De Lavapiés a Odessa… ida y vuelta

escrito por  Pepa Torres

María es ucraniana. Lleva viviendo en España más de 35 años. Era médica pero su éxodo migratorio la convirtió en costurera. Hoy tiene un pequeño taller de arreglo de bajos y cremalleras en Lavapiés, que se ha convertido también en un lugar de conversación y encuentro informal de mujeres diversas, con un tema, común: la cultura de la guerra y su incidencia en la vida de las mujeres. 

Mientras pespuntea con la máquina de coser no para de hablar y de contarnos, a quienes acudimos a su taller, que sus dos hijas son médicas y que han decidido quedarse en Ucrania, por más que ella les ha pedido que se vengan a España a vivir con ella. Junto con otras mujeres han improvisado un hospital en un edificio abandonado y por eso ella recoge medicinas para enviarlas en un convoy.

Así, entre cremalleras, bajos de pantalones y arreglos de mangas, la tienda de Mary se ha convertido en un canal permanente y cotidiano del día a día de la resistencia de las mujeres ucranianas de Odessa.

De la escucha de sus narraciones y noticias brota este texto que me pidió hace unos días un colectivo para una vigilia interreligiosa sobre las mujeres de Ucrania.

Hablar de las mujeres en la guerra de Ucrania es un grito. Un grito de denuncia de los intereses imperialistas y económicos de los señores de la guerra que se enriquecen con el sufrimiento. Es un grito también para quienes no somos ellas, pero no podemos ni queremos ser cómplices de la cultura de la guerra y el armamentismo sobre los cuerpos de nadie, pero mucho menos de las mujeres y las niñas.  

Es un grito, pero es a la vez silencio, el silencio impuesto por el terror y el miedo desde el escondite clandestino y la lucha por la supervivencia. El silencio que nace del espanto de ver como toda una vida, un país, un pueblo, se desmoronan; el silencio del duelo ante la pérdida, la desaparición y el exilio de familiares, amigos, vecinos.

Hablar de las mujeres en la guerra de Ucrania es hablar de las mujeres que se han incorporado a la defensa activa del territorio, de las que han decidido coger un arma e incorporarse al ejército, y que constituyen un tercio de su defensa armada y organizada (más de 50.000). En la mayoría de los casos mujeres que nunca hubieran imaginado hacerlo antes del ataque de Putin, la mayoría jóvenes universitarias.  

Pero es también hablar de las que siguen defendiendo la vida y la de sus hijos e hijas en las tareas de resistencia y cuidado de lo más básico y frágil, en medio de la violencia y del expolio, experimentado en sus propios cuerpos, en sus familias, en sus propiedades incendiadas por las bombas o arrebatadas por el ejército ruso y los mercenarios.

Es hablar de las que improvisan hospitales en los metros o en edificios abandonados, o espacios de juego, teatro infantil y encuentro comunitario para los niños que quedan en el país. Es hablar de redes de apoyos organizadas por ellas y entre ellas mismas para el cuidado de las más ancianas y enfermas que se han quedado solas y que se niegan a abandonar sus casas, sus raíces, su tierra, pero sin embargo animan a sus hijas a que lo hagan. Por eso es también hablar de valentía y resistencia, de futuro soñado para las hijas y las nietas más allá de las fronteras.

Pero también es hablar de los cuerpos y almas rotos de las mujeres y las niñas acribilladas por el arma más humillante de las guerras contemporáneas: la violación como arma de guerra. La violación como arma de guerra tiene como objetivo el exterminio del adversario a partir del horror sobre los cuerpos de las mujeres y las niñas, de manera que estas se convierten en el propio campo de batalla.

En los cuerpos de las mujeres se clavan las insignias de la victoria del invasor y su pretensión de aniquilar a un pueblo y humillarlo. Violaciones que no son accidentales, ni daños colaterales, sino la guerra misma librándose en los cuerpos de las mujeres. Así está siendo denunciado por la defensora del pueblo ucraniana Lyudmyla Denisova. No es posible descifrar aún la cifra real de víctimas, aunque la ONU ha abierto una investigación coordinada por Sima Bahous, que denunció hace unos meses el estado de alarma que atraviesan las vidas de las mujeres y las niñas por el alto riesgo de violencia, abuso, explotación o ser víctima de trata. Los desplazamientos masivos, el alto número de mercenarios y la brutalidad contra los y las civiles ucranianas ha hecho saltar todas las alarmas recoge, literalmente uno de los informes. 

Pero hablar también de las mujeres ucranianas y la guerra es hablar a través de los versos de la poeta Warsan Shire: 

«Nadie deja su hogar a menos que su hogar sea la boca del lobo. Sólo corres hacia la frontera cundo ves que el resto de la ciudad está corriendo también. 

Nadie deja su hogar hasta que su hogar es una voz que le dice vete, huye de xx mi ahora (…) en cualquier lugar estarás más seguro que aquí». 

Es hablar de las mujeres refugiadas, de su valentía y de su dignidad, de sus duelos y pérdidas. Pero también de sus esperanzas y del derecho a la acogida digna y a que las personas sean más importantes que las fronteras. Derechos no sólo para las mujeres ucranianas, sino para todas las mujeres que se ven obligadas a abandonar sus países para salvar la vida y abrirse un futuro para ellas y sus hijas e hijos. Más de 4 millones de personas ucranianas se han visto forzadas a abandonar Ucrania, la mayoría son mujeres, En España 154.000.  

Pero también hablar de las mujeres ucranianas y la guerra es vincular sus dolores, sus sueños y esperanzas a los de las mujeres rusas en disidencia contra la guerra, que animan a la desobediencia civil, a abandonar las armas a los soldados rusos y al levantamiento del país contra la guerra y sus afanes totalitaristas. Mujeres como Vera Kotova, o como las que forman parte de la FAR (Resistencia Feministas contra la guerra), que enfrentan cada día la represión y la violencia de Putin y la policía, contra ellas y sus organizaciones   y cuyas puertas de sus casas  aparecen marcadas con una Z, como señal de «enemigas el estado», con las consecuencias que eso tiene en la Rusia de Putin. 

Nada empobrece tanto a las mujeres como las guerras. En la Biblia, en el capítulo 20 del libro del Eclesiástico, leemos que «los gritos de las empobrecidos –me permito recrearlo en femenino– los grito de las empobrecidas atraviesan los cielos y hasta alcanzar a Dios no descansan, por eso Dios se hace partícipe de ellos y se pone de su parte, Dios es parcial con estos gritos». 

También a nosotras hoy nos toca ser parciales, tomar parte contra las guerras y la violencia hacia las mujeres, por una cultura de la paz y desde el convencimiento que no hay paz sin justicia de género. 

Por eso, como señala la activista antimilitarista y feminista Michele Renyé, «la sangre que alienta nuestro cuerpo, nuestra cabeza, el río de cientos de pueblos desde la prehistoria hace que no creamos en las fronteras ni en los cuentos de guerra» ni en quienes las fabrican. Por eso luchamos y seguiremos haciéndolo con todas nuestras fuerzas contra ellas.

Jesús hijo de mujer

Un título cristológico liberador

Por Brenda García

#Sentipensares

Históricamente el acontecimiento del nacimiento de Jesús ha sido parte de un discurso androcéntrico y patriarcal que se ha posicionado dentro de la teología cristiana y las comunidades eclesiales con patrones verticalistas, de dominación, exclusión y opresión hacia el género femenino; ignorando y vaciando de sentido de manera voluntaria o involuntaria el hecho histórico que Jesús es hijo de una mujer ocasionando graves consecuencias para la vida y praxis cristiana de las mujeres hoy día.

Por tanto, se hace urgente repensar este discurso que tanto daño ha causado a la humanidad. Para lo cual propongo desde la cristología feminista deconstruir el título cristológico de Hijo de hombre el cual históricamente ha hecho referencia únicamente a que Dios se encarnó en Jesús, obviando el hecho histórico que Jesús nació de una mujer.

Jesús hijo de mujer, un título cristológico liberador

El hablar de Jesús como hijo de mujer más que pretender ser un título cristológico significa una Buena Nueva que trae consigo reconocimiento, identificación, filiación, reivindicación y justicia para las mujeres en la instauración de una nueva humanidad que por principio a la divinidad más allá de construcciones binarias de sexo-género y a Jesús como la encarnarnación del Anthropos, en el sentido propio de la humanidad extendida, en la cual no existe acepción de personas.

Desde la perspectiva de la cristología feminista el acuñar como título cristológico Hijo de Mujer conlleva a:

  1. Reafirmar categóricamente el cuerpo de las mujeres como espacio político y de derechos, pero también como un lugar sagrado donde la divinidad se hace presente y desde la cual se posibilita la encarnación.
  2. Reafirma el nacimiento de Jesús como humano, nacido de mujer, más allá de algunas corrientes que surgieron en el incipiente cristianismo que demeritaban el aspecto humano del Cristo(docetismo).
  3. El nacimiento de un cuerpo femenino que le pare, la matriz, más que llevan toda la carga sexuada, pecaminosa y erótica, viene a conformarse en misterio y sacramento de la acción salvífica de Dios. En el devenir de la producción de dogmas en el cristianismo, mal entendido éste hecho histórico dio lugar a la divinización de María, elevándola a los altares; dogma que ya hoy por hoy muchos cuestionan, pues tampoco contribuye a la liberación de las mujeres sino a generar un modelo que difícilmente podamos las mujeres emular.
  4. El cuerpo de las mujeres como asiento de la gracia de Dios (sean o no madres). La influencia helenista, que permeó al cristianismo, su producción teológica y prácticas eclesiales favorece la concepción que los valioso en el ser humano es el espíritu, lo que nos une a Dios, el asiento de las más prístinas virtudes y mira con desprecio lo corporal, lo humano. Además, el dualismo, de herencia babilónica concebía que todo fenómeno al que accedemos por los sentidos no es creación divina, sino de un demiurgo (un dios de menor jerarquía) cuya obra no podría compararse con aquella emanada de Zéus. En esa categoría de ideas, resulta que el espíritu es puro, es perfecto; mientras que el cuerpo es asiento de las más bajas pasiones y no permite que el ser humano se realice plenamente. Por tanto, Afirmar que Jesús nace humano, no solo valora el cuerpo como asiento de la gracia, sino también el vientre que lo parió. Es así como se comprende en su justa dimensión lo que se dice de María en la salutación angelical, del evangelio de Lucas 1:2 κεχαριτωμένη ὁ κύριος μετὰ σοῦ: ¡Dios te ha bendecido de manera especial! El Señor está contigo

Sede ONU-Mujeres en España

ONU Mujeres abre una sede en España y recupera una representación que Rajoy cerró hace una década

Manifestación del 8M en Euskadi (foto de archivo).  EFE

Nuestro país se convierte en el decimotercer Estado en tener un Comité Nacional de esta organización. Entre las prioridades está la de impulsar proyectos en pro de la Igualdad, así como recuperar el liderazgo de España en esta materia a nivel global. 

KOHAN@KOHANM

ONU Mujeres abre sede en España y convierte a nuestro país en el decimotercer Estado del mundo en contar con un Comité Nacional de esta organización de Naciones Unidas que lucha por la igualdad de género. En la presentación este viernes, su presidenta, Ewa Widlak, anunció que la organización tendrá tres objetivos principales: visibilizar los temas relacionados con la igualdad de género; empujar la agenda feminista mediante la incidencia política y buscar fondos privados y públicos para financiar proyectos que la organización lleva a cabo en distintos lugares del mundo.

Nuestro país no contaba con una representación de ONU Mujeres desde que hace más de una década el entonces presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, cerrara la representación que tenía esta agencia en España. Entonces no se trataba de un Comité Nacional propiamente dicho, sino de una oficina que hacía de enlace con la sede de la central en Nueva York. En su política de reducir la cooperación con ONU Mujeres, Rajoy no sólo cerró la dicha oficina, sino que dejó de suministrar fondos al organismo de la ONU dedicado a la lucha por la igualdad, el fin de la violencia hacia las mujeres y el empoderamiento político y económico de las mismas. 

Poco antes de esto, el Gobierno de Rodríguez Zapatero había hecho de su apoyo a la Igualdad una prioridad. Durante el tiempo en el que estuvo en su cargo, España se convirtió en el primer donante del Fondo de Desarrollo de Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), que fue el germen de ONU Mujeres y donde la española Inés Alberdi, llegó a ser directora. El Gobierno de Zapatero continuaría apoyando a ONU Mujeres hasta su salida del Gobierno.

«Estamos muy ilusionadas de anunciar el lanzamiento de este comité español de ONU Mujeres y creemos que es un paso muy importante para reforzar la colaboración sobre los derechos de la mujeres y niñas en España y en el mundo entero», ha afirmado Widlak en la presentación. También reconoció que España es un país solidario, donde los valores feministas son muy fuertes». El Comité está formado por ocho mujeres procedentes de distintos ámbitos.

Su intención es profundizar en la colaboración entre Gobierno y empresas, así como con las asociaciones de la sociedad civil para «construir alianzas». Entre las prioridades en las que considera importante avanzar en nuestro país, figura la corresponsabilidad y los cuidados, un espacio ampliamente invisibilizado hasta antes de la pandemia y en donde queda aún mucho camino por recorrer en nuestro y en otros países.

De hecho, el de los cuidados es una prioridad para ONU Mujeres, puesto que la agencia afirma que sin un «sistema integral de cuidados, no será posible la superación de la pobreza y la reducción de las desigualdades».  Otro de los aspectos que Widlak considera importante avanzar en España, es en la participación de las mujeres en el mercado laboral, especialmente en la toma de puestos de dirección por parte de las mujeres. 

«Debemos contribuir al liderazgo de las mujeres o su empoderamiento económico, garantizar que todas las niñas puedan ir a la escuela y seguir luchando contra la violencia de género, los techos de cristal o la brecha salarial. Y todo ello sólo es posible con financiación y programas que abordan estos problemas desde la raíz», añade Widlak.

España se suma así a países como Alemania,  Canadá, Austria, Australia, Francia, Estados Unidos, Islandia, Japón, Estados Unidos, Holanda, Suecia o Nueva Zelanda, que ya contaban con un Comité Nacional de esta agencia en su territorio.

Adviento: Tiempo de espera “esperanzada” para las mujeres

Mujeres con voz y con voto

Aunque falta tanto para que en la sociedad y en la Iglesia sea real la igualdad entre varones y mujeres y que en todas partes del mundo se respeten los derechos de las mujeres y no haya ningún tipo de violencia contra ellas por el hecho de ser mujeres, muchas son también las conquistas y logros que se han adquirido en estos últimos tiempos y eso abre la puerta a seguir “esperando”, “esperanzadamente” en que los cambios continúen y se afirmen definitivamente

Lo que todavía sigue con una brecha muy grande es la violencia de género que se ejerce en los espacios públicos porque aún hay demasiada explotación sexual de la mujer y los medios de comunicación todavía utilizan el cuerpo femenino o el estereotipo de sus atributos para comercializar sus productos y avivar una sociedad de consumo, donde la mujer es un producto más

Aunque hay ambientes -especialmente religiosos- que consideran que esta nueva manera de posesionarse de la mujer es la causa de la inestabilidad familiar, esto se desmiente fácilmente porque la crisis de la familia no viene del reconocimiento de los derechos de las mujeres sino de la falta de madurez humana y afectiva de varones y mujeres y la forma de entender las relacione

Por Consuelo Vélez

Las lecturas de la liturgia de este tiempo de Adviento nos invitan a la preparación, a la alegría, a la esperanza. Sobre todo, la figura de María, que es central en estos días (en los tres ciclos de adviento el primer domingo se dedica a la segunda venida del Señor, el segundo y tercero a Juan El Bautista y el cuarto a María), nos abre a la posibilidad de esperar la novedad del “Niño que viene” lleno de dones y bendiciones. De hecho, la palabra Adviento significa que alguien llega y en la antigüedad siempre que llegaba el rey, podía conceder favores a los que lograban verlo. Con la venida del Niño se esperaría que sus dones nos alcancen a todos.

Pero si pensamos en la realidad de las mujeres, ¿hay adviento -hay esperanza- para ellas? Por supuesto que sí. Aunque falta tanto para que en la sociedad y en la Iglesia sea real la igualdad entre varones y mujeres y que en todas partes del mundo se respeten los derechos de las mujeres y no haya ningún tipo de violencia contra ellas por el hecho de ser mujeres, muchas son también las conquistas y logros que se han adquirido en estos últimos tiempos y eso abre la puerta a seguir “esperando”, “esperanzadamente” en que los cambios continúen y se afirmen definitivamente.

Joven mujer

Hay esperanza en la realidad social porque las leyes se consolidan y cobijan mucho más a las mujeres. La tipificación del feminicidio -asesinato de mujeres de la mano de hombres por machismo o misoginia- se va implementando cada vez más en los diferentes países y, efectivamente, se afianzan las penas correspondientes a ese tipo de delito. La igual remuneración laboral para mujeres y varones también está siendo una realidad. El que la mujer ocupe más espacios públicos y sea gestora de decisiones sociopolíticas va aumentando y en el imaginario colectivo comienza a ser más natural que todos los lugares puedan ser ocupados por varones y mujeres indistintamente. Lo que todavía sigue con una brecha muy grande es la violencia de género que se ejerce en los espacios públicos porque aún hay demasiada explotación sexual de la mujer y los medios de comunicación todavía utilizan el cuerpo femenino o el estereotipo de sus atributos para comercializar sus productos y avivar una sociedad de consumo, donde la mujer es un producto más. Pero la conciencia de que eso no debe ser así, crece y eso da esperanza.

En la realidad familiar se comienza a ver una nueva manera de constituirse como familia, con más igualdad, más respeto, más equidad, más distribución de tareas para ser hechas por todos en casa. Aunque hay ambientes -especialmente religiosos- que consideran que esta nueva manera de posesionarse de la mujer es la causa de la inestabilidad familiar, esto se desmiente fácilmente porque la crisis de la familia no viene del reconocimiento de los derechos de las mujeres sino de la falta de madurez humana y afectiva de varones y mujeres y la forma de entender las relaciones. De hecho, cualquier subordinación o sumisión o violencia contra la mujer no permite una familia estable, aunque aparentemente se crea que es así.

A nivel eclesial crece también la conciencia de que, sin abrir espacios de participación a nivel de decisión para las mujeres, la iglesia desdice de su ser sinodal, al que está llamada. Pero en este ámbito las mujeres no están simplemente esperando que se abran las puertas. La formación teológica que han adquirido tantas mujeres y los espacios de reflexión, celebración y sororidad que se han abierto, las han empoderado para saberse iglesia y hablar en su nombre. En realidad, todo el pueblo de Dios es sujeto eclesial y las mujeres han tomado la palabra creando espacios eclesiales que, a fuerza de su existencia, se van reconociendo y aceptando.

La situación de las mujeres no es la misma de hace cincuenta años y mucho menos de hace tantos siglos como tenemos de historia. Las jóvenes de hoy están encontrando un mundo mejor del que tuvieron sus madres y sus abuelas. Y la perspectiva de su realización y el cumplimiento de sus sueños se vislumbra mucho más. Todo lo anterior no significa que no falte demasiado, en todos los ámbitos descritos, para que la realidad de sufrimiento, exclusión y opresión de las mujeres se mire solo como algo del pasado.

Pero el estar en camino, el constatar logros, el palpar un nuevo horizonte posible para las mujeres, garantiza que esta espera no es pasiva, no es resignación, no es aceptación, sino que es una espera “esperanzada” porque los logros alcanzados fortalecen para seguir alcanzando muchos otros.

En este sentido, la nueva manera de comprender la figura de María, gracias a los aportes de la teología feminista, puede seguir fortaleciendo desde la fe, estas conquistas de las mujeres y llevarlas a la realidad. Hoy entendemos que María no es la mujer pasiva que acepta sin réplica, sin preguntas, su colaboración en el plan de salvación. María pregunta ¿cómo podrá ser aquello? (Lc 1, 34) y ante la respuesta del ángel de que “nada es imposible para Dios” (Lc 1, 37), María no teme asumir el protagonismo de gestar a un Hijo que será la salvación para todos los pueblos. María es la mujer libre y fuerte que asume la responsabilidad que se le confía y lo hace con todas las consecuencias. Por eso, como dice el evangelista Juan, está al pie de la cruz (19, 25) -momento donde se pone en juego la posibilidad de dicha salvación-, reafirmando la fe por la que su prima Isabel la alabo, en el evangelio de Lucas: “Feliz tú porque has creído” (1, 45). ¡Cuántas mujeres han vivido un protagonismo capaz de abrir caminos de liberación para las mujeres! ¡Cuántas mujeres han conseguido derechos para las mujeres! ¡Cuántas se han mantenido de pie ante las dificultades y los retrocesos de algunos logros conquistados por las mujeres! La figura de María engrandece las luchas de tantas mujeres en la sociedad y en la Iglesia y las fortalece para no decaer en sus esfuerzos.

El texto del Magnificat, que el evangelista Lucas pone en boca de María, puede seguir avivando la espera “esperanzada” de que la situación de las mujeres puede dar un vuelco total y un mundo libre de violencia contra ellas, es posible. María afirma que Dios “despliega la fuerza de su brazo para dispersar a los soberbios y exaltar a los humildes, para colmar de bienes a los hambrientos y despedir vacíos a los ricos” (Lc 1, 52-53). Es decir, Dios está de parte de los que sufren y despliega su fuerza para cambiar las situaciones. Por eso, no está lejos de la situación de las mujeres, sino que, con certeza, ha sido su primer protagonista. De hecho, la praxis de Jesús con respecto a las mujeres fue una praxis de liberación, de inclusión, de igualdad. La llamada cristología feminista ha mostrado claramente que la Buena Noticia del Reino, anunciado por Jesús, es también para las mujeres y él mismo contribuyó a generar y sostener ese dinamismo.

Situarnos en Adviento con estos elementos que hemos reseñado nos permite vivir este tiempo como un verdadero adviento para las mujeres. El Niño que se espera es el mismo que con su praxis histórica y con la palabra de Dios consignada en la Sagrada Escritura, avala las llamadas “olas del feminismo” que han conseguido derechos civiles, sociales, políticos, culturales para las mujeres. Es el mismo que hoy continúa avalando el trabajo de las teologías feministas que enriquecidas con las categorías de análisis de las teorías feministas, han permitido apoyar y empujar los cambios necesarios para la vida digna y plena para las mujeres.

Adviento es tiempo de recoger tantos logros y esperar que sigan aconteciendo. Adviento es tiempo de avivar la esperanza de que un mundo donde varones y mujeres gocen plenamente de todos sus derechos es posible y que la opresión vivida por el género femenino ya no exista más. Que en este presente se pueda vivir que ¡ni una mujer más sufre ningún tipo de violencia, ningún tipo de discriminación ni de subordinación! ¡Ven, Señor Jesús! y consolida el regalo de un mundo libre de violencias de género, un mundo de hijos e hijas del mismo Dios Padre/Madre.

25 de noviembre

¡Ni una violencia más contra las mujeres!

25 de noviembre : ¡Ni una violencia más contra las mujeres!
25 de noviembre : ¡Ni una violencia más contra las mujeres!

Por Consuelo Vélez

Muchos aspectos se abordan sobre la mujer porque la historia universal ha sido una historia de invisibilización, subordinación y opresión del sexo femenino por razón de su género. Esto no significa que no se pueda recuperar “una historia de mujeres” en la que, a pesar de esa situación generalizada, las mujeres han sido protagonistas en todas las ciencias, en todos los ámbitos, en todas las luchas, en todas las conquistas. En este presente estamos en ese trabajo arduo, pero apasionante, de descubrir tantos nombres y tantos hechos realizados por mujeres que nos muestran la resistencia a la historia vivida y su capacidad de ser creadoras de historia a pesar de tantos obstáculos.

Pero el aspecto que hoy nos ocupa es tal vez el más doloroso que han vivido las mujeres. Nos referimos a la violencia que se ha ejercido sobre ellas y que no cesa. De ahí la necesidad de dedicar un día –el 25 de noviembre- para exigir que “se eliminen todas las formas de violencia contra las mujeres”. Sus antecedentes se remontan a 1981 cuando activistas contra la violencia de género propusieron honrar la memoria de las hermanas Mirabal, tres activistas políticas, asesinadas brutalmente por el dictador Trujillo de República Dominicana en 1960. En 1993 la ONU emitió una resolución que incluyó la “Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer” pero es en el año 2000 cuando designa el 25 de noviembre como “Día Internacional de la Eliminación de la violencia contra la Mujer”. Desde 2008 lanzó la campaña “Únete para poner fin a la Violencia contra las mujeres”. Cada año esta conmemoración sigue fortaleciendo a más mujeres para exigir la eliminación de toda violencia y convoca también a más varones, como lo expresó el Secretario General de la ONU en vistas a este próximo 25 de noviembre: “Alcemos la voz con firmeza para defender los derechos de las mujeres. Digamos con orgullo: todos somos feministas y releguemos la violencia contra las mujeres y las niñas a los libros de historia”. Pero tristemente, según datos de la ONU, todavía hay 37 estados donde no se juzga a los violadores si están casados o si se casan después con la víctima y 49 estados donde no existe legislación que proteja a las mujeres de violencia doméstica. Además, cada once minutos, muere una mujer o una niña a manos de su pareja íntima o algún miembro de su familia.

Pero más allá de las legislaciones y los avances en este campo, siempre hay que estar alertas a los movimientos de involución y de rechazo a estas iniciativasExisten grupos explícitamente antiderechos y antifeministas que niegan la reivindicación con argumentos tales como, que las mujeres ejercen igual violencia contra los varones, que se cae en el victimismo, que se rompe el modelo familiar que da estabilidad a la sociedad y, así, muchas otras razones que depende cómo se presenten, convencen a más de una persona.

Por supuesto que también se ejerce violencia contra los varones y esta violencia ha de ser combatida. Pero lo que no se puede negar es que la violencia contra las mujeres es una violencia institucionalizada y sostenida por la mentalidad patriarcal que considera a la mujer como su propiedad, su complemento, la portadora de lo que falta al varón pero que no debe atreverse a traspasar los límites que se le han asignado, so pena de romper con el orden establecido y este último es el que cuenta y no el respeto a los derechos de las mujeres.

También el discurso de que las mujeres deben dejar su papel de víctima y simplemente sobreponerse y seguir adelante, es un discurso que atrapa a más de una porque parece algo positivo. Pero hay que distinguir entre una víctima en sentido de refugio psicológico para conseguir compasión a la denuncia de una víctima que exige la reivindicación de sus derechos. Denunciar toda violencia y no cansarse de hacerlo, es el camino para reivindicar derechos y soñar con que algún día nuestro mundo esté libre de la violencia de género.

La violencia de género existe y se manifiesta de muchas formas -aunque se disimule de tantas otras formas-. Hay violencia física, sexual, psicológica, laboral. Hay demasiado acoso sexual, callejero, cibernético. Aún existe la mutilación genital y el matrimonio infantil. Hay demasiado impunidad frente a los perpetradores y muchísima estigmatización y vergüenza padecida por las víctimas porque sus denuncias no se escuchan con el respeto y la diligencia que ameritan en los espacios privados y públicos y, por supuesto, en la legislación existente.

Pero sobre todo hay pasividad por parte de las iglesias y muy poco compromiso con la denuncia y la acción positiva frente a esta realidad. No pareciera que el Jesús de los evangelios fuera suficientemente conocido por los creyentes. Parecen olvidar que Jesús, ante la mujer adúltera, interpela a todos los que la acusan mostrándoles que ellos no están libres de pecado para convertirse en jueces de nadie (Jn 8, 1-11); o que se deja enseñar por la mujer siriofenicia cuando ella le pide que extienda los limites de su acción, más allá de las fronteras judías, solicitándole la curación de su hija (Mc 7, 24-30) o que se apareció en primer lugar a María Magdalena haciéndola portadora de la Buena Noticia de la Resurrección (Jn 20, 11-18), en una sociedad donde el testimonio de las mujeres no era creíbleGracias a la teología feminista se ha recuperado el protagonismo de las mujeres en los orígenes cristianos, contando ya con mucha producción bibliográfica que, lamentablemente, no se ha incorporado suficientemente en los ámbitos académicos. Pero todavía se está lejos de que una praxis de igualdad, reconocimiento y defensa de los derechos de las mujeres sea una prioridad en las iglesias y en las personas de fe. Entre la figura de la mujer sumisa, callada y sacrificada que se ha valorado durante siglos en los ámbitos eclesiales y las posturas actuales que siendo algo más abiertas son temerosas de perder “la feminidad” o atacar “a los varones” o “crear división”, etc., se avanza tan poco que no podemos decir que las iglesias tengan una postura profética y comprometida con la eliminación de todas las formas de violencia contra la mujer. Ojalá este 25 de noviembre sea ocasión de sacudir tantos temores y miedos frente a las demandas feministas y las Iglesias y las personas creyentes acompañen decisivamente esta urgente y evangélica opción por los derechos humanos de todas las mujeres en todas las circunstancias: ¡Ni una violencia más!

‘Mujer que no poseeré jamás’, de Miguel Ángel Mesa 

Una antología de belleza y compromiso

Silueta de mujer
Silueta de mujer

«La palabra honda y verdadera, que nace de las entrañas, como la palabra poética de Miguel Ángel, es aliento, caricia, soplo de vida y esperanza que nos moviliza en la búsqueda del derecho a la belleza y la justicia y hacer histórica la utopía»

«Todos los de esta antología son poemas que nos urgen a reconocernos como iguales y a vivir encendidos hasta que despunte el alba de un mundo liberado de la feminización de la pobreza y la violencia de género»

Por Pepa Torres Pérez

Conozco a Miguel Ángel Mesa desde hace más de 20 años y, desde que publicó su primer libro, Del desierto a la solidaridad, en el año 1995, soy una asidua lectora de todo lo que escribe, que es tan diverso como polifacética su personalidad. Pero sin duda es su palabra poética la que más me conmueve por su sencillez y su hondura

Mujer que no poseeré jamás
Mujer que no poseeré jamás

Un poeta es alguien que bucea en su interior hasta encontrar la palabra precisa para nombrar lo inefable, la belleza o el horror que traspasa el corazón humano y al hacerlo conecta con experiencias que resultan universales sin renunciar a la singularidad de la propia. Ser poeta es situarse en la realidad con la sensibilidad abierta y a la espera que acontezca el milagro de la palabra que el universo regala a quienes viven sostenidos y sosteniendo en ella. Porque al contrario de quienes dicen que las palabras se las lleva el viento y no sirven para nada, la palabra honda y verdadera, que nace de las entrañas, como la palabra poética de Miguel Ángel, es aliento, caricia, soplo de vida y esperanza que nos moviliza en la búsqueda del derecho a la belleza y la justicia y hacer histórica la utopía. 

«Un varón feminista»

Así sucede con este nuevo libro. Mujer que no poseeré jamáses una antología del Miguel Ángel Mesa más personal e íntimo y a la vez comprometido con la causa de la liberación de las mujeres, por la equidad de género y contra toda forma de violencia y dominación patriarcal.  

Desde hace muchos años su autor se reconoce como un varón feminista en trabajo permanente con otros hombres y mujeres en la deconstrucción de una masculinidad normativa y comprometido en la búsqueda de un nuevo modo de ser varón, más allá del patriarcado. Deconstrucción en la que su mujer Marisa y sus hijos Abraham y Ruth han sido y son fundamentales, pero también tantas amigas y compañeras de militancia en colectivos sociales y acciones feministas en las que Miguel Ángel participa, como decimos en la Revuelta de Mujeres en la Iglesia, hasta que la igualdad y la ecojusticia sean costumbre.

Codo a codo con ellas

Las protagonistas de este libro son las mujeres. Su autor no pretende otra cosa que seguir caminado codo a codo con ellas en las luchas feministas sin robarles la palabra, el liderazgo ni su protagonismo. Caminar a su lado y agradecer el despertar en su vida de la dimensión femenina que la amistad y el compañerismo con mujeres despiertan en su sentir, en su pensar, en su hacer, en su decir, en definitiva, en un modo nuevo de estar en el mundo, dejando salir el ánima, aprisionada y violentada por tantos siglos de machismo en la vida de las mujeres, pero también en la de los varones.  

La tonalidad de los poemas de este libro es también muy diversa. Muchos de ellos han nacido de las experiencias compartidas temporalmente del autor en Centroamérica y del reconocimiento de la aportación de las mujeres campesinas en lo que el mismo llama la revolución de la creatividad, en la resistencia y la apuesta por la vida, como el poema que lleva por título Profunda dignidad. Otros recrean a autores referenciales como Eduardo Galeano con el titulado “Ellas, las nadies”. Otros tienen un carácter mucho más íntimo como Déjate o Me vienen ganas de besarteMe salvas o Transido de luz, pero todos en definitiva son poemas que nos urgen a reconocernos como iguales y a vivir encendidos hasta que despunte el alba de un mundo liberado de la feminización de la pobreza y la violencia de género, prendernos en fuego hasta hacerlo posible. Un libro lleno de belleza y compromiso.

Entrevista a Víctor Codina

Víctor Codina: «En este momento, las figuras más avanzadas en la Iglesia son mujeres»

Víctor Codina
Víctor Codina

El teólogo jesuita, Víctor Codina, muy clarividente en la ancianidad, dialoga con Sonia Herrera en torno al momento eclesial actual, la dirección que el Papa está imprimiendo a la Iglesia, la sinodalidad, la desafección religiosa de la población, la mujer…

Luzysal se publica en catalán y en castellano. Se editan dos revistas al año que se
envían por correo postal a toda la militancia y simpatizantes de ACO y también a todas aquellas personas que se suscriban

| RD

«Cuando parece que todo está perdido es el momento del espíritu». El teólogo jesuita, Víctor Codina, muy clarividente en la ancianidad, dialoga con Sonia Herrera en torno al momento eclesial actual, la dirección que el Papa está imprimiendo a la Iglesia, la sinodalidad, la desafección religiosa de la población, la mujer… en la última revista Luzysal de Acción Católica Obrera. En este sentido, y en cuanto al papel de la mujer en la Iglesia, Codina asegura que «en este momento, las figuras más avanzadas en todos los terrenos (Biblia, espiritualidad…) son mujeres: laicas, religiosas, cristianas, evangélicas…».

En este número también se han abordado las experiencias en marcha de diálogo interreligioso y qué es lo que aportan, con el dossier ‘Tradiciones religiosas y espirituales que dialogan en sociedades plurales’.

Mirada esperanzada

En el Editorial de este número de primavera-verano, Vigor evangélico, se repasa el
complejo momento en el que nos encontramos con una mirada esperanzada. El
decimoquinto número de Luzysal se completa con otros muchos temas, entre los que
destacan un reportaje sobre las trabajadoras del sector de los cuidados y una acción de apoyo que, desde la diócesis de ACO-Córdoba, impulsaron con este colectivo. También conoceremos el génesis y la actividad actual de la ONG de Camerún a la que se destinó la aportación solidaria de ACO de este curso. La espiritualidad, en esta ocasión, se profundiza por medio de un Estudio de Evangelio que propone el consiliario Oriol Xirinachs, y donde desgrana el lema de este curso que finaliza en torno al grano de mostaza.

Consumo consciente

Y se conoce mejor otro movimiento de la Pastoral del Trabajo, las Hermandades del Trabajo. Por último, se propone reflexionar sobre el consumo consciente de la mano de los talleristas de Semana Santa y militantes Laia Garcia y Josep Anton Cordero. El número se remata con una bella fotografía cedida por Juan Carlos Tomasi, fotoperiodista de Médicos sin Fronteras, en torno a los matrimonios forzados en Níger y Nigeria. 

Luzysal se publica en catalán y en castellano. Se editan dos revistas al año que se
envían por correo postal a toda la militancia y simpatizantes de ACO y también a todas aquellas personas que se suscriban. La Comisión de comunicación de ACO es la responsable de la publicación, que también cuenta con un Consejo Editorial que propone las principales líneas de contenido.

La mujer que libera al liberador

La sirofenicia

Allí había en el aire una discusión, o al menos una pregunta, sobre lo impuro y lo puro; sobre gente impura o no.

No faltaban allí los que pensaban que las mujeres y los niños recibían salvación sólo por reflejo, que esta era para hombres.

la reacción inmediata de Jesús, al pensar que la mujer le pedía algo que no le correspondía, muestra la estrechez cultural y religiosa que sufría, de las que, como “uno de tantos”, no podía escapar.

Los judíos presentes, con Jesús mismo, tuvieron que dar el paso y dilatar su mente y convencerse que Dios no tenía problemas con extranjeros, que el pan de la mesa de Dios era para todos y no solo para los israelitas…. Y todos esos varones, judíos o no, de mentalidad machista, y ahí también Jesús, tuvieron que dar un paso extra, salir no sólo de Israel, sino también de su género, y saber que a Dios no le estrechaba nada, tampoco el ser mujer…

Esta mujer “gesta” a Jesús, lo ayuda a crecer, lo saca de esos estereotipos que lo empequeñecen… aquí se verifica lo que se dice de él en el evangelio, que “crecía en sabiduría, estatura y en gracia”…

Esta mujer es una persona y es también una colectividad; en ella están todos y todas los que son excluidos por su condición de extranjería, religión, clase, género, economía,  sexualidad, enfermedad.

No nos viene la liberación de un Dios que esta más allá, en un segundo piso fuera de la creación, mirando de lejos, nos viene de un Dios con nosotros, y que está en la carne de todos y especialmente la de los pobres. 

ahora el absoluto para Dios mismo y para todos los que quieran decir una palabra en su nombre es “mi hija está enferma y sufre mucho”.

Si crecemos con Jesús nuestra única religión será el sufrimiento de los pobres, fuera de allí no habrá lugar para adorar a Dios.

Por| Jairo Alberto Franco Uribe

Marcos 7, 24-30

Jesús sale de las fronteras de su Galilea natal y de su patria y se encuentra en tierra de paganos y entre los paganos; está en Tiro y Sidón, Fenicia.  Sabemos todo lo que había en el imaginario judío sobre lo extranjero y mucho más sobre los cananeos con los que los paisanos de Jesús tanto se habían enfrentado por problemas de tierra y vecindario: estos eran mal mirados y eran tenidos en poca estima; aquí aparece, como muestra, el apelativo de “perros” para referirse a ellos.   En la escena aparecen también dos mujeres: una, la madre, que llega directamente a Jesús y le pide un favor para su hija que está enferma, que es la segunda; dos personas que desde el punto de vista social judío estaban descalificadas y de muchas formas excluidas: primero, por ser mujeres, luego por ser extranjeras y luego, la pequeña, por la enfermedad.  

Ámbitos reservados a varones y a mujeres

El lugar es también significativo, están dentro de una casa; Jesús quiere estar tranquilo y evita ser visto, así que no está en el ámbito público, el que había llegado a ser privilegio de los varones, y se encuentra en el ámbito hogareño, en el que se arrinconaba a la mujer y en el que los hombres eran servidos por ellas.  En ese ámbito, y como entrometida, la mujer logra expresarse y llevar a cabo, con ventaja para ella y su hija, la conversación que tiene con Jesús y se puede decir que logra su propósito; también el mismo Jesús, consigue prestarle atención, aunque al principio no parece muy dispuesto a hacerlo. Esa casa, que era o de extranjeros amigos que les dieron posada o de paisanos que habían emigrado, es seguramente ocasión de comensalía, de comer juntos, y Jesús y los suyos, al estar fuera de las fronteras, tendrán que comer cosas no muy habituales para los rigurosos de Israel y hasta compartir la mesa con gentes no judías; allí había en el aire una discusión, o al menos una pregunta, sobre lo impuro y lo puro; sobre gente impura o no.

La pregunta sobre si podemos incluir al otro

Marcos recogió estos dichos y hechos de Jesús en un ambiente que podemos reconstruir: el mensaje de Jesús estaba siendo recibido fuera de Israel por gentes griegas y de cultura romana y era viva la pregunta, tanto en cristianos de origen judío como en cristianos de origen pagano, sobre si se podían o no incluir unos a otros en la comunidad cristiana y qué condiciones había que pedirles para permitirlo.  Allá, la situación de las mujeres no era fácil, como no lo era en el Israel de Jesús, y la comunidad se preguntaba también sobre ellas, si podían gozar a pleno título de la salvación que ofrecía el Evangelio; no faltaban allí los que pensaban que las mujeres y los niños recibían salvación sólo por reflejo, que esta era para los hombres, si ellos, “los dueños de la situación” la recibían, pues se beneficiaban también ellas y sus hijos e hijas; si los hombres se bautizaban, por ejemplo, pues resultaban también bautizadas las mujeres y la prole.

Una mujer extranjera que causa tensión a los muy religiosos

Al acercarse esta mujer a Jesús se produce una doble tensión, la primera por su género femenino y la segunda por su condición de extranjera; claramente se ve que Jesús está en aprietos y que tuvo que hacer un esfuerzo grande para salirse de la presión cultural y religiosa a su alrededor: de hecho, la reacción inmediata de Jesús, al pensar que la mujer le pedía algo que no le correspondía, muestra la estrechez cultural y religiosa que sufría, de las que, como “uno de tantos”, no podía escapar; en este texto se ve que tuvo que “crecer”: de esa casa y de ese viaje al extranjero, y gracias a esa mujer, Jesús ganó corazón más grande y consciencia más clara.

 La extranjería hacía ya impertinente a la mujer y a eso se le añade su género, ser mujer.   Esa mujer y la hija exacerban la situación en la que se encontraba Jesús y ponían a resollar a cualquier integrista que estuviera presente o que oyera hablar de lo que pasó en esa casa: la mujer por presentarse sola, sin su marido, podía ser confundida con una adúltera o con una prostituta.  Y la hija, o mejor la hijita, sacaba de los cabales a cualquier tradicionalista y esto porque además de extranjera y mujer estaba enferma y por tanto impura y, después, para colmo, era menor de edad y consecuentemente sin derechos.

 Es fácil adivinar lo que no se cuenta en el texto, lo que permanece invisible a primera leída.  Esa mujer se entró a la casa donde estaba Jesús y se arrojó a sus pies, parece que no pidió permiso, que irrumpió… sabía que era mejor pedir perdón al final que permiso al principio; es que si se hubiera puesto de educada y decorosa nunca habría llegado hasta Jesús: un hombre, un huésped judío y supuestamente religioso, quien por lo demás no quería que lo molestaran ese día.  Así que más de uno, y hasta las mismas mujeres que estaban presentes, por vivir en la casa o haber llegado en el grupo de Jesús, se sintieron extrañados y tal vez consideraron que la mamá de la niña enferma se pasaba.  Al final, esas mujeres presentes, o porque ya estaban en la casa o porque habían llegado con Jesús, no faltaban en su grupo, se tuvieron que sentir admiradas de la osadía de la “entrona” y es casi seguro que si esta entró sola y aprovechando cualquier descuido de los presentes, al final se fue bien acompañada hasta su propia casa y todas juntas, ya con la hijita, pudieron celebrar no sólo la salud de la pequeña, sino también el corazón dilatado de Jesús, o que se había dilatado gracias a la persistencia, o mejor fe, de la protagonista. 

 Ahí también se pueden ver los amigos de Jesús que habían llegado con él y los que por allá lo recibieron, seguramente no todos eran judíos y había extranjeros entre ellos.  Los judíos, con Jesús mismo, tuvieron que dar el paso y dilatar su mente y convencerse que Dios no tenía problemas con extranjeros, que el pan de la mesa de Dios era para todos y no solo para los israelitas…. Y todos esos varones, judíos o no, de mentalidad machista, y ahí también Jesús, tuvieron que dar un paso extra, salir no sólo de Israel, sino también de su género, y saber que a Dios no le estrechaba nada, tampoco el ser mujer…  Ah, no todos los presentes dieron el paso hacia lo extranjero y lo femenino… muchos se escandalizaron y volvieron lo más pronto posible a sus sinagogas y al templo y allá criticarían lo sucedido y hasta pedirían perdón por haber presenciado una blasfemia entre gentiles y con mujeres.

Las identidades construidas

El texto muestra la construcción de identidades que se había hecho en los tiempos de Jesús y que seguían vigentes en los ambientes en los que se escribió el evangelio de Marcos.  Ya pesaba bastante la identidad de Israelita en confrontación con lo extranjero, los unos eran hijos en la casa de Dios y podían comer y hartarse de pan y los otros eran perros que no tenían derecho.   Y entre esos “perros” paganos, las mujeres quedaban todavía más relegadas.  El varón podía ser considerado “señor”, así llama la mujer a Jesús; podía sentarse a la mesa y recibir atención, podía tener comensales y gozar de la comida y la bebida sin preocupaciones de cocinar, servir y lavar los platos, podía descansar y tratar de pasar inadvertido, como lo hacían Jesús y los suyos.  Las mujeres desentonan en la escena, están “de metidas”  pero no invitadas, se tienen que abrir paso; si están presentes ´por ahí, será cocinando o sirviendo y tal vez mirando de lejos y asombradas por la atrevida que resultó en el medio de los comensales; ellas no comen, ellas preparan los alimentos, recogerán los platos y las cucharas y limpiarán todo al final.  Así era la “identidad construida”, pero Marcos nos sorprende diciendo que esto no funcionó y que una mujer trastornó todo esto, que irrumpió en la casa, irrumpir se atribuía sólo a los varones, y que se llevó la fiesta de esa casa donde estaba Jesús a la suya donde celebraron la salud de su hijita… 

En ese pueblo extranjero, Jesús, al que al principio alguno pudo confundir con el prototipo del favorecido por Dios, por venir de Israel, y de varón, por ser sobresaliente en su liderazgo entre su grupo de conocidos, una especie de macho alfa, recibe el atributo de “señor”; así lo llama la mujer que llega hasta él…  La mujer en cambio recibe, como cosa naturalizada, el término de “perro” y no sólo ella sino también los suyos por ser extranjeros.  Jesús, forzado por la mujer y por el Espíritu, se va saliendo de ese modo de pensar y al final pasa a ser servidor de la mujer que lo llamaba “señor” y le ofrece el pan para ella y su hija y todos los suyos… y la mujer y los suyos pasan de “perros” a sentarse en la mesa y comer.  La mujer, que no podía hasta ese día jurar y dar testimonio, pasa también a ser admirada en su fe, “que grande es tu fe” parece decirle Jesús al final.

Los estereotipos que Jesús dejó gracias a la mujer extranjera

Crecer es dejar atrás los estereotipos y Jesús se ve que creció mucho en contacto con esa mujer y ese tipo de gentes como ella; esa mujer nos ayuda a comprender que Jesús es hombre real y como todo humano sujeto a prejuicios y capaz también de superarlos.  Son claros algunos de los estereotipos que Jesús dejó atrás ese día: – sólo el pueblo de Israel merece el pan de la mesa de Dios, – La religión verdadera es la propia, -Lo extranjero es de poco valor a los ojos de Dios, algo así como una mascota comparada con un hijo, – La mujer no está invitada a la mesa y si llega es de “metida”. – Dios prefiere lo judío y lo masculino. -La enfermedad es algo demoníaco y prueba de indignidad. 

 Esta mujer “gesta” a Jesús, lo ayuda a crecer, lo saca de esos estereotipos que lo empequeñecen… aquí se verifica lo que se dice de él en el evangelio, que “crecía en sabiduría, estatura y en gracia”… aquí fue sobre todo en sabiduría… es Dios que vive la vida humana y que tiene que crecer, llegar a comprender, equivocarse, ampliar visiones, confrontarse… como todos los humanos.  Ayudar a crecer, que el otro dé lo mejor de sí y sea lo mejor de sí, es el gran acto de liberación y esta mujer lo lleva a cabo.

 Jesús y los suyos se encuentran en condiciones de privilegio.  Son judíos y tienen complejo de superioridad, de hijos; confiesan la fe de Israel y son reconocidos como gente que puede hacer el bien y ganar el favor de Dios; van acompañados y casi todos son varones; son invitados y sus anfitriones tratan de atenderlos y asegurar que nadie los moleste y que puedan descansar.  En cambio, las condiciones en que se encuentra esta mujer son de mucho límite.  Era extranjera; era pagana y no tenía la fe de Israel. era mujer; tenía una hija enferma y menor de edad; está sola, sin su marido o sin marido del todo; no fue invitada, tiene que entrarse a la fuerza.  Esta mujer es una persona y es también una colectividad; en ella están todos y todas los que son excluidos por su condición de extranjería, religión, clase, género, economía,  sexualidad, enfermedad.

 Esa mujer pone a Jesús en su sitio y Jesús, gracias a ella, puede “calzarse sus zapatos” y así las condiciones de privilegio de Jesús y las de límite de la mujer se vuelven de solidaridad y encuentro; Jesús comprende su ser y misión y la mujer encuentra salvación para ella, su hija y los suyos.

La mujer que libera al liberador

Esta mujer siro-fenicia libera al mismo Jesús, libera al liberador. Jesús tenía sus prejuicios y estaba atrapado en ellos y como hombre tenía que crecer si de verdad quería dar sentido a la vida de los más pobres a los que se sentía enviado… Jesús, se equivocó, equivocarse no es pecado, y aquí tuvo su lección: la mujer, su hijita y su gente no son perros y si son hijos e hijas de Dios y pueden sentarse a la mesa a comerse el pan de Dios y no sólo las migajas…  Esta mujer, a la que seguramente felicitaron las otras mujeres invisibilizadas y que también estaban, logró que la salvación, lo bueno que traía Jesús, pudiera atravesar fronteras y llegar a todos,  y especialmente a todas. Esta mujer le ayuda a Jesús a entender las cosas y esto a punta de ternura… a la violencia de Jesús que llama a los suyos “perro” ella no le responde con otra violencia, con otro insulto; Jesús empieza oponiéndosele y ella no intenta siquiera medirse en fuerzas con él.  Sutilmente, con delicadeza, le sigue el juego y retoma el nombre violento de perro para hacerle ver que estos también recogían migajas y que comían pan de hijos así fueran perros. Todo lo vence el amor y aquí la mujer venció: como Jacob peleó con Dios mismo, sin sospecharlo siquiera, y le ganó a Dios.

La mujer que nos ayuda a entender la encarnación

Esta mujer nos ayuda a entender la encarnación.  El Hijo de Dios se encarnó y tuvo que crecer como todos y esta mujer lo ayudó a crecer.  No nos viene la liberación de un Dios que esta más allá, en un segundo piso fuera de la creación, mirando de lejos, nos viene de un Dios con nosotros, y que está en la carne de todos y especialmente la de los pobres.   Esta mujer “gestó” al Hijo de Dios encarnado, a Jesús, y lo ayudó a crecer y no se imaginaba que era a Dios mismo al que ayudaba: no nos imaginamos que cuando ayudamos a otros a crecer, es Dios mismo que se está abriendo paso; que cuando ayudamos a entender algo y contribuimos a que otros amplíen la perspectiva para incluir a los que todavía faltan es Dios tratando de dilatarse y de abrazar a toda la humanidad.

Las religiones han sido hasta ahora representantes de un Dios omnisciente y que se las sabe todas y así se han sentido autorizadas a someter y la opresión religiosa se ha vuelto excusa de todas las otras opresiones.  Aquí, en este texto, hay algo que puede liberar a todas las religiones y es la noción de que “Dios aprende” con su creación, con los suyos, que no se impone, que respeta, que la escucha… y esta lección viene de una mujer, de una que sabe que es concebir y dejar desarrollarse despacito a la creatura que lleva consigo…

El absoluto para Dios es “mi hija está enferma y sufre mucho”

Este texto, con esta mujer que libera al liberador puede ser inspiración para liberar las religiones, y en especial el cristianismo, y ayudarles a ser lo que son: ocasión de comunión y conexión de todos y todas con todo y con Dios.  Ante cualquier excluido por motivos religiosos, hay que poner en aprietos al Dios en quien creemos, o si no a él, al menos a los que se dicen sus enviados, y así, irrumpiendo, “de metidos”, hacerles concienciar que no hay perros, que todos son hijos e hijas, que el pan es para todos.

 Esta mujer, que sorprende equivocado al “Hijo de Dios” y que le ayudó a corregirse mientras le hacía presente el dolor de su hijita, deja sin razón cualquier fundamentalismo, cualquier intento de decir “Dios lo quiere” y “la Biblia lo dice” que no se fije en el dolor de los pobres y de los que sufren… Desde ese viaje en que Jesús cruzó la frontera y se encontró con esta extranjera supimos que los antiguos absolutos “Dios lo quiere” y “la biblia lo dice”  eran pura ilusión y se mostraron relativos; ahora el absoluto para Dios mismo y para todos los que quieran decir una palabra en su nombre es “mi hija está enferma y sufre mucho”.

La extranjera de Fenicia nos dice que lo que nos hace diversos, sea la religión, la patria, el género, la economía, la educación, las oportunidades, no son absolutos y hay que relativizarlos para podernos sentar todos a la mesa de los hijos e hijas; lo que nos une, tener un solo padre/madre Dios es lo que vale y esto se percibe cuando nos hacemos cargo del sufrimiento de los otros… el sufrimiento de la niña no resistió ninguna ideología en Jesús y echó por la borda todos los estereotipos que hubiera podido tener: si nos encontramos en el dolor, si “compadecemos”, si “simpatizamos”, nos encontramos en lo humano y esto es lo que posibilita liberación.

La religión de Jesús es el sufrimiento de los pobres

 La mujer le ayudó a entender a Jesús y nos ayuda a entender a nosotros que las discusiones sobre lo impuro o lo puro, sobre la gente digna o no digna, no tienen ningún sentido si hay una pequeña que está siendo víctima del mal.  Si crecemos con Jesús nuestra única religión será el sufrimiento de los pobres, fuera de allí no habrá lugar para adorar a Dios: Dios no se quiso quedar en el templo de Israel, su gloria y lo que se tiene que respetar está en las víctimas, empezando por esa niña del relato. 

 La mujer de la que hablamos le ayuda a Jesús y nos puede ayudar a nosotros a pasar de condiciones de privilegio a condiciones de límite, a calzarnos los zapatos de los demás y caminar en sus talladuras y de ahí saldrá el principio que garantizará toda liberación que sea del Evangelio y es que “lo que no se asume no se salva”.  La ternura de la mujer abraza a Jesús y vence toda cerrazón y la salvación se clarifica universal y para todos sin excepción.

Campaña #Paracadauma

#Paracadauma: campaña para acabar con la violencia contra las mujeres en Brasil

#Paracadauma: campaña para acabar con la violencia contra las mujeres en Brasil
#Paracadauma: campaña para acabar con la violencia contra las mujeres en Brasil

«El tema del enfrentamiento de la violencia contra las mujeres es de gran importancia, con repercusiones en todo el país. Cristo Redentor acoge y bendice a todos en su paz», sostuvo el rector del santuario

Para «concienciar a la gente de que cualquier tipo de violencia contra las mujeres no solo es inaceptable, sino que es un delito»

Cardenal Tempesta: «Uno no puede quedarse en el lado del silencio. Callar sería favorecer al violento, al que abusa»

El Santuario del Cristo Retendor, en Río de Janeiro, fue el escenario, este domingo 7 de agosto, para el evento de lanzamiento de la campaña “#ParaCadaUma” (en español, “Para cada Una”), promovido por la Organización de las Naciones Unidas, a través de la iniciativa global “Verificado” que trata sobre la violencia doméstica y familiar contra las mujeres.

En la actividad, se efectuaron proyecciones en el monumento del Cristo Redentor, una de las siete maravillas del mundo moderno y Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, con nombres de mujeres y los tipos de violencia previstos en la normativa. También hubo un acto interreligioso que contó con la presencia del arzobispo de Río de Janeiro, el cardenal Orani João Tempesta, y del secretario de la Comisión Arquidiocesana para el Ecumenismo y el Diálogo Interreligioso, el diácono Nelson Águia, y representantes de ocho religiones diferentes. Estuvieron presentes, además, Luzia Lacerda, coordinadora del Instituto Expo-Religião, e Izaías Carneiro, presidente de la Misión Somos Uno.

Los representantes religiosos que participaron fueron: Paulo Maltz, director de Asuntos Interreligiosos de la Federación Judía del Estado de Río de Janeiro (FIERJ); el monje budista Dokan Sensei; el babalorixá Pai Márcio de Jagun, del candomblé; Alexandre Pereira da Silva, director de Asuntos Interreligiosos del Consejo Espírita del Estado de Río de Janeiro; Agda Floriano de Oliveira, directora del Consejo de Iglesias Cristianas del Estado de Río de Janeiro y de la Misión Somos Um; Kunti Devi Dasi, de Hare Krishna; y Daniela Francisca Urzúa, directora del Departamento Educativo de la Sociedad Benéfica Musulmana de Río de Janeiro.

«Bienvenidos al cerro del Corcovado en este momento especial de integración, de diálogo, que no es ocasional, sino constante a través de encuentros semanales, destacando cada vez más la cultura de la paz, que tanto bien hace a la sociedad. El tema del enfrentamiento de la violencia contra las mujeres es de gran importancia, con repercusiones en todo el país. Cristo Redentor acoge y bendice a todos en su paz», sostuvo el rector del Santuario Cristo Redentor, el padre Omar Raposo, en la apertura del evento.

Cardenal Orani, arzobispo de Río de Janeiro

Cardenal Orani, arzobispo de Río de Janeiro

Campaña #Paracadauma

La campaña #ParaCadaUma, como explicó la antropóloga Beatriz Accioly, en representación del Instituto Avon y que también fue la maestra de ceremonias, pretende abrir conversaciones y caracterizar cada una de las violencias que afectan a las mujeres y las relaciones en los espacios domésticos y familiares.

«Creemos que la transformación y la información son las claves del cambio. Se invita a cada persona a identificar situaciones de abuso y violación y con ello contribuir como red de apoyo y acogida a las mujeres en situación de violencia, y que cada una sea dueña de su propia historia», aseguró la antropóloga.

«Cuando sabemos nombrar e identificar una experiencia, hacemos que exista y abrimos la puerta a la acción. ¿Por qué hablar? Aprendemos mucho de las religiones, lo que también es una experiencia sanadora. Juntos y juntas llegamos más lejos», añadió Beatriz Accioly, y destacó que la campaña cuenta con el apoyo del Instituto Avon, que actúa en defensa de los derechos fundamentales de las mujeres.

Evento interreligioso de apertura de campaña para erradicar violencia hacia la mujer

Evento interreligioso de apertura de campaña para erradicar violencia hacia la mujer

El objetivo de la campaña #Paracadauma del proyecto «Verificado», según explicó Roberta Caldo, en representación del Centro de Información de las Naciones Unidas para Brasil (Unic-Rio), es hacer que cada uno de los cinco tipos de violencia contemplados en la Ley Maria da Penha -psicológica, moral, patrimonial, sexual o física- sean identificados y nombrados, dando cabida al enfrentamiento de cada uno de ellos.

«Sacar a la luz el tema es también concienciar a la gente de que cualquier tipo de violencia contra las mujeres no solo es inaceptable, sino que es un delito. La información es poder y el poder de advertir y denunciar la violencia contra las mujeres está en nuestras manos, también en la unión de todos”, afirmó Caldo.

El acto estuvo animado por el cantante y compositor brasileño Kell Smith, que interpretó las canciones «Era Uma Vez», «Respeita as Mina», «Seja Gentil» y «Vivendo».

Asistentes al lanzamiento de la campaña "#Paracadauma"

Asistentes al lanzamiento de la campaña «#Paracadauma»

La importancia de promover la campaña

En su mensaje, en representación de la Iglesia Católica, el Cardenal Orani felicitó la iniciativa de la ONU y el apoyo del Instituto Avon, agradeció la elección del Santuario Cristo Redentor para el lanzamiento de la campaña a nivel nacional y deseó que tenga repercusión en todo el mundo. También dio la bienvenida a los representantes de las diferentes religiones que estaban presentes y que todos «se sienten unidos a las otras religiones que buscan vivir y valorar el diálogo, la fraternidad y la paz».

El arzobispo consideró que el evento era una oportunidad para «pensar en las situaciones de violencia que ocurren lejos en el mundo, como las guerras y las invasiones, pero también en las cercanas, como la violencia verbal y digital». «Había una cierta idea de que nuestro hogar era un lugar seguro, pero hay situaciones que acaban mostrando lo contrario cuando, por ejemplo, las mujeres sufren violencia y persecución en su propia casa, en su propia vida familiar».

Orani expresó que la Ley Maria da Penha, que incluso necesitó de la intervención internacional para ser aprobada, debe ser valorada, difundida y respetada.  «Es necesario aclarar, educar y hablar del tema para que las situaciones de violencia se reviertan, para que el respeto se dé empezando por la casa, ya que es uno de los lugares más sagrados», acotó.

Para resaltar la dignidad de la mujer, el arzobispo recordó, según la doctrina católica, que «Dios quiso vivir entre nosotros y para ello eligió a una mujer, María, que se convirtió en la madre de Jesús, que es Dios, por lo tanto, Madre de Dios. Algo impensable y aparentemente imposible para nosotros, pero que manifiesta la dignidad de la mujer».

Al mismo tiempo, el arzobispo puntualizó: «Estamos lejos de la práctica de la fraternidad, del respeto, del amor mutuo. Sin embargo, debemos seguir predicando el amor a Dios y el amor al prójimo, y a nuestro prójimo, sea quien sea, de cualquier religión o ideología. Todas las personas merecen respeto, especialmente las mujeres.

Orani recordó que hay que pedir a las autoridades que ejerzan las funciones que tienen encomendadas, «para que haya lugar a la denuncia, a la investigación y a la condena de quienes no cumplen las leyes». Además, también deben «promover la educación, empezando por las escuelas y los medios de comunicación».

Al final de su mensaje, el arzobispo subrayó que las religiones y la sociedad civil también tienen la responsabilidad de vivir, predicar el respeto y defender a las mujeres, ya que «han sido elegidas para ser signo de fecundidad, nacimiento y maternidad en el hogar, y signo de amor en la sociedad». Para que las situaciones de violencia terminen y se produzca un mundo mejor, el arzobispo recordó que hay que participar en la campaña #PorCadaUno. «Uno no puede quedarse en el lado del silencio. Callar sería favorecer al violento, al que abusa».

La mujer del perfume

Margarita Saldaña: «El placer es una experiencia antropológica que Jesús, en su humanidad verdadera, también ha vivido»

La teóloga y periodista Margarita Saldaña
La teóloga y periodista Margarita Saldaña

«Creo que Jesús disfruta [ese gesto de la mujer que le derrama el perfume de nardo], y este es una de los aspectos más sorprendentes de esta escena penetrada de sensualidad. Mientras que los comensales murmuran, precisamente porque su lógica no alcanza a ‘entender”’, Jesús abre bien todos sus sentidos y recibe a partir de ellos no solo el perfume, sino a la mujer que lo ofrece»

«El gesto, con su carga de escándalo, queda así justificado en el marco del perdón y de la misericordia. Sin embargo, si leemos atentamente este relato concreto nos daremos cuenta de que en él no hay trazas de pecado ni de perdón; los temas que están en juego son otros»

«Allí donde los discípulos no ven más que gasto, derroche y transgresión de las normas establecidas, Jesús descubre y acoge a una mujer libre y todo lo que ella le regala: belleza, placer, aliento para vivir su misión hasta el final»

Por José Lorenzo

“La mujer del perfume” (Editorial San Pablo), de Margarita Saldaña, es una sugerente lectura llena de delicadeza que, como en un trabajo de arqueología, recupera una escena maravillosa del Evangelio (Mc 14,3-9) que, sin embargo, ha llevado mal el paso de los días, y no precisamente por culpa del significado del relato, hoy necesario, sino por el miedo que inspiró, y que está tan a la vista que solo hace falta volver a leerlo, pero con otros ojos, casi nada.

La autora, periodista y teóloga, nos limpia la mirada para ayudarnos a percibirla como intuye que la percibió el propio Jesús, a la luz del relato de Marcos, donde la sensualidad tiene su lugar, y destacado, pero invitándonos a “recuperar el punto de vista genesíaco (“y vio Dios que era bueno”) para afrontar la escena en su bondad y en su belleza original, como lo hace Jesús”. Puro aroma a autenticidad.

¿Qué significaba una escena como esa, la de una mujer derramando perfume de nardos sobre la cabeza de Jesús, en una estancia llena de otros hombres, en aquellos tiempos?

En los tiempos de Jesús, como en los nuestros, una escena como esta provoca necesariamente sorpresa, incluso escándalo. La llamada «unción de Jesús en Betania» debió de impresionar de tal manera a quienes la vivieron que los cuatro evangelistas se hacen eco de ella, aunque siguen versiones y tradiciones diferentes. Los significados de este relato, según Marcos, albergan matices muy particulares por el hecho de que él sitúa este acontecimiento justo antes de la última cena. En este contexto, aparecen contrastes muy marcados que el lector está invitado a descubrir y a disfrutar. 

Portada del libro de Saldaña
Portada del libro de Saldaña

¿Por qué ha decidido dedicarle esta obra?

Esta obra o, mejor dicho, “obrita» (porque se trata de un libro de pocas páginas), forma parte de una colección sobre mujeres bíblicas que la editorial San Pablo ha comenzado a publicar. El equipo de coordinación distribuyó distintas figuras a otras tantas teólogas, y yo tuve la suerte de que me tocase “la mujer del perfume”. El encuentro con ella me ha resultado mucho más revelador de lo que hubiese podido imaginar cuando me situé ante el texto por primera vez.

Usted habla de una “presencia profética” y de “denuncia” en la actitud de esa mujer. ¿Qué quería demostrar, dar a conocer o reivindicar?

Con su actitud y con su gesto, esta mujer se inserta en la tradición profética de la Biblia, que incluye una dimensión de denuncia y otra de anuncio. Sin nombre conocido, e incluso sin pronunciar una sola palabra, el nardo puro y sobreabundante que ofrece viene a desenmascarar las tretas de los líderes de Israel y los cálculos mezquinos de los discípulos. Al mismo tiempo, ese perfume puro que se derrama sobre la cabeza de Jesús le reconoce como Ungido, precisamente a las puertas de la pasión. 

La autora en una videoconferencia
La autora en una videoconferencia

¿Entiende Jesús este gesto?

Antes de «entenderlo», yo creo que Jesús lo disfruta, y este es una de los aspectos más sorprendentes de esta escena penetrada de sensualidad. Mientras que los comensales murmuran, precisamente porque su lógica no alcanza a “entender”, Jesús abre bien todos sus sentidos y recibe a partir de ellos no solo el perfume, sino a la mujer que lo ofrece. 

¿Cómo ha sido interpretada esta escena a lo largo de los siglos y cómo ha influido en la manera de mirar la Iglesia estas cuestiones? 

Esta escena ha calado menos en el imaginario cristiano que esa otra unción en Betania que tuvo lugar en casa de Lázaro. La gente suele confundir ambos relatos, así como a sus protagonistas y los gestos que realizaron, y se queda con la idea de que fue María Magdalena, una mujer pecadora, la que derramó perfume sobre los pies de Jesús y luego los enjugó con sus cabellos. El gesto, con su carga de escándalo, queda así justificado en el marco del perdón y de la misericordia. Sin embargo, si leemos atentamente este relato concreto nos daremos cuenta de que en él no hay trazas de pecado ni de perdón; los temas que están en juego son otros.  

¿Por qué Jesús, a diferencia de los discípulos presentes, no se escandaliza?

Ocurre en esta escena como en tantas otras de los evangelios: la mirada de Jesús percibe la realidad en un nivel mucho más profundo que la mirada de sus interlocutores. Allí donde los discípulos no ven más que gasto, derroche y transgresión de las normas establecidas, Jesús descubre y acoge a una mujer libre y todo lo que ella le regala: belleza, placer, aliento para vivir su misión hasta el final. 

Una mujer anónima que se atreve a franquear todas las barreras sociales, cuestiona demasiado unas estructuras que siguen marcadas por el patriarcado y el clericalismo

¿Por qué el mensaje subyacente está poco presente en la Iglesia de hoy?

Quizá porque la figura de su protagonista, una mujer anónima que se atreve a franquear todas las barreras sociales, cuestiona demasiado unas estructuras que siguen marcadas por el patriarcado y el clericalismo.

¿Entiende hoy la Iglesia el gesto de esa mujer, un gesto de servicio, sin decir tampoco, como en tantas ocasiones, ni una sola palabra, simplemente siendo y estando?

Francisco anima continuamente a la Iglesia a caminar en la línea de la salida y del don, hasta el exceso. Es una lógica en la que la ineficacia aparente encuentra todo su sentido, porque lo que se buscan no son cifras ni resultados que engorden el cristianismo sociológico, sino algo mucho más humilde: la luz que emana suavemente y sin deslumbrar, el sentido del grano de mostaza o del puñado de levadura. En la Iglesia estamos siempre necesitados de conversión para caminar en esa dirección, la dirección del Evangelio.

La sensualidad que preside la escena, el indudable placer que debió de aparecer también en aquel acto, ¿le ha jugado una mala pasada a la escena y al papel de la mujer en aquella comunidad y en la Iglesia?

La sensualidad y el placer son temas que tradicionalmente han sido mirados con malos ojos en la Iglesia, y de los que se ha hablado y se habla poco de manera abierta y en sentido positivo. La mujer, particularmente, aparece como fuente de provocación y amenaza para la castidad de los varones, sobre todo de los clérigos. En ese contexto de interpretación, resulta difícil captar el sentido y la relevancia de este relato. Es necesario recuperar el punto de vista genesíaco («y vio Dios que era bueno») para afrontar la escena en su bondad y en su belleza original, como lo hace Jesús. 

Parece peligroso, incluso blasfemo, contemplar a Jesús en relación con el placer

¿Cómo acoge Jesús el gesto? ¿Es consciente de la sensualidad inherente? ¿Nota el placer? ¿Lo acoge?

Parece peligroso, incluso blasfemo, contemplar a Jesús en relación con el placer. Y, sin embargo, el placer es una experiencia antropológica que Jesús, en su humanidad verdadera, también ha vivido. Marcos deja entender que Jesús acoge el placer que esta mujer le regala con su perfume, y que su mirada reconoce en este gesto una obra, no solo “buena” sino también «bella» y digna de ser recordada.

¿Viven los cristianos de hoy más reprimidos de lo que el mensaje de belleza, amor, entrega, afecto, cariño, respeto, sensualidad… nos muestra en esa escena del Evangelio?

Aunque el tema del placer se halla omnipresente en nuestra cultura, no está tan claro que los cristianos lo vivamos conscientemente a partir de las claves de Jesús. Liberar al placer de las etiquetas negativas que se le han ido adhiriendo con el paso de los siglos y redescubrirlo como una dimensión querida por Dios en su plan creador, podría ayudarnos a vivirlo con mayor libertad, profundidad y respeto.