Francisco, el Papa ‘Fratelli tutti’:

las 10 preguntas definitivas de su encíclica para cambiar el mundo

A lo largo del documento sobre la fraternidad universal, interpela al lector hasta 41 veces sobre su capacidad para tomar partido en la transformación del mundo

En este décimo aniversario de su pontificado, recordemos las claves del texto

A través de ‘Fratelli Tutti’, el Papa busca el posicionamiento de quien la tiene entre sus manos para que se deje cuestionar por cada uno de los temas que plantea en relación a la fraternidad universal y la amistad social.

Con este recursos pedagógico, Jorge Mario Bergoglio recopila hasta 41 preguntas a lo largo del texto que van más allá de un mero examen de conciencia para los hombres y mujeres “de buena voluntad” del siglo XXI y que tampoco se presentan como un mero cuestionario a modo de encuesta. Vida Nueva recoge 10 de ellas con motivo del décimo aniversario de su pontificado.

1. ¿Ignorar la historia?

Al comenzar su análisis de la realidad en ‘Fratelli tutti’, Francisco advierte de caer en “una especie de ‘destruccionismo’ donde la libertad humana pretende construirlo todo desde cero”. Desde ahí, comparte una de las preguntas que ya lanzó a los jóvenes en la exhortación ‘Christus vivit’: “Si una persona les hace una propuesta y les dice que ignoren la historia, que no recojan la experiencia de los mayores, que desprecien todo lo pasado y que sólo miren el futuro que ella les ofrece, ¿no es una forma fácil de atraparlos con su propuesta para que solamente hagan lo que ella les dice?”

2. ¿Qué significa hoy la democracia?

En esta misma línea, el Papa expone que “un modo eficaz de licuar la conciencia histórica, el pensamiento crítico, la lucha por la justicia y los caminos de integración es vaciar de sentido o manipular las grandes palabras”. Desde ahí, se lanza: “¿Qué significan hoy algunas expresiones como democracia, libertad, justicia, unidad? Han sido manoseadas y desfiguradas para utilizarlas como instrumento de dominación, como títulos vacíos de contenido que pueden servir para justificar cualquier acción”.

3. ¿Es posible reconocer al vecino?

Bergoglio se muestra preocupado porque “un mundo unido y más justo sufre un nuevo y drástico retroceso”.  “En esta pugna de intereses que nos enfrenta a todos contra todos, donde vencer pasa a ser sinónimo de destruir, ¿cómo es posible levantar la cabeza para reconocer al vecino o para ponerse al lado del que está caído en el camino?”, escribe.

4. ¿Igualdad de derechos?

El Papa cuestiona si la proclamación de los derechos humanos hace 70 años se ha traducido en que la dignidad de todos los seres humanos sea protegida. “En el mundo de hoy persisten numerosas formas de injusticia, nutridas por visiones antropológicas reductivas y por un modelo económico basado en las ganancias, que no duda en explotar, descartar e incluso matar al hombre. Mientras una parte de la humanidad vive en opulencia, otra parte ve su propia dignidad desconocida, despreciada o pisoteada y sus derechos fundamentales ignorados o violados”, argumenta. En este punto, se pregunta: “¿Qué dice esto acerca de la igualdad de derechos fundada en la misma dignidad humana?”.

5. ¿Los medios católicos hacen fraternidad?

Al abordar el papel de los medios de comunicación en el mundo de hoy, lamenta que “los fanatismos que llevan a destruir a otros son protagonizados también por personas religiosas, sin excluir a los cristianos, que pueden formar parte de redes de violencia verbal a través de internet y de los diversos foros o espacios de intercambio digital”.  A renglón seguido plantea: “¿Qué se aporta así a la fraternidad que el Padre común nos propone?”.

6. ¿Quién es mi prójimo?

Francisco reproduce parábola del Buen Samaritano, que sirve de hilo conductor para la encíclica. Asi, hace suyas las preguntas del pasaje de Lucas (Lc 10, 25-37):

“¿Quién es mi prójimo?”.

“Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?”

Jesús le preguntó a su vez: “Qué está escrito en la Ley?, ¿qué lees en ella?”.

El maestro de la Ley, queriendo justificarse, le volvió a preguntar: “¿Quién es mi prójimo?”.

“¿Cuál de estos tres te parece que se comportó como prójimo del hombre que cayó en manos de los ladrones?”

A partir de ahí, el Papa repasa cómo “la Biblia plantea el desafío de las relaciones entre nosotros”: “Caín destruye a su hermano Abel, y resuena la pregunta de Dios: ‘¿Dónde está tu hermano Abel?’ (Gn 4,9). La respuesta es la misma que frecuentemente damos nosotros: ‘¿Acaso yo soy guardián de mi hermano?’ (ibíd.). Al preguntar, Dios cuestiona todo tipo de determinismo o fatalismo que pretenda justificar la indiferencia como única respuesta posible”.

También busca confrontar al lector al detener en el libro de Job: “¿Acaso el que me formó en el vientre no lo formó también a él y nos modeló del mismo modo en la matriz?” (31,15).

7. ¿Nos inclinaremos para curar las heridas?

A partir de la parábola, Francisco divide la sociedad en dos tipos de personas: “las que se hacen cargo del dolor y las que pasan de largo”. Toca elegir. “En efecto, nuestras múltiples máscaras, nuestras etiquetas y nuestros disfraces se caen: es la hora de la verdad. ¿Nos inclinaremos para tocar y curar las heridas de los otros? ¿Nos inclinaremos para cargarnos al hombro unos a otros?”. A continuación, el Papa anima a posicionarse: “Este es el desafío presente, al que no hemos de tenerle miedo”.

8. ¿Qué puedo hacer yo?

Siguiendo con la parábola, Bergoglio denuncia que “hay una triste hipocresía cuando la impunidad del delito, del uso de las instituciones para el provecho personal o corporativo y otros males que no logramos desterrar, se unen a una permanente descalificación de todo, a la constante siembra de sospecha que hace cundir la desconfianza y la perplejidad”. Llega a afirmar que “el engaño del ‘todo está mal’ es respondido con un ‘nadie puede arreglarlo’, ‘¿qué puedo hacer yo?’”. Ante esta pregunta, el Papa advierte de caer en “el desencanto y la desesperanza” frente a la necesidad de llenarse de “un espíritu de solidaridad y generosidad”.

9. ¿Nos volvemos prójimos?

Francisco insiste de nuevo en el punto 81 en la pregunta clave que precede a la parábola del Buen Samaritano: “¿Quién es mi prójimo?”. Y lo hace para aclarar que Jesús “no nos invita a preguntarnos quiénes son los que están cerca de nosotros, sino a volvernos nosotros cercanos, prójimos”.

10. ¿Cómo reaccionar a quienes aíslan?

En la encíclica Francisco distingue el término prójimo de socio, esto es, de quienes responden desde la gratuidad a quienes buscan beneficios personales de toda acción, porque solo se miran a sí mismos y no al otro. Es ahí cuando plantea: “¿Qué reacción podría provocar hoy esa narración, en un mundo donde aparecen constantemente, y crecen, grupos sociales que se aferran a una identidad que los separa del resto? ¿Cómo puede conmover a quienes tienden a organizarse de tal manera que se impida toda presencia extraña que pueda perturbar esa identidad y esa organización autoprotectora y autorreferencial?”.

Francisco, el Papa del Concilio

Vida Nueva celebra estos diez años de Francisco: “Es el Papa del Concilio, y por eso es revolucionario”

Laboa, Carmena y García Magán reflexionan en el VII Encuentro VN sobre esta década bergogliana

El coloquio ha sido organizado por PPC y Vida Nueva junto al Banco Sabadell y el despacho Pérez-Llorca

El acto ha servido para presentar el libro ‘Historia de los papas’, escrito por el historiador de la Iglesia

PPC Editorial y Vida Nueva, en colaboración con el Banco Sabadell y el despacho de abogados Pérez-Llorca, han celebrado en la tarde de este jueves 2 de marzo el VII Encuentro Vida Nueva, bajo el título ‘Diez años con Francisco, ¿evolución o revolución?’.

El acto, que ha tenido lugar en la sede madrileña del bufete, ha llenado el aforo (120 asistentes, además de quienes lo han seguido a través de nuestro canal de Youtube) y ha servido para presentar el libro ‘Historia de los papas’, editado por PPC y cuyo autor es el sacerdote e historiador de la Iglesia Juan María Laboa. Además de este, han participado en el coloquio, moderado por José Beltrán, director de Vida Nueva, la jueza y ex alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, y el secretario general de la Conferencia Episcopal, Francisco César García Magán.

El primero en muchos sentidos

La reflexión sobre estos diez años de pontificado del papa Francisco, elegido el 13 de marzo de 2013, ha empezado preguntándose si Bergoglio, el papa número 266 en la historia de la Iglesia, será o no recordado de un modo especial. Desde luego, parece claro que el primer latinoamericano y jesuita de la Historia en calzarse las sandalias del Pescador no será uno de los llamados pontífices “de transición”… Y es que también ha sido el primero en elegir el nombre de Francisco, en honor al santo de Asís.

Desde su amplio conocimiento, Laboa ha reivindicado que “la Iglesia es la única institución que ha durado 2.000 años”, siendo la suya “una historia de continuidad, pecado y gracia”, asombrando cómo ha sabido mantener sus “ideales”.

Entre los sietes papas que él ha conocido, desde Pío XII, “todos han tenido una relación importante con España”, siendo la realidad que “los más importantes” han sido a veces “mal vistos” desde nuestro país.

De ellos, establece una clara relación entre “Juan XXIII, Pablo VI y Francisco”. Respecto al actual, “su gran novedad es que nos dice que es el momento de volver a Cristo y al Evangelio sin las florituras que a lo largos de los siglos hemos ido añadiendo”.

Como “no creyente”

Carmena, desde una posición de “no creyente”, pero como alguien con una amplia experiencia al servicio de los ciudadanos y que ha compartido varios momentos de encuentro con Bergoglio en el Vaticano, se reconoce fascinada por su figura. Hasta el punto de que “encontré en él una coincidencia que reforzó mi sentimiento de pertenencia a la familia humana”, por lo que le estoy “agradecidísima”.

Tras conocerle en un encuentro que el Papa organizó en Roma con alcaldes de todo el mundo para reflexionar sobre la prostitución, destaca que “nos caímos bien, iniciándose así una relación personal”. Lo que ha ilustrado con una anécdota personal: al regalarle en unas navidades un crisma navideño en el que aparecía Carlos III,  Bergoglio le respondió con sorna diciéndole que le tuviera “buena onda”, pues ese fue “el Rey que expulsó a los jesuitas de España”.

En este sentido, ha valorado de su magisterio su preocupación por la cuestión migratoria, siendo “nuestra inhumanidad” algo por lo que “nos juzgará la Historia”. Y, aquí, el Papa es “el único en condenar esto” con total claridad y desde su altura moral. Cuando ella promovía políticas en defensa de los refugiados y muchos la criticaban, ella “sentía que el suyo era mi principal respaldo”.

La buena política

Por ello, Carmena también ha valorado que Francisco sea un representante eclesial que no teme reconocer que trata de hacer “política”, en el sentido de promover el “bien común”, destacando que “en su última encíclica habla de la amabilidad”, algo que “considero necesario” en la función pública, reflejando “una autoridad empática”.

Así, cuando la llaman con desdén “buenista”, se mira en el espejo y se niega a ser “malista”, pues “la bondad es esencial para ejercer la buena política”.

Por su parte, García Magán ha señalado “las tres actitudes” que hemos podido ver en el pueblo de Dios en estos diez años de pontificado: “Sorpresa, admiración y escucha”. Tras la “sorpresa inicial” al ver cómo su elección “descentralizaba” la Iglesia al ser el primer papa latinoamericano, muchos dieron paso a “la admiración” por sus “iniciales gestos”, propios de “una Iglesia pobre y para los pobres”. Ahora, el reto es que canalice “una escucha” que “se abra a creyentes de otras religiones” y a quienes “buscan con un sentido trascendente en medio de situaciones dolorosas” como la guerra o la crisis de los refugiados.

Novedad desde la continuidad

Para el obispo auxiliar de Toledo, desde esta “novedad en el ser y en el hacer”, la comunidad cristiana entera se siente heredera “de 2.000 años de historia”, siendo hoy pastores y laicos unos “eslabones” que remarcan esa tradición. Algo que se refleja “en las diferencias” entre los papas de este siglo, cada uno con sus peculiaridades y, siempre, “desde esa continuidad en lo fundamental: la evangelización”.

¿Qué es para nosotros el Papa?”, se ha preguntado Laboa. Y se ha respondido que “es el primer obispo de Roma”, viniéndole su legitimidad, precisamente, de su condición de “primera piedra de la Iglesia”, teniendo la de Roma “mayor responsabilidad” que otras comunidades. Algo que es importante recordar, ya que “venimos de unos años de confusión”, pensando muchos que, viviendo Ratzinger, “había dos papas”.

Acabado este “equívoco”, pues es claro que, “cuando un papa dimite, deja de serlo”, ahora debe iniciarse una etapa en la que “cedan en su presión quienes, por interés, han opuesto un papa a otro”, generando una malsana “división”. Guste más o menos a unos y otros, “Francisco tiene toda la autoridad” y “no se puede ser cristiano de verdad sin respetar al sucesor de Pedro”.

Desconfianza hacia el progreso

Carmena, consciente de estas divisiones en el seno de la Iglesia, ha lamentado que “la guerra desata unas pasiones inconfesables”. Siendo la realidad que “la Iglesia ha sentido generalmente desconfianza hacia el progreso”, ha tenido su parte “positiva” al “preservar ciertos aspectos” que merecen la pena conservar.

Habiendo que “analizar este conservadurismo histórico de la Iglesia”, también es “incuestionable” que “los derechos humanos, que son la esencia del cristianismo, son la gran conquista de la sociedad”. “¿De dónde procede la empatía?”, se ha cuestionado. Y ha apuntado que el cristianismo no ha sido “ajeno” a esta revolución silenciosa.

García Magán ha apuntado que, “últimamente, las bulas con los nombramientos episcopales los firma el Papa en San Juan de Letrán y no en san Pedro, lo que es todo un signo”. Además, ha invitado a Carmena a leer “el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”, encontrándose en él “grandes propuestas en materias de avance laboral y social” que incluso muchos grupos de izquierdas “no se atreverían hoy a implementar”. También, en pleno franquismo, “la primera ley de libertad religiosa vino impulsada por los obispos”.

El ruido de la crítica

Lamentando que “la crítica hace más ruido” que la entrega silenciosa, el obispo rechazó “posicionamientos antieclesiales” que son “un absurdo teológico”. Eso sí, ha matizado, bulle hoy con más fuerza “la sinodalidad”, como reflejó el reciente Congreso de Laicos.

Así, “las comunidades cristianas en España se están comprometiendo contra los abusos”, un “problema social” que “también ha manchado a la Iglesia”, siendo siempre “execrables” todos estos crímenes. Un “esfuerzo pastoral” que refleja “un camino aún por recorrer”, pero en el que “el Sínodo” es un gran instrumento para ello.

Al pedírsele que identifique a Francisco con un concepto, Laboa ha reivindicado que “es el Papa del Concilio”, por lo que también es “un revolucionario”. Y es que “el cambio real es el Concilio; el gran olvidado de muchos, como si fuera el de Trento…”. Así, refleja que “la Iglesia no es europea, sino universal”.

El legado de Pablo VI

Fue impulsado, en definitiva “por Pablo VI, un hombre del Espíritu, que lo llevó adelante”. Tras plasmar “la libertad de conciencia”, lo que supuso “la gran ruptura con el mundo anterior”, este sentimiento, “mal visto en Europa y aún más en España”, fue cuestionado por muchos en la propia Iglesia, generando una honda crisis cuyas consecuencias han llegado hasta hoy. De ahí el gran acierto de Francisco al recuperar con autenticidad su “apuesta por lo esencial y no por lo accesorio, enseñando a vivir como lo hacía Jesús”.

Para Carmena, Bergoglio es “el papa del humanismo”. Entre otras cosas, porque sabe que “las mujeres y el feminismo hemos cambiado el mundo”, mientras que la Iglesia, “todavía no” ha apostado por ello completamente. Eso sí, “con él, se va superando esto, para dejar atrás el sectarismo”. “La Iglesia necesita la misma capacidad de liderazgo en las mujeres que en los hombres; no puede quedarse atrás”, ha concluido.

García Magán, apelando a que “lo esencial es el encuentro con Cristo, el único transformante”, ha recordado que Francisco “ha hablado de que el camino de la Iglesia es el del hombre”, pues “Dios se hizo hombre”.

Más mujeres… en todos los ámbitos

Sobre “la asignatura pendiente de las mujeres”, el Papa “ha roto esquemas en la Curia” y “ha colocado a mujeres en puestos de decisión; los demás vamos a rebufo, pero seguimos en ese camino. Hay que avanzar, en todo: ojalá hubiera más mujeres haciendo teología, derecho canónico, historia de la Iglesia… En esa igualdad de derechos, en esa riqueza de la diversidad, todos crecemos y avanzamos en ese camino”.

Por eso, el obispo ha reclamado que Francisco es “el Papa de la sinodalidad y el de la ecología integral”. Toda una “propuesta retadora”.

43º Aniversario de Mons. Romero

Actualidad de Monseñor Romero en el 43º aniversario de su asesinato

Monseñor Romero
Monseñor Romero

Urge recuperar su figura profética y liberadora, su dimensión política subversiva y su teología de la liberación hecha realidad a nivel personal, eclesial y social

En este clima es necesario hacer memoria histórica de de la figura de monseñor Romero como modelo y referente de un cristianismo liberador y de una ciudadanía crítica, activa y participativa

Por Juan José Tamayo

El 24 de marzo conmemoramos el cuarenta y tres aniversario del asesinato de monseñor Óscar A. Romero, arzobispo de San Salvador, mártir por defender la causa de la justicia y canonizado por el papa Francisco en 2018, tras la pertinaz resistencia de sus predecesores Juan Pablo II y Benedicto XVI. Urge recuperar su figura profética y liberadora, su dimensión política subversiva y su teología de la liberación hecha realidad a nivel personal, eclesial y social. 

Hoy se respira un clima de conservadurismo en importantes sectores de la curia romana, de no pocos obispos y sacerdotes católicos, contrarios a las reformas de Francisco. Estamos asistiendo, a su vez, al avance del nuevo fenómeno político y religioso del cristoneofascismo, que consiste en la alianza entre la extrema derecha política, económica y social y organizaciones integristas dentro de la Iglesia católica, como, en España, HazteOír, Germinans germinavit, Asociación de Abogados Cristianos, El Yunke, etc. (cf. Juan José Tamayo, La Internacional del odio. ¿Cómo se construye? ¿Cómo se deconstruye?, Icaria, Barcelona, 2022, 3ª ed.). 

Modelo y referente

En este clima es necesario hacer memoria histórica de de la figura de monseñor Romero como modelo y referente de un cristianismo liberador y de una ciudadanía crítica, activa y participativa. Él sigue siendo faro y antorcha que ilumina la oscuridad del presente y transmite esperanza para la construcción de la utopía de “Otro Mundo Posible”.  Ofrezco a continuación el siguiente decálogo que actualiza su vida, su mensaje y su práctica y constituye un desafío para el cristianismo instalado en el sistema.

Monseñor Romero
Monseñor Romero

1. Cristianismo liberador. Romero es el símbolo luminoso de un cristianismo liberador en el horizonte de la teología de la liberación que asumió la opción ética-evangélica por las personas y los colectivos empobrecidos de su país, frente a las tendencias alienantes y neoconservadoras. Puso en práctica, la afirmación de Paulo Freire: “No podemos aceptar la neutralidad de las iglesias ante la historia” y ejemplificó con su vida y su muerte martirial el ideal del poeta cubano José Martí: “Con los pobres de la tierra mi suerte yo quiero echar”.

2. Ciudadanía crítica, activa y participativa. Romero fomentó a través de sus homilías, cartas pastorales, emisora de la arquidiócesis -tantas veces agredida- y programas radiofónicos, el ejercicio de una ciudadanía crítica, activa y participativa. Reconocía la existencia de una conciencia crítica que iba formándose en el cristianismo salvadoreño, un cristianismo consciente, no de masas. 

Citando la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano celebrada en Puebla de los Ángeles (México) en 1979, defendía la necesidad de “ser forjadores de nuestra propia historia”, no permitiendo que sean otros quienes desde fuera impongan el destino a seguir. La Iglesia tiene que implicarse en dicha ciudadanía activa: “En la medida en que seamos Iglesia, es decir, cristianos verdaderos, encarnadores de Evangelio, seremos el ciudadano oportuno, el salvadoreño que se necesita en esta hora” (Homilía 17/1/1979).

Monseñor Romero
Monseñor Romero

3. Pedagogía concientizadora desde la opción por los pobres. Monseñor Romero fue un excelente pedagogo que siguió el método jocista del ver-juzgar-actuar y el de concientización de Paulo Freire: paso de la conciencia ingenua e intransitiva a la conciencia transitiva y activa, de la conciencia mítica a la conciencia histórica, de la conciencia crítica a la acción transformadora y a la praxis liberadora. 

4. Espiritualidad liberadora. Monseñor Romero fue una persona espiritual, un místico, pero sin caer en el espiritualismo alejado de la realidad. Fue una persona profundamente piadosa, pero no con una piedad alienante ajena a los conflictos sociales. Fue un pastor, pero de los que huelen a oveja, como pide el papa Francisco a los sacerdotes y obispos. Vivió la devoción a María, pero no la María sumisa, sino la María de Nazaret del Magnificat que declara destronados de los poderosos y empoderados a los humildes, despoja de sus bienes a los ricos y sacia a los pobres.

5. Monseñor Romero fue un referente en la lucha por la justicia para creyentes de las diferentes religiones y no creyentes de las distintas ideologías. Igualmente lo fue para los políticos por su nueva manera de entender la relación crítica y dialéctica entre poder y ciudadanía, así como para los dirigentes religiosos por la necesaria articulación entre espiritualidad y opción por los pobres, ejercicio pastoral y actitud profética.

monseñor Romero
monseñor Romero

6. Democracia participativa. La democracia hoy está enferma, gravemente herida, y, si no sabemos defenderla, es posible que esté herida de muerte. Se encuentra sometida al asedio del mercado y acorralada por múltiples sistemas de dominación, que son más fuertes que ella y amenazan con derribarla. 

Estos sistemas de dominación son: el capitalismo en su versión neoliberal; el colonialismo en su versión neocolonial extractivista, anti-indigena y anti-afrodescendiente; el patriarcado en su versión más extrema de la violencia de género (machista), que se salda con decenas de miles de feminicidios en todo el mundo; los fundamentalismos religiosos y su irracional y destructora deriva terrorista; el modelo científico-técnico de desarrollo de la modernidad, que destruye nuestra casa común, la naturaleza; la violencia estructural del sistema, que somete a millones de personas a situaciones de extrema e inhumana pobreza y de muerte.

Como respuesta frente a la democracia herida de muerte es necesario, en palabras del sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos, democratizar la revolución y revolucionar la democracia. Monseñor Romero puede ser un referente en esta tarea. Creo que es aplicable al cristianismo liberador lo que afirma Ellacuría de la relación entre revolución y universidad: 

“Si la revolución no pasa por la universidad, en el sentido de que no es ella su motor principal, la universidad debe pasar por la revolución, porque revolución y razón no tienen por qué estar en contradicción; más bien, en las cuestiones históricas se reclaman y se exigen mutuamente”.

Cierto: entre cristianismo y revolución no hay contradicción.

Monseñor Romero
Monseñor Romero Agencias

7. Trabajo por la paz y la justicia a través de la no violencia activa. Ignacio Ellacuría dijo: “Con monseñor Romero Dios ha pasado por El Salvador”. Yo me atrevería a decir: monseñor Romero es piedra angular en el edificio de la cultura de paz que estamos llamados a construir todas y todos en El Salvador, en América Latina y en todo el mundo, eso sí, fundada en la justicia. 

8. Invitación a la utopía. La utopía sufre hoy un enorme desdén, cuando no un grave desprecio, un largo destierro y un maltrato semántico. Calificar a una persona, a un colectivo o a un proyecto de utópico no es precisamente un piropo, sino una descalificación en toda regla, es como llamarlos ingenuos, fantasmagóricos, ilusos, ajenos a la realidad. 

La utopía vive un largo destierro. Es excluida de todos los campos del saber y del quehacer humano y natural: de la ciencia, donde impera la razón científico-técnica; de la filosofía, donde impera la razón instrumental; de las ciencias sociales, por ejemplo, de la economía, donde impera la razón contante y sonante; de la política, donde se impone la razón de Estado; de las religiones, donde se tiende a proponer la salvación espiritual más allá de la historia.

Monseñor Romero no se instaló cómodamente en el (des)orden establecido, ni con-sintió con el pecado estructural, ni hizo las paces con el gobierno, como le pedía Juan Pablo II

La utopía sufre también un maltrato semántico por parte de los diccionaristas, que suelen definirla como plan bueno y muy halagüeño, pero irrealizable, subrayando su imposibilidad de realización y sometiendo a los seres humanos a una especie de fatalismo histórico que da por buena la afirmación “las cosas son como son y no pueden ser de otra manera”, los lleva a instalarse cómodamente en la realidad y a renunciar a todo cambio. 

Monseñor Romero no se instaló cómodamente en el (des)orden establecido, ni con-sintió con el pecado estructural, ni hizo las paces con el gobierno, como le pedía Juan Pablo II. Encarnó en su vida, su mensaje y su práctica liberadora el compromiso con la utopía, no como un ideal irrealizable, sino conforme a los dos momentos que la caracterizan: la denuncia y la propuesta de alternativas.  

– Denuncia de la negatividad de la historia, encarnada en los poderes que oprimían y explotaban a las mayorías populares: oligarquía, ejército, escuadrones de la muerte, gobierno de la Nación.

– Propuesta de alternativas, en lenguaje cristiano del reino de Dios como la gran utopía, que Romero traducía en la construcción una sociedad no violenta, justa e igualitaria, y de una “Iglesia de la esperanza”. Alternativas realizables a través de los movimientos populares, que el apoyó durante su ministerio pastoral mediado políticamente en San Salvador. 

Reivindicando a Romero
Reivindicando a Romero

La mejor expresión de la utopía de Romero fue la respuesta que dio a un periodista, unos días antes de ser asesinado: “Si me matan, resucitaré en el pueblo”. No estaba hablando del dogma de la resurrección de los muertos, ni de la vida eterna, sino de la nueva vida del pueblo salvadoreño liberado de la violencia, la injusticia y la pobreza. Su resurrección era la resurrección del pueblo. 

9. Actitud antiimperialista. Romero se enfrentó al Imperio estadounidense en una carta dirigida al presidente Jimmy Carter en la que se oponía a la ayuda económica y militar de Estados Unidos al Gobierno y al Ejército de El Salvador porque constituía una injerencia inaceptable en los destinos de su país y agudizaba la injusticia y la represión contra el pueblo. Al final la ayuda llegó y sucedió lo que Romero había anunciado: intervencionismo estadounidense, más represión contra el pueblo y masacres contra poblaciones enteras. En eso derivó la ayuda del Pentágono.

10. ¡Cese la represión! Constantes fueron sus llamadas a la reconciliación, pero no en abstracto, sino acompañadas del reparto equitativo de la tierra, que pertenece a todos los salvadoreños. No justificó la violencia revolucionaria como respuesta a la violencia del sistema, sino que apeló al diálogo y la negociación, y a buscar soluciones racionales. Exigió al Ejército, a la Guardia Nacional, a la Policía y a los soldados que dejaran de matar a sus compatriotas en una llamada entre dramática y desesperada: “En nombre de Dios… y en nombre de este sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta el cielo cada día más tumultuosos, les suplico, les ruego, les ordeno en nombre de Dios: ¡Cese la represión!’”.

Juan José Tamayo/ Director de Monseñor Romero, mártir por la justicia (Tirant, Valencia, 2015)

Durante siglos la eucaristía fue modo habitual del perdón

Eucaristía y Penitencia, dos caminos de reconciliación (1)

Por| Rufo González

Teología y Catequesis resaltan poco la eucaristía como sacramento de reconciliación. A pesar de ello, la reconciliación es un ingrediente esencial de la eucaristía. Empieza con un acto penitencial: “antes de celebrar los sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados…”. Se hace confesión comunitaria, se pide perdón y se escucha el perdón de Dios a todos. La reconciliación se muestra en oraciones, lecturas, ofertorio, plegaria eucarística, padrenuestro, intercambio de paz…, y se consuma en la comunión. Ha sido un sinsentido durante años, ir a la “Cena del Señor”, departir con el Señor, sin cenar con él. Aún muchos asistentes -en celebraciones “sociales”, la totalidad- no comulgan.

Hubo una época en que el sacramento del perdón para los pecados ordinarios después del bautismo era la eucaristía. Nada menos que durante los primeros siete siglos. El otro sacramento reconciliador, la Penitencia, se consideraba como el segundo bautismo, y sólo se daba una vez en la vida. Era una nueva conversión a la fe cristiana. Se reservaba para quienes habían roto públicamente la opción cristiana. Es cierto que cambiar la opción de fe no se realiza frecuentemente. Si uno se convierte a Cristo, es para toda la vida. Quien por su vida, totalmente indigna de Cristo, se aparta del “camino” de forma notoria, tiene que volver al proceso de conversión que le llevó al bautismo. Era un proceso público ya que su abandono del camino cristiano había sido público. Esto ocurría con la apostasía-idolatría, el homicidio y el abandono notorio de la familia por adulterio público. Este proceso de conversión tenía etapas y duraba largo tiempo.

“La Cena del Señor” es reconciliación con el Señor y los hermanos. Basta leer los relatos de su institución para darse cuenta de que esta Cena es, en su misma entraña, una reconciliación con Dios y los hermanos. Si “pecado” es todo lo que nos aleja de Dios y de los hermanos, participar de la Cena del Señor supone acercarnos a Dios y a los hermanos, compartiendo la misma mesa. Dañarnos o dañar voluntariamente a los hijos de Dios nos aleja del Padre, de su voluntad bienhechora. Sentarnos a la mesa de Jesús inicia la vuelta al amor, repara, corrige y alienta el buen camino.

Jesús se entrega en la eucaristía “para el perdón de los pecados”. Precisamente, para reconciliarnos con el Padre y hermanos. Los relatos de la institución y consagración eucarísticas subrayan con claridad meridiana el sentido de perdón y reconciliación:

Tomad, comed: esto es mi cuerpo… Bebed todos de ella, pues esto es la sangre de la alianza mía, que se derrama por todos para el perdón de los pecados” (Mt 26, 26-28; Mc 14, 22-24; Lc 22, 19-20; 1Cor 11, 23-26). La liturgia: “Esto es mi Cuerpo que se entrega por vosotros…  Sangre de la alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía”.

La acción salvadora de Dios en Cristo se actualiza en cada eucaristía. Así lo recoge la soteriología cristiana: 1.- la muerte de Jesús es “por muchos”, por todos, “para el perdón de los pecados” (Mt 26, 28). Nos libra de la “muerte” del Espíritu, causada por nuestros pecados mortales. 2.- Recibir el cuerpo y la sangre de Jesús es recibir al Resucitado. Es, por tanto, participar de su misma vida, su amor, su perdón, su trabajo… por el Reino. 3.- Participar del cuerpo y sangre de Jesús es participar de la nueva alianza, comulgar con Dios y su Reino, encontrarse con el Amor que perdona y restaura la imagen del Hijo en cada partícipe. 4.- El sentido de la sangre en la tradición bíblica (la sangre conserva la vida) inspira, sin duda, la salvación que nos viene por la sangre de Cristo. Esta sangre nos transmite la vida de Cristo, la vida de Dios, el Espíritu Santo. Esta vida es incompatible con el pecado, que es privación de la misma.

Estas palabras, escritas por un gran teólogo español actual, me parecen un resumen certero de la reconciliación eucarística:

“Nos encontramos con tres elementos de la vida de Jesús, que convergen en la eucaristía de la Iglesia. En primer lugar el recuerdo de sus comidas con publicanos y pecadores a los que Jesús, otorgándoles comensalidad, les otorgaba la amistad, la dignidad y el perdón de Dios (Lc 15,2; 19,7; Mc 2,7). En segundo lugar la última cena, que celebró en la víspera de su pasión y muerte. En tercer lugar las comidas del Resucitado. La fusión de estos tres horizontes, con el sentido y rito propio de cada uno de ellos, funda la realidad de la eucaristía de la Iglesia…” (O. González de Cardedal, “La entraña del cristianismo”. Secretariado Trinitario. Salamanca 1997, p. 466).

Los “tres elementos de la vida de Jesús” incluyen el perdón de los pecados:

– “Comía con pecadores” para expresarles y entregarles el amor del Padre, como decían sus parábolas -“armas arrojadizas”, es su significado etimológico- provocadoras de la conversión.

– En la última cena a todos les entrega su “pan”, incluso a Judas, ofreciéndoles perdón y amistad entrañables.

– Las comidas del Resucitado son claro ejemplo de perdón gratuito: no les reprocha ni su cobardía, ni su abandono, ni su negación incluso. Estos son los regalos del Resucitado: sus discípulos al creer en él, al revivir su amor, sienten una gran paz, una alegría inmensa, una liberación de sus culpas de forma inmerecida. Esta experiencia de reconciliación y empatía con Jesús y los hermanos es la vivencia correcta y propia de la Eucaristía.

Mucha pedagogía y reforma ritual debe hacer la Iglesia para que los participantes en la eucaristía sientan la reconciliación necesaria para comulgar. ¿Tiene sentido participar en la eucaristía, creyendo en la entrega de Jesús y escuchando su voluntad perdonadora y reconciliadora, y no reconciliarse en su mesa y alimentarse de su vida resucitada?

La liturgia entiende la eucaristía como perdón y purificación. Sigue la convicción que la “ley de orar es la ley de creer”. Se reza conforme a la fe. Domiciano Fernández cita varios testimonios expresivos del carácter reconciliador de la eucaristía en su obra “El Sacramento de la Reconciliación” (Valencia 1977, pp. 204-210). Recojo algunos:

– Los antiguos sacramentarios (leoniano, gelasiano, gregoriano) dicen que la eucaristía es “perdón de los pecados (absuelve, perdona, libera), limpieza y purificación del alma (purga, limpia, purifica), satisfacción a Dios (expía, satisface), santificación y salud (santifica, cura, sana)”. 

– Algunas fórmulas para el momento de la comunión lo expresan directamente: “Que el cuerpo y la sangre del Señor os aproveche para el perdón de los pecados y para la vida eterna” (prescrita por un concilio de Rouen, s. IX). “Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo… por este sacrosanto Cuerpo y Sangre, líbrame de todas mi iniquidades y de todos los males…” (Oración secreta del presidente de la eucaristía. Misal actual). “Este es el cordero de Dios, que quita el pecado del mundo… Señor, no soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme” (Misal actual). “El cuerpo de nuestro Señor Jesucristo para el piadoso fiel N. N. para el perdón de sus pecados; la sangre de Cristo para el perdón de sus pecados y para la vida eterna” (fórmula sirio-oriental antigua y actual para dar la comunión).

10 años que han sacudido a la Iglesia

Diez años no son suficientes para hacer balance del pontificado de Francisco, que aún está en curso y por un ‘período indefinido’, a pesar de las hipótesis de resignación que parecen más interesadas que reales. Sin embargo, son suficientes para observar en qué dirección se ha movido la Iglesia Católica. Efectivamente en qué direcciones, porque hay al menos dos trayectorias, y no siempre han viajado de manera convergente ya la misma velocidad.

En el plano social, el acelerón dado por Bergoglio a la Iglesia fue decisivo, tanto que constituyó un real y propio cambio de línea respecto a la línea rígidamente doctrinal de su antecesor, con la que también hubo una cohabitación sin precedentes -reinando papa y papa emérito – hasta enero pasado.

Entre los muchos temas de esta “conversión social“, sobresalen tres. El primero es el de los derechos de los inmigrantes, puesto de manifiesto por uno de los primeros actos del pontificado: el viaje a Lampedusa, apenas tres meses después de su elección a la cátedra de Pedro. Repitió tres años después con un nuevo viaje a otra isla “puerta de entrada a Europa”, Lesbos. Luego las duras críticas a la “Europa fortaleza” y la resignificación de las “raíces cristianas” de Europa, no en términos identitarios y excluyentes, sino humanistas y solidarios. Hasta las palabras de los últimos días, no las evidentes sobre la necesidad de detener a los “traficantes de seres humanos” -explotados por el gobierno de Meloni, que los esculpió en una lápida colocada en Cutro con la intención de encubrir sus errores-. , pero los incómodos sobre la “gratuita recepción”, no en vano oscurecidos por los medios del régimen.Laudato si’ (2015), en el que Bergoglio vincula estrechamente la ecología y la justicia social. Finalmente la de la guerra, con la condena de cualquier hipótesis de “guerra justa”, de la “posesión” de armas nucleares (‘ilegales, inmorales, ilógicas: deben ser abolidas’) y en general de la producción y comercio de armas. .

Por otra parte, el camino en el frente interno se presentaba más lento y sobre todo menos lineal, es decir, en el terreno de aquella reforma de la Iglesia que también había despertado grandes expectativas en los sectores progresistas y fuertes temores en los conservadores, que de hecho multiplicó los ataques al pontífice, acusándolo también de herejía.

Después de las primeras pequeñas aperturas sobre el tema del acceso a los sacramentos de los divorciados vueltos a casar con motivo del Sínodo sobre la Familia (2014-2016), el camino se estancó en el tema de los sacerdotes casados. Y si aún ayer Bergoglio, entrevistado por el canal argentino Infobae , declaraba que el celibato eclesiástico no es “eterno” sino una “prescripción transitoria que podría ser revisada”, es cierto que cuando tuvo la posibilidad real de modificar la norma, como solicitado por los obispos de la Amazonía, devolvió al remitente su propuesta de ordenar sacerdotes ( viri probati ) a hombres casados, con la exhortación apostólica Querida Amazonia (2020).

No hay duda de que el Papa Francisco ha abierto muchas ventanas: nuevas palabras hacia las personas homosexuales, comisiones de estudio sobre el diaconado femenino, intervenciones sobre el delito de abuso sexual, invitaciones a la sinodalidad. Sin embargo, el edificio de la iglesia romana ha sufrido renovaciones mínimas, pero se ha mantenido sustancialmente igual. Ha cambiado significativamente el eje de la misión de la Iglesia de lo doctrinal a lo social, pero no ha cambiado su estructura. Bergoglio no ha aplicado la “terapia de choque” de Juan XXIII, que anunció y convocó el Concilio Vaticano II poco después de su elección como Papa, sino que ha optado por el camino gradual de “iniciar procesos” que puedan producir reformas. ¿Funcionará? El tiempo dirá. El primer banco de pruebas no tardará en llegar, con las etapas finales del Sínodo de los Obispos programadas para 2023-2024. Luca Kocci – Roma

Entrevista del Papa en el medio argentino ‘Perfil’

«No te asustes, ha sido obra del Espíritu Santo», me dijo Hummes al oído

En una entrevista al medio argentino Perfil, el Papa Francisco comparte sobre diversos temas eclesiales, sociales, políticos y religiosos

Recordó el día de su elección como Pontífice, el cardenal Hummes demás de pedirle confiar en el Espíritu Santo, le aconsejaba: «no te olvides de los pobres»

(Vatican News).- El Papa Francisco también concedió esta semana una entrevista a otro medio de comunicación argentino, Perfil, quien consultó al Santo Padre sobre metafísica, la Iglesia, teología, los jesuitas, comunismo, peronismo, la identidad, economía, pandemia, geopolítica, inmigrantes, Brasil, iglesias evangélicas, Argentina, movimientos sociales, curas de tercer mundo, Madres de Plaza de Mayo, la dictadura, sobre pueblos originarios y sobre volver a su país.

El periodista Jorge Fontevechhia le preguntó sobre finitud y muerte, el Papa compartió que recurre a “pensar esto, con mucha paz. También ayuda a no eternizarse en el pensamiento, porque hay gente que se cree que tiene comprado el pasado, presente y futuro hasta el año 2050. Y no, es una tentación saber que el día de mañana tengo que dejar esto e ir para otro lado, es la ley de la vida. Pero hay que recordarlo y eso hace bien”. 

🔵 El Papa repasó su década como líder de la Iglesia católica en una charla con Jorge Fontevecchia. No te lo pierdas.

👉 Mirá la entrevista completa en https://t.co/nFBaENdW9A, el Diario Perfil y Net TV hoy a las 21.#papafrancisco#PeriodismoPuropic.twitter.com/yvpDJPbp6f

— Perfil.com (@perfilcom) March 12, 2023

El trabajo de un pastor es ‘armonizar’

Además de tratar diversos temas de la Iglesia, entre ellas diferencias, dificultades, denuncias, camino sinodal, el Vaticano, tentaciones, el Papa refirió que “el trabajo del Papa con la Iglesia y de un obispo con la diócesis es armonizar. Esta palabra es clave, porque cuando hablamos del Espíritu Santo tenemos que terminar en esta palabra. Un ejemplo claro, en la mañana de Pentecostés se arma un barullo bárbaro, ¿quién arma este barullo? El Espíritu Santo. Entonces, el Espíritu Santo es aquel que provoca las diferencias en la Iglesia y que después las armoniza”.

«Dios solamente aparta a los soberbios, los demás pecadores estamos todos en la fila»

Respecto a diversos temas teológicos y disciplinarios de la Iglesia, como el trato a los divorciados vueltos a casar y el matrimonio entre personas del mismo sexo, reiteró que “todos son hijos de Dios y cada uno busca a Dios y lo encuentra, por el camino que puede. Dios solamente aparta a los soberbios, los demás pecadores estamos todos en la fila”.

Sobre el tema del celibato, el Papa indicó: “yo todavía no me siento para reverlo, pero obviamente es una cosa de disciplina, nada que ver con lo dogmático, que hoy es y mañana puede no ser”. 

La inconciencia del enamorado de Jesús

¿Por qué usted se identifica con Francisco de Asís? -le preguntó Fontevechhia-; el Santo Padre le respondió que “es una cosa espontánea. Ver ese chico de familia bien que a los 20 años deja todo, hasta se desnuda adelante de su padre, y empieza una vida de creatividad impresionante. La vida de Francisco era la vida de un revolucionario, que tiene la valentía de dar vuelta totalmente a la tortilla, un inconsciente, irse a ver al califa o al sultán sabiendo que le iban a cortar la cabeza. Es la inconciencia del enamorado de Jesús. Admirable, pero no todo imitable. Son estos santos que para marcar camino se van más allá, después hay que traerlos un poquito más acá a la vida ordinaria”, dijo. 

“No te olvides de los pobres”

Recordando el día de su elección hace 10 años, le preguntaron: ¿Qué sintió en ese momento cuando le anuncian que era el Papa?: “Rigidez. Uno se defiende queriendo no sentir.

Cuando en la anteúltima, la primera de la tarde, cuando la cosa era casi clara ya que iba a terminar mal (sic), se me acercó el cardenal Hummes detrás, y me dijo: ‘No te asustes, ha sido obra del Espíritu Santo’. Un gran tipo el cardenal Hummes. Y cuando salí elegido, tuve los dos tercios, y siguieron los votos, se acercó Hummes y me dijo: “no te olvides de los pobres”. Y ahí vino el nombre Francisco. Hummes me acompañó con esos dos gestos”, dijo el Papa. 

«Se puede dialogar muy bien con la economía y lograr pasos de entendimiento o fórmulas que van bien. En cambio, no se puede dialogar bien con las finanzas. Las finanzas son gaseosa, la economía es concreta»

Durante la entrevista también abordaron temas de economía, el Papa respondiendo sobre el tema y la visión social de la Iglesia, indicó que “hoy día las cosas fueron más allá, y se puede dialogar muy bien con la economía y lograr pasos de entendimiento o fórmulas que van bien. En cambio, no se puede dialogar bien con las finanzas. Las finanzas son gaseosa, la economía es concreta”.

“Hay un sin fronteras formal, pero no real”

En el tema sobre la inmigración, el Papa insistió en que “hoy día, lamentablemente, hay países explotadores y países explotados, nos guste o no nos guste. Y no hay un sin fronteras lamentablemente, hay un sin fronteras formal, pero no real, porque dentro de Europa también hay diferencias que son fronterizas. Me lo imagino no como una uniformidad, o cuestión de imagen, sino como la riqueza de cada país, de cada pueblo, de cada continente intercambiándose”.

Sobre los sacerdotes, y su misión pastoral y el continuo llamado del Papa a ser “pastores con olor a oveja”, el periodista le pregunta: ¿se puede ser pastor con olor a oveja acá en el Vaticano?  “Sí, por supuesto”, dijo el Pontífice, y recordó el ejemplo del cardenal Casaroli que en los tiempos de Jun XXIII además de su exitoso trabajo como alto diplomático, también los domingos visitaba una cárcel de menores: “Esa es la gran política eclesial de mirar adelante con un corazón cercano a todos”. 

«Sobre los sacerdotes, y su misión pastoral y el continuo llamado del Papa a ser ‘pastores con olor a oveja’, el periodista le pregunta: ¿se puede ser pastor con olor a oveja acá en el Vaticano?» «Sí, por supuesto»

Al final de la entrevista envío un mensaje. A sus compatriotas argentinos: “Quiero agradecer a mi pueblo porque me educó el pueblo argentino. Yo soy argentino, educado por el pueblo argentino, con su riqueza y sus contradicciones, heredé todo, hijo de inmigrantes, pero argentino de alma”.

Francisco, el reformador de la 4ª vía

De Benedicto a Bendecido por la ruta de en medio

Diez años en la cuerda floja: Francisco, el reformador de la cuarta vía

Diez años de Francisco

«Reforma de Francisco por la cuarta vía de conversión continua y reforma evangélica por camino sinodal»

«El ‘camino de en medio’ de Francisco no es postura intermedia de ‘pseudo-centro’, sino cuarta opción para que caminen juntas las divergencias hacia una convergencia que requiere tiempo y sufrimiento, manteniendo equilibrios inestables con la ayuda del Espíritu Santo»

«En la década del Papa Francisco, tanto en la práctica pastoral como en la enseñanza de la teología, se puede practicar la cuarta vía evangélica para acoger, en vez de condenar; bendecir, en vez de demonizar; ayudar a discernir en conciencia soluciones pastorales a situaciones canónicamente calificadas como irregulares y doctrinalmente pendientes de evolución y reforma»

Por| Juan Masiá teólogo jesuita

Francisco、Reformador por la Cuarta Vía

~Ni restauración, ni ruptura, ni solo renovación, sino reforma~

   Hace diez años titulé De Benedicto a Bendecido el primer gesto del nuevo obispo de Roma: jesuita argentino con nombre franciscano invita a rezar en silencio. Esperábamos bendición papal, pero él pide primero que el Espíritu nos bendiga. El gesto clave de hermandad universal auguraba bendiciones, cumplidas año tras año con gestos, palabras y silencios, retratos de un estilo pastoral de misericordia evangélica, discernimiento espiritual y comunión de caminantes en el Espíritu. Así promueve la “conversión del Papado” y la “conversión pastoral” de una iglesia que deje de hablar “más de la ley que de la gracia, más de ella misma que de Jesucristo, más del Papa que de la Palabra de Dios (“Evangelii Gaudium”, EG, 32-38). El poliédrico Francisco (EG 236): discierne como san Ignacio, para reformar, compadece, como san Francisco, para sanar ; escucha y acompaña, como san Alfonso Ligorio, para reconciliar.

   No caben aquí recopilaciones. Me limito a un tema: la audacia de Francisco para ir por el “Camino de en medio” (que no el “punto medio”, sino “la cuarta Vía” de conversión continua y reforma evangélica por camino sinodal (EG. 217-237). Lectores/as de este blog disculparán lo repetitivo de la cantilena sobre la “la cuarta vía” (Cf. numerosos posts de estos diez años en RD sobre Papa Francisco y moral). 

Ni restauración, ni ruptura, ni renovación cosmética, sino reforma por el Espíritu

   Más allá de la restauración conservadora y del reformismo progresista; también más allá del “punto medio” de compromiso diplomático “a la vaticana”, el “camino de en medio” de Francisco no es postura intermedia de “pseudo-centro”, sino cuarta opción para que caminen juntas las divergencias hacia una convergencia que requiere tiempo y sufrimiento, manteniendo equilibrios inestables con la ayuda del Espíritu Santo.

   Lo ilustraría con un cable extendido sobre la plaza de san Pedro: Francisco se balancea, báculo-pértiga en la izquierda y mano derecha bendiciendo hacia las periferias. El pueblo reza y aplaude mientras él entona coplas de utopía, aunque no estén de moda, ni siquiera entre fieles seguidores.

   Para la reforma eclesial, el Papa Francisco camina por la vía media o camino de en medio; pero prefiero llamarle cuarta vía, para evitar la confusión con el simple “punto medio inmovilista entre dos extremos”.

  No basta la renovación cosmética

  Al revisar la tradición y recrearla con fidelidad, se dan tres actitudes estáticas y un cuarto estilo dinámico de creer, pensar y actuar para reformar.

Tres actitudes estáticas:

1) tradicionalismo a ultranza 2) ruptura radical 3) renovación cosmética moderada mediante “documentos de compromiso en el punto medio”, sin acabar de salir del inmovilismo.

   Ejemplos de la “tercera postura”: la Declaración sobre el Cuidado Pastoral de Personas Homosexuales (CDF, 1986) o el Responsum sobre la bendición del enlace de personas del mismo sexo (CDF, 2021). Estos intentos timoratos aparentan ser mediación, pero no asumen la necesidad de que evolucionen las doctrinas. Tampoco bastan para superar la triple crisis que confronta la Iglesia hoy: 1) crisis de las formas de transmisión de la fe que pueden y deben evolucionar y cambiar; 2) crisis de fe y alejamiento de creyentes en situaciones de marginación dentro de la comunidad; 3) crisis sistémica en la cumbre y estratos dirigentes de la iglesia institucional.

   Contrastando con estas tres actitudes, la “cuarta vía” propone el camino de en medio: conversión perenne, diálogo crítico y creativo, camino sinodal de posturas divergentes que se escuchan mutuamente a la vez que escuchan al Espíritu y siguen caminando hacia una futura convergencia, viviendo con esperanza y compasión mutua los dolores de parto de la evolución de las doctrinas.

   ¿Bendecir el enlace de parejas del mismo sexo?

   Un ejemplo concreto. Cuando Francisco se opone a las legislaciones que tratan la homosexualidad como delito o cuando admite el enlace civil de parejas del mismo sexo surgen diferentes reacciones por parte de las tres posturas mencionadas.

   Ejemplos:  a) a un obispo de la “primera vía” tradicionalista le parece que el Papa está pensando y actuando en contra de la doctrina de la iglesia. Este obispo sufre porque no asume la necesidad de evolución en la interpretación de las doctrinas;

   b) a un obispo de la “segunda vía”, más liberal, que acompaña a minorías marginadas en la sociedad y en la iglesia, le parecen insuficientes los gestos papales de acogida, respeto y discernimiento, porque percibe en carne viva la necesidad de romper con siglos de inmovilismo. Este obispo sufre impotente al ver dentro de la iglesia la causa sistémica de muchos alejamientos y pérdidas de fe;

   c) un tercer obispo, de escuela «ratzingeriana», le sugiere al Papa un “punto medio” (que en realidad es “una ultraderecha disfrazada de centro”: “Publiquemos, dice, un documento que insista en no discriminar, en acoger a las personas y respetar sus derechos; admitamos incluso ciertos actos discretos de acogida comunitaria, pero dejando claro que no se cambia nada de lo que dice el Catecismo sobre castidad y pecado, que no hay cambio en la interpretación tradicional del “procread y multiplicaos”, de la Moral sexual tradicional o de la ley natural etc.

   Al primero de estos tres obispos le dice Francisco que tiene que convertirse.

   Al segundo le dice que está de acuerdo, pero que a esa reforma no se debe llegar por decreto, sino por camino sinodal.

   Ante el tercero… Francisco lo pasa mal y se queda perplejo, siente que le meterán el gol de tener que firmar (por el momento) con su visto bueno una declaración de CDF, a sabiendas de que esa tercera vía no soluciona nada. Pero al mismo tiempo prosigue repitiendo los gestos que anuncian la cuarta vía y animando a proseguir por el camino sinodal,…

   Luz verde a agentes de pastoral y docentes de moral teológica

   En la década del Papa Francisco, tanto en la práctica pastoral como en la enseñanza de la teología, se puede practicar la cuarta vía evangélica para acoger, en vez de condenar; bendecir, en vez de demonizar; ayudar a discernir en conciencia soluciones pastorales a situaciones canónicamente calificadas como irregulares y doctrinalmente pendientes de evolución y reforma. Se puede hacer esto, no solo con la conciencia tranquila, sino también sin temer que algún inquisidor ponga en el punto de mira al presunto disidente.

 Clave de “la cuarta vía”: misericordia evangélica, discernimiento responsable y comunión itinerante (sinodal). (EG 20-39, 217-237)

   ¿Qué ocurre cuando se afrontan con esta actitud algunos temas controvertidos, por ejemplo, situaciones matrimoniales llamadas eufemísticamente “irregulares”, o el criterio de evaluación moral del comportamiento sexual humano, o no confundir delito penal con injusticia o pecado, etc… ?

   En tiempos de Juan Pablo y Benedicto, un sacerdote o agente pastoral o un profesor de moral que creyera, pensase y actuase según esa cuarta vía tenía que admitir que su postura es incompatible con lo que oficialmente dicen documentos eclesiásticos como, p.e., Homosexualitatis problema (1986) o el  Nuevo Catecismo  (1992) y el Nuevo derecho canónico (1983) , – por cierto, ninguno de los dos “nuevo”, sino repetidor de lo que tenía que reformarse, pero solamente se había renovado tímida y vaticanamente, según la “tercera alternativa”: más de lo mismo…

   Tarea pendiente en la era post-Ratzinger

   Al conmemorarse el cincuentenario del Concilio Vaticano II, Ratzinger recomendó releer el Catecismo y el Derecho canónico, poniéndolos al mismo nivel que los documentos del Concilio, aunque ambos contienen muchos puntos de retroceso y desacuerdo con la reforma conciliar. El famoso discurso de Ratzinger sobre la interpretación del Concilio en términos de renovación y no de reforma explica las reticencias que él abrigaba contra Gaudium et spes (1965).

   Hoy, en cambio, a quien se le presenta ese problema es al mismo Francisco, porque le achacarán sus objetores que su reforma es incompatible con la doctrina tradicional de la iglesia.

   Cuando preguntan hoy sobre la bendición eclesial del enlace civil de parejas del mismo sexo, la cuestión no es si concuerda con la doctrina tradicional de la iglesia, sino cómo ha evolucionado y tiene que seguir evolucionando esta doctrina. Y esta es la gran tarea pendiente para la que no le da tiempo a Francisco, aunque llegue a centenario (¿le dará tiempo a su sucesor?).

(Continuará en próximos posts sobre evolución de las doctrinas).

Carta de Francisco sobre san José;

la formación afectiva y cristiana de los seminaristas

Se celebra hoy 20.3 la fiesta San José, buena fecha para recordarle con el Papacomo varón cordial, padre y amigo, símbolo y modelo de formadores de seminario y de seminaristas. Si hay un tema crucial, importante y difícil en la iglesia es éste.

   Algo he sabido  y sé del tema. Algo puedo y quiero decir con grandísimo respeto y admiración por aquellos que lo llevan a su espalda. Ánimo. De un modo u otro estamos todos en la faena

Empezaré con un recuerdo personal, seguiré con la carta apostólica de Francisco sobre san Joséy acabaré con una reflexión sobre un ministerio de varones en la iglesia.

Por X Pikaza Ibarrondo

1.RECUERDO PERSONAL

   El año 1963, cuando estaba terminando de estudiar teología en Poio (imágenes finales), me vino a ver Juantxu, técnico de aguas, que trabajaba al otro lado de la ría de Pontevedra, junto a Placeres, en la Fábrica de Celulosas que sigue contaminando la ciudad.

Le pregunté -¿Por qué dejáis que contamine? Y me contexto: Y seguirá contaminando , porque los jefes no quieren gastar… lo que se debe 

Vimos el mosteiro de Poio Grande y me llevo a la Casa Solla de Poio Pequeno para comer unos peces. Juantxu tenía gran humor y me dijo, mirando hacia Placeres: Esa fábrica de contaminación la conozco bien. Quiero que me cuentes cómo funciona vuestra Fábrica de curas…  

Y así hablamos de nuestro Seminario, que él llamaba Fábrica de Curas, al otro lado de la ría. Eran, me dijo, las dos fábricas que tenía Pontevedra: Una de curas, otra de olores de celuloso…

Han pasado 60 años. La fábrica de olores sigue fabricando. La de curas sigue en pie, con un claustro barroco, otro gótico/renacentista… y dos nuevos, asépticos, de seminario sin seminaristas  (ahora Hotel) Es buen tiempo para reflexionar, éste día de repetición de San José (20.3.23), con el Papa Francisco, sobre San José y la formación de curas amigo de Jesús.

Empezare con la Carta Apostólica de Francisco, titulada Patris Corde (Con corazón de Padre) y seguiré con una reflexión sobre los seminarios  de entonces (1963) y de ahora (2023).

PAPA FRANCISCO, CON CORAZÓN DE PADRE

      La carta de Francisco se titula Patris Corde (Con corazón de padre: 09. 12. 2020), dedicada a San José, con motivo de los 150 años de su declaración como Patrono de la Iglesia (Pío IX: 08.12.1870). Las palabras de su título indican que José amó a Jesús con corazón nuevo de padre, con el mismo corazón divino de todos los padres del mundo.

  Francisco se retrata a sí mismo, presentando a José como signo paterno de Dios y modelo de paternidad humana, en un contexto de familia cristiana, entendida como espacio y presencia del Reino, a los cinco años de su Exhortación Amoris Laetitia, sobre la familia (19. 03 del 2016 y del 2021). Desde ese fondo, como decía el mismo Francisco en su alocución del 27. 12. 2020, podemos y debemos vincular el estudio y práctica de la Palabra de Dios (Biblia)  al estudio e imitación de José en quien culmina el AT y comienza el NT.  

En ese contexto se centra y entiende esa Carta dedicada a José como patrono y figura de la Iglesia, pues en él culmina el despliegue del Antiguo Testamento y se anuncia el tiempo ya definitivo del Reino de Dios. Ciertamente, esta Carta recoge y repite temas bien conocidos de la Biblia respecto de José, pero lo hace en una línea nueva, en la que el Papa Francisco ha puesto de relieve los siguientes rasgos : 

(1) Francisco destaca la relación de este José, esposo de María, con José patriarca antiguo (hijo de Jacob), protector de sus hermanos en Egipto, y con el rey David, portador de las promesas mesiánicas.

(2) Francisco insiste en la paternidad de José como amor de ternura creadora y no como imposición patriarcalista ni como mero principio de paternidad genética, en un plano de generación y sexo. Sólo una figura de nuevos padres (padres/madres implicados, unidos, en amor) puede ser espacio y sentido de una “fábrica” de nuevos ministerios, de nuevos ministros, maduros, capaces de amor, como José, que tenía ya una prometida/esposa, dispuesto a casarse con ella por ley de amor.

 (3) Francisco insiste en la capacidad de escucha y diálogo con Dios que tenía José, en tiempos de dura opresión. José dialoga con Dios antes de su posible y deseado matrimonio y ora también con Dios en tiempos de dura persecución, impuesta por los poderes del mundo, teniendo que huir a la emigración forzada y al destierro de muerte, por desiertos y caminos vigilados, hasta un duro Egipto de nuevas opresiones.

 (4) Acentúa su forma de entender y acoger la presencia de Dios en los pobres y excluidos, tal como están representados en María, su esposa, y en Jesús, su hijo. No viene de los ricos-opresores, dispuestos a seguir dominando sobre el pueblo con nuevos ministerios clericales, sino de los pobres de la tierra que aprenden a convivir y poner su vida al servicio de los otros.

(5) Presenta a José como un hombre valiente, que asume los riesgos del mundo, trazando caminos de humanidad nueva y esperanza, desde el mismo exilio, con aquellos que carecen de seguridad y patria la tierra.  También insiste en su trabajo, al servicio de la familia y de la vida, en comunión con todos trabajadores marginados de la tierra.

 (6) Los cinco rasgos anteriores definen la paternidad de Jesús en la iglesia y en el mundo (en línea de familia), culminando en el 6º, que es el más significativo: San José ha sido y sigue siendo un padre de fondo, que sabe estar en la sombra, sin mandar directamente… y de esa forma actúa de un modo eficaz y cariñoso, fuerte y delicado, desde el fondo de la vida de Dios, sin buscar ningún protagonismo individual, sino poniéndose al servicio de su mujer (María) y de su hijo (Jesús).

(7) En esa línea define Francisco su castidad que no se entiende como pura abstinencia, sino como limpieza de amor, presentándole como hombre de amor no posesivo ni dominador, en contra de un tipo de “machismo” patriarcal, propio de varones que se creen sexo fuerte y dominante: 

“La castidad está en ser libres del afán de poseer en todos los ámbitos de la vida. Sólo cuando un amor es casto es un verdadero amor. El amor que quiere poseer, al final, siempre se vuelve peligroso, aprisiona, sofoca, hace infeliz. Dios mismo amó al hombre con amor casto, dejándolo libre incluso para equivocarse y ponerse en contra suya. La lógica del amor es siempre una lógica de libertad, y José fue capaz de amar de una manera extraordinariamente libre. Nunca se puso en el centro. Supo cómo descentrarse, para poner a María y a Jesús en el centro de su vida” (Patris Corde 7).

 Estas palabras centrales de la Carta de Francisco se aplican no sólo en los padres de familia, sino a los ministros de la iglesia, que sólo pueden ser “padres” y amigos cristianos renunciando a la paternidad patriarcal jerárquica (no al amor humano), para así aparecer y actuar como servidores amorosos (no dominadores ni dueños de

San José, buen padre de familia, fue esposo de María, madre de Jesús, a quien educó para ser Mesías de Israel.

3. REFLEXIÓN. SOBRE UN MINISTERIO DE VARONES CAMBIADOS EN LA IGLESIA.

     Como dice el Papa Francisco,  San José buscaba un amor concreto de pareja, haciendo aquello que le habían enseñado, porque era justo, pero encontró (Dios le mostró) otra cosa y la aceptó (porque era justo).  

Ser buen padre era entonces y sigue siendo ahora acoger y educar en amor no sólo a los hijos de la carne sino a los hijos del espíritu y la vida (cf. Mc 3, 31-35), especialmente a Jesús (Mt 1, 18-25) de forma que su casa fue taller/fábrica de curas, como me decía hace sesenta años el buen tío Juantxu.   

En el seminario, fábrica/taller de vida de la casa de José y Mará aprendió Jesús a poner su vida al servicio de los otros.  José fue de esa forma (con María) el mejor maestro, director espiritual y carnal de Jesús (en la línea de Jn 1,14: en Verbo se hizo carne en su taller, en la escuela del amor, del compromiso por los pobres, desde la misma base de trabajo, sufrimiento y búsqueda de amor del judaísmo de su tiempo).

José acogió e introdujo a Jesús, con María, en los caminos de una vida rriesgada,  abriendo ante sus ojos  las tareas de la vida de Dios en el mundo.   Sin esa “semilla” de seminario de José dentro, Jesús no hubiera sido el Cristo de Israel, ni José hubiera sido un buen «padre».  

El evangelio de Mateo presenta a José como Hijo de David (Mt 1, 20), heredero de las promesas mesiánicas, hombre «justo» (dikaios) que cumple lo que exige y pide la ley  (Mt 1, 19). Lógicamente, José debía ser capaz de trasmitir a Jesús esas promesas, diciéndole la forma en que debía comportarse, como portador de la Palabra de Dios.

Pero el ángel le pide que renuncie a su paternidad mesiánica (carnal), con los derechos que ella implica, poniéndose al servicio de María, su esposa (Mt 1, 18-25). Le pide que abandone su función de “padre-patriarcal” y que acepte, acoja y cuide la obra que Dios ha realizado a través de su esposa María y que realizará por Jesús, superando el mesianismo nacional israelita.  

Evangelio de Lucas. José es padre de Jesús superando un tipo de paternidad davídica de tipo patriarcal…Es educador del seminario de Jesús sabiendo que Jesús va a superar su enseñanza. 

En ese contexto, Lucas destaca esa distancia entre Jesús y José en el mismo relato del niño perdido en el templo. La madre reprende a Jesús diciéndole: “Tú padre y yo te estábamos buscando”. Pero Jesús responde: ¿No sabéis que debo ocuparme de las cosas de mi Padre?” (Lc 2, 48-49).

José es «padre de Jesús», pero, a fin de serlo de verdad, tiene que dejar que Dios sea su padre verdadero, el suyo, el de Jesús. José enseña a Jesús la doctrina del mesianismo judío, pero Jesús le obedece «desobedeciendo», escuchando la voz más alta del Padre del cielo. Y José lo acepta, y por eso es verdadero «padre de Jesús», su director de seminario.

   Por otra parte, siendo hijo de José, Jesús anuncia un mensaje de gracia universal (Lc 4, 18-19, cf. Is 61, 1-2 y 58, 6,), es decir, la salvación de Dios para todos los pueblos del mundo. De esa manera, para cumplir la esperanza de Israel, Jesús debe superarla.  

José había querido enseñarle a ser buen israelita, mesías del pueblo de Dios, según la ley…  Pero Jesús ha superado esa enseñanza de José  y presenta un menaje de salvación para todos los pueblos. José le ha querido hacer buen judío, hombre del orden social israelita; y Jesús ha entendido su enseñanza de otra forma: Quiere ser mesías de todos los pueblos.

Pero, en vez de alegrarse por ello, sus paisanos de Nazaret le rechazan, diciendo: «¿No es este el hijo de José?» (Lc 4, 22)… acusándolo de no serlo de verdad, de rechazar el mesianismo de Israel, de ir en contra de su mismo padre José.

            Ciertamente, los nazarenos saben que Jesús es hijo de José, en plano  genealógico y legal. Por eso, la pregunta puede sonar de esta manera: «¿Cómo siendo tú hijo de José (que es uno de los nuestros, buen nacionalista, hombre de iglesia judía legal) puedes comportarte de esta forma?».

   Según ellos, José había querido que Jesús fuera un buen nacionalista judío… Pero Jesús se ha vuelto un peligroso «universalista mesiánico». Éste es el problema de fondo del «seminario de José»: Ha enseñado a Jesús una cosa, pero Jesús ha «entendido otra» (ha entendido lo que José quizá sabía, pero sin saberlo del todo, ni aceptarlo externamente;

Éste es el enigma y mensaje de José, que podemos resumir en tres proposiciones:

– José era fiel al buen nacionalismo judío, que viene de la tradición de David, que es rey al servicio del judaísmo. Ése es en el fondo el problema de la iglesia actual, de los seminarios actuales: Por un lado tienen que aceptar la enseñanza o ideario del cristianismo sacral del último milenio; por otro deben superar esa enseñanza.

– En el fondo de su enseñanza nacional, José ofreció a Jesús, su hijo, un camino abierto que le capacitaba para superar ese nacionalismo sacral… En ese sentido (en contra de un José que podría cerrarse y cerrar el mesianismo en Israel), Jesús acoge y desarrolla el mensaje de fondo universal del judaísmo, superando así la «doctrina de su padre», para cumplirla de un modo más hondo.  

– Por eso,  siendo patrono de los seminarios, José tiene que educar a los «seminaristas actuales» (es decir, a toda la iglesia)  a cambiar de actitud y de forma de vida, pasando del «cristianismo social-católico» a un cristianismo universal de gracia, superando así este tipo de iglesia.

Asamblea General del Camino Sinodal de Alemania en Franfurt

Los 230 delegados del Camino Sinodal se reúnen en Fráncfort Synodaler Weg

Una amplia mayoría del Camino Sinodal alemán aprueba pedir al Papa revisar el celibato

Otra formulación que pedía directamente al Papa que levantara el celibato obligatorio, fue rechazada por una mayoría de dos tercios

Igualmente se decidió pedir a Francisco “que examine si a los sacerdotes ya ordenados se les podría dar la oportunidad de liberarse de la promesa del celibato sin tener que renunciar al ejercicio del ministerio”, además de que “los exsacerdotes se involucren más de cerca en la vida activa de la iglesia”

Por José Lorenzo

Del 9 al 11 de marzo, la localidad alemana de Fráncfort acoge la quinta y última Asamblea General del Camino Sinodal, un proceso surgido en Alemania en el año 2019 como respuesta al doloroso impacto que dejaron en la Iglesia germana los informes sobre los abusos sexuales a menores cometidos en su seno durante décadas.

Desarrollada desde entonces como un revulsivo capaz de regenerar desde la base una comunidad de creyentes de la que cada año desertaban más miembros, sin embargo, sus demandas han ido topando progresivamente con las objeciones del Vaticano, la última, el pasado mes de enero, cuando en una carta aprobada específicamente por el Papa, los cardenales Parolin, Ladaria y Oullet le hicieron saber que no tenían potestad para establecer órganos administrativos y deliberativos que pudieran suplantar a las conferencias episcopales o al Vaticano, en relación a los llamados consejos y comités sinodales. Y todo ello, además, en pleno proceso de Sínodo sobre la Sinodalidad, cuya fase final se celebrará en octubre de 2024 en Roma.

Precisamente, en la apertura de esta última asamblea (dentro de tres años se realizará otra reunión para analizar el desarrollo del proceso), el copresidente del Camino Sinodal (CS) y de la Conferencia Episcopal Alemana (DBK), Georg Bätzing, defendió el establecimiento previsto de un consejo sinodal, aunque subrayó, en referencia al aviso dado por el Vaticano, “queremos hacerlo bajo las posibilidades previstas por el derecho canónico”.

Cinco obispos ‘se dan de baja’

El obispo de Limburb también confirmó que, finalmente, de los 27 obispos que participan en el CS (en total son 230 delegados), cinco han rehusado participar en esta ocasión en las deliberaciones (donde los pastores tienen derecho de veto) al estar en desacuerdo con la aprobación de los controvertidos consejos sinodales en las diócesis. Estos obispos fueron los que escribieron al Vaticano mostraron su temor ante la posible creación de esos organismos asesores de los obispos.

Junto con este espinoso asunto, estos días se seguirá reflexionando sobre otros temas ya tratadas en las asambleas previas, como una apertura al celibato, las bendiciones para las parejas homosexuales, la admisión de mujeres a los oficios ordenados y una mayor participación de los laicos, según informa Katholisch.

Revisar el celibato

En este sentido, y tras las primera jornada, el Camino Sinodal se pronunció a favor de una revisión de las normas del celibato con una amplísima mayoría. El texto adoptado el jueves por la noche en Fráncfort pide al Papa Francisco de «reexaminar la conexión entre la consagración y la obligación de ser célibe». Esa fue la fórmula aceptada, dado que otra formulación “que pedía directamente al Papa que levantara el celibato obligatorio, fue rechazada por una mayoría de dos tercios”.

Igualmente se decidió pedir al Papa “que examine si a los sacerdotes ya ordenados se les podría dar la oportunidad de liberarse de la promesa del celibato sin tener que renunciar al ejercicio del ministerio”, además de que “los exsacerdotes se involucren más de cerca en la vida activa de la iglesia”.

Momento de oración en la apertura de la V Asamblea del Camino Sinodal Synodaler Weg

Junto con este además, además del de los consejos sinodales, que es la verdadera piedra de toque, otros dos son especialmente controvertidos: uno es el texto de reforma sobre la moralsexual, en el que, por ejemplo, se aboga por permitir oficialmente la celebración de bendiciones para las parejas del mismo sexo o aquellas que se han vuelto a casar y se han divorciado (opción también cerrada por el Vaticano en la primavera de 2021.

El otro texto controvertido que se de analizará es aquel que “demanda una nueva forma de tratar la diversidad de género en la Iglesia, especialmente con las personas transgénero e intergénero”

A los 10 años del Papa Francisco

Una conmemoración del pontificado de Francisco que interpele más la vida de la Iglesia

Por Consuelo Vélez

El 13 de marzo, se cumplen los diez años del pontificado de Francisco. Muchos son los escritos y acontecimientos que están acompañando esta conmemoración, en general, bastante positivos y esperanzadores, lo cual muestra que buenas cosas han ido sucediendo en esta década. Quiero añadir una palabra más a este hecho.

De la extrañeza de ese nombramiento -por primera vez un Papa latinoamericano- y por los hechos que se habían vivido en Argentina, tanto como provincial de los jesuitas como en su ministerio como arzobispo de Buenos Aires -no todos tan gloriosos-, pronto se pasó a una gran aceptación en los círculos de Iglesia más comprometidos con el cambio, con los pobres, con la perspectiva latinoamericana. Efectivamente, el Papa despejó los posibles desconciertos, con la sencillez que manifestó desde el primer día de su pontificado y la orientación que marcó para la Iglesia, orientación que, a paso lento, ha ido manteniendo y, algunos frutos, se pueden señalar.

Pero esa buena acogida que la porción de Iglesia más cercana a los pobres le ha dado al pontífice no se ha logrado instalar en los otros círculos eclesiales. Incluso, dentro de los que han participado de estas conmemoraciones por los diez años, se logra ver que no acaban de estar muy convencidos. Por ejemplo, algunos en sus intervenciones, han nombrado más el magisterio de los anteriores Papas que el de Francisco y máximo se ponen a comentar la Carta Encíclica Lumen Fidei que, en realidad, es de Benedicto, aunque Francisco la haya publicado al inicio de su pontificado. Sus palabras, aunque intentan ser amables con Francisco no dejan de develar su desconfianza frente al mismo.

Lo que quiero decir con esa realidad que vi en algunas de las conmemoraciones es que, sin duda, Francisco ha buscado nuevos caminos eclesiales que estaban haciendo mucha falta, no solo a nivel de evangelización -de lo que ha tratado en su magisterio escrito- sino también a nivel de su estructura pasando por finanzas, por nombramientos, por acciones, por cambios en algunas leyes eclesiásticas. Pero la pregunta que quiero hacer es si, todo lo que ha intentado hacer el Papa y que en estas conmemoraciones se ha reconocido, ha permeado el caminar eclesial y hoy nuestras comunidades locales se ven renovadas. Y mi respuesta, con preocupación, es que no. En muchos de los eventos en los que participo, el pueblo de Dios -laicado, jerarquía- sigue actuando cómo si a nada hubiéramos sido llamados en estos diez años. Ni siquiera el sínodo de la sinodalidad ha logrado mover “lo que siempre se ha hecho así”. El sínodo avanza en sus reuniones y los que participan de esos encuentros quedan muy comprometidos, pero el pueblo fiel de Dios -como dice Francisco- continúa caminando en paralelo y, casi diría, tomando más distancia del caminar eclesial. En las parroquias no se vibra por el Sínodo como no se vibró por la Asamblea Eclesial Latinoamericana. El magisterio de Francisco, aunque está escrito con un lenguaje tan cercano que puede ser entendido por más personas, no es material de estudio, de reflexión, de apropiación en la formación cristiana. En las predicaciones no se escucha demasiada referencia a esos textos.

Por otra parte, los y las jóvenes religiosos/as y los seminaristas no parecen estar formándose en el estilo de una Iglesia sinodal. Desde la formalidad exterior que cada día parece crecer más en hábitos, sotanas, clérimans, hasta la mentalidad, espiritualidad y demás recursos de su vida religiosa, no parece que estos jóvenes sean más abiertos, más comprometidos con la realidad, más deseosos de una iglesia en salida y, sobre todo, con más amor a los pobres. No pareciera que el pontificado de Francisco estuviera influyendo decisivamente en estos procesos formativos. Quiero señalar que tanto la CLAR (Conferencia Latinoamericana de Religiosos) y el CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) están siendo motores activos del proceso sinodal pero no veo que sus esfuerzos permeen significativamente la vida cotidiana de las casas religiosas, de las parroquias, de las diócesis, de las arquidiócesis.

Sinceramente eso del “olor a oveja” del clero lo veo poco; solo sigue presente en los que siempre lo mantuvieron a pesar de la persecución a la Iglesia latinoamericana, pero no veo a muchos más en esa línea. Lo de un laicado que se involucra en el “caminar juntos” porque se sienten consultados, reconocidos, incluidos, etc., no veo que se esté dando. Y en lo que respecta a las mujeres, las cosas se hacen tan confusas -y en esto hasta Francisco no acaba de plantearlo bien- que en estas conmemoraciones algunas de las intervenciones hechas por mujeres, siguen jugando con ese imaginario de que somos lo mejor de la Iglesia porque la Virgen María -mujer- es la Madre de Jesús, con lo cual, nuestras quejas no tienen mucho sentido o con aquello de que la Iglesia es femenina, cosa que es verdad en la imagen esponsal que se usa para hablar de ella, la cual, correctamente entendida significa que solo hay un esposo -Cristo- y una esposa -todo el pueblo de Dios: jerarquía y laicado; varones y mujeres-. El lugar de la mujer en la Iglesia va mucho más allá de esas explicaciones que se nos dan -no del todo correctas- porque supone una participación plena en la vida eclesial y no un simple reconocimiento de que lo “femenino” es lo más querido por Dios y por eso somos una maravilla. Nada de esto tiene que ver con la justicia con las mujeres que ha de pasar por su participación en los niveles de decisión.

En conclusión, mi mirada es parcial, desde mi horizonte que es más académico que pastoral, mucho más local que universal. Pero quiero decir que me alegra profundamente el conmemorar los diez años de un pontífice que ha marcado un caminar eclesial mucho más cercano a Vaticano II, al caminar latinoamericano y, sobre todo, a los más pobres y excluidos. Sin embargo, también me preocupa profundamente el no ver a la Iglesia como institución dando ese giro que tanto necesita hacia las líneas impulsadas por este pontificado: una Iglesia pobre y para los pobres, una Iglesia en salida, una Iglesia que no teme herirse, ni mancharse, una Iglesia liberada de la autorreferencial y de tantos honores, poderes y riquezas que dan seguridad pero no permiten testimoniar el evangelio.

Ojalá que además de alegrarnos por esta conmemoración, nos preguntemos por la puesta en práctica de la renovación eclesial propuesta por Francisco. Allí donde se esté dando, que siga con más fuerza y, donde no ha comenzado que comience la marcha de una vez por todas.