“Aunque las piedras callasen”

Santos Urías: «La calle es un cántico nuevo lleno de risas, llanto, danzas y pasión»

«El haber hecho el ejercicio de ponerme en la piel de 150 personas y elevar una oración como si ellos la hicieran, ciertamente, tiene algo de esa búsqueda mística y cotidiana»
«Este libro ha sido un pequeño ejercicio de transcendencia. Algo así como una forma de decir: la necesidad de dirigirse a Dios, de invocarle, de quejarse, de suplicarle, de agradecerle, sigue teniendo una fuerza y una actualidad impresionante. Lo que es más profundo, y también lo que está más a flor de piel, conecta con una espiritualidad muy presente también en este tercer milenio»
«Hay una profunda búsqueda de sentido, una necesidad de conectar con lo que hay de verdadero en el ser humano. A veces se rechazan formas institucionales pero la sed existe»

Por José Lorenzo

Acompañar a Santos Urías por el madrileño barrio de Lavapiés, donde está enclavada su parroquia de San Millán y San Cayetano, es ir tropezándose con algunos de los salmos vivientes que él ha dejado consignados con delicada voz poética en ‘Aunque las piedras callasen’ (Khaf).

El enclave podría servir para que no pocos se reguardasen tras los muros, pero la parroquia se ha convertido en un hermoso exponente de esa periferia que lleva, aun desde el mismísimo centro de la ciudad, a transitar caminos inexplorados, polvorientos y fatigosos, pero llenos de vida asomando a sus bordes. La que se recrea en estas páginas de salmista enamorado.

Alguien que escribe salmos a principios del tercer milenio, ¿qué es y qué busca

Para mí este libro ha sido un pequeño ejercicio de transcendencia. Algo así como una forma de decir: la necesidad de dirigirse a Dios, de invocarle, de quejarse, de suplicarle, de agradecerle, sigue teniendo una fuerza y una actualidad impresionante. Lo que es más profundo, y también lo que está más a flor de piel, conecta con una espiritualidad muy presente también en este tercer milenio.

Estos 150 salmos hablan de gente de carne y hueso. ¿Es la mística de lo cotidiano?

Se podría llamar así. A mí, personalmente, me ayuda intentar mirar con los ojos de Dios. El haber hecho el ejercicio de ponerme en la piel de 150 personas y elevar una oración como si ellos la hicieran, ciertamente, tiene algo de esa búsqueda mística y cotidiana.

¿Está para mística, místicos y misticismos el siglo XXI? 

Ya lo dijeron Malraux y Rahner: el siglo XXI será místico o no será. Hay una profunda búsqueda de sentido, una necesidad de conectar con lo que hay de verdadero en el ser humano. A veces se rechazan formas institucionales pero la sed existe.  

Este libro desnuda la pobreza de los pobres y nos ofrece la riqueza que traen de serie. ¿Es difícil llegar hasta esa capa? ¿Qué ve allí?

Se lo escuche una vez al jesuita Adolfo Chercoles: la debilidad, la pobreza, la humildad, nos iguala. Saber mirar desde abajo. Al fin es contemplar tus pobrezas para transformarlas en oportunidad. Y lo mismo con aquellos con los que compartes camino: hacer de lo pequeño, de lo débil, ocasión para la vida.

Con sus ojos, el enfoque sobre lo bueno y lo malo, sobre lo aceptable e inaceptable, cambia de coordenadas. ¿Cómo se llega a esa visión, a esa nueva forma de mirar?

Intento mirar como creo que Jesús miraría. Los apriorismos, los juicios, lo bueno y lo malo, en Jesús queda supeditado a una misericordia y un amor que transforma. Es él el que puede enseñarnos a tener esa visión. 

¿Cómo sobrevive un místico como usted en una Iglesia que tiene a no pocos hijos rezando para que este Papa tenga un cáncer? ¿Están faltos de mística quienes empeñan sus oraciones en ese deseo?

Creo que rezar, vivir la eucaristía, confesarse, participar de los instrumentos que la iglesia pone a nuestro alcance, sólo tiene sentido si es para amar más, para comprender mejor y para vivir con la humildad del que lavó los pies a sus discípulos. Los que “rezan” por aquello que engendra odio, criticas despiadas, actitudes de soberbia o con tintes farisaicos, tendrán que ver donde se sitúan, pero no parece ni muy místico, ni muy cristiano y, por supuesto, nada católico.

¿Cómo se le ‘presentan’ estos salmos? ¿De dónde mana la fuente?

Estos salmos son rostros concretos, historias compartidas, desde lo más cotidiano a momentos de una especial hondura. Es para mi un regalo poder tener tantos encuentros que se transfiguran y te permiten tocar el alma, y luego poder narrarlos desde el corazón.

¿Cuál ha sido el salmo que más se le ha resistido, y cuál el que más le ha dolido escribir?

Realmente no ha habido ningún salmo que especialmente se me resistiera. Cuando ves que hay algo o “alguien” que contar, el manantial fluye. Es como un ejercicio de empatía que te hace comprender mejor, amar más. El que más me ha dolido es el que dedico en mi propio nombre, hay uno, pero no diré cual.

Dice que este libro es “una deuda de amor”. ¿Por qué?

Intento aprender de lo que la vida te va mostrando. El sufrimiento, las alegrías, el pecado propio y ajeno, las luchas interiores, el amor que recibes y compartes, el daño que, a veces, causas. Todo ello me hace sentir que tengo una deuda de amor y que, en cierta manera, este libro quiere saldarla.

¿Le enseña la calle a rezar con cánticos nuevos? 

La calle es el alma de la ciudad. Se puede ir como “vaca por el prado”, sin prestar atención a nada, o educar la mirada para despertar los sentidos. Jesús miraba a los ojos, se acercaba, suscitaba preguntas, se hacía compañero, compartía la mesa, ayudaba a sanar, buscaba un lugar apartado: agradecía tanta gracia derramada. Sí, la calle es un cántico nuevo lleno de risas, de llanto, de danzas y de pasión.

En sus salmos aparecen muchas mujeres. ¿Salda deudas o es cuestión de justicia?

Ellas son también cántico nuevo. Siempre ha existido un marcado rostro femenino en mi historia y en mi vida. Nunca me he planteado “cuotas”, creo que ocupan el lugar, más que de justicia, el que han ido abriéndose a mi alrededor y en mí a través de su fuerza y su ternura.

Dios, en su libro, sabe a chocolatina o a empanadilla. ¿Por qué algunos, muy golosos, siguen sin querer acercarse a probarlo?

Quizás se han encontrado con un lado amargo de la experiencia de Dios. Otros han creado sus corazas para no mirar hacia el cielo. Tal vez se trata de seguir probando, de cerrar los ojos y dejar que te invada algo nuevo y diferente, con sabor a chocolatina o empanadilla. Cada uno tiene, tenemos, nuestro momento.

¿No tiene miedo a que se le enfaden aquellos que tienen reparo en tocarlo siquiera con la mano?

Seguramente es otra coraza. Es no alcanzar a entender al Jesús que tocaba al leproso; que se detenía ante el desahuciado al borde del camino; que miraba al recaudador de impuestos y comía con él; que se inclinaba ante la pecadora pública sin juzgarla. Algunos se enfadaban con Jesús, no entendían. Si estos se enfadan hoy por estos humildes salmos, que yo he parafraseado, probablemente no han entendido su razón. Pero yo invito a que cada persona busque el suyo. Ha sido una de las experiencias más bonitas que me traído este libro. Amigas, conocidos, me escribían diciendo: “este es mío”, y desde ese momento era suyo. ¿Qué más se puede pedir?

Salmos para la guerra

por Raúl Molina 

  

Solidaridad con Ucrania

Salmo 55

Dios nuestro, escucha nuestra oración y no te cierres a nuestra súplica porque estamos viviendo con angustia este espectáculo devastador en el que, una vez más, las ambiciones de los poderosos nos sobrecogen con ruido de bombardeos y llanto de niños. ¡Cuántas veces hemos orado por el sufrimiento de pueblos enteros que soportan la guerra elegida por otros! ¡Cuántas veces hemos llorado el dolor y la muerte de los que huyen de países gobernados por dictadores, por el hambre, por el genocidio, por la desesperanza! ¡Cuántas veces nos hemos sentido cómplices de un sistema económico y político que nos beneficia! Ahora nos asalta el temor y el espanto: el eco de las bombas sobrecoge a la vieja Europa.


Salmo 59

Líbranos, Dios nuestro, de los agresores, de los hombres sanguinarios, de los poderosos que nos acosan, de aquellos para los que no somos nada. ¿Quién merece este desprecio? ¿Quién vale menos que un litro de gas, que un millón de euros, que un territorio conquistado?

Salmo 10

Como tantas otras veces, has desaparecido de nuestras vidas. ¡Qué difícil se hace creer en tu bondad y en tu misericordia cuando presenciamos el dolor, cuando sufrimos el miedo, cuando resumamos impotencia! ¿Por qué dejas que la codicia y la ambición se adueñen del mundo? ¿Por qué consientes que los deseos de libertad, justicia y dicha, que nos prometiste, sean pisoteados?

Salmo 37

Siempre respondes con palabras de consuelo, invitándonos a la serenidad, haciéndonos ver que tus caminos no son los caminos del poderoso, anunciando que será tu justicia la que prevalezca. Nos animas a ser fieles a tu voluntad, a mantenernos en el amor a la vida y en el amor al prójimo, a que te descubramos en cada ser humano, a que hagamos de la compasión nuestra manera de estar en el mundo. Y te brindas a acompañarnos en el camino.

Salmo 40

Nuestro deseo, Dios Padre, es confiar en ti y sabernos escuchados. Por eso queremos verte, oírte, saber que también estás en este tiempo oscuro que nos abre, sin respuesta, al misterio del mal. Queremos caminar con paso seguro, dando muestras de esperanza a una humanidad que tanto las anhela, comprometiéndonos con el dolor del prójimo, proclamando que tu mensaje nos ayuda a vivir y que el buen camino nos lo marcó tu Hijo.

Salmo 41

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, dichosos los que cuidan del pobre. Por ellos velarás, Señor. Esta es nuestra sencilla respuesta al mal: hacer el bien. La encarnación fue tu sencilla respuesta al mal: hacerte hombre para vivir como hombre; para compartir nuestras dichas y angustias, nuestras esperanzas y miedos; para cuidar de los tuyos, sanar a los enfermos y consolar a los tristes.

Salmo 68

Somos tus manos, Señor. Somos los encargados de acoger a los desvalidos, de liberar a los cautivos, de hacer visible tu misericordia. Y ahí vemos tu misericordia, en los que se hacen presentes en las colas de refugiados, en los que sacan del mar a los que buscan en nuestra tierra un futuro mejor, en los que se quedan en las ciudades asediadas para ponerse al servicio de los damnificados, en los que ofrecen su esfuerzo para mejorar las condiciones de esos cientos de millones de invisibles que no interesan a los mercados, en los que entregan la vida a los demás en su día a día silencioso.

Salmo 98

¡Cómo esperamos que des a conocer tu victoria y reveles a las naciones tu justicia! Y ese día esta será nuestra fiesta: disfrutar de las maravillas de la naturaleza que nos regalaste, gozar plenamente de la compañía de los otros, cantar que ‘tu gloria es la vida de los hombres’ y descubrir la grandeza de lo que somos, porque Tú habitas en nuestros corazones

El Señor es mi pastor. Un Salmo de libertad

Así dice el último versículo del evangelio de hoy (Mc 6, 30-34): “Jesús vio a la muchedumbre, y tuvo compasión porque eran como ovejas sin pastor y se puso a enseñarles con calma” (6, 34).
Había planeado descansar con sus amigos en un sitio apartado, pero al llegar y ver a la gente, tiene compasión.
Eran como ovejas sin pastor. Estaban de tal forma oprimidos y engañados que no podían reaccionar; necesitaban alguien que les ayudara a pensar por sí mismos, a tomar una decisión de de rechazo del engaño y la opresión, a iniciar un camino creador de libertad.
Ciertamente, los hombres no son ovejas mansas, incapaces de cambio de acción (comunión) liberadora. Pero los malos pastores les habían oprimido de tal forma que necesitaban un impulso de ruptura, y ese impulso se lo dio Jesús, enseñándoles ante todo a pensar por sí mismos
Jesús se compadece. Quería descansar, pero las ovejas oprimidas, cegadas, expulsadas piden su ayuda y él responde. No son así, les han hecho así. Podían ser distintas, pero se lo impiden los poderes de un poder de opresión. Por eso, él renuncia al reposo y abre para todos, en pleno campo, su casa de enseñanza, su «universidad» contra el sistema.
La primera libertad y misericordia es la enseñanza. Acoger y abrir los ojos de los cegados, oprimidos, descartados, para que ellos mismos puedan tomar las riendas de su vida y liberarse. No se ofrece libertad desde fuera; se enseña a los oprimidos, para que ellos mismos se liberen.
Por| X. Pikaza Ibarrondo Seguir leyendo

Salud y justicia social en los Salmos

«Enfermedades son también resultado de un ‘conflicto pico-social’, de fondo económico, cultural y religioso»
La Virgen de Lourdes y los enfermos: Salud y justicia social en los salmos
Se celebra hoy (11.2.21) la Virgen de Lourdes, santuario famoso de curaciones, comparable con algunos antiguos como el de Alejandría (de Serapis), y los de Pérgamo y Epidauro (de Asclepio) y, sobre todo, con el templo judío de Jerusalén, que vinculaba la curación de los enfermos con la justicia social.
Conforme a la teología y a la praxis sanadora de aquel templo, la enfermedad estaba muy unida al pecado social, y la curación implicaba el restablecimiento de la justicia entre los hombres.
Para nosotros, postmodernos del XXI, esta visión social de la enfermedad y de la curación tiende a parecernos mágica y primitiva, pero es muy posible que seamos nosotros los equivocados y que, habiendo avanzado en otros planos de sanidad y salud, hayamos olvidado la dimensión social de la enfermedad y de la curación, vinculada a una nueva y más alta justicia afectiva, social y sanitaria.
Ciertamente, no podemos ya entender la enfermedad como producto de hechicería o injusticia social, pero los antiguos sabían que, teniendo elementos de tipo físico-químico-biológico, las enfermedades son también el resultado de un “conflicto pico-social”, de fondo económico, cultural e incluso religioso.
11.02.2021 Xabier Pikaza


REFLEXIÓN INICIAL. APARICIONES Y SANTUARIO DE LA SALUD EN LOURDES
Lourdes no es sólo un santuario de «curaciones», sino un lugar donde se cultiva y venera un tipo de «presencia» amorosa y salvadora de Dios, vinculada a María, Madre de Jesús.
El tema de fondo no es el tipo de aparición o visión de María que se pudo dar en Lourdes, el año 1958, a través de una niña llamada Bernardette. El tema es la «experiencia » cristiana de salud y perdón que allí vino a expresarse, por medio de María, según el Evangelio.
El Nuevo Testamento habla de «revelaciones» de Dios, entre las que destaca la Anunciación (visión del ángel a María: Lc 1) y las “apariciones pascuales” de Jesús.
De la Anunciación a María pueden darse diversas interpretaciones, pero lo que importa no es el «ángel concreto», llamado Gabriel (pode de Dios), sino la presencia actuante de Dios que se manifestó en María, madre de Jesús, mujer puesta al servicio de la redención de Dios en el mundo.
Apariciones pascuales de Jesús. La Iglesia cristiana es muy reacia en admitir “apariciones” externas, de tipo material, de manera que muchos prefieren hablar en este campo de “presencias” animadoras, reconciliadoras, sanadoras. En ese sentido, los primeros cristianos tuvieron la certeza de que Jesús crucificado estaba “vivo” y les acompañaba (impulsaba) en la tarea del Reino, dándoles la capacidad de crear un mundo nuevo, una sociedad saludable.
Experiencias de la Virgen, curaciones de Lourdes… Lo que importa no son las posibles “apariciones” de la Virgen a la niña Bernardette, en forma material. Hubo sin duda un tipo de visiones, presencias especiales. . Bernadette “vio” a Señora, de una forma intensa, como una presencia sobrenatural, como una compañía… una promesa.
-Todo fue “humano” en su experiencia. Pero se trató de una experiencia humanamente rica, interpretada por la Iglesia como signo de presencia mariana. Conforme al principio básico del concilio de Caldedonia (451) se puede decir que todo fue “humano” en la experiencia de Bernadette, todo se puede explicar desde una perspectiva psicológica, antropológica, sociológica… Pero siendo todo «humano», todo ha podido verse como expresión de un misterio de vida y curación vinculado a Jesús de Nazaret. Y con esto podemos pasar al Salmo 41, centrado en la experiencia de la curación de los enfermos:
SALMO 42. EL TEMPLO DE JERUSALÉN,UN SANTUARIO DE CURACIONES
Introducción. Un principio sapiencial (Sal 41, 2-3).
2 Dichoso el que instruye al oprimido; | en el día aciago lo pondrá a salvo Yahvé. 3 Yahvé lo guarda y lo conserva en vida, | para que sea dichoso en la tierra, y no lo entrega a la saña de sus enemigos.4 Yahvé lo sostendrá en el lecho del dolor, | calmará los dolores de su enfermedad.
Estos versos ofrecen el punto de partida, eso que pudieramos llamar el “dogma” original de la salud: Toda la medicina, es decir, la esencia original de la salud está en el cuidado de los pobres, un cuidado que no es sólo una forma de “servirles” a ellos en su debilidad, sino de servirnos y cuidarnos todos, alcanzando de esa forma un tipo más alto de salud personal y social. Ésta es la sabiduría de los que creen en Yahvé
Conforme a su primer verso, éste es un “salmo de bienaventuranza”, que puede compararse con Sal 1, 1-2 (bienaventurados los que caminan por la senda de ley de Yavé) y con Sal 40, 5 (bienaventurados los que ponen su confianza en Yahvé), pero con una novedad muy significativa: Aquí son bienaventurados los que “cuidan” al pobre (dal, lD;), que no es solamente el carente económico, sino el necesitado, el oprimido, y de un modo especial, el enfermo, como irá mostrando todo el salmo.
Según eso, la palabra maskil, que es el que cuida a los pobres y enfermos, tiene un sentido sapiencial y social muy importantes: No es sólo el médico profesional que cura a los impedidos, ni el hombre rico que socorre a los pobres (anawim), ni el poderoso que ayuda a los oprimidos (aniyim). Maskil es el hombre sabio, en sentido integral, el que conoce, el que establece un orden personal y social justo, cuidando de los oprimidos (pobres, enfermos), de manera que no sean explotados que no estén sometidos a los otros. Esta bienaventuranza puede y debe compararse con las de Jesús en Lc 6, 20-21 y Mt 5, 2-11, pero con una diferencia esencial.
– Los bienaventurados de Sal 41 son los “maskil”, esto es, los “sabios” que dirigen con justicia y cuidado el orden social, a fin de que los “pobres” no sean oprimidos, ni los perversos puedan actuar como opresores. Estos sabios son en principio hombres importantes, quizá en la línea de los “buenos gobernantes” de la literatura sapiencial judía (desde Eclo hasta Sab), a los que puede llamarse “bienhechores”.
– Por el contrario, los bienaventurados de Jesús son en principio los mismos pobres, es decir, los oprimidos, de forma que su Reino (reino de Dios) no se contruye desde los poderosos ricos, sino desde los excluídos y los pobres. De todas formas, la diferencia no se puede llevar hasta el extremo, pues en el mismo Sal 41 el maskil (bienhechor) puede caer en la enfermedad, y en ese caso será ayudado (liberado por Yahvé).
Éste es el salmo del maskil enfermo a quien Yahvé pone a salvo en el día aciago (día malo). En sentido lógico, el buen maskil debería vivir siempre feliz, bienaventurado sobre el mundo. Pero esa lógica no se cumple, a veces por razones que el salmista no razona ni justifica, de forma que hay justos desgraciados u oprimidos; pues bien, en ese caso, Yahvé les guarda, les conserva en vida, para que sean dichosos en la tierra y no caigan en manos de los enemigos
De esa forma se plantea el tema el tema básico del salmo, centrado en la situación del “maskil” enfermo, perseguido, amenazado, en un mundo donde hay “enemigos” (poderes, circunstancias sociales, personas) que se oponen a los buenos, esto es, a los que cuidan de los pobres y enfermos. Pues bien, en esta circunstancia, el salmo asegura que Yahvé sostiene en el lecho de dolor al enfermo, calmando su dolencia y curándole, como muestra el ejemplo que sigue.
Un enfermo maskil (sabio, bueno) implora a Yahvé, en contra de sus enemigos (41, 6-10).
5 Yo dije: «Yahvé, ten misericordia, | sáname, porque he pecado contra ti». 6 Mis enemigos me desean lo peor: | «A ver si se muere, y se acaba su apellido». 7 El que viene a verme habla con fingimiento, | disimula su mala intención, | y, cuando sale afuera, la dice.8 Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí, | hacen cálculos siniestros:9 «Padece un mal sin remedio, | se acostó para no levantarse».10 Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba, | que compartía mi pan,| es el primero en traicionarme.
La enfermedad del “sabio bueno” (maskil) está relacionada con los enemigos. Como he dicho, en un plano de racionalidad moderna y de individualidad personal, parece que no tiene sentido echar a otros (que son malos) la culpa de los propios males. Pero, en un plano más alto, el salmo sabe, mejor que la mayoría de nosotros, que las enfermedades tienen una raíz y componente social inseparable de eso podemos llamar pecado (ruptura de los lazos de vida que nos mantienen unidos a todos, en un contexto de comunicación sana).
Por eso, la curación (la salud) sólo es posible en un contexto y como resultado de una “sanidad compartida”, en un plano técnico (asistencia médica universal) y en un plano más hondo de reconciliación y comunion (transparencia de amor y servicio mutuo) entre personas y grupos, entre pueblos y pueblos, hasta alcanzar a toda la humanidad.
De un modo significativo, el salmista se presenta como enfermo, dal. Ha sido bueno, ha cuidado a los pobres y excluidos, y, sin embargo, ha caído en manos de la “desgracia”. Podría presentarse como justo (como hace Job, en su libro), y sin embargo no lo hace, sino que empieza diciendo “he pecado, Yahve, ten misericordia de mi No se eleva ante Yahvé como agraviado, exigiéndole una reparación, sino que, a pesar de haber sido maskil y haber cuidado a los pobres, se descubrey se presenta ante Dios como pecador.
Ciertamente, por todo lo que seguirá diciendo el salmista, la culpa principal de su desgracia la tienen sus enemigos, que le han tendido trampas y se alegran de su mal, pero él tampoco quiere mostrarse como inocente, sino que pide perdón y ayuda a Dios. Este maskil enfermo describe su situación de un modo “retórico” pero enormemente significativo, con rasgos psicológicos y sociales de gran hondura:
– Sus enemigos le desean lo peor… (41, 6-9) y lo hacen con fingimiento. En general, pensamos que los enfermos y oprimidos suscitan simpatía y solidaridad en el resto de la sociedad, que se vuelca en su ayuda. Pero este salmo sabe que eso no es cierto. En realidad son muchos los que (pareciendo que quieren ayudar a los demás) en el fondo sólo quieren que fracasen, “que se mueran”, en un tipo de “guerra universal”, en un mundo en el que el triunfo propio está vinculado a la desgracia, opresión, silenciamiento o muerte de los otros. El salmo nos sitúa ante el “mundo” de las murmuraciones, de los deseos de desgracia de los otros, conforme a un tipo de “talión siniestro”, que Mt 5, 43 ha formulado de manera lapidaria, retomando el lenguaje de fondo de este salmo: La vida de unos triunfa y se eleva sobre la muerte de otros.
– Incluso mi amigo (el hombre de mi paz), aquel de quien yo me fiaba y con quien compartía mi pan… me ha traicionado. Muchos comentaristas antiguos han vinculado esta palabras a la historia de Ahitófel (2 Sam 15-17), que fue consejero íntimo de David, para “traicionarle” después (por razones poco claras, quizá por el “pecado” de David con Betsabé, que era nieta de Ahitófel), suicidándose por honor, cuando fracasa la rebelión contra David… El Nuevo Testamento relaciona la traición de Judas con este pasaje de Sal 41, 10 (Jn 13, 18. Cf. Jn 17,12; Hech 1, 16), pareciendo vincular por otro lado el suicidio de Judas con el de Ahitófel (Mt 27, 5).
La enfermedad aparece, según eso, como un “hecho social”; está vinculada no sólo con la condiciones generales de un mundo de enfrentamiento, donde los poderosos oprimen a los pobres y no ponen como principio de sabiduría la salud de todos, sino con la lucha de unos contra otros, con la victoria de los violentos y ricos y la muerte social y personal de los más pobres, en un contexto en el que se evoca el signo de belial, palabra que significa un mal incurable (cf. 41, 9), que la tradición posterior ha vinculado a lo diabólico.
Conclusión (41, 11-12). El enfermo da gracias a Yahvé porque ha sido curado y porque sus enemigos no han triunfado de él.
11 Pero tú, Yahvé, apiádate de mí; haz que pueda levantarme, para que yo les dé su merecido.12 En esto conozco que me amas: | en que mi enemigo no triunfa de mí.13 A mí, en cambio, me conservas la salud, | me mantienes siempre en tu presencia. 14 Bendito el Señor, Dios de Israel, | desde siempre y por siempre. Amén, amén.
Miradas las cosas desde la perspectiva anterior (41, 5-10), conforme a la visión de los “enemigos”, la situación del mundo (personificada en el maskil enfermo) resulta irremediable: Es una cosa (dabar, palabra) que no puede “curarse”, es algo “de belial, un destino de mal, sin curación posible. Pero, en esa situación, el salmista (maskil enfermo) pide a Yahvé diciendo: Ten piedad de mi, haz que pueda levantarme de la enfermedad.
Las palabras siguientes, referidas a los enemigos (para que yo les dé su merecido, pueden entenderse en forma de “venganza” (=para que sean castigados), pero también en forma de restablecimiento de la justicia (para que sean pacificados). El salmista sigue diciendo “en esto conozco que me amas” (es decir, que te complaces en mí().La salud es según eso signo de la presencia de Yahvé, de forma que el creyente sanado puede bendecirlo con la fórmula litúrgica del final del salmo: Bendito Yahvé, Dios de Israel (42, 14)

En el Año de Biblia (17)

LIBROS POÉTICOS (I). SALMOS
Written by Gonzalo Haya libros del Antiguo y del Nuevo Testamento podemos encontrar textos poéticos, en verso y en prosa, especialmente en los Profetas, pero los libros estrictamente poéticos son Los Salmos, El Cantar de los Cantares y Las Lamentaciones.
La poesía hebrea no se basa en la rima, sino en el paralelismo de dos expresiones de un mismo sentimiento, o en su contraposición con el opuesto; además de otros recursos habituales de concisión, imágenes simbólicas, ambigüedad multisugerente, acentos y sonoridad (difícilmente traspasable a una traducción). Estos aspectos son especialmente importantes porque la mayoría de los salmos están concebidos para ser cantados o recitados en solemnidades litúrgicas.
Los Salmos
Los Salmos, libro de oración
Los Salmos son la expresión espontánea de los creyentes, o de la comunidad, en diálogo con Dios; y eso es la oración, sea comunitaria o privada, un diálogo con Dios en las diversas circunstancias de la vida.
Pueden expresar admiración, alabanza, súplica, confianza, temores, y también desesperación, respetuosas quejas, pero también imprecaciones contra los enemigos, que nosotros podemos y debemos omitir en nuestra oración. Para un cristiano, los salmos adquieren especial significado al imaginar cómo se valió de ellos Jesús para expresarle al Padre sus propios sentimientos: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado”.
La mayoría fueron atribuidos a David, el rey poeta, pero realmente son obra de varios autores; “de una cadena anónima de poetas a lo largo de ocho siglos” (Schökel), según las vicisitudes del pueblo de Israel, con sentimientos y hasta teologías diferentes (Yahvé, Elohim), con influencias de los vecinos cananeos o egipcios, y modificaciones y adaptaciones hasta su redacción definitiva en el siglo III o II a. C. Los títulos y entradillas con indicaciones para la música son también añadidos posteriores.
Clasificación práctica para la oración
Se han propuesto distintas clasificaciones de los 150 salmos, unas más científicas y otras más prácticas para su uso como modelo de oración en diversas situaciones de la vida; pero estas clasificaciones son ambiguas porque la mayoría de los salmos expresan diversos estados de ánimo. La mejor clasificación es la que cada uno haga para él, porque Los Salmos no es un libro para leer, sino un libro de cabecera al que acudir en determinados momentos, en que necesitamos expresar un sentimiento en diálogo con Dios.
Cuando encontramos la cita a un salmo, tenemos que tener en cuenta que nuestras Biblias pueden utilizar la numeración del texto hebreo o la del texto griego, que es una unidad inferior al hebreo. Por ejemplo, el salmo penitencial que conocemos como “de profundis” (desde lo hondo grito a ti…) según la numeración hebrea es el 130, y según la versión griega de los LXX es el 129. La traducción de Schökel, la Biblia interconfesional (BTI) y la clásica de Reina-Valera lo citan como 130 (129); la Vulgata, que sigue a los LXX, lo numera como 129 (130), y es (o era) la numeración más conocida por los sacerdotes y los monjes y monjas que utilizan el texto latino.
(Cada edición suele advertir que numeración adopta).
Pikaza, en “Ciudad Biblia”, al tratar los Salmos, propone un cuadro con la clasificación; igualmente García Polo al comienzo de la edición de los Salmos en vídeos. Nosotros propondremos una clasificación más simple; prescindimos aquí de los salmos didácticos, históricos, litúrgicos, y destacamos algunos ejemplos de los salmos que pueden facilitar nuestra oración. (Citamos con la numeración de la traducción hebrea de Schökel).
CONFIANZA, súplica y acción de gracias
16: Protégeme, dios mío, que me refugio en ti
22: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonas?
23: El Señor es mi pastor: nada me falta
25: A ti, Señor, presento mi afán
27: El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré?
40: Yo esperaba con ansia al Señor: se inclinó y oyó mi grito de auxilio
51: Misericordia, Dios mío, por tu bondad
127: Si el Señor no construye la casa, en vano se cansan los albañiles
139: Señor, tú me sondeas y me conoces
ANHELO DE DIOS
42: Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío
63: Oh Dios, tú eres mi Dios, por ti madrugo, mi garganta tiene sed de ti
HIMNOS DE ALABANZA
8: Señor Dios nuestro, ¡qué grande es tu nombre en la tierra entera!
19: El cielo proclama la gloria de Dios
92: Es bueno dar gracias al Señor
104: Bendice, alma mía, al Señor. (Himno de alabanza por la armonía de la naturaleza)
113: ¡Aleluya! Alabad siervos del Señor, alabad el nombre del Señor
148: Alabad al Señor desde los cielos! (alabanza al Dios de toda la creación)
Bibliografía
Antonio García Polo: “Orar con los Salmos. Los 150 salmos en PowerPoint”. Presenta cada salmo con una breve introducción, una invitación a interpretarlo desde Israel, desde Jesús, y desde nosotros mismos. Desarrolla las principales estrofas y facilita la meditación con una imagen visual apropiada, un fondo de música, y un breve comentario. Puede verse en internet: “Salmos Antonio García Polo”.
José Luis Sicre: “Introducción al Antiguo Testamento” ed. Verbo Divino, 2016. Tema V nº 23 Los Salmos.
Xabier Pikaza: “Ciudad Biblia. Una guía para adentrarse, perderse y encontrarse en los libros bíblicos”. Ed. Verbo Divino 2019. Antiguo Testamento 5 Libros sapienciales, p. 112.
John Shelby Spong, obispo anglicano: “Orígenes de la Biblia”, c. 25 y 27. Traducción digital facilitada por: Asociación Marcel Légaut, http://marcellegaut.orghttp://johnshelbyspong.es
Luis Alonso Schökel: Nueva Biblia española. Ed. Cristiandad 1975. Introducción a Los Salmos.
Biblia Traducción Interconfesional (BTI). Ed. Biblioteca de Autores cristianos, Editorial verbo divino, Sociedades Bíblicas Unidas, 2008. Introducción a Los Salmos y aclaración a pie de página a casi todos los versículos.

ORACION CON EL SALMO 21

Para orar con los Salmos

 “El hombre bíblico es “oyente de la palabra”, alguien a quien Dios le dice: “Escucha, Israel”…(Dt 6, 4-5). Pero el israelita bíblico no solamente escucha a Dios, sino que le responde orando. Como testimonio supremo de ese diálogo orante (apasionado, responsable, acusador) están los salmos, sabiduría hecha oración” Pikaza en “Ciudad Biblia”, pag. 220

En estos días difíciles que estamos viviendo por la situación de aislamiento por causa de la pandemia del coronavirus, son días para vivir más la oración, unidos a todos los creyentes desde hace muchos siglos. Yo voy a intentar daros algunos materiales para orar cada día con un Salmo. En los comentarios del BLOG me decís si os vale y si os ayuda. Y también espero algunas sugerencias breves que creáis oportunas.

SALMO •22 [21]

Oración de Cristo en la Cruz.— La lectura de este salmo nos hace pensar en el paso de la noche a la mañana. La primera parte es sombría, tenebrosa; la segunda es como el despertar del sol que inunda el campo, devuelve las cosas a la vida y la alegría al corazón del hombre. El tema de este salmo es, en efecto, el de un perseguido, que al llegar al borde del abismo, encuentra de nuevo la seguridad y la confianza. (1)

2 Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonaste? ¡Las palabras que lanzo no me salvan!

3 Mi Dios, de día llamo y no me atiendes, de noche, mas no encuentro mi reposo.

4 Tú, sin embargo, estás en el Santuario, de allí sube hasta ti la alabanza de Israel.

5 En ti nuestros padres esperaron, esperaban y tú los liberabas.

6 A ti clamaban y quedaban libres, su espera puesta en ti no fue fallida.

7 Mas yo soy un gusano y ya no un hombre los hombres de mí tienen vergüenza y el pueblo me desprecia.

8 Todos los que me ven, de mí se burlan, hacen muecas y mueven la cabeza:

9 “¡Confía en el Señor, pues que lo libre, que lo salve si le tiene aprecio!”

10 Me has sacado del vientre de mi madre, me has confiado a sus pechos maternales.

11 Me entregaron a ti apenas nacido; tú eres mi Dios desde el seno materno.

12 No te alejes de mí, que la angustia está cerca, y no hay nadie que pueda ayudarme.

13 Me rodean novillos numerosos y me cercan los toros de Basán.

14 Amenazándome abren sus hocicos como leones que desgarran y rugen.

15 Yo soy como el arroyo que se escurre; todos mis huesos se han descoyuntado; mi corazón se ha vuelto como cera, dentro mis entrañas se derriten.

16 Mi garganta está seca como teja, y al paladar mi lengua está pegada: ya están para echarme a la sepultura.

17 Como perros de presa me rodean, me acorrala una banda de malvados. Han lastimado mis manos y mis pies.

18 Con tanto mirarme y observarme pudieron contar todos mis huesos.

19 Reparten entre sí mis vestiduras y mi túnica la tiran a la suerte.

20 Pero tú, Señor, no te quedes lejos; ¡fuerza mía, corre a socorrerme!

21 Libra tú de la espada mi alma, de las garras del can salva mi vida.

22 Sálvame de la boca del león, y de los cuernos del toro lo poco que soy.

23 Yo hablaré de tu Nombre a mis hermanos, te alabaré también en la asamblea.

24 Alaben al Señor sus servidores, todo el linaje de Jacob lo aclame, toda la raza de Israel lo tema; 25 porque no ha despreciado ni ha desdeñado al pobre en su miseria, no le ha vuelto la cara y a sus invocaciones le hizo caso.

26 Para ti mi alabanza en la asamblea, mis votos cumpliré ante su vista.

27 Los pobres comerán hasta saciarse, alabarán a Dios los que lo buscan: ¡vivan sus corazones para siempre!

28 De Dios se acordará toda la tierra y a él se volverá; todos los pueblos, razas y naciones ante él se postrarán.

29 ¡Rey es Dios, Señor de las naciones! Todo mortal honor le rendirá, 30 se agacharán al verlo los que al sepulcro van.

Para Dios será sólo mi existencia.

31 Lo servirán mis hijos, hablarán del Señor a los que vengan, 32 al pueblo que va a nacer: Que es justo, les dirán. Tal es su obra.

PRIMERA LECTURA: CON ISRAEL

 Las últimas palabras de este salmo son las que dan su sentido esencial: aunque parezca paradógico, se trata de un salmo de acción de gracias. El salmista canta la acción de gracias de Israel resucitado a la vuelta del exilio. Lo que más llama la atención, es que este poeta describe la liberación de su pueblo, bajo el “ropaje” de un “crucificado vuelto,” a la vida”.

SEGUNDA LECTURA: CON JESUS

Sí, en Jesús se dan hasta los más mínimos detalles sujeridos por el salmista: la agonía, el arácter infamante del suplicio, la sed causada por la desidratación, los miembros dislocados, la sangre que mana de pies y manos, el golpe de gracia con la lanza, las vestiduras dadas a los verdugos según la costumbre, los insultos de los acusadores…

En esta primera parte del género “lamentaciones” se expresa un punzante sufrimiento, casi insoportable en su realismo, y en cual podemos admirar la belleza de este “hombre de dolores”: a diferencia e las lamentaciones de Jeremías, no tiene rabia ni lanza madiciones contra sus verdugos… gime, sí… expresa su dolor en medio de una paz profunda en que mezcla acentos de esperanza “Tú, sin embargo, eres santo… en Ti esperaron nuestros padres…Tú me acogiste desde mi nacimiento… Tú eres mi Dios…” Tampoco aparece ninguna preocupación filosófica sobre el problema del mal: sufre y ora con mayor intensidad.

El ritmo de este salmo nos permite llegar a lo profundo del alma de Jesús: “Tú estas lejos… no permanezcas alejado… me has respondido…” La Resurrección, , la glooria, la alabanza estaban en su corazón aún mientras permanecía en la cruz. Lee una vez más la tercera parte de este salmo, poniéndola en labios de Jesús en la cruz: es una explosión de acción de gracias, la víspera de su muerte, Jesús “mimó” su sacrificio en la “acción de gracias” de la comida pascual. Era consciente de a enorme fecundidad de su muerte; convidó a todos sus hermanos a tomar parte en la comida de los pobres” para asociarlos a la alabanza del Padre: “¡Esta es la obra del Señor”. Cada Eucaristía realiza este deseo.

TERCERA LECTURA: CON NUESTRO TIEMPO

…”Por qué me has abandonado…” Esta oración la podemos hacer nuestra y sobre todo en este tiempo de crisis global con la pandemia mundial del coronavirus, con tanto aislamiento, tanto dolor, tantos infectados, tantos muertos… hasta entre nuestros familiares y amigos cercanos…   Pero vayamos hasta el final y digamos: “los que buscan al Señor le alabarán… a vosotros, vida y felicidad… Yo vivo para El… He ahí la obra de Dios!…

SALMO 21   de Ernesto Cardenal                                                                                en su “Antología”, Editorial Nueva Nicaragua, 1983, pág.119

(No será difícil identificarse con este salmo de E. Cardenal, que, por cierto, acaba de fallecer, él lo escribió en el contexto de 1983 de Nicaragua. Ahora nosotros lo leemos en el contexto de 2020 con la pandemia mundial del coronavirus.: “Estoy contaminado por el COVID-19 y nadie se acerca para no contagiarse”

Dios mío, Dios mío ¿por qué me has abandonado?

Soy una caricatura de hombre

el desprecio del pueblo

Se burlan de mi en todos los periódicos.

Me rodean los tanques blindados

Estoy apuntado por las ametralladoras

Y cercado de alambradas

Las alambradas electrizadas.

Todo el día me pasan lista.

Me tatuaron un número.

Me han fotografiado entre las alambradas

Y se pueden contar como en una radiografía todos mis huesos.

Me ha quitado toda dentificación.

Me han llevado desnudo a la cámara de gas

Y se repartieron mis ropas y mis zapatos.

Grito pidiendo morfina y nadie me oye

Grito con la camisa de fuerza

Grito toda la noche en el asilo de enfermos mentales

En la sala de enfermos incurables

En el ala de enfermos contagiosos

En el asilo de ancianos

Agonizo bañado de sudor en la clínica del siquiatra

Me ahogo en la cámara de oxígeno

Lloro en la estación de policía

En el patio del presidio

En la cámara de torturas

En el orfelinato

Estoy contaminado de radioactividad

Y nadie se acerca para no contagiarse

Pero yo podré hablar de ti a mis hermanos.

Te ensalzaré en la reunión de nuestro pueblo.

Resonarán mis himnos en medio de un gran pueblo.

Los pobres tendrán un banquete.

Nuestro pueblo celebrará una gran fiesta.

El pueblo nuevo que va a nacer.

 

 

Orar con el Salmo 69

 

Para orar con los Salmos

 “El hombre bíblico es “oyente de la palabra”, alguien a quien Dios le dice: “Escucha, Israel”…(Dt 6, 4-5). Pero el israelita bíblico no solamente escucha a Dios, sino que le responde orando. Como testimonio supremo de ese diálogo orante (apasionado, responsable, acusador) están los salmos, sabiduría hecha oración” Pikaza en “Ciudad Biblia”, pag. 220

En estos días difíciles que estamos viviendo por la situación de aislamiento por causa de la pandemia del coronavirus, son días para vivir más la oración, unidos a todos los creyentes desde hace muchos siglos. Yo voy a intentar daros algunos materiales para orar cada día con un Salmo. En los comentarios del BLOG me decís si os vale y si os ayuda. Y también espero algunas sugerencias breves que creáis oportunas.

 SALMO •69 [68]

Las aguas me llegan hasta el cuello.— El servidor de Dios, poco menos que hundido en las aguas del sufrimiento y de la muerte, pide el socorro del Señor Cristo se aplicó a sí mismo varias palabras de esta oración El es el que, después de liberado de la muerte, será alegría para todos los que buscan a Dios. (1)

              2 Oh Dios, sálvame, que las aguas me llegan hasta el cuello.

3 Me estoy hundiendo en un cieno profundo, y no hay dónde apoyarme.

Me vi arrastrado a profundas aguas y las olas me cubren.

4 Me agoto de gritar, me arde la garganta, y mis ojos se cansan de esperar a mi Dios.

5 Más que los cabellos de mi cabeza son los que me odian sin motivo.

Son más fuertes que yo los que con calumnias me persiguen.

¿Cómo devolveré lo que no he robado?

6 Tú sabes, oh Dios, si me he extraviado, pues no te están escondidos mis errores.

7 No avergüences por mí a los que en ti esperan, Señor, Dios Sabaot, ni humilles por causa mía a los que te buscan, oh Dios de Israel.

8 Por ti fue que soporté el insulto, y la vergüenza me cubrió la cara; 9 me volví como un extraño a mis hermanos, un desconocido para los hijos de mi madre.

10 El celo por tu casa me devora, los insultos de los que te insultan recaen sobre mí.

11 Si me aflijo con ayunos, eso me vale insultos; 12 si me visto de saco, ellos se burlan de mí.

13 Se ríen de mí los que se sientan en la plaza, y a los bebedores doy un tema de canción.

14 Pero a ti, oh Dios, sube mi oración, sea ése el día de tu favor.

Según tu gran bondad, oh Dios, respóndeme, sálvame tú que eres fiel.

15 Sácame del barro, que no me hunda; líbrame del vértigo del agua profunda.

16 Que las olas no me sumerjan, ni me trague el torbellino ni el pozo cierre sobre mí su boca.

17 Respóndeme, Señor, pues tu amor es bondad, vuélvete hacia mí por tu gran misericordia.

18 No escondas a tu siervo tu rostro, me siento angustiado, respóndeme pronto.

19 Ven, acércate a mí y rescátame, líbrame de tantos enemigos.

20 Tú conoces mi humillación, mis adversarios están todos a tu vista.

21 Tanta ofensa me ha partido el corazón, mi vergüenza y confusión son irremediables.

Esperé compasión, pero fue en vano, alguien que me consolara, y no lo hallé.

22 En mi comida me echaron veneno, y para la sed me dieron vinagre.

23 Que un traidor los invite a cenar, y se vuelva una trampa su banquete.

24 Que pierdan la vista y queden a ciegas, que siempre caminen encorvados.

25 Arroja sobre ellos tu furor, que los alcance el fuego de tu ira.

26 Que su propiedad quede devastada y sus carpas sin habitantes, 27 porque persiguieron al que tú heriste y aumentaron los dolores de tu víctima.

28 Impútales falta tras falta y que de ellas nunca se libren; 29 sean borrados del libro de los vivos, no sean inscritos en la lista de los justos.

30 ¡Pero a mí, humillado y afligido, que me levante, oh Dios, tu ayuda!

31 Celebraré con un canto el nombre de Dios, proclamaré sus grandezas, le daré gracias.

32 Esto le agradará al Señor más que una víctima, más que un ternero con cuernos y pezuñas.

33 Vean esto, los humildes, y regocíjense.

¡Reanímense, los que buscan al Señor!

34 Pues el Señor escucha a los pobres, no desdeña a los suyos prisioneros.

35 Que lo aclamen los cielos y la tierra, los mares y cuanto bulle en su interior.

36 Pues Dios salvará a Sión y reconstruirá las ciudades de Judá: allí habrá de nuevo casas y propiedades.

37 Los hijos de sus siervos serán los herederos, y allí morarán los que aman su Nombre.

PRIMERA LECTURA: CON ISRAEL

Es un salmo de súplica en tres partes:

El suplicante grita angustiado:         –sufrimiento horrible (se siente asfixiado)

-sufrimiento injusto (maltratado por su piedad)

-sufrimiento por la causa de Dios (“me devora el                                                                     celo de tu casa)

-enemigos numerosos lo rodean

Lejos de resignarse, el suplicante se dirige a Dios y ora

                                                         –implora su liberación

-pide venganza conforme a la Ley del Talión.

Esta súplica trágica termina en una acción de gracias. Los gritos y las imprecaciones de las dos primeras partes, deben interpretarse a la luz de esta parte final.

SEGUNDA LECTURA: CON JESUS

Este es uno de los salmos más citados en el Nuevo Testamento:

-en la cólera de Jesús contra los mercaderes del templo (“el celo de tu casa me devora ) Jn 2,17)

-Jesús cita explícitamente este salmo, la víspera de su Pasión (“me odian sin motivo, injustamente” (Jn 5,25)

-“Cuando tuve sed, me dieron vinagre” (Jn 19,26); “Tengo sed” (Mc 15,36)

-Hasta las mismas imprecaciones son citadas por los primeros cristianos, aplicadas a la traición de Judas (Hechos 1,20)

Este justo que sufre por la causa de Dios, igual que Job o Jeremías, es ante todo, un pobre anónimo del Antiguo Testamento…Pero es eminentemente, Jesús en la cruz. No es mera casualidad qu el final del salmo sea un “canto de acción de gracias”. Imitando anticipadamente su muerte, la víspera por la tarde Jesús la vivió libremente como una comida eucarística.

TERCERA LECTURA: CON NUESTRO TIEMPO

El grito de lamentación que sube de este salmo, para alguno de nosotros, puede ser de candente actualidad. Es la oración de los enfermos, de los afectados por la infección del corona virus, por los desgraciados y marginados de la sociedad…Pero es también, colectivamente, la llamada de los pobres de los países del tercer mundo.

“Dios vendrá a salvar a Sión y a reconstruir las ciudades de Judá…Porque el Señor escucha a los pobres… “Jesús” en hebreo significa “Dios-salva”. Con este salmo podemos orar por la “salvación” del mundo. La salvación prometida no es un engaño: ¡”la hora de Dios vendrá”! ¡Es la hora de tu gracia! “Vida y felicidad para aquellos que buscan a Dios”. La Resurrección de Cristo es la prenda: la destrucción de toda fuerza del “mal que ha realizado plenamente en él… Pero nosotros debemos esperar y trabajar avivando un gran deseo con este salmo.

Aguardar, esperar. La esperanza es uno de los valores que más necesita el hombre contemporáneo. El progreso técnico, logrado en estos últimos decenios, amenaza ocupar el lugar que tenía en otro tiempo la esperanza. En este sentido los avances de la civilización contribuyen a purificar las religiones, inclusive la religión cristiana, de ciertas actitudes infantiles. Pero la era científica aún no ha resuelto ciertas fatalidades que pesan sobre la condición humana: fragilidades afectivas, nuevas dificultades relacionales entre generaciones y clases sociales, angustia del anonimato y de la soledad urbana, inseguridad profunda ante el porvenir, nuevos fracasos profesionales…

Estas, y muchas otras situaciones, típicamente contemporáneas hacen nacer hoy una nueva necesidad de esperanza.

Cada uno debe “traducir”, en las propias circunstancias de su vida, las expresiones del salmo: “Sálvame, Dios mío…que no se  avergüencen los que esperan en Ti, Señor… Levántame, Dios mío, y sálvame”.

Por una oración “que avanza”. Si entramos en el movimiento de este salmo, quedamos impresionados por su dinamismo: comienza con un grito de súplica, continúa con una petición, y culmina en la alegría de la acción de gracias. Deberíamos adoptar frecuentemente este ritmo: nuestra oración no puede ser el simple machaqueo fastidioso y estático de contrariedades y problemas (siniestra forma de reforzarlos sicológicamente a fuerza de repetirlos). Una verdadera oración nos transforma. Ella nos hace avanzar. Es normal que comencemos exponiendo a Dios nuestras preocupaciones, como lo hace la conmovedora “lamentación” del comienzo del salmo. Pero deberíamos concluir como lo hace el salmo: “Alabaré con cantos el nombre de Dios…que el cielo y la tierra alaben a Dios…Vida y alegría a quienes buscan a Dios… que los afligidos se alegren”…

Orar con el Salmo 71

Para orar con los Salmos

 “El hombre bíblico es “oyente de la palabra”, alguien a quien Dios le dice: “Escucha, Israel”…(Dt 6, 4-5). Pero el israelita bíblico no solamente escucha a Dios, sino que le responde orando. Como testimonio supremo de ese diálogo orante (apasionado, responsable, acusador) están los salmos, sabiduría hecha oración” Pikaza en “Ciudad Biblia”, pag. 220

En estos días difíciles que estamos viviendo por la situación de aislamiento por causa de la pandemia del coronavirus, son días para vivir más la oración, unidos a todos los creyentes desde hace muchos siglos. Yo voy a intentar daros algunos materiales para orar cada día con un Salmo. En los comentarios del BLOG me decís si os vale y si os ayuda. Y también espero algunas sugerencias breves que creáis oportunas.

SALMO •71 [70] ¡A ti, Señor, me acojo!

Oración de un anciano.— Al fin de la vida conoceremos mejor la misericordia de Dios, y nos será fácil recordar todas las maravillas que hizo para nosotros Supliquémosle que, al terminarse nuestra vida presente, nos otorgue el verdadero consuelo.

              1 En ti, Señor, confío, que no quede decepcionado.

2 En tu justicia tú querrás defenderme, inclina a mí tu oído y sálvame.

3 Sé para mí una roca de refugio, una ciudad fortificada en que me salve, pues tú eres mi roca, mi fortaleza.

4 Líbrame, oh Dios, de la mano del impío, de las garras del malvado y del violento, 5 pues tú eres, Señor, mi esperanza, y en ti he confiado desde mi juventud.

6 En ti me apoyé desde mis primeros pasos, tú me atrajiste desde el seno de mi madre, y para ti va siempre mi alabanza.

7 Pero ahora para muchos soy un escándalo, y sólo me quedas tú, mi amparo seguro.

8 Llena de tu alabanza está mi boca, de tu esplendor, el día entero.

9 No me despidas ahora que soy viejo, no te alejes cuando mis fuerzas me abandonan.

10 Pues mis enemigos hablan contra mí y los que esperan mi muerte hacen sus planes.

11 Dicen: “Dios lo ha abandonado; persíganlo y agárrenlo, nadie lo ayudará”.

12 Oh Dios, no te alejes de mí, Dios mío, ven pronto a socorrerme.

13 Que queden humillados, cubiertos de vergüenza, los que me ponen asechanzas.

Que el insulto y la infamia envuelvan a los que quieren mi desgracia.

14 Yo entonces, siempre en ti esperaré, y te alabaré como no se ha hecho nunca.

15 Mi boca contará tus obras justas y tu salvación a lo largo del día, pues son más de lo que podría decir.

16 Ahondaré las hazañas del Señor, recordaré tu justicia que es sólo tuya.

17 Oh Dios, me has enseñado desde joven, y hasta ahora anuncié tus maravillas; 18 si ahora estoy viejo y decrépito, oh Dios, no me abandones.

A esta generación anunciaré tu poder, y a los que vengan después, tu valentía 19 y tu justicia, oh Dios, que llega al cielo.

Pues, ¿quién como tú, oh Dios, que has hecho grandes cosas?

22 O Tú que me hiciste pasar tantas penas y miserias, volverás para hacerme revivir, y me harás subir de nuevo del abismo.

21 Volverás a ponerme de pie y tendré de nuevo tu consuelo.

22 Entonces te daré gracias al son del arpa por tu fidelidad, oh Dios.

Con la cítara te entonaré salmos, oh Santo de Israel.

23 Te aclamarán mis labios y mi alma que tú redimiste.

24 Tarareará mi lengua todo el día: “Es cierto que él es justo, pues están confundidos y humillados los que querían mi desgracia”.

Oración con el Salmo 71: ¡A ti, Señor, me acojo!

 PRIMERA LECTURA: CON ISRAEL

Como lo hemos ya señalado, a menudo el “yo” utilizado en los salmos representa en realidad a Israel. Esta oración aparentemente muy personal, y casi individualista en su tono de intiidad, es de hecho un “midrash”, y una especie de “parábola”: el pueblo de Israel está representado aquí en un anciano, escogido desde qantes de su nacimiento (El amor de Dios es el primero)(el Papa Francisco diría “primerea”), y que se ha esforzado por ser fiel hasta sus “cabellos blancos”… Un anciano sin fuerzas y rodeado de enemigos que quieren su perdición…y que se atreve a pedir a Dios no simplemente la prolongación de una pobre vida maltrecha, sino  una “nueva vitalidad”, una nueva juventud, una verdadera resurrección: ¡entonces, Israel, sin fin “cantará” la alabanza y la alegría! Desde el punto de vista literario, miremos el hermoso movimiento en espiral, que mezcla sin cesar, la “súplica” y la “alabanza”… El creyente que grita y gime ante la prueba, sin embargo jaás se desespera…A su petición suplicante, junta la acción de gracias.

SEGUNDA ECTURA: CON JESUS

Desde su infancia, Jesús estuvo “en las cosas de su Padre”…Más que nadie podía decir: “Tú me escogiste desde el vientre de mi madre…He sido motivo de asombro para muchos”… “Todo el día  están llenos mis labios de alabanzas a tu gloria”…Jesús pide en su Pasión, ser librado de sus enemigos: “Dios lo abandona…¡Veamos si viene Elías a liberarlo! Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”

Y en esta situación extrema, seguridad en la resurrección: “Me harás vivir de nuevo, me levantarás de lo profundo de la tierra… Y cantaré la alegría de una vida que me has vuelto a dar”…Sí, hay que repetir este salmo con Jesús.

TERCERA LECTURA: CON NUESTRO TIEMPO

El tema de la vejez. Nunca como en nuestro mundo moderno la vejez ha sido una prueba terrible. Entre más el hombre moderno logra curar las enfermedades, más siente el fracaso de no poder curarse de la muerte. Estos días de epidemia del covid-19 lo estamos experimentando terriblemente en tantos ancianos que mueren infectados, porque dicen que son población en riesgo.

Nunca como hoy, el anciano ha estado tan aislado: nuestros abuelos vivían casi siempre en familoia, con sus hijos…hay que experimentar el terrible sentimiento del abandono, esta impresión humanamente dramática de haber cumplido su tiempo, como un viejo trasto que ya no sirve…hay que afrontar lúcidamentte esta cruel vivencia en que una cierta vida ha terminado, y que , aque´tiempo es irreversible…para comunlgar con la esperanza del salmista; sí, para el verdadero creyente, las leyes biológicas y psicológicas de la vejez no influyen en quien espera la comunicación de la vida divina. ¡Nuestra nueva juventud, está ante nosotros, en Dios! ¡Allí está la alegría!

El deseo de vivir. Todo este salmo protesta contra la pérdida de vitalidad, aún en nombre mismo de la eternidad del amor: ya que Dios nos creó porque El nos ama (¡desde el vientre de nuestra madre!), ¿cómo podría El abandonarnos? La resurrección de los muertos, la Resurrección de Jesucristo, está prevista desde la eternidad, y hace parte del proyecto inicial del creador. No acusemos jamás a Dios de haber hecho un hombre mortal. Su único proyecto, es el de un ¡hombre resucitado!.                                                                                                                               El sentido de la alabanza. Aún en medio de las situaciones más dolorosas, el hombre de la Biblia continúa su canción, toma su guitarra y da gracias.

 

Orar con el Salmo 26: ¡Hazme justicia, Señor!

Para orar con los Salmos

 “El hombre bíblico es “oyente de la palabra”, alguien a quien Dios le dice: “Escucha, Israel”…(Dt 6, 4-5). Pero el israelita bíblico no solamente escucha a Dios, sino que le responde orando. Como testimonio supremo de ese diálogo orante (apasionado, responsable, acusador) están los salmos, sabiduría hecha oración” Pikaza en “Ciudad Biblia”, pag. 220

En estos días difíciles que estamos viviendo por la situación de aislamiento por causa de la pandemia del coronavirus, son días para vivir más la oración, unidos a todos los creyentes desde hace muchos siglos. Yo voy a intentar daros algunos materiales para orar cada día con un Salmo. En los comentarios del BLOG me decís si os vale y si os ayuda. Y también espero algunas sugerencias breves que creáis oportunas.

SALMO •26 [25] ¡Hazme justicia, Señor!

Oración del justo.— Hagamos nuestra la oración de ese “justo” que confirma su fidelidad. No deberíamos fijar la atención en nuestros méritos, como hizo el fariseo, sino en la nueva persona con que hemos sido revestidos en el bautismo: Cristo nos ha purificado y nos ha hecho ricos.

               1 Reconoce, Señor, que seguí la senda de los perfectos. En el Señor me apoyaba y por eso no me desviaba.

2 Revísame, Señor, y ponme a prueba; pon en el crisol mi conciencia, mi corazón.

3 Tu amor lo tengo ante mis ojos y tomo en cuenta tu fidelidad.

4 Con hombres tramposos no me siento ni me meto con los hipócritas.

5 Aborrezco el partido de los malos y con los malvados no me siento.

6 Lavo mis manos, que están limpias, y en torno a tu altar voy caminando, 7 mientras entono mi acción de gracias y recuerdo tus obras admirables.

8 Señor, cuánto amo la casa en que moras, y el lugar donde reside tu gloria.

9 No me confundas con las almas pecadoras; que no tenga mi vida el fin de los violentos, 10 cuyas manos están manchadas y cuyos bolsillos se llenan con sobornos.

11 Y a mí, como busco ser perfecto, rescátame, Señor, ten piedad de mí.

12 Mis pies pisan en terreno llano, bendeciré al Señor en las asambleas.

Se trata de un salmo de súplica individual. Alguien, injustamente acusado, expone su defensa delante del Señor, iniciando su clamor con la petición: “Hazme justicia, Señor”

¿Por qué surgió este Salmo?

El templo de Jerusalén, en determinados períodos de su existencia funcionó como lugar de asilo. El salmista, acusado injustamente, busca refugio en su interior, esperando del Señor por medio de un sacerdote, una sentencia que lo declare inocente.

El salmo no dice por qué persiguen al inocente, hasta el punto de tener que refugiarse en el templo. Quizá el justo habría incomodado a los malechores, que sobornarían a alguien para que se encargara de eliminarlo. Una vez llegado al templo, decide pasar en su interior el resto de sus días, bendiciendo al Señor.

El rostro de Dios

Este salmo pone de manifiesto que Dios escucha el clamor de los justos e inocentes y les hace justicia. Este convencimiento va incluido en la huida del inocente que encuentra refugio en el templo. El autor de este salmo sabía, , ciertamente, que el Señor es el Dios que escucha el clamor y libera, como hizo antaño, cuando los israelitas clamaron ante la opresión del Faraón. Basándose en esta confianza, clama y busca el asilo en el templo de Jerusalén. El Dios de este salmo es, por tanto, el Dios aliado que es fiel a sus promesas. Las condiciones de la Alianza que estableció el Señor con Israel eran el amor y la fidelidad. Pues bien, el inocente de este salmo se comporta como un auténtico socio compañero del Dios de la Alianza, que obra del mismo modo que Dios mismo (3).

En una sociedad de injusticia y desigualdad como la de este salmo y como la nuestra, Dios es siempre el amigo y el aliado de los inocentes que padecen la injusticia, y los libra de las garras de los opresores violentos.

Jesús estuvo siempre con los marginados que clamaban a él, y para salvarlos, se enfrentó a los poderosos, que acabaron con su existencia. Pero su resurrección es la prueba de que la vida es más fuerte. Además el evangelio de Mateo presenta a Jesús como aquél que cumple toda justicia (Mt 3, 15).

En este salmo Dios examina al inocente y lo pone a prueba. Jesús por su parte, conoce al ser humano en su intimidad (Jn 2,25) y pone al descubierto la falsa religiosidad de los poderosos de su tiempo (Mt 23,1-36).

Rezar el salmo 26

 Como los demás salmos de súplica individual, el salmo 26 supone un contexto de persecución, de condena a muerte, en una sociedad basada en la mentira que se dedica a eliminar la vida. Conviene rezarlo cuando corremos el riesgo de deslizarnos por el camino de la injusticia, de la corrupción y de la violencia; cuando sentimos la tentación de comportarnos como los poderosos; cuando queremos reforzar nuestro amor y nuestra fidelidad para con Dios…

 

ORACION CON EL SALMO 122

Para orar con los Salmos

 “El hombre bíblico es “oyente de la palabra”, alguien a quien Dios le dice: “Escucha, Israel”…(Dt 6, 4-5). Pero el israelita bíblico no solamente escucha a Dios, sino que le responde orando. Como testimonio supremo de ese diálogo orante (apasionado, responsable, acusador) están los salmos, sabiduría hecha oración” Pikaza en “Ciudad Biblia”, pag. 220

En estos días difíciles que estamos viviendo por la situación de aislamiento por causa de la pandemia del coronavirus, son días para vivir más la oración, unidos a todos los creyentes desde hace muchos siglos. Yo voy a intentar daros algunos materiales para orar cada día con un Salmo. En los comentarios del BLOG me decís si os vale y si os ayuda. Y también espero algunas sugerencias breves que creáis oportunas.

Sl 122   “A ti levanto mis ojos”

 A ti levanto mis ojos,

A ti que habitas en el cielo.

Como están los ojos de los esclavos

Fijos en las manos de sus señores,

 Como están los ojos de la esclava

Fijos en las manos de su señora,

Así están nuestros ojos en el Señor

Esperando su misericordia.

 Misericordia, Señor, misericordia,

Que estamos saciados de desprecio;

Nuestra alma está saciada

Des sarcasmo de los satisfechos,

Del desprecio de los orgullosos.

El Salmo 122 es un “salmo de peregrinación” o “salmo de subida”.

Este poema es una joya literaria, cuyo ritmo verbal está cincelado mediante un juego de repeticiones significativas: los ojos, la mano, “hacia”…piedad, hartos, despreciados…

El pueblo de Israel tiene conciencia de ser un pueblo de pequeños, de “pobres”, de “oprimidos”, de “despreciados”.

Todo esto lo dice la palabra “Anawin” que se traduce bien por pobre, bien por humilde.

Los “pobres” llenan los salmos. Se ha dicho que los salmos son “la oración de los pobres” (Sl 9,13s; 110, 9-12, etc)

Entre los antiguos profetas, los pobres eran una clase social, la categoría de los oprimidos, de los que no tienen nada por causa de los explotadores (Am 2,6-7; Is 3, 14-15; Mi 2,1-2).

Pero a lo largo de la historia de Israel, sobre todo a partir del Exilio, la palabra anawin pasó a un segundo plano el sentido “económico y social” para dar lugar a un sentido religioso.

En este sentido religioso la palabra pobre se opone menos a “rico” que a otras palabras: “orgulloso”, “avaricioso”, “materialista satisfecho”, etc

Hay un paralelo con el canto de María en Lc 1, 46-55:

Mi alma canta la grandeza del Señor,

Mi espíritu festeja a Dios mi Salvador

Porque se ha fijado en la humillación de su esclava

María vivó el idal expresado en este salmo 112 y se llama a sí misma la “humilde sierva”, siempre atenta a hacer la voluntad de Señor.

¿Cómo rezar hoy con este salmo 122 “A ti levanto mis ojos”?

En ninguna parte como en los ojos está el alma. Nuestros ojos hablan.

Nos pueden servir para la oración…fijos en un icono, en un crucifijo, en el Sagrario, etc