EL LEPROSO AGRADECIDO
Lc 17, 11-19

LA HORA DE LA PALABRA
Los excluídos de la sociedad
Jesús cura a diez leprosos enviándoles al templo para que les den el certificado de curación. Y es que los enfermos de lepra a la vez de estar impuros por la enfermedad también están excluidos de la sociedad.
Uno de los leprosos es samaritano y al verse curado, se vuelve dando gloria a Dios y se postra agradecido delante de Jesús, que le levanta y le dice “tu fe te ha curado”
Quiénes son hoy los excluidos y marginados de la sociedad?
¿Cómo hacer para integrar, acoger y luchar contra cualquier forma de exclusión y marginación en nuestra sociedad?
LECTURA DE LA PALABRA
Lucas 17, 11-19
¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»
Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.
Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»
COMENTARIO
ENCUENTRO, SANACIÓN Y AGRADECIMIENTO
Lucas (17,11-19)
El evangelio de hoy narra un milagro de Jesús, una curación. Los milagros de Jesús son expresión de su acción liberadora, de sus relaciones sanadoras e incluyentes frente a un orden social y religioso más preocupado por el cumplimiento de las leyes que por aliviar el sufrimiento de las personas. En este caso el de diez leprosos. Pero el tema central de este texto no es propiamente el milagro sino el agradecimiento.
Jesús obra el milagro como es habitual en él, desde la absoluta gratuidad, sin pretender ningún tipo de protagonismo o compensación, porque lo que está en el centro de su acción liberadora es el sufrimiento del otro y no su ego ni su necesidad de reconocimiento. El milagro busca la restitución y la inclusión de los leprosos en la comunidad y por ello Jesús les envía a los sacerdotes, para que una vez confirmado que han quedado sanados de la enfermedad sean reintegrados y acogidos en la comunidad de la que forman parte.
Pero el tema central del relato es el desigual modo con que el grupo de leprosos procesa interiormente el encuentro con Jesús y su sanación. Sólo uno de ellos, el samaritano, vivirá aquel encuentro y su sanación como algo absolutamente inédito, desde una experiencia profunda de agradecimiento que le desborda y le hace volver a Jesús, consciente que una experiencia radicalmente nueva ha surgido en su vida y nada podrá ya volver a ser igual. La mediación de los sacerdotes ya no le es necesaria. A partir de lo que el mismo ha experimentado se ha convertido en testigo de la irrupción de un nuevo orden inaugurado por Jesús, el del amor y la compasión frente a la ley y los ritos vacíos.
De esa experiencia brota el agradecimiento como un don incontenible: convertirse en amor como respuesta al amor recibido. Los gritos iniciales de auxilio se convierten por parte del leproso samaritano en gritos de alegría. No es casual, que sea precisamente un samaritano, un “maldito”, el único del grupo que reaccione de esta manera y capte el misterio de novedad radical acontecido en Jesús, pues el evangelio está siempre atravesado por esa constante: los últimos serán los primeros y los pobres son los preferidos de Dios.
La gratuidad y el agradecimiento son signos de que el reino esta ya entre nosotros y nosotras. Ambos nacen de la lógica del don, no de la retribución, la suficiencia o los merecimientos. También de la humildad radical que supone experimentarnos vulnerables y necesitados.
Jesús toma la palabra al final del relato y sus preguntas van dirigidas también a nosotras y nosotros hoy. ¿Dónde nos encontramos con Él?, ¿De qué nos sana? ¿Qué novedad radical introduce en nuestra vida? ¿Qué puede más en nosotros la lógica del don y el agradecimiento o la suficiencia? ¿Quiénes son para nosotros y nosotras nuestros maestros para vivir en clave de agradecimiento en nuestra vida cotidiana?
Por Pepa Torres
TESTIGOS DE LA PALABRA

Padre Guadalupe Carney,Revolucionario y mártir del pueblo hondureño.
Guadalupe Carney nació en 1924, Chicago, Estados Unidos. Su nombre original es James Francis Carney, la familia trabajadora de clase media, y desde el principio se dio cuenta de la vida burguesa en la que vivía. Sirvió como soldado en Francia y Alemania durante la Segunda Guerra Mundial;
Su fe era profundamente importante para él. Sin embargo, se sorprendió de lo poco que la religión parece importar a muchos cristianos, tanto en sus años de ejército y más tarde en la universidad En 1948, ingresó en la Compañía de Jesús, para contestar la llamada, convirtiéndose más tarde, un misionero jesuita en Honduras. Estaba convencido de que el sistema capitalista era intrínsecamente malo, promoviendo una actitud egoísta, individualista y competitiva en las personas. Pero también rechazó los sistemas marxistas de Rusia y China, que pareció perder el valor de la persona humana en la comunidad estatal. Se fue en busca de otro modo, una forma de socialismo, donde la gente compartir lo que tienen, como los primeros cristianos que se describen en los Hechos de los Apóstoles.
Llegó a Honduras en 1962, ya como sacerdote jesuita, animada por el ideal del Concilio Vaticano II, el servicio radial para los pobres, y al vivir con las comunidades rurales y los pobres, y participar en sus luchas, se volvió como él mismo dijo en sus memorias, “un gringo burguesa en un luchador revolucionario”. Guadalupe dijo fueron campesinos pobres de Honduras que realmente le enseñaron el Evangelio, la Buena Nueva que Jesús trajo, y que la burguesía no puede realmente entender lo que significa “para dar buenas nuevas a los pobres.”
La historia de su vida tiene el derecho a ser reconocido como una historia de un revolucionario, porque el Padre Guadalupe creía firmemente como cristiano, tenía que ser un revolucionario, y vivir la radicalidad del Evangelio, para tener una vida cristiana plena. El Evangelio es revolucionario. Guadalupe vio y entendió los problemas de los pobres. Vio cómo las compañías fruteras estadounidenses habían tomado
las mejores tierras y plantaciones. Ellos y algunos hondureños ricos controlan alrededor del 95% de la riqueza del país. Mientras que el resto de la población vivía en la pobreza extrema.
Los intentos de organizar sindicatos menudo conducido a las muertes y desapariciones de sus líderes. En un video raro, dice, “cómo los agricultores son tratados es totalmente inaceptable por Dios y esto se debe cambiar.”
La iglesia no puede permanecer en silencio mientras sus niños pobres estaban siendo explotados ya menudo martirizados por tratar de luchar por sus derechos básicos. Finalmente Padre. Guadalupe eligió vivir solo en su pequeña misión de la iglesia, que divide por completo la vida y la pobreza de su pueblo. Por su identificación con la gente que él enseñó los caminos de la teología de la liberación :. “Cristo vino a liberar a las personas y establecer un reino de justicia y paz” y esta enseñanza se ha convertido en una parte importante de la lucha del pueblo para hacer de esto una realidad .
Él escribió sobre su vida y sus ideales mientras vivía en Nicaragua. Finalmente, regresó a Honduras para ser capellán de las fuerzas revolucionarias. En 1983, el “Padre Guadalupe”, se convirtió en capellán de una comuna revolucionaria armada, y poco después fue capturado por el ejército, que afirmó que “el P. Carney había desaparecido “.
El gobierno de Honduras construyó cerca de seis historias diferentes. Después de probar todos modos ocultar la verdad con una nota oficial que sostenía que había muerto de hambre el 19 de agosto 1985 llega un testigo para refutar estas afirmaciones, el Señor Cabelleros, un refugiado de Honduras y ex miembro de la escuadrones de la muerte hondureños. Confirmó la participación de la CIA y dijo que había escuchado de otros que Padre Guadalupe había sido asesinado y lanzado desde un avión en la selva.
La vida de Guadalupe es un testimonio elocuente del sacerdocio y la llamada al discipulado cristiano. Carney recuerda a todos los bautizados, donde nuestro compromiso debe ser enfocado, “el compromiso con las causas del pueblo por la liberación de la explotación y la injusticia , siempre en busca de la paz “.
COMENTARIO DE X. PIKAZA:
Fe samaritana, no religión de sacerdotes (Lc 17, 11-19)
Con la parábola del buen samaritano (Lc 10), que acoge y cura al herido del camino (en contra de sacerdotes y levitas), pone Lc 17 esta parábola del samaritano agradecido (creyente) que va donde Jesús, en contra de los nueve «servidores de una ley opresora, que vuelven a la religión de los sacerdotes.
Ésta es quizá la parábola más escandalosa de los evangelios (cf. también Mc 1, 39-45): Jesús cura a diez leprosos y les dice (en forma provocadora) que se sometan a la ley de los sacerdotes, como si todo siguiera igual en el mundo. Nueve curados «de ley» no entienden a Jesús, cumplen externamente su mandato y se refugian en la ley de los sacerdotes. Sólo uno, que es samaritano, le entiende y no va, pues eltiempo de dominio y ley de los sacerdotes ha pasado.
Este samaritado que Vuelve a dar gracias a Jesús, para caminar con él. Ha encontrado la fe, ha encontrado el amor. no necesita sacerdotes.
Este samaritano hemos de ser todos nosotros. Jesús no ha venido para liberarnos de un tipo de religión de sacerdotes antiguos, pues sólo la fe (la gratuidad amorosa) puede salvarnos. Éste es, a mi juicio,el evangelio más hondo y necesario para este siglo XXI, como puede verse en la Historia de Jesús.
Por X. Pikaza
Jesús cura a diez leprosos, y, en un primer momento, les «manda» que vayan donde los sacerdotes. Nueve curados (judíos religiosos), observantes de ley, se someten a la norma de y siguen siendo en el fondo unos “leprosos” curados en lo externo, sometidos a tipo de ley que les manipula y esclaviza
Sólo un samaritano, que que no tiene religión de ley, ni está obligado a cumplir mandamientos de sacerdotes, se descubre curado y vuelve para dar gracias a Jesús, para caminar con él. Éste es el único curado de verdad, iniciando con Jesús una vida de agradecimiento sanador por encima de todas las religiones particulares de los sacerdotes, como he puesto de relieve en Historia de Jesús..
Texto. Lucas 17, 11-19
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Jesús, al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes. Y, mientras iban de camino, quedaron limpios.
Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?» Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»
OBSERVACIONES PRELIMINARES
Este milagro de los diez leprosos es una parábola de la vida humana, como la parábola de Mt 25, 1-13, don la diez muchachas que van de bodas; cinco son prudentes, llevan aceite en sus alcuzas); cinco son necias, que no llevan llevar aceite.
Aquí (Lc 17) hay diez leprosos, todo el universo. La humanidad está representada por una “pandilla” de enfermos de covid, condenados a la muerte. Van juntos, gritando y sufriendo . Son judíos y gentiles, “cristianos” observantes de ley o gentes de la vida. Ante la lepra universal no pueden hacerse distinciones. Bajo el riesgo de esa pandemia tamos todos, sin que se pueda decir que unos son culpables (han buscado la lepra a pulso) y otros inocentes (sufren sin causa). Todos sin excepción están (estamos) condenados .
Pero la historia sigue, en forma parabólica. Viene Jesús y nos dice “curaos todos”, vivir sin lepra… Pero añade algo sorprendente: “id y presentaos a los sacerdotes”, es decir, a laz autoridades establecidas, que puede ser levitas del templo de Jerusalén o funcionarios de las diversas leyes y sistemas de este mundo.
Esta propuesta de Jesús, leída bien, desde el evangelio resulta escandalosa. En un primer plano Jesús parece que quiere llevarnos atrás, a los tiempos de la letra, viviendo cada uno según su ley (según la religión o ley de los sacerdotes de sus pueblosp ueblo).
Pero leyendo el texto en profundidad, descubrimos que Jesús nos cura para que, superando la pura ley de los sacerdotes de ley, descubramos la gratuidad, para caminar con él en gesto de agradecimiento salvador, por encima de todos los sacerdotes legales del mundo, conforme a la letra-letra de este evangelio
En un prmer momento, Jesús deja a cada uno ante sus sacerdotes, para que vuelvan si quiere al mundo antiguo, a la religión de la ley.
Pero, en el sentido más profundo, Jesús nos cura para que pocamos volver a él sin sacerdotes, para darle gracias, para vivir en gratuidad, por encima de un tipo de ley de sacerdotes. Para esos que vuelven a los sacerdotes del sistema quedándose allli, el milagro de Jesús ha servido para nada. Sólo el samaritano, un hombre que no tiene sacerdotes de ley, qeda de verdad curado.
Esta esa una parábola para el siglo XXI. La superación de un tipo de ley de sacerdotes de ley podrá abrirnos un camino de fe salvadora. Sólo abandonando un tipo de ley religiosa de sacerdotes podremos creer de verdad en Jesucristo y curarnos del todo, según este evangelio
Los que escuchan a Jesús de un modo externo (los nueve del grupo legal), que vuelven a sus “sacerdotes antiguos” (escuchando aJesús sólo de un modo externo) siguen dominados para una ley religiosa que les esclaviza, siguen siendo en el fondo leprosos. De esa manera, lo que Jesús ha hecho con ellos termina siendo en vano: La religión de ley (de sacerdotes antiguos) les sigue destruyendo. No han quedado curados, no han dado el “salto” a la gratuidad, a superar la religión de ley, para vivir en gracia y agradecimiento con Jesús.
Por eso he dicho que es mejor no tener religión que tener una religión de ley. El que no tiene religión aparece aquí, conforme al lenguaje judío, como un samaritano…No tiene ley que le esclaviza, no tiene religión, pero tiene un corazón… y siente que Jesús le ha curado y va a darle gracia… es decir, va a mostrarse como hombre de fe (no de religión o ley establecida). Los nueve restantes parece curados, pero no lo están. Siguen viviendo bajo una ley religiosa, no tienen ve verdadera, no tienen libertad, no tienen agradecimiento.
Sólo el samaritano que deja todo a un lado y vuelve donde Jesús para darle gracias y para iniciar con él un camino de fe ha sido salvado.
DESARROLLO MÁS PROFUNDO.
Primer acercamiento. Este relato de la curación inicial de 10 leprosos y final de uno sólo, a quien Jesús dice “tú fe te ha salvado”, tiene una historia compleja que puede condensarse como sigue:
Jesús estuvo en compañía de leprosos (como estará Francisco de Asís), y así le recuerda la tradición, ofreciéndoles presencia, abriendo para ellos un camino solidario de salud y salvación.
El relato clave de la curación de un leproso es el de Mc 1, 40-45 (que Lucas ha recogido en su evangelio: Lc 5, 12-16). Es un relato fuerte: La iniciativa parte del leproso; Jesús le cura y le dice que se presenta para certificar su curación, pero él se niega, no quiere someterse más a los sacerdotes (que controlan y someten, no curan)… y se pone a pregonar lo que ha hecho Jesús.
Lucas (que recoge como he dicho el relato de Marco, en Lc 5, 12-16) ha sentido la necesidad de reelaborarlo, de un modo también poderoso, en el pasaje de este domingo.
Reelaboración: Lc 17, 11-19 Lucas sitúa el relato en el camino de ascenso a Jerusalén, en el límite entre Galilea y Samaría, lugar clave de disputas religiosas.
Los leprosos que salen al encuentro y le invocan de lejos (para no contaminarle), pidiendo a Jesús que les cure, son diez. Significativamente, la lepra no distingue entre judíos y gentiles, galileos y samaritanos. Todos son hermanos en la miseria.
Jesús les manda “a los sacerdotes”. No dice “al sacerdote”, para no presuponer que hay uno sólo (el judío). Cada puede ir a su sacerdote de turno, Jerusalén o a Samaría, a Tiro o a Damasco. Jesús les manda “al sistema sagrado”, como queriendo que se integran de nuevo en el orden oficial.
Pero uno vuelve… Se ve “limpio” (katharos) y no quiere acudir ya al sacerdote de turno, para que firme su ficha “¡curado!”; no quiere someterse nuevo a la ley del sistema que crea leprosos para decir después que puede (a veces) curarlos… Desobedece en un sentido a Jesús, pero en otro más alto le obedece.
Éste es samaritano… un hombre que no tiene religión de ley, de forma que puede vivir en gratuidad, volviendo a Jesús para seguir con él, en fe, en gratuidad, en amor, por encima de los mandamientos. A este le dice Jesús ¡Tú fe te ha salvado! (hê pistis sou sesôken se).
Ésta es la fe del samaritano que confía en Jesús, por encima del sistema de ley, la fe de un hombre que confía en el amor y el agradecimiento por encima de las leyes religiosas. Los otros nueve pueden haber quedado externamente limpios, pero no se han salvado… Siguen apegados a las leyes del poder del mundo, no creen en la gracia del Dios de Jesús, no creen en el poder de la fe sanadora que Jesús he la transmitido.
MILAGROS DE JESÚS, UN ACTO DE FE
Desde ese fondo puedo condensar algunos rasgos de la fe y las curaciones de Jesús, tal como han sido reasumidas y entendidas por la tradición cristiana…
Estos diez leprosos son todo el mundo, la humanidad excluida y sucia que Jesús quiere curar, con fe, es decir, con honda humanidad. Allí donde otros piensan que la vida de los hombres sigue condenada a la lepra (¡lepra de esos diez, lepra del Vaticano, como dice el Papa Francisco…!), Jesús cree que es posible no sólo la curación, sino incluso la salvación.
Varios son los elementos que actúan en las curaciones de Jesús, que aparecen de un modo de un modo ejemplar en este caso de los diez leprosos:
a) Jesús actúa como mediador de fe, y así penetra en el dolor de los enfermos que le dicen ¡ten misericordia de nosotros! Penetra en el lugar de su dolor, en la raíz de su misma enfermedad o su locura, como un amigo que ama, como psicólogo que discierne, como un creyente que irradia fe.
b) Jesús pone a los enfermos ante el poder de Dios que definimos con todo el evangelio como «reino», es decir, como principio de nueva humanidad, en agradecimiento… Pero, en un primer momento, no les dice: ¡Creed en el Reino, sed curados!, sino que les pide que vayan a los sacerdotes, a los gurus del sistema religioso, para que encuentren allí la curación.
c) El primer milagro, la curación (limpieza externa) sucede antes de que los leprosos hayan llegado a la “oficina” de los sacerdotes. Jesús les ha dicho que vayan, cada uno a su iglesia… y ellos empiezan a creer, y por eso, en el mismo camino, se descubren curados (limpios).
d) Sólo aquí puede empezar el milagro verdadero, la fe más honda, el amor en gratuidad: Te descubres curado ¿qué haces? Hasta ahora los diez enfermos eran iguales, judíos, griegos o samaritanos, paganos o cristianos… Ahora empieza la diferencia.
e) Nueve de los diez “se olvidan de Jesús”; les basta la limpieza externa y siguen, van donde su sacerdotes, para recibir el sello de limpieza, para integrarse de nuevo en el sistema de las seguridad y las imposiciones, cada uno con su “dios” particular
f) Sólo uno se olvida del sistema religioso… Jesús le ha dicho que vaya… y ha creído. Pero ahora que se descubre sano y capaz no necesita ya de sacerdotes, ni sistemas… Quiere a Jesús y vuelve, para darles gracias… Aquí empieza el auténtico milagro.
Fee completa, la fe del samaritano
Los otros nueve… han tenido un comienzo de fe, pero no lo han cultivado… Han vuelto a recaer en el sistema de los sacerdotes y gurús de turno. La fe de Jesús no les ha transformado por dentro.
Este samaritano en cambio ha cambiado… No le basta la limpieza externa del sistema, quiere la salvación total, que sólo Jesús puede ofrecerle. Éste es el único que tiene fe completa. El único que se ha salvado de verdad….
Jesús actúa en este relato como hombre de fe. Por eso no resuelve los problemas de los hombres ofreciéndoles un tipo de ayuda desde fuera. No les lleva a la evasión o al olvido de la tierra sino todo lo contrario: desde el centro de la enfermedad les manda a los sacerdotes, a “lidiar” con el sistema. Así actúa como promotor de vida en medio de la muerte, como signo de esperanza en medio de una sociedad que parece condenada a la desesperanza.
Resumen
Jesús comienza “confiando” en los sacerdotes de Jerusalén, de Babilonia o Roma… Por eso dice a cada uno de los diez leprosos que vaya al lugar donde se mantiene y cultiva su religión, dentro del propio sistema de creencias…
Pero en el camino que lleva al lugar de los sacerdotes acontece el primer cambio, el paso de la salud externa, de la limpieza de la carne leprosa, a la curación total, que es la vida en gratuidad, por encima de todas las leyes y mandamiento… Este es el milagro que se descubre y despliega en el camino
Hay una primera fe de los diez… que creen en lo que Jesús les dice y se ponen en marcha hacia la casa de los sacerdotes. Esa fe termina poniéndonos en manos del sistema, para perpetuar al fin sus normas y rutinas, con enfermos y sanos, con opresores y oprimidos.
Pero hay también una segunda fe, que la propia de este samaritano, pariente sin duda de la parábola de “buen” samaritano de Lc 10, 25-37… Éste es un hombre que no se ajusta al sistema, que manda al “diablo” a sus propios sacerdotes (aunque Jesús le haya dicho que se presente ante ellos)… y que viene a dar gracias a Jesús, para iniciar así el camino de la salvación completa.
Éste es el milagro de la libertad. La fe en Jesús (de Jesús) libera al samaritano, de manera que le capacita para superar el nivel de los sacerdotes, haciéndose dueño de sí mismo, en gratuidad.
Milagro, una fe que se hace amor
Nos gustaría saber cómo sigue la historia de este samaritano al que Jesús he ha dicho que “su fe le ha salvado”, que vaya en paz… Nos gustaría saber cómo ha ido, cómo le ha ido, que ha hecho, con la nueva libertad del amor. En esa línea me atrevo a ofrecer unas consideraciones generales:
a) El milagro es un gesto de amor, más allá de la pura curación externa. Este samaritano ha descubierto que hay algo mayor que esa salud externa (que la limpieza de la piel). Hay una salud interior, hecha de gratuidad, de agradecimiento. Por eso vuelve donde Jesús.
b) En esa línea, el milagro es una invitación a la libertad: Jesús quiere que los curados, liberados de la enfermedad, los que superan el abismo de su locura o de la lepra, puedan hacerse responsables de su vida, en libertad creadora. En fórmula paradójica, podríamos decir que Jesús cura a los hombres para hacerles capaces de asumir en libertad su propia muerte como gesto de entrega por los otros. Este samaritano curado tiene que iniciar ahora una nueva travesía de libertad, por encima de los ritos anteriores (a los que vuelven los judíos, que no han entendido a Jesús, a pesar de cumplir externamente la palabra de Jesús (ir donde los sacerdotes)
EXCURSO I. JESÚS, CREYENTE Y SANADOR
Jesús ha curado a muchos enfermos, viniendo a presentarse como profeta poderoso en obras y palabras», pero luego es «impotente» en el Calvario. Por eso le acusan los contrarios diciendo que es un mago fracasado. Al obrar de esta manera desconocen su mensaje más profundo, el sentido de su fidelidad en el amor.
El auténtico milagro consiste en aprender a amar, pudiendo compartir su vida en ge y en agradecimiento hasta la muerte (por encima de la muerte).
Jesús ama dando su propia vida; su milagro es la fe, la gratuidad abierta en amor a todos los que quieran acompañarsle en gratuidad. .
Significativamente, a Jesús le han condenado a muerte porque ha hecho milagros en favor de la libertad de los más pobres del pueblo, superando un tipo de ley del sistema. Le condenan porque sus milagros desestabilizan el orden social que había forjado Israel. Jesús no cura a unos pocos. . . , poniendo sus curaciones al servicio del sistema, como sucede en Epidauro o en los sitios donde actúan los exorcistas judíos. Jesús cura ofreciendo a los curados y a todos los pobres de la tierra un ideal nuevo de vida liberada, de forma que el sistema de la le reacciona matándola.
De esta forma, los milagros de Jesús se convierten en principio de ruptura dentro de aquella sociedad establecida en la que había sitio para cojos, mancos, ciegos y posesos. . . pero dentro un sistema sacral que justifica el orden existente. Pues bien, Jesús ha roto ese sistema. Ha curado a los enfermos y a los locos para abrir su corazón y su existencia hacia una forma de existencia liberada, de plena gratuidad. Por eso le persiguen como peligroso, por eso le acusan de «poseso» y le acaban condenando como a un hombre que destruye el orden de la ley israelita.
Las curaciones de Jesús, siendo gesto de amor a los pequeños son, al mismo tiempo, una expresión de libertad plena en el amor Jesús quiere liberar a los pobres y enfermos, haciéndoles capaces de vivir en gratuidad, en apertura al reino, haciéndoles capaces de gozar y de morir por ese reino. Por eso, cuando le entregan a la muerte y le clavan en cruz, Jesús sigue fiel a su ideal de reino y se mantiene (sufre) en la cruz precisamente por amor al reino. Ha confiado en Dios y esa confianza ha sido base de todos sus milagros; en Dios sigue confiando desde el mismo abismo de la muerte, abrindo así un camino de gratuidad generosa para todos los hombres y mujeres del mundo.
Por eso he dicho que es mejor no tener religión que tener una religión de ley. El que no tiene religión aparece aquí, conforme al lenguaje judío, como un samaritano…No tiene ley que le esclaviza, no tiene religión, pero puede tener corazón… Siente que Jesús le ha curado y va a darle gracia… es decir, va a mostrarse como hombre de fe (no de religión o ley establecida). Los nueve restantes parece curados, pero no lo están. Siguen viviendo bajo una ley religiosa, no tienen ve verdadera, no tienen libertad, no tienen agradecimiento.