La «dictadura grosera» de Nicaragua

El Papa afirma que Nicaragua vive una “dictadura grosera” fomentada por el “desequilibrio” de Ortega

“El celibato en la Iglesia podría revisarse”, ha defendido Francisco en una entrevista con Infobae

“Con mucho respeto, no me queda otra que pensar en un desequilibrio de la persona que dirige. Ahí tenemos un obispo preso, un hombre muy serio, muy capaz. Quiso dar su testimonio y no aceptó el exilio. Es una cosa que está fuera de lo que estamos viviendo, es como si fuera traer la dictadura comunista de 1917 o la hitleriana del 35, traer aquí las mismas… Son un tipo de dictaduras groseras”. Así ha respondido el papa Francisco, durante su entrevista con Infobae, a la situación por la que atraviesa Nicaragua actualmente con la dictadura de Daniel Ortega.

El Papa ha hablado de muchos temas diferentes en esta amplia entrevista, en la que también ha revelado su deseo de “viajar a Argentina” y que nunca ha pensado en quién no le votó como Pontífice, hace ya 10 años. “Yo no me voté, eso estoy seguro”, ha dicho, “pero los demás no sé nada”.

El Papa también ha reconocido que “de vez en cuando” llora “a escondidas”. “En público una vez no pude reprimirme, fue por la guerra: estaba diciendo un discurso y ahí me salió eso, y no pude reprimirme. Pero a escondidas. Que los psiquiatras interpreten, yo no me interpreto”, ha explicado entre risas.

Acogida a todos

El Papa también ha recordado las veces que ha hablado sobre la acogida de las personas homosexuales en la Iglesia, y ha subrayado que, sobre esta (y otras) realidades, “la gran respuesta la dio Jesús: todos. Todos. Adentro todos. Cuando los exquisitos no quisieron ir al banquete: vayan ahí al cruce de caminos y llamen a todos. Buenos, malos, viejos, jóvenes, chicos: todos. Todos. Y cada uno resuelve sus posturas ante el Señor con la fuerza que tenga”.

“Esta es una iglesia de pecadores”, ha continuado el Papa. “La iglesia de santos no sé dónde está, acá somos todos pecadores. ¿Y quién soy yo para juzgar a una persona si tiene buena voluntad? Si es más bien de la pandilla del diablo, bueno, a defender un poquito. Pero hoy día se pone mucho la lupa sobre este problema. Creo que hay que ir a lo esencial del evangelio: Jesús llama a todos y cada uno resuelve su relación con Dios como puede o como quiere. A veces uno quiere y no puede, pero el Señor espera siempre”, ha aseverado.

En cuanto al celibato, ha recordado que en la Iglesia católica de rito oriental los sacerdotes “pueden casarse”. “El celibato en la Iglesia podría revisarse”, ha subrayado, llegando, incluso, a señalar que “el machismo es malo. Y a veces el celibato te puede llevar a ser machista”.

Asimismo, en cuanto a las resistencias y distintos pareceres dentro de la Iglesia, el Papa ha señalado directamente el caso “de algún obispo americano, uno muy conocido, que fue nuncio”. Así, apuntando previsiblemente a Carlo Maria Viganò, ha dicho que “uno no sabe si ese hombre es católico o no es católico, está ahí en el borde. Esas resistencias mal manejadas. En la Iglesia desde el inicio hubo resistencias”.

Exigir el restablecimiento de la democracia en Nicaragua

Los países deben exigir el restablecimiento democrático en Nicaragua, dice un experto

Edgardo Riveros Marín

Historia de Agencia EFE

Santiago de Chile, 18 feb (EFE).- La comunidad internacional debe activar todos los mecanismos, particularmente multilaterales, para exigir el restablecimiento de los principios democráticos en Nicaragua y el respeto a los derechos humanos de los nicaragüenses que han sido declarados apátridas, dijo a EFE el profesor de derecho internacional y constitucional de la Universidad Central de Chile, Edgardo Riveros Marín.

El experto, que fue vicecanciller de Chile entre 2014 y 2018, advierte que Nicaragua vive «en un contexto de dictadura» con el Gobierno del presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, donde «hay una persecución a los opositores políticos», expulsiones, desnacionalizaciones y decomiso de bienes inmuebles a los disidentes.

Ante este escenario, el especialista plantea que el sistema interamericano de protección de estos derechos no puede claudicar y más bien debe seguir actuando a través de sus órganos competentes, como la Comisión y el Tribunal Interamericano de Derechos Humanos.

«Las resoluciones de este último tienen fuerza jurídica vinculante y en tal sentido debe seguir exigiendo el cumplimiento de sus sentencias», explica.

También, en el marco de Naciones Unidas, el Consejo de Derechos Humanos debe ejercer sus atribuciones e implementar la resolución de marzo de 2022 que creó un grupo de expertos con el objeto de «emprender investigaciones exhaustivas e independientes de todos los presuntos abusos y violaciones de los derechos humanos cometidos en Nicaragua desde abril de 2018», indica.

«Ese grupo de expertos debe presentar su informe en marzo próximo. A partir de ello el Consejo debe emitir su pronunciamiento», recomienda.

URGE MOVILIZACIÓN DE AMÉRICA LATINA

A lo multilateral -continúa- debe agregarse la opinión y gestión de los gobiernos, «que en materia de derechos humanos deben tener siempre presente su condición universal, sin hacer depender su actitud -frente a violaciones flagrantes y sistemáticas- de la posición ideológica del gobierno violador».

A juicio del profesor de derecho internacional y constitucional, también es urgente movilizar a la sociedad civil y a las fuerzas políticas democráticas desde América Latina para que Nicaragua pueda volver a tiempos donde la ciudadanía se exprese en forma libre y soberana.

«Es preciso tener presente que los cambios van a depender básicamente de la evolución que tengan los acontecimientos en el plano interno de los Estados. Pero, en todo caso, la solidaridad internacional es imprescindible con aquellos que defienden los principios democráticos y la vigencia de los derechos humanos en los Estados que sufren violaciones sistemáticas a ellos, como es el caso de Nicaragua», razona.

«En esto puede ser eficaz la sumatoria de pronunciamientos no solo de las organizaciones internacionales y de los gobiernos, sino también de los partidos políticos, organizaciones no gubernamentales, foros especializados y entidades académicos, entre otros», valora.

ORTEGA «HA TRAICIONADO LA HISTORIA» DEL FRENTE SANDINISTA

Sobre lo que simboliza Ortega – un exguerrillero que luchó contra la dictadura de Anastasio Somoza Debayle que fue derrocada por la revolución sandinista, en julio de 1979 – en el mapa mundial, Riveros Marín, es enfático: ha traicionado la historia.

«A mi juicio simboliza la condición de un dictador que ha traicionado la historia de un movimiento del cual formó parte y que luchó contra una dictadura como la de Somoza. Sus ansias de poder han extremado su conducta y ha hecho lo posible, recurriendo a la fuerza, para permanecer en el poder», reflexiona.

«Como todo dictador, es refractario a los pronunciamientos de condena de la comunidad internacional ante las violaciones sistemáticas a los derechos humanos, alegando que se está violando el principio de no intervención en los asuntos internos», critica.

Con ello, advierte el experto, Ortega «pretende ignorar que dicho principio no opera en materia de derechos humanos, precisamente porque dichos derechos quedan fuera del concepto de jurisdicción interna de los Estados, entregándose a la comunidad internacional organizada, no solo la facultad sino el deber de actuar cuando en un Estado no se cumple con el deber de resguardo de ellos»

La dictadura de Daniel Ortega en Niaragua

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¿A qué esperan los obispos europeos para pasar de las palabras a los hechos y manifestarse ante las embajadas de Nicaragua en sus respectivos países? Y a los nuestros si les importa su hermano obispo ya tardan en hacer algo más que escritos y discursos. ¿No se les ocurre nada a las cabezas pensantes de nuestro episcopado para forzar su liberación y la de tantos disidentes? Promuevan una acción conjunta con el gobierno y la oposición para hacer algo, por favor.

Por José Luis Ferrando Lada

Eran tiempos de esperanza en toda Latinoamérica. El 17 de julio de 1979, el dictador Anastasio Somoza abandonó Nicaragua. La fuerzas sandinistas capitaneadas por Ortega habían terminado con una de las dictaduras más sangrientas. El aplauso por este acontecimiento era global.  El comandante guerrillero, Daniel Ortega, hablaba con sencillez, de la guerra en su país, de los sufrimientos de la gente. Lo veíamos en la televisión, planteando su estrategia, buscando el apoyo de la comunidad internacional, clamando contra la injusticia. Hablaba de la guerra, pero también de la imprescindible ayuda de los otros países de la región para lograr la caída de la dictadura de Somoza. Nos parecía un héroe convincente.

Pero, la primera vez que nos defraudó fue durante la visita de Juan Pablo II en 1983. El mismo Papa la calificó como “una noche oscura”. El Papa polaco llegaba a un país que estaba al borde de la guerra civil. En el aeropuerto había una pancarta que decía “Bienvenido a la Nicaragua libre gracias a Dios y a la revolución”. En Managua esperaban al Papa las autoridades de la Junta de Gobierno sandinista, entre quienes estaba el coordinador, Daniel Ortega, quien con su esposa Rosario Murillo lidera la actual dictadura de Nicaragua. En ese marco, Ortega pronunció un discurso favorable al régimen sandinista. En su discurso inaugural, San Juan Pablo II dijo que llegaba a Nicaragua “en nombre de Aquel que por amor dio su vida por la liberación y redención de todos los hombres, querría dar mi aporte para que cesen los sufrimientos de pueblos inocentes de esta área del mundo; para que acaben los conflictos sangrientos, el odio y las acusaciones estériles, dejando el espacio al genuino. En la crónica de aquel viaje quedó el gesto del Papa saludando a Ernesto Cardenal, sacerdote, que era ministro de cultura del régimen. Cuando se acercó a él se quitó la boina y dobló la rodilla para besarle el anillo. No permitió que se lo besara, y blandiendo el dedo como si fuera un bastón le dijo en tono de reproche: Usted debe regularizar su situación.

Cuentan que Juan Pablo II, estuvo a punto de eliminar Nicaragua de su viaje a Centroamérica, llegó a Managua tenso y visiblemente irritado. A partir de aquella escena, que dio la vuelta al mundo, toda la jornada estuvo cargada de tensión. El medio millón de personas llegadas de todo el país para asistir a la misa del Papa, con el viaje costeado por el Gobierno, tenía orden de aplaudirle durante la misa, dijera lo que dijera. Así empezó la ceremonia en una tarde que casi acabó en tragedia. En el altar improvisado estaban en pie los gerifaltes sandinistas junto a Daniel Ortega. La misa fue un claro ejemplo de manipulación política a todos los niveles. Juan Pablo II acabó la misa deprisa y corriendo. El arzobispo Miguel Obando lo llevó directamente al aeropuerto para volver a Roma. El chófer narró que el Papa estuvo mudo durante todo el trayecto.

Daniel Ortega ha iniciado su cuarto mandato consecutivo embebido de poder. Lo más parecido  a la dictadura somocista, Ahora, entre amenazas de sanciones internacionales, el líder sandinista sigue haciendo oídos sordos. El 7 de noviembre de 2021 había ganado unas elecciones sin garantías democráticas, observadores internacionales ni prensa foránea acreditada, y precedidas de una ola represiva que terminó con siete precandidatos retenidos y revocados de la carrera presidencial. Según los datos oficiales, Ortega obtuvo el 75% de los votos en una jornada con el 65% de participación, lejos de los números del observatorio nicaragüense independiente aunque algunos hablan de una abstención por encima del 81%.

Cuatro décadas después, sin embargo, se ha convertido en el nuevo Somoza que ahora oprime salvajemente a Nicaragua. Ahora, Ortega, actúa hacia adentro con absoluta impunidad y desvergüenza. y parece no importarle ni la opinión internacional, ni unas posibles sanciones. Parece increíble. Ha enviado a un grupo de disidentes a los Estados Unidos, les ha quitado la nacionalidad…,y en su país las cárceles están atiborradas de disidentes.

Entre ellos se encuentra el obispo de  Matagalpa, Rolando Alvarez, encarcelado en condiciones infrahumanas. ¿A qué esperan los obispos europeos para pasar de las palabras a los hechos y manifestarse ante las embajadas de Nicaragua en sus respectivos países? Y a los nuestros si les importa su hermano obispo ya tardan en hacer algo más que escritos y discursos. ¿No se les ocurre nada a las cabezas pensantes de nuestro episcopado para forzar su liberación y la de tantos disidentes? Promuevan una acción conjunta con el gobierno y la oposición para hacer algo, por favor.

No es posible consentir tanta prepotencia y desfachatez. Estamos ante una dictadura químicamente pura. Ningún líder debería de acercarse, ni recibirlo. Sanciones económicas no, que las paga el pueblo con su sufrimiento.

Solidaridad con los nicaragüenses reprimidos

Más de 450 intelectuales divulgan un manifiesto en apoyo a los nicaragüenses desterrados por Ortega

Historia de EL PAÍS 

La persecución sistemática con la que responde el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo a quienes se oponen a su Gobierno en Nicaragua alcanzó nuevas cotas el 9 y el 15 de febrero, cuando decidieron retirarle la nacionalidad a más de 300 ciudadanos del país. Entre ellos se encontraban periodistas, activistas y escritores de reconocido prestigio como Gioconda Belli y Sergio Ramírez. La acción ha despertado la indignación de numerosas personalidades alrededor del mundo, que se han unido para divulgar un manifiesto bajo el título Son y serán nicaragüenses. Entre los 466 firmantes de la misiva pueden leerse nombres como el de los Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa y Orhan Pamuk, o el de los expresidentes de Costa Rica Luis Guillermo Solís (2014-2018) y Carlos Alvarado Quesada (2018-2022), entre otros.

“Estos hechos violan el derecho humano fundamental a tener una nacionalidad y la prohibición a que se prive arbitrariamente de ella a cualquier ser humano, consignada en el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos y en el artículo 20 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos”, denuncian en la carta, que abren expresando su “preocupación por las recientes acciones” del Ejecutivo del país centroamericano.

En la publicación, de apenas tres párrafos, recopilan un historial de hechos que han servido de caldo de cultivo hasta el estallido de esta semana. “En los últimos años al menos dieciocho universidades han sido canceladas arbitrariamente como una forma de control ante la rebelión estudiantil de 2018 que dejó 328 muertos, cerca de 2 mil heridos y cientos de detenidos”, comienzan enumerando. A este hecho le sigue la cancelación “del estatus legal de más de 3.000 organizaciones que defienden los derechos humanos” y el cierre de 26 medios de comunicación. “Por si fuera poco”, recalcan indignados, “desde 2018 se prohíbe la entrada a organismos internacionales de derechos humanos, incluyendo la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos”.

Vídeo relacionado: Intelectuales divulgan manifiesto en apoyo a los desterrados por el gobierno de Daniel Ortega (Dailymotion)

La lista de signatarios es larga e incluye a numerosos periodistas, como la argentina Leila Guerriero o la mexicana Carmen Aristegui; y escritores, como los hispanohablantes Elena Poniatowska y Luis García Montero, o los estadounidenses Salman Rushdie, Siri Hustvedt y Paul Auster. Además, suscriben la carta la destacada fotógrafa Susan Maiselas, que retrató los episodios de la revolución sandinista; el cantautor panameño Rubén Blades; y Suzanne Nosse, directora del Pen America.

Tras la exposición de hechos y la denuncia, el documento termina con una petición: “Exhortamos a la comunidad internacional a que se pronuncie y asuma un papel activo en todas las acciones que puedan llevar al cese de los abusos y las violaciones a los derechos humanos cometidos por el régimen Ortega-Murillo. Exhortamos también al Gobierno nicaragüense a que detenga la represión contra su pueblo”.

Otros 94 nicaragüenses despojados de la nacionalidad

Ortega despoja de la nacionalidad a otros 94 nicaragüenses, entre ellos los escritores Sergio Ramírez y Gioconda Belli

Sergio Ramírez

Historia de Carlos Salinas Maldonado • 

El régimen de Daniel Ortega ha despojado este miércoles a otras 94 personas de la nacionalidad nicaragüense. Entre los afectados están los escritores Sergio Ramírez, Premio Cervantes, y Gioconda Belli, ambos en el exilio; el periodista nicaragüense Carlos Fernando Chamorro, la escritora y feminista Sofía Montenegro, la activista Azahalea Solís, el obispo Silvio Báez, una de las voces más críticas de la Iglesia, y la activista Vilma Núñez, presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CIDH). El despojo ha sido notificado por el presidente del Tribunal de Apelaciones de Managua, Ernesto Rodríguez, y según el fallo sobre las personas afectadas pesan cargos de “traición a la patria” y son considerados “prófugos de la justicia”. Además de retirarles la nacionalidad nicaragüense, la justicia bajo el control de Ortega ordena que se incauten todas las propiedades a nombre de los afectados. Entre las personas que pierden su nacionalidad está también el periodista Wilfredo Miranda, colaborador de EL PAÍS.

Esta decisión se da una semana después de que el régimen ordenara la expulsión de Nicaragua de 222 presos políticos, a quienes además se les despojó de la nacionalidad. Estas personas fueron trasladadas la mañana del pasado jueves en un avión fletado por Estados Unidos hasta un hotel en las afueras de Washington, donde los liberados recibieron apoyo del Departamento de Estado para iniciar un proceso que les permita lograr un estatus legal en el país. España también ha ofrecido entregarles la nacionalidad, una decisión a la que varios de los detenidos se han acogido. Entre las personas liberadas la semana pasada estaba la exguerrillera sandinista Dora María Téllez, Comandante Dos de la revolución nicaragüense, quien afirmó a este diario que “cada día que no me ahorcaba era un triunfo sobre Ortega”.

La decisión de hoy afecta a religiosos, activistas, políticos, intelectuales, periodistas que siguen su cobertura de Nicaragua desde el extranjero, principalmente desde Costa Rica, epicentro del exilio nicaragüense, feministas y algunas de las voces más críticas contra el régimen de Ortega. “Son unos ladrones, pero Dios me va a devolver una casa mejor que esa que se están robando”, ha dicho la periodista Lucía Pineda Ubau, parte del exilio en Costa Rica. Ubau fue detenida en diciembre de 2018 después de que la Policía asaltara y ocupara las instalaciones del canal de televisión 100% Noticias, en Managua, y apresara también a su director, Miguel Mora. “Esa casa me costó mucho. Planté más de 100 arbolitos. La mejoré con la herencia que dejó mi papá”, ha contado Ubau esta tarde a periodistas. “Yo sigo siendo nicaragüense y eso no me lo puede quitar la dictadura. Hemos sido avasallados por ellos. Lo robado tendrán que regresarlo a todos los nicaragüenses, a estas personas que han tenido posiciones claras, firmes y valientes”, ha afirmado la periodista. “Esto ya lo esperaba desde que nos robaron el canal de televisión. ¿Creen que nos van a callar a los periodistas en el exilio? Están locos, están desesperados. Están en sus últimos días”, ha dicho Ubau.

Entre los afectados por el fallo de este miércoles está Arturo McFields, ex-embajador de Nicaragua ante la Organización de Estados Americanos (OEA), quien el año pasado denunció las arbitrariedades de lo que considera la “dictadura” de Daniel Ortega y había abogado por la liberación de los presos políticos del régimen. En una comparecencia ante el Consejo Permanente de la OEA, McFields Yescas dijo que en su país no hay libertad de prensa, separación de poderes, que se han registrado confiscaciones de universidades y se han cancelado 130 organizaciones de la sociedad civil. “La dictadura me ha declarado traidor a la patria, ha ordenado la confiscación de bienes, me ha inhabilitado, pero esto significa que estamos haciendo la lucha para que Nicaragua vuelva a la democracia. Vamos a seguir adelante”, ha dijo el ex-diplomático en un video publicado en su perfil de Twitter.

La decisión de Ortega de despojar de la nacionalidad nicaragüense a las voces críticas se ha convertido en una nueva forma de represión e intimidación. Desde 2018, cuando estallaron masivas protestas contra el Gobierno en la capital y otras ciudades importantes del país, el régimen desató una feroz represión que inició reventando las manifestaciones, con el asesinato de más de 360 manifestantes, muchos de ellos jóvenes universitarios, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). A esto siguió la cacería contra quienes eran vistos como líderes de las movilizaciones y más tarde la realización de juicios considerados espurios contra los disidentes. Además, decenas de miles de nicaragüenses han dejado el país por la persecución política y el deterioro de la economía.

Continúa la represión en Nicaragua

Nicaragua: el obispo Rolando Álvarez rechaza el exilio y va a la cárcel

por MIROSLAVA LÓPEZ

El presidente Ortega arremetió contra el prelado de Matagalpa por negarse al exilio en los Estados Unidos, por lo que lo envió prisión mientras se determina su situación jurídica

A partir de este 9 de febrero el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, duerme en la cárcel La Modelo, ubicada a las afueras de Managua. Se trata de uno de los 12 centros penitenciarios a donde el gobierno de Daniel Ortega envía a los presos políticos

Desde el 19 de agosto del 2022, el obispo se encontraba en la capital del país en arraigo domiciliario, en espera de que la justicia nicaragüense determine si es culpable o no de conspiración contra el Estado y propagación de noticias falsas en las redes sociales.

Sin embargo, según reportes de prensa, esta madrugada fue sacado de dicho domicilio con la intención de que abordara el avión que el gobierno de los Estados Unidos proporcionó para llevar a ese país a los más de 220 presos políticos que el régimen sandinista liberó; no obstante, dos se negaron a subir a la aeronave, y uno de ellos fue el obispo Álvarez.

La consecuencia

La negativa fue considera por el mandatario Daniel Ortega como una muestra de soberbia, y pidió que se le encarcelara: “(El obispo Rolando Álvarez) ha mostrado comportamiento de soberbia de quien se considera el jefe de la iglesia de Nicaragua, el líder de la Iglesia latinoamericana”.

En consecuencia, fue llevado a la cárcel La Modelo, en una decisión represiva “por no acatar lo que manda la ley”.

Así lo dijo el propio mandatario en una rueda de prensa transmitida a nivel nacional, en la que se refirió a los presos políticos como “terroristas”.

Explicó que fue su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo quien llevó a cabo con la embajada de los Estados Unidos en Managua los acuerdos para exiliar a los más de 220 presos políticos, lo que se realizó sin ningún tipo de negociación para levantar las sanciones que pesan sobre la familia del mandatario y otros funcionarios de gobierno.

“No estamos pidiendo que nos levanten las sanciones; no estamos pidiendo nada a cambio. Es asunto de honor, de dignidad y patriotismo y de que se lleven a sus mercenarios“, dijo.

Detalló que a la embajada norteamericana se les presentó la lista con 228 nombres, pero Washington no aceptó a varios de ellos, y en último momento el obispo Álvarez y un ex policía relacionado con el narcotráfico se negaron a subir al avión.

Reconoció que en Washington tenían especial interés en que se liberara al obispo Rolando Álvarez, pero esto no fue posible debido a la “soberbia” del prelado, lo cual lamento, pues –dijo- “se le ha tratado de una manera increíble, como a ningún prisionero de este país. Estuve siete años preso y nunca conocí en la historia de un preso al que se le tratara de esa manera, como a este señor”, dijo.

En días pasados, Vida Nueva difundió que un obispo hondureño aseguraba que a Álvarez se le había propuesto dejar el país a cambio de su libertad, pero el obispo de Matagalpa se habría negado al considerar que su lugar estaba en Nicaragua, con el pueblo.

Se espera que en los próximos días se determine si Rolando Álvarez es culpable o no de los cargos que se le imputan 

Iglesia de Nicaragua

Desde Nicaragua, una Iglesia en resistencia

Iglesia de Nicaragua

«Nicaragua no es la misma desde el 2018. Lo que primero fue una reacción justa frente a la reforma a la Seguridad Social, se convirtió en un canal para expresar todos los descontentos acumulados a través de 10 años de abuso de poder, fraude y corrupción»

«Han pasado 4 años desde el despertar del 2018 en Nicaragua, pero la estrategia del régimen de mantener el control total a toda costa y en todos los sectores de la sociedad, la criminalización de la disidencia y la anulación cualquier posibilidad de diálogo se ha mantenido»

«Una institución a la que le ha tocado dar su cuota de sacrificio en las aduanas de la persecución ha sido a la Iglesia católica. el régimen pasó de considerar a la Iglesia como mediadora, a declararla traidora a la patria»

«¿Está la Iglesia nicaragüense silenciada por la dictadura o en silencio por estrategia? Esta pregunta es necesaria para constatar que en Nicaragua hay una Iglesia en resistencia. Pacífica, sí, pero resistencia al fin»

«Desde este espacio, pedimos a toda la comunidad internacional y a las Conferencias Episcopales mantener sus ojos en Nicaragua y no cesar en su esfuerzo por lograr la liberación de todos los presos políticos, que son inocentes y solo están ejerciendo sus derechos humanos y su compromiso cristiano»

(Grupo de Religiones y Paz (GRIP)).- Nicaragua no es la misma desde el 2018. Abril de ese año fue el inicio de un cambio irreversible, que dejó al descubierto no solo lo que el regimen Ortega-Murillo es capaz de hacer, sino lo que un pueblo organizado, formado y consciente de la realidad es capaz de arriesgar para exigir democracia, institucionalidad y justicia. Lo que primero fue una reacción justa frente a la reforma a la Seguridad Social, se convirtió más adelante en un canal para expresar todos los descontentos acumulados a través de 10 años de abuso de poder, fraude y corrupción. Mucho habían callado los nicaragüenses: tanto los cómplices de este regimen en su intento de normalizar dicha situación como las víctimas en su decisión de aguantar. Hasta que ya no se pudo más.

2018 fue también un año de muchas preguntas para muchas personas en distintos escenarios. ¿De qué lado del conflicto situarse? ¿Qué es necesario decir? ¿Qué es importante callar? ¿Cuáles serán las razones para hacerlo? ¿Hasta dónde arriesgar? ¿Valdrá la pena tanto esfuerzo? ¿Por qué no hicimos esto antes? ¿Qué va pasar después? Pero no había suficiente tiempo, silencio y calma para reflexionar: era necesario hacer, actuar, decidir, aunque eso significara no involucrarse o, como hicieron cientos de jóvenes, estar dispuesto incluso a dar la vida.

Se fueron sumando posturas individuales con la intención de apoyar esa resistencia pacífica, cada vez más colectiva, pluralista y decididamente cívica. Quienes participaron de las numerosas protestas del 2018 lo narran: había estudiantes y empresarios, campesinos, vendedores de mercados y médicos, representantes de la Iglesia católica, feministas y miembros de los colectivos LGBTIQ+, sandinistas, liberales y antiguos milicianos de la Contra. Todos y todas salieron a marchar esos primeros días, mientras la dictadura veía estupefacta lo que se había negado a reconocer: la ilegitimidad de su mandato y el rechazo generalizado que provocaban, incluso dentro del Frente Sandinista.

2018 fue el fruto maduro de años de articulación entre cientos de organizaciones cívicas, hoy arbitrariamente clausuradas por el régimen, que apostaron por la formación ciudadana en el campo y la ciudad, creando redes de colaboración que se demostraron fundamentales a la hora de proteger a los perseguidos, organizar ayuda para los universitarios asediados, divulgar nacional e internacionalmente la repuesta salvajemente represiva de la policía y sus grupos paramilitares y para continuar con astucia la resistencia pacífica en las calles.

Después vino el horror. 355 es el número de muertos que acredita la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA como saldo de la represión gubernamental. Entre los muertos los hay por francotiradores o durante la Operación Limpieza, para la que movilizaron pandilleros de barrios como el Reparto Schick, Georgino Andrade y Jorge Dimitrov. Movilizaron también antiguos combatientes de la guerra de los años 80, bajo el liderazgo del viceministro de Gobernación Luis Cañas, con el objetivo de acabar con los “tranques” organizados en distintos puntos del país y que mostraron una efectiva presión económica, que hizo tambalear a este gobierno.

Han pasado 4 años desde el despertar del 2018 en Nicaragua, pero la estrategia del régimen de mantener el control total a toda costa y en todos los sectores de la sociedad, la criminalización de la disidencia y la anulación cualquier posibilidad de diálogo se ha mantenido. La pareja en el poder ha hecho el mismo esfuerzo de todas las dictaduras: garantizar un clima de aparente pero forzada tranquilidad haciendo rentable el miedo. Y haciendo pagar el precio a quienes osen desafiar ese miedo.

Una institución a la que le ha tocado dar su cuota de sacrificio en las aduanas de la persecución ha sido a la Iglesia católica. En los días recios de la crisis, fueron los sacerdotes los primeros en salir a auxiliar a los universitarios atacados por la Policía Nacional y grupos de choque de la Juventud Sandinista y fue la Catedral la que albergó a cientos de jóvenes que participan en protestas para protegerles de los francotiradores y dándoles comida y medicina.

Fueron religiosos los que se apostaron en la entrada de la cárcel de El Chipote y La Modelo para exigir información sobre las personas detenidas, desaparecidas y demandar su devolución a los familiares; fueron monjas las que estuvieron frente a la UNAN en julio del 2018 pidiendo el cese al ataque a la iglesia de la Divina Misericordia, en el que murieron 2 estudiantes.

Los hechos fueron empujando a la Iglesia a cargar con los heridos cada vez más numerosos, pasando de asumir ya no solo el papel del cirineo que ayuda a las víctimas a cargar la cruz, sino el del samaritano que se hace cargo de las víctimas y sus heridas: consolando a las madres de los estudiantes asesinados, acompañando al pueblo que se organizaba para protestar, protestando ella también y denunciando proféticamente lo que la Vicepresidenta Rosario Murillo en sus alocuciones de los mediodías se negaba a aceptar.

Al verse incapaces de mantener bajo su control a los sacerdotes y religiosas, y frenados en su intento de sacar rédito a las divisiones internas de la Conferencia Episcopal, el régimen pasó de considerar a la Iglesia como mediadora de un frágil Diálogo Nacional a declararla golpista, terrorista, servil del imperialismo y enemiga irremediable del gobierno y por tanto, traidora a la patria.

Poco a poco, lo que inicialmente fueron epítetos de arrebatada frustración se concretaron en ataques a las infraestructuras físicas de las iglesias, como las acontecidas en Jinotepe, Carazo y Diriamba, violencia física a religiosos -de las que fueron víctimas el cardenal Brenes, monseñor Silvio Báez y el nuncio Sommertag-, acoso y vigilancia permanente como la que denunció hasta agosto de este año el obispo de Matagalpa, infiltración a movimientos religiosos y parroquiales, retiro de la personería jurídica a instituciones educativas y sociales ligadas a la Iglesia y, por ende, el fin de su funcionamiento y el desempleo de todos sus trabajadores y el cierre de medios de comunicación religiosos.

A día de hoy, sabiendo que en Nicaragua todas las cifras son meras aproximaciones y que los números reales se desconocen, la Iglesia ha ido pagando a cuentagotas y a destiempo lo que se atrevió a hacer en el 2018: 11 sacerdotes han tenido que partir al exilio, al menos 2 han sido expulsados del país -entre ellos el nuncio apostólico del papa Francisco–, un número no menor de 5 denunciaron que no se les permitió la salida del país y a más de 8 no se les permitió la entrada. 4 sacerdotes y 2 seminaristas de la diócesis de Matagalpa comparten celda con los más de 220 presos políticos y otros 3 provenientes de la Arquidiócesis de Managua y de la Diócesis de Granada y de Siuna se encuentran encarcelados con acusaciones falsas. El caso más emblemático es el obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, secuestrado en un domicilio de Managua desde agosto del 2022 y del que solo se sabe lo que ha compartido públicamente el cardenal Leopoldo Brenes.

No se le persigue a la Iglesia católica por lo que cree. Irónicamente la pareja en el poder ha afirmado en reiteradas ocasiones creer en el mismo Dios y profesar la misma fe. Se le persigue por lo que hizo y por lo que, a pesar de las amenazas, no ha dejado de hacer. Con monseñor Silvio Báez en el exilio y monseñor Rolando Álvarez secuestrado, el régimen no ha querido dejar duda de lo que es capaz. Aunque hasta el momento ningún sacerdote ha muerto a manos del gobierno, no hace falta que corra la sangre para advertir el nivel de crueldad con que proceden Daniel Ortega y Rosario Murillo y el miedo y conveniencia con que obedecen todos los funcionarios públicos, cómplices de sus atropellos.

¿Está la Iglesia nicaragüense silenciada por la dictadura o en silencio por estrategia? ¿Cuántas maniobras diplomáticas serán necesarias para ver resultados eficientes del aparente y oculto diálogo que afirmó el papa Francisco tener con el gobierno? ¿Cuál factura preferirá pagar la jerarquía? ¿La de ser fiel a su misión profética o la de garantizar la seguridad y estabilidad para su práctica religiosa? ¿Por qué la Conferencia Episcopal no ha exigido firmemente la liberación de monseñor Rolando Álvarez y la garantía del debido proceso judicial a los sacerdotes acusados? ¿O al menos denunciado las irregularidades en torno a los casos? ¿Por qué tampoco se han unido a las campañas que demandan el respeto a los derechos humanos y el cumplimiento de leyes Nelson Mandela a los más de 220 presos políticos que existen en Nicaragua, torturados, maltratados, confinados en celdas de castigo y condenados sin un proceso judicial mínimamente decente? ¿Justifica el deseo de éxito de esas negociaciones la bruma de silencio y ambigüedad con que se ha expresado el cardenal Brenes sobre los sacerdotes expulsados y la salud de Monseñor Rolando Álvarez? ¿Hasta dónde la política de no provocación y no confrontación con el gobierno que ha girado el arzobispo de Managua a sus sacerdotes diocesanos y a la CONFER podrá calzar con la imagen de la Iglesia que en el 2018 lavó los pies y las heridas de las víctimas de la violencia dictatorial?

Estas preguntas son necesarias para constatar que en Nicaragua hay una Iglesia en resistencia. Pacífica, sí, pero resistencia al fin. Esa Iglesia ha aceptado la calumnia y la persecución y no ha renegado de compartir el pedregoso camino por el que también han hecho caminar forzosamente a la sociedad civil, obligada al exilio una buena parte de ella, con 2,889 ONGs clausuradas, una decena de universidades expropiadas y más de 54 medios de comunicación cerrados por el régimen.

Esa Iglesia en resistencia ha adquirido unas características que solo se pueden entender desde dentro de Nicaragua donde no todo silencio significa cobardía, donde la prudencia es también una forma de combatir, donde -al mejor estilo del güegüense nica– entramos con la de ellos con la esperanza de salirnos con la nuestra.

«Pacífica, sí, pero resistencia al fin»

La solidaridad internacional de obispos como monseñor José Antonio Canales de la diócesis de Danlí en Honduras abre la puerta a la petición de que una comisión del CELAM visite a los sacerdotes y presos políticos en Nicaragua. Porque no podemos solos y porque en los últimos 4 años se han dado grandes manifestaciones ciudadanas en distintos países de América Latina al igual que en Nicaragua: Chile, Colombia, México, Bolivia, Ecuador. Pero ha sido la Iglesia nicaragüense la que ha dado el ejemplo más poético, desmedido y espontáneo de acompañamiento a la lucha cívica y de disposición a correr la misma suerte del pueblo indefenso. Y aunque no se auguran tiempos mejores para la Iglesia en Nicaragua, sí sabemos que los frutos amargos que hoy degusta son al menos los de una cosecha digna.

Mientras tanto, en lo que tardamos en lograr el restablecimiento de la democracia y la institucionalidad, seguimos resistiendo con cautela y templanza, para ofrecer a Nicaragua la mejor esperanza, que en estos tiempo de desesperanza, hemos logrado cuidar.

Por eso, desde este espacio:

-Agradeciendo la solidaridad manifestada por parte de la comunidad internacional, pedimos a toda la comunidad internacional mantener sus ojos en Nicaragua y no cesar en su esfuerzo por lograr la liberación de todos los presos políticos, que son inocentes y solo están ejerciendo sus derechos humanos y su compromiso cristiano.

-Agradeciendo la solidaridad manifestadas por las distintas conferencias episcopales ante el asalto a la curia de la diócesis de Matagalpa, el secuestro de monseñor Rolando Álvarez y la detención de los sacerdotes, seminaristas y laicos que le acompañaban, pedimos que continúen exigiendo su liberación y la visita de una comisión del CELAM a todos los presos políticos, para constatar las condiciones en que se encuentran.

«Nicaragua Nunca Más»

Denuncian que 60 sacerdotes y religiosas han huido o sido expulsados de Nicaragua desde 2018

“Han sido despojados de su pasaporte, nacionalidad, residencia, negada la entrada a Nicaragua, o que han decidido salir al exilio”, ha explicado el abogado del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más

Al menos 60 religiosos, entre sacerdotes y monjas, han abandonado o han sido expulsados de Nicaragua desde 2018 debido a la situación de persecución a la que el gobierno de Daniel Ortega está sometiendo a la Iglesia católica en el país. Así lo informaba ayer el Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, en declaraciones recogidas por EFE.


“Contabilizamos más de 60 religiosos que han sido desplazados, despojados de su pasaporte, nacionalidad, residencia, negada la entrada a Nicaragua, o que han decidido salir al exilio”, explicó el abogado del Colectivo, Yader Valdivia. El informe sobre la situación en Nicaragua abarca desde los considerados presos políticos, la ilegalización de ONG y “la violencia y brutal persecución del Estado contra la Iglesia católica” que en lo que va de año, según el reporte, “ha provocado el exilio de al menos 55 sacerdotes, el destierro de dos y múltiples procesos judiciales”.

“Proteger su vida”

Asimismo, Valdivia explicó que los religiosos han sufrido desplazamiento forzado desde abril de 2018, cuando estalló una revuelta popular por las controvertidas reformas a la seguridad social que planteaba el Gobierno. La protesta se convertiría, más tarde, en una exigencia de renuncia del presidente Daniel Ortega, que respondería con el uso de la fuerza.

Entre los religiosos que han dejado Nicaragua se encuentra el exnuncio apostólico en el país, Waldemar Stanislaw Sommertag, a quien el Gobierno expulsó; el obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio Báez; el sacerdote sobrino del héroe nacional Augusto Sandino, Edwing Román; y 18 monjas de la orden Misioneras de la Caridad, fundada por la Madre Teresa de Calcuta. Del mismo modo, el abogado apuntó que al menos 30 religiosos “decidieron salir al exilio para proteger su vida e integridad física”.

Mons Báez responde a Daniel Ortega

Nicaragua: obispo Báez responde desde el exilio a las críticas del presidente Ortega

Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua

Silvio José Báez consideró que hay ignorancia, mentira y cinismo en el discurso de “un dictador, dando lecciones de democracia”

El obispo nicaragüense Silvio José Báez respondió desde el exilio al presidente Daniel Ortega, luego de que éste calificara -en declaraciones a los medios locales- a la Iglesia católica como una “dictadura perfecta, una tiranía perfecta”, pues sus representantes no son elegidos “democráticamente” por el “voto de los católicos”.


Silvio Báez vive actualmente en los Estados Unidos. El 23 de abril de 2019 se vio en la necesidad de partir de Nicaragua luego de ser advertido por la embajada norteamericana que existía la certeza de que sería asesinado.

Ignorancia y mentira

Sin aludir de manera directa a lo dicho por el mandatario de Nicaragua, a través de un mensaje en Twitter, Báez aseguró: “¡Cuanta ignorancia, cuánta mentira y cuánto cinismo! Un dictador dando lecciones de democracia; alguien que ejerce en forma ilegítima el  poder, criticando la autoridad que Jesús otorgó a su Iglesia; alguien que es ateo, lamentándose de no sentirse representado por la Iglesia”.

Por otro lado, en su página en Facebook denunció que tuvo conocimiento de la negación a un sacerdote nicaragüense para ingresar a ese país:

“¡La dictadura de Nicaragua niega la entrada al país a otro sacerdote nicaragüense! Acabo de hablar con el padre Guillermo Blandón, párroco de la iglesia Santa Lucía de Boaco, diócesis de Granada. Venía de Israel, y en Miami le comunicaron que no podía viajar pues no estaba autorizada su entrada a Nicaragua“.

Ortega contra la Iglesia

Ortega arremete contra la Iglesia católica y la tilda de una «dictadura perfecta»

Daniel Ortega

Agencia EFE

Managua, 28 sep (EFE).- El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, arremetió este miércoles contra la Iglesia católica, a la que acusó de no practicar la democracia, y de ser una «dictadura» y una «tiranía perfecta».

Durante un acto en ocasión del 43 aniversario de la Policía Nacional y transmitido en cadena de radio y televisión, Ortega también acusó a la Iglesia católica que dirige el papa Francisco de haber utilizado «a sus obispos en Nicaragua para dar un golpe de Estado» a su Gobierno en el marco de las manifestaciones que estallaron en abril de 2018 por unas controvertidas reformas a la seguridad social.

«¿Desde cuándo los curas están para dar golpe de Estado y desde cuándo tienen autoridad para hablar de democracia?», cuestionó el líder sandinista.

«¿Quién elige a los curas, a los obispos, al papa, a los cardenales? ¿cuántos votos?, ¿quién se los da?», continuó.

Ortega dijo que si la Iglesia católica quiere hablar de democracia, debería empezar «por elegir con el voto de los católicos al papa, a los cardenales, a los obispos, a los sacerdotes, sino que todo es impuesto, es una dictadura, la dictadura perfecta, es una tiranía, la tiranía perfecta».

Para el antiguo guerrillero marxista, que ahora se define como católico, la Iglesia católica no tiene autoridad para hablar de democracia, porque «los obispos son nombrados de dedo de parte de alguien que no ha sido electo por el pueblo, sino por un grupo de cardenales».

«Le diría a su santidad, el papa, con todo respeto, a las autoridades de la Iglesia católica, yo soy católico, que como católico no me siento representado y no me siento representado por todo lo que conocemos de esa historia terrible, pero también por el hecho que lo oímos hablar de democracia y no practican la democracia», alegó.

A juicio de Ortega, «sería una revolución que al papa lo eligiera el pueblo católico del mundo».

ACUSA A JERARCAS DE PEDIR SU MUERTE

Asimismo, el líder sandinista volvió a tildar de «golpistas» a «algunos obispos» de Nicaragua y los acusó de encubrir a una «banda de asesinos» que, según dijo, intentaron derrocarlo y asesinarlo en el marco de las manifestaciones antigubernamentales de hace cuatro años, en la que se pidió su dimisión por responder con la fuerza.

Según el mandatario, «algunos curas, algunos obispos, llamaron a la gente a que me metieran plomo (balas), qué esperaban para matarme», aunque no ofreció pruebas.

Es decir, agregó, era «una banda de asesinos encubierta con la Iglesia católica» de Nicaragua.

El obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio Báez, calificó de mentiroso y cínico a Ortega por los señalamientos a la Iglesia católica y a los religiosos nicaragüenses.

«¡Cuánta ignorancia, cuánta mentira y cuánto cinismo! Un dictador dando lecciones de democracia; alguien que ejerce en forma ilegítima el poder, criticando la autoridad que Jesús otorgó a su Iglesia; alguien que es ateo, lamentándose de no sentirse representado por la Iglesia», escribió en un tuit el obispo, quien se encuentra fuera del país desde hace 41 meses por decisión del papa Francisco por motivos de seguridad.

IGLESIA-ESTADO: UN AÑO CONVULSO

El discurso de este miércoles del líder sandinista es el capítulo más reciente de un último año especialmente convulso para la Iglesia católica de Nicaragua con el Gobierno de Ortega, quien ha tildado de «golpistas» y «terroristas» a los religiosos.

Este año, el Gobierno sandinista expulsó del país al nuncio apostólico Waldemar Stanislaw Sommertag y a 18 monjas de la orden Misioneras de la Caridad, fundada por la Madre Teresa de Calcuta.

También mantiene bajo arresto a ocho sacerdotes, incluyendo al obispo Rolando Álvarez, quien fue sustraído por agentes policiales la madrugada del viernes 19 de agosto, junto a otros cuatro presbíteros, dos seminaristas y un camarógrafo del palacio episcopal de la diócesis de Matagalpa, después de haber estado 15 días confinados.

Además, el Ejecutivo cerró nueve estaciones de radio católicas y sacó de la programación de la televisión por suscripción a tres canales católicos.

La Policía Nacional, que dirige Francisco Díaz, consuegro de Ortega, además ingresó por la fuerza y allanó una parroquia, impidiendo a los feligreses recibir la eucaristía dentro del templo y sitiando a otros sacerdotes en sus iglesias, prohibido procesiones con imágenes de los santos, entre otros.

Las relaciones entre los sandinistas y la Iglesia católica de Nicaragua han estado marcadas por roces y desconfianzas en los últimos 43 años