El neoliberalismo nos mata –

Por Pedro Pierre

No se cansa de repetirlo el papa Francisco: “Este sistema nos mata… porque es terrorista. Detrás de las guerras está la industria armamentística, esto es diabólico. Que las grandes potencias dejen de ahogar y saquear a África. El mundo está dirigido por el supuesto determinismo de una economía sin ética, sin Dios, sin dignidad humana …”

El papa pone el dedo en la llaga de nuestras desgracias y tocar los privilegios de los poderosos y la ceguera de los que buscan sólo su bienestar individualista. Por eso cada vez menos los grandes medios de comunicación no dan al papa el lugar que se merece al nivel internacional. Lo mismo pasa en nuestra Iglesia católica:

Es silenciado, criticado y calumniado por los tradicionalistas de siempre y los menos tradicionalistas que buscan en su poder clerical privilegios y tranquilidad.

La conocida y respetada organización internacional de defensa de los Derechos Humanos, Amnisty Internacional, con sede en Inglaterra, acaba de publicar su informe anual sobre la situación de estos derechos al nivel internacional. Sigue la situación de 153 países sobre 191 que cuenta nuestro planeta.

Denuncia la destrucción de Ucrania y la falta de decisión de parte de los gobiernos de Estados Unidos y Europa para lograr la paz. Señala “el doble rasero de los Estados occidentales que se han levantado contra la ofensiva rusa mientras hacen la vista gorda ante graves violaciones de derechos humanos en otros lugares del mundo, o incluso han sido cómplices”.

Nombra en particular al Estado de Israel resaltando que “2022 fue el año más mortífero desde 2006: En lugar de exigir el fin del sistema de apartheid vigente en Israel, muchos gobiernos occidentales han preferido atacar a quienes lo denuncian».

Frente a la catástrofe de las migraciones masivas hacia Europa, Amnisty Internacional reconoce el esfuerzo hecho para acoger a los ucranianos que huyen de su país. Pero lamenta que no pase lo mismo con los que provienen de Medio Oriente y de África, en particular de Libia, Siria o Afganistán que se mueren por centenas ahogados en el mar Mediterráneo, negándoles poder acostar en algún puerto de Europa.

“Los Estados no pueden criticar estas violaciones un día y al siguiente tolerar actos similares en otros países sólo porque sus intereses están en juego”.

Por otra parte, Amnisty Internacional denuncia las violencias sistemáticas y excesivas de la policía y el ejército contra los manifestantes de 85 países del planeta que reclaman pacíficamente por sus derechos: Perú es uno de ellos. Estos últimos días hemos visto estas violencias por parte de policías franceses… La organización lamenta el abandono de Haití a su triste suerte de miseria y violencia generalizadas mientras no se sabe si existe un gobierno
constituido…

Esta violencia generalizada de los gobiernos contra su población nos demuestra que estos defienden un sistema perverso que la gran mayoría de los ciudadanos del mundo rechaza porque los empobrece, los condena al desempleo, les niegan la salud y la educación y por encima los mata cuando protestan legítimamente.

Es ahora evidente que el sistema neoliberal es de lo más perverso: lo vemos en Perú, en Ecuador y en Guatemala contra los Indígenas cuya población es mayoritaria en ese país. Lo hemos visto en Brasil con Bolsonaro, en Honduras, en Colombia. Y Chile no cesa de perseguir y marginar a los Mapuches.

El sistema neoliberal no va más… pero preferimos nuestro pequeño bienestar individual y material que nos aporta. Nos hace cómplices de este sistema que destruye mental y socialmente. Cerramos los ojos sobre la corrupción y participamos de ella, sin darnos cuenta que el neoliberalismo sobrevive y crece por nuestra indiferencia y nuestra insolidaridad. El sistema neoliberal se beneficia del comercio de la droga y de la violencia que genera.

Los bancos se enriquecen extraordinariamente del dinero del negocio de las drogas, la trata de personas, la corrupción, las cuevas de ladrones que son los paraísos fiscales y la venta de armas.

En vano nos aconseja la Biblia: “No te hagas amigo de uno más fuerte y más rico que tú. Juntarías un cántaro de arcilla y una olla de fierro. El uno golpearía a la otra y la quebraría”, dice el libro de Sirácides. O “El pan que mendigan es la vida de los pobres; el que se lo quita es un asesino. Mata a su prójimo el que le quita los medios para sobrevivir; retener el salario de un trabajador es lo mismo que derramar su sangre.” San Pablo escribe a su amigo Timoteo:   “El origen de todos los males es la codicia del dinero”.

Y Jesús nos orienta sabiamente al decirnos como utilizar correctamente nuestro dinero: “Con ese maldito dinero, háganse amigos”… ¡Cuánto tiempo más tendremos de sufrir y lamentarnos para entender estas cosas y decidirnos a cambiar: cambiarnos y cambiar este maldito sistema neoliberal! … porque ‘no es el pan que hace falta, sino la voluntad de compartirlo juntos’.

Quieren imponer la ‘teología de la prosperidad evangélica'»

Política teológica y Teología política cristo–latinoamericana (“El cambio vendrá de Latinoamérica, pero ¿qué cambio?” (II)

Iglesia latinoamericana

«No podemos seguir construyendo un cristianismo fuerte, triunfalista e institucionalista que blinde la doctrina y silencie a los incómodos»

«El Papa Francisco nos muestra con sus escritos y denuncias que lo que el mundo necesita no es tanto una religión oficialista sino una acción comprometida, un cristianismo pobre y humilde que rompa con el poder idolátrico que acaba cosificando a las personas»

«Francisco, pues, está siendo un factor incómodo para los intereses del neoliberalismo desalmado y para los poderes religiosos más conservadores y tradicionalistas»

«No cabe duda de que existe un creciente interés de los poderes establecidos para que un cristianismo extremo y fanático ocupe un lugar preponderante en la geopolítica y macroeconomía latinoamericana»

Por Jesús Lozano Pino

El teólogo de la liberación Leonardo Boff cuenta en uno de sus libros que estando en una mesa redonda sobre religión y paz entre los pueblos quiso aprovechar la ocasión para preguntarle al Dalai Lama cuál era la mejor religión. Lo más curioso es que, esperando que le respondiera el budismo tibetano o las religiones orientales, le respondió que la mejor religión era aquella que te aproxima más a Dios y al infinito, aquella que te hace mejor. Entonces, para salir de su perplejidad delante de tan sabia respuesta, Boff le preguntó qué es lo que nos hace mejor. El Dalai Lama, entonces, hizo silencio, lo miró a los ojos y le respondió que lo que nos hace mejor es siempre aquello que nos hace más compasivos y sensibles, más desapegados, amorosos y humanitarios, más éticos… La religión que consiga hacer eso de nosotros —sentenció el Lama— es la mejor religión.

Cuando titulé mi artículo en la publicación especial en homenaje a Gianni Vattimo para la revista Pensamiento al margen, «Dios es amor y si no, merece que lo matemos», precisamente estaba teniendo presente esta idea de religión que sostenía el Dalai Lama y que para mí es la esencia del auténtico cristianismo, una religión que dialoga y no se impone, que se ofrece pobre, débil y desarmada. No podemos seguir construyendo un cristianismo fuerte, triunfalista e institucionalista que blinde la doctrina y silencie a los incómodos.

Como observa de forma aguda Juan A. Senent, los poderes de este mundo siempre buscan ser divinizados, ya que eso supondría validarlos teológicamente, pero el cristiano debe tener los pies en la tierra, estar en el mundo pero sin ser como el mundo y sus bajos fondos de intereses y traiciones. El cristiano debe mostrar el carácter penúltimo del poder, cuya única misión es prestar al pueblo un servicio liberador que ayude a otros a ver el mundo en condiciones de igualdad y justicia. Aunque los gobernantes de la Tierra se señorean y los grandes ejercen su poder duramente sobre los débiles, no ha de ser así entre sus seguidores, dice Jesús. Más bien, quien quiera ser el más grande, debe hacerse, como Jesús, el más pequeño de todos, su servidor, cuestión esta que choca con muchas de las medidas políticas y manifestaciones públicas que el líder brasileño ha llevado a cabo en sus [cuatro] años de legislatura.

En cambio, el Papa Francisco nos muestra con sus escritos y denuncias que lo que el mundo necesita no es tanto una religión oficialista sino una acción comprometida, un cristianismo pobre y humilde que rompa con el poder idolátrico que acaba cosificando a las personas. Hay que abrir, pues, un nuevo horizonte de humanización en una lucha históricamente inacabada. Como dijo Ignacio Ellacuría en su último discurso en Noviembre de 1989, con motivo de la concesión de la UCA del premio internacional Alfonso Comín, «hay que subvertir la historia y lanzarla en otra dirección (…) porque esta civilización está gravemente enferma», entendiéndolo como afirma Rafael Narbona, «en el sentido también de reconstruir una historia que se nos antoja cada día más manipulada por los intereses de esas élites económicas que no tienen nacionalidades ni fronteras». 

Este es el verdadero problema del “evangelismo bolsonárico”, como a algunos nos gusta referirnos a la política teológica que este líder construye desde Brasil, y que no viene sino a situar las medidas económicas y al mercado por encima de los intereses espirituales, solidarios y ecológicos del planeta, por más que se empache de Biblia en muchas de sus declaraciones públicas. Como suele decir nuestra queridísima Ángela Sierra González, estamos ante un protestantismo legitimador de las políticas de lucro e imperialistas. Y curiosamente en todas estas políticas que surgen en la región se dan de la mano fundamentalismo religioso y extrema derecha.

No cabe duda de que existe un creciente interés de los poderes establecidos para que un cristianismo extremo y fanático ocupe un lugar preponderante en la geopolítica y macroeconomía latinoamericana, cuya única pretensión es permitir, sin ningún tipo de freno, las estrategias político–económicas del capitalismo salvaje transnacional. Ello pasa necesariamente por debilitar y cercenar el nuevo empuje que Bergoglio ha ido marcando en el horizonte de la política ecológica mundial presentando un catolicismo más centrado en la alegría de la evangelización–liberación que en la renuncia, las prohibiciones  y el clericalismo sacramentalista; más interesado en ver cómo podemos recomponer este mundo roto que perder el tiempo y las energías pensando qué pueden opinar los demás o qué es lo políticamente correcto.

Francisco, pues, está siendo un factor incómodo para los intereses del neoliberalismo desalmado y para los poderes religiosos más conservadores y tradicionalistas. Prácticamente, desde que inició su Pontificado, está siendo el blanco de los ataques de los poderes fácticos y religiosos de este mundo que ven en él un serio obstáculo, una firme contención a las ambiciosas e ilimitadas pretensiones capitalistas. Tanto en los medios de comunicación y en las redes sociales como dentro de algunos sectores eclesiales y teológicos (no sólo protestantes sino también católicos) Francisco está siendo víctima de conspiraciones que sólo buscan desacreditar y derribar a quien señalan como marxista enmascarado o incluso al mismísimo anticristo.

Ya, desde antes que Francisco celebrara el Sínodo de la Amazonía en Octubre de 2019 con objeto de defender a los pueblos indígenas y el cuidado del planeta desde una ecología integral que permitiera incorporar las voces silenciadas y olvidadas de Abya Yala, el líder brasileño Jair Bolsonaro se mostró beligerante contra las palabras que había dirigido el argentino señalando que la Amazonía es un patrimonio universal. Bolsonaro —en la cumbre del clima de la ONU que se celebró en Nueva York— afirmó: «Es una falacia decir que la Amazonía es patrimonio de la humanidad y es un error, como atestiguan los científicos, decir que nuestros bosques son el pulmón del mundo».

Brasil y sectores del propio Vaticano afearon las declaraciones y gestiones realizadas por Francisco en el Sínodo de la Amazonía. Pero Francisco se mostró comprometido con los territorios que son fuertemente presionados «por los grandes intereses económicos que apuntan su avidez sobre petróleo, gas, madera, oro o monocultivos agroindustriales».

Como bien afirma Cristianismo y Justicia, «las medidas de Bolsonaro son ataques directos a los pueblos indígenas y descendientes de los quilombos [poblaciones negras rebeldes durante la época de la esclavitud], y a todos sus medios de existencia». Y existen 3 grandes ejes en el conflicto de esta crisis: por un lado, la guerra comercial entre Estados Unidos y China, donde el agro–negocio brasileño quiere aprovechar la oportunidad que se abrió para la exportación de granos a China. Aquí es donde aparece el 2º eje: los intereses europeos respecto al agro–negocio brasileño, especialmente Alemania y Francia. Ello lleva, precisamente, al tercer eje: la disputa entre Alemania y Francia en el acuerdo con el Mercosur.

No se nos pasa de largo que justo en el primer año de gobierno de Bolsonaro aumentasen más de un 30% los incendios en esta zona del planeta. Los enormes intereses de las industrias, junto a la falta de escrúpulos de los que prefieren mirar hacia otro lado evidencian lo que muchos tememos: que el deseo desmedido e insaciable del hombre se abre paso día a día aplastando a cualquier persona, tierra, vegetación, animal o aldea que se ponga delante en su camino, por más que estos lleven viviendo allá por generaciones… ¿No es, como poco curiosa, la coincidencia negacionista de Bolsonaro y Trump respecto al tema ecológico y al cambio climático o, lo que es peor, la actitud contra natura que expresan irónicamente ante las medidas sanitarias de la pandemia del Covid–19 promoviendo el desconfinamiento ante miles de seguidores o acusando a la OMS de incentivar la masturbación y la homosexualidad entre los niños por las medidas en este periodo, como hizo el líder brasileño?

No hace falta ser demasiado inteligente como para sospechar, al menos, de que existen intereses muy potentes como para no aceptar la realidad más desastrosa que está azotando al siglo XXI: la crisis ecológica y la posible destrucción medioambiental del planeta por la codicia y ambición ciega de unos pocos que miran egoístamente por sus intereses particulares y los de los mercados. No se puede pasar por alto la respuesta que dio el presidente brasileño a finales de abril al ser fuertemente cuestionado por alcanzar Brasil el mayor número de muertos en un día: «¿Y qué? Lo lamento. ¿Qué quieres que haga? (…) Soy Mesías, pero no hago milagros…».

El caso es que la crisis que ha levantado el Covid–19 ha servido para destapar, entre otras cosas, las ineficaces medidas populistas y el poco contenido político que pueden ofrecer los polémicos partidos de extrema derecha. La pandemia ha puesto en jaque el armazón ideológico con el que los poderes ultraconservadores se presentaban ante el mundo: ni salvan ni saben cómo hacerlo cuando les fallan los todopoderosos resortes económicos. Ya no sólo es que no acepten a los diferentes ni ayuden a los débiles, sino que tampoco son capaces de estructurar un pensamiento lógico–racional coherente, mostrándose públicamente en innumerables ocasiones como meros bufones de la insensatez política, como cuando —al más estilo Trump— el líder brasileño afirmó, teniendo ya evidencias claras de las perniciosas consecuencias sanitarias, que el virus era sólo una «gripecita» o «resfriadito».

Pero lo peor, como insinúa Santiago Zabala, es que —desaparecidas las máscaras— dicha incompetencia destapa un mal aún más execrable. La falta de argumentos y los nervios que suscita no saber cómo responder ante una catástrofe de este calibre, unida a la baja popularidad que suscita la precariedad económica y la inseguridad social, hacen que su estabilidad política tenga que hacer equilibrios malabares para mantenerse en el poder.  Es entonces cuando se empieza a maniobrar —sin ningún escrúpulo ni disimulo—  la manipulación a las masas disconformes sin ningún tipo de pudor, al igual que hacía el nazismo, promocionando el odio al extranjero en base a su retórica nacionalista. Bajo mi punto de vista, si peligroso es un lobo disfrazado de oveja, terrible y escalofriante es ver al lobo directamente abalanzarse sobre las víctimas…

No creo que pase desapercibido tampoco que estamos hablando del líder de uno de los países económicamente emergentes, aquel que forma parte del privilegiado grupo de los BRICS. Tampoco creo que sea casualidad que Bolsonaro llegara al poder tras el voto antipetista (en una de las recesiones más duras que ha atravesado este país) y las maniobras contra Lula Da Silva y su famosa acusación de corrupción, aprovechando como una tormenta perfecta el descontento popular de muchos hacia los miembros del PT, el que se dio y el que se fomentó a través de lo que podríamos llamar “las redes de la mentira”. A mi entender se dieron unas circunstancias orquestadas para que Bolsonaro, un diputado mediocre que había cambiado siete veces de partido, bautizado católico pero que acabó siendo protestante tras casarse con su esposa (entrando a formar parte de las exclusiva y poderosa política evangelista de Brasil) pudiera llegar a la presidencia. Todo apunta a que hay “gato encerrado” cuando vemos a un país muy religioso, pero laico por constitución (que lleva como consigna en su bandera las máximas del positivismo: orden y progreso), gobernado por los poderes ultraderechistas que se fusionan, curiosamente, con un protestantismo elitista, intolerante y exaltado. 

Un claro desencadenante de la llegada al poder de Jair Bolsonaro fue el apoyo (¿incondicional?) que obtuvo de Edir Macedo, obispo de la Iglesia Universal del Reino de Dios y dueño del segundo canal de televisión más importante de Brasil (TV Record) que ha sido acusado por tráfico de drogas y evasión de impuestos. Muy significativo es descubrir que dicho medio de información fue el único que pudo hacerle una entrevista al entonces candidato Jair Bolsonaro. Pero, ¿cómo es posible que el evangelismo sea uno de los grupos de poder más potentes en Brasil? Pues precisamente porque los grupos religiosos, que ya eran un grupo de poder, con la entrada de Bolsonaro al Palacio de la Alvorada aumentaron enormemente su influencia logrando  ser también parte del gobierno, en base a los millones de votos conseguidos de las zonas pobres de Brasil. Bolsonaro se aprovechó de la religión para llegar al poder y la religión se aprovechó de Bolsonaro para instalarse en él. Sus soldados: un ejército necesitado de pan con fieles defensores de la doctrina y la moral evangélica en sus filas, y unos cuantos que saben aprovechar y sacarle políticamente partido. 

Es tal la influencia de un evangelismo fundamentalista en Brasil que en poco tiempo hemos contemplado una serie de medidas sin precedentes, como por ejemplo, «la escuela sin partido», como se conoce al lema que generó para revisar la historia del golpe militar de 1964 y poder así proteger a sus estudiantes de la ideología marxista. O el pronunciamiento público que hizo la ministra de la Mujer, la Familia y los Derechos Humanos a favor de que la mujer sea sumisa al hombre, en una interpretación, qué menos que literalista y descontextualizada, de la Biblia. Este tipo de manifestaciones públicas, incluso legislativas, son pasos agigantados de amistad hacia las políticas norteamericanas de Donald Trump, pues anuncian la más arraigada «teología de la prosperidad evangélica» (toda riqueza es una bendición de Dios y la pobreza, un castigo) pero, sobre todo, desde el punto de vista de la estrategia norteamericana es la certificación de un nuevo y potente aliado que puede ser de gran ayuda a la hora de contener y subvertir las últimas revoluciones de la izquierda latinoamericana. Una brillante y poderosa simbiosis político-económica…

El discernimiento personal y comunitario es una de las cosas que más echo en falta en el fanatismo del protestantismo extremo. Como bien apunta el Papa Francisco en su homilía del confinamiento del 7 de mayo de 2020, los cristianos deben distinguir la inspiración divina de la sugestión del diablo. Hay que escuchar las distintas voces plurales, por supuesto, pero también hay que saber distinguirlas, discernir de dónde vienen y a dónde nos llevan (tarea esta que no sólo todo creyente sino también todo político debe tener en cuenta). «La voz maligna —afirma Francisco— seduce, agrede, obliga, suscita ilusiones deslumbrantes, [egoístas, irracionales], emociones alentadoras, (…) La voz de dios es una voz que tiene un horizonte, en cambio la voz del maligno te lleva a un muro». Y mientras la voz de Dios nos invita a «ir más allá de nuestro yo para encontrar el verdadero bien, la paz (…), el mal no dona jamás paz, causa ímpetu primero y deja amargura después». Como refiere Francisco al final de su homilía, la voz del buen pastor (nunca mejor dicho en el contexto de este artículo) nos hace salir de nuestros egoísmos y nos saca a los campos de la verdadera libertad, mientras que una visión engañosa de Dios te lleva siempre a la oscuridad, la falsedad, la habladuría y a encerrarse en tu propio egoísmo y mentira. 

Francisco, desde el primer día que apareció con los zapatos gastados en los balcones del Vaticano tras la «fumata blanca», dio pistas claras del tipo de pontificado que quería ejercer en la Iglesia católica. Pero nadie previó que su alcance iba a traspasar la frontera religiosa. Ya en 2015 publicó su famosa Encíclica Laudato Si, donde denunciaba la explotación de la selva amazónica por parte de los intereses económicos internacionales. Tres años después, visitando Puerto Maldonado (Perú), volvió a insistir en esa idea concretando dichos intereses, los conocidos como el petróleo, el gas, o la madera, pero también el material estratégico que puebla la zona… Francisco es una voz que grita en medio del desierto, quizá uno de los pocos líderes proféticos de nuestro tiempo.

 “El Papa verde”, entre otras cosas, insta a que optemos por el cosmocentrismo, renunciando al eclesiocentrismo y al antropocentrismo, y anima encarecidamente a revisar el papel de la mujer, pues el futuro para Francisco pasa por una ecología y una humanidad integral con las mujeres como protagonistas. Pero quizás una de las cuestiones más relevantes, al menos desde el punto de vista doctrinal, es que Francisco, que precisamente no se caracteriza por ser doctrinario y ha sido acusado de improvisador y populista, e incluso recientemente de hereje en la Correctio filialis de haeresibus propagatis, tiene la intención de incluir «el pecado ecológico» en el Catecismo de la Iglesia católica, ya que el comportamiento individual, empresarial, nacional y multinacional está dañando nuestra casa común, siendo este —en sus propias palabras— un verdadero «ecocidio». Ya en el Sínodo de la Amazonía propuso definir dicho pecado como la acción u omisión contra Dios, que se traduce en toda acción contra el vecino, la comunidad y el medio ambiente por malos hábitos de contaminación y destrucción de la armonía global. 

Al hilo del asunto medioambiental y la crisis social y económica generada por la pandemia, es para mí significativa la nueva situación discriminatoria resultante de ella, tal y como podemos seguir en las noticias. Llama poderosamente la atención que los ricos se están haciendo más ricos aprovechando que las casas y artículos de lujo están a precio de saldo por la crisis; están alquilando o, incluso, comprando playas privadas con embarcaderos con fines exclusivamente personales, marcando así una independencia y privilegio social al poder hacer uso de ellas de forma totalmente particular (ya que están cerradas al público). Así van tomando el sol de cala en cala en sus cómodos y lujosos yates, mientras el resto del mundo, el grueso de los ciudadanos de a pie no podemos si quiera salir a la calle con normalidad, qué decir de ir a las playas públicas sin permiso…

Es verdaderamente escandaloso que la gran mayoría [en estos años] hayamos necesitado llevar guantes y mascarillas protectoras, esas que a veces no se consiguen con facilidad,  y unos pocos puedan permitirse el lujo de no precisarlas respirando el aire puro del mar mientras timonean su embarcación…, por no entrar ahora en la constante denuncia que Francisco hace de la indiferencia con la que el mundo asume el problema de los refugiados o de aquellos que se juegan la vida en las vallas o en las aguas de Lampedusa y el Estrecho. Un dato más que se suma a la larga lista de elementos indeseables del imperialismo económico, político e ideológico que nuestro sistema capitalista permite y respalda. 

Anterior a esta entrada: https://www.religiondigital.org/hacer_realidad_lo_posible-_jesus_lozano_pino/Cristo-Latinoamerica-resurgir-Abya-Yala_7_2533316657.html

“Cristo–Latinoamérica y el resurgir de Abya Yala” (Parte I de “El cambio vendrá de Latinoamérica, pero ¿qué cambio?”), publicado en 2021 en la Edit. Dykinson. Véase también: Pandemia Globalización Ecología, de la Edit. UNED

Vamos al suicidio de la humanidad

El neoliberalismo lleva al suicidio de la humanidad, advierte Dussel

Si se sigue la lógica del neoliberalismo, si no tomamos otro camino, se va al suicidio de la humanidad, alertó el filósofo e historiador Enrique Dussel en el último día de la novena Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales (Clacso).Remarcó que estamos en un momento clave de la his-toria de la humanidad y que el actual sistemaeconómi-co nos ha sumido en un mundo irracional en el que se adoptan las acciones que dan más ganancias, no aque-llo que da más vida.En el panel Dios e ídolo: ¿crisis ecológica o crimen socioambiental?,el académico y articulista remarcó que definitivamente estamos en momentos graves, y esto de la idolatría es la absolutización del neolibera-lismo, por lo que serán los jóvenes los que van a recibir los restos de una basura que van a tener que recons-truir.

En el auditorio Doctor Martínez Báez, de la División de Estudios de Posgrado de Derecho en la UNAM, el obispo emérito Raúl Vera lamentó que la idolatría del dinero sacrifica a seres humanos.El dinero se convierte en un ídolo y entonces la idea de persona humana desaparece.En esta época neoliberal el bienestar de unos cuantos sustituye los derechos de muchos y es inconcebible que se sacrifique a las personas en pro de los ído-los del dinero, del sexo, de la riqueza y del poder.Habló sobre la acumulación de la riqueza durante la pandemia, por parte de unos pocos, mientras las eco-nomías de países se desploman.

Las economías nacionales están todas resquebrajadas, no así las economías de las empresas que atendieron lasnecesidades del momento y se enriquecieron. De-nunció la macrocriminalidad, que definió como aquella en la que se asocian políticos, empresarios y crimen organizado, y citó como ejemplo los feminicidios mane-jados por la trata.

Explicó que idolatrar algo es darle poder absoluto y an-te eso desaparecen todos los derechos que emanan de la persona humana.Hans Offerdal, de la Universidad Bergen, en Noruega, refirió que es evidente que el sis-tema económico capitalista y sus horribles resultados no funcionan para la mayoría de la humanidad.El problema fundamental del capitalismo se ve re-flejado en una fábula de la Biblia,en la que un hom-bre rico, con miles de animales, arrebata a uno pobre el único animal que tiene, para no sacrificar a uno de los suyos.Así funciona la acumulación de la riqueza. Los que tie-nen mucho quieren más y para tener más los ricos ro-ban a los pobres. La actual idolatría del capitalismo es realmente un crimen.Pedro Trigo, de la Universidad Católica Andrés Be-llo, de Venezuela,lamentó que en el neoliberalismo lo que es mero medio se convierte en fin: el dinero.(jornada.com.mx) 11/06/2022

ANARCOCAPITALISMO

 

Es el nombre con que algunos definen la última etapa del sistema económico neoliberal empeñado en limitar cada vez más el papel del Estado y la regulación política de la vida económica. En realidad, supone reemplazar la regulación de los mercados y las políticas redistributivas por la ley del más fuerte, lo que está conduciendo a una degradación de los derechos sociales y la vida política en general.

Son diversas las formas de esta cultura-praxis anarcocapitalista: la facilidad con que los grandes capitales recurren a múltiples formas de elusión y evasión fiscal, negándose a responsabilizarse, en igualdad de condiciones, del sostenimiento del Estado. En lo que colabora la renuncia, por parte de éste, a garantizar el cumplimiento del mandato constitucional en lo que se refiere a una “fiscalidad justa y progresiva”.

La facilidad con que las grandes corporaciones, y cada vez más empresas, han ignorado las disposiciones del “Estatuto de los trabajadores” sobre el derecho a la sindicación de sus empleados, la jornada laboral con su limitación de horas de trabajo diario, la retribución de horas extra, el rechazo de los despidos libres y gratuitos, el reconocimiento de los derechos asociados a una relación laboral para los trabajadores autónomos, etc. Es sintomático, en este sentido, la reacción furibunda de algunos sectores sociales y medios de comunicación contra las medidas que la actual ministra de trabajo está poniendo en marcha para corregir esta deriva de un capitalismo des-controlado.

Otro síntoma de esta cultura anarcocapitalista: el recurso generalizado, por parte de la Administración, a la privatización de competencias propias de un Estado responsable del bien común. Una muestra puede ser el reciente “Anteproyecto de ley de medidas urgentes para el impulso de la actividad económica y la modernización de la Administración” de la Comunidad de Madrid. Plantea, por ejemplo, la creación de una Agencia de Contratación Sanitaria que delegará sus funciones en empresas privadas. De esta forma el gobierno podría eludir el control parlamentario y ciudadano de las adjudicaciones en la contratación pública, dando amparo legal a privatizaciones opacas,

Asimismo, modifica la Ley del Suelo, introduciendo un nuevo artículo, “Régimen de la colaboración público-privada, por el que entidades privadas podrán gestionar el otorgamiento de licencias urbanísticas o verificar usos de suelos. Resta competencias a los municipios y termina con la obligación de las constructoras de ceder suelo a los ayuntamientos.

Políticas como estas están en el origen de la debilidad de los Estados y el crecimiento de la desigualdad. Según el reciente Informe Mundial sobre Desigualdad, “por la desregulación y las privatizaciones, durante los últimos 40 años, los gobiernos de los países se han vuelto significativamente más pobres. La riqueza ya no pertenece a los Sistemas-Estado, sino, en mayor medida, a individuos y familias. España destaca como el país rico en el que más ha crecido la riqueza privada.” Políticas que, lamentablemente, han contado con la pasividad de una opinión pública domesticada por sus medios de comunicación.

Los relatores de la ONU, en el comienzo de la pandemia, denunciaban sus consecuencias en el ámbito de los derechos sociales: “El coronavirus revela los efectos catastróficos de la privatización de servicios básicos. La conversión de los servicios públicos en producto financiero ha resultado en un aumento de los precios, el deterioro de su calidad y la precarización de las condiciones laborales de sus trabajadores. Las empresas privadas no responden a los intereses públicos, sino a los de sus accionistas.”

La otra cara, lógica por otra parte, de esta antipolítica neoliberal es el creciente recurso a un autoritarismo antidemocrático promocionado por los poderes financieros y mediáticos que se benefician de la situación y ejercen el poder real, sin contar con los gobiernos o los parlamentos. Libertad para los más fuertes que se traduce en incremento de medidas policiales para hacer frente al lógico malestar de las mayorías sociales.

Ante este panorama recordamos, una vez más, las palabras de Francisco en “Fratelli Tutti”: “Asistimos a un debilitamiento del poder de los Estados, sobre todo porque la dimensión económico-financiera, de características transnacionales, tiende a predominar sobre la política” (172). “Pero, ¿puede haber un camino eficaz hacia la fraternidad universal y la paz social sin una buena política, una política que no esté sometida al dictado de las finanzas?” (168).

Mensaje a la sociedad : «El neoliberalismo es pecado»

Mensaje final del 33° Encuentro del Grupo de Curas en Opción por las y los Pobres
Mensaje final del 33° Encuentro del Grupo de Curas en Opción por las y los Pobres

«El Grupo de Curas en Opción por los Pobres nos volvimos a encontrar después de dos años de pandemia en nuestra reunión anual. Curas de distintas edades, diócesis y regiones del país»

«La convicción que los pobres son los preferidos de Jesús nos sigue convocando. Sabemos que el empobrecimiento de nuestro pueblo es provocado por la injusticia»

«La razón de nuestra opción es Jesucristo y su Evangelio. Y, desde esta opción, tenemos claro que el neoliberalismo es pecado»

«Queremos ver proyectos en camino. Nos encontrarán allí donde sepamos descubrir políticas de vida. Vida que se traduce en Tierra, Techo y Trabajo para todos y todas»

«Vida que espera una profunda reforma del Poder Judicial; la libertad de Milagro Sala y de los presos y presas políticos; que la deuda la paguen los que fugaron capitales al exterior»

 | Curas en opción por los y las pobres (Argentina)

Mensaje final del 33° Encuentro del Grupo de Curas en Opción por las y los Pobres

25 al 28 de Abril de 2022, Villa Allende, Córdoba

El Grupo de Curas en Opción por los Pobres nos volvimos a encontrar después de dos años de pandemia en nuestra reunión anual. Curas de distintas edades, diócesis y regiones del país.

La convicción que los pobres son los preferidos de Jesús nos sigue convocando a pesar de la pandemia; de la deuda injusta e impagable contraída por el gobierno anterior y del acuerdo siempre desfavorable con el FMI del actual gobierno; de las diferentes guerras que nos invaden; y de respuestas políticas que nos parecen insuficientes. 

Sabemos que el empobrecimiento de nuestro pueblo es provocado por la injusticia: la inequidad en la distribución de los bienes, la avaricia de unos pocos y una situación internacional que concentra lo necesario para una vida digna, cada vez más en menos manos. En este empobrecimiento las mujeres, aunque omitidas e invisibilizadas, suelen ser la mayoría.

Las y los pobres no lo son por desidia, pereza o negligencia. Lo son porque hay políticas (o falta de ellas) que los provocan. Y la Iglesia de las y los pobres no puede quedar lejos de sus dolores y angustias.

El Dios Padre y Madre en el que creemos es el “padre del huérfano y el protector de la viuda”, como reza el salmista. El Dios que “derribó de su trono a los poderosos y elevó a los humildes”, como canta María de Nazaret. Es el Dios de Jesús que no teme decir que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el reino; y que toma partido por los que dan de comer al hambriento y de vestir al desnudo. Todo un mensaje claramente subversivo para el discurso dominante y la hegemonía omnipresente.

No estamos ni queremos estar junto a los pobres por razones políticas. La razón de nuestra opción es Jesucristo y su Evangelio.

Y, desde esta opción, tenemos claro que el neoliberalismo es pecado, aunque para muchos sea la esperanza (efímera esperanza que alientan muchos medios de comunicación). 

Tenemos claro también que, en la historia de nuestro pueblo, hubo momentos en los que la vida y la fiesta estuvieron más próximas al horizonte del cada día en la casa de los pobres

Como decía el mártir Enrique Angelelli y también decía Evita, «no podemos predicar la resignación». Queremos anunciar que otro mundo es posible, uno en el que haya justicia y no cortesanos, uno donde haya comunidades y no corporaciones, uno donde haya hermandad de todos y todas, y no patriarcas o padrinos mafiosos.

En vísperas del día de los trabajadores y trabajadoras, no podemos menos que tenerlos presentes. Incluyendo a los que sobreviven en trabajos informales y a quienes buscan, pero no consiguen un trabajo digno. Tenemos claro que gobernar es dar trabajo y salarios justos. No se trata de discursos o de diagnósticos, que estamos saturados de escuchar. 

Queremos ver proyectos en camino, sabiendo que mejor que decir es hacer. Y queremos repetir, una vez más, que nos encontrarán allí donde sepamos descubrir políticas de vida, militancias de esperanza y esperanzas de fiesta para la vida del pueblo.

Vida que se traduce en Tierra, Techo y Trabajo para todos y todas. Realidades que suponen la unidad del campo popular y decisiones políticas que busquen resolver las causas estructurales de la pobreza.

Vida que se construye desde el pueblo y con el pueblo, generando lazos de solidaridad y caminos de mayor justicia.

Vida que espera una profunda reforma del Poder Judicial; la libertad de Milagro Sala y de los presos y presas políticos; que la deuda la paguen los que fugaron capitales al exterior; que nuestro país vuelva a tener control de sus exportaciones y reconquiste la soberanía sobre la navegabilidad del río Paraná; que la recuperación del Lago Escondido sea un ejemplo testigo de la recuperación de nuestras tierras, hoy en manos extranjeras.

En la cercanía de un nuevo aniversario del martirio de Carlos Mugica (11 de mayo) queremos, junto a nuestras comunidades, hacer nuestro su compromiso de vivir un amor apasionado por Cristo, viviendo un amor apasionado por su pueblo.  

Grupo de Curas en Opción por los Pobres

Auge de una Navidad neoliberal

Pedro Pierre

“La historia de la Navidad fascina, intriga e interpela”, acaba de decir el secretario general del Consejo Mundial de Iglesias. Parece que hemos dado mucha importancia a una fascinación superficial: un recién nacido, una madre muy joven, un padre silencioso, el campo y sus pastores, una estrella, el coro de ángeles… y el malo rey Herodes. ¿No nos habremos quedado en esa historia: un lindo cuento de hadas? que desaparece con el paso de los años, sustituido por el mensaje consumista de un personaje gordo y barbón venido del norte… nuevo conquistador de nuestros bolsillos: el ahora conocido papanoel promovido por una propaganda casi centenaria de la cocacola.

¿Intriga la historia de la Navidad? Puede ser que en algún momento nos hayamos preguntado: ¿qué significa esta historia que perdura desde 2 milenios? ¡Una religión que comienza en un pesebre! Pero las ocupaciones de la existencia, las preocupaciones del trabajo, la búsqueda de dinero, las solicitaciones de una sociedad de consumo… nos quitan pronto toda huella de inquietud, interés y sentido de los acontecimientos. O se termina diciendo ‘¡una historia para niños!’ Y el papanoel va tomando en nuestras vidas el lugar del niño Jesús. Pues, hoy la Navidad se ha transformado en la fiesta del papanoel que ocupa el primer lugar en el árbol de Navidad, en la gran mayoría de las casas de los ecuatorianos muy católicos…

No queremos darnos cuenta que el papanoel es el símbolo del consumismo desenfrenado. En ninguna otra época del año se compra tanto como en este tiempo de Navidad: comidas, alcohol, regalos, fiestas, borracheras, derroche de luces, combos en los restaurantes, rebajas en las discotecas… y cuántas cosas más… tan contrarias a la primera Navidad. Pues eso de que “la Navidad nos interpela” hay que dejarlo para no se sabe quién.

El sistema neoliberal que nos organiza la vida, el pensamiento, los quehaceres y qué decidir lo ha comprendido muy bien. Si se generalizara el mensaje de la Navidad, el neoliberalismo encontraría en él su mayor contrincante, porque, en la primera Navidad, los protagonistas elegidos por Dios son todas y todos gentes pobres y muy pobres, comenzando por el niño que nace en la peor desnudez: un parto con la sola ayuda del padre, en un estable para animales, dos papás que tienen que hacer un largo viaje sin que nadie acepte de acogerlos, unos pastores cuidando ovejas ajenas, la noche de la soledad que esconde las infamias de un rey que manda a matar a todos los niños de Belén y la huida apresurada a un país extranjero para salvar al niño y encontrar cómo sobrevivir como migrantes sin destino ni futuro. Pero el papanoel nos ayuda a salir de este cuadro desolador…

El problema es que esta “historia de Navidad” no es nada menos que la pura voluntad de Dios. Porque la Navidad nos interpela y muchas veces no nos gusta. Preferimos hacernos una imagen más acomoda de Dios y del Divino Niño que no nos cuestionen ni nos pongan las cosas “patas arriba”. Porque un Dios que nace pobre nos interpela. Preferimos hacer negocios con Dios y con la Navidad. Preferimos un papanoel que nos engaña y nos deshumaniza y va matando en nosotros el mensaje de un Dios que viene a compartir la suerte de los humildes, de los pobres, de los maltratados, de los migrantes, de los que no cuentan para una sociedad del consumo y del engaño.

Preferimos vivir una vida de falsos lujos, de egoísmos mesquinos que nos deshumanizan, de comercio con Dios para que el Niño nos proteja… ¿de qué, pues? Y nos creemos muy felices con ese papanoel que se adueña de nuestra casa, de nuestra familia, de nuestra fe, de nuestras pocas ilusiones… porque no nos gusta lo que este Niño venga a decirnos: “¡Felices los pobres porque de ustedes es el Reino de Dios!” “¡Pobres de ustedes los ricos porque ya tienen su recompensa!” “¡Dios ha elegido lo que el mundo desprecia para confundir a los poderosos!” …

¿En qué etapa estamos? ¿La de la Navidad que nos fascina… unas cuantas horas? ¿La de la Navidad que nos intriga… unos cuantos minutos? ¿O la de la Navidad que nos interpela para acoger el mensaje que Dios nos quiere comunicar? Porque Herodes nos sigue matando mediante el papanoel neoliberal. Aprovechemos el encuentro familiar para retomar el rumbo de una vida verdaderamente humana, fraterna y solidaria

Mensaje del 40 Congreso de Teología

El neoliberalismo mata: No se puede servir a Dios y al dinero 

 

  • Si servimos al dinero, matamos 
    • «Nadie puede servir a Dios y al dinero. Si servimos al dinero, matamos»

El Congreso ha estado inspirado en las palabras de Jesús de Nazaret sobre la incompatibilidad entre Dios y el dinero, en la afirmación de Francisco «La economía de la exclusión y de la iniquidad mata» y en la calificación de Pedro Casaldáliga del neoliberalismo como «la gran blasfemia del siglo XXI» 

Analizando, observamos una miseria que crece debido, en gran parte, a la mecánica del neoliberalismo cuyo commbustible es el dinero. El dinero ciego 

Con la apropiación de decenas de miles de bienes a través de las inmatriculaciones, la jerarquía de la Iglesia católica española contraviene el mandato de Jesús 

En la crítica al neoliberalismo seguimos la óptica de Jesús de Nazaret, que cuestionó el ‘dinero injusto’, denunció el ídolo Mammón, condenó la codicia insaciable y asesina, rechazó los intereses ilícitos y defendió el perdón de las ‘deudas’ 

Nuestra propuesta alternativa al neoliberalismo se inspira en la vida solidaria, el mensaje liberador y la praxis igualitaria de Jesús. Se inspira en la ‘economía de la solidarida’ 

05.09.2021 

Del 3 al 5 de septiembre hemos celebrado on line el 40 Congreso de Teología sobre “El neoliberalismo mata: No se puede servir a Dios y al dinero”, inspirado en las palabras de Jesús de Nazaret sobre la incompatibilidad entre Dios y el dinero, en la afirmación del Papa Francisco “La economía de la exclusión y de la iniquidad mata” y en la calificación de Pedro Casaldáliga del neoliberalismo como “la gran blasfemia del siglo XXI”. 

1. Hemos analizado las situaciones de injusticia estructural, pobreza extrema, desigualdades crecientes, violencia de género, discursos y prácticas de odio contra personas inmigrantes, refugiada y desplazadas. LGTBI y deterioro del planeta. Buena parte de estas situaciones son consecuencia del neoliberalismo, que es injusto en su raíz y en sus consecuencias, sobre todo en el Sur global. 

2. En el mundo, las guerras, la pandemia y la devastación ambiental han aumentado en 250 millones la inseguridad alimentaria. Más de 30 países están amenazados por el hambre. Cada año mueren de hambre casi seis millones de personas. El coronavirus, que ha provocado el contagio de doscientos millones de personas y la muerte de más de cuatro millones, ha afectado con más virulencia a los sectores más vulnerables de la sociedad. A su vez, nos ha hecho tomar conciencia de nuestra fragilidad y vulnerabilidad y de la necesidad de practicar la ética del cuidado

3. Nos hemos sentido conmovidos e indignados por el sufrimiento del pueblo afgano, especialmente de las mujeres excluidas de la educación, del trabajo profesional, y de la actividad política, por la situación de pobreza extrema de la mayoría de la población de Haití, por la desatención de los niños marroquíes en Ceuta y su utilización política, por las personas inmigrantes pobres ahogadas y por la violencia contra el pueblo palestino y otros pueblos oprimidos

4.Hemos tomado conciencia de que las fronteras matan, pero que el silencio cómplice de lo que realmente sucede en ellas también mata. Además, al analizar críticamente la información generada por los medios de comunicación constatamos que es utilizada al servicio del poder y en contra de los pobres que buscan un horizonte de vida más digno. Ese tipo de información también mata. 

5. Hemos tomado conciencia crítica, asimismo, de que las mujeres forman parte de “los bienes” intercambiables de una sociedad y de que son “objetos” regalados de unos hombres a otros. Sus cuerpos se ofertan en mercados al alza como el de la prostitución, los vientres de alquiler y la pornografía. Sexo y mercado están deviniendo más compañeros que nunca. El neoliberalismo económico en alianza con el patriarcado se convierte en neoliberalismo sexual. Tamaña alianza ha desembocado en odio hacia la vida de las mujeres con el resultado de decenas de miles de feminicidios. 

6. La teo/tealogía feminista critica el neoliberalismo patriarcal como sistema de muerte contra las mujeres y llama a trabajar por la humanidad plena de las mujeres, en la óptica de Jesús de Nazaret que promete una vida digna, abundante y con justicia. Denuncia la alianza entre el neoliberalismo económico, el fundamentalismo y el patriarcado religioso, por su utilización mercantil de las mujeres. Denuncia la discriminación y la violencia de género, ejercidas por las jerarquías religiosas, nuestro caso por la jerarquía católica, que niega a las mujeres el reconocimiento de sujetos morales, eclesiales, teológicos y sus derechos sexuales y reproductivos. 

Critica la teología androcéntrica construida sobre la imagen varonil de Dios, la ética represiva, que impone a las mujeres una moral de esclavas, y la estructura jerárquico-patriarcal, que las excluye de los ámbitos de decisión. Defiende la igualdad basada en la común dignidad de los hombres y las mujeres y en el movimiento igualitario de Jesús de Nazaret, donde las mujeres recuperaron la libertad y la igualdad. Reclama, asimismo, la paridad en los órganos de representación religiosa, el acceso de las mujeres al conocimiento teológico y el reconocimiento de la teología feminista. 

7. Con la apropiación de decenas de miles de bienes a través de las inmatriculaciones, la jerarquía de la Iglesia católica española contraviene el mandato de Jesús de no acumular tesoros en la tierra (Mt 6,19), hace oídos sordos a la petición de que devuelva dichos bienes al pueblo y se coloca del lado del neoliberalismo que mata. Con su defensa y mantenimiento de los privilegios económicos, fiscales, educativos, culturales e incluso militares, incumple la exigencia de Jesús a sus seguidores de no llevar bolsa, ni alforja ni calzado. Con la asignación tributaria destinada solo a la Iglesia católica, que este año ha recibido la cifra récord de 301,7 millones de euros, la jerarquía se apropia de una cuantiosa suma de dinero que debería destinarse a fines sociales

8. En la crítica al neoliberalismo seguimos la óptica de Jesús de Nazaret, que cuestionó el “dinero injusto”, denunció el ídolo Mammón, condenó la codicia insaciable y asesina, rechazó los intereses ilícitos y defendió el perdón de las “deudas”. Su compasión sanadora y subversiva la comensalía abierta e inclusiva de las personas excluidas del banquete, su denuncia de la iniquidad personal y sistémica y su esperanza activa nos siguen inspirando y animando más allá de las fronteras geográficas, étnico-culturales, religiosas, de clase, de género y de identidad sexual. 

9. Nuestra propuesta alternativa al neoliberalismo se inspira en la vida solidaria, el mensaje liberador y la praxis igualitaria de Jesús, en su denuncia del poder político opresor y del poder económico explotador en alianza, y en su opción por las personas y los colectivos más vulnerables: pecadores, publicanos, prostitutas y personas fuera de la ley. Se inspira en la economía de la solidaridad, del reparto equitativo los bienes, como se pone de manifiesto en la parábola de la multiplicación de los panes y los peces, que no fue un acto de magia, pero sí un milagro, el de compartir. 

10. En conclusión, nadie puede servir a Dios y al dinero. Si servimos al dinero, matamos. Queremos terminar este mensaje del 40 Congreso de Teología con la propuesta alternativa de Pedro Casaldáliga al neoliberalismo en su poema Pobreza evangélica: 

No tener nada. 
No llevar nada. 
No poder nada. 
No pedir nada. 
Y, de pasada, 
no matar nada; 
no callar nada. 

Solamente el Evangelio, como una faca afilada. 
Y el llanto y la risa en la mirada. 
Y la mano extendida y apretada. 
Y la vida, a caballo dada. 

Y este sol y estos ríos y esta tierra comprada, 
para testigos de la Revolución ya estallada. 
¡Y «mais nada»! 

Ana María de Miguel en el Congreso de Teología

Neoliberalismo y patriarcado: Del intercambio de mujeres a la mercantilización de sus cuerpos En palabras de Michael J. Sandel, habríamos pasado de una “economía de mercado” a una “sociedad de mercado”. El cuerpo de las mujeres no ha quedado al margen de esta lógica de intercambio monetario

Negociar su “capital erótico” se entiende como una forma de comportamiento que empodera a las mujeres

El dinero se ha ido convirtiendo en un fin que todo lo justifica. Eso sí, bajo el mantra del consentimiento. En este sentido, la ideología neoliberal está encontrando un valioso aliado en la ideología patriarcal propia de las sociedades formalmente igualitarias

La mercantilización de los cuidados nos sitúa ante unos problemas irresolubles mientras no se avance a un cambio de la organización social patriarcal y la construcción de la masculinidad

Sexo y mercado están deviniendo más compañeros que nunca. Y por el camino se convierten en el modelo para legitimar cualquier uso del cuerpo si hay dinero por el medio

04.09.2021 | Ana de Miguel Álvarez. Profesora titular de filosofía moral y política en la Universidad Rey Juan Carlos

En las últimas décadas se ha producido un avance significativo de los valores neoliberales, inscritos en la lógica del mercado, de tal manera que casi todo se convierte en mercancía, objeto o servicio susceptible de compra y venta. El mundo toma la apariencia de un gran centro comercial en que se ofrece la satisfacción de los deseos a través del consumo. En palabras de Michael J. Sandel, habríamos pasado de una “economía de mercado” a una “sociedad de mercado”. El cuerpo de las mujeres no ha quedado al margen de esta lógica de intercambio monetario. Bajo la justificación de la nueva libertad de la que ahora disfrutan las mujeres y la lógica contractual del consentimiento, hay una extensa bibliografía y un “estado de opinión” que entiende la libertad de las mujeres como una libertad extensible a vivir de negociar con sus cuerpos.

Negociar su “capital erótico” se entiende como una forma de comportamiento que empodera a las mujeres. Mujeres que vienen a convertirse en una suerte de emprendedoras o empresarias autónomas de un producto que es su cuerpo. Sin embargo, en los últimos años, también están apareciendo cada vez más voces críticas con este invasivo mercantilismo, muy especialmente desde un feminismo humanista y socialista, con una aspiración a un dialogo intercultural y universalista. La intervención mantiene una serie de interrogantes críticos a este respecto y plantea la hipótesis de que la mercantilización del cuerpo de las mujeres, tan legitimada a lo largo de la historia, refuerza los valores del neoliberalismo económico más radical.

La libertad de las mujeres… para venderse

El neoliberalismo mantiene que todo se puede comprar y vender, nada tiene por qué quedar fuera del mercado y la ley de la oferta y la demanda. ¿Por qué habría de hacerlo si hay dinero por el medio? En palabras del filósofo Michael J. Sandel hemos pasado de economías de mercado a sociedades de mercado. El dinero se ha ido convirtiendo en un fin que todo lo justifica. Eso sí, bajo el mantra del consentimiento. En este sentido, la ideología neoliberal está encontrando un valioso aliado en la ideología patriarcal propia de las sociedades formalmente igualitarias y basadas en el consentimiento y el mito de la “libre elección”. Las mujeres ya no actúan determinadas por la naturaleza o las leyes, ahora la sociedad les encamina a que elijan “libremente” lo de siempre. Los post feminismos, bajo un nuevo ropaje aparentemente transgresor y posmoderno, invitan a las mujeres a utilizar sus cuerpos en el mercado, a vivir de ellos, como si esto fuera algo nuevo y moderno, un producto refinado de la nueva libertad de la que, al fin, disfrutan las mujeres.

La sociedad globalizada del siglo XXI trae una buena nueva a las mujeres. Ahora que ya sois libres, ya podéis de forma libre y voluntaria vender, alquilar, permutar vuestros cuerpos o trozos de vuestros cuerpos en el mercado. Que también es libre. A lo largo de todo el planeta encontramos sociedades que limitan severamente la libertad de las mujeres en muchos aspectos salvo uno: casi todos apoyan la libertad de las mujeres para venderse, “si ellas quieren”.

Frente a la creencia post moderna de que las mujeres pueden venderse y mercadear con su “capital erótico” como si de una novedad antropológica se tratara, en este texto vamos a desarrollar la idea de que esto no es más que una nueva versión de la firme creencia patriarcal de que las mujeres forman parte de “los bienes” intercambiables de una sociedad, las mujeres son “objetos”; divinos o muy apreciados, pero objetos. Un ejemplo: no es fácil llevar la cuenta de la ingente cantidad de intelectuales y artistas consagrados que son descritos de la siguiente manera: fulanito, genio singular, se declara amante de “la ópera, los facsímiles del bajo medievo en la baja Sajonia y de las mujeres”. No es sólo Julio Iglesias con “me gustan las mujeres, me gusta el vino”, similares declaraciones están en la boca de un abanico de señores que va de premios nobel a poetas malditos: a todos les gustan “las mujeres” y otros bienes culturales.

Las mujeres, desde que hay memoria escrita, han sido conceptualizadas como cuerpos sin mucha cabeza, a veces ni eso, como trozos de cuerpos. Cuerpos al servicio del placer sexual de los varones, cuerpos al servicio de la reproducción de algunos varones en particular y de la especie en general. Cuerpos valorados como objetos transaccionales de los pactos entre varones. Unas veces definidas como “el bien más preciado”, otras no. Cuando hay demasiadas pierden el valor de cambio, sobran, se convierten en esa rémora que hoy como ayer ha propiciado el infanticidio o feticidio femenino.

Con esta introducción al tema queremos señalar que la mayoría de nuestras afirmaciones sobre la sociedad no se pueden aplicar de manera similar a hombres y mujeres. Y no porque pensemos que hombres y mujeres tenemos “naturalezas distintas y complementarias” sino por todo lo contrario. Porque pensamos firmemente que mujeres y hombres comparten una misma condición humana es por lo que hay que tener presente que la sociedad nunca ha actuado y pensado como si así fuera. Si no lo tenemos presente lo más probable es que caigamos en el llamado “androcentrismo” es decir, en el solapamiento de los varones con el “ser humano neutral”. Y que creyendo que analizamos la condición humana estemos, en realidad, hablando de la varonil parte de ésta. El androcentrismo es un grave obstáculo para el conocimiento. Tiene la consecuencia de que nuestra realidad quede sesgada y pierda objetividad (Amorós, 1985 y Valcárcel, 1991, 2019).

Partimos entonces de la perspectiva feminista. Y no tanto para explicar que las mujeres han sido mercantilizadas de forma específica, que venimos de una historia de opresión y que aún queda mucho por hacer en temas de igualdad, sino, sobre todo, para explicar que el androcentrismo deforma nuestro conocimiento y nuestra visión de la realidad. De lo que es y lo que ha sido el ser humano y la historia y el presente de la comunidad humana.

En esta cofnerencia vamos a trazar un esquema de los temas en que la mercantilización del ser humano tiene connotaciones muy distintas si hablamos de hombres o mujeres. Es decir, hombres y mujeres han compartido formas de esclavitud y compraventa varias. Pero las mujeres siempre han disfrutado de formas específicas de mercantilización. Las mujeres como objetos transaccionales de los pactos entre varones. Y más de las que antes de pensar en ello se puede pensar. Esto ha sido así en las más diversas culturas: no parece que haya habido mucho choque de civilizaciones a la hora de permutar, intercambiar, raptar, comprar, alquilar o vender mujeres. Hoy, siglo veintiuno, sus cuerpos se ofertan también en mercados al alza como el de la prostitución y los vientres de alquiler.

En este capítulo no vamos a tratar un tema generalmente asociado a la perspectiva de género como es el de la mercantilización de los cuidados. Es un tema muy relacionado pero que desborda los límites de nuestro planteamiento. Aunque el mercado de los cuidados está muy feminizado -y esto es causa y consecuencia del punto muerto en que se halla la revolución que ha supuesto la incorporación de las mujeres al espacio público y que no ha sido seguida por la incorporación masiva de los hombres a los cuidados- las tareas que realizan las cuidadoras pueden o podrían ser realizadas por los hombres. No hay nada que impida que un hombre cuide a otros pero si muchas razones impiden que los hombres sean las putas de otros hombres.

Es cierto que la mercantilización de los cuidados nos sitúa ante unos problemas irresolubles mientras no se avance a un cambio de la organización social patriarcal y la construcción de la masculinidad. Como mantienen diversas autoras, o se coloca en el centro de la vida pública el tema de la vulnerabilidad del ser humano y los cuidados y se desplaza la preminencia del mercado como solucionador “justo” y “universal” o seguiremos alimentando un mundo tan irracional como injusto y depredador (Gálvez, Nuño, Orozco). Sin embargo, la mercantilización actual de los cuidados no se puede identificar exactamente con la mercantilización de los cuerpos. Es distinto que se venda la capacidad para cuidar a que se venda el uso del propio cuerpo, el acceso a sus agujeros, sus partes, el control de sus procesos internos. Porque es esta última situación no vale igual el cuerpo de una mujer que el de un hombre. Tal y como sucede en los mercados de la prostitución y los vientres de alquiler.

El intercambio de mujeres como origen de la civilización, ni más ni menos

Las mujeres, de una u otra forma, siempre han sido intercambiadas o mercantilizadas de forma general, junto con los hombres de su clase y etnia y siempre también de una forma específica. Este sentido específico reside, en parte, en su condición de “objetos transaccionales” objetos de intercambio entre los pactos entre varones. En este apartado veremos que incluso se ha considerado el intercambio de mujeres como la puerta a la civilización.

La teoría de Lévi- Strauss acerca de los orígenes de las civilizaciones o el paso de la naturaleza a la sociedad es un magnífico ejemplo de ello. Para este influyente antropólogo el intercambio de mujeres entre distintas poblaciones supone el principio de las reglas sociales que rigen la exogamia y el parentesco y que pone fin al natural derecho sexual de los padres sobre las hijas. El tabú del incesto es crucial en este paso a la cultura porque impone una restricción a cambio de crear una situación más ventajosa: la posibilidad de que todos los hombres puedan acceder a todas las demás mujeres. Las mujeres constituyen un valor esencial para el grupo. De ahí que sea éste el que determine que la relación matrimonial sea un asunto social y no individual. La prohibición del incesto inicia la organización social de las relaciones sexuales, pero su regulación final dependerá del grupo y la cultura.

Los sistemas de parentesco cumplen la función de regular el intercambio de mujeres y mantener la continuidad del grupo. El intercambio de mujeres entre grupos familiares se puede realizar de distintas formas. Puede ser una reciprocidad inmediata; dos hombres intercambian sus hermanas y sus hijos varones vuelven a hacer lo mismo. Puede ser una reciprocidad diferida o aplazada y en este caso un hombre casa a su hermana con otro a cambio recibir una de las hijas de ese matrimonio para casar a su hijo.

Es posible aceptar que la función de la prohibición del incesto es favorecer la exogamia, el intercambio entre los grupos sociales. Pero, ¿por qué no problematizar el que el objeto de transacción sean “mujeres” sin voz ni voto?

«A partir del momento en que me prohíbo el uso de una mujer, que así queda disponible para otro hombre, hay, en alguna parte, un hombre que renuncia a una mujer que por este hecho se hace disponible para mí. El contenido de la prohibición no se agota en el hecho de la prohibición; ésta se instaura sólo para garantizar y fundar, en forma directa o indirecta, inmediata o mediata, un intercambio» (Lévi- Strauss, 1949, 90).

Es el hombre “el que se prohíbe” el uso de una mujer. Las mujeres no son sujeto de ninguna decisión. El núcleo duro de este pensamiento reside en que al señor antropólogo Levi Strauss ni se le pasa por la cabeza que las mujeres pudieran levantar la mano para decir algo al respecto de su “uso” por parte de los varones de la tribu. Eso sí, las mujeres son “el bien más preciado”.

Con este nuevo marco de referencia en la cabeza, volvemos a leer uno de los textos emblemáticos de Las estructuras elementales del parentesco. Escribe Lévi Strauss y ponemos en negrita algunas de sus frases:» [El papel del intercambio] en la sociedad primitiva es esencial, puesto que abarca al mismo tiempo ciertos objetos materiales, valores sociales y también a las mujeres; pero mientras que en relación las mercaderías fue perdiendo importancia en provecho de otros modos de adquisición, por lo contrario, en lo que respecta a las mujeres, conservó su función fundamental: por una parte, porque éstas constituyen el bien por excelencia (….); pero sobre todo porque las mujeres no son, en primer lugar, un signo de valor social sino un estimulante natural y el estímulo del único instinto cuya satisfacción puede diferirse: el único, en consecuencia, por el cual, en el acto de intercambio y por la percepción de la reciprocidad puede operarse la transformación del estímulo en signo y, al definir por este paso fundamental el pasaje de la naturaleza a la cultura, florecer como institución» (1949, 102-3).

Esta teoría de las mujeres como estimulante natural del sujeto por excelencia, “el hombre” nos sirve para comprender lo que seguiremos desarrollando a lo largo del capítulo, que este sujeto varonil o patriarcal ha construido “el mercado” a su medida. Es decir que el mercado tiene “género”. La creencia de que las mujeres forman parte de los bienes de los que un colectivo puede y debe disponer está tan arraigada que las ciencias sociales no sólo no la han cuestionado, la han asumido con una naturalidad indigna de “hombres” de ciencia, que se toman tan en serio a sí mismos y sus investigaciones y lo que están es alimentados por los prejuicios patriarcales.

De las aristotélicas “vasijas vacías” a “vientres de alquiler”.

Las mujeres no siempre han sido consideradas como “el bien más preciado”, también han sido consideradas como tirando a materia inerte, pasiva, incapaces de engendrar o crear, como meros contenedores reproductivos. Y esto en nuestras apreciadas raíces occidentales, tanto filosóficas como comerciales. Aristóteles, amigo de los lugares naturales, busca también en su filosofía el de las mujeres. No sólo les define como “hombres defectivos” sino también como “vasijas vacías”.

Frente a cierto discurso de la excelencia sobre la mujer como madre, sorprende descubrir que, en realidad, la filosofía y la ciencia no asignaron a las mujeres un papel relevante en la función reproductora de la especie. Como teorizara Aristóteles las mujeres son –somos, vaya- vasijas vacías, materia inerte en que el semen creador insufla la forma y el alma humana (Femenías, 1996). Los varones, juez y parte, se autodefinieron como el principio activo de la reproducción y se autoadjudicaron la patria potestad y derechos legales sobre los hijos. Esta es la razón de que cuando los hombres no querían reconocer a un hijo éste era un hijo “natural” es decir no “cultural”; también se le consideraba un “hijo ilegítimo”, es decir, que no estaba legitimado para nacer por su padre. Y por eso, también, en tantos lugares del mundo llevamos el apellido de nuestros padres, porque de alguna manera, parece que nuestras madres no pudieron salir del todo del estatus de vasija u otro objeto de alfarería.

La realidad es que por mucho que la sociedad tienda a idealizar la maternidad y sostener que “los hijos son de las madres”, durante siglos los hijos fueron legalmente de los padres, la patria potestad era suya. Filósofos y científicos se unieron para ningunear la aportación de las madres a su concepción y nacimiento. Un dato que es necesario retener: en España hasta 1975 los hijos eran legalmente de los padres, de los varones.. Hasta la reforma de la ley aprobada en 1999 los hijos no podían llevar en primer lugar el apellido de la madre ni aún con el consentimiento explícito del padre. Sólo las madres solteras, es decir los hijos sin padre podrían llevar el apellido de sus madres en primer lugar. Finalmente, una ley de Registro civil de 2010 reconoce que en una sociedad formalmente igualitaria madre y padre tienen que sentarse a negociar el orden de los apellidos. Y, ¿en caso de que la madre y el padre no lleguen a un acuerdo? Nótese que bien podría acordarse que puesto que la madre es la que ha gestado al bebé pase a prevalecer su apellido en caso de conflicto. Pero esto sería tanto como trastocar de origen la genealogía patriarcal. El acuerdo al que se ha llegado es el de que decida el orden alfabético o incluso el funcionario del registro.

El novedoso mercado de vientres de alquiler

La función de las mujeres como contenedores reproductivos no es cosa del pasado. Hoy asistimos a una nueva versión del uso de mujeres como “vasijas vacías” para la reproducción. Reproducción de la carga genética de personas que, por razones varias, no pueden o no quieren gestar en sus cuerpos. Estamos halando de lo que se denomina “gestación subrogada”, “madres sustitutorias” o el nuevo mercado de “vientres de alquiler”. Estas denominaciones no son indiferentes, están determinadas por una posición moral y política ante el caso.

Lo que la mayoría de la gente no sabe es que el comercio de los vientres de alquiler es una práctica que está normalizada y reglada tanto en los países más neoliberales, en que el mercado no tiene casi límites, como es el caso de Estado Unidos, y de forma cada vez más frecuente y generalizada en países muy patriarcales, en que el uso de las mujeres de las capas más bajas no tiene demasiados límites, países como la India, Tailandia, Ucrania y Méjico.

Las nuevas tecnologías siempre han irrumpido con una promesa de mayor igualdad y felicidad para la mayoría, pero la realidad es que hoy día es su posibilidad de conquistar nuevos mercados como objetos de consumo lo que determina su expansión. Los criterios morales –“no todo lo tecnológicamente posible es éticamente realizable” parece que deben quedar para la “opción personal”, la libre elección de usar o no tales técnicas.

Las nuevas tecnologías asociadas a la reproducción de la especie, y el concepto de maternidad y paternidad, tienen que ser objeto de conocimiento y reflexión. Algunas técnicas han propiciado el control de las mujeres sobre su capacidad reproductora y han conseguido que biología no sea destino al separar la sexualidad de la reproducción y al conseguir, por tanto, que la maternidad sea parte de un proyecto de vida adulta, no fruto de un hecho biológico adolescente. Pero las técnicas suelen tener al menos dos caras para la vida y el proyecto humanos. Como bien observaran los sociólogos del diecinueve, las nuevas libertades traen también aparejadas nuevas inseguridades y nuevas formas de servidumbre antes inimaginables.

Con las nuevas técnicas reproductivas encontramos situaciones que pueden llegar a hacer factible algunas pesadillas de ciencia ficción, como la conversión de una clase de mujeres en úteros gestantes, como la proliferación de “granjas de mujeres”. La reproducción in vitro unida a la globalización, que acerca la pobreza y la abundancia, está encontrando nuevas formas de usar los cuerpos de las mujeres en el mercado transnacional. Y dentro de su carácter minoritario, esta práctica es cada vez más popular, en palabra de la filósofa María José Guerra estamos ante una bioética para privilegiados (Guerra, 2016).

Veamos los hechos. Si el lector, la lectora tal vez, teclea en google “vientres de alquiler” aparecen en primer lugar las clínicas que ofrecen sus servicios a los potenciales clientes. Es muy interesante poder apreciar el tono del texto de estas clínicas, seleccionamos, una entre otras, la clínica de Estados Unidos San Diego Fertility Center:

“Cuando la futura madre no es capaz de sobrellevar un embarazo por cualquier razón, una madre de alquiler es una opción maravillosa. (…) la madre subrogada ofrece a los futuros padres la oportunidad de contribuir con todo o a parte del material genético del niño, a la vez que garantiza que los embriones se transfieran a un útero que se ha comprobado que está sano”.

“Los médicos del San Diego Fertility Center cuentan con varios años de experiencia compartida a la hora de ayudar a sus pacientes a convertirse en padres mediante la subrogación gestacional. Nuestro compasivo equipo de especialistas está aquí para asistirle independientemente de su nacionalidad, orientación sexual o estado civil”.

En un segundo epígrafe de su primer página la clínica ofrece una definición de la gestación subrogada: “La subrogación se define como uno acuerdo donde una mujer accede a quedarse embarazada y tener un hijo para otro/a futuro padre/madre”. Y se añade que la subrogación es un proceso complejo que implica médicos, psicólogos, y profesionales jurídicos para asegurar que el procedimiento sea acertado tanto para los futuros padres como para la madre subrogada. De los dos tipos de madres de alquiler o sustitutas que ofrecen recomiendan la segunda (FIV), en que la madre de alquiler no tenga ningún vínculo genético y explican “es el método preferido, porque la portadora de la gestación no tiene lazos genéticos con el bebé. Por lo tanto, potencialmente hay menos riesgos emocionales, psicológicos y legales comparados con la subrogación tradicional”.

El texto es revelador porque menciona los riesgos emocionales, pero sobre todo porque habla de algo importante, la “nueva” concepción de la maternidad y la paternidad como la carga genética, únicamente. Antes la madre era la que paría, físicamente. Ahora gestar y parir ha regresado a su origen aristotélico: no tiene valor engendrador, la nueva vasija vacía ha generado un hijo que no es suyo.

En el panorama internacional encontramos opiniones y jurisprudencias muy diversas. El debate se centra de la siguiente manera: la parte favorable plantea la cuestión como un tema de derechos: el derecho a tener hijos, el derecho a formar una familia. Y acude a la lógica de los acuerdos contractuales: todas las personas ganan y no hay daños a tercer. En principio la mayor parte de la sociedad es sensible a estos discursos, el valor de la familia, el deseo de formar una familia es incuestionable.

La visión humanista y convincente del derecho a formar una familia cambia cuando se observa más allá del deseo individual y se reflexiona desde el punto de vista de una nueva puerta abierta a la mercantilización del cuerpo de las mujeres. Parece que el mercado de cuerpos de mujeres siempre ofrece menos resistencia que otros. Incluso que de los cuerpos muertos. A saber, hoy por hoy nadie accede a abrir un mercado de venta de riñones o hígados o corazones, por ejemplo de familiares muertos. Existe un fuerte rechazo social a negociar con trozos del cuerpo, aún siendo trozos de cuerpos de personas muertas y que hayan accedido a hacerlo bajo contrato firmado (previamente al óbito). Y además de forma altruista, para que se beneficien los que le sobreviven.

En este caso anterior, a pesar de que parece que sólo hay beneficios por todas partes, la sociedad encuentra un límite al negocio. Ese límite sólo se puede llamar la dignidad humana, aunque no sea fácil definirla. Y, sin embargo, todo el mundo experimenta cierta simpatía ante el hecho de que las mujeres pobres alquilen sus cuerpos o trozos de ellos y pasen de alguna forma a no pertenecerse durante los nueve meses que dura la gestación. La sociedad no quiere mirar de frente, no quiere ni enterarse de que las condiciones en los países en que se habla de “granjas de mujeres” son más que draconianas insultantes. La ley del mercado, como bien se sabe, es abaratar los costes de los productos y extender la demanda.

Ante las numerosas cuestiones éticas y legales que surgen de este nuevo paso en el mercado de los cuerpos, autorizadas voces de la filosofía moral y política están pidiendo que se reflexione antes de actuar y dar un paso que puede tener consecuencias graves en un mundo/mercado marcado por las desigualdades económicas, de género, de etnias y geopolíticas. Porque además, ¿en qué se diferencia esta práctica de la venta de bebés? Alguien paga y paga por recibir un producto y ese producto es un bebé. ¿Qué es lo que diferencia este proceso de la compra pura y dura de un bebé? Qué marca la diferencia ¿El que la carga genética del bebé no es de la madre gestante? Tal vez nos encontremos ante un proceso que acabará legitimando la compra de bebés. Si hay consentimiento y dinero por medio, ¿en función de qué va a haber límites al mercado? ¿Algo llamado moral? Como suelen mantener los defensores de la gestación subrogada: no entremos en cuestiones morales, que cada cual tiene la suya.

La prostitución de mujeres: una escuela de lo que también es y para lo que también sirve una mujer

Hoy el sexo está hasta en la sopa, en todas sus formas y supuestas transgresiones. Las prácticas sexuales han pasado a la luz de una manera tan abierta y pública que hasta el filósofo Michel Foucault se quedaría bien sorprendido. Desde espacios muy diversos se observa una decidida y consciente voluntad por situar la sexualidad en un lugar cada vez más central de nuestra identidad y de nuestras vidas. No es fácil leer un diario, ver la televisión o escuchar la radio sin recibir mensajes sobre cómo debemos vivir nuestra vida sexual. El sexo se ha convertido en un lugar común tanto en la cultura popular como en la académica, de la mano de la teoría queer.

Ante esta omnipresencia de la sexualidad la pregunta sobre el género de la sexualidad cobra especial relevancia. La sexualidad está megagenerizada. Esta idea forma parte de la tradición feminista, pero si algo se trata de obviar hoy día, en los nuevos discursos que pugnan por redefinir la sexualidad, es precisamente esto, el hecho de que la sexualidad tiene género. Es la herencia del planteamiento de Gayle Rubin. Voy a poner un ejemplo de partida, el de la prostitución. El modelo del discurso mercantilista y desgenerizado. Tanto el poderoso negocio del sexo, como voces de prestigiosas profesoras universitarias, como grupos “transgresores y subversivos” coinciden en la machacona idea de hablar de “trabajador@s sexuales” o de definir la prostitución como el intercambio entre “dinero y servicios sexuales”. En ambos casos se invisibiliza el género: el hecho de que son mujeres las prostituídas, y, sobre todo, que son hombres los que pagan. Esta abstracción, alguien paga, alguien recibe, supone un retroceso a los viejos tiempos pre feministas. En que los sujetos eran entes abstractos y descontextualizados, “hongos hobbesianos” en palabras de Celia Amorós. Por eso hoy es imprescindible el análisis de género de la sexualidad.

Pornografía en la red

La pornografía está hoy omnipresente en la vida cotidiana a través de internet. Un problema con la pornografía es que carece de límites, a libre disposición de cualquier usuario de la red. También que la pornografía, en su abrumadora mayoría, es absolutamente machista y sitúa a las mujeres como “guarras” o tontas perdidas tendidas por ahí, con poca ropa y esperando “un cipotazo”, en la línea en que ya lo hiciera Henry Miller en sus “liberadoras” novelas. Novelas que son un canto al rey de los cipotazos o cómo un día sin conseguir un polvo gratis de alguna, la que sea, es una pérdida de tiempo. Uno de los resultados es que hoy, que no se leen tantas novelas, con el poder amplificador de internet, los chicos y los hombres están recibiendo el mensaje de que las mujeres son objetos sexuales a su alcance.

El pensamiento crítico tiene que retornar al área de la sexualidad más allá del mandato de “celebrar las diversidades” y acatar la idea, un tanto simplona y poco elaborada, de que “el sexo es bueno”. La crítica es siempre necesaria, más lo será en un terreno en que el sexismo y el dinero campan a sus anchas. Pero el problema real es el de la imposición de la pornografía como sexualidad normativa y hegemónica. Las jóvenes no están encontrando argumentos con los que oponerse a este modelo de sexualidad, que, como ha señalado Walter, es el de la prostitución: desprovisto de elección, de reciprocidad y de emociones (Walter, 2010). Ni siquiera la atracción sexual cuenta como componente. El mandato normativo no es ya desvincular amor de sexualidad, es desvincular la sexualidad de la misma atracción sexual particularizada.

Cuando se aborda el tema de la pornografía, la conversación suele derivar, casi siempre, al tema de la voluntariedad y el consentimiento. Se argumenta que son muchas las jóvenes que ponen sus fotos desnudas de forma voluntaria en la red. También que son muchas las cantantes que cantan semidesnudas, las actrices que sacan beneficios de posar desnudas. Se interpreta casi como una ventaja que favorece injustamente a las mujeres. Es decir, se interpreta como una ventaja el que las jóvenes puedan mercantilizar y sacar provecho de su cuerpo.

Prostitución en la realidad

El camino que sigue la prostitución en nuestras sociedades es similar al de la pornografía. Un camino de intromisión en la vida cotidiana, de normalización y legalización. Hace años, y a raíz de la revolución sexual iniciada en los sesenta – las nuevas libertades sexuales, que van desde el progresivo descenso de la edad de comienzo de las relaciones sexuales hasta la aparición de secciones fijas de consejos y recomendaciones sobre prácticas sexuales en los blogs de todos los periódicos- lo esperable era la práctica desaparición de la prostitución. Y, sin embargo, con la globalización el tráfico de chicas y mujeres se ha convertido en un gran negocio internacional de las mafias, junto con el tráfico de armas y el tráfico de drogas. Hoy en día perviven y se han radicalizado las dos posturas enfrentadas en este tema en las “guerras del sexo” de los ochenta.

Por un lado y desde una postura cercana tanto a lo queer como al neoliberalismo, se argumenta desde la tesis de que la prostitución es un trabajo más, que todo, y por supuesto el cuerpo, debe entrar en el mercado capitalista donde se intercambian servicios por dinero y que hay mujeres que optan libremente por esta actividad y por tanto hay que regularla. Por otro lado está la postura abolicionista. Desde esta posición la prostitución no es comparable a ningún otro trabajo, por eso, entre otras cosas no es ni puede ser estudiado como profesión en los centros públicos de enseñanza. Esta postura plantea con radicalidad la investigación de lo que realmente subyace a la prostitución de las mujeres y como ideal último la desaparición de la misma. También se defiende que la sexualización de las mujeres y su comercialización es hoy, en los tiempos de la igualdad formal, uno de los mecanismos fundamentales de reproducción de la desigualdad sexual (de Miguel, 2015).

a práctica de la prostitución refuerza la concepción de las chicas/mujeres como cuerpos y trozos de cuerpos de los que es normal disponer y de los que no importa preguntarse cómo ni por qué están ahí. El hecho de que los varones busquen y encuentren placer sexual de personas que obviamente no les desean en absoluto es, sin duda, una importante materia de reflexión sobre el abismo que se abre bajo la aparente igualdad y reciprocidad en las expectativas y vivencias sobre la sexualidad. Esta despersonalización de seres humanos, a veces muy jóvenes y en su mayoría inmigrantes de todas las etnias y países empobrecidos supone, aparte de la inmoralidad que pueda significar, la reproducción activa de las identidades más arcaicas y conservadoras del patriarcado: por un lado están las mujeres madres y esposas, hijas y amigas, y por otro las putas, las mujeres que al no ser de ninguno pueden ser de todos, las célebres “mujeres públicas”.

Sin embargo, desde el mundo de la creación –películas, series, video clips- se está machacando con el tema de “las chicas alegres” y modernas” y lo normal de la prostitución como un mandato que hay que aceptar: es normal y deseable buscar placer en la necesidad y falta de deseo ajenas. Realmente las generaciones más jóvenes, que son llamadas a la transgresión por la publicidad y los medios viven muy mal el insulto de “puritana, frígida, reprimida”. Están desarmadas teóricamente para interpretar como parte del sistema de dominación patriarcal un comportamiento que bajo la apariencia de posmodernidad remite a las más rancias y antiguas imposiciones patriarcales. A lo que se llama el oficio más viejo del mundo. Sin embargo, hoy la diferencia ya no está entre chicas buenas y chicas malas, está entre chicas que pueden controlar el acceso a sus cuerpos y las que no van a poder hacerlo. La prostitución de las segundas se legitima, en general, con la frivolidad de las primeras. La película de Pretty Woman idealiza y glamouriza la prostitución y refuerza la idea de que es un trabajo libre y maravilloso. Las prostitutas reales, a la vista está, aguantan en las carreteras, en los polígonos y las habitaciones de los burdeles. Y ni les sube al coche Richard Gere, ni les llevan de compras, precisamente.

El problema, volviendo al debate teórico, reside en que en el “post feminismo” y el enfoque queer, el concepto de libre elección o consentimiento se ha convertido en el tema central de las argumentaciones, y a menudo el punto final de las mismas. Ella lo ha elegido, no hay problema. Sin embargo, es posible argumentar, como ya hiciera en su día Simone De Beauvoir, que ningún sistema de dominación se mantiene sin la complicidad de los sometidos. Cuando las feministas de los sesenta boicoteaban la elección de Miss America, hacían patente la mercantilización de los cuerpos de las mujeres que desfilaban en bañador mostrando la mercancía. Y claro que las rebeldes de la época sabían que las candidatas a Miss se presentaban voluntariamente. Lo que no se le ocurría a nadie, menos a las feministas, era mantener que el concurso, “empoderaba a las mujeres”. Pues esto es, exactamente, lo que hace hoy día una parte del feminismo con la pornografía y la prostitución. Mantener que como hay dinero por medio, empodera a las mujeres. Algunas artistas que ganan mucho dinero por desnudarse o contar su vida sexual desempeñan un papel importante para legitimar esta nueva normativa sexual. Pero algo tiene que estar claro: que una mujer gane dinero con lo que hace, sea una mujer heterosexual, lesbiana o transexual, no hace de ello un acto ni subversivo ni feminista. Haya o no haya sexo por el medio.

El capital erótico o la versión fina de “vende tu cuerpo o al menos utilízalo”

En los últimos tiempos no dejan de aparecer enfoques teóricos revestidos de “neutralidad científica” que sostienen que las mujeres cuentan con grandes posibilidades de ascenso y promoción gracias a lo que se puede denominar su “capital erótico”, antes cuerpo. El libro de Catherine Hakim, Capital erótico, el poder de fascinar a los demás, es uno de estos casos. La tesis de Hakim es sencilla, el capital erótico puede y debe ser utilizado por las mujeres como ascensor social y como recurso de intercambio monetario, ya sea en el matrimonio o en la prostitución. El uso de tal recurso es legítimo en una sociedad donde las mujeres gozan de más capital erótico que los varones y donde éstos desean obtener favores sexuales que a las mujeres les interesarían mucho menos.

Lo que hay que enfatizar, como tan certeramente ha señalado Isabel Menéndez, no es que una señora escriba este ensayo, sino la enorme atención mediática que suscita. ¿Es algo casual que mientras el discurso del feminismo humanista y universalista apenas logra salir de los círculos minoritarios, las publicaciones que pregonan el determinismo biológico y su aceptación tipo hombres de Marte mujeres de Venus se vocean en todos los medios de masas? En palabras de Menéndez lo que interesa a los medios es convertirse en altavoces de “posiciones que, bajo un lenguaje pseudofeminista, no son sino una vuelta de tuerca al pensamiento patriarcal” (Menéndez, 2015). La sociedad apoya con tanto fervor la libertad de las mujeres para venderse que no hay más remedio que aplicar la clásica hermenéútica de la sospecha y el cui bono.

El discurso de Hakim no es nuevo, ni mucho menos. Lo que ha sido novedoso en el caso de Hakim son dos cosas: por un lado la campaña de marketing que ha rodeado y publicitado su libro, y por otro lado, que no pretende quedarse en el plano analítico y descriptivo, explicar cómo funciona de hecho la sociedad, sino que normativiza cómo deben comportarse las mujeres. Y esta es la parte “provocativa” que tanto gusta a los medios y que tanto vende “en el mercado”. También porque ella misma luce su propio capital erótico para vender más y mejor, pero no a ella misma, su cuerpo, sino su libro.

Por otro lado, cabe preguntarse en qué difiere el planteamiento normativo de Hakim, que viene a decir “sácate partido hija, no seas ñoña” de los viejos consejos de las madres en el pasado: “Hija, tú ponte guapa y enseña un poco, pero lo justo”, “y sobre todo hazte un poco la tonta, que a los hombres no les gustan las listillas”, “tú halágale, dile lo listo que es, lo fuerte que es, lo bien que lo hace todo”. Teoría del capital erótico en estado puro.

¿Qué está hoy en juego? La cuestión importante que está en juego es el enfrentamiento entre una concepción neoliberal del ser humano como cuerpo y mercancía en que todo vale si hay dinero y “consentimiento” por el medio y una concepción humanista y un análisis radical y estructural de la sociedad. Una concepción en que no se estudian las decisiones de las personas como decisiones aisladas y donde se considera que las estructuras normativa y coactivas determinan a favor del sistema de dominación las elecciones de los individuos. Un sistema donde el consentimiento y el dinero se limitan a hacer aceptable lo inaceptable.

Neoliberalismo sexual y neoliberalismo económico

En la actualidad, diferentes autoras están coincidiendo en diagnosticar una nueva ola de reacción contra los avances de las mujeres. Y ya sabemos por la historia que siempre que ha habido avances sustantivos en la situación de las mujeres han venido seguidos de una oleada de teorías y publicaciones reaccionarias. De una nueva “mística de la feminidad y la masculinidad”. Si la filósofa ecofeminista Alicia Puleo escribe sobre una “contrarreforma patriarcal”, Alicia Miyares lo hace de “la revancha del patriarcado”. La teología feminista con autores como Margarita Pintos o Juan José Tamayo denuncian el doble rasero patriarcal de los fundamentalismos religiosos.

Una de las maneras de entender esta reacción es analizar la proliferación de los discursos neomachistas en la red. Estos discursos adoptan diversas formas como la minimización de la violencia de género o la acusación de que el feminismo quiere dar la vuelta a la tortilla y quienes ahora necesitan protección son los hombres. En el contexto de este texto, en que analizamos la expansión del mercado, el discurso neomachista y post feminista se articula de la siguiente forma: por un lado se mantiene que las mujeres ya son libres e iguales, por otro, que en consecuencia ya son libres para venderse.

Según este planteamiento individualista se invita a pensar, a veces con cierta agresividad, que cualquier decisión que toma una mujer es, por el hecho de que la haya tomado una mujer, una decisión feminista. Por el mero hecho de que ella “libremente” haya decidido. El feminismo se convierte en una teoría política que coincide enormemente con las preferencias individuales y el neoliberalismo más posmoderno. Y nada que ver con el liberalismo clásico que si tenía que ver con los contextos en que se realizaban las acciones. Lo definitivo es que en este “yo decido” y “quién eres tú para cuestionar mi acción”, el contexto social y económico, de género y clase que condiciona las decisiones ha desaparecido.

Que una mujer decide prostituirse: bendita libertad. Que decide dejar de trabajar en el mercado asalariado cuando tiene su primer hijo: bendita libertad. Que decide someterse a una operación para implantarse unos pechos de silicona o para recomponerse sus labios mayores y menores en sus partes sexuales: bendita libertad. Salir medio desnuda en las campanadas de noche vieja con un señor vestido al lado: bendita libertad. Y por si no estuviera bien claro, ya son ellas mismas quienes se encargan de pregonarlo en las redes sociales: “nunca me he sentido tan absolutamente libre (que como cuando he cobrado por mercantilizar mi cuerpo”.

La imposición neoliberal del mito de la libre elección no se puede combatir fácilmente por medio de eslóganes. Para comprender cómo funciona el sistema de poder y desigualdad en que estamos inmersos hay que sentarse a reflexionar. Seguramente leer, estudiar, desarrollar la capacidad de analizar estructuras. Y desarrollar también la empatía y un punto de vista moral. Interesarse por algo más que el propio ombligo o si a ti personalmente te va bien.

Sexo y mercado están deviniendo más compañeros que nunca. Y por el camino se convierten en el modelo para legitimar cualquier uso del cuerpo si hay dinero por el medio. El eslogan que circula por la red “mi cuerpo es mío, sí a la prostitución, si al aborto, sí a los vientres de alquiler” es una buena muestra de ello. En esta ceremonia de la confusión que son a menudo los mensajes de las redes se mezclan los derechos humanos con los temas de mercado, de lo que se puede comprar y vender. Es decir, la idea del ser humano como un ser entre otros pero con un proyecto único que le hace sujeto de derechos frente a una visión del ser humano como propietario de una mercancía, su cuerpo, de la que puede y debe disponer en una sociedad de mercaderes. Legitimar la venta de cuerpos como productos en sí mismos significa el fin de cualquier barrera al poder económico y patriarcal. Poderes que no ven ni quieren ver más allá de sus deseos.

Bibliografía:

Amorós, Celia (1985) Hacia una crítica de la razón patriarcal, Barcelona, Anthropos.

Burch León, Verónica “Más allá del cuerpo, el feminismo como proyecto emancipador” en http://www.mujeresenred.net/spip.php?article2202

Carrasco, Cristina, Cristina Borderías y Teresa Torns (eds.) (2011) El trabajo de cuidados. Historia, teoría y políticas, Madrid, Catarata.

de Miguel, Ana (2015) Neoliberalismo Sexual, el mito de la libre elección, Madrid, Cátedra.

de Miguel, Ana y Laura Favaro (2016) ““¿Pornografía feminista, pornografía antirracista, pornografía antiglobalización? Para una crítica del proceso de pornificación”, Labrys, Revista de Estudos Feminisaes, nº 29

Femenías, Maria Luisa (1996) Inferioridad y Exclusión. Un modelo para desarmar, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano.

Gálvez Muñoz, Lina, Rodríguez Modroño, Paula, y Torres López, Juan (2016) The Feminist Economics of Austerity. Against Austericide, London, Routledge (en prensa).

Guerra, María José (2016) “La mercantilización de los cuerpos de las mujeres, La gestación subrogada como nuevo negocio transnacional”, en Feminicidio.net 23/02/2016

http://www.feminicidio.net/articulo/la-mercantilizaci%C3%B3n-del-cuerpo-las-mujeres-la-gestaci%C3%B3n-subrogada-nuevo-negocio

Hakim, Catherim (2012) Capital erótico, el poder de fascinar a los demás, Madrid, Debate, 2012

Lévi Strauss, Claude (1985) Las estructuras elementales del parentesco, Barcelona, Planeta-Agostini (1ª ed. 1949).

Menéndez Menéndez, Isabel (2014) “Alianzas conceptuales entre patriarcado y post feminismo: A propósito del capital erótico”, en Clepsydra, Revista de estudios de género y teoría feminista, nº 13.

Miyares, Alicia (2015) “La revancha del patriarcado” en Rosa Mª Rodriguez Magda (ed.) Sin género de Dudas. Logros y desafíos del feminismo hoy, Madrid, Biblioteca Nueva.

Murillo, Soledad (1996) El mito de la vida privada. De la entrega al tiempo propio, Madrid, Siglo XXI.

Laura Nuño (2009) El mito del varón sustentador, Barcelona, Icaria.

Amaia Orozco (2014) Subversión feminista de la economía, Madrid, Traficantes de sueños,

Puleo, Alicia (2011) Ecofeminsmos para un mundo global, Madrid, Cátedra

Sandel, Michael J (2013) Lo que el dinero no puede comprar, Debate.

Sassen, Saskia (2003), Contrageografías de la globalización. Género y ciudadanía en los circuitos transfronterizos, Madrid, Traficantes de sueños.

Valcárcel, Amelia (2019) Ahora Feminismo. Cátedra y Sexo y Filosofía (1991) Anthropos.

Walter, Natasha (2010) Muñecas vivientes. El retorno del sexismo, Turner.

El 3 de sept inicia online el 40 Congreso de Teología

«La economía de la exclusión y de la iniquidad mata»: el Papa Francisco y la Teología de la Liberación 

Del 3 al 5 de septiembre celebramos on line el 40 Congreso de Teología, convocado por la Asociación Española de Teólogas y Teólogos Juan XXIII, sobre “El neoliberalismo mata. No se puede servir a Dios y al dinero” 

Por primera vez el título está inspirado en el texto de un Papa, en este caso en la contundente afirmación del Papa Francisco en la Exhortación Apostólica La alegría del Evangelio 

01.09.2021 Juan José Tamayo 

Del 3 al 5 de septiembre celebramos on line el 40 Congreso de Teología, convocado por la Asociación Española de Teólogas y Teólogos Juan XXIII, sobre “El neoliberalismo mata. No se puede servir a Dios y al dinero”.  Por primera vez el título está inspirado en el texto de un Papa, en este caso en la contundente afirmación del Papa Francisco en la Exhortación Apostólica La alegría del Evangelio, de 2013: “Así como el mandamiento de ‘no matar’ pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir ‘no a una economía de la exclusión y de la inequidad’. Esa economía mata (subrayado mío). 

Es esta afirmación la que da pie a la presente reflexión sobre el Papa Francisco y la Teología de la Liberación (TL). 

Desde su elección se está produciendo un cambio de paradigma en la Iglesia católica, que implica también un cambio de actitud ante la TL: del anatema de los pontificados anteriores al diálogo del actual, del silenciamiento a la escucha, del ocultamiento a la visibilidad, del alejamiento a la proximidad. Varios han sido los gestos de acercamiento. Poco después de ser elegido papa, Francisco recibió a Gustavo Gutiérrez en audiencia privada. L’ Osservattore Romano publicó un artículo suyo muy crítico con el neoliberalismo. 

El teólogo peruano intervino como orador principal en la presentación del libro Pobre para los pobres. La misión de la Iglesia, escrito en coautoría con el cardenal Gerhard Muller y prologado por el papa Francisco,junto con Müller, el cardenal hondureño Oscar Rodríguez Maradiaga y el entonces portavoz del Vaticano Federico Lombardi. Otro gesto de acercamiento de Francisco al cristianismo liberador en América Latina fue el levantamiento de la suspensión a divinis que pesaba sobre el religioso de Maryknoll Miguel d´ Escoto desde que fuera ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno sandinista de Nicaragua presidido por Daniel Ortega en la década de los 80 del siglo pasado. Unos años después levantó al poeta y sacerdote nicaragüense Ernesto Cardenal la suspensión a divinis que le había impuesto Juan Pablo II, tras la humillación de que fue objeto en el aeropuerto de Managua en 1983. 

La crítica del papa al capitalismo, su teología del bien común y de la solidaridad y su propuesta de “Iglesia pobre y de los pobres” van en la dirección, o mejor, se inspiran en la TL. Más aún, creo que sus documentos constituyen un ejercicio práctico de TL. Un ejemplo es la citada Exhortación Apostólica La alegría del Evangelio (Francisco, 2013), que hace la más severa crítica papal contra el neoliberalismo, en continuidad con las tradiciones anti-idolátricas de ayer y de hoy: de ayer, los profetas de Israel, Jesús de Nazaret y los movimientos proféticos y utópicos medievales; de hoy, los Foros Sociales Mundiales, los movimientos alter-globalizadores y los Indignados, sin espiritualismos, ni trascendentalismos, ni evasiones de la realidad. Estamos ante un texto revolucionariamente inusual en la doctrina social de la Iglesia. 

            La metodología que utiliza es la de la TL: análisis de la realidad, desafíos, reflexión teológica desde una hermenéutica liberadora de los textos bíblicos, juicio ético e invitación a la praxis. 

 Análisis de la realidad 

El análisis que hace de la realidad no es ingenuo, ni idealista, sino dialéctico. Constata la negatividad de la historia, pero también las potencialidades del ser humano por revertir la realidad injusta. Denuncia “la globalización de la indiferencia” que nos vuelve “incapaces de compadecernos ante los clamores de los otros” y de llorar “ante el drama de los demás”; la “anestesia de la cultura del bienestar” y la consideración de los excluidos por parte de los mercados como “desechos” y población sobrante. “La mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo –afirma- vive precariamente el día a día, con consecuencias funestas” (n. 32). 

            Interpreta la crisis como resultado de un capitalismo salvaje dominado por la lógica del beneficio a cualquier precio y pronuncia cuatronoes, que deberían hacer templar al sistema: “no a una economía de la exclusión y la inequidad”; “no a la nueva idolatría del dinero”; “no a un dinero que gobierna en lugar de servir: “no a la inequidad que genera violencia”. 

Economía de la exclusión y de inequidad (nn. 53-54). Dicha economía considera al ser humano como bien de consumo, de usar y tirar, y da lugar a la cultura del “descarte”, hasta el punto de que cada vez más personas y grupos humanos son excluidos, expulsados de la sociedad. La consecuencia es que “grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida”. Y una consecuencia peor: la economía de la exclusión y la inequidad “mata”. 

Nueva idolatría del dinero (nn. 55-56). El dinero predomina sobre nosotros y nuestras sociedades con la consiguiente negación de la primacía del ser humano. Lo que demuestra que estamos ante una profunda crisis antropológica y ante una nueva idolatría, que se manifiesta en el fetichismo del dinero y la dictadura de la economía sin rostro ni objetivo humano, que lleva al crecimiento exponencial de las ganancias de unos pocos y a la exclusión de la mayoría del bienestar. Todo queda sometido a “los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta” (n. 56) 

            En la base de ese desequilibrio intervienen los siguientes factores: la consideración del ser humano como ser consumista; la ideología que defiende la autonomía absoluta de los mercados (dictadura económica); la especulación financiera y la imposición de una tiranía invisible que impone sus reglas implacablemente. (n. 56). El resultado es una deuda y unos intereses que anula el poder adquisitivo de la ciudadanía, la evasión fiscal y la corrupción ramificada. 

El dinero no sirve, sino que gobierna el mundo(nn. 57-58). En la base está el rechazo de la ética y de Dios, afirma Francisco. El mercado considera la ética algo contraproducente, ya que relativiza el poder y el dinero, y constituye una amenaza, ya que condena la manipulación y la degradación de la persona. La ética, recuerda Francisco, lleva a compartir: “no compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos” (Juan Crisóstomo). La Exhortación pastoral llama a que la economía y las finanzas se rijan por una ética en favor del ser humano”. “¡El dinero debe servir y no gobernar!” (n. 58). La idolatría del dinero excluye del horizonte económico a Dios, tenido por peligroso porque es inmanipulable e incontrolable por el mercado. Eso explica su rechazo.  

La inequidad genera violencia (nn. 59-60). Suele acusarse a los pueblos pobres de ser los causantes de la violencia, cuando en realidad es la inequidad la que está en la raíz de la violencia y el sistema que es un injusto en su raíz. La injusticia, que es el mal consentido, se expande dañinamente y socava las bases de todo sistema político y social. El mal enquistado en las estructuras tiene un fuerte potencial de muerte y disolución (n. 59). Critica la teoría del fin de la historia del ideólogo norteamericano del capitalismo, Francisc Fukuyama, ya que, a el juicio de Francisco, estamos muy lejos de las condiciones de un desarrollo sostenible y en paz. 

Nuevas formas de pobreza y de vulnerabilidades humanas (nn. 210 ss). Francisco se refiere a las personas sin techo, tóxicodependientes, refugiados, pueblos indígenas, migrantes, trata de personas, mujeres doblemente pobres, niños por nacer, los más indefensos e inocentes, la creación entera (n. 213). 

Desafíos 

            Los principales desafíos a los que nos enfrentamos son (nn. 63-67): la cultura de la apariencia, de lo superficial, de lo provisional; el deterioro de las raíces culturales y la falta de respeto de la fisonomía cultural de los pueblos del Sur por mor de una globalización culturalmente uniformadora impuesta por el Norte; la proliferación de los nuevos movimientos religiosos, algunos con tendencia al fundamentalismo; la  reducción de la Iglesia al ámbito privado; la superficialidad en el planteamiento de las cuestiones morales; la profunda crisis cultural de la familia; el individualismo posmoderno y globalizado, que afecta a todas las culturas y cosmovisiones, debilita los vínculos sociales y desnaturaliza los vínculos familiares. La alternativa es una educación crítica y en valores

Francisco se refiere también a los desafíos de la inculturación de la fe (nn. 68-80), en  cuya respuesta sigue la hoy superada teoría de las “semillas del Verbo” y propone la necesidad de evangelizar las culturas para inculturar el Evangelio y purificar y madurar las culturas y los grupos sociales (n. 69); fomentar y acompañar la riqueza existente en los pueblos de tradición católica; procurar nuevos procesos de evangelización de la cultura en los pueblos de otras tradiciones religiosas o secularizados; sanar ciertas debilidades de las culturas populares de pueblos católicos: alcoholismo, machismo, violencia doméstica, creencias fatalistas y supersticiosas con recurso a la brujería, cuyo mejor punto de partida para su sanación es la piedad popular. 

            La parte dedicada a la inculturación de la fe es, a mi  juicio, la más débil y discutible porque responde a una concepción cristiano-céntrica de la fe, que es corregida, en buena medida, por el planteamiento más inter-cultural e interreligioso que hace en otros apartados de la Exhortación pastoral ( nn. 115, 131,  250-254). 

Reflexión teológica y juicio ético 

            La reflexión teológica está muy en sintonía con la TL y se articula en torno a la opción por los pobres (198 ss), que es una categoría teológica antes que sociológica, cultural filosófica o política, y de la que ofrece una sólida fundamentación bíblica, basada en el Éxodo, los Profetas y Jesús de Nazaret. Existe un vínculo inseparable entre la fe y los pobres, a quienes nunca podemos dejar solos,  la confesión de la fe y el compromiso social, la evangelización y la promoción integral. La consecuencia de dicho vínculo es el compromiso de los cristianos en la construcción de un mundo mejor. Esto exige no relegar la religión al ámbito privado, sin influencia social, sino activar las dimensiones liberadoras en el espacio público y en todas las esferas de la existencia humana, sin caer en la confesionalización de la realidad. 

El juicio ético de Francisco es contundente: “el sistema social y económico es injusto en su raíz” (n. 59); la crisis es el resultado de un capitalismo salvaje dominado por la lógica del beneficio a cualquier precio; “la iniquidad es raíz de los males sociales” (n. 202) y genera violencia. 

            La Exhortación coloca en el centro de su mensaje las palabras que molestan al sistema neoliberal: ética, solidaridad mundial, distribución de bienes, preservación de las fuentes del trabajo, dignidad de los débiles, Dios que exige un compromiso con la justicia (nn. 188-190, 203). La dignidad de la persona y el bien común son los criterios que  deben estructurar la vida económica. Especial importancia concede a la palabra “solidaridad” que corre el riesgo de ser eliminada del diccionario y que, para los mercados, es “una palabra incómoda, casi una palabrota”. Para Francisco, la solidaridad: 

– “Es mucho más que algunos actos esporádicos de generosidad”. 

            – “Supone crear una nueva mentalidad que piense en términos de comunidad, de prioridad de la vida de todos sobre la apropiación de los bienes por parte de algunos” (n. 188). 

            – Es “una reacción espontánea de quien reconoce la función social de la propiedad y el destino universal de los bienes como realidades anteriores a la propiedad privada”. La única justificación de la propiedad privada de los bienes es cuidarlos y acrecentarlos para un servicio mejor al bien común (n. 189). 

            – Es la decisión de devolver a los pobres lo que les pertenece. 

            Francisco critica la utilización de los derechos humanos como justificación para la defensa exacerbada de los derechos individuales o, peor todavía, de los derechos de los pueblos más ricos. 

2.4. Propuestas 

            La respuesta al problema de la pobreza en el mundo exige como condiciones necesarias: 

-entender y aplicar la economía como “el arte de alcanzar una adecuada administración de la casa común, que es el mundo entero” (n. 206). 

            – interacción y actuación coordinada de todos los gobiernos en favor del bien común. Cada vez son más difíciles las soluciones locales porque las contradicciones son globales. 

            -No confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado. 

            -Atacar las causas estructurales de la inequidad. 

            – Renunciar a la autonomía absoluta de los mercados

  – Crecimiento en equidad, que no se reduce al crecimiento económico, sino que  requiere decisiones, programas, mecanismos y procesos específicamente orientados a una mejor distribución del ingreso, creación de fuentes de trabajo y promoción integral de los pobres”, que vaya más allá del asistencialismo. 

La Exhortación fundamenta las anteriores propuestas en una serie de principios para para construir un mundo en paz, justicia y fraternidad (221 ss): 

  1. a) Superioridad del tiempo sobre el espacio: trabajar a largo plazo, privilegiar los tiempos de los procesos sobre los espacios de poder, tener convicciones claras y tenacidad, frente a la ansiedad. 
  1. b) Prevalencia de la unidad sobre el conflicto: no esquivar el conflicto, sino asumirlo, sin instalarse en él; resolverlo y transformarlo en eslabón de un nuevo proceso; superar el conflicto en una nueva síntesis; trabajo por la paz; pacto cultural, que consiste en armonizar las diversidades, hasta dar con una diversidad reconciliada 
  1. c) Conceder mayor importancia a la realidad que a la idea: no disociación, sino diálogo constante entre la realidad y la idea; la realidad debe estar iluminada por la razón. 
  1. d) Superioridad del todo sobre la parte. 
  1. e) Compaginar lo global y lo local: glocalización 

.           f) Trabajar en lo cercano, pero con una perspectiva más amplia. El modelo a tener presente es el poliedro, figura geométrica en la que confluyen todas las parcialidades. 

            Los peligros a evitar son los siguientes: el ocultamiento de la realidad, los purismos angelicales, la absolutización de lo relativo, el nominalismo declarativo, el intelectualismo; el universalismo abstracto y globalizante y el folklorismo de ermitaños localistas. 

El texto es una reelaboración del capítulo que dedico a la teología de la liberación en mi libro Teologías del Sur. El giro descolonizador (Trotta, 2021, 2ª ed,) 

40 Congreso de Teología

40 CONGRESO DE TEOLOGÍA: EL NEOLIBERALISMO MATA.

“NO PODÉIS SERVIR A DIOS Y AL DINERO”, 3-5 de septiembre de 202

Celebramos este año el 40 Congreso de Teología, tras un largo recorrido que iniciamos en 1981 y que solo hemos interrumpido el año pasado por mor de la pandemia, que ya ha costado casi tres millones y medio de personas muertas y cerca de ciento cincuenta millones de personas contagiadas, Para todas ellas nuestro recuerdo.

El tema del Congreso de este año, que celebraremos on line es “El neoliberalismo mata. No podéis servir a Dios y al dinero”. La primera parte del título está tomada de una afirmación del Papa Francisco, uno de los más severos críticos de este sistema económico de dominación, que ha calificado el neoliberalismo de injusto en su raíz. La segunda son palabras de Jesús de Nazaret, quien declara la incompatibilidad entre Dios y el dinero con total contundencia: “Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y al otro no le hará caso. No podéis servir a Dios y al dinero” (Mateo 6,24). Seguir leyendo