Entrevista a Luis Manuel Romero

«El Evangelio no es de izquierda ni de derecha, es un programa de vida»

Luis Manuel Romero: «Se debe escuchar más a los laicos, por ejemplo, cuando se nombran a los párrocos y a los obispos»

«En la Síntesis para la Etapa Continental no se refleja con mucha fuerza la importancia del diálogo de la Iglesia con la sociedad actual. Esta cuestión me parece fundamental porque percibo que caemos como Iglesia en la autorreferencialidad»

«La sociedad mira a la Iglesia y la concibe como una institución reaccionaria y poco propositiva, sin ninguna relevancia o mensaje que conecte con la vida de la gente. Esta fractura que existe entre Iglesia y sociedad nos tiene que llevar a plantearnos también cómo comunicamos lo que somos y hacemos»

«La Iglesia, aunque en el pasado haya cometido errores identificándose con algún partido, no puede ir de la mano de ninguna ideología política, lo cual no significa que no tengamos en cuenta, porque estamos en la sociedad, la dimensión socio-política de nuestra fe»

«Se tiene que producir un cambio de mentalidad en el clero, tenemos que superar actitudes de clericalismo o de autoritarismo y tomar conciencia que la sinodalidad nos puede ayudar a redescubrir nuestra identidad sacerdotal y a dejar de hacer muchas cosas que quizás no tenemos que hacer nosotros y les corresponde a los laicos»

«No se puede ir contra el Papa Francisco, ni contra ningún otro Papa, porque se estaría cometiendo el grave pecado de romper la comunión con la Iglesia»

«Ha crecido el sentimiento de pertenencia a la Iglesia en todos los miembros del Pueblo de Dios, se dialoga con mayor libertad y se comienza a dar pasos hacia una Iglesia en la que los laicos, especialmente las mujeres, son tenidos en cuenta en las estructuras eclesiales, aunque aún falta camino por recorrer»

«El objetivo del proceso sinodal es la comunión, participación y misión, no provocar “cismas” o fracturas eclesiales, lo cual, como he indicado anteriormente, no significa que no se pueda hablar de todos los temas con absoluta libertad, como se hace en cualquier familia»

Todo lo que hay que saber sobre el Sínodo, #primeroRD

Por Jesús Bastante

Este fin de semana, las iglesias europeas, reunidas en Praga, ‘abrirán’ la etapa continental del Sínodo. Uno de los representantes de la Conferencia Episcopal, como secretario de la Comisión de Laicos, Familia y Vida, es Luis Manuel Romero. El sacerdote extremeño, curtido en mil batallas, ha sido el encargado de leer, integrar y facilitar el no siempre fácil trabajo sinodal en la Iglesia española. Y tiene un diagnóstico muy cualificado sobre la ‘salud sinodal’ de los católicos españoles. Una conversación sin desperdicio


-¿Cómo estás viviendo el proceso sinodal, desde dentro?

El proceso sinodal, a nivel personal, está siendo una experiencia muy enriquecedora porque me está sirviendo para conocer nuestra Iglesia que peregrina en España y vivir la sinodalidad de un modo práctico, caminando junto al Equipo Sinodal de la CEE y con los obispos, sacerdotes y laicos. He descubierto, especialmente en la primera fase, la ilusión y la esperanza de la Iglesia, especialmente de muchos laicos, en este proceso, lo cual quedaba reflejado en la multitud de iniciativas que se llevaron a cabo para animar a que todas las diócesis, congregaciones, movimientos y asociaciones laicales participasen.


-¿Qué imagen de Iglesia española se te queda?

Voy constatando que como afirma el profeta Isaías: “algo nuevo está brotando”, aunque se trata de un proceso lento y costoso, ante el cual hay resistencias y miedos por parte de algunos miembros de la Iglesia. Desde el Congreso de Laicos (febrero 2020) se percibe una nueva primavera del laicado en la Iglesia en España y un anhelo por crecer en comunión, por tomar conciencia de lo que significa la corresponsabilidad eclesial y dar pasos hacia un mayor compromiso en la vida pública. A la luz también del proceso sinodal ha crecido el sentimiento de pertenencia a la Iglesia en todos los miembros del Pueblo de Dios, se dialoga con mayor libertad y se comienza a dar pasos hacia una Iglesia en la que los laicos, especialmente las mujeres, son tenidos en cuenta en las estructuras eclesiales, aunque aún falta camino por recorrer. Además, percibo una Iglesia que pone nombre a sus debilidades y graves errores del pasado, como han sido los abusos sexuales, con el deseo de ser más acogedora e inclusiva, desde la comprensión de cada persona en su situación concreta.

Percibo una Iglesia que pone nombre a sus debilidades y graves errores del pasado, como han sido los abusos sexuales, con el deseo de ser más acogedora e inclusiva, desde la comprensión de cada persona en su situación concreta

La sinodalidad va calando en la Iglesia española como el modo de ser Iglesia y pienso que este camino ya no tiene vuelta atrás, sino que debe ser el estilo que marque nuestra pastoral del presente y del futuro.


-¿Por qué tan poca participación? ¿No estamos preparados para la sinodalidad?

Hay que valorar la numerosa participación de la fase diocesana, porque en esta etapa continental no se pedía repetir el proceso anterior. La etapa continental ha sido un periodo de tiempo muy corto (dos meses escasamente) y el objetivo era que todos los grupos sinodales conocieran el Documento de Trabajo para la Etapa Continental e hicieran algunas observaciones, si lo consideraban oportuno. Por tanto, no hay que quedarse con la participación escasa en esta Etapa, porque tampoco es lo más importante enviar un cuestionario, sino que lo fundamental es que la sinodalidad, como estilo de ser Iglesia, se vaya introduciendo en la pastoral ordinaria. Estamos ante un proceso y no podemos pretender que este cambio de paradigma que nos propone el Papa Francisco como objetivo para el tercer milenio, se haga realidad en unos pocos meses.

-La síntesis evita los temas polémicos, y se centra en la búsqueda de un camino. ¿Es esa la respuesta que se necesita? ¿Se puede avanzar sin entrar en conflicto, o hay cuestiones que se abordan de manera ficticia?

En la Síntesis hemos sido fieles a las aportaciones que hemos recibido de las diócesis, congregaciones, movimientos y asociaciones laicales. No se trata de evitar ningún tema polémico, porque las personas que han participado en el proceso sinodal se han expresado con libertad, sino que hay que buscar siempre la comunión, porque eso es un indicio de que está actuando el Espíritu Santo. Todo lo que rompe la comunión no pude ser inspirado por el Espíritu Santo y eso no significa uniformidad, sino que la diversidad y la pluralidad es una riqueza.

El objetivo del proceso sinodal es la comunión, participación y misión, no provocar “cismas” o fracturas eclesiales, lo cual, como he indicado anteriormente, no significa que no se pueda hablar de todos los temas con absoluta libertad, como se hace en cualquier familia.

Sí que se denuncia el clericalismo rampante y se aboga por la plena inclusión, en igualdad, de las mujeres en la Iglesia. ¿Son los dos asuntos que más han preocupado a los participantes?

Desde el Congreso de Laicos se viene insistiendo en que uno de los problemas más graves que sufre la Iglesia en España es el clericalismo, que afecta principalmente a los sacerdotes, pero también a los propios laicos. En el proceso sinodal, en ambas fases, de nuevo se destaca que tenemos que superar el clericalismo, que hace que los sacerdotes entiendan su ministerio como poder y no como servicio, convirtiendo a los laicos en mero colaboradores y no corresponsables en la misión evangelizadora de la Iglesia. Ha llegado el momento de que pasemos de hablar tanto del protagonismo de los laicos, especialmente de las mujeres, y se lleve a la práctica ese papel del laicado en los órganos de gobierno eclesial, donde se toman las decisiones del futuro de la Iglesia. Aquí incluiría que se debe escuchar más a los laicos, por ejemplo, cuando se nombran a los párrocos y a los obispos.


-¿Qué tema que a ti te preocupa no has visto reflejado en las síntesis?

En la Síntesis para la Etapa Continental no se refleja con mucha fuerza la importancia del diálogo de la Iglesia con la sociedad actual. Esta cuestión me parece fundamental porque percibo que caemos como Iglesia en la autorreferencialidad, sin darnos cuenta que nuestra misión es estar encarnados en el mundo, intentando acompañar a tantas personas que se encuentran, actualmente, marginados o excluidos. Hoy, unos de los problemas más grave que sufrimos es la precariedad laboral y es, por ejemplo, una cuestión que no ha aparecido en las aportaciones recibidas y, por tanto, en la Síntesis.

La sociedad mira a la Iglesia y la concibe como una institución reaccionaria y poco propositiva, sin ninguna relevancia o mensaje que conecte con la vida de la gente. Esta fractura que existe entre Iglesia y sociedad nos tiene que llevar a plantearnos también cómo comunicamos lo que somos y hacemos.

La sociedad mira a la Iglesia y la concibe como una institución reaccionaria y poco propositiva, sin ninguna relevancia o mensaje que conecte con la vida de la gente. Esta fractura que existe entre Iglesia y sociedad nos tiene que llevar a plantearnos también cómo comunicamos lo que somos y hacemos


-¿Hay, como ha apuntado Fernando Vidal recientemente, un abandono del ‘alma cristiana’ de la izquierda en España? (por qué se asocia a la Iglesia con la derecha, vaya…)

Mi opinión es que la misión de la Iglesia, de “cualquier alma cristiana”, no es proclamar un mensaje o programa político, sino el anuncio del Evangelio, cuyo programa central son las bienaventuranzas. Por eso, la Iglesia, aunque en el pasado haya cometido errores identificándose con algún partido, no puede ir de la mano de ninguna ideología política, lo cual no significa que no tengamos en cuenta, porque estamos en la sociedad, la dimensión socio-política de nuestra fe.

El Evangelio no es de izquierda ni de derecha, como tampoco se puede catalogar como progresista o tradicional, sino que sencillamente es un programa de vida, que subraya también que una exigencia del cristiano, especialmente de los laicos, es la caridad política. Yo acompaño a algunos laicos que están militando en partidos de izquierda y de derecha, admirando su compromiso cristiano en un ámbito que no es nada fácil. Como afirma el Papa Francisco, en Fratelli tutti: “La política es la más alta expresión de la caridad”.

Invito, por tanto, a que desde la Iglesia acompañemos a los laicos para que se comprometan en la vida política, sin tener que marcarles un partido político concreto, porque “no existe una única forma de compromiso político para los católicos” (Papa Francisco).


-¿Qué esperas del proceso en su nueva etapa?

Espero que el proceso continúe, que no se piense que la sinodalidad es una moda pasajera o una obsesión del Papa Francisco, sino que realmente se entienda que forma parte de la naturaleza de la Iglesia, de su ADN. Espero que este camino iniciado siga adelante, aunque surjan dificultades, porque expresa la vocación de la Iglesia, que es caminar juntos, desde la comunión y para la misión.

Hay unas síntesis diocesanas y la síntesis nacional, que deberían servir como programa pastoral para los próximos años, porque es el resultado de una escucha amplia y activa del Pueblo de Dios.

-Los obispos, ¿están a tope con el proceso sinodal?

Desde el principio, los obispos han entendido la prioridad pastoral de este proceso sinodal y lo han animado en sus iglesias particulares. Como sucedió en el Congreso de Laicos, el rechazo mayor del proceso sinodal se encuentra en los sacerdotes, especialmente en el clero joven.

Se tiene que producir un cambio de mentalidad en el clero, tenemos que superar actitudes de clericalismo o de autoritarismo y tomar conciencia que la sinodalidad nos puede ayudar a redescubrir nuestra identidad sacerdotal y a dejar de hacer muchas cosas que quizás no tenemos que hacer nosotros y les corresponde a los laicos.

¿Y si por fin fuera la hora de los laicos en España?


-El pasado fin de semana, el cardenal Omella salió en defensa del Papa frente a los ataques que se está recibiendo. ¿Qué opina de aquellos que, desde la Iglesia, arremeten contra el pontífice?

En el evangelio de san Mateo (16,13-20) se encuentra la carta fundacional de la Iglesia por Jesús. En este texto, Jesús encomienda a Pedro la misión de ser la roca sobre la que se edifique la Iglesia, con el poder de atar y desatar.

La Iglesia, por tanto, se construye en comunión con Pedro y ahora Pedro se llama Francisco. Por eso, no se puede ir contra el Papa Francisco, ni contra ningún otro Papa, porque se estaría cometiendo el grave pecado de romper la comunión con la Iglesia.

La sinodalidad forma parte del ADN de la Iglesia

  «La novedad de este Sínodo es que lo estemos preparando entre todos. El proceso» 

Luis Manuel Romero en la jornada de formación del clero 

(Diócesis de Salamanca).- El director de la Comisión para los Laicos, Familia y Vida de la Conferencia Episcopal Española y secretario del Equipo Sinodal de la CEE, Luis Manuel Romero, intervino el pasado lunes en la formación permanente del clero, que estaba dedicada a profundizar en el tema: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”. 

Su tarea en el Equipo Sinodal es hacer de enlace entre la secretaría general del Sínodo, y los representantes de la fase diocesana sinodal en cada una de las diócesis españolas. En el encuentro con el clero diocesano, Romero intentó compartir»qué entendemos por sinodalidad». Al respecto, insistió en que es la palabra de moda en la Iglesia, “pero quizás no todos la entendemos de la misma manera”. 

En este sentido, este sacerdote subrayó que la sinodalidad no es algo actual, “el Papa Francisco lo ha puesto de moda en cierto sentido, pero la sinodalidad forma parte del ADN de la Iglesia”. Este responsable asegura que es una dimensión constitutiva de la Iglesia, “en cuanto que es misterio de comunión y tiene su fundamento en la Santísima Trinidad”. 

Un amplio recorrido 

Y, como determina, “siempre se ha intentado poner en práctica lo que es la sinodalidad, a través de sínodos, concilios… ), es decir, que esta experiencia que ahora vamos a hacer, tiene ya un amplio recorrido en la vida de la Iglesia”. 

Luis Manuel Romero también recuerda que la Iglesia solo se entiende y se comprende en la medida en que es Sínodo, “somos un pueblo de Dios que caminamos juntos, porque eso es lo que significa esta palabra griega”. 

La novedadque propone elPapa Francisco de cara a la preparación de este Sínodo de Obispos, que será en octubre de 2023, como detalla este responsable, “es que durante dos años, lo estemos preparando entre todos”, y supone un cambio de metodológica, “porque ahora vamos a reflexionar sobre la propia naturaleza de lo que significa ser Sínodo o hacer Sínodo”. 

Una primera consulta 

Este proceso se va a preparar en dos años, “haciendo primero un consulta a nivel de las iglesias particulares, de las diócesis, y después, de los continentes, y por último, será ese Sínodo de obispos de 2023“, como precisaba Romero. 

El lema que el Papa ha escogido: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”, según sus palabras, “está contenido todo lo que el Papa nos quiere transmitir”. Asimismo, aclara que el Papa más que hablar de Sínodo, “habla de proceso sinodal”. 

Por otra parte, habla de tres pilares de una Iglesia sinodal. La comunión, la participación y la misión. El primero, se trata de que de nuevo descubramos que por el Bautismo todos formamos parte de la Iglesia, somos Iglesia, pueblo de Dios, “subrayar el tema de la corresponsabilidad, entre pastores, vida religiosa, laicos”. 

Sus raíces en el Bautismo 

En este sentido, quiere subrayar el papel del laicado en la vida de la Iglesia, “hablar de comunión nos lleva también a descubrir que los laicos no son cristianos de segunda categoría, no son cristianos por defecto, sino una vocación que hunde sus raíces en el Bautismo”. 

En cuanto al tema de la participaciónresalta el tema de la escucha. “El Sínodo nos plantea que durante este tiempo escuchemos a toda la gente, a los de dentro, y a ser posible, también a los de fuera, para que entre todos nos plantemos qué Iglesia queremos, partiendo de la Iglesia que tenemos”, sentenció Luis Manuel Romero. E interpela que sin que nos dé miedo, “a decir que hay ciertas cosas que no nos gustan de la Iglesia actual”. 

Porque de lo que se trata, según el secretario del Equipo Sinodal, “es una actitud constructiva entre todos, cuál es la Iglesia que soñamos y que queremos hacer realidad, y esto lo tenemos que hacer escuchándonos unos a otros y escuchando al Espíritu Santo”. Este sacerdote deja claro que si no, no existe sinodalidad, “y es lo que se denomina discernimiento”. 

Un tiempo de gracia 

Romero determina que este proceso sinodal es un momento “que podemos denominar “Kairós”, tiempo de gracia que el Señor nos regala a la Iglesia, a nivel universal, y a cada una de nuestras iglesias particulares“. Por otra parte, es una gran oportunidad para de nuevo sentarnos, “vivir la comunión, dialogar, escucharnos, pensando en que queremos una Iglesia mejor, más cercana al mundo, que lleva a cabo el anuncio del Evangelio de Jesús”. 

Y ante esta nueva oportunidad invita a que la vivamos con ilusión, con esperanza y venciendo miedos. “Dejemos que sea el Espíritu Santo el que nos vaya llevando” 

Reavivar la vocación laical

Luis Manuel Romero: «El postcongreso de Laicos desea reavivar la vocación laical, abandonar el derrotismo y la tentación del clericalismo»
El 24 de octubre se ha celebrado la Jornada Nacional de Apostolado Seglar, bajo el título “Hacia un renovado Pentecostés”, a la que han asistido en la doble modalidad de presencialidad y virtualidad 140 personas, Delegados de Apostolado Seglar y Responsables de Movimientos y Asociaciones Laicales
Esta nueva etapa tendrá como pilares la sinodalidad y el discernimiento y consistirá en ir profundizando, en los próximos años, en los cuatro itinerarios que han marcado la senda recorrida: el primer anuncio, el acompañamiento, los procesos formativos y la presencia en la vida pública
Se destaca que el discernimiento es la herramienta clave para que cada realidad eclesial sepa descubrir cómo llegar a ser iglesia en salida en las circunstancias actuales
Tenemos que pedir al Espíritu Santo imaginación y creatividad pastoral, para ser una Iglesia en salida que quiere abordar la evangelización desde el primer anuncio, crear una cultura del acompañamiento
27.10.2020 | Luis Manuel Romero Sánchez*
El 24 de octubre se ha celebrado la Jornada Nacional de Apostolado Seglar, bajo el título “Hacia un renovado Pentecostés”, a la que han asistido en la doble modalidad de presencialidad y virtualidad 140 personas, Delegados de Apostolado Seglar y Responsables de Movimientos y Asociaciones Laicales.
Esta Jornada tenía como objetivo fundamental ser el punto de partida del postcongreso de laicos, en continuidad con el Congreso de Laicos, celebrado en el mes de febrero, en Madrid. Esta nueva etapa tendrá como pilares la sinodalidad y el discernimiento y consistirá en ir profundizando, en los próximos años, en los cuatro itinerarios que han marcado la senda recorrida: el primer anuncio, el acompañamiento, los procesos formativos y la presencia en la vida pública.
La referencia para seguir profundizando tanto en la sinodalidad y el discernimiento, como en los cuatro itinerarios, se encuentra en las aportaciones de los grupos de reflexión del Congreso, que quedan reflejadas en una Guía de trabajo, que se ha presentado en la Jornada.
Esta Guía de Trabajo contiene una primera parte, en la que, de un modo breve, se contextualizan las propuestas recibidas, tanto a nivel sociológico (la Covid-19), como a nivel eclesiológico (se ponen de relieve de nuevo los conceptos de vocación, comunión y misión).
A continuación, se insiste en la importancia de la sinodalidad, de que nos sintamos todos protagonistas en este deseo de ir renovando nuestras comunidades cristianas, desde la comunión y la corresponsabilidad. También se destaca que el discernimiento es la herramienta clave para que cada realidad eclesial sepa descubrir cómo llegar a ser iglesia en salida en las circunstancias actuales.
Luego, la Guía expone cuáles son las actitudes, procesos y proyectos que habría que potenciar en cada uno de los cuatro itinerarios y en las líneas temáticas que se profundizaron en el Congreso de Laicos.
Y finalmente, en la Guía aparece una propuesta metodológica, en la que se sugieren dos cosas concretas: a) crear Equipos de Trabajos de laicos en las diócesis para llevar a cabo la recepción y difusión de los contenidos del Congreso y establecer un plan de trabajo para ir concretando cada uno de las cuestiones en las realidades eclesiales; b) creación de un Consejo Asesor de Laicos a nivel nacional, formado principalmente por laicos, que sirva para ayudar a articular la puesta en marcha del postcongreso y la dinamización e impulso del laicado asociado y no asociado.
El Consejo Asesor de Laicos es un equipo de trabajo, formado por algunos obispos de la Comisión, el Director de la Comisión, Delegados representantes de las Provincias Eclesiásticas, movimientos, asociaciones, Foro de laicos, CONFER y otros. Este Consejo tiene una doble finalidad: a) coordinar los trabajos para el desarrollo de las propuestas surgidas en el Congreso de Laicos y b) concretar los modos de acompañamiento de las Delegaciones de Apostolado Seglar, Movimientos y Asociaciones, en los próximos años.
Este modo de trabajo sinodal contribuiría a que el apostolado seglar en España tenga un proyecto común, una guía-marco, que tendrá cada realidad eclesial, desde el discernimiento, que ir concretando. En líneas generales, el post-congreso de laicos desea poner el acento en las siguientes actitudes: reavivar la vocación laical; conversión personal y comunitaria; cultivo del silencio y la oración; combatir el individualismo, abandonar el derrotismo y la tentación del clericalismo; reconocer el papel de la mujer en la Iglesia y el protagonismo de los jóvenes y la familia; disposición de escucha, cuidar el lenguaje, reforzar nuestra capacidad de empatía, acogida y diálogo.
En esta hora, en este nuevo, incierto y convulso tiempo, marcado por la pandemia y sus consecuencias, tenemos que pedir al Espíritu Santo imaginación y creatividad pastoral, para ser una Iglesia en salida que quiere abordar la evangelización desde el primer anuncio, crear una cultura del acompañamiento, fomentar la formación de los fieles laicos y hacernos presentes en la vida pública para compartir nuestra esperanza y ofrecer nuestra fe.
*Luis Manuel Romero Sánchez es el Director de la Comisión Episcopal para los Laicos, Familia y Vida