¿Habrá Navidad este año?

María y José extenuados y atrapados

LUIS SANDALIO, luisandalio@yahoo.es
LLOREDA DE CAYÓN (CANTABRIA).

ECLESALIA, .

– María y José caminan perdidos
este año, no sé por qué,
y atrapados por el bosque…  ¿Los has visto?
Es extraño… Bielorrusia
los reúne y los empuja,
la católica Polonia no los quiere…
y Europa, demasiado entretenida
-suponemos- en preparar la navidad
no puede perder su valioso tiempo
en atender estos restos de humanidad,
sobrantes y zarrapastrosos,
heridos por las cuchillas de las concertinas
que no pueden atravesar…

El frío invernal, mojados y bajo cero,
el hambre, el cansancio brutal
y la impotencia de no poder entender
por qué los señores de este mundo,
geopolíticamente -dicen-  juegan con ellos
y pisotean sus vidas sin que les tiemble el pulso,
les dejan extenuados, rotos por dentro,
amargados, derrotados y desesperados…

No van solos…
Son muchísimos miles los que traspasan
con ellos diferentes fronteras de nuestro mundo
y se empeñan en empañar, ensuciar  y romper
nuestra imagen de civilización avanzada
de derechos humanos y libertades
insistentemente proclamadas…

María y José por el bosque perdidos
pasan frío, hambre y desaliento…
Su salud mental peligra,
su esperanza acorralada
está a punto de sucumbir ante el miedo:
policías y soldados bien armados
les hacen frente, ella está embarazada
-¿os lo he dicho?-
y el niño va a nacer…
¡qué terrible mundo
-que entre todos hemos hecho-
les espera!
¿Les espera? ¿Será verdad que les espera?

Unos pocos, muy poquitos,
en los pueblos polacos cercanos a la frontera
no están de acuerdo y permanecen en vela:
Sí, es adviento y sin pedir permiso
encienden luces verdes en sus casas para decir:

Os ayudaremos.
La puerta está abierta,
y no diremos
ni palabra a la policía ni al gobierno,
os esperamos…
Aunque desconocidos y lejanos,
sois hermanos nuestros”

Este es el adviento verdadero,
que cultiva la esperanza
herida y destartalada de este mundo nuestro
cuidando de los pobres  y frágiles,
animando a los pequeños,
ayudando a los que ya no pueden…
sintiéndonos de verdad fraternos.
¿Estaremos tú y yo entre ellos?
Dios lo quiera.

Del «Dios objeto» a la «Fuente común»

STEFANO CARTABIA, Oblato, stefanocartabiaomi@gmail.com
Esa conciencia será la Paz total y la alegría plena (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

Tu voto: ECLESALIA, 13/07/20.- Tal vez el “gran pecado” del cristianismo fue haber transformado a Dios en un objeto. Sin duda fue un proceso inconsciente y hasta necesario en su desarrollo y en el desarrollo de la conciencia humana. Estoy convencido que buena parte de la crisis actual de la iglesia católica y del cristianismo se deba a esta desviación.

Un objeto es algo que –por definición– está en frente a un sujeto que puede verlo, conocerlo, manipularlo.

No hay que entender “objeto” simple y solamente en su sentido material, como una “cosa”, sino en su sentido más amplio. En este sentido una imagen mental puede ser considerada un “objeto”. Es justamente en este sentido que el cristianismo ha reducido el Misterio: Dios como una imagen mental, algo que puede ser pensado y aislado independientemente del sujeto pensante. El objeto es otro del sujeto, hay separación entre sujeto y objeto.

Desde estas verdades tan simples se desencadenan unas cuantas y problemáticas consecuencias: Dios pasa a ser un Superente, separado, distante, externo, manipulable.

Y, desde esta concepción de Dios, siguen otras consecuencias y las formas de vivir el cristianismo que bien conocemos: la separación entre fe y vida, una liturgia aséptica y que poco o nada tiene que ver con la vida, una fe centrada en una moral heterónoma, un cristianismo centrado en la doctrina y siempre pendiente de la jerarquía, una vida de oración estéril y aburrida, el aniquilamiento de la alegría y la creatividad. Seguir leyendo

Mañana es un misterio

Por CARMEN HERRERO MARTÍNEZ, Fraternidad Monástica de Jerusalén,

Ayer forma parte de la historia,
Mañana es un misterio.
Hoy es un don de Dios,
Es por eso que llamamos el Presente.
(Bil Keame)

ECLESALIA, 19/06/20.- Por casualidad leí este pensamiento de Bil Keame que me está ayudando y mucho, en estos momentos tan inciertos que estamos viviendo a causa del Covid-19. Hemos pasado del confinamiento al desconfinamiento, y esto no deja de ser un paso muy positivo y esperanzador dentro de la pandemia que hemos vivido y que todavía no podemos dar por terminada. Las distintas etapas para llegar a la “normalidad”, siguen su orden. Ello indica que poco a poco la pandemia va disminuyendo, y que los avances de la medicina son positivos, así como el cuidado que cada ciudadano ha tenido, para sí mismo y para los demás; todo ello ha contribuido y sigue ayudando a vencer esta lucha contra el enemigo invisible del Covid-19.

Pese a la mejora que vamos viendo, el desconfinamiento nos lleva a seguir en “alerta”, a seguir pensando los unos en los otros para el bien de todos, a no bajar la alerta, ya que el enemigo puede aparecer de nuevo donde menos y cuando menos lo esperemos. Como dice Bil: “ayer forma parte de la historia”, no podemos volver atrás; ahora, bien la historia siempre nos deja una experiencia, cierta sabiduría para mejor conducirnos en el hoy, es decir, en el presente que es el hoy, y el ahora que nos toca vivir. Creo que esta es la lección que tenemos que sacar del ayer: saber conducirnos mejor, a todos los niveles, desde el más pequeño al más grande, con responsabilidad y generosidad, con sentido de igualdad, siendo solidarios los unos con los otros y estando atentos a los más débiles y desamparados de la sociedad.

¡Cuántas lecciones, -si queremos aprender-, nos ha enseñado el coronavirus! Él ha sido capaz de poner al descubierto muchas estructuras y organizaciones de la sociedad que no funcionan como tenían que haber funcionado: empezando por la sanidad. ¡Qué carencia y falta de medios y de personal para luchar contra esta pandemia tan inesperada! Si el pasado ya es historia y no podemos volver atrás ni remediarla, tampoco podemos continuar con esos criterios tan inhumanos y capitalistas como hasta de ahora. Forzosamente surge una crítica y denuncia ante tantos hechos -como hemos visto a lo largo de estos meses-, inhumanos, injustos, duros y desproporcionados.

De la sanidad en general, a las residencias de mayores. ¡Qué de carencias! Todos tenemos en mente las personas contagiadas y fallecidas; y, ¡en qué condiciones! Esta realidad es una vergüenza para la sociedad moderna que se cree omnipotente y con el orgullo de controlarlo todo. Todo lo ocurrido, es una interpelación a la conciencia colectiva, familiar y política, de cara al cuidado que ofrecemos a nuestros mayores confiándolos a ciertas estructuras que bien hemos visto su carencia y su incompetencia tanto sanitaria como humana. Seguir leyendo