Cuaresma y Sinodalidad: convertirse es escuchar

“Sinodalidad es encuentro, escucha y discernimiento” (Papa Francisco)

Shemá Israel, «Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno». Es la plegaria más sagrada del judaísmo… Escuchar a Dios, es encontrarse finalmente con Jesús, su Palabra hecha Carne, para discernir el sentido de la vida desde su Misericordia.

…una Iglesia postridentina definida solo por la pureza de su doctrina, la tradición de sus ritos y el poder sacralizado de sus jerarquías, no es pueblo de Dios …No puede ser que la voluntad salvífica de Dios, tenga tantos filtros burocráticos humanos que excluyen… sin escuchar a las perso as reales y los procesos históricos, como lo hacía Jesús. 

Ser Pueblo es la respuesta al pecado estructural del mundo. Es la propuesta sistémica de la Gracia en la historia.  Una propuesta en la que el mal del desinterés por el otro, ha sido vencido por el encuentro, la escucha y el cuidado.  De lo contrario toda respuesta al mal es solo biográfica, anecdótica y sentimental.

“la cultura eclesial es ajena a los procesos históricos reales de los pueblos porque se preocupa por la conquista y conservación de sus espacios religiosos, pero no conecta realmente con los padecimientos y esperanzas del hombre concreto en su historia secular –que en su mayoría no es el sujeto ilustrado, sino el popular–“(R. Tello)

Por Guillermo Jesús Kowalski

Escuchar a Dios

Estamos transitando la cuaresma, el tiempo de escucha por excelencia. Jesús va al desierto para escuchar y discernir, también nosotros vamos con Él para acallar los ruidos que nos confunden y nuestro corazón escuche su Voz porque:  la palabra que sale de mis labios no vuelve a mí sin producir efecto (Isaías 55:10), “la palabra de Dios es viva y eficaz…cortante y poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón”.(Heb 4,12)

Shemá Israel, «Escucha, oh Israel, el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno» (Dt 6,4 ). Es la plegaria más sagrada del judaísmo. Es recitada al final de la oración de Yom Kipur, el día más sagrado del año, y tradicionalmente son las últimas palabras antes de morir. Es la proclamación del único Dios y la renuncia a los ídolos o falsos dioses que nos acechan constantemente.

Es la escucha al Dios que habló a su pueblo con una palabra eficaz, liberándolo de la esclavitud, acompañándolo por el desierto, dándole su ley y enviando a los profetas para que esa ley estuviera siempre viva y no se convirtiera en letra muerta manipulable por los “dueños” de la religión y las idolatrías del mundo.

Escuchar a Dios, es encontrarse finalmente con Jesús, su Palabra hecha Carne, para discernir el sentido de la vida desde su Misericordia.

Escuchar al Pueblo de Dios

Dios habla a su Pueblo y habla a través de su Pueblo.

El Concilio vaticano II prefiere para la iglesia el nombre de Pueblo de Dios, de raigambre bíblica en vez de otras más racionalistas como “sociedad perfecta” o “institución”. No es una invención humana, Cristo nos ha hecho Pueblo: “vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia”.(1 Pd 2) Porque hemos sido misericordeados podemos compartir un Pueblo.

La escucha es un don de Dios nos da, pero no es un ejercicio individualista …el destinatario siempre es el Pueblo de Dios. Ser imagen y semejanza de Dios es ser persona y pueblo. El grito del pueblo es el contenido prioritario de la escucha, no una “cultura” eclesial clerical con sus costumbres, gustos, méritos y prerrogativas.

La visión postridentina fue un modelo de comunidad cristiana desde su ser en sí y para sí –lo que critica Francisco como una Iglesia autorreferencial– desde elementos visibles que expresaban su unidad genético- estructural (confesión de fe, sacramentos, legítimos pastores).

“Pueblo de Dios” es una invitación abierta a todos, no un sistema de exclusión para los que no se someten a mi secta devocional. Por eso, una Iglesia que sea definida solo por la pureza de su doctrina, la tradición de sus ritos y el poder sacralizado de sus jerarquías, no es pueblo de Dios si bien pudo haber sido la definición tridentina defensiva de “verdadera” iglesia “sin la cual no hay salvación”, desde el siglo XVI hasta el Vaticano II. No puede ser que la voluntad salvífica de Dios, tenga tantos filtros burocráticos humanos que excluyen … sin escuchar y comprender a las personas reales y los procesos históricos, como lo hacía Jesús. 

El Pueblo de Dios comparte muchos rasgos humanos de todo pueblo, sus riquezas, pero también sus frustraciones y dolor, no es una sociedad perfectita de libro. Por eso puede acompañar desde dentro a todos los hombres, porque porta la experiencia de la Misericordia de Cristo que transforma la cruz en resurrección, que da esperanza para recomponer lo que estaba perdido, para acoger al que nadie le interesa pero que es valiosísimo para el Padre.

Ser Pueblo de Dios es la respuesta al pecado estructural del mundo. Es la propuesta sistémica de la Gracia en la historia.  Una propuesta en la que el mal del desinterés por el otro, ha sido vencido por el encuentro, la escucha y el cuidado. Sin Pueblo, toda respuesta al mal es solo biográfica, anecdótica y sentimental. Lo particular queda aislado y estéril, no se reconcilia con lo universal.

Sin embargo, muchos nostalgiosos siguen poniendo el énfasis sólo en una conversión individual inspirada en el modelo de cristiandad homogénea de otra etapa histórica, la ilusión de un reino de Dios «ya realizado en otra época», en una estructura socio-política-económica cerrada de unos pocos en un mundo de muchos excluidos y otros quemados en la hoguera. 

La sinodalidad es el ejercicio de la escucha del Pueblo de Dios, donde cada persona es atendida como única. Es el llamado de un Papa que ha reformulado el sentido participativo con el que Jesús fundó la Iglesia para ser instrumento del Reino de Dios y no una secta conducida por un grupito de clérigos. Cuando lo escuché por primera vez, pensé que era otro artificio de participación, como tantas veces… para que todo siga igual. Pero me ido dando cuenta que Francisco ha iniciado un proceso que sabe que seguirá por mucho tiempo y que hará superar el actual estado inerte y retrógrado de grandes áreas eclesiales anquilosadas en pequeños intereses de grupo.

Escuchando al pueblo podremos respirar en él la voz de Dios. Ese sensus fidei supera un concepto teológico, es el rostro de Jesús mismo en el clamor del pueblo. Es escuchar a Dios en la Historia, en los pobres, que recibieron de Jesús el «título de propietarios» del Reino en el sermón de las bienaventuranzas. Solo saliendo de nuestros espacios cerrados y seguros podremos ir al encuentro de ese pueblo de Dios que grita, espera y tiene mucho que decir.

El camino hacia una iglesia sinodal no se produce por documentos sino en un camino de escucha compartida, en discernir juntos por los nuevos caminos posibles para cada realidad. No puede ser una escucha prefabricada de los pocos elegidos de siempre o un mero reporte de diagnósticos moralistas, que ya los conocemos. Es una experiencia de apertura a la realidad de los otros, especialmente los pobres y excluidos que tienen mucho que aportar. Para ello hay que vencer la comodidad del discurso único de nuestro grupito y estar dispuesto a navegar mar adentro, hacia los otros y distintos que cuanto más lo son, mejor nos introducen en el poliédrico misterio de Dios.

La escucha es el corazón del proceso sinodal, inspirada por el Espíritu y para la cual hemos de convertirnos porque “el que no nace de nuevo no puede ver el Reino de Dios” (Jn 3, 3)

poliedroyperiferia@gmail.com 

TRES VERBOS PARA ESTA CUARESMA

En esta Cuaresma quisiera invitaros a reflexionar sobre tres verbos que nos pueden acompañar durante este camino que lleva a la Pascua. Estos verbos son: volver, mirar y amar.

El miércoles pasado, con el rito de la imposición de la ceniza, iniciábamos el tiempo de Cuaresma. Este tiempo litúrgico es un itinerario de cuarenta días en el que podemos experimentar, de una manera especial, que Dios nos ama. Él siempre nos está buscando y no deja de hacerlo hasta que nos encuentra. Ojalá que estos días escuchemos la voz de Dios que nos pide: «Convertíos a mí de todo corazón.» (Jl 2,12).

En esta Cuaresma quisiera invitaros a reflexionar sobre tres verbos que nos pueden acompañar durante este camino que lleva a la Pascua. Estos verbos son: volver, mirar y amar.

Volver: en el Antiguo Testamento, cuando se habla de la conversión se suele utilizar una palabra hebrea que significa «volver». Este verbo lo encontramos en un precioso texto del segundo capítulo del libro del profeta Oseas. Oseas explica que Dios ama a su pueblo apasionadamente. Sin embargo, este amor no es correspondido. Pese a esto, Dios jamás pierde la esperanza de que algún día su pueblo regresará a Él. Para ello lo invita a volver a la fe que vivió en el desierto durante el tiempo del éxodo de Egipto. También a nosotros nos puede pasar lo mismo con Dios. Él nos ama de todo corazón, pero no siempre le correspondemos. Dios nos invita a volver a Él para ofrecernos su amor y compartir con nosotros su alegría. Dios no se cansa nunca de perdonarnos.

Mirar: Dios nos invita a mirar como Jesús miraba. Solo así vemos a cada ser humano, especialmente a aquel que es más vulnerable, como un regalo para nuestra vida. Dice el profeta Samuel que el hombre ve solo lo que está delante de sus ojos y que, en cambio, el Señor mira el corazón (cf. 1Sam16,6). Así nos contempla Jesús. Su mirada siempre va más allá de las apariencias. Él nos ve como frágiles vasijas de barro que, a través de sus grietas, dejan ver el amor de Dios. 

Amar: estos días de Cuaresma podemos orar y pedir a Dios que purifique nuestro corazón para que podamos amar a los demás como lo hacía Jesús. El apóstol Pablo nos lo dice con estas bellas palabras: «Tened entre vosotros los mismos sentimientos de Cristo» (Flp 2,5). Los evangelistas recogen en muchas ocasiones el amor incondicional de Jesús por sus discípulos. Él les ama fielmente a pesar de sus caracteres, sus errores, sus impaciencias, sus dudas, su abandono e incluso su traición.

Queridos hermanos y hermanas, la Cuaresma es un tiempo privilegiado para orar con más intensidad, para estar más atentos a la Palabra de Dios, para «ayunar» de todo aquello que nos separa de Dios y para dedicar tiempo y dinero a nuestros hermanos más necesitados. Salgamos de nosotros mismos para ir en busca de aquel que nos necesite. Roguemos a María que nos guíe en este camino cuaresmal, que ella nos anime a conocer y amar cada día más a Jesucristo, muerto y resucitado.

La Buena Noticia del Dgo. 2º Cuaresma-A

Una luz en el camino

Mt 17, 1-9

“Este es mi Hijo amado, escuchadle”

 La transfiguración de Jesús es la transfiguración del ser humano. Jesús quiere dejar muy claro que el final de todo es el triunfo de la vida, de la plenitud de la vida. Se oye una voz: “Este es mi Hijo amado, escuchadle”   Esta voz, dicha desde la nube, manifiesta la identidad de Jesús y también la identidad de todo ser humano.  Jesús es el Hijo amado, pero todo ser humano es también “hijo amado”.  Jesús es el único al que hay que escuchar.  En estos tiempos difíciles necesitamos, más que nunca, vivir escuchando a Jesús, el Señor.

Lectura de la Palabra:

Mateo 17,1-9

                                                                        Su rostro resplandecía como el solEn aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro,a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.»

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»

Comentarios a la Palabra:

Cristo es el camino por el que los caídos se convierten a Dios

Por | Luis Van de Velde

Monseñor Romero dice[1]: “Eso es lo que se llama el misterio pascual, la Pascua que es muerte y resurrección.   Hacia esa Pascua camina la Cuaresma, camina el cristianismo. Toda su vida, toda su historia, caminando hacia la cruz y hacia la resurrección. Por eso, hermanos, no nos debe extrañar que una Iglesia tenga mucho de cruz porque si no, no tendrá mucho de resurrección. Una Iglesia acomodaticia, una Iglesia que busca prestigio sin el dolor de la cruz, no es la Iglesia auténtica de Jesucristo. ….Cristo es el camino por donde los hombres caídos se convierten a Dios. Desde Abraham, pues, ha comenzado el capítulo de la conversión: conversio ad Deum, conversión hacia Dios.  Cristo con su cruz y su pasión no hace otra cosa que llamar a los hombres a su verdadera grandeza como hombres y como sociedad.” 

En este segundo domingo de Cuaresma, escuchamos en la liturgia el evangelio sobre la experiencia de fe de la transfiguración de Jesús.  Es un tema cercano al corazón de Monseñor Romero porque también es el evangelio del 6 de agosto, cuando se celebra la fiesta patronal de San Salvador y  de El Salvador: «El divino Salvador del mundo».   En esa fiesta anual, anunciaba también sus importantes cartas pastorales.

En este testimonio evangélico, leemos la clara llamada y advertencia de Jesús a los discípulos presentes: «No hablen a nadie de lo que han visto antes de que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».  Podemos decir: no se limiten a hablar sencillo y jubilosamente de la resurrección, de la Pascua; no entenderán cuando guarden silencio sobre la cruz y el sufrimiento; y nadie los entenderá cuando proclamen la resurrección, sin hacer la conexión directa con lo que precedió: el martirio brutal en la cruz.

«Cristo, con su cruz y su pasión, no hace más que llamar a los hombres a su verdadera grandeza como seres humanos y como sociedad».  El misterio pascual se convierte entonces en esa llamada a la conversión a la auténtica humanidad, tanto individual como social.   Eso es la conversión a Dios: que lleguemos a ser plenamente humanos, hijos de Dios, a su imagen y semejanza.   Y el camino hacia esa Pascua es un camino de cruz.

No en vano el mismo evangelista Mateo plantea la cruz de la persecución desde el principio de su Evangelio.   La narración dice que Herodes quiere matarlo y que María, José y el niño huyen para escapar, mientras los niños pequeños son asesinados con la brutal idea de que lo maten a él también.   Las palabras de Jesús y sobre todo sus acciones provocan acusaciones en nombre de la verdadera religión y de las leyes religiosas.  Las diversas autoridades judías (saduceos, herodianos, fariseos, escribas, (sumos) sacerdotes, ….) quieren echarlo de la ciudad, eliminarlo, matarlo. No les tiembla el pulso a la hora de seguir el juego al opresor romano para llevar a cabo ese diabólico plan.  Los 4 evangelios nos traen su testimonio sobre ese último trozo de la vida de Jesús.  Incluso a sus discípulos más cercanos les costó tanto entender su forma de actuar, sus obras, que le traicionaron (Judas), le negaron (Pedro) y huyeron.   Se cuenta que sólo Juan, su madre y algunas mujeres habían permanecido lo más cerca posible de la cruz.   Este camino continuo “hasta la muerte brutal” -que debió haber sido una opción permanente para que Jesús fuera fiel a su misión divina- se rompe de repente: ¡está vivo!.  Algunas mujeres fieles y sus discípulos cercanos experimentan que Él está vivo, que les perdona y les llama a dar testimonio de Él.

Pues bien, ésa es la misión de la Iglesia, pero su camino también será siempre la Pasión de Jesús.  «Por eso, hermanos, no debe extrañarnos que una Iglesia tenga mucho de cruz, de lo contrario no tendrá mucho de resurrección».    Allí donde la Iglesia hace lo que Jesús hizo, allí donde la Iglesia elige a aquellos por los que Jesús eligió, allí donde la Iglesia habla como Jesús habló, allí donde abre los oídos, cura las heridas, se levanta para que los hambrientos puedan vivir, se preocupa por los emigrantes (los extranjeros), por los marginados (viudas y huérfanos), cuida de los detenidos,…. esa Iglesia también llevará su cruz, hasta el final.    Monseñor Romero nos lo dice hoy: si una Iglesia no sufre la cruz (de la persecución, la acusación, la denuncia, la exclusión, el exilio y… la muerte), tampoco tendrá mucho de resurrección. No debe sorprendernos que la Iglesia sufra así por su compromiso con el camino de Jesús.  Esa era la realidad cotidiana de la Iglesia en tiempos de Monseñor Romero en El Salvador.  En la mayoría de los países latinoamericanos, esa ha sido una historia de salvación tan importante.

«Cristo es el camino por el que los caídos se convierten a Dios«, dijo monseñor Romero.  El camino de Jesús a través de la Cruz es el camino hacia Dios.  Jesús nos enseñó lo que significa vivir como imagen y semejanza de Dios.  Jesús es la presencia de Dios en nuestra historia humana. En Jesús se nos aclara lo que significa vivir como Dios en la historia.  También nosotros estamos llamados a la conversión en esta Cuaresma para recorrer ese camino de Jesús conscientemente, hoy, en esta historia concreta de comienzos del siglo XXI, con las guerras brutales (ahora también cercanas), con la pandemia y la crisis energética, con la alta inflación y la pobreza creciente,… No podemos estar presentes en todas partes, pero cada uno de nosotros está invitado y desafiado a recorrer el camino de Jesús en un compromiso y solidaridad muy concretos sirviendo y cuidando a los pequeños.

Durante esta temporada de 40 días, se nos recuerda que ese camino de Jesús pasa por la cruz y conduce a ella.  Basta ver todo lo que le sucedió a Jesús en respuesta a su presencia liberadora y sanadora.  La liturgia de la Semana Santa nos trae las narraciones creyentes de la pasión.   ¿Nos reconocemos en ellos?  «Por lo tanto, hermanos y hermanas, no debemos sorprendernos si una iglesia sufre por la cruz, si no, no tendrá mucha resurrección».  Si un cristiano, una comunidad cristiana, una iglesia no pasa por la cruz de Jesús, algo va profundamente mal, y «no tendrá mucha resurrección».   Una iglesia de resurrección sólo podrá nacer de la cruz histórica como resultado de las opciones evangélicas que se nos permitan y estemos dispuestos a hacer.  Esa es nuestra esperanza. Eso es en lo que confiamos.

Algunas preguntas para nuestra reflexión y acción personal y comunitaria.

¿En qué parte del mundo vemos cristianos, iglesias perseguidas por causa del Evangelio? ¿Cómo nos relacionamos con ellos?

¿Cómo experimentamos hoy que el camino de Jesús choca con la normalidad de nuestra sociedad occidental? ¿Cuáles son nuestras propias experiencias de «cruz» por el Evangelio?

¿De qué manera damos hoy testimonio de la resurrección de entre los muertos, resurrección a través de la cruz? ¿Cómo podemos fortalecernos y animarnos mutuamente en este sentido?

[1] Homilías de Monseñor Oscar A. Romero.  Tomo III – Ciclo A,  Uca editores, San Salvador, primera edición 2005, p. 284

Testigos de la Palabra

Homilía de Rutilio Grande en Apopa (13.02.1977)
“¡Es peligroso ser cristiano en nuestro medio! Prácticamente es ilegal ser cristiano auténtico en nuestro país. Porque necesariamente el mundo que nos rodea está fundado radicalmente en un desorden establecido, ante el cual la mera proclamación del Evangelio es subversiva…
…¡Muchos prefieren el Cristo de los meros enterradores o sepultureros!
Un cristo mudo y sin boca para pasearlo en andas por las calles. Un Cristo con bozal en la boca. Un Cristo fabricado a nuestro propio antojo y según nuestros mezquinos intereses.
¡Este no es el Cristo del Evangelio! ¡Este no es el Cristo joven, de 33 años, que dio su vida por la causa más noble de la humanidad.

Lo que Romero dijo de Rutilio

La verdadera grandeza del P. Grande

 “La grandeza del hombre no es tener títulos, riquezas, dinero, ni es ir a la gran ciudad; sino que la verdadera grandeza es ser más hombre, ser más humano.Por eso cuando Rutilio llega a la plenitud de la humanidad suya, lo encontramos de vuelta para El Paisnal. En vísperas de un día de la fiesta patronal del pueblito, viene para acá, con el cariño del hombre que ha crecido en su corazón, pasando por universidades y por libros y estudios; aquel hombre ha comprendido que la verdadera grandeza donde lo ha conducido toda su inteligencia, su vocación, todo, no está en haberse ido de aquí para ser más rico en otro pueblo, sino en volver a su pueblo, amando a los suyos, siendo más hombres. Esto es la verdadera grandeza. El verdero desarrollo no consiste en tener más, sino en ser más y Rutilio fue lo que empezó a ser aquí, lo desarrolló lógicamente hasta ser el hombre que nosotros estamos recogiendo sus enseñanzas” Homilías 05.03.1978

Penitencia Cuaresmal, Camino Sinodal

Penitencia Cuaresmal, Camino Sinodal

Por| Ana Bou

Quiero hacer hincapié en la última parte de este título: “Camino sinodal”.

Los cristianos hemos sido convocados en sínodo, es decir: en común-unión desde octubre de 2021, donde todos, como cristianos bautizados, debemos caminar al unísono. Cualquier cargo o responsabilidad no es para engrandecerse, sino para envilecer, servir…Eso es lo que el Papa nos repite sin cesar y lo tenemos bien claro en filipenses 2: “se humilló”, quiso ser uno de tantos, igual que los demás…

Comenzamos la Cuaresma precedida del miércoles de ceniza. Un camino que la Iglesia, nosotros, estamos llamados a recorrer juntos, como los apóstoles, no en solitario. Y para ellos se nos ofrece un método y un estilo.

No es un tiempo de preceptos ni ritos. No nos quedemos en que no hay que comer carne y hay que hacer sacrificios, como si fuera un tiempo de oscuridad y flagelación.

Quizá el ayuno que se nos está pidiendo, son las bienaventuranzas. Sé honrado, Sé justo, aprende a escuchar, “pierde” tu tiempo con el hermano etc, etc…

Caminemos en esa línea, hagamos una Cuaresma vestida de misericordia. ¿Qué nos dice Mt 12,7? “misericordia quiero y no sacrificios”…

No podemos seguir dando rodeos y pasar de largo como lo hicieron el sacerdote y el levita. Si podemos curar una herida, acompañar una soledad, o prestar un servicio, no pasemos de largo, ¡hagámoslo!…

Éste es el camino que nos llevará a la Pascua, no el no comer carne o ir por la vida creyéndonos alguien. No olvidemos que solo nos examinaran del amor, de nada mas…

Caminemos con los que tenemos al lado, porque nuestro camino es sinodal…

Una Cuaresma sinodal

Czerny: “La conversión y el carácter comunitario de la vida humana pueden ser algo maravilloso para este mundo roto”

El prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral ha participado en la presentación del mensaje del Papa para la Cuaresma 2023

El Vaticano ha presentado este viernes el mensaje del papa Francisco para la Cuaresma 2023 en una rueda de prensa en la que han participado el cardenal Michael Czerny, prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral; Walter Magnoni, jefe de la comunidad pastoral de Nuestra Señora de Lourdes en Lecco; y Sandra Sarti, presidenta de Ayuda a la Iglesia Necesitada Italia.

“Rara vez conectamos la Cuaresma y la belleza, pero eso es lo que el papa Francisco nos invita a hacer en el mensaje que presentamos hoy”, ha asegurado Czerny. Asimismo, ha subrayado que el mensaje, titulado ‘Ascesis cuaresmal, un camino sinodal’, presenta “dos desafíos al sentido común”: el primero, “que la belleza nace del cambio, o más bien del esfuerzo de repensarse, en lenguaje bíblico, de la conversión”; el segundo, “que la belleza es una experiencia colectiva, íntima sí, pero no privada. En lenguaje eclesial, que sea una experiencia sinodal”.

“Así, cuando en Cuaresma trabajamos sobre nosotros mismos -experimentando una ascesis- deseamos que aumente la luz, que aumente la alegría. Esperamos la luz del cambio y la alegría colectiva”, ha apostillado el purpurado.

“Estamos angustiados por hechos dramáticos”, ha continuado. “La situación que siguió a la pandemia aún es incierta. La guerra en Ucrania no parece haber terminado y es solo una entre docenas de otras, quizás entre todas la que más claramente revela cuánto está expuesto el mundo entero al peligro de destrucción”. Además, “el devastador terremoto de Turquía y Siria nos recuerda las numerosas catástrofes naturales de una creación que parece gritar, que gime y sufre. Una idea primitiva de la divinidad sugeriría recurrir a sacrificios y penitencias para apaciguar las fuerzas que nos dañan. Esta no es la Cuaresma de los cristianos, que más bien confiesan a Cristo como luz del mundo y se orientan hacia él”.

Respuesta a un mundo roto

Por ello, en el mensaje de este año, Francisco “aborda estas consideraciones recurriendo a lo que san Ignacio llamó la ‘composición de lugar’, es decir, el ejercicio de la imaginación que hace que nos identifiquemos con la situación descrita”.

“Por supuesto, esto nos lleva a pensar en las dificultades de todos aquellos que sufren y viven sus vidas como una escalada demasiado empinada”, ha asegurado Czerny. “Y podríamos preguntarnos si no es nuestra indiferencia lo que hace que su viaje sea más difícil. La Iglesia quiere ayudar a quitar los obstáculos y las cargas que impiden el desarrollo humano, la vida en abundancia”.

“Otro tema de este año, al que se refiere explícitamente el Papa Francisco, es el esfuerzo de ser Iglesia sinodal. O más bien, el esfuerzo de convertirse en uno: es como una larga subida”, ha concluido. “Por tanto, debemos comprender que el cambio de mentalidad -la conversión- y el carácter comunitario de la vida humana son labores bienaventuradas, de las que depende ‘algo maravilloso y sorprendente’ para este mundo roto”    

— Por Elena Magariños

Ascesis sinodal

por José Francisco Gómez Hinojosa


El próximo miércoles, con el rito de la Ceniza, comienza la Cuaresma. Ya es tradicional que el Papa en turno nos obsequie un mensaje, para acompañarnos en todo el camino hacia la Pascua. Este año, Francisco de Roma parte del evangelio que reflexionaremos el segundo domingo de la Cuaresma, y que alude a la Transfiguración de Jesús.

Nos dice Bergoglio que en este tiempo “se nos invita a ‘subir a un monte elevado’, junto con Jesús, para vivir con el pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis”. Afirma que “el camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta una transfiguración personal y eclesial”. La invitación papal es practicar la ascesis cuaresmal-sinodal para llegar a esa transformación.

Como esta palabra -ascesis-, de acuerdo a la definición propuesta por la RAE, denota las “Reglas y prácticas encaminadas a la liberación del espíritu y el logro de la virtud”, corremos el riesgo de interpretarla como los clásicos sacrificios cuaresmales, que hacemos desde niños, y que casi siempre consisten en alguna privación. Dejar de fumar, abstenernos de refrescos o alcohol, evitar las series o películas y hasta suspender nuestra creciente adicción a galletitas y chocolates, claro, por sólo 40 días para volver a las andadas, han sido en muchos casos los propósitos para las semanas de privaciones que se avecinan.

¿Y si en vez de esos mini-tormentos le tomamos la palabra al papa Francisco y aplicamos la ascesis al proceso sinodal en marcha? Van algunas posibilidades. Cuatro.

o: EFE/EPA/VATICAN MEDIA

Abstenernos de escuchar sólo lo que nos gusta o conviene, y abrir nuestros oídos. El sínodo ha convocado a la participación de muchas personas, como nunca en la historia, y es preciso que escuchemos lo que ellas han dicho, aún a costa de contrastar con nuestras certezas.

Dejar de hablar como sabios y entendidos, permitiendo que los demás tomen la palabra. Estamos acostumbrados, sobre todo los clérigos, a no soltar el micrófono, a pontificar con autoridad de cualquier cosa. Una buena dosis de silencio nos hará mucho bien… y a los fieles también.

Quitar el candado de nuestra mente, que nos impide abrirnos a diferentes formas de pensar y ver la vida. El proceso sinodal nos está enseñando que son muchas las visiones del mundo, y no podemos seguir encerrados en nuestra cómoda burbuja, ciegos a lo que sucede.

Desterrar de nuestro corazón los rencores y resentimientos, que en muchas ocasiones nos llevan a la venganza. Transfigurarnos como Jesús implica vivir en nuestras personas, para impactar en la sociedad, el paso -Pascua- de la muerte a la vida, culmen de la Cuaresma.

Pro-vocación

Por fin rompió el silencio. En el ángelus del pasado domingo, Francisco de Roma lamentó la condena del obispo nicaragüense Rolando Álvarez a 26 años de prisión, por parte del régimen Ortega-Murillo. En mi opinión, muy tibia, la reacción papal no alcanza el nivel de las críticas que todos los episcopados latinoamericanos, y algunos europeos, han levantado contra la actual dictadura nica. Pero bueno. Al menos hay un pronunciamiento. Conviene recordar que, si bien el Vaticano debe cuidar aspectos diplomáticos, también es la sede del Vicario de Cristo, que no tuvo empacho en denunciar las injusticias.

Recuperar la cuaresma

abstinencias cuaresmales de tabaco, de alcohol, de fútbol, de TV…, según las adicciones de cada cual

ayunar para ayudar. No simplemente para fastidiarse, como si a Dios le agradaran nuestros dolores (doctrina herética que aún enseñan algunos católicos)

Por | José Ignacio González Faus

Cuaresma significa cuarentena, una palabra de origen médico. La cifra de 40 aparece en relatos bíblicos (marcha del pueblo por el desierto o estancia de Jesús en él) que quieren mostrar cómo, a través de un período de esfuerzo y dificultad, se llega a una situación mucho mejor, llámesela tierra prometida o cercanía del reinado de Dios.

La cuaresma es pues una advertencia o recuerdo de que los humanos necesitamos periodos de confinamiento, o cuarentenas. Pues estamos sometidos a una complicidad con el mal que, aunque no anula nuestra bondad (que es lo más profundo de nosotros), es mucho más primaria y espontánea y suele llevarnos a mil disparates. Propongo llamarla hoy “pandemia original” evitando el discutible nombre de “pecado” original que le dio la tradición católica por culpa de Agustín.

La covid19 nos ha enseñado que (aunque cuesten) necesitamos esos tiempos de cuarentena, por el bien propio y de los demás. Desde esta lección elemental propongo una recuperación seria de dos prácticas cuaresmales tan elementales como sabias: ayuno y abstinencia. Ambas casi perdidas hoy: los musulmanes con su fidelidad al Ramadán nos dan lecciones en este punto.

Veamos cómo podrían recuperarse.

1.- La abstinencia tuvo mucho sentido cuando la gente casi no comía más que carne y la gota era una enfermedad de lo más normal. La pereza pastoral que a veces aqueja a la santa madre Iglesia hizo que esa norma perdurase cuando ya no tenía sentido y muchas gentes se “abstenían” los viernes rezando: “gracias a que la Iglesia es madre podemos comer hoy mariscos y langosta”… ¡Qué distinto sería si en dos o tres días de las semanas de cuaresma practicáramos otras abstinencias que habrá de determinarse cada cuál!: porque si a los niños pequeños se les dice que han de hacer esto o aquello, a los hijos mayores se les debe inculcar solo que han de hacer el bien; y ellos verán cómo.

Caben pues abstinencias cuaresmales de tabaco, de alcohol, de fútbol, de TV…, según las adicciones de cada cual. O en aquellas parejas donde la relación sexual sea efectivamente hacer el amor y no meramente follar, una abstinencia respetuosa de ese contacto, para luego realizarlo con más ganas y más amor. Cada cuál decidirá. Pero que sean de veras “abstinencias”

2.- Respecto al ayuno debemos recuperar un juego de palabras de la iglesia primera que suena aún más claro en castellano: ayunar para ayudar. No simplemente para fastidiarse, como si a Dios le agradaran nuestros dolores (doctrina herética que aún enseñan algunos católicos). Tampoco simplemente para perder peso. Sino porque la gran necesidad y el inmenso dolor de muchos hermanos nuestros no nos permite vivir del todo tranquilos. Uno o dos días a la semana sin casi probar bocado para entregar lo así ahorrado a Caritas o a Amnistía Internacional, o a entidades que ayudan a los sufrientes de este mundo.

He conocido dos casos de anorexia en muchachas (uno bastante serio). Y lo que más me impresionó no fue la equivocada percepción de aquellas chavalas sobre su figura, sino que se sometieran a aquel tormento porque creían que no gustaban bastante a los machos (esa concepción de la mujer, que tanto fomenta nuestra sociedad y que las feministas, en mi opinión, no acaban de combatir bastante). Pues bien, si se quiere, hablemos de una “anorexia espiritual” en cuaresma, que no se hace para estar yo más guapo sino para que otros estén un poco más sanos.

Por supuesto, esas prácticas tan aptas no recobrarán del todo su sentido si no van acompañadas de una seria reflexión o meditación (u oración) sobre su motivo: nuestra empatía y solidaridad con todos los sufrientes de este mundo que son hermanos nuestros; y nuestro encuentro con Dios en ellos.

Y, por descontado: lo dicho no significa que solo en Cuaresma hayamos de ser solidarios, sino que la Cuaresma existe para recordarnos que hemos de serlo siempre.

Catequesis para la Cuaresma:

                          ¿Qué es la cuaresma?

por Departamento Nacional de Animación y Pastoral Bíblica (CEA) 


                                         

Son los 40 días previos de preparación a la Pascua. La cuaresma consta de cinco domingos, comienza con el Miércoles de Ceniza y concluye en la mañana del Jueves Santo

¿Por qué cuarenta días? Es un número simbólico, cuyo significado se extrae de la Biblia:

Antiguo Testamento: evocan a los cuarenta días del diluvio, los cuarenta días y noches de Moisés en el Sinaí, de Elías que camina hacia el Horeb, los cuarenta años del pueblo elegido en el desierto, los cuarenta días después de los cuales Nínive sería destruida según la predicación de Jonás.

Nuevo Testamento: los cuarenta días en los que Jesús se retira al desierto para orar y ayunar, al final de los cuales combate y vence al diablo con la palabra de Dios (ver Mt 4,1-11; Mc 1,12-13; Lc 4,1-13).

Para los cristianos son como un sacramento del tiempo durante el cual toda la Iglesia, los que se preparan al bautismo y los penitentes que se han de reconciliar con motivo de la Pascua, tienen en la Cuaresma un tiempo de conversión y de gracia, un camino espiritual que recorren iluminados por el fulgor de la Pascua.

Por eso, en este tiempo se invita a todos los cristianos a realizar un constante camino catecumenal: un itinerario de escucha perseverante de la Palabra de Dios, que llama a una sincera conversión.

La oración, el ayuno y la misericordia

Son los resortes que hacen que la fe se mantenga firme, la devoción sea constante y la virtud permanente.

Estas tres dimensiones constituyen la vuelta a la completa reconciliación: la oración nos devuelve la comunión con Dios; la limosna y la caridad nos reconcilian con los hermanos; el ayuno, en cuanto dominio de sí, lucha contra las pasiones y, por la adquisición de una libertad espiritual, nos reconcilia con nosotros mismos.

 El Leccionario Dominical

Las lecturas del Antiguo Testamento se refieren a la Historia de la Salvación, que es uno de los temas propios de la catequesis cuaresmal. Cada año hay una serie de textos que presentan los principales momentos de esta historia, desde el principio hasta la promesa de la nueva alianza.

Las lecturas del Apóstol se han escogido de manera que tengan relación con las lecturas del Evangelio y del AT y que haya, en lo posible, una adecuada conexión entre las mismas.

Las lecturas del Evangelio están distribuidas de la siguiente manera:

Domingos primero y segundo: se ofrecen las narraciones de las tentaciones de Jesús en el desierto y de la Transfiguración del Señor, leídas según cada uno de los tres evangelios sinópticos (Año A: Mt, Año B: Lc y Año C; Mc).

Los tres domingos siguientes: para el Año A se han recuperado los evangelios de la samaritana, del ciego de nacimiento y de la resurrección de Lázaro (pertenecientes al evangelio según san Juan). Estos evangelios, por ser de gran importancia en relación con la iniciación cristiana, pueden leerse también en los Años B y C, sobre todo cuando hay catecúmenos.

El ciclo Dominical C (correspondiente a 2022)

Domingo 1º: La fe inicial de Israel (Dt 26,4-10); la fe en Cristo (Rm 10,8-13); Jesús tentado y vencedor (Lc 4,1-13).

Domingo 2º: La fe de Abraham y la Alianza (Gn 15,5-12.17-18); llamados a la transfiguración de nuestros cuerpos (Fl 3,17–4,1); Cristo transfigurado revelador del Padre, fundamento de nuestra fe (Lc 9,28b-36).

Domingo 3º: Un Dios que se revela como liberador (Ex 3,1-8a.13-15); también los cristianos aprenden del camino de los Padres de Israel por el desierto (1 Co 10,1-6.10-12); llamados a la conversión (Lc 13,1-9).

Domingo 4º: La Pascua en la tierra prometida, se renueva la Alianza (Jos 5,9a.10-12). llamados en Cristo a ser reconciliados (2 Co 5,17-21); Dios como un padre paciente espera la conversión del hijo (Lc 15,1-3.11-32).

Domingo 5º: Dios hace nuevas todas las cosas, en el futuro del hombre (Is 43,16-21); llamados a la resurrección (Flp 3,8-14); el perdón de la mujer acusada de adulterio (Jn 8,1-11).

Pbro. Gabriel Hernán Rodríguez

Comienzo del camino cuaresmal

¿Inicias el camino de forma empeñativa, o como respuesta a la gracia?

Miércoles de Ceniza

Comienzo del camino cuaresmal

 Durante la Cuaresma, desgranaré sucesivamente tres series de reflexiones. La primera tendrá relación con las profecías y veremos cómo se anticipan en la Biblia los días de la Pasión de Cristo. En la segunda me detendré en los Pasos de Pasión y en la iconografía que el pueblo cristiano venera con piedad. Y en la tercera seguiré las estaciones clásicas del Via Crucis, hasta llegar al Triduo Pascual. 

Profecía de la Pasión (I) 

“El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos. El Señor Dios me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado. Mi defensor está cerca, ¿quién pleiteará contra mí? Comparezcamos juntos, ¿quién me acusará? Que se acerque. Mirad, el Señor Dios me ayuda, ¿quién me condenará? (Isa 50, 5-9) 

Comentario 

Leyendo el relato de Isaías, contemplamos el proceso que sufrió Jesús en manos de los soldados, la noche del prendimiento. 

Al comienzo de la Cuaresma se nos llama a la conversión, pero cabe que reduzcamos este tiempo a prácticas ascéticas, que no es malo. El secreto del camino que emprende Jesús, que le llevará a la Cruz, nos lo revela el profeta: “Mirad, el Señor Dios me ayuda”. 

No deseo relativizar el sufrimiento que padeció Jesús en los días de su Pasión. Tenemos el testimonio de los mártires que admiraron hasta a los paganos por el modo en que murieron, gracias a la fuerza que recibieron de Dios. Jesús no fue un voluntarista sino que es el Hijo amado de Dios. Solo se puede entender la ofrenda del Crucificado desde la certeza del amor de su Padre. 

Pregunta 

¿Inicias el camino de forma empeñativa, o como respuesta a la gracia?

Comienza la Cuaresma

No desaprovechemos el tiempo!
“Mirad: Ahora es el momento favorable.
Ahora es el día de la salvación”
2 Cor 6,3b

Con el Miércoles de Ceniza comienza el tiempo de Cuaresma.
La Cuaresma es un tiempo especial que se nos ofrece para escuchar la Palabra de Dios, para reflexionar, para orar y para descubrir la voluntad de Dios sobre nosotros.
Es el tiempo para prepararnos a celebrar la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo.
No sólo recordarlo, sino vivirlo con él y vivirlo también con nuestros hermanos y hermanas.
La Parroquia quiere ser un espacio de encuentro con Dios, con uno mismo y con los demás para que aprovechemos bien este tiempo y ocuparlo en lo que más nos interesa:
               -el crecimiento en la vida cristiana
               -el conocimiento de Jesucristo y
               -la vivencia comunitaria de la fe