La fraternidad

HABITAR LA TIERRA: ¿CUÁL ES EL CAMINO PARA LA FRATERNIDAD UNIVERSAL?

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Estamos ante una triste constatación: el tipo de mundo en el que vivimos es todo menos fraternal. Lo que predomina es el poder, que desde el inicio establece una división entre quien tiene poder y quien no tiene poder. Se trata del poder-dominación, político, económico, ideológico, mediático, también familiar, y otros. De esta división nacen toda suerte de desigualdades: unos imponiéndose a los demás, la mayoría situada en el piso de abajo y unos pocos en el piso de arriba.

La desigualdad significa injusticia social, que éticamente es inaceptable. Para las personas de fe, la injusticia social es un pecado contra el Creador porque le ofende a Él y a sus hijos e hijas. Por lo tanto, estamos en una situación que no nos agrada a nosotros y tampoco agrada a Dios.

Es intensa la búsqueda humana de una sociedad libre, igualitaria, justa y fraterna. En nombre de ella se hicieron las grandes revoluciones, siempre derrotadas, pero nunca vencidas definitivamente, pues el anhelo humano de libertad, igualdad y fraternidad es imperecedero. Siempre habrá personas y movimientos sociales que mantendrán vivo ese sueño y tratarán de concretarlo en la historia.

Son muchos los motivos que fundan la fraternidad. En primer lugar, todos somos portadores de la misma humanidad, poco importa el origen, el color de la piel, la religión y la visión de mundo que tengamos. Todos tenemos el mismo código genético de base, presente en todos los seres vivos: los veinte aminoácidos y las cuatro bases nitrogenadas. Dicho en lenguaje pedestre: estamos construidos de 20 ladrillos diferentes y cuatro tipos de cemento. Los ladrillos combinados y amalgamados con los varios tipos de cemento producen la biodiversidad. Lo cual quiere decir que existe un lazo de fraternidad real entre todos los seres vivos y especialmente entre los humanos. La fraternidad es universal, incluida la naturaleza.

Otra razón de la fraternidad es el hecho de que todos los seres, también los humanos, tenemos algo en común: venimos del barro de la Tierra. Homo, ser humano, procede de humus, tierra buena y fértil. De la misma forma, nuestro antepasado bíblico Adán, se deriva de adamah, que quiere decir: tierra arable y fecunda. De ese barro el Creador nos sacó y moldeó como sus criaturas, todos hermanados entre sí.

Estas raíces comunes nos invitan a vivir en fraternidad universal e ilimitada. Este fue el sueño de Jesús, que advirtió que nadie sea llamado maestro porque todos somos hermanos y hermanas. La fraternidad sin fronteras fue la búsqueda ardiente de San Francisco de Asís, que llamaba a todos los seres de la naturaleza con el dulce nombre de hermanos y hermanas. Fue a conversar con el sultán musulmán en Egipto porque quería una fraternidad universal que implicaba incluir a cristianos y no cristianos. Es el gran sueño de Francisco de Roma, el Papa actual, que ha escrito una valiente encíclica Fratelli tutti, “todos hermanos y hermanas”, como respuesta a un mundo globalizado que crea socios, pero no hermanos y hermanas, que nos hace virtualmente próximos, pero realmente distantes por causa de la riqueza de algunos a costa de la pobreza de muchos.

Dentro del mundo actual, fundado en el poder-dominación sobre personas, sobre pueblos y sobre la naturaleza, la fraternidad  universal no tiene condiciones para realizarse. Sin embargo, si bien no parece viable, ella puede ser una actitud permanente, un modo de ser, un espíritu que impregne todas las relaciones entre las personas, y también las institucionales, de participación igualitaria y cooperativa. Todo eso a condición de renunciar al poder-dominación y de tener humildad, no como una virtud ascética, sino como un mojar nuestras raíces en el mismo humus de donde la naturaleza y nosotros aseguramos nuestra existencia, viendo en cada ser y en cada persona, un hermano y una hermana, con el mismo origen y el mismo destino. Entre hermanos y hermanas hay amor, cuidado y un sentimiento profundo de pertenencia.

Ante las graves amenazas que pesan sobre la Madre Tierra superexplotada y la ruptura del tejido social de las naciones, la fraternidad sin fronteras, como un nuevo tipo de presencia en el mundo, nos podrá salvar. Este libro ‘Habitar la Tierra: cuál es el camino para la fraternidad universal’ quiere traer a debate la urgencia del amor social y de la fraternidad universal, por lo menos como un modo de ser tierno y despojado de la voluntad de poder-dominación, creando un lazo de afecto y de cuidado entre todos los seres del mundo natural y del mundo humano.

Misión América

Misión América busca que la cooperación no sea una mera “política residual”

La entidad de los misioneros celebra su asamblea general con la mirada puesta en el 30 aniversario de la entidad y la necesidad de promover la fraternidad como única salida de la crisis

En 2023 la oenegé Misión América cumplirá 30 años, por ello, en su asamblea general ya miran este número redondo y ha reforzando la apuesta decidida por la sensibilización y la educación para el desarrollo. La entidad que agrupa a diferentes misioneros españoles que trabajan o han trabajado en América Latina y África defiende que la fraternidad humana es la salida para la actual crisis mundial.


La senda de la fraternidad

A través de un encuentro telemático se ha aprobado el inicio de los trabajos de elaboración del nuevo Plan Estratégico 2023 – 2027, además de repasar algunas cuestiones organizativas y de gestión. Los distintos representantes de las diferentes delegaciones han resaltado el testimonio misionero que es sólido y coherente y que “logra hacer realidad proyectos de cooperación para el desarrollo, contribuyendo siempre desde la justicia social en los pueblos y con las gentes con las que los misioneros desgastan su vida y compromiso”, según señalan desde la entidad en un comunicado. Para la oenegé de los misioneros para los misioneros la fraternidad también se vive desde la propia asociación. Por ello ha renovado su compromiso de colaboración con REDES (Red de Entidades para el Desarrollo Solidario).

Para su presidente, Fernando Redondo, solo “desde la fraternidad humana, caminando todos juntos, podremos salir de las situaciones constantes de desigualdad y pobreza de todo el mundo”. Por ello, ha alabado “las vías de actuación y solidaridad necesarias para poder abordar de manera integral el cuidado de todos los hombres y las mujeres, de todo el mundo, para evitar las situaciones que está provocando el coronavirus y otras pandemias menos conocidas en los titulares”. Redondo ha incitado a dar el paso para “entender la cooperación para el desarrollo como una política trasversal, como un principio primario y no secundario, y dejar de entender la cooperación para el desarrollo como una política residual”. Por ello, ha destacado que “el nivel de solidaridad de una sociedad debe tener siempre en cuenta su compromiso con la cooperación para el desarrollo, la cooperación internacional, y lo mismo ocurre con las políticas públicas, que si no son acompañadas de acciones concretas de cooperación para el desarrollo quedan desvirtuadas

La «caridad política»

Luis Argüello reivindica la “caridad política” como elemento de regeneración política 

El secretario general de la Conferencia Episcopal Española pronuncia la ponencia inaugural de la XLIII Semana Social de España en Sevilla 

Una ponencia del secretario general de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, ha inaugurado la XLIII Semana Social de España, que se celebra en los Reales Alcázares de Sevilla, desde este 25 de noviembre, hasta el próximo día 27. El obispo auxiliar de Valladolid ha dado buena cuenta de ‘La regeneración de la vida pública. Una llamada al bien común y a la participación’, título de esta cita convocada por la Comisión Episcopal para la Pastoral Social y Promoción Humana de la CEE

La Doctrina Social, brújula segura 

Argüello, a partir de un texto del papa Francisco y de la mano del compendio de la Doctrina Social de la Iglesia ha presentado la “caridad política” como elemento que vertebra el eje de la relación entre el cristiano y la sociedad en la que se vive la fe. Por eso, la Doctrina Social de la Iglesia es la “brújula” y la respuesta a la pregunta sobre cómo regenerar la vida pública a través del anuncio de la verdad y promoviendo un progreso al servicio de la humanidad. El prelado propuso la “importancia de pensar con las manos, de reflexionar sobre los hechos de los que somos testigos y partícipes, porque la Doctrina Social propone cambios en profundidad en el corazón, conversión y en la sociedad, innovación, revolución en algunos casos que exigen las situaciones de injusticia, para servir al verdadero bien de los hombres”. 

Para el secretario general, este es un “momento histórico” en el “que hay que iluminar la caridad política y por tanto “la acción personal y comunitaria en ambientes e instituciones, para vivir el coloquio entre razón y fe, Iglesia y sociedad, historia y reino de Dios”. “Estamos en un verdadero cambio de época”, señaló el obispo apuntando que este implica a la nueva evangelización. Ese cambio de época se hace visible en la significación de la vida humana en este momento, prosiguió. Por eso, denunció que “hay un planteamiento hoy de lo humano que está en cuestión”. Argüello reivindicó “una fraternidad que no se construye desde los puños, desde los sentimientos, desde los consensos, sino que es un dato que brota de reconocer que tenemos un padre común y un futuro compartido por todos”. A los asistentes animó a “hacer presente el amor de Dios en el mundo a través de su cuerpo de bautizados”, “una acción que remueve personas, ambientes e instituciones”, concluyó. 

En el 35º Encuentro de Oración por la Paz

Francisco irá al Coliseo el 7 de octubre para rezar por la paz junto a Sant’Egidio 

EL 35ª Encuentro de Oración por la Paz se celebrará con el lema ‘Pueblos hermanos, tierra futura. Religiones y culturas en diálogo’ 

El Papa participará el próximo 7 de octubre, de la ceremonia final del 35ª Encuentro de Oración por la Paz organizado por la Comunidad de Sant’Egidio, en la plaza junto al Coliseo. Así lo ha informado hoy el director de la Oficina de Prensa del Vaticano, en declaraciones recogidas por Vatican News. 

El título con el que se celebra este encuentro es ‘Pueblos hermanos, tierra futura. Religiones y culturas en diálogo’. Bajo este lema se reunirán, los días 6 y 7 de octubre, los representantes de las grandes religiones del mundo después de un año marcado por la crisis sanitaria de la pandemia del Covid-19, pero también por los conflictos armados que se desarrollan en distintas partes del mundo. 

Una mirada a la fraternidad universal 

“Acogemos esta noticia con gran alegría”, ha dicho Marco Impagliazzo, presidente de la Comunidad de Sant’Egidio a Vatican News. “El Papa ha guiado el mundo durante la pandemia. Su ya famoso discurso, el 27 de marzo de 2020, sobre la crisis y la pandemia y cómo salir de ella, es un poco la guía para nuestro encuentro”. 

Esta nueva Oración por la Paz, que contará con un mayor número de asistentes dado el descenso de casos en la pandemia, seguirá la línea de “no nos salvamos por nosotros mismos, sino también los pueblos hermanos y la Tierra futura, es decir, una mirada a la fraternidad universal y a las crisis medioambientales”. 

En el primer aniversario de la Fratelli Tutti

Prefacio del Papa al volumen “Fraternità Segno dei Tempi. Il magistero sociale di Papa Francesco” del Cardenal Michael Czerny y Don Christian Barone 

Francisco: «El Concilio Vaticano II es nuestro ecosistema eclesial y pastoral» 

«La fraternidad será más creíble -escribe el Pontífice- si empezamos también en la Iglesia a sentirnos «fratelli tutti» y a vivir nuestros respectivos ministerios como un servicio al Evangelio y a la construcción del Reino de Dios y al cuidado de la Casa Común» 

«Cada uno de nosotros puede contribuir a realizar la obra del Reino de Dios en el mundo, abriendo espacios de salvación y liberación, sembrando esperanza, desafiando las lógicas mortíferas del egoísmo con la fraternidad evangélica, comprometiéndonos con la ternura y la solidaridad a favor del prójimo» 

«El Reino anunciado por Jesús, por tanto, es una realidad viva y dinámica, que nos invita a la conversión y pide a nuestra fe que salga del estatismo de una religiosidad individual o reducida al legalismo, para ser, en cambio, una búsqueda inquieta y continua del Señor y de su Palabra» 

«En la historia de América Latina en la que he estado inmerso, primero como joven estudiante jesuita y luego en el ejercicio del ministerio, respiramos un clima eclesial que con entusiasmo ha absorbido y hecho propias las intuiciones teológicas, eclesiales y espirituales del Concilio y las ha inculturado y aplicado» 

«A los interrogantes y desafíos del mundo moderno, el Vaticano II quiso responder con el aliento de la Gaudium et Spes; pero hoy, continuando el camino trazado por los Padres conciliares, nos damos cuenta de que es necesaria no sólo una Iglesia en el mundo moderno y en diálogo con él, sino sobre todo una Iglesia que se ponga al servicio de los hombres» 

«El Magisterio del Santo Padre necesita siempre escuchar la historia y necesita la contribución de la teología» 

28.09.2021 | Papa Francisco 

El corazón del Evangelio es el anuncio del Reino de Dios, que es Jesús en persona, el Emmanuel y Dios con nosotros. En efecto, en Él, Dios realiza definitivamente su proyecto de amor para la humanidad, estableciendo Su señorío sobre las criaturas e introduciendo en la historia humana la semilla de la vida divina, que la transforma desde dentro.  

Ciertamente, el Reino de Dios no debe identificarse o confundirse con alguna conquista terrenal y política, pero tampoco debe imaginarse como una realidad puramente interior, personal y espiritual, o como una promesa que sólo concierne al más allá. En realidad, la fe cristiana vive de esta fascinante y convincente «paradoja», palabra muy querida por el teólogo jesuita Henri de Lubac: es lo que Jesús, unido para siempre a nuestra carne, realiza ya aquí y ahora, abriéndonos a la relación con Dios Padre y obrando una liberación continua en la vida y en la historia que vivimos, porque en Él se ha acercado ya el Reino de Dios (cf. Mc 1,12-15); al mismo tiempo, mientras estamos en esta carne, el Reino sigue siendo una promesa, un anhelo profundo que llevamos dentro, un grito que se eleva desde la creación todavía marcada por el mal, que gime y sufre hasta el día de su plena liberación (cf. Rm 8,19-24). 

El Reino anunciado por Jesús, por tanto, es una realidad viva y dinámica, que nos invita a la conversión y pide a nuestra fe que salga del estatismo de una religiosidad individual o reducida al legalismo, para ser, en cambio, una búsqueda inquieta y continua del Señor y de su Palabra, que cada día nos llama a colaborar en la obra de Dios en las distintas situaciones de la vida y de la sociedad. De diferentes maneras, a menudo silenciosas y anónimas, a menudo incluso dentro de la historia de nuestros fracasos y heridas, el Reino de Dios está teniendo lugar en nuestros corazones y en la historia que nos rodea; como una pequeña semilla escondida en la tierra (cf. Como una pequeña semilla escondida en la tierra (cf. Mt 13,31-32), como un poco de levadura que fermenta la masa (Mt 13,24-30), Jesús introduce en nuestra historia los signos de la vida nueva que vino a inaugurar y nos pide que colaboremos con Él en esta obra de salvación: cada uno de nosotros puede contribuir a realizar la obra del Reino de Dios en el mundo, abriendo espacios de salvación y liberación, sembrando esperanza, desafiando las lógicas mortíferas del egoísmo con la fraternidad evangélica, comprometiéndonos con la ternura y la solidaridad a favor del prójimo, especialmente de los más pobres. Nunca se debe neutralizar esta dimensión social de la fe cristiana. Como recordé también en la Evangelii Gaudium, el kerigma de la fe cristiana tiene en sí mismo un contenido social, que invita a construir una sociedad en la que triunfe la lógica de las Bienaventuranzas y un mundo solidario y fraterno.  

La fraternidad, clave 

El Dios amor, que en Jesús nos invita a vivir el mandamiento del amor fraterno, sana nuestras relaciones interpersonales y sociales por medio del amor y nos llama a ser artífices de la paz y constructores de fraternidad entre nosotros: «La propuesta es el Reino de Dios (Lc 4,43); se trata de amar a Dios que reina en el mundo.  

En la medida en que Él consiga reinar entre nosotros, la vida social será un espacio de fraternidad, justicia, paz y dignidad para todos. Por eso, tanto el anuncio como la experiencia cristiana tienden a provocar consecuencias sociales» (Evangelii Gaudium, 180). En este sentido, el cuidado de nuestra Madre Tierra y el compromiso de construir una sociedad solidaria en la que seamos «todos hermanos» no sólo no son ajenos a nuestra fe, sino que son una realización concreta de la misma. 

Este es el fundamento de la Doctrina Social de la Iglesia. No se trata de un simple aspecto social de la fe cristiana, sino de una realidad que tiene un fundamento teológico: el amor de Dios por la humanidad y Su diseño de amor y fraternidad que realiza en la historia a través de Jesucristo Su Hijo, al que los creyentes están íntimamente unidos por el Espíritu.  

Agradecimiento a Czerny y a Barone 

Por ello, estoy agradecido a Card. Michael Czerny y Don Christian Barone, hermanos en la fe, por esta contribución que ofrecen sobre la fraternidad y por estas páginas que, al tiempo que pretenden ser una introducción a la Encíclica Fratelli tutti, buscan sacar a la luz y explicitar el profundo vínculo entre el actual Magisterio social y las afirmaciones del Concilio Vaticano II. 

A veces este vínculo no surge a primera vista y trato de explicar por qué. En la historia de América Latina en la que he estado inmerso, primero como joven estudiante jesuita y luego en el ejercicio del ministerio, respiramos un clima eclesial que con entusiasmo ha absorbido y hecho propias las intuiciones teológicas, eclesiales y espirituales del Concilio y las ha inculturado y aplicado. Para nosotros, los más jóvenes, el Concilio se convirtió en el horizonte de nuestro credo, de nuestros lenguajes y de nuestra praxis, es decir, pronto se convirtió en nuestro ecosistema eclesial y pastoral, pero no teníamos la costumbre de citar con frecuencia los decretos conciliares ni de detenernos en reflexiones especulativas. Sencillamente, el Concilio había entrado en nuestra manera de ser cristianos y de ser Iglesia, y, en el transcurso de la vida, mis intuiciones, percepciones y espiritualidad se generaron sencillamente por las sugerencias de la doctrina del Vaticano II. No había tanta necesidad de citar los textos del Concilio. 

Hoy, probablemente, habiendo pasado varias décadas y encontrándonos en un mundo -también eclesial- profundamente cambiado, es necesario hacer más explícitos los conceptos clave del Concilio Vaticano II, los fundamentos de sus argumentos, su horizonte teológico y pastoral, los argumentos y el método que utilizó.  

El Cardenal Michael y Don Christian, en la primera parte de este precioso libro, nos ayudan mucho en esto. Ellos leen e interpretan el Magisterio social que trato de llevar adelante, sacando a la luz algo que está un poco sumergido entre líneas, es decir, la enseñanza del Concilio como base fundamental, punto de partida, lugar generador de preguntas e ideas y que, por ello, orienta también la invitación que dirijo a la Iglesia y al mundo entero hoy sobre la fraternidad. Porque la fraternidad, que es uno de los signos de los tiempos que el Vaticano II saca a la luz, es lo que necesita nuestro mundo y nuestra Casa común, en la que estamos llamados a vivir como hermanos y hermanas. 

En este horizonte, además, el libro que voy a presentar tiene la ventaja de releer en el presente la intuición conciliar de una Iglesia abierta, en diálogo con el mundo. A los interrogantes y desafíos del mundo moderno, el Vaticano II quiso responder con el aliento de la Gaudium et Spes; pero hoy, continuando el camino trazado por los Padres conciliares, nos damos cuenta de que es necesaria no sólo una Iglesia en el mundo moderno y en diálogo con él, sino sobre todo una Iglesia que se ponga al servicio de los hombres, cuidando la creación y proclamando y realizando una nueva fraternidad universal, en la que las relaciones humanas se curen del egoísmo y la violencia y estén fundadas en el amor recíproco, la acogida y la solidaridad.  

Si esto es lo que nos pide la historia de hoy, especialmente en una sociedad fuertemente marcada por los desequilibrios, las heridas y las injusticias, nos damos cuenta de que esto también está en el espíritu del Concilio, que nos invitó a leer y escuchar las señales que nos llegan de la historia de la humanidad.  

El libro del Card. Michael y de Don Christian tiene también este mérito: nos ofrece una reflexión sobre la metodología utilizada por la teología postconciliar y por el mismo Magisterio social, mostrando cómo está íntimamente relacionada con la metodología utilizada por el Concilio, es decir, un método histórico-teológico-pastoral, en el que la historia es el lugar de la revelación de Dios, la teología desarrolla las orientaciones a través de la reflexión y la pastoral las encarna en la praxis eclesial y social. 

En este sentido, el Magisterio del Santo Padre necesita siempre escuchar la historia y necesita la contribución de la teología. 

Por último, me gustaría dar las gracias al Card. Czerny también por involucrar a un joven teólogo, Don Barone, en este trabajo. Esta unión es fructífera: un cardenal, llamado al servicio de la Santa Sede y a ser guía pastoral, y un teólogo fundamental. Es un ejemplo de cómo se pueden combinar el estudio, la reflexión y la experiencia eclesial, y esto también nos indica un método: una voz oficial y una voz joven, juntas. Así debemos caminar siempre: el Magisterio, la teología, la práctica pastoral, el liderazgo. Siempre juntos. La fraternidad será más creíble si empezamos también en la Iglesia a sentirnos «todos hermanos» y a vivir nuestros respectivos ministerios como un servicio al Evangelio y a la construcción del Reino de Dios y al cuidado de la Casa Común. 

San Pedro, Roma, 3 de octubre de 2021 primer aniversario de los Fratelli tutti. 

La fraternidad: el verdadero remedio

El Papa: «La fraternidad es el verdadero remedio para las crisis y divisiones de hoy»
En la audiencia con el Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede, Francisco se detiene en las consecuencias sanitarias, económicas y sociales de la pandemia. Subraya también la necesidad de actuar rápidamente para resolver la crisis medioambiental y analiza las razones de la persistente crisis política en varias partes del mundo. Esa crisis que aumenta las desigualdades, las emergencias humanitarias y los conflictos. Se necesita una «nueva revolución copernicana», afirma el Papa. Un cambio radical que «ponga la economía al servicio del hombre y no al revés».
El Papa Francisco recibió esta mañana en Audiencia al Cuerpo Diplomático de la Santa Sede. El encuentro, que estaba previsto inicialmente para el pasado 25 de enero, tuvo lugar en el Aula de las Bendiciones, para respetar la exigencia de un mayor distanciamiento personal. Al iniciar su discurso agradeció al Decano, el Embajador de Chipre, Su Excelencia el Sr. Geroge Poulides, por sus amables palabras, y también agradeció la comprensión y la paciencia por la cancelación de la cita del pasado enero. A pesar de la distancia física, el encuentro de hoy, “simboliza”, dijo Francisco”, un signo de cercanía, de proximidad y de apoyo mutuo a los que la familia de naciones debe aspirar: “nuestro encuentro de hoy quiere ser una señal esperanzadora en ese sentido”.
En este tiempo de pandemia, este deber es aún más apremiante porque está claro para todos que el virus no conoce barreras ni puede ser fácilmente aislado. Derrotarlo es, por lo tanto, una responsabilidad que nos involucra a cada uno de nosotros personalmente, como también a nuestros países. Seguir leyendo

El Papa afronta el viaje más arriesgado

El Pontífice emprende este viernes por empeño personal una visita bajo enormes medidas de seguridad a un país confinado por la pandemia
DANIEL VERDÚ
El viaje que realizará el papa Francisco a Irak el próximo viernes, el número 33º de su pontificado, es un viejo empeño que ya fue cancelado el año pasado por la pandemia. También fue un sueño de Juan Pablo II que jamás llegó a realizar. Un encuentro pastoral y de acompañamiento a las minorías cristianas de la zona. Pero también con fuertes vínculos emocionales y espirituales con la visita a lugares como la llanura de Ur, en la base del cristianismo, la tierra del profeta Abraham, padre de las tres religiones monoteístas. El viaje a Irak, sin embargo, está siendo más cuestionado que ninguno de la treintena anterior por los riesgos que el Vaticano y el propio Francisco han decidido correr.
La mayoría de expediciones de Francisco desde que hace ya casi nueve años llegó a la silla de Pedro –ahora llevaba 15 meses desde su último viaje a Japón y Tailandia– se han dirigido hacia zonas periféricas del mundo o lugares donde existen minorías amenazadas. Territorios, también, donde es posible todavía ampliar el perímetro del catolicismo y reactivar tendencias interrumpidas por conflictos bélicos. Es el caso particular de Irak, un país eminentemente musulmán donde los pocos cristianos que permanecen ahí han sufrido todo tipo de agresiones y amenazas en los últimos años. El desafío, sin embargo, se amplía esta vez con el elemento de la seguridad y de la crisis sanitaria a la que se somete la expedición.
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Francisco realizará todos sus desplazamientos en las ciudades que visitará (Bagdad, Mosul, Erbil, Najaf, Qaraqosh) a bordo de un coche blindado y cubierto (normalmente lo hace a bordo de un turismo corriente o subido a una suerte de vehículo descapotable). La seguridad, especialmente porque la ruta se conoce desde hace tiempo, se ha reforzado en todos los lugares que pisará el Papa. Todavía pesa el recuerdo del doble atentado del 21 de enero que causó la muerte a 32 personas en Bagdad y el ataque con cohetes a una base de la coalición contigua al aeropuerto de Erbil el pasado 15 de febrero.
El portavoz del Vaticano, Matteo Bruni, defendió la oportunidad de realizarlo ahora ante las insistentes preguntas sobre si no podía haberse hecho cuando la pandemia esté más atenuada e Irak no se encuentre confinada. “El sentido de un viaje así es hacer ver a la gente que el Papa está ahí y está cerca de ellos. Es un viaje particular, también para la seguridad, claro. Pero es un gesto de amor a esa tierra, a su pueblo y a los cristianos. Se comprende bajo esa lógica, que no quiere decir perder de vista lo que se hace”.
• El Papa regulariza que las mujeres distribuyan la comunión y lean textos en misa
El Vaticano, cuya expedición y séquito viajan vacunados al completo con las dosis compradas y distribuidas por la Santa Sede a la compañía Pfizer, insiste en que ninguno de los actos del Papa a lo largo de los tres días congregará a más de 100 personas. A excepción, matizan, de una misa en un estadio deportivo de Erbil donde se han puesto a disposición de los fieles 10.000 entradas de las 30.000 de capacidad que posee el recinto.
“No ha sido fácil, pero este es probablemente el primer momento posible para un viaje como este. Se han tomado todas las precauciones desde el punto de vista de la salud, pero quizás la mejor forma de interpretar este viaje es como un acto de amor. Por esta gente, por estos cristianos. Y todo acto de amor puede interpretarse como un gesto extremo”, insistió Bruni. La seguridad del Papa correrá a cargo del país que le hospeda, como siempre. Pero también viajará una pequeña delegación de la Gendarmería vaticana y de la Guardia Suiza cuyo número cambiará en función del riesgo del desplazamiento.

El viaje del Papa a Irak

Francisco viaja a Irak para llevar «fraternidad y esperanza» y hablarle a todo Medio Oriente
El papa viajará el viernes a Bagdad para llevar «fraternidad y esperanza» para hablarle a todo Medio Oriente y con eje en el apoyo a los cristianos perseguidos y tender puentes con el islam
«Se puede hablar de tres lecturas del viaje. Una para apoyar a los cristianos de la región, otra para profundizar la relación con otras religiones y una última para el encuentro con Irak como país, pero también como parte de una región que ha sufrido tanto. El Papa va a Irak pero le hablará a un área más amplia», explicó Bruni Seguir leyendo

La fraternidad que apremia

Por Felisa Elizondo.
Fratelli tutti es la última encíclica del papa Francisco en la que, según lectores atentos, expresa un sueño. Pero un sueño que incita a actuar. Porque, a la denuncia de las formas graves de descartar o de ignorar a los otros, que se dan hoy mismo en la sociedad, contrapone la posibilidad de que el respeto y el amor reorienten las relaciones. Que la fraternidad y la amistad social se abran paso en los mundos de la religión, la política, la economía y la cultura. Seguir leyendo

Encuentro por la Fraternidad

Francisco, rotundo: «Un mundo sin hermanos es un mundo de enemigos. O somos hermanos, o nos destruimos mutuamente»
«Hoy no hay tiempo para la indiferencia, no nos podemos lavar las manos», señala Bergoglio durante su intervención en el Día Internacional de la Fraternidad Humana
«Un mundo sin hermanos es un mundo de enemigos (…). No sólo hace falta una guerra para hacer enemigos. Basta con prescindir. Basta con esa técnica —se ha transformado en técnica— esa actitud de mirar para otra parte, prescindiendo del otro, como si no existiera»
Al Tayeb defendió el “derecho a vivir en paz, reconociendo las diferencias entre nosotros”, y se comprometió a trabajar siempre con el Papa Francisco “para hacer realidad los principios de la fraternidad humana”
04.02.2021 Jesús Bastante Seguir leyendo