La ONU advierte de que la igualdad entre hombres y mujeres puede tardar 300 años
La crisis económica, los retrocesos en derechos sexuales y reproductivos, el cambio climático, el revés que supuso la pandemia y los conflictos alejan décadas el cierre de la brecha de género de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles.
Mujeres trabajando la tierra (archivo). —EUROPA PRESS
Al ritmo actual de progreso, alcanzar la plena igualdad entre hombres y mujeres puede tardar cerca de 300 años en algunos apartados clave y ampliar la brecha ya existente en otros. En varias categorías, cerrar la brecha de la desigualdad precisará cientos de años. Así lo afirma el último informe el Progreso en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): The Gender Snapshot 2022 hecho público este miércoles por ONUMujeres y el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la ONU (UN DESA).
El documento explica que los desafíos globales, como la pandemia de la covid-19 y sus secuelas, el cambio climático, los conflictos armados y los importantes retrocesos en los derechos sexuales y reproductivos que se están dando en mundo «están exacerbando aún más la disparidad de género». La investigación, que mide el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS, una serie de indicadores que la comunidad internacional se comprometió a cumplir en 2015 en el plazo de 15 años) no se alcanzarán en 2030, sobre todo el objetivo 5 que es el que habla de lograr la igualdad de género.
Según la investigación, si no se produce una acción rápida para subsanar las disparidades, cerrar la brecha en la protección legal y eliminar las leyes discriminatorias tardará 286 años, 140 para que las mujeres tengan una representación paritaria en posiciones de liderazgo y poder en el trabajo y al menos cuatro décadas para lograr una presencia equitativa en los parlamentos nacionales. Para alcanzar la eliminación del matrimonio infantil en el año 2030 (una de las metas) el avance debería ser 17 veces más rápido que el que se ha producido en este área en la última década. Naciones Unidas advierte que las más vulnerables seguirán siendo las niñas más pobres de zonas rurales y que viven en áreas de conflictos.
«Las crisis mundiales en cascada están poniendo en peligro el logro de los ODS, y los grupos de población más vulnerables del mundo se ven afectados de manera desproporcionada, en particular las mujeres y las niñas. La igualdad de género es la base para lograr todos los ODS y debe estar en el centro de una mejor reconstrucción», afirmó Maria-Francesca Spatolisano, secretaria general adjunta de Coordinación de Políticas y Asuntos Interinstitucionales de UN DESA.
«Este es un punto de inflexión para los derechos de las mujeres y la igualdad de género a medida que nos acercamos a la mitad del camino hacia 2030. Es fundamental que nos unamos ahora para invertir en mujeres y niñas para reclamar y acelerar Progreso. Los datos muestran regresiones innegables en sus vidas, empeoradas por las crisis mundiales: en ingresos, seguridad, educación y salud. Cuanto más tardemos en revertir esta tendencia, más nos costará a todos», afirmó en la presentación del estudio Sima Bahous, directora ejecutiva de ONU Mujeres.
El informe también señala un cambio preocupante en la reducción de la pobreza, y es probable que el aumento de los precios exacerbe esta tendencia. Para fines de 2022, alrededor de 383 millones de mujeres y niñas vivirán en la pobreza extrema (con menos de 1,90 al día) en comparación con 368 millones de hombres y niños. Muchos más tendrán ingresos insuficientes para satisfacer necesidades básicas como alimentos, ropa y vivienda adecuada en la mayor parte del mundo. Si las tendencias actuales continúan, en el África subsahariana, más mujeres y niñas vivirán en la pobreza extrema para 2030 que en la actualidad.
A nivel mundial, las mujeres han perdido entorno a 800.000 millones de dólares en ingresos debido la pandemia, una cifra que a pesar de haber repuntado, es previsible que su participación en el ámbito laboral en 2022 sea al menos un punto inferior al de 2019, antes de la pandemia (50,8% en 2022 en lugar de 51,8% en 2019.
En la actualidad, resalta el estudio, más de 1.200 mujeres y niñas viven en países y regiones en las que afrontan dificultades para acceder al aborto y a sus derechos sexuales y reproductivos, mientras que 102 millones residen en zonas donde está prohibido totalmente. El número de mujeres y niñas forzadas a desplazarse o emigrar se cifra en unos 44 millones, el más alto de la historia.
Naciones Unidas recuerda que 380 millones de mujers y niñas viven en la actualidad en la extrema pobreza con menos de dos euros al día. De no corregir esta la tendencia actual el número crecerá en el África Subsahariana será mayor aún en 2030, en lugar de haber disminuido. De hecho en todos los apartados en los que se mide el progreso de la meta número cinco de los ODS, el norte de África y Asia occidental, así como el África Subsahariana, presentan los peores indicadores.
–¿Qué es el servicio entonces? Es un don dicen filósofos y teólogos, una gracia recibida sin merecerla que nos hace salir al encuentro del otro u otra por pura bondad, por pura gratuidad. Hoy hablamos frecuentemente de la espiritualidad como el ejercicio de esa “gracia del don”, es decir, la experiencia del darse en profundidad con todo nuestro ser, con todo lo que somos. Sin embargo, este ejercicio se vive en un contexto, un contexto social desigual donde el servicio se ha vivido de formas diferentes. Hombres y mujeres no entendemos este donarse de la misma manera. Mientras para algunos hombres este modelo de espiritualidad es algo totalmente novedoso, para muchas mujeres la experiencia del donarse no es más que la cotidianeidad en la lucha constante por los hijos, los familiares mayores y otras personas dependientes que están a su cargo. Muchos varones hablan del servicio y la gratuidad desde una posición de privilegio, es decir, desde el que es servido, y sienten la necesidad de convertir su corazón a la gratuidad, cambiar de posición, salir al camino del otro y donarse en profundidad. Y esto es bueno (tres veces bueno), quiere decir que estamos viviendo un bello momento donde el Evangelio esta transformando corazones. En realidad, es una conversión necesaria, deseada por un Evangelio que lleva muchos siglos recordándonos que la vida no es solo de uno o una misma, sino una realidad que no puede constituirse sin el otro u otra. El Evangelio también nos recuerda que solo en la alteridad es donde se encuentra el rostro del Dios que se da, que se despoja de todo y se muestra transparente, encarnado y corporizado. Vivir desde la gratuidad es fundamental para comprender la propuesta del Reino en el mundo de hoy.
Pero, ¿qué pasa con las mujeres? Una gran mayoría de mujeres hablan del servicio desde una posición de cuidadoras o servidoras, algo que en muchas ocasiones no ha sido elegido, sino impuesto, no siempre de forma consciente. La cultura patriarcal que todavía nos divide y nos sitúa en lugares diferentes con distintas oportunidades sigue situando a las mujeres en espacios de servidumbre. Sí, digo servidumbre, que no es lo mismo que servicio. En la servidumbre no hay voluntad, hay obligación o necesidad que obliga. No hay libertad de decisión, sino que se elige servir como algo inevitable, sin dar espacio a la reflexión sobre lo que supone esta situación. La mentalidad social patriarcal empuja, por ejemplo, a las mujeres jóvenes a elegir profesiones ligadas al cuidado de los demás, una extensión de su labor en la familia: salud, educación, empleos en el sector de servicios, hostelería, etc. En España en algunos centros de salud de atención primaria el 100% de trabajadores son mujeres, mientras que se calcula que hay un 13% de mujeres que se dedican a la investigación o un 12% de mujeres en especialidades médicas prestigiosas como traumatología o medicina interna. Se hace difícil encontrar hombres en el profesorado de Educación infantil, pero son mayoritarios los directores generales de centros educativos varones, sobre todo de estudios secundarios y universitarios. Parece que la infancia sigue siendo de las mujeres. Permanecen los techos de cristal en la dirección de empresa (22% solo de mujeres), o en la política (un 6,6% de jefas de estado y un 6,2% de jefas de estado). A nuestras casas y oficinas siguen viniendo a limpiar casi en su totalidad mujeres y en los hoteles «las Kellys» limpian las habitaciones de los huéspedes. Es sorprendente nombrar porcentajes de desigualdad laboral que nos suenan de otras épocas. El empleo tiene que ver con los lugares sociales de las personas y con su identidad. Nos identificamos con tareas, prácticas y acciones que la sociedad nos ofrece. El servicio, más bien la servidumbre, se ofrece a las mujeres, justificándolo con toda clase de teorías biológicas y psicológicas que sostienen las desigualdades sociales. En realidad, estamos hablando de quién se sitúa en lugares de poder y quién en posiciones de servidumbre. Sí, el servicio sigue siendo de las mujeres y no por opción; en muchos casos por falta de oportunidades o por obligación. La crisis económica mundial ha reforzado las estrategias conservadoras del sistema patriarcal y empuja a muchas de ellas al trabajo doméstico sin otras expectativas de futuro.
Pero el Evangelio nos dice otra cosa, nos habla de servicio como don, como espacio de gratuidad. Sin embargo, el servicio del Evangelio se expresa en un mundo que se resiste a ser gratuito y que utiliza el propio servicio para, de nuevo, someter a los (las) más expuestas. Defender la vuelta al cuidado por obligación, como única opción para todos y todas sin distinguir situaciones de privilegio y discriminación, sin un reparto del mismo en la familia, sin una familia cristiana que sostenga y empodere (ver primer parte), sin trabajos igualitarios, sin repartos sociales de las tareas de cuidado, supone aumentar a las dificultades que ya experimentan muchas mujeres por el propio hecho de ser mujer para vivir en libertad. El servicio impuesto hace renunciar a la propia realización personal, renunciar al tiempo personal para cuidar a otros, así como la merma de las posibilidades de retorno a la esfera de lo público o a un empleo de calidad. Y lo más grave, instalar en la conciencia femenina la idea de que estas decisiones han sido tomadas en libertad sin que haya una influencia directa de las presiones sociales y económicas patriarcales. Se normaliza la conciencia de una reclusión querida, la aceptación de un servicio que es propio (o “connatural”) de las mujeres. Sin embargo, cuando el servicio se elige en libertad, cuando se elige reducir el tiempo personal para cuidar a otros por puro placer, cuando repartimos tareas por consenso entendiendo que todos necesitamos descansar, tener tiempos personales y a la vez participar juntos en la bonita tarea de cuidar a otros y otras, entonces el servicio se configura como un espacio de bondad real. Es en esta opción, que puede no ser del todo libre, pero que se asume conscientemente, donde el servicio se convierte en una tarea placentera, porque es compartida, porque no necesita ser justificada pues sale de la gratuidad más profunda del ser.
Pero el servicio es una tarea frágil, que puede ser manipulada para someter. Esto se debe tener en cuenta cuando hablamos de él desde una perspectiva cristiana. Si el servicio y el cuidado no se entienden de igual manera por hombres y mujeres en sociedades patriarcales, porque la posición desde donde se mira no es la misma, entonces debemos reflexionar sobre el servicio más profundamente contando con todos sus actores. Debemos preguntar a las mujeres, desde la posición tradicional de servidoras y cuidadoras, qué vivencias y contradicciones se sienten al servir, y como se gestiona el deseo de cuidar, el deseo de desarrollar el don de la gratuidad que hay en ellas desde una opción creyente y la presión de un servicio impuesto que las somete. Cuando hablemos de servicio hay que hablar matizando, pues absolutizar el servicio analizándolo solo desde la posición de privilegiado puede llevar a muchas mujeres a una situación de anulación total. También puede aumentar su culpa al sentir que necesitan liberarse de ese servicio impuesto para poder sobrevivir a la vez que experimentan un enjuiciamiento que las señala como “malas cristianas”. En la gratuidad del don la libertad juega un papel fundamental. Hablar de servicio supone valorar a la vez libertad, voluntad, renuncia, vulnerabilidad y opción fundamental.
Al elegir el servicio del Evangelio se valora la libertad de elección del servicio, en cuanto que la persona que elige ese servicio —a pesar del contexto en el que se vive— es la que está optando por un modelo de ser abierto a los demás. Se sacrifica la vida propia, el tiempo propio, la autorrealización propia en favor de la vida y tiempo de otras personas. Se educa además la voluntad de renuncia de una parte de tu vida que podría ser para el autocuidado y que se dona para que otros y otras vivan mejor y más felices. Se es más consciente del abuso de los otros cuando descubren que estás a su servicio, pues la persona queda expuesta a sus caprichos e intenciones y debe aprender a poner límites también a su propia donación para no resultar anulado por el egoísmo del otro. Esto también es un servicio, mostrar al otro donde están los límites del abuso para hacer de él o ella mejor persona. Es servicio también resistir a ser sometido a la servidumbre, para mostrar al mundo que la bondad de Dios es siempre hermana de la libertad.
Para quien parte de una posición privilegiada —el que ha sido siempre cuidado— donde se entiende el servicio como un extraño, algo que alcanzar, se idealiza el servicio como situación de conversión y santidad absoluta. Cuando se opta por el servicio desde una posición de servidumbre no elegida y a pesar de ello se opta por la gratuidad como forma de vida, no se absolutiza ese servicio, se vive en la contradicción de la experiencia gozosa del don y la consciencia de que en el servicio también se sufre y en él a veces se es sometido y utilizado. Ambas posiciones pueden aprender una de la otra, y de esta manera, servirse en gratuidad para vivir mejor el don. El servicio del Evangelio también es contradictorio: se expresa en la consciencia más absoluta de que en él está la bondad santísima de Dios y a la vez la aceptación absoluta de que donarse conlleva frecuentemente un abuso de otros que se aprovechan al recibir ese servicio. En la contradicción de la donación, encontramos a Dios. Este es el misterio de la Encarnación, que nos humaniza y nos acerca infinitamente más a Dios en medio de las limitaciones humanas.
EL RELATO DE LA MUJER ENCORVADA UN SIMBOLO ACTUAL POTENTE Y LIBERADOR . (LC.13,10-17)
¿Qué dice el texto sobre ella, y en qué medida es un símbolo actual?
Lucas la describe así: «una mujer a la que un espíritu tenía enferma desde hacia 18 años.»
«estaba encorvada»
“Y no podía de ningún modo enderezarse” (v.10-11)
Vamos a aproximarnos a esta narración como un modo de evidenciar e iluminar la realidad de muchas mujeres aún hoy en el mundo.
La desigualdad injusta entre hombres y mujeres muestra muy bien el mecanismo de desigualdad en el mundo. Expresa la creencia de que hay unas personas con más derechos que otras, unas personas superiores y otras inferiores, unas personas llamadas a gobernar y otras a obedecer…
El texto la describe así:
Padecía esa situación desde hacía 18 años, (desde hacía muchísimo tiempo, «siempre ha sido así»…)
Enteramente encorvada no podía sino mirar el mundo que le rodeaba desde la perspectiva que le era impuestapor ese “espíritu» (demonio) que la poseía
No podía enderezarse de ningún modo, y su lugar de referencia estaba restringido al suelo.
Desconocía su verdadera talla.
Estaba en silencio. No dice una sola palabra para interceder por ella misma, no pide nada, no hace nada para ser vista (silenciosa e invisible).
Está en la sinagoga, al final detrás de los varones, escuchando a Jesús.
Esta descripción de la mujer encorvada es una buena imagen simbólica para expresar la situación de millones de mujeres hoy en el mundo, como una y otra vez ponen de relieve los informes de Naciones Unidas.
Encorvadas por «los demonios»:
Demonios del sexismo, clasismo, racismo, patriarcalismo social y eclesial. Los demonios de la violencia estructural e intra-familiar.
Los demonios de la esclavitud y explotación sexual y económica, la prostitución forzada y la llamada “libre”, la compra-venta de sus cuerpos no solo en la prostitución sino, en todo tipo de pornografía (las mujeres son un cuerpo para usar, abusar y tirar sin problemas), compraventa de sus cuerpos, también en los vientres de alquiler, en el tráfico sexual y laboral de sus personas, de sus órganos, en la violación sistemática fuera y dentro del matrimonio o pareja.
Los demonios de la desigualdad de oportunidades, la doble o triple jornada laboral, el peso de responsabilidades familiares no compartidas, culpabilidades y angustias.
Los demonios de la subordinación y dependencia económica y afectiva.
Los demonios de la negación de la categoría “trabajo” al trabajo doméstico, equiparando falsamente trabajo y salario, y considerando a esas mujeres trabajadoras de su propio hogar como “económicamente no activas”, cuando la economía mundial está sustentada en gran parte por el trabajo gratuito de las mujeres. Estos demonios consideran el cuerpo de las mujeres como cuerpos reproductores, no productores.
Los demonios de una concepción falsa del amor donde se vincula amor, con celos, con control, con violencia personal o vicaria, incluso con el asesinato.
Los demonios de costumbres “culturales” y/o religiosos donde se mutila el cuerpo de las mujeres para robarles el placer sexual, dónde se ocultan sus cuerpos, se niega su independencia…
Los demonios, introyectados en muchas mujeres aún, de la sumisión, pasividad, sentimiento de inferioridad, falta de autoestima y resignación.
Los demonios del mito destructivo de la belleza diseñada por los varones que lleva a muchas mujeres a someterse a operaciones varias para ser “sexualmente deseables y bellas”, a tener graves problemas con la alimentación, la anorexia y la bulimia son solo enfermedades que hablan de este mito, la anorexia es además un arma política para controlar la fuerza de las mujeres. La dieta hipocalórica deja a las mujeres sin energía vital provoca pasividad, ansiedad y debilidad afectiva.
Los demonios de unas creencias religiosas que nos han cargado con identidades falsas y destructivas: “la tentadora”, “la pecadora”,” la llorona arrepentida” (María Magdalena) , “la culpable de la muerte, el dolor…” “la mentirosa y no digna de ser creída”, “la incapacitada para revelar el ser de Dios”, para ser sujeto de los 7 sacramentos,(uno se nos ha negado por ser mujeres), inferior a los varones “el hombre es la cabeza de la mujer” ( parece que a nosotras nos toca ser un cuerpo sin cabeza)
¿Qué otros demonios podemos reconocer?
“Silenciadas«. Las mujeres no somos silenciosas, gustamos de la comunicación y tenemos facilidad para ella. Pero hemos sido sistemáticamente silenciadas por un lenguaje androcéntrico y patriarcal que nos ha hecho invisibles en la historia y en las Iglesias y nos ha impedido ,durante siglos, decirnos a nosotras mismas quienes somos, mostrar nuestras capacidades y valores. El lenguaje nombra y da identidad. Lo que no se nombra…no existe.
“En nuestro lugar.”Sin duda no en los primeros puestos, sino al final, en lugares invisibles.
En muchas ocasiones las mujeres hemos escuchado como un gran elogio por parte de los varones el hecho de “saber estar en nuestro lugar”
Por supuesto lugar no elegido por nosotras mismas, sino impuesto socialmente, pero justificado y sacralizado: así es por “naturaleza” o “por voluntad de Dios“ comunicada a las mujeres a través del varón, !evidentemente como debe ser…!
Lugar -dentro de la “Sinagoga”...pero por supuesto «oyendo»
Lugar de la escucha no de la palabra, aunque la palabra dicha nos concierna directamente, incluso nos defina.
Lugar de la ejecución generosa y gratuita «propia de nuestro ser de mujer”, pero no lugar para participar en las decisiones que nos afectan y condicionan.
Lugar del cuidado de los otros no del autocuidado
Lugar invisible, Ya lo dice un dicho muy halagador para las mujeres:. «Detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer.» Mientras esté en su lugar ”detrás”recibirá el reconocimiento de su valía pero… !que no cambie de lugar… y oculte al varón ¡porque habrá dejado de estar ·”en su lugar”!.
Lugar del anonimato y de la no identidad “una mujer sin nombre, enferma, y encorvada…”
Lugar dónde se nos indica cuál es nuestra identidad, estatura y por tanto a dónde podemos llegar y a donde no, cual debe ser nuestro punto de mira y nuestras aspiraciones ( no demasiado altas.) y por tanto a dónde podemos llegar a dónde no Hay lugares que no nos corresponden, «porque así lo quiere Dios» y lo ha dejado muy claro en la Palabra de Dios, por supuesto revelada al varón, seleccionada e interpretada por él.
Lugar que nos corresponde porque así ha sido siempre (¿18 años, 18 siglos,28 siglos?…)
No aceptar ese lugar es ir contra lo establecido ¿por Dios?.
¿Y si lo que Dios quisiera fuese que aprendiésemos a desaprender ese lugar?
Eso es lo que estamos haciendo muchas mujeres en la sociedad y dentro de las iglesias. Los movimientos feministas llevan años denunciando esta situación y hoy son un referente movilizador de la sociedad cada día más consciente de la injusticia intolerable que este sometimiento y encorvamiento de las mujeres supone.
Dentro de las Iglesias cristianas hace ya tiempo que las teólogas feministas, las organizaciones feministas católicas, muchas mujeres creyentes en Jesús, hemos levantado la voz con fuerza y energía promoviendo desde hace un par de años La revuelta de las Mujeres en la Iglesia denunciando esta situación que consideramos no sólo injusta sino una traición a Jesús de Nazaret que no sólo miró y trató a las mujeres de otro modo sino que promovió un movimiento de igualdad en torno a él y a la construcción de un sociedad y mundo de iguales.
Una revuelta internacional que terminará con un “Sínodo de Mujeres” en Roma en septiembre de 2022. En ese sínodo denunciaremos nuestra marginación, la invisibilización de nuestras personas, de nuestras teologías, nuestra exclusión de todos los lugares de decisión dentro de la Iglesia, una escandalosa ausencia de mujeres teólogas en facultades de teología y Seminarios, la negación de uno de los sacramentos sólo por razón de nuestro sexo y un largo etc.
Además de denunciar anunciaremos nuestras demandas que en definitiva quieren pedir a la Iglesia católica que vuelva a Jesús de Nazaret como lugar referencial para promover un mundo y una sociedad donde desaparezcan todas las discriminaciones, y desigualdades por razón de clase, raza, sexo, orientación e identidad sexual, y eso no será creíble mientras dentro de la Iglesia siga una profunda discriminación de las mujeres traicionando a la comunidad de iguales que se formó en torno a Jesús y a la primerísima comunidad donde muchas mujeres ejercieron roles y funciones de autoridad.
Vamos a volver al texto de Lucas para confirmar que esta discriminación no tiene su fundamento en Jesús de Nazaret sino en el dualismo y patriarcalismo social, cultural y religioso que sigue vigente hoy en muchos lugares y organizaciones.
Es un sábado y Jesús está enseñando en la sinagoga, él sí cae en la cuenta de la situación de esta mujer, la mira, se fija en su persona. ¿Como seres humanos y como creyentes en Jesús ¿somos conscientes del encorvamiento de las mujeres en el mundo y sobre todo de las causas del mismo?
La llamó»y al nombrarla la saca del anonimato e invisibilidad, del lugar que «le correspondía» social y religiosamente para ponerla delante, a la vista, como lugar de revelación de la verdad de esa mujer. Aunque hay quien lo sigue negando: lo que no se nombra no existe, dar nombre es reconocer identidad y presencia por eso es tan importante luchar contra un lenguaje sexista y patriarcal que no nos nombra o que utiliza el género masculino ocultando nuestras presencias e identidades.
La pone delante, no detrás…En un lugar donde ella y todas las personas puedan reconocer su auténtica identidad y la verdad del lugar que Jesús está seguro que Dios quiere para ella y en ella para todas las mujeres.
«y le dijo»: es decir le dirige la palabra y la reconoce sujeto, un “tu” a quien hablarle personalmente.
«Mujer quedas libre de tu enfermedad». Jesús reconoce que esos “demonios” ancestrales la habían enfermado, la habían esclavizado y él quiere que ella reconozca su verdad y recupere su libertad arrebatada, que se libre del sometimiento y encorvamiento al que estaba sujeta.
Jesús toma la iniciativa para liberarla, sabe leer el deseo de esa mujer que no ha abierto la boca, y lo hace transgrediendo la ley sagrada del sábado, mostrando una vez más que toda realidad que niega la igualdad y que discrimina no es sagrada, ni responde al proyecto de Dios. Hoy muchas mujeres ya hemos despertado y no guardamos silencio, ni esperamos que otros tomen la iniciativa para liberarnos, pero nos urge una alianza potente de las mujeres entre nosotras y de todos los varones que sean conscientes de la injusticia que esta discriminación supone.
«Y le impuso las manos». Entra en contacto corporal con ella, aunque cultural y religiosamente ella era una mujer impura por su enfermedad. Volviendo de nuevo a transgredir la ley ¿“sagrada? que prohibía tocar a las personas consideradas impuras.
Qué consecuencias tiene esa acción.
La mujer al sentirse mirada, reconocida, situada en su lugar delante no detrás
“Se enderezó”: es decirrecupera su verdadera talla, su propia identidad, su libertar para poder mirar de frente a lo largo y ancho de la vida, sin que nadie le imponga su perspectiva.
“Alabando a Dios”, recuperó la palabra y esa palabra es para reconocer agradecida lo que Jesús le revela, que Dios no quiere ningún encorvamiento y que todas las personas más allá de su condición sexual, social, racial son iguales.
El jefe de la sinagoga:
” Indignado, de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado”. Intenta justificar con leyes sagradas que esa mujer permanezca en una situación injusta, encubriendo así la verdadera causa de su situación y quizá también queriendo encubrir la verdad de su enojo ¿ no será que lo que no acepta es que las mujeres recuperemos nuestra dignidad?
decía a la gente….incapaz de dirigir su agresividad hacia Jesús, y hacia esa mujer que Jesús acaba de sanar, desvía su indignación hacia la gente, buscando un chivo expiatorio que oculte la verdad de su corazón.
Me da mucha pena reconocer que hoy después de 20 siglos, una vez más nos encontramos con la dificultad de muchas autoridades religiosas para comprender que:
primero estamos las personas y después las leyes, por muy santas que éstas sean que el proyecto que Jesús propone, como proyecto de Dios, no tolera discriminación alguna y si hay que privilegiar y señalar algo como prioritario es empoderar a las personas a las que se les ha arrebatado su poder, es situar en el centro de la vida a todas las personas y de un modo especial a las que han sido marginadas que cuando las mujeres reclamamos esta igualdad fundamental y pedimos en la Iglesia recuperar una comunidad de iguales estamos denunciando una infidelidad y traición al proyecto de Jesús
y por eso también hoy hay autoridades religiosas que, como el jefe de la sinagoga, se indignan y nos niegan tanto la realidad de injusticia como nuestro derecho a reclamar igualdad de hecho y de derecho dentro de la sociedad y de Iglesia.
Volvemos al texto para seguir leyéndolo hoy:
Después de la reprimenda indignada que el jefe de la sinagoga echa a la gente Jesús toma la palabra para dirigirse directamente a él y en él a todos los jefes de sinagogas, iglesias para:
Denunciar su hipocresía personal e institucional (habla en plural). ”Hipócritas, no desatáis del pesebre todos vosotros en día sábado a vuestro buey o a vuestro asno para llevarlos a abrevar?» Jesús denuncia y desenmascara los interesas ocultos que hay debajo de su celo “religioso”. Debajo del cuidado de los animales está un interés económico, pero no cuenta igual el interés por el bien del pueblo. ¿Dónde está la causa verdadera de su enojo y de su escándalo? ¿No serán estas las palabras de Jesús que deberían resonar en los oídos de tantos “jefes” de Iglesias que siguen negando, ocultando, no denunciando, el encorvamiento de las mujeres, su discriminación bajo excusas inaceptables?
Proclamar la verdadera identidad de esa mujer y lo hace con unas palabras que resonaron en ella como un nuevo nacimiento que confiere nueva identidad: “ y a ésta que es hija de Abrahán”. Era la máxima dignidad en el pueblo judío, casi siempre puesto en género masculino. Jesús con esas palabras reconoce a esa mujer como un miembro del pueblo en igualdad de derechos que los “hijos de Abrahán”. Dios no solo tiene “hijos” sino también “hijas” con igual dignidad.
Des-velarlas verdaderas causas de su situación: “Satanás la tenía atada desde hace 18 años…”…No estaba encorvada porque era así sino porqué las fuerzas del mal, “los demonios” que hemos reconocido antes (de siglos y siglos) la tenían atada: esclavizada y encorvada.
Anunciarel verdadero sentido del día del Señor, la buena noticia de que por encima de todas las leyes , tradiciones, argumentos “por muy sagradas que sean o parezcan “están las personas y que liberar de toda esclavitud es el verdadero culto y la auténtica fidelidad al Señor “¿Y no se debía desatarla precisamente el día sábado?”.
“Cuando decía estas cosas sus adversarios quedaban confundidos,mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacia»(v.17)
Ojala sea verdad que cada vez más personas, que siguen negando aún hoy, la injusta situación de muchas mujeres en el mundo, y en muchas de las religiones e Iglesias, abran los ojos para descubrir su ceguera y sientan confusión y vergüenza y vayamos haciendo verdad esa igualdad fundamental .
Esta es nuestra esperanza que la Revuelta de las Mujeres en la Iglesia no pare, que sigamos levantando nuestra voz, nuestras manos, nuestros cuerpos para protestar hasta que la igualdad de haga costumbre.
Este es nuestro sueño y empeño y a unirse a él invitamos a toda la comunidad cristiana.
Texto base reelaborado, Martinez Ocaña, Emma, Cuando la Palabra se hace cuerpo en cuerpo de mujer, 2014, 4ªed, pp.51-57
«La desigualdad injusta entre hombres y mujeres muestra muy bien el mecanismo de desigualdad en el mundo»
«Los demonios de unas creencias religiosas que nos han cargado con identidades falsas y destructivas»
«Dentro de las Iglesias cristianas hace ya tiempo que las teólogas feministas, las organizaciones feministas católicas, muchas mujeres creyentes en Jesús, hemos levantado la voz con fuerza y energía promoviendo desde hace un par de años La revuelta de las Mujeres en la Iglesia»
«También hoy hay autoridades religiosas que, como el jefe de la sinagoga, se indignan y nos niegan tanto la realidad de injusticia como nuestro derecho a reclamar igualdad de hecho y de derecho dentro de la sociedad y de Iglesia»
¿Qué dice el texto sobre ella, y en qué medida es un símbolo actual?
Lucas la describe así: «una mujer a la que un espíritu tenía enferma desde hacia 18 años.»
«estaba encorvada»
“Y no podía de ningún modo enderezarse” (v.10-11)
Vamos a aproximarnos a esta narración como un modo de evidenciar e iluminar la realidad de muchas mujeres aún hoy en el mundo.
La desigualdad injusta entre hombres y mujeres muestra muy bien el mecanismo de desigualdad en el mundo. Expresa la creencia de que hay unas personas con más derechos que otras, unas personas superiores y otras inferiores, unas personas llamadas a gobernar y otras a obedecer…
El texto la describe así:
Padecía esa situación desde hacía 18 años, (desde hacía muchísimo tiempo, «siempre ha sido así»…) Enteramente encorvada no podía sino mirar el mundo que le rodeaba desde la perspectiva que le era impuesta por ese “espíritu» (demonio) que la poseía No podía enderezarse de ningún modo, y su lugar de referencia estaba restringido al suelo. Desconocía su verdadera talla. Estaba en silencio. No dice una sola palabra para interceder por ella misma, no pide nada, no hace nada para ser vista (silenciosa e invisible). Está en la sinagoga, al final detrás de los varones, escuchando a Jesús.
Esta descripción de la mujer encorvada es una buena imagen simbólica para expresar la situación de millones de mujeres hoy en el mundo, como una y otra vez ponen de relieve los informes de Naciones Unidas.
Encorvadas por «los demonios»:
Demonios del sexismo, clasismo, racismo, patriarcalismo social y eclesial. Los demonios de la violencia estructural e intra-familiar.
Los demonios de la esclavitud y explotación sexual y económica, la prostitución forzada y la llamada “libre”, la compra-venta de sus cuerpos no solo en la prostitución sino, en todo tipo de pornografía (las mujeres son un cuerpo para usar, abusar y tirar sin problemas), compraventa de sus cuerpos, también en los vientres de alquiler, en el tráfico sexual y laboral de sus personas, de sus órganos, en la violación sistemática fuera y dentro del matrimonio o pareja.
Los demonios de la desigualdad de oportunidades, la doble o triple jornada laboral, el peso de responsabilidades familiares no compartidas, culpabilidades y angustias.
Los demonios de la subordinación y dependencia económica y afectiva.
Los demonios de la negación de la categoría “trabajo” al trabajo doméstico, equiparando falsamente trabajo y salario, y considerando a esas mujeres trabajadoras de su propio hogar como “económicamente no activas”, cuando la economía mundial está sustentada en gran parte por el trabajo gratuito de las mujeres. Estos demonios consideran el cuerpo de las mujeres como cuerpos reproductores, no productores.
Los demonios de una concepción falsa del amor donde se vincula amor, con celos, con control, con violencia personal o vicaria, incluso con el asesinato.
Los demonios de costumbres “culturales” y/o religiosos donde se mutila el cuerpo de las mujeres para robarles el placer sexual, dónde se ocultan sus cuerpos, se niega su independencia…
Los demonios, introyectados en muchas mujeres aún, de la sumisión, pasividad, sentimiento de inferioridad, falta de autoestima y resignación.
Los demonios del mito destructivo de la belleza diseñada por los varones que lleva a muchas mujeres a someterse a operaciones varias para ser “sexualmente deseables y bellas”, a tener graves problemas con la alimentación, la anorexia y la bulimia son solo enfermedades que hablan de este mito, la anorexia es además un arma política para controlar la fuerza de las mujeres. La dieta hipocalórica deja a las mujeres sin energía vital provoca pasividad, ansiedad y debilidad afectiva.
Los demonios de unas creencias religiosas que nos han cargado con identidades falsas y destructivas: “la tentadora”, “la pecadora”,” la llorona arrepentida” (María Magdalena) , “la culpable de la muerte, el dolor…” “la mentirosa y no digna de ser creída”, “la incapacitada para revelar el ser de Dios”, para ser sujeto de los 7 sacramentos,(uno se nos ha negado por ser mujeres), inferior a los varones “el hombre es la cabeza de la mujer” ( parece que a nosotras nos toca ser un cuerpo sin cabeza)
¿Qué otros demonios podemos reconocer?
“Silenciadas». Las mujeres no somos silenciosas, gustamos de la comunicación y tenemos facilidad para ella. Pero hemos sido sistemáticamente silenciadas por un lenguaje androcéntrico y patriarcal que nos ha hecho invisibles en la historia y en las Iglesias y nos ha impedido ,durante siglos, decirnos a nosotras mismas quienes somos, mostrar nuestras capacidades y valores. El lenguaje nombra y da identidad. Lo que no se nombra…no existe.
Sueño con una Iglesia
“En nuestro lugar”. Sin duda no en los primeros puestos, sino al final, en lugares invisibles.
En muchas ocasiones las mujeres hemos escuchado como un gran elogio por parte de los varones el hecho de “saber estar en nuestro lugar”
Por supuesto lugar no elegido por nosotras mismas, sino impuesto socialmente, pero justificado y sacralizado: así es por “naturaleza” o “por voluntad de Dios“ comunicada a las mujeres a través del varón, !evidentemente como debe ser…!
Lugar -dentro de la “Sinagoga”…pero por supuesto «oyendo»
Lugar de la escucha no de la palabra, aunque la palabra dicha nos concierna directamente, incluso nos defina. Lugar de la ejecución generosa y gratuita «propia de nuestro ser de mujer”, pero no lugar para participar en las decisiones que nos afectan y condicionan. Lugar del cuidado de los otros no del autocuidado Lugar invisible, Ya lo dice un dicho muy halagador para las mujeres:. «Detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer.» Mientras esté en su lugar ”detrás” recibirá el reconocimiento de su valía pero… !que no cambie de lugar… y oculte al varón ¡porque habrá dejado de estar ·”en su lugar”!. Lugar del anonimato y de la no identidad “una mujer sin nombre, enferma, y encorvada…” Lugar dónde se nos indica cuál es nuestra identidad, estatura y por tanto a dónde podemos llegar y a donde no, cual debe ser nuestro punto de mira y nuestras aspiraciones ( no demasiado altas.) y por tanto a dónde podemos llegar a dónde no Hay lugares que no nos corresponden, «porque así lo quiere Dios» y lo ha dejado muy claro en la Palabra de Dios, por supuesto revelada al varón, seleccionada e interpretada por él. Lugar que nos corresponde porque así ha sido siempre (¿18 años, 18 siglos,28 siglos?…) No aceptar ese lugar es ir contra lo establecido ¿por Dios?.
¿Y si lo que Dios quisiera fuese que aprendiésemos a desaprender ese lugar?
Eso es lo que estamos haciendo muchas mujeres en la sociedad y dentro de las iglesias. Los movimientos feministas llevan años denunciando esta situación y hoy son un referente movilizador de la sociedad cada día más consciente de la injusticia intolerable que este sometimiento y encorvamiento de las mujeres supone.
Mujeres en la Iglesia
Dentro de las Iglesias cristianas hace ya tiempo que las teólogas feministas, las organizaciones feministas católicas, muchas mujeres creyentes en Jesús, hemos levantado la voz con fuerza y energía promoviendo desde hace un par de años La revuelta de las Mujeres en la Iglesia denunciando esta situación que consideramos no sólo injusta sino una traición a Jesús de Nazaret que no sólo miró y trató a las mujeres de otro modo sino que promovió un movimiento de igualdad en torno a él y a la construcción de un sociedad y mundo de iguales.
Una revuelta internacional que terminará con un “Sínodo de Mujeres” en Roma en septiembre de 2022. En ese sínodo denunciaremos nuestra marginación, la invisibilización de nuestras personas, de nuestras teologías, nuestra exclusión de todos los lugares de decisión dentro de la Iglesia, una escandalosa ausencia de mujeres teólogas en facultades de teología y Seminarios, la negación de uno de los sacramentos sólo por razón de nuestro sexo y un largo etc.
Además de denunciar anunciaremos nuestras demandas que en definitiva quieren pedir a la Iglesia católica que vuelva a Jesús de Nazaret como lugar referencial para promover un mundo y una sociedad donde desaparezcan todas las discriminaciones, y desigualdades por razón de clase, raza, sexo, orientación e identidad sexual, y eso no será creíble mientras dentro de la Iglesia siga una profunda discriminación de las mujeres traicionando a la comunidad de iguales que se formó en torno a Jesús y a la primerísima comunidad donde muchas mujeres ejercieron roles y funciones de autoridad.
Vamos a volver al texto de Lucas para confirmar que esta discriminación no tiene su fundamento en Jesús de Nazaret sino en el dualismo y patriarcalismo social, cultural y religioso que sigue vigente hoy en muchos lugares y organizaciones.
Es un sábado y Jesús está enseñando en la sinagoga, él sí cae en la cuenta de la situación de esta mujer, la mira, se fija en su persona. ¿Como seres humanos y como creyentes en Jesús ¿somos conscientes del encorvamiento de las mujeres en el mundo y sobre todo de las causas del mismo? La llamó» y al nombrarla la saca del anonimato e invisibilidad, del lugar que «le correspondía» social y religiosamente para ponerla delante, a la vista, como lugar de revelación de la verdad de esa mujer. Aunque hay quien lo sigue negando: lo que no se nombra no existe, dar nombre es reconocer identidad y presencia por eso es tan importante luchar contra un lenguaje sexista y patriarcal que no nos nombra o que utiliza el género masculino ocultando nuestras presencias e identidades. La pone delante, no detrás…En un lugar donde ella y todas las personas puedan reconocer su auténtica identidad y la verdad del lugar que Jesús está seguro que Dios quiere para ella y en ella para todas las mujeres.
«Imaginamos y construimos una Iglesia nueva, donde las mujeres ya somos, y nos reconocemos con autoridad y liderazgo»
«y le dijo»: es decir le dirige la palabra y la reconoce sujeto, un “tu” a quien hablarle personalmente. «Mujer quedas libre de tu enfermedad». Jesús reconoce que esos “demonios” ancestrales la habían enfermado, la habían esclavizado y él quiere que ella reconozca su verdad y recupere su libertad arrebatada, que se libre del sometimiento y encorvamiento al que estaba sujeta. Jesús toma la iniciativa para liberarla, sabe leer el deseo de esa mujer que no ha abierto la boca, y lo hace transgrediendo la ley sagrada del sábado, mostrando una vez más que toda realidad que niega la igualdad y que discrimina no es sagrada, ni responde al proyecto de Dios. Hoy muchas mujeres ya hemos despertado y no guardamos silencio, ni esperamos que otros tomen la iniciativa para liberarnos, pero nos urge una alianza potente de las mujeres entre nosotras y de todos los varones que sean conscientes de la injusticia que esta discriminación supone. «Y le impuso las manos». Entra en contacto corporal con ella, aunque cultural y religiosamente ella era una mujer impura por su enfermedad. Volviendo de nuevo a transgredir la ley ¿“sagrada? que prohibía tocar a las personas consideradas impuras.
Qué consecuencias tiene esa acción.
La mujer al sentirse mirada, reconocida, situada en su lugar delante no detrás
“Se enderezó”: es decir recupera su verdadera talla, su propia identidad, su libertar para poder mirar de frente a lo largo y ancho de la vida, sin que nadie le imponga su perspectiva. “Alabando a Dios”, recuperó la palabra y esa palabra es para reconocer agradecida lo que Jesús le revela, que Dios no quiere ningún encorvamiento y que todas las personas más allá de su condición sexual, social, racial son iguales.
El jefe de la sinagoga:
” Indignado, de que Jesús hubiese hecho una curación en sábado”. Intenta justificar con leyes sagradas que esa mujer permanezca en una situación injusta, encubriendo así la verdadera causa de su situación y quizá también queriendo encubrir la verdad de su enojo ¿ no será que lo que no acepta es que las mujeres recuperemos nuestra dignidad? decía a la gente….incapaz de dirigir su agresividad hacia Jesús, y hacia esa mujer que Jesús acaba de sanar, desvía su indignación hacia la gente, buscando un chivo expiatorio que oculte la verdad de su corazón.
Hombre y mujer los creó
Me da mucha pena reconocer que hoy después de 20 siglos, una vez más nos encontramos con la dificultad de muchas autoridades religiosas para comprender que:
primero estamos las personas y después las leyes, por muy santas que éstas sean que el proyecto que Jesús propone, como proyecto de Dios, no tolera discriminación alguna y si hay que privilegiar y señalar algo como prioritario es empoderar a las personas a las que se les ha arrebatado su poder, es situar en el centro de la vida a todas las personas y de un modo especial a las que han sido marginadas que cuando las mujeres reclamamos esta igualdad fundamental y pedimos en la Iglesia recuperar una comunidad de iguales estamos denunciando una infidelidad y traición al proyecto de Jesús
y por eso también hoy hay autoridades religiosas que, como el jefe de la sinagoga, se indignan y nos niegan tanto la realidad de injusticia como nuestro derecho a reclamar igualdad de hecho y de derecho dentro de la sociedad y de Iglesia.
Volvemos al texto para seguir leyéndolo hoy:
Después de la reprimenda indignada que el jefe de la sinagoga echa a la gente Jesús toma la palabra para dirigirse directamente a él y en él a todos los jefes de sinagogas, iglesias para:
Denunciar su hipocresía personal e institucional (habla en plural). ”Hipócritas, no desatáis del pesebre todos vosotros en día sábado a vuestro buey o a vuestro asno para llevarlos a abrevar?» Jesús denuncia y desenmascara los interesas ocultos que hay debajo de su celo “religioso”. Debajo del cuidado de los animales está un interés económico, pero no cuenta igual el interés por el bien del pueblo. ¿Dónde está la causa verdadera de su enojo y de su escándalo? ¿No serán estas las palabras de Jesús que deberían resonar en los oídos de tantos “jefes” de Iglesias que siguen negando, ocultando, no denunciando, el encorvamiento de las mujeres, su discriminación bajo excusas inaceptables? Proclamar la verdadera identidad de esa mujer y lo hace con unas palabras que resonaron en ella como un nuevo nacimiento que confiere nueva identidad: “ y a ésta que es hija de Abrahán”. Era la máxima dignidad en el pueblo judío, casi siempre puesto en género masculino. Jesús con esas palabras reconoce a esa mujer como un miembro del pueblo en igualdad de derechos que los “hijos de Abrahán”. Dios no solo tiene “hijos” sino también “hijas” con igual dignidad. Des-velar las verdaderas causas de su situación: “Satanás la tenía atada desde hace 18 años…”…No estaba encorvada porque era así sino porqué las fuerzas del mal, “los demonios” que hemos reconocido antes (de siglos y siglos) la tenían atada: esclavizada y encorvada. Anunciar el verdadero sentido del día del Señor, la buena noticia de que por encima de todas las leyes , tradiciones, argumentos “por muy sagradas que sean o parezcan “están las personas y que liberar de toda esclavitud es el verdadero culto y la auténtica fidelidad al Señor “¿Y no se debía desatarla precisamente el día sábado?”.
“Cuando decía estas cosas sus adversarios quedaban confundidos, mientras que toda la gente se alegraba con las maravillas que hacia»(v.17)
Mujer lectora
Ojala sea verdad que cada vez más personas, que siguen negando aún hoy, la injusta situación de muchas mujeres en el mundo, y en muchas de las religiones e Iglesias, abran los ojos para descubrir su ceguera y sientan confusión y vergüenza y vayamos haciendo verdad esa igualdad fundamental.
Esta es nuestra esperanza que la Revuelta de las Mujeres en la Iglesia no pare, que sigamos levantando nuestra voz, nuestras manos, nuestros cuerpos para protestar hasta que la igualdad de haga costumbre.
Este es nuestro sueño y empeño y a unirse a él invitamos a toda la comunidad cristiana.
A principios del siglo XXI fui durante varios años sucesivamente vicepresidente y presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE). Hoy soy miembro de su Junta Directiva. Desde entonces, una de mis preocupaciones ha sido la educación en derechos humanos, una de las asignaturas pendientes en el currículum escolar en nuestro país, que ni siquiera la democracia ha logrado darle la importancia que merece. Con motivo del Día de los Derechos Humanos, 73 años después de la aprobación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, ofrezco a continuación unas reflexiones sobre el tema con el objetivo de contribuir a su plena incorporación en el sistema educativo en todos los grados, niveles y modalidades.
Escasa —y muchas veces raquítica— es la incorporación de los derechos humanos en los programas educativos de la enseñanza reglada, al tiempo que deficiente su desarrollo por considerarla una asignatura menor. En una concepción bancaria de la educación, por utilizar una expresión de la pedagogía de Paulo Freire, no parece tener cabida el discurso de los derechos humanos.
En un enfoque tecnológico del sistema educativo, los derechos humanos pasan a segundo término e incluso se tornan superfluos. En una visión educativa orientada a la productividad y al consumo, la imagen que transmite del ser humano es la de homo consumens. En una pedagogía puramente intelectualista, lo que importa es el cultivo de la mente sin prestar atención a la educación en la convivencia cívica, en el respeto de las otras y de los otros, que constituye el corazón de la educación en derechos humanos.
Reconocer los derechos del alumnado y educación no directiva
La educación en los derechos humanos debe ser la piedra angular del sistema educativo, pero dándole un contenido nuevo y alternativo al planteamiento formal, intelectualista, elitista y selectivo con que frecuentemente se ha hecho hasta ahora. La condición primera y necesaria a cumplir para una correcta educación en derechos humanos es el reconocimiento del alumnado no como simple vasija de barro a moldear, sino como sujeto de derechos y protagonista de la educación, de su dignidad inalienable, una dignidad igual para todas y todos, sin ningún tipo de discriminación: étnico-cultural, de género, de identidad sexual, de clase, de religión, de edad, de procedencia geográfica, etc. A partir de dicho reconocimiento deben facilitarse entre el alumnado cauces para la práctica de la libertad de opinión y de pensamiento (librepensamiento), el fomento de la libertad de expresión y del espíritu crítico y la participación activa. Ello requiere una pedagogía no directiva.
Para ello es necesario reconocer los derechos de los niños, las niñas, adolescentes y jóvenes en el ámbito escolar. Es la clave de bóveda del sistema educativo. Como reconoce Begoña López, del grupo ASPASIA, “la LOMLOE (Ley Orgánica de Modificación de la LOE) es la primera Ley educativa en España que señala como eje principal de la misma los Derechos de la Infancia, concretamente en su Preámbulo, que debe impregnar todo el desarrollo de la misma”:
Educar en la igualdad y la justicia de género, contra la discriminación y violencia de género
Uno de los atentados más graves contra la dignidad y los derechos de los seres humanos es la discriminación de género ejercida por el patriarcado en alianza con otros sistemas de dominación como el colonialismo, el capitalismo y los fundamentalismos religiosos hasta desembocar en violencia contra las mujeres basada en la masculinidad hegemónica y en odio contra su vida, que con frecuencia termina en feminicidios.
Para erradicar tamaña agresión contra la mitad de la humanidad, creo que la educación en derechos humanos debe poner especial empeño en educar en la igualdad y la justicia de género bajo la guía del feminismo, ya que de lo contrario se seguiráreforzando el patriarcado desde la escuela y reproduciendo las actitudes sexistas, difíciles de erradicar en la edad adulta. Requiere también educar en el respeto a las diferentes identidades afectivo-sexuales más allá de la heteronormatividad y de la binariedad sexual. El espacio escolar es el lugar más adecuado para deconstruir los discursos de odio homófobos, sexistas y antiLGTBI, que desembocan a menudo en prácticas violentas.
Educar en la memoria histórica, contra los totalitarismos
Es necesario, asimismo, educar en la crítica de los sistemas totalitarios que transgreden sistemáticamente los derechos humanos, y de las tendencias autoritarias en los propios sistemas democráticos, que imponen el pensamiento único. Aquí es donde hay que incorporar en los sistemas educativos la memoria histórica –“subversiva”, en palabras de Walter Benjamin– de las víctimas contra la desmemoria y el olvido, que exige el derecho a la verdad, la justicia, la rehabilitación, la reparación, la dignificación de las víctimas, el compromiso de no repetición y la condena de los victimarios.
Educar en los derechos de la naturaleza
Inseparable del reconocimiento de la dignidad y los derechos de todos los seres humanos y su inviolabilidad es la defensa de la dignidad y de los derechos de la naturaleza, así como su cuidado y actitud compasiva para con los sufrimientos causados por los seres humanos. Ello exige la crítica del antropocentrismo y del modelo de desarrollo científico técnico de la modernidad que explota a la naturaleza en beneficio del capitalismo y la depreda de manera inmisericorde hasta convertirla en basurero.
Educar en una ciudadanía global
Frente a la estrecha identificación entre derechos humanos y nación, que solo reconoce derechos a las personas nativas y los niega a las personas migrantes y refugiadas, apátridas, etc., hay que educar en una ciudadanía global que considera a todas las personas sujetos de derechos y posibilita su pleno ejercicio en todos los terrenos: social, político, educativo, cultural, sanitario, laboral, lúdico, etc. Ello implica fomentar en el alumnado actitudes hospitalarias y solidarias y erradicar las actitudes xenófobas, racistas y aporofóbicas que con frecuencia se encuentran grabadas en el imaginario social y se transmiten con facilidad a los niños, las niñas y los adolescentes.
«El laicismo es una de las principales asignaturas pendientes que no se ha aprobado en la vida política española a nivel institucional a lo largo de los cuarenta y cuatro años de democracia, donde quedan todavía no pocos restos de nacionalcatolicismo».
Educar en el laicismo
El laicismo es una de las principales asignaturas pendientes que no se ha aprobado en la vida política española a nivel institucional a lo largo de los cuarenta y cuatro años de democracia, donde quedan todavía no pocos restos de nacionalcatolicismo, y tampoco en la educación, donde sigue manteniéndose la enseñanza confesional de la religión en los diferentes niveles de enseñanza, sea pública, concertada o privada, que lleva en la práctica a confesionalizar la educación. Por eso resulta necesaria y urgente la educación en el laicismo. Una educación que nada tiene que ver con educar en el ateísmo, el agnosticismo o la persecución a las religiones y a las personas religiosas, como a veces se intenta presentar falsamente para desacreditar el laicismo.
En absoluto. La educación en el laicismo no es anti, sino pro-; consiste en educar en los valores cívicos de la libertad, la igualdad (no clónica), la justicia, la solidaridad, la fraternidad-sororidad, el respeto al pluriverso étnico-cultural, religioso-espiritual y la diversidad de creencias y no creencias, en la participación activa en la vida política, así como en el cuidado de la naturaleza y la defensa de la ecodiversidad. Su base es la ciudadanía común y global, que no admite exclusiones ni discriminaciones, y su fundamento es la dignidad de la persona y su dimensión social. El resultado es la ética laica.
El laicismo constituye el marco político, jurídico y cívico más adecuado e inclusivo para la convivencia de las diferentes ideologías políticas, la diversidad cultural y el pluriverso religioso; en definitiva, una convivencia dentro de las diferencias, siempre que estas no desemboquen en desigualdades. Precisamente el laicismo como marco político y jurídico debe tener carácter social, que ha de traducirse en luchar contra las desigualdades de todo tipo.
Conforme a esta imagen de laicismo, que considero la más coherente con la tradición ilustrada de la que procede y con su práctica en los Estados laicos, las religiones no tienen razones éticas, políticas o religiosas para oponerse a la educación en el laicismo. Todo lo contrario, creo que deben apoyarla, ya que dicha educación implica la defensa de la igualdad de todas las religiones ante la ley, posibilita su libre ejercicio y elimina cualquier discriminación o privilegio. Asimismo, constituye la mejor garantía para el reconocimiento y la práctica de la libertad de conciencia y de la libertad religiosa.
Educar en la interculturalidad y el diálogo interreligioso, contra los fundamentalismos
Finalmente, educar en los derechos humanos requiere una educación intercultural. No vivimos en un universo cultural, en una única cosmovisión, sino en un pluriverso de cosmovisiones. La historia de las culturas es la mejor escuela para el reconocimiento de dicho pluriverso. Tampoco vivimos en un universo religioso, sino en un amplio mosaico de religiones y espiritualidades. La historia de las religiones así lo demuestra. Ello exige huir de las clasificaciones apriorísticas de culturas y religiones superiores e inferiores, culturas y religiones universales y locales, que suelen hacerse en las aulas en el estudio comparado de las culturas y desembocan en imperialismo cultural. Entiendo la interculturalidad como la comunicación simétrica y la interacción dinámica de las diferentes cosmovisiones, es decir, culturas, filosofías, teologías, concepciones morales, sistemas jurídicos, epistemologías.
En la interculturalidad no hay una absorción o precedencia de una cultura sobre otra, como sucede en el caso de la “asimilación”, como tampoco coexistencia, como es el caso del “multiculturalismo”, que suele desembocar en racismo encubierto, sino correlación, comunicación fluida, diálogo simétrico y compromiso de compartir un espacio comunitario humanizador. La interculturalidad constituye una experiencia de apertura a las personas de otras culturas mediante la acogida, que obliga a replantear la propia vida tanto a nivel personal como social.
En el ámbito educativo implica la apertura a la pluralidad de textos y contextos, considerados todos ellos fuentes de conocimiento, a la pluralidad de culturas como fuentes inagotables de sabiduría, la disposición a valorar la riqueza de otras tradiciones culturales, religiosas y étnicas, la no discriminación de las personas y los grupos que pertenecen a ellas, pero tampoco “conferir privilegio alguno [a priori] a ningún lenguaje, religión y cultura”, como afirma el filósofo y teólogo intercultural Raimon Panikkar.
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Juan José Tamayo es teólogo de la liberación, miembro de la Junta Directiva de la Asociación Pro Derechos Humanos de España y autor de La compasión en un mundo injusto (Fragmenta, 2021)
NO VIVIMOS EL PLAN DE DIOS DESDE LA CREACIÓN Y ASÍ NOS VA
Vaya por delante que es únicamente por el compromiso adquirido con Fe Adulta de comentar la liturgia de este domingo, que me dispongo a escribir unas letras porque si por mí fuera, no gastaría ni tinta ni esfuerzo en comentar unas lecturas en las que tenemos que emplear un montón de tiempo en explicar lo que no quieren decir, y entresacar el auténtico mensaje de liberación y de vuelta a los orígenes al principio de la Creación.
Por eso, resulta muy doloroso, y quienes establecen los textos bíblicos para las lecturas litúrgicas tendrían que saberlo, volver una y otra vez a escuchar esos pasajes que no nos proporcionan un juicio moral de Jesús ante situaciones como el divorcio, porque ese no era en ningún momento su propósito, y sin embargo nos vuelven a recordar que no vivimos el ideal por el que fuimos creados: la igualdad, la mutualidad, la complementación entre los sexos.
La cuestión del evangelio del domingo se centra en la pregunta con doble intención por parte de los fariseos a Jesús sobre si le está permitido al marido repudiar a la mujer. ¿Por qué le hacen esa pregunta si saben que la ley mosaica lo permite? ¿Qué quieren, que Jesús diga que no, y “pillarle” contradiciendo la ley de Dios dada a Moisés?
Para darles respuesta Jesús se remonta al Génesis (parte del texto que se nos presenta como primera lectura de la liturgia de hoy) Gn 2: 18-24. “Dios los hizo varón y hembra por eso el hombre dejará a su padre y a su madre y serán los dos un solo ser; de modo que ya no son dos, sino un solo ser”.
“Por lo obstinados que sois”… les dice Jesús os dejó escrito Moisés ese mandamiento. El plan de Dios era otro muy distinto…pero el egoísmo, la búsqueda de placer instantáneo, la falta de compromiso real en una relación de amor maduro lleva a “destrozar” la vida de tantas mujeres que a lo largo de la historia han sido y siguen siendo tratadas como objetos.
Jesús, con su predicación del Reino de Dios, cimienta las relaciones humanas en el amor, en el entendimiento mutuo, en el respeto y en el servicio bien entendido. Precisamente Jesús nos presenta a un Dios Abba que está por encima de la ley y los preceptos: la ley mata, el espíritu da vida.
Resulta imposible reconciliar el Dios ley y el Dios Abba de Jesús. Son dos lenguajes tan diferentes, dos experiencias tan distintas que solo pueden llevar al conflicto.
¿Buscamos en Jesús respuestas a cuestiones concretas que tienen que ver con las decisiones morales? Jesús apela a nuestra conciencia, a nuestra dignidad, de manera personal. No hay una ley que aplique a todos los casos por igual.
Y además, ¿cómo vamos a entender esa pregunta hoy cuando en aquellos tiempos la mujer era vista como propiedad del marido, su alianza de matrimonio era algo acordado entre dos varones: él y el padre de la novia? Se podía deshacer de ella como quien se deshace de algo que ya no le sirve. ¿Cómo podemos usar este texto para decir que en nuestra religión no aceptamos el divorcio? ¿Tenía entonces la mujer alguna posibilidad de romper el compromiso con su marido?
Recientemente, ante la noticia de la vuelta de los talibanes al gobierno de Afganistán después de tantos años de guerra, el mundo occidental se ha puesto en pie y reaccionamos entre otras cosas a su “maltrato y abuso” de las mujeres.
Las mujeres estamos cansadas de tener que defender nuestros derechos con respecto a los varones en múltiples áreas de nuestras vidas y cómo no, en la iglesia católica. Sí, puntualizo en la iglesia católica, porque otras iglesias cristianas hace tiempo que se han dado cuenta de que el patriarcado ha dominado durante demasiados siglos nuestras culturas y también ¡cómo no!, nuestra manera de hacer iglesia. No es que otras comunidades lo tengan ya todo conseguido, pero desde luego sus decisiones responden más a los signos de los tiempos que las nuestras.
No podemos admitir en pleno siglo XXI que las mujeres sigamos sufriendo el “dominio” de los varones. Sin embargo, nos deberíamos preguntar en nuestras comunidades cristianas, ¿cómo vivimos la igualdad, la mutualidad, la paridad entre mujeres y hombres? ¿Se hace real el mensaje de Jesús de liberación de cargas culturales, religiosas, tradiciones en lo que se refiere a los ministerios, las tomas de decisiones? LAS MUJERES DECIMOS QUE NO. El plan de Dios desde el principio de la creación no lo vivimos…y así nos va.
En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús, para ponerlo a prueba: «¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?»Él les replicó: «¿Qué os ha mandado Moisés?»Contestaron: «Moisés Permitió divorciarse, dándole a la mujer un acta de repudio.»Jesús les dijo: «Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios «los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer, y serán los dos una sola carne». De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.»En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo. Él les dijo: «Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.»
Actualización de la Palabra:
El proyecto original de Dios no fue un matrimonio patriarcal. Dios ha creado al varón y a la mujer para que sean “una sola carne”, como personas llamadas a compartir su amor, su intimidad y su vida entera en comunión total. Hombre y mujer han sido hechos por igual a imagen del Dios de la vida. La igualdad es el fundamento de la complementariedad y no hay amor sino entre iguales.
¿Cuál es el plan de Dios sobre el matrimonio ya desde el principio?
De qué forma se puede deteriorar la fidelidad y la unión en el matrimonio?
¿Cómo debería ser la preparación al matrimonio?
Dios Creador
Dios, fuerza creadora, Padre y Madre Que has creado nuestro cuerpo y nos has hecho Hombres y mujeres a imagen y semejanza tuya, Hijos e hijas llamados a vivir en armonía dinámica, En amor complementario, en armonía gozosa. Ayúdanos a madurar como personas, Como sociedad, como cristianos, Para que los tabúes y las obsesiones Cedan el paso a actitudes comprensivas Y a una valoración positiva y gozosa De todas las fuerzas y riquezas de que has dotado a nuestra naturaleza, de la que son frutos nuestros hijos, Tú que vives y haces vivir Por los siglos de los siglos
El movimiento mundial más grande es el de las mujeres… porque existen Movimientos femeninos en todos los países, combativos, alternativos y propositivos. Los gobiernos neoliberales no quieren mujeres dignas y protagonistas. Por eso hacen tan poco para combatir la trata de mujer que ha pasado a ser, después del tráfico de drogas, el segundo negocio más rentable del planeta.
El 30 de julio pasado era el Día Mundial contra la trata de personas… ¿cuántos lo hemos sabido? Además de los Estados nacionales, tal vez sean las Iglesias las que más discriminan a las mujeres. Su teología y sus estructuras son una violencia permanente contra las mujeres, su identidad y sus aportes por el machismo, el patriarcalismo y el fundamentalismo que las mantiene desvaluadas, marginadas y despreciadas.
Un ejemplo en la Iglesia católica es la visión sumamente negativa que, desde siglos, se hace a su mayor fundadora, María Magdalena. Todavía hay muchos escritos y muchas prédicas que la presentan como ‘pecadora, prostituta, adúltera, llorona arrepentida’… trastornando la realidad de las primeras Comunidades cristianas. Hasta decimos como refrán acostumbrado: “Llorona como una Magdalena”. Bien puede ser que nos encontramos muchos y muchas en esta situación sin darnos cuenta que, inconscientemente, hemos asimilado este error garrafal. En ninguna parte de los Evangelios se nos presenta a María Magdalena de manera negativa.
La realidad es más bien lo contrario… Lucas nos dice que “Algunas mujeres habían sido curadas de espíritus malos o enfermedades: María, de sobrenombre Magdalena, de la que habían salido siete demonios”. Es cierto que padecía alguna enfermedad grave, pero fijémonos que, justo antes Lucas escribe que estas mujeres hacían parte del grupo de discípulos y discípulas que seguían permanente a Jesús: “Lo acompañaban los Doce y algunas mujeres que había sido curadas…”.
La realidad es que pronto en la Iglesia primitiva el machismo de la cultura judía apareció en sus ministros varones… lo que supo aprovechar muy bien el imperio romano con el emperador Constantino del siglo 4 para asumir a la mayoría de la jerarquía y así mantener su dominio sobre los territorios que se iban independizando. Contrariamente a los evangelistas, Pablo, cuando habla de los testigos de la resurrección de Jesús no cita a María Magdalena.
El conocido filósofo griego Celso, del siglo 2, describe al cristianismo como la creación de “una mujer histérica”, aludiendo a María Magdalena, que, según él, testificaba sobre la resurrección de Jesús para “impresionar a otros contándoles una fábula fantástica, propia de animales sin razonamiento…” Más tarde, en el siglo 6, el papa Gregorio Magno lo ratifica sin mayor fundamento, aduciendo que María Magdalena, María de Betania y la pecadora de Lucas eran la misma persona… ¡Y se ha esperado el siglo 20 para desmentir estas aberraciones!
Entonces ¿quién era María Magdalena? Su sobrenombre nos indica que era originaria de la ciudad de Magdala, al borde del lago de Tiberíades, en la provincia norteña de Palestina. Desde el principio del ministerio de Jesús hizo parte del grupo de discípulos varones y mujeres que siguieron a Jesús hasta el pie de la cruz, la sepultura y la resurrección de Jesús. Juan cuenta que María Magdalena tuvo un encuentro personal con Jesús resucitado, siendo la primera que lo reconoció y recibiendo la misión de parte de Jesús de anunciar su resurrección a los demás apóstoles.
Al comienzo de la Iglesia primitiva, Lucas señala que estaban, “María, la madre de Jesús, sus hermanos y algunas mujeres”, sin nombrar específicamente a María Magdalena. Pero se sabe por otra tradición que ella fue la primera animadora de la Comunidad cristiana. Unos especialistas de la Biblia afirman que ella sería la autora del cuarto Evangelio y hasta de la Carta a los Hebreos. Los escritos apócrifos, o sea, no reconocidos oficialmente por la Iglesia, nos dan más informaciones sobre María Magdalena, en particular su cercanía con Jesús. Todo eso nos hace ver el rol de primera plana que tenía María Magdalena en la Iglesia primitiva, que bien se la puede calificar de fundadora de la misma… ¿Qué lecciones podemos sacar de estas reflexiones?
En estos tiempos el papa Francisco trabaja decididamente en la transformación del Vaticano, de las instituciones católicas y de los ministerios eclesiales, buscando dar a la Iglesia una organización sinodal o sea donde todos somos iguales e igualmente responsable. Para esto el testimonio de María Magdalena nos recuerda que Jesús, con su Comunidad igualitaria de varones y mujeres, quería una Iglesia de todos, sin sectarismo ni marginación en contra de las mujeres. Más bien les daba un lugar relevante mediante un poder compartido. En las primeras Comunidades no había sacerdotes: Quién presidía la ‘fracción del pan’ o Eucaristía, era indistintamente el o la dueña de la casa en donde se reunían.
Todo esto nos hace ver la relevancia del rol y de la personalidad de María Magdalena para que hoy las mujeres recuperen los espacios, el poder y los ministerios de los cuales han sido injustamente desposeídas durante siglos tanto en la sociedad como en la Iglesia. En general las Iglesias tienen una gran deuda con ellas. Por eso ha perdido su originalidad, su verdadero rostro, su valor referencial para construir un mundo de respeto mutuo, de igualdad efectiva y de pujanza hacia nuevos caminos que exigen los tiempos presentes. Con el reconocimiento del verdadero rol de María Magdalena daremos de Dios y de Jesús un testimonio más fiel y esperanzador para responder a los desafíos actuales, tanto sociales como religiosos.
Christina Moreira: «¡Papa Francisco, acabe con la discriminación femenina!» Medio milenio después de una Reforma que llevó al cristianismo a un cisma, Moreira reclama al papa romper el muro de limitaciones erigido por el derecho canónico La presbítera gallego-francesa reclamó al Vaticano, junto a otras seis mujeres, aplicar la igualdad de género. Es una de las siete candidatas en Francia a puestos de la iglesia católica prohibidos a mujeres Por detrás de la sociedad y de la Iglesia protestante, en el catolicismo las mujeres se sienten todavía relegadas bajo un techo de cristal. Partidaria de acabar, además, con la soltería clerical, opina que «la obligatoriedad del celibato ha hecho mucho daño y ha llevado incluso al suicidio a jóvenes y aspirantes a esa profesión de fe» «La renuncia de innumerables clérigos a la Iglesia católica para poder casarse ha llevado a esa institución a perder muchas joyas humanas para el ministerio», alega 18.10.2020 | Xavier Barros (RD/EFE).- La presbítera Christina Moreira, una gallego-francesa que el mes pasado, junto a otras seis mujeres, reclamó al Vaticano aplicar la igualdad de género, pide al papa Francisco que ordene sacerdotisas, obispas y cardenalas católicas para acabar con la discriminación femenina. En una entrevista telefónica con Efe, Moreira aseguró no haber recibido aún respuesta alguna del papa, que se limita a ofrecer mensajes «enigmáticos» como preconizar «una presencia femenina más incisiva», lo que le parecen más «caramelitos» o «consuelos» que un verdadero compromiso con la reforma que piden muchos católicos. La discriminación de género en la Iglesia católica «acabará, como ocurrió con la esclavitud, con la falta de sufragio femenino, con la imposibilidad de celebrar matrimonios homosexuales» y «un sinfín de derechos conquistados», opina Moreira, una de las siete candidatas en Francia a puestos de la iglesia católica prohibidos a mujeres. Observa que la falta de vocación sacerdotal, la desatención a los feligreses, la inmadurez del clero ante al machismo, el paternalismo estructural y otros factores están encendiendo un «creciente clamor popular», aunque «nadie sabe cuál será la «palanca definitiva» para saltar el infranqueable muro de limitaciones erigido durante siglos y cimentado en el siglo XVII con el derecho canónico. Moreira, una de las cientos de miembros de la Arcwp, una asociación de presbíteras católicas que ejerce en numerosos países, espera que los católicos se acostumbren pronto a ver a «mujeres con estola y casulla sin que resulte estrafalario», y, por ende, a que «no por llevarlas una mujer lo consideren un disfraz». Partidaria de acabar, además, con la soltería clerical, Moreira, casada con un sacerdote, opina que «la obligatoriedad del celibato ha hecho mucho daño» y ha llevado incluso al suicidio a jóvenes y aspirantes a esa profesión de fe. «El celibato consentido, asumido, ofrecido como voto, como hacen los monjes, puede ser un tesoro incomparable», enfatiza, pero «qué sentido puede tener desde el momento en que es algo obligatorio y no voluntario», más aún «sin la formación y preparación adecuada», se pregunta. La renuncia de innumerables clérigos a la Iglesia católica para poder casarse ha llevado a esa institución a «perder muchas joyas humanas para el ministerio», alega, y considera que acabar con esa normativa que otras ramas del cristianismo no han asumido permitiría «recuperar tesoros» de personas que «saben amar, tienen familia, han criado hijos, han trabajado, han estado en el paro, que asumen responsabilidades». Moreira lamenta el sinfín de «casos clamorosos» de clérigos con parejas e hijos ocultos, de embarazos, de maltrato a mujeres y mucho sufrimiento, y especialmente de los escandalosos asuntos de pederastia en numerosos países con la complicidad de superiores jerárquicos. El papa Francisco planteó hace ahora un año la posibilidad de ordenar sacerdotes a hombres casados en algunas zonas remotas del planeta como el Amazonas, sugirió hace cuatro años permitir a los divorciados volver a casarse y hasta preconizó el respeto a los homosexuales, aunque sin considerar el matrimonio entre personas del mismo sexo, pero faltan medidas concretas, considera, que inscriban los cambios de forma eficaz y permanente en la praxis eclesial. El Vaticano adoptó en diciembre pasado el levantamiento del silencio pontificio en investigaciones sobre abusos sexuales, tras la presión de numerosos sectores, pero poco más en otros aspectos. Tras varias comisiones de estudio sobre el tema, el papa y teólogo Jorge Mario Bergoglio ha rechazado ordenar incluso cargos de menor rango como diaconisas, mujeres que pueden suministrar sacramentos, cuya figura existió en la Iglesia primitiva y desapareció con el paso del tiempo. La presbítera católica cree que ha llegado la hora de una limpieza, de exigir transparencia y una gobernanza comprensible en las sociedades democráticas, y de acabar con una postura machista alejada de un mundo cada vez más reacio a la desigualdad de género, color de piel u otra forma de tratamiento discriminatorio. Mientras muchas iglesias protestantes cuentan con mujeres que ofician misa, celebran ritos y ceremonias y ocupan cargos de poder y responsabilidad, en el catolicismo, las mujeres se sienten todavía relegadas bajo un techo de cristal. Medio milenio después de una Reforma que llevó al cristianismo a un cisma, Moreira reclama al papa reformas para que las mujeres puedan ocupar en la jerarquía católica los cargos de presbítera, obispa, arzobispa o cardenala en las mismas condiciones que los hombres.
El cardenal Hollerich «está abierto» al sacerdocio de las mujeres
Cardenal Hollerich
Preguntado por el proceso sinodal que aborda la Iglesia católica alemana, el cardenal Hollerich asegura que la cuestión de la igualdad de género en la Iglesia es crucial
«Cuando veo a los obispos alemanes reflexionar sobre la bendición de las parejas homosexuales y escucho lo que los obispos de Polonia tienen que decir sobre estos temas, se hace difícil» imaginar el consenso, lamenta el Presidente de COMECE
Confesando que ve en el Primer Ministro Johnson «rasgos populistas», dice esperar que el Brexit «no destroce demasiada porcelana»
El arzobispo de Luxemburgo y Presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la UE, Jean-Claude Hollerich, sugiere su apoyo a una posible aprobación del sacerdocio femenino. «Estoy abierto a ello», ha dicho en una entrevista con Katolisch.de.
Preguntado por el proceso sinodal que aborda la Iglesia católica alemana, el cardenal Hollerich opina que la cuestión de la igualdad de género en la Iglesia es crucial. «Respeto el hecho de que la gente se atreva a hacer preguntas muy grandes», añade, lamentando que otros países europeos no se encuentren en un ‘camino’ de reforma tan avanzado como el de Alemania. «Cuando veo a los obispos alemanes reflexionar sobre la bendición de las parejas homosexuales y escucho lo que los obispos de Polonia tienen que decir sobre estos temas, se hace difícil» imaginar el consenso.
Respecto al Brexit, el presidente de COMECE declara «no comprender cuando la gente ya no quiere cumplir los tratados, porque se están cuestionando los fundamentos de la cooperación». Confesando que ve en el Primer Ministro Johnson «rasgos populistas», dice esperar «que no se destroce demasiada porcelana».
En cuanto a su reunión con el Papa ante los hechos ocurridos en Moria, el campamento de Lesbos devastado recientemente por incendios, Hollerich reitera su defensa de que Europa acoja a los damnificados de manera inmediata. «Hay obispos que ven a los refugiados como una amenaza, pero desde el punto de vista del Evangelio, esa no puede ser la reacción», denuncia el cardenal.
«Fratelli e sorelle tutti»
Analizando la situación de los templos en Europa tras los meses de encierro por el coronavirus, el Presidente de COMECE admite que «el número de primeras comuniones y catequesis ha disminuido considerablemente». Durante el confinamiento «había buenas ofertas en línea, pero las familias estaban sobrecargadas porque los padres» tenían que ocuparse de los estudios de los hijos, añade.
«Ahora debemos formar comunidades no solo cuando vamos a la iglesia», dice de cara al futuro eclesial. Y dejarles espacio a ellas: «Prefiero decir: ‘Fratelli e sorelle tutti'», apunta Hollerich, ahora que se comenta si el título de la próxima encíclica que va a publicar el Papa, Todos hermanos, es o no machista