El día 13 de marzo la Iglesia celebró 10 años de pontificado del Papa Francisco. Es la primera vez en la historia de la Iglesia que es elegido un Papa fuera de la galaxia del cristianismo europeo. Y con razón, pues la vitalidad del mensaje evangélico se ha enraizado en las culturas no-europeas en las cuales vive numéricamente la mayoría de los católicos.
Resaltamos algunas características de su pontificado.
La más importante de ellas ha sido la nueva atmósfera creada dentro de la comunidad cristiana a nivel mundial. Hemos salido de un invierno, de los últimos Papas, y se ha inaugurado una primavera. Ya no predomina la doctrina, sino la vida concreta de la fe. Ya no hay miedo y condenaciones, sino gran libertad de expresión y de participación, especialmente de las mujeres en cargos importantes dentro del Vaticano.
El Papa Francisco ha encarnado una nueva manera de ser Papa. No vive en el palacio pontificio, sino en una casa de huéspedes, Santa Marta. Rechaza cualquier privilegio. Vive en su cuarto de huéspedes. Hay otro reservado para recibir a la gente. Hace cola para servirse la comida. Con humor, pensando en hechos del pasado, dice “así es más difícil que me envenenen”. Vive una pobreza franciscana, despojándose de todos los símbolos de poder.
Ha abierto una nueva perspectiva en la Iglesia. Si antes era un castillo fortificado contra los errores del mundo, ahora es “una Iglesia-hospital-de-campaña” que acoge a todos, sin preguntar su origen o su situación moral. Como él mismo subraya: “es una Iglesia en salida hacia las periferias existenciales”, que pega su oído al grito de los que sufren en este mundo.
Ha dado centralidad a los pobres. Escogió el nombre de Francisco para rescatar la figura de San Francisco, el poverello de Asís. En su primera aparición dijo claramente: quiero una Iglesia de pobres y una Iglesia con los pobres. Poco importa que el pobre sea cristiano o musulmán: le lava los pies el Jueves Santo.
Su principal inspiración es el Jesús histórico, artesano, contador de historias, defensor de todos los que tienen menos vida, curándolos de sus dolencias, enjugando sus lágrimas e incluso resucitando muertos. Llama a Dios, Abbá = “papá” sintiéndose su Hijo querido. Ama a todos a la manera de ese Dios-Abbá, bien expresado en el evangelio de San Juan: “si alguien viene a mí yo no le echaré fuera” (Jn 6,37). Podía ser una adúltera, un teólogo angustiado como Nicodemo que va a buscarlo por la noche, una mujer extranjera siriofenicia o un oficial romano. A todos acoge afectuosamente.
Ha dejado claro muchas veces que Jesús no vino a crear una nueva religión, sino que vino a enseñarnos a vivir el amor incondicional, la solidaridad, la compasión y el perdón. Las doctrinas están ahí y no hay por qué no darles importancia. Pero sólo con ellas no se llega al corazón humano. Se necesita ternura y amor. Lo que convence a las personas y las deja fascinadas es su predicación ininterrumpida sobre la importancia de esa ternura que abraza al otro y que vale también para la política, como lo dice claramente en su encíclica Fratelli tutti.
Pero para él, el punto central de su predicación es la misericordia. Es la característica personal de Jesús y se enraíza en la esencia de Dios mismo. Nadie puede poner límites a la misericordia de Dios que alcanza incluso al peor de los pecadores. Dios no puede perder a ningún hijo o hija que ha creado con amor. Él no puede perder nunca. Por eso afirma que la condenación es solo para este mundo. Todos están destinados, por esta misericordia ilimitada, a participar del Reino bienaventurado de la Trinidad, del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
El mensaje de Jesús no es solo bueno desde la perspectiva de la vida eterna. También debe ser bueno para esta vida y para la propia Madre Tierra. Su encíclica “cómo cuidar de la CasaComún: Laudato Sì” (2015) lo sitúa, según notables ecólogos, a la cabeza de la reflexión ecológica mundial. No se trata de una ecología verde, sino de una ecología integral: abarca lo ambiental, lo político, lo social, lo cultural, la vida cotidiana y la vida del espíritu. No se trata de una técnica para curar las heridas del cuerpo de la Madre Tierra, sino del arte de vivir en comunión con ella y con todas las demás criaturas, abrazadas como hermanas y hermanos.
Está tan preocupado por el futuro de la vida que en su otra encíclica, Fratelli tutti (2020), dice con palabras muy serias: “o nos salvamos todos o nadie se salva”.
No obstante los nubarrones que amenazan nuestro futuro, se muestra esperanzado. Confía en la esperanza como el principio, o mejor dicho, como el motor que trabaja siempre dentro de nosotros, buscando mejores caminos, proyectando utopías viables y despejando la oscuridad de nuestra historia. Se expresa por estas palabras al final de su encíclica “Cómo cuidar de la Casa Común”: “Caminemos cantando, que nuestras luchas y la preocupación por este planeta no nos quiten la alegría de la esperanza”.
En fin, estamos delante de una figura de especial densidad humana, testimonio de una fe y una esperanza inquebrantables de que atravesaremos los sombríos tiempos actuales rumbo a una biocivilización en la cual podamos hermanarnos entre todos, la naturaleza incluida, dentro de la misma gran Casa Común, cuidada y amada.
Por *Leonardo Boff es teólogo y filósofo y ha escrito: Francisco de Asís-Francisco de Roma: la irrupción de la primavera, 2012.
Las tardes de Roma llevaban varios días saturadas de una brisa de rosas tiernas que venía del viejo cementerio judío de Santa Sabina, mecía las puntas los álamos del Tíber y entraba por la ventana de la residencia Santa Marta. Era la primavera de 2015 y una mano diligente estaba concluyendo una carta, bien larga, formada por varios pliegos. Unos ojos atentos y vivaces la releían una vez más y retocaban una palabra u otra a la luz de unos lentes bifocales.
Por fin, en la mañana de Pentecostés, el cardenal Bergoglio asintió satisfecho, la dobló y la entregó a su secretario. Para poder llegar hasta nosotros, la carta tuvo que atravesar el laberinto sin alma de las burocracias vaticanas, fue impresa en tinta negra sobre papel verjurado de color marfil y recibió sin quejarse la sangre caliente de los lacres heráldicos pontificios. El 18 de junio se entregó, sin lucha, a los caminos inciertos del correo.
Bajo la formalidad rectangular del sobre, se escondía un mensaje que iba a ser revolucionario para la Iglesia católica, como revolucionarias sonarían también las palabras de Jesús de Nazaret a los oídos rigoristas de los fariseos. Era la encíclica Laudato si’ del papa Francisco.
Por primera vez un Papa se animaba a describir, con toda crudeza y desnudez, la plaga mortal de un desarrollo irresponsable y carnicero, a condenar el consumismo que lo engorda y que nos somete a todos a su más adictiva esclavitud, a mostrar en canal sus podridas secuelas de degradación ambiental y a repudiar esa injusticia intergeneracional que supone hipotecar el futuro de nuestros hijos, solo para mantener en marcha un sistema de relaciones humanas que garantiza el beneficio de unos pocos en perjuicio de unos muchos.
De la cuestión ecológica a la social
Y ahí estaba probablemente la almendra más dura de masticar y de asumir del documento pontificio: que la cuestión ecológica conduce inexorablemente a la cuestión social, que “el clamor de la Tierra es el clamor de los pobres” (LS 49).
La carta encíclica Laudato si’ surgió entonces oportunamente como una voz de alarma y de denuncia. Algunos la escucharon, pocos la entendieron y muchos menos se sintieron destinatarios de la invitación evangélica a la conversión radical que alienta en el filo sus párrafos.
La mayoría de nosotros, sin alcanzar a leerla, nos entretuvimos en hacer conjeturas arriesgadas y suposiciones de aire flojo sobre su contenido. Parece como si el sobre de esa carta siguiera intacto, sin abrir, encerrando sus lacres el secreto temible de esta denuncia. Hasta ahora, han sido solo las preconcepciones y los prejuicios, que zumban como avispas de sospecha sobre el sobre sin abrir, los únicos que se esgrimen en las conversaciones de sacristía o los que entintan de verde cómodo los sermones parroquiales.
¿Una moda de izquierdas?
Para los sectores más tradicionales de la Iglesia, Laudato si’ fue la confirmación definitiva de que el Papa se había vuelto comunista o, al menos, se había dejado caer sin remedio hacia la izquierda más temible del espectro político, en lugar de aliarse con la gente de orden que vota “religiosamente” a los grupos políticos que, como Dios manda, son conservadores de las esencias que hay que conservar.
No faltaron tampoco los que se miraban con media sonrisa de conmiseración pensando que el Papa se había apuntado también a la moda ecologista y que, para estar más a juego con los tiempos, se proponía pintar de verde los muros milenarios de la Iglesia católica. Y eso no les pareció ni bien ni mal, siempre que se dejasen intactos los mecanismos de inercia de los siglos, el estucado de las paredes de las curias y la blanda moqueta de los despachos vaticanos.
Para todos estos que se asustan fácilmente, quizá resulte más sencillo ̶ y también más providencial ̶ pensar que si Juan Pablo II ha pasado a la historia de la Iglesia como el Papa que quiso inmunizarnos para siempre frente a los peligros del comunismo más despersonalizado, sea ahora el papa Francisco quien nos prevenga contra los excesos más inhumanos del capitalismo. Así es la libertad del Espíritu, que siempre nos sorprende y no siempre nos dice lo que esperamos oír de un Papa.
Libertad-Igualdad-Fraternidad
Recuerdo a este respecto la vieja reflexión lucidísima de José Luis Sampedro. El sabio economista y escritor español rememoraba aquel clamor popular de la Revolución Francesa de 1789, que hizo fraguar en las calles el grito “Liberté-Égalité-Fraternité”. Y añadía luego su comentario personal más constructivo: algunos países, en las hermosas tierras del este, persiguieron tanto la igualdad que llegaron a comprometer la libertad de su pueblo; otros países quisieron ser los abanderados de la libertad a toda costa y lo fueron tanto y tan fervientemente que llegaron a sacrificar la igualdad radical de los seres humanos.
Queda aún por hacer la más grave tarea: ojalá algún día haya personas, comunidades, países que abracen el lema de la fraternidad y se animen a desplegar esa bandera. Porque solo la fraternidad reconoce la igualdad de los hermanos, asume sus diferencias y las respeta como parte de su sagrada libertad. Pues ese es el único sesgo ideológico que encontraremos en Laudato si’. Desde aquí os animamos a abrir el sobre de esa carta que no fue escrita para el estrecho círculo de los obispos católicos, ni siquiera para los creyentes de cualquier confesión, sino para todos los hombres y mujeres de buena voluntad que habitan este planeta (LS 3).
Francisco a la FAO: Necesario programar las intervenciones contra hambre y malnutrición
El Papa Francisco envía un mensaje al Director General de la FAO, Qu Dongyu, con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación. Para erradicar totalmente el hambre y la malnutrición es necesario que las intervenciones sean planificadas y programadas, y no “simplemente la respuesta a carencias circunstanciales o llamamientos lanzados con motivo de emergencias”, escribe el Pontífice.
Vatican News
“No dejar a nadie atrás. Mejor producción, mejor nutrición, mejor medio ambiente y una vida mejor para todos”. El tema de la Jornada Mundial de la Alimentación de este 2022, – año en que se conmemora el 77 aniversario de fundación de la FAO – que el Papa Francisco recuerda en su mensaje dirigido al Director General, Qu Dongyu, resalta, según el pontífice, la necesidad de que las intervenciones para erradicar totalmente el hambre y la malnutrición “sean planificadas y programadas» y no «simplemente la respuesta a carencias circunstanciales o llamamientos lanzados con motivo de emergencias”.
Fundamental ver a los demás como hermanos y hermanas
En el mensaje Francisco recuerda que la FAO nació con el fin de dar respuestas a las necesidades de las tantas personas agobiadas por la indigencia y el hambre en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, y lamenta que también hoy vivimos “en un contexto bélico, que podríamos denominar una ‘tercera guerra mundial’”. Esto es algo que debe “hacernos reflexionar”, dice el Papa, que reconoce, por otra parte, que “no será posible hacer frente a las numerosas crisis que afectan a la humanidad si no trabajamos y caminamos juntos, sin dejar que nadie quede atrás”.
Para eso es necesario, ante todo, que veamos a los demás como nuestros hermanos y hermanas, como miembros que integran nuestra misma familia humana, y cuyos sufrimientos y necesidades nos afectan a todos, porque “si un miembro sufre, todos los demás sufren con él” (cf. 1 Co 12,26).
Necesario abordar a todos los niveles el problema de la pobreza
Para lograr las “cuatro mejoras” del tema de este año, a saber, mejor producción, mejor nutrición, mejor medio ambiente y mejor vida para todos, es preciso – afirma Francisco – abordar juntos y a todos los niveles el problema de la pobreza, estrechamente vinculada a la falta de alimentación adecuada. Los objetivos de la FAO “son ambiciosos y parecen inalcanzables”, constata el Santo Padre, que sugiere modos para conseguirlos:
Ante todo, no perdiendo de vista que el eje de toda estrategia son las personas, con historias y rostros concretos, que habitan en un lugar determinado; no son números, datos o estadísticas interminables. También introduciendo “la categoría del amor” en el lenguaje de la cooperación internacional, para revestir las relaciones internacionales de humanidad y de solidaridad, persiguiendo el bien común.
Volver a lo esencial
He aquí que el pontífice reitere – citando la Laudato si’ – la necesidad de “reorientar nuestra mirada hacia lo esencial, hacia lo que nos ha sido dado gratuitamente, focalizando nuestra labor en el cuidado de los otros y de la creación”, y concluya su mensaje renovando el compromiso de la Santa Sede y la Iglesia católica de caminar «junto a la FAO y a otras organizaciones intergubernamentales que trabajan en favor de los pobres», poniendo por delante la fraternidad, la concordia y la mutua colaboración, para descubrir horizontes que aporten al mundo un beneficio genuino, «no sólo para el hoy, sino también para las generaciones venideras».
Estreno de ‘La Carta’, un innovador documental sobre Francisco y la protección del clima y la naturaleza
‘La Carta’
El largometraje, de los productores ganadores de un Oscar, ofrece destellos inéditos de la historia personal del Papa Francisco y crea presión para la justicia climática mundial al destacar voces no escuchadas en la primera línea de la crisis
La película de YouTube Originals explora temas como los derechos de los indígenas, la migración climática y el liderazgo de los jóvenes en el contexto de la acción sobre el clima y la naturaleza
| RD
Hoy se ha estrenado en la Ciudad del Vaticano un nuevo documental sobre el poder de la humanidad para detener la crisis ecológica. Con el título de ‘La Carta’, la película cuenta la historia de los viajes de diversos líderes de primera línea a Roma para discutir la encíclica Laudato Si’ con el papa Francisco.
La película fue producida por los productores ganadores del Oscar, Off the Fence (My Octopus Teacher). Con protagonistas de la Amazonia brasileña, Senegal, India y Estados Unidos, la película explora temas como los derechos de los indígenas, la migración climática y el liderazgo de los jóvenes en el contexto de la acción sobre el clima y la naturaleza. La película incluye un diálogo exclusivo con el papa Francisco e imágenes inéditas desde su investidura como Papa.
Francisco, con los protagonistas y equipo técnico
En los eventos celebrados en el Vaticano participaron los protagonistas y cineastas, el máximo responsable del Vaticano en cuestiones ecológicas y el secretario general del IPCC, junto con embajadores y representantes de la sociedad civil.
Gratuita en un servicio de streaming
La película es presentada por YouTube Originals. Es la primera vez que una película con un Papa estará disponible de forma gratuita a través de un servicio de streaming.
El estreno se produce el mismo día que la entrada oficial de la Santa Sede en el histórico Acuerdo de París sobre el cambio climático. Funcionarios del Vaticano recibieron a los embajadores de la Santa Sede tanto en el estreno como en un evento paralelo de alto nivel sobre el Acuerdo de París, ejerciendo presión sobre los gobiernos para una mayor acción climática.
Protagonistas de La Carta en el Vaticano
Estos esfuerzos representan el compromiso cada vez más ambicioso y urgente de la Iglesia Católica en cuestiones ecológicas. En los próximos meses se prevé una campaña mundial de proyecciones en las comunidades, eventos de alto nivel y el liderazgo de organizaciones asociadas en el Norte y el Sur del mundo, lo que impulsará una nueva presión sobre los responsables de la toma de decisiones en la cumbre del clima de la ONU COP27 y la cumbre de la naturaleza COP15.
Esta urgencia está en consonancia con las alarmas del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, el organismo científico del clima que informa el acuerdo de París y la COP27. En declaraciones sobre la película, el presidente del IPCC que asistió a los eventos en el Vaticano, el Dr. Hoesung Lee, dijo: «La comunidad científica agradece la oportunidad de colaborar con personas de fe mientras trabajamos para encontrar soluciones a la crisis climática».
Uno de ls protagonistas de La Carta
Ridhima Pandey, una joven activista del clima y protagonista de La Carta, dijo «Los adultos deben hacerlo mejor. Y no voy a esperar a que lo arreglen. Créanme, mis esfuerzos apenas están comenzando».
Nicolas Brown, director de La Carta, dijo: «Guiados por la brújula moral proporcionada por el Papa Francisco, espero que todos podamos encontrar un renovado sentido de propósito y compromiso para proteger nuestra casa común y tener compasión por todos los seres vivos, incluidos los demás».
El jefe indígena Dadá, en canoa
Producida por el equipo ganador del Oscar Off the Fence(My Octopus Teacher) en colaboración con el Movimiento Laudato Si’, la película fue dirigida por el director ganador de un Emmy, Nicolas Brown. La Carta se realizó en colaboración con el Dicasterio de Comunicación y el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. La película es presentada por YouTube Originals.
Hemos celebrado la Semana Laudato sí, que se ha llevado a cabo, del 22 al 29 de mayo y en la que hemos conmemorado el séptimo aniversario, de la publicación de la encíclica Laudato si ́ sobre el cuidado de la casa común.
Por Rosa María Quero Pérez
Hablamos de ecología integral, como en otras ocasiones, porque es un llamado del Papa Francisco y porque hemos celebrado la Semana Laudato sí, que se ha llevado a cabo, del 22 al 29 de mayo y en la que hemos conmemorado el séptimo aniversario, de la publicación de la encíclica Laudato si ́ sobre el cuidado de la casa común.
EL CUIDADO DE LA CASA COMÚN ES UN CAMINO DE CONVERSIÓN
Reconciliarnos con la creación se nos presenta como una oportunidad de renovación espiritual y como eje de la misión evangelizadora. La ecología integral es un eje transversal de la misión y afecta a la calidad de nuestra relación con Dios, con los otros seres humanos y con la creación y sitúa el hecho del problema medioambiental, en relación con la pobreza, la exclusión social y la marginación, temas que hasta ahora se tendían a separar.
El reto ecológico no nace de un deber ético ni de una responsabilidad social, ni se trata de cumplir con las exigencias de una cierta sensibilidad por la sostenibilidad, sino que nace de una llamada del espíritu, a un proceso de conversión y cambio.
Y esto es necesario para que no se quede en una simple preocupación superficial, sino que logre una creatividad apostólica que nos haga ser mejores personas y ver todas las cosas nuevas en Cristo.
Colaborar con el cuidado de la casa común es trabajar en red y saber que el trabajo conjunto da más fruto que sí se hace solo. Esto conlleva un cambio de cultura, con la conciencia de que lo haremos bien, si lo hacemos poco a poco, desde dentro y con otras personas.
Debemos relacionar nuestra experiencia de fe con el cuidado de la casa común de manera, que estas conexiones últimas, se sustenten en un modo nuevo de ver la realidad y de sentir la presencia de Dios en ella.
Llevamos a cabo actividades concretas, con iniciativas en el ámbito personal y comunitario pero todavía no hay una dinámica lo suficientemente interconectada. Además, en el ámbito interno, tenemos miedo a reconocer nuestra falta de coherencia y ello suscita este camino de conversión.
En los jóvenes hay una oportunidad para que asuman un liderazgo, porque la Iglesia en este ámbito, cada vez más, está tomando una posición más valiente, más audaz y estas jóvenes generaciones “hijas de Laudato si ́”, se pueden sentir cada vez más arropadas.
Otra cuestión importante es que nos permite trabajar con otras personas que tienen otros intereses e incluso menos afinidad, lo cual, nos da la posibilidad de ampliar nuestras redes dentro de la sociedad.
Desde el plano de la acción se nos presentan diversas tareas, tales como, la posibilidad de trabajar con otras espiritualidades y religiones, la necesidad de la formación conjunta y la recopilación en manuales básicos y prácticos, la forma de actuar, el fomento de la espiritualidad en clave de conversión ecológica, el llevar a cabo los planes de sostenibilidad de las obras y proyectos, la presencia de la figura de los coordinadores en cada institución, el ser capaces de vivir esta opción a nivel personal con renuncias y nuevos estilos de vida, la sensibilización y movilización externa, la visión transversal y holística en nuestras instituciones o el conectar lo local y lo global.
¿CÓMO INICIAMOS ESTE CAMINO?
Con este fin, ponemos ante Dios, quiénes somos, qué vivimos y qué esperamos… para no vivir de forma aislada o autorreferencial y que Él nos ayude a SER, VIVIR Y ESPERAR desde el Resucitado.
¿Quiénes somos? Somos una comunidad de hijos e hijas de Dios: llamados de diversa manera; o trabajando con mentalidades distintas; guiados desde experiencias dispares y en caminos variados, unos consagrados, otros en familia, todos desde la misión encomendada por Dios.
¿Cómo vivimos? Vivimos tocados por la Palabra de Dios, pero también vivimos el miedo ante el mundo, y a su vez vivimos el empuje de salir de nosotros mismos. Y de ahí, nos disponemos al,
¿Qué esperamos? Nos lo propone el papa Francisco en Laudato si ́: “Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo […] Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida” (LS 207).
Los católicos hemos celebrado nuestros logros porque “Sabemos que las cosas pueden cambiar”, pero es el momento de marcar una hoja de ruta para los retos que se nos presentan en adelante y “proteger la casa común incluye la preocupación por unir a toda la familia humana” (LS 13).
Rosa María Quero Pérez Animadora Laudato sí, del Movimiento Laudato si
Ferran Lluch: «Los curas tienen que aprender de los laicos a no ser meros espectadores ante la emergencia climática»
Ferran Lluch, sacerdote y biólogo Manos
«Los que formamos la Iglesia debemos creer realmente que la cuestión ecológica es una cuestión de fe, que esto no es una de las ‘ocurrencias del Papa Francisco’, porque ya lo decía por activa y por pasiva San Juan Pablo II»
«En cuanto a concienciación, está claro que nos falta muchísimo, y no creo equivocarme si digo que, entre los laicos, independientemente de su rango de formación, se da en mayor medida que entre el clero»
«La Iglesia, siendo coherente con el Evangelio, ha sido pionera en tantos aspectos sociales… no deberíamos ir a la zaga en la cuestión ecológica»
«Las medidas de ahorro energético, en general, nunca serán populares ni siquiera a nivel individual, porque nuestra cultura tiende al hedonismo»
Pionero en la pastoral del medioambiente en la Iglesia española, el sacerdote y biólogo Ferran Lluch dirige el Secretariado de Ecología Humana del Arzobispado de Valencia. La primera vez que contacté con él no había prácticamente rastro en la pastoral de la Iglesia española (y poco en la universal) de un mínimo interés por la cuestión ecológica, a pesar de tener al patrón de los ecologistas, San Francisco de Asís, en «nómina».
Hoy, con una encíclica programática como Laudato si‘ que muchos dentro de la Iglesia siguen mirando por encima del lomo, este profundo creyente en la comunión con la Creación, repasa en esta entrevista los pasos dados en la concienciación ecológica en la Iglesia en Espaa así como las medidas para el ahorro energético puestas en marcha la pasada semana por el Gobierno central.
La de Valencia fue en su día una diocesis pionera en la pastoral del medioambiente. ¿Qué actividades ha llevado a cabo hasta ahora?
La Comisión surgió hace más de una década, cuando el tema producía ciertas sonrisas y se miraba apenas con seriedad. Se ha viajado mucho (pero no bastante) por toda la Diócesis sensibilizando y formando en muchas parroquias (pero no suficiente). Se han elaborado materiales para educar y celebrar en nuestras escuelas, asumiendo aquello del evangelio: lo nuestro es sembrar, recoger… es otra cosa. Se han enviado durante años subsidios litúrgicos a las parroquias para que, con ocasión de la Feria de las Témporas, tuviese un cariz de responsabilidad y agradecimiento por la Creación; con la institución en la Iglesia Católica del Tiempo de la Creación, se ha cambiado el “chip” y se trabaja en materiales para este Tiempo. Empiezan a surgir algunos Círculos Laudato si’, Quizá el desafío ahora sea caminar juntos y no perder el norte.
Cambio climático
¿Se ha notado en estos años entre los fieles esa sensibilización? ¿Hasta qué punto ha influido Laudato si’?
Sinceramente, creo que entre nuestros fieles (hablo en general) esta sensibilización está siendo más una consecuencia de los medios de comunicación, o de la formación en escuelas, entre niños y jóvenes, que algo consecuente de la encíclica.
Ahora bien, en aquellas personas que ya tenían una especial sensibilidad ecológica, han encontrado en la Pastoral ecológica en general, y en Laudato si’ especialmente, el nexo de unión entre su fe y la responsabilidad con la Casa Común, con la Creación, nexo que parecía faltarles, a pesar de que el magisterio de la Iglesia ya hacía años que caminaba en este sentido. Esta conciencia sí está desencadenando movimientos, círculos, de reflexión, oración y acción, algo que, aunque incipiente, es muy positivo
En líneas generales, ¿está la Iglesia en España concienciada sobre el cuidado de la Creación y su deber de tomar medidas ante el cambio climático?
En cuanto a concienciación, está claro que nos falta muchísimo, y no creo equivocarme si digo que, entre los laicos, independientemente de su rango de formación, se da en mayor medida que entre el clero. La sinodalidad, ese reunirnos y caminar juntos, escuchándonos unos a otros, debería contribuir a que, los que somos clero, aprendamos de los laicos, que ven con más facilidad muchas cosas que a nosotros nos cuesta ver, como que en la Iglesia no podamos ser meros espectadores de una Casa Común maltratada ni de una emergencia climática que mata.
Refugiados Climáticos
Las diócesis alemanas han empezado a elaborar pautas de actuación para ahorrar energía. ¿Acabaremos también en España apagando la iluminación nocturna de las catedrales? ¿Qué le parece esa medida, adoptada ya en varias catedrales alemanas? ¿Tendría que proponerlo quizás la propia CEE antes de que se lo acabe reclamando la Administración?
Algunas medidas “vistosas” son necesarias para llamar la atención y contribuir a la sensibilización. Pero para dar un testimonio de nuestra responsabilidad con la creación, y no quedarnos sólo en medidas “cosméticas”, hay que profundizar. San Juan Pablo II empleaba la expresión “conversión ecológica” para ir más allá de los hechos puntuales.
El cambio de estilo de vida que implica la conversión apunta a que los cambios en la forma de hacer las cosas, para salvaguardar la Creación, deberían ser por convicción y anteriores a las imposiciones administrativas. La Iglesia, siendo coherente con el Evangelio, ha sido pionera en tantos aspectos sociales… no deberíamos ir a la zaga. Y no es un concurso por ver quién es el primero, pero proteger nuestra Casa Común urge.
El Gobierno ha aprobado un paquete de medidas de ahorro energético. ¿Qué le parece a usted? ¿Se queda corto, como dicen algunos, o está exagerando en las propuestas?
¿Implementar medidas de ahorro es positivo? Cierto, la austeridad también en el ámbito energético es un valor común, tanto para ecologistas no creyentes como para creyentes no ecologistas, así como para cualquiera a quien su sentido común le indique que los recursos de la Tierra son finitos, aun sin guerras ni crisis energéticas por medio.
¿Quizá “las medidas” deberían ser más ambiciosas? Cierto, porque en el enfoque todavía pesa más la visión economicista y de inmediatez que la visión amplia, holista, del cuidado de la Casa Común que es la Tierra. Podemos discutir sobre los grados óptimos para el aire acondicionado, por ejemplo, pero no focalizar en ello el tema y provocar el estancamiento. Las medidas de ahorro energético, en general, nunca serán populares ni siquiera a nivel individual, porque nuestra cultura tiende al hedonismo.
¿No habría que sacar el debate sobre el clima, el cambio climático, el cuidado del planeta, del debate político?
Imposible. El problema no es “lo político”, sino la manera de des-hacer política con una crispación sistemática y premeditada, electoralista y cortoplacista, y que a veces se pierde en la discusión de si son galgos o podencos.
El Estado tiene el deber de buscar el Bien Común, y la emergencia climática afecta al bienestar de todos los ciudadanos. Por eso es necesario el debate en forma de diálogo, pero de todas las fuerzas políticas y los distintos sectores de la sociedad: desde la ciencia, desde la filosofía y la ética, el derecho, desde la economía, la fe… El problema es complejo y global, necesita soluciones dialogadas para que el desarrollo del ser humano sea integral.
¿Qué más puede hacer la Iglesia en la promoción del cuidado de la tierra y sus criaturas?
– Primero, que los que formamos la Iglesia creamos realmente que la cuestión ecológica es una cuestión de fe, y esto no es una de las “ocurrencias del Papa Francisco”, lo decía por activa y por pasiva San Juan Pablo II, y bien que lo subrayó Benedicto XVI. Es una cuestión de fe y ligado directamente con la paz y la pobreza. Todo está conectado.
– Promocionar aun más los principios de la Doctrina Social de la Iglesia en los que las grandes líneas de actuación, en la cuestión ecológica, están bastante claras. Y no en detrimento de otros temas importantes, pero… el día tiene 24 horas, y hay que hacer espacio a temas no menos importantes porque afectan directa y profundamente a la vida del ser humano.
– Que promueva el diálogo entre las distintas fuerzas sociales. Es tan necesario que la Iglesia mueva… ya no hilos, sino cuerdas, para que las posiciones polarizadas se allanen… Es la única forma de crear procesos, continuidad. Y sin los procesos, con mentalidades cortoplacistas, fuera o dentro de la Iglesia, es imposible cuidar la creación.
– Incorporar a nuestro estilo de vida esa conversión ecológica para huir de acciones que miran más el aspecto económico que la custodia de la Creación, y no caer en medidas cosmética de las que hablábamos.
– Que los cristianos, desde sus posiciones en la sociedad, en la educación, en los medios de comunicación, en la política… actúen más desde la Doctrina Social de la Iglesia (esa gran desconocida) que desde los colores partidistas.
Podemos seguir…
El Tiempo de la Creación
¿Acabaremos viendo más abanicos que aire acondicionado en las parroquias valencianas, como antaño?
Sobre todo en los dos tercios meridionales de la península, y debido a las condiciones climáticas de las zonas próximas al mar, la humedad crea un ambiente sofocante en verano, y un frío que en invierno cala hasta los huesos (el otoño y la primavera ya hace unos años que brillan por su ausencia).
Sería bueno reflexionar, más que sobre abanicos o aires acondicionados, que también, sobre la forma en que se han construido los templos en las últimas épocas. En su inmensa mayoría no están pensados para “convivir con el clima” y menos con este cambio climático. Que en las últimas décadas se hayan construido templos y otros edificios… sin pensar en una eficiencia climática y energética… tiene delito (o pecado). De una manera u otra, esto es también extensible a otras muchas zonas del interior. Lo que está hecho tiene difícil remedio, pero lo que está por hacer…
El Movimiento Laudato Si’ invita a celebrar el Tiempo de la Creación
Papa Francisco y el Movimiento Laudato Si
Se inicia hoy un período para reflexionar sobre la encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco e impulsar cambios y transformaciones por el cuidado del ambiente
Este año, en su mensaje para el Tiempo de la Creación, el Papa Francisco dijo: «el dulce canto de la creación se mezcla con su amargo grito»
Para el Movimiento Laudato Si’ esta celebración tiene un claro mensaje ecológico social, porque la forma en que tratamos con la creación también se traslada a nuestra actitud hacia la vida y los seres humanos
Este período, que reúne a toda la comunidad cristiana mundial, fue establecido por el Patriarca Ecuménico Dimitrios I, en 1989, cuando proclamó el 1º de septiembre como el Día de Oración por la Creación para los ortodoxos
El Movimiento Laudato Si’ invita a la comunidad a participar del Tiempo de la Creación, una celebración ecuménica anual de oración y acción por nuestra casa común.
El Tiempo de la Creación es un período que comienza hoy y termina el 4 de octubre con la fiesta de San Francisco de Asís, el santo patrono de la ecología amado por muchas denominaciones cristianas.
El Tiempo de la Creación
Este año, en su mensaje para el Tiempo de la Creación, el Papa Francisco dijo:“el dulce canto de la creación se mezcla con su amargo grito”. En línea con las palabras de Francisco, para el Movimiento Laudato Si’ esta celebración tiene un claro mensaje ecológico social, porque la forma en que tratamos con la creación también se traslada a nuestra actitud hacia la vida y los seres humanos.
El Tiempo de la Creación es un momento para reflexionar sobre la encíclica Laudato Si’ del Papa Francisco, pero, a la vez, es también una oportunidad para impulsar cambios y transformaciones por el cuidado del ambiente.
Este período, que reúne a toda la comunidad cristiana mundial, fue establecido por el Patriarca Ecuménico Dimitrios I, en 1989, cuando proclamó el 1º de septiembre como el Día de Oración por la Creación para los ortodoxos. Años más tarde, el Consejo Mundial de Iglesias (CMI) extendió la celebración hasta el 4 de octubre, día en que se celebra a San Francisco de Asís, patrono del medio ambiente. Por su parte, en 2015, el Papa Francisco hizo oficial el Tiempo de la Creación para la Iglesia Católica Romana.
En el séptimo aniversario de la encíclica Laudato si’, trazamos un balance de cuánto se hizo hasta ahora y de cómo las palabras proféticas de Francisco han hecho iniciar procesos fecundos, en todos los ámbitos tocados por el texto, interpelando a los gobernantes, así como también a los niños al punto de transformar la urgencia en una costumbre: cuidar la Casa Común, y cada una de sus creaturas, incluso la más efímera.
Cecilia Seppia – Ciudad del Vaticano
Si el Planeta Tierra fuera una persona, probablemente estaría hoy tumbado en alguna cama de hospital con un goteo de morfina conectado a su brazo para aliviar los numerosos e insoportables dolores que le aquejan. Ha sido el hombre, sobre todo en las últimas cuatro décadas, el que, como buen médico, se ha esforzado en hacer la historia clínica del paciente, sometiéndolo a análisis clínicos especializados, hasta llegar a un diagnóstico poco halagüeño: la contaminación; el cambio climático; la desaparición de la biodiversidad; la deuda ecológica entre el Norte y el Sur, vinculada a los desequilibrios económicos; el antropocentrismo; el dominio de la tecnocracia y las finanzas, con la prevalencia de una «cultura del descarte» rampante que lleva a la explotación de los niños, el abandono de los ancianos, la esclavización de los demás, el comercio de órganos o los diamantes de sangre.
En una palabra, el «cáncer», y además el cáncer «en última fase», que quizá sea más temible que las enfermedades descriptas anteriormente, pero que nos deja indiferentes porque no ha afectado a ningún miembro de nuestra familia o a amigos de toda la vida. Sin embargo, ese mismo médico, tan escrupuloso en la fase de diagnóstico, se olvidó de encontrar una cura. O donde la había encontrado, para administrarla diariamente, con perseverancia y amor. Hace siete años, el 24 de mayo de 2015, con la encíclica Laudato si’, fue el Papa Francisco quien relanzó la urgencia de una terapia dirigida contra las enfermedades de la Tierra, apelando no a los médicos profesionales, sino a «todos los hombres y mujeres de buena voluntad»: 221 páginas, una introducción, 6 capítulos y dos espléndidas oraciones finales que inmediatamente dejaron su huella no solo en la Doctrina Social de la Iglesia, sino también en los procesos políticos, económicos y ecológicos de nuestras sociedades globalizadas.
Palabras proféticas
Hoy también a la luz de la dramática experiencia de la pandemia que nos ha puesto de rodillas y de la guerra que continúa sembrando terror y destrucción, tenemos la prueba por una parte de las intuiciones “proféticas” del texto de Francisco y, por otra, de su fuerza, tan simple como el verso del Cántico de las Criaturas del que toma su nombre y, al mismo tiempo, tan eficaz, como lo es toda palabra dirigida a Dios con fe.
Los frutos de la encíclica del Papa Bergoglio, la segunda de todo su Pontificado, han, de hecho, iniciado procesos fecundos, muchos de ellos aún en curso, en todos los ámbitos tratados en el texto, interpelando a los gobernantes, como también a los niños, decididos, con pies de plomo, a hacer su parte. El bagaje cultural y magisterial en el que se asienta la reflexión del Papa es amplio y bien documentado: desde Pablo VI, que se refirió al problema ecológico presentándolo como una crisis que es «consecuencia dramática» de la actividad incontrolada del ser humano, hasta San Juan Pablo II, pasando por Benedicto XVI, que ha invitado con preocupación a reconocer que la Creación está comprometida allí «donde somos las últimas instancias, donde el todo es simplemente de nuestra propiedad y lo consumimos solo para nosotros mismos».
Y, sin embargo, en la maravillosa obra de las manos de Dios, no hay depredadores ni egoísmo, no hay amos y esclavos, no hay un entorno que se pueda explotar a voluntad, sino un lugar, un hogar de hecho, que se comparte en armonía. Francisco dice: “La Biblia nos enseña que el mundo no nació del caos o del azar, sino de una decisión de Dios que lo llamó y siempre lo llama a la existencia, por amor. El universo es bello y bueno, y contemplarlo nos permite vislumbrar la infinita belleza y bondad de su Autor. Cada criatura, incluso la más efímera, es objeto de la ternura del Padre, que le da un lugar en el mundo”.
El primero y valioso fruto de la Laudato si’ es precisamente su capacidad de conectar aspectos que, con anterioridad, se trataban sectorialmente. No es casualidad que entre las expresiones más citadas se encuentre “la ecología integral”, que está en el centro mismo, el «todo está conectado», que se ha convertido casi en un eslogan, y la anotación de que «no hay dos crisis searadas, una ambiental y otra social, sino una única y compleja crisis socio-ambiental»: el Planeta está mal, pero el hombre ciertamente no está mejor, obligado por la hambruna, el hambre, los desplazamientos de tierra, las inundaciones, las guerras, la corrupción, a abandonar su hogar, sin saber si alguna vez encontrará otro.
También este año hemos contado en Vatican News muchas historias inspiradas en Laudato si’, desde Roma hasta las Islas Salomón, atravesando los 5 continentes con los testimonios de quienes han querido ponerle cara. La acción a favor del medio ambiente es transversal a las culturas, a los pueblos, a los contextos geográficas, a las creencias, aunque hay que decir que la Iglesia ha sido un enorme hervidero de ideas y proyectos, gracias a los cuales las palabras del Pontífice no quedaron en papel mojado.
Los proyectos
En Ghana, por ejemplo, los obispos de la Conferencia Episcopal están haciendo un esfuerzo para plantar un millón de árboles, una acción concreta para complementar y apoyar el proyecto gubernamental “Green Ghana”, lanzado en junio de 2021.
En Kenia, ya habían comenzado, el año pasado, con la plantación de semillas en el bosque de Kakamega, el único bosque tropical que queda en el país. En el programa participaron 500 personas de distintas confesiones cristianas, que también realizaron iniciativas de sensibilización por un uso más respetuoso de los recursos de la tierra. Plantar un árbol -había dicho el Papa Francisco precisamente en Kenia en 2015- es, en primera instancia, una invitación a seguir luchando contra fenómenos como la deforestación y la desertificación. A su vez, plantar un árbol nos provoca a seguir confiando, esperando y especialmente comprometiendo nuestras manos para revertir todas las situaciones de injusticia y deterioro que hoy padecemos”.
Con esta visión, los jóvenes del Movimiento Laudato si’, en modo particular, intervinieron también en el ámbito urbano para afrontar sea simbólica como concretamente uno de los más grandes desafíos a los que se enfrentan las ciudades: el de la inmensa producción de residuos. Y así, en colaboración con la ONG Nairobi Recyclers (Narec), dieron vida a un proyecto de reciclaje que busca limpiar parte de la capital. Además de recoger la basura y de proteger el medio ambiente de la contaminación, el equipo de Nairobi Recyclers identificó 17 escuelas y 5 casas religiosas de acogida para niños donde pretende plantar más de mil árboles frutales y otras especies. Pero la Iglesia, además de los proyectos de reforestación en África, ha puesto en marcha, en otros contextos, de descarbonización, de eficiencia energética, de agricultura sustentable, de abastecimiento de agua potable, de limpieza de los mares de plástico, de educación y sensibilización ambiental, sin olvidar nunca a la persona y la protección de la vida humana.
Con este propósito no se puede no citar la obra del episcopado estadounidense y de la diócesis de Chicago que, bajo la guía del cardenal arzobispo de la ciudad, Blase Joseph Cupich, tiene el mérito de haber establecido el primer ministerio Laudato si’ en el mundo, interpelando a tantos católicos, jóvenes y mayores, que han puesto su profesión o «carisma» en el cuidado de la Casa Común y la defensa de los más débiles. Una mención especial también para la diócesis de Burlington que se comprometió con los fieles en la sensibilización y en la acción hacia una mayor justicia ecológica emprendiendo proyectos para hacer frente a la cultura del despilfarro (práctica del compostaje en el huerto y en el jardín, uso exclusivo de materiales reciclados empezando por el papel, modelos circulares de producción y consumo alimentario, pero no solo), junto al comienzo de un monitoreo de las propiedades inmobiliarias diocesanas en lo que respecta al suministro de energía para su conversión a formas renovables o de bajo impacto ambiental. También es grande la implicación de las comunidades locales, por parte de la Iglesia, para salvar a la Amazonía, el pulmón verde del mundo que corre el riesgo de derrumbarse cada día más a causa de la deforestación, de la corrupción, la explotación intensiva del suelo y la aniquilación de la biodiversidad.
Los frutos de un llamamiento incansable
“En efecto, existe una clara relación entre la protección de la naturaleza y la construcción de un orden social justo y equitativo. No puede haber una renovación de nuestra relación con la naturaleza, sin una renovación de la humanidad misma”, había dicho el Papa en ocasión del Encuentro con las Autoridades keniatas durante el Viaje Apostólico de noviembre de 2015, que también tocó a Uganda y a África Central, pocos meses después de la publicación de la encíclica. El llamamiento es, no obstante, incansable: “Cuidar la Tierra, para que no responda con la destrucción”, no devorar la Tierra sino devolverle su dignidad, escuchar aquel grito sufriente de los pueblos que sigue presionando los oídos de todos. También en este año hemos presenciado un vibrante florecimiento de las Comunidades Laudato si’, que nacidas de la idea del obispo de Rieti, monseñor Domenico Pompilli y del fundador de Slow Food Italia, Carlo Petrini, en el silencio de la oración o en el “barullo” de las movilizaciones, pero siempre con iniciativas concretas, han relanzado el tema de la ecología integral apuntando a esa conversión del corazón, pero también de acción que atraviesa e irradia el texto de Francesco. Desde 2020 en adelante, no obstante la pandemia, los círculos Laudato si’ han registrado un aumento de casi el 300%.
La encíclica ha permeado el debate político y científico a partir de la Conferencia de París sobre el clima del 2015 y la de Glasgow del 2021; hizo sí que el cuidado de la Casa Común se incluyera entre las obras de misericordia y dio lugar a la «Economía de Francisco”.
Sin ese documento quizás hubiera sido más difícil celebrar un Sínodo como el de la Amazonia (cuya conexión con Laudato si’ es evidente ya desde el tema: «Nuevos caminos para la Iglesia y para la ecología integral») y llegar a la posterior exhortación apostólica, Querida Amazonia, con sus cuatro sueños -social, cultural, ecológico y eclesial- que son en realidad un camino de ecología integral capaz de interpelar la conciencia del mundo entero, al que el propio Francisco se refirió cuando, al hilo de los trabajos sinodales, habló de un verdadero «pecado ecológico».
El mismo Sínodo de los jóvenes del 2018 y el “Documento sobre la fraternidad humana”, firmado el 4 de febrero de 2019 en Abu Dabi por el Papa y el gran imán de Al-Azhar, Al-Tayyib, estarían, al fin y al cabo, entre los frutos de este texto, inicialmente visto como una encíclica verde, más tarde mejor entendido como una verdadera perspectiva innovadora, motor de una revolución cultural, que atraviesa la sociedad en todas sus grietas. Durante la JMJ de Panamá, en enero de 2019, se habló incluso de una «Generación Laudato si’«. Sin embargo, es un hecho que el paradigma de la ecología integral se ha extendido como un reguero de pólvora a nivel internacional, gracias también al compromiso del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, así como en Italia, donde ha encontrado un terreno especialmente fértil, dada la sensibilidad hacia las cuestiones medioambientales demostrada por la Conferencia Episcopal Italiana y las distintas diócesis. Sin embargo, el documento de Francisco ha dado un nuevo impulso a la reflexión de asociaciones comerciales como Coldiretti, Confcooperative y Confartigianato o de fuerzas sindicales como la Cisl.
A nivel eclesial, se ha injertado en iniciativas nacionales como las Semanas Sociales de los católicos italianos; ha inspirado eventos de espiritualidad, sobre todo el «Tiempo de la Creación» que va desde el 1º de septiembre, Jornada Mundial de Oración por la Salvaguarda de la Creación, hasta el 4 de octubre, fiesta de San Francisco. Ha permitido el establecimiento de la Semana Laudato si’, este año programada del 22 al 29 de mayo; ha alimentado la música, el arte, la cultura e incluso el cine. «Somos parte de una sola familia humana, llamada a vivir en una casa común de la que constatamos, juntos, la inquietante degradación», fueron las palabras del Papa Francisco en el texto entregado a los ecologistas franceses, con los que se reunió el 3 de septiembre de 2020, pero, añadió, «nos alegra el hecho de que la toma de conciencia de la urgencia de la situación se haga sentir en todas partes, de que el tema de la ecología cale cada vez más en las formas de pensar en todos los ámbitos y empiece a influir en las decisiones políticas y económicas, aunque quede mucho por hacer”.
Arranca la semana para el cuidado de la Casa Común
Comunidades cristianas de todo el mundo organizan del 22 al 29 de mayo la Semana Laudato Si’ 2022 con el lema “Escuchar y caminar juntos”
Por cuarta vez se convoca a las comunidades cristianas de todo el mundo a incrementar su compromiso ecológico con la Semana Laudato Si’ 2022. Del 22 al 29 de mayo se potenciarán propuestas para participar en el cuidado de la Casa común con el tema “Escuchar y caminar juntos”, a partir de la cita de la encíclica Laudato Si’ del papa Francisco: “Unir a la familia humana para proteger nuestra casa común” (núm. 13
En el séptimo aniversario de la histórica encíclica del papa Francisco sobre el cuidado de la creación, este desafío lanza escuchar y responder al clamor de la creación de Dios y al doble desafío de la emergencia climática y la crisis ecológica.
El plazo de inscripciones a esta Plataforma Laudato Si’ se ha ampliado hasta el 4 de octubre de 2022. El 14 de noviembre, Día Mundial de los Pobres, comenzarán las inscripciones para el segundo ciclo. Desde ahí, se propone para cada día de la semana –según el mensaje del papa para 2022– uno de los diferentes objetivos de la Laudato Si’.
Así, esta propuesta pasa por trabajar la espuesta al clamor de la Tierra, respuesta al clamor de los pobres, economía ecológica, adopción de estilos de vida sostenibles, educación ecológica, espiritualidad ecológica y resiliencia y empoderamiento de la comunidad. La semana concluirá el 29 de mayo con el lanzamiento oficial de la Plataforma de Iniciativas Laudato Si’.
La Semana Laudato si’: Intensificar esfuerzos contra el cambio climático
La Semana Laudato si’
Siete días y cientos de eventos globales, regionales y locales promovidos por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, para celebrar el séptimo aniversario de la encíclica del Papa Francisco
También siete los objetivos que persigue la Plataforma de Acción Laudato si’ para crear una masa social crítica y proteger nuestra casa común
Como dice Francisco: «Vivir la vocación de ser protectores de la creación de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa»
(Vatican News).- Intensificar los esfuerzos en la lucha contra el cambio climático es solo uno de los objetivos de la Semana Laudato si’, que se celebrará del 22 al 29 de mayo, promovida por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, en el séptimo aniversario de la encíclica del Papa Francisco sobre el cuidado de la creación. Una serie de celebraciones globales y conversatorios centrarán las jornadas donde se tratarán temas como el clamor de los pobres, la ciencia de la conservación ecológica, la biodiversidad, e incluso las voces de los pueblos indígenas que contará con la participación de la hermana Alessandra Smerilli, FMA, secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
Siete días de eventos, pero también los 7 objetivos que persigue la Plataforma de Acción Laudato si’ promovida por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano, para crear una masa social crítica y proteger nuestra casa común. Esta nueva herramienta está capacitando a las instituciones, comunidades y familias católicas para implementar Laudato Si’ en su totalidad.
Cada día de la Semana Laudato si’ presentará eventos globales, regionales y locales vinculados a los objetivos Laudato si’ y a los siete sectores de la Plataforma de Acción Laudato si’, los cuales sustentan el concepto de ecología integral.
Durante la Semana Laudato Si’ se tratarán temas como los recursos de los católicos para combatir el colapso de la biodiversidad; el papel de los combustibles fósiles en los conflictos y la crisis climática; y cómo todos podemos abrazar a los pobres en nuestra vida cotidiana.
Programa de la Semana Laudato si’
Lunes 23 de mayo: Respuesta al clamor de la Tierra
10:00 CEST No más colapso de la biodiversidad: Reequilibrar los sistemas sociales con la naturaleza
Retransmitido en directo desde la Universidad Católica Australiana de Roma, el padre Joshtrom Kureethadam, del Vaticano, dirigirá una dinámica conversación centrada en elevar las voces indígenas de cara a la conferencia de las Naciones Unidas sobre la biodiversidad que tendrá lugar este año.
Ponentes destacados:
● Sor Alessandra Smerill, FMA, Secretaria del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral del Vaticano
● Theresa Ardler, investigadora de enlace indígena en la Universidad Católica de Australia, directora y propietaria de Gweagal Cultural Connections
● Vandana Shiva, fundadora de la Fundación de Investigación Navdanya para la Ciencia, la Tecnología y la Ecología en la India y Presidenta de Navdanya International
● Padre Joshtrom Isaac Kureethadam, Jefe de la Oficina de Ecología y Creación del Vaticano, Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral
● Angela Manno, artista premiada
● Greg Asner, Director del Centro ASU de Descubrimiento Global y Ciencia de la Conservación
Martes, 24 de mayo: Respuesta al clamor de los pobres (7mo aniversario de LS)
9:00 CEST Empoderamiento de la ECO-munidad: Abrazando a los pobres
Miércoles, 25 de mayo: Economía Ecológica
15:00 CEST Combustibles fósiles, violencia y crisis climática
Con Jeffrey D. Sachs
Jueves, 26 de mayo: Adopción de estilos de vida sostenibles (Fiesta de la Ascensión)
15:30 CEST Invertir en Laudato Si’
Viernes, 27 de mayo: Educación Ecológica
14:00 CEST Avance: Largometraje documental sobre Laudato si’
Sábado, 28 de mayo: Espiritualidad Ecológica
19:00-21:00 CEST Festival Laudato si’
Con Migueli Marin y Marco Mammoli
Domingo, 29 de mayo: Resiliencia y empoderamiento de la comunidad como parte de nuestro Viaje Sinodal
15:00 CEST Encuentro de oración de clausura de la Semana Laudato si’: La resiliencia y el empoderamiento de las comunidades como parte de nuestro viaje sinodal.
Los eventos mundiales
El programa completo y final de la Semana Laudato si’, que incluye los eventos mundiales en Uganda, Italia, Irlanda, Brasil y Filipinas, puede encontrarse en la web dedicada a las jornadas. Todos los eventos globales, excluyendo el avance de la película el 27 de mayo, serán transmitidos en los canales de Youtube y Facebook del Movimiento Laudato Si’.