Actualizar el Evangelio

El papa Francisco a la Curia: “La herejía verdadera consiste en dejar de traducir el Evangelio a los lenguajes y modos actuales”

El papa Francisco en su mensaje de Navidad a la curia romana

“Si a veces digo cosas que pueden sonar duras, no es porque no crea en el valor de la dulzura, sino porque es bueno reservar las caricias para los cansados”, afirma en su felicitación de Navidad a los cardenales

“La herejía verdadera no consiste solo en predicar otro Evangelio (cf. Ga 1,9), como nos recuerda Pablo, sino también en dejar de traducirlo a los lenguajes y modos actuales, que es lo que precisamente hizo el Apóstol de las gentes”. Mensaje para la Curia romana. Esta es la manera que el papa Francisco tiene de felicitar la Navidad a los suyos

¿Es para mostrar su enfado? No. Así lo ha explicado él mismo: “Si a veces digo cosas que pueden sonar duras y fuertes, no es porque no crea en el valor de la dulzura y de la ternura, sino porque es bueno reservar las caricias para los cansados y los oprimidos”.

Ante todos los cardenales y superiores que trabajan en el Vaticano, el Pontífice ha recordado que “lo contrario a la conversión es el fijismo, es decir, la convicción oculta de no necesitar ninguna comprensión mayor del Evangelio. Es el error de querer cristalizar el mensaje de Jesús en una única forma válida siempre. En cambio, la forma debe poder cambiar para que la sustancia siga siendo siempre la misma”.

Pobreza, gratuidad, conversión y paz

El discurso que ha dirigido esta mañana Jorge Mario Bergoglio, lo ha dividido en cuatro temas. En primer lugar, invitando a vivir la pobreza. “Así como Él elige la pobreza, que no es simplemente ausencia de bienes, sino esencialidad, del mismo modo cada uno de nosotros está llamado a volver a la esencialidad de la propia vida, para deshacerse de lo que es superfluo y que puede volverse un impedimento en el camino de santidad”, ha señalado.

En segundo lugar, ha recalcado que “la actitud interior a la que habríamos de dar más importancia es la gratitud”. En tercer lugar, se ha centrado ampliamente en la necesaria conversión, pues esta “nunca es un discurso acabado”. “Lo peor que nos podría pasar es pensar que ya no necesitamos conversión, sea a nivel personal o comunitario”, ha asegurado.

Según ha indicado, “convertirse es aprender a tomar cada vez más en serio el mensaje del Evangelio e intentar ponerlo en práctica en nuestra vida. No se trata sencillamente de tomar distancia del mal, sino de poner en práctica todo el bien posible. Ante el Evangelio seguimos siendo siempre como niños que necesitan aprender. Creer que hemos aprendido todo nos hace caer en la soberbia espiritual”.

En este sentido, ha celebrado también los sesenta años de la apertura del Vaticano II. “La conversión que nos dio el Concilio es la oportunidad de comprender mejor el Evangelio, de hacerlo actual, vivo y operante en este momento histórico”, ha aseverado.

Tampoco se ha olvidado del Sínodo de la Sinodalidad. “Tal como ha sucedido otras veces en la historia de la Iglesia, también en nuestra época, como comunidad de creyentes, nos hemos sentido llamados a la conversión. Y este itinerario no ha concluido en absoluto. La actual reflexión sobre la sinodalidad de la Iglesia nace precisamente de la convicción de que el itinerario de comprensión del mensaje de Cristo no tiene fin y continuamente nos desafía”, ha agregado.

Como ha reconocido el Pontífice, “denunciar el mal, aun el que se propaga entre nosotros, es demasiado poco. Lo que se debe hacer ante ello es optar por una conversión. La simple denuncia puede hacernos creer que hemos resuelto el problema, pero en realidad lo importante es hacer cambios, de manera que no nos dejemos aprisionar más por las lógicas del mal, que muy a menudo son lógicas mundanas”.

“La mayor atención que debemos prestar en este momento de nuestra existencia es al hecho de que formalmente nuestra vida actual transcurre en casa -ha continuado-, tras los muros de la institución, al servicio de la Santa Sede, en el corazón del cuerpo eclesial; y justamente por esto podríamos caer en la tentación de pensar que estamos seguros, que somos mejores, que ya no nos tenemos que convertir”.

¿Cuánta amargura hay en nuestro corazón?

En cuarto lugar, se ha fijado en la paz. “Nunca como ahora hemos sentido un gran deseo de paz. Pienso en la martirizada Ucrania, pero también en tantos conflictos que están teniendo lugar en diversas partes del mundo. La guerra y la violencia son siempre un fracaso”, ha dicho.

Y ha agregado en clara referencia, aunque sin citarlo, al Patriarca Kirill de Moscú, “la religión no debe prestarse a alimentar conflictos. El Evangelio es siempre Evangelio de paz, y en nombre de ningún Dios se puede declarar ‘santa’ una guerra”.

Para Francisco, la cultura de la paz no solo se construye entre los pueblos y las naciones, “sino que comienza en el corazón de cada uno de nosotros”. “Mientras sufrimos por los estragos que causan las guerras y la violencia, podemos y debemos dar nuestra contribución en favor de la paz tratando de extirpar de nuestro corazón toda raíz de odio y resentimiento respecto a los hermanos y las hermanas que viven junto a nosotros”, ha aseverado.

Así, el Papa ha invitado a quienes le escuchan a hacerse preguntas: “¿Cuánta amargura hay en nuestro corazón? ¿Qué es lo que la alimenta? ¿Qué es lo que causa la ira que muy a menudo crea distancias entre nosotros y alimenta rabia y resentimiento? ¿Por qué los insultos, en cualquiera de sus formas, se vuelven el único modo que tenemos para hablar de la realidad?”.

“Si es verdad que queremos que el clamor de la guerra cese dando lugar a la paz, entonces que cada uno comience desde sí mismo”, ha insistido. Y ha continuado: “No existe solo la violencia de las armas; existe la violencia verbal, la violencia psicológica, la violencia del abuso de poder, la violencia escondida de las habladurías. Ante el Príncipe de la Paz, que viene al mundo, depongamos toda arma de cualquier tipo”.

Hablando sobre la misericordia, ha recalcado que “una Iglesia pura para los puros es solo la repetición de la herejía cátara”. “Si no fuera así, el Evangelio, y la Biblia en general, no nos hubieran narrado los límites y los defectos de muchos de aquellos que hoy nosotros reconocemos como santos”, ha añadido.

También ha hecho hincapié en el perdón, que “significa conceder siempre otra oportunidad, es decir, comprender que uno se hace santo a base de intentos. Dios hace así con cada uno de nosotros, nos perdona siempre, vuelve a ponernos siempre en pie y nos da aún otra oportunidad. Entre nosotros debe ser así”. “Toda guerra, para que se extinga, necesita del perdón. De lo contrario, la justicia se convierte en venganza”, ha puntualizado

Una espiritualidad política

José María Marín: «Necesitamos una espiritualidad profundamente comprometida, rebelde y política»

Liberación

«Son necesarios laicos y laicas con espiritualidad política que luchan, sin partidismos ni enfrentamientos, por erradicar la corrupción y la acumulación de la riqueza en manos de unos pocos»

«Es profundamente paradójico que, precisamente estos días, en los que consumimos de forma convulsiva y tiramos más comida a la basura, se multiplica nuestra creatividad inventando formas para compartir con los pobres, las ‘migajas’ de nuestros excesos»

«La literalidad y la rutina han convertido esta tradición en algo insustancial, sino fuera porque es otro negocio más, del perverso sistema económico en el que nos movemos y existimos. Belenes sin estiércol, con paja limpia y sin malos olores. Belenes sin frio, ni soledad»

«Una espiritualidad que, en Navidad, apague todas las luces ridículas y contaminantes y nos permita ver, en el cielo y en la tierra, una Luz grande»

Por | José María Marín Sevilla sacerdote y teólogo

Necesitamos una espiritualidad profundamente comprometida, rebelde y política, que recupere la fuerza transformadora de la fe en su dimensión profética y reivindicativa de la igualdad entre los seres humanos, de la justicia y de la paz.  

De igual modo, es necesaria una política con espíritu, cargada de credibilidad por su promoción eficaz del bien común y su prioridad por los más pobres. 

Una espiritualidad laica y creyente que anime la militancia en las organizaciones del pueblo. Son necesarios laicos y laicas con espiritualidad política que luchan, sin partidismos ni enfrentamientos, por erradicar la corrupción y la acumulación de la riqueza en manos de unos pocos. 

Navidad es un tiempo propicio para reflexionar sobre todo esto. Un tiempo propicio, como afirma el Papa, para rechazar la tentación de una espiritualidad oculta e individualista, que poco tiene que ver con las exigencias de la caridad y con la lógica de la Encarnación. (Evangelii Gaudium, 262).

RECUPERAR LA NAVIDAD PRIMERA

Podríamos empezar por recuperar una actitud de espiritualidad profética y valiente, para liberar la Navidad de la formalidad y la rutina en la que, año tras año, la vamos alejando más del mensaje original y de su fuerza transformadora. 

Resulta disparatada la “necesidad” que sentimos de ser unos días más caritativos y solidarios. Es profundamente paradójico que, precisamente estos días, en los que consumimos de forma convulsiva y tiramos más comida a la basura, se multiplica nuestra creatividad inventando formas para compartir con los pobres, las “migajas” de nuestros excesos.

 Esa creatividad deberíamos tener cada día hasta desterrar las desigualdades que nos deshumanizan a todos.

Necesitamos profetas. Tenemos algunos, a los que deberíamos escuchar con mayor atención. No abundan en nuestro mundo occidental, ni en la sociedad ni en la Iglesia, mucho menos entre sus jerarquías. Se encuentran entre los que dedican su tiempo, y su experiencia de Dios, a compartir la vida y los anhelos de los pobres. Siempre hay excepciones. Leía estos días una valerosa felicitación de Navidad que envió en su día el obispo Tonino Bello que contrasta enormemente con otras felicitaciones formales, prefabricadas, doctrinales y palaciegas. Transcribo uno de sus párrafos: “Los ángeles, que anuncian la paz, traigan la guerra a vuestra somnolienta tranquilidad incapaz de ver que, a un metro de distancia, con el agravante de vuestro silencio cómplice, se consuman injusticias, se explota a la gente, se fabrican armas, se militariza la tierra de los humildes, se condenan pueblos al exterminio por hambre”.

Los textos litúrgicos de estos días (generalmente los relatos del Nacimiento de Jesús y de su infancia) han sido edulcorados y desposeídos de su carga social original. Leídos al pie de la letra los hemos convertido en cuentos para niños, llenos de magia y fenómenos sobrenaturales.

Este artículo no deja margen para extenderse, así que me limitaré a señalar algunos aspectos que pueden darnos una ligera idea de cómo, estos relatos, interpretados como narraciones teológicas, pueden darnos luz para nuestro discernimiento espiritual y, sobre todo para tratar de integrarlos en nuestro compromiso cristiano por la igualdad y la justicia, sin las cuales “nuestras navidades” seguirán siendo una impostura y una perversión.

Alégrate mujer

Frente al patriarcado y sus abusos, Dios elige a la mujer, lo femenino frente a lo masculino, a las más vulnerables frente a los abusadores. José, un israelita auténtico, temeroso de Dios y cumplidor de la ley, no solo queda relegado a un segundísimo lugar, sino que tendrá que aceptar que, en los planes de Dios, María, pese a su inexperiencia, su poca relevancia y su condición de “sospechosa”, ha sido la elegida para dar el “sí quiero” al mismísimo Dios. 

Anunciación Cerezo

María, joven y enamorada, acepta el plan de Dios, consciente de las consecuencias que puede acarrearle semejante atrevimiento: las dudas de su amado, el peligro de ser repudiada e incluso la muerte, porque así lo exigía la ley para las adulteras. Ella sabe escuchar al Espíritu que llega para “hacer nuevas todas las cosas”. Ya no hay lugar para un Dios alejado, temeroso y legalista. Ha llegado la hora de “anunciar” que Dios no da legitimidad a los que han convertido la religión en un negocio y en la alienación de un pueblo que ansía libertad, pan, un trabajo digno y un techo donde vivir en paz con su familia ya sea regular o irregular, tradicional o nueva. Dios está cerca de su pueblo, sin amenazas, ni leyes que convierten impuros a los que más sufren. 

José, por su parte, necesitará tiempo y discernimiento para abandonar su orgullo. Tiempo para abandonar la oscuridad, dejar de dudar y finalmente aceptar “llevarse a María a su casa”. 

Lo mismo ocurre con Isabel, otra mujer, otra generación. Ella será la elegida, mientras que Zacarías su esposo, profesional del culto y fiel cumplidor de los ritos del templo, quedará “mudo” hasta que finalmente deje de dudar y acepte la prioridad de Dios con ellas, con todas las mujeres despreciadas y juzgadas, solo por serlo. El relato es inequívoco: Isabel, una anciana mujer, estéril pasa a ser la que asume el “privilegio” (antes reservado exclusivamente a los varones) de poner nombre a su primogénito.

Visitación de McGrath CNS photo

Alegría en las “periferias”

Dios elige las “afueras de la ciudad” (las periferias de las que habla el Papa Francisco) y se aleja definitivamente de los palacios ya sean de los magnates, los políticos o las autoridades religiosas. Nace como los pobres y será perseguido como los pobres.

Un pesebre es “la señal”, la prueba del lugar donde está Dios y donde no está. La señal irrefutable de lo que Dios “aprueba” y de lo que, ese mismo Dios “reprueba”.

Nos emocionan los “nacimientos” de corcho o papel, los pesebres con animalitos de plástico o barro. La literalidad y la rutina han convertido esta tradición en algo insustancial, sino fuera porque es otro negocio más, del perverso sistema económico en el que nos movemos y existimos. Belenes sin estiércol, con paja limpia y sin malos olores. Belenes sin frio, ni soledad. 

Bien haríamos en imaginar de otra manera, bien podríamos contemplar a María y a José abrazados al recién nacido, sin tanta tontería, y acercarnos a los recién nacidos que hoy, como el bebé de Belén, nacen entre las ruinas de un bombardeo, en un campo de refugiados, o en una de las miles chabolas que, en las “afueras” rodean nuestras ciudades, sin luz, sin agua, en soledad. 

Bien podemos “visibilizar el nacimiento del niño Jesús” contemplando y venerando a dos jóvenes padres primerizos, rebuscando en los contenedores de basura hasta encontrar algo que comer, o pidiendo limosna en la cola de nuestros recursos “paliativos” porque no hay justicia. El relato bíblico del nacimiento de Jesús merece más respeto, más fe y más valentía.

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Hasta aquí algunas pistas donde alimentar una espiritualidad revolucionaria, rebelde, como lo es todo el Evangelio. Una espiritualidad que, en Navidad, apague todas las luces ridículas y contaminantes y nos permita ver, en el cielo y en la tierra, una Luz grande, que aúne razones y corazones, proyectos y fortalezas, para construir el futuro desde los últimos. Que, por cierto, el Niño de Belén, ya de adulto, se jugó la vida reivindicando que son éstos, precisamente, los que ocupan los primeros puestos, en la fiesta del Reino de Dios.

Declaración de Cristianos Socialistas

LA REVOLUCIÓN DEL RESPETO, LA REVOLUCIÓN NECESARIA

No es justificable de ningún modo el bloqueo que está practicando la derecha política y judicial a la renovación del Consejo General del Poder Judicial y ahora del Tribunal Constitucional. Es un incumplimiento flagrante de la Constitución.

| Comisión Ejecutiva Federal. Cristianos Socialistas PSOE

Hay momentos cruciales en la historia de un país. Cuando el debate político alcanza la polarización extrema, hasta enfrentar al Tribunal Constitucional con la Cámara de la Soberanía popular, como ahora sucede,  es uno de ellos.

A continuación, Cristianos Socialistas PSOE declara que:

No es justificable de ningún modo el bloqueo que está practicando la derecha política y judicial a la renovación del Consejo General del Poder Judicial y ahora del Tribunal Constitucional. Es un incumplimiento flagrante de la Constitución. 

Es paradójico que quien está obstaculizando el desenvolvimiento normal de las instituciones de Estado y obstruyendo las prescripciones constitucionales, acuse al Gobierno de dictatorial.

Es responsabilidad del gobierno intentar dar con una salida. Colgar de otra ley en tramitación reformas parciales, es un procedimiento habitual que han practicado todos los gobiernos para intentar acortar la puesta en vigor de las medidas adoptadas, cuando hay urgencia en ello. Este es el caso. No es deseable reducir mayorías, pero el bloqueo del PP es el que aboca a las mismas

Es paradójico que quien está obstaculizando el desenvolvimiento normal de las instituciones de Estado y obstruyendo las prescripciones constitucionales, acuse al Gobierno de dictatorial. Obedece a una estrategia de crispación ya practicada por el PP en el pasado, que busca echar tinta sobre una gestión política notable. 

En lo económico España tiene los índices de crecimiento más elevados de la UE, con récord de empleo, ha reducido la temporalidad, está reduciendo las tasas de inflación y está sorteando la crisis energética provocada por la guerra de Ucrania con rigor y buenas políticas. El gobierno se ha ocupado de la gente.  

En lo legislativo, el gobierno de coalición PSOE-UP, ha conseguido aprobar los presupuestos generales del Estado, con una mayoría holgada, y mantiene un ritmo de producción legislativa notable, con una gran capacidad de acuerdo político con el Parlamento más fragmentado de la historia democrática. 

Respecto a Cataluña, la política de desjudicialización es la más inteligente para acabar por desactivar el enorme peligro que supuso la estrategia de ruptura con el Estado y la declaración unilateral de independencia.  Lo que rompe España son las políticas identitarias de la derecha. 

Es momento para recordar que cuando se formó este Gobierno no había ninguna otra alternativa, salvo repetir las elecciones por tercera vez consecutiva. Se le exigió al PSOE un ejercicio de responsabilidad. Pocos pensaban que terminaría la legislatura. Sin embargo, pese a las tensiones internas sigue ejerciendo con toda legitimidad y notable acierto la acción de gobierno. 

Respecto a Cataluña, la política de desjudicialización es la más inteligente para acabar por desactivar el enorme peligro que supuso la estrategia de ruptura con el Estado y la declaración unilateral de independencia. 

Hay legislación que puede mejorarse . No podemos estar de acuerdo con la impericia legislativa que ha revelado la aplicación de la “ley del sí es si”. Y tenemos serias reservas respecto a “ley trans”, no respecto al cambio registral de los mayores de edad, pero si sobre la antropología constuctivista que la inspira, por consecuencias irreversibles en los menores y por la división en el feminismo.

Es hora de exigir a la derecha la rebaja de la crispación, y la recuperación de la convivencia. 

 “Lo revolucionario es el respeto”, así decía Fernando de los Ríos. 

Deseamos en estas fechas Feliz Navidad. 

Las pandillas en Honduras

Maradiaga denuncia la «guerra sin nombre» provocada en Honduras por las pandillas «que matan por extorsión»

Cardenal Maradiaga
Cardenal Maradiaga

«La vida es más poderosa que la muerte y la guerra. Esos infiernos modernos donde el mundo nos lleva por egoísmo, por deseo de poder y de dominar»

«Oremos por Siria, la guerra olvidada que lleva más de 10 años; por Ucrania, la guerra que lleva 10 meses, y por las naciones del Sur de la Provincia Arábiga, que vive en permanente guerra»La violencia criminal, incluida la extorsión, la pobreza, el narcotráfico, altos índices de desempleo, la corrupción y la injusticia, son algunos de los flagelos que más afectan a Honduras, que tiene cerca de diez millones de habitantes

 | RD/Efe

El cardenal de Honduras, Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, dijo este domingo que su país vive «una guerra sin nombre» por las pandillas que «matan por extorsión», y recordó las guerras en Siria, Ucrania y en la Península Arábiga.

«La vida es más poderosa que la muerte y la guerra. Esos infiernos modernos donde el mundo nos lleva por egoísmo, por deseo de poder y de dominar», subrayó el cardenal hondureño en su mensaje de Navidad durante una homilía en la Basílica Menor de Suyapa.

Señaló que el papa Francisco ha pedido que «oremos por Siria, la guerra olvidada que lleva más de 10 años; por Ucrania, la guerra que lleva 10 meses, y por las naciones del Sur de la Provincia Arábiga, que vive en permanente guerra».

Además, por «nuestra Honduras, donde hay una guerra sin nombre donde hay tantas pandillas que matan por extorsión y tanto crimen, no es posible que aquel que trae la paz venga a nosotros y nosotros no le recibamos».

A finales de noviembre, el Gobierno de Honduras que preside Xiomara Castro le declaró «la guerra a la extorsión», flagelo que en el presente siglo ha dejado centenares de muertos y muchos micros, pequeños y medianos negocios en la ruina.

Francisco, con el cardenal Maradiaga
Francisco, con el cardenal Maradiaga

Castro dijo entonces que la extorsión es una de las principales causas de inseguridad, migración, desplazamiento, pérdida de libertad, muertes violentas y cierre de pequeños y medianos negocios.

La violencia criminal, incluida la extorsión, la pobreza, el narcotráfico, altos índices de desempleo, la corrupción y la injusticia, son algunos de los flagelos que más afectan a Honduras, que tiene cerca de diez millones de habitantes.

El cardenal hondureño indicó que «puede que aún hoy Dios no encuentre casa entre tantas personas y tantos pueblos, Dios no puede encontrar casa donde domina el hambre, la violencia, la guerra, la mentira, el odio, la injusticia».

«Un mundo en el que perpetúan estos males no recibe a Dios, no quiere recibirlo, por eso hoy es fiesta de la Navidad, de la alegría, y no simplemente del desvelo y la resaca», enfatizó Rodríguez.

El religioso invitó a la sociedad a preguntarse: «¿tenemos espacio para Dios en nuestra vida cuando él trata de venir a nosotros?»

El CIE de Aluche

La Navidad, desde el CIE de Aluche, «un lugar como la gruta de Belén»

CIE de Aluche
CIE de Aluche

«Todo cobra allí un significado especial: la oración del padrenuestro y la bendición con la que solemos concluir cada entrevista personal, la mirada profunda y penetrante, la palabra de los profetas invitando a la esperanza, el relato del Evangelio, el gesto de la paz, la comunión, los villancicos… Una verdadera bendición en un lugar que bien podría ser considerado la gruta de Belén»

«¿Es posible infundir una esperanza real a quienes viven en una situación tan desesperanzadora, incierta, cruel e inhumana?, ¿es posible decir “¡Feliz Navidad!” sin que suene a burla?, ¿cómo hacerlo?»

 | Infomadrid / Rufino García Antón

El delegado episcopal de Movilidad Humana de la archidiócesis de Madrid, Rufino García Antón, es capellán del Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Aluche. Ha compartido el Adviento y la Navidad con los internos y, por su interés, reproducimos sus reflexiones:

«Más de una vez se me venía a la mente y al corazón esta exclamación de los israelitas, deportados en tierra extranjera, cuando me dirigía todos estos jueves y domingos de Adviento y el domingo de Navidad a visitar a mis amigos internos en el CIE de Aluche. Y unía a esa exclamación algunos interrogantes que me inquietaban: ¿es posible infundir una esperanza real a quienes viven en una situación tan desesperanzadora, incierta, cruel e inhumana?, ¿es posible decir “¡Feliz Navidad!” sin que suene a burla?, ¿cómo hacerlo?

Meditando reposadamente sobre mi experiencia de estos días en el CIE, me surge desde lo más hondo unirme también al salmista en esta oración de acción de gracias: “Dad gracias al Dios del cielo, porque es eterna su misericordia” (Sal. 136, 26). Es eterna su misericordia para conmigo, por si en algún momento he tenido la pretensión de ser yo el que infundiera esperanza y por si en algún momento he dudado de que es Dios el que nos la infunde a todas las personas, por más adversas que sean las circunstancias en las que vivimos o precisamente por eso.

CIE
CIE

Estoy muy agradecido a Dios, porque durante estos días me ha ayudado a descubrir que su acción salvadora se realiza en el silencio y en la escucha de José y de María y en el silencio y en la escucha de estas personas que, viviendo en unas circunstancias muy duras y difíciles, me han dado testimonio de fuerza y de confianza, de fe y de esperanza, de acogida y de agradecimiento. Ellos, como José y María, “no han encontrado sitio en la posada” y, sin embargo, sí se la han ofrecido a Jesús y me la han ofrecido a mí. Jesús ha nacido en mí gracias a Dios y a ellos.

Las conversaciones en las visitas de los jueves y las celebraciones de los domingos de Adviento y del domingo de Navidad han transcurrido en un clima hondo y denso, sobrio e intenso. Todo cobra allí un significado especial: la oración del padrenuestro y la bendición con la que solemos concluir cada entrevista personal, la mirada profunda y penetrante, la palabra de los profetas invitando a la esperanza, el relato del Evangelio, el gesto de la paz, la comunión, los villancicos… Una verdadera bendición en un lugar que bien podría ser considerado la gruta de Belén. Concluimos la celebración del domingo de Navidad entregándoles una estampa de la Sagrada Familia de Nazaret y unas sencillas reflexiones del Papa Francisco (Adviento y Navidad. Diez pasos para la esperanza) que terminan con su felicitación navideña: “¡Os deseo una Feliz Navidad, una Navidad rica en las sorpresas de Jesús! Pueden parecer sorpresas incómodas, pero son los gustos de Dios”».

Vivir la Navidad

Navidad, tiempo para recobrar fuerzas espirituales

por Rafael Salomón 

  

Es tiempo familiar, nuestras actividades se detienen por unos días para cambiar su dinámica y pasar más días con los nuestros. Celebraremos y festejaremos el nacimiento de Jesús, son días en los que la rutina se detiene para dar paso a nuevas experiencias, tal vez reunirse con familiares y amigos o simplemente quedarse en pijama todo el día.

Comer a deshoras y desvelarse un poco más de lo habitual, cada quien lo vivirá de diferente manera. El frío en algunos lugares del mundo intensifica esta temporada, se antoja más un café, te o chocolate; para quienes somos padres de familia de pequeños, es un tiempo de formación espiritual, es la más grande oportunidad que tenemos para que en sus tiernos corazones puedan recibir el mensaje de esperanza, no dejemos pasar esta temporada.

En mi caso, mis hijos aún son pequeños, de manera que puedo ver el brillo de sus ojos por ser Navidad. Hemos encendido cada vela de Adviento y juntos rezamos, al final un breve comentario acerca de lo que vamos a celebrar, su asombro es fascinante, mi corazón recuerda por qué me gusta tanto esta temporada y es que mis padres me hablaron también de la Navidad y eso es maravilloso, porque ahora lo hago yo.

Sé que serán recuerdos únicos, bases que les permitirán conocer y profundizar más acerca de su fe, es importante acompañar a nuestros hijos en este caminar, entendiendo que en su crecimiento se enfrentarán a una gran cantidad de obstáculos y diferentes formas de ser y pensar, en este mundo donde a quien cree se le considera débil.

¡Ha nacido el Salvador!

Navidad, tiempo para recobrar fuerzas espirituales, dejar a un lado las prisas y preocupaciones, dedicarse a reflexionar la lectura de este tiempo litúrgico y comprendernos más amados en este mundo, hoy más que nunca nos debemos sentir amados por quien se hizo uno con nosotros, celebrar al Dios cercano. Navidad, momento para curar las heridas de nuestros corazones y vivir la vida pausadamente, entendiendo que, no por mucho hacer, se vive mejor.

“Hoy les ha nacido en la Ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor. Esto les servirá de señal: encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre. El ángel, en ese momento, se le juntó otra gran cantidad de ángeles, que alababan a Dios diciendo: ¡Gloria a Dios en lo alto y en la tierra paz a los hombres amados por él!”. San Lucas 2, 11-14

¡Alegrémonos! Nos ha nacido el Salvador, quien ilumina nuestras vidas en medio de la tiniebla, nada más sencillo y complejo como esto. Creamos con sinceridad y dejemos que la vida transcurra con lentitud en estos días, porque la aceleración con la que vivimos nos aleja de la capacidad de amar y de creer en este hermoso milagro, el Reino de Dios está aquí, el Reino es ahora, es posible creer en el Reino.

Navidad cristiana y Navidad universal

Por José Arregi

Puede que la Navidad de las calles iluminadas, la propaganda consumista, los villancicos rayados, las reuniones desganadas, los regalos obligados… nos guste más o menos o que incluso nos disguste. Sin embargo, si acertáramos a liberarla de su explotación comercial, de nuestras ambiciones engañosas, también de nuestras liturgias insulsas, palabrería vacía y dogmas trasnochados, si abriéramos los ojos y la miráramos en su hondura universal, la Navidad podría tocarnos el corazón, encender en él una llama de paz creadora, volverlo más humano para nuestro bien y el bien común de la Tierra.

Me refiero no solo a la Navidad cristiana, sino también a la Navidad universal, la del sol en los solsticios de cada año y en el milagro del amanecer de cada día, la Navidad de las azaleas en flor, la Navidad de cada nacimiento deseado y esperado en cualquiera de sus formas, la Navidad del renacimiento del bien y de la esperanza en el mundo a pesar de todo. ¡Bendita sea la Navidad universal de la Vida en todas sus formas!

Bendita sea también la Navidad de Jesús de Nazaret con ese entrañable imaginario que llevo grabado en las entrañas desde niño: el pesebre, la gruta, los pastores y campesinos, los campos de Belén, el coro de ángeles en medio de la noche, la estrella que guía a los sabios de Persia, los cofres de oro, incienso y mirra. Esa fue mi primera Navidad y es aún hoy la primera para el niño que sigo siendo. Pero para el viejo de 70 años en que sin darme cuenta me he convertido, la Navidad de Jesús es ni más ni menos que mi icono más cercano e inspirador de la Navidad universal. Y a esta Navidad de Jesús no sé si llamarla cristiana, porque el cristianismo vino cien años después y porque, en el fondo, Navidad no hay más que una.

Ya se celebraba con otros nombres mucho antes de Jesús. Milenios antes, muchos pueblos festejaban el solsticio de invierno, en torno al 21 de diciembre en el hemisferio norte y en torno al 20 de junio en el hemisferio sur, cuando la inclinación de la luz solar sobre la Tierra es máxima y la noche empieza a ser más corta y el día más largo. Era y sigue siendo la fiesta del sol y de la Tierra, la fiesta de sus frutos dados en comida común, la fiesta de la Vida.

Los mayas, aimaras, incas y mapuches celebraban y todavía celebran el retorno o la nueva salida del sol. Y lo mismo los maoríes de Nueva Zelanda, los dogos de Mali y los sami de Laponia. E igualmente en Japón, en China, en la India y en Persia. Y los pueblos eslavos, como Rusia y Ucrania, al igual que los celtas. Los germanos y escandinavos evocaban el nacimiento de Frey, dios del sol, de la lluvia y de la fertilidad, representando la divinidad con un árbol de hoja perenne. En Roma celebraban “la Natividad del Sol invicto” el 21 de diciembre, y los practicantes del culto mitraico en todo el imperio romano conmemoraban el nacimiento de Mitra en una cueva el 25 de diciembre.

A medida que el cristianismo se extendió y que a partir de Constantino se impuso, sucedió lo que ha sucedido en todos los tiempos, culturas y religiones: la nueva religión asimiló la fiesta antigua y la revistió de un nuevo nombre, motivo y significado. Así, la fiesta de la luz y de la naturaleza que renace se convirtió en fiesta del nacimiento de Jesús, nueva luz –la misma Luz– que ilumina y consuela la vida. Nada se pierde, todo se transforma. Cambian los calendarios y los nombres, los rituales y los significados concretos, pero vuelve el mismo Sol sobre la misma Tierra. Vuelve a revelarse, a hacerse presente, el misterio vivificador de la Luz.

Sobre el nacimiento de Jesús, nadie sabe nada salvo que fue hijo de María y de José (o quizás de un padre desconocido) y que nació en Nazaret en una familia numerosa y pobre. Fue libre y hermano, compasivo y sanador. Por eso sus seguidores le reconocieron como el Cristo o Mesías, aquel que esperaban y que había de anunciar la buena noticia a los pobres, curar a los enfermos, liberar a los cautivos, y con el tiempo poetas como Lucas crearon bellos relatos simbólicos que narran su nacimiento. Hubo también quienes le confesaron como el Verbo o el Logos divino creador del mundo. “La Palabra se hizo carne”, se lee en el Evangelio de Juan. En el siglo IV se elaboró el actual Credo que confiesa a Jesús como el único Hijo de Dios, “de la misma naturaleza del Padre”, que “se encarnó de María Virgen”. Y así empezaron a celebrar de manera ritual el nacimiento de Jesús.

Yo lo sigo haciendo, pero no puedo creer el Credo a la letra. No puedo pensar razonablemente en un Dios Omnipotente, Creador anterior y exterior al mundo que, en los 13.700 millones de años de este universo en expansión con cientos de miles de millones de galaxias que albergan probablemente incontables planetas con vida, en este universo que tal vez no sea más que uno entre otros universos sin número, se haya encarnado plenamente solo una vez, y lo haya hecho justamente en el planeta Tierra, en esta especie pasajera que es el Homo Sapiens, hace 2000 años, en un varón judío llamado Jesús, que habría sido concebido sin gametos masculinos y habría venido a la Tierra para expiar nuestros pecados.

Ya no puedo creer en el dogma de la encarnación entendido a la letra, pero celebro la Navidad de Jesús. Cada día, en estas fiestas miraré y me inclinaré con ternura ante nuestro Belén de casa. Bet-lehem, casa del pan. Entrañable Belén en un mundo lleno de deseos y dolores. Me uniré a la pequeña comunidad de Aizarna y cantaré con ella de corazón y de boca las palabras del Credo cristiano: “Se encarnó de María Virgen”, sin sujetarme al significado tradicional, trasnochado, de las palabras. Celebraré la Navidad cristiana de Jesús, símbolo de la Navidad del corazón sin fronteras, la Navidad de la humanidad, la Navidad del planeta, la Navidad del Cosmos infinito, hecho de fuego o de luz. Cosmos eterno hecho de materia espiritual. Misteriosa matriz animada de Creatividad de la que nacen universos, soles, planetas, azaleas, petirrojos y corderillos, y este admirable y tan contradictorio Homo Sapiens que tal vez desaparezca antes de alcanzar el equilibro que busca, su verdadera divinidad: la bondad feliz creadora.

No faltarán quienes digan que esta Navidad que celebro no es cristiana. No sé a qué llaman cristianismo. En cuanto a mí, pienso que ser cristiano no requiere profesar a la letra doctrinas hoy incomprensibles, en instituciones jerárquicas hoy sin sentido, y que ese cristianismo desaparecerá, ya está desapareciendo. Pienso que ser cristiano, en el fondo, consiste en crear y cuidar la vida, tan maravillosa y frágil, la vida hermanada y gozosa, siguiendo el Espíritu o la inspiración de Jesús, bendito sea

La Navidad es femenina

#Sentipensares

Porque son ellas las que alumbraron la VIDA con mayúscula, ellas las que mimaron a María y ellas, y solo ellas las que adoraron al pequeño Jesús como se suele adorar a una hija o a un hijo recién nacida/o.

A lo largo de los relatos bíblicos, las mujeres hemos sido invisibilizadas de papeles protagónicos en la historia de la humanidad. Son los varones, llamados patriarcas quienes enmarcan los primeros libros, seguidos por jueces, profetas y reyes. 

En el Nuevo Testamento, sucede un poco lo mismo, ya que los textos, escritos por comunidades masculinas, destacan la presencia de varones como modelo de seguimiento y acompañamiento a Jesús de Nazaret, siendo que en la comunidad incipiente, las mujeres, igualmente comprometidas estaban presentes.

Refiriéndonos específicamente al evangelio de Lucas, el cual narra el nacimiento del Mesías, propongo hacer una revisión histórica de las leyes y mandatos judíos de la época, ya que desde la mirada teológica feminista, se detecta una gran omisión, al presentar únicamente personajes masculinos en el gran acontecimiento: José, pastores, reyes, ángeles… Las mujeres y lo femenino son inexistentes en el relato, con excepción de María, mujer parturienta que ocupa el papel estelar.

A través de la hermenéutica de la sospecha, revisamos la Ley escrita en el Libro del Levítico 12, 1-8 donde dice:

El Señor le ordenó a Moisés que les dijera a los israelitas: «Cuando una mujer conciba y dé a luz un niño, quedará impura durante siete días, como lo es en el tiempo de su menstruación. Al octavo día, el niño será circuncidado. La madre deberá permanecer treinta y tres días más purificandose de su flujo de sangre. No tocará ninguna cosa santa, ni irá al santuario, hasta que termine su período de purificación.

Si da a luz una niña, la madre quedará impura durante dos semanas, como lo es en el tiempo de su menstruación, y permanecerá sesenta y seis días más purificandose de su flujo de sangre.

Siguiendo la Ley Mosaica, imposible que José, los pastores o los reyes estuvieran presentes en el momento en el que María da a luz o en los días subsiguientes. Por tanto, salta a la vista una falta de congruencia en el relato lucano, ya que olvida nombrar a la comitiva de mujeres que con presteza respondieron al llamado.

Como propuesta hermenéutica creativa, proponemos que la narración lucana debiera mencionar que, de forma anónima, servicial y gratuita llegaron parteras, doulas, sanadoras, curanderas y afanadoras de Belén y de las poblaciones cercanas, las cuales se agolparon diligentemente al lado de María para ayudar a llegar a buen término ese nacimiento. 

Estar al lado de una mujer que lo necesita, es un privilegio que enriquece y llena de algarabía. De ahí que las actividades de las mujeres se coordinaron como tantas veces con presteza: unas a acarrear agua, hervirla y ponerla en diferentes palanganas; otras a preparar ungüentos y hierbas finas; algunas más a recolectar pañales y cobijas para arropar a la madre y al recién nacido, y otro grupo para acondicionar el sitio del alumbramiento y la cuna. 

Importante no olvidar en el relato a las ancianas que con su sabiduría, oraciones, cantos, baños y rituales brindan apoyo y acompañamiento a la futura madre durante el parto, el amamantamiento y el puerperio. En todo ese tiempo de «purificación» según la Ley, las ancestras y sabias recrearán la vida con leyendas, cuentos, poemas, rimas y cantos; con aceites e inciensos aromáticos, con bendiciones, experiencias  vividas, consejos y buenos deseos.

Para las mujeres del siglo primero, como para nosotras ahora, la sangre no significa impureza como reza el mandato del Levítico. La sangre de la menstruación, del parto o del posparto, es regeneración, fertilidad, bendición y proceso posibilitador de la humanidad. Y con respecto a que una mujer con flujo de sangre no puede tocar ninguna cosa santa, habría que decir que la vida de cada pequeñín es obra santa y por ello el santuario se instala en cada tienda donde se da a luz al ser humano. 

Por ello, la navidad es femenina, porque son ellas las que alumbraron la VIDA, ellas las que mimaron a María, y ellas, y solo ellas, las que adoraron al pequeño Jesús como se suele adorar a una hija o a un hijo recién nacida/o. 

Navidad es femenina y habría que dar una nueva lectura a Lucas: ni José, ni pastores, ni ángeles o reyes, al lado de María y Jesús, puras mujeres.

Cómo ser Navidad en un Haití aterrorizado y traumatizado por las pandillas?»

Joseph Gontrand Decoste: «Navidad es tiempo en el que el valiente y resistente pueblo haitiano espera contra toda esperanza»

Joseph Gontrand

«Por lo general, hay toda una poderosa magia de Navidad y un encantamiento navideño que fascinan y encantan a niños y adultos y hacen irradiar, en las vidas más oscuras y en las situaciones más oscuras de odio, violencia, conflicto, miseria material, moral y espiritual, la esperanza de un día mejor, la luz de la Alegría»

«La gente está aterrorizada y traumatizada por pandillas (gangs) fuertemente armadas que los secuestran, los rescatan, los expulsan de sus hogares y tierras»

«Pero en medio de esta incertidumbre, el pueblo Haitiano sigue siendo asombrosamente optimista, lleno de “resiliencia” y coraje, e increíblemente se niega a perder la esperanza»

«Gracias a la ‘Fundación Mensajeros de la Paz’ (con su su directora Nieves Tirez Jiménez) que providencialmente vino en nuestra ayuda después del huracán Matthew»

24.12.2022 | Joseph Gontrand Decoste, SJ, Obispo de Jérémie (Haití)

Quien dice Navidad suele decir la alegría, el placer y la felicidad de reunirse con familias, seres queridos, amigos para celebrar, en un ambiente de celebración, amor y fraternidad, el nacimiento de Jesús, el Mesías anunciado por los profetas y largamente esperado durante siglos por el pueblo de Israel. «El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz que se elevaba; y sobre los habitantes de la tierra de las sombras, brilló una luz». (Isaías 9:1).

Por lo general, hay toda una poderosa magia de Navidad y un encantamiento navideño que fascinan y encantan a niños y adultos y hacen irradiar, en las vidas más oscuras y en las situaciones más oscuras de odio, violencia, conflicto, miseria material, moral y espiritual, la esperanza de un día mejor, la luz de la Alegría, del Amor, del Perdón, de la Reconciliación, de la Justicia y de la Paz.

¿Cómo ser Navidad en la tierra de HAITI hoy? Una vez más, este año, los Haitianos en Haití no pueden celebrar realmente la Navidad: hay demasiada miseria material, demasiada inseguridad, demasiadas dificultades sociales, económicas y políticas. El corazón realmente no está en la fiesta. La gente está aterrorizada y traumatizada por pandillas (gangs) fuertemente armadas que los secuestran, los rescatan, los expulsan de sus hogares y tierras.

Obispos, sacerdotes y religiosos y religiosas en Haití, a través de sus obras caritativas de evangelización y educación, de desarrollo humano integral y de promoción humana, hacen todo lo posible en condiciones extremadamente difíciles para acompañar a las personas y apoyarlas en su lucha diaria por la dignidad, la supervivencia, el bienestar material, moral y espiritual.

Sin embargo, la Navidad sigue siendo para el pueblo Haitiano un tiempo mágico de esperanza, un tiempo en el que el valiente y resistente pueblo Haitiano espera contra toda esperanza, espera una vez más un mañana mejor a raíz de la celebración del nacimiento del Mesías, del Salvador, Jesús el Cristo.

Contemplando al Niño Dios, Emmanuel, el Dios con nosotros, acostado en el pesebre, el pueblo Haitiano muy religioso se dejó llevar sorprendentemente, elevado, entusiasmado, motivado por su fe extraordinaria y sincera en el buen Dios bueno que lo hace superar todas las adversidades y obstáculos, incluso los más insuperables, como la inseguridad, la impunidad, el alto costo de la vida, el desempleo, la falta de acceso a las necesidades y servicios más básicos, como agua potable, alimentos, atención médica, escuela.

Este año nuevamente, el pueblo Haitiano celebra la Navidad con total incertidumbre sobre su futuro, de qué estará hecho su futuro, cómo se liberará de las garras de las pandillas (gangs), cómo saldrá de la inseguridad que aumenta día a día, cómo saldrá de esta crisis humanitaria, social, económica y política crónica que lo paraliza todo.

Pero en medio de esta incertidumbre, el pueblo Haitiano sigue siendo asombrosamente optimista, lleno de “resiliencia” y coraje, e increíblemente se niega a perder la esperanza. Es que, a pesar de todas sus desgracias y contratiempos, el pueblo Haitiano sabe que no está abandonado a sí mismo, sabe que siempre puede contar con Dios, y con sus amigos o generosos benefactores, en todo el mundo, especialmente en España que tanto nos ayudaron aquí, en Haití, especialmente en Jérémie en el suroeste de Haití con la  “Fundación Mensajeros de la Paz” (con su su directora Nieves Tirez Jiménez) que providencialmente vino en nuestra ayuda después del huracán Matthew el 4 de octubre de 2016 y después el terremoto del 14 de agosto de 2021.

Después de estos desastres naturales, esta Fundación española ha tenido un impacto positivo extraordinario en las vidas de los Haitianos al ayudar a reconstruir más de 20 escuelas destruidas o gravemente dañadas. Por lo tanto, aprovechamos esta oportunidad para expresar nuestra más profunda gratitud a todos nuestros queridos benefactores, que apoyan al pueblo haitiano en su heroica lucha por la supervivencia, la dignidad y el honor a pesar de su pobreza, y especialmente a la “Fundación Mensajeros de la Paz” de España que continúa apoyándonos en el suroeste de Haití para hacer florecer la esperanza incluso donde crecía la desesperación. ¡FELIZ NAVIDAD 2022! PROSPERO ANO DE FELICIDAD 2023!

+Joseph Gontrand DECOSTE, SJ, Obispo de la Diócesis de Jérémie/HAITI…

Cómo se puede ayudar a la diócesis de Jeremie 

– Entrando en nuestra página web www.mensajerosdelapaz.org
– en nuestro apartado de donaciones https://mensajerosdelapaz.org/donaciones/
– Cuenta de donación Mensajeros de la Paz ES21 0049 5104 1120 1606 3667 (enviar después los datos fiscales al e-mail admon@mensajerosdelapaz.com para poder enviarles el certificado de donación, para su desgravación en el Impuesto de la Renta y/o en el Impuesto de Sociedades)
– Entregándonos productos no perecederos al Banco Solidario (Calle Ribera de Curtidores, 2 – 28005 Madrid (Horario de lunes a viernes de 8.30h. a 14.30h.)
– Escriba el código 00215 en su aplicación del banco al utilizar Bizum para contribuir con un donativo a MENSAJEROS DE LA PAZ. Elija Enviar un pago a ONG y escriba el código 00215 en el lugar indicado.

La cultura de la paz

Ante el Príncipe de la paz que viene al mundo, depongamos toda arma de cualquier tipo

Al recibir a los miembros de la Curia Romana con motivo de las felicitaciones navideñas, el Papa Francisco recordó que la cultura de la paz no sólo se construye entre los pueblos y las naciones, sino que comienza en el corazón de cada uno de nosotros.

Vatican News

Que la gratitud, la conversión y la paz sean los dones de esta Navidad. Fue el deseo expresado por el Papa Francisco a la Curia Romana, recibida en audiencia esta mañana en el Aula de las Bendiciones de la Basílica vaticana, con motivo de las felicitaciones navideñas.

Iniciando un extenso y rico discurso, el Papa recordó que la humildad del Hijo de Dios que viene en nuestra condición humana es para nosotros escuela de adhesión a la realidad, un llamado a volver a la esencialidad de la vida:

Así como Él elige la pobreza, que no es simplemente ausencia de bienes, sino esencialidad, del mismo modo cada uno de nosotros está llamado a volver a la esencialidad de la propia vida, para deshacerse de lo que es superfluo y que puede volverse un impedimento en el camino de santidad.

Agradecimiento y conversión

Al examinar la propia existencia, siempre es necesario tener como punto de partida la ‘memoria del bien’ que el Señor ha hecho por nosotros y en este sentido, la actitud interior a la que habríamos de dar más importancia es la gratitud, señaló.

Sin un ejercicio de gratitud constante sólo acabaremos por hacer la lista de nuestras caídas y opacaremos lo más importante, es decir, las gracias que el Señor nos concede cada día.  

Considerando las muchas cosas que sucedieron en este último año, en primer lugar, “queremos decir gracias al Señor por todos los beneficios que nos ha concedido” –  añadió el Santo Padre –  señalando que “entre todos estos beneficios esperamos que esté también nuestra conversión, que nunca es un discurso acabado. Lo peor que nos podría pasar es pensar que ya no necesitamos conversión, sea a nivel personal o comunitario”.

Convertirse es aprender a tomar cada vez más en serio el mensaje del Evangelio e intentar ponerlo en práctica en nuestra vida. No se trata sencillamente de tomar distancia del mal, sino de poner en práctica todo el bien posible.

Entre los acontecimientos que marcaron el 2022, Francisco recordó la celebración de los sesenta años de la apertura del Concilio Vaticano II, que definió como «una gran ocasión de conversión para toda la Iglesia», una “oportunidad de comprender mejor el Evangelio, de hacerlo actual, vivo y operante en este momento histórico. La actual reflexión sobre la sinodalidad de la Iglesia nace precisamente de la convicción de que el itinerario de comprensión del mensaje de Cristo no tiene fin y continuamente nos desafía”.

Lo contrario a la conversión es el fijismo, es decir, la convicción oculta de no necesitar ninguna comprensión mayor del Evangelio. Es el error de querer cristalizar el mensaje de Jesús en una única forma válida siempre. En cambio, la forma debe poder cambiar para que la sustancia siga siendo siempre la misma. La herejía verdadera no consiste sólo en predicar otro Evangelio (cf. Ga 1,9), como nos recuerda Pablo, sino también en dejar de traducirlo a los lenguajes y modos actuales, que es lo que precisamente hizo el Apóstol de las gentes. Conservar significa mantener vivo y no aprisionar el mensaje de Cristo.

Nuestro problema es confiar demasiado en nosotros mismos

Francisco remarcó que el verdadero problema, que tantas veces olvidamos, es que la conversión no sólo nos hace caer en la cuenta del mal para hacernos elegir nuevamente el bien, sino que, al mismo tiempo, impulsa al mal a evolucionar, a volverse cada vez más insidioso, a enmascararse de manera nueva para que nos cueste reconocerlo”.

Nuestro primer gran problema es confiar demasiado en nosotros mismos, en nuestras estrategias, en nuestros programas. Es el espíritu pelagiano del que he hablado otras veces.

Necesaria una actitud de vigilancia

Además, recordó que “denunciar el mal, aun el que se propaga entre nosotros, es demasiado poco. Lo que se debe hacer ante ello es optar por una conversión”. No basta una simple denuncia que “puede hacernos creer que hemos resuelto el problema, pero en realidad lo importante es hacer cambios, de manera que no nos dejemos aprisionar más por las lógicas del mal, que muy a menudo son lógicas mundanas». Y en este sentido señaló que una de las virtudes más útiles que tenemos que practicar es la de la “vigilancia”, que nos llevará a reconocer y a desenmascarar a los “demonios educados”, que “entran con educación, sin que uno se dé cuenta. Sólo la práctica cotidiana del examen de conciencia puede hacer que nos demos cuenta”.

La tentación de pensar que estamos seguros

“Queridos hermanos y hermanas, a todos nosotros nos habrá pasado que nos hemos perdido como esa oveja o nos hemos alejado de Dios como el hijo menor”, constató el Pontífice. “Pero la mayor atención que debemos prestar en este momento de nuestra existencia es al hecho de que formalmente nuestra vida actual transcurre en casa, tras los muros de la institución, al servicio de la Santa Sede, en el corazón del cuerpo eclesial; y justamente por esto podríamos caer en la tentación de pensar que estamos seguros, que somos mejores, que ya no nos tenemos que convertir”.

El gran deseo de paz

Finalmente, el Papa dedicó la parte final de su discurso al tema de la paz:

“Nunca como en este momento sentimos un gran deseo de paz. Pienso en los mártires ucranianos, pero también en los numerosos conflictos en curso en diversas partes del mundo. La guerra y la violencia son siempre un fracaso. La religión no debe utilizarse para alimentar conflictos. El Evangelio es siempre el Evangelio de la paz, y en nombre de ningún Dios puede declararse ‘santa’ la guerra».

Dirigiendo su pensamiento a los que sufren, Francisco recordó que la cultura de la paz no sólo se construye entre los pueblos y las naciones, sino que comienza en el corazón de cada uno de nosotros.

Mientras sufrimos por los estragos que causan las guerras y la violencia, podemos y debemos dar nuestra contribución en favor de la paz tratando de extirpar de nuestro corazón toda raíz de odio y resentimiento respecto a los hermanos y las hermanas que viven junto a nosotros.

Construir la paz comenzando desde nosotros mismos

“Si es verdad que queremos que el clamor de la guerra cese dando lugar a la paz, entonces que cada uno comience desde sí mismo”, añadió, recordando las palabras de San Pablo que dice claramente que la benevolencia, la misericordia y el perdón son la medicina que tenemos para construir la paz. “La benevolencia es elegir siempre la modalidad del bien para relacionarnos entre nosotros”. “No existe sólo la violencia de las armas – recordó – existe la violencia verbal, la violencia psicológica, la violencia del abuso de poder, la violencia escondida de las habladurías”. De aquí su exhortación:

“Ante el Príncipe de la Paz, que viene al mundo, depongamos toda arma de cualquier tipo. Que ninguno saque provecho de la propia posición o del propio rol para mortificar al otro”

La misericordia – añadió el Papa – también es aceptar que el otro pueda tener sus límites. Incluso en este caso, es justo admitir que personas e instituciones, precisamente porque son humanas, son también limitadas.

Por último, señaló que perdón significa “conceder siempre otra oportunidad, es decir, comprender que uno se hace santo a base de intentos”. “Dios hace así con cada uno de nosotros, nos perdona siempre, vuelve a ponernos siempre en pie y nos da aún otra oportunidad. Entre nosotros debe ser así”.

Toda guerra, para que se extinga, necesita del perdón. De lo contrario, la justicia se convierte en venganza, y el amor sólo se reconoce como una forma de debilidad.

“Dios se hizo niño, y este niño, al hacerse grande, se dejó clavar en la cruz. No hay nada más débil que un hombre crucificado y, sin embargo, en esa debilidad se manifestó la omnipotencia de Dios”, concluyó, expresando su deseo que la gratitud, la conversión y la paz sean los dones de esta Navidad.