. 206). 

            – interacción y actuación coordinada de todos los gobiernos en favor del bien común. Cada vez son más difíciles las soluciones locales porque las contradicciones son globales. 

            -No confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. 

            -Atacar las causas estructurales de la inequidad. 

            – Renunciar a la autonomía absoluta de los mercados

  – Crecimiento en equidad, que no se reduce al crecimiento económico, sino que  requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, creación de fuentes de trabajo y promoción integral de los pobres”, que vaya más allá del asistencialismo. 

La Exhortación fundamenta las anteriores propuestas en una serie de principios para para construir un mundo en paz, justicia y fraternidad (221 ss): 

  1. a) Superioridad del tiempo sobre el espacio: trabajar a largo plazo, privilegiar los tiempos de los procesos sobre los espacios de poder, tener convicciones claras y tenacidad, frente a la ansiedad. 
  1. b) Prevalencia de la unidad sobre el conflicto: no esquivar el conflicto, sino asumirlo, sin instalarse en él; resolverlo y transformarlo en eslabón de un nuevo proceso; superar el conflicto en una nueva síntesis; trabajo por la paz; pacto cultural, que consiste en armonizar las diversidades, hasta dar con una diversidad reconciliada 
  1. c) Conceder mayor importancia a la realidad que a la idea: no disociación, sino diálogo constante entre la realidad y la idea; la realidad debe estar iluminada por la razón. 
  1. d) Superioridad del todo sobre la parte. 
  1. e) Compaginar lo global y lo local: glocalización 

.           f) Trabajar en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia. El modelo a tener presente es el poliedro, figura geométrica en la que confluyen todas las parcialidades. 

            Los peligros a evitar son los siguientes: el ocultamiento de la realidad, los purismos angelicales, la absolutización de lo relativo, el nominalismo declarativo, el intelectualismo; el universalismo abstracto y globalizante y el folklorismo de ermitaños localistas. 

El texto es una reelaboración del capítulo que dedico a la teología de la liberación en mi libro Teologías del Sur. El giro descolonizador (Trotta, 2021, 2ª ed,) 

40 Congreso de Teología

40 CONGRESO DE TEOLOGÍA: EL NEOLIBERALISMO MATA.

“NO PODÉIS SERVIR A DIOS Y AL DINERO”, 3-5 de septiembre de 202

Celebramos este año el 40 Congreso de Teología, tras un largo recorrido que iniciamos en 1981 y que solo hemos interrumpido el año pasado por mor de la pandemia, que ya ha costado casi tres millones y medio de personas muertas y cerca de ciento cincuenta millones de personas contagiadas, Para todas ellas nuestro recuerdo.

El tema del Congreso de este año, que celebraremos on line es “El neoliberalismo mata. No podéis servir a Dios y al dinero”. La primera parte del título está tomada de una afirmación del Papa Francisco, uno de los más severos críticos de este sistema económico de dominación, que ha calificado el neoliberalismo de injusto en su raíz. La segunda son palabras de Jesús de Nazaret, quien declara la incompatibilidad entre Dios y el dinero con total contundencia: “Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y al otro no le hará caso. No podéis servir a Dios y al dinero” (Mateo 6,24). Seguir leyendo