La Buena Noticia del Dgo. 5º Cuaresma-A

La vida verdadera

Jn 11, 3-7.17.20-27.33b-45

Dejadlo irse hacia la Vida de la vida

En el Evangelio de hoy Jesús se revela como la vida del mundo, después de haberse manifestado hace dos domingos como la fuente de agua viva que colma nuestra sed, y el domingo pasado como la luz que ilumina y orienta nuestra vida.

Jesús manda quitar la losa del sepulcro y las vendas que le atan. El quiere sacarnos de nuestros sepulcros y de las vendas y ataduras  que tenemos. También nos recomienda quitar las vendas y ataduras de tantos «Lázaros» que encontramos en nuestro camino.

Lectura de la Palabra

Juan 11,1-45

                                                            Yo soy la resurrección y la vida

En aquel tiempo, [un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana, había caído enfermo. María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro.]

Las hermanas mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, tu amigo está enfermo.» Jesús, al oírlo, dijo: «Esta enfermedad no acabará en la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.» Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo, se quedó todavía dos días en donde estaba. Sólo entonces dice a sus discípulos: «Vamos otra vez a Judea.»

[Los discípulos le replican: «Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver allí?» Jesús contestó: «¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si camina de noche, tropieza, porque le falta la luz. Dicho esto, añadió: «Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo.» Entonces le dijeron sus discípulos: «Señor, si duerme, se salvará.» Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les replicó claramente: «Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su casa.» Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos: «Vamos también nosotros y muramos con él.»]

Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. [Betania distaba poco de Jerusalén: unos tres kilómetros; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María, para darles el pésame por su hermano.] Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedaba en casa. Y dijo Marta a Jesús: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá.» Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.» Marta respondió: «Sé que resucitará en la resurrección del último día.» Jesús le dice: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» Ella le contestó: «Sí, Señor: yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.»

[Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja: «El Maestro está ahí y te llama.» Apenas lo oyó, se levantó y salió adonde estaba él; porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole: «Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.»]

Jesús, [viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban,] sollozó y, muy conmovido, preguntó: «¿Donde lo habéis enterrado?» Le contestaron: «Señor, ven a verlo.» Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: «¡Cómo lo quería!» Pero algunos dijeron: «Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que muriera éste?» Jesús, sollozando de nuevo, llega al sepulcro. Era una cavidad cubierta con una losa. Dice Jesús: «Quitad la losa.» Marta, la hermana del muerto, le dice: «Señor, ya huele mal, porque lleva cuatro días.» Jesús le dice: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo: «Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado.» Y dicho esto, gritó con voz potente: «Lázaro, ven afuera.» El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo andar.»

Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Comentarios a la Palabra

«Anhelamos una vida diferente, sin dolor ni vejez, sin hambres ni guerras»

El relato de la resurrección de Lázaro es sorprendente. Por una parte, nunca se nos presenta a Jesús tan humano, frágil y entrañable como en este momento en que se le muere uno de sus mejores amigos. Por otra, nunca se nos invita tan directamente a creer en su poder salvador: «Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque muera, vivirá… ¿Crees esto?».

Jesús no oculta su cariño hacia estos tres hermanos de Betania que, seguramente, lo acogen en su casa siempre que viene a Jerusalén. Un día Lázaro cae enfermo, y sus hermanas mandan un recado a Jesús: nuestro hermano «a quien tanto quieres», está enfermo. Cuando llega Jesús a la aldea, Lázaro lleva cuatro días enterrado. Ya nadie le podrá devolver la vida.

La familia está rota. Cuando se presenta Jesús, María rompe a llorar. Nadie la puede consolar. Al ver los sollozos de su amiga, Jesús no puede contenerse y también él se echa a llorar. Se le rompe el alma al sentir la impotencia de todos ante la muerte. ¿Quién nos podrá consolar?

Hay en nosotros un deseo insaciable de vida. Nos pasamos los días y los años luchando por vivir. Nos agarramos a la ciencia y, sobre todo, a la medicina para prolongar esta vida biológica, pero siempre llega una última enfermedad de la que nadie nos puede curar.

Tampoco nos serviría vivir esta vida para siempre. Sería horrible un mundo envejecido, lleno de viejos, cada vez con menos espacio para los jóvenes, un mundo en el que no se renovara la vida. Lo que anhelamos es una vida diferente, sin dolor ni vejez, sin hambres ni guerras, una vida plenamente dichosa para todos.

Hoy vivimos en una sociedad que ha sido descrita por el sociólogo polaco Zygmunt Bauman como «una sociedad de incertidumbre». Nunca había tenido el ser humano tanto poder para avanzar hacia una vida más feliz. Y, sin embargo, tal vez nunca se ha sentido tan impotente ante un futuro incierto y amenazador. ¿En qué podemos esperar?

Como los seres humanos de todos los tiempos, también nosotros vivimos rodeados de tinieblas. ¿Qué es la vida? ¿Qué es la muerte? ¿Cómo hay que vivir? ¿Cómo hay que morir? Antes de resucitar a Lázaro, Jesús dice a Marta esas palabras, que son para todos sus seguidores un reto decisivo: «Yo soy la resurrección y la vida: el que crea en mí, aunque haya muerto, vivirá… ¿Crees esto?».

A pesar de dudas y oscuridades, los cristianos creemos en Jesús, Señor de la vida y de la muerte. Solo en él buscamos luz y fuerza para luchar por la vida y para enfrentarnos a la muerte. Solo en él encontramos una esperanza de vida más allá de la vida.

Por José Antonio Pagola

 Testigos de la Palabra

San Romero de América, mártir de la justicia.
San Romero de América, mártir de la justicia.

San Romero de América, pastor y mártir nuestro: ¡nadie hará callar tu última homilía!    (P. Casaldáliga)

«Yo quisiera hacer un llamamiento, de

manera especial, a los hombres del

ejército… Hermanos, son de nuestro mismo

pueblo. Matan a sus mismos hermanos

campesinos. Y ante una orden de matar que

dé un hombre, debe prevalecer la ley de

Dios que dice: «No matar». Ningún soldado

está obligado a obedecer una orden contra

la Ley de Dios. Una ley inmoral, nadie

tiene que cumplirla. Ya es tiempo de que

recuperen su conciencia, y que obedezcan

antes a su conciencia que a la orden del

pecado. La Iglesia no puede quedarse

callada ante tanta abominación. En

nombre de Dios, pues, y en nombre de este

sufrido pueblo, cuyos lamentos suben hasta

el cielo cada día más tumultuosos, les

suplico, les ruego, les ordeno en nombre de

Dios: Cese la represión

Lo que Romero dijo de Rutilio

La sangre de los mártires es semilla de nuevos cristianos

 “Los que mataron al P. Rutilio pensaban que así podían truncar toda su predicación cristiana; lo que no se esperaban es que la muerte de un sacerdote suscita tempestades; suscita primaveras, como la que ha vivido El Salvador cristiano desde que le mataron. Lo que no sabían es ellos ponían en el surco una semilla que reventaría en grandes cosechas, como decía Cristo: “El grano de trigo muere no para quedarse sepultado”. No han triufado sobre él.La cosecha de la persecución ha sido muy abundante. Esta es la vida de este cristiano que por el bautismo emprendió unas perspectivas tan amplias que no las podemos abarcar desde la tierra” (Hom 5.03.1978)

Las homilías de Rutilio

Una voz que grita en el desierto

  1. Biblia y concientización en Aguilares

Aguilares es uno de esos lugares donde se inició lo que Mons. Romero llamó “un movimiento atrevido de un evangelio más comprometido” (19 de junio de 1977).     Allí Rutilio Grande, en equipo con otros sacerdotes, estudiantes, campesinos y campesinas, puso en marcha una pastoral liberadora. Lo central de esta pastoral es que hace de estos campesinos y campesinas personas adultas, críticas, capaces de dirigir su propio destino a tavés de la organización.

En Aguilares miles de campesinos y campesinas botaron la venda de la sumisión y de la ignorancia a la que habían sido sometidos, y se despertó en ellos todo el ingenio, inteligencia y capacidades que estaban allí escondidas y oprimidas.

Rutilio no hizo otra cosa que liberar esas mentes y despertar la conciencia. A partir de ahí, el pueblo comenzó a caminar, a organizarse, a exigir por sí mismo, a plantear sus derechos y también sus sueños, a luchar por su vida y dignidad.

Los campesinos y campesinas antes, o quizá al tiempo, que se tomaban las tierras, se tomaron las conciencias, sus propias conciencias, que antes estaban ocupadas por pensamientos extraños, ajenos. Expulsaron esos pensamientos y comenzaron a pensar con sus propias palabras y a partir de su propia realidad.

En esos momentos se estaba produciendo una verdadera revolución silenciosa, que más tarde daría paso a una revolución social sin precedentes: la organización de campesinos y campesinas adquirió tanta fuerza en cantidad y calidad como nunca en la historia de nuestro país.

San Romero de América

Otro nuevo aniversario de su martirio, y ya son 43 años

Romero
Romero

«Y como cada 24 de Marzo, los que nos sentimos vinculados a su proyecto y a su espiritualidad nos conmovemos y nos llenamos de emoción»

«Se ha sustituido, a mi entender, una violencia de la calle, de pandillas, por una violencia de corte institucional: el miedo a las pandillas se ha sustituido por el miedo al gobierno, y a la policía»

«Un nuevo 24 de marzo, seguimos afirmando que el proyecto de Monseñor Romero, que hizo carne en él mismo el proyecto de Jesús de Nazaret, sigue vivo»

«Su poder estaba en el servicio, su poder se basaba como el de Jesús, en lavar los pies de los pobres, y en defenderlos hasta el final»

Por Javier Sánchez, capellán cárcel de Navalcarnero

Estamos celebrando un nuevo 24 de marzo, un nuevo aniversario del martirio de Monseñor Romero, nuestro santo de América latina, canonizado definitivamente por el papa Francisco el 14 de octubre de 2018, aunque el pueblo salvadoreño lo canonizó ya desde el mismo momento en el que la bala asesina traspasó su corazón. Un corazón lleno de amor, de evangelio y de vida, con el que aquella bala acabó físicamente, pero un corazón que permanece en el pueblo salvadoreño, entre su pobrerío, como él siempre decía, y por supuesto, en el mismo corazón del Dios de la vida, que resucitó también a Jesús de Nazaret.

Y como cada 24 de Marzo, los que nos sentimos vinculados a su proyecto y a su espiritualidad nos conmovemos y nos llenamos de emoción, porque seguimos descubriendo que en Monseñor Romero se dan las características del auténtico seguidor de Jesús de Nazaret, asesinado como él por decir lo que El mismo decía: que Dios es un Padre de todos, que todos nos merecemos lo mismo, que la pobreza no la quiere Dios y que ese mismo Dios a quien confesamos como Padre-Madre quiere que todos seamos felices, en cada minuto de nuestra vida, como quieren todos los padres y madres, para cada uno de sus hijos. 

Monseñor Romero
Monseñor Romero

     En estos meses, y con todo lo que está pasando en la “Tierra Santa” salvadoreña, me he preguntado muchas veces qué diría nuestro Monseñor, de lo que sucede en su querida tierra salvadoreña. Me he preguntado no sólo qué pensaría, sino cuál sería su actitud. Y quizás, con un cierto pesimismo, e incluso con lágrimas en los ojos, me parece que Monseñor Romero actuaría como actuó, defendiendo a las mayorías pobres, poniéndose de su parte, a su favor, y criticando a las minorías ricas, o riquísimas diría yo, que siguen controlando casi todo el país. Después de 31 años de los acuerdos de paz, de enero de 1992, descubrimos que el país sigue sumido en la más absoluta pobreza y desigualdad social; con pena descubrimos que la sangre de los más de 60.000 salvadoreños que murieron en la contienda civil, no ha servido para esa paz y justicia social, que nuestra Tierra Santa salvadoreña, se merece.

Las causas que motivaron el conflicto civil, permanecen, porque la injusticia, la pobreza y la desigualdad, allí continúan. Siguiendo de cerca lo que va sucediendo allí, hay que decir con pena que son muchos los salvadoreños que tienen que seguir dejando su país en busca de un futuro mejor, o lo que es más, en búsqueda de un mínimo de vida que les posibilite una dignidad para vivir como seres humanos, con todas las oportunidades de cualquier otra persona, en cualquier otro país del mundo. La sangría migratoria permanece y va aumentando en un país, tan pequeño y tan rico, que a mi juicio sería fácil gobernar, si no fuera porque los gobernantes, incluso el de ahora, están solo preocupados por acaparar y por mantenerse en su puesto de poder. 

Descubrimos con espanto y con horror que la violencia permanece, hasta hace poco fueron las maras, las pandillas juveniles las que extorsionaban son su violencia a la mayoría del pueblo salvadoreño; en muchos barrios de la capital, de San Salvador, a unas ciertas horas del día no se podía salir a la calle, porque el control de esos barrios estaba en manos de las pandillas, que practicaban la violencia contra quien fuera; en muchas poblaciones no se podía vivir en paz, porque a la mínima podías encontrarte con unas balas. Solo se podía vivir en paz en los campos, en los cantones rurales; recuerdo la vez que estuve por allí, en Arcatao, en el departamento de Chalatenango, en el año 2015 cuando nos decía la gente del pueblo que allí eran pobres, pero “por los menos no nos matan, como en la ciudad”, y al escucharlo me llenaba de pena y los ojos se me cubrían de lágrimas.

Maras en Salvador

Cuanto dolor, cuanta violencia, cuanta sangre derramada en la contienda civil para nada. Pero ahora, el actual gobierno, se jacta de que ha eliminado la violencia, lo que no dice es que ha eliminado quizás la violencia de las maras, pero a consta de practicar una violencia institucional: son muchos los jóvenes que son detenidos y acusados de pertenencia a las pandillas, por el simple hecho de llevar un tatuaje en la piel o tener un aspecto. Hace unos días detuvieron a jóvenes en el mismo Arcatao, simplemente, por estar tatuados, y fueron llevados casi como animales a una cárcel modelo, segura parece ser, que ha constado muchos millones de dólares, y que el actual gobierno dice que es la solución frente a esa violencia. Se ha sustituido, a mi entender, una violencia de la calle, de pandillas, por una violencia de corte institucional: el miedo a las pandillas se ha sustituido por el miedo al gobierno, y a la policía

     Y en medio de todo ese dolor y toda esa injusticia, seguimos pensando que la vida de Monseñor Romero mereció y merece la pena, que merece la pena seguir no solo recordando y resucitando en el pueblo a un hombre, un obispo, que en los tres años que estuvo al frente de la Archidiócesis de San Salvador, fue capaz de transmitirnos con su actuar que otro país era posible, que se podían cambiar las cosas, desde una revolución sin violencia, pero defendiendo una justicia social para todos. Que un país nuevo podía irse construyendo, desde las nuevas bases de reconocer que todos somos iguales, y que la dignidad de todos los seres humanos, a la que todos tenemos derecho por ser personas, es la misma. En el centro fundamental de la vida de Monseñor estaba y está su amor profundo a Dios, Padre-Madre y su amor “al pueblo crucificado”, en palabras de Jon Sobrino. Precisamente por eso, por su defensa de ese pueblo martirizado, asesinaron a Romero, como asesinaron a Jesús de Nazaret y como han asesinado en la historia a todos los que siguen defendiendo la paz y la justicia como elementos inseparables: no puede haber auténtica paz sin justicia. 

 Un nuevo 24 de marzo, seguimos afirmando que el proyecto de Monseñor Romero, que hizo carne en él mismo el proyecto de Jesús de Nazaret, sigue vivo, que ese proyecto no ha sido asesinado con aquella bala que le quitó la vida, ni con la cruz que crucificó al maestro de Nazaret, sino que ese proyecto sigue presente, y merece la pena continuarlo.

Papa Francisco y monseñor Romero

     Ha sido necesario que viniera un papa del otro lado del mundo, del otro lado de la tierra,  para que la Iglesia reconociera como tal a San Romero de América como modelo de vida, porque eso significa ser santo: modelo de vida para los cristianos. Y el papa Francisco al hablar de Romero dijo que era santo porque el milagro de Romero fue su misma vida. Su vida entregada en favor del pueblo, su cuerpo entregado y su sangre derramada como la de Jesús, fue la que le  hizo santo. Romero se hizo plena eucaristía, derramó hasta la última gota de su sangre por su pueblo, entregó hasta el último aliento de su vida por los pobres. Y fue precisamente, cuando celebraba la Eucaristía, cuando su vida no es que fuera arrebatada, no es que nadie se la quitara, como dice el evangelio de San Juan, sino que él mismo la entregó.

En aquella tarde del 24 de marzo de 1980, San Romero se hizo Eucaristía, se hizo cuerpo entregado y sangre derramada por todos, como decía el profesor Manuel Gesteira; ese día, no solo es que Monseñor se uniera al sacrifico de Jesús, como hacemos siempre, sino que parece que el mismo se sacrificaba por su pueblo, como lo hizo el maestro. Así lo describe la hermana madre Lucita, religiosa del hospital la divina providencia: “Volviendo al momento  de la muerte de Monseñor, en que el proyectil destrozó la vida de nuestro querido Pastor, él por instinto de conservación e cogió al altar, haló el mantel y en ese momento se volcó el copón y las hostias sin consagrar se esparcieron sobre el altar. Las hermanas de nuestra comunidad del hospitalito interpretaron  este signo como que Dios le dijera: hoy no quiero que me ofrezcas el pan y el vino como en todas las eucaristías, hoy la victima eres tu OSCAR, y en se mismo instante, Monseñor cayó a los pies de la imagen de Cristo, a quien tuvo como modelo toda su vida” ( Dios proveerá, testimonio de la hermana Luz Isabel Cueva (madre Lucita). 

Ese hacerse Eucaristía fue el motivo de su santidad. De ahí que contemplar a Monseñor Romero sea contemplar al mismo Jesús de Nazaret en aquella primera Eucaristía. Así me lo  reconoció  también el papa Francisco, en la visita que tuve la suerte de disfrutar con él hace unos meses, me dijo que “era un hombre tremendamente evangélico y por eso muy humano”, el papa reconoce una vez más que evangelio y humanidad son dos elementos intrínsecamente unidos: solo se puede ser evangélico si se es plenamente humano. Y diría algo más, esa humanidad es la que nos lleva al misterio profundo del Dios encarnado en Jesús. En Jesús Dios se hace hombre para que hombres podamos llegar a divinizarnos, como también dice Leonardo Boff en su libro “Encarnación, la humanidad y jovialidad de nuestro Dios”. 

San Óscar Romero
San Óscar Romero

     Si la eucaristía es signo de vida renovada cada día, si la eucaristía hace presente el proyecto de Jesús, muerto y resucitado y podemos seguir diciendo que su proyecto sigue vivo cuando nos reunimos los cristianos y cuando hacemos de esa eucaristía vida y no rito, podemos decir también que la vida de Monseñor continúa siendo actual, que a los 43 años de su martirio él también sigue vivo en medio de su pueblo, y especialmente donde él quiso estar siempre, en medio de “su pobrerío”. “Si me matan, resucitaré en el pueblo salvadoreño”, había dicho poco antes de ser asesinado. Y así comprobé que era, porque en cada casa, en cada puerta, en cada comunidad, en cada cantón de El Salvador hay una foto del Santo; porque cada campesino y campesina salvadoreños siempre te hablan de aquel obispo “que era uno como los demás, que llegaba a tu casa, se sentaba contiguo, compartía unas tortitas y hasta podía ver contigo la telenovela”, era obispo del pueblo y para el pueblo.

Su poder estaba en el servicio, su poder se basaba como el de Jesús, en lavar los pies de los pobres, y en defenderlos hasta el final. Gesto de lavar los pies que también hace el papa Francisco cada jueves santo, visitando las cárceles y lavando los pies a los presos, a los que nadie quiere, a “los malos”, que siempre nos dan lecciones de vida, de humanidad y de evangelio. Francisco, y así también me lo hizo saber en esa visita , dice “que el gesto que nos identifica como cristianos es el gesto de lavar los pies al hermano, especialmente al más pobre y necesitado”, y sin duda que uno de esos pobres de hoy son los presos, los privados de libertad, que también hoy son tratados sin dignidad por ser “delincuentes”, pero esos mismos delincuentes que nos dan lecciones de solidaridad y de humanidad, cada vez que tratamos con ellos y compartimos su vida, y yo tengo la suerte de hacerlo cada día en la cárcel de Navalcarnero. Por eso, unido al papa Francisco, siempre diré que el Salvador  y la cárcel, son “Tierra Santa”, tierra de crucificados, y habría que descalzarse al pisarlas.

  Romero fue maestro del lavado de pies, siempre estuvo dispuesto a hacerlo, no escatimó esfuerzo en ello, y nos mostró un nuevo rostro de obispo y de Iglesia; similar al rostro nuevo de Iglesia que nos está mostrando ahora el papa Francisco, en su empeño de estar cerca de los más pobres, inmigrantes y encarcelados, y en hacer de la iglesia una comunidad de acogida y misericordia para todos, en hacer una Iglesia pobre y para los pobres. 

Semana Romero
Semana Romero

Romero sigue vivo en el corazón del pueblo salvadoreño, y en el corazón de Dios, como sigue vivo Jesús de Nazaret. Cuando asesinaron a los jesuitas de la UCA, en 1989, así lo demostraron, al acribillar a balazos una foto de Monseñor, a la entrada de la UCA: habían pasado nueve años después del genocidio pero al ver la foto la llenaron de balas, balas de rabia, porque habían podido acabar con su cuerpo pero no con su vida.

    43 años después seguimos dando gracias por su vida, seguimos pensando que merece la pena haberlo conocido, que su vida no fue baldía, y le seguimos pidiendo por su pueblo, las palabras de su última homilía, siguen presentes, pedimos en su nombre “que cese la represión”, que no se responda a la violencia con más violencia, porque la violencia es negativa venga de donde venga y en ningún caso se puede justificar. Nos seguimos acogiendo a su proyecto y le seguimos rezando. Hoy Monseñor pedimos por el pueblo salvadoreño, seguimos pidiendo justicia para la Tierra Santa de El Salvador. Te seguimos diciendo que nos eches una mano, que hagas posible que la paz y la justicia puedan llegar a esta martirizada tierra, que la pobreza termine y que todos los salvadoreños y salvadoreñas, puedan ser tratados como se merecen, con la dignidad de todo ser humano.

Monseñor, como tú ya decías, nosotros solos no podemos, necesitamos la ayuda de Dios Padre-Madre y de tu misma intercesión. Te pedimos el milagro de la justicia y la paz para toda nuestra tierra. Que la Tierra Santa de El Salvador, tierra de mártires, pueda llegar a ser algún día tierra de igualdad, tierra de vida, esa es nuestra esperanza y ese es nuestro deseo a los 43 años de tu martirio. Te sentimos cerca, te sentimos a nuestro lado, te sentimos resucitado en nuestro pueblo, ayúdanos a mantener la esperanza y a ser siempre lo que tú fuiste, voz de los sin voz, que los cristianos y cristianas salvadoreños, que toda la iglesia salvadoreña sea la Iglesia de los pobres, la que tú nos enseñaste, que defienda siempre al pueblo, esa Iglesia en la que tu ofreciste la vida y en la que sigues resucitado. “San Romero de América, pastor y mártir nuestro, nadie podrá callar tu última homilía” (Pedro Casaldáliga)

«Un terremoto político» en vísperas de la Beatificación de Rutilio

Dina Argueta: «Es lamentable que el presidente Bukele desconozca la historia de este país y se niegue a reconocer el legado de Rutilio»

Entrevista a Dina Argueta, diputada de la Asamblea Legislativa

Este 22 de enero serán beatificados en El Salvador el padre Rutilio Grande S.J. junto con los laicos Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus, asesinados el 12 de marzo de 1977 y fray Cosme Spessotto O.F.M. asesinado el 14 de junio de 1980

¿Por qué los diputados de la bancada gubernamental que respalda el presidente Bukele acaba de negar los votos para que la asamblea emita un pronunciamiento en el marco de la beatificación del Padre Rutilio Grande, Cosme Spessotto, Nelson Lemus y Manuel Solorzano?

¿Por qué el presidente de la Republica Bukele rechaza la opción preferencial por los pobres de San Romero y del beato Rutilio Grande, que inspira la encíclica “Fratelli Tutti” del Papa Francisco?

Por | Cristiano Morsolin

Este 22 de enero serán beatificados en El Salvador el padre Rutilio Grande S.J. junto con los laicos Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus, asesinados el 12 de marzo de 1977 y fray Cosme Spessotto O.F.M. asesinado el 14 de junio de 1980.

Los diputados de la bancada gubernamental que respalda el presidente Bukele acaba de negar los votos para que la asamblea emita un pronunciamiento en el marco de la beatificación del Padre Rutilio Grande, Cosme Spessotto, Nelson Lemus y Manuel Solorzano

Un terremoto político según el cardenal Rosa Chávez

“Un terremoto político”. Así resumió el cardenal Gregorio Rosa Chávez la situación de El Salvador desde la asunción del presidente de la Republica, Bukele al poder y, sobre todo, después del golpe que sus seguidores en la Asamblea Nacional asestaron al Poder Judicial el día 1 de mayo de 2021.

“En este momento no funcionan las instituciones democráticas, no hay una separación de poderes y la cultura democrática. Esto debe cambiar…el país está con una gran convulsión política, una crisis política muy grave porque no tenemos en este momento un Estado de Derecho que funcione, no tenemos independencia de poderes, no tenemos una figura política en quien confiar, no tenemos una ley que tengamos que respetar, hay un temor muy grande que no haya ley ni orden, por tanto, no hay justicia verdadera”, denunció el purpurado en declaraciones que recogió el portal oficial católico Vatican News (1).

El cardenal lamentó que “no hay tolerancia con quien piensa diferente, entonces hay mucho temor, mucha ansiedad, mucha incertidumbre, mucha preocupación …”.

El jesuita Rodolfo Cardenal subrayó que “cada día y de manera acelerada en el país, el dilema democracia-autocracia se decantó por la autocracia o, mejor dicho, por la instauración de una dictadura. Bukele ha dejado a un lado las prácticas democráticas y el respeto al Estado de Derecho y ha optado por el conflicto permanente, en donde ya no se dialoga con los adversarios políticos, sino que se les trata como enemigos que deben eliminarse (Iturbe). En esto se parece mucho a otros dictadores que consideraban como enemigos del pueblo a todo aquel que no comulgaba con sus ideas y, también se parece al mayor Roberto d’Aubuisson (considerado el asesino de Mons. Oscar Romero) que consideraba a sus adversarios como “delincuentes terroristas” que debían ser eliminados” (2).

Cardenal Czerny recuerda al mártir Rutilio Grande

La celebración del XXXII aniversario de los mártires jesuitas asesinados por militares salvadoreños durante la Guerra Civil que asoló al país centroamericano (1980-1992) ha centrado una carta del cardenal Michael Czerny en recuerdo de los seis sacerdotes y dos mujeres ejecutados el 16 de noviembre de 1989.

En la misiva, el purpurado checoslovaco-canadiense, actual Prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral de la Santa Sede, se ha congratulado también de la beatificación de los religiosos Rutilio Grande, Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus, asesinados en 1977, y del franciscano Cosme Spessotto, asesinado también en 1980 en sendos episodios de enfrentamiento con los poderes militares y guerrilleros de la época.

«El asesinato de Rutilio Grande tuvo una importancia fundamental para San Oscar Arnulfo Romero, entonces arzobispo de San Salvador, quien pasó gran parte de la noche del velatorio frente al cadáver de Rutilio, a quienes unía una larga amistad en el Señor. El asesinato de Rutilio impactó también la conciencia de nuestros mártires que hoy celebramos. Experimentaron una profunda conmoción por los sucesos de Aguilares [localidad en la que murieron los tres sacerdotes], y algunos incluso aumentaron su cercanía y compromiso con los pobres después del martirio. Rutilio visitaba con frecuencia la residencia universitaria de la UCA, y con su estilo jocoso y simpático les llamaba con cariño ‘Los maestros de Israel’», explicó Czerny en la carta.

El cardenal, en este sentido, evocó la memoria de los 53 santos y 152 beatos jesuitas –de los cuales 24 y 145 son mártires, respectivamente–, y aprovecha la efeméride para hacer un repaso a la dramática situación que vive actualmente el país centroamericano. «No podemos olvidar en este XXXII aniversario el grave deterioro de la vida de los pobres en El Salvador, afectados por la pandemia y la miseria, la cual se acentuará por el alto costo de la vida y por la pérdida de la autosuficiencia alimentaria provocada en buena parte por el deterioro ambiental, y afectados también por el debilitamiento de las instituciones políticas y la creciente confrontación social. Los análisis y los editoriales de la UCA (Universidad Centroamericana José Simeón Cañas) dan luz abundante para entender la coyuntura y orientarse sabiamente en la práctica política».

En último lugar, Czerny hizo un llamamiento a «descentralizar la Iglesia» y «empujarla hacia las periferias». «La Iglesia debe caminar unida, llevando sobre sí el peso de lo humano, tendiendo el oído al grito de los pobres, reformándose a sí misma y su acción, escuchando ante todo la voz de los anawim que fueron el centro del ministerio público de Jesús», apuntó el Cardenal Czerny (3).

San Oscar Romero no es marxista

Escribe el mártir San Oscar Romero en el libro Si me matan, resucitaré en el pueblo. Inéditos 1977-1980 (Ed.EMI, 2015) : «Otra manera de acusar a la Iglesia de infidelidad es tratar de hacer pasar por marxista la acción de la Iglesia cuando ésta recuerda los más elementales derechos humanos y pone todo su poder institucional y profético al servicio de los pobres y los débiles».

Y rechaza imputaciones: «La Iglesia está siempre interesada sólo en defender los derechos fundamentales de la persona en el ejercicio de los bienes materiales. La mueve el interés ético de la fe. A la Iglesia no le interesa ninguna ideología», añade. «Ni siquiera el actual sistema capitalista y materialismo práctico», reafirma Romero.

«Cuando la Iglesia trata de ser levadura, sal y luz en medio de tanta oscuridad y tanta podredumbre, es atacada en la vida de sus sacerdotes», sentenció Mons. Oscar Romero, Arzobispo de San Salvador.

«Romero es como un protomártir, un mártir de la era contemporánea, un pastor que ha dado la vida por su pueblo”, aseguró el arzobispo italiano Vincenzo Paglia, promotor de la causa de canonización del prelado salvadoreño Oscar Romero.

El poderoso «lobby” de la Iglesia latinoamericana conservadora estaba aliado con la Curia Romana para oponerse a la beatificación y logró detener su beatificación por mucho tiempo. Pero ese «lobby” ha perdido peso o ha desaparecido tras casi 20 años de proceso, dijo la agencia AFP.

«Hubo muchas incomprensiones tanto en El Salvador como en el Vaticano. Hasta decían que las homilías (de Romero) se las escribían otros”, contó Paglia.

El diario italiano Corriere della Sera recordó la batalla que desató el fallecido cardenal ultraconservador colombianoAlfonso López Trujillo (presidente por varias décadas del Pontificio Consejo para la Familia, hasta su muerte en 2008) contra su beatificación, porque temía que ello ampliara el apoyo a la Teología de la Liberación, como documentado en el libro de Cristiano Morsolin “Construyendo puentes entre la teología y la emancipación de los pueblos. Introducción al pensamiento crítico de François Houtart “ (Cetri, Louvain, 2020) (4).

San Óscar Arnulfo Romero no se comprende sin Rutilio Grande

San Óscar Arnulfo Romero no se comprende sin Rutilio Grande, sostuvo en 2019 el jesuita Rodolfo Cardenal, biógrafo de Grande y parte del equipo de su causa de beatificación.

En una ponencia en Roma, Cardenal destacó las coincidencias entre estos amigos: provienen de familias pobres rurales, nacieron en pueblos pequeños, ingresaron jóvenes al seminario menor. Rutilio terminó su ministerio en marzo de 1977, cuando fue asesinado, mientras Romero iniciaba el suyo, en febrero, como arzobispo de San Salvador.

Festividad de San José, custodio y cuidador de la Iglesia

Mural de la Iglesia de San José de El Paisnal  (El Salvador), donde preside la imagen de San José y el niño Jesús junto con San Oscar Romero y el Siervo de Dios Rutilio Grande y sus dos compañeros mártires, alrededor de la Mesa de la Creación y de laMesa de la Eucaristía («Una Mesa común para todos», que decía Rutilio)

Hoy es la Festividad de San José, custodio y cuidador de Jesús y de María, custodio de toda la Iglesia y de todos nosotros. Le vamos a pedir que nos proteja de la pandemia que nos rodea y nos tiene en cuarentena y aislamiento de los hermanos, y por la intercesión de San Oscar Romero y el Siervo de Dios Rutilio Grande y compañeros mártires,  nos ayude a superar esta difícil situación que estamos sufriendo y nos enseñe a ser custodios y cuidadores de los que nos rodean y necesitan de nosotros.

No hay Romero sin Rutilio

 «Rutilio Grande decía que Dios no está en las nubes  acostado en una hamaca»

«Mucho me temo, mis queridos hermanos y amigos, que muy pronto la Biblia y el Evangelio no podrán entrar por nuestras fronteras. Nos llegarán las pastas nada más, porque todas sus páginas son subversivas…», dijo en su célebre sermón de Apopa

«“Si le han asesinado por lo que hizo, yo tengo que seguir el mismo camino. Rutilio me ha abierto los ojos”, fue el comentario de monseñor Romero, arzobispo de San Salvador y amigo de Rutilio, ante los cadáveres de los tres asesinados»

18.03.2020 Juan José Tamayo

El 12 de marzo de 1977 el jesuita Rutilio Grande, de 48 años, y los campesinos Manuel Solórzano, de 72 años, y Nelson Rutilio Lemus, de 16 años, fueron objeto de una emboscada por parte de una unidad de la Guardia Nacional de El Salvador, que ametralló el vehículo en el que viajaban los tres ocupantes y los asesinó a sangre fría cuando se dirigían a la población del Paisnal, donde había nacido Rutilio, para celebrar la eucaristía. Los primeros testigos del asesinato fueron los campesinos de Aguilares, de donde era párroco Rutilio, que encontraron los tres cuerpos “llenos de balas”.

Rutilio, Manuel y Nelson se convertían así en los protomártires de la persecución desatada por los militares y los sucesivos gobiernos salvadoreños apoyados por la oligarquía y, a partir de 1980, por los Estados Unidos, contra la Iglesia popular salvadoreña. Persecución que se prolongó durante casi tres lustros y provocó, entre muchos asesinatos, los de monseñor Romero y las cuatro religiosas norteamericanas en 1980 y de los seis jesuitas y dos mujeres en 1989. 43 años después de aquel asesinato va a tener lugar la beatificación de los tres protomártires de Aguilares.

Rutilio Grande nació en la pequeña población del Paisnal en 1928. Ingresó en el seminario de San José de la Montaña, de San Salvador, en 1941 y unos años después entró en la Compañía de Jesús. Estudió en la Facultad de Teología de los Jesuitas de Oña (Burgos, España), donde fue ordenado sacerdote en 1959. Fungió como formador del Seminario de San José de la Montaña y posteriormente como párroco de Aguilares.

Rutilio Grande y sus compañeros asesinados, en un cartel

Fue en Aguilares donde Rutilio hizo la opción radical por los colectivos campesinos empobrecidos, contribuyó a su concientización en la defensa de sus derechos en un lugar donde la tierra estaba en manos de unos pocos terratenientes y la mayoría de la población vivía en una situación de miseria. Fue allí donde redescubrió a Dios en medio de la marginación.

“Dios –acostumbraba a decir en sus sermones- no está en las nubes acostado en una hamaca. A él le importa que las cosas les vayan mal a los pobres por aquí abajo”. A partir de la experiencia del Dios de los pobres y de un análisis crítico de la realidad, animó a los campesinos a organizarse y a reclamar sus derechos. En dicha tarea contó con el apoyo de otros sacerdotes de la zona, entre ellos al padre colombiano Mario Bernal.

La reacción de los terratenientes no se hizo esperar. Acusaron a los sacerdotes de subversivos y de alterar el orden social. El sacerdote colombiano Mario Bernal, ya citado, párroco de Apopa, fue detenido, encarcelado, torturado y posteriormente expulsado del país por el Gobierno. El 13 de febrero de 1977 tuvo lugar una manifestación popular de protesta contra la expulsión del sacerdote colombiano, a la que siguió una eucaristía en la que Rutilio Grande denunció a los responsables de tamaña persecución contra la Iglesia de los pobres en una homilía conocida como el “Sermón de Apopa”:

“¡Es peligroso ser cristiano en nuestro medio! –dijo-. ¡Es peligroso ser verdaderamente católico! Prácticamente es ilegal ser cristiano auténtico en nuestro país… ¡Ay de ustedes, hipócritas, que del diente al labio se hacen llamar católicos y por dentro son inmundicia de maldad! ¡Son Caínes y crucifican al Señor cuando camina con el nombre de Manuel, con el nombre de Luis, con el nombre de Chabela, con el nombre del humilde trabajador del campo!…

«¡Ay de ustedes, hipócritas, que del diente al labio se hacen llamar católicos y por dentro son inmundicia de maldad!», denunció en su homilía

“Mucho me temo, mis queridos hermanos y amigos, que muy pronto la Biblia y el Evangelio no podrán entrar por nuestras fronteras. Nos llegarán las pastas nada más, porque todas sus páginas son subversivas… Mucho me temo, hermanos, que si Jesús de Nazaret volviera, como en aquel tiempo, bajando de Galilea a Judea, es decir, desde Chalatenango a San Salvador, yo me atrevo a decir que no llegaría, con sus homilías y acciones, en este momento, hasta Apopa.

“Yo creo que lo detendrían allí, a la altura de Guazapa. Allí lo pondrían preso y a la cárcel con él. Se lo llevarían a muchas Juntas Supremas por inconstitucional y subversivo. Al hombre-Dios, al prototipo de hombre, lo acusarían de revoltoso, de judío extranjero, de enredador de ideas exóticas y extrañas, contrarias a la ‘democracia’, es decir, contrarias a la minoría. Ideas contrarias a Dios, porque lo son del clan de Caínes. Sin duda, hermanos, lo volverían a crucificar” (puede leerse el texto completo de esta homilía en Carta a las Iglesias, año 17, n, 371, 1-15 de febrero).

Coincido con Martin Maier, autor de Oscar Romero. Mística y lucha por la justicia, prologado por Jon Sobrino (Herder, Barcelona, 2005), en que con esta homilía Rutilio Grande firmó su sentencia de muerte. “Si le han asesinado por lo que hizo, yo tengo que seguir el mismo camino. Rutilio me ha abierto los ojos”, fue el comentario de monseñor Romero, arzobispo de San Salvador y amigo de Rutilio, ante los cadáveres de los tres asesinados, momento en el que, a mi juicio, se produjo su “conversión” a la Iglesia de los pobres.

A partir de ese momento Romero decidió no participar en acto alguno del Gobierno de El Salvador mientras no se investigara el crimen y no dejó de levantar su voz profética contra el Gobierno y contra la clase dominante, que quiso comprar su libertad de expresión con todo tipo de prebendas. El domingo 20 de marzo suspendió todos los servicios religiosos de la archidiócesis y celebró una sola misa delante de la catedral, a la que asistieron decenas de miles de personas.

Monseñor Romero reconoció que en Aguilares “se inició un movimiento atrevido de un evangelio más comprometido”. Presentó a Rutilio como “un peregrino campesino” y “hermano entre los pobres”, que encarnó a “un Cristo que es persecución…, enfermedad…, con su cruz a cuestas” y lo definió como “nuestro primer mártir”, que murió por defender la vida de los pobres.

Próxima la celebración del 40 aniversario del asesinato de monseñor Romero –el 24 de marzo- y cercana la fecha de la beatificación de Rutilio Grande, Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus, reconocidos como mártires, el papa Francisco ha calificado a Romero y a Rutilio de “un tesoro y una fundada esperanza para la Iglesia y la sociedad salvadoreña”.

Las homilías de Rutilio

Una voz que grita en el desierto

(Tomado de M. Cavada en CMR-UCA, Nº 10)

Con el propósito de conocer mejor la enseñanza de Rutilio Grande, el propulsor de la evangelización rural en El Salvador, y prepararnos a su próxima beatificación, voy a recoger algunos extractos de sus homilías recogidos por Miguel Cavada en el CMR nº 10 de la UCA, El Salvador.

Iniciaré el 24 de marzo en honor a Mons Romero, quien se inspiró mucho en él, y después todos los domingos hasta el 3 de mayo en la Página de Pastoral bíblica del Blog  www.unassemillitas.wordpress.com

 

       Las homilías de Rutilio

Una voz que grita en el desierto

1.  Cuando leer la Biblia era un riesgo

 Hoy abundan las predicaciones de la Biblia, pero algo falla y se trata de algo esencial: se lee y se habla de la Palabra de Dios pero “no se toca la realidad”, no se iluminan los problemas cotidianos que afligen a la gente. Como el sacerdote y el levita de la parábola, “damos un rodeo”, para evitar al herido. Tenemos la Biblia tan pegada a nuestros ojos que no vemos, o no queremos ver, lo que sucede a nuestro alrededor. Nos negamos a aceptar que que en el suelo está postrado el pueblo.

Mons. Romero calificó a ciertas predicaciones de su tiempo con estos calificativos: “predicación desencarnada, espiritualista, a veces hasta embustera y mentirosa” (16 de julio de 1978).

Lo mismo podemos decir de la mayoría de las predicaciones de hoy: son mensajes espiritualistas, que se quedan en las nubes y, cuando aterrizan, lo hacen para caer en un moralismo trasnochado y conservador. Pero nada de eso es casual. Si se impone este nuevo estilo de predicación es porque interesa echar tierra sobre la verdad.

Hace 25 años no era así. Llevar una Biblia debajo del brazo podía costar la vida.        De hecho hubo campesinos y campesinas asesinados por los cuerpos de seguridad por el simple hecho de llevar la Biblia latinoamericana. Y no es cualquier circunstancia, sino en el campo y en los suburbios de la ciudad, es decir, allí donde los pobres se reunían y organizaban su fe en comunidades cristianas y donde se leía la Biblia conectada con la realidad.

 

El P. Rutilio Grande y sus dos compañeros laicos son reconocidos mártires

Rutilio Grande, nuevo beato: el Papa eleva a los altares al jesuita mano derecha de Romero

  • Francisco acepta el decreto del conocido como mártir de la evangelización rural en El Salvador
  • Junto al sacerdote serán beatificados sus dos compañeros laicos Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus
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El papa Francisco ha autorizado a la Congregación de las Causas de los Santos a promulgar el decreto del martirio del sacerdote jesuita Rutilio Grande y de sus dos compañeros laicos, Manuel Solórzano y Nelson Rutilio Lemus. Así lo ha informado hoy la Santa Sede, confirmando el ascenso a los altares de los tres nuevos beatos. Se trata de un proceso relativamente rápido, si se tiene en cuenta que la causa fue presentada en el Vaticano en agosto de 2016.

Mural en la Iglesia de El Paisnal donde están enterrados los nuevos beatos pintados a la derecha del cuadro: Junto a Rutilio está el niño Nelson y Manuel.



Rutilio Grande nació en El Paisnal (El Salvador) el 5 de julio de 1928. Tras pasar por el Seminario, entró en la Compañía de Jesús el 5 de septiembre de 1945. Se formó en diversos países de Europa y América. Fue ordenado el 30 de julio de 1959. Trabajó en la formación de sacerdotes y como párroco, y en su misión de evangelización en su país defendió a los más vulnerables.

43 años de su muerte

El jesuita fue asesinado hace casi 43 años, el 12 de marzo de 1977 junto con el catequista Manuel Solórzano, de 72 años, y el joven Nelson Rutilio Lemus, de 16, cuando se dirigían a El Paisnal desde su parroquia de Aguilares a celebrar la novena de San José. En el camino sufrieron una emboscada y el vehículo donde se desplazaban fue ametrallado brutalmente.

Su violenta muerte marcó la vida de su amigo y entonces arzobispo de San Salvador, san Óscar Romero, que en 1980 también sería martirizado. En 1967 comenzó su amistad y en junio de 1970, el P. Tilo –como lo apodaban cariñosamente– sirvió como maestro de ceremonias en la ordenación de Romero como obispo auxiliar de San Salvador.

Aunque sin fecha prevista de beatificación, la Compañía calcula que en unos pocos meses se celebrará la ceremonia del conocido como mártir de la evangelización rural en El Salvador y sus dos compañeros. Otra voz contra la injusticia llega a los altares.

La buena noticia del domingo 24.03.2019—3ºCuaresma-C

EL VERDADERO ROSTRO DE DIOS, FRUTOS DE CONVERSIÓN. Lc 13, 1-9

La parábola de la higuera que no da fruto (Cerezo Barredo)
La parábola de la higuera que no da fruto (Cerezo Barredo)

Un Dios que necesita nuestra colaboración

El Dios de Jesús es un Dios especial ya que su acción necesita de nuestra respuesta. Es lo que hemos escuchado en el Evangelio. Si nosotros no nos abrimos a esta acción de Dios, si nos convertimos, Dios no puede hacer nada en nosotros. Si no damos el fruto que espera de nosotros, si nos encerramos en nuestro pecado, él nada puede hacer. Por eso el Evangelio ns presenta, al mismo tiempo, la impaciencia de Dios y su paciencia; o con otras palabras, su exigencia y su esperanza. Dios quiere que su amor fructifique en nosotros… Por eso, Dios nunca pierde la esperanza, confía siempre en que algún día, nos abramos a su llamada para dar frutos de vida.TESTIGOS DE LA PALABRA

Homilía de Mons. Romero el 3º Dgo. De Cuaresma de 1980.

San Oscar Romero, obispo y mártir. Asesinado el 24.03.1980
San Oscar Romero, obispo y mártir. Asesinado el 24.03.1980

“Lo que nos quiere enseñar el Evangelio de hoy es: ¿de qué sirve la vida por más pomposa que aparezca si no produce frutos? ¡higueras estériles!
Y nos indica también la ternura y la paciencia de Dios esperando:
Tal vez el otro año, tal vez mañana. Es un llamamiento precioso de Cuaresma para que revisemos nuestras vidas a ver si de verdad hay frutos o somos higueras que inútilmente están ocupando la tierra en el mundo.
Se necesitan hombres de buenas obras, se necesitan cristianos que sean luz del mundo, sal de la tierra. Hoy se necesita mucho el cristiano activo, crítico, que no acepta las condiciones sin analizarlas internamente y profundamente.
Ya no queremos masas de hombres con las cuales se ha jugado tanto tiempo, queremos hombres que como higueras productivas sepan decir SI a la justicia y NO a la injusticia y sepan aprovechar…el don precioso de la vida”.
ORACIÓN DESDE LA PALABRA.
La pobre higuera de mi viña
Estoy en la higuera…pero la higuera
de mi vida ,
no siempre tiene los frutos esperados.
Miras a las ramas de mis días,
Esperando una óptima cosecha
Y ves que vivo bajo mínimos;
Frutos, pocos o ninguno, y siempre
pensando en mi mismo.
No te canses, Señor, de visitar tu viña ,
Tal vez cuando menos se espere,
Si tú sigues a mi lado, con tu ayuda
Y con mi esfuerzo,
Brote en toda su primavera y esplendor
La higuera de mi vida.
Isidro Lozano o.c.
Publicación semanal de Daniel Sánchez Barbero. Pastoral en Fuente de Pedro Naharro, Cuenca.