El 8M mantiene el pulso: de parar el mundo a mostrar cómo moverlo
Entre la protesta y la celebración, con menos afluencia que los dos años anteriores pero con una capacidad movilizadora incuestionable, el feminismo saca a la calle a miles de personas en toda España
FOTOS | El feminismo sale a la calle en el 8M para plantar cara al patriarcado
Ana Requena Aguilar Follow @RequenaAguilar 08/03/2020
Una niña sostiene una pancarta en la que se lee «Con una pueden, con todas no» en la manifestación de Madrid de este 8M. Olmo Calvo
Esta crónica podría empezar por el final o por el principio del 8M. Por el final porque a última hora de la tarde del domingo las calles ya habían confirmado que el 8M había mantenido el pulso en una jornada de protesta muy descentralizada, entre la reivindicación y la celebración, con menos afluencia que los dos años anteriores, pero con una capacidad movilizadora incuestionable y al alcance de ningún otro movimiento a día de hoy. Por el principio, porque el día comenzaba con la expectación de quien sabe que el listón está alto y teme que la dispersión de las últimas semanas -los debates internos, el revuelo por la aprobación de la Ley Libertad Sexual, el reto de afrontar la efeméride sin una huelga estatal, y hasta el coronavirus- afectara especialmente a la protesta. Volviendo al final: la revuelta feminista es grande, mucho, y tiene de lo que presumir; garra, propuestas, una intergeneracionalidad que se constata en la calle y un eco internacional que se escucha en varias orillas.
Este 8M no había huelga estatal, pero la semilla de los dos últimos años se dejó sentir. Las manifestaciones ya no son suficiente y, desde temprano, las mujeres se reunieron en las ciudades para ocupar juntas los espacios públicos en forma de desayunos populares, bicicletadas, pasacalles, ‘flashmob’ o lectura de manifiestos. Pilar, de 67 años, y Alicia, de 71, recorrían el centro de Madrid y recordaban los viejos tiempos. «Estoy muy contenta de cómo ha avanzado esto, me acuerdo de las manifestaciones feministas del 77, que es la primera vez que fui a una», decía Pilar. «Estoy en esto desde que era jovencita y la incorporación masiva de las jóvenes me parece muy importante, pero igual de importante es que no olviden a sus ancestras», apuntaba Alicia. A su lado, cientos de mujeres cortaban varias calles del centro con cacerolas, pitos y carracas.
Las más mayores se encontraban con las más pequeñas. Elisa, de 43 años, escuchaba junto a su hija Claudia, de 8, la lectura del manifiesto feminista convocada en la plaza de Lavapiés al mediodía. «Para mí es muy importante que vea que se puede hacer algo y que juntas somos más fuertes. Y que cuantas más seamos más podremos hacer. Inculcarle también unos valores que tengan que ver con todo esto». La lectura del manifiesto terminaba y Claudia aplaudía con las demás y , con timidez, se sumaba al grito que atronaba la plaza: «Revuelta, revuelta, revuelta feminista».