Ante el Día de la Caridad

Los obispos ante el Día de la Caridad: “Vivimos tiempos de crisis acumuladas”

“Nos duele la situación de las personas y familias afectadas por la crisis”, lamentan en su mensaje por el Corpus Christi

“Vivimos en una sociedad fuertemente ideologizada”, que lleva a “tensiones” en “la economía, la política, la cultura e incluso la religión”

De cara a la festividad del Corpus Christi, que se celebra este domingo 11 de junio, la Subcomisión Episcopal para la Acción Caritativa y Social ha difundido hoy su mensaje para el Día de la Caridad, que esta edición tendrá el lema ‘Tú tienes mucho que ver. Somos oportunidad. Somos esperanza’.

Para los obispos, “la fiesta del Corpus Christi nos invita a entrar en el misterio de la Eucaristía”. Un “sacramento del amor” que “aviva en nosotros la conciencia de que donde se vive de amor brilla también la esperanza”.

Abrir los ojos al sufrimiento

Por ello, la Iglesia llama “a abrir los ojos al sufrimiento de nuestros hermanos más pobres, a escuchar sus clamores y a dejarse tocar el corazón para ser oportunidad y esperanza para todos ellos”. Y es que “nos duele la situación de las personas y familias afectadas por la crisis”.

Una realidad social que los pastores ven cada vez más compleja y preocupante: “Vivimos tiempos de crisis acumuladas. Tras la pandemia provocada por el Covid-19, vino la guerra de Ucrania, el aumento de la movilidad humana, la evolución del coste energético y la inflación… Esta situación, tanto en el ámbito local como mundial, ha acrecentado la pobreza y la desigualdad y ha alimentado la desesperanza”.

Informe de Cáritas

Poniendo la mirada en el último Informe de Cáritas y la Fundación Foessa, los obispos lamentan datos como estos: “Una de cada cuatro personas está en situación de exclusión, unos 11 millones de personas; una de cada tres no tiene ingresos suficientes para vivir dignamente (de estas, un 46% se ve obligado a recortar el gasto en alimentación, un 63% en suministros y un 56% en Internet y teléfono); un 7% de la población no tiene ningún ingreso; una de cada tres personas sufren los efectos de la brecha digital; un 17% de la población tiene un gasto excesivo en vivienda”.

Como perciben, “estas cifras corresponden siempre a personas que se van quedando al margen de los sueños y de las expectativas”. De ahí que reiteren que “nos duele profundamente la situación de las personas que sufren una precariedad laboral creciente, especialmente los jóvenes y las familias; viven situaciones de exclusión social cada vez más severas (las personas con un mayor deterioro psicoemocional son las más afectadas); no pueden acceder o permanecer en una vivienda, porque esta ha pasado de ser un derecho a ser un lujo (de hecho, elegir entre pagar un lugar para vivir o poder comer es una situación que se repite constantemente), huyen de la violencia de tantos lugares del mundo, de la pobreza extrema o de la persecución y viven en situación de irregularidad administrativa, sin papeles y sin derechos”.

No simples espectadores

Eso sí, “ante esta realidad no podemos permanecer como espectadores, ni siquiera como meras voces críticas”, por lo que los prelados se sienten “llamados a ser parte activa en la rehabilitación y auxilio de las sociedades heridas”, siendo su caridad, más que “meramente paliativa”, “preventiva, curativa y propositiva”.

Un reto en el que quieren sumar al conjunto de la sociedad, que a veces observan anestesiada frente al dolor: “Nos preocupa la desvinculación social creciente en nuestro entorno. En este mundo en el que predomina lo virtual y líquido, las relaciones se vuelven frágiles. Como consecuencia de ello, se corre el riesgo de convertirlas en simples conexiones y de transformar los vínculos en meros contactos. La desvinculación lleva a no responsabilizarse suficientemente del otro y se traduce en crisis de cuidados y de pertenencia (a la sociedad, a la historia, a las Iglesias, a los barrios, a la familia)”.

Contra la polarización

En este sentido, los obispos también lamentan que “vivimos en una sociedad fuertemente ideologizada, que lleva a polarizaciones y tensiones en los ámbitos de la economía, de la política, de la cultura e incluso de la religión”.

Frente a ello, a modo de bálsamo, “la Eucaristía, sacramento del encuentro, nos capacita para nuevos tipos de relaciones sociales y nos abre al diálogo inclusivo”. Así, se dirigen a cada uno de nosotros y, en primera persona, nos interpelan con fuerza: “Estamos convencidos de que tú tienes mucho que ver en las oportunidades que otras personas pueden tener. Lo que tú hagas, cómo tú te sitúes en el mundo y ante los otros, puede abrir puertas, dar vida, aliviar la soledad, sanar el alma, hacer que otros y otras sientan que la vida brota nueva en ellas. Nuestra tarea no consiste solamente en cubrir las necesidades de los otros, sino en descubrir sus posibilidades para abrir caminos de esperanza”.

El Papa, al Camino Sinodal italiano:

«El clericalismo es perversión»

El Papa, con el Camino Sinodal italiano 

«Necesitamos comunidades cristianas en las que se amplíe el espacio, donde todos puedan sentirse en casa, donde las estructuras y los medios pastorales favorezcan no la creación de pequeños grupos, sino la alegría de ser y sentirse corresponsables»

Insta a escuchar a jóvenes, mujeres, pobres, decepcionados, heridos… «Mientras su presencia siga siendo una nota esporádica en el conjunto de la vida eclesial, la Iglesia no será sinodal, será una Iglesia de unos pocos»

«Estamos llamados a asumir las angustias de la historia y a dejarnos interpelar por ellas, a llevarlas ante Dios, a sumergirlas en la Pascua de Cristo. El gran peligro de este Camino es el miedo. Formar grupos sinodales en las cárceles significa escuchar a una humanidad herida, pero al mismo tiempo necesitada de redención»

Por | Antonella Palermo

(Vatican News).- En los deseos del Papa hay una Iglesia «inquieta». Una Iglesia que supere toda forma de autorreferencialidad y se deje interpelar por las inquietudes de la historia. Es lo que el Papa dice en síntesis a un millar de personas que esta mañana, en el Aula Pablo VI, se han reunido con él, después de haber vivido ayer, en este mismo lugar, una nueva etapa del Camino sinodal italiano con sus propios obispos (reunidos en Roma para su Asamblea) y los referentes diocesanos del mismo Camino.

En los grupos, sobre el tema principal: «A la escucha de lo que el Espíritu dice a las Iglesias. Pasos hacia el discernimiento’, surgió el relato de las elecciones diocesanas relacionadas con las «obras» de trabajo de la nueva fase sinodal.

Burocracias y formalismos sobrecargan a la Iglesia

El Papa Francisco invita a continuar con valentía y determinación en este camino de confrontación que define una experiencia espiritual única, de conversión-renovación, y anima a valorizar el potencial presente en las parroquias y en las diversas comunidades cristianas. Recuerda el mandato que dejó en la Convención eclesial de Florencia, cuando indicó la humildad, la abnegación y la beatitud como los tres rasgos que deben caracterizar el rostro de la Iglesia.

Una Iglesia sinodal es tal porque tiene viva conciencia de caminar por la historia en compañía del Resucitado, preocupada no por salvaguardarse a sí misma y sus propios intereses, sino por servir al Evangelio con un estilo de gratuidad y cuidado, cultivando la libertad y la creatividad propias de quien da testimonio de la buena nueva del amor de Dios, permaneciendo arraigado en lo esencial. Una Iglesia sobrecargada de estructuras, burocracia y formalismo tendrá dificultades para caminar en la historia, al ritmo del Espíritu, al encuentro de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Que en las comunidades cristianas todos se sienten en casa

Sesenta años después del Concilio Vaticano II, «siempre está al acecho la tentación de separar a ciertos ‘actores cualificados’ que llevan a cabo la acción pastoral». Es lo que observa el Papa, renovando el llamamiento a hacer crecer la corresponsabilidad eclesial. «Necesitamos comunidades cristianas en las que se amplíe el espacio -afirma Francisco-, donde todos puedan sentirse en casa, donde las estructuras y los medios pastorales favorezcan no la creación de pequeños grupos, sino la alegría de ser y sentirse corresponsables.

En este sentido, debemos pedir al Espíritu Santo que nos haga comprender y experimentar cómo ser ministros ordenados y cómo ejercer el ministerio en este tiempo y en esta Iglesia: nunca sin el Otro con mayúscula, nunca sin lo otros con los que compartir el camino. Esto vale para los Obispos, cuyo ministerio no puede prescindir del de los presbíteros y diáconos; y vale también para los mismos presbíteros y diáconos, llamados a expresar su servicio dentro de un nosotros más amplio, que es el presbiterio. Pero esto vale también para toda la comunidad de los bautizados

Ser una Iglesia abierta

Reconocer al otro en la riqueza de sus carismas y de su singularidad: esto es lo que recuerda Francisco con la esperanza de que la Iglesia se abra a «los que todavía luchan por ver reconocida su presencia en la Iglesia, a los que no tienen voz, a los que sus voces son tapadas cuando no silenciadas o ignoradas, a los que se sienten inadecuados, tal vez porque tienen trayectorias de vida difíciles o complejas». Y, a este respecto, dejando el texto, se queja de que «muchas veces son excomulgados a priori». Repite cuatro veces seguidas la palabra ‘todos’, recordando lo que dijo Jesús de ir a la encrucijada y encontrarse con todos.

Deberíamos preguntarnos cuánto espacio hacemos y cuánto escuchamos realmente en nuestras comunidades las voces de los jóvenes, de las mujeres, de los pobres, de los decepcionados, de los que han sido heridos en la vida. Mientras su presencia siga siendo una nota esporádica en el conjunto de la vida eclesial, la Iglesia no será sinodal, será una Iglesia de unos pocos

La «enfermedad» de la autorreferencialidad

Una vez más, Francisco no deja de mencionar la autorreferencialidad, que califica de «una bella enfermedad que tiene la Iglesia». Añade que «el clericalismo es perversión» y que no es menos dañino «cuando entra en el laicado»: entonces, dice, «es terrible».

Parece que se infiltra, de forma un tanto encubierta, una especie de «neoclericalismo de defensa», generado por una actitud temerosa, por la queja ante un mundo que no nos comprende más, por la necesidad de reiterar y hacer sentir su propia influencia. El Sínodo nos llama a ser una Iglesia que camina con alegría, humildad y creatividad en este tiempo nuestro, consciente de que todos somos vulnerables y nos necesitamos los unos a los otros.

Tomarse en serio la palabra «vulnerabilidad»

El Papa Francisco, admite abiertamente en su discurso, desea «que dentro del Camino Sinodal se tome en serio esta palabra: «vulnerabilidad». E invita a»caminar buscando generar vida, multiplicar la alegría, no apagar los fuegos que el Espíritu enciende en los corazones». En este punto cita a Don Primo Mazzolari cuando escribía sobre el riesgo de cierta acción de sacerdotes que, en lugar de encender el corazón de sus hermanos, son sofocadores de vida.

Y, también para concluir, el Papa dedica un pensamiento a quienes trabajan en las cárceles, recordando la experiencia de un amigo capellán en España muy comprometido en sacar lo mejor de los presos. A la luz de este testimonio, que, dice el Papa, le ha impresionado mucho, deja una última consigna: ser una Iglesia «inquieta» en las inquietudes de nuestro tiempo.

Estamos llamados a asumir las angustias de la historia y a dejarnos interpelar por ellas, a llevarlas ante Dios, a sumergirlas en la Pascua de Cristo. El gran peligro de este Camino es el miedo. Formar grupos sinodales en las cárceles significa escuchar a una humanidad herida, pero al mismo tiempo necesitada de redención.

El Sínodo no lo hacemos nosotros sino el Espíritu que crea la armonía

Por último, el Papa Francisco vuelve a insistir en la obra del Espíritu Santo, verdadero protagonista del Camino Sinodal. Y espontáneamente, insiste: «No nos hagamos ilusiones de que el Sínodo lo hacemos nosotros. Es el Espíritu el protagonista». Y precisa:

Es Él el protagonista del proceso sinodal: es Él quien abre a la escucha a las personas y a las comunidades; es Él quien hace auténtico y fecundo el diálogo; es Él quien ilumina el discernimiento; es Él quien guía las elecciones y las decisiones. Es Él, sobre todo, quien crea armonía.

Agradeciendo el trabajo que está haciendo la Iglesia en Italia, se despidió mencionando lo que alguien le habría dicho sobre el aparente «desorden» creado por este camino al que la Iglesia está llamada en estos tiempos. Su respuesta, improvisando, nos remite a la condición de los apóstoles en la mañana de Pentecostés, cuando, observa el Papa, «era peor, era un desorden total».

Él es bueno para hacer estas cosas desorden… para mover… Pero el mismo Espíritu que causó eso causó la armonía. Ambas cosas son parte del Espíritu y Él es el protagonista, Él es el que hace estas cosas. No tengamos miedo cuando hay desórdenes provocados por el Espíritu, tengamos miedo cuando son provocados por nuestro egoísmo o por el Espíritu del mal. Encomendémonos al Espíritu Santo. Él es la armonía. Él hace todo esto, el desorden, pero Él es capaz de crear armonía, que es una cosa totalmente diferente del orden que podríamos hacer por nosotros mismos.

¿A quién escuchamos?

Por Pedro Pierre

Acabamos de celebrar el día de la Madre. Nuestras mamás nos aman plenamente a todas y todos: a nadie nos falta amor materno; pero van a dar más amor a aquel que más lo necesita por frágil, enfermo o especial. Ella es para nosotros el ‘rostro materno’ de Dios. Dios ama a todas y a todos sus hijos con un amor materno entero, pero prefiere a los pobres. Esa preferencia no le quita amor a nadie, pero va a amar de manera preferencial al que más necesita de su amor, en particular a las y los que son víctimas inocentes de la injusticia y la maldad… porque Dios nos
mira en la verdad de los hechos y del corazón.

Esto nos lo demuestra Dios con la encarnación de su hijo Jesús en Palestina: lo quiso para todas y todos, pero lo quiso pobre, amante de los pobres, para construir su Reino desde ellos y con ellos. Por eso Dios eligió a una familia pobre en María y José, en un pequeño pueblo desconocido, Nazaret, de una provincia marginal y marginada, Galilea.
Dios quiso que Jesús sea uno más entre los pobres, un simple carpintero de pueblo, un trabajador manual.

No lo quiso de la capital ni de familia famoso o rica, ni sacerdote o de la alta clase dirigente. Podríamos decir que Dios quiso que Jesús sea “uno menos” para identificarse con los “nadie” de su tiempo y de todos los tiempos.

Así lo describió Pablo en su carta a los Filipenses y se dirige a nosotros diciendo: “Tengan unos con otros las mismas disposiciones que estuvieron en Cristo Jesús”, o sea, pensar, mirar, sentir y actuar como pensó, miró, sintió y actuó Jesús, porque esa la manera de pensar, mirar, sentir y actuar de Dios. Esto significa que Dios nos quiere, a
imagen de su hijo Jesús, sencillos, pobres con dignidad y amigos de los pobres, en particular de los más pobres, para
ayudarles a salir de su situación inhumana y anticristiana, y construir con ellos una humanidad fraterna.

Eso exige de nosotros una conversión permanente: Amar a todas y todos, vivir en la pobreza digna y pensar, mirar, sentir y actuar
desde los pobres y con ellos a la manera de Jesús. Esa es la conversión cristiana que nos pide Dios: Ser cristianos es convertirse a Jesucristo y eso se logra convertiéndose a los pobres.

Esta manera de ser y de vivir al ejemplo de Jesús nos ayuda a entender lo que está pasando en nuestro país y discernir cómo debemos mirar, escuchar y actuar. Hoy, la situación del país es de las más desastrosa. Las
informaciones y el sentido de lo que está pasando tiene interpretaciones variadas y hasta contradictorias. ¿A quién creer, a quién escuchar, a quién seguir? La actitud de Dios y las actuaciones de Jesús nos van a ayudar a mirar, confiar y avanzar correctamente. Como Jesús, vamos actuar de 2 maneras.

Primero, vamos a mirar la realidad como la miran los pobres, cómo la describen, cómo la sienten, como la califican, porque Diosse hace presente en ellos y habla a través de ellos. Por otra parte, vamos a escuchar y descubrir a los pobres que se esfuerzan personalmente y
se organizan colectivamente para salir de su pobreza y de su miseria, porque el Espíritu de Jesús actúa en ellos afín
de que alcancen una vida más digna, más humana, más fraterna.

Por esas razones, nuestros obispos latinoamericanos en su reunión de Puebla, México, en 1979, nos han dicho: “Los pobres nos evangelizan… Afirmamos la necesidad de conversión de toda la Iglesia para una opción
preferencia por los pobres, con miras a su liberación integral”. Nuestra solidaridad con los pobres es el camino para alcanzar personalmente una vida mejor, y construir colectivamente una sociedad más fraterna y justa.

Por eso decía monseñor Oscar Romero, asesinado en San Salvador en 1980 y reconocido santo por el papa Francisco: “¡Fuera de los pobres no hay salvación!”
Si escuchamos a los pobres en este tiempo tan duro, desconcertante y sin gran horizonte, descubriremos lo que está pasando. Si escuchamos a los pobres organizados para una vida mejor, descubriremos los caminos a seguir y a abrir para un cambio de sociedad. Si escuchamos a los pobres reunimos en Comunidades vivas, como por ejemplo en las Comunidades Eclesiales de Base, descubriremos el contenido y el compromiso correcto de nuestra fe en Dios y en Jesús de Nazaret.

Por esos motivos el papa Francisco nos repite que “los pobres de las Organizaciones populares nos enseñan el camino para un cambio de sociedad”. En su Asamblea Eclesial de América Latina y El
Caribe, los obispos y los cristianos allí reunidos afirmaron que “las Comunidades Eclesiales de Base son el ejemplo de una Iglesia sinodal”, es decir una Iglesia de iguales, renovadora de la Iglesia parroquial y artesana de una nueva sociedad.

En la opción preferencial y solidaria por los pobres está la clave de una vida feliz y una sociedad acorde al proyecto de Dios inaugurado por Jesús, que lo llamó el Reino de Dios: “Busquen primero el Reino de Dios y su justicia; lo demás vendrá por añadidura”. Si nos sentimos perdidos, agarremos la mano de los pobres.

Si nos sentimos confusos, escuchemos a los pobres organizados. Si sentimos que nuestra fe tambalea, caminemos con los pobres en Comunidades. Escribió Pablo a los corintios: “Dios ha elegido lo que el mundo considera necio para avergonzar a los sabios, y ha tomado lo que es débil en este mundo para confundir lo que es fuerte. Dios ha elegido
lo que es común y despreciado en este mundo, lo que es nada, para reducir a la nada lo que es… Pues las locuras de Dios tienen más sabiduría que la de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que los hombres.”

En los pobres de hoy, Dios nos traza el camino a creer y a seguir. Tal fue la misión de Jesús: ser fiel a los pobres hasta el final para convencernos que el camino del Reino que hoy se actualiza en el camino de los pobres, es la verdad a asumir y a construir juntos y junto a ellos, si no queremos andar perdidos e inútiles.

Revisar los mensajes de la Iglesia y la forma de transmitirlos

Obispo de Solsona: «Hemos convertido la fe en unas obligaciones y a Dios en un juez duro»

Francisco Conesa

El obispo de Solsona, Francesc Conesa, pide «revisar con sinceridad y en profundidad tanto el contenido de nuestros mensajes como la forma en que los transmitimos» ante el «demoledor» y «generalizado» descenso de la práctica religiosa en España y en Europa

El obispo se muestra «convencido de que Dios es la respuesta a los deseos y aspiraciones más profundas de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, pero quizás hemos presentado una falsa imagen de Dios, lo que ha provocado su rechazo»

27.05.2023 | RD/EFE

El obispo de Solsona, Francesc Conesa, pide «revisar con sinceridad y en profundidad tanto el contenido de nuestros mensajes como la forma en que los transmitimos» ante el «demoledor» y «generalizado» descenso de la práctica religiosa en España y en Europa.

En la carta dominical que publicará la Hoja Parroquial de su diócesis el próximo domingo, titulada «Falsas imágenes de Dios», el prelado afirma que «el descenso de la práctica de la religión es generalizado en Europa y también en nuestro país. Las estadísticas son demoledoras».

«Una oportunidad para crecer»

«Podemos mirar esta situación de forma negativa y con pesimismo, pero también podemos verla como una oportunidad para crecer. Creo que debemos revisar con sinceridad y en profundidad tanto el contenido de nuestros mensajes como la forma en que los transmitimos», escribe Conesa.

El obispo se muestra «convencido de que Dios es la respuesta a los deseos y aspiraciones más profundas de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, pero quizás hemos presentado una falsa imagen de Dios, lo que ha provocado su rechazo«.

«Me temo que los cristianos hemos convertido la fe en un conjunto de deberes y obligaciones y a Dios en un juez duro que vive pendiente de lo que hacemos. Pero el Dios del Evangelio es sobre todo gracia, perdón y misericordia. Es un Dios que ama con locura al ser humano y lo hace porque quiere», argumenta.

«Que el Evangelio corrija las falsas imágenes»

El obispo de Solsona se pregunta «si vivimos la relación con Dios de esta forma: como el mayor de los bienes, como sorpresa, como gracia. Quizás ya no sentimos maravilla ante el Dios que anuncia a Jesucristo y, entonces, nuestro hablar de Dios suena más a algo del pasado que a algo vivo y apasionante».

«Por ello, -concluye- hay que revisar una y otra vez nuestra idea de Dios, dejando que el Evangelio corrija las falsas imágenes que nos hemos hecho de Él».

UN TEMA CONFLICTIVO

col otalora

La Congregación para la Doctrina de la Fe, ya en la época de J. Ratzinger, valoraba la complejidad de la homosexualidad cuando la señalaba como “no conforme” con la enseñanza de la Iglesia católica. Y aceptaba, de entrada, que el hecho homosexual tiene múltiples dimensiones. Naturalmente que en aquella época la rigidez se imponía en la valoración de la práctica homosexual haciendo tabla rasa contra ella. Ahora es una realidad social que cuenta con posturas de rechazo, pero también con la consideración y el respeto hacia quienes se sienten de diferente manera.

De igual manera nos ocurre dentro de la propia Iglesia, donde la realidad homosexual acoge interpretaciones y posicionamientos sociales de rechazo y aceptación. Personas competentes en lo teológico, en lo pastoral y en definitiva, en los fundamentos cristianos, no condenan ni excluyen a este colectivo, bastante significativo ya incluso en el laicado católico y entre el estamento clerical.

Han sido muchos años de persecución social y religiosa, donde las condenas excluyentes han ido mucho más allá de una desautorización, llegando a satanizar al colectivo gay de manera inmisericorde, es decir, desde una actitud claramente antievangélica. Qué no decir de los cambios de sexo, donde se juzgan hechos y no intenciones o consideraciones personales, valorando cada caso con discernimiento, como se resalta en la Exhortación Amoris Laetitia. Todo ello merece una mirada más jesuánica y cristiana, al menos en paralelo a la ortodoxia que ha llegado a proponer centros de sanación para gays y lesbianas. Yo sigo reivindicando el Dicasterio de la Ortopraxis, donde lo esencial, las actitudes de amor, sea la piedra de toque de toda la arquitectura católica.

Al menos el Papa Francisco ha dejado claro que la homosexualidad no es un delito y que  hay que terminar con la legislación injusta (sic) que penaliza las relaciones homosexuales en todo el mundo, o discrimina a la comunidad LGBTQ+. «Sí, (la Iglesia) tiene que trabajar para abrogar esas leyes. Lo que pasa es que algunos obispos tienen pendiente un proceso de conversión”… para alejarse de la homofobia, añado yo. El Papa tampoco se olvida de pedir a los padres y madres (2022) que no condenen a sus hijos si tienen una “orientación sexual diferente”.

Pero vayamos al meollo del asunto. Excluidos en tiempos de Jesús hubo muchos, mujeres y niños, extranjeros, recaudadores, enfermos varios, pecadores de todo signo, samaritanos… Y la actitud de Jesús fue siempre de acogida, e incluso de sanación aun en contra las normas sacrosantas que lo impedían. ¿Por qué se comportó así? Por amor; sencillamente hizo lo que cualquiera hubiésemos hecho con un ser muy querido para nosotros, que es lo que somos todos y todas para Dios. Y a partir de aquí, viene lo particular: no es posible rechazar a todo el colectivo homosexual, incluso a los que se esfuerzan por amar ejemplarmente con verdadera entrega evangélica.

No es importante saber por qué sienten atracción por los de su mismo sexo. Pero lo esencial es que pueden amar radicalmente, sentirse entregados al amor del otro o de la otra de manera ejemplar e incluso heroica, y hacerlo ejemplarmente desde su única sensibilidad conocida. Y muchos lo hacen. ¿Dónde está el delito, la desviación moral? Si aman de corazón a su pareja, ¿qué tenemos que condenar? No estoy justificando o desacreditando la homosexualidad; estoy defendiendo el amor limpio y puro, hecho por Dios que dignifica a quienes lo practican, dando por hecho que hay personas en torno al colectivo LGBTQ+ tan maravillosas y egoístas como en el colectivo heterosexual.

¿Son mejores cristianos los heterosexuales, por serlo, que los homosexuales, aunque estén comprometidos por amor con su pareja del mismo sexo? No debemos estigmatizar a este colectivo prescindiendo de sus actitudes; que también para ellos vale la sentencia “Por sus hechos los conoceréis”. He tenido la suerte de conocer a varias personas homosexuales y no entiendo que se mantenga el estigma, incluso entre gentes piadosas. ¿Será otra forma encubierta de racismo, como el del color de piel? Jesús en el Evangelio ilumina el buen camino

Lo genial de la Trinidad

La Trinidad es una aclaración de la frase del Nuevo Testamento: Dios es Amor. Quiere decir que el Fundamento y Razón Última de todo no es una especie de Soledad Absoluta sino un misterio de Comunicación infinita y Amor infinito.

Ser persona humana no es ser mero individuo sino ser individuo comunitario. La Trinidad es así lo más opuesto a la cosmovisión capitalista: la libertad capitalista es la negación del amor

Por | José Ignacio González Faus

Con permiso del señor Kant, que lo consideraba una irracionalidad, sostengo que, aunque no fuera verdad lo de la Trinidad, la intuición de una unidad ternaria como clave última del ser, es de lo más genial que ha aparecido en la historia humana. Veamos.

La Trinidad es una aclaración de la frase del Nuevo Testamento: Dios es Amor. Quiere decir que el Fundamento y Razón Última de todo no es una especie de Soledad Absoluta sino un misterio de Comunicación infinita y Amor infinito.

Ricardo de san Víctor explica que si Dios es Amor, el amor necesita alguien igual a Él que sea digno de ese amor y por quien pueda ser amado de manera digna de Él (amor no es lo mismo que misericordia: esta nace de él, pero se dirige a alguien inferior e indigno de ese amor). Además: cuando dos iguales se aman, reclaman algo exterior a ellos y común a ambos que los une de manera todavía más intensa (en la experiencia humana, el hijo puede ser atisbo de eso; como también aquella definición de que el amor no consiste en estar mirándose uno al otro, sino en mirar ambos juntos hacia una meta exterior)

He ahí lo que en nuestro pobre lenguaje llamamos “Palabra” de Dios y “Espíritu” de Dios. De ahí puede brotar otra analogía no comunitaria sino individual; y nos muestra que la mayor unidad es la que encierra algo de pluralidad: vida y amor son las dimensiones últimas de nuestro ser. Pero una vida en plenitud implica la conciencia de que se vive y la alegría derivada de ese vivir. También el amor pleno supone la conciencia de que se ama y el gozo de esa conciencia del amor. Ese gozo une inseparablemente nuestro amor y nuestra conciencia de amar.

Esa experiencia humana es tan cierta que ha podido surgir fuera del cristianismo. El hinduismo (que algunos califican como la religión más monista) acuñó la expresión “Sat-Cit-Ananda” (ser, conciencia de ser y alegría de ser). Otra vez el atisbo de que la mayor unidad no es una especie de identidad vacía, sino que incluye algo de pluralidad.

Así se comprende que los grandes místicos cristianos hayan sido siempre profundamente trinitarios incluso en épocas en que la teología había reducido el misterio de la Trinidad a una especie matemáticas irracionales. Además, eso nos obliga a rehacer la visión del ser humano de nuestra modernidad, que incurrió en el error de un individualismo craso y deforme: ser persona humana no es ser mero individuo sino ser individuo comunitario. La Trinidad es así lo más opuesto a la cosmovisión capitalista: la libertad capitalista es la negación del amor. Marx intuyó algo de eso cuando (¡antes de meterse en economía!) definió al hombre como “ser genérico”, pero no supo integrar al individuo en ese ser genérico. Y lo comunitario se convirtió para Marx en una libertad solo nominal.

Si las cosas son así, el anuncio de la Trinidad es una excelente noticia para nosotros: el Fundamento y Razón última de todo es un Amor infinito que nos sitúa en un marco de esperanza y de optimismo, más radical que todas las experiencia negativas de nuestras vidas, hijas de nuestra limitación y de que, como decía Jesús, el camino que conduce hasta allí es “senda estrecha” y no autopista cómoda.

Todo eso supera nuestra razón. Pero con cierta ironía, quisiera decir que la misMa razón nos muestra su propia superación, precisamente en el campo que parecería el más racional: las matemáticas. Buscad la raíz cuadrada de dos: es un número inexistente, irracional. El mayor acceso a él se obtiene dividiendo la hipotenusa de un triángulo por uno de los catetos pero, aun así, si elevas al cuadrado el resultado de esa división, tampoco dará exactamente dos. No obstante, ese número inexistente funciona en cálculos prácticos y permite resolver algunos problemas técnicos: como si la razón nos dijera que hay algo que se escapa a ella pero no es necesariamente falso porque puede funcionar bien (como ya intuyera el matemático Pascal).

Lo que sí puede brotar de ahí es el aviso y comprensión de hasta qué punto nosotros podemos falsificar a Dios. Lo veremos otro domingo.

Entrevista a Gabriel Mestre

Gabriel Mestre: “Entre Eucaristía y Palabra hay una correspondencia total y absoluta”

El presidente de la Comisión de Catequesis, Animación y Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina pide que “no nos quedemos con la palabrita sinodalidad, sino que la escucha, el diálogo y el discernimiento sean parte de la experiencia cotidiana”

En camino a Pentecostés y con motivo de la realización de la 10ª Asamblea de la Federación Bíblica Católica (FEBIC) realizada en Mar del Plata, Vida Nueva entrevistó a Gabriel Antonio Mestre, obispo de esta diócesis y presidente de la Comisión de Catequesis, Animación y Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina. En la oportunidad, los y las referentes de la FEBIC, representaron a 90 países.

El obispo Mestre egresó del Seminario Mayor San José de La Plata con los títulos de profesor en Filosofía, de Teología y Ciencias de la Educación y de la Religión. Cursó la Licenciatura en Teología con especialización en Sagradas Escrituras en la Pontificia Universidad Católica de Buenos Aires. Fue miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores de la diócesis de Mar del Plata, vicerrector y profesor de la Escuela Universitaria de Teología de la misma ciudad.

Fue miembro del equipo de apoyo del CEBITEPAL (Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe). A su vez, a lo largo de su vida pastoral, escribió numerosos escritos vinculados especialmente a las Sagradas Escrituras. En julio de 2017, el Papa Francisco lo nombró titular de Mar del Plata, siendo el primer marplatense en ocupar tal cargo.

PREGUNTA.- ¿Cuál fue el diagnóstico de la 10ª Asamblea de la Federación Bíblica Católica, respecto de la relación de los creyentes con la Palabra en el momento actual?

RESPUESTA.- En el momento actual, vemos que se ha crecido mucho, gracias al paradigma de la Animación Bíblica de la Pastoral, pero falta crecer mucho más, para ver como realmente la Escritura es el alma de toda espiritualidad y de toda pastoral cristiana católica y, cristiana también en perspectiva ecuménica.

Las experiencias son diversas en los países, en las regiones del mundo. Lo vimos a la luz, justamente, del contacto con las distintas comunidades del mundo en estos más de 90 países que estuvieron presentes en la Asamblea de la FEBIC en la ciudad de Mar del Plata. Damos gracias por los pasos dados, pero hay temas que todavía hay que seguir madurando y creciendo.

Palabras clave

P.- En la homilía de inicio de esta Asamblea, Ud. propuso tres puntos para orar y meditar sintetizados en tres palabras: Cerradas, Paz, Creyendo. ¿A qué refería cada una de ellas?

R.- En esta homilía de la apertura de la Asamblea Plenaria, asumí el desafío este de lo que tenemos que ser, como nos pide el Papa Francisco: una Iglesia de puertas abiertas. Y por eso, salir de la cerrazón, ya que el texto bíblico de ese domingo, reflejaba la comunidad primitiva por el temor.

Entonces está realmente de puertas abiertas, asumiendo el tema de la paz como un valor esencial a la luz del saludo que Jesús, justamente le da a la primitiva comunidad, que no es un simple saludo, sino que es el don mesiánico de la Paz que se hace presente.

Y por último, el desafío de ser hombres y mujeres de fe, a la luz de la actitud de Tomás, en la segunda parte del relato. Primero desafiante, duro, alejado de la comunidad… “si no meto el dedo, si no meto la mano no voy a creer”, y después con esta actitud tan importante de fe.

P.- La relación de los creyentes entre Palabra de Dios y Eucaristía, ¿está en pie de igualdad?

R.- La relación entre Palabra y Eucaristía es absolutamente íntima. Más que igualdad, yo diría es de correspondencia. No se entiende la Palabra sin la Eucaristía y no se entiende la Eucaristía sin la Palabra. Creo que la dicotomía que se ha planteado en algún momento –y que por ahí puede  ser que aún quede en algún rincón de tinte ideológico, sea del signo que sea–, no refleja lo más auténtico de la tradición cristiana católica. Así que, entre Palabra y Eucaristía, Eucaristía y Palabra hay una correspondencia total y absoluta que la Fe de la Iglesia católica ha mantenido siempre a pesar de que en la praxis concreta a veces ha habido algunas diferencias y dificultades. Así que, evidentemente, este también es un tema en el que hay que seguir trabajando.

Tiempo de Palabra

P.- Como presidente de la Comisión de Catequesis, Animación y Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), ¿cuáles son los signos de los tiempos que están viendo en torno a la relación con la Palabra y la construcción del Reino?

R.- En la Argentina, en mi tarea como referente de ABP tanto en el período anterior como presidente de toda la Comisión, veo que hay un trabajo muy fuerte de laicas y laicos que en clave de animadores bíblicos, animadores catequistas, servidores de la palabra y verdaderos catequistas, en todos los ámbitos de la vida, buscan claramente construir el Reino en la experiencia cotidiana.

Prueba de fuego fue la pandemia, que en los momento de mayor cerrazón, fueron los animadores de la Palabra, los catequistas varones y mujeres que mantuvieron la fe de los pequeños grupos en los formatos que se podían se llevaron adelante. Creo que esto sigue presente en los entornos más desfavorecidos de mayores dificultades y creo que es un signo de los tiempos que tenemos que aprovechar y llevar adelante.

P.- Dentro del trabajo propio de la Comisión que preside ¿cuáles son las iniciativas de la Asamblea que se pueden trabajar aquí?

R.- Con respecto a los desafíos y con lo que tiene que ver con el trabajo referido a la ABP, el equipo trabaja muy bien, con Verónica Talamé como coordinadora del equipo. Es un equipo de laicos y laicas consagrados, ministros ordenados y dos obispos que asesoran: Damián Nannini, obispo de San Miguel y Roberto Pío Álvarez, auxiliar de Comodoro Rivadavia, que llevan adelante una tarea muy interesante.

Acaba de salir el subsidio sobre el libro de los Hechos de los Apóstoles, tiene presencia mediática en impresiones y de manera digital. Y hay un trabajo fuerte en las regiones pastorales, lo que es un lindo signo que hay que destacar de esta etapa del trabajo de nuestro Departamento de Animación Bíblica de la Pastoral de nuestra Conferencia Episcopal.

La Palabra entre la juventud

P.- Una reflexión sobre los y las jóvenes y la Palabra de Dios. ¿Cómo viven ellos su relación con la Palabra viva?

R.- El tema de los jóvenes es un gran desafío. Creo que lo primero que tenemos que hacer en el ámbito de la pastoral Bíblica, la pastoral Catequística, es escucharlos. Escucharlos en un sentido profundo del término, decodificando su formato comunicacional y vivencial –que es distinto al que tenemos en otras generaciones– nos está diciendo hoy.

Creo que, si tenemos esa actitud, entonces vamos a ser capaces de compartir con ellos, de ayudarlos eventualmente, de formar lo que tengamos que formar, para que descubran un sentido profundo de relación con la Palabra de Dios –con la Palabra Viva, con Jesucristo que es la Palabra Viva– según su propia sensibilidad y no por nuestros propios esquemas que pueden estar muy buenos para otro marco, para otra época, para otra franja etaria y no para ellos. Creo que ahí está el desafío.

Pienso en esta frase tan linda de papa Francisco en Christus Vivit: Cristo vive y te quiere vivo. Por ahí debemos trabajar, con una profunda actitud de escucha real que busca decodificar, aquello que los jóvenes están viviendo. Creo que en este sentido el Papa Francisco da ejemplo con la producción que llevó adelante con la gente de Disney, permitiendo hablar de temas delicados, complejos y difíciles, como lo hizo en esta producción que vale la pena ver.

P.- Regálenos un mensaje final que nos sitúe el corazón en nuestro Pentecostés de hoy.

R.- Transitando la segunda parte del tiempo pascual, abrirnos al Espíritu. Que el Espíritu nos haga señas de manera seria, profunda –sinodales–; que no nos quedemos con la palabrita de la “sinodalidad”, si no que la escucha, el diálogo y el discernimiento sean parte de la experiencia cotidiana de nuestra vida, donde fluye Dios y su Palabra, y las palabras de cada una de las personas que buscamos vivir en serio en el Espíritu de Cristo.

Juliana de Norwich

Francisco: Juliana de Norwich, un modelo de fraternidad para los tiempos actuales

Juliana de Norwich

En una carta al obispo de East Anglia, Peter Collins, enviada con motivo del 650 aniversario de las Revelaciones de la mística inglesa, Francisco recuerda la generosidad de la mujer hacia los necesitados

El papa reza para que todos aquellos que afrontan los apremiantes desafíos de la guerra, la injusticia, el desastre ecológico o la pobreza espiritual, se sientan consolados y fortalecidos por la sabiduría de esta mujer

Su profundidad teológica y su mensaje espiritual, entre los más evangélicos y profundos de toda la Edad Media

Por | Antonella Palermo

(Vatican News).- Cercanía espiritual la que expresa el Papa Francisco en una carta enviada al reverendo Peter Collins, obispo de East Anglia, Inglaterra, con motivo del 650 aniversario de las Revelaciones de Juliana de Norwich, que pusieron en movimiento a peregrinos de todo el mundo hacia las catedrales católica y anglicana de la ciudad inglesa para participar en las diversas celebraciones ecuménicas.

Una mística al servicio de los necesitados

El Papa subraya que «el profundo significado de esta mística inglesa para la tradición cristiana nos habla desde todos los siglos y es cada vez más reconocido y celebrado». En particular, señala:

«Su influencia materna, su humilde anonimato y sus profundas intuiciones teológicas nos recuerdan que la fe en la providencia amorosa de Dios y la santidad de vida, expresadas en el servicio generoso a nuestros hermanos y hermanas necesitados, son verdades atemporales que sostienen no sólo la vida del discipulado cristiano, sino también el tejido mismo de una sociedad justa y fraterna»

Un estímulo para los cristianos de hoy

La figura de Juliana es particularmente relevante, señala el Pontífice, por su generosidad al acoger a quienes buscaban consejo y aliento espiritual.

«Esta disponibilidad a sacrificar la autocomplacencia por el bien de los demás es particularmente necesaria para responder a los problemas endémicos de aislamiento y soledad que sienten muchos en las naciones materialmente más ricas del mundo. En este sentido, espero que, a través de una mayor apreciación de la vida de la madre Juliana, los cristianos de hoy se sientan animados a seguir cada vez más fiel y gozosamente el ejemplo de Jesús, el que vino «no a ser servido, sino a servir»

Confianza en el bien, contra toda guerra e injusticia

El mensaje de la misericordia y la compasión de Dios revelado a la madre Juliana es vital para los tiempos actuales, explica Francisco, subrayando que, en las Revelaciones del Divino Amor, nos llega la preciosa enseñanza de que, a pesar de la presencia del mal en medio de nosotros, «todo irá bien».

«Rezo para que todos aquellos que afrontan los acuciantes desafíos de la guerra, la injusticia, el desastre ecológico o la pobreza espiritual se sientan reconfortados y fortalecidos por estas perdurables palabras de sabiduría»

Las Revelaciones: un texto de gran profundidad teológica y espiritual

Era el 8 de mayo de 1373 cuando, tras una serie de dieciséis visiones en las que el amor de Dios por la humanidad revelado en la pasión de Cristo una joven de Norwich recobró la plena salud física después de una grave enfermedad que la había dado por moribunda.

Durante veinte años, la mujer se dedicó a reflexionar sobre el significado de la misteriosa experiencia que había tenido. El resultado fue el libro de las Revelaciones del amor de Dios, el primero escrito por una mujer en lengua inglesa, páginas impregnadas de un profundo conocimiento de las fuentes bíblicas y patrísticas, así como de la literatura medieval.

La mística vivió como anacoreta cerca de la iglesia de San Julián, en Conisford. Por ello será conocida por la posteridad como Juliana de Norwich. Murió hacia 1417 y permaneció en gran parte desconocida hasta principios del siglo XX, cuando se redescubrió la versión breve de sus Revelaciones y se apreció su profundidad teológica y su mensaje espiritual, entre los más evangélicos y profundos de toda la Edad Media.

Emigrar: una decisión libre

Mensaje para la 109ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2023.

Papa Francisco: «Migrar debería ser siempre una decisión libre”

El Santo Padre advierte sobre la urgencia de políticas trasparentes y honestas, además del respeto de los derechos humanos para eliminar las migraciones forzadas causadas por las persecuciones, las guerras, los fenómenos atmosféricos y la miseria.

Por Johan Pacheco, Ciudad del Vaticano

En el mensaje para la 109ª Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado publicado este 11 de mayo, el Papa Francisco reflexiona sobre la “libertad de migrar o quedarse” lo cual exige una participación equitativa del bien común y respeto a los derechos humanos. La jornada será celebrada el domingo 24 de septiembre de 2023.

“Los flujos migratorios de nuestros días son expresión de un fenómeno complejo y articulado, cuya comprensión exige el análisis atento de todos los aspectos que caracterizan las diversas etapas de la experiencia migratoria, desde la partida hasta la llegada, incluyendo un eventual regreso”, expresa el Santo Padre en el mensaje titulado “Libres de elegir si migrar o quedarse”.

Como ejemplo de una migración forzada, recuerda en el mensaje la huida de la Sagrada Familia: “El Ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo” (Mt 2,13).

«Migrar debería ser siempre una decisión libre; pero, de hecho, en muchísimos casos, hoy tampoco lo es”, denuncia Francisco. Indicando además que los “conflictos, desastres naturales, o más sencillamente la imposibilidad de vivir una vida digna y próspera en la propia tierra de origen obligan a millones de personas a partir”.

La migración forzada contemporánea

En el mensaje menciona algunas de las causas más visibles de la migración forzada contemporánea: las persecuciones, las guerras, los fenómenos atmosféricos y la miseria. Los migrantes escapan debido a la pobreza, al miedo, a la desesperación.

“Para eliminar estas causas y acabar finalmente con las migraciones forzadas es necesario el trabajo común de todos, cada uno de acuerdo a sus propias responsabilidades”, dice Francisco. Insistiendo también en la urgencia “por detener la carrera de armamentos, el colonialismo económico, la usurpación de los recursos ajenos, la devastación de nuestra casa común”. 

“Para que la migración sea una decisión realmente libre – señala Francisco en el mensaje-, es necesario esforzarse por garantizar a todos una participación equitativa en el bien común, el respeto de los derechos fundamentales y el acceso al desarrollo humano integral. Sólo así se podrá ofrecer a cada uno la posibilidad de vivir dignamente y realizarse personalmente y como familia”.

Políticas transparentes  

El Papa Francisco advierte que la tarea principal para que la migración sea libre, corresponde a los países de origen y a sus gobernantes: “llamados a ejercitar la buena política, transparente, honesta, con amplitud de miras y al servicio de todos, especialmente de los más vulnerables”. Sin embargo, asegura también ellos “han de estar en condiciones de realizar tal cosa sin ser despojados de los propios recursos naturales y humanos, y sin injerencias externas dirigidas a favorecer los intereses de unos pocos”.

Camino al Jubileo del 2025, el Santo Padre recuerda un acto de justicia iluminado por la Sagrada Escritura: “En este año jubilar cada uno de ustedes regresará a su propiedad” (Lv 25,13). Y exhorta a “un esfuerzo conjunto de cada uno de los países y de la comunidad internacional para que se asegure a todos el derecho a no tener que emigrar, es decir, la posibilidad de vivir en paz y con dignidad en la propia tierra”.

El encuentro con Cristo a través del migrante

Finalmente, hace resonar las palabras del Evangelio: “Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron; enfermo, y me visitaron; preso, y me vinieron a ver” (Mt 25,35-36), invitando a todos a practicar las obras de misericordia con los migrantes mientras se trabaja “para que toda migración pueda ser fruto de una decisión libre”.

“Y esto significa –dice el Papa- acompañar y gobernar los flujos del mejor modo posible, construyendo puentes y no muros, ampliando los canales para una migración segura y regular. Dondequiera que decidamos construir nuestro futuro, en el país donde hemos nacido o en otro lugar, lo importante es que haya siempre allí una comunidad dispuesta a acoger, proteger, promover e integrar a todos, sin distinción y sin dejar a nadie fuera”.

Jesucristo

¿ES JESÚS UNA FIGURA ÚNICA EN LA HISTORIA? ¿ES LA PLENITUD ÚNICA, DEFINITIVA, INIGUALABLE E INSUPERABLE DE LA REVELACIÓN DE DIOS?

Los cristianos así lo hemos creído, y hemos considerado al cristianismo como única religión verdadera; y esto nos ha alejado de otras religiones (y nos ha enfrentado a ellas), impidiendo el diálogo y la cooperación, que la caridad, el sentido común y la conciencia nos están reclamando.

Dios es sólo Uno, es el mismo para todas las religiones, ¿Son falsas esas religiones porque presentan a Dios de una manera distinta a la nuestra (un Dios no personal). Dios es inexpresable, inabarcable para el ser humano, incluso es Concordantia oppositorum; ¿y podemos rechazar a otras religiones porque ofrecen aspectos distintos de Dios?

¿Es posible que Dios no se haya manifestado verdaderamente a los miles de millones de seres que vivieron antes que Cristo, ni a los que han vivido después pero no lo han conocido, o a los que han rechazado la presentación cultural (y colonialista) que les ha ofrecido la Iglesia. Dios se ha manifestado a todo hombre en su conciencia, y a todos los pueblos mediante profetas más sensibles que han organizado, con mayor o menor acierto, la práctica social de esa experiencia.

Esas religiones se diferencian más en sus creencias y explicaciones que en el comportamiento individual y social de sus miembros; y por su parte el cristianismo es vida, acción, seguimiento de Jesús más que creencias; ortopraxis más que ortodoxia.

Nuestra experiencia actual tiene que reconocer que esas religiones han sido instrumento de salvación, y de humanización ética, para miles de millones de personas, y que en ellas se encuentran héroes, santos y místicos como en nuestra religión.

Cómo entender los textos del Nuevo Testamento

Entonces ¿cómo entender los textos del Nuevo Testamento que parecen indicar la exclusividad de Cristo como revelación de Dios.

· “Nadie conoce al Padre sino el Hijo, y a quien el Hijo quiera revelárselo” (Mt 11,27).

· “Sólo hay un Señor, Jesucristo, mediante el cual han sido creadas todas las cosas y por quien vivimos también nosotros” (1 cor 8,6).

· “A Dios nadie lo ha visto jamás; El Hijo único, que es dios y vive en íntima unión con el Padre, nos lo ha dado a conocer” (Jn 1,18).

· “Porque uno solo es Dios y uno solo es el mediador ente Dios y la humanidad: el hombre Cristo Jesús” (1Tim 2,5)

· “Cristo entró una vez por todas en el lugar santísimo, no con sangre de machos cabríos o de toros, sino con la suya propia, rescatándonos así para siempre” (Heb 9,11-12)

· “Ningún otro puede salvarnos, pues en la tierra no existe ninguna otra persona a quien Dios haya constituido autor de nuestra salvación” (Hech 4,12)

Knitter se ha planteado este problema y ofrece algunas explicaciones. Los primeros cristianos estaban impresionados por una profunda experiencia de Cristo, y expresaban estos sentimientos con el lenguaje de los enamorados (“eres único”, “la más guapa del mundo”); posteriormente este lenguaje emocional se fue interpretando en términos conceptuales y filosóficos para presentar un gran cuadro doctrinal ante la filosofía griega. Lamentablemente las creencias (la ortodoxia) han superado (y casi desplazado) a la práctica del seguimiento de Jesús (ortopraxia). Por eso desconfiamos de otras religiones que tienen otras creencias, aunque mantienen un proceder semejante al nuestro.

Los primeros cristianos estaban imbuidos del tono nacionalista del Antiguo Testamento, que le imprimió la reforma de Esdras y Nehemías (hasta el punto de expulsar a las mujeres extranjeras de los judíos para evitar la contaminación religiosa). Las religiones de los pueblos vecinos eran tradicionalmente corruptoras de la fe de Israel. Además el laxismo moral y las de injusticias de la sociedad romana, potencia invasora dominante, eran contrarias e incompatibles con el Reino de Dios proclamado por Jesús; Los cristianos instintivamente excluyeron esas religiones principalmente por sus prácticas no por sus razonamientos. No conocían otras religiones de gran altura espiritual como el budismo, el hinduismo, el confucianismo, cuyo proceder concordaba con el del Reino de Dios.

La Biblia nos muestra que la revelación de Dios es progresiva, no podemos quedarnos estancados en un texto de la Biblia. Jahvé era inicialmente un dios tribal, compatible con los dioses de otras tribus, Con a evolución cultural, la conciencia va actualizando y reinterpretando los textos sagrados. Rahner recomendaba que el cristiano deber rezar con la Biblia en una mano y el periódico en la otra.

Por su parte, Jesús no mostró ni rechazo ni exclusión de la religión de los pueblos vecinos cuando acogió a la muchedumbre que se le acercaba y multiplicó los panes (anticipo de la eucaristía); cuando envió al geraseno a proclamar las maravillas que Dios había hecho en su vida (Mc 5,1), o cuando ponderó la fe de la mujer cananea (Mt 7,24-30) y del centurión romano (Lc 7,2-9).

Knitter concluye que los títulos que los primeros cristianos fueron atribuyendo a Jesús le corresponden verdaderamente pero no únicamente; uno se siente salvado por Jesús, pero no experimenta que sea el único salvador posible para todo el mundo. Jesús no es la manifestación de Dios completa, definitiva e insuperable; pero sí es una manifestación de validez universal, decisiva, e indispensable.