Haití pide ayuda militar internacional para solucionar la situación de inseguridad que afronta el país

Por Diego Montero – 

El Consejo de Ministro de Haití ha aprobado este viernes una resolución en la que insta al jefe de Gobierno, Ariel Henry, a pedir ayuda a la comunidad internacional y sus Fuerzas Armadas para contener a las pandillas que estarían mermando la situación de seguridad en todo el país.

Archivo – Protestas en Haití – Europa Press/

Así lo ha reflejado el Gobierno haitiano en una publicación en el boletín oficial del país recogida por ‘Gazette Haiti’, en el que se solicita una intervención de fuerzas extranjeras en Haití y de sus fuerzas militares para abordar la crisis humanitaria causada, entre otras cosas, «por la inseguridad resultante de las acciones criminales de las bandas armadas y sus patrocinadores».

En apoyo a su decisión, el Consejo de Ministros también ha asegurado estar alarmado por los riesgos de una crisis humanitaria de gran envergadura debido al repentino resurgimiento del cólera, sumado al acelerado deterioro de la situación de seguridad en todo el país.

Según esta resolución, Ariel Henry deberá solicitar y obtener de los socios internacionales de Haití «un apoyo eficaz mediante el despliegue inmediato de unas Fuerzas Armadas especializadas, en cantidad suficiente, para detener, en todo el país, la crisis humanitaria», según ha informado ‘Le Nouvelliste’.

Asimismo, según la resolución, «este clima de seguridad» debe permitir al Gobierno luchar «eficazmente» contra el cólera, promover la reanudación de la distribución de combustible y agua potable en todo el país, el funcionamiento de los hospitales, la reanudación de las actividades económicas, así como la libre circulación de personas y mercancías y la reapertura de las escuelas.

La guerra en Ucrania

La impotencia del sacerdote ucraniano Oleg Popuik: “Rusia está bombardeando a civiles, niños, orfanatos… Todo”

Guerra en Ucrania

El capellán de la comunidad greco-católica en Marbella lamenta a Vida Nueva que “lo que se sale en televisión no es nada comparado con lo que está pasando”“Hay muchos sabotajes a cargo de grupos que, disfrazados como el ejército o la policía ucraniana, están matando a gente donde todavía no hay guerra”“En la actualidad ya han muerto más de 3.000 rusos, pero Rusia se niega a llevarse sus cuerpos”

Se pueden estar viviendo las horas más duras desde que hace tres días Rusia invadiera Ucrania. Así se lo manifiesta a Vida Nueva el sacerdote ucraniano Oleg Popuik, capellán de la comunidad greco-católica en Marbella y quien, tras hablar con su obispo en Kiev, quiere transmitir el mensaje de este: “Que todo el mundo sepa lo que está sucediendo ahora en Ucrania”.


Y es que, se lamenta, “lo que se transmite por televisión no es nada comparado con lo que está pasando en Ucrania”. De hecho, las tropas rusas parecen ir mucho más allá de sus teóricos objetivos militares: “Rusia está bombardeando a civiles, niños, orfanatos… Todo”.

Sabotajes

Con todo, se están encontrando con una defensa mucho más fuerte de la que pensaban: “Ucrania defiende valientemente su territorio, pero necesita la ayuda y el apoyo del mundo”. Entre otras cosas, porque reina la incertidumbre: “Hay muchos sabotajes a cargo de grupos que, disfrazados como el ejército o la policía ucraniana, están matando a gente donde todavía no hay guerra. Hay que tener mucho cuidado con los provocadores; están por todas partes, y aquí también”.

Otro aspecto a lamentar es el número de víctimas: “En la actualidad ya han muerto más de 3.000 rusos, pero Rusia se niega a llevarse sus cuerpos. Se están realizando negociaciones para que la Cruz Roja lo haga”. Según le cuenta su obispo, Popuik detalla cómo “ahora vuelan cohetes por todas partes en nuestro país. Hay una guerra a gran escala”.

Ayuda eclesial

Frente a tanta oscuridad, la Iglesia ya está actuando para ayudar: “Buscamos vivienda para aceptar a refugiados, pues habrá muchos de ellos. Necesitamos de todo: botiquines de primeros auxilios, torniquetes o, especialmente, hemostático. También sabemos que nuestro ejército necesita alimentos en las fronteras. Por lo tanto, debemos transferir productos de almacenamiento a largo plazo, varios alimentos enlatados, frutos secos… Sin olvidarnos de mantas, almohadas, sacos de dormir… Y dinero”.

Con honda tristeza, el sacerdote ucraniano da las “gracias” al mundo “por sus oraciones, apoyo y compasión”. Y deja un ruego final: “Les pedimos sinceramente a todos que ayuden a poner fin a la guerra en Ucrania”.

S.O.S. por Haití


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Foto de archivo

Obispos de Haití llaman a la comunidad internacional a poner fin a la crisis en el país

La Navidad fue la ocasión para que los prelados lanzaran un grito al mundo y a los políticos locales para que encuentren una salida al estado de desorden institucional y social que amenaza la estabilidad del país

Anna Poce – Ciudad del Vaticano

«Como pastores, no podemos permanecer indiferentes ante los trágicos acontecimientos de los últimos meses», escribe la Conferencia Episcopal de Haití en su mensaje de Navidad, publicado en sus canales sociales y dirigido a todos los religiosos, fieles laicos y personas de buena voluntad del país. La Iglesia, reafirmando su voluntad de apoyar a sus hijos en sus angustias y esperanzas, lanza un llamamiento urgente al mundo para que acuda en ayuda de un país sumido en el caos político, económico y social, especialmente tras el asesinato del presidente Jovenel Moise en julio.

Ayuda para «curar esta herida»

En este tiempo de Navidad, que nos lleva a abrirnos «a nuevos horizontes, a un ideal de vida más grande y más noble» y a salir de la indiferencia, la Iglesia se pregunta si la situación de Haití no debería llevar hoy a «quienes tienen responsabilidades en la comunidad internacional a trabajar incansablemente para ayudar a curar esta herida y promover el respeto de los derechos universales». Esta petición se hace también extensiva a los políticos locales: «¿No están también más preocupados que nunca por esta situación caótica y catastrófica que no muestra signos de desaceleración?».

El país, uno de los más pobres del mundo, vive desde hace años una situación de inestabilidad política, agravada recientemente por el asesinato del presidente y la violencia desenfrenada. Las bandas y las organizaciones criminales abundan en varias regiones. Los secuestros se han convertido en una importante fuente de ingresos. A estos trágicos sucesos se sumó el terremoto del 14 de agosto, que devastó la comunidad costera de Los Cayos, en el sur de la isla, dejando 2.200 muertos y más de 50.000 viviendas destruidas, y una tormenta tropical. En este dramático contexto -escriben los obispos-, muchos compatriotas se ven obligados a abandonar el país, con la esperanza de encontrar la prosperidad en otro lugar, pero a menudo son víctimas de malos tratos y discriminación.

Despertar moral y patriótico

Ante el preocupante y continuo deterioro de la situación, los obispos piden «una toma de conciencia personal y colectiva», así como un «despertar moral y patriótico» para luchar contra las fuerzas del mal que generan atrocidades y sufrimiento en todas partes. Expresan su solidaridad con el dolor de quienes son víctimas de secuestros, violaciones y violencias de todo tipo, y confían a la misericordia de Dios las almas de los hermanos y hermanas inocentes que han caído bajo el fuego de los grupos armados. «Con toda nuestra fuerza, condenamos estos actos fratricidas -afirman- y pedimos que se restablezca la verdad, el orden y la justicia junto con la autoridad del Estado».

Recordando, por último, las palabras del Papa Francisco, pronunciadas durante el rezo del Ángelus el 31 de octubre, en la Plaza de San Pedro, cuando pidió «a los líderes de las naciones que apoyen a este país, que no lo dejen solo», en este momento de duras pruebas, gran sufrimiento y dolor, instan a los actores políticos, sociales y económicos a encontrar una solución definitiva y duradera a la crisis que atraviesa el país; a los grupos armados y a quienes los apoyan para que depongan las armas y contribuyan a la reconstrucción de un mundo más justo, humano y solidario; a todos los ciudadanos para que dejen de poner sus pequeños intereses por encima de los intereses de la nación