San Romero de América

Otro nuevo aniversario de su martirio, y ya son 43 años

Romero
Romero

«Y como cada 24 de Marzo, los que nos sentimos vinculados a su proyecto y a su espiritualidad nos conmovemos y nos llenamos de emoción»

«Se ha sustituido, a mi entender, una violencia de la calle, de pandillas, por una violencia de corte institucional: el miedo a las pandillas se ha sustituido por el miedo al gobierno, y a la policía»

«Un nuevo 24 de marzo, seguimos afirmando que el proyecto de Monseñor Romero, que hizo carne en él mismo el proyecto de Jesús de Nazaret, sigue vivo»

«Su poder estaba en el servicio, su poder se basaba como el de Jesús, en lavar los pies de los pobres, y en defenderlos hasta el final»

Por Javier Sánchez, capellán cárcel de Navalcarnero

Estamos celebrando un nuevo 24 de marzo, un nuevo aniversario del martirio de Monseñor Romero, nuestro santo de América latina, canonizado definitivamente por el papa Francisco el 14 de octubre de 2018, aunque el pueblo salvadoreño lo canonizó ya desde el mismo momento en el que la bala asesina traspasó su corazón. Un corazón lleno de amor, de evangelio y de vida, con el que aquella bala acabó físicamente, pero un corazón que permanece en el pueblo salvadoreño, entre su pobrerío, como él siempre decía, y por supuesto, en el mismo corazón del Dios de la vida, que resucitó también a Jesús de Nazaret.

Y como cada 24 de Marzo, los que nos sentimos vinculados a su proyecto y a su espiritualidad nos conmovemos y nos llenamos de emoción, porque seguimos descubriendo que en Monseñor Romero se dan las características del auténtico seguidor de Jesús de Nazaret, asesinado como él por decir lo que El mismo decía: que Dios es un Padre de todos, que todos nos merecemos lo mismo, que la pobreza no la quiere Dios y que ese mismo Dios a quien confesamos como Padre-Madre quiere que todos seamos felices, en cada minuto de nuestra vida, como quieren todos los padres y madres, para cada uno de sus hijos. 

Monseñor Romero
Monseñor Romero

     En estos meses, y con todo lo que está pasando en la “Tierra Santa” salvadoreña, me he preguntado muchas veces qué diría nuestro Monseñor, de lo que sucede en su querida tierra salvadoreña. Me he preguntado no sólo qué pensaría, sino cuál sería su actitud. Y quizás, con un cierto pesimismo, e incluso con lágrimas en los ojos, me parece que Monseñor Romero actuaría como actuó, defendiendo a las mayorías pobres, poniéndose de su parte, a su favor, y criticando a las minorías ricas, o riquísimas diría yo, que siguen controlando casi todo el país. Después de 31 años de los acuerdos de paz, de enero de 1992, descubrimos que el país sigue sumido en la más absoluta pobreza y desigualdad social; con pena descubrimos que la sangre de los más de 60.000 salvadoreños que murieron en la contienda civil, no ha servido para esa paz y justicia social, que nuestra Tierra Santa salvadoreña, se merece.

Las causas que motivaron el conflicto civil, permanecen, porque la injusticia, la pobreza y la desigualdad, allí continúan. Siguiendo de cerca lo que va sucediendo allí, hay que decir con pena que son muchos los salvadoreños que tienen que seguir dejando su país en busca de un futuro mejor, o lo que es más, en búsqueda de un mínimo de vida que les posibilite una dignidad para vivir como seres humanos, con todas las oportunidades de cualquier otra persona, en cualquier otro país del mundo. La sangría migratoria permanece y va aumentando en un país, tan pequeño y tan rico, que a mi juicio sería fácil gobernar, si no fuera porque los gobernantes, incluso el de ahora, están solo preocupados por acaparar y por mantenerse en su puesto de poder. 

Descubrimos con espanto y con horror que la violencia permanece, hasta hace poco fueron las maras, las pandillas juveniles las que extorsionaban son su violencia a la mayoría del pueblo salvadoreño; en muchos barrios de la capital, de San Salvador, a unas ciertas horas del día no se podía salir a la calle, porque el control de esos barrios estaba en manos de las pandillas, que practicaban la violencia contra quien fuera; en muchas poblaciones no se podía vivir en paz, porque a la mínima podías encontrarte con unas balas. Solo se podía vivir en paz en los campos, en los cantones rurales; recuerdo la vez que estuve por allí, en Arcatao, en el departamento de Chalatenango, en el año 2015 cuando nos decía la gente del pueblo que allí eran pobres, pero “por los menos no nos matan, como en la ciudad”, y al escucharlo me llenaba de pena y los ojos se me cubrían de lágrimas.

Maras en Salvador

Cuanto dolor, cuanta violencia, cuanta sangre derramada en la contienda civil para nada. Pero ahora, el actual gobierno, se jacta de que ha eliminado la violencia, lo que no dice es que ha eliminado quizás la violencia de las maras, pero a consta de practicar una violencia institucional: son muchos los jóvenes que son detenidos y acusados de pertenencia a las pandillas, por el simple hecho de llevar un tatuaje en la piel o tener un aspecto. Hace unos días detuvieron a jóvenes en el mismo Arcatao, simplemente, por estar tatuados, y fueron llevados casi como animales a una cárcel modelo, segura parece ser, que ha constado muchos millones de dólares, y que el actual gobierno dice que es la solución frente a esa violencia. Se ha sustituido, a mi entender, una violencia de la calle, de pandillas, por una violencia de corte institucional: el miedo a las pandillas se ha sustituido por el miedo al gobierno, y a la policía

     Y en medio de todo ese dolor y toda esa injusticia, seguimos pensando que la vida de Monseñor Romero mereció y merece la pena, que merece la pena seguir no solo recordando y resucitando en el pueblo a un hombre, un obispo, que en los tres años que estuvo al frente de la Archidiócesis de San Salvador, fue capaz de transmitirnos con su actuar que otro país era posible, que se podían cambiar las cosas, desde una revolución sin violencia, pero defendiendo una justicia social para todos. Que un país nuevo podía irse construyendo, desde las nuevas bases de reconocer que todos somos iguales, y que la dignidad de todos los seres humanos, a la que todos tenemos derecho por ser personas, es la misma. En el centro fundamental de la vida de Monseñor estaba y está su amor profundo a Dios, Padre-Madre y su amor “al pueblo crucificado”, en palabras de Jon Sobrino. Precisamente por eso, por su defensa de ese pueblo martirizado, asesinaron a Romero, como asesinaron a Jesús de Nazaret y como han asesinado en la historia a todos los que siguen defendiendo la paz y la justicia como elementos inseparables: no puede haber auténtica paz sin justicia. 

 Un nuevo 24 de marzo, seguimos afirmando que el proyecto de Monseñor Romero, que hizo carne en él mismo el proyecto de Jesús de Nazaret, sigue vivo, que ese proyecto no ha sido asesinado con aquella bala que le quitó la vida, ni con la cruz que crucificó al maestro de Nazaret, sino que ese proyecto sigue presente, y merece la pena continuarlo.

Papa Francisco y monseñor Romero

     Ha sido necesario que viniera un papa del otro lado del mundo, del otro lado de la tierra,  para que la Iglesia reconociera como tal a San Romero de América como modelo de vida, porque eso significa ser santo: modelo de vida para los cristianos. Y el papa Francisco al hablar de Romero dijo que era santo porque el milagro de Romero fue su misma vida. Su vida entregada en favor del pueblo, su cuerpo entregado y su sangre derramada como la de Jesús, fue la que le  hizo santo. Romero se hizo plena eucaristía, derramó hasta la última gota de su sangre por su pueblo, entregó hasta el último aliento de su vida por los pobres. Y fue precisamente, cuando celebraba la Eucaristía, cuando su vida no es que fuera arrebatada, no es que nadie se la quitara, como dice el evangelio de San Juan, sino que él mismo la entregó.

En aquella tarde del 24 de marzo de 1980, San Romero se hizo Eucaristía, se hizo cuerpo entregado y sangre derramada por todos, como decía el profesor Manuel Gesteira; ese día, no solo es que Monseñor se uniera al sacrifico de Jesús, como hacemos siempre, sino que parece que el mismo se sacrificaba por su pueblo, como lo hizo el maestro. Así lo describe la hermana madre Lucita, religiosa del hospital la divina providencia: “Volviendo al momento  de la muerte de Monseñor, en que el proyectil destrozó la vida de nuestro querido Pastor, él por instinto de conservación e cogió al altar, haló el mantel y en ese momento se volcó el copón y las hostias sin consagrar se esparcieron sobre el altar. Las hermanas de nuestra comunidad del hospitalito interpretaron  este signo como que Dios le dijera: hoy no quiero que me ofrezcas el pan y el vino como en todas las eucaristías, hoy la victima eres tu OSCAR, y en se mismo instante, Monseñor cayó a los pies de la imagen de Cristo, a quien tuvo como modelo toda su vida” ( Dios proveerá, testimonio de la hermana Luz Isabel Cueva (madre Lucita). 

Ese hacerse Eucaristía fue el motivo de su santidad. De ahí que contemplar a Monseñor Romero sea contemplar al mismo Jesús de Nazaret en aquella primera Eucaristía. Así me lo  reconoció  también el papa Francisco, en la visita que tuve la suerte de disfrutar con él hace unos meses, me dijo que “era un hombre tremendamente evangélico y por eso muy humano”, el papa reconoce una vez más que evangelio y humanidad son dos elementos intrínsecamente unidos: solo se puede ser evangélico si se es plenamente humano. Y diría algo más, esa humanidad es la que nos lleva al misterio profundo del Dios encarnado en Jesús. En Jesús Dios se hace hombre para que hombres podamos llegar a divinizarnos, como también dice Leonardo Boff en su libro “Encarnación, la humanidad y jovialidad de nuestro Dios”. 

San Óscar Romero
San Óscar Romero

     Si la eucaristía es signo de vida renovada cada día, si la eucaristía hace presente el proyecto de Jesús, muerto y resucitado y podemos seguir diciendo que su proyecto sigue vivo cuando nos reunimos los cristianos y cuando hacemos de esa eucaristía vida y no rito, podemos decir también que la vida de Monseñor continúa siendo actual, que a los 43 años de su martirio él también sigue vivo en medio de su pueblo, y especialmente donde él quiso estar siempre, en medio de “su pobrerío”. “Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”, había dicho poco antes de ser asesinado. Y así comprobé que era, porque en cada casa, en cada puerta, en cada comunidad, en cada cantón de El Salvador hay una foto del Santo; porque cada campesino y campesina salvadoreños siempre te hablan de aquel obispo “que era uno como los demás, que llegaba a tu casa, se sentaba contiguo, compartía unas tortitas y hasta podía ver contigo la telenovela”, era obispo del pueblo y para el pueblo.

Su poder estaba en el servicio, su poder se basaba como el de Jesús, en lavar los pies de los pobres, y en defenderlos hasta el final. Gesto de lavar los pies que también hace el papa Francisco cada jueves santo, visitando las cárceles y lavando los pies a los presos, a los que nadie quiere, a “los malos”, que siempre nos dan lecciones de vida, de humanidad y de evangelio. Francisco, y así también me lo hizo saber en esa visita , dice “que el gesto que nos identifica como cristianos es el gesto de lavar los pies al hermano, especialmente al más pobre y necesitado”, y sin duda que uno de esos pobres de hoy son los presos, los privados de libertad, que también hoy son tratados sin dignidad por ser “delincuentes”, pero esos mismos delincuentes que nos dan lecciones de solidaridad y de humanidad, cada vez que tratamos con ellos y compartimos su vida, y yo tengo la suerte de hacerlo cada día en la cárcel de Navalcarnero. Por eso, unido al papa Francisco, siempre diré que el Salvador  y la cárcel, son “Tierra Santa”, tierra de crucificados, y habría que descalzarse al pisarlas.

  Romero fue maestro del lavado de pies, siempre estuvo dispuesto a hacerlo, no escatimó esfuerzo en ello, y nos mostró un nuevo rostro de obispo y de Iglesia; similar al rostro nuevo de Iglesia que nos está mostrando ahora el papa Francisco, en su empeño de estar cerca de los más pobres, inmigrantes y encarcelados, y en hacer de la iglesia una comunidad de acogida y misericordia para todos, en hacer una Iglesia pobre y para los pobres. 

Semana Romero
Semana Romero

Romero sigue vivo en el corazón del pueblo salvadoreño, y en el corazón de Dios, como sigue vivo Jesús de Nazaret. Cuando asesinaron a los jesuitas de la UCA, en 1989, así lo demostraron, al acribillar a balazos una foto de Monseñor, a la entrada de la UCA: habían pasado nueve años después del genocidio pero al ver la foto la llenaron de balas, balas de rabia, porque habían podido acabar con su cuerpo pero no con su vida.

    43 años después seguimos dando gracias por su vida, seguimos pensando que merece la pena haberlo conocido, que su vida no fue baldía, y le seguimos pidiendo por su pueblo, las palabras de su última homilía, siguen presentes, pedimos en su nombre “que cese la represión”, que no se responda a la violencia con más violencia, porque la violencia es negativa venga de donde venga y en ningún caso se puede justificar. Nos seguimos acogiendo a su proyecto y le seguimos rezando. Hoy Monseñor pedimos por el pueblo salvadoreño, seguimos pidiendo justicia para la Tierra Santa de El Salvador. Te seguimos diciendo que nos eches una mano, que hagas posible que la paz y la justicia puedan llegar a esta martirizada tierra, que la pobreza termine y que todos los salvadoreños y salvadoreñas, puedan ser tratados como se merecen, con la dignidad de todo ser humano.

Monseñor, como tú ya decías, nosotros solos no podemos, necesitamos la ayuda de Dios Padre-Madre y de tu misma intercesión. Te pedimos el milagro de la justicia y la paz para toda nuestra tierra. Que la Tierra Santa de El Salvador, tierra de mártires, pueda llegar a ser algún día tierra de igualdad, tierra de vida, esa es nuestra esperanza y ese es nuestro deseo a los 43 años de tu martirio. Te sentimos cerca, te sentimos a nuestro lado, te sentimos resucitado en nuestro pueblo, ayúdanos a mantener la esperanza y a ser siempre lo que tú fuiste, voz de los sin voz, que los cristianos y cristianas salvadoreños, que toda la iglesia salvadoreña sea la Iglesia de los pobres, la que tú nos enseñaste, que defienda siempre al pueblo, esa Iglesia en la que tu ofreciste la vida y en la que sigues resucitado. “San Romero de América, pastor y mártir nuestro, nadie podrá callar tu última homilía” (Pedro Casaldáliga)

La cárcel y los pobres

En la cárcel están los pobres. Los pobres están en la cárcel

(Parece una tautología. Pues no es tal)

Cárcel

«Me gustaría tener una conversación larga; un diálogo, o varios, sobre la pobreza en el mundo. Pero concretando por grupos de empobrecidos. Por ejemplo: ¿Son las cárceles lugares de pobreza hoy, aquí y también en el mundo? ¿Cómo está eso?»

«¿En la cárcel sólo hay pobres?  ¿Y en el caso de las mujeres hay alguna diferencia en esto? ¿Qué le aporta la cárcel a cualquier preso/a?»

«Ni tenemos instrumentos e instituciones de acogida y reinserción y resocialización. Ni personal especializado suficiente. ¿Es la cárcel un fracaso colectivo pero con muchos intereses de todo tipo detrás?»

«Claro que no les aporta nada de lo que se debía. Nos hace peores a todos»

Por | Xaquín Campo Freire

Xaquín, desearía hablar contigo de algo que me está preocupando. El domingo, 13-11-2022, fue la Jornada Mundial de los Pobres. El Obispo de Mondoñedo Ferrol escribió: “La cercanía a los pobres hace que nos preguntemos sobre lo importante y fundamental en la vida; nos permite quitar nuestras máscaras y alejarnos de la superficialidad para provocarnos al amor auténtico”. Y tiene razón.

Me gustaría tener una conversación larga; un diálogo, o varios, sobre la pobreza en el mundo. Pero concretando por grupos de empobrecidos. Por ejemplo:

¿Son las cárceles lugares de pobreza hoy, aquí y también en el mundo? ¿Cómo está eso? El Papa dijo: “Frente a los pobres no se hace retórica”. Hay que pisar realidad. Se quieres comenzamos haciendo con calma como una visita virtual a la cárcel, un lugar donde solo hay cantidad de pobrezas variadas, pero reales todas ellas: La soledad, el desamor, los miedos, la falta de libertad, enfermedades varias, los más diversos desarraigos, la desconfianza, las fracturas familiares, los enfermos psiquiátricos, los trastornos de conducta, etc.

«La fábrica del llanto y el telar de lanas lágrimas”, como dijo Miguel Hernández»

Sí. A mi casi me gustaría más ir formulándote preguntas concretas. Sí. Algo así como esa ‘visita virtual’. Aunque pienso que va a dar para varias sesiones.

¿En la cárcel sólo hay pobres? Psicosociológicamente proceden mayoritariamente de sectores empobrecidos, ya desde la propia infancia. Sí. Ya vienen de ambientes pobres o son víctimas de varios infortunios empobrecedores previos: Las hipotecas, los desahucios, los cierres de empresas, malas gestiones o despilfarros económicos, alcohol, drogas, ludopatías, no inculturados, inmigrantes, maltrartadas/os, los/as sin trabajo, deudores, hipotecas, víctimas de especulaciones financieras, enfermos de todo tipo, conflictos familiares y de pareja. Casi todos proceden de barriadas de clases desfavorecidas o de sectores pobres y empobrecidos.

También están aquellos que cuando llega una crisis económica o desahucio son despedidos del trabajo, o no pueden con los créditos, tienen muchos hijos, son inmigrantes, etc. Como en la crisis del 2008 o la pandemia; o ahora con la guerra, etc. “Para los pobres siempre es noche”. “Siempre los pilla el toro”.

«Algunos ricos también van a la cárcel pero su estancia, aun estando en el mismo patio, celda o vida común, las angustias son diferentes. Si lees el libro ‘Memorias de un preso’ de Mario Conde te darás cuenta de esto»

Y sobre todo están los de tipo psiquiátrico en diversos grados y diagnósticos o incluso sin diagnosticar y por tanto sin ningún tratamiento adecuado ya desde la infancia o de la adolescencia.

Algunos ricos también van a la cárcel pero su estancia, aun estando en el mismo patio, celda o vida común, las angustias son diferentes. Si lees el libro “Memorias de un preso” de Mario Conde te darás cuenta de esto.

¿Y en el caso de las mujeres hay alguna diferencia en esto? Sí. De entre esos pobres, desde siempre, están el caso de las mujeres encarceladas y también los menores. La mayoría son aún más pobres. Y están las víctimas de la trata de seres humanos. España es uno de los países con los mayores negocios. Piensa en todas las cárceles. También en las cárceles de fuera: de los pisos o lugares de comercio y explotación sexual y otros por el estilo. ¡Son cárceles!

Nadie puede querer una hija, una madre, hermana o abuela en esos lugares. Precisamente por ser mujeres y menores. Para ellas la cárcel ya llegó más temprano. La vida las marginó más, las excluyó y las rompió ya muy pronto. A muchos ya justo al nacer. Luego, el tiempo de la condena siempre llega y se presenta más dura de cumplir la estancia en la cárcel o reformatorio, por ser mujeres y menores, es decir, más vulnerables. También está el negocio del juego. Los sociólogos y los que nos movemos por el interior de las cárceles sabemos de esta realidad. Es suficiente con entrar cualquier día en Google y seleccionar aquellos estudios de autores que veamos serios, con artículos imparciales, más objetivos y documentados. Están ahí a nuestra disposición. Y no le demos más vueltas.

Te diré más. Muchas de estas nuestras hermanas pobres ya nacieron físicamente en las cárceles, de madres gestantes en prisión. Una pobreza multiplicada. Hasta los tres años viven con ellas en las prisiones llamadas ‘humanizadas’, pero sin libertad. Llevan la cárcel, no en el ADN físico, pero casi. Los primeros apegos y las primeras intuiciones, que van grabadas en el subconsciente, serán las de la cárcel. Y los desapegos que vienen a continuación serán consecuencia de esa realidad y aparecen sucesivamente las primeras tomas de conciencia con el crecimiento evolutivo. Ya el mismo salir, que para el niño/a llega de un día para otro, de repente. E irán posteriormente a los vis a vis a la cárcel, si no quedan muy lejos los tutores, que al ser pobres, depende del tiempo que puedan librar y de la economía. Los desplazamientos son caros, seguramente con pernoctas, y con riesgos. “Y todo para dos horas”. ¿De verdad vale la pena, dicen, hacer sufrir al niño y a la madre, cuyas despedidas luego son un drama desgarrador para todos? Y los mismos bebés irán preguntando paulatinamente: ¿Y por qué mamá está ahí y no viene para casa? ¿Es que ya no nos quiere?

Otras veces, aun estando relativamente cerca, (80 quilómetros sencillos; 160 en total), no podrán, por pobreza, ir con frecuencia semanal a esa visita a la cárcel donde está la mamá, con el trauma de la separación y falta de frecuencia de trato para todas y todos. Si no castigan a la madre con la suspensión del encuentro por ‘su comportamiento’. El niño/a va creciendo en esas circunstancias. Ya alguien les dirán, más temprano que tarde, en la barriada o en el colegio o incluso en la misma familia: “¡tú eres un hijo/a de la cárcel!”. “Dicho en Román paladín y bíblico: “¡acuérdate que eres polvo y al polvo vas a volver!”. O en clarito castellano: “Está de Dios que la cabra tira al monte”.

¿Qué le aporta la cárcel a cualquier preso/a? Nunca a problemas complejos se deben presentar soluciones simples. Ni como políticos ni como sociedad de opinión. El problema es muy diverso y amplio. La cárcel es “la grande purga de Benito”: Vale para todos los desajustes conductuales. Es el ‘sistema-parche’ general y universal que nosotros, como sociedad, hemos creado para solucionar todas las disonancias conductuales, sean ellas cuáles sean: “¡Venga ya! ¡A la cárcel! ¡Que nos los quiten de delante!”. Y no vale culpabilizar luego al funcionariado. Puede haber casos aislados con problemas, como en todo colectivo, pero no es culpa de ellos. Son problemas estructurales.

«¡Venga ya! ¡A la cárcel! ¡Que nos los quiten de delante!»

Se intentó con el art. 25, § 2, de la Constitución afrontar el problema. Pero ahí se quedó. Gran parte de las leyes que se debían ir desarrollando y/o crear institucionalmente los medios para las distintas respuestas adecuadas por sectores y grupos de problemas, están sin desarrollar. Pongo por caso toda la sanidad psiquiátrica pública y las respuestas adecuadas para toda la población, por sectores parciales, con instituciones para diagnósticos precoces y preventivos y con respuestas y terapias idóneas. Hay, por ejemplo, ‘cárceles-granja’ para psiquiátricos con buenos resultados. Pero hay que invertir en personal especializado y en medios.

Pero todo eso sigue ahí dentro de la sanidad general, limitada a los Centros de Salud, como una gripe o un catarro común. Y conste que los sanitarios de estos Centros hacen muchísimo más de lo que pueden. Pero van allá más de cuarenta años. Y cuando llegan los problemas,… ‘cada uno que se entienda’. Los pobres nunca tendrán medios para ir a la sanidad privada y especializada, muy cara ella ya desde las primeras consultas y no digamos luego las terapias en régimen de internamiento. Que tampoco están bien orientadas. ¡Están al máximo lucro! Pero somos principalmente nosotros, la sociedad civil, los algo más que presuntos implicados.

Solo sabemos repetir como grito común: “Que se pudran en la cárcel”. Victimizamos vindicativamente. Si a un niño en vez de mandarlo a la escuela lo mandamos a cuidar del ganado no le podemos luego exigir que esté preparado con la EXB o el Bachillerato. No está ni en el sitio ni con el tiempo adecuado.

Muchos de los reclusos, de ser gente con problemas, los retiramos de la sociedad con juicios legales, (faltaría más), por discordantes sociales o peligrosos inadaptados. Pero no van para el sitio en el que se les ayude a curarse, rehabilitarse, reeducarse, reinsertarse y resocializarse. Ni cuando salen nosotros los acogemos en la sociedad para poder valerse por sí mismos.

«¿Sabes, por ejemplo, que está creciendo el número de reclusos que no quieren dejar la cárcel porque no se creen capaces de salir adelante y, por miedo, prefieren seguir presos?»

Ni tenemos instrumentos e instituciones de acogida y reinserción y resocialización. Ni personal especializado suficiente. ¿Sabes, por ejemplo, que está creciendo el número de reclusos que no quieren dejar la cárcel porque no se creen capaces de salir adelante y, por miedo, prefieren seguir presos?

Pero llegado el día se les echa. Y para regresar “a su casa”, el penal, tienen que re-delinquir gravemente. También está constatado que un sector, no pequeño, salen peor. Allí se han preparado mejor para delinquir de nuevo como solución para sobrevivir y que ellos mismos te dicen que tienen claro que serán reincidentes.

Ellos están dentro de un sistema que todos nosotros, sociedad civil, preparamos como la grande solución para todo: “¡Que se pudran ahí!, gritamos alto y al unísono. Dicho todo el anterior, claro que no les aporta nada de lo que se debía. Nos hace peores a todos.

¿Es la cárcel un fracaso colectivo pero con muchos intereses de todo tipo detrás? Muchos especialistas serios en estos temas dicen que hay que ir a otras formas de tratar toda la inadaptación y la desadaptación social.

«Otra justicia es posible. Otro cumplimiento de las penas es posible»

Seguimos hablando otro día. Se me hace tarde. Cuídate.

Somos una pasión esperanzada, no pasión inútil

Faus: «El objeto del amor de Dios es el mundo, no la Iglesia»

Búsqueda De Dios Aamir Suhail

Hablando con gentes que buscan “algo más”, en las que el vacío es casi una herida, que quieren volver, pero no saben a dónde…, he pensado a veces en remitirlos directamente al evangelio

Los humanos podemos tener pequeñas experiencias de comunión: asombrosas a veces pero relativas y finitas. Hasta dónde puede llegar ese atisbo nuestro en el Ser Infinito y Absoluto, no podemos ni imaginarlo. Solo cabe el asombro adorador, sobrecogido y confiado ante esa Buena Noticia

El anuncio cristiano se atreve a decir que no somos una pasión inútil, sino una pasión esperanzada

Por José I. González Faus

Hablando con gentes que buscan “algo más”, en las que el vacío es casi una herida, que quieren volver pero no saben a dónde porque (me dicen) la catequesis que recibieron ni les sirvió ni la recuerdan…, he pensado a veces en remitirlos directamente al evangelio. Pero tampoco eso es fácil: porque los evangelios, por inspirados que sean, tampoco se libran del sello y los tonos de hace veinte siglos. Pues Dios actúa siempre respetando lo humano, y no sustituyendo lo humano.

Quiero proponer por eso un resumen de lo que quieren decir los evangelios, con la aportación de cada uno y comenzando por el último:

1.- “Dios ama tanto a este mundo que le envió a su Hijo no para condenar al mundo sino para salvarlo” (Jn 3). El objeto del amor de Dios es el mundo, no la Iglesia. La Iglesia, si no es una señal viva y eficaz de ese amor, es infiel a Dios.

2.-¿Qué significa ese amor de Dios al mundo? Pues que: “dichosos los pobres, los hambrientos, los que lloran; y malditos los ricos, los hartos y los que persiguen a los anteriores” (Lc 6).

3.- ¿Qué significa eso para cada ser humano? Pues que dichosos los que ante la situación anterior reaccionan con un hambre de justicia que brota de la misericordia y con una misericordia que llega hasta el hambre y sed de justicia, con todas las consecuencias que de ahí puedan seguirse (Mt 5; y si eso no queda bastante claro puede añadir el lector la célebre frase de Mt 25: “tuve hambre y Me disteis de comer: a Mí me lo hicisteis”.

4.-¿Qué consecuencias puede tener esa opción para nosotros? Pues que (inesperadamente) alguna vez gritemos “pase de mí este cáliz” y “Dios mío ¿por qué me has abandonado?” (Mc 14 y 15).

Desde este marco pueden leerse los evangelios como cada cual guste. Añadiendo, por si ayuda a decidir, que el Jesús de Marcos es el de la libertad, el de Lucas el de la misericordia (por eso la pasión de Marcos es un drama más existencial y la de Lucas tiene más pinceladas políticas). El de Mateo es el Jesús de la unidad de la historia (de ahí la forma como está construido y sus aparentes contradicciones). Y el de Juan es la afirmación de que, en esos tres rasgos, se revela Dios.

La Trinidad

Puede quedar una última pregunta para todos los que intentan volver: ¿qué caray es eso de la Trinidad? Pues recuerdan que aprendieron a santiguarse “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu”, sin saber lo que decían.

Un detalle significativo, previo a la respuesta: los grandes místicos han sido por lo general profundamente trinitarios. Los intelectuales y los teólogos no demasiado. Y es que la Trinidad significa más o menos esto: el Nuevo Testamento concluye con la frase: “Dios es Amor”. Y eso significa: la Clave Última de todo lo que existe (llámala Dios o como quieras llamarla), es un Misterio de Comunión Infinita y Absoluta. Eso es todo.

Jesús

Los humanos podemos tener pequeñas experiencias de comunión: asombrosas a veces pero relativas y finitas. Hasta dónde puede llegar ese atisbo nuestro en el Ser Infinito y Absoluto, no podemos ni imaginarlo. Solo cabe el asombro adorador, sobrecogido y confiado ante esa Buena Noticia.

Porque se trata de una gran noticia. Que sale al encuentro de la lucidez de un Sartre, cuando proclama que “el hombre es una pasión inútil”: porque somos una pasión de Absoluto y el Absoluto no existe. El anuncio cristiano se atreve a decir que no somos una pasión inútil, sino una pasión esperanzada.

La economía del Evangelio

El Papa: Necesaria economía que escuche el grito de los pobres y de la tierra

El Pacto con los jóvenes: Volver a la economía del Evangelio
Pacto con los jóvenes: volver a la economía del Evangelio

La capacidad de cuestionar el actual modelo de desarrollo: es lo que espera el Papa Francisco de los jóvenes economistas, empresarios y empresarias reunidos en Asís, procedentes de más de 100 países, para el primer encuentro en presencia de la Economía de Francisco. La situación mundial actual exige nuevos paradigmas económicos que pongan en el centro a los pobres, el medio ambiente y el trabajo

Vatican News

«He esperado más de tres años este momento, desde cuando el primero de mayo de 2019, es escribí la carta con la que los he llamado y que después los ha traído aquí a Asís. Para muchos de ustedes – acabamos de oírlo – el encuentro con la Economía de Francisco ha despertado algo que ya tenían dentro». Así comienza el Papa Francisco su discurso a los jóvenes llegados numerosos a Asís para participar por primera vez, de forma presencial, en el proyecto Economy of Francesco.

“Y cuando un joven ve en otro joven su propia llamada, y luego esta experiencia se repite con cientos, miles de otros jóvenes, entonces se hacen posibles grandes cosas – afirma el Papa – incluso esperar cambiar un sistema enorme y complejo como la economía mundial”.

Es fuerte la convicción del Santo Padre, que les dice: “Ustedes, los jóvenes, con la ayuda de Dios, saben hacerlo, lo pueden hacer; los jóvenes lo han hecho otras veces en el curso de la historia”.

Una economía amiga de la tierra y de la paz

El Papa constata que la juventud de hoy está viviendo “en una época que no es fácil”, marcada por crisis medioambiental, pandemia y guerras. “Nuestra generación – afirma – les dejó en herencia muchas riquezas, pero no hemos sabido cuidar el planeta y no estamos cuidando la paz”. Y agrega:

Ustedes están llamados a convertirse en artesanos y constructores de la casa común, una casa común que está «cayendo en la ruina». Una nueva economía, inspirada en Francisco de Asís, hoy puede y debe ser una economía amiga de la tierra y una economía de paz.

La profecía y los jóvenes

Continuando su discurso, el Obispo de Roma manifiesta su aprecio por la elección de modelar este encuentro sobre la profecía. Y observa que “la vida de Francisco de Asís, después de su conversión, fue una profecía, que continúa también en nuestro tiempo” y que “la Biblia, la profecía tiene mucho que ver con los jóvenes”. Samuel, Jeremías y Ezequiel eran jóvenes y según las Escrituras, dice el Papa, “los jóvenes son portadores de un espíritu de ciencia e inteligencia”.

De hecho, cuando a la comunidad civil y a las empresas les faltan las capacidades de los jóvenes, toda la sociedad se marchita, y la vida de todos se apaga. Falta creatividad, falta optimismo, falta entusiasmo. Una sociedad y una economía sin jóvenes son tristes, pesimistas, cínicas. Pero gracias a Dios ustedes están: no sólo estarás mañana, sino que están hoy; no son sólo el «todavía no», son también el «ya», son el presente.

La tierra arde hoy, es necesario un cambio en todos los niveles

“Una economía que se deja inspirar por la dimensión profética se expresa hoy en una nueva visión del medio ambiente y de la tierra”, añade el Papa constatando que son muchas las personas, las empresas y las instituciones que “están haciendo una conversión ecológica”. Por eso llama a “avanzar por este camino, y hacer más”. “Hay que cuestionar el modelo de desarrollo”.

La situación es tal que no podemos sólo esperar a la próxima cumbre internacional: la tierra arde hoy, y es hoy cuando debemos cambiar, en todos los niveles.

Necesario un cambio urgente

Recordando el trabajo realizado por los jóvenes sobre “la economía de las plantas”, constata cómo el paradigma vegetal contiene un “enfoque diferente con respecto a la tierra y el medio ambiente”. “Las plantas – nota – saben cooperar con todo el ambiente de su entorno, e incluso cuando compiten, en realidad están cooperando por el bien del ecosistema”. El Pontífice espera que los jóvenes sean capaces de salir del paradigma económico siglo XX:

Aprendamos de la mansedumbre de las plantas: su humildad y su silencio pueden ofrecernos un estilo diferente que necesitamos urgentemente.  Porque, si hablamos de transición ecológica, pero nos quedamos en el paradigma económico del siglo XX, que depredó los recursos naturales y la tierra, las maniobras que adoptaremos serán siempre insuficientes.

Nuevo coraje para acelerar el desarrollo de fuentes de impacto cero

Francisco nota que la Biblia está está llena de árboles y de plantas, “desde el árbol de la vida hasta el granito de mostaza. Y San Francisco, precisa, nos ayuda con su fraternidad cósmica con todas las criaturas vivas”.

Nosotros, los humanos, en los dos últimos siglos, hemos crecido a costa de la tierra. A menudo la hemos saqueado para aumentar nuestro bienestar, y ni siquiera el bienestar de todos. Es éste el tiempo de un nuevo coraje para abandonar las fuentes de energía fósiles, para acelerar el desarrollo de fuentes de impacto cero o positivo.

La desigualdad también contamina mortalmente a nuestro planeta

“Es necesario un cambio rápido y decisivo. ¡Cuento con ustedes! ¡No nos dejen tranquilos, y dennos el ejemplo!”, afirma el Santo Padre al tiempo que recuerda que “la sostenibilidad es una realidad con diversas dimensiones”:  la dimensión medioambiental y las dimensiones social, relacional y espiritual.

“La dimensión social comienza a ser reconocida lentamente: nos estamos dando cuenta de que el grito de los pobres y el grito de la tierra son el mismo grito”, añade, citando lo que ha escrito en la Laudato si’ para llamar la atención a tener en cuenta “los efectos que algunas opciones medioambientales tienen sobre la pobreza”.

No todas las soluciones medioambientales tienen los mismos efectos sobre los más pobres y, por lo tanto, hay que preferir aquellas que reducen la miseria y las desigualdades. Mientras intentamos salvar el planeta, no podemos descuidar al hombre y a la mujer que sufren. La contaminación que mata no es sólo el del dióxido de carbono, la desigualdad también contamina mortalmente a nuestro planeta.

Francisco durante su discurso a los jóvenes congregados para el encuentro Economía de Francisco

Francisco durante su discurso a los jóvenes congregados para el encuentro Economía de Francisco

Hay una carestía de felicidad

“Mientras intentamos salvar el planeta, no podemos descuidar al hombre y a la mujer que sufren”, continúa el Papa. También hay una insostenibilidad de nuestras relaciones, recuerda. “Especialmente en Occidente, las comunidades se vuelven cada vez más frágiles y fragmentadas”. “¡Las soledades son un gran negocio en nuestra época!, pero así genera una carestía de felicidad”, denuncia el Papa, y hace hincapié en la “insostenibilidad espiritual de nuestro capitalismo”. El primer capital de toda sociedad es el espiritual, asegura, “porque es el que nos da las razones para levantarnos cada día e ir al trabajo y genera la alegría de vivir que también es necesaria para la economía”.

Nuestro mundo está consumiendo rápidamente esta forma esencial de capital acumulada durante siglos por las religiones, las tradiciones sapienciales y la piedad popular. Y así, sobre todo los jóvenes sufren por esta falta de sentido: a menudo frente al dolor y a las incertidumbres de la vida, se encuentran con un alma empobrecida de recursos espirituales para elaborar sufrimientos, frustraciones, decepciones y lutos. La fragilidad de muchos jóvenes proviene de la falta de este precioso capital espiritual: un capital invisible pero más real que los capitales financieros o tecnológicos.

Los pobres, protagonistas del cambio

En la ciudad del santo de Asís, que dedicó su vida a los pobres, el Papa se detiene en la pobreza. ”Hacer economía inspirándose en él significa comprometerse a poner a los pobres en el centro” y a mirar la economía a través de ellos.  “Una economía de Francisco, afirma el Papa, no puede limitarse a trabajar para o con los pobres”. Es necesario “abrir nuevos caminos para que los mismos pobres se conviertan en los protagonistas del cambio”. “San Francisco, nota el Papa, no sólo amaba a los pobres, sino también amaba la pobreza”.

Nuestro capitalismo, en cambio, quiere ayudar a los pobres, pero no los estima, no entiende la paradójica bienaventuranza: ‘bienaventurados los pobres’. Nosotros no debemos amar la miseria, es más, hay que combatirla, ante todo creando trabajo, trabajo digno. Pero el Evangelio nos dice que sin estimar a los pobres no se combate ninguna miseria. Y, en cambio, es de aquí desde donde debemos partir, también ustedes empresarios y economistas: habitando estas paradojas evangélicas de Francisco.

Las tres indicaciones del Papa Francisco

Y a la luz de esta reflexión, Francisco deja a los jóvenes “tres indicaciones de recorrido”:  “mirar el mundo a través de los ojos de los más pobres”, “no olvidarse de los trabajadores y crear trabajo” y “la encarnación, un compromiso concreto y cotidiano”.

Pero para tener los ojos de los pobres y de las víctimas hay que conocerlos, hay que ser sus amigos. Y, créanme, si se hacen amigos de los pobres, si comparten su vida, también compartirán algo del Reino de Dios, porque Jesús dijo que de ellos es el Reino de los cielos, y por esto son bienaventurados.  Y lo repito: que sus elecciones cotidianas no produzcan descartes.

El saludo del Papa a una joven participante en la Economía de Francisco

El saludo del Papa a una joven participante en la Economía de Francisco

La oración del Papa por los jóvenes

El Pontífice concluye su discurso a los chicos y chicas economistas, empresarios y empresarias que se han encontrado hoy en Asís rezando una oración para invocar la bendición del Señor sobre ellos y sus proyectos:

Bendícelos en sus empresas, en sus estudios, en sus sueños; acompáñalos en sus dificultades y en sus sufrimientos, ayúdalos a transformarlos en virtud y sabiduría. Sostén sus deseos de bien y de vida, sostenlos en sus decepciones frente a los malos ejemplos, haz que no se desanimen y continúen en el camino. Tú, cuyo Hijo unigénito se hizo carpintero, dónales la alegría de transformar el mundo con el amor, con el ingenio y con las manos. Amén

Pobreza cristiana, una riqueza

El tema no es riqueza ni pobreza, sino amor mutuo y vida compartida

Que los pobres reciban la buena noticia del evangelio de la vida, y que ellos a su vez nos  evangelicen: que  perdonen y enriquezcan a los ricos, transmitiéndoles  el evangelio de la bendición, del amor y la abundancia compartida, en esperanza de resurrección

Por| X. Pikaza

— Hay pobrezas que podrían ser resueltas, con cierta facilidad, si los hombres quisieran,

así, por ejemplo, el hambre, si los hombres y mujeres quisieran, si el sistema económico cambiara; también podrían curarse ciertas enfermedades infecciones, con una medicina preventiva generalizada, y un tipo de opresión política… si todos los hombres pactaran, y cambiara el sistema.

— Pero hay otras «pobrezas» que son más difíciles de resolver, pues algunas parecen connaturales a la vida humana, así por ejemplo cierto tipo de soledad (que puede ser buena… o mala) y algunas enfermedades mentales (psicológicas, de psicosis, neutosis etc. , 
Teniendo ese presente, he querido poder de relieve varios  elementos y/o tipos de pobreza, desde la perspectiva de la Biblia (y en especial del mensaje de Jesús), tipos que podrían (deberían) ser más concretamente estudiados y aplicados, desde una perspectiva social, económica y política de la actualidad.

Jesús centró su mensaje en la llegada del Reino de Dios, de un Reino que es buena nueva para los pobres y expulsados del sistema social y sanitario, religioso y político de su tiempo. De una forma lógica, sus discípulos, sobre todo los de tendencia helenista, interpretaron su vida y mensaje como evangelio, buena nueva de Dios para los pobres, tal como indican, de un modo especial, Pablo (cf. Gal 1, 6-11; Rom 1, 15-17) y Marcos (cf. Mc 1, 14-15; 13, 10; 14, 9).

(1) Los pobres, contenido del evangelio

Esta certeza de que el tiempo se ha cumplido y de que irrumpe el reino de Dios como victoria de la vida y de la gracia de Dios sobre la muerte llena toda la historia de Jesús y funda¬menta, de manera radical, sus gestos y palabras. Esta certeza es la razón de su mensaje, su ipsissima vox, el signo básico de su vida. A partir de aquí han de interpretarse sus restantes palabras de promesa y esperanza: el perdón, las curaciones y, sobre todo, el anuncio de la bienaventuranza para los pobres, que ahora destacamos «Felices vosotros, los pobres, porque es vuestro el reino de Dios. Felices vosotros, los que ahora tenéis hambre, porque os saciareis. Felies los que ahora lloráis, porque reiréis» (Lc 6, 20-21).

Los discípulos del Bautista le preguntan: «¿Eres tú el que ha de venir?». Jesús responde: «Anunciad a Juan lo que oís y veis: los ciegos ven y los cojos andan; los leprosos quedan limpios y los sordos oyen; os muertos resucitan y los pobres son evangelizados ¡Y feliz aquel que no se escandalice de mí!» (Mt 11, 4-6; Lc 7, 22-23).

(2) ¿Qué hacer a, con, los pobres?

Las palabras del texto anterior, formuladas probablemente por la iglesia, definen el sentido y tarea del evangelio de Jesús, tal como lo han vivido y expandido las comunidades más antiguas, presentando a los enfermos, pobres y a los muertos como destinatarios de las  «obras de Mesías».
(a) Cuidar/curar a los enfermos (cf. Is 35, 5-6; 41, 7). Ellos son, sin duda, los primeros pobres. Es indudable que Jesús ha curado a cojos y ciegos, ¬sordos y leprosos; pues bien, esa curación aparece aquí enmarcada en un contexto de evangelio, es decir, de buena noticia salvadora.
(b) Ofrecer a los pobres  la buena noticia de la vida (cf. Is 61, 1). Esta palabra asume el mensaje de la palabra anterior (curar al los enfermos) y la amplía, pues el concepto de pobre asume y amplía el signo anterior de los enfermos: pobres son todos los que sufren por diversas carencias materiales y sociales, como los hambrientos y llorosos de Lc 6, 20-21.
Así lo ha interpr¬etado Lc 4, 18 ss, cuando presenta la misión de Jesús en Nazaret, su pueblo. Entra en la sinagoga, toma el rollo de Isaías y proclama: «El Espíritu del Señor está sobre mí; por eso me ha ungido para evangelizar a los pobres, me ha enviado para anunciar la libertad a los cautivos, para dar la vista a los ciegos, para liberar a los contribulados, para anunciar el año de gracia del Señor» (Lc 4, 18-19).
La buena noticia para los pobres se vincula aquí con la curación de los enfermos, la liberación de los cautivos y el anuncio del año de gracia, es decir, el perdón universal de Dios, abierto a todos, sin venganza contra los enemigos de Israel, como suponía el texto base de Is 61, 2. Eso significa que los pobres no se identifican con los israelitas, sino con todos los necesitados del mundo, superando las fronteras entre Israel y las naciones. El evangelio no ratifica la distinción entre judíos y gentiles, sino que se abre, desde los pobres, a todos los hombres y mujeres. Por eso suscita escándalo, de forma que los nazarenos quieren matar a Jesús, pues rechazan su forma de anunciar la salvación a los pobres (cf. Lc 4, 22-30). Los nazarenos de todos los tiempos han querido silenciar el evangelio; pero el mensaje y camino de Jesús ha seguido resonando en el mundo.

(3) Para seguir pensando. Terminología bíblica
Según la Biblia, la riqueza es don de Dios, pero ella puede convertirse en un peligro, haciéndose principio de idolatría (mamona), allí donde domina al hombre, dirigiendo y definiendo su existencia individual y social. En ese sentido, la salvación de Dios se expresa y realiza a través de una pobreza que se entiende no como negación ascética de bienes, sino como gratuidad, es decir, como experiencia de vida compartida.
De manera consecuente, la pobreza evangélica forma parte de una experiencia de amos y sólo tiene sentido allí donde se vincula con un gesto de servicio a los demás, a favor de la vida. Bíblicamente, los pobres tienen un sentido y una esperanza porque Dios se pone al servicio de ellos, iniciando un camino de liberación, que puede y debe expresarse en este mundo Desde aquí podemos empezar evocando algunos términos más significativos para hablar de la pobreza en el Nuevo Testamento y especialmente en Mateo,
(a) Penes, es el pobre en sentido básicamente material, como hombre necesitado, pero puede vivir sin mendigar, es decir, con un trabajo duro.
(b) Ptojôses aquel que carece de todo, de manera que sólo puede vivir como pordiosero. Esa palabra puede recibir, además, un sentido espiritual, de manera que puede hablarse de los pobres de espíritu, es decir, por opción propias (cf. Mt 5, 3; 11, 5; 19, 21; 26, 9.11; cf. viuda pobre de Mc 12, 42).
(c) Paidiones el niño indefenso, en sentido físico y social; aparece en sentido básico como ser necesitado que ha de hallarse en el centro del cuidado de la iglesia (cf. Mt 18, 2-4; 19, 13-14).
(d) Mikroses el pequeño, en un sentido más social; significadamente el evangelio ha vinculado a los niños con los pequeños, es decir, con los poco importantes, dentro de la comunidad; ellos han de ser objeto especial del cuidado de la iglesia.
(e) Nepios es también el pequeño, pero en sentido más social y espiritual. Junto a estos tipos de pobreza, el evangelio ha presentado otras muchas, vinculadas a la impureza y al pecado, a la exclusión social y a la enfermedad.
Estas  pobrezas aparecen condensadas de manera clásica en Mt 25, 31-46 (hambre-sed, exilio-desnudez, enfermedad-cárcel). Ellas definen al hombre como ser necesitado, expresiòn del Dios que se introduce en las pequeñez/necesidad de los hombres para iniciar con ellos un camino de liberación, de elevación y sanación de la vida.  
(4) El pobre como el más pequeño (elakhistos).
Ese término se empleaba originalmente como superlativo de mikros (pequeño), ha pasado a tener el sentido de alguien que es insignificante y sin importancia.  En esa línea, en  en Mt 25, 40.45: los elalkhistoi, pequeños, forman el espacio de presencia del gran juez, son mediadores de reino o de condena.  
En esa línea a grandeza o salvación del hombre está relacionada con las obras de asistencia que se hacen a los más pequeños. Ellod, como más pequeños y necesitados son sitno del Dios que se encarna en el mundo, compañeros de Jesús.  s propia del hambriento y el sediento, del necesitado. Por medio de ellos empieza a revelarse el reino de Dios.

(5) El pobre como carente económico (ptokhos).
A la luz de la gran proclamación mesiánica de Lc 4, 18, ptokhoi, pobres, son originalmente los necesitados, los que no tienen medio propios para vivir, estando así a merced de la ayuda o presencia de otros.  La pobreza comotal, como necesidad humana, es signo del Dios que se na encarnado en el sufrimiento y pequeñez de los hombre, para iniciar desde y con ellos un camino de salvaciòn.
Esto es lo que Mt 25, 31-46 supone cuando afirma en solemne revela¬ción escatológica que los necesitados (los seis tipos de pobres: hambrientos, sedientos, desnudos…) son lugar de reino, hermanos del juez resucitado. Esta referencia al valor pre-eclesial, o mejor supra-eclesial de la pobreza aparece de manera clara en Mt 19, 21: «Si quieres ser perfecto vete, vende lo que tienes, dáselo a los pobres… y luego sígueme» (cf. Mc 10, 21; Lc 18, 22). Los ptokhoi o pobres a los que se alude aquí no son miembros de la propia familia, comunidad o nación, sino, sencillamente los necesitados, sea cual fuere su raza, patria o religión. 

(6) El pobre como niño. Paidíon.
Cercanos a los pobres (ptokhoí) están los paidia, niños, tanto por su impotencia como por su valor en ámbito de reino. De ellos habla un pasaje clave de la tradición sinóptica (Mc 10, 13-16 y Le 18, 15-17) que Mt reproduce en parte en 19, 13-15 y que explicita en 18, 1-6. Si unimos ambos textos obtenemos una visión de conjunto que consta de tres momentos.
(a) En el punto de partida es el valor del niño como niño, antes de toda pertenencia eclesial, antes de esfuerzo propio o toda fe objetivada en forma confesional. Lo que cuenta es la impotencia, es la necesidad de un niño cualquiera que se acerca a Jesús y recibe su bendición, porque «de éstos es el reino de los cielos» (Mt 19, 14-15).
Por eso, cuando en ám¬bito eclesial preguntan «¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?» Jesús quiebra con fuerza el círculo cerrado de la iglesia, esto es, de sus discípulos: toma un niño cualquiera y lo pone en el centro (Mt 18, 1; cf. Mc 9, 36; Lc 9, 47). Ese gesto vale más que todas las sentencias: importa el niño, esto es, el hombre como necesitado, pe¬queño e impotente. Frente a las palabras de autojustificación del legalismo judío o cristiano, frente al orgullo fariseo del que mide al hombre por sus obras, Jesús asume al niño como ámbito de reino, como signo de pre¬sencia trascendente. Sólo a partir de aquí se entiende lo que sigue, se comprende el gesto de 25, 31-46, cuando interpreta.
(b) El niño como signo de evangelio. Rompiendo el deseo de justificación por las obras, el evangelio invierte el sentido de la acción: frente al hombre que se quiere hacer mayor, Jesús sitúa la exigencia de vol¬verse como niños. Sólo así puede acogerse el reino en gesto de aper¬tura y gracia (cf. Mc 10. 15: Lc 18, 17): «En verdad os digo, si no cambiáis v os volvéis como niños no entraréis en el reino de los cielos» (Mt 18, 3). Lo mismo que se hablaba antes de «pobres en espíritu» ha de hablarse ahora de «niños en espíritu»: son los hombres que, vi¬viendo en este mundo y superando todo gesto de conquista imposi¬tiva, saben recibir en gratuidad el don del reino. Hay una especie de niñez espiritual que es propia del discípulo de Cristo y se precisa en actitud de aceptación y cultivo de la gracia.
(c) Acoger al niño. Esa infancia de espíritu ha de abrirse a la exi¬gencia de «ayudar al niño» (Mt 18, 5; cf. Mc 9, 37; Lc 9, 48). No basta con hacerse como niño, hay que acoger al niño porque es signo y expresión del Cristo. En un primer momento se corría el riesgo de entender al niño como expresión sentimental de plenitud; el segui¬miento de Jesús podría acabar tomándose como puro infantilismo. Pues bien, con esta nueva perspectiva cambia el orden del conjunto: sólo ha descubierto el valor del niño –y del necesitado– aquel que lo acoge como signo de Jesús, realizando en su favor un gesto de familia, de ayuda, de servicio. Del valor básico del niño derivan dos grandes consecuencias: una personal: exigencia de acoger al niño, en gratuidad, en apertura, en esperanza no impositiva; otra social: urgencia de ayudar gratuita¬mente a los necesitados, esto es, a los pequeños-niños. Nos hallamos todavía en un nivel que podemos llamar supraeclesial: antes de crear su propia comunidad,
Jesús ofrece un campo de evangelio y reino a todos los hombres marginados, pequeños, incapaces de vivir por sí mismos. Ellos son el gran destinatario del amor de Dios, lugar de su actuación privilegiada sobre el mundo. Esto significa que la urgencia de volverse como niños y acogerles (ayudarles; Mt 18, 3-5) se encuentra antes del mismo surgimiento de la iglesia, es una especie de cimiento de evangelio en el que debe sustentarse la existencia de todos los creyentes. Dicho de otra forma: no son los niños para la iglesia sino la iglesia para extender el evangelio de los niños (cristianos o no) que Jesús ha pregonado.
Sólo en un segundo momento puede y debe aplicarse el tema en la iglesia, entendida como espacio donde, partiendo del mensaje y presencia de Jesús, se vive en toda intensidad la gracia de la propia pequeñez como lugar de Dios y la exigencia de ayudar a los pequeños del entorno. Este es el rema que subyace en el cuerpo del discurso de Mt 18, precisado a través de la conversión del paidion (niño en general) en mikros (pe-queño; cf. Mt 18, 5-6). En ese fondo avanza Mt 25, 31-46: los seis tipos de pobres (en los que incluyen evidentemente los niños) no valen por ser cristianos, sino por ser necesitados, viniendo a presentarse de esa forma como signo del Dios de Jesús.

(7) El pobre como sencillo, pequeño (nepioi).
Jesús entra en el templo y expulsa a los mercaderes, enfrentándose con los sacerdotes y escribas, que responden como si fueran dueños de lugar, hombres importantes. Pues bien, Jesús les responde diciendo que la alabanza de Dios brota de los nepioi, de los sencillos, de los niños de pecho (cf. Mt 21, 16, con cita de Sal 8, 3 LXX.). Para Jesús, la casa de Dios no es lugar de sabios y grandes, sino de cojos, mancos, ciegos, de niños y sencillos. Ellos son los verdaderos señores y beneficiados de la santidad de Dios, el nuevo templo de Jesús, su iglesia (Mt 21, 14-16). En este contexto se sitúan los pequeños y los niños?
En un primer momento se les llama paidas (21, 15): son los de pequeña edad, aquellos que no tienen edad para conocer la ley, ni para cumplirla. Pues bien, estos ignorantes descubren con júbilo mesiánico el misterio de Jesús y le aclaman diciendo «hosanna al hijo de David». En este contexto, los mismos niños que antes aparecían como necesitados viene a presentarse como los verdaderos creyentes: son aquellos que están libres de prejuicios y así pueden abrirse a la gracia de Jesús y confiar en él; estos son los verdaderos nepioi, son pequeños y sencillos. En ese contexto recibe su sentido la palabra clave de Mt 11, 25 (cf. Lc 10, 21):

«gracias te doy, Padre… porque has ocultado estas cosas a los sabios y prudentes y se las has revelado a los sencillos o pequeños (nepioi)».

Precisamente aquellos que son como niños (paidia) aparecen aquí como nepioi, sencillos-pequeños; son aquellos que pueden aclamar a Jesús en su templo (cf. Mt 21, 15), porque han recibido un conocimiento más alto del don de la vida. Frente al sabio Israel, representado en las ciudades Cafarnaúm, Corozaím y Betsaida, que en su afán de elevarse hasta el cielo, negando a Jesús, se pierden a sí mismas (cf. Mt 11, 23) frente a la seguridad y prudencia de aquellos que buscan su propia justificación, se elevan ahora los pequeños, los pobres verdaderos, los que nada tienen.
Estos son los kopiôntes (fatigados) y pephortisménoi (cargados). No son niños en la edad; pero lo siguen siendo en apertura y confianza ante el misterio. Jesús mismo, como praus y tapeinos (manso y humilde), es uno de ellos: forma parte del grupo de los que no quieren destacar, sobresalir vio¬lentamente. Por eso, su comunidad no está formada por sabios y en¬tendidos, como pasa en Qumrán, sino por aquellos que son por necesidad pequeños (niños, necesitados) y por aquellos que saben hacerse pequeños en actitud de acogimiento, esto es, los praeis y por los nepioi (cf. Mt 5, 5; 11, 25.29).
Desde este fondo se entiende los elakhistoi, los más pobres y pequeños de Mt 25, 40.45: ellos son ante todo los necesitados, esto es, los hambrientos y sedientos, y, a su lado, con ellos, los sencillos (nepioi), es decir, aquellos que no se dan importancia a sí mismos y acogen en amos a los otros, a los necesitados. Sólo porque el reino (Jesús) está presente en los pequeños (ham¬brientos, sedientos, exiliados…) tiene sentido la actitud de peque¬ñez acogedora, agradecida, de los nepioi, es decir, de aquellos que viven en sencillez y acogen a los pobres.

(8) Los pobres como menores (mikroi).
Las observaciones anteriores se explicitan y culminan en la palabra mikrós-mikroi (pequeño, pequeños), que expresa y concretiza el sentido de de los niños (paidia) y de los pobres dentro de la iglesia (cf. Mt 18, 6.10.14). Este es el signo de los seguidores de Jesús frente, su nota distintiva frente a Juan Bautista (Mt 11, 11), su auténtica grandeza (Mt 10, 42).
En un sentido, los mikroi son pequeños sin más, de manera que no se pueden identificar con los discípulos de Jesús (lo mismo que pasa en Mt 25, 40.45 con los elekhistoi). Pero, en otro sentido, la forma de ser del mikros o pequeño define a los creyentes en la iglesia. Desde ese fondo se entiende el pasaje ya citado de Mt 11, 11 (cf. Lc 7, 28). originario del Q, donde se muestra que la superioridad de los cristianos frente a Juan Bautista no se funda en algún tipo de méritos o acciones más excelsas, sino en su misma pequeñez de discípulos mesiánicos del Cristo que ha querido asumir la condición de siervo y pequeño sobre el mundo.
Por eso, mikroteros (el más pequeño en el reino) es aquel que está más necesitado e indefenso: precisamente allí donde, en ámbito de reino, falta la grandeza personal y el valor conquistado por uno mismo, allí donde el hombre se limita a vivir del don de Jesucristo emerge la auténtica grandeza. De esa forma, el más pequeño viene a presentarse como el más grande, como sabe el texto programático de Mt 18, 6-14. Jesús ha comenzado hablando de los niños (paidía: cf. Mt 18, 2.5). Pero muy pronto pasa de los niños en general a los pequeños dentro de la iglesia (cf. Mt 18, 6) y así lo supone todo lo que sigue (cf. 18, 10.14).
Estos pequeños no son un tipo de discípulos especiales, con méritos propios, sino aquellos que por una razón especial se encuentran en condiciones de inferio-ridad frente al resto de los creyentes: son mikroi, los simples, los que carecen de firmeza y vagan en las mismas fronteras de la iglesia o de la sociedad, oprimidos por la tentación, el desaliento o el deseo de encontrar otros caminos en la vida. En ese contexto se dice:

«Y el que diere de beber un vaso de agua fría a uno de estos pequeños (mikrôn), en razón de que es dis¬cípulo, en verdad os digo que recibirá su recompensa» (Mt 10, 42).

(9) La iglesia casa de pobres que se hacen hermanos
La iglesia de Jesús no puede postular una verdad exclusivista, no se puede arrogar ninguna especie de ventaja o primacía que la venga a convertir en un objeto de servicio para el resto de los hombres, sino que asume y cumple, de manera condensada, una verdad que le desborda, el don y la exigencia del Mesías de los pobres. Desde este fondo pueden ponerse de relieve tres rasgos.
(a) Fundamentación mesiánica. Lo que Jesús dice de los pobres vale para todos los necesitados, sean o no cristianos y así lo pone de relieve Mt 25, 31-46 donde los pobres-pobres, por hecho de serlo (por ser hambrientos, sedientos, exilados, enfermos o encarcelados) son presencia mesiánica de Dios sobre la tierra.
(b) Experiencia eclesial. La iglesia no tiene ventajas sobre los pobres, ni sobre los restantes hombres y mujeres, sino el hecho de que ella sabe que el Mesías de Dios son los pobres. (c) Acción misionera Desde el momento en queella sabe que el Mesías se identifica con los pobres, la iglesia puede y debe comportarse de manera correspondiente.

Los cristianos saben que Jesús está en los más necesitados (cf. Mt 18, 6.10.14; 10, 42); por eso, ellos deben presentar y desplegar la iglesia como hogar donde los pobres son evangelizados, es decir, donde ellos viven la buena nueva del reino (cf. Mt 11, 5).

El evangelio de Mateo sabe que es preciso abrir el discipulado y ofrece la iglesia a todos los pueblos de la tierra (cf. Mt 29, 18), para que todos puedan vivir el evangelio. Pero esa apertura del evangelio a todos los pueblos sólo es posible allí donde los pobres aparecen como privilegiados (cf. Mt 10, 42; 18, 6.10.14) y como destinatarios del evangelio, que es buena nueva de salvación y plenitud para ellos (cf. Mt 11, 5). Desde ese fondo, la humanidad se divide en dos grupos que son: por un lado los pobres (hambrientos, sedientos) y por otro lado aquellos que sirven a los pobres, conforme a la palabra clave de Mt 25, 44: «¿Cuando te vimos hambrientos, sediento, desnudo, extranjero, enfermo o encarcelado y no te servimos (kai uo diêkonêsamen soi)?». Servir al Mesías de Dios en los pobres: esa es la verdad del evangelio, esta es la verdad de toda la Biblia

La Buena Noticia del Dgo. 26º-C

El peligro de las riquezas

El pobre Lázaro, invisible para el rico

Lectura de la palabra

Lucas 16, 19-31

Que escuchen a Moisés y a los profetas

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Había un hombre rico que se vestía de purpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día.

Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico.

Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.

Sucedió que se murió el mendigo, y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán.

Se murió también el rico, y lo enterraron. Y, estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán, y a Lázaro en su seno, y gritó: «Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. «

Pero Abrahán le contestó: «Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida, y Lázaro, a su vez, males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces.

Y además, entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros.»

El rico insistió: «Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento.»

Abrahán le dice: «Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen.»

El rico contestó: «No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán.

Abrahán le dijo: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.»»

Comentario a la Palabra:

Las riquezas del rico Epulón le han impedido ver al pobre Lázaro, que está sufriendo cerca de su puerta, y le han hecho insensible e indiferente.

El peligro es la despreocupación y la indiferencia, el no querer enterarse de tantos Lázaros que necesitan una mano tendida. La idolatría del dinero es incompatible con el seguimiento de Jesús y la opción por el Reino, ya que es causa de la dureza de corazón frente al pobre.

¿Escuchamos a Dios que nos habla en la Sagrada Escritura y que nos habla en los pobres? ¿La Palabra de Dios transforma realmente nuestras vidas?

Comentarios

Los dueños no, los perros se compadecían y aliviaban el sufrimiento de Lázaro lamiéndole las llagas.

Tras escuchar el pasado domingo aquellas palabras de Jesús: no podéis servir a Dios y al dinero, leemos hoy esta parábola del rico y el pobre Lázaro (Eleazar). Lázaro inspira una profunda compasión.

Todos somos ricos y tenemos Lázaros a nuestra puerta.

Lázaro significa: “Dios ayuda”. Si salimos de esta Eucaristía con la sensación de que Dios es nuestra ayuda en la vida (y en la muerte), será una dicha.

A propósito de ver

En las parábolas de la misericordia hay un denominador común Ver o no ver.

o El buen samaritano vio al herido y actúo, el sacerdote y el levita le vieron, pero dieron un rodeo y pasaron de largo.

o El padre, ve venir al hijo pródigo y se alegró, mientras que el hijo mayor cuando vio venir a su hermano, protestó y no quiso celebrar nada.

o Jesús ve a los discípulos y los llama, ve a la multitud y se conmueve

Es importante dónde y cómo estamos situados en la vida para ver las cosas y las personas de una u otra manera. A veces “miramos para otro lado” o ni tan siquiera miramos a los “lázaros” de todo tipo que viven junto a nosotros. Cuando estamos satisfechos como el rico epulón, ni miramos cómo están los demás, nos da igual.

¿qué puede querer decir la parábola del pobre Lázaro?

o Esta parábola no es una descripción de cómo se desarrollará la vida después de la muerte. Se trata de una parábola, no una topografía de ningún lugar. (Algún “ingeniero” de la teología ha llegado a calcular los grados de temperatura del purgatorio y del infierno).

o Tampoco es una promesa-sedante a los pobres de un final feliz en compensación por lo mal que lo han pasado en esta vida. No es una invitación a la resignación de los pobres en beneficio del status quo de los ricos. El “más allá” no va a solucionar las injusticias del “más acá”.

o Tampoco se trata de una “escatología tarifada”: ¿Cuánto dinero me está permitido tener y almacenar de modo que Dios no me pueda echar nada en cara al final de los tiempos?

Cambio abismo por valla y concertinas.

        El texto evangélico de hoy dice que entre el rico epulón y el pobre Lázaro había un abismo imposible de pasar. Abismos y distancias entre ricos y pobres hay siempre.

o Hoy en día quizás no les llamaríamos abismos, pero sí que hemos levantado vallas entre pueblos ricos y pobres: la valla de Trump entre EEUU y Méjico, la valla de Melilla; hemos puesto concertinas y alambres de espino, fronteras y “papeles” infinitos para los “lázaros” emigrantes que van y vienen. Los ricos somos los que impedimos que los barcos de rescate: el “open arms”, el “aita Mari”, etc. lleguen a los puertos con los migrantes. Siguen existiendo abismos, grandes diferencias y distancias entre ricos y “lázaros”

También hoy hay -habemos- ricos y “lázaros”.

No perdamos de vista la misericordia de Dios.

El rico invoca a Abraham, al padre de Israel, de la religión, para que le alivie a él y a su familia. Pero el puente para pasar tal abismo es la misericordia.

¡Lázaro! (Eleazar) significa “Dios es mi ayuda”.

o Esta parábola es la reafirmación de que el dinero hace perder la cabeza al ser humano, nos vuelve locos. El dinero rompe toda posibilidad de comunicación con Dios y con los más pobres, crea abismos e impide una solidaridad y convivencia entre los hombres y pueblos.

o Con el dinero pretendemos hallar ayuda. En el dinero buscamos la seguridad porque no confiamos en Dios. Al rico le ayuda el dinero al pobre, a Lázaro le ayuda Dios.

o El dinero es el que crea los abismos (hades) y los sufrimientos, las diferencias de clases sociales, las miserias humanas, las llagas y la tristeza

o San Lucas es muy sutil y dice que solamente los perros se compadecían de Lázaro. Los dueños, no; son los perros los que se compadecen y alivian el dolor de Lázaro lamiéndole las llagas.

Y esta distinción tiene un transfondo teológico-cristiano: Perro, en el mundo bíblico, significaba extranjero-pagano. Los judíos, los religiosos no tenían misericordia. Son los paganos: los samaritanos (el buen samaritano), etc., quienes tienen compasión y sienten misericordia).

Los que “montan la película” son los “religiosos”, no los que sufren, ni los cristianos.

o Llama poderosamente la atención en esta parábola que ni Dios, ni Jesús ni Lázaro dicen ni palabra. Por ello, “me da” que todo el tinglado del infierno, la condenación, el fuego, la gota de agua, “te pido que”, etc., lo montan los “judíos”, es decir: los “hombres religiosos” de turno.

o El pobre Lázaro está medio muerto, dormitando en cualquier cajero automático, enfermo, lleno de llagas y moscas, como los niños africanos que vemos en el telediario… Pero Lázaro, el pobre hombre, no dice nada, se calla: espera la ayuda de Dios.

o Extrañamente el rico se dirige no a Dios Padre, ni a Lázaro, ni a Jesús (como el buen ladrón), sino a Abrahán. El rico, incluso en el “más allá”, no siente misericordia, no se acerca a Dios Padre, como el hijo pródigo. El rico epulón busca una especie de “tráfico de influencias” ·y apela a Abrahán, el padre de Israel, personaje más que importante. Y como Abraham es importante “me podrá echar una mano”.

o Los infiernos, los purgatorios y las diferencias abismales (abismos) están en este mundo, En el “otro mundo”, las cosas serán muy de otra manera y para todos, gracias a Dios.

Yo no puedo solucionar el problema del hambre del mundo, pero sí puedo apaciguar el dolor del “Lázaro” que está a mí puerta.

Como Lázaro, confiemos en la ayuda de Dios. Dios nos ayuda

LA INDIFERENCIA CREA ABISMOS

Written by Enrique Martínez Lozano

Lc 16, 19-31

Si la compasión -capacidad de vibrar con el otro, ponerse en su piel, ver las cosas desde su perspectiva, desear su bien y ofrecerle ayuda eficaz- es el “alma” de la sabiduría y el test que verifica la autenticidad espiritual, su opuesto es la indiferencia.

De entrada, la indiferencia es un mecanismo de defensa para evitar ser removidos por las situaciones que ocurren a nuestro alrededor. De ese modo, podemos permanecer en nuestra zona de confort, sin cuestionamientos ni responsabilidad, porque “ojos que no ven, corazón que no siente”.

En un nivel más profundo, la indiferencia es expresión de egocentrismo y narcisismo, que nos mantienen girando como peonzas en torno al yo y a sus intereses, sin ni siquiera advertir lo que sucede junto a nosotros.

Y más hondamente aún, la indiferencia es hija de la ignorancia. Vivimos egocentrados porque somos ignorantes que ponen su identidad en el yo, con lo cual, vivimos identificados con lo que no somos y desconectados de lo que realmente somos.

Tal actitud aporta “beneficios” -como todo aquello que mantenemos, ya que, de otro modo, la modificaríamos-, en tanto en cuanto logremos ir “compensando”, en el día a día, nuestras carencias y malestares. Metidos en nuestra burbuja egoica, vamos tratando de sobrevivir con el menor malestar posible, sin ningún otro anhelo ni horizonte.

Sin embargo, detrás de ese aparente bienestar, lo que hay en realidad es un “abismo” que nos mantiene irremediablemente separados de nosotros mismos y de los demás. El egocentrismo crea fracturas y genera dolor, porque se asienta en la mentira. Si todo es uno -la realidad conoce diferencias, pero no separación-, negarlo en la práctica implica situarse en el error de partida, que crea inexorablemente abismos, mundos y personas fragmentados.

¿Qué hay en mí de indiferencia y de compasión?

Campaña contra el hambre

El hambre en el mundo, un escándalo pandémico: «Nuestra indiferencia los condena al olvido»

Campaña Manos Unidas
Campaña Manos Unidas

«Tres cuartas partes de la humanidad viven en condiciones infrahumanas. El 70% de los pobres del mundo son mujeres y niños»

«Cinco o seis familias multimillonarias tienen tanto presupuesto como lo que necesita el tercer mundo para evitar la muerte de los niños por desnutrición»

«Hace falta un replanteamiento nuevo de la economía mundial.Los países pobres no están sentados en las mesas donde se toman las decisiones económicas internacionales»

«La colaboración de los países ricos, sobre todo en venta de armas, con gobiernos corruptos y poco democráticos del tercer mundo, sólo trae más miseria a los pobres y es algo inmoral y condenable»

Por Alejandro Fernández Barrajón

1.- la iglesia, a través de la organización católica “MANOS UNIDAS”, con el lema “Nuestra indiferencia los condena al olvido” nos invita a reflexionar sobre la situación inhumana del hambre en el mundo. Veamos:

Tres cuartas partes de la humanidad viven en condiciones infrahumanas. El 70% de los pobres del mundo son mujeres y niños. Muchas multinacionales explotan a los niños para realizar trabajos serviles que después consumimos en el mundo desarrollado. Colaboramos a ello cada vez que compramos esos productos. La prostitución se ceba especialmente en las mujeres, niñas y niños del tercer mundo.

Está creciendo el turismo sexual y las redes de pornografía que explotan a los niños se extienden cada vez más.  Cinco o seis familias multimillonarias tienen tanto presupuesto como lo que necesita el tercer mundo para evitar la muerte de los niños por desnutrición.  Con frecuencia nos hemos preguntado qué podemos hacer.

Manos Unidas

     –    Da la impresión de que la solución no está en nuestras manos.

  • – Sin embargo podemos hacer muchas cosas; todo menos quedarnos indiferentes.
  • – A diario somos testigos de esta realidad inhumana y cruel: la televisión y los periódicos nos ofrecen muchas veces la muerte en nuestra propia casa. Tenemos el peligro de acostumbrarnos a ella; de pensar que es normal esto que ocurre, de inmunizarnos ante el dolor de los otros y convertir esta inhumanidad en una noticia de consumo más.

 1.-  LO PRIMERO, PUES, QUE PODEMOS HACER ES SER CONSCIENTES DEL DRAMA INMENSO DEL HAMBRE.

   Pero aún hay más:

  1. a) Colaborar con Manos Unidas para poder hacer frente a centenares de proyectos de desarrollo del tercer mundo que esta organización lleva a cabo en colaboración con los voluntarios y misioneros que trabajan allí. Esta organización lleva cuarenta años trabajando contra el hambre y sólo en estos cinco años ha llevado a cabo 4.835 proyectos de desarrollo, en cinco áreas prioritarias: sanidad, agricultura, educación, promoción social y promoción de la mujer. El último año se han desarrollado 853 proyectos con un montante económico de 7.280 millones.

Es verdad que esto no soluciona todo, pero soluciona mucho y contribuye a que la situación del hambre no sea tan dramática.

  1. b) Junto a esta iniciativa hay otras que podemos asumir como creyentes solidarios y consecuentes con nuestra fe. Si la fe no es solidaria es pura ideología que no sirve para nada.
  2. c) Podemos colaborar a través de la educación de los niños y los jóvenes; ayudándolos a descubrir el valor de las cosas materiales para que no derrochemos, para que no hagamos de nuestra vida un proyecto exclusivamente centrado en disfrutar, cerrando los ojos a los que no han tenido tanta suerte como nosotros. Educar en solidaridad, en ahorro y en sencillez es una colaboración inmensa para la justicia.
  3. d) No solo por cuestiones estéticas sino, sobre todo, para experimentar lo que sufren a diario muchos hermanos nuestros. El día del ayuno voluntario es el viernes, 11 de febrero.
  4. e) Y orar. La oración para los cristianos es una fuerza que mueve montañas. Nos ayuda a ser sensibles ante esta situación y a sentirnos en manos de Dios que es capaz de mover los corazones de los hombres hacia la justicia. El que ora se siente enviado a solucionar en la medida de sus fuerzas los problemas de los otros. De lo contrario su oración no es auténtica.
Manos Unidas

2.- JUNTO A ESTO HACEN FALTA TAMBIÉN SOLUCIONES GLOBALES QUE NO ESTÁN EN NUESTRAS MANOS, PERO QUE PODEMOS POCO A POCO IR DANDO A CONOCER:

Hace falta un replanteamiento nuevo de la economía mundial.

. Los países pobres no están sentados en las mesas donde se toman las decisiones económicas internacionales.

. El FMI y el banco mundial que regulan los entramados económicos internacionales están al servicio de cuatro países, los más ricos, que siempre salen favorecidos a costa de los más pobres.

El Papa ha pedido insistentemente que hay que convocar a los pobres, dialogar con ellos y ofrecerles esperanzas eficaces y reales para salir de la pobreza y de la miseria.

La colaboración de los países ricos, sobre todo en venta de armas, con gobiernos corruptos y poco democráticos del tercer mundo, sólo trae más miseria a los pobres y es algo inmoral y condenable.

.Solamente si va creciendo entre todos los ciudadanos una conciencia de justicia y de solidaridad, de amor y de perdón, se irán abriendo cauces y se irán denunciando situaciones opresoras, que los gobiernos tendrán que solucionar si quieren tener el apoyo de los ciudadanos

Felicitación de Navidad

Agrelo: «Aquel a quien esperamos, viene para ser evangelio de los pobres» 

Navidad 

«Se nos ha hecho apremiante la recuperación de la verdad: la verdad de nuestro Adviento, la verdad de nuestra Navidad, la verdad de nuestra fe, la verdad de nuestra vida» 

«Ir, escuchar, y no dar por simple o por sabida o por desechable la palabra del profeta» 

«Todos somos invitados a fijarnos en el otro, en el pobre, en el que no tiene una túnica con que vestirse, en el que no tiene comida con que alimentarse, en el que no tiene lo que necesita para vivir con dignidad» 

«Preparemos una Navidad que sea evangelio para los pobres: para los excluidos del trabajo, para los condenados a la precariedad, para los que valen menos que una juerga o treinta monedas» 

Por Mons. Santiago Agrelo 

Se nos ha hecho apremiante la recuperación de la verdad: la verdad de nuestro Adviento, la verdad de nuestra Navidad, la verdad de nuestra fe, la verdad de nuestra vida. Se nos ha hecho apremiante que a todo devolvamos el sabor de la autenticidad. 

Para allanar el camino por el que volver a lo verdadero, a lo que no engaña, se nos ha hecho necesario y apremiante escuchar al Precursor de la Verdad, ir a Juan, y preguntarle, como hacía la gente de la que habla el evangelio: “Entonces, ¿qué hacemos?”; como si fuésemos aquellos publicanos: “Maestro, ¿qué hacemos nosotros?”; lo mismo que aquellos militares: ¿qué hacemos nosotros?” 

Ir, escuchar, y no dar por simple o por sabida o por desechable la palabra del profeta

Si escucho y creo, la palabra me indica el camino que lleva al encuentro de la Verdad. Ese camino son los otros: los pobres

A mí, que voy preguntando por mi vida, la palabra del profeta me señala la necesidad en que se encuentra mi hermano, el derecho que asiste a mi hermano, la vida de mi hermano. 

Aquella gente, aquellos publicanos, aquellos soldados de entonces, en su Adviento, en su deseo de prepararse para recibir al Mesías del Señor, y nosotros en este tiempo de preparación para la Navidad, todos somos invitados a fijarnos en el otro, en el pobre, en el que no tiene una túnica con que vestirse, en el que no tiene comida con que alimentarse, en el que no tiene lo que necesita para vivir con dignidad

Y si me pregunto por qué han de ser los otros el camino por el que Cristo Jesús venga a mi encuentro, el camino por el que yo vaya al encuentro de Cristo Jesús, algo dentro de mí, a voces, sugiere que él se despojó de su rango para que yo tuviese un vestido de gracia y santidad, él bajó del cielo para ser el pan de mi peregrinación en el mundo, él tomó la condición de esclavo para liberarme de mis esclavitudes

No habrá Navidad para mí, no entrará en mi vida Cristo Jesús, si en ella no entra el otro, los otros, los pobres. 

Aquel a quien esperamos, viene para ser evangelio de los pobres: evangelio para ti, Iglesia en Adviento, comunidad creyente, comunidad de pobres evangelizados. 

Tu corazón desborda de gozo porque presientes la cercanía del que es tu evangelio: “El Señor está cerca”. 

Grita de júbilo, alégrate y goza de todo corazón: “¡Qué grande es en medio de ti el Santo de Israel!”. 

Preparemos una Navidad que sea evangelio para los pobres: para los excluidos del trabajo, para los condenados a la precariedad, para los que valen menos que una juerga o treinta monedas. 

Preparemos una Navidad de verdad, una Navidad-esperanza, para los obligados a emigrar, para los abandonados en los caminos, para los innumerables vejados en nombre de los supuestos derechos de unos pocos. 

Preparemos una Navidad de verdad haciendo que nazca un mundo de hermanos 

El grito de los excluidos

Grito de los excluidos: Hacer resonar el grito de los excluidos de casi todo 

Grito de los Excluídos en Manaos 

En 2021, el 27º Grito de los Excluidos centró su lucha en la participación popular, la salud, la alimentación, la vivienda, el trabajo y los ingresos, luchas urgentes en un país que atraviesa momentos de grave dificultad 

«El ser humano debe estar en primer lugar, pero el ser humano no vive solo, vive con las criaturas, con la naturaleza» 

«Un momento para manifestarnos, para volver a decir que necesitamos marcar nuestra presencia como cristianos, marcar nuestra presencia como ciudadanos, para que ninguno de nuestros hermanos se pierda» 

08.09.2021 Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica 

Un país dividido, donde la confrontación se está convirtiendo en una peligrosa realidad, donde la lucha por los derechos, por la vida para todos es vista como una urgencia cada vez mayor, celebró este 7 de septiembre el Día de la Patria. Las calles de muchas ciudades brasileñas se convirtieron en escenario de manifestaciones, por un lado los partidarios de Bolsonaro, cada vez más cuestuionado, inclusive por los partidos que le apoyan, por otro los que reclamaban un país con mayor igualdad y derechos para todos. 

La Iglesia católica, desde 1995, cuando tuvo lugar el primer Grito de los Excluidos, ha defendido esta Vida para Todos en primer lugar. A lo largo de los años, esta exigencia de vida se ha concretado de diferentes maneras. En 2021, el 27º Grito de los Excluidos centró su lucha en la participación popular, la salud, la alimentación, la vivienda, el trabajo y los ingresos, luchas urgentes en un país que atraviesa momentos de grave dificultad. Son más de 20 millones de brasileños pasando hambre y el número de parados y trabajadores informales aumenta cada día. 

Numerosas diócesis del país han organizado este momento el 7 de septiembre, en el que, además de la Pastoral Social, diversos movimientos sociales, sindicatos y partidos políticos han pedido soluciones a la crisis actual, con un fuerte aumento del hambre y el desempleo, la gente que vive en la calle y las amenazas a los derechos de los pueblos indígenas reconocidos por la Constitución Federal. 

En Manaos, el acto contó con la presencia del arzobispo local, Mons. Leonardo Ulrich Steiner. Insistió en la necesidad de hacer una lectura de la realidad, de leer las necesidades marcadas en este año 2021 para el Grito de los Excluidos. El arzobispo insistió en que la vida es lo primero, «no el dinero, no la codicia, no el placer, no la dominación, sino la vida. La vida que somos nosotros, la vida que son los pobres, la vida que son los necesitados, la vida que son los enfermos, la vida que son los niños, la vida que son las mujeres, tan atacadas últimamente, la vida de nuestros hermanos y hermanas, los negros y los indígenas”. 

El arzobispo de Manaos destacó que «el ser humano debe estar en primer lugar, pero el ser humano no vive solo, vive con las criaturas, con la naturaleza«. Por ello, Mons. Leonardo nos llamó a «movernos cada vez más en el cuidado de la naturaleza», denunciando que cuando no cuidamos la naturaleza, no estamos cuidando la vida. Esto hace que «acabemos enterrándonos, destruyéndonos», según el arzobispo. 

Recordando los elementos presentes en el lema del 27º Grito de los Excluidos, el arzobispo recordó «cuántas personas sin vivienda, cuántas personas sin comida«, haciendo ver que la Arquidiócesis de Manaos, a través de Cáritas y las comunidades, asiste a ochenta mil personas. Junto a ello, Mons. Steiner habló de la necesidad de buscar la paz, «en un momento de gran dificultad, un momento de tanta tensión, de tanta violencia, violencia en las palabras, violencia en los gestos, tantas agresiones», algo presente en la política, en la justicia, en el poder, realidades ante las que «a veces nos quedamos con los brazos cruzados». 

En este contexto, el Grito de los Excluidos tiene que ser «un momento para manifestarnos, para volver a decir que necesitamos marcar nuestra presencia como cristianos, marcar nuestra presencia como ciudadanos, para que ninguno de nuestros hermanos se pierda», según el arzobispo de Manaos. Llamó a «hacerse eco del grito de los hombres y mujeres excluidos de la justicia, la educación, la salud, la vivienda, la ecología”. Un grito por la vida, por la vida para todos, en primer lugar, siguiendo el ejemplo de Jesús que vino para que todos tengan vida en abundancia 

La parroquia y los pobres

Written by Gerardo Villar

La parroquia, como “santuario” abierto a todos y llamada a llegar a todos sin excepción, recuerda que los pobres y los excluidos siempre deben tener un lugar privilegiado en el corazón de la Iglesia.

En el documento que ha salido de Roma sobre la parroquia se insiste en que haya una profunda relación entre la comunidad parroquial y los pobres.

Y aquí viene la pregunta y la búsqueda: ¿Cómo encontrar esa relación?

Algunos pobres están en las parroquias principalmente en las puertas pidiendo limosna.

Pero ¿cómo podemos trabajar para que su presencia no sea meramente de limosneo sino de auténtica inserción y sean uno más en la comunidad?

No cabe duda de que entre los fieles hay personas con muchas necesidades y rozando lo que llamamos pobreza económica y sobre todo, social, humana y personal.

Pienso que es fundamental que las personas que piden a la puerta, si lo quieren, entren a formar parte efectiva de la comunidad. Podemos invitarles y en lugar de que pidan, que haya un cepillo, como existe en muchos lugares, del “pan de los pobres”. Las personas que lo deseen, pueden echar ahí su colaboración y ese dinero, entregarlo luego a los pobres.

Mejor sería aún que nos anotásemos con una cuota mensual para ello.

Es preciso que, en la predicación, los pobres estén presentes: que algún día hablen ellos. Que Caritas sea prioritaria en la vida de la comunidad.

Y podemos salir de las paredes de nuestro templo para ver quiénes sufren necesidades en el barrio y con los servicios sociales existentes trabajar para que se puedan promocionar e ir encontrando alternativas.

Hay una posibilidad muy fácil: entre un grupo de personas, anotarnos con una cuota mensual y ver hasta dónde llegamos para pagar un alquiler…

Sin duda que este estilo cristiano puede llevarnos a una austeridad grave en la comunidad. Colaboración con Caritas y otras ONGS, pero lo importante es que la comunidad parroquial transmitamos amor y justicia con los pobres. Y que en la medida de lo posible haya una promoción de sus personas. Será más fácil si alguno de ellos está y participa en los organismos parroquiales.

Y no olvidemos que pobres y desvalidos son también los que viven alguna enfermedad, alguna discapacidad. Que nuestros edificios estén bien dispuestos para facilitar la entrada a las personas con sillas de ruedas, etc.

Será bueno si en ciertas ocasiones tenemos una comida con ellos y si hay personas de otros países, que degustemos también sus productos.

Como comunidad, participaremos en las manifestaciones o gestos que, de una u otra forma, haya en favor de los marginados. Que seamos una comunidad con los pobres y con sus intereses.

Y mucha austeridad a la hora de arreglos en el templo, comprar cálices, ropas, material… No ofendamos a Jesús pobre