La Buena Noticia del Dgo. 2º Cuaresma-A

Una luz en el camino

Mt 17, 1-9

“Este es mi Hijo amado, escuchadle”

 La transfiguración de Jesús es la transfiguración del ser humano. Jesús quiere dejar muy claro que el final de todo es el triunfo de la vida, de la plenitud de la vida. Se oye una voz: “Este es mi Hijo amado, escuchadle”   Esta voz, dicha desde la nube, manifiesta la identidad de Jesús y también la identidad de todo ser humano.  Jesús es el Hijo amado, pero todo ser humano es también “hijo amado”.  Jesús es el único al que hay que escuchar.  En estos tiempos difíciles necesitamos, más que nunca, vivir escuchando a Jesús, el Señor.

Lectura de la Palabra:

Mateo 17,1-9

                                                                        Su rostro resplandecía como el solEn aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro,a Santiago y a su hermano Juan y se los llevó aparte a una montaña alta. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: «Señor, ¡qué bien se está aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el amado, mi predilecto. Escuchadlo.» Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: «Levantaos, no temáis.»

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»

Comentarios a la Palabra:

Cristo es el camino por el que los caídos se convierten a Dios

Por | Luis Van de Velde

Monseñor Romero dice[1]: “Eso es lo que se llama el misterio pascual, la Pascua que es muerte y resurrección.   Hacia esa Pascua camina la Cuaresma, camina el cristianismo. Toda su vida, toda su historia, caminando hacia la cruz y hacia la resurrección. Por eso, hermanos, no nos debe extrañar que una Iglesia tenga mucho de cruz porque si no, no tendrá mucho de resurrección. Una Iglesia acomodaticia, una Iglesia que busca prestigio sin el dolor de la cruz, no es la Iglesia auténtica de Jesucristo. ….Cristo es el camino por donde los hombres caídos se convierten a Dios. Desde Abraham, pues, ha comenzado el capítulo de la conversión: conversio ad Deum, conversión hacia Dios.  Cristo con su cruz y su pasión no hace otra cosa que llamar a los hombres a su verdadera grandeza como hombres y como sociedad.” 

En este segundo domingo de Cuaresma, escuchamos en la liturgia el evangelio sobre la experiencia de fe de la transfiguración de Jesús.  Es un tema cercano al corazón de Monseñor Romero porque también es el evangelio del 6 de agosto, cuando se celebra la fiesta patronal de San Salvador y  de El Salvador: «El divino Salvador del mundo».   En esa fiesta anual, anunciaba también sus importantes cartas pastorales.

En este testimonio evangélico, leemos la clara llamada y advertencia de Jesús a los discípulos presentes: «No hablen a nadie de lo que han visto antes de que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».  Podemos decir: no se limiten a hablar sencillo y jubilosamente de la resurrección, de la Pascua; no entenderán cuando guarden silencio sobre la cruz y el sufrimiento; y nadie los entenderá cuando proclamen la resurrección, sin hacer la conexión directa con lo que precedió: el martirio brutal en la cruz.

«Cristo, con su cruz y su pasión, no hace más que llamar a los hombres a su verdadera grandeza como seres humanos y como sociedad».  El misterio pascual se convierte entonces en esa llamada a la conversión a la auténtica humanidad, tanto individual como social.   Eso es la conversión a Dios: que lleguemos a ser plenamente humanos, hijos de Dios, a su imagen y semejanza.   Y el camino hacia esa Pascua es un camino de cruz.

No en vano el mismo evangelista Mateo plantea la cruz de la persecución desde el principio de su Evangelio.   La narración dice que Herodes quiere matarlo y que María, José y el niño huyen para escapar, mientras los niños pequeños son asesinados con la brutal idea de que lo maten a él también.   Las palabras de Jesús y sobre todo sus acciones provocan acusaciones en nombre de la verdadera religión y de las leyes religiosas.  Las diversas autoridades judías (saduceos, herodianos, fariseos, escribas, (sumos) sacerdotes, ….) quieren echarlo de la ciudad, eliminarlo, matarlo. No les tiembla el pulso a la hora de seguir el juego al opresor romano para llevar a cabo ese diabólico plan.  Los 4 evangelios nos traen su testimonio sobre ese último trozo de la vida de Jesús.  Incluso a sus discípulos más cercanos les costó tanto entender su forma de actuar, sus obras, que le traicionaron (Judas), le negaron (Pedro) y huyeron.   Se cuenta que sólo Juan, su madre y algunas mujeres habían permanecido lo más cerca posible de la cruz.   Este camino continuo “hasta la muerte brutal” -que debió haber sido una opción permanente para que Jesús fuera fiel a su misión divina- se rompe de repente: ¡está vivo!.  Algunas mujeres fieles y sus discípulos cercanos experimentan que Él está vivo, que les perdona y les llama a dar testimonio de Él.

Pues bien, ésa es la misión de la Iglesia, pero su camino también será siempre la Pasión de Jesús.  «Por eso, hermanos, no debe extrañarnos que una Iglesia tenga mucho de cruz, de lo contrario no tendrá mucho de resurrección».    Allí donde la Iglesia hace lo que Jesús hizo, allí donde la Iglesia elige a aquellos por los que Jesús eligió, allí donde la Iglesia habla como Jesús habló, allí donde abre los oídos, cura las heridas, se levanta para que los hambrientos puedan vivir, se preocupa por los emigrantes (los extranjeros), por los marginados (viudas y huérfanos), cuida de los detenidos,…. esa Iglesia también llevará su cruz, hasta el final.    Monseñor Romero nos lo dice hoy: si una Iglesia no sufre la cruz (de la persecución, la acusación, la denuncia, la exclusión, el exilio y… la muerte), tampoco tendrá mucho de resurrección. No debe sorprendernos que la Iglesia sufra así por su compromiso con el camino de Jesús.  Esa era la realidad cotidiana de la Iglesia en tiempos de Monseñor Romero en El Salvador.  En la mayoría de los países latinoamericanos, esa ha sido una historia de salvación tan importante.

«Cristo es el camino por el que los caídos se convierten a Dios«, dijo monseñor Romero.  El camino de Jesús a través de la Cruz es el camino hacia Dios.  Jesús nos enseñó lo que significa vivir como imagen y semejanza de Dios.  Jesús es la presencia de Dios en nuestra historia humana. En Jesús se nos aclara lo que significa vivir como Dios en la historia.  También nosotros estamos llamados a la conversión en esta Cuaresma para recorrer ese camino de Jesús conscientemente, hoy, en esta historia concreta de comienzos del siglo XXI, con las guerras brutales (ahora también cercanas), con la pandemia y la crisis energética, con la alta inflación y la pobreza creciente,… No podemos estar presentes en todas partes, pero cada uno de nosotros está invitado y desafiado a recorrer el camino de Jesús en un compromiso y solidaridad muy concretos sirviendo y cuidando a los pequeños.

Durante esta temporada de 40 días, se nos recuerda que ese camino de Jesús pasa por la cruz y conduce a ella.  Basta ver todo lo que le sucedió a Jesús en respuesta a su presencia liberadora y sanadora.  La liturgia de la Semana Santa nos trae las narraciones creyentes de la pasión.   ¿Nos reconocemos en ellos?  «Por lo tanto, hermanos y hermanas, no debemos sorprendernos si una iglesia sufre por la cruz, si no, no tendrá mucha resurrección».  Si un cristiano, una comunidad cristiana, una iglesia no pasa por la cruz de Jesús, algo va profundamente mal, y «no tendrá mucha resurrección».   Una iglesia de resurrección sólo podrá nacer de la cruz histórica como resultado de las opciones evangélicas que se nos permitan y estemos dispuestos a hacer.  Esa es nuestra esperanza. Eso es en lo que confiamos.

Algunas preguntas para nuestra reflexión y acción personal y comunitaria.

¿En qué parte del mundo vemos cristianos, iglesias perseguidas por causa del Evangelio? ¿Cómo nos relacionamos con ellos?

¿Cómo experimentamos hoy que el camino de Jesús choca con la normalidad de nuestra sociedad occidental? ¿Cuáles son nuestras propias experiencias de «cruz» por el Evangelio?

¿De qué manera damos hoy testimonio de la resurrección de entre los muertos, resurrección a través de la cruz? ¿Cómo podemos fortalecernos y animarnos mutuamente en este sentido?

[1] Homilías de Monseñor Oscar A. Romero.  Tomo III – Ciclo A,  Uca editores, San Salvador, primera edición 2005, p. 284

Testigos de la Palabra

Homilía de Rutilio Grande en Apopa (13.02.1977)
“¡Es peligroso ser cristiano en nuestro medio! Prácticamente es ilegal ser cristiano auténtico en nuestro país. Porque necesariamente el mundo que nos rodea está fundado radicalmente en un desorden establecido, ante el cual la mera proclamación del Evangelio es subversiva…
…¡Muchos prefieren el Cristo de los meros enterradores o sepultureros!
Un cristo mudo y sin boca para pasearlo en andas por las calles. Un Cristo con bozal en la boca. Un Cristo fabricado a nuestro propio antojo y según nuestros mezquinos intereses.
¡Este no es el Cristo del Evangelio! ¡Este no es el Cristo joven, de 33 años, que dio su vida por la causa más noble de la humanidad.

Lo que Romero dijo de Rutilio

La verdadera grandeza del P. Grande

 “La grandeza del hombre no es tener títulos, riquezas, dinero, ni es ir a la gran ciudad; sino que la verdadera grandeza es ser más hombre, ser más humano.Por eso cuando Rutilio llega a la plenitud de la humanidad suya, lo encontramos de vuelta para El Paisnal. En vísperas de un día de la fiesta patronal del pueblito, viene para acá, con el cariño del hombre que ha crecido en su corazón, pasando por universidades y por libros y estudios; aquel hombre ha comprendido que la verdadera grandeza donde lo ha conducido toda su inteligencia, su vocación, todo, no está en haberse ido de aquí para ser más rico en otro pueblo, sino en volver a su pueblo, amando a los suyos, siendo más hombres. Esto es la verdadera grandeza. El verdero desarrollo no consiste en tener más, sino en ser más y Rutilio fue lo que empezó a ser aquí, lo desarrolló lógicamente hasta ser el hombre que nosotros estamos recogiendo sus enseñanzas” Homilías 05.03.1978

La Buena Noticia del Dgo. 4º-A

Bienaventurados

Lectura de la Palabra

Mateo 5,1-12a

                                                            Dichosos los pobres en el espírituEn aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles: «Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

Comentario a la lectura

Mateo, al formular las Bienaventuranzas, se preocupa de trazar los rasgos que han de caracterizar a los seguidores de Jesús. De ahí la importancia que tienen para nosotros en estos tiempos en que la Iglesia ha de ir encontrando su propio estilo de vida en medio de una sociedad secularizada.

No es posible proponer la Buena Noticia de Jesús de cualquier forma. El Evangelio solo se difunde desde actitudes evangélicas. Las bienaventuranzas nos indican el espíritu que ha de inspirar la actuación de la Iglesia y de los cristianos en su peregrinación hacia el Padre.

Dichosa la Iglesia «pobre de espíritu» y de corazón sencillo, que actúa sin prepotencia, sin riqueza ni esplendor, sostenida solo por la autoridad humilde de Jesús.

Dichosa la que «llora» con los que lloran y sufre al ser despojada de privilegios y de poder, pues podrá compartir mejor la suerte de los perdedores y el destino de Jesús.

Dichosa la Iglesia que renuncia a imponerse por la fuerza, practicando siempre la mansedumbre de su Maestro y Señor.

Dichosa la Iglesia que tiene «hambre y sed de justicia», pues buscará su propia conversión y trabajará por una vida más justa y digna para todos.

Dichosa la Iglesia compasiva que renuncia al rigorismo y prefiere la misericordia antes que los sacrificios, pues acogerá a los pecadores y no les ocultará la Buena Noticia de Jesús.

Dichosa la Iglesia de «corazón limpio» y conducta transparente, que no encubre sus pecados ni promueve el secretismo o la ambigüedad, pues caminará en la verdad de Jesús.

Dichosa la Iglesia que «trabaja por la paz» y lucha contra las guerras, que aúna los corazones y siembra concordia, pues contagiará la paz de Jesús.

Dichosa la Iglesia que sufre la hostilidad y persecución a causa de la justicia sin rehuir el martirio, pues sabrá llorar con las víctimas y conocerá la cruz de Jesús

La sociedad actual necesita conocer comunidades cristianas marcadas por este espíritu de las bienaventuranzas. Solo una Iglesia evangélica tiene autoridad y credibilidad para mostrar el rostro de Jesús a los hombres y mujeres de hoy.       (José Antonio Pagola)

Testigos de la Palabra

Cristian Javá Ríos, mártir de la Amazonía

Cristian Javá Ríos era un indígena Kukama, defensor de su territorio y monitor ambiental en la comunidad indígena La Petrolera, ubicada en el distrito de Urarinas del departamento nororiental de Loreto en Perú. Murió a tiros tras ser emboscado por bandas criminales que estarían intentado expulsar a las comunidades indígenas de esa zona de la Selva Amazónica.

Según ACODECOSPAT, una asociación que agrupa a 64 comunidades indígenas Kukama y Urarina, el 17 de abril una delegación de la comunidad indígena La Petrolera se dirigió a una zona dentro de su territorio comunal que había sido invadida con el objeto de retomar posesión de ella; pero los invasores les tendieron una emboscada causando la muerte a Cristian Javá y dejando a otras cinco personas heridas.

Testimonios locales aseguran que las bandas llevaban meses amenazando a la población de La Petrolera; impidiendo incluso labores de remediación ambiental y vigilancia en zonas cercanas a sus asentamientos. Esto habría sido denunciado ante la Fiscalía de Nauta, pero según un boletín de prensa de ACODECOSPAT la institución no habría tomado ninguna acción.

ACODECOSPAT denuncia que las invasiones a los territorios comunales en el Chambira y Patoyacu responden a intereses de personas que acuerdan con la empresa y el Estado la implementación de proyectos de «desarrollo» (como sistemas de saneamiento) para lucrarse a través de ellos. La misma organización sugiere que habría un relación entre los ataques a los oleoductos de la zona y las empresas encargadas de remediación.

Cristian Javá era un joven esposo y padre de un bebé de seis meses

La Buena Noticia del Dgo. 3º-A

El seguimiento de Jesús

Mt 4, 12-24

Venid conmigo y os haré pescadores de hombres

Jesús comienza su misión anunciando el Reino de Dios y curando a los enfermos.  Y a la vez invita a los primeros discípulos a seguirle.

La fe cristiana no es solo adhesión doctrinal, sino conducta y vida marcada por nuestra vinculación a Jesús. Creer en Jesucristo es vivir su estilo de vida, animados por su Espíritu, colaborando en su proyecto del Reino de Dios y cargando con su cruz para compartir su resurrección.

Lectura de la Palabra

Mateo 4,12-23

                      Se estableció en Cafarnaún. Así se cumplió lo que había dicho Isaías

Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea. Dejando Nazaret, se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que habla dicho el profeta Isaías: «País de Zabulón y país de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los gentiles. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.» Entonces comenzó Jesús a predicar diciendo: «Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.»

[Pasando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos, a Simón, al que llaman Pedro, y a Andrés, su hermano, que estaban echando el copo en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: «Venid y seguidme, y os haré pescadores de hombres.» Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Y, pasando adelante, vio a otros dos hermanos, a Santiago, hijo de Zebedeo, y a Juan, que estaban en la barca repasando las redes con Zebedeo, su padre. Jesús los llamó también. Inmediatamente dejaron la barca y a su padre y lo siguieron. Recorría toda Galilea, enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.]

Comentario a las lecturas

La primera lectura parece haber sido escogida estrictamente por coincidir con la tercera lectura en la alusión geográfica a la zona de Zabulón y Neftalí, en la que Jesús se vino a establecer. La segunda -como hemos dicho que sucede casi siempre- va por sus caminos propios, siendo puramente aleatorio que alguna vez encaje con el mensaje de las otras dos. Diríamos que el evangelio de hoy –dada la altura a la que estamos en el año litúrgico– se adecúa bien a la altura que correspondería dentro de la vida de Jesús siguiendo un criterio simplemente cronológico: el inicio de su actividad pública, el comienzo del despliegue de lo que será el Jesús predicador del Reino en su plenitud.

Son bastantes los detalles que merecen comentario en este evangelio.

-Jesús comienza su actividad tomando como referencia los signos de los tiempos. Al menos el evangelista hace notar que no empezó Jesús sin más cuando quiso, sino al ver que habían encarcelado a Juan. Jesús reacciona ante los hechos de la historia que le rodea. No viene a cumplir una misión ya programada previamente y que ha de llevarse a cabo con la indiferencia del «pase lo que pase».

-Jesús «fue a vivir» a Cafarnaúm. Algunos teólogos (Nolan por ejemplo) hacen notar que «se estableció» allí, y que, probablemente, la que varias veces en los evangelios se cita como «su casa» sería casa no de Pedro, sino la casa de Jesús… No hay seguridad, pero no es improbable. Una duda sobre esa imagen tan fácil que nos hemos hecho del Jesús evangelizador itinerante.

-El contenido de lo que sería la «primera predicación» de Jesús, o más bien, la tónica dominante de la predicación de Jesús: la venida del Reinado de Dios, como buena noticia que invita al cambio… Hoy ya esto lo saben los niños en la catequesis parroquial, cuando hace cuarenta años lo ignorábamos todos los cristianos adultos, incluidos los predicadores: que el centro de la predicación de Jesús fue el «Reinado de Dios», un concepto entre profético y escatológico… O sea: que Jesús no fue un predicador doctrinal teórico, ni un maestro de sabiduría religiosa, ni un asceta… sino un profeta dominado por la urgencia de una pasión, la pasión por el Reinado de Dios que él creía inminente…

-No era sólo un anuncio, sino una con-moción: Jesús anunciaba para empujar al cambio, para animar la esperanza en el cambio que Dios mismo estaba a punto de empujar… Por eso, su anuncio era para la conversión: «cambien su vida y su corazón porque el Reino de los Cielos se ha acercado», traduce la Biblia Latinoamericana.

-Aquí hay una doble dirección: hay que cambiar (convertirse) «porque» viene el Reinado de Dios, y, también, hay que cambiar «para que» venga, para hacer posible que venga, porque cambiando, en nuestro cambiar, ya está viniendo ese Reinado… Son las dos dimensiones: activa y pasiva, receptiva y provocativa, de contemplación y de lucha… sin unilateralismos.

-El carácter concreto del tipo de praxis que Jesús adopta, que no es la de transformar la sociedad él mismo directamente, con sus propias prácticas, no es la de afrontar directamente la tarea, sino la de enrolar a otros, convencer a otros para sumarse a la tarea, y para ello, dedicarse a desbloquear las mentes, a iluminar los corazones, abrir la visión de los demás… para que puedan incorporarse a la transformación de la sociedad. Si se nos permite decirlo así, Jesús, más que una práctica, asume una práctica teórica y simbólica. Él no se hace médico ni se dedica a curar a los enfermos, sino a dar la Buena Noticia, aunque salpica su predicación constantemente con «signos» de curación: «predicaba y sanaba». Teoría y práctica. Esta práctica era apoyo de aquella teoría, y la teoría no era realmente tal, sino una práctica teórica: Jesús ejercía de abridor de mentes, iluminador de corazones, generador de esperanza, transmisor de energías…

-En esa línea se puede enmarcar mejor aún lo de convertir a sus más allegados en «pescadores de personas» (no «de hombres»), lo que él mismo estaba siendo, lo que cualquier discípulo debe también ser. El expansionismo evangelizador misionero proselitista, el querer extender el cristianismo a todo el mundo haciendo tabla rasa de las demás religiones, ya no tiene lugar en una visión a la altura de los tiempos actuales. El ser realmente «evangelizador» apasionado por la Utopía del Reino (utopía que no es enemiga de las demás religiones ni pretende imponer ninguna cultura) sigue teniendo plenamente sentido

Testigos de la Palabra

Aniversario de Marcos-Ana 

Autobiografía

Mi pecado es terrible;                                                                                                                                                                        quise llenar de estrellas                                                                                                                                                                           el corazón del hombre.                                                                                                                                                                        Por eso aquí entre rejas,                                                                                                                                                                         en diecinueve inviernos                                                                                                                                                                           perdí mis primaveras.                                                                                                                                                                             Preso desde mi infancia                                                                                                                                                                           y a muerte mi condena,                                                                                                                                                                           mis ojos van secando                                                                                                                                                                              su luz contra las piedras.                                                                                                                                                                    Mas no hay sombra de arcángel                                                                                                                                                  vengador en mis venas:                                                                                                                                                                  España es solo el grito                                                                                                                                                                           de mi dolor que sueña

——————————–

¡Marcos Ana vive!

Te fuiste Marcos Ana,                                                                                                                                                                   calladamente y sin ruido…                                                                                                                                                                 como siempre lo hacías todo,                                                                                                                                                             con dignidad y entereza,                                                                                                                                                                  dejándonos algo tristes,                                                                                                                                                                          pero llenos de valor                                                                                                                                                                               por tu ejemplo y valentía…                                                                                                                                                                   Tu memoria entre nosotros                                                                                                                                                                   siempre permanecerá…                                                                                                                                                                         Hoy adornan flores rojas                                                                                                                                                                          puestas por tus paisanos                                                                                                                                                                        en el monumento memorial                                                                                                                                                                   en San Vicente de Alconada…                                                                                                                                                             Estoy plenamente seguro                                                                                                                                                                          que tu ejemplo quedará                                                                                                                                                                       en nosotros bien marcado,                                                                                                                                                                        y nos compromete ya,                                                                                                                                                                                    a luchar por la igualdad,                                                                                                                                                                      la justicia y democracia,                                                                                                                                                                             como tu nos enseñaste…                                                                                                                                                                        Marcos Ana, poeta del pueblo,                                                                                                                                                                Hasta la victoria siempre!                                                                                                                                                          ¡Descansa en paz!                                                                                                                                                                             ¡Que viva Marcos Ana!

Daniel. S. Barbero

La buena Noticia del Dgo. 32º-C

DESTINADOS A LA VIDA ETERNA

Lc 20, 27-38

LA HORA DE LA PALABRA

El Dios de la vida

En el pueblo judío el Dios de nuestros padres es «Yahvé, el Dios de la vida».            La fe en la resurrección es la fe en un Dios que quiere la vida para todos sus hijos e hijas, «porque para él todos están vivos».

La fe y la esperanza en la resurrección debe traducirse en un compromiso por defender la vida y rechazar todo lo que sea muerte porque «la gloria de Dios es que el hombre y la mujer vivan», como diría San Ireneo, o como diría Mons. Romero, «la gloria de Dios es que el pobre viva».

Ya desde ahora estamos llamados a vivir el Espíritu que animó a Jesús durante su vida. Es el Espíritu que nos hará vivir plenamente.

LECTURA DE LA PALABRA

Lucas 20, 27-38

                                                        No es Dios de muertos, sino de vivos

En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.»

Jesús les contestó: «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección.

Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor «Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob». No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»

COMENTARIOS A LA PALABRA

¿ES RIDÍCULO ESPERAR EN DIOS?

Por

Los saduceos no gozaban de popularidad entre las gentes de las aldeas. Era un sector compuesto por familias ricas pertenecientes a la élite de Jerusalén, de tendencia conservadora, tanto en su manera de vivir la religión como en su política de buscar un entendimiento con el poder de Roma. No sabemos mucho más.

Lo que podemos decir es que «negaban la resurrección». La consideraban una «novedad» propia de gente ingenua. No les preocupaba la vida más allá de la muerte. A ellos les iba bien en esta vida. ¿Para qué preocuparse de más?

Un día se acercan a Jesús para ridiculizar la fe en la resurrección. Le presentan un caso absolutamente irreal, fruto de su fantasía. Le hablan de siete hermanos que se han ido casando sucesivamente con la misma mujer, para asegurar la continuidad del nombre, el honor y la herencia a la rama masculina de aquellas poderosas familias saduceas de Jerusalén. Es de lo único que entienden.

Jesús critica su visión de la resurrección: es ridículo pensar que la vida definitiva junto a Dios vaya a consistir en reproducir y prolongar la situación de esta vida, y en concreto de esas estructuras patriarcales de las que se benefician los varones ricos.

La fe de Jesús en la otra vida no consiste en algo tan irrisorio: «El Dios de Abrahán, de Isaac y de Jacob no es un Dios de muertos, sino de vivos». Jesús no puede ni imaginarse que a Dios se le vayan muriendo sus hijos; Dios no vive por toda la eternidad rodeado de muertos. Tampoco puede imaginar que la vida junto a Dios consista en perpetuar las desigualdades, injusticias y abusos de este mundo.

Cuando se vive de manera frívola y satisfecha, disfrutando del propio bienestar y olvidando a quienes viven sufriendo, es fácil pensar solo en esta vida. Puede parecer hasta ridículo alimentar otra esperanza.

Cuando se comparte un poco el sufrimiento de las mayorías pobres, las cosas cambian: ¿qué decir de los que mueren sin haber conocido el pan, la salud o el amor?, ¿qué decir de tantas vidas malogradas o sacrificadas injustamente? ¿Es ridículo alimentar la esperanza en Dios?

TESTIGOS DE LA PALABRA

Joan Roig, mártir en la Cataluña de 1936

Víctima del odio a la fe. El papa Francisco ha autorizado, tras una reunión con el cardenal Angelo Becciu, de la Congregación de la Causa de los Santos, la declaración como mártir –y, por lo tanto, la beatificación– de Joan Roig i Diggle, un joven de 19 años de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña, amigo del beato Pere Tarrés y alumno de los beatos mártires escolapios Ignacio Casanovas y Francesc Carceller.

Fue asesinado por las juventudes libertarias de Badalona de cinco tiros en el corazón y uno de gracia en la cabeza en la noche del 11 de septiembre de 1936, víspera del Dulce Nombre de María.

La familia Roig Diggle se empobreció y se trasladó al Masnou. Joan ingresó en la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña (FJCC), creada en 1932 por mosén Albert Bonet y que llegó a contar con 8.000 muchachos antes de la guerra.

El joven Roig fue designado responsable de la rama infantil (10 a 14 años) de la FJCC,.

El 20 de julio de 1936, milicianos rojos quemaron la sede de la Federación. Empezó una persecución contra los jóvenes fejocistas –que eran una asociación de fe y acción social, pero no política ni de partido–. Se calcula que unos 300 fejocistas fueron asesinados en la retaguardia republicana en Cataluña, incluyendo unos 40 sacerdotes ligados a ellos.

Maud, la madre de Joan, recordó después lo que su hijo hizo esos días: «Fue aliviando penas, animando a los tímidos, visitando a los heridos, buscando diariamente en los hospitales entre los muertos, para saber cuáles de los suyos habían caído asesinados. Cada noche, al pie del lecho, con el crucifijo estrechado en sus manos imploraba para unos clemencia, para otros perdón, y para todos misericordia y fortaleza».

Los milicianos anticlericales golpearon a la puerta de su casa, la de su familia. Joan rápidamente consumió las Formas Sagradas encomendadas a su cuidado. Se abrazó a su madre y se despidió de ella en inglés: «God is with me» (Dios está conmigo).

La patrulla, de las juventudes libertarias de Badalona, le llevó junto al cementerio nuevo de Santa Coloma de Gramanet. Le permitieron unas últimas palabras. «Que Dios os perdone como yo os perdono», dijo él.

Lo mataron de 5 disparos al corazón y uno de gracia en la nuca. Tenía 19 años: según la legislación de la época no era aún adulto. Después de la guerra, sus restos fueron recuperados y reconocidos por las 5 heridas del pecho y la del cráneo.

Jaume Marés, tío de Joan Roig, cuando se enteró de su detención pidió ayuda a un amigo policía. Le reveló que uno de los verdugo le había hablado del muchacho: «¡Ah! Aquel chico rubio era un valiente, murió predicando. Moría diciendo que nos perdonaba y que pedía a Dios que nos perdonará. Casi nos conmovió».

La Federación de Cristianos de Cataluña y la Asociación de Amigos de Joan Roig han promovido su beatificación. Sus restos descansan en una capilla en la parroquia de San Pere de Masnou.

La Buena Noticia del Dgo. 30º-C

El fariseo y el publicano

Lc 18, 9-14

LA HORA DE LA PALABRA

Ser sinceros para con Dios

La parábola del fariseo y el publicano es una fuerte crítica que desenmascara una actitud religiosa engañosa, que nos permite vivir ante Dios seguros de nuestra inocencia, mientras que condenamos a todo el que no piensa ni actúa como nosotros.

Lo importante es ser sinceros para con Dios. No creernos seguros y con derechos ante Dios como si Dios nos debiera algo, sino humildes ante Dios , reconociendo que somos débiles y pecadores, que nos acogemos a su misericordia. Pero eso no nos da derecho a juzgar a los demás. ¿Quién soy yo para juzgar a otro?

LECTURA DE LA PALABRA

Lucas 18, 9-14

                                         El publicano bajó a su casa justificado, y el fariseo noEn aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior:

«¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.»

El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo:

«¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador. »

Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.

COMENTARIO A LA LECTURA

La mayor parte de las parábolas de Jesús tienen como telón de fondo la vida de las aldeas de Galilea y reflejan distintas experiencias de vida del campesinado. Solamente unas pocas se salen de este marco. Y una de éstas es la del fariseo y el recaudador, que se sitúa en contexto urbano y, más en concreto, en la ciudad de Jerusalén, en el recinto del templo, el lugar propicio para obtener la purificación de los pecados.

La influencia y atracción del Templo para los judíos se extendía incluso más allá de las fronteras de Palestina, como lo muestra claramente la obligación del pago del impuesto al Templo por parte de los judíos que no vivían en Palestina. Pagar ese impuesto se había convertido en tiempos de Jesús en un acto de devoción hacia el Templo, porque éste hacía posible que los judíos mantuviesen su relación con Dios.

En tiempos de Jesús, el cobro de impuestos no lo hacían los romanos directamente, sino indirectamente, adjudicando puestos de arbitrios y aduanas a los mejores postores, que solían ser gente de las élites urbanas, de la aristocracia. Estas élites, sin embargo, no regentaban las aduanas, sino que, a su vez, dejaban la gestión de las mismas a gente sencilla, que recibía a cambio un salario de subsistencia. Los recaudadores de impuestos practicaban sistemáticamente el pillaje y la extorsión de los campesinos. Debido a esto, el pueblo tenía hacia estos cobradores de impuestos la más fuerte hostilidad, por ser colaboracionistas con el poder romano. La población los odiaba y los consideraba ladrones. Tan desprestigiados estaban que se pensaba que ni siquiera podían obtener el arrepentimiento de sus pecados, pues para ello tendrían que restituir todos los bienes extorsionados, más una quinta parte, tarea prácticamente imposible al trabajar siempre con público diferente. Esto hace pensar que el recaudador de la parábola era un blanco fácil de los ataques del fariseo, pues era pobre, socialmente vulnerable, virtualmente sin pudor y sin honor, o lo que es igual, un paria considerado extorsionador y estafador.

En su oración, el fariseo aparece centrado en sí mismo, en lo que hace. Sabe lo que no es: ladrón, injusto o adúltero; ni tampoco es como ese recaudador, pero no sabe quién es en realidad. La parábola lo llevará a reconocer quién es, precisamente no por lo que hace (ayunar, dar el diezmo…), sino por lo que deja de hacer (relacionarse bien con los demás).

El fariseo decimos que ayuna dos veces por semana y paga el diezmo de todo lo que gana. Hace incluso más de lo que está mandado en la Torá. Pero su oración no es tan inocente. Lo que parecen tres clases diferentes de pecadores a las que él alude (ladrón, injusto, pecador) se puede entender como tres modos de describir al recaudador. El recaudador, sin embargo, reconoce con gestos y palabras que es pecador y en eso consiste su oración.

El mensaje de la parábola es sorprendente, pues subvierte el orden establecido por el sistema religioso judío: hay quien, como el fariseo, cree estar dentro, y resulta que está fuera; y hay quien se cree excluido, y sin embargo está dentro.

En el relato se ha presentado al fariseo como un justo y ahora se dice que este justo no es reconocido; debe haber algo en él que resulte inaceptable a los ojos de Dios. Sin embargo, el recaudador, al que se nombra con un despectivo “ése”, no es en modo alguno despreciable. ¿Qué pecado ha cometido el fariseo? Tal vez solamente uno: mirar despectivamente al recaudador y a los pecadores que él representa. El fariseo se separa del recaudador y lo excluye del favor de Dios.

Dios, justificando al pecador sin condiciones, adopta un comportamiento diametralmente opuesto al que el fariseo le atribuía con tanta seguridad. El error del fariseo es el de ser “un justo que no es bueno con los demás”, mientras que Dios acoge graciosamente incluso al pecador. Esta parábola proclama, por tanto, la misericordia como valor fundamental del reinado de Dios. Con su comportamiento, el recaudador rompe todas las expectativas y esquemas, desafía la pretensión del fariseo y del Templo con sus medios redentores, y reclama ser oído por Dios, ya que no lo era por el sistema del Templo y por la teología oficial, representada por el fariseo.

Si la interpretación de la parábola es ésta, entonces se puede vislumbrar por qué Jesús fue estigmatizado como «amigo de recaudadores y de pecadores», y por qué fue crucificado finalmente por las élites de Jerusalén con la ayuda de los romanos y el pueblo.

En esta parábola se cumple lo que leemos en la primera lectura del libro del Eclesiástico: “Dios no es parcial contra el pobre, escucha las súplicas del oprimido, no desoye los gritos del huérfano o de la viuda cuando repite su queja”. Dios está con los que el sistema ha dejado fuera. Como estuvo con Pablo de Tarso, como se lee en la segunda lectura, que, a pesar de no haber tenido quien lo defendiera, sentía que el Señor estaba a su lado, dándole fuerzas

TESTIGOS DE LA PALABRA

Mártires de la Amazonía

Mons. Alejandro Labaka: el obispo de la Amazonía que murió desnudo

Alejandro Labaka es un obispo de las periferias. Los 23 últimos años de su vida los pasó en periferia de frontera, inserto en la cultura huaorani. Es obispo “con olor a oveja”: y de la manera más radical y concreta. Sudó con el calor tropical de la selva y mezcló su sudor con sus selváticos Huaoranis. Se mezcló con ellos, comió sus comidas, aprendió sus costumbres y su idioma, cantó sus cantos, rezó sus oraciones. Callejeó mucho. No quiso aprender a conducir para mezclarse con la gente en el autobús, para caminar por las calles.

Hna. Inés:La misionera que le acompañó y murió junto a él

Aunque este escrito se centra en el obispo que murió desnudo, no podemos olvidar a la religiosa misionera Terciaria capuchina de la Sagrada Familia Hna. Inés Arango. Nacida en Medellín (Colombia) llevaba diez años en Aguarico, dedicada al apostolado con los Huaorani. Convivió con ellos en sus chozas, aprendió su idioma, compartió sus comidas. Y fue muy consciente del riesgo que afrontaba al acompañar a su obispo en el intento de contacto con la tribu tagaeri, el 21 de julio de 1987. La víspera de su partida, escribió un breve testamento, que se encontró en su mesilla de noche. Dice así:

          Si muero me voy feliz y ojalá nadie sepa nada de mi.

         No busco nombre… ni fama.    Dios lo sabe. Siempre con todos .   INÉS

Como mujer intuitiva, previó la posibilidad de su muerte: Si muero…Quizás no sospecho la crueldad final.

El 21 de julio de 1987 los dos misioneros Mons. Alejandro y Hna. Inés fueron llevados en helicóptero a una apartada región de la Amazonia donde Vivian los Tagaeri. Descendidos sobre una vivienda de ellos, fueron acogidos por las mujeres y los niños. Más tarde llegaron los adultos cazadores y decidieron matarlos. La Hna. Inés  contempló la muerte cruel de su obispo, el rito de clavarle 17 lanzas y punzarle con 80 heridas. ¿Y ella? Parece que no querían matarla. Pero un joven guerrero clavó su lanza en su frágil cuerpo. Otros cuatro le imitaron. Tenía 70 heridas en su cuerpo.

Y allí quedaron, tendidos en la selva, dos cuerpos desangrados. El del obispo, desnudo como el de Jesús en la cruz. Desde su infancia había cantado un himno misionero:

Mi premio ha de ser, oh Madre – al pie de un árbol morir.

De todos abandonado – de todos menos de ti.

Bendita mil veces, diré al expirar – la hora en que me enviaste la fe a propagar.

Hoy sus tumbas están en la catedral de Coca y la Iglesia de Aguarico espera sean reconocidos como mártires de la caridad misionera.

LA BUENA NOTICIA DEL DGO. 28º-C

EL LEPROSO AGRADECIDO

                                                                              Lc 17, 11-19

LA HORA DE LA PALABRA

Los excluídos de la sociedad

Jesús cura a diez leprosos enviándoles al templo para que les den el certificado de curación. Y es que los enfermos de lepra a la vez de estar impuros por la enfermedad también están excluidos de la sociedad.

Uno de los leprosos es samaritano y al verse curado, se vuelve dando gloria a Dios y se postra agradecido delante de Jesús, que le levanta y le dice “tu fe te ha curado”

Quiénes son hoy los excluidos y marginados de la sociedad?

¿Cómo hacer para integrar, acoger y luchar contra cualquier forma de exclusión y marginación en nuestra sociedad?

LECTURA DE LA PALABRA

Lucas 17, 11-19

                           ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»

Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes.»

Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.

Éste era un samaritano.

Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»

Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»

COMENTARIO

ENCUENTRO, SANACIÓN Y AGRADECIMIENTO

Lucas (17,11-19)

El evangelio de hoy narra un milagro de Jesús, una curación. Los milagros de Jesús son expresión de su acción liberadora, de sus relaciones sanadoras e incluyentes frente a un orden social y religioso más preocupado por el cumplimiento de las leyes que por aliviar el sufrimiento de las personas. En este caso el de diez leprosos. Pero el tema central de este texto no es propiamente el milagro sino el agradecimiento.

Jesús obra el milagro como es habitual en él, desde la absoluta gratuidad, sin pretender ningún tipo de protagonismo o compensación, porque lo que está en el centro de su acción liberadora es el sufrimiento del otro y no su ego ni su necesidad de reconocimiento. El milagro busca la restitución y la inclusión de los leprosos en la comunidad y por ello Jesús les envía a los sacerdotes, para que una vez confirmado que han quedado sanados de la enfermedad sean reintegrados y acogidos en la comunidad de la que forman parte.

Pero el tema central del relato es el desigual modo con que el grupo de leprosos procesa interiormente el encuentro con Jesús y su sanación. Sólo uno de ellos, el samaritano, vivirá aquel encuentro y su sanación como algo absolutamente inédito, desde una experiencia profunda de agradecimiento que le desborda y le hace volver a Jesús, consciente que una experiencia radicalmente nueva ha surgido en su vida y nada podrá ya volver a ser igual. La mediación de los sacerdotes ya no le es necesaria. A partir de lo que el mismo ha experimentado se ha convertido en testigo de la irrupción de un nuevo orden inaugurado por Jesús, el del amor y la compasión frente a la ley y los ritos vacíos.

De esa experiencia brota el agradecimiento como un don incontenible: convertirse en amor como respuesta al amor recibido. Los gritos iniciales de auxilio se convierten por parte del leproso samaritano en gritos de alegría. No es casual, que sea precisamente un samaritano, un “maldito”, el único del grupo que reaccione de esta manera y capte el misterio de novedad radical acontecido en Jesús, pues el evangelio está siempre atravesado por esa constante: los últimos serán los primeros y los pobres son los preferidos de Dios.

La gratuidad y el agradecimiento son signos de que el reino esta ya entre nosotros y nosotras. Ambos nacen de la lógica del don, no de la retribución, la suficiencia o los merecimientos. También de la humildad radical que supone experimentarnos vulnerables y necesitados.

Jesús toma la palabra al final del relato y sus preguntas van dirigidas también a nosotras y nosotros hoy. ¿Dónde nos encontramos con Él?, ¿De qué nos sana? ¿Qué novedad radical introduce en nuestra vida? ¿Qué puede más en nosotros la lógica del don y el agradecimiento o la suficiencia? ¿Quiénes son para nosotros y nosotras nuestros maestros para vivir en clave de agradecimiento en nuestra vida cotidiana?

Por Pepa Torres

TESTIGOS DE LA PALABRA

 Padre Guadalupe Carney,Revolucionario y mártir del pueblo hondureño.

Guadalupe Carney nació en 1924, Chicago, Estados Unidos. Su nombre original es James Francis Carney, la familia trabajadora de clase media, y desde el principio se dio cuenta de la vida burguesa en la que vivía. Sirvió como soldado en Francia y Alemania durante la Segunda Guerra Mundial;

Su fe era profundamente importante para él. Sin embargo, se sorprendió de lo poco que la religión parece importar a muchos cristianos, tanto en sus años de ejército y más tarde en la universidad En 1948, ingresó en la Compañía de Jesús, para contestar la llamada, convirtiéndose más tarde, un misionero jesuita en Honduras. Estaba convencido de que el sistema capitalista era intrínsecamente malo, promoviendo una actitud egoísta, individualista y competitiva en las personas. Pero también rechazó los sistemas marxistas de Rusia y China, que pareció perder el valor de la persona humana en la comunidad estatal. Se fue en busca de otro modo, una forma de socialismo, donde la gente compartir lo que tienen, como los primeros cristianos que se describen en los Hechos de los Apóstoles.

Llegó a Honduras en 1962, ya como sacerdote jesuita, animada por el ideal del Concilio Vaticano II, el servicio radial para los pobres, y al vivir con las comunidades rurales y los pobres, y participar en sus luchas, se volvió como él mismo dijo en sus memorias, “un gringo burguesa en un luchador revolucionario”. Guadalupe dijo fueron campesinos pobres de Honduras que realmente le enseñaron el Evangelio, la Buena Nueva que Jesús trajo, y que la burguesía no puede realmente entender lo que significa “para dar buenas nuevas a los pobres.”

La historia de su vida tiene el derecho a ser reconocido como una historia de un revolucionario, porque el Padre Guadalupe creía firmemente como cristiano, tenía que ser un revolucionario, y vivir la radicalidad del Evangelio, para tener una vida cristiana plena. El Evangelio es revolucionario. Guadalupe vio y entendió los problemas de los pobres. Vio cómo las compañías fruteras estadounidenses habían tomado

las mejores tierras y plantaciones. Ellos y algunos hondureños ricos controlan alrededor del 95% de la riqueza del país. Mientras que el resto de la población vivía en la pobreza extrema.

Los intentos de organizar sindicatos menudo conducido a las muertes y desapariciones de sus líderes. En un video raro, dice, “cómo los agricultores son tratados es totalmente inaceptable por Dios y esto se debe cambiar.”

La iglesia no puede permanecer en silencio mientras sus niños pobres estaban siendo explotados ya menudo martirizados por tratar de luchar por sus derechos básicos. Finalmente Padre. Guadalupe eligió vivir solo en su pequeña misión de la iglesia, que divide por completo la vida y la pobreza de su pueblo. Por su identificación con la gente que él enseñó los caminos de la teología de la liberación :. “Cristo vino a liberar a las personas y establecer un reino de justicia y paz” y esta enseñanza se ha convertido en una parte importante de la lucha del pueblo para hacer de esto una realidad .

Él escribió sobre su vida y sus ideales mientras vivía en Nicaragua. Finalmente, regresó a Honduras para ser capellán de las fuerzas revolucionarias. En 1983, el “Padre Guadalupe”,  se convirtió en capellán de una comuna revolucionaria armada, y poco después fue capturado por el ejército, que afirmó que “el P. Carney había desaparecido “.

El gobierno de Honduras construyó cerca de seis historias diferentes. Después de probar todos modos ocultar la verdad con una nota oficial que sostenía que había muerto de hambre el 19 de agosto 1985 llega un testigo para refutar estas afirmaciones, el Señor Cabelleros, un refugiado de Honduras y ex miembro de la escuadrones de la muerte hondureños. Confirmó la participación de la CIA y dijo que había escuchado de otros que Padre Guadalupe había sido asesinado y lanzado desde un avión en la selva.

La vida de Guadalupe es un testimonio elocuente del sacerdocio y la llamada al discipulado cristiano. Carney recuerda a todos los bautizados, donde nuestro compromiso debe ser enfocado, “el compromiso con las causas del pueblo por la liberación de la explotación y la injusticia , siempre en busca de la paz “.

COMENTARIO DE X. PIKAZA:

Fe samaritana, no religión de sacerdotes      (Lc 17, 11-19)

Con la parábola del buen samaritano (Lc 10), que acoge y cura al herido del camino (en contra de sacerdotes y levitas), pone Lc 17 esta parábola del samaritano agradecido (creyente) que va donde Jesús, en contra de los nueve «servidores de una ley opresora, que vuelven a la religión de los sacerdotes.

Ésta es quizá la parábola más escandalosa de los evangelios (cf. también Mc 1, 39-45):  Jesús cura a diez leprosos y les dice (en forma provocadora) que se sometan a la ley de los sacerdotes, como si todo siguiera igual en el mundo. Nueve curados «de ley» no entienden a Jesús, cumplen externamente su mandato y se refugian en la ley de los sacerdotes. Sólo uno, que es samaritano, le entiende y no va, pues eltiempo de dominio y ley de los sacerdotes ha pasado.

Este samaritado que Vuelve a dar gracias a Jesús, para caminar con él. Ha encontrado la fe, ha encontrado el amor. no necesita sacerdotes.

Este samaritano hemos de ser todos nosotros. Jesús no ha venido para liberarnos de un tipo de religión de sacerdotes antiguos, pues sólo la fe (la gratuidad amorosa) puede salvarnos. Éste es, a mi juicio,el evangelio más hondo y necesario para este siglo XXI, como puede verse en la Historia de Jesús

Por  X. Pikaza

  Jesús cura a diez leprosos, y, en un primer momento, les «manda» que vayan donde  los sacerdotes. Nueve curados (judíos religiosos), observantes de ley, se someten a la norma  de y siguen siendo en el fondo unos “leprosos” curados en lo externo, sometidos a tipo de ley que les manipula y esclaviza

Sólo un samaritano, que que no tiene religión de ley, ni está obligado a cumplir mandamientos de sacerdotes, se descubre curado y vuelve para dar gracias a Jesús, para caminar con él. Éste es el único curado de verdad, iniciando  con Jesús una vida de agradecimiento sanador por encima de todas las religiones particulares de los sacerdotes, como he puesto de relieve en Historia de Jesús..

Texto. Lucas 17, 11-19

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Jesús, al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes. Y, mientras iban de camino, quedaron limpios.

Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?» Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.» 

OBSERVACIONES PRELIMINARES

            Este milagro de los diez leprosos es una parábola de la vida humana, como la parábola de  Mt 25, 1-13, don la diez muchachas que van de bodas; cinco son prudentes, llevan aceite en sus alcuzas); cinco son necias, que no llevan llevar aceite.

Aquí (Lc 17) hay diez leprosos, todo el universo. La humanidad está representada por una “pandilla” de enfermos de covid, condenados a la muerte. Van juntos, gritando y sufriendo . Son judíos y gentiles, “cristianos” observantes de ley o gentes de la vida. Ante la lepra universal no pueden hacerse distinciones. Bajo el riesgo de esa pandemia tamos todos,  sin que se pueda decir que unos son culpables (han buscado la lepra a pulso) y otros inocentes (sufren sin causa). Todos sin excepción están (estamos) condenados .

Pero la historia sigue, en forma parabólica. Viene Jesús y nos dice “curaos todos”, vivir sin lepra… Pero añade algo sorprendente: “id y presentaos a los sacerdotes”, es decir, a laz autoridades establecidas, que puede ser levitas del templo de Jerusalén o funcionarios de las diversas leyes y sistemas de este mundo.

            Esta propuesta de Jesús, leída bien, desde el evangelio resulta escandalosa. En un primer plano Jesús parece  que quiere llevarnos atrás, a los tiempos de la letra, viviendo cada uno según su ley (según la religión o ley de los sacerdotes de sus pueblosp ueblo).

Pero leyendo el texto en profundidad, descubrimos que  Jesús nos cura para que, superando la pura ley de los sacerdotes de ley, descubramos la gratuidad, para caminar con él en gesto  de agradecimiento salvador, por encima de todos los sacerdotes legales del mundo, conforme a la letra-letra de este evangelio

En un prmer momento, Jesús deja a cada uno ante sus sacerdotes, para que vuelvan si quiere al mundo antiguo, a la religión de la ley. 

Pero, en el sentido más profundo, Jesús nos cura para que pocamos volver a él sin sacerdotes, para darle gracias, para vivir en gratuidad, por encima de un tipo de ley de sacerdotes. Para esos que vuelven a los sacerdotes del sistema quedándose allli, el milagro de Jesús ha servido para nada. Sólo el samaritano, un hombre que no tiene sacerdotes de ley, qeda de verdad curado.

Esta esa una parábola para el siglo XXI. La superación de un tipo de ley de sacerdotes  de ley podrá abrirnos un camino de fe salvadora. Sólo abandonando un tipo de ley religiosa de sacerdotes podremos creer de verdad en Jesucristo y curarnos del todo, según este evangelio

Los que escuchan a Jesús de un modo externo (los nueve del grupo legal), que vuelven a sus “sacerdotes antiguos” (escuchando aJesús sólo de un modo externo) siguen dominados para una ley religiosa que les esclaviza, siguen siendo en el fondo leprosos. De esa manera, lo que Jesús ha hecho con ellos termina siendo en vano: La religión de ley (de sacerdotes antiguos) les sigue destruyendo. No han quedado curados, no han dado el “salto” a la gratuidad, a superar la religión de ley, para vivir en gracia y agradecimiento con Jesús.

Por eso he dicho que es mejor no tener religión que tener una religión de ley. El que no tiene religión aparece aquí, conforme al lenguaje judío, como un samaritano…No tiene ley que le esclaviza, no tiene religión, pero tiene un corazón… y siente que Jesús le ha curado y va a darle gracia… es decir, va a mostrarse como hombre de fe (no de religión o ley establecida). Los nueve restantes parece curados, pero no lo están. Siguen viviendo bajo una ley religiosa, no tienen ve verdadera, no tienen libertad, no tienen agradecimiento.

            Sólo el samaritano que deja todo a un lado y vuelve donde Jesús para darle gracias  y para iniciar con él un camino de fe ha sido salvado.

DESARROLLO MÁS PROFUNDO.

Primer acercamiento.  Este relato de la curación inicial de 10 leprosos y final de uno sólo, a quien Jesús dice “tú fe te ha salvado”, tiene una historia compleja que puede condensarse como sigue: 

Jesús estuvo en compañía de leprosos (como estará Francisco de Asís), y así le recuerda la tradición, ofreciéndoles presencia, abriendo para ellos un camino solidario de salud y salvación.

El relato clave de la curación de un leproso es el de Mc 1, 40-45 (que Lucas ha recogido en su evangelio: Lc 5, 12-16). Es un relato fuerte: La iniciativa parte del leproso; Jesús le cura y le dice que se presenta para certificar su curación, pero él se niega, no quiere someterse más a los sacerdotes (que controlan y someten, no curan)… y se pone a pregonar lo que ha hecho Jesús.

Lucas (que recoge como he dicho el relato de Marco, en Lc 5, 12-16) ha sentido la necesidad de reelaborarlo, de un modo también poderoso, en el pasaje de este domingo.

Reelaboración: Lc 17, 11-19  Lucas sitúa el relato en el camino de ascenso a Jerusalén, en el límite entre Galilea y Samaría, lugar clave de disputas religiosas. 

Los leprosos que salen al encuentro y le invocan de lejos (para no contaminarle), pidiendo a Jesús que les cure, son diez. Significativamente, la lepra no distingue entre judíos y gentiles, galileos y samaritanos. Todos son hermanos en la miseria.

Jesús les manda “a los sacerdotes”. No dice “al sacerdote”, para no presuponer que hay uno sólo (el judío). Cada puede ir a su sacerdote de turno, Jerusalén o a Samaría, a Tiro o a Damasco. Jesús les manda “al sistema sagrado”, como queriendo que se integran de nuevo en el orden oficial.

Pero uno vuelve… Se ve “limpio” (katharos) y no quiere acudir ya al sacerdote de turno, para que firme su ficha “¡curado!”; no quiere someterse nuevo a la ley del sistema que crea leprosos para decir después que puede (a veces) curarlos… Desobedece en un sentido a Jesús, pero en otro más alto le obedece.

Éste es samaritano… un hombre que no tiene religión de ley, de forma que puede vivir en gratuidad, volviendo a Jesús para seguir con él, en fe, en gratuidad, en amor, por encima de los mandamientos.  A este le dice Jesús ¡Tú fe te ha salvado! (hê pistis sou sesôken se).

Ésta es la fe del samaritano que confía en Jesús, por encima del sistema de ley, la fe de un hombre que confía en el amor y el agradecimiento por encima de las leyes  religiosas. Los otros nueve pueden haber quedado externamente limpios, pero no se han salvado… Siguen apegados a las leyes del poder del mundo, no creen en la gracia del Dios de Jesús, no creen en el poder de la fe sanadora que Jesús he la transmitido.

MILAGROS DE JESÚS, UN ACTO DE FE

 Desde ese fondo puedo condensar algunos rasgos de la fe y las curaciones de Jesús, tal como han sido reasumidas y entendidas por la tradición cristiana…

 Estos diez leprosos son todo el mundo, la humanidad excluida y sucia que Jesús quiere curar, con fe, es decir, con honda humanidad. Allí donde otros piensan que la vida de los hombres sigue condenada a la lepra (¡lepra de esos diez, lepra del Vaticano, como dice el Papa Francisco…!), Jesús cree que es posible no sólo la curación, sino incluso la salvación.

 Varios son los elementos que actúan en las curaciones de Jesús, que aparecen de un modo de un modo ejemplar en este caso de los diez leprosos:

a) Jesús actúa como mediador de fe, y así penetra en el dolor de los enfermos que le dicen ¡ten misericordia de nosotros! Penetra en el lugar de su dolor, en la raíz de su misma enfermedad o su locura, como un amigo que ama, como psicólogo que discierne, como un creyente que irradia fe.

b) Jesús pone a los enfermos ante el poder de Dios que definimos con todo el evangelio como «reino», es decir, como principio de nueva humanidad, en agradecimiento… Pero, en un primer momento, no les dice: ¡Creed en el Reino, sed curados!, sino que les pide que vayan a los sacerdotes, a los gurus del sistema religioso, para que encuentren allí la curación.

c) El primer milagro, la curación (limpieza externa) sucede antes de que los leprosos hayan llegado a la “oficina” de los sacerdotes. Jesús les ha dicho que vayan, cada uno a su iglesia… y ellos empiezan a creer, y por eso, en el mismo camino, se descubren curados (limpios).

d) Sólo aquí puede empezar el milagro verdadero, la fe más honda, el amor en gratuidad: Te descubres curado ¿qué haces? Hasta ahora los diez enfermos eran iguales, judíos, griegos o samaritanos, paganos o cristianos… Ahora empieza la diferencia.

e) Nueve de los diez “se olvidan de Jesús”; les basta la limpieza externa y siguen, van donde su sacerdotes, para recibir el sello de limpieza, para integrarse de nuevo en el sistema de las seguridad y las imposiciones, cada uno con su “dios” particular

f) Sólo uno se olvida del sistema religioso… Jesús le ha dicho que vaya… y ha creído. Pero ahora que se descubre sano y capaz no necesita ya de sacerdotes, ni sistemas… Quiere a Jesús y vuelve, para darles gracias… Aquí empieza el auténtico milagro.

Fee completa, la fe del samaritano

 Los otros nueve… han tenido un comienzo de fe, pero no lo han cultivado… Han vuelto a recaer en el sistema de los sacerdotes y gurús de turno. La fe de Jesús no les ha transformado por dentro.

 Este samaritano en cambio ha cambiado… No le basta la limpieza externa del sistema, quiere la salvación total, que sólo Jesús puede ofrecerle. Éste es el único que tiene fe completa. El único que se ha salvado de verdad….

  Jesús actúa en este relato como hombre de fe. Por eso no resuelve los problemas de los hombres ofreciéndoles un tipo de ayuda desde fuera. No les lleva a la evasión o al olvido de la tierra sino todo lo contrario: desde el centro de la enfermedad les manda a los sacerdotes, a “lidiar” con el sistema. Así actúa como promotor de vida en medio de la muerte, como signo de esperanza en medio de una sociedad que parece condenada a la desesperanza.

 Resumen

Jesús comienza “confiando” en los sacerdotes de Jerusalén, de Babilonia o Roma… Por eso dice a cada uno de los diez leprosos que vaya al lugar donde se mantiene y cultiva su religión, dentro del propio sistema de creencias…

Pero en el camino que lleva al lugar de los sacerdotes acontece el primer cambio, el paso de la salud externa, de la limpieza de la carne leprosa, a la curación total, que es la vida en gratuidad, por encima de todas las leyes y mandamiento… Este es el milagro que se descubre y despliega en el camino

  Hay una primera fe de los diez… que creen en lo que Jesús les dice y se ponen en marcha hacia la casa de los sacerdotes. Esa fe termina poniéndonos en manos del sistema, para perpetuar al fin sus normas y rutinas, con enfermos y sanos, con opresores y oprimidos.

Pero hay también una segunda fe, que la propia de este samaritano, pariente sin duda de la parábola de “buen” samaritano de Lc 10, 25-37… Éste es un hombre que no se ajusta al sistema, que manda al “diablo” a sus propios sacerdotes (aunque Jesús le haya dicho que se presente ante ellos)… y que viene a dar gracias a Jesús, para iniciar así el camino de la salvación completa.

 Éste es el milagro de la libertad. La fe en Jesús (de Jesús) libera al samaritano, de manera que le capacita para superar el nivel de los sacerdotes, haciéndose dueño de sí mismo, en gratuidad.

Milagro, una fe que se hace amor

 Nos gustaría saber cómo sigue la historia de este samaritano al que Jesús he ha dicho que “su fe le ha salvado”, que vaya en paz… Nos gustaría saber cómo ha ido, cómo le ha ido, que ha hecho, con la nueva libertad del amor. En esa línea me atrevo a ofrecer unas consideraciones generales:

 a) El milagro es un gesto de amor, más allá de la pura curación externa. Este samaritano ha descubierto que hay algo mayor que esa salud externa (que la limpieza de la piel). Hay una salud interior, hecha de gratuidad, de agradecimiento. Por eso vuelve donde Jesús.

 b) En esa línea, el milagro es una invitación a la libertad: Jesús quiere que los curados, liberados de la enfermedad, los que superan el abismo de su locura o de la lepra, puedan hacerse responsables de su vida, en libertad creadora. En fórmula paradójica, podríamos decir que Jesús cura a los hombres para hacerles capaces de asumir en libertad su propia muerte como gesto de entrega por los otros. Este samaritano curado tiene que iniciar ahora una nueva travesía de libertad, por encima de los ritos anteriores (a los que vuelven los judíos, que no han entendido a Jesús, a pesar de cumplir externamente la palabra de Jesús (ir donde los sacerdotes)

EXCURSO I. JESÚS, CREYENTE Y SANADOR

 Jesús ha curado a muchos enfermos, viniendo a presentarse como profeta poderoso en obras y palabras», pero luego es «impotente» en el Calvario. Por eso le acusan los contrarios diciendo que es un mago fracasado. Al obrar de esta manera desconocen su mensaje más profundo, el sentido de su fidelidad en el amor.

El auténtico milagro consiste en aprender a amar, pudiendo compartir su vida en ge y en agradecimiento  hasta la muerte (por encima de la muerte).

 Jesús ama dando su propia vida; su milagro es la fe, la gratuidad abierta en amor a todos los que quieran acompañarsle en gratuidad. .

 Significativamente, a Jesús le han condenado a muerte porque ha hecho milagros en favor de la libertad de los más pobres del pueblo, superando un tipo de ley del sistema. Le condenan porque sus milagros desestabilizan el orden social que había forjado Israel. Jesús no cura a unos pocos. . . , poniendo sus curaciones al servicio del sistema, como sucede en Epidauro o en los sitios donde actúan los exorcistas judíos. Jesús cura ofreciendo a los curados y a todos los pobres de la tierra un ideal nuevo de vida liberada, de forma que el sistema de la le reacciona matándola.

De esta forma, los milagros de Jesús se convierten en principio de ruptura dentro de aquella sociedad establecida en la que había sitio para cojos, mancos, ciegos y posesos. . . pero dentro un sistema sacral que justifica el orden existente. Pues bien, Jesús ha roto ese sistema. Ha curado a los enfermos y a los locos para abrir su corazón y su existencia hacia una forma de existencia liberada, de plena gratuidad. Por eso le persiguen como peligroso, por eso le acusan de «poseso» y le acaban condenando como a un hombre que destruye el orden de la ley israelita.

 Las curaciones de Jesús, siendo gesto de amor a los pequeños son, al mismo tiempo, una expresión de libertad plena en el amor Jesús quiere liberar a los pobres y enfermos, haciéndoles capaces de vivir en gratuidad, en apertura al reino, haciéndoles capaces de gozar y de morir por ese reino. Por eso, cuando le entregan a la muerte y le clavan en cruz, Jesús sigue fiel a su ideal de reino y se mantiene (sufre) en la cruz precisamente por amor al reino. Ha confiado en Dios y esa confianza ha sido base de todos sus milagros; en Dios sigue confiando desde el mismo abismo de la muerte, abrindo así un camino de gratuidad generosa para todos los hombres y mujeres del mundo.

Por eso he dicho que es mejor no tener religión que tener una religión de ley. El que no tiene religión aparece aquí, conforme al lenguaje judío, como un samaritano…No tiene ley que le esclaviza, no tiene religión, pero puede tener  corazón… Siente que Jesús le ha curado y va a darle gracia… es decir, va a mostrarse como hombre de fe (no de religión o ley establecida). Los nueve restantes parece curados, pero no lo están. Siguen viviendo bajo una ley religiosa, no tienen ve verdadera, no tienen libertad, no tienen agradecimiento.

La Buena Noticia del Dgo. 27º-C

¡SI TUVIERAIS FE… !          

Lc 17, 5-10

LA HORA DE LA PALABRA

 Como un granito de mostaza…

La fe cristiana empieza por la fe-confianza, que es entrega y fidelidad a Jesús. Lo importante no es tanto creer cosas, sino creerle a él. Ponerse de parte de él en su conflicto con la injusticia del mundo y en la tarea de realizar el proyecto que los evangelios llaman “el Reino de Dios”.

Para ello necesitamos conocerlo de manera más viva y concreta, comprender mejor su proyecto, captar bien su intención de fondo, sintonizar con él, recuperar el fuego que él incendió en sus primeros seguidores, de contagiarnos de su pasión por Dios y su compasión por los últimos

LECTURA DE LA PALABRA

Lucas 17, 5-10

¡Si tuvierais fe … !En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.» El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: «Arráncate de raíz y plántate en el mar.» Y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: «En seguida, ven y ponte a la mesa»? ¿No le diréis: ‘Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú»? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: «Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.»»

COMENTARIO

ORAR DESDE LA DUDA

 José Antonio Pagola

En el creyente pueden surgir dudas sobre un punto u otro del mensaje cristiano. La persona se pregunta cómo ha de entender una determinada afirmación bíblica o un aspecto concreto del dogma cristiano. Son cuestiones que están pidiendo una mayor clarificación.

Pero hay personas que experimentan una duda más radical, que afecta a la totalidad. Por una parte sienten que no pueden o no deben abandonar su religión, pero por otra no son capaces de pronunciar con sinceridad ese «sí» total que implica la fe.

El que se encuentra así suele experimentar, por lo general, un malestar interior que le impide abordar con paz y serenidad su situación. Puede sentirse también culpable. ¿Qué me ha podido pasar para llegar a esto? ¿Qué puedo hacer en estos momentos? Tal vez lo primero es abordar positivamente esta situación ante Dios.

La duda nos hace experimentar que no somos capaces de «poseer» la verdad. Ningún ser humano «posee» la verdad última de Dios. Aquí no sirven las certezas que manejamos en otros órdenes de la vida. Ante el misterio último de la existencia hemos de caminar con humildad y sinceridad.

La duda, por otra parte, pone a prueba mi libertad. Nadie puede responder en mi lugar. Soy yo el que me encuentro enfrentado a mi propia libertad y el que tengo que pronunciar un «sí» o un «no».

Por eso, la duda puede ser el mejor revulsivo para despertar de una fe infantil y superar un cristianismo convencional. Lo primero no es encontrar respuestas a mis interrogantes concretos, sino preguntarme qué orientación quiero dar a mi vida. ¿Deseo realmente encontrar la verdad? ¿Estoy dispuesto a dejarme interpelar por la verdad del Evangelio? ¿Prefiero vivir sin buscar verdad alguna?

La fe brota del corazón sincero que se detiene a escuchar a Dios. Como dice el teólogo catalán E. Vilanova, «la fe no está en nuestras afirmaciones o en nuestras dudas. Está más allá: en el corazón… que nadie, excepto Dios, conoce».

Lo importante es ver si nuestro corazón busca a Dios o más bien lo rehúye. A pesar de toda clase de interrogantes e incertidumbres, si de verdad buscamos a Dios, siempre podemos decir desde el fondo de nuestro corazón esa oración de los discípulos: «Señor, auméntanos la fe». El que ora así es ya creyente.

TESTIGOS DE LA PALABRA

Dora Salvador, Mártir de la Amazonía

Dora Salvador era enfermera, esposa, madre, activista y líder de la asociación comunitaria de su pueblo, pero para aquellos empeñados en explotar la Amazonía, ella era solo una cosa: un enemigo que se interponía en el camino de sus ganancias ilegales.

El valiente liderazgo de Dora había frustrado durante mucho tiempo los negocios ilegales de tierras en Portelinha, una comunidad del municipio de Iranduba en el estado brasileño de Amazonas. Este terreno, que se encuentra frente al mar, es popular entre los residentes adinerados de la cercana Manaus, que compran una parte de ésta tierra para construir casas de fin de semana allí.

El 12 de agosto de 2015, lo que Dora había temido se hizo realidad. Fue secuestrada en su casa por cinco intrusos, y su cuerpo maltratado fue encontrado junto a una carretera al día siguiente. Había sufrido 12 heridas de bala en la cabeza, en las extremidades y en el torso.

En octubre, el Vaticano celebrará el sínodo de la Amazonía. En los meses previos al sínodo, honramos a muchos mártires como Dora, que dieron su vida por la justicia ambiental y los derechos humanos en la Amazonía. Junto con los obispos de todo el mundo, rezamos para que las personas de la Amazonía sean tratadas con equidad y sus recursos se utilicen de manera justa y sostenible.

La Buena Noticia del Domingo 22º-C

SIN ESPERAR NADA A CAMBIO

Lc 14, 1.7-14

LA HORA DE LA PALABRA

 Vivir de una forma desinteresada

 El camino de la gratuidad es casi siempre duro y difícil. Es necesario aprender cosas como éstas: dar sin esperar mucho, perdonar sin apenas exigir, ser más pacientes con las personas poco agradables, ayudar pensando solo en el bien del otro.                                                                                                                    Siempre es posible recortar un poco nuestros intereses, renunciar a pequeñas ventajas, poner alegría en la vida del que vive necesitado,  regalar algo de nuestro tiempo o colaborar en pequeños servicios gratuitos.                                                                                                                                                       ¿Es posible vivir de una manera desinteresada?                                                                                               ¿Se puede amar sin esperar nada a cambio?

COMENTARIO A LA LECTURA

«Procede como Jesús, con humildad; hazte como Jesús, pequeño»

«Cuando vino a sentarse a la mesa de la humanidad, no vino para ser servido sino para servir, no vino para ser primero sino último: Como último nació; como siervo vivió; como siervo y último murió»

«Mírate en Jesús: en él verás la humildad con que has de proceder, de él aprenderás la pequeñez que nunca has de abandonar, la pobreza que has de imitar, la caridad que todo lo hermosea»

«Deja que la fe haga memoria, y empezarás a entrar en el misterio de la palabra que has escuchado: hazte pequeño,

Hemos escuchado la palabra del Señor: “Procede con humildad”; “hazte pequeño”; “no te sientes en el puesto principal”; “ve a sentarte en el último puesto”.

La hemos escuchado, pero si queremos hazte último, procede con humildad…»

entenderla, hemos de fijarnos en quien nos la dice.

Fíjate en Jesús: “Con ser de condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios… se despojó de su rango… tomó la condición de esclavo… se rebajó incluso a la muerte, y una muerte de cruz”.

Cuando vino a sentarse a la mesa de la humanidad, no vino para ser servido sino para servir, no vino para ser primero sino último: Como último nació; como siervo vivió; como siervo y último murió.

Mírate en Jesús: en él verás la humildad con que has de proceder, de él aprenderás la pequeñez que nunca has de abandonar, la pobreza que has de imitar, la caridad que todo lo hermosea.

Deja que la fe haga memoria de aquel niño que, naciendo pobre, a todos nos enriqueció con su pobreza.

Deja que la fe haga memoria de aquel hombre que, no teniendo donde reclinar la cabeza, a todos nos permitió entrar en el descanso de Dios.

Deja que la fe haga memoria de aquel que, siendo el Maestro y el Señor, como si fuera un esclavo lavó los pies de sus discípulos.

Deja que la fe haga memoria del Hijo de Dios levantado en la cruz y muerto para ser la vida de todos.

Deja que la fe haga memoria, y empezarás a entrar en el misterio de la palabra que has escuchado: hazte pequeño, hazte último, procede con humildad…

También la eucaristía que celebramos nos ayuda a comprender: en ella hacemos memoria de la vida entregada de Jesús, de su amor hasta el extremo, de su abajamiento hasta nosotros, para ser nuestra pureza –para lavarnos los pies-, para ser nuestro pan en el camino, y si lo queremos decir todo de una vez, para ser nuestro.

Dijimos: ‘Fíjate en Jesús’, ‘mírate en Jesús’. Pero en este día hemos de hacer algo más: nos fijamos, miramos, y comulgamos.

Y eso significa que nos hacemos últimos con el último, pequeños con el más pequeño, siervos con el que es siervo de Dios y siervo de todos.

Ahora ya puedo releer la palabra de este domingo y esto es lo que entiendo: Procede como Jesús, con humildad; hazte como Jesús, pequeño; que se me encuentre con Jesús a los pies de todos.

Que se me encuentre humilde, pequeño, siervo, en una palabra, que se me encuentre pobre como Jesús.

Entonces será de Jesús y nuestro el cántico del Salmista: “Los justos –los pobres- se alegran en la presencia de Dios. Padre de huérfanos, protector de viudas, Dios prepara casa a los desvalidos”.

Dios prepara casa para Jesús y para ti.

Que no dejemos de aprender a Jesús.

Por Santiago Agrelo

LA FELICIDAD

Lucas 14, 7-14

«Todo el que se ensalce, será humillado; y el que se humille, será ensalzado»

La felicidad es el fin último del ser humano, y todos nuestros actos, sean conscientes o inconscientes, están orientados a ella. Quizá sea ésta la razón por la que Jesús alterna su profundo mensaje teológico con consejos prácticos de mera sabiduría de la vida, como ocurre en el texto de hoy y como ocurre en otros muchos textos. Entre ellos cabe destacar los recogidos en los capítulos quinto y sexto de Mateo, donde se muestran los criterios de Jesús en materia de felicidad: «Cuánto más felices seríais si…»

Vamos pues a detenernos a hablar de la felicidad, y la primera consideración es que cuando preguntamos a dos personas si se consideran felices, nos van a contestar a cosas diferentes, porque hay mil concepciones distintas de la misma y cada uno de nosotros tenemos la nuestra. Algunos, abriendo mucho el concepto, la definen como cualquier situación de “satisfacción y contento”, mientras que otros lo restringen y la definen como un estado de “plenitud y armonía del alma”.

Si entendemos la felicidad como simple situación de satisfacción, podemos buscarla fuera de nosotros o dentro de nosotros. Fuera de nosotros existen infinidad de cosas capaces de provocarnos sensaciones gratas, y dentro de nosotros podemos generarla al sentirnos importantes, virtuosos, listos o eficaces… No es difícil encontrarla.

Pero concebida como plenitud, es algo que sentimos circunstancialmente; algo que no somos capaces de abarcar ni comprender y mucho menos aprehender, lo que nos mueve a pensar que se trata de una realidad ontológica que nos supera; un eslabón que nos une a algo muy superior en ciertos momentos de nuestra vida. No sabemos cuándo se va a presentar o dónde buscarla, y aún en el momento en que nos sentimos felices, no sabemos en qué consiste ni cuánto va a durar. Sin duda, sobre nuestro cerebro estarán actuando un aluvión de estímulos, pero ésa no puede ser la causa de la felicidad, sino la consecuencia; la respuesta somática a un estado del ánimo superior provocado por causas que se nos escapan.

Muchos de nosotros aspiramos solo a pasar por la vida con un alto grado de bienestar, pero hay personas que piensan que la vida es un don demasiado valioso para gastarlo en pequeños o grandes egoísmos. Buscan la felicidad en el compromiso con el bien común o la causa de los más desfavorecidos, y condicionan su felicidad a la felicidad de todos. Son personas que se sienten portadoras de una misión y que contribuyen de forma determinante al progreso de la humanidad.

Esta actitud ante la vida es capaz de generar en nosotros la auténtica felicidad, la que definíamos como “plenitud del alma” (del ánimo), y la experiencia nos dice que solo se alcanza a través del ejercicio de nuestra humanidad; es decir, de nuestra capacidad de sentir, de amar, de compadecer, de ayudar, de servir…  Por Miguel Ángel Munárriz Casajús

TESTIGOS DE LA PALABRA

Hoy 28 de agosto celebramos el 31º aniversario del asesinato del P. Jean Marie Vincent, religioso monfortiano. Desde muy joven había mostrado siempre su compromiso por la justicia social, motivado por el ejemplo de los PP Antoine Adrien y Ernest Verdieu, conocidos por su ideal antiduvalierista. Con 49 años,  mientras conducía su vehículo,  el P. Jean Marie fue ametrallado por un grupo de hombres armados. Como muchos hombres y mujeres de iglesia comprometidos en las luchas del pueblo haitiano, el P. Jean Marie trabajaba en la construcción de una verdadera justicia en Haití.        

El denunciaba frecuentemente la pobreza extrema  la injusticia social y los asesinatos de los pobres.        El siempre se manifestó de forma no-violenta acompañando a las comunidades pobres, sobre todo campesinos, en las luchas diarias por un verdadero cambio social más justo en  el país más pobre de América Latina.                                                                                                                                              En los tres años del gobierno golpista de Raoul Cédras más de cien sacerdotes, religiosos y religiosas son encarcelados o forzados a abandonar el país.    

ORAR DESDE LA PALABRA

GRACIAS, SEÑOR, POR TU PALABRA QUE NOS SALVA

       Señor, viniste pequeño y nos dijiste                                                                                                    que en la pequeñez residía la grandeza…                                                                                        Nosotros preferimos la exaltación a la humildad                                                                                           Los primeros puestos a los últimos,                                                                                                             El aplauso a la crítica                                                                                                                                       El reconocimiento al silencio…                                                                                                              Ayúdame, Señor a descender de las cumbres                                                                                                A sentirme  a gusto siendo humano,                                                                                                    amigo, compañero…                                                                                                                                      a sentirme pleno y realizado,                                                                                                                   siendo hermano y testigo,                                                                                                                             siendo transparente y limpio como un cristal                                                                                           que refleja lo mejor de la vida,                                                                                                                   de tu vida, mi Dios.
Gracias, Señor, un día más,                                                                                                                          por tu Palabra que nos salva

José Luis Cortés “El ciclo C”   

Comentario de X.Pikaza:

Invita a los cojos mancos y ciegos… De una ley cerrada en sí misma (Prov 25) al ministerio universal del reino (Lc 14)

Prov 25. Un banquete jerárquico

 El libro de Proverbios (Prov) del siglo V-III a.C. interpreta la vida social (y sacral) como banquete jerárquico de rey y de nobles, presidiendo sobre una totalidad rigurosamente  graduada (de grados), desde los más grandes a los más pequeños, por orden (sacramento principal ) de honores, poderes y comidas.

Esa estructura social y sacral (religiosa) no responde a la inspiración primaria de Israel, fundado en el Éxodo de pobres y esclavos y en la comunión profética de todos los hombres. Pero esa estructuración se fue imponiendo en todo el oriente, a partir del siglo V-IV a.C., partiendo de modelos persas y griegos, no judíos. Así lo muestra de un modo ejemplar este pequeño «recordatorio», dirigido a un judío de clase media:

 La infamia (el gran pecado) consiste en romper el orden social, queriendo ocupar el lugar de los más ricos, pues el que es jerarquía Dios ha asignado  cada persona (familia o pueblo) un lugar en la gran mesa del banquete (para la reflexión que sigue retomo ideas del comentario clásico de F. Delitzsch,Sprüche 1876; proverbios,  Clie 2023; las palabras hebreas son indicación erudita, no hace falta entenderlas).

El verbo התהדּר  significa comportarse como הדוּר o נהדּר (vid. Prov 20,29), desempeñando el papel de alguien muy distinguido, rompiendo así el orden social de «dios» que exige que cada uno ocupa su lugar en el conjunto sagrado.  

La razón dada en Prov 25,7 armoniza con la regla de la sabiduría, un tema sido retomado (y superado)  por Lc 14,10. Mejor es que uno te diga sube aquí, עֲ‍ֽלֵ֫ה הֵ֥נָּה, προσανάβηθι ἀνώτερον (sube más arriba, como en Lucas 14, 10) y no que seas humillado. Tienes que ver por tí mismo y ocupar el lugar que te corresponde en la mesa (en el banquete, en la sociedad), más arriga o más abajo, con poder o sin poderes, con comida abundante o sin comida. Pasar hambre en un mundo de ricos forma parte del orden de Dios.

Tus ojos han de verlo y tú aceptarlo: Este lugar le pertenece a él (al rico, poderoso), según su rango, y no a mí. Por eso, la humillación que recibas cuando él venga y te expulse tú tengas que descender de ese lugar será mayor. Esa humillación será justa, porque los ojos que tenías para ver a las personas de más honor y calcular tu lugar estaban ciegos.

25, 8No entres apresuradamente en contienda por un puesto superior… pues al fin tendrás que abajarte y ocupar el lugar que te corresponde por orden social y nacimiento.  Este proverbio nos sitúa ante un tema de orden social y religioso: Dios es jerarquía, y obedecer a Dios implica  aceptar el lugar que élte ha asignado en el conjunto, como rey o como esclavo. Por eso, no debes transgredir los límites de la moderación, no te eleves por encima de ti mismo, de aquello que tú  eres, ne te laisse pas emporter.

Piensa en lo que pasaría si actúaras rompiendo el orden de conjunto. Al final serás arrojado duera de ese lugar que no es tuyo. Este proverbio es, por tanto, una reflexión sobre aquello que podría pasar en el caso de que el hombre al que se refiere el proverbio quisiera mantener su actitud desafiante ante aquel que tiene más nobleza que él.

25,9-10. Debate tu causa con tu prójimo mismo…. Éste es un doble proverbio muy  importante para conocer el modo de relaciones personales y de honores de la sociedad israelita de ese tiempo, dominada por el espíritu de los grandes imperios, persas o helenistas. Frente a un mundo moderno donde importa más el dinero de cada persona y grupo, aquí es más importante el sistema de honores (sin negar evidentemente la importancia del dinero).

Estos versos nos sitúan ante una disputa de honores escenificada, conforme a los versos anteriores en un banquete, en el que cada uno debe ocupar su lugar dentro de una jerarquía de dignidades muy bien establecidas, más cerca o más lejos del rey y de los primeros puestos. Cada uno ha de ocupar su lugar, bien establecido por tradición y honor de familia, no sea que llegando uno que es “más honrada” te hagan descender de su puesto. La mesa del banquete es, según eso, la imagen más perfecta de la “gradación social del conjunto”.

Cada uno ha de mantener su lugar en el conjunto, y ha de hacerlo el silencio, con reverencia, sin protestar. Pues bien, en este momento, tras haberse colocado cada uno en su lugar en la mesa, puede surgir una discusión entre los comensales, una discusión sobre el lugar que debe ocupar cada uno. En este contexto resulta fundamental la conversación de unos con otros,  una conversaicón razonada de forma sacral: Que nadie critique a nadie, que nadie quiera romper el orden del conjunto.

El problema no es por tanto la comida en sí (lo que tiene o come cada uno en la gran mesa del mundo). El problema no es lo que se come sin más, sino aquello de que se habla en la comida; cada uno triene que aceptar su lugar (de neglo o blanco, de noble o esclavo…), sin protestar, sin elevarse contra otros. De esa forma, estos proverbios nos sitúan ante un tipo de “lucha o pelea” posible, en el caso de que la persona a la que se dirige el poeta se dejara llevar por el ardor de la lucha y se enfrentara realmente con aquel que tiene dignidad mayor que la suya, por temas vinculados por el lugar que uno y el otro pueden o deben ocupar en un banquete real (es decir, en el conjunto de la vida social).

Estos proverbios nos sitúan, según eso, ante un tema de “construcción del grupo social, poniendo de relieve la enorme importancia que el honor y el rango de las personas tiene en aquella sociedad estamental en la que se están fijando con cierta precisión los lugares que cada uno ocupa en el conjunto social. Estos proverbios muestran el lugar de cada uno en el conjunto, ineicando así que los más «nobles» tienen un estatuto sagrado, de manera que no pueden ser criticados ni condenados por los de abajo.

La disputa de la que aquí se trata es una disputa centrada sobre todo en el honor social de las personas. En ese contexto resulta básico el hecho de que cada uno se mantenga en su lugar y no quiera ocupar lugares que no le corresponden. Así el «noble» (el jerarca) puede actuar conforme a su jerarquía, dominando sobre los demás, sin ser criticado o juzgado por ello.

Esa es una sociedad de honores y secretos. Por eso, los posibles «pecados» o atropellos de los nombles (enplano personal, social, sexual o religioso) no pueden ser condenados en público. Por eso es absolutamente fundamental que no se expongan y ventilen en público los secretos de cada uno, especialmente de los jerarcas sociales o religiosos

Entendidas así, estas palabras nos llevan al centro de una lucha básica por el honor de las familias y de las personas, dentro de un equilibrio social entre desiguales. Se trata, ante todo, del “arte de convivir”, en un equilibrio de personas que se relacionan entre sí con mucho cuidado para no herirse unas a otras, ni levantar susceptibilidades, ni crear enemistades o enfrentamientos mutuos. La vida se define básicamente por la “apariencia”, por la figura social y personal de todos, por el honor público, procurando que cada uno pueda confiar en los otros, sin revelar secretos, sin romper la intimidad de cada uno… un mundo, en fin, en el que los más nombles no pueden ser juzgados o condenados por aquellos que pertenecen al grupo de los menos importantes.

Sin duda el trabajo y la riqueza de cada uno es importante, lo mismo que los medios de vida de cada persona y de cada familia, pero lo más importante son las relaciones personales, de manera que se va creando una sociedad de clanes y/o grupos familiares con cierta independencia.

Por arriba quedan los nobles (jerarcas sociales o religiosos) a los que nadie puede juzgar… Por abajo quedan los pobres, pobre, los que no tienen derechos.., los que están a merced de los de arriga, dentro de una estructura social en la que  esos  pobres-pobres son  como si no existieran.   Ésta es una sociedad donde se da cada vez más importancia “al honor” dentro de un conjunto que actúa como “juez” de la vida de cada familia y de cada individuo. Un conjunto donde todos parece que se observan y vigilan unos a otros, guardando externamente los secretos de cada uno, en contra de las habladurías y los chismes que pueden propagarse.

Por eso, 25, 10 insiste en el “secreto básico frente al honor de los grandes. A veces da la impresión de que más que el mal en sí importa la “propagación” (el conocimiento del mal), los rumores que se extienden sobre personas y familias.

       Todos los demás pecados o defectos pueden perdonarse mejor. El pecado que nunca se perdona es el de romper la estructura jerárquica del conjunto social.

LC 14, 1-7-14. GRAN INVERSIÓN. LA IGLESIA DE JESÚS

   Jesús critica en este pasaje el orden o estructura jerárquica socio-religiosa de Prov 25 y lo hace rechazando y superando una visión de fondo que no era judía de fondo, sino más bien de fondo pagano. Jesús retoma así el verdadero judaísmo profético, el mesianismo universa, la buena nueva del Dios de los pobres:

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando.

  1. Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: «Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal,no sea que hayan convidado a otro de más categoría que tú; y vendrá el que os convidó a ti y al otro y te dirá: «Cédele el puesto a éste. Entonces, avergonzado, irás a ocupar el último puesto.
  2. Al revés, cuando te conviden, vete a sentarte en el último puesto, para que, cuando venga el que te convidó, te diga: «Amigo, sube más arriba.» Entonces quedarás muy bien ante todos los comensales. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
  3. Y dijo al que lo había invitado: «Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos, ni a tus hermanos,ni a tus parientes, ni a los vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado.Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.

 El tema es claro y puede dividirse en tres partes:

  1. El tema de fondo es el mismo de Prov 25:La organización del «banquete» del mundo, el orden social nuevo, expresado en forma de antijerarquía.
  2. No buscar los primeros puestos…El hombre de Prov 25 quería el primer puesto… junto al rey.En contra de eso, Jesus pide a los hombres que busquen los últimos puestos,pues el Rey-Dios empieza por los últimos. La vida cristiana no puede ser una lucha por los primeros puestos económico-sociales, religiosos etc., sino un gesto de servicio a todos, desde los últimos puestos.
  3. No invites a los grandes, infita a los pobres, cojos, mancos ciegos… No busques los primeros puestos, abre tus puestos, tu espacio en la mesa del mundo a los pobres e impedidos.

Ésta es, como he dicho, una parábola constituyente, un programa de vida para todos, y de un modo especial para nosotros, los más ricos de un occidente rico, que cierra su mesa de vida, de honor y comida a los pobres.

Ciertamente, realizamos algunos gestos buenos, pero en conjunto nos cerramos… Tenemos comida, nos sobra…,  y así ostentosamente mostramos nuestro gran derroche, pero cerramos las puertas y los puertos, ponemos ejércitos y vallas, para que nadie venga… Que nos vean comen, pero que no vengas, cerramos la muerte.

Este es un evangelio sorprendente, en un mundo de muros que crecen

¿Qué podemos dar y no damos los occidentales ricos? ¿Qué podemos dar como iglesia, como creyentes, como humanos. Aquí en occidente somos ostentosos, tenemos y guardamos; somos ricos, decimos, porque lo hemos trabajado y no podemos malgastarlos con vagos y maleantes pobres que vienen del hambre o de la guerra (por su culpa…).

¿Qué puedan darnos ellos, los hambrientos de comida, quizá ricos de humanidad, pues nosotros la hemos perdido o corremos el riesgo de perderla. Pero, en un sentido más profundo, quizá somos nosotros los más pobres… Tenemos y no damos y así lo perdemos (nos perdemos). Ignoramos que ellos pueden darnos otras cosas quizá más importantes,…?

¿Qué puede hacer la Iglesia? Este es una palabra de política y economía, pero es ante todo una palabra de evangelio, es decir, de Dios, de la persona.  En este campo se juega al futuro de las vida los hombres, no sólo de aquellos a quienes no invitamos a nuestro banquete, sino nuestro futuro de ricos de dinero y pobres de humanidad.

Comentario reflexivo

Este pasaje de Lc 14 retoma el motivo central del libro de los Proverbios, ylo hacer desde la raíz profética de Israel    Para sorpresa de muchos, habla poco de Dios en sí y muchos de primeros y últimos, de ricos y pobres, de comidas (¡e incluso de vestidos!). ´

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales de los fariseos. para comer (=comer pan), y ellos le estaban espiando.

Posiblemente hay un recuerdo histórico: Jesús se dejaba invitar, compartía muchas cosas con los fariseos, que aparecen de esa forma, básicamente, como amigos, aunque el texto diciendo que ellos (autoi) le estaban espiando. Se trata, por tanto, de una amistad discutida, como todo el texto muestra.  El fariseo y los espías empiezan pareciendo extraños a la Iglesia. Pero después, sin darnos casi cuenta, descubrimos que nosotros somos ellos. Entre fariseos (entre nosotros) andaba Jesús. Claro ya queda que Jesús no era un “purista”, ni un radical en sentido negativo. Es capaz de comer con gente con la que no está totalmente de acuerdo.

Notando que los convidados escogían los primeros puestos, les propuso esta parábola: Cuando te conviden a una boda, no te sientes en el puesto principal… 

Hay una ironía de base: El convite del fariseo (quizá un fariseo de iglesia cristiana  que debía ser espacio y tiempo de fraternidad, para romper distancias, para hablar todos con todos) se vuelve convite que marca las jerarquías sociales. Ciertamente, es importante la comida, pero más importante es aquí la comunión de vida, de honor, de conversación, de acogida.

  El texto nos sitúa  ante una carrera de honores: los puestos en la mesa del mundo marcan las diversas clases sociales, dentro del continuo alimenticio, donde el Rey León ocupa el primer puesto y luego van bajando en la escala los diversos animales… En esta mesa se disputan los puestos a codazos. Es la vida. La mesa del mal convite.

Han venido a espiar a Jesús (para ver si cura en sábado, para ver cómo come…). Pues bien, también Jesús espía o (si queréis) se pone a mirar y advierte lo que pasa. Está en un buen observatorio. Ve la pirámide de los puestos sociales y da un consejo: “Cuando te conviden a una boda…”. La respuesta de Jesús… puede entenderse en sentido evangélico (de verdadera humildad).

 El que se enaltece será humillado… El banquete de la gratuidad

Ésta es una sentencia sabia de toda la tradición israelita y también de otros pueblos. Jesús la ha podido asumir, evidentemente, pero invirtiendo su sentido, situándonos ante la exigencia y tarea de un banquete de gratuidad.

  Cuando des una comida o una cena, no invites a tus amigos  vecinos ricos; porque corresponderán invitándote, y quedarás pagado. Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos y ciegos; dichoso tú, porque no pueden pagarte; te pagarán cuando resuciten los justos.

Ésta es la enseñanza propia de Jesús. Ante ella quiero pararme un momento, marcando algunos de sus rasgos. Jesús está  hablando al fariseo rico, que descansa el día del sábado y que tiene medios para “invitar”. Le pide que rompa el círculo del “buen talión” (invito a los que me invitan, creando así un mundo de buenas relaciones…), para invitar a los de fuera, a los que no cuentan, a los que no pueden responder… De esa forme abre un camino de gratuidad…Invita a los pobres y enfermos: es decir a los que no son limpios según los cánones de la pureza farisea, a los que no tienen traje de fiesta.

Cuando des una comida… Cuando invites. El texto es de gran riqueza, habla de comida (ariston), cena (deipnon), banquete (dojên….), como para indicar diversos tipos de invitaciones, no sólo a la comida como tal, sino a la comida como tiempo largo de conversación y de diálogo, de acogida en la casa y de solidaridad familiar… Antes ha hablado de bodas (¡cuando te inviten a unas bodas…!), porque ellas solían ser en aquel contexto la ocasión fundamental para los banquetes. Ahora amplia el abanico de comidas y habla de todo tipos de reuniones sociales en torno a un tipo de comida.

Ciertamente, el texto trata de comidas… pero más que de puras comidas materiales trata de relaciones sociales… En aquel tiempo, para mucha gente pobre, un banquete era un sueño, el sueño de la vida…¡Una vez comí!. Para muchos de nosotros, de la franja rica del mundo, la comida material no importa tanto. Pero el tema de fondo sigue siendo esencial. Jesús está tratando de mostrar lo que es una nueva familia, que se va creando en torno a un nuevo tipo de banquete, el banquete de la vida compartida.

Invita a los pobres, lisiados, cojos, ciego… Éstos son los que no pueden, por desgracia (falta de fortuna), por injusticia o por enfermedad… (o quizá por vagancia). No pueden, no tienen. Invítales al banquete de la vida: abre tu casa para ellos: ten tiempo para ellos, el tiempo del sábado, pero de tal forma que toda la semana se vuelva así sábado, tiempo y espacio de acogida.

¿Qué tienes para invitarles? El Papa Benedicto XV, en su libro sobre Jesús de Nazaret, dice de manera impresionante que el mundo occidental solo puede dar (sólo ha dado muchas veces, y mal) una comida externa. En esa línea se sitúa la parábola de Jesús: trata del “pan” (¡Jesús fue a comer pan a casa del fariseo!), pero habla también de todo lo que está vinculado con las relaciones humanas. Habla de apertura y acogida, de cultura, y de afecto y conversación… Habla no sólo de “ser”, sino de “tener”, pero de un tener para invitar, para acoger, para acompañar…

La Iglesia. ¿Invitar sólo a comer….? Éste es el tema: si nosotros, hoy, podemos invitar, si nuestra invitación es gozosa y atrayente… El tema puede referirse a nuestras eucaristías: la Iglesia invita… ¿invita a los pobres? ¿sabe ofrecer de verdad? ¿cómo lo ofrece? Gran parte de la humanidad pasa hoy de largo ante lo que ofrecemos, quizá porque no ofrecemos de corazón, quizá no ofrezcamos lo que dice y quiere Jesús.

Porque no podrán pagarte… o te pagaran de otra manera, porque los más pobres son los que más dan…Se trata de superar el sistema de cambio e intercambio, de hacer un mundo donde la vida sea gratuidad… Se trata de dar por generosidad: de abrir la casa y lo que tiene, con su comida y conversación… con toda la humanidad.

Te lo devolverán en la resurrección de los justos, pero no sólo al final de los tiempos, sino aquí en este mundo… De modo sorprendente, este pasaje presenta que estos cojos-mancos-ciegos como justos, a los que vienen del hambre y de la guerra, de otras tierras y costumbre…… Aquí, la resurrección de los justos está indicando el camino del Reino, la nueva forma de vida que puede ir surgiendo en el camino de Jesús… y, evidentemente, la resurrección final.

cuestiones abiertas: No cerrar la puerta, sino invitar

Este pasaje, tan sencillo, nos sitúa ante los temas básicos de la vida humana, temas que no tienen respuesta fácil. Por eso los planteo como interrogantes abiertos:

  1. ¿Qué puede ofrecer el llamado mundo rico… a los pobres de la tierra? ¿Qué pueden ofrecer el llamado mundo pobre, los pobres de pan, de tierra y casa? ¿Nos pueden ofrecer una riqueza, un temple de vida, una esperanza? ¿Cómo podemos ser iglesia de amor mutuo…?
  2. ¿Qué puede ofrecer la Iglesia? Este evangelio está dirigido a todos, pero de un modo especial a los «ministros» de la Iglesia, que está llammada a ofercer el banquete de Jesús a los pobres,cojos, mancos…¿cómo lo hace? Como lo hacermos…
  3. Un tema esencial es separar los ministerios y tareas de la iglesia del orden jerárquico de Prov 25y de toda la estructura de poder sacral, impuesta desde Dionisio A, en el siglo V. Se trata de ser «ministros», servidores del banquete a los pobres, no jerarcas sobre ellos, en una línea que ha culminado,por ejemplo en el De Ordine de Ramírez.El tema clave  ha sido y sigue estructura de poder de poder, más centrada en  Prov 5 (de Dionisio a Ramírez, por poner un ejemplo) que en la novedad del evangelio, plasmada en Lc 14. El tema es el banquete, que podemos invitar al amor y a la vida, a la comunión de mesa y de humanidad a todos los hombres y los pueblos.
  4. El tema clave es ordenar, impulsar el banquete…. Tener pan y vida de banquete, ofrecerlo, compartirlo en amor, en fiesta de pan y de vino,de comunión afectiva y de vida. Este es el tema central, que seamos corona de vida.

                                                                                  

LA BUENA NOTICIA DEL DOMINGO-18º-C

¿Sabios o insensatos?

Nuestra sociedad juzga sabio o inteligente a quien es capaz de acumular mucho dinero y de tener mucho poder y riquezas.

El Evangelio tiene un concepto distinto de sabiduría y de saber vivir con inteligencia. Hoy seguimos pensando como aquel rico del Evangelio: la «buena vida» depende de lo que tengamos. Esta es la gran verdad de nuestro mundo: nos creamos sociedades desarrolladas y solo somos unos insensatos, crueles e inhumanos que dejamos en la miseria a millones de seres humanos.

Somos responsables por nuestra injusticia y nuestra indiferencia. ¿Qué somos, sabios o insensatos? ¿Dónde está la verdadera sabiduría?

Lectura de la Palabra

Lucas 12, 13-21

Lo que has acumulado, ¿de quién será?En aquel tiempo, dijo uno del público a Jesús: «Maestro, dile a mi hermano que reparta conmigo la herencia.»

Él le contestó: «Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?»

Y dijo a la gente: «Mirad: guardaos de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande

sobrado, su vida no depende de sus bienes.»

Y les propuso una parábola: «Un hombre rico tuvo una gran cosecha. Y empezó a echar cálculos:

¿Qué haré? No tengo donde almacenar la cosecha.»

Y se dijo: «Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: hombre, tienes bienes acumulados para muchos años; túmbate, come, bebe y date buena vida.»

Pero Dios le dijo: «Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será? »

Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios.»

Comentario a la Palabra

LUCIDEZ DE JESÚS

Uno de los rasgos más llamativos en la predicación de Jesús es la lucidez con que ha sabido desenmascarar el poder alienante y deshumanizador que se encierra en las riquezas.

La visión de Jesús no es la de un moralista que se preocupa de saber cómo adquirimos nuestros bienes y cómo los usamos. El riesgo de quien vive disfrutando de sus riquezas es olvidar su condición de hijo de un Dios Padre y hermano de todos.

De ahí su grito de alerta: «No podéis servir a Dios y al Dinero». No podemos ser fieles a un Dios Padre que busca justicia, solidaridad y fraternidad para todos, y al mismo tiempo vivir pendientes de nuestros bienes y riquezas.

El dinero puede dar poder, fama, prestigio, seguridad, bienestar… pero, en la medida en que esclaviza a la persona, la cierra a Dios Padre, le hace olvidar su condición de hermano y la lleva a romper la solidaridad con los otros. Dios no puede reinar en la vida de quien está dominado por el dinero.

La raíz profunda está en que las riquezas despiertan en nosotros el deseo insaciable de tener siempre más. Y entonces crece en la persona la necesidad de acumular, capitalizar y poseer siempre más y más. Jesús considera como una verdadera locura la vida de aquellos terratenientes de Palestina, obsesionados por almacenar sus cosechas en graneros cada vez más grandes. Es una insensatez consagrar las mejores energías y esfuerzos en adquirir y acumular riquezas.

Cuando, al final, Dios se acerca al rico para recoger su vida, se pone de manifiesto que la ha malgastado. Su vida carece de contenido y valor. «Necio…». «Así es el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios».

Un día, el pensamiento cristiano descubrirá con una lucidez que hoy no tenemos la profunda contradicción que hay entre el espíritu que anima al capitalismo y el que anima el proyecto de vida querido por Jesús. Esta contradicción no se resuelve ni con la profesión de fe de quienes viven con espíritu capitalista ni con toda la beneficencia que puedan hacer con sus ganancias.

José Antonio Pagola

Testigos de la palabra

El 4 de agosto de 1979, en la soledad de su Getsemaní, el Padre Alirio Macías: Quedó extendido sobre el presbiterio, cuando tres hombres le ametrallaron en el templo parroquial de San Esteban Catarina, entre el altar y la sacristía77. Respecto a su muerte, Mons. Rivera dijo: Cayó, como caen los profetas: entre el vestíbulo y el altar78. Mons. Romero, por su parte, afirmó: Cuando uno muere, como han muerto los sacerdotes, con ideales del reino de los cielos, como está tendido hoy el querido padre Macías, allá en San Esteban Catarina, uno piensa: Estos son los caminos que hay que seguir. Mueren, pero siguen viviendo79. Fue, por tanto, una muerte carente de sentido ideada por los dueños del anti reino en su oscuro plan de acabar con el Reino.

ORACION DESDE LA PALABRA

¡Guárdame de toda codicia, Señor!

¡Que no sea necio, Señor!

Líbrame de creer que nuestras luces artificiales

son más brillantes que tu sol.

Hazme comprender que mi abrazo definitivo contigo

supera con creces todos los valores del mundo,

por muy maravillosos que estos sean,

y no hay duda de que los son.

Ayúdame a comprender que el tesoro que me tienes reservado

merece la pena ser buscado y adquirido…

Porque después de pisar tu tierra y andar tus mismos caminos

quiero confirmarte una vez más, Señor,

que ya no puedo vivir sin ti…

La Buena Noticia del Dgo 16º-C

SOLO UNA COSA ES NECESARIA Lc 10, 38-42

María ha escogido la parte mejor
María ha escogido la parte mejor

LECTURA DE LA PALABRA

Lc 10, 38-42

38 Mientras iban de camino entró también él en una aldea, y una mujer de nombre Marta lo recibió en su casa.

39 Ésta tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor para escuchar sus palabras.

40 Marta, en cambio, se dispersaba en múltiples tareas. Se le plantó delante y le dijo:

– Señor, ¿no se te da nada de que mi hermana me deje sola con el servicio? Dile que me eche una mano.

41 Pero el Señor le contestó:

– Marta, Marta, andas preocupada e inquieta con tantas cosas: 42 sólo una es necesaria. Sí, María ha escogido la parte mejor, y ésa no se le quitará.

LA HORA DE LA PALABRA

Escuchar la Palabra y ponerla en práctica

Jesús, camino a Jerusalén, pasa por Betania donde es recibido en la casa de Marta y María.
Mientras Marta se preocupa de los quehaceres de la casa, María, como buena discípula, se sienta a los pies de Jesús a escuchar su palabra.
Las dos actitudes básicas del discípulo son la acción y la contemplación.
La oración y la escucha de la Palabra es la que luego nos mueve a la acción en el servicio a los demás.
¿Encontramos tiempo para la escucha de la Palabra y para la oración?
¿Cómo compaginamos la acción caritativa y la oración contemplativa?

COMENTARIO A LA LECTURA

col santos com

“Marta, Marta, andas inquieta y preocupada con muchas cosas; sólo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no le será quitada” (Lc 10, 38-42)

Bello texto del evangelio de Lucas. Archiconocido. Estudiado. Explicado. Estereotipado. Domesticado. Manipulado. Pero, repito, lleno de belleza y grandes posibilidades de ser meditado, contemplado, proclamado…

He leído una y otra vez ese principio: “Marta, Marta…” y un sonido de voz dulce, cariñoso y acogedor me resuena en la voz de Jesús. Le plantea a Marta su estado de ánimo, que le supera porque más que ocuparse le está “pre-ocupando”.

Todo tiene su tiempo y Marta aceleró las expectativas de servicio cuando vio a Jesús en su casa. Sumando el enfado al ver a su hermana María desaparecida de la escena del servicio que, “sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra”.

Quiero alejarme aquí del eterno dilema: la acción y la contemplación como contrarios que chocan.

Quiero ver con los ojos que Jesús mira a Marta descubriendo qué es lo que la mantiene inquieta y preocupada. No es minusvalorar sino poner orden y disfrutar de lo que cada momento trae la vida; y a la casa de las dos hermanas había llegado Jesús.

Abre tu casa y anímate a hacer un viaje interior y encontrarte con la Marta y la María que viven dentro de cada uno de nosotros y no tienen que porque generar conflicto.

Quien se expone a la mirada y la palabra de Dios a través de la oración contemplativa escuchará desde lo hondo de su ser: “Ahora ve a servir a tus hermanos”.

TESTIGOS DE LA PALABRA

Bartolomé de Las Casas
Bartolomé de Las Casas

El 17 de julio de 1566 muere Bartolomé de las Casas, dominico español y obispo de Chiapas, México, profeta y defensor de la Causa de los Indios.
Escribió la “Brevísima relación de la destrucción de las Indias” combatiendo activamente la esclavitud y el abuso colonial violento de los pueblos indígenas, especialmente al tratar de convencer a la corte española a adoptar una política más humana.
Y aunque él no pudo salvar a los pueblos indígenas de las Indias occidentales, sus esfuerzos resultaron en una serie de mejoras en la situación jurídica de los indígenas, y en un mayor enfoque sobre la ética del colonialismo. Las Casas se ve a menudo como uno de los primeros defensores de los derechos humanos universales.

ORACIÓN DESDE LA PALABRA

Siempre así, mi Dios

¿Y si Dios fuera el viento
que penetra por la nariz y por los poros
hasta oxigenarnos los pulmones y el espíritu?
Como Marta, Señor, allí donde mi mano
sea necesaria,
Y como María, entretenida en el gozoso silencio de estar contigo.
¿Y si Dios fuera Jesús de Nazaret,
Muerto y resucitado hace más de dos milenios
Y en la actualidad estandarte de vida y esperanza de pobres, humildes y perseguidos?

Como Marta, Señor, allí donde mi mano
Sea necesaria,
Y como María, entretenida en el gozoso silencio de estar contigo.
Como Marta, Señor, avezada en mitigar la sed del sediento
Y como María, deseosa siempre de llenarme del agua viva de tu pozo.

Isidro Lozano o.c.

Pastoral bíblica de Daniel Sánchez Barbero en Fuente de Pedro Naharro