La Buena Noticia del Dgo. 5º Cuaresma-A

La vida verdadera

Jn 11, 3-7.17.20-27.33b-45

Dejadlo irse hacia la Vida de la vida

En el Evangelio de hoy Jesús se revela como la vida del mundo, después de haberse manifestado hace dos domingos como la fuente de agua viva que colma nuestra sed, y el domingo pasado como la luz que ilumina y orienta nuestra vida.

Jesús manda quitar la losa del sepulcro y las vendas que le atan. El quiere sacarnos de nuestros sepulcros y de las vendas y ataduras  que tenemos. También nos recomienda quitar las vendas y ataduras de tantos «Lázaros» que encontramos en nuestro camino.

Lectura de la Palabra

Juan 11,1-45

                                                            Yo soy la resurrección y la vida

En aquel tiempo, [un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana, había caído enfermo. María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro.]

Las hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo.» Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea.»

[Los discípulos le replican: «Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver allí?» Jesús contestó: «¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche, tropieza, porque le falta la luz. Dicho esto, añadió: «Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo.» Entonces le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se salvará.» Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les replicó claramente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su casa.» Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos: «Vamos también nosotros y muramos con él.»]

Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. [Betania distaba poco de Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano.] Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.» Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.» Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.» Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»

[Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja: «El Maestro está ahí y te llama.» Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él; porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.»]

Jesús, [viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban,] sollozó y, muy conmovido, preguntó: «¿Donde lo habéis enterrado?» Le contestaron: «Señor, ven a verlo.» Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!» Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?» Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa. Dice Jesús: «Quitad la losa.» Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.» Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.» Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera.» El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar.»

Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Comentarios a la Palabra

«Anhelamos una vida diferente, sin dolor ni vejez, sin hambres ni guerras»

El relato de la resurrección de Lázaro es sorprendente. Por una parte, nunca se nos presenta a Jesús tan humano, frágil y entrañable como en este momento en que se le muere uno de sus mejores amigos. Por otra, nunca se nos invita tan directamente a creer en su poder salvador: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque muera, vivirá… ¿Crees esto?».

Jesús no oculta su cariño hacia estos tres hermanos de Betania que, seguramente, lo acogen en su casa siempre que viene a Jerusalén. Un día Lázaro cae enfermo, y sus hermanas mandan un recado a Jesús: nuestro hermano «a quien tanto quieres», está enfermo. Cuando llega Jesús a la aldea, Lázaro lleva cuatro días enterrado. Ya nadie le podrá devolver la vida.

La familia está rota. Cuando se presenta Jesús, María rompe a llorar. Nadie la puede consolar. Al ver los sollozos de su amiga, Jesús no puede contenerse y también él se echa a llorar. Se le rompe el alma al sentir la impotencia de todos ante la muerte. ¿Quién nos podrá consolar?

Hay en nosotros un deseo insaciable de vida. Nos pasamos los días y los años luchando por vivir. Nos agarramos a la ciencia y, sobre todo, a la medicina para prolongar esta vida biológica, pero siempre llega una última enfermedad de la que nadie nos puede curar.

Tampoco nos serviría vivir esta vida para siempre. Sería horrible un mundo envejecido, lleno de viejos, cada vez con menos espacio para los jóvenes, un mundo en el que no se renovara la vida. Lo que anhelamos es una vida diferente, sin dolor ni vejez, sin hambres ni guerras, una vida plenamente dichosa para todos.

Hoy vivimos en una sociedad que ha sido descrita por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman como «una sociedad de incertidumbre». Nunca había tenido el ser humano tanto poder para avanzar hacia una vida más feliz. Y, sin embargo, tal vez nunca se ha sentido tan impotente ante un futuro incierto y amenazador. ¿En qué podemos esperar?

Como los seres humanos de todos los tiempos, también nosotros vivimos rodeados de tinieblas. ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? ¿Cómo hay que vivir? ¿Cómo hay que morir? Antes de resucitar a Lázaro, Jesús dice a Marta esas palabras, que son para todos sus seguidores un reto decisivo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que crea en mí, aunque haya muerto, vivirá… ¿Crees esto?».

A pesar de dudas y oscuridades, los cristianos creemos en Jesús, Señor de la vida y de la muerte. Solo en él buscamos luz y fuerza para luchar por la vida y para enfrentarnos a la muerte. Solo en él encontramos una esperanza de vida más allá de la vida.

Por José Antonio Pagola

 Testigos de la Palabra

San Romero de América, mártir de la justicia.
San Romero de América, mártir de la justicia.

San Romero de América, pastor y mártir nuestro: ¡nadie hará callar tu última homilía!    (P. Casaldáliga)

«Yo quisiera hacer un llamamiento, de

manera especial, a los hombres del

ejército… Hermanos, son de nuestro mismo

pueblo. Matan a sus mismos hermanos

campesinos. Y ante una orden de matar que

dé un hombre, debe prevalecer la ley de

Dios que dice: «No matar». Ningún soldado

está obligado a obedecer una orden contra

la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie

tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que

recuperen su conciencia, y que obedezcan

antes a su conciencia que a la orden del

pecado. La Iglesia no puede quedarse

callada ante tanta abominación. En

nombre de Dios, pues, y en nombre de este

sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta

el cielo cada día más tumultuosos, les

suplico, les ruego, les ordeno en nombre de

Dios: Cese la represión

Lo que Romero dijo de Rutilio

La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos

 “Los que mataron al P. Rutilio pensaban que así podían truncar toda su predicación cristiana; lo que no se esperaban es que la muerte de un sacerdote suscita tempestades; suscita primaveras, como la que ha vivido El Salvador cristiano desde que le mataron. Lo que no sabían es ellos ponían en el surco una semilla que reventaría en grandes cosechas, como decía Cristo: “El grano de trigo muere no para quedarse sepultado”. No han triufado sobre él.La cosecha de la persecución ha sido muy abundante. Esta es la vida de este cristiano que por el bautismo emprendió unas perspectivas tan amplias que no las podemos abarcar desde la tierra” (Hom 5.03.1978)

Las homilías de Rutilio

Una voz que grita en el desierto

  1. Biblia y concientización en Aguilares

Aguilares es uno de esos lugares donde se inició lo que Mons. Romero llamó “un movimiento atrevido de un evangelio más comprometido” (19 de junio de 1977).     Allí Rutilio Grande, en equipo con otros sacerdotes, estudiantes, campesinos y campesinas, puso en marcha una pastoral liberadora. Lo central de esta pastoral es que hace de estos campesinos y campesinas personas adultas, críticas, capaces de dirigir su propio destino a tavés de la organización.

En Aguilares miles de campesinos y campesinas botaron la venda de la sumisión y de la ignorancia a la que habían sido sometidos, y se despertó en ellos todo el ingenio, inteligencia y capacidades que estaban allí escondidas y oprimidas.

Rutilio no hizo otra cosa que liberar esas mentes y despertar la conciencia. A partir de ahí, el pueblo comenzó a caminar, a organizarse, a exigir por sí mismo, a plantear sus derechos y también sus sueños, a luchar por su vida y dignidad.

Los campesinos y campesinas antes, o quizá al tiempo, que se tomaban las tierras, se tomaron las conciencias, sus propias conciencias, que antes estaban ocupadas por pensamientos extraños, ajenos. Expulsaron esos pensamientos y comenzaron a pensar con sus propias palabras y a partir de su propia realidad.

En esos momentos se estaba produciendo una verdadera revolución silenciosa, que más tarde daría paso a una revolución social sin precedentes: la organización de campesinos y campesinas adquirió tanta fuerza en cantidad y calidad como nunca en la historia de nuestro país.

Gabina Dubón, la discípula de Rutilio Grande

Dina fue testigo de los tiempos oscuros del pueblo salvadoreño

Gabina Dubón, mejor conocida como Dina, es una enciclopedia abierta. Fue testigo de los tiempos oscuros del pueblo salvadoreño. En 1970 conoció al ahora beato Rutilio Grande. Cuenta que por ser la mayor de sus hermanos “decidimos participar en la comunidad de base promovida por el padre, por amor, fe y compromiso cristiano; hicimos realidad el sueño de vivir el Evangelio y nos organizamos en la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños, para luchar por los intereses de nuestros hermanos”.

Recuerda que en ese ínterin conoció a su esposo y, como Rutilio, “viajaba los fines de semana y en festivos a su pueblo natal”. “Nunca me imaginé que quien me casó más tarde sería mártir”, señala. Vivió con intensidad estas luchas del sacerdote, siguiendo su ejemplo, hasta que apagaron su vida el 12 de marzo de 1977. Vivía en El Paisnal –al norte del país–, recuerda que “ese día estaba en Cojutepeque realizando misiones y regresé”. Un presentimiento la llevó a tomar el primer bus. Su prima la recibió con la infausta noticia: “Mataron al padre Rutilio”. Lloraron desconsoladamente.

“Su muerte no fue en vano”

Desde entonces ha dedicado su vida a acompañar a las comunidades eclesiales de base, al movimiento campesino y el trabajo con mujeres. Considera que el martirio de Rutilio “despertó la base del laicado, haciendo saber que esta no era la voluntad de Dios, sino del hombre, que esto era un pecado social, estructural, la injusticia que nos quitó la venda de los ojos”. “Su muerte no fue en vano”, asevera. En junio de 2022, Cáritas Latinoamérica y Catholic Relief Services le otorgaron el Premio Mujeres Construyendo Justicia y Paz en América Latina y el Caribe. Dina sigue recorriendo El Paisnal, decidida a seguir los pasos de Rutilio

Morir por amor

El martirio es una especie de testimonio de amor a Dios. No en vano la palabra mártir deriva del griego màrtys, testigo. El Catecismo de la Iglesia Católica recoge que el martirio es el supremo testimonio de la verdad de la fe; designa un testimonio que llega hasta la muerte.

El mártir da testimonio de Cristo, muerto y resucitado, al cual está unido por la caridad. Da testimonio de la verdad de la fe y de la doctrina cristiana. Soporta la muerte mediante un acto de fortaleza. Dejadme ser pasto de las fieras. Por ellas, me será dado llegar a Dios” (CIC, n. 2473). El amor llevado al extremo que es, a fin de cuentas, su expresión más verdadera.

El martirio es el amor que se sublima en la cruz: belleza detrás de la belleza, verdad extrema. Simboliza y testifica la victoria de la vida sobre la muerte, experimentando sobre su propia piel, en su propia carne, la Pasión de Jesús, resistiendo sufrimientos inconfesables, con absoluta conciencia de que, al final, el consuelo del amor de Dios aligerará todo tormento.

Precisamente por estas cuestiones, san Oscar Arnulfo Romero, pensaba que el martirio era una gracia de Dios. Monseñor Romero, efectivamente, fue martirizado por odio a la fe, pero, al mismo tiempo, también lo fue por amor al amor.

El rojo martirio de Monseñor Romero

La Iglesia Católica reconoce tres tipos de martirio cristiano que conducen a la recompensa celestial. Estos son diferenciados por colores: blanco, verde y rojo. El martirio blanco radica en que se renuncie a todo lo que ama por devoción a Dios, aunque allí sufriera ayuno y labores. El martirio verde consiste en que, por medio del ayuno y el trabajo, nos liberemos de deseos malignos, o suframos angustias de penitencia y conversión. El martirio rojo será el de la entrega extrema, aquel que ofrece su vida como testimonio de amor al límite.

“Todo cuanto atenta contra la misma vida, como son el asesinato de cualquier clase, el genocidio, el aborto, la eutanasia, y el mismo suicidio voluntario, todo lo que viola la integridad de la persona humana (…). Todas esas prácticas y otras parecidas son en sí infamantes (…), son totalmente opuestas al honor debido al Creador”.

Bajo la perspectiva de San Oscar Arnulfo Romero todo gobierno que actúe de manera semejante está opuesto a Dios y oponerse a Dios es oponerse al hombre. Esta actitud de abandono total a la verdad de Dios lo impulsó a asumir su hora con valentía, no exenta de gran angustia. Esa búsqueda por la justicia lo condujo a su martirio en plena misa un lunes 24 de marzo de 1980.

La valentía de Romero

Ser cristiano no ha sido fácil en ningún momento de la historia. De alguna manera, se vive bajo el signo de la persecución constante. Algunas veces, por fuerzas externas contrarias al amor, a la verdad y a la justicia que encarna Jesucristo. Por otro lado, a mi juicio, las más complejas, son las que vivimos internamente cuando se emprende este camino de contradicción permanente con el mundo.

Estas dificultades nos llevan a tener miedo. Miedo al dolor y al sufrimiento, por un lado; miedo a ser rechazados, por otro lado. Ese miedo, que no es distinto al de Cristo en Getsemaní o al de Romero aquellos días finales de su vida, no puede tener la última palabra. No podemos permitir que tenga la última palabra.

En tal sentido, la valentía de Romero resulta hoy una obligatoria reflexión frente a nuestra realidad. Una valentía que no estaba sostenida de sus fuerzas de hombre, sino de Dios, de su abandono total y absoluto al Señor. Y es que, en medio de todas las circunstancias adversas que atravesó, en especial las últimas semanas de su vida, no se dejó vencer por el miedo, sino que, por el contrario, se abrazó con mayor radicalidad al amor.

En la que fue su última entrevista, ante la pregunta de su tenía miedo, nos da una respuesta como bitácora de seguimiento cristiano: “Miedo propiamente no, cierto temor prudencial naturalmente, pero no un miedo que me inhiba, que me comprima de trabajar… pero yo siento que mientras camine en el cumplimiento de mi deber, que me desplace libremente a ser un pastor de las comunidades, Dios va conmigo y si algo me sucede, pues estoy dispuesto a todo”. Paz y Bien


Por Valmore Muñoz Arteaga. Profesor y escritor. Maracaibo – Venezuela

Secuestran y asesinan a un sacerdote católico en Camerún

Procesión en la parroquia de santa Teresita del Niño Jesús, en D'ekoum-Abang (Camerún). Facebook
Procesión en la parroquia de santa Teresita del Niño Jesús, en D’ekoum-Abang (Camerún).

Se trata del padre Olivier Ntsa Ebode, encontrado muerto el 1 de marzo en Obala, municipio del departamento de Lékié, en la región central de Camerún

Según la prensa local, unos hombres se presentaron en su domicilio la noche del 28 de febrero al 1 de marzo alegando que un familiar suyo se encontraba mal y necesitaba sus servicios religiosos

El sacerdote aceptó subir con ellos a un coche para ir al lugar. Por el camino, le asesinaron y arrojaron el cuerpo del vehículo

(Agencia Fides).- Un sacerdote católico ha sido secuestrado y asesinado en Camerún. Se trata del padre Olivier Ntsa Ebode, encontrado muerto el 1 de marzo en Obala, municipio del departamento de Lékié, en la región central de Camerún.

Según la prensa local, unos hombres se presentaron en su domicilio la noche del 28 de febrero al 1 de marzo alegando que un familiar suyo se encontraba mal y necesitaba sus servicios religiosos. El sacerdote aceptó subir con ellos a un coche para ir al lugar. Por el camino, le asesinaron y arrojaron el cuerpo del vehículo.

El cadáver del sacerdote fue encontrado de madrugada y trasladado al tanatorio de Obala. El anuncio de su muerte ha causado gran consternación entre los fieles de la Iglesia católica y la comunidad local, donde el padre Olivier era conocido por su compromiso en favor de la paz y la justicia social.

46º Aniversario del P. Rutilio Grande

RESEÑA HISTÓRICA DEL PADRE RUTILIO

* Contar la historia de Rutilio Grande es contar parte de la historia del pueblo salvadoreño. Rutilio nació en El Paisnal un 5 de julio de 1928. De niño aprendió a conocer y querer a Jesús y sintió la vocación al sacerdocio. También sufrió desde la infancia las dificultades económicas y familiares que marcan a la mayoría de los salvadoreños. Pero con el apoyo y amistad de Mons. Luis Chávez y González, ingresó en el Seminario en 1941, y 4 años después en la Compañía de Jesús. Viajó a Ecuador y Panamá, y regresó como profesor al Seminario de San José de la Montaña. En España, estudia filosofía y es ordenado sacerdote el 30 de julio de 1959. En Bélgica estudió pastoral, y asimiló el principio de la participación y la horizontalidad. En 1965 se incorpora al Seminario como profesor y prefecto de disciplina. Allí fue compañero de muchos sacerdotes, donde su palabra, su cariño y su influjo tuvieron una resonancia especial.

* Su intervención en la semana nacional de pastoral en julio de 1970 fue decisiva. Ese año, por su profética homilía del 6 de agosto tuvo que dejar el Seminario y pasa al Externado San José. En 1972 viaja al Instituto Pastoral de Ecuador (IPLA), donde conoce a Mons. Leonidas Proaño y reafirma su carisma pastoral basado en la participación de los laicos y en el diálogo comunitario como medios para una liberación integral de los más pobres. A su regreso de Ecuador se hizo cargo del equipo misionero en la parroquia de Aguilares, el 24 de septiembre de 1972, desempeñando un papel vital en la pastoral arquidiocesana y nacional, y donde entregó la vida un 12 de marzo de 1977, por ser fiel a la opción que marcó su vida y su ministerio, que se caracterizaron por la denuncia de las injusticias y la búsqueda de encarnar el reino de Dios.

* Le habían amenazado, y la prudencia dictaba que no acudiese a celebrar la novena en honor de San José, en El Paisnal. Pero optó por estar con su pueblo. Esa tarde salió a celebrar la Eucaristía, acompañado por Manuel Solórzano, de 72 años, Nelson Rutilio Lemus, de 16 y unos dos o tres niños. Mientras atravesaban los cañales fueron brutalmente ametrallados. El cuerpo de Rutilio recibió 12 disparos, todos ellos mortales, excepto el del pie. “El asesinato de Rutilio Grande quiso vanamente detener el proceso ya desencadenado y que estaba dando paso a una historia nueva.” Como la cruz de Jesús significó novedad de vida, la muerte del p. Grande hizo nacer a un gran profeta: Mons. Romero, que un año después, dijo: “Y porque tuvo el valor de desenmascarar tantas cosas, ya se le buscaba para matarlo y se le mató… Lo que no sabían es que ellos ponían en el surco una semilla que reventaría en grandes cosechas como decía Cristo: “El grano de trigo muere no para quedarse sepultado” (M. Romero 5/3/78)

La Buena Noticia del Dgo.3ºCuaresma-A

El agua viva

Jn 4, 5-42

La samaritana, discípula y apóstol

Una mujer samaritana se encuentra con Jesús junto al pozo de Jaco. La mujer descubre el agua viva que Jesús le ofrece y que colmará su sed de felicidad y de amor

La samaritana cree en Jesús, se convierte en discípula y apóstol: va a llamar a los de su pueblo para que conozcan a Jesús, el Agua Viva que calma nuestra sed

Lectura de la Palabra

Juan 4,5-42

                                                                   Un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna

En aquel tiempo, llegó Jesús a un pueblo de Samaria llamado Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el manantial de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al manantial. Era alrededor del mediodía. Llega una mujer de Samaria a sacar agua, y Jesús le dice: «Dame de beber.» Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?» Porque los judíos no se tratan con los samaritanos. Jesús le contestó: «Si conocieras el don de Dios y quién es el que te pide de beber, le pedirías tú, y él te daría agua viva.» La mujer le dice: «Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?» Jesús le contestó: «El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré nunca más tendrá sed: el agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.» La mujer le dice: «Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir aquí a sacarla.»

[Él le dice: «Anda, llama a tu marido y vuelve.» La mujer le contesta: «No tengo marido.» Jesús le dice: «Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.»

La mujer le dice: «Señor,] veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.» Jesús le dice: «Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén daréis culto al Padre. Vosotros dais culto a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los que quieran dar culto verdadero adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que le den culto así. Dios es espíritu, y los que le dan culto deben hacerlo en espíritu y verdad.» La mujer le dice: «Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.» Jesús le dice: «Soy yo, el que habla contigo.»

[En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: «¿Qué le preguntas o de qué le hablas?» La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente: «Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que ha hecho; ¿será éste el Mesías?» Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él.

Mientras tanto sus discípulos le insistían: «Maestro, come.» Él les dijo: «Yo tengo por comida un alimento que vosotros no conocéis.» Los discípulos comentaban entre ellos: «¿Le habrá traído alguien de comer?» Jesús les dice: «Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿No decís vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: Levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador. Con todo, tiene razón el proverbio: Uno siembra y otro siega. Yo os envié a segar lo que no habéis sudado. Otros sudaron, y vosotros recogéis el fruto de sus sudores.»]

En aquel pueblo muchos [samaritanos] creyeron en él [por el testimonio que había dado la mujer: «Me ha dicho todo lo que he hecho.»] Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer: «Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.»

Comentarios a la Palabra:

Cansado del camino, Jesús se sienta junto al manantial de Jacob, en las cercanías de la aldea de Sicar. Pronto llega una mujer samaritana a apagar su sed. Espontáneamente, Jesús comienza a hablar con ella de lo que lleva en su corazón.

En un momento de la conversación, la mujer le plantea los conflictos que enfrentan a judíos y samaritanos. Los judíos peregrinan a Jerusalén para adorar a Dios. Los samaritanos suben al monte Garizín, cuya cumbre se divisa desde el pozo de Jacob. ¿Dónde hay que adorar a Dios? ¿Cuál es la verdadera religión? ¿Qué piensa el profeta de Galilea?

«El Padre no está atado a ningún lugar»

Jesús comienza por aclarar que el verdadero culto no depende de un lugar determinado, por muy venerable que pueda ser. El Padre del cielo no está atado a ningún lugar, no es propiedad de ninguna religión. No pertenece a ningún pueblo concreto.

No lo hemos de olvidar. Para encontrarnos con Dios no es necesario ir a Roma o peregrinar a Jerusalén. No hace falta entrar en una capilla o visitar una catedral. Desde la cárcel más secreta, desde la sala de cuidados intensivos de un hospital, desde cualquier cocina o lugar de trabajo podemos elevar nuestro corazón hacia Dios.

Jesús no habla a la samaritana de «adorar a Dios». Su lenguaje es nuevo. Hasta por tres veces le habla de «adorar al Padre». Por eso no es necesario subir a una montaña para acercarnos un poco a un Dios lejano, desentendido de nuestros problemas, indiferente a nuestros sufrimientos. El verdadero culto empieza por reconocer a Dios como Padre querido que nos acompaña de cerca a lo largo de nuestra vida.

Corazones sencillos

Jesús le dice algo más. El Padre está buscando «verdaderos adoradores». No está esperando de sus hijos grandes ceremonias, celebraciones solemnes, inciensos y procesiones. Lo que desea es corazones sencillos que le adoren «en espíritu y en verdad».

Adorar al Padre en espíritu» es seguir los pasos de Jesús y dejarnos conducir como él por el Espíritu del Padre, que lo envía siempre hacia los últimos. Aprender a ser compasivos como es el Padre. Lo dice Jesús de manera clara: «Dios es Espíritu, y quienes le adoran deben hacerlo en espíritu». Dios es amor, perdón, ternura, aliento vivificador… y quienes lo adoran deben parecerse a él.

«Adorar al Padre en verdad» es vivir en la verdad. Volver una y otra vez a la verdad del evangelio. Ser fieles a la verdad de Jesús sin encerrarnos en nuestras propias mentiras. Después de veinte siglos de cristianismo, ¿hemos aprendido a dar culto verdadero a Dios? ¿Somos los verdaderos adoradores que busca el Padre?

Por Pagola

Llégate a Cristo y bebe: Escucha y comulga

 

La palabra nos lleva hoy de la mano al misterio del bautismo que hemos vivido, y al de la eucaristía que nos disponemos a vivir. Uno y otro tienen que ver con la sed, con el agua y el Espíritu, y con la fuente que es Cristo. Hoy, Iglesia en camino, eres tú el pueblo torturado por la sed, eres tú la mujer que llega a sacar agua, eres tú la que vas con tu cántaro vacío a ese encuentro con la fuente, con la peña golpeada, con el don de Dios, con Cristo Jesús.

Recuerdas el bautismo; anhelas la eucaristía. Recuerdas el Espíritu que has recibido; anhelas volver a la fuente para embriagarte de él.

Bebe, Iglesia peregrina, bebe en Cristo la justificación, bebe en él la paz con Dios, bebe en él la gracia que te hermosea, bebe en él la esperanza de la gloria.

Bebe en Cristo el agua que sólo él te puede dar, un agua que se convertirá dentro de ti en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.

Bebe, samaritana sedienta, pues tú has conocido “el don de Dios”, tú has conocido al que te pide: “dame de beber”, y acudes a él y le pides a él y él te da su agua viva, su Espíritu Santo, con el que derrama en tus hijos el amor de Dios.

Lo mismo en la eucaristía de hoy que en el bautismo de ayer, beber es escuchar, pues de la fuente que es Cristo sólo se bebe escuchando la palabra de Dios, acogiendo la palabra de Dios, creyendo la palabra de Dios: “Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor; no endurezcáis vuestro corazón”.  “Ojalá escuchéis”: Porque podemos no escuchar; también nosotros podemos endurecer el corazón, también nosotros podemos poner a prueba al Señor, también nosotros podemos tentarlo, también nosotros podemos no entrar en su descanso.

“Ojalá escuchéis”: Recuerda el bautismo, anhela la eucaristía. Cree, llégate a Cristo: bebe, comulga. Y no olvides la petición que él te hace: “Dame de beber”.

Ya sé que es una asombrosa paradoja: ¡La fuente pide de beber al que a ella se acerca sediento!: Cristo Jesús te pide a ti de beber, y tú te apresuras a apagar su sed en el pobre, en el forastero, en el abandonado al margen del camino, en el que necesita de ti para aliviar su soledad.

Pero más asombrosa aún resulta la realidad, pues por tu vaso de agua al sediento, recibes en herencia el reino de Dios. Entonces aclamarás al Señor, entrarás en su presencia dándole gracias, porque él ha querido ser tu agua, porque él es todo lo que esperas, él es tu recompensa, él es tu vida, él es tu eternidad.

Y aún le darás gracias por algo más, Samaritana sedienta: Da gracias por la sed que te lleva siempre a la fuente que es Cristo. Da gracias porque sientes como tuya, porque haces tuya, la sed de la humanidad entera, también la de aquellos que aún no saben que son sedientos aunque estén muriendo de sed. Da gracias por la sed de Dios que te llevó al bautismo. Da gracias por la sed de Dios que te empuja hoy a la eucaristía. Da gracias por esa pobreza tuya con la que cada día te acercas a Jesús para creer en él, para beber, para ser como él.

“Señor, tú eres el Salvador del mundo: Dame agua viva; así no tendré más sed”.

Por| Santiago Agrelo

La Samaritana, a solas con Jesús

 Fray Alfredo Quintero Campoy

La claridad de la vida ante quien es la palabra que ilumina como el sol, como escuchábamos el domingo anterior, segundo de cuaresma, de la transfiguración.

Hoy, en este tercer de domingo de cuaresma, la samaritana, sin esperarlo y ni siquiera imaginarlo se encuentra a solas con Jesús. Hay un intercambio de palabras, un diálogo, un encuentro, una comunicación sobre la vida que revela en la palabra pronunciada quien es cada quien.

Jesús es la palabra de vida que ayuda a descubrir la verdad porque es la misma verdad, que no da espacio a la burla del engaño sino al encuentro consigo mismo.

Así Jesús, de una forma tierna, cercana, como Jesús lo sabe hacer, le toca el corazón a esta mujer. Un corazón tocado desde una palabra sincera y transparente que lo revela todo en el amor, como es el agua clara que deja ver en profundidad, como el pozo de Jacob en el que se encuentran ambos , en profundidad para sacar el agua para saciarse y estar en paz. Solo la verdad y el amor nos llevan a lo profundo.

En Jesús fluye, en su palabra, esa verdad y amor que se hace como esa agua que se necesita para vivir, más allá de la sed momentánea que se puede quitar con unos tragos de agua.

Esa trasparencia en la verdad, como la claridad del agua, es lo que Dios desea en el encuentro con nosotros para que pueda correr su espíritu y su gracia, que solo corren en la trasparencia de la verdad y del amor.

En la primera lectura del éxodo, el pueblo de Israel al iniciar ese camino en el desierto y ante la sed de los padres, hijos y animales, es Moisés quien los conduce a la roca donde brotara esa agua para saciarse; Moisés conoce de Dios, lo vive en las diferentes etapas de su vida, es quien tiene que taparse su rostro porque después de un encierro grandioso con Dios tanto en el Sinaí como en la tienda del encuentro , su rostro siempre sale transformado. Es Moisés el especialista en el encuentro con Dios que puede llevar al pueblo de Israel a ese encuentro en la trasparencia del agua vital que corre en la verdad y el amor.

Moisés conduce a este pueblo sediento ante la roca donde beberán esa agua, que los irá llevando en la trasparencia de la verdad y del amor.

El agua en su calidad para beber tiene que ser trasparente y limpia. Así quiere Dios que camine nuestra relación con él.

Por eso la samaritana se da cuenta de que Jesús, al decirle toda la verdad, tomar conciencia, decide cambiar su estilo de vida desde un amor más bello y más grande que le hace ver el valor, la grandeza y riqueza de su persona y no seguirse engañando, dándose en su persona, donde no se alimenta el amor verdadero.

Por eso vengan a ver al que me ha dicho todo sobre mi vida para que también ustedes lo puedan escuchar y se puedan encontrar con ustedes mismos para que como agua trasparente corra el espíritu de Dios, en la trasparencia de la verdad y del amor.

Esa es nuestra perseverancia en la fe que nos dice San Pablo en su carta a los romanos, porque cuando aún éramos pecadores y no teníamos fuerza para salir del pecado, Cristo murió por nosotros. Esto último la samaritana lo vive de una forma muy clara, ella no tenía forma de salir de sus engaños, mentiras y pecados, sino la verdad que la trasparenta en Cristo, como el agua, le hace liberarse de una situación que la mataba y asfixiaba para emprender un camino en libertad feliz.

Testigos de la Palabra

Marianella García Villas
Marianella García Villas*/

El 14 de marzo de 1983 fue asesinada, a los 34 años, en El Salvador, Maríanella García Villas presidenta de la Comisión de Derechos Humanos (CDHES).                 Sus denuncias y sus tomas de posición eran inaceptables para la junta militar en el poder.

Por eso, como sucedió tres años antes con Mons. Romero, con el cual había colaborado durante mucho tiempo por los derechos del pueblo, su voz fue callada para siempre.

Candidata varias veces por parlamentarios y asociaciones de diferentes países como Nobel de la Paz, Maríanella se afirmaba, colaborando con Mons. Romero, en la elección de la no violencia, en la denuncia corajuda e intransigente pero desarmada y, como el arzobispo, pagó con la vida su propio servicio por la causa de los pobres y de los perseguidos.

Lo que Romero dijo de Rutilio

La tumba de Rutilio es gloria de la Iglesia

 “En El Paisnal tenemos un Jesuíta mártir, su tumba es-+ gloria de la Compañía de Jesús y es gloria de la Iglesia. Yo quiero agradecerles a la Compañía todo lo que trajeron hasta acá, a enseñar a esta gente; también a amar a Jesús y a darles un sentido de salvación, de liberación, de redención a su pobreza, a su sufrimiento. Pero el mayor sufrimiento del P. Grande sería no haber sido comprendido y que su mensaje liberador se mutilase.

Hagámosle honor a él recogiendo su verdadero mensaç-e en Cristo Jesús sin el cual no hay liberación verdadera. Cristo es el único liberador sin el cual no se puede comprender toda la esperanza que él llevaba en su corazón y la cual le hace vivir alegre en su cielo porque sabe que vendrán días mejores para estas tierras”. (Hom.5.03.1978)

Rolando Álvarez: un buen candidato al Nobel de la Paz

Rolando Álvarez

«Traición a la patria ha sido el negarse a permanecer callado ante los atropellos del gobierno contra cualquier oposición»

«Menoscabo de la integridad nacional porque esa procesión dejó de ser un sacramental religioso para pasar a ser una expresión de resistencia que mandó al régimen un mensaje demasiado molesto: “no tenemos miedo”

«Cuando se impuso el silencio en la Archidiócesis de Managua, Monseñor Rolando no dejó de denunciar toda clase de violaciones a los derechos humanos»

«Ahora Monseñor Rolando se encuentra en la penumbra. No hay certezas de su condición de salud, ni de si verdaderamente está donde han asegurado que se encuentra»

05.03.2023

A solo dos días de haberse negado a aceptar el exilio forzado a Estados Unidos junto a 222 presos políticos, clamando “que ellos se vayan, yo pago su condena”, se le impuso al arzobispo de Matagalpa Rolando Álvarez la pena de 26 años de cárcel. Le acusa el régimen Ortega-Murillo de “traición a la patria, menoscabo a la integridad nacional, propagación de noticias falsas…”.

Traición a la patria ha sido el negarse a permanecer callado ante los atropellos del gobierno contra cualquier oposición. Ya en agosto del 2022 dieron la vuelta al mundo las imágenes del arzobispo que, con el Santísimo Sacramento en la mano, se enfrentó a policías armados con AK-47 y escudos de protección. No se atrevieron a apresarlo entonces. Y Msr. Rolando, -con las manos en alto y de rodillas en las afueras de la Curia de Matagalpa (tomada desde entonces por la policía)-, se convirtió en el icono de cómo viven la mayoría de los nicaragüenses que permanecen en el país: como rehenes.  Traición a la patria debió ser el que, cuando en la diócesis de León se prohibía al clero hacer cualquier tipo de denuncia contra el gobierno, Monseñor Rolando armó un equipo de curas para llevar adelante una organización de defensa legal de los perseguidos.

Menoscabo de la integridad nacional (en un país en el que progresivamente se han prohibido las procesiones, las manifestaciones públicas y cualquier evento multitudinario no organizado por el gobierno), fue el encabezar en julio de 2022 -apenas un mes antes de su apresamiento–, la tradicional peregrinación al Divino Niño en Matagalpa con miles de personas que caminaron 12 kilómetros, gritando consignas en favor de la paz en Nicaragua. Desde el 2018 nadie había convocado una expresión pacífica tan multitudinaria.

Menoscabo de la integridad nacional porque esa procesión dejó de ser un sacramental religioso para pasar a ser una expresión de resistencia que mandó al régimen un mensaje demasiado molesto: “no tenemos miedo”. Menoscaba la integridad nacional el que Matagalpa con su obispo a la cabeza haya sido la diócesis más perseguida: el obispo preso, 2 seminaristas y 7 presbíteros encarcelados (ahora desterrados), más otros 10 exiliados y salidos del país de forma clandestina, y laicos apresados y extorsionados para que hicieran denuncias contra Monseñor Rolando. Más un sinnúmero de profanaciones, asedios y robos a iglesias, aparte de los más de 30 muertos en las protestas del 2018.

Noticias falsas deben ser el que, desde el 2018, él y otros presbíteros, laicos y colaboradores de su diócesis han sido acosados, atacados física y verbalmente. O el que llamara “ayuno” a la huelga de hambre en la Parroquia Santo Cristo de Las Colinas en Managua y que culminó con su apresamiento y el de las personas que le acompañaban. O que cuando se impuso el silencio en la Archidiócesis de Managua, Monseñor Rolando no dejó de denunciar toda clase de violaciones a los derechos humanos. O el que no permitieron entrar ropa, comida, o medicamentos en las cárceles, evidenciando cómo el régimen estaba dispuesto a someterlos al hambre, enfermedad y aislamiento físico.

Las transmisiones por Facebook días previos a su secuestro quedarán como la preparación espiritual al trago amargo que se avecinaba. ¿Por qué? ¿Qué está defendiendo Monseñor Rolando? ¿Cuál es la causa que le mantiene en el lugar y las condiciones en que se encuentra hoy? Monseñor defiende su derecho y el de todos los nicaragüenses a ser libres, no donde el régimen decida sino en Nicaragua. No es un pulso de poder ni un acto de soberbia como acusó Daniel Ortega. Es un modo de resistir, de afirmar categóricamente que aunque el gobierno podrá tener de su lado leyes manipuladas y armas, él tiene de su parte unos valores y una convicción mucho más fuertes.

Monseñor Rolando se encuentra hoy en la Cárcel Modelo de Tipitapa, centro de tortura desde los años de Somoza, donde el pastor Eddy Montes en 2019 fue asesinado a golpes por parte de los custodios del centro penitenciario; donde fueron encarcelados, torturados y violados jóvenes que participaron en las protestas cívicas del 2018; donde se obligaba a los estudiantes a cantar el himno del Frente Sandinista (hoy traicionado) y se les marcaban con navajas las 4 letras “FSLN” en el cuerpo. En esa cárcel, en una celda de máxima seguridad conocida como El Infiernillo, está el obispo de Matagalpa, totalmente aislado, sin recibir asistencia legal, visitas familiares ni acompañamiento espiritual.

Y está ahí no porque le encontraron armas, por movilizar al pueblo contra el gobierno o por algún delito administrativo. En la explicación que brindó Ortega el día del destierro de los 222 presos políticos, le llamó energúmeno, desquiciado, soberbio y terminó asegurando que “él es un hombre más, la sotana no hace al monje, es un delincuente”. Delincuente por luchar contra la sinrazón de este régimen y que ahora, sin pronunciar palabras, dice mucho más que los discursos gubernamentales y alocuciones de mediodía de Rosario Murillo[1]. Delincuentes son también personas tan respetables como Sergio Ramírez y Dora Mª Téllez (fundadora del Movimiento de Renovación Sandinista). Gentes que, despojadas de sus derechos, no cesan de defenderlos para todos los nicaragüenses[2].

La comunidad internacional es el principal instrumento para lograr algo: la Cancillería de Colombia pidió a la presidenta de la Cruz Roja Internacional Mirjana Spoljaric, solicitar autorización para constatar las condiciones en que se encuentra Monseñor Rolando Álvarez y los 35 que aún siguen encarcelados. También el Papa Francisco en el Ángelus del 12 de febrero expresó su tristeza por la condena de Monseñor Rolando, “a quien quiero tanto”, dijo. Más de 50 Conferencias Episcopales de distintas latitudes se han pronunciado en solidaridad con él y exigen lo que la Conferencia Episcopal Nicaragüense se ha negado rotundamente a pedir.

Varias congregaciones religiosas han sufrido los coletazos del régimen, que niega la renovación de permisos de residencia y sigue impidiendo la entrada a sacerdotes, religiosos y religiosas al país. El CALIDH[3] y diversos organismos están moviendo su postulación al Premio Nobel de la Paz: decisión a la que creo que deberíamos sumarnos todos. Lo más escandaloso de todo es cómo han quedado las “negociaciones” que afirmó Monseñor Carlos Herrera, presidente de la Conferencia Episcopal, se mantenían con el gobierno y de lo que poco o nada ha trascendido públicamente.

Ahora Monseñor Rolando se encuentra en la penumbra. No hay certezas de su condición de salud, ni de si verdaderamente está donde han asegurado que se encuentra, solo los rumores de que los testimonios que dieron a la prensa otros detenidos de que lo mantienen sedado. Su hermana Vilma Álvarez ha pedido a la juez permiso para llevarle alimentación y poder visitarle, “como se le permite a los demás reos” sin tener aún respuesta. Si intentamos volar con la imaginación, hasta el año 2045, hemos de pensar que allí seguirá el obispo Rolando, a menos que haya muerto de debilidad. Pero, parafraseando a Ernesto Cardenal, podemos decir: no saben los dictadores, que al no decir el sitio donde se encuentra nos hacen encontrarlo en toda Nicaragua. Creen que lo entierran y lo que hacen es sembrar una semilla.

Ojalá la solidaridad internacional, católica y laica, siga haciéndose eco de los miles de voces que exigen, no solo que sea libre, sino que sea libre en Nicaragua. Y al gobierno de los Estados Unidos quizá cabe recordarle en paráfrasis, aquellos versos que otro poeta nicaragüense Rubén Darío, dirigió al presidente Roosevelt:

Eres los Estados Unidos, eres el actual invasor

de la fiel Nicaragua que aún reza a Jesucristo y aún habla el español:

Ante el clan de Somozas: silencio protector.

Tras la revolución, diste a “La Contra” favor.

Y hoy de nuevo te inhibes ante Ortega el traidor.

Junto al culto de Hércules, el culto de Mammôn

Y cerrando los ojos si no hay lucro a la vista,

y alumbrando el camino de la fácil conquista,

la libertad levanta su antorcha en Nueva York

[1] Sin hablar de ella con el tono con que han hablado los libros Loca de Poder de Dolores Cuesta y Yo soy la mujer del comandante del periodista Carlos Salinas.

[2] No debe ser delincuencia en cambio lo que testimonio su hijastra Zoilamérica Narváez en 1998: “afirmo que fui acosada y abusada sexualmente por Daniel Ortega Saavedra, desde la edad de 11 años»…

[3] Centro de Asistencia Legal Interamericano para los Derechos Humanos, con sede en Argentina, y que ha denunciado la supresión de la libertad de prensa y la persecución a la iglesia católica en Nicaragua.

La Buena Noticia del Dgo. 2º Cuaresma-A

Una luz en el camino

Mt 17, 1-9

“Este es mi Hijo amado, escuchadle”

 La transfiguración de Jesús es la transfiguración del ser humano. Jesús quiere dejar muy claro que el final de todo es el triunfo de la vida, de la plenitud de la vida. Se oye una voz: “Este es mi Hijo amado, escuchadle”   Esta voz, dicha desde la nube, manifiesta la identidad de Jesús y también la identidad de todo ser humano.  Jesús es el Hijo amado, pero todo ser humano es también “hijo amado”.  Jesús es el único al que hay que escuchar.  En estos tiempos difíciles necesitamos, más que nunca, vivir escuchando a Jesús, el Señor.

Lectura de la Palabra:

Mateo 17,1-9

                                                                        Su rostro resplandecía como el solEn aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro,a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.»

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»

Comentarios a la Palabra:

Cristo es el camino por el que los caídos se convierten a Dios

Por | Luis Van de Velde

Monseñor Romero dice[1]: “Eso es lo que se llama el misterio pascual, la Pascua que es muerte y resurrección.   Hacia esa Pascua camina la Cuaresma, camina el cristianismo. Toda su vida, toda su historia, caminando hacia la cruz y hacia la resurrección. Por eso, hermanos, no nos debe extrañar que una Iglesia tenga mucho de cruz porque si no, no tendrá mucho de resurrección. Una Iglesia acomodaticia, una Iglesia que busca prestigio sin el dolor de la cruz, no es la Iglesia auténtica de Jesucristo. ….Cristo es el camino por donde los hombres caídos se convierten a Dios. Desde Abraham, pues, ha comenzado el capítulo de la conversión: conversio ad Deum, conversión hacia Dios.  Cristo con su cruz y su pasión no hace otra cosa que llamar a los hombres a su verdadera grandeza como hombres y como sociedad.” 

En este segundo domingo de Cuaresma, escuchamos en la liturgia el evangelio sobre la experiencia de fe de la transfiguración de Jesús.  Es un tema cercano al corazón de Monseñor Romero porque también es el evangelio del 6 de agosto, cuando se celebra la fiesta patronal de San Salvador y  de El Salvador: «El divino Salvador del mundo».   En esa fiesta anual, anunciaba también sus importantes cartas pastorales.

En este testimonio evangélico, leemos la clara llamada y advertencia de Jesús a los discípulos presentes: «No hablen a nadie de lo que han visto antes de que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».  Podemos decir: no se limiten a hablar sencillo y jubilosamente de la resurrección, de la Pascua; no entenderán cuando guarden silencio sobre la cruz y el sufrimiento; y nadie los entenderá cuando proclamen la resurrección, sin hacer la conexión directa con lo que precedió: el martirio brutal en la cruz.

«Cristo, con su cruz y su pasión, no hace más que llamar a los hombres a su verdadera grandeza como seres humanos y como sociedad».  El misterio pascual se convierte entonces en esa llamada a la conversión a la auténtica humanidad, tanto individual como social.   Eso es la conversión a Dios: que lleguemos a ser plenamente humanos, hijos de Dios, a su imagen y semejanza.   Y el camino hacia esa Pascua es un camino de cruz.

No en vano el mismo evangelista Mateo plantea la cruz de la persecución desde el principio de su Evangelio.   La narración dice que Herodes quiere matarlo y que María, José y el niño huyen para escapar, mientras los niños pequeños son asesinados con la brutal idea de que lo maten a él también.   Las palabras de Jesús y sobre todo sus acciones provocan acusaciones en nombre de la verdadera religión y de las leyes religiosas.  Las diversas autoridades judías (saduceos, herodianos, fariseos, escribas, (sumos) sacerdotes, ….) quieren echarlo de la ciudad, eliminarlo, matarlo. No les tiembla el pulso a la hora de seguir el juego al opresor romano para llevar a cabo ese diabólico plan.  Los 4 evangelios nos traen su testimonio sobre ese último trozo de la vida de Jesús.  Incluso a sus discípulos más cercanos les costó tanto entender su forma de actuar, sus obras, que le traicionaron (Judas), le negaron (Pedro) y huyeron.   Se cuenta que sólo Juan, su madre y algunas mujeres habían permanecido lo más cerca posible de la cruz.   Este camino continuo “hasta la muerte brutal” -que debió haber sido una opción permanente para que Jesús fuera fiel a su misión divina- se rompe de repente: ¡está vivo!.  Algunas mujeres fieles y sus discípulos cercanos experimentan que Él está vivo, que les perdona y les llama a dar testimonio de Él.

Pues bien, ésa es la misión de la Iglesia, pero su camino también será siempre la Pasión de Jesús.  «Por eso, hermanos, no debe extrañarnos que una Iglesia tenga mucho de cruz, de lo contrario no tendrá mucho de resurrección».    Allí donde la Iglesia hace lo que Jesús hizo, allí donde la Iglesia elige a aquellos por los que Jesús eligió, allí donde la Iglesia habla como Jesús habló, allí donde abre los oídos, cura las heridas, se levanta para que los hambrientos puedan vivir, se preocupa por los emigrantes (los extranjeros), por los marginados (viudas y huérfanos), cuida de los detenidos,…. esa Iglesia también llevará su cruz, hasta el final.    Monseñor Romero nos lo dice hoy: si una Iglesia no sufre la cruz (de la persecución, la acusación, la denuncia, la exclusión, el exilio y… la muerte), tampoco tendrá mucho de resurrección. No debe sorprendernos que la Iglesia sufra así por su compromiso con el camino de Jesús.  Esa era la realidad cotidiana de la Iglesia en tiempos de Monseñor Romero en El Salvador.  En la mayoría de los países latinoamericanos, esa ha sido una historia de salvación tan importante.

«Cristo es el camino por el que los caídos se convierten a Dios«, dijo monseñor Romero.  El camino de Jesús a través de la Cruz es el camino hacia Dios.  Jesús nos enseñó lo que significa vivir como imagen y semejanza de Dios.  Jesús es la presencia de Dios en nuestra historia humana. En Jesús se nos aclara lo que significa vivir como Dios en la historia.  También nosotros estamos llamados a la conversión en esta Cuaresma para recorrer ese camino de Jesús conscientemente, hoy, en esta historia concreta de comienzos del siglo XXI, con las guerras brutales (ahora también cercanas), con la pandemia y la crisis energética, con la alta inflación y la pobreza creciente,… No podemos estar presentes en todas partes, pero cada uno de nosotros está invitado y desafiado a recorrer el camino de Jesús en un compromiso y solidaridad muy concretos sirviendo y cuidando a los pequeños.

Durante esta temporada de 40 días, se nos recuerda que ese camino de Jesús pasa por la cruz y conduce a ella.  Basta ver todo lo que le sucedió a Jesús en respuesta a su presencia liberadora y sanadora.  La liturgia de la Semana Santa nos trae las narraciones creyentes de la pasión.   ¿Nos reconocemos en ellos?  «Por lo tanto, hermanos y hermanas, no debemos sorprendernos si una iglesia sufre por la cruz, si no, no tendrá mucha resurrección».  Si un cristiano, una comunidad cristiana, una iglesia no pasa por la cruz de Jesús, algo va profundamente mal, y «no tendrá mucha resurrección».   Una iglesia de resurrección sólo podrá nacer de la cruz histórica como resultado de las opciones evangélicas que se nos permitan y estemos dispuestos a hacer.  Esa es nuestra esperanza. Eso es en lo que confiamos.

Algunas preguntas para nuestra reflexión y acción personal y comunitaria.

¿En qué parte del mundo vemos cristianos, iglesias perseguidas por causa del Evangelio? ¿Cómo nos relacionamos con ellos?

¿Cómo experimentamos hoy que el camino de Jesús choca con la normalidad de nuestra sociedad occidental? ¿Cuáles son nuestras propias experiencias de «cruz» por el Evangelio?

¿De qué manera damos hoy testimonio de la resurrección de entre los muertos, resurrección a través de la cruz? ¿Cómo podemos fortalecernos y animarnos mutuamente en este sentido?

[1] Homilías de Monseñor Oscar A. Romero.  Tomo III – Ciclo A,  Uca editores, San Salvador, primera edición 2005, p. 284

Testigos de la Palabra

Homilía de Rutilio Grande en Apopa (13.02.1977)
“¡Es peligroso ser cristiano en nuestro medio! Prácticamente es ilegal ser cristiano auténtico en nuestro país. Porque necesariamente el mundo que nos rodea está fundado radicalmente en un desorden establecido, ante el cual la mera proclamación del Evangelio es subversiva…
…¡Muchos prefieren el Cristo de los meros enterradores o sepultureros!
Un cristo mudo y sin boca para pasearlo en andas por las calles. Un Cristo con bozal en la boca. Un Cristo fabricado a nuestro propio antojo y según nuestros mezquinos intereses.
¡Este no es el Cristo del Evangelio! ¡Este no es el Cristo joven, de 33 años, que dio su vida por la causa más noble de la humanidad.

Lo que Romero dijo de Rutilio

La verdadera grandeza del P. Grande

 “La grandeza del hombre no es tener títulos, riquezas, dinero, ni es ir a la gran ciudad; sino que la verdadera grandeza es ser más hombre, ser más humano.Por eso cuando Rutilio llega a la plenitud de la humanidad suya, lo encontramos de vuelta para El Paisnal. En vísperas de un día de la fiesta patronal del pueblito, viene para acá, con el cariño del hombre que ha crecido en su corazón, pasando por universidades y por libros y estudios; aquel hombre ha comprendido que la verdadera grandeza donde lo ha conducido toda su inteligencia, su vocación, todo, no está en haberse ido de aquí para ser más rico en otro pueblo, sino en volver a su pueblo, amando a los suyos, siendo más hombres. Esto es la verdadera grandeza. El verdero desarrollo no consiste en tener más, sino en ser más y Rutilio fue lo que empezó a ser aquí, lo desarrolló lógicamente hasta ser el hombre que nosotros estamos recogiendo sus enseñanzas” Homilías 05.03.1978

La Buena Noticia del Dgo. 7º-A

Amar a quien nos hace daño

Mt 5, 38-48

¿Es posible amar al enemigo? Jesús no está imponiendo una ley universal. Está invitando a sus seguidores a parecerse más a Dios que siempre perdona, y a ir desapareciendo el odio y la enemistad entre sus hijos.

Solo quien vive tratando de identificarse con Jesús llega a amar a quienes le quieren mal. Atraídos por él, aprendemos a no alimentar el odio contra nadie, a superar el resentimiento, a hacer el bien a todos. Jesús nos invita a «rezar por los que nos persiguen», seguramente para ir transformando poco a poco nuestro corazón.

Amar a quien nos hace daño no es fácil, pero es lo que mejor nos identifica con aquel que murió rezando por los que le estaban crucificando: «»Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»

Lectura de la Palabra

Mateo 5,38-48

                                       Amad a vuestros enemigos

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente.» Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica; dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.

Habéis oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo» y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»

Comentarios a la lectura

LA CORDIALIDAD

Written by José Antonio Pagola

No es la manifestación sensible de los sentimientos el mejor criterio para verificar el amor cristiano, sino el comportamiento solícito por el bien del otro. Por lo general, un servicio humilde al necesitado encierra, casi siempre, más amor que muchas palabras conmovedoras.

Pero se ha insistido a veces tanto en el esfuerzo de la voluntad que hemos llegado a privar a la caridad de su contenido afectivo. Y, sin embargo, el amor cristiano que nace de lo profundo de la persona inspira también los sentimientos, y se traduce en afecto cordial.

Amar al prójimo exige hacerle bien, pero significa también aceptarlo, respetarlo, valorar lo que hay en él de amable, hacerle sentir nuestra acogida y nuestro amor. La caridad cristiana induce a la persona a adoptar una actitud cordial de simpatía, solicitud y afecto, superando posturas de antipatía, indiferencia o rechazo.

Naturalmente, nuestro modo personal de amar viene condicionado por la sensibilidad, la riqueza afectiva o la capacidad de comunicación de cada uno. Pero el amor cristiano promueve la cordialidad, el afecto sincero y la amistad entre las personas.

Esta cordialidad no es mera cortesía exterior exigida por la buena educación, ni simpatía espontánea que nace al contacto con las personas agradables, sino la actitud sincera y purificada de quien se deja vivificar por el amor cristiano.

Tal vez no subrayamos hoy suficientemente la importancia que tiene el cultivo de esta cordialidad en el seno de la familia, en el ámbito del trabajo y en todas nuestras relaciones. Sin embargo, la cordialidad ayuda a las personas a sentirse mejor, suaviza las tensiones y conflictos, acerca posturas, fortalece la amistad, hace crecer la fraternidad.

La cordialidad ayuda a liberarnos de sentimientos de indiferencia y rechazo, pues se opone directamente a nuestra tendencia a dominar, manipular o hacer sufrir al prójimo. Quienes saben comunicar afecto de manera sana y generosa crean en su entorno un mundo más humano y habitable.

Jesús insiste en desplegar esta cordialidad no solo ante el amigo o la persona agradable, sino incluso ante quien nos rechaza. Recordemos unas palabras suyas que revelan su estilo de ser: «Si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario?».

Testigos de la Palabra

Mahatma Gandhi fue un abogado y pensador indio que murió asesinado el 30 de enero de 1948, conocido universalmente por reivindicar y conducir la independencia de la India a través de métodos no violentos.

Fue asesinado por Nathema Godre, un fanático ultra-derechista hindú relacionado con el Gobierno que encontró en Gandhi un obstáculo para levantar su proyecto del alzamiento del hinduismo en perjuicio del resto de creencias y religiones. De esta manera por defender su ideología de una sociedad igualitaria, Gandhi murió asesinado a la edad de 78 años

La Buena Noticia del Dgo. 6º-A

Un mundo más humano

Mt 5, 17-37

Los judíos hablaban con orgullo de la Ley de Moisés. Según la tradición, Dios mismo la había regalado a su pueblo. Era lo mejor que habían recibido de El.

En esa Ley se encierra la voluntad del único Dios verdadero. Ahí pueden encontrar todo le que necesitan para ser fieles a Dios. También para Jesús la Ley es importante, pero ya no ocupa el lugar central.

El vive y comunica otra experiencia: está llegando el Reino de Dios; el Padre está buscando abrirse camino entre nosotros para hacer un mundo más humano.

Lectura de la Palabra

Mateo 5,17-37

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: [«No creáis que he venido a abolir la Ley y los profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud. Os aseguro que antes pasarán el cielo y la tierra que deje de cumplirse hasta la última letra o tilde de la Ley. El que se salte uno sólo de los preceptos menos importantes, y se lo enseñe así a los hombres será el menos importante en el reino de los cielos. Pero quien los cumpla y enseñe será grande en el reino de los cielos.] Os lo aseguro: Si no sois mejores que los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos.

Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No matarás», y el que mate será procesado. Pero yo os digo: Todo el que esté peleado con su hermano será procesado. [Y si uno llama a su hermano «imbécil», tendrá que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama «renegado», merece la condena del fuego. Por tanto, si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano, y entonces vuelve a presentar tu ofrenda. Con el que te pone pleito, procura arreglarte en seguida, mientras vais todavía de camino, no sea que te entregue al juez, y el juez al alguacil, y te metan en la cárcel. Te aseguro que no saldrás de allí hasta que hayas pagado el último cuarto.]

Habéis oído el mandamiento «no cometerás adulterio». Pues yo os digo: El que mira a una mujer casada deseándola, ya ha sido adúltero con ella en su interior. [Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo y tíralo. Más te vale perder un miembro que ser echado entero en el infierno. Si tu mano derecha te hace caer, córtatela y tírala, porque más te vale perder un miembro que ir a parar entero al infierno. Está mandado: «El que se divorcie de su mujer, que le dé acta de repudio.» Pues yo os digo: El que se divorcie de su mujer, excepto en caso de impureza, la induce al adulterio, y el que se case con la divorciada comete adulterio.]

Habéis oído que se dijo a los antiguos: «No jurarás en falso» y «Cumplirás tus votos al Señor». Pues yo os digo que no juréis en absoluto: [ni por el cielo, que es el trono de Dios; ni por la tierra, que es estrado de sus pies; ni por Jerusalén, que es la ciudad del Gran Rey. Ni jures por tu cabeza, pues no puedes volver blanco o negro un solo pelo.] A vosotros os basta decir «si» o «no». Lo que pasa de ahí viene del Maligno.»

Comentario a la Palabra

NO A LA GUERRA ENTRE NOSOTROS

Los judíos hablaban con orgullo de la Ley de Moisés. Según la tradición, Dios mismo la había regalado a su pueblo. Era lo mejor que habían recibido de él. En esa Ley se encierra la voluntad del único Dios verdadero. Ahí pueden encontrar todo lo que necesitan para ser fieles a Dios.

También para Jesús la Ley es importante, pero ya no ocupa el lugar central. Él vive y comunica otra experiencia: está llegando el reino de Dios; el Padre está buscando abrirse camino entre nosotros para hacer un mundo más humano. No basta quedarnos con cumplir la Ley de Moisés. Es necesario abrirnos al Padre y colaborar con él para hacer la vida más justa y fraterna.

Por eso, según Jesús, no basta cumplir la Ley, que ordena «no matarás». Es necesario, además, arrancar de nuestra vida la agresividad, el desprecio al otro, los insultos o las venganzas. Aquel que no mata cumple la Ley, pero, si no se libera de la violencia, en su corazón no reina todavía ese Dios que busca construir con nosotros una vida más humana.

Según algunos observadores, se está extendiendo en la sociedad actual un lenguaje que refleja el crecimiento de la agresividad. Cada vez son más frecuentes los insultos ofensivos, proferidos solo para humillar, despreciar y herir. Palabras nacidas del rechazo, el resentimiento, el odio o la venganza.

Por otra parte, las conversaciones están a menudo tejidas de palabras injustas que reparten condenas y siembran sospechas. Palabras dichas sin amor y sin respeto que envenenan la convivencia y hacen daño. Palabras nacidas casi siempre de la irritación, la mezquindad o la bajeza.

No es este un hecho que se dé solo en la convivencia social. Es también un grave problema en el interior de la Iglesia. El papa Francisco sufre al ver divisiones, conflictos y enfrentamientos de «cristianos en guerra contra otros cristianos». Es un estado de cosas tan contrario al Evangelio que ha sentido la necesidad de dirigirnos una llamada urgente: «No a la guerra entre nosotros».

Así habla el Papa: «Me duele comprobar cómo en algunas comunidades cristianas, y aun entre personas consagradas, consentimos diversas formas de odios, calumnias, difamaciones, venganzas, celos, deseos de imponer las propias ideas a costa de cualquier cosa, y hasta persecuciones que parecen una implacable caza de brujas. ¿A quién vamos a evangelizar con esos comportamientos?». El Papa quiere trabajar por una Iglesia en la que «todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis»

José A. Pagola

Testigos de la Palabra

San Maximiliano Kolbe: mártir de la generosidad

Cada 14 de agosto, la Iglesia celebra la memoria litúrgica de San Maximiliano Kolbe, cuyo ejemplo de fe y de entrega a los demás por amor a Cristo, continúa dando frutos en todo el mundo. En este sentido destaca en tweet del Papa Francisco en sintonía con el modelo de vida de este mártir: «Pidamos la gracia de recordar cada día que Dios no nos olvida, que somos sus hijos amados, únicos e irremplazables: recordarlo nos da la fuerza para no rendirnos ante los reveses de la vida».

Maximiliano Kolbe fue un franciscano polaco nacido en 1894 y dedicado al periodismo católico. Fue arrestado por la Gestapo en 1941 y murió en el campo de concentración de Auschwitz, ese mismo año durante la Segunda Guerra Mundial, al ofrecer su vida en lugar de la de otro prisionero compatriota, casado y padre de familia, que había sido condenado al búnker del hambre, como castigo de los nazis para penalizar a algunos de los reos tras la fuga de uno de ellos.