La Fase Continental europea del Sínodo

La Iglesia europea se confronta en Praga: comienza la fase continental del Sínodo

Logo de la fase continental europea

Dieciséis meses después de la puesta en marcha del Sínodo sobre la Sinodalidad, ha llegado el momento del arranque de la llamada fase continental, que en Europa se celebrará en Praga (República Checha) del 5 al 12 de febrero para debatir el documento de trabajo presentado en octubre del pasado año por la Secretaría General del Sínodo

La asamblea continental de Praga se divide en dos partes. En la primera, 200 personas debatirán del 5 al 9 de febrero el texto enviado por el Vaticano. En la segunda, los 39 presidente de las conferencias episcopales europeas analizarán el resultado del trabajo conjunto realizado con el resto de delegados

Lo que sí desean desde la Secretaría General del Sínodo es que esta representación en Praga tenga un carácter inclusivo: «Es importante prestar especial atención a que estén adecuadamente representados las mujeres y los jóvenes […]; las personas que viven en la pobreza o en los márgenes de la sociedad y quienes tienen contacto directo con ellas; los delegados fraternos de otras confesiones cristianas […]»

Por José Lorenzo

Dieciséis meses después de la puesta en marcha del Sínodo sobre la Sinodalidad, ha llegado el momento del arranque de la llamada fase continental, que en Europa se celebrará en Praga (República Checha) del 5 al 12 de febrero para debatir el documento de trabajo presentado en octubre del pasado año por la Secretaría General del Sínodo, síntesis de los informes enviados a Roma por todas las conferencias episcopales del mundo al concluir la primera fase de este hito histórico puesto en marcha por el papa Francisco.

De esta manera (habrá reuniones similares en el resto de los continentes hasta marzo), los participantes estudiarán, analizarán, debatirán y es de esperar que rezarán el documento vaticano de 45 páginas y en donde se han condensado las reflexiones de la fase inicial de escucha, y que servirán para ver la variedad y diversidad de posturas, planteamientos, necesidades o anhelos de la Iglesia universal, en donde se encontrarán cuestiones tan variadas como el peligro del clericalismo, el mayor deseo de corresponsabilidad laical, la herida de los abusos para la credibilidad de la Iglesia, la ordenación sacerdotal femenina, la cuestión de los hijos de los sacerdotes o las relaciones polígamas, por citar solo un puñado de ellas.

Asamblea del Sínodo en Praga

La fase o asamblea continental de Praga, que comienza este domingo, se divide en dos partes. En la primera -según el extracto que ha realizado Katholisch del material presentado en la web oficial del evento-, 200 personas debatirán del 5 al 9 de febrero el texto enviado por el Vaticano. Se trata de 156 delegados de las 39 Conferencias Episcopales de Europa y 44 participantes adicionales invitados por el Consejo de Conferencias Episcopales Europeas. Las delegaciones están compuestas siempre por el presidente de la Conferencia Episcopal respectiva y otros tres delegados. A este grupo inicial se unirán digitalmente otros 390 delegados, 10 por cada conferencia episcopal.

Fase con carácter inclusivo: más mujeres y jóvenes

Lo que sí desean desde la Secretaría General del Sínodo es que esta representación tenga un carácter inclusivo: «Por lo que respecta a los participantes en las asambleas continentales, es importante prestar especial atención a que estén adecuadamente representados las mujeres y los jóvenes […]; las personas que viven en la pobreza o en los márgenes de la sociedad y quienes tienen contacto directo con ellas; los delegados fraternos de otras confesiones cristianas; los representantes de otras religiones y tradiciones confesionales y algunas personas sin afiliación religiosa».

Imagen de la presentación de la fase continental europea del Sínodo

En este sentido, se recuerda que mientras el Papa mostró su deseo de que en la primera fase del Sínodo se llegase a «más del 3, 4 o 5 por ciento» del Pueblo de Dios, hubo algunas conferencias episcopales que apenas llegaron a consultar al 1%.

Tras la primera fase de la Asamblea de Praga, los 39 presidentes de las Conferencias Episcopales europeas se reunirán en una segunda fase del 10 al 12 de febrero, en donde los pastores releerán la experiencia sinodal (en base a un documento que se adoptará el 9 de febrero) hecha con los laicos «a partir de su particular carisma y tarea, de forma colegiada», según señala el documento del Vaticano.

Aviso: las mayorías no deciden

Por si pudieran saltar las dudas, se aclara que “los pastores, designados por Dios como auténticos guardianes, intérpretes y testigos de la fe de toda la Iglesia, no temen, por tanto, escuchar al rebaño que se les ha confiado: la consulta al Pueblo de Dios no supone en modo alguno la adopción en la Iglesia de los principios de la democracia basada en el principio de la mayoría”.

El vídeo explicativo de la fase continental europea

Finalmente, se redactará un documento final que cada asamblea continental habrá de enviar a Roma, y que serán utilizados para la elaboración del Instrumentum Laboris, que será la base de la primera asamblea del Sínodo de los Obispos en 2023 en el Vaticano, previa a la definitiva (tras la ampliación del proceso decretada por Francisco el pasado mes de octubre) de octubre de 2024.

Luego llegará la última etapa, la más complicada y determinante: la aplicación de Sínodo tras la exhortación postsinodal que firmará el Papa a la luz de todo el proceso deliberativo del que es uno de los momentos eclesiales de mayor trascendencia para el futuro de la Iglesia católica desde el Concilio Vaticano II

Entrevista a Luis Marín de San Martín

Luis Marín de San Martín: “América va por delante en sinodalidad”

Por RUBÉN CRUZ

El subsecretario de la Secretaría General del Sínodo comparte sus expectativas sobre la Fase Continental

El subsecretario de la Secretaría General del Sínodo, el arzobispo español Luis Marín de San Martín, acaba de pasar unos días en Panamá con varios encuentros sinodales. Ya desde Roma, el religioso agustino comparte sus expectativas sobre la Fase Continental del Sínodo de la Sinodalidad.

PREGUNTA.- Un año después de la Asamblea Eclesial, ¿cómo valora este proceso inédito?

RESPUESTA.- El Celam tiene una larga andadura; la sensibilidad sinodal no solo está presente en América Latina y el Caribe, sino que presenta un notable desarrollo. La Conferencia de Medellín (1968) impulsó la eclesiología del Vaticano II desde la realidad latinoamericana, que luego continuó sobre todo en las Conferencias de Puebla y Aparecida. Si queremos entender el pensamiento de Francisco sobre el proceso sinodal en curso, debemos releer el Documento de Aparecida y Evangelii gaudium.

Por lo que se refiere a este proceso, en la historia del Celam encontramos dos claves importantísimas. La primera es la lectura inculturada de la Buena Noticia en una realidad concreta (se evitan así el espiritualismo y el intelectualismo). La segunda es la implicación de todo el Pueblo de Dios en la tarea evangelizadora (se ponen las bases para superar el clericalismo). El camino, evidentemente, no ha sido fácil pero la llama de la sinodalidad ha prendido en este continente que, sin duda, va por delante.

Pálpito vital de un continente

P.- ¿Qué espera de la Fase Continental en América Latina?

R.- Sobre todo, potenciar el camino emprendido. Se trata de continuar el proceso de escucha y discernimiento, tomando como base el Documento de Trabajo para esta etapa. Un momento importante serán las asambleas regionales, con representantes del Pueblo de Dios, ya fijadas por el Celam entre febrero y marzo. Con lo recogido se celebrará una Asamblea Eclesial del 17 al 20 de marzo en Bogotá para discernir y redactar la Síntesis Continental. Los presidentes y secretarios generales de las conferencias episcopales se encontrarán allí del 21 al 23 de marzo para aprobar esta Síntesis, que se enviará a la Secretaría del Sínodo.

En ella, estoy seguro, estará el pálpito vital de todo un continente, el testimonio de sus valientes opciones desde el Evangelio, su creatividad, su impulso renovador, su esperanza. También esperamos avanzar en la interrelación y enriquecimiento mutuo entre las Iglesias que peregrinan en los distintos continentes. Debemos fortalecer el sentido de unidad pluriforme, reforzando el modo particular de ser cristiano en cada cultura, pero siempre al servicio de toda la Iglesia. En apertura, superando cualquier atisbo de autorreferencialidad.

P.- ¿Se está consiguiendo una verdadera conversión?

R.- El objetivo de este camino, que se recorre paso a paso, no es otro sino la vivencia coherente de la fe y un decidido impulso evangelizador. Más Cristo, más Iglesia. Y esto es fruto del Espíritu Santo, que es el gran protagonista. Pero el Espíritu no puede actuar si nosotros lo impedimos con la dureza de nuestro corazón. Necesitamos humildad, potenciar la dimensión orante y fortalecer los lazos de la caridad. Entonces el Espíritu nos abrirá a la experiencia de Cristo en la Iglesia. 

Fase Continental del Sínodo en A.L.

Plan Estratégico de Comunicación para la Fase Continental del Sínodo en América Latina y Caribe

“Un paraguas para una gran campaña que nos articule y nos una”

En el Plan Estratégico de Comunicación presentado, se han dado a conocer algunos elementos para el antes, el durante y el después de las cuatro asambleas regionales que tendrán lugar en febrero y marzo, en El Salvador, Santo Domingo, Quito y Brasilia

No puede ser olvidado que esta parte del proceso continua en las diócesis y por ello no centrarse solo en las asambleas regionales

Por Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica

Un elemento importante en el actual proceso sinodal es la comunicación. La Iglesia de América Latina y el Caribe, en un trabajo coordinado por el Centro para la Comunicación del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño, ha elaborado un Plan Estratégico de Comunicación para la Fase Continental del Sínodo.

Una gran campaña que nos articule y nos una

Un instrumento que en palabras de Oscar Elizalde quiere ser “un paraguas para una gran campaña que nos articule y nos una”. Se trata, según el director del Centro para la Comunicación del Celam de buscar elementos comunes que puedan ser enriquecidos desde las realidades locales.

Buscando avanzar en ese camino y concretar los próximos pasos se reunían este 7 de diciembre representantes de diversas conferencias episcopales de América Latina y el Caribe, organismos continentales y nacionales, de la comisión de comunicación de la Secretaría del Sínodo y de la Secretaría del Celam, contando con la presencia de Mons. Jorge Lozano, secretario general, y el padre Pedro Brassesco, secretario general adjunto y coordinador de la Fase Continental del Sínodo en América Latina y el Caribe.

En el Plan Estratégico de Comunicación presentado, se han dado a conocer algunos elementos para el antes, el durante y el después de las cuatro asambleas regionales que tendrán lugar en febrero y marzo, en El Salvador, Santo Domingo, Quito y Brasilia.

Pasos a ser dados

En los dos próximos meses, siguiendo lo que se viene haciendo desde la presentación del Documento para la Etapa Continental el pasado 27 de octubre, antes de las asambleas se quieren desarrollar noticias sobre la fase continental del Sínodo. Para ello se están realizando entrevistas sobre la fase continental del Sínodo, así como reportajes, videos tutoriales y en breve comenzará un noticiero quincenal para televisión sobre el proceso. Igualmente, ADN Celam 60 segundos, el programa semanal de radio “Poliedro Latinoamericano”, la Revista Misión Celam, Rostros & voces, piezas gráficas informativas, infografías y un diseño de material POP para las Asambleas Regionales.

Durante las Asambleas Regionales en febrero y marzo de 2023, el plan propone la elaboración de noticias sobre el desarrollo de las Asambleas Regionales, testimonios de participantes, un resumen diario sobre el desarrollo de las Asambleas Regionales para televisión, Radio / Podcast, cubrimientos especiales con medios aliados, reportaje gráfico, foto-frases sobre el desarrollo de las Asambleas Regionales, entrevistas especiales sobre experiencias de sinodalidad en cada región, ruedas y comunicados de prensa.

Después de las Asambleas Regionales se busca continuar con las noticias sobre el Sínodo, entrevistas, reportajes, noticiero de televisión sobre el proceso sinodal con frecuencia quincenal, piezas gráficas sobre el Sínodo de la Sinodalidad. Se quieren encontrar pistas para desde la comunicación caminar juntos, entender los elementos claves de esta Fase Continental y tener informados a todo el Pueblo de Dios de lo que está sucediendo en torno al proceso sinodal.

Buscar puentes con otros continentes

Entre las sugerencias de los participantes cabe destacar el llamado a buscar puentes con otros continentes con testimonios y noticias sobre su camino sinodal. También buscar elaborar subsidios litúrgicos con aspectos de la Fase Continental para poder llegar al Pueblo de Dios en general.

No puede ser olvidado que esta parte del proceso continua en las diócesis y por ello no centrarse solo en las asambleas regionales. Por eso es importante tener en cuenta las aportaciones que serán enviadas a las conferencias episcopales para que sus representantes en las asambleas tengan en cuenta lo que se trabajado en esta fase en las diócesis y en las diferentes realidades eclesiales. El Documento para la Etapa Continental vuelve al Pueblo de Dios, que tiene oportunidad de reflexionar nuevamente y enriquecer con sus aportaciones el proceso sinodal.

La Fase Continental del Sínodo  “abre horizontes de esperanza”

“Ensancha el espacio de tu tienda” (1)

Por Rufo González

Hace unos días, el 27 de octubre pasado, se publicaba el “Documento para la Fase Continental del Sínodo”. Su lectura me ha producido esperanza. Cierto, como han dicho los presentadores, que no es la conclusión sinodal, ni tiene valor magisterial, ni es resultado de una encuesta científica, ni propone estrategias, objetivos o ideas teológicas ya logradas. Sólo es un documento “orientativo, de trabajo, de referencia para la nueva etapa del proceso sinodal”. Pero documento de mucha verdad, habla llana, provocativo para la Iglesia y la gente de nuestro tiempo. Intentaré comentarlo en post sucesivos.

A entenderlo mejor me ha servido la entrevista del L’Osservatore Romano (28.10.2022) al Relator general del Sínodo, cardenal Jean-Claude Hollerich. También me han ayudado las intervenciones en la Conferencia de prensa de presentación del documento: cardenal Mario Grech, Secretario General del Sínodo, los ponentes (el profesor de Teología en el Instituto Universitario «Sophia» de los Focolares, Piero Coda; el jesuita Giacomo Costa, consultor de la Secretaría General del Sínodo y Jefe del Grupo de Trabajo para elaborar el Documento) y la experta en comunicación Anna Rowlands. También se conectó desde Japón el cardenal Hollerich (Cf. Salvatore Cernuzio – Ciudad del Vaticano 28.10.2022).

El Relator general del Sínodo,Jean-Claude Hollerich, es arzobispo de Luxemburgo, presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Comunidad Europea y vicepresidente del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa. Le dicen “liberal”. No comparto esta apreciación. Le creo un creyente “radical” del Evangelio. Lo esencial es atenerse al Evangelio: “Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables” (He 15,28). Veamos algunas declaraciones suyas.

– En el periódico la Croix International (24.01.2022), dice: “hay que preguntarse con franqueza si un sacerdote debe ser necesariamente célibe. Tengo una opinión muy alta del celibato. Pero, cabe demandarse: ¿es esencial? He casado a diáconos en mi diócesis que ejercen el diaconado de forma maravillosa, hacen homilías con las que de verdad tocan a las personas: más fuertemente que nosotros célibes. ¿Por qué no tener también sacerdotes casados? Si un sacerdote no puede vivir esta soledad, hay que entenderlo, no condenarlo”. Ésto es “anular el mandamiento de Dios por mantener vuestra tradición” (Mc 7,9).

– La doctrina católica de la homosexualidad: “Creo que el fundamento sociológico -científico de esta enseñanza ya no es cierto… Es hora de hacer una revisión fundamental de la doctrina… El Santo Padre dice que la Iglesia no puede aceptar el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero sí puede apoyar leyes de uniones civiles destinadas a dar a las parejas homosexuales derechos conjuntos de pensiones, atención médica, herencia… Es un error despedir a trabajadores de la Iglesia por ser gays” (KNA 03.02.2.2022).

– Sobre la orientación del Sínodo, en una entrevista del L’Osservatore Romano (28 octubre 2022): “la fase de preparación… pone de manifiesto la urgencia de un cambio de ritmo en la pastoral: siendo firmes en el Evangelio, debemos ser capaces de anunciarlo al hombre de hoy, que lo ignora mayoritariamente. Esto implica una disposición a dejarnos transformar también nosotros mismos”.

Me parecen muy provocativas, en el mejor sentido de la palabra (pro-vocación: llamada en favor) estas afirmaciones del cardenal: “no hablamos lo suficiente de la misión de la Iglesia. Que es proclamar el Evangelio… Somos observados y evaluados en el mundo por cómo vivimos el Evangelio… Lo que importa es la coherencia con el Evangelio… Los que están fuera de la Iglesia a veces entienden mejor el Evangelio que los que están dentro de ella”. Estas frases recuerdan a Soren Kierkegaard, el pensador cristiano que sufría “un terrible dolor oculto: la convicción de que ni la Iglesia ni los creyentes quieren atender al Evangelio… El cristianismo sólo puede practicarse a imitación de Cristo”. Se consideraba un “espía al servicio del Dios”, que descubre el pecado de las Iglesias: llamarse cristianas sin serlo. Dice que cuando lo ridículo no provoca risa es porque lo consideramos lógico y natural. Es una hipocresía inhumana y, por supuesto, evangélica. Sucede en una catedral de su tiempo: “comparece el ilustrísimo, reverendísimo Predicador privado general superior de la Corte, el joven elegido por el mundo ilustre; comparece ante un círculo elegido, entre elegidos, y predica conmovido sobre un texto que él ha elegido: `Dios ha elegido a lo vil y lo menospreciado del mundo´ (1Cor 1,28). Y no hay nadie que se ría” (El instante. Madrid. Trotta. 2012, p. 95). Tal anomalía sigue ocurriendo ante los títulos y vestimentas pintorescos de los jerarcas de la Iglesia. Llaman a un ser humano: Santidad, Eminencia, Beatitud…, “¡y no hay nadie que se ría!”. La risa viene en el libre carnaval.

Como Relator denuncia: “en las dificultades registradas en los sínodos de los distintos países ha influido una cierta defensa instintiva de su estatus por parte del clero y, por otro lado, una persistente actitud delegadora por parte de los laicos… El sacerdocio bautismal no quita nada al sacerdocio ministerial… Todos los sacerdotes debemos entender que no hay sacerdocio ministerial sin un sacerdocio universal de los cristianos, porque se origina en éste. Soy muy consciente de que la dificultad de asimilar un concepto, al fin y al cabo tan elemental, se ve entorpecida por una formación sacerdotal que aún persiste en una `diversidad ontológica´ que no existe. Los teólogos deben ponerse a trabajar en esto y dar definiciones más certeras en torno al tema del carácter, y la gracia sacramental… La formación debe consistir en ser capaz de vivir el Evangelio hoy de forma radical”.

Es cierto que el clero adicto a la vestimenta clerical, como muchos obispos, están contra la sinodalidad. Tienen mucha responsabilidad de la “persistente actitud delegadora por parte de los laicos”. Su clericalismo: “anula la personalidad de los cristianos, disminuye y desvaloriza la gracia bautismal…, lleva a la funcionalización del laicado tratándolo como `mandaderos´, coarta distintas iniciativas, esfuerzos y osadías… necesarios para llevar la Buena Nueva del Evangelio…, poco a poco apaga el fuego profético que la Iglesia toda está llamada a testimoniar…, olvida que la visibilidad y la sacramentalidad de la Iglesia pertenece a todo el Pueblo de Dios, y no solo a unos pocos elegidos e iluminados” (Carta de Francisco al Cardenal M. A. Ouellet. Vaticano, 19 marzo 2016).

“Si la gente percibe la autoridad del obispo o del párroco como `poder´, entonces tenemos un problema. Porque estamos ordenados para un ministerio, para un servicio. La autoridad no es el poder”. Esta es una contradicción evidente con el Evangelio. El mismo Código canónico avala tal poder hasta el punto de convertir todo “Consejo” eclesial en meramente consultivo, y siempre a voluntad episcopal, incluso su existencia.

“No quiero sonar duro, pero francamente, nuestro trabajo pastoral habla de un hombre que ya no existe… Los jóvenes dejan de considerar el Evangelio, si tienen la impresión de que estamos discriminando. Para ellos hoy el valor más alto es la no discriminación. No sólo la de género, sino también la de etnia, origen, clase social. Se enfadan mucho por la discriminación”. Pues la discriminación en la Iglesia es abundante. La mujer, por mujer, no tiene los mismos derechos que el varón, pese a ser “uno en Cristo”. Los casados no pueden representar a “Cristo cabeza” en la Iglesia occidental. Los nombramientos de responsables comunitarios son fruto del “dedo” del responsable anterior, etc. etc.

El Documento de la Fase Continental

El documento para la fase continental del Sínodo pide una Iglesia «capaz de inclusión radical» y revela «incertidumbres»

Por María Rodríguez

El documento de trabajo para la etapa continental del Sínodo sobre la Sinodalidad pide una «Iglesia capaz de una inclusión radical» y revela la «incertidumbre» para responder a los desafíos que presentan, por ejemplo, los que sienten «una tensión» entre su pertenencia a la Iglesia y su vida afectiva. El Sínodo de la Sinodalidad, convocado por el Papa Francisco, culminará en el Vaticano en 2024.

«Entre los que piden un diálogo más incisivo y un espacio más acogedor encontramos a quienes, por diversas razones, sienten una tensión entre la pertenencia a la Iglesia y sus propias relaciones afectivas, como, por ejemplo: los divorciados vueltos a casar, los padres y madres solteros, las personas que viven en un matrimonio polígamo, las personas LGBTQ», recoge la síntesis redactada por la Secretaría General del Sínodo a partir de las aportaciones de la primera fase del proceso sinodal, la local, para orientar el trabajo de las Asambleas Sinodales Continentales.

«Las síntesis muestran cómo este reclamo de una acogida desafía a muchas iglesias locales «, recoge el texto que, además, da cuenta de que la gente pide que la Iglesia sea un «refugio» para los heridos y rotos, no una «institución para los perfectos», según una cita de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos.

El Vaticano ha precisado que el documento que se ha presentado este jueves no debe interpretarse como «un apoyo a posiciones procedente de una zona concreta del mundo».

DIMENSIÓN AFECTIVO-SEXUAL DE LOS SACERDOTES Entre otras cuestiones, recoge la necesidad de atender «las dimensiones afectivas y sexuales» de la vida de los sacerdotes y religiosos. También se señala la importancia de disponer «formas adecuadas de acogida y protección para las mujeres y eventuales hijos de los sacerdotes que han faltado al voto de celibato, ya que de otro modo corren el riesgo de sufrir graves injusticias y discriminaciones».

Por otro lado, se da cuenta de «las resistencias de parte del clero», así como «la pasividad de los laicos» ante la dinámica sinodal. Pero también otros obstáculos como las «estructuras jerárquicas que favorecen las tendencias autocráticas»; la «cultura clerical e individualista» o la ausencia de espacios «intermedios» que favorezcan los encuentros entre miembros de grupos que se encuentren divididos. En esta lista también figuran los escándalos de los abusos cometidos por miembros del clero o por personas que ejercen cargos eclesiásticos.

ACOMPAÑAMIENTO A EXCLUIDOS

La experiencia sinodal puede leerse, según el documento, como «un camino de reconocimiento» para aquellos que se han sentido excluidos en la Iglesia. Así, se pide expresamente el acompañamiento de personas con discapacidad. «A pesar de sus propias enseñanzas, la Iglesia corre el peligro de imitar el modo en que la sociedad deja de lado a estas personas», alerta.

El texto también recoge los desafíos «del tribalismo, el sectarismo, el racismo, la pobreza y la desigualdad de género en la vida de la Iglesia y del mundo». Entre los grupos excluidos más mencionados están: los más pobres, los ancianos solos, los pueblos indígenas, los migrantes sin pertenencia alguna que llevan una existencia precaria, los niños de la calle, los alcohólicos y drogadictos, los delincuentes, las prostitutas y víctimas de trata, los supervivientes de abusos (en la Iglesia y fuera de ella), los presos o los grupos que sufren discriminación y violencia por motivos de raza, etnia, género, cultura y sexualidad.

IMPACTO DE LOS ABUSOS EN SU CREDIBILIDAD

Según la síntesis, muchas iglesias locales señalan que se enfrentan a un contexto cultural «marcado por la disminución de la credibilidad y la confianza debido a la crisis de los abusos» y otras apuntan que «el individualismo y el consumismo» como factores culturales críticos.

Con todo, el Vaticano resalta que el tono de las síntesis «no es anticlerical», entendido como algo contra los sacerdotes o el sacerdocio ministerial. Muchas conferencias episcopales expresan «un profundo aprecio y afecto por los sacerdotes» pero manifiestan su deseo de que estén «mejor formados, mejor acompañados y menos aislados». Sin embargo, señalan la importancia de «librar a la Iglesia del clericalismo, para que todos sus miembros, tanto sacerdotes como laicos, puedan cumplir con la misión común».

«El clericalismo se considera una forma de empobrecimiento espiritual, una privación de los verdaderos bienes del ministerio ordenado y una cultura que aísla al clero y perjudica al laicado», añade.

UNANIMIDAD SOBRE LA MALA CALIDAD DE LAS HOMILÍAS

Por último, se resaltan las principales limitaciones de la praxis celebrativa, que oscurecen su eficacia sinodal. En particular, se subraya «el protagonismo litúrgico del sacerdote y la pasividad de los participantes» o «el alejamiento de la predicación respecto a la belleza de la fe y la concreción de la vida». «La calidad de las homilías se señala casi unánimemente como un problema», alerta.

Según datos la Secretaría General del Sínodo de este organismo del Vaticano, se recibieron síntesis de 112 de las 114 conferencias episcopales y de las quince iglesias orientales católicas, además de las reflexiones de 17 de los 23 dicasterios de la Curia Romana, así como las de los superiores y superioras generales (USG/UISG), los institutos de vida consagrada y las sociedades de vida apostólica, las asociaciones y movimientos de fieles laicos. A ese material hay que sumar las opiniones recogidas a través de las redes sociales gracias a la iniciativa del ‘Sínodo Digital’.

Las claves del documento de trabajo para la Etapa Continental del Sínodo

«Es necesaria una reforma permanente de la Iglesia, de sus estructuras y de su estilo”

Logo del Sínodo de la Sinodalidad 2021-2024

El documento subraya la necesidad de “asumir ministerios  estables, ejercer una corresponsabilidad real en el gobierno de la Iglesia,  dialogar con las otras Iglesias y con la sociedad para acercarse fraternalmente a  los alejados”, y constata las discusiones, sin toma de postura definitiva, en los temas polémicos, como el papel de la mujer, el acceso a la comunión de divorciados vueltos a casar, las reformas en los ministerios o las bendiciones de parejas gay

«El Pueblo de Dios expresa el deseo de ser menos una  Iglesia de mantenimiento y conservación, y más una Iglesia misionera”

“Somos  una Iglesia que aprende, y para ello necesitamos un discernimiento continuo que  nos ayude a leer juntos la Palabra de Dios y los signos de los tiempos, para  proceder en la dirección que el Espíritu nos señala»

Una de las tesis mayoritarias entre los grupos sinodales, precisamente, giró en torno a “pedir un cambio en la  cultura eclesial con miras a una mayor transparencia, responsabilidad y  corresponsabilidad”

Obstáculos: «estructuras jerárquicas que favorecen las tendencias  autocráticas; una cultura clerical e individualista que aísla a los individuos y  fragmenta las relaciones entre sacerdotes y laicos; disparidades socioculturales y  económicas que benefician a las personas ricas e instruidas»

Las mujeres piden una Iglesia  a su lado, más comprensiva y solidaria en la lucha contra estas fuerzas de  destrucción y exclusión

“Corresponderá al derecho canónico acompañar este proceso de renovación de las  estructuras a través de los cambios necesarios en las disposiciones vigentes actualmente”

«Desde todos los continentes llega un llamamiento para que las mujeres  católicas sean valoradas, ante todo, como miembros bautizados e iguales del  Pueblo de Dios»

Por Jesús Bastante

«El mensaje del Sínodo es sencillo: estamos aprendiendo a caminar  juntos y a sentarnos juntos para partir el único pan, para que cada uno y cada una  encuentre su lugar. Todos están llamados a participar en este viaje, nadie está  excluido. Nos sentimos llamados a ello para poder anunciar de forma creíble el  Evangelio de Jesús a todos los pueblos”. Esta es una de las conclusiones de «Ensancha el espacio  de tu tienda» (Is 54,2), el documento de trabajo para la Etapa Continental del Sínodo que se acaba de presentar en Roma.

Un documento intenso, de 46 páginas, que resume los centenares de miles de folios llegados a Roma durante la primera etapa del Sínodo, desde las conferencias episcopales a la vida religiosa, pasando por la propia Curia, el ‘Sínodo digital’ o propuestas enviadas fuera de lo institucional (como las mujeres católicas o los gays cristianos).

Y que lo hace bien estructurado, con referencias continuas a varios textos (la síntesis española apenas aparece en una ocasión, y refiriéndose a la necesidad de “asumir ministerios  estables, ejercer una corresponsabilidad real en el gobierno de la Iglesia,  dialogar con las otras Iglesias y con la sociedad para acercarse fraternalmente a  los alejados”) y sin tomar postura en ninguno de los temas polémicos, como el papel de la mujer, el acceso a la comunión de divorciados vueltos a casar, las reformas en los ministerios o las bendiciones de parejas gay.

Una permanente conversión

Sí asume, en sus conclusiones, dos horizontes temporales clave. “El primero es el horizonte a largo plazo, en el que la sinodalidad toma la forma de una perenne llamada a la conversión personal y a la reforma de la Iglesia. La segunda, claramente al servicio de la primera, es la que centra nuestra atención en los encuentros de la Etapa Continental que estamos  viviendo”.

Y una convicción: “El Pueblo de Dios expresa el deseo de ser menos una  Iglesia de mantenimiento y conservación, y más una Iglesia misionera”, y por ello “la alegría de caminar juntos y el deseo de seguir haciéndolo”, aunque no define cómo: “el modo de conseguirlo como una comunidad católica verdaderamente global es algo que todavía está por descubrirse del todo”.

“Somos una Iglesia que aprende, y para ello necesitamos un discernimiento continuo que  nos ayude a leer juntos la Palabra de Dios y los signos de los tiempos, para  proceder en la dirección que el Espíritu nos señala”, culmina el texto, que proclama la necesidad de “una reforma igualmente permanente de la Iglesia, de sus estructuras y de su estilo”, siguiendo “las huellas” del Concilio Vaticano II.

«No faltaron las dificultades” , entre los que no se fían del Sínodo y los que muestran su preocupación de que las discusiones “puedan presionar para que se  adopten en la Iglesia mecanismos y procedimientos centrados en el principio de la  mayoría democrática”

¿Cuáles son los grandes temas del documento?

En primer lugar, la constatación de que “el Sínodo avanza”, pese a las dificultades. Y es que la participación ha superado cualquier expectativa. En  general, la Secretaría del Sínodo recibió las síntesis de 112 de las 114 Conferencias  Episcopales y de todas las 15 Iglesias Orientales Católicas, además de las reflexiones de 17 de los 23 dicasterios de la Curia Romana, así como las de los  superiores y superioras generales (USG/UISG), los institutos de vida consagrada  y las sociedades de vida apostólica, las asociaciones y movimientos de fieles  laicos. Además, se recibieron más de mil contribuciones de particulares y grupos,  así como las opiniones recogidas a través de las redes sociales gracias a la  iniciativa del “Sínodo Digital”.

En el proceso, apunta el documento, “no faltaron las dificultades” , entre los que no se fían del Sínodo y los que muestran su preocupación de que las discusiones “puedan presionar para que se  adopten en la Iglesia mecanismos y procedimientos centrados en el principio de la  mayoría democrática”. Por el otro lado, existe “la percepción de la Iglesia como una  institución rígida que no quiere cambiar y modernizarse”.

Resistencia del clero, pasividad de los laicos

“Numerosas síntesis mencionan los temores y las resistencias de parte  del clero, así como la pasividad de los laicos, su miedo a expresarse libremente y  la dificultad de articular el papel de los pastores con la dinámica sinodal”, añade el resumen, aprobado por el Papa Francisco. “Existe  una percepción generalizada de separación entre los sacerdotes y el resto del Pueblo de Dios”, al que se suma “el escándalo de los abusos cometidos por miembros del clero o por personas que  ejercen cargos eclesiásticos”. Una de las tesis mayoritarias entre los grupos sinodales, precisamente, giró en torno a “pedir un cambio en la  cultura eclesial con miras a una mayor transparencia, responsabilidad y  corresponsabilidad”.

El título del documento (Ensancha el espacio  de tu tienda), apunta a la idea de “imaginar a la  Iglesia como una tienda, o más bien como la tienda del encuentro que acompañó  al pueblo en su travesía por el desierto. Está llamada a expandirse, pero también a  moverse”, “acogiendo a otros en ella, dando cabida a su diversidad”.

El Sínodo entra en la Fase Continental

La vida religiosa, clave

En este sentido, cobran especial relevancia las percepciones de la vida religiosa, que clama por “el sueño divino de una Iglesia global y sinodal que vive la unidad en la  diversidad. Dios está preparando algo nuevo y debemos colaborar”.

No es fácil: son muchas las síntesis que señalan “la persistencia de obstáculos  estructurales, por ejemplo: estructuras jerárquicas que favorecen las tendencias  autocráticas; una cultura clerical e individualista que aísla a los individuos y  fragmenta las relaciones entre sacerdotes y laicos; disparidades socioculturales y  económicas que benefician a las personas ricas e instruidas”.

Es generalizada la preocupación por la escasa presencia de la voz de  los jóvenes en el proceso sinodal, así como por su cada vez mayor ausencia en la  vida de la Iglesia, resultando de “la necesidad de una Iglesia más sinodal con miras a la transmisión de  la fe en la actualidad”.

Numerosas síntesis señalan la falta de estructuras y formas adecuadas  para acompañar a las personas con discapacidad, pese a que episcopados como el español obviaron por completo esta realidad. Del mismo modo, se destaca el compromiso del Pueblo de Dios por la  defensa de la vida frágil y amenazada en todas sus etapas.

Divorciados vueltos a casar y comunidad LGTBQ

Una fuente particular de sufrimiento son todas aquellas situaciones en  las que el acceso a la Eucaristía y a los demás sacramentos se ve obstaculizado o  impedido por diversas causas. Son intensas las peticiones para que se busque una  solución a estas formas de privación de los sacramentos, como “el uso del cobro de tarifas por el  acceso a las celebraciones, que discrimina a los más pobres. Muchas síntesis  también dan voz al dolor que experimentan los divorciados vueltos a casar por no  poder acceder a los sacramentos, así como los que han contraído un matrimonio  polígamo” aunque, admiten, no hay unanimidad en estas cuestiones.

¿Quiénes son los descartados? “Los grupos que experimentan un sentimiento de exilio son  diversos, empezando por muchas mujeres y jóvenes que no ven reconocidos sus  dones y capacidades. Dentro de este conjunto heterogéneo de personas, muchos se  consideran denigrados, abandonados, incomprendidos”, reconoce el documento, que señala a los que, “por diversas razones, sienten una tensión entre la  pertenencia a la Iglesia y sus propias relaciones afectivas, como, por ejemplo: los  divorciados vueltos a casar, los padres y madres solteros, las personas que viven  en un matrimonio polígamo, las personas LGBTQ».

«Las síntesis muestran cómo  este reclamo de una acogida desafía a muchas Iglesias locales: «la gente pide que la Iglesia sea un refugio para los heridos y rotos, no una institución para los perfectos. Quieren que la Iglesia salga al encuentro de las personas allí donde se  encuentren, que camine con ellas en lugar de juzgarlas, que establezca relaciones  reales a través de la atención y la autenticidad, y no con un sentimiento de  superioridad”. Algo similar sucede con los curas casados.

También, excluidos en la Iglesia y la sociedad, “los más pobres, los ancianos solos, los pueblos indígenas, los emigrantes sin  pertenencia alguna que llevan una existencia precaria, los niños de la calle, los  alcohólicos y drogadictos, los que han caído en las manos de la delincuencia y  aquellos para los que la prostitución es la única posibilidad de supervivencia, las  víctimas de la trata de personas, los supervivientes de abusos (en la Iglesia y fuera  de ella), los presos, los grupos que sufren discriminación y violencia por motivos  de raza, etnia, género, cultura y sexualidad”.

Moral sexual, sin posición comunitaria definitiva

“Algunas síntesis destacan la importancia del papel de la Iglesia en el  espacio público, particularmente en relación a los procesos de construcción de la  paz y la reconciliación”, señala el texto, que también considera que “no hay sinodalidad  completa sin la unidad entre los cristianos”.

«Cuestiones como la enseñanza de la Iglesia sobre el aborto, la  anticoncepción, la ordenación de mujeres, los sacerdotes casados, el celibato, el  divorcio y las segundas nupcias, la posibilidad de acercarse a la comunión, la  homosexualidad y las personas LGBTQIA+” en las que, se confirma, “no es posible formular una posición comunitaria definitiva sobre ninguna  de estas cuestiones”

Como ejemplo, el documento aborda la síntesis de Sudáfrica, en la que se constatan “cuestiones como la enseñanza de la Iglesia sobre el aborto, la  anticoncepción, la ordenación de mujeres, los sacerdotes casados, el celibato, el  divorcio y las segundas nupcias, la posibilidad de acercarse a la comunión, la  homosexualidad y las personas LGBTQIA+” en las que, se confirma, “no es posible formular una posición comunitaria definitiva sobre ninguna  de estas cuestiones”.

Las síntesis expresan un profundo deseo de reconocer y reafirmar la  dignidad común como base para la renovación de la vida y los ministerios en la Iglesia.

Contra el clericalismo, por la mujer

Así, aunque “el tono de las síntesis no es anticlerical (contra los sacerdotes o el  sacerdocio ministerial”, si se observa “la importancia de librar a la Iglesia del clericalismo,  para que todos sus miembros, tanto sacerdotes como laicos, puedan cumplir con  la misión común. El clericalismo se considera una forma de empobrecimiento  espiritual, una privación de los verdaderos bienes del ministerio ordenado y una  cultura que aísla al clero y perjudica al laicado”.

Junto a ello, uno de los temas más abordados es el de “establecer  una nueva cultura, con nuevas prácticas, estructuras y hábitos”, especialmente, respecto “al papel de las mujeres y a su vocación, enraizada en la dignidad  bautismal común, a participar plenamente en la vida de la Iglesia”.

 “Se trata de un  punto crítico sobre el que se registra una creciente consciencia”, apuntan el documento, que insiste que  “desde todos los continentes llega un llamamiento para que las mujeres  católicas sean valoradas, ante todo, como miembros bautizados e iguales del  Pueblo de Dios”.

«La Iglesia debe encontrar formas de atraer a los  hombres a una participación más activa en la Iglesia y permitir que las mujeres lo  hagan más plenamente en todos los niveles de la vida eclesiástica»

“En una  Iglesia en la que casi todos los responsables de la toma de decisiones son hombres,  hay pocos espacios en los que las mujeres puedan hacer oír su voz. Sin embargo,  son la columna vertebral de las comunidades eclesiásticas, tanto porque  representan la mayoría de los miembros practicantes como porque se encuentran  entre los miembros más activos de la Iglesia”, se lee en una síntesis, mientras que el documento constata que “está claro que la Iglesia debe encontrar formas de atraer a los  hombres a una participación más activa en la Iglesia y permitir que las mujeres lo  hagan más plenamente en todos los niveles de la vida eclesiástica”.

Religiosas, «mano de obra barata»

“Ante las dinámicas sociales de empobrecimiento, violencia y  humillación a las que se enfrentan en todo el mundo, las mujeres piden una Iglesia  a su lado, más comprensiva y solidaria en la lucha contra estas fuerzas de  destrucción y exclusión”, sostiene el texto, que vuelve a echar mano de la denuncia de la vida religiosa, que constata que “Las religiosas suelen ser  consideradas mano de obra barata.

En algunas Iglesias se tiende a excluir a las  mujeres y a confiar las tareas eclesiales a los diáconos permanentes; y también a  infravalorar la vida consagrada sin hábito, sin tener en cuenta la igualdad  fundamental y la dignidad de todos los fieles cristianos bautizados, mujeres y  hombre”.

Casi todas las síntesis plantean la cuestión de la participación plena e  igualitaria de las mujeres, aunque “no concuerdan en una respuesta única o exhaustiva a la  cuestión de la vocación, la inclusión y la valoración de las mujeres en la Iglesia y  en la sociedad”.

“Se expresan  posturas mucho más diversificadas con respecto a la ordenación sacerdotal de las  mujeres, que algunas síntesis reclaman, mientras que otras la consideran una  cuestión cerrada”

Muchas síntesis, tras una atenta escucha del contexto, piden que la  Iglesia continúe el discernimiento sobre algunas cuestiones específicas: el papel  activo de las mujeres en las estructuras de gobierno de los organismos  eclesiásticos, la posibilidad de que las mujeres con una formación adecuada  prediquen en los ambientes parroquiales, el diaconado femenino. “Se expresan  posturas mucho más diversificadas con respecto a la ordenación sacerdotal de las  mujeres, que algunas síntesis reclaman, mientras que otras la consideran una  cuestión cerrada”.

El Vaticano publicará el documento de síntesis del Sínodo el 27 de octubre

Una Iglesia «toda ministerial»

Algo similar sucede en la corresponsabilidad de los laicos, que  como afirma la síntesis italiana, ha ayudado a redescubrir la corresponsabilidad que  proviene de la dignidad bautismal y ha permitido la posibilidad de superar una visión de la Iglesia construida en torno al ministerio ordenado para avanzar hacia  una Iglesia “toda ministerial”, que es comunión de carismas y ministerios  diferentes”.

No faltan los  interrogantes sobre los espacios para el posible ejercicio de la ministerialidad  laical: «muchos grupos desearían una mayor participación del laicado, pero el margen de maniobra no está claro: ¿qué tareas concretas pueden realizar los  laicos? ¿Cómo se articula la responsabilidad del bautizado con la del párroco?”, se preguntan desde Bélgica.

¿Hay soluciones? No las pretende este documento de síntesis, que apunta a que “el proceso sinodal ha puesto de manifiesto una serie de tensiones,  explicitadas en los párrafos anteriores. No hay que tenerles miedo, sino articularlas  en un proceso de constante discernimiento en común”.

Liturgia

“Corresponderá al derecho canónico acompañar este proceso de renovación de las  estructuras a través de los cambios necesarios en las disposiciones vigentes actualmente”, añade el documento, que interpela directamente a la sinodalidad en el interior de la Curia Romana, y a la hora de hallar “lugares institucionales de inclusión, diálogo, transparencia, discernimiento, evaluación y  responsabilidad de todos”.

La liturgia, y el enfrentamiento ideológico

Otro punto de fricción, constata el documento, está en la liturgia, con el “discernimiento  de la relación con los ritos preconciliares”, advirtiendo que “la Eucaristía, sacramento de la unidad en el amor en Cristo, no puede  convertirse en motivo de enfrentamiento ideológico, ruptura o división”.

Con todo lo que sí preocupan son “las limitaciones de  la praxis celebrativa, que oscurecen su eficacia sinodal. En particular, se subraya:  el protagonismo litúrgico del sacerdote y la pasividad de los participantes; el  alejamiento de la predicación respecto a la belleza de la fe y la concreción de la  vida; la separación entre la vida litúrgica de la asamblea y la red familiar de la  comunidad”.

Sínodo

Finalmente, en cuanto al debate futuro, el documento reclama que “todas las Asambleas  sean eclesiales y no solo episcopales, asegurando que su composición represente,  de manera adecuada, la variedad del Pueblo de Dios: obispos, presbíteros,  diáconos, consagradas y consagrados, laicos y laicas”, con “una particular  atención en la adecuada presencia de las mujeres y los jóvenes (laicos y laicas,  consagrados y consagradas en formación, seminaristas); personas que viven en  condiciones de pobreza o marginación y quienes están en contacto directo con  ellas; delegados fraternos de otras confesiones cristianas; representantes de otras  religiones y tradiciones de fe y algunas personas sin afiliación religiosa”.