Elecciones en Guatemala

Guatemala: Los obispos invitan a votar en las próximas elecciones “para construir una democracia auténtica»

Una mujer vota en unas elecciones en Guatemala
Una mujer vota en unas elecciones en Guatemala EFE

“Creemos que es posible, como pueblo creyente y con la colaboración de todos, realizar los anhelos de una patria mejor, de un país más humano, fraterno y donde se pueda vivir y respirar libertad, sin miedo y sin necesidad de emigrar”: es la exhortación de los Obispos de Guatemala, en un mensaje publicado antes de las elecciones generales previstas para el 25 de junio, en las que se elegirá al presidente, a los parlamentarios y a los administradores locales

El deterioro de la democracia y de la aplicación de la justicia a causa de la corrupción ha sido puesto de relieve en repetidas ocasiones por los obispos, que “a pesar de todo” creen en la democracia como sistema de gobierno que evita la centralización y la manipulación del poder

 | Agencia Fides

(Agencia Fides).– “Creemos que es posible, como pueblo creyente y con la colaboración de todos, realizar los anhelos de una patria mejor, de un país más humano, fraterno y donde se pueda vivir y respirar libertad, sin miedo y sin necesidad de emigrar”: es la exhortación de los Obispos de Guatemala, en un mensaje publicado antes de las elecciones generales previstas para el 25 de junio, en las que se elegirá al presidente, a los parlamentarios y a los administradores locales.

Como “creyentes, pastores y ciudadanos guatemaltecos”, los Obispos recuerdan que el Estado tiene el deber de aplicar la Constitución de la República, “que inicia invocando a Dios, reafirma el valor de la dignidad de la persona humana y reconoce a la familia como responsable de la formación humana y espiritual, de los hijos; y que el Gobierno de Guatemala es responsable de la promoción del bien común, de la consolidación del régimen de legalidad, seguridad, justicia, libertad y paz”.

Actitud irresponsable de los políticos

Por lo tanto, los que se dedican a la política “deben buscar en primer lugar el bien común y no, como en muchos casos, intereses partidistas o personales y su propio enriquecimiento”. “Los problemas económicos, sociales y políticos, después de casi cuarenta años de elecciones democráticas, no se han solucionado debido en buena parte, a esta actitud irresponsable”.

Los obispos de Guatemala denuncian los ataques a la libertad de prensa en el país
Los obispos de Guatemala denuncian los ataques a la libertad de prensa en el país

Los obispos también se lamentan de la gestión inadecuada de la inscripción de candidatos a diversos cargos y de que “la manera de elegir a los diputados al Congreso de la República provoca que el Congreso no cumpla su función de representar y legislar a favor del pueblo”. Las quejas sobre la falta de funcionalidad y el mal funcionamiento del Parlamento Centroamericano no han sido escuchadas.

El Tribunal Supremo Electoral debe tomar decisiones estando siempre “sujetas a la ley electoral y debe trabajar con independencia, sin admitir influencias ni complicidades con los poderes del Estado” para que las elecciones, el sistema informático y sus resultados sean confiables. Por ello, consideran imprescindible avanzar en la “reforma profunda de la ley electoral y de partidos políticos”.

Más transparencia

Por ello, los obispos hacen un llamamiento a los candidatos a la alcaldía, especialmente a los que aspiran a la reelección, para que sean transparentes en sus actividades, no acepten financiaciones sospechosas y no utilicen recursos municipales y/o estatales para hacer campaña.

Por último, exhortan a cumplir con el deber cívico de votar, evitando cualquier forma de violencia y aceptando los resultados electorales, “para construir una democracia auténtica y más sólida, demostrando nuestro compromiso cristiano y nuestro amor por Guatemala”. Se recuerda a los agentes de pastoral que la participación en un partido político “no es congruente o compatible con el ejercicio de ministerios específicos dentro de la Iglesia”, por lo que piden mantener separados estos dos ámbitos de participación.

Alejandro Giammattei Falla, presidente de Guatemala
Alejandro Giammattei Falla, presidente de Guatemala EFE

Según la información recogida por la Agencia Fides, los guatemaltecos serán convocados el 25 de junio para elegir al sucesor del presidente Alejandro Giammattei. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Cidh), a la que han recurrido algunos candidatos de la oposición no aceptados a concurso por el Tribunal Supremo Electoral por motivos dudosos, ha emitido una nota en la que pide a Guatemala «que garantice los derechos políticos, el pluralismo y la participación igualitaria en el proceso electoral». Además de elegir al Presidente de la República, los ciudadanos del país latinoamericano deberán indicar los miembros del Parlamento y de los gobiernos locales. Están en liza unos 30 partidos, que han presentado más de 20.000 candidatos para los distintos cargos.

Deterioro de la democracia

El deterioro de la democracia y de la aplicación de la justicia a causa de la corrupción ha sido puesto de relieve en repetidas ocasiones por los obispos, que “a pesar de todo” creen en la democracia como sistema de gobierno que evita la centralización y la manipulación del poder. “Es posible promover, incluso en estas circunstancias, un proceso electoral honesto y transparente, para que tanto los votantes como los candidatos busquen el bien común”.

Otros temas de preocupación son el deterioro social, la violencia contra las mujeres, los conflictos territoriales, la situación de los migrantes y las consecuencias de la pandemia, que han acentuado las desigualdades y las injusticias. En el reciente Día de la Libertad de Prensa, los periodistas guatemaltecos denunciaron en un debate público los esfuerzos combinados de los poderes político y económico para silenciar la libertad de expresión

Exigir el restablecimiento de la democracia en Nicaragua

Los países deben exigir el restablecimiento democrático en Nicaragua, dice un experto

Edgardo Riveros Marín

Historia de Agencia EFE

Santiago de Chile, 18 feb (EFE).- La comunidad internacional debe activar todos los mecanismos, particularmente multilaterales, para exigir el restablecimiento de los principios democráticos en Nicaragua y el respeto a los derechos humanos de los nicaragüenses que han sido declarados apátridas, dijo a EFE el profesor de derecho internacional y constitucional de la Universidad Central de Chile, Edgardo Riveros Marín.

El experto, que fue vicecanciller de Chile entre 2014 y 2018, advierte que Nicaragua vive «en un contexto de dictadura» con el Gobierno del presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, donde «hay una persecución a los opositores políticos», expulsiones, desnacionalizaciones y decomiso de bienes inmuebles a los disidentes.

Ante este escenario, el especialista plantea que el sistema interamericano de protección de estos derechos no puede claudicar y más bien debe seguir actuando a través de sus órganos competentes, como la Comisión y el Tribunal Interamericano de Derechos Humanos.

«Las resoluciones de este último tienen fuerza jurídica vinculante y en tal sentido debe seguir exigiendo el cumplimiento de sus sentencias», explica.

También, en el marco de Naciones Unidas, el Consejo de Derechos Humanos debe ejercer sus atribuciones e implementar la resolución de marzo de 2022 que creó un grupo de expertos con el objeto de «emprender investigaciones exhaustivas e independientes de todos los presuntos abusos y violaciones de los derechos humanos cometidos en Nicaragua desde abril de 2018», indica.

«Ese grupo de expertos debe presentar su informe en marzo próximo. A partir de ello el Consejo debe emitir su pronunciamiento», recomienda.

URGE MOVILIZACIÓN DE AMÉRICA LATINA

A lo multilateral -continúa- debe agregarse la opinión y gestión de los gobiernos, «que en materia de derechos humanos deben tener siempre presente su condición universal, sin hacer depender su actitud -frente a violaciones flagrantes y sistemáticas- de la posición ideológica del gobierno violador».

A juicio del profesor de derecho internacional y constitucional, también es urgente movilizar a la sociedad civil y a las fuerzas políticas democráticas desde América Latina para que Nicaragua pueda volver a tiempos donde la ciudadanía se exprese en forma libre y soberana.

«Es preciso tener presente que los cambios van a depender básicamente de la evolución que tengan los acontecimientos en el plano interno de los Estados. Pero, en todo caso, la solidaridad internacional es imprescindible con aquellos que defienden los principios democráticos y la vigencia de los derechos humanos en los Estados que sufren violaciones sistemáticas a ellos, como es el caso de Nicaragua», razona.

«En esto puede ser eficaz la sumatoria de pronunciamientos no solo de las organizaciones internacionales y de los gobiernos, sino también de los partidos políticos, organizaciones no gubernamentales, foros especializados y entidades académicos, entre otros», valora.

ORTEGA «HA TRAICIONADO LA HISTORIA» DEL FRENTE SANDINISTA

Sobre lo que simboliza Ortega – un exguerrillero que luchó contra la dictadura de Anastasio Somoza Debayle que fue derrocada por la revolución sandinista, en julio de 1979 – en el mapa mundial, Riveros Marín, es enfático: ha traicionado la historia.

«A mi juicio simboliza la condición de un dictador que ha traicionado la historia de un movimiento del cual formó parte y que luchó contra una dictadura como la de Somoza. Sus ansias de poder han extremado su conducta y ha hecho lo posible, recurriendo a la fuerza, para permanecer en el poder», reflexiona.

«Como todo dictador, es refractario a los pronunciamientos de condena de la comunidad internacional ante las violaciones sistemáticas a los derechos humanos, alegando que se está violando el principio de no intervención en los asuntos internos», critica.

Con ello, advierte el experto, Ortega «pretende ignorar que dicho principio no opera en materia de derechos humanos, precisamente porque dichos derechos quedan fuera del concepto de jurisdicción interna de los Estados, entregándose a la comunidad internacional organizada, no solo la facultad sino el deber de actuar cuando en un Estado no se cumple con el deber de resguardo de ellos»

Entrevista a Rafael Pardo

Rafael Pardo: «La Iglesia fue democrática desde sus inicios. Hoy no es así»

Rafael Pardo Fernández

En general, la gente desconoce que el Papa no nombraba a dedo a los obispos, la gente no sabe que los obispos no nombraban a dedo a los párrocos. Eso es muy reciente: a partir de 1917

Es infantil hablar de “Papa Bueno” y “Papa Malo”, como se hacía antes… No quisiera estar en la piel de ningún Papa ni estar sometido a esas presiones

Quiero dejar constancia explícita de que en este libro no se cita al Concilio Vaticano II ni una sola vez. La gran crisis no vino con tal Concilio ni con tal Papa

El evangelio de Cristo no es muy optimista respecto al futuro del cristianismo… En el evangelio de Cristo no hay referencias a ‘primaveras eclesiales’

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Por Jesús Bastante

«El evangelio de Cristo no es muy optimista respecto al futuro del cristianismo… En el evangelio de Cristo no hay referencias a ‘primaveras eclesiales'». El sacerdote Rafael Pardo acaba de publicar ‘Cuando la Iglesia era democrática’ (Desclée), un ensayo que repasa los ‘ensayos democráticos’ en la Iglesia que, en su opinión, no exenta de polémica, tuvo un freno en los años posteriores al Concilio. Aunque el autor, conscientemente, matiza: «Quiero dejar constancia explícita de que en este libro no se cita al Concilio Vaticano II ni una sola vez. La gran crisis no vino con tal Concilio ni con tal Papa».

-La primera pregunta es obligada. ¿Cuándo fue la Iglesia democrática?

-Lo fue siempre, desde sus inicios. En la Escritura aparece la elección popular del apóstol Matías (no lo nombra Pedro), aparece también la decisión pactada en común en el Concilio de Jerusalén sobre algunos ritos judíos, y san Pablo dice que las Iglesias le han nombrado colaboradores para administrar el dinero, y dice que se alegra de ello porque quien administra la bolsa se lleva las críticas. Desde entonces, los obispos fueron nombrados democráticamente durante varios siglos, y después esa elección recayó en los cabildos eclesiásticos hasta el s. XX. En general, la gente desconoce que el Papa no nombraba a dedo a los obispos, la gente no sabe que los obispos no nombraban a dedo a los párrocos. Eso es muy reciente: a partir de 1917.

-¿Puede ser la Iglesia democrática? ¿Cómo?

-No se trata de ser una democracia al estilo político, pero sí se puede ganar mucho en espacios de reflexión y decisión en común, cosa que antes se hacía y ahora no. Hasta 1914, los laicos participaban en los cónclaves para elegir nuevo Papa (los embajadores de algunos países católicos), y ahora no es así. Durante 300 años, todas las decisiones y nombramientos sobre la Iglesia de América las tomaba el Consejo de Indias, compuesto por laicos y clérigos, ahora no es así. En las parroquias, el Patronato compuesto por laicos y por sacerdotes administraban la economía y las festividades y sus normas, hoy no es así. En resumen, hay decisiones eclesiales que antes se tomaban en común y hoy no es así.

-Planteas una pérdida de democracia en la Iglesia a partir de la segunda mitad del siglo XX, coincidiendo con el Concilio Vaticano II, que precisamente ha sido propuesto como un avance en la participación de los fieles. ¿No es así? El Concilio, ¿fue un freno para la Iglesia?

-Quiero dejar constancia explícita de que en este libro no se cita al Concilio Vaticano II ni una sola vez. La gran crisis no vino con tal Concilio ni con tal Papa: el mundo rural medieval quedó hecho añicos por la II Guerra Mundial. Después de la Guerra, la Iglesia trató de adaptar estructuras que se habían quedado anticuadas porque pertenecían al mundo anterior, pero el espíritu participativo y democrático de esas estructuras antiguas no se trasladó a las nuevas. Las estructuras intermedias, como los arciprestazgos y cabildos, desaparecieron. ¿Es eso una ganancia o una périda de sentido democrático? Que el lector juzgue e interprete. Antes los párrocos ganaban sus parroquias por concurso abierto y público, el obispo no intervenía, hoy son nombramientos “a dedo” por parte del obispo. ¿Es eso una ganancia o una pérdida de sentido democrático? Que el lector lea y juzgue por él mismo.

-Planteas una opción un tanto pesimista sobre el futuro del cristianismo en la actual sociedad, que calificas de ‘atea’. ¿Por qué?

-El evangelio de Cristo no es muy optimista respecto al futuro del cristianismo: “tendréis persecuciones…os entregarán… el padre se pondrá contra el hijo y el hijo contra el padre…”. Cristo habla de un “príncipe de este mundo” que no es Él, y san Pablo habla de un reino de iniquidad que vendría sobre el mundo, un reino en el que la gente se reiría de la moral recta. No soy yo, es la Escritura la que habla y profetiza sobre esto. En el evangelio de Cristo no hay referencias a “primaveras eclesiales”.

-¿Qué opciones tiene el cristianismo para volver a sus esencias en el mundo de hoy?

-La única opción y el único camino es Dios, y lo que Dios quiera e impulse para su Iglesia. La debilidad estructural nos llevará a opciones y estructuras más simples, sin duda alguna. Ya no es posible sostener económicamente el patrimonio de iglesias medievales y templos góticos. Tampoco la Iglesia volverá a tener el monopolio de centros educativos o de hospitales y obras asistenciales.

-El Papa Francisco cumple diez años de pontificado en estos días. ¿Cómo calificarías su papado?

-Todo papado es una acción del Espíritu Santo sobre la Iglesia, los Papas inciden en cosas diferentes porque son personas diferentes y tienen sensibilidades teológicas diferentes. Es infantil hablar de “Papa Bueno” y “Papa Malo”, como se hacía antes y yo escuché de niño. Soy un intelectual, y ese tipo de etiquetas pueriles me repugnan por simplificadoras y porque tienen algo de paranoide: hay buenos buenísimos y malos malísimos. El Papa Francisco es el Papa hoy, y por eso me merece tanto cariño como los Papas que he conocido antes, y mi obediencia como lo hubo para los anteriores. Rezo por el Papa Francisco todos los días, para que Dios le de salud, sabiduría y fortaleza. También lo hacía con los anteriores. Y lo haré con los posteriores. No quisiera estar en la piel de ningún Papa ni estar sometido a esas presiones.

-¿Son ‘democráticos’ los ataques, las críticas al Papa que se están dando? ¿Por qué?

-Todo grupo humano que monopoliza un relato único y apaga la disidencia se vuelve intolerante, cerrado, autoritario. El santo cardenal Newman ya explicaba en su Carta al Duque de Norfolk que tener unidad de fe con el Papa y un respeto sincero no significa aprobar todas y cada una de sus decisiones, en concreto las que no están ligadas a la fe sino a cuestiones opinables. Eso sí, yo no soy un santo ni soy nadie para criticar a un Papa, y pienso que internet, por ejemplo, es un vertedero de inmundo que no es la vía ni el modo de hacer llegar sugerencias al Vaticano, si es que uno las tiene.

El golpe frustrado en Brasil

Ellos se niegan a vivir juntos: el sentido del golpe demente — Leonardo Boff

Son muchos los interrogantes que suscita el golpe frustrado del 8 de enero en Brasilia. Horrorizados nos preguntamos cómo hemos podido llegar a ese nivel de barbarie, hasta el punto de destruir los símbolos del gobierno de una nación: los tres poderes, el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Esto no sucede por casualidad. Es consecuencia de factores histórico-sociales anteriores que se materializaron en la vandalización de los tres palacios.

Filosóficamente podemos decir que la dimensión de demens (demencia, exceso, ausencia de la justa medida) sofocó la otra dimensión de sapiens (de racionalidad, de equilibrio) que siempre la acompaña, pues esta es la condición humana. Ocurre que lo demens prevaleció sobre lo sapiens e inundó la conciencia de numerosos grupos humanos.

Tal hecho muestra el lado perverso de la cordialidad descrita por Sérgio Buarque de Holanda cuando en Raízes do Brasil (1936) habla del brasilero como hombre cordial. La mayoría de los analistas olvida la nota de pie de página que hace el autor al explicar que cordialidad viene de corazón. En este corazón hay bondad, bienquerencia, hospitalidad. Pero también hay odio, maldad y violencia. Ambos tienen su sede en el corazón de los brasileros.

El pueblo brasilero mostró la cordialidad en esas dos dimensiones, la luminosa y la tenebrosa. En Brasilia hizo presencia el espíritu de la demencia pura, sin asomo de racionalidad, destruyendo los órganos que representaban la democracia y la república.

¿Por qué irrumpió la demencia? Ella es fruto de una historia demente que comenzó con el genocidio de los pueblos originarios, se implantó en la colonia, que operaba como una factoría, una empresa para hacer dinero y no para fundar una nación. Se agravó desmedidamente durante los 300 años de esclavismo cuando personas arrancadas de África fueron convertidas aquí en cosas, animales para el trabajo, esclavos sometidos a todo tipo de explotación y violencia, hasta el punto de que la edad media de ellos, según Darcy Ribeiro, no pasaba de 22 años, tal era la brutalidad que sufrían. La abolición los lanzó al dios-dará, a la calle y a la favela sin ninguna compensación. Esa deuda clama al cielo hasta el día de hoy.

Terminada la colonización, el pueblo brasilero, al decir de gran historiador mulato Capistrano de Abreu, fue “capado y recapado, sangrado y resangrado”. Esa lógica no ha sido abolida, pues está presente en los 30 millones de hambrientos, en los 110 millones con insuficiencia alimentaria y en más de la mitad de nuestra población (54% de ascendencia africana) pobre viviendo en las periferias de las ciudades, en las favelas y en condiciones inhumanas.

Los dueños del poder, “la élite del atraso”, como la denomina pertinentemente Jessé Souza, controlaron siempre el poder político lo mismo en las distintas fases de la república que en los pocos períodos de democracia representativa. Las clases adineradas hicieron una política de conciliación entre ellas, jamás de reformas ni de inclusión. Lógicamente se elaboraron varias constituciones, pero ¿alguna vez regularon y limitaron las ganancias de los poderosos?

Nuestro capitalismo es uno de los más salvajes del mundo, hasta el punto de que Chomsky diga: ”Brasil es un tipo de caso especial; raramente vi un país donde elementos de la élite tienen tanto desprecio y odio por los pobres y por el pueblo trabajador”. Nunca se dejó civilizar. Mal pudo haber lucha de clases porque ellos con violencia (secundada por el brazo militar) la aplastaron inmisericordemente.

Tuvimos y tenemos democracia, pero siempre fue frágil y ha sido y es amenazada continuamente, como se vio en los varios golpes, contra Vargas, Jango, Dilma Rousseff y el día 8 de enero de este año. Pero ella siempre resurgió.

Todo esto debe ser tomado en consideración para que tengamos un marco que nos haga entender el golpe demente y frustrado. Vale la observación de Veríssimo en un twitter: el anti-petismo no es de ahora, el anti-pueblo está en el ADN de la clase dominante. Ella nunca permitió que alguien venido del piso de abajo subiese al de arriba, ocupando el centro del poder, como ocurrió con Lula/Dilma y nuevamente con Lula en 2023. Le ha hecho todo tipo de oposición y maniobras golpistas, apoyadas por el brazo ideológico de la gran prensa corporativa.

Hay otro punto a ser considerado: la cultura del capital. Ella ha exacerbado el individualismo, la búsqueda de bienestar individual o corporativo, nunca para todo un pueblo. Tal ethos ha impregnado la sociedad, los procesos de socialización, las escuelas, las mentes y los corazones de las personas menos críticas. Todos, en cierta forma, somos rehenes de la cultura del capital, pues nos obliga a consumir bienes superfluos, se ha implantado en todo el mundo, generando la desgracia planetaria, lanzando a gran parte de la humanidad a la marginación y poniendo en peligro la vida sobre el planeta Tierra. Ella ha creado consumidores y no ciudadanos.

La dictadura de este individualismo llevó a muchos miles de personas a no querer vivir juntos. Prefieren sus Alfa Villes y sus barrios reservados a adinerados y especuladores. Ahora bien, una sociedad no existe ni se sostiene sin un pacto social. Este se expresa por cierto orden social, materializado en una Constitución y en las leyes que todos se comprometen a aceptar. Pero tanto la Constitución como las leyes son violadas continuamente, pues el individualismo ha solapado el sentido del respeto a las leyes, a las personas y al orden establecido.

Los que están detrás de la intentona de Brasilia son ese tipo de personas que se consideran por encima del orden vigente. Hay personas de todas las clases, pero principalmente representantes del gran capital. No olvidemos el último informe de Forbes que daba los datos de los opulentos de Brasil: 315 multibillonarios, gran parte viviendo de sus rentas y no de la producción de bienes de consumo.

El factor principal que creó las condiciones para este golpe frustrado fue la atmósfera generada por Jair Bolsonaro, que suscitó la dimensión demente en millones de ciudadanos, dominados por el odio, la truculencia, la discriminación de todo tipo y el desprecio cobarde de los pobres y marginados. A ellos corresponde la principal responsabilidad del envenenamiento de nuestra sociedad con rasgos de inhumanidad, de regresión a modelos sociales anticuados y no contemporáneos. Ni siquiera la religión ha escapado a esta pestilencia, especialmente en grupos de iglesias neopentecostales y también en grupos de católicos conservadores y reaccionarios.

Gracias a la rápida determinación de los Ministros del STF y del TSE especialmente al ministro Moraes y, en el caso del golpe, a la actuación rápida e inteligente del Ministro de Justicia Flávio Dino que convenció al presidente Lula, ante a gravedad de la situación, de ordenar una intervención federal en términos de seguridad en el Distrito Federal. Así, a última hora, se consiguió abortar el golpe. La estupidez de los invasores de las tres Casas del Gobierno y la destrucción que perpetraron en ellas frenó a la junta militar que, según el plan del golpe revelado, asumiría el poder en forma de una dictadura con la prisión de todos los ministros, clausura del Congreso y actos de represión ya conocidos en nuestra historia.

La democracia puede tener sus defectos y sus límites, pero todavía es la mejor forma que nos permite vivir juntos, como ciudadanos participativos y con garantía de derecho. Sin ella resbalamos fatalmente hacia la barbarie y la deshumanización en las relaciones personales y sociales. Esa democracia tiene que ser construida día a día, ser cotidiana, abierta a enriquecimientos y a transformarse en una verdadera cultura permanente.

*Leonardo Boff ha escrito Brasil:concluir la refundación o prolongar la dependencia, Vozes 2018: Habitar la Tierra: cuál es el camino para la fraternidad universal, Vozes 2022.

Un cambio a mejor en Brasil

¿Qué destino queremos: la barbarie o la democracia?

 Por Leonardo Boff

Exceptuando a la clase dominante que se enriquece con regímenes autoritarios y de ultraderecha, como el actual, en la gran mayoría existe la conciencia de que así como está Brasil no puede continuar.
Debe haber un cambio para mejor. Para eso pienso que deben ser atendidos
algunos requisitos básicos. Enumero algunos.

  1. Rehacer el contrato social.

Este significa el consenso de todos, expresado por la constitución y por el ordenamiento jurídico, de que queremos convivir como ciudadanos libres que se aceptan mutuamente, más allá de la diferencias de pensamiento, de clase social, de religión y de color de piel.

Pues bien, el contrato social se ha roto con el actual gobierno. El tejido social se ha desgarrado. El ejecutivo hace poco caso de la constitución, pasa por encima de las leyes, menosprecia las instituciones democráticas, incluso las más altas como el Supremo Tribunal Federal (STF). A causa de esta revolución a la inversa, autoritaria, de sesgo ultraconservador y fascista, apoyada por sectores significativos de la sociedad
tradicionalmente conservadora, la gente se ha dividido, dentro de las familias y entre amigos, e incluso se odian, cuando no se cometen asesinatos por razones políticas.

Si no rehacemos el contrato social, volveremos al régimen de fuerza,
del autoritarismo y de la dictadura, con las consecuencias inherentes: represión, persecuciones, prisiones, torturas y muertes. De la civilización estaremos a un paso de la barbarie.

2. Rescatar la civilidad.

Es decir, debe prevalecer la ciudadanía. Se trata de un proceso socio-histórico en el que la masa forja una conciencia de su situación de subordinación, se permite elaborar un proyecto y unas prácticas en el sentido de dejar de ser masa y pasar a ser pueblo,
protagonista de su propio destino. Esto no lo concede el Estado. Lo conquista el propio pueblo en la medida en que se organiza, y se enfrenta a las clases del atraso y hasta al Estado clasista.

Ahora bien, este proceso ha sido impedido siempre por la clase dominante que busca mantener a las masas en la ignorancia para manipularlas mejor e impedir, con violencia, que levanten la cabeza y se movilicen. La ignorancia y el analfabetismo son políticamente deseados . El 10% más rico, que supone hasta el 75% de la riqueza nacional, ha hecho un proyecto para sí, de conciliación entre ellos, con exclusión siempre de las grandes mayorías.

No tenemos un proyecto nacional que nos incluya a todos. Esto sigue siendo así hasta el día de hoy. Es quizás nuestra mayor lacra, pues se ignora al 54% de los afrodescendientes, los quilombolas, los indígenas y los millones cobardemente marginados. Sin ciudadanía no hay democracia.

3. Recuperar la democracia mínima.

Nunca ha habido en nuestro país una verdadera democracia representativa
consolidada, en la que estuviesen presentes los intereses generales de la nación. Los elegidos representan los intereses particulares de su segmento (bancada evangélica, del ganado, de la bala, de la agroindustria, la minería, los bancos, la educación privada, etc.) o de los que financian sus campañas.

Pocos piensan en un proyecto de país para todos, que supere la brutal desigualdad heredada de la colonización y principalmente de la esclavitud.
Pocas veces en nuestra historia la democracia ha mostrado ser una farsa como con el actual gobierno, una confabulación de los políticos con un ejecutivo que gobierna para sus electores y no para todos, inventando incluso un vergonzoso presupuesto secreto, sin ninguna transparencia, destinado primordialmente a comprar el voto de la reelección de un ejecutivo que usa la mentira, las fake news como política de gobierno, la brutalización del lenguaje y de los comportamientos, que vive amenazando con un golpe de estado, y desmontando las principales instituciones nacionales como la educación, la salud, la seguridad (permitiendo más de un millón de armas en manos de ciudadanos inclinados a la violencia).

Es urgente recuperar la democracia representativa mínima, para después
poder profundizar en ella, hacerla participativa y socioecológica. Sin esta democracia mínima no hay como hacer funcionar con el debido cuidado la
justicia y el derecho; las instituciones nacionales se debilitan, especialmente la sanidad colectiva, la educación para todos y la seguridad, cuyas fuerzas policiales suelen ejecutar con frecuencia a jóvenes negros y pobres de la periferia.

4. Fomentar la educación, la ciencia y la tecnología.

Vivimos en una sociedad compleja que para atender sus demandas necesita la educación, el fomento de la ciencia y la tecnología. Todo esto ha sido descuidado y combatido por el gobierno actual. De continuar así, seremos conducidos al mundo premoderno, destruyendo nuestro incipiente parque industrial (el mayor de los países en desarrollo), nuestra educación que estaba consiguiendo calidad y universalidad a todos los niveles, beneficiando especialmente a estudiantes de enseñanza primaria, alimentados por la agricultura familiar y orgánica, el acceso de pobres, por cotas, a la enseñanza superior, a las escuelas técnicas y a las nuevas universidades.

Podemos informarnos toda una vida, nos advertía la gran filósofa Hannah Arendt, sin educarnos nunca, es decir, sin aprender a pensar críticamente, construir nuestra identidad propia y ejercer de forma práctica nuestra ciudadanía. Si no recuperamos el tiempo perdido, podremos transformarnos en un país paria, marginalizado del curso general del mundo.

5. Tomar conciencia de nuestra importancia única en el tema de la ecología integral para ayudar a salvar la vida en el planeta. El consumismo actual exige más de una Tierra y media, que no tenemos (Sobrecarga de la Tierra).

Debemos asumir además como un hecho científico asegurado que ya estamos dentro de un nuevo régimen climático de la Tierra. Con la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera ya no podremos evitar eventos extremos fatales: sequías prolongadas, nevadas intensas e inundaciones, pérdida de la biodiversidad, pérdida de cosechas, migración de muchos miles de personas que no consiguen adaptarse y que estarán sometidos al hambre y a los nuevos virus que vendrán (virosfera).

Habrá gran escasez mundial de agua, de alimentos, de suelos fértiles. En este contexto, Brasil podrá desempeñar una verdadera función salvadora por ser la potencia mundial del agua dulce, por la extensión de suelos fértiles y por la Amazonia, que, preservada, podrá secuestrar millones de toneladas de CO2, devolvernos oxígeno, proporcionar humedad a regiones a miles de kilómetros de distancia y por su riqueza geo-bio-ecológica podrá atender las necesidades de millones de personas en el mundo.

Nuestros gobernantes tienen escasa conciencia de esta relevancia y hay poquísima conciencia en la población. Posiblemente nos tocará aprender con el sufrimiento que vendrá y que ya se manifestó entre nosotros con las desastrosas inundaciones ocurridas en varios países en este año de 2022.

O colaboramos todos en el planeta Tierra dándonos las manos o iremos a engrosar el cortejo de los que se dirigen a su propia tumba, como nos advirtió Sigmunt Bauman poco antes de morir. En palabras del Papa Francisco: “todos estamos en el mismo barco, o nos salvamos todos o no se salva nadie”. La cuestión esencial no radica en la economía, la política y la ideología, sino en la supervivencia de la especie humana, realmente amenazada.

Todas las instancias, los saberes y las religiones deben aportar su contribución si todavía queremos seguir viviendo en este pequeño y hermoso planeta Tierra.

6. Finalmente, dejando de lado otros aspectos importantes, debemos crear las condiciones para una nueva forma de habitar la Tierra.

La dominante hasta ahora, aquella que nos hacía dueños y señores de la naturaleza, sometiéndola a nuestros propósitos de crecimiento ilimitado, sin sentirnos parte de ella, ha agotado sus virtualidades.

Trajo grandes beneficios para la vida común, pero creó también el principio de autodestrucción con todo tipo de armas letales. Debemos hacer el cambio hacia otra forma en la cual todos se reconocerán como hermanos y hermanas, los humanos entre sí y también con la naturaleza (los vivos tenemos el mismo código genético de base), sintiéndonos parte de ella y éticamente responsables de su perpetuidad. Será una biocivilización, en función de la cual estarán la economía y la política y las virtudes del cuidado, de la relación suave, de la justa medida y del lazo afectivo con la naturaleza y con todos sus seres.

Para que en nuestro país se creen tales condiciones para esa civilización de la buena esperanza, tenemos que derrotar la política del odio, de la mentira y de las relaciones inhumanas que se han instaurado en nuestro país. Y hacer que triunfen aquellas fuerzas que se proponen recuperar la democracia mínima, el civismo, la decencia en las relaciones sociales y un sentido profundo de pertenencia y de responsabilidad por nuestra Casa Común.

Las próximas elecciones significarán un plebiscito sobre qué tipo de país
queremos: el de la barbarie o el de la democracia.

*Leonardo Boff ha escrito Habitar la Tierra, Vozes 2022; El doloroso parto de la Madre Tierra, Vozes 2021.

Democratizar la Iglesia, camino para hacerla más comunión (8)

¿Cuándo se devolverá al Pueblo cristiano la voz y el voto?

Por Rufo González

El papa Francisco insiste mucho en la centralidad del Pueblo de Dios, dada en la unción o consagración bautismal. El clero la ha deformado haciéndose él el centro de la Iglesia. En una Carta al cardenal Ouellet dice: “El Santo Pueblo fiel de Dios está ungido con la gracia del Espíritu Santo. A la hora de reflexionar, pensar, evaluar, discernir, debemos estar muy atentos a esta unción… Una de las deformaciones más fuertes es el clericalismo:

– Esta actitud no sólo anula la personalidad de los cristianos, sino que tiene una tendencia a disminuir y desvalorizar la gracia bautismal que el Espíritu Santo puso en el corazón…

– El clericalismo lleva a la funcionalización del laicado; tratándolo como `mandaderos´, coarta distintas iniciativas, esfuerzos y hasta me animo a decir, osadías… necesarios para poder llevar la Buena Nueva del Evangelio a todos los ámbitos…

– El clericalismo lejos de impulsar los distintos aportes, propuestas, poco a poco apaga el fuego profético que la Iglesia toda está llamada a testimoniar…

– El clericalismo olvida que la visibilidad y la sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo el Pueblo de Dios (cfr. LG 9-14). Y no solo a unos pocos elegidos e iluminados” (Carta al Cardenal M. A. Ouellet. Vaticano, 19 marzo 2016).

En una homilía en Santa Marta, al mes siguiente, el Papa va más allá. Comenta Hechos de los Apóstoles 15,7-21: “El camino de la Iglesia es este: reunirse, unirse, escucharse, discutir, rezar y decidir. Esta es la llamada sinodalidad de la Iglesia, en la que se expresa la comunión de la Iglesia. ¿Y quién hace la comunión? ¡Es el Espíritu!… ¿Qué nos pide el Señor? Docilidad al Espíritu. No tener miedo, cuando vemos que el Espíritu es quien nos llama” (Homilía, jueves 5ª semana de Pascua; 28 abril 2016). En la carta al Card. Ouellet habla de “reflexionar, pensar, evaluar, discernir” con el Pueblo de Dios. En Santa Marta añade: “decidir”. Concuerda con el texto revelado: “Toda la asamblea hizo silencio para escuchar… Entonces los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir… Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros” (He 15, 12.22.28). Decidir comunitario. Esta es la “clave-llave” cuya exclusividad el clero no quiere soltar.

Sin encauzar bien los servicios eclesiales, llamados lujosamente ministerios, resulta poco creíble evangelizar hoy. La Iglesia debe ser comunión. Más que democracia, pero con democracia incluida. Los servicios-ministerios son precisos para la comunión. El Espíritu, que suscita carismas para el servicio, deja libertad para elegir servidores. Toda la comunidad (no sólo quien preside) puede tomar parte en la elección. El modo vigente de gobierno eclesial no es ejemplar para las sociedades actuales. Máxime cuando el Evangelio no prohíbe el control de la comunidad en su estructura y función. Tiene que haber apóstoles, profetas, maestros…, evangelio, sacramentos, comunidad, Espíritu… Esto debe ser respetado y promovido en comunidad. Desde el Papa hasta el párroco se han adueñado de las comunidades. A merced de su voluntad, como si fuera la divina. Han impuesto leyes -Código de Derecho Canónico- sin control comunitario. Leyes que no hay modo de cambiar, aunque la mayoría eclesial lo quiera. Ni siquiera permiten su discusión pública. Este proceder contradice el espíritu evangélico: “los jefes de las naciones las dominan y los grandes les imponen su autoridad. Se hacen llamar bienhechores. Nos será así entre vosotros…” ( Mt 20, 25s; Lc 22, 25s; Mc 10, 42s).

Estas actuaciones están hoy prohibidas en la Iglesia: – “Les repartieron suertes, le tocó a Matías, y lo asociaron a los once apóstoles” (He 1,26). – “Por tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea... La propuesta les pareció bien a todos y eligieron a” (He 6, 3-6). – “Entonces los apóstoles y los presbíteros con toda la Iglesia acordaron elegir a algunos de ellos para mandarlos a” (He 15, 22). Un papa benévolo, un obispo tolerante, un párroco bondadoso… puede permitir una consulta. Pero si no quieren, ni los horarios de misa puede decidir una parroquia. El servidor (que se hace llamar mucho más que “bienhechor”: hasta “santidad, eminencia, beatitud…”) manda más que los señores. El Consejo Pastoral, si el obispo o párroco permiten su existencia, sólo es consultivo. Así se perpetúan en el poder, aunque sean aborrecidos por la mayor parte de los fieles.

Hoy resulta inaudito leer lo que escribía san Cipriano (s. III): “El pueblo, obediente a los mandatos del Señor, debe apartarse de un obispo pecador…, dado que tiene el poder para elegir obispos dignos y recusar a los indignos… Sabemos que viene de origen divino el elegir al obispo en presencia del pueblo, a la vista de todos, para que todos lo aprueben como digno e idóneo… Se ha de cumplir y mantener con diligencia, según la enseñanza divina y la práctica de los Apóstoles, lo que se observa entre nosotros y en casi todas las provincias: que, para celebrar las ordenaciones rectamente, allí donde ha de nombrarse un obispo para el pueblo, deben reunirse todos los obispos próximos de la provincia, y debe elegirse el obispo ante el pueblo, que conoce la vida y la conducta de cada uno, por convivir y tratar con él” (Carta 67, 3, 2; 4, 1; 5, 1).

También es inaudito hoy la testificación de San Celestino (422-432): “Ningún obispo sea dado a quienes no lo quieran. Búsquese el deseo y el consentimiento del clero, del pueblo y del orden establecido. Y sólo se elija a alguien de otra iglesia cuando en la ciudad para la que se busca obispo no se encuentre a nadie digno de ser consagrado (lo cual no creemos que ocurra)” (Carta de Celestino I a los obispos de Vienne, PL 50, 434).

El papa León Magno (440-461)a pesar de su mentalidad centralizadora (la concepción de la autoridad papal del Vaticano I está en los escritos de este papa), no eliminó el papel del clero y el pueblo para elegir obispos. Tenía claro que la elección comunitaria era “elección de Dios” y que “elegir sin contar con el pueblo es elegir sin contar con Dios”, según la feliz expresión de san Cipriano: “el mismo Dios manifiesta cómo le disgustan los nombramientos que no proceden de justa y regular elección, al decir por el Profeta: `se eligieron su rey sin contar conmigo´ (Os 8, 4)” (S. Cipriano, carta 67). Leamos tres textos de este Papa del siglo V:

  1. a) “Guardar las reglas de los Padres es esperar los deseos de los ciudadanos y el testimonio del pueblo, buscar el juicio de los honorables y la elección de los clérigos… Al que es conocido y aceptado se le deseará la paz, mientras que al desconocido de fuera habrá que imponerlo por la fuerza… Por ello, manténgase la votación de los clérigos, el testimonio de los honorables y el consentimiento del orden (cargo público) y del pueblo. El que debe presidir a todos debe ser elegido por todos” (Carta 10 PL 54, 632-634).
  2. b) “Declaramos que no le es lícito a ningún metropolitano ordenar obispos a su gusto, sin el consentimiento del clero y del pueblo. Ha de poner al frente de la iglesia de Dios a quien haya sido elegido por el consentimiento de la ciudadanía” (Carta 13. PL 54, 665).
  3. c) “Cuando haya que elegir a un obispo, prefiérase entre todos los candidatos a aquel que demande el consenso del clero y el pueblo… Y que nadie sea dado como obispo a quienes no le quieren o le rechazan, no sea que los ciudadanos acaben despreciando, u odiando, a un obispo no deseado, y se vuelvan menos religiosos de lo que conviene porque no se les permitió tener al que querían” (Carta 14. PL 54, 673

Democratizar la Iglesia, camino para hacerla más comunión (6)

Todo los participantes en la Eucaristía son sacerdotes “concelebrantes”

Por Rufo González

En el artículo anterior insistía en la necesidad de resaltar el sacerdocio común más que el ministerial. Citaba la opinión de dos teólogos actuales que piden “desacerdotalizar la Iglesia Católica. La versión sacerdotal del cristianismo se ha convertido en una expresión patológica del mismo” (J. Costadoat. RD 17.02.2022. RC 19/08/2022). “Que desaparezca toda connotación `sacerdotal´ en el ministerio.. La rica teología de los evangelios sobre el pastor, puede suministrar enfoques mucho más cristianos del ministerio que esa especie de `divinización´ que sugiere el término `sacerdote´” (G. Faus. RD 01.08.2022).

El Espíritu recibido en el bautismo da acceso libre al Padre en el Hijo. Toda realidad o acontecimiento lo podemos conectar con el amor del Padre. Así hacemos puentes (somos “pontífices”) para hacer llegar su amor, y dejarnos bendecir por el mismo Dios. El papa Francisco inició su ministerio provocando el sacerdocio común: pidió con humildad “urbi et orbi” (a la ciudad y al mundo) que le bendijeran. Nos pedía ejercer nuestro sacerdocio, acceso a Dios, para que bajara a él la bendición divina (para que Dios “dijera-bien” de su ministerio). Así damos el don de Dios (sacer-dare = da lo sagrado), su Espíritu a la vida. Hoy analizamos el modo singular de ejercer el sacerdocio común en la Eucaristía.

Los clérigos han puesto resistencia a toda intromisión en lo que creen ser sus funciones exclusivas. Recuerdo el caso del párroco madrileño que se atrevió a interrumpir una misa de boda, presidida por un sacerdote de otra diócesis. Al oír invitar a toda la asamblea a decir conjuntamente las palabras finales de la plegaria eucarística: “por Cristo, con él y en él…”, se acercó a toda prisa al altar, le requisó el micrófono y dijo que aquello era ilegal y no respetaba el poder exclusivo del sacerdote a pronunciar la oración sacerdotal. El pueblo sólo podía decir “amén”. Excusó su proceder diciendo que no podía tolerar que se hiciera en su parroquia lo que él impedía a sus feligreses y le había costado esfuerzo conseguir. El presidente de la celebración lo justificó así: “el párroco organiza la vida litúrgica; sigamos su orientación obedientemente. En mi parroquia acostumbramos a decir esto todos. No hay ningún problema. Tiene razón el párroco: así es la ley litúrgica. Pero la ley puede cambiar y tiene sentido lo que les he propuesto. Todos ofrecemos al Padre la vida de Jesús y nuestra vida con él. Por eso no ofende a la fe el compartir en todo o en parte la oración sacerdotal. Compartamos, al menos, el unánime y final `amén´”.

Hoy es claro que todos somos “concelebrantes” en la eucaristía: “Quienes participan del sacrificio eucarístico, fuente y cumbre de toda la vida cristiana, ofrecen a Dios la Víctima divina y a ellos con Ella; así, tanto por la oblación como por la sagrada comunión, todos realizan su propia parte en la acción litúrgica, no confusamente, sino cada uno de modo distinto” (LG 11). Por eso es “este sacrificio mío y vuestro”, como dice el presidente. La “Institución General del Misal Romano” aclara el papel del sacerdote “ordenado”: “En la Misa o Cena del Señor el Pueblo de Dios es reunido, bajo la presidencia del sacerdote que hace las veces de Cristo, para celebrar el memorial del Señor o sacrificio eucarístico” (MGMR, 7). Hay ministerios distintos, pero todos sacerdotales: coro, acólitos, lectores, animadores, distribuidores de la comunión… hasta la presidencia, que simboliza a Jesús, en medio de su iglesia. Todos sirven al ejercicio del sacerdocio común, el de Cristo, el único existente.

La “presidencia” se ha apropiado, no sólo del calificativo “sacerdotal”, sino de todos los servicios, incluso de la comunidad entera. Si no hay comunidad celebrante, el clero actúa de “presidente del vacío”. Ejerce el despotismo ilustrado, el absolutismo de que “la comunidad soy yo”, celebrando a veces en soledad absoluta. Sobre todo si la misa está encargada. La comunidad se ha reducido al clericalismo presidencial. Tan absurdo como los títulos de obispos auxiliares. Al no tener comunidad exclusiva (comparte ministerio con el obispo titular), se les adjudica el título de una comunidad antigua, inexistente hoy. Así los hacen “presidentes del vacío”. Pintoresco, al menos. La comunidad cuenta tan poco… El ministerio clerical se vuelve vitalicio. Existe aunque no tenga comunidad. Claro clericalismo: los servidores se han hecho más que el “Señor” (Jn 13,16).  

El clericalismo, imperante durante siglos, se reserva el término “sacerdotal” para su función presidencial. Como se reservó la palabra “clero” sólo para ellos, “servidores” entre otros servidores del Pueblo de Dios, que es el “clero” de verdad: “porción, heredad, patrimonio, elección” de Dios (1Pe 5,3). Se resisten a llamar “sacerdotal” a la acción de la comunidad en la eucaristía. Varias veces he recordado en este blog que la traducción de la Plegaria eucarística II no es fiel al original griego, por no querer reconocer que la comunidad celebrante es “sacerdotal”. Procede de la “Tradición apostólica” (s. II-III). En este texto se llama al obispo “sumo sacerdote” en su comunidad, por presidirla. Es “primus inter pares” (primero entre iguales). El original contiene esta frase: “te damos gracias porque nos has llamado para estar ante ti y servirte como sacerdotes”. El Misal actual traduce: “te damos gracias porque nos haces dignos de servirte en tu presencia”.

Ciertamente se tiende a ocultar el sacerdocio de los fieles y a destacar el clerical, como único. En ambientes clericales la nomenclatura “celebrante”, “concelebrantes”, se reserva a presbíteros y obispos. La jerarquía teme perder privilegios y no dejan de reconocerse derechos a sí mismos en el control absoluto del culto, disciplina, economía… Este miedo lo camuflan con razones aparentes: por bien de la Iglesia, de la gloria de Dios… Pero a la Iglesia, al Pueblo de Dios, no le permiten ni siquiera opinar. Poca gente los cree ya. La mayoría social y cristiana piensa que pretenden mantener su situación privilegiada.

El Vaticano II abrió caminos: “Para promover la participación activa se fomentarán las aclamaciones del pueblo, las respuestas, la salmodia, las antífonas, los cantos y también las acciones o gestos y posturas corporales. Guárdese, además, a su debido tiempo, un silencio sagrado” (SC, 30). “Que los fieles no intervengan.. como espectadores extraños y mudos…; participen la acción sagrada consciente, piadosa y activamente; sean instruidos en la palabra de Dios, alimentados con la mesa del Cuerpo del Señor; den gracias a Dios, ofreciendo la hostia inmaculada no sólo por manos del sacerdote, sino juntamente con él, aprendan a ofrecerse a sí mismos…” (SC 48). La mejor celebración debería ser: “hacer lo que decimos”, vivir todos lo que estamos diciendo, lo que estamos ejerciendo.

También hay que evitar lo que aleja del misterio celebrado. El debate conciliar sobre la Constitución litúrgica aportó voces que siguen sin escucharse. El obispo chileno, Larraín Errázurir: “deseamos que eliminen totalmente del culto sagrado todos los ornamentos y apariencias externas que no aportan nada a la digna claridad y a la sobria hermosura, más aún saben de algún modo a vanidad del mundo, a grandeza inoportuna, a rica pompa. Los hombres perciben más propiamente y mejor el rostro de Dios en la pobreza, y escuchan con más propiedad y eficacia la voz de Dios en la pobreza” (F. Gil Hellín, Constitutio de Sacra Liturgia. Libreria Vaticana, Città Vaticano, 2003, p. 936). El obispo francés, luego  cardenal, Paul Gouyon, se preguntaba sobre el excesivo fasto en el culto divino. Provoca, dijo, no sólo extrañeza, sino hasta escándalo (Id. 598-599)

Una democracia socioecológica

Una democracia que forzosamente tiene que venir

Leonardo Boff

Todos estamos empeñados en salvaguardar una democracia mínima frente a un presidente desquiciado que continuamente la amenaza. Dado que vivimos una crisis general, paradigmática e ineludible, conviene ya desde ahora soñar con otro tipo de democracia.

Parto del supuesto de que, según datos científicos serios, dentro de pocos años debido al acelerado e imparable calentamiento climático, dentro de pocos años tendremos que hacer frente al grave peligro de la supervivencia humana. La Tierra será otra. Si queremos continuar sobre este planeta, primero tenemos que disminuir, con ciencia y técnica, los efectos dañinos, y finalmente elaborar otro paradigma civilizatorio, amigo de la vida, que nos haga sentirnos hermanos y hermanas de todos los otros seres vivos, pues tenemos el mismo código genético de base que ellos. 

Me dicen: “¡usted es pesimista!” Respondo con Saramago: “No soy pesimista, la realidad es la que es pésima”.

Ya en 1962 la bióloga estadounidense Rachel Carson en su famoso libro La primavera silenciosa (Silent Spring) advertía sobre la crisis ecológica en curso y concluía: “La cuestión consiste en saber si alguna civilización puede llevar adelante una guerra sin tregua contra la vida sin destruirse a sí misma y sin perder el derecho a ser llamada civilización”.

La gran mayoría no tiene conciencia de la real situación ecológica de la Tierra. Por eso, a pesar de ser incómodo, es urgente hablar de estas cosas para suscitar la conciencia de estar preparados y de acoger los cambios, si queremos continuar sobre el planeta Tierra.

Dentro de este contexto realista propongo la actualidad de otro tipo de democracia: la democracia socioecológica. Ella representaría la culminación del ideal democrático. ¿Es una utopía? Sí, pero necesaria.

Subyace también en ella la idea originaria de toda democracia: todo lo que interesa a todos y a todas debe ser pensado y decidido por todos y por todas. Esto se hará de varias maneras.

Hay una democracia directa en pequeñas comunidades. Cuando estas se hicieron mayores, se proyectó la democracia representativa. Como generalmente los poderosos la controlan, se propuso una democracia participativa y popular en la cual los del piso de abajo pueden participar en la formulación y seguimiento de las políticas sociales. Se avanzó más y descubrimos la democracia comunitaria vivida por los pueblos andinos, en la cual todos participan de todo dentro de una gran armonía ser humano-naturaleza, el famoso “bien vivir”. Se vio que la democracia es un valor universal (N. Bobbio) a ser vivido cotidianamente, una democracia sin fin (Boaventura de Souza Santos). Ante el peligro de colapso de la especie humana, todos, para salvarse, se unirían en torno a la superdemocracia planetaria(J.Attali).

Más o menos en esta línea pienso en una democracia socioecológica. Los supervivientes de los cambios de la Tierra, que estabilizaría su clima en los 38-40 grados centígrados, para poder sobrevivir tendrán forzosamente que relacionarse en armonía con la naturaleza y con la Madre Tierra. 

De ahí se propondrían constituir una democracia socioecológica. Social porque incluiría a toda la sociedad. Ecológica porque lo ecológico será el eje estructurador de todo. No como una técnica para garantizar la sostenibilidad del modo de vida humano y natural, sino como un arte, un nuevo modo de convivencia tierna y fraterna con la naturaleza. No obligarán más a la naturaleza a adaptarse a los propósitos humanos. Estos se adecuarán a los ritmos de la naturaleza, cuidando de ella, dándole reposo para regenerarse. Se sentirán no solo parte de la naturaleza sino la propia naturaleza, de manera que cuidando de ella estarán cuidando de sí mismos, cosa que los indígenas han sabido desde siempre. 

Este tipo de democracia socioecológica posee una base cosmológica. 

Sabemos por la nueva cosmogénesis, por las ciencias del universo, de la Tierra y de la vida que todos los seres son interdependientes. Todo en el universo es relación y no existe nada fuera de la relación. La constante básica que sustenta y mantiene el universo, en expansión todavía, está constituida por la simbiosis y por la inter-retro-relacionalidad de todos con todos. Incluso la comprensión de Darwin de la supervivencia de los más adaptados se inscribe dentro de esta constante universal. Por eso cada ser posee su lugar dentro del Todo. Hasta el más débil, por el juego de las interrelaciones tiene su oportunidad de sobrevivir.

La singularidad del ser humano, y esto ha sido comprobado por neurólogos, genetistas, bioantropólogos y cosmólogos, es aparecer como un ser nudo-de-relaciones, de amorosidad, de cooperación, de solidaridad y de compasión. Tal singularidad aparece mejor cuando la comparamos con los simios superiores de los que solo nos diferenciamos en un 1,6% de carga genética. Ellos tienen también una vida societaria, pero se orientan por la lógica de la dominación y la jerarquización. Pero nosotros nos diferenciamos de ellos por el surgimiento de la cooperación y de la solidaridad. Concretamente, cuando nuestros antepasados humanoides salían a buscar sus alimentos, no los comían individualmente. Los traían para el grupo, vivían la comensalidad solidaria. Esta los hizo humanos, seres de amor, de cuidado y de cooperación.

La ONU ya ha admitido que tanto la naturaleza como la Tierra son sujetos de derechos. Son los nuevos ciudadanos con los cuales debemos convivir amigablemente. La Tierra es una entidad biogeofísica, Gaia, que articula todos los elementos para continuar viva y producir todo tipo de vida.

En un momento avanzado de su evolución y complejidad, ella empezó a sentir, a pensar, a amar y a cuidar. Surgió entonces el ser humano, hombre y mujer, que son la Tierra pensante y amante.

Ella se organizó en sociedades, también democráticas, de las más diferentes formas. Pero hoy, al haber sonado la alarma ecológica planetaria, debemos forjar con sabiduría una democracia diferente, la socioecológica, en los términos anteriormente mencionados.

Si queremos sobrevivir juntos, esta democracia se caracterizará por ser una cosmocracia, una geocracia, una biocracia, una sociocracia, en fin, una democracia ecológico-social o socio-ecológica. El tiempo urge. Debemos generar una nueva conciencia y prepararnos para los cambios y adaptaciones que no tardarán en llegar

Chile: después del rechazo, ¿qué?

Inesperado y categórico triunfo del rechazo dejó fuera la propuesta constitucional de la Convención elegida por voto popular con paridad de género y participación de pueblos indígenasEste plebiscito era un paso en el proceso para redactar una nueva constitución que ahora debe continuar definiendo un nuevo camino

Gabriel Boric

Encuestas y expertos electorales anunciaban el triunfo del rechazo, aunque reconocían que el resultado sería estrecho. Por eso, el categórico 62% por sobre el 38% del apruebo sorprendió a todos, incluso a sus propios adherentes.


El plebiscito pedía a cada ciudadano definir si aprueba o rechaza la propuesta constitucional. Por la trascendencia del tema, el voto era obligatorio lo que provocó que se llegara a la cifra más alta de participación en la historia del país: más de 13 millones, en un padrón electoral de unos 15.200.000 de electores.

Acuerdo nacional por nueva Constitución

Este plebiscito es un punto de llegada del proceso originado en las multitudinarias manifestaciones sociales que tuvieron lugar a partir de octubre de 2019 en todo el país, las que provocaron que dirigentes políticos firmaran el “Acuerdo por la paz social y la nueva constitución”, en noviembre de ese año. En ese documento se comprometían a generar las leyes necesarias para realizar un plebiscito en el que la ciudadanía definiera si estaba de acuerdo, o no, en disponer de una nueva Constitución y el mecanismo a través del cual se haría.

La primera fecha para ese plebiscito fue postergada debido a la pandemia. Se realizó en octubre de 2020 y su resultado fue categórico: un 80% aprobó elaborar una nueva Constitución y hacerlo a través de una Convención Constitucional. Esta es la hoja de ruta vigente aún.

Con las disposiciones legales necesarias, en mayo de 2021 se realizó la elección de los 154 integrantes de la Convención, con paridad de género y escaños reservados para representantes de los pueblos originarios. Durante un año elaboraron el texto que ahora se presentó al país para ser aprobado o rechazado, en el llamado ‘plebiscito de salida’.

Una propuesta que interprete a todos

“Hoy ha hablado el pueblo de Chile y lo ha hecho de manera fuerte y clara”, afirmó el presidente Gabriel Boric al iniciar su discurso la noche del plebiscito. Señaló que el resultado del plebiscito tiene dos mensajes. “El primero, dijo Boric, es que (Chile) quiere y valora a su democracia. Que confía en ella para superar las diferencias y avanzar. Y eso lo confirma este proceso electoral que ha tenido la mayor convocatoria de ciudadanos y ciudadanas en las urnas en toda nuestra historia”.

Continuó: “El segundo mensaje del pueblo chileno es que no quedó satisfecho con la propuesta de Constitución que la Convención le presentó a Chile, y por ende ha decidido rechazarla de manera clara en las urnas. Esta decisión de los chilenos y chilenas exige a nuestras instituciones y actores políticos que trabajemos con más empeño, con más diálogo, con más respeto y cariño, hasta arribar a una propuesta que nos interprete a todos, que dé confianza, que nos una como país. Y allí, el maximalismo, la violencia y la intolerancia con quien piensa distinto deben quedar definitivamente a un lado”.

Agregó que “como Presidente de la República, recojo con mucha humildad este mensaje y lo hago propio”. Aunque esta propuesta ha sido rechazada, el proceso hacia una nueva Constitución sigue vigente. Por ello Boric, en su discurso, se comprometió “a poner todo de mi parte para construir, en conjunto con el Congreso y la sociedad civil, un nuevo itinerario constituyente que nos entregue un texto que, recogiendo los aprendizajes del proceso, logre interpretar a una amplia mayoría ciudadana”.

Obispos llaman a continuar trabajando

La tensión previa al plebiscito ya había puesto en el debate público alternativas para cualquiera de los dos escenarios posteriores.

En ese contexto, días antes del plebiscito, el Comité Permanente del Episcopado emitió una declaración llamando a trabajar en unidad, cualquiera sea el resultado.

Dijeron los obispos: “Todos somos conscientes que el proceso que hemos vivido en estos últimos años, y también la misma discusión constitucional, han dejado de manifiesto los graves desafíos que tenemos como nación, que se han expresado en demandas sociales, políticas y económicas. También hemos comprobado que el proceso vivido no ha logrado la cohesión y adhesión que muchos esperaban. La polarización de posturas políticas e ideológicas ha sido muy manifiesta. Ante esta realidad no cabe el abatimiento o la desesperanza porque Chile, como lo ha demostrado durante su historia, tiene vocación de paz y de unidad”.

Llaman a “continuar trabajando por el bien de Chile”, aceptando los resultados del plebiscito, evitando cualquier tipo de violencia “que, como sabemos, termina por afectar a los más necesitados y desvalidos de la sociedad”, dicen los obispos.

Para después del plebiscito, los obispos piden “una renovada generosidad y capacidad de diálogo, por lo que llamamos a todos, especialmente a los que actúan en la vida pública y en la política, a ampliar la mirada y pensar en común lo que nos pueda llevar a un Chile más justo, fraterno, menos desigual y con mejores oportunidades para todos sus habitantes”.

Ese es el desafío que enfrenta el país, ahora. Boric ha convocado a dirigentes políticos, sociales y académicos para llegar a acuerdos que definan el camino a seguir en la ruta hacia una nueva Constitución, como fue acordado en el plebiscito de octubre de 2020.

El Comité Permanente del Episcopado cierra su declaración con este llamado. “Mediante este mensaje queremos apelar al sentido ético y religioso que habita en el alma de la gran mayoría de los chilenos y chilenas, proponer sendas que nos lleven a terminar con la violencia bajo todas sus formas e invitar a ser factores de unidad y de paz. El amor a Dios, al prójimo y a la Patria, son las fuerzas que deben conducirnos por caminos que edifiquen la paz social y dejen atrás tensiones y conflictos, que deterioran la convivencia y la democracia, para dar paso a la concordia, la prosperidad y la unidad

Democracia en peligro: Argentina y Chile

El presidente chileno Gabriel Boric vota durante el referendum constitucional. A la derecha, la vicepresidenta de argentina Cristina Fernández de Kirchner.-

BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS

 Cada vez que la democracia entra en el imaginario popular como instrumento para luchar contra la injusticia social, se convierte en blanco de fuerzas antidemocráticas, una amplia gama de fuerzas nacionales e internacionales con diferentes matices políticos que van desde los nuevos movimientos fascistas y neonazis hasta los sectores capitalistas y las élites más retrógradas de los países. Esta es la conclusión que se puede extraer (una vez más) de los acontecimientos más recientes en América Latina. El 1 de septiembre, la vicepresidenta de Argentina y la posible precandidata a un nuevo mandato presidencial, Cristina Fernández de Kirchner, fue víctima de un intento de asesinato por parte de un individuo neonazi. El día 4, el borrador de la nueva constitución de Chile fue rechazado por el 61,86% de los votos contra el 38,14% después de un campo dominado por la política del odio, las noticias falsas y una burda manipulación mediática por parte de las fuerzas que se oponían al nuevo texto constitucional.

Estos dos acontecimientos ilustran dos de los cuatro instrumentos principales que las fuerzas antidemocráticas utilizarán en un futuro próximo para neutralizar el movimiento democrático que surge de las clases populares contra la injusticia y la discriminación social tanto en América Latina como en el resto del mundo. Los otros dos instrumentos son, por un lado, la neutralización político-judicial de los líderes políticos o de las medidas políticas a través de lo que se llama convencionalmente lawfare, guerra legal, y, por otro lado, el fraude electoral. Estos cuatro instrumentos merecen una atención detallada. Hay que entender que no son instrumentos separados por algún desacuerdo ideológico entre las fuerzas antidemocráticas. Cualquiera de estos instrumentos puede ser utilizado por las mismas fuerzas y la decisión de utilizarlos depende únicamente del cálculo de su eficacia. Por ejemplo, cuando la aspiración democrática de las clases populares se condensa en una figura política que por su trayectoria política o su fuerza carismática da a las fuerzas que le siguen una ventaja que no puede ser neutralizada por la manipulación de la opinión pública o por la persecución político-judicial, la liquidación física se convierte en el instrumento privilegiado, especialmente si el fraude electoral es difícil de realizar. Cuando, por el contrario, no se trata de personalidades políticas concretas, sino de medidas o políticas que, mediante legislación o referéndum, pueden poner en peligro los intereses o privilegios de clases o grupos poderosos, tanto a nivel nacional como internacional, los instrumentos preferidos son la neutralización político-judicial, la manipulación de la opinión pública o el fraude electoral.  Por ello, las fuerzas democráticas deben estar preparadas para estos cuatro tipos de ataque. Para ello es bueno que conozcan un poco más en detalle su funcionamiento. En este texto me centraré en los dos instrumentos de mayor actualidad política en Estados Unidos: el asesinato de líderes y activistas políticos y la manipulación de la opinión pública.

El asesinato de líderes políticos y activistas.  Este instrumento es el más antiguo e incluso se puede decir que siempre existió. Su uso depende de muchos factores y parece oscilar según una lógica de olas. Además, cuando se instala una atmosfera de elevada polarización política y sobre todo de violencia política es posible que el asesinato sea utilizado tanto en contra políticos de izquierda como políticos de derecha. La verdad es que en tiempos recientes los políticos de izquierda han sido de lejos los blancos de la violencia política.

Todo nos lleva a creer que estamos entrando en una nueva ola. Durante el siglo pasado, el asesinato se ha producido ya sea para impedir la profundización democrática (medidas que mejoran las condiciones de vida de las poblaciones más vulnerables o ponen en riesgo los intereses de las élites nacionales o de potencias extranjeras) o, más radicalmente, para allanar el camino a la dictadura. La mayoría de los asesinatos e intentos de asesinato nunca se ha aclarado completamente ni sobre quién mató ni, mucho menos, sobre quién mandó a matar. Durante las décadas de 1960 y 1970, varios políticos y sindicalistas africanos fueron asesinados o murieron en circunstancias misteriosas (accidentes, por ejemplo) que nunca se aclararon. En el momento de los hechos se consideraron actos aislados y sólo mucho más tarde se supo de la participación de los servicios secretos belgas, franceses y estadounidenses.  En América Latina, es necesario recordar la Operación Cóndor, la campaña secreta promovida por Estados Unidos y dictadores de América Latina desde 1975 para asesinar a los políticos de izquierda. Algunas estimaciones indican 60.000 muertos, 30.000 de ellos en Argentina.

En tiempos más recientes, los asesinatos, consumados o no, tienen tres características. En primer lugar, en tiempos de redes sociales y noticias falsas, el asesinato siempre está precedido por un discurso de odio promovido por las mismas fuerzas antidemocráticas con el objetivo de trivializar simbólicamente el acto de matar. En los últimos tiempos, la consigna «muerte a Cristina» ha sido frecuente en las manifestaciones de la derecha argentina. Es muy perturbador que en democracia se cree un ambiente de política abismal: o nosotros o el abismo. En estas condiciones, quien tenga temor del «candidato del abismo» puede ser tentado a matar para impedir que ese candidato llegue al poder.

En segundo lugar, el uso del asesinato es más probable cuando la neutralización político-judicial no puede activarse a tiempo para evitar la manipulación electoral y mediática y el fraude electoral no garantiza la eficacia frente a la fuerte tradición de movilización popular en las calles, una tradición que, como sabemos, es muy fuerte en Argentina. Finalmente, el perpetrador es un ser despreciable con posibles vínculos extremistas, pero que fácilmente puede considerarse que ha actuado solo. Obviamente que en situaciones de polarización elevada el acto solitario es bien probable, pero debe advertirse que este tipo de agente ha sido utilizado en el pasado como estratagema elegida para desalentar la investigación sobre cualquier vínculo más amplio, nacional o internacional, con el crimen.

El intento de asesinato contra Cristina Fernández de Kirchner ha provocado, por sus propias características, otro efecto todavía más insólito: el intento de dar crédito a la idea de que este hecho haya sido un show montado por los seguidores de la vicepresidenta para promover su capital político. Cuando se llega a este bajo nivel, lo que parece estar en causa es la despolitización y banalización total de la vida humana en cuanto recurso político. Si aceptamos esto, llegaríamos al grado cero de la democracia.

La manipulación mediática de la opinión pública. No es este el lugar para evaluar los méritos y posibles defectos del proyecto de la Constitución de Chile. Para que no haya duda sobre mi opinión, estoy muy orgulloso de haber sido invitado como consultor de la Asamblea Constituyente para los temas de la plurinacionalidad y del pluralismo jurídico, dos temas muy importantes para los pueblos indígenas de Chile.  También estoy consciente que el contexto político que llevó a la elección de la Asamblea Constituyente cambió significativamente en los tiempos posteriores como se ha visto en las últimas elecciones presidenciales. Debe añadirse que la calidad política del desempeño del presidente Gabriel Boric en los últimos meses no fue de lo mejor y no hay duda de que su presidencia estaba muy identificada con la nueva Constitución. Por último, debe considerarse que después de cuarenta años de una de la Constituciones más conservadoras del mundo (la Constitución en tiempos del dictador Pinochet) no sería fácil pasar a una de las Constituciones más progresistas del mundo.

Pero nada de esto está en discusión en este texto. Lo que discuto es el hecho que el proceso electoral que condujo al rechazo a la nueva constitución de Chile es un ejemplo extremo de manipulación de la opinión pública para condicionar el sentido del voto. Él es ciertamente responsable por la pesada derrota del proyecto. Los instrumentos que se movilizaron para embriagar a la opinión pública con falsedades sobre el texto de la nueva Constitución fueron utilizados anteriormente en la campaña del Brexit en Inglaterra (2016), en la campaña contra el referéndum de los acuerdos de paz en Colombia (2016) y en las campañas electorales de Donald Trump en EEUU (2016 y 2020) y Jair Bolsonaro en Brasil (2018),  en la campaña contra Evo Morales en Bolivia (2019) y en un intento de impedir que Pedro Castillo asuma la presidencia en Perú (2021). Pero fueron utilizados en Chile con tal virulencia que merecen la atención especial de los demócratas de todo el mundo y especialmente de los latinoamericanos. Las características principales son las siguientes.

En primer lugar, se benefician del beneficio de las fuerzas conservadoras internacionales que, con algún aviso previo, enumeran las razones para rechazar al candidato o la medida política (por ejemplo, el acuerdo de paz o la nueva constitución). Crean un aura de respetabilidad a la posición que defienden. Por ejemplo, durante el último año The Economist ha recomendado encarecidamente el rechazo de la nueva Constitución.

En segundo lugar, la manipulación de la opinión pública se basa en un bombardeo intenso y dirigido de mensajes falsos cuyo patrón tiene como objetivo inducir el miedo de la manera más efectiva que aumenta la inseguridad del votante y su familia. En Chile, un activista de derecha arrepentido denunció un enorme conjunto de redes de WhatsApp que diariamente se combinaban para hacer un trending (una tendencia en redes sociales) contra alguien o alguna medida. El contenido concreto de los mensajes falsos varía de un país a otro. Por ejemplo, en el caso de Chile, aquí hay algunos seleccionados de una inmensa cloaca de basura informativa: si votas sí, serás un ciudadano de segunda clase; el nombre de tu país cambiará y la bandera también cambiará; dividirá el país en varios; no habrá policía que te proteja de los inmigrantes y los indígenas que tomarán el poder; las mujeres podrán abortar horas antes de dar a luz; las mujeres no podrán ir al parque a dar un paseo porque tienen miedo de los inmigrantes que pueden violarlas; no se podrá comprar agua embotellada ni hielo; no habrá educación privada ni salud privada; no habrá propiedad privada en general; nos quitarán nuestras casas y nuestra tierra; prohibirán la religión; hay que votar no a la Constitución, pero todavía están tratando de hacer fraude electoral; van a llevar a venezolanos y haitianos a votar sí; si eso no es suficiente, harán que las personas muertas y desaparecidas voten; eso está pasando en el registro electoral.

En tercer lugar, hay una organización internacional en red detrás de la desinformación masiva. En el caso de Chile, fue muy importante una vasta red de organizaciones, fundaciones, institutos, think tanks, que involucran a políticos, influencers y periodistas de derecha y extrema derecha, todos pertenecientes al Atlas Network (Red Atlas). Una vasta organización financiada originalmente por los hermanos Koch en los Estados Unidos, industriales petroleros bien conocidos por su ideología de extrema derecha. Según su propia descripción, es una organización no gubernamental con sede en los Estados Unidos que proporciona capacitación, contactos, redes y fondos a grupos libertarios y de libre mercado en todo el mundo. Cuenta con 500 organizaciones asociadas en casi 100 países. Sus cuadros se forman en EEUU y la ideología es muy homogénea y corresponde enteramente a la de la escuela de Chicago a la cual el dictador Pinochet entregó la conducta económica del país en 1973 (el neoliberalismo extremo con el desmantelamiento del Social Estado, la privatización de las políticas públicas, la minimización fiscal, el libre mercado como regulador de las relaciones económicas y sociales).  La Red Atlas es un intermediario entre quienes tienen dinero y quienes tienen el talento para difundir las ideas que defienden. Está bien presente en Brasil y sin duda será muy activo en el actual proceso electoral.

Tanto los asesinatos de activistas y líderes políticos como la manipulación de la opinión pública requieren hoy en día un vasto ecosistema digital que convierte a los adversarios políticos en enemigos, torne a las víctima contra las víctimas como medio para ocultar a los verdaderos opresores, alimente el discurso del odio e incite los instintos de venganza y cree indiferencia ante la injusticia social. A la larga, convertirá a los ciudadanos en súbditos y destruirá la democracia.