Las macrogranjas sí existen

Las macrogranjas sí existen y estas son sus consecuencias: degradación ambiental, despoblación y maltrato animal

El PP niega la evidencia y dice que en España no existen macrogranjas. Las plataformas de la España rural denuncian, frente a ello, los efectos negativos de este modelo agrario que contamina acuíferos y no contribuye a fijar la población en zonas con problemas demográficos.

ALEJANDRO TENA

«Las macrogranjas no existen». El PP niega la evidencia y retuerce aún más el bulo sobre la ganadería que, durante los últimos días, ha puesto de relieve las diferencias internas en el seno del Gobierno de coalición. Estas palabras han sido pronunciadas este martes por la portavoz de Agricultura del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso, Milagros Marcos, y por candidato popular a la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, que ha calificado el término macrogranja como «una cortina de humo». Unos argumentos similares a los que han esgrimido a Público fuentes de la patronal cárnica (FECIC), que consideran que en el Estado español no existen instalaciones de este tipo: «Las macrogranjas son las que hay en China, edificios de hasta siete plantas donde se crían miles de animales».

Aunque se trata de una palabra nueva, ni siquiera presente en el diccionario de la RAE, las macrogranjas son una realidad creciente en España a la que el propio PP se ha opuesto en numerosos municipios del país debido a las implicaciones ambientales, sociales y económicas. «Estamos sorprendidas de que digan que esto no existe. ¿Cómo llamarían ellos una explotación de 85.000 cerdos? Es una macrogranja porque sus impactos son macro, tanto a nivel de consumo de recursos, como en el impacto ambiental y en el territorio», dice a Público Inmaculada Lozano, portavoz de la Coordinadora Estatal Stop Ganadería Industrial, una plataforma compuesta por 50 movimientos vecinales de siete comunidades autónomas afectadas por proyectos agropecuarios de este tipo.

Esta activista conoce de cerca lo que supone convivir en un entorno marcado por la industrialización del ganado, pues su municipio, Pozuelo (Albacete), está sumergido actualmente en un conflicto para la ampliación de una macrogranja de cerdos que podría suponer el almacenamiento de más de 60.000 toneladas de purines al año. Unos desechos porcinos que podrían terminar contaminando los acuíferos y dejar al pueblo sin agua

Las filtraciones son abundantes debido a la difícil tarea de contener y almacenar de manera sostenible los purines de los animales. Esto genera un exceso de nitratos en las masas de agua que afecta en buena medida a la salud pública de las poblaciones colindantes a las macrogranjas, así como al rendimiento agrario del entorno, que se ve repercutido negativamente por la contaminación. En Castilla y León, donde Mañueco niega la existencia de las macrgranjas, hay 387 municipios con sus reservas hidrológicas bajo tierra contaminadas por los vertidos, según los propios datos de la Junta. Pero no es la única comunidad con zonas vulnerables, en tanto que Bruselas ha denunciado a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) por incumplir la Directiva sobre nitratos que establece que los Estados deben controlar y disminuir la contaminación agrícola de sus masas de agua. Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Murcia son algunas de las regiones señaladas por las autoridades europeas.

El impacto ambiental es también social sí se tiene en cuenta que la denominada España vaciada conserva una economía de sector primario donde la dependencia de la tierra y el buen estado de los recursos naturales se presta crucial. Mientras el número de macroinstalaciones ha crecido un 35% en el último lustro, las granjas familiares han caído un 30% en España en los últimos diez años, según los datos del Ministerio de Agricultura recogidos por la plataforma Stop Ganadería Industrial. Estos números tienen sus reflejo en el abandono de cultivos tradicionales y en la incapacidad de fijar población.

En la geografía española hay algunos ejemplos como el de Balsa de Ves (Cuenca), donde se autorizó en 2006 la apertura de una macrogranja para la cría de unas 100.000 cabezas al año. Desde su puesta en marcha, la curva demográfica ha caído un 43%, pasando de 227 vecinos a 129, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. Si bien, la falta de servicios tampoco ayudó repoblar este pequeño territorio, la llegada del proyecto agropecuario intensivo no sirvió siquiera para mantener estable la población. Como Balsa de Ves, existen otros casos en España, como la de Cancarix (Albacete), con más de 200.000 cabezas de ganado criados al año, y Castillejar (Granada). Esta última da trabajo a unos 60 empleados. Un número alto, pero insuficiente para contener la sangría demográfica, que desde 2005 –año en que comenzó a operar la macrogranja– sufre el municipio, con una caída de su censo del 19%, según los datos del INE.

La campiña segoviana se levanta contra las macrogranjas: 1,2 millones de cerdos frente a 150.000 habitantes

«La ganadería industrial es un modelo depredador tanto de recursos naturales como de territorio. Es un modelo dependiente enormemente de la ingesta de piensos cuya producción está favoreciendo la deforestación acelerada en países como Brasil, Argentina o Uruguay. Además, en nuestro territorio, consume enormes cantidades de agua y destruyen los recursos hídricos con los purines. Es un sistema que se debe extinguir, porque es insostenible a nivel ambiental y económico. De hecho, las autoridades europeas y los países de nuestro entorno ya están empezando a plantear una reducción de las macrogranjas por todo ello», añade Andrés Muñoz, responsable de Soberanía Alimentaria de Amigos de la Tierra.

Maltrato animal

Existe además una arista vinculada a la producción industrial de carne que tiende a pasar desapercibida. Se trata del bienestar de los animales, tanto en el proceso de cría dentro de las granjas intensivas, como en las cadenas de sacrificio de los macromataderos. El trabajo del fotoperiodista Aitor Garmendia lo dice todo sin letras ni estadísticas, sólo con fotos. El investigador se adentró recientemente en 32 centros ganaderos de Castilla y León, Aragón y Castilla-La Mancha retrató con su cámara las pésimas condiciones de vida de los animales, muchos de ellos alimentándose de otros que ya habían muerto. La mayoría de las fotos reflejan el incumplimiento sistemático de las normativas europeas de bienestar animal: dificultades en la movilidad, heridas abiertas, articulaciones con necrosis o cadáveres de lechones aplastados.

«Las macrogranjas son la máxima expresión de la ganadería industrial. En esta lógica lo que prima es obtener el máximo beneficio económico al mínimo coste. Esta visión, aplicada a los animales, significa que estos son convertidos literalmente en mercancías. Por eso, más allá de las normativas de bienestar animal, lo que sucede en este modelo es que los animales sufren desde el primer minuto de su vida. Hacinados en naves industriales sin poder desarrollar ningún comportamiento natural, sólo ven la luz del sol el día que los meten en camión camino al matadero», argumenta a Público Javier Moreno, fundador de la Fundación Igualdad Animal.

La evidencia científica no es un bulo: limitar el consumo de carne roja reduce la aparición de enfermedades

Las muertes de animales en estas granjas industriales son habituales. La automatización de los procesos ganaderos y las duras condiciones laborales –además del elevado ritmo productivo– imposibilitan la vigilancia adecuada, según denuncia Igualdad Animal. Todo ello repercute directamente en la salud de los consumidores, pues de estos centros salen alimentos cárnicos de peor calidad ya que se aceleran los procesos de crecimiento. Moreno recuerda que «la ganadería industrial ha causado la mayoría de las nuevas enfermedades infecciosas en los seres humanos en la última década». El hacinamiento, la debilidad de la salud de los ejemplares criados y el uso excesivo de antibióticos son factores determinantes a la hora de elevar las posibilidades de un episodio de zoonosis como el que se vivió en su día con la gripe aviar.

«Nosotros, los obreros, somos los que estamos haciendo el trabajo sucio. Somos los que estamos en la cadena y no tenemos derecho a abrir la boca por nada. Así mismo te lo dicen cuando entras a trabajar. Es un curro duro de la hostia, no sólo mentalmente, también físicamente», comenta a Público Mauricio García Pereira, extrabajador de varios mataderos en Francia que, tras años en el sector, decidió escribir un libro –Maltrato animal, sufrimiento humano (Península)– en el que retrata cómo las duras condiciones laborales del sector se entrelazan con la violación sistemática de las normativas de bienestar animal.

Macrogranjas y macromataderos comparten el ritmo y el estrés productivo y las condiciones laborables mejorables. Desde CCOO reconocen que se trata de un sector muy precarizado y piden a la Administración que se apueste por un modelo ganadero que sea sostenible para el campo, pero también para los propios empleados. La pandemia puso de manifiesto las malas praxis del sector intensivo, con más de 2.600 contagios en los primeros meses de la epidemia por la imposibilidad de respetar las medidas preventivas contra el virus en el puesto de trabajo. José Juan Arceiz, de la Federación de Industria, Construcción y Agro de UGT, sostiene que «el tema de las macrogranjas es complejo», pero advierte que en los últimos tres años se han dado pasos importantes para reducir la precariedad del sector, ya que el sector sindical consiguió que la mayoría de los trabajos –hasta entonces falsos autonomos– estuvieran controlados laboralmente por convenio. «Hemos conseguido cosas y estamos contentos en ese sentido, pero aún falta mucho. Se arrastran muchas malas prácticas del pasado y hace falta también que los propios trabajadores conozcan sus propios derechos. Eso es fundamental, pero es complejo ya que es un sector con un porcentaje alto de empleados migrantes, sobre todo del este de Europa y África subsahariana, que tienen poco arraigo. Actualmente tenemos un gasto importante en traducción de convenios a los idiomas correspondientes para que los trabajadores puedan conocer sus condiciones, es algo que consideramos que debería cubrir la Administración o la patronal», pide el sindicalista

La verdad como principio

Garzón, sobre la polémica de las macrogranjas: «Algunos han antepuesto intereses partidistas a la veracidad»

El ministro de Consumo desvela que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, han hablado sobre la polémica de la ganadería intensiva. «Mis declaraciones son como ministro», responde a la portavoz del Ejecutivo, que había tildado sus palabras como una opinión «a título personal»

El PSOE impide la reprobación del ministro Alberto Garzón en el Parlamento de Castilla-La Mancha, pero marca distancias
El ministro de Consumo, Alberto Garzón, en una imagen de archivo.

ALEXIS ROMERO@ALEXISRMORAN

El ministro de Consumo y líder de Izquierda Unida, Alberto Garzón, ha salido este miércoles al paso de las críticas que algunos dirigentes y presidentes de comunidades autónomas (varios de ellos del PSOE) le han hecho a raíz de unas declaraciones en las que aseguraba que la carne de las macrogranjas es de peor calidad que la que se produce en la denominada ganadería extensiva.

En una entrevista en la Cadena Ser, el ministro ha acusado a estos críticos de «anteponer sus intereses partidistas a la búsqueda de la veracidad«. Garzón se ha manifestado en ese sentido después de que en las redes sociales apareciese una publicación en la que se aseguraba que había criticado la calidad de la carne que España exporta a países como Reino Unido, cuando solo se refirió a la de la ganadería intensiva o industrial (contraponiéndola a la producción cárnica de los pequeños y medianos ganaderos).

«En origen lo que tenemos es un bulo. Una empresa vinculada al lobby de las grandes empresas cárnicas manipulando información aparecida en The Guardian para generar un bulo, dirigirlo y tratar de deteriorar la imagen del adversario; algunos han antepuesto sus intereses partidistas sobre la búsqueda de la veracidad», ha defendido el ministro.La polémica sobre las macrogranjas no solo ha provocado discrepancias entre el titular de Consumo y algunos barones autonómicos del PSOE y del PP (como Javier Lambán y Alfonso Fernández Mañueco), sino que también ha generado diferencias en el seno del Gobierno de coalición.

Este miércoles tanto la portavoz del Ejecutivo como la ministra de Educación, Isabel Rodríguez Pilar Alegría, se desmarcaron de Garzón y aseguraron que sus declaraciones eran «a título personal». «Yo estoy en contra de las macrogranjas y mis declaraciones son como ministro de Consumo, tratándose de una competencia que es también del Ministerio de Consumo», ha respondido.

También ha desvelado el líder de Izquierda Unida que el presidente y la vicepresidenta segunda del Gobierno, Pedro Sánchez y Yolanda Díaz, han mantenido una conversación sobre esta polémica, aunque no ha querido dar detalles concretos sobre su contenido.

Preguntado sobre si sus declaraciones en un medio británico podrían afectar a la exportación de carne española, Garzón ha recordado que la Comisión Europea mantiene en la actualidad un expediente abierto a España por excesivos niveles de contaminación de nitratos vinculados a la ganadería intensiva o industrial: «Cuando la Comisión abre un expediente a España y alerta de eso, pone de relieve una problemática, y los gobiernos no tienen que esconder las problemáticas, tiene que hacer una política valiente».

«Lo que hago es traducir a un espacio político lo de otros ámbitos que tienen una raíz científica. La ganadería industrial preocupa a la UE, mientras que la ganadería extensiva es sostenible ecológicamente y es deseable que se promueva», ha insistido el ministro de Consumo.

El líder de IU ha explicado que tras desatarse la polémica ha hablado con la Secretaría de Comunicación del Gobierno: «He hablado con Moncloa y existen diferencias de opinión que hay que normalizar. Estamos en un gobierno de coalición, somos varios partidos políticos, tenemos un acuerdo programático y creo que lo estamos cumpliendo, pero tenemos diferencias y se pueden expresar», ha defendido.

Garzón ha puesto el ejemplo del presidente de Asturias, el socialista Adrián Barbón, que ha defendido en su cuenta de Twitter la ganadería extensiva: «El presidente de Asturias ha antepuesto la veracidad al interés partidista», ha dicho

Gracias Garzón

¡GRACIAS GARZÓN!

El humano no deberá por mucho tiempo seguir mirando para otro lado como si nada pasará. El animal siente y padece con el maltrato. El animal no debe seguir siendo torturado en la macrogranja. Por ello, más pronto que tarde, deberíamos empezar a prescindir de la ganadería industrial. Por ello se agradecen voces valientes como la del Ministro de Consumo que ha levantado una tormenta mediática de grandes dimensiones. Los intereses concitados en torno a la industria de la carne son también de parejo tamaño.

Virulenta cruzada contra Garzón que ha incorporado a ganaderos, industriales, veterinarios y hasta gobiernos autonómicos: «Ha hecho un daño terrible, debe dimitir o ser destituido…”. Su grave delito ha sido cuestionar la macro industria del dolor y la muerte. Dicen los del sector que cumplen estrictamente la legislación, pero resulta que la ley bendice el sufrimiento y la tortura a una escala mayúscula. Si nos comprometemos con el desarrollo humano, esa ley habrá de ser cuestionada, lo mismo que en su día cayó la ley que protegía la esclavitud, afirmaba la segregación racial o negaba el voto a la mujer. 

Muchos se sienten agredidos en sus intereses por las atrevidas declaraciones a un periódico británico por parte del político de Izquierda Unida, pero pocos reparan en el dolor inmenso y diario que se origina a millones y millones de animales enjaulados, hormonados, atiborrados de antibióticos, tratados como simples máquinas productoras de carne o de leche. 

Harán falta más Garzones, más políticos osados dispuestos a poner en riesgo sus puestos por proclamar la verdad. Una civilización sustentada, en importante medida, en el sufrimiento animal, empieza a ser cuestionada desde las propias entrañas de un gobierno progresista. Es sin duda un paso adelante, por más que cueste caro a los pioneros que se atrevan a sobrepasar líneas rojas, en este caso a cuestionar las inmensas uralitas que esconden macroinfiernos. En este sentido, no deseo aventurarme en otros, será preciso reconocer que la coalición morada está cumpliendo algo de su papel de acicate de real progreso.

En su interminable ascenso evolutivo la humanidad ha de discernir entre sus hábitos aquello que ha de ir poco a poco dejando atrás. Quisiéramos más dirigentes a la vanguardia de ese progreso.  Cedan por lo tanto las proclamas voraces y faltas de la debida responsabilidad. Mientras que Sánchez disfruta de su “entrecot”, la carne devora igualmente buena parte de nuestro aire limpio. En general, los productos animales producen entre 10 y 50 veces más gases de efecto invernadero que los vegetales. Según la FAO el sector ganadero es el responsable del 18 % de todas las emisiones de gases de efecto invernadero. Esto es equivalente a lo que emiten todos los coches, trenes, barcos y aviones juntos.  La carne se lleva el 70% de los suelos agrícolas del mundo y del 30 % de la superficie terrestre del planeta. Constituye además la primera fuente de contaminación de las aguas. Si realmente deseamos combatir el cambio climático, habremos de empezar a sacar de nuestro menú el “entrecot” o cuanto menos reducir su ingesta.

Toca dar un paso adelante como comunidad. No podemos desatender este nuevo reto evolutivo humano, por muy inocentes que se nos presenten las bandejas del sufrimiento en los grandes supermercados.  No deseamos dañar ningún interés, sino sembrar conciencia, salud y sostenibilidad. No vamos contra nadie, vamos en favor del bien en un sentido que clama abarcar, junto a la humana, a la condición animal. La civilización avanza y es preciso ya que, dentro de los términos de vida y respeto, comencemos a incluir a esas benditas criaturas que se nos otorgaron en defensa y custodia, no para cruel aprovechamiento.

MIEDO A LA REVUELTA DE LA ESPAÑA VACIADA

Asamblea de Priego

Por Fernando Casas Mínguez 

Cuando se habla de la gran transformación que ha tenido lugar en nuestro país, se menciona la consolidación de la democracia, el Estado de las autonomías, las políticas del Estado del bienestar (en materia de salud, igualdad de género, dependencia), el ingreso en la Unión Europea, los cambios en las costumbres y valores, la modernización económica, la transformación tecnológica y, en fin, que España se ha convertido en un país europeo y desarrollado. No obstante, estos cambios ocurridos durante las últimas cuatro décadas, no llegaron a una parte importante del país: la España Vaciada. 

 La democracia española se organizó de arriba abajo, centrada en la participación a través de los partidos políticos y las elecciones. Durante años la política en nuestro país ha sido excesivamente institucional, propiciando la debilidad de la sociedad civil, cuyo espacio ocuparon los partidos. Como organizaciones volcadas en la búsqueda de votos, (cuantos más mejor) los partidos han prestado poca atención a la despoblación de la España Vaciada (con pocos votantes).  

 Cuando a partir del 15M la sociedad civil irrumpe en la vida política, la sociedad se hace más activa, comprometida, participativa, formula demandas y exige respuestas ante los retos de futuro. Se generaliza en España una concepción de lo público como ámbito de responsabilidad colectiva y proliferan todo tipo de asociaciones.   

 Este interés por la cosa pública, este afán por participar en los asuntos colectivos es resultado de un cambio radical, de una ilusión por actuar para la mejora de la sociedad. Es este espíritu el que inspira la aparición de la Revuelta de la España Vaciada.   

 La España Vaciada es mucho más que un grito de indignación. Es un programa abierto, creado por 140 personas, de 80 asociaciones, pertenecientes a 30 provincias, que mediante el trabajo en redes presenta su Modelo de Desarrollo Sostenible. Un Modelo que propone se implementen, mediante un Pacto de Estado, las 101 medidas dirigidas a que se cumplan los compromisos de igualdad, justicia y derechos fundamentales, reconocidos por nuestra Constitución.  

 Las propuestas persiguen acabar con las deficientes condiciones de vida existente en los 3.403 municipios de España en riesgo de desaparición. Unas condiciones tan inaceptables, que las personas no tienen el derecho fundamental a elegir libremente su residencia, porque no pueden vivir con dignidad en sus pueblos y se les fuerza, en contra de su voluntad, a irse a otro lugar.  

 Entre las medidas incluidas en el Pacto de Estado se encuentran destinar el 1% PIB contra la despoblación; declarar estratégico el sector agroalimentario y forestal; aprobar una discriminación positiva en los impuestos; recuperar el tren, como elemento vertebrador del territorio; que las zonas rurales dispongan de buena conexión a Internet; tener garantizado el acceso a servicios sanitarios, educativos, sociales y de seguridad ciudadana en desplazamientos de menos de 30 minutos; contar con un parque público de viviendas de alquiler; dar una perspectiva de género a las políticas; promover unas instalaciones comunitarias de energías renovables que generen empleo, respeten el paisaje y favorezcan el autoabastecimiento.   

 En vez de debatir sobre el Pacto, los poderes públicos se dedican a alentar la codicia, a costa de las zonas despobladas. El discurso del poder gira en torno a “crear oportunidades donde no existen”. Así que los gobiernos de las Comunidades deshabitadas, como Castilla-La Mancha, dan subvenciones y simplifican los trámites para la expansión de la ganadería intensiva, en contra de los pueblos; desmantelan el servicio público de ferrocarril, en nombre de una “movilidad sensible a la demanda “; abren escombreras tecnológicas a las que se llama economía circular; y emprenden la instalación de grandes infraestructuras de energías renovables con un nocivo impacto ecológico.   

 A la vista de las desafortunadas respuestas promovidas, las asociaciones integrantes de la España Vaciada han considerado que los partidos existentes no les representan, ni tienen voluntad para comprometerse seriamente en adoptar medidas contra la despoblación y el desequilibrio territorial. Por ello acuerdan en Priego (Cuenca), dar el salto a la política institucional, creando una agrupación que concurra a las elecciones.     

 Según los sondeos, una mayoría de los españoles considera que la aparición de una plataforma centrada en la defensa de los intereses de la España Vaciada sería positiva para el panorama político nacional.   

 Sin embargo, los representantes de los partidos gobernantes y sus aliados, en el Estado y las comunidades autónomas, (con la excepción de los nacionalistas), han expresado una especie de horror instintivo ante la posibilidad de que las plataformas de la Revuelta se presenten a las elecciones.   

 Así que el miedo ante el eventual proyecto de participación de la España Vaciada, ha ocasionado que secretarias sin horizontes y aclamados secretarios provinciales de los partidos, hayan asumido con entusiasmo la tarea de censores. Haciendo alarde de una proverbial ignorancia y con escasa sensibilidad democrática, estos cargos dedican sus alegatos, en congresos, encuentros y en los medios de comunicación, a atacar al coordinador provincial de Cuenca Ahora y a criticar superficialmente el programa de la Revuelta, dando ostensibles muestras de su profundo desconocimiento del Modelo de desarrollo, propuesto por la España Vaciada.