SE LLENARON TODOS DEL ESPÍRITU SANTO. Lc 20, 19-23

LA HORA DE LA PALABRA
El Espíritu de Dios puede estar en todas partes y se manifiesta en los “signos de los tiempos”, es decir, todo aquello que hay de verdad, de vida y de amor para una mejor realización humana.
Sin embargo, los cristianos creemos que el Espíritu Santo continúa la obra de Jesús especialmente a través de la Iglesia.
Es la fidelidad de los cristianos a esta acción la que puede hacer más fecundo el camino de toda la humanidad.
El Espíritu Santo es la fuerza que abre caminos, que nos impulsa siempre más allá.
El Espíritu hace posible la historia de la humanidad.
TESTIGOS DE LA PALABRA

José María Gran nace en Barcelona en 1945 y es ordenado sacerdote el 9 de junio de 1972, día de Pentecostés.
A los tres años se va como misionero a Guatemala, donde hay una gran represión de los militares, sobre todo en el Quiché, su zona de trabajo.
El 31 de enero de 1980 mueren calcinados en la embajada española 39 campesinos y catequistas. La diócesis del Quiché hace una fuerte denuncia: “Desde nuestra experiencia de fe , interpretamos esta realidad como un rechazo al plan de Dios y como una situación contínua de pecado”.
Las militares acusan al P. Gran de ser el que informa al obispo Mons. Gerardi de las acciones represivas del ejército a los indígenas.
El 4 de junio al regreso de una gira misionera en el municipio de Chajul, el P. José Maria y su sacristán Domingo del Barrio son interceptados por un batallón del ejército, que les asesinaron con todo lujo de detalles y les llenaron sus mochilas de propaganda de la guerrilla para poder acusarlos de subversivos.
Por motivos de seguridad llevaron a enterrar sus restos a Chichicastenango, a una tumba prestada por un vecino del lugar y donde pudimos ir a hacerle un sentido homenaje los misioneros españoles de Centroamérica.
En 1993 la parroquia de Chajul reclamó sus restos donde han quedado dignamente colocados bajo el altar mayor de la iglesia recientemente reconstruida y restaurada.
Allí sus restos son un signo elocuente de la entrega de una vida misionera hasta el final, hasta derramar su sangre sirviendo a la causa del Evangelio.
ORACIÓN DESDE LA PALABRA
¡Gracias, Señor, por tu Espíritu!
Ven, Espíritu Santo, porque sin ti,
Nuestro “progreso” no nos conduce hacia una vida más digna.
Enséñanos a cuidar esta tierra
Que nos la has regalado
Como casa común donde pueda crecer
La familia humana;
Enséñanos a entendernos
Aunque hablemos lenguajes diferentes.
Ven, Espíritu Santo,
y enséñanos a creer en ti
como ternura personal de Dios
para con cada uno de nosotros,
como fuerza y poder de gracia
que puede dar vida a nuestra vida.
¡Gracias, Señor por tu ESpíritu!
¡Que escuchemos sus llamadas
En nuestro corazón!
Isidro Lozano o.c.
Comentario de Mons. Agrelo
Discípulos en la escuela del Espíritu
