Exigir el restablecimiento de la democracia en Nicaragua

Los países deben exigir el restablecimiento democrático en Nicaragua, dice un experto

Edgardo Riveros Marín

Historia de Agencia EFE

Santiago de Chile, 18 feb (EFE).- La comunidad internacional debe activar todos los mecanismos, particularmente multilaterales, para exigir el restablecimiento de los principios democráticos en Nicaragua y el respeto a los derechos humanos de los nicaragüenses que han sido declarados apátridas, dijo a EFE el profesor de derecho internacional y constitucional de la Universidad Central de Chile, Edgardo Riveros Marín.

El experto, que fue vicecanciller de Chile entre 2014 y 2018, advierte que Nicaragua vive «en un contexto de dictadura» con el Gobierno del presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, donde «hay una persecución a los opositores políticos», expulsiones, desnacionalizaciones y decomiso de bienes inmuebles a los disidentes.

Ante este escenario, el especialista plantea que el sistema interamericano de protección de estos derechos no puede claudicar y más bien debe seguir actuando a través de sus órganos competentes, como la Comisión y el Tribunal Interamericano de Derechos Humanos.

«Las resoluciones de este último tienen fuerza jurídica vinculante y en tal sentido debe seguir exigiendo el cumplimiento de sus sentencias», explica.

También, en el marco de Naciones Unidas, el Consejo de Derechos Humanos debe ejercer sus atribuciones e implementar la resolución de marzo de 2022 que creó un grupo de expertos con el objeto de «emprender investigaciones exhaustivas e independientes de todos los presuntos abusos y violaciones de los derechos humanos cometidos en Nicaragua desde abril de 2018», indica.

«Ese grupo de expertos debe presentar su informe en marzo próximo. A partir de ello el Consejo debe emitir su pronunciamiento», recomienda.

URGE MOVILIZACIÓN DE AMÉRICA LATINA

A lo multilateral -continúa- debe agregarse la opinión y gestión de los gobiernos, «que en materia de derechos humanos deben tener siempre presente su condición universal, sin hacer depender su actitud -frente a violaciones flagrantes y sistemáticas- de la posición ideológica del gobierno violador».

A juicio del profesor de derecho internacional y constitucional, también es urgente movilizar a la sociedad civil y a las fuerzas políticas democráticas desde América Latina para que Nicaragua pueda volver a tiempos donde la ciudadanía se exprese en forma libre y soberana.

«Es preciso tener presente que los cambios van a depender básicamente de la evolución que tengan los acontecimientos en el plano interno de los Estados. Pero, en todo caso, la solidaridad internacional es imprescindible con aquellos que defienden los principios democráticos y la vigencia de los derechos humanos en los Estados que sufren violaciones sistemáticas a ellos, como es el caso de Nicaragua», razona.

«En esto puede ser eficaz la sumatoria de pronunciamientos no solo de las organizaciones internacionales y de los gobiernos, sino también de los partidos políticos, organizaciones no gubernamentales, foros especializados y entidades académicos, entre otros», valora.

ORTEGA «HA TRAICIONADO LA HISTORIA» DEL FRENTE SANDINISTA

Sobre lo que simboliza Ortega – un exguerrillero que luchó contra la dictadura de Anastasio Somoza Debayle que fue derrocada por la revolución sandinista, en julio de 1979 – en el mapa mundial, Riveros Marín, es enfático: ha traicionado la historia.

«A mi juicio simboliza la condición de un dictador que ha traicionado la historia de un movimiento del cual formó parte y que luchó contra una dictadura como la de Somoza. Sus ansias de poder han extremado su conducta y ha hecho lo posible, recurriendo a la fuerza, para permanecer en el poder», reflexiona.

«Como todo dictador, es refractario a los pronunciamientos de condena de la comunidad internacional ante las violaciones sistemáticas a los derechos humanos, alegando que se está violando el principio de no intervención en los asuntos internos», critica.

Con ello, advierte el experto, Ortega «pretende ignorar que dicho principio no opera en materia de derechos humanos, precisamente porque dichos derechos quedan fuera del concepto de jurisdicción interna de los Estados, entregándose a la comunidad internacional organizada, no solo la facultad sino el deber de actuar cuando en un Estado no se cumple con el deber de resguardo de ellos»

La dictadura de Daniel Ortega en Niaragua

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¿A qué esperan los obispos europeos para pasar de las palabras a los hechos y manifestarse ante las embajadas de Nicaragua en sus respectivos países? Y a los nuestros si les importa su hermano obispo ya tardan en hacer algo más que escritos y discursos. ¿No se les ocurre nada a las cabezas pensantes de nuestro episcopado para forzar su liberación y la de tantos disidentes? Promuevan una acción conjunta con el gobierno y la oposición para hacer algo, por favor.

Por José Luis Ferrando Lada

Eran tiempos de esperanza en toda Latinoamérica. El 17 de julio de 1979, el dictador Anastasio Somoza abandonó Nicaragua. La fuerzas sandinistas capitaneadas por Ortega habían terminado con una de las dictaduras más sangrientas. El aplauso por este acontecimiento era global.  El comandante guerrillero, Daniel Ortega, hablaba con sencillez, de la guerra en su país, de los sufrimientos de la gente. Lo veíamos en la televisión, planteando su estrategia, buscando el apoyo de la comunidad internacional, clamando contra la injusticia. Hablaba de la guerra, pero también de la imprescindible ayuda de los otros países de la región para lograr la caída de la dictadura de Somoza. Nos parecía un héroe convincente.

Pero, la primera vez que nos defraudó fue durante la visita de Juan Pablo II en 1983. El mismo Papa la calificó como “una noche oscura”. El Papa polaco llegaba a un país que estaba al borde de la guerra civil. En el aeropuerto había una pancarta que decía “Bienvenido a la Nicaragua libre gracias a Dios y a la revolución”. En Managua esperaban al Papa las autoridades de la Junta de Gobierno sandinista, entre quienes estaba el coordinador, Daniel Ortega, quien con su esposa Rosario Murillo lidera la actual dictadura de Nicaragua. En ese marco, Ortega pronunció un discurso favorable al régimen sandinista. En su discurso inaugural, San Juan Pablo II dijo que llegaba a Nicaragua “en nombre de Aquel que por amor dio su vida por la liberación y redención de todos los hombres, querría dar mi aporte para que cesen los sufrimientos de pueblos inocentes de esta área del mundo; para que acaben los conflictos sangrientos, el odio y las acusaciones estériles, dejando el espacio al genuino. En la crónica de aquel viaje quedó el gesto del Papa saludando a Ernesto Cardenal, sacerdote, que era ministro de cultura del régimen. Cuando se acercó a él se quitó la boina y dobló la rodilla para besarle el anillo. No permitió que se lo besara, y blandiendo el dedo como si fuera un bastón le dijo en tono de reproche: Usted debe regularizar su situación.

Cuentan que Juan Pablo II, estuvo a punto de eliminar Nicaragua de su viaje a Centroamérica, llegó a Managua tenso y visiblemente irritado. A partir de aquella escena, que dio la vuelta al mundo, toda la jornada estuvo cargada de tensión. El medio millón de personas llegadas de todo el país para asistir a la misa del Papa, con el viaje costeado por el Gobierno, tenía orden de aplaudirle durante la misa, dijera lo que dijera. Así empezó la ceremonia en una tarde que casi acabó en tragedia. En el altar improvisado estaban en pie los gerifaltes sandinistas junto a Daniel Ortega. La misa fue un claro ejemplo de manipulación política a todos los niveles. Juan Pablo II acabó la misa deprisa y corriendo. El arzobispo Miguel Obando lo llevó directamente al aeropuerto para volver a Roma. El chófer narró que el Papa estuvo mudo durante todo el trayecto.

Daniel Ortega ha iniciado su cuarto mandato consecutivo embebido de poder. Lo más parecido  a la dictadura somocista, Ahora, entre amenazas de sanciones internacionales, el líder sandinista sigue haciendo oídos sordos. El 7 de noviembre de 2021 había ganado unas elecciones sin garantías democráticas, observadores internacionales ni prensa foránea acreditada, y precedidas de una ola represiva que terminó con siete precandidatos retenidos y revocados de la carrera presidencial. Según los datos oficiales, Ortega obtuvo el 75% de los votos en una jornada con el 65% de participación, lejos de los números del observatorio nicaragüense independiente aunque algunos hablan de una abstención por encima del 81%.

Cuatro décadas después, sin embargo, se ha convertido en el nuevo Somoza que ahora oprime salvajemente a Nicaragua. Ahora, Ortega, actúa hacia adentro con absoluta impunidad y desvergüenza. y parece no importarle ni la opinión internacional, ni unas posibles sanciones. Parece increíble. Ha enviado a un grupo de disidentes a los Estados Unidos, les ha quitado la nacionalidad…,y en su país las cárceles están atiborradas de disidentes.

Entre ellos se encuentra el obispo de  Matagalpa, Rolando Alvarez, encarcelado en condiciones infrahumanas. ¿A qué esperan los obispos europeos para pasar de las palabras a los hechos y manifestarse ante las embajadas de Nicaragua en sus respectivos países? Y a los nuestros si les importa su hermano obispo ya tardan en hacer algo más que escritos y discursos. ¿No se les ocurre nada a las cabezas pensantes de nuestro episcopado para forzar su liberación y la de tantos disidentes? Promuevan una acción conjunta con el gobierno y la oposición para hacer algo, por favor.

No es posible consentir tanta prepotencia y desfachatez. Estamos ante una dictadura químicamente pura. Ningún líder debería de acercarse, ni recibirlo. Sanciones económicas no, que las paga el pueblo con su sufrimiento.

El golpe frustrado en Brasil

Ellos se niegan a vivir juntos: el sentido del golpe demente — Leonardo Boff

Son muchos los interrogantes que suscita el golpe frustrado del 8 de enero en Brasilia. Horrorizados nos preguntamos cómo hemos podido llegar a ese nivel de barbarie, hasta el punto de destruir los símbolos del gobierno de una nación: los tres poderes, el ejecutivo, el legislativo y el judicial. Esto no sucede por casualidad. Es consecuencia de factores histórico-sociales anteriores que se materializaron en la vandalización de los tres palacios.

Filosóficamente podemos decir que la dimensión de demens (demencia, exceso, ausencia de la justa medida) sofocó la otra dimensión de sapiens (de racionalidad, de equilibrio) que siempre la acompaña, pues esta es la condición humana. Ocurre que lo demens prevaleció sobre lo sapiens e inundó la conciencia de numerosos grupos humanos.

Tal hecho muestra el lado perverso de la cordialidad descrita por Sérgio Buarque de Holanda cuando en Raízes do Brasil (1936) habla del brasilero como hombre cordial. La mayoría de los analistas olvida la nota de pie de página que hace el autor al explicar que cordialidad viene de corazón. En este corazón hay bondad, bienquerencia, hospitalidad. Pero también hay odio, maldad y violencia. Ambos tienen su sede en el corazón de los brasileros.

El pueblo brasilero mostró la cordialidad en esas dos dimensiones, la luminosa y la tenebrosa. En Brasilia hizo presencia el espíritu de la demencia pura, sin asomo de racionalidad, destruyendo los órganos que representaban la democracia y la república.

¿Por qué irrumpió la demencia? Ella es fruto de una historia demente que comenzó con el genocidio de los pueblos originarios, se implantó en la colonia, que operaba como una factoría, una empresa para hacer dinero y no para fundar una nación. Se agravó desmedidamente durante los 300 años de esclavismo cuando personas arrancadas de África fueron convertidas aquí en cosas, animales para el trabajo, esclavos sometidos a todo tipo de explotación y violencia, hasta el punto de que la edad media de ellos, según Darcy Ribeiro, no pasaba de 22 años, tal era la brutalidad que sufrían. La abolición los lanzó al dios-dará, a la calle y a la favela sin ninguna compensación. Esa deuda clama al cielo hasta el día de hoy.

Terminada la colonización, el pueblo brasilero, al decir de gran historiador mulato Capistrano de Abreu, fue “capado y recapado, sangrado y resangrado”. Esa lógica no ha sido abolida, pues está presente en los 30 millones de hambrientos, en los 110 millones con insuficiencia alimentaria y en más de la mitad de nuestra población (54% de ascendencia africana) pobre viviendo en las periferias de las ciudades, en las favelas y en condiciones inhumanas.

Los dueños del poder, “la élite del atraso”, como la denomina pertinentemente Jessé Souza, controlaron siempre el poder político lo mismo en las distintas fases de la república que en los pocos períodos de democracia representativa. Las clases adineradas hicieron una política de conciliación entre ellas, jamás de reformas ni de inclusión. Lógicamente se elaboraron varias constituciones, pero ¿alguna vez regularon y limitaron las ganancias de los poderosos?

Nuestro capitalismo es uno de los más salvajes del mundo, hasta el punto de que Chomsky diga: ”Brasil es un tipo de caso especial; raramente vi un país donde elementos de la élite tienen tanto desprecio y odio por los pobres y por el pueblo trabajador”. Nunca se dejó civilizar. Mal pudo haber lucha de clases porque ellos con violencia (secundada por el brazo militar) la aplastaron inmisericordemente.

Tuvimos y tenemos democracia, pero siempre fue frágil y ha sido y es amenazada continuamente, como se vio en los varios golpes, contra Vargas, Jango, Dilma Rousseff y el día 8 de enero de este año. Pero ella siempre resurgió.

Todo esto debe ser tomado en consideración para que tengamos un marco que nos haga entender el golpe demente y frustrado. Vale la observación de Veríssimo en un twitter: el anti-petismo no es de ahora, el anti-pueblo está en el ADN de la clase dominante. Ella nunca permitió que alguien venido del piso de abajo subiese al de arriba, ocupando el centro del poder, como ocurrió con Lula/Dilma y nuevamente con Lula en 2023. Le ha hecho todo tipo de oposición y maniobras golpistas, apoyadas por el brazo ideológico de la gran prensa corporativa.

Hay otro punto a ser considerado: la cultura del capital. Ella ha exacerbado el individualismo, la búsqueda de bienestar individual o corporativo, nunca para todo un pueblo. Tal ethos ha impregnado la sociedad, los procesos de socialización, las escuelas, las mentes y los corazones de las personas menos críticas. Todos, en cierta forma, somos rehenes de la cultura del capital, pues nos obliga a consumir bienes superfluos, se ha implantado en todo el mundo, generando la desgracia planetaria, lanzando a gran parte de la humanidad a la marginación y poniendo en peligro la vida sobre el planeta Tierra. Ella ha creado consumidores y no ciudadanos.

La dictadura de este individualismo llevó a muchos miles de personas a no querer vivir juntos. Prefieren sus Alfa Villes y sus barrios reservados a adinerados y especuladores. Ahora bien, una sociedad no existe ni se sostiene sin un pacto social. Este se expresa por cierto orden social, materializado en una Constitución y en las leyes que todos se comprometen a aceptar. Pero tanto la Constitución como las leyes son violadas continuamente, pues el individualismo ha solapado el sentido del respeto a las leyes, a las personas y al orden establecido.

Los que están detrás de la intentona de Brasilia son ese tipo de personas que se consideran por encima del orden vigente. Hay personas de todas las clases, pero principalmente representantes del gran capital. No olvidemos el último informe de Forbes que daba los datos de los opulentos de Brasil: 315 multibillonarios, gran parte viviendo de sus rentas y no de la producción de bienes de consumo.

El factor principal que creó las condiciones para este golpe frustrado fue la atmósfera generada por Jair Bolsonaro, que suscitó la dimensión demente en millones de ciudadanos, dominados por el odio, la truculencia, la discriminación de todo tipo y el desprecio cobarde de los pobres y marginados. A ellos corresponde la principal responsabilidad del envenenamiento de nuestra sociedad con rasgos de inhumanidad, de regresión a modelos sociales anticuados y no contemporáneos. Ni siquiera la religión ha escapado a esta pestilencia, especialmente en grupos de iglesias neopentecostales y también en grupos de católicos conservadores y reaccionarios.

Gracias a la rápida determinación de los Ministros del STF y del TSE especialmente al ministro Moraes y, en el caso del golpe, a la actuación rápida e inteligente del Ministro de Justicia Flávio Dino que convenció al presidente Lula, ante a gravedad de la situación, de ordenar una intervención federal en términos de seguridad en el Distrito Federal. Así, a última hora, se consiguió abortar el golpe. La estupidez de los invasores de las tres Casas del Gobierno y la destrucción que perpetraron en ellas frenó a la junta militar que, según el plan del golpe revelado, asumiría el poder en forma de una dictadura con la prisión de todos los ministros, clausura del Congreso y actos de represión ya conocidos en nuestra historia.

La democracia puede tener sus defectos y sus límites, pero todavía es la mejor forma que nos permite vivir juntos, como ciudadanos participativos y con garantía de derecho. Sin ella resbalamos fatalmente hacia la barbarie y la deshumanización en las relaciones personales y sociales. Esa democracia tiene que ser construida día a día, ser cotidiana, abierta a enriquecimientos y a transformarse en una verdadera cultura permanente.

*Leonardo Boff ha escrito Brasil:concluir la refundación o prolongar la dependencia, Vozes 2018: Habitar la Tierra: cuál es el camino para la fraternidad universal, Vozes 2022.

Represión a la Iglesia en Nicaragua

Medio centenar de sacerdotes nicaragüenses piden refugio en Honduras y Costa Rica

Daniel Ortega persigue a la Iglesia
Daniel Ortega

Los curas señalan que han sufrido la presencia de “policías en las afueras de las parroquias, rodeando sus casas o recibiendo llamadas telefónicas para tratar de angustiarlos”

Al menos 50 sacerdotes nicaragüenses han solicitado refugio a Honduras y Costa Rica ante los constantes actos de represión y hostigamiento por parte de la dictadura de Daniel Ortega, tal como informa hoy El Heraldo.


“Ellos nos han expresado estar en contra de las situaciones de injusticia e irrespeto de los derechos humanos en su país”, ha explicado José Canales, obispo de la Diócesis hondureña de Danlí. “Nosotros estamos disponibles para recibir a aquellos sacerdotes que en circunstancias extremas tengan que salir de Nicaragua. De esta forma puedan integrarse a la vida de la iglesia en El Paraíso”, añadió.

Represión a la Iglesia

Tal como señala Canales, los sacerdotes no alegan haber sufrido violencia física, pero sí psicológica. “Considero que esto es peor que una patada, policías en las afueras de las parroquias, rodeando sus casas o recibiendo llamadas telefónicas para tratar de angustiarlos”, ha expresado el obispo.

Actualmente, el régimen de Ortega mantiene bajo arresto al obispo Rolando Álvarez y a siete sacerdotes. Además, hace unas semanas el Servicio de Telecomunicaciones (TELCOR) del gobierno de nicaragüense cerraba la emisora católica ‘Radio Stereo Fe’, perteneciente a la diócesis de Estelí, por considerar que estaba “operando de manera ilegal”