Continúa la represión en Nicaragua

Nicaragua: el obispo Rolando Álvarez rechaza el exilio y va a la cárcel

por MIROSLAVA LÓPEZ

El presidente Ortega arremetió contra el prelado de Matagalpa por negarse al exilio en los Estados Unidos, por lo que lo envió prisión mientras se determina su situación jurídica

A partir de este 9 de febrero el obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez, duerme en la cárcel La Modelo, ubicada a las afueras de Managua. Se trata de uno de los 12 centros penitenciarios a donde el gobierno de Daniel Ortega envía a los presos políticos

Desde el 19 de agosto del 2022, el obispo se encontraba en la capital del país en arraigo domiciliario, en espera de que la justicia nicaragüense determine si es culpable o no de conspiración contra el Estado y propagación de noticias falsas en las redes sociales.

Sin embargo, según reportes de prensa, esta madrugada fue sacado de dicho domicilio con la intención de que abordara el avión que el gobierno de los Estados Unidos proporcionó para llevar a ese país a los más de 220 presos políticos que el régimen sandinista liberó; no obstante, dos se negaron a subir a la aeronave, y uno de ellos fue el obispo Álvarez.

La consecuencia

La negativa fue considera por el mandatario Daniel Ortega como una muestra de soberbia, y pidió que se le encarcelara: “(El obispo Rolando Álvarez) ha mostrado comportamiento de soberbia de quien se considera el jefe de la iglesia de Nicaragua, el líder de la Iglesia latinoamericana”.

En consecuencia, fue llevado a la cárcel La Modelo, en una decisión represiva “por no acatar lo que manda la ley”.

Así lo dijo el propio mandatario en una rueda de prensa transmitida a nivel nacional, en la que se refirió a los presos políticos como “terroristas”.

Explicó que fue su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo quien llevó a cabo con la embajada de los Estados Unidos en Managua los acuerdos para exiliar a los más de 220 presos políticos, lo que se realizó sin ningún tipo de negociación para levantar las sanciones que pesan sobre la familia del mandatario y otros funcionarios de gobierno.

“No estamos pidiendo que nos levanten las sanciones; no estamos pidiendo nada a cambio. Es asunto de honor, de dignidad y patriotismo y de que se lleven a sus mercenarios“, dijo.

Detalló que a la embajada norteamericana se les presentó la lista con 228 nombres, pero Washington no aceptó a varios de ellos, y en último momento el obispo Álvarez y un ex policía relacionado con el narcotráfico se negaron a subir al avión.

Reconoció que en Washington tenían especial interés en que se liberara al obispo Rolando Álvarez, pero esto no fue posible debido a la “soberbia” del prelado, lo cual lamento, pues –dijo- “se le ha tratado de una manera increíble, como a ningún prisionero de este país. Estuve siete años preso y nunca conocí en la historia de un preso al que se le tratara de esa manera, como a este señor”, dijo.

En días pasados, Vida Nueva difundió que un obispo hondureño aseguraba que a Álvarez se le había propuesto dejar el país a cambio de su libertad, pero el obispo de Matagalpa se habría negado al considerar que su lugar estaba en Nicaragua, con el pueblo.

Se espera que en los próximos días se determine si Rolando Álvarez es culpable o no de los cargos que se le imputan 

Continúa la represión en Nicaragua

Condenan a 10 años de cárcel a sacerdotes católicos en Nicaragua por traición a la patria

MANAGUA, 6 feb (Reuters) – Un juez de Nicaragua impuso el lunes condenas de 10 años de cárcel a cuatro sacerdotes y dos seminaristas por traición a la patria y propagación de noticias falsas, en medio de lo que organismos de derechos humanos describen como una de las FOTO

Los seis religiosos condenados el lunes pertenecen a la diócesis Matagalpa de Nicaragua, liderada por el obispo Rolando Álvarez, crítico del gobierno y quien fue arrestado con ellos en agosto.

Álvarez se encuentra bajo arresto domiciliario en espera de juicio.

Un camarógrafo de un canal de televisión católico también fue condenado el lunes a 10 años de prisión.

«Condenamos estas acciones perversas del régimen que violentan los derechos Humanos», dijo el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos en una publicación en Twitter.

El grupo también exigió la inmediata liberación de los religiosos.

El gobierno de Nicaragua y la Conferencia Episcopal de Nicaragua no respondieron de inmediato a una solicitud de comentarios.

Grupos de derechos humanos han acusado a Ortega de atacar a líderes de la Iglesia Católica críticos de su Gobierno luego de las protestas en el país en 2018.

Ortega acusó a los líderes de intentar derrocarlo cuando sirvieron como mediadores con los grupos de protesta durante los disturbios que cobraron más de 300 vidas.

Desde entonces, el gobierno de Ortega ha expulsado a monjas y misioneros católicos, ha cerrado estaciones de radio y televisión católicas y ha arrestado a más de una decena de sacerdotes.

Durante el fin de semana, otro sacerdote católico de una zona rural de Nicaragua también fue sentenciado por traición y difusión de noticias falsas en un juicio separado.

(Reporte de Ismael López; Editado en Español por Ricardo Figueroa)

Iglesia de Nicaragua

Desde Nicaragua, una Iglesia en resistencia

Iglesia de Nicaragua

«Nicaragua no es la misma desde el 2018. Lo que primero fue una reacción justa frente a la reforma a la Seguridad Social, se convirtió en un canal para expresar todos los descontentos acumulados a través de 10 años de abuso de poder, fraude y corrupción»

«Han pasado 4 años desde el despertar del 2018 en Nicaragua, pero la estrategia del régimen de mantener el control total a toda costa y en todos los sectores de la sociedad, la criminalización de la disidencia y la anulación cualquier posibilidad de diálogo se ha mantenido»

«Una institución a la que le ha tocado dar su cuota de sacrificio en las aduanas de la persecución ha sido a la Iglesia católica. el régimen pasó de considerar a la Iglesia como mediadora, a declararla traidora a la patria»

«¿Está la Iglesia nicaragüense silenciada por la dictadura o en silencio por estrategia? Esta pregunta es necesaria para constatar que en Nicaragua hay una Iglesia en resistencia. Pacífica, sí, pero resistencia al fin»

«Desde este espacio, pedimos a toda la comunidad internacional y a las Conferencias Episcopales mantener sus ojos en Nicaragua y no cesar en su esfuerzo por lograr la liberación de todos los presos políticos, que son inocentes y solo están ejerciendo sus derechos humanos y su compromiso cristiano»

(Grupo de Religiones y Paz (GRIP)).- Nicaragua no es la misma desde el 2018. Abril de ese año fue el inicio de un cambio irreversible, que dejó al descubierto no solo lo que el regimen Ortega-Murillo es capaz de hacer, sino lo que un pueblo organizado, formado y consciente de la realidad es capaz de arriesgar para exigir democracia, institucionalidad y justicia. Lo que primero fue una reacción justa frente a la reforma a la Seguridad Social, se convirtió más adelante en un canal para expresar todos los descontentos acumulados a través de 10 años de abuso de poder, fraude y corrupción. Mucho habían callado los nicaragüenses: tanto los cómplices de este regimen en su intento de normalizar dicha situación como las víctimas en su decisión de aguantar. Hasta que ya no se pudo más.

2018 fue también un año de muchas preguntas para muchas personas en distintos escenarios. ¿De qué lado del conflicto situarse? ¿Qué es necesario decir? ¿Qué es importante callar? ¿Cuáles serán las razones para hacerlo? ¿Hasta dónde arriesgar? ¿Valdrá la pena tanto esfuerzo? ¿Por qué no hicimos esto antes? ¿Qué va pasar después? Pero no había suficiente tiempo, silencio y calma para reflexionar: era necesario hacer, actuar, decidir, aunque eso significara no involucrarse o, como hicieron cientos de jóvenes, estar dispuesto incluso a dar la vida.

Se fueron sumando posturas individuales con la intención de apoyar esa resistencia pacífica, cada vez más colectiva, pluralista y decididamente cívica. Quienes participaron de las numerosas protestas del 2018 lo narran: había estudiantes y empresarios, campesinos, vendedores de mercados y médicos, representantes de la Iglesia católica, feministas y miembros de los colectivos LGBTIQ+, sandinistas, liberales y antiguos milicianos de la Contra. Todos y todas salieron a marchar esos primeros días, mientras la dictadura veía estupefacta lo que se había negado a reconocer: la ilegitimidad de su mandato y el rechazo generalizado que provocaban, incluso dentro del Frente Sandinista.

2018 fue el fruto maduro de años de articulación entre cientos de organizaciones cívicas, hoy arbitrariamente clausuradas por el régimen, que apostaron por la formación ciudadana en el campo y la ciudad, creando redes de colaboración que se demostraron fundamentales a la hora de proteger a los perseguidos, organizar ayuda para los universitarios asediados, divulgar nacional e internacionalmente la repuesta salvajemente represiva de la policía y sus grupos paramilitares y para continuar con astucia la resistencia pacífica en las calles.

Después vino el horror. 355 es el número de muertos que acredita la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA como saldo de la represión gubernamental. Entre los muertos los hay por francotiradores o durante la Operación Limpieza, para la que movilizaron pandilleros de barrios como el Reparto Schick, Georgino Andrade y Jorge Dimitrov. Movilizaron también antiguos combatientes de la guerra de los años 80, bajo el liderazgo del viceministro de Gobernación Luis Cañas, con el objetivo de acabar con los “tranques” organizados en distintos puntos del país y que mostraron una efectiva presión económica, que hizo tambalear a este gobierno.

Han pasado 4 años desde el despertar del 2018 en Nicaragua, pero la estrategia del régimen de mantener el control total a toda costa y en todos los sectores de la sociedad, la criminalización de la disidencia y la anulación cualquier posibilidad de diálogo se ha mantenido. La pareja en el poder ha hecho el mismo esfuerzo de todas las dictaduras: garantizar un clima de aparente pero forzada tranquilidad haciendo rentable el miedo. Y haciendo pagar el precio a quienes osen desafiar ese miedo.

Una institución a la que le ha tocado dar su cuota de sacrificio en las aduanas de la persecución ha sido a la Iglesia católica. En los días recios de la crisis, fueron los sacerdotes los primeros en salir a auxiliar a los universitarios atacados por la Policía Nacional y grupos de choque de la Juventud Sandinista y fue la Catedral la que albergó a cientos de jóvenes que participan en protestas para protegerles de los francotiradores y dándoles comida y medicina.

Fueron religiosos los que se apostaron en la entrada de la cárcel de El Chipote y La Modelo para exigir información sobre las personas detenidas, desaparecidas y demandar su devolución a los familiares; fueron monjas las que estuvieron frente a la UNAN en julio del 2018 pidiendo el cese al ataque a la iglesia de la Divina Misericordia, en el que murieron 2 estudiantes.

Los hechos fueron empujando a la Iglesia a cargar con los heridos cada vez más numerosos, pasando de asumir ya no solo el papel del cirineo que ayuda a las víctimas a cargar la cruz, sino el del samaritano que se hace cargo de las víctimas y sus heridas: consolando a las madres de los estudiantes asesinados, acompañando al pueblo que se organizaba para protestar, protestando ella también y denunciando proféticamente lo que la Vicepresidenta Rosario Murillo en sus alocuciones de los mediodías se negaba a aceptar.

Al verse incapaces de mantener bajo su control a los sacerdotes y religiosas, y frenados en su intento de sacar rédito a las divisiones internas de la Conferencia Episcopal, el régimen pasó de considerar a la Iglesia como mediadora de un frágil Diálogo Nacional a declararla golpista, terrorista, servil del imperialismo y enemiga irremediable del gobierno y por tanto, traidora a la patria.

Poco a poco, lo que inicialmente fueron epítetos de arrebatada frustración se concretaron en ataques a las infraestructuras físicas de las iglesias, como las acontecidas en Jinotepe, Carazo y Diriamba, violencia física a religiosos -de las que fueron víctimas el cardenal Brenes, monseñor Silvio Báez y el nuncio Sommertag-, acoso y vigilancia permanente como la que denunció hasta agosto de este año el obispo de Matagalpa, infiltración a movimientos religiosos y parroquiales, retiro de la personería jurídica a instituciones educativas y sociales ligadas a la Iglesia y, por ende, el fin de su funcionamiento y el desempleo de todos sus trabajadores y el cierre de medios de comunicación religiosos.

A día de hoy, sabiendo que en Nicaragua todas las cifras son meras aproximaciones y que los números reales se desconocen, la Iglesia ha ido pagando a cuentagotas y a destiempo lo que se atrevió a hacer en el 2018: 11 sacerdotes han tenido que partir al exilio, al menos 2 han sido expulsados del país -entre ellos el nuncio apostólico del papa Francisco–, un número no menor de 5 denunciaron que no se les permitió la salida del país y a más de 8 no se les permitió la entrada. 4 sacerdotes y 2 seminaristas de la diócesis de Matagalpa comparten celda con los más de 220 presos políticos y otros 3 provenientes de la Arquidiócesis de Managua y de la Diócesis de Granada y de Siuna se encuentran encarcelados con acusaciones falsas. El caso más emblemático es el obispo de Matagalpa, monseñor Rolando Álvarez, secuestrado en un domicilio de Managua desde agosto del 2022 y del que solo se sabe lo que ha compartido públicamente el cardenal Leopoldo Brenes.

No se le persigue a la Iglesia católica por lo que cree. Irónicamente la pareja en el poder ha afirmado en reiteradas ocasiones creer en el mismo Dios y profesar la misma fe. Se le persigue por lo que hizo y por lo que, a pesar de las amenazas, no ha dejado de hacer. Con monseñor Silvio Báez en el exilio y monseñor Rolando Álvarez secuestrado, el régimen no ha querido dejar duda de lo que es capaz. Aunque hasta el momento ningún sacerdote ha muerto a manos del gobierno, no hace falta que corra la sangre para advertir el nivel de crueldad con que proceden Daniel Ortega y Rosario Murillo y el miedo y conveniencia con que obedecen todos los funcionarios públicos, cómplices de sus atropellos.

¿Está la Iglesia nicaragüense silenciada por la dictadura o en silencio por estrategia? ¿Cuántas maniobras diplomáticas serán necesarias para ver resultados eficientes del aparente y oculto diálogo que afirmó el papa Francisco tener con el gobierno? ¿Cuál factura preferirá pagar la jerarquía? ¿La de ser fiel a su misión profética o la de garantizar la seguridad y estabilidad para su práctica religiosa? ¿Por qué la Conferencia Episcopal no ha exigido firmemente la liberación de monseñor Rolando Álvarez y la garantía del debido proceso judicial a los sacerdotes acusados? ¿O al menos denunciado las irregularidades en torno a los casos? ¿Por qué tampoco se han unido a las campañas que demandan el respeto a los derechos humanos y el cumplimiento de leyes Nelson Mandela a los más de 220 presos políticos que existen en Nicaragua, torturados, maltratados, confinados en celdas de castigo y condenados sin un proceso judicial mínimamente decente? ¿Justifica el deseo de éxito de esas negociaciones la bruma de silencio y ambigüedad con que se ha expresado el cardenal Brenes sobre los sacerdotes expulsados y la salud de Monseñor Rolando Álvarez? ¿Hasta dónde la política de no provocación y no confrontación con el gobierno que ha girado el arzobispo de Managua a sus sacerdotes diocesanos y a la CONFER podrá calzar con la imagen de la Iglesia que en el 2018 lavó los pies y las heridas de las víctimas de la violencia dictatorial?

Estas preguntas son necesarias para constatar que en Nicaragua hay una Iglesia en resistencia. Pacífica, sí, pero resistencia al fin. Esa Iglesia ha aceptado la calumnia y la persecución y no ha renegado de compartir el pedregoso camino por el que también han hecho caminar forzosamente a la sociedad civil, obligada al exilio una buena parte de ella, con 2,889 ONGs clausuradas, una decena de universidades expropiadas y más de 54 medios de comunicación cerrados por el régimen.

Esa Iglesia en resistencia ha adquirido unas características que solo se pueden entender desde dentro de Nicaragua donde no todo silencio significa cobardía, donde la prudencia es también una forma de combatir, donde -al mejor estilo del güegüense nica– entramos con la de ellos con la esperanza de salirnos con la nuestra.

«Pacífica, sí, pero resistencia al fin»

La solidaridad internacional de obispos como monseñor José Antonio Canales de la diócesis de Danlí en Honduras abre la puerta a la petición de que una comisión del CELAM visite a los sacerdotes y presos políticos en Nicaragua. Porque no podemos solos y porque en los últimos 4 años se han dado grandes manifestaciones ciudadanas en distintos países de América Latina al igual que en Nicaragua: Chile, Colombia, México, Bolivia, Ecuador. Pero ha sido la Iglesia nicaragüense la que ha dado el ejemplo más poético, desmedido y espontáneo de acompañamiento a la lucha cívica y de disposición a correr la misma suerte del pueblo indefenso. Y aunque no se auguran tiempos mejores para la Iglesia en Nicaragua, sí sabemos que los frutos amargos que hoy degusta son al menos los de una cosecha digna.

Mientras tanto, en lo que tardamos en lograr el restablecimiento de la democracia y la institucionalidad, seguimos resistiendo con cautela y templanza, para ofrecer a Nicaragua la mejor esperanza, que en estos tiempo de desesperanza, hemos logrado cuidar.

Por eso, desde este espacio:

-Agradeciendo la solidaridad manifestada por parte de la comunidad internacional, pedimos a toda la comunidad internacional mantener sus ojos en Nicaragua y no cesar en su esfuerzo por lograr la liberación de todos los presos políticos, que son inocentes y solo están ejerciendo sus derechos humanos y su compromiso cristiano.

-Agradeciendo la solidaridad manifestadas por las distintas conferencias episcopales ante el asalto a la curia de la diócesis de Matagalpa, el secuestro de monseñor Rolando Álvarez y la detención de los sacerdotes, seminaristas y laicos que le acompañaban, pedimos que continúen exigiendo su liberación y la visita de una comisión del CELAM a todos los presos políticos, para constatar las condiciones en que se encuentran.

Persecución a la Iglesia

Rosa Chávez: «El martirio sigue siendo una realidad para la Iglesia en Nicaragua»

Rolando Álvarez, portando el Sagrado ante la mirada de la Policía
Rolando Álvarez, portando el Sagrado ante la mirada de la Policía

«Los últimos acontecimientos, como el asedio a sacerdotes y obispos, la expulsión de miembros de comunidades religiosas, la profanación de templos y el cierre de radios, nos duelen profundamente. Les manifestamos nuestra solidaridad y cercanía»

| RD/Efe

El cardenal Gregorio Rosa Chávez, obispo auxiliar de San Salvador, dijo este viernes que la «persecución» que vive la Iglesia católica nicaragüense por parte de las autoridades gubernamentales es actualmente el «caso más horrendo» de «martirio» de la región.

«El martirio sigue siendo una realidad también en nuestros días. En nuestra región, el caso más horrendo es el de la persecución que sufre la Iglesia de Nicaragua», dijo Rosa Chávez en un mensaje a los feligreses en el marco de las fiestas patronales de la capital salvadoreña.

El jerarca religioso hizo eco de un comunicado emitido este 5 de agosto por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en el que «se une al sufrimiento que vive gran parte del pueblo de Nicaragua y la Iglesia que peregrina en esta querida tierra».

En la misiva, de la que el cardenal salvadoreño citó una parte, denuncian el «constante hostigamiento que viene sufriendo (la Iglesia) por parte de las autoridades gubernamentales».

«Los últimos acontecimientos, como el asedio a sacerdotes y obispos, la expulsión de miembros de comunidades religiosas, la profanación de templos y el cierre de radios, nos duelen profundamente. Les manifestamos nuestra solidaridad y cercanía», leyó Rosa Chávez ante miles de católicos salvadoreños.

Sacerdotes de diferentes diócesis de Nicaragua pidieron este viernes al Gobierno nacional que «cese la persecución a la Iglesia» católica, que en los últimos meses ha visto cómo dos miembros del clero fueron arrestados y otros dos fueron sitiados en sus casas curales, incluyendo al obispo Rolando Álvarez, uno de los más críticos del presidente Daniel Ortega.

Las relaciones encontradas entre el Gobierno y la Iglesia católica se agudizaron esta semana después de que las autoridades ordenaran el cierre de diez medios de comunicación, entre ellos ocho católicos, que estaban bajo la dirección de Álvarez.

El obispo Rolando Álvarez sale a la calle de rodillas para clamar el fin de los ataques
El obispo Rolando Álvarez sale a la calle de rodillas para clamar el fin de los ataques

Con un 58,5 % de creyentes, la Iglesia católica es la religión con más seguidores en Nicaragua, según el último censo nacional.

Nicaragua vive una crisis que, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), dejó al menos 355 muertos en 2018, de los cuales Ortega admitió 200 y alegó que se defendía de un supuesto golpe de Estado.

La crisis empeoró con las elecciones de noviembre pasado, cuando Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, fueron reelegidos en sus cargos, en un proceso criticado porque siete de sus potenciales rivales fueron arrestados y dos huyeron al exilio

Secuestro del obispo por la noche

Como a Jesús en el huerto: dictador Ortega secuestra a obispo nicaragüense

Daniel Ortega quiere negociar con el Vaticano el exilio de Rolando Álvarez
Daniel Ortega quiere negociar con el Vaticano el exilio de Rolando Álvarez

«Toda América se pone en pie para contemplar cómo un pequeño Herodes, un pobre hombrecillo, lleno de miedos, -y por tanto de violencias- escondido detrás de un ejército, persigue a la Iglesia defensora de los pobres, -cuya voz ha sido acallada-«

Llegó la hora del martirio para los fieles testigos de la Luz y de la Palabra Viva en nuestra amada Nicaragua. Es la misma escena del Evangelio narrada por Marcos 14, 43 a 63: “(Acababa Jesús de orar con sus discípulos) todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta Judas, acompañado de un grupo con espadas y palos…”

PorVíctor Ricardo Moreno Holguín, Pbro.

De noche, como el ladrón, -como los hijos de las tinieblas-, el dictador Daniel Ortega y sus lacayos, asaltaron la pacífica y sagrada casa episcopal de Matagalpa, llevándose secuestrado al obispo Rolando Álvarez, a quien, junto con un grupo de sacerdotes y laicos, tenía incomunicado y sin posibilidades de recibir alimento desde hace dieciséis días. Ni en los peores tiempos de las dictaduras de los Somoza, se vio lo sucedido en esta madrugada del 19 de agosto, en Matagalpa

Toda América se pone en pie para contemplar cómo un pequeño Herodes, un pobre hombrecillo, lleno de miedos, -y por tanto de violencias- escondido detrás de un ejército y aferrado a las enaguas de su mujer, persigue a la Iglesia defensora de los pobres, -cuya voz ha sido acallada-.

La hora del martirio

Llegó la hora del martirio para los fieles testigos de la Luz y de la Palabra Viva en nuestra amada Nicaragua. Es la misma escena del Evangelio narrada por Marcos 14, 43 a 63: “(Acababa Jesús de orar con sus discípulos) todavía estaba hablando, cuando de pronto se presenta Judas, acompañado de un grupo con espadas y palos…”.
El asalto a la casa episcopal fue en lo más oscuro de la noche: entre las dos y las tres de la madrugada de este viernes 19 de agosto. Las campanas de la Iglesia Catedral sonaron llamando de urgencia a la comunidad. La noticia también resonó en las redes sociales: “¡Urgente! En estos momentos la Policía Nacional ha ingresado a la Curia Episcopal de nuestra Diócesis de Matagalpa”.


“El que le iba a entregar les había dado esta contraseña: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es, prendedle y llevadle con cautela.» Nada más llegar, se acerca a él y le dice: «Rabbí», y le dio un beso.” Con anticipación, el dictador había dado “el primer paso para trasladar a la cárcel a Monseñor Rolando Álvarez”, anunció horas antes la directora del Centro nicaragüense de Derechos Humanos, Vilma Núñez de Escorcia, según fuentes periodísticas. “Ellos le echaron mano y le prendieron”.

Rompieron los portones

Sus lacayos antimotines rompieron los portones de la curia tomaron secuestrado al obispo y a sus acompañantes. Fuentes nicaragüenses confirmaron que, una vez allanada la curia, se llevaron al obispo Rolando Ortega y a los ochos sacerdotes. “Y tomando la palabra Jesús, les dijo: «¿Cómo contra un salteador habéis salido a prenderme con espadas y palos?».
Las palabras de monseñor Rolando Álvarez, pudieron ser las mismas de Jesús ante el asedio; pues el dictador, que manipula todas las fuerzas y armas del país centroamericano, llegó por medio de su tropa. Los testigos vieron salir a un convoy policial de al menos ocho patrullas. Nada más parecido y coincidente con la escena entre jueves y viernes santo.
“Todos los días estaba junto a vosotros enseñando en el Templo, y no me detuvisteis. Pero es para que se cumplan las Escrituras.” Monseñor Álvarez, desde la libertad que tienen los hijos de Dios, ha levantado la voz, para defender a un pueblo oprimido por Ortega, quien, asaltando los poderes de gobierno, encarceló con mentiras a sus opositores, expulsó al Nuncio del papa Francisco y a todos aquellos religiosos que brillan por la Luz de sus buenas obras.

Un reino de oscuridad

Parece que Ortega solo quiere un reino de oscuridad, dolor y muerte. “Andaban buscando contra Jesús un testimonio para darle muerte; pero no lo encontraban… muchos daban falso testimonio contra él, pero los testimonios no coincidían. Algunos, levantándose, dieron contra él este falso testimonio: «Nosotros le oímos decir: Yo destruiré este Santuario hecho por hombres y en tres días edificaré otro no hecho por hombres.»

Y tampoco en este caso coincidía su testimonio. Distintas fuentes indicaron que el dictador Ortega está buscando “testigos” que declaren en contra del caso que armaron contra monseñor Rolando Álvarez, a quien señalaron de “organizar a grupos violentos”, “incitar al odio” y crear “zozobra”, dicen medios de comunicación.

Las acusaciones de Ortega contra los obispos

Ortega, que además manipula los medios de comunicación de toda Nicaragua, ha levantado falso testimonio contra los obispos, diciendo que ocultan terroristas, armas y montan un plan para destruir la Nación. Nada más falso. ¿Se puede esperar otro discurso de quien se siente dueño de una Nación que ha luchado por la paz y la democracia, pero ha pasado de manos de las dictaduras Somoza al dictador Ortega?

Se ha citado a decenas de personas de Matagalpa para interrogarlas. “Preguntó a Jesús: «¿No respondes nada? ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra ti?» Pero él seguía callado y no respondía nada… le preguntó de nuevo: «¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?» Algunos se pusieron a escupirle, le cubrían la cara y le daban bofetadas, mientras le decían: «Adivina», y los criados le recibieron a golpes”. 

Un juicio probablemente injusto

Ahora, sometido a la tortura de un secuestro, monseñor Rolando Álvarez y sus sacerdotes, seguramente se verán sometidos a un injusto juicio, cuya sentencia ya está escrita con anticipación en el oscuro corazón del dictador. La cárcel, el exilio o la muerte, rodean a este obispo profeta de Dios y de Su Pueblo.

El obispo Rolando Álvarez sale a la calle de rodillas para clamar el fin de los ataques
El obispo Rolando Álvarez sale a la calle de rodillas para clamar el fin de los ataques

Han querido amordazar la Palabra de Dios, pero eso es imposible. La Iglesia y los gobiernos libres de Latinoamérica (extrañamente con ausencia de Colombia) ya condenaron la agresión contra los derechos humanos al pueblo nicaragüense y a la Iglesia Católica en particular. El pueblo nicaragüense sigue acompañado de sus pastores, que no buscan un reino de este mundo, pero si que Dios reine en este mundo de pobreza latinoamericana, en el que los dictadores, están arrasando con las posibilidades de paz, libertad religiosa y solidaridad. 

Oremos, comentemos y estemos prontos a buscar los modos más efectivos, pacíficos, solidarios y democráticos para defender al pueblo encabezado por sus pastores en martirio dictatorial. «Ha llegado la hora de las tinieblas”, nos advierte el Evangelio.

Persecución a la Iglesia en Nicaragua

Obispo de Nicaragua responde con la canción ‘Amigo’ a los antimotines que le impidieron celebrar misa

Policías del régimen de Daniel Ortega obligaron al obispo de Matagalpa a quedarse en la curia episcopal, por lo que no pudo celebrar la misa en la que se pediría por el cese de la represión contra la Iglesia

Policías antimotines del gobierno de Daniel Ortega impidieron al obispo de Matagalpa acudir a la Catedral de San Pedro donde tenía previsto celebrar una hora santa y una misa para pedir por el cese de la represión gubernamental en contra de la Iglesia católica en ese país.l momento fue compartido por Facebook Live, y en él se observa al obispo Rolando Álvarez dentro de la cochera de la curia episcopal, mientras un grupo de cinco antimotines, armados con escudos, le impiden salir.

El obispo Álvarez, uno de los críticos más fuertes del gobierno de Ortega, explica en el video: “He querido salir a la catedral a hacer la hora santa, pero obviamente las autoridades superiores no han dado permiso”.

También se le escucha explicando a los policías que no intentará salir por la fuerza, y entonando la canción ‘Amigo’ de Roberto Carlos, mientras los bendice.

Junto con el obispo, permanecieron encerrados en la curia seis sacerdotes e igual número de laicos: “Aquí vamos a permanecer sin irrespetar a la policía. Nunca la hemos irrespetado, a nuestros hermanos que tienen sus familias y que son nuestros amigos”, dijo.

Si bien las instalaciones de la curia se encuentran sitiadas desde el miércoles 3 de agosto, la mañana de este jueves, el obispo Álvarez logró salir a las calles para bendecir con el Santísimo a las personas, mientras algunos agentes de seguridad intentaban detenerlo.

En otro video se le ve intentando esquivar a los uniformados para bendecir a la gente, mientras canta ‘Tu reinarás’, y otras alabanzas a Jesús Eucaristía.

Finalmente, este jueves por la tarde sí se celebró la misa en la catedral; sin embargo, no fue presidida por el obispo. En la homilía, el sacerdote celebrante llamó a los nicaragüenses a no tener miedo a “ningún hombre ni a ninguna situación oscura, porque nuestra vida, si está en manos de Dios, está segura”, dijo.

“Para aquellos hermanos que piensan que agarrando un arma pueden resolver los problemas, esa es una manera de pensar meramente humana; los problemas, especialmente de esta calidad, el Señor nos está enseñando a pensar como hijos de Dios, que no resuelven las cosas con armas, sino con diálogo, amor y oración”, añadió.

Cabe mencionar que, en la diócesis de Matagalpa, el obispo convocó hace unos días a una cruzada de oración y adoración por la Iglesia, por los sacerdotes y por el país, que consiste entre otras acciones en que todos los primeros viernes de mes, dedicados al Sagrado Corazón de Jesús, se realice ayuno.

Por otra parte, un grupo de exiliados nicaragüenses iniciaron una campaña para recolectar firmas a fin de hacérselas llegar al papa Francisco para que exprese una posición más firme sobre la situación en ese país, como parte de la resistencia pacífica para que el régimen de Ortega libere a los presos políticos. También convocaron a que este domingo 7 de agosto se llenen las iglesias para orar por el cese de la represión contra la Iglesia.

Secuestran a obispo en Nicaragua

La policía de Daniel Ortega captura a monseñor Rolando Álvarez, el obispo más crítico con el régimen en Nicaragua

El obispo Rolando Álvarez, durante una misa el pasado 5 de agosto

Por Wilfredo Miranda 19.08.2022

En torno a las 3.40 de la madrugada de este viernes, mientras la ciudad de Matagalpa dormía, un convoy de fuerzas especiales de la policía de Daniel Ortega y Rosario Murillo se llevó a monseñor Rolando Álvarez, el obispo más crítico con el régimen que continuaba en Nicaragua. Después de 15 días de cerco y acoso policial a la curia, donde el religioso se encontraba con ocho sacerdotes y colaboradores en cautiverio, ha ocurrido esta captura que supone uno de los golpes más duros del régimen sandinista en la persecución religiosa que mantiene contra el catolicismo que critica las violaciones a los derechos humanos

“Urgente. En estos momentos la Policía Nacional ha ingresado a la Curia Episcopal de nuestra Diócesis de Matagalpa”, publicó la cuenta de Facebook de la diócesis al momento del secuestro del religioso. Según fuentes eclesiales y de esa ciudad norteña, el operativo fue “exprés” y monseñor Álvarez fue trasladado en una camioneta con destino desconocido, junto a los otros sacerdotes que le acompañaban. Hasta ahora, no se sabe si el obispo fue trasladado a una prisión o será exiliado forzosamente, como barajaban algunas fuentes católicas.

Según el abogado de Matagalpa Yader Morazán, “se desplegaron entre 15 a 20 vehículos con policías y paramilitares, ordenaron a los guardas de seguridad de los bancos y negocios a esconderse y no ver lo que sucedía”, a la vez que cerraron una tienda de conveniencia que funciona 24 horas.

“La Ley establece que los allanamientos se deberán ejecutar entre las seis de la mañana y seis de la tarde, y sólo en estos dos casos excepcionales se puede hacer a otra hora: Con el consentimiento del dueño de la casa o en casos sumamente graves y urgentes, según el artículo 217 del Código Procesal Penal. Teniendo a monseñor Álvarez bajo su control por más de 15 días, ¿dónde está la urgencia o gravedad?”, se preguntó el jurista, quien trabajó en el servicio judicial de ese departamento norteño.

El último tuit del obispo de Matagalpa fue publicado en su cuenta oficial a eso de las 12:36 de la madrugada. Decía: “Preocupémonos por llevar el traje de fiesta en el Reino de Dios”. Las acciones policiales contra el religioso iniciaron el cuatro de agosto pasado, luego de que un grupo de policías impidiera la celebración de la misa matutina en la Catedral San Pedro Apóstol de Matagalpa, ante lo cual el obispo salió a la calle orar con el Santísimo Sacramento en lo alto, y luego dio la espalda a los agentes para arrodillarse y clamar a Dios.

El pasado 5 de agosto la policía de Ortega y Murillo abrió un proceso investigativo en contra de monseñor Álvarez, supuestamente por “intentar organizar grupos violentos y ejecutar actos de odio en contra de la población”.

Según la Policía, el prelado como cabeza de las altas autoridades de la Iglesia Católica y “prevaliéndose de su condición de líderes religiosos, utilizando medios de comunicación y redes sociales están intentando organizar grupos violentos, incitándolos a ejecutar actos de odio en contra de la población… con el propósito de desestabilizar al Estado de Nicaragua y atacar a las autoridades constitucionales”.

Desde ese día el régimen de Ortega y Murillo intensificó el asedio policial en la residencia de monseñor Álvarez y las calles cercanas a la Curia, las cuales se mantenían hasta el secuestro de esta madrugada tomadas por decenas de agentes de la Dirección de Operaciones Especiales (DOEP) completamente armados.

Para poder resistir el secuestro de 15 días, monseñor Álvarez y sus acompañantes tuvieron que racionar el alimento que el obispo guarda en su alacena, ya que el régimen sandinista no permitía el ingreso de víveres ni medicamentos a la residencia del religioso. El sitio policial contra el obispo es dirigido por el comisionado Ramón Avellán, un leal a los Ortega-Murillo y encargado de operaciones violentas contra opositores desde 2018.

“Con el corazón indignado y dolido condeno el secuestro nocturno de Monseñor Álvarez. ¡Quienes lo sepan, digan dónde está mi hermano obispo! ¡Que sus secuestradores respeten su dignidad y lo liberen! De nuevo, la dictadura vuelve a superar su propia maldad y su espíritu diabólico”, expresó en su cuenta de Twitter el obispo Silvio Báez, el primer prelado exiliado forzosamente por el régimen.

Por su parte, el también sacerdote exiliado Edwin Román catalogó como indignante el secuestro de Álvarez. “Basta ya de tanto silencio, hablen quienes tienen que hablar y dar la cara, a eso se le llama pecado de omisión”, dijo el cura, cuya crítica hace rima con los cuestionamientos a la Conferencia Episcopal de Nicaragua que ha sido timorata en denunciar el acoso que sufre el catolicismo en este país centroamericano.

Persecución a la Iglesia de Nicaragua

El obispo Álvarez convoca a una jornada de oración y ayuno por Nicaragua

obispo Rolando Álvarez
Rolando Alvarez Lagos

El prelado de Matagalpa, quien en mayo realizó ayuno en protesta por el acoso policiaco del gobierno de Ortega, asegura que “la oración salvará” al país

El obispo de la diócesis de Matagalpa y administrador apostólico de Estelí, Rolando Álvarez Lagos, convocó a una jornada de oración y ayuno por los sacerdotes, la Iglesia y por el propio país, pues aseguró, “la oración salvará a Nicaragua”.l obispo Álvarez, quien en mayo pasado realizó un ayuno en protesta por el acoso policiaco del que dijo fue objeto en ese momento, explicó a los fieles de su diócesis: “quiero convocarlos a todos y cada uno de ustedes a una cruzada de oración y adoración por nuestra Iglesia, nuestros sacerdotes y nuestra amada Nicaragua”.

En el marco de la peregrinación al Santuario del Divino Niño, explicó que la cruzada consiste en que los primeros viernes de mes, dedicados al Sagrado Corazón de Jesús, se practique el ayuno.

En las próximas fiestas de la Virgen María -agregó el obispo- “hagamos a las 5:30 de la mañana, cada uno en su hogar, en su casa, en su familia y si así fuere en nuestras parroquias, el Rosario de la aurora y el rezo de las mil Ave María“.

“Juntos a una sola voz”

El obispo Álvarez detalló que las fiestas marianas en las que se pide rezar el Rosario de la aurora y las mil Ave María, son: 15 de agosto, en la fiesta de la Asunción de Nuestra Señora a los cielos; el 22 de agosto en Santa María Reina; el 8 de septiembre en el nacimiento de la Santísima Virgen María; el 15 de septiembre en la festividad de Nuestra Señora de los Dolores; el 24 de septiembre en la festividad de Nuestra Señora de la Merced; el 7 de octubre en la festividad de Nuestra Señora del Rosario; el 27 de septiembre en Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa y el 8 de diciembre en la Inmaculada Concepción de María.

El obispo concluyó: “juntos, a una sola voz, ayunando todos los primeros viernes de mes, nuestra plegaria seguirá conmoviendo las entrañas misericordiosas de nuestro Dios y la Virgen Santísima, y veremos miles de bendiciones y también la gloria de Dios, porque la oración es la que salvará a Nicaragua“.

Cabe señalar que, de acuerdo con el documento ‘Nicaragua: una Iglesia perseguida’, elaborado por la abogada nicaragüense del Observatorio Pro Transparencia y Anticorrupción, Martha Molina, del año 2018 hasta el 22 de mayo de 2022 se registraron 190 agresiones a la Iglesia católica en ese país, entre las que se enumeran: agresiones físicas a sacerdotes, profanaciones a templos e imágenes religiosas, asedio, amenazas de muerte, persecución e insultos, ataques armados y quemas.

Solidaridad con la Iglesia de Nicaragua

Obispos centroamericanos se solidarizan con la Iglesia en Nicaragua

Rolando Álvarez
Rolando Álvarez

Los obispos de la región centroamericana exhortan a las autoridades a buscar y encontrar caminos de diálogo que posibiliten la convivencia armónica entre los ciudadanos y las instituciones de Nicaragua

Solidaridad con todos los miembros de la Iglesia en el país, en particular con quienes están sufriendo la vulneración de su derecho a la seguridad y libertad plena

Referencia particular a Mon. Rolando Álvarez, Obispo de la Diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí y al Pbro. Harving Padilla, párroco de la Parroquia San Juan Bautista de la Ciudad de Masay

(Vatican News).- Escuchamos el clamor del pueblo nicaragüense y nos apena la situación social, económica y política que atraviesa provocándole dolor y sufrimiento: así lo expresan los obispos de la región centroamericana unidos colegiadamente en el Secretariado Episcopal de América Central, en un comunicado publicado en la Solemnidad del Corpus Christi.

Derecho a la seguridad y libertad plena

Los prelados, que expresan su solidaridad con la Iglesia que peregrina en Nicaragua, hacen referencia en particular a Mons. Rolando Álvarez, Obispo de la Diócesis de Matagalpa y Administrador Apostólico de la Diócesis de Estelí y al Pbro. Harving Padilla, párroco de la Parroquia San Juan Bautista de la Ciudad de Masaya, quienes sufren la vulneración de su derecho a la seguridad y libertad plena.

Buscar caminos de diálogo

A Dios piden la comprensión, la tolerancia, el diálogo, la unidad y la paz, y exhortan a las autoridades civiles y militares “a buscar y encontrar caminos de diálogo que posibiliten la convivencia armónica entre los ciudadanos y las instituciones que conforman el entramado de dicha sociedad, entre ellas la Iglesia que a lo largo de cinco siglos ha velado con amor por dicho pueblo”. 

En la solemnidad del Corpus Christi, conociendo la fe, amor y devoción de nuestros pueblos, y, siendo el nicaragüense uno de ellos, – concluyen – pedimos a Nuestro Señor Jesús, que por su Cuerpo y Sangre se logre la unidad nacional tan anhelada y necesaria en Nicaragua.

La confrontación de la Iglesia con el régimen nicaragüense

Un obispo de Nicaragua, en ayuno “indefinido” por la perscución 24 horas de la policía de Ortega

Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, es uno de los pastores más críticos con el régimen sandinista

La confrontación en Nicaragua entre la Iglesia y el régimen de Daniel Ortega es ya máxima. A la expulsión, semanas atrás, del nuncio papal, el polaco Waldemar Sommertag, quien apenas tuvo unas horas para recoger sus cosas antes de cruzar la frontera, causando el malestar de la Santa Sede, se ha sumado el último choque con un obispo


En este caso, Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, quien ha denunciado, a través de un vídeo difundido en redes sociales, lo que le ocurrió ayer, jueves 19 de mayo: “Hoy he sido perseguido durante todo el día por la policía sandinista, desde la mañana hasta estas horas de la noche, en todo el momento y durante todos mis movimientos del día”.

Vigilancia indisumulada

Un notorio hostigamiento policial que en absoluto se disimuló por parte de los agentes: “Estando en la casa de mi sobrina, he ido directamente a preguntarle a los oficiales de la policía sobre por qué me persiguen. Ellos me han informado de que obedecen órdenes.

Tras invitarles a dejar por ese día la persecución y pedirles “que se fueran a descansar”, sucedió, por mandato del “Gobierno”, precisamente lo contrario: “Entraron en mi círculo de privacidad familiar (…), poniendo en riesgo la seguridad de mi familia”.

Protegido por un sacerdote

Con el fin de evitar males mayores a sus familiares, Álvarez encontró cobijo en una parroquia de Managua, acogiéndole el sacerdote Carlos Herrera.

Con un evidente malestar, el obispo, uno de los más críticos con el régimen sandinista, ha anunciado que inicia “un ayuno a agua y suero” que será “indefinido” hasta que la policía se comprometa a dejar de acosarle.

A través de Twitter, Silvio José Báez, obispo auxiliar de Managua que permanece en el exilio en Miami tras las amenazas poco veladas del régimen de Ortega, ha mostrado su apoyo a su compañero: “Le ofrezco mi solidaridad y mi cercanía fraterna a mi hermano Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, quien está siendo hostigado por la policía. Me uno a su oración, pidiéndole al Señor que lo proteja con la fortaleza de su Espíritu”.