Por una Iglesia «sin dogmatismos ni moralismos»

«Seamos todos discípulos, todos esenciales (…). No sólo los obispos, los sacerdotes y los consagrados, todos los bautizados»

El Papa, en la catedral de Nur-Sultán

«Ninguno es extranjero en la Iglesia, ¡somos un solo Pueblo santo de Dios enriquecido por muchos pueblos! Y la fuerza de nuestro pueblo sacerdotal y santo está justamente en hacer de la diversidad una riqueza compartiendo lo que somos y lo que tenemos: nuestra pequeñez se multiplica si la compartimos»

No se trata de mirar hacia atrás con nostalgia, quedándonos estancados en las cosas del pasado y dejándonos paralizar en el inmovilismo»

«La fe se transmite con la vida, con el testimonio de quien ha llevado el fuego del Evangelio en medio de las situaciones para iluminarlas»

«Ser pequeños nos recuerda que no somos autosuficientes, que necesitamos de Dios, pero también de los demás, de todos y cada uno: de las hermanas y hermanos de otras confesiones, de quien profesa un credo religioso diferente al nuestro, de todos los hombres y mujeres de buena voluntad»

«Soñemos y, con la gracia de Dios, edifiquemos una Iglesia que esté más llena de la alegría del Resucitado, que rechace los miedos y las quejas, que no se deje endurecer por dogmatismos ni moralismos»

A los obispos y sacerdotes:  «Nuestra misión no es ser administradores de lo sagrado o gendarmes preocupados por hacer que se respeten las normas religiosas, sino pastores cercanos a la gente, imágenes vivas del corazón compasivo de Cristo»

Por Jesús Bastante

Como en todos sus viajes apostólicos, Francisco siempre saca un rato para dos encuentros fundamentales. El primero, más familiar, un diálogo con las comunidades jesuitas de la zona. En segundo término, una reunión-testimonio con la Iglesia local. Y en Kazajistán no fue una excepción. Pese a que los católicos del país son franca minoría, el Papa no faltó a su cita, en la pequeña catedral de Nursultán, con obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados, seminaristas y agentes de pastoral.

En un ambiente familiar, cercano, un Papa que no está afrontando un viaje especialmente cargado de actos, y que este mediodía saldrá de regreso a Roma, volvió a proclamar los sueños de una Iglesia sinodal, alegre, participativa, alejada del clericalismo y los moralismos dogmáticos. «Soñemos y, con la gracia de Dios, edifiquemos una Iglesia que esté más llena de la alegría del Resucitado, que rechace los miedos y las quejas, que no se deje endurecer por dogmatismos ni moralismos», dijo Francisco.

El Papa escuchó varios testimonios (un sacerdote, una religiosa, una mujer casada con un clérigo, y que agradeció a Francisco su intervención en la guerra de Ucrania -ella es de allí- y un padre de familia). Tras la presentación del obispo español (y presidente de los obispos de Asia Central), José Luis Mumbiela, quien en un perfecto kazajo reconoció que «la mayor parte de nosotros somos extranjeros», el Papa destacó que «la belleza de la Iglesia es ésta, que somos una sola familia, en la cual nadie es extranjero».

«Nadie es extranjero en la Iglesia»

«Lo repito: ninguno es extranjero en la Iglesia, ¡somos un solo Pueblo santo de Dios enriquecido por muchos pueblos! Y la fuerza de nuestro pueblo sacerdotal y santo está justamente en hacer de la diversidad una riqueza compartiendo lo que somos y lo que tenemos: nuestra pequeñez se multiplica si la compartimos», aclaró Francisco.

Y es que «el misterio de Dios» pertenece a todos, «no sólo al pueblo elegido o a una élite de personas religiosas, sino a todos», pues todo forma parte de la «herencia y la promesa» de Dios. «Por un lado, una Iglesia hereda siempre una historia, siempre es hija de un primer anuncio del Evangelio», apuntó. «Sí, somos destinatarios de la gloria prometida, que anima nuestro camino con esa esperanza. Herencia y promesa: la herencia del pasado es nuestra memoria, la promesa del Evangelio es el futuro de Dios que nos sale al encuentro».

Memoria y futuro

Y a eso dedicó su discurso, a «una Iglesia que camina en la historia entre memoria y futuro». La memoria, en primer lugar, la rica historia que los precede, también en Kazajistán. «Hay una herencia cristiana, ecuménica, que ha de ser honrada y custodiada, una transmisión de la fe que ha visto protagonistas y también tanta gente sencilla, tantos abuelos y abuelas, padres y madres», y todos aquellos que «nos anunciaron la fe».

Pero, ojo, advirtió el Papa: «No se trata de mirar hacia atrás con nostalgia, quedándonos estancados en las cosas del pasado y dejándonos paralizar en el inmovilismo». «Esta es la tentación del “retroceso”», incidió. En cambio, la mirada cristiana «cuando vuelve hacia atrás para hacer memoria, lo que quiere es abrirnos al asombro ante el misterio de Dios».

«Esta es la memoria viva de Jesús (…). Es nuestro tesoro«, explicó Francisco. «Por eso, sin memoria no hay asombro. Si perdemos la memoria viva, entonces la fe, las devociones y las actividades pastorales corren el riesgo de debilitarse, de ser como llamaradas, que se encienden rápidamente, pero se apagan enseguida. Cuando extraviamos la memoria, se agota la alegría. Desaparece la gratitud a Dios y a los hermanos, porque se cae en la tentación de pensar que todo depende de nosotros», insistió.

La fe se transmite con la vida

Profundizando en esta herencia, prosiguió Bergoglio, veremos «que la fe no ha sido transmitida de generación en generación como un conjunto de cosas que hay que entender y hacer, como un código fijado de una vez para siempre. No, la fe se transmite con la vida, con el testimonio de quien ha llevado el fuego del Evangelio en medio de las situaciones para iluminarlas».

«Haciendo memoria, entonces, aprendemos que la fe crece con el testimonio. El resto viene después», explicó. «Esta es una llamada para todos y quisiera reafirmarlo a todos, fieles laicos, obispos, sacerdotes, diáconos, consagrados y consagradas que trabajan de diferentes maneras en la vida pastoral de las comunidades. No nos cansemos de dar testimonio de la esencia de la salvación, de la novedad de Jesús, de la novedad que es Jesús».

Porque «no se comunica con la sola repetición de las cosas de siempre, sino transmitiendo la novedad del Evangelio. De este modo, la fe permanece viva y tiene futuro».

Pequeñez y humildad

Esa es la segunda palabra, futuro. «Estamos llamados a acoger hoy la renovación que el Resucitado lleva a cabo en la vida», porque «a pesar de nuestras debilidades, Él no se cansa de estar con nosotros, de construir a nuestro lado el futuro de la Iglesia que es suya y nuestra».

En los rincones de gran tradición cristiana, pero también en un país como Kazajistán, donde «podríamos llegar a sentirnos “pequeños” e incapaces». Pero «la pequeñez nos entrega humildemente al poder de Dios y nos lleva a no cimentar la acción eclesial en nuestras propias capacidades».

«¡Esta es una gracia! Lo repito: hay una gracia escondida al ser una Iglesia pequeña, un pequeño rebaño, en lugar de exhibir nuestras fortalezas, nuestros números, nuestras estructuras y cualquier otra forma de prestigio humano, nos dejamos guiar por el Señor y nos acercamos con humildad a las personas», incidió el Papa. «Ricos en nada y pobres de todo, caminamos con sencillez, cercanos a las hermanas y a los hermanos de nuestro pueblo, llevando la alegría del Evangelio a las situaciones de la vida», como la levadura en la masa. Y con los otros.

No somos autosuficientes

Porque «ser pequeños nos recuerda que no somos autosuficientes, que necesitamos de Dios, pero también de los demás, de todos y cada uno: de las hermanas y hermanos de otras confesiones, de quien profesa un credo religioso diferente al nuestro, de todos los hombres y mujeres de buena voluntad».

«Nos damos cuenta, con un espíritu de humildad, que sólo juntos, en el diálogo y en la aceptación recíproca, podemos hacer algo verdaderamente bueno por todos», insistió, pidiendo a la Iglesia de Kazajistán «no ser un grupo que se deja arrastrar por las cosas de siempre, o que se encierra en su caparazón porque se siente pequeña, sino una comunidad abierta al futuro de Dios, encendida por el fuego del Espíritu: viva, llena de esperanza, disponible a su novedad y a los signos de los tiempos».

Y que «se realiza cada vez que vivimos la fraternidad entre nosotros, que atendemos a los pobres y a quienes están heridos por la vida, cada vez que en las relaciones humanas y sociales damos testimonio de la justicia y de la verdad, diciendo “no” a la corrupción y a la falsedad».

Gimnasios de la verdad y la apertura

Así, el Papa pidió «que las comunidades cristianas, en particular el seminario, sean “escuelas de sinceridad”; no ambientes rígidos y formales, sino gimnasios de la verdad, de la apertura y del intercambio». «Y que en nuestras comunidades —recordémoslo— seamos todos discípulos del Señor: todos discípulos, todos esenciales, todos de igual dignidad. No sólo los obispos, los sacerdotes y los consagrados, sino todos los bautizados han sido sumergidos en la vida de Cristo y en Él —como nos recordaba san Pablo— están llamados a recibir la herencia y a acoger la promesa del Evangelio».

«De manera que se ha de brindar un espacio a los laicos. Les hará bien, para que las comunidades no se hagan rígidas y no se clericalicen», insistió, apostando, de nuevo, por «una Iglesia sinodal, en camino hacia el futuro del Espíritu», que «es una Iglesia participativa y corresponsable».

«Es una Iglesia capaz de salir al encuentro del mundo porque está entrenada en la comunión», como subrayaron en sus testimonios tanto el sacerdote como las religiosas o el padre de familia. «En la Iglesia, en contacto con el Evangelio, aprendemos a pasar del egoísmo al amor incondicional».

Soñar una Iglesia alegre

Por ello, culminó, es tan importante que «seamos hombres y mujeres de comunión y de paz, que siembran el bien allí donde se encuentren». Con apertura, alegría e intercambio. «Soñemos y, con la gracia de Dios, edifiquemos una Iglesia que esté más llena de la alegría del Resucitado, que rechace los miedos y las quejas, que no se deje endurecer por dogmatismos ni moralismos».

Dirigiéndose finalmente a los obispos y sacerdotes, les recordó que «nuestra misión no es ser administradores de lo sagrado o gendarmes preocupados por hacer que se respeten las normas religiosas, sino pastores cercanos a la gente, imágenes vivas del corazón compasivo de Cristo».

Congreso Líderes Mundiales de las Religiones

Francisco en Kazajistán y los cuatro mandamientos de las religiones hoy: la paz, los pobres, los migrantes y la ecología

El Papa abre el Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales en Kazajistán“La libertad religiosa es un derecho fundamental, primario e inalienable”, clama el pontífice

El papa Francisco en el Congreso de las Religiones en Kazajistán

Viaje de Francisco a Kazajistán (13-15 septiembre 2022) – Programa de la visita

Francisco ha presentado hoy ante los principales líderes confesionales del planeta lo que vendría a ser una guía práctica para que las religiones respondan a su misión en el contexto del mundo postpandémico del siglo XXI, o lo que es lo mismo “nuestro rol en el desarrollo espiritual y social de la humanidad durante el período pospandémico.


Así lo compartió durante su intervención en la la ceremonia de apertura del “VII Congreso de Líderes de Religiones Mundiales y Tradicionales” que se celebra hasta mañana en el Palacio de la Independencia en Nursultán.

Artesanos de comunión

Francisco defendió que las religiones están llamadas a “hacerse cargo de la humanidad en todas sus dimensiones, volviéndose artesanos de comunión, testigos de una colaboración que supere los cercos de las propias pertenencias comunes, étnicas, nacionales y religiosas”.

Desde Kazajistán, el Papa dibujó cuatro grandes desafíos para que la fe transite una “nueva ruta del encuentro basada en las relaciones humanas”: la lucha contra la pobreza, la defensa de la paz, la apuesta por la fraternidad humana y el cuidado de la Casa Común. De alguna manera, Francisco vino a compartir los ejes fundamentales de su pontificado con un guiño constante al país anfitrión de la cumbre, puesto que usó como hilo conductor algunas de las reflexiones de Abay Kunanbayev, el gran poeta fundador de la literatura kazaja.

Itinerario de sanación

Al reivindicar el papel de los credos como protectores de los pobres, no hizo un canto al asistencialismo, sino que instó a los líderes religiosos a forjar “un itinerario de sanación para nuestra sociedad”.  “Seamos conciencias proféticas y valientes, hagámonos prójimos a todos, pero especialmente a los tantos olvidados de hoy, a los marginados, a los sectores más débiles y pobres de la sociedad, a aquellos que sufren a escondidas y en silencio”, clamó el Papa ante cristianos, musulmanes, judíos, budistas…

“El mayor factor de riesgo de nuestro tiempo sigue siendo la pobreza”, expuso sin titubear, alertando de sus consecuencias directas: “Mientras sigan haciendo estragos la desigualdad y las injusticias, no cesarán virus peores que el Covid: los del odio, la violencia y el terrorismo”.

Sin vacunas

Al paso denunció cómo todavía hoy las vacunas no han llegado a los países en vías de desarrollo: “¡Cuántos, todavía hoy, no tienen fácil acceder las vacunas!”, comentó.

En relación al reto para las religiones como constructoras de paz, y con la invasión de Ucrania de fondo, el pontífice argentino expresó que es necesario “una sacudida” por parte de los líderes religiosos para reafirmar que “Dios es paz y lleva siempre a la paz, nunca a la guerra” con el fin de que “nunca más el Omnipotente se vuelva a rehén de la voluntad de poder humano”.

Concepciones reductivas

En palabras que parecían dirigidas al posicionamiento de Kirill en defensa de los planes de guerra de Putin, lanzó la siguiente reflexión: “Purifiquémonos de la presunción de sentirnos justos y de no tener nada que aprender de los demás; liberémonos de esas concepciones reductivas y ruinosas que ofenden el nombre de Dios”.

Además, alertó de cómo las confesiones pueden dejarse llevar “por medio de la rigidez, los extremismos y los fundamentalismos” hasta profanar el nombre de Dios “a través del odio, el fanatismo y el terrorismo, desfigurando también la imagen del hombre”.

Cultura del descarte

A partir de ahí, el Obispo de Roma desarrollo su tercera vía en esta hoja de ruta confesional deteniéndose en la urgencia de la defensa de la vida a través de lo que presentó como la “acogida fraterna”. “Cada día bebés que están por nacer, migrantes y ancianos son descartados”, entonó el Papa, convencido de que “todo ser humano es sagrado”.

Aquí compartió la que es otra de las líneas general de su pontificado: la dignidad del migrante y los cuatro verbos que la hacen posible: acoger, proteger, promover e integrar. Partiendo de la base de que vivimos en “un mundo globalizado” que vive un “gran éxodo”.

Soluciones compartidas

Así, reclamó “soluciones compartidas y amplitud de miras”. “Es más fácil sospechar del extranjero, acusarlo y condenarlo antes que conocerlo y entenderlo”, añadió. Para ello, instó a los presentes a redescubrir “el arte de la hospitalidad, de la acogida, de la compasión”. “Y aprendamos también a avergonzarnos; sí, para experimentar esa sana vergüenza que nace de la piedad por el hombre que sufre, de la conmoción y del asombro por su condición, por su destino, de cual nos sentimos partícipes”, añadió justo después.

Francisco cerró su intervención con ese cuarto pilar a modo de objetivo para las confesiones que es la ecología integral, el cuidado de la Casa Común. “Frente a los cambios climáticos es necesario protegerla, para que no sea soportado a las lógicas de las ganancias, hasta preservada para las generaciones futuras, para alabanza del Creador”, compartió en voz alta.

Mentalidad de la explotación

En este sentido, denunció “la deforestación, el comercio ilegal de animales vivos, los criaderos intensivos” como parte de la que bautizó como “la mentalidad de la explotación que arrasa la casa que habitamos”.

Como premisa fundamental para hacer esto posible, el pontífice argentino defendió la libertad religiosa como “una condición esencial para un desarrollo verdaderamente humano e integral”.

Derecho primario

Aterrizando todavía más, “la libertad religiosa es un derecho fundamental, primario e inalienable, que es necesario promover en todas partes y que no puede limitarse únicamente a la libertad de culto”. A partir de ahí, completó que “es un derecho de toda persona dando testimonio público de la propia fe; proponerlo sin imponerlo nunca”.

Jorge Mario Bergoglio condenó el hecho de “relegar a la esfera de lo privado el credo” porque priva “a la sociedad de una riqueza inmensa” , frente al favorecimiento público de “los ambientes donde se respira una respetuosa convivencia de las diversidades religiosas, étnicas y culturales”.

Fuera el adoctrinamiento

El Papa defendió este derecho en doble dirección: reivindicándolo ante los poderes políticos frente a cualquier decisión dictatorial, pero también ante los líderes religiosos para huir de toda imposición. “Es la buena práctica del anuncio, diferente de proselitismo y adoctrinamiento, de los que todos están llamados para mantener distancia”, apostilló.

Echando la vista atrás a Kazajistán como antigua república soviética, recordó cómo “en este lugar es bien conocida la herencia del ateísmo de Estado, impuesto por decenios, es mentalidad opresora y sofocante por lo que el simple uso de la palabra ‘religión” resultaba incómodo’”. “En realidad, las religiones no son un problema, sino parte de la solución para una convivencia más armoniosa”, añadió.

De musulmanes a ortodoxos

Después del Papa Francisco, tomó la palabra el  Gran Imán de Al-Azhar, la otra gran estrella de la cumbre religiosa, como líder del islam moderado. Por su parte, en nombre de los ortodoxos rusos, en ausencia de Kirill, tomó la palabra el patriarca Anthony. El líder ortodoxo, pasando de puntillas por la guerra de Ucrania, simplemente condenó todo “extremismo” y “fundamentalismo” en nombre de la religión.

El Papa en Kazajistán

Francisco en Kazajistán: Vengo para amplificar el grito de tantos que imploran la paz

El Santo Padre pronunció un amplio discurso durante su encuentro con las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo Diplomático en el marco de su 38º Viaje Apostólico. Es una «peregrinación de paz», como él mismo la definió después del Ángelus del domingo 11 de septiembre.

Sebastián Sansón Ferrari – Vatican News

El dombra, un instrumento musical de Kazajistán, un emblema cultural y uno de los símbolos más importantes del país, es el elemento que Francisco eligió para articular su mensaje a las autoridades, la sociedad civil y el Cuerpo Diplomático, su primera alocución pública durante su “peregrinación de paz” a la nación asiática. El encuentro se realizó este martes 13 de septiembre en el Qazaq Concert Hall, un centro para las artes escénicas.

Francisco expresó su agradecimiento al Presidente de la República, Kasim-Yomart Tokaev, por las palabras que le dirigió. 

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“Estoy honrado de estar aquí con ustedes, en esta tierra tan extensa como antigua, a la que vengo como peregrino de paz, en busca de diálogo y unidad”, afirmó el Santo Padre. “Nuestro mundo lo necesita con urgencia, necesita volver a encontrar la armonía”, insistió, como ya lo había exteriorizado después de rezar el Ángelus del domingo 11 de septiembre en la Plaza de San Pedro. Según Bergoglio, la armonía en el país puede estar bien representada por el dombra.

El dombra, símbolo de continuidad

Francisco confesó que, preparándose para el viaje, descubrió que algunos modelos del dombra ya se utilizaban en la época medieval y que este, a lo largo de los siglos, acompañó con música los relatos de sagas y obras poéticas, uniendo el pasado y el presente. Este instrumento “acompasa por tanto la memoria del país, y evoca así la importancia, frente a los rápidos cambios económicos y sociales en curso, de no descuidar los vínculos con la vida de quienes nos han precedido, también por medio de esas tradiciones que permiten atesorar el pasado y valorar cuanto se ha recibido como herencia”. En este sentido, el Papa destacó la “hermosa costumbre” extendida de hornear, el viernes por la mañana, siete panes en honor de los antepasados.

Tras las huellas de Juan Pablo II

Para el Sucesor de Pedro, la memoria de Kazajistán, que el Papa Wojtyla al viajar definió como “tierra de mártires y creyentes, tierra de deportados y héroes, tierra de pensadores y artistas” en su discurso durante la ceremonia de bienvenida, “lleva impresa una gloriosa historia de cultura, humanidad y sufrimiento”, declaró Francisco.

“¿Cómo no recordar, en particular, los campos de prisioneros y las deportaciones en masa que han visto a tantas poblaciones oprimidas en las ciudades y en las vastas estepas de estas regiones? Pero los kazajos no se dejaron cautivar por esos atropellos; y de la memoria de la reclusión floreció la atención por la inclusión.”

Bergoglio auguró “que, en esta tierra, transitada desde la antigüedad por grandes movimientos de pueblos, el recuerdo del sufrimiento y de las pruebas experimentadas sea un bagaje indispensable para encaminarse hacia el futuro poniendo en primer lugar la dignidad del hombre, de todo hombre, y de todo grupo étnico, social y religioso”.

13/09/2022

Un puente entre Europa y Asia 

Una vez más, citando a su predecesor, Juan Pablo II, Francisco reconoció que «sobre todo, resuenan en el país las notas de dos almas, la asiática y la europea, que tienen una permanente «misión de conexión entre dos continentes», como había dicho el Papa Wotjyla en su discurso a los jóvenes el 23 de septiembre de 2001. «Las cuerdas del dombra, subrayó el Sucesor de Pedro, resuenan habitualmente junto a otros instrumentos de arco típicos de estos lugares».

“La armonía madura y crece en el conjunto, en la coralidad que hace armoniosa la vida social. «La fuente del éxito es la unidad», recita un hermoso proverbio local. Si eso vale en todas partes, aquí de modo particular. Alrededor de ciento cincuenta grupos étnicos y más de ochenta lenguas presentes en el país, con historias, tradiciones culturales y religiosas variadas, componen una sinfonía extraordinaria y hacen de Kazajistán un taller multiétnico, multicultural y multirreligioso único, revelando su vocación peculiar, la de ser país del encuentro.”

El rol de las religiones en la construcción de paz 

El Papa está en Kazajistán para subrayar la importancia y la urgencia de este aspecto, al que las religiones están llamadas a contribuir de modo particular, enfatizó el Sumo Pontífice, y, por ello, tiene el honor de participar en el séptimo Congreso de Líderes de las Religiones Mundiales y Tradicionales. «Oportunamente, evocó Bergoglio, la Constitución de Kazajistán, al definirlo laico, prevé la libertad de religión y de credo».

“Una laicidad sana, que reconozca el rol valioso e insustituible de la religión y se contraponga el extremismo que la corroe, representa una condición esencial para el trato equitativo de cada ciudadano, además de favorecer el sentido de pertenencia al país por parte de todos sus elementos étnicos, lingüísticos, culturales y religiosos. Las religiones, en efecto, mientras desarrollan el rol insustituible de buscar y dar testimonio del Absoluto, necesitan la libertad de expresión. Y, por tanto, la libertad religiosa constituye el mejor cauce para la convivencia civil.”

La tutela de la libertad, aspiración inscripta en el corazón de todo hombre 

El Santo Padre expresó su aprecio por la afirmación del valor de la vida humana mediante la abolición de la pena de muerte, «en nombre del derecho de todo ser humano a la esperanza». «Junto a eso, es importante garantizar la libertad de pensamiento, de conciencia y de expresión, para dar espacio al rol único y equitativo que cada uno ocupa en el conjunto».

Recapitulando el símbolo del dombra, Francisco reflexionó que en este punto el instrumento puede ser de estímulo, porque es principalmente un instrumento musical popular y, en cuanto tal, comunica la belleza de conservar el genio y la vivacidad de un pueblo. Como acotó el Sucesor de Pedro, «eso es lo que se confía en primer lugar a las autoridades civiles, primeras responsables en la promoción del bien común, y se realiza de modo especial en el apoyo a la democracia, que constituye la forma más adecuada para que el poder se traduzca en servicio a favor de todo el pueblo y no sólo de unos pocos». En esa línea, el Papa admitió su conocimiento del proceso de democratización, dirigido a reforzar las competencias del Parlamento y de las Autoridades locales y, en términos más generales, una mayor distribución del poder. Bergoglio lo calificó como «un camino meritorio y exigente que, ciertamente, no es breve y que requiere proseguir hacia la meta sin volverse atrás». «En efecto, la confianza en quien gobierna aumenta cuando las promesas no terminan siendo instrumentales, sino que se cumplen efectivamente», indicó. 

El papel de la democracia

Hablando sobre la democracia, el Papa resaltó la importancia de que la democracia y la modernización confluyan en un servicio concreto al pueblo, con una buena política de escucha a la gente y respuesta a su necesidades, de respuestas a sus necesidades legítimas, de una constante implicación de la sociedad civil y de las organizaciones no gubernamentales y humanitarias, con una atención particular respecto a los trabajadores, los jóvenes y los sectores más débiles. También bregó por la urgencia de implementar medidas para luchar contra la corrupción, puntualizando que esto es algo que todos los países del mundo necesitan.

Kazajistán, encrucijada de importantes intersecciones geopolíticas

El Sucesor de Pedro remarcó el «rol fundamental» del país en la atenuación de conflictos y recordó que Juan Pablo II viajó a Kazajistán después de los atentados del 11 de septiembre de 2001, mientras que Francisco se encuentra en el país mientras está en curso «la insensata y trágica guerra originada por la invasión de Ucrania, mientras otros enfrentamientos y amenazas de conflictos ponen en peligro nuestra época». 

Francisco aludió a «la cada vez más apremiante la necesidad de extender el compromiso diplomático en favor del diálogo y del encuentro, porque el problema de algunos es hoy problema de todos, y quien ostenta más poder en el mundo tiene más responsabilidad respecto a los demás, especialmente a los países más expuestos a las crisis causadas por la lógica del conflicto».

Es la hora de evitar la intensificación de las rivalidades

Según el Pontífice, se necesitan líderes que, a nivel internacional, «permitan a los pueblos entenderse y dialogar, y generen un nuevo “espíritu de Helsinki”, la voluntad de reforzar el multilateralismo, de construir un mundo más estable y pacífico pensando en las nuevas generaciones. Y para hacer esto es necesario la comprensión, la paciencia y el diálogo con todos. Repito, con todos».

“Pensando precisamente en el compromiso global por la paz, expreso mi gran estima por la renuncia a los armamentos nucleares que este país ha emprendido con decisión; así como por el desarrollo de políticas energéticas y ambientales centradas en la descarbonización y la inversión en fuentes renovables, que la Exposición internacional de cinco años atrás puso de relieve.”

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La Santa Sede está cerca de ustedes en este itinerario

Hacia el final de su extenso mensaje, el Obispo de Roma se detuvo en la cercanía de la Santa Sede con la República de Kazajistán:  el Santo Padre dijo que «inmediatamente después de la independencia del país, hace treinta años, se establecieron las relaciones diplomáticas, y estoy contento de visitar el país en la proximidad de este aniversario. Aseguro que los católicos, presentes en Asia central desde tiempos antiguos, desean seguir testimoniando el espíritu de apertura y diálogo respetuoso que distingue esta tierra».

Gratitud por la acogida

El Pontífice agradeció el recibimiento dispensado, «que revela su bien conocido sentido de hospitalidad, además de tener la oportunidad de vivir estos días de diálogo fraterno junto a los líderes de muchas religiones».

“Que el Altísimo bendiga la vocación de paz y unidad de Kazajistán, país del encuentro.”

«A ustedes, que tienen la responsabilidad prioritaria del bien común, y a cada uno de los habitantes de este país, les expreso mi alegría por estar aquí y la voluntad de acompañar con la oración y la cercanía todo esfuerzo por un futuro próspero y armonioso de este gran país. Raqmét! [¡Gracias!] ¡Que Dios bendiga Kazajistán!», concluyó.

Las palabras del Presidente de la República

Antes del discurso del Papa Francisco, el mandatario se dirigió al Pontífice en un saludo en kazajo e inglés, en el que le compartió su sincera gratitud por la presencia en el país y por haber aceptado la invitación, agregando que hoy es un día histórico para Kazajistán. 

También le confió que prestan especial atención a este viaje, con la convicción de que la reunión de hoy elevará la cooperación en diversos campos a un nuevo nivel.

El Presidente también admitió el interés de escuchar el discurso pastoral del Papa.