Progreso humano y sinodalidad eclesial

El progreso humano ha sido construido sobre víctimas, como una espléndida avenida pavimentada con cadáveres. Pero el que una cosa se haya hecho mal no significa que no haya de hacerse, sino que ha de hacerse bien.

la noción bíblica de progreso no se limita al que llamamos progreso “técnico” sino que es sobre todo un progreso humano

La sinodalidad es un imperativo no solo eclesiástico sino también mundano y laico.

El verdadero progreso consiste en avanzar hacia la convivencia y la paz, entre todo el género humano y con una serenidad y paz interior que no las dan los meros logros tecnológicos (aunque algo puedan ayudar a ellas) por admirables que sean. Todo lo demás son fuegos artificiales la apelación paciente al diálogo universal se convierte en uno de los valores irrenunciables de las izquierdas Cuando se sustituyen los argumentos por insultos (que, además son aplaudidos desaforadamente) la sinodalidad se pervierte en “sin modalidad”. Y la falta de modales no es ninguna señal de progreso

DIOS ES LA SINODALIDAD ABSOLUTA

Por | José Ignacio González Faus

Una iglesia que, según el Vaticano II, es imagen de la Trinidad y signo eficaz de comunión, está obligada a transmitir al mundo esa “luz para las gentes” que es Cristo. Así ha sucedido a veces y así podría suceder hoy si un tema que está siendo fundamental en la Iglesia (la llamada “sinodalidad”), se pone en contacto con esa otra categoría fundamental de la historia del mundo que es el progreso.

Como veremos más adelante y como reconoció (¡y aceptó!) Hegel, el progreso humano ha sido construido sobre víctimas, como una espléndida avenida pavimentada con cadáveres. Además, está amenazando gravemente a la tierra. Ello ha llevado a muchas gentes a un rechazo de la categoría de progreso. Y por eso nuestras reflexiones deberán comenzar mostrando la necesidad y obligatoriedad del progreso humano.

Panorámica bíblica

Según el relato de la creación del primer capítulo del Génesis, las demás cosas son creadas para estar ahí, pero el hombre es creado con una misión. Esa misión se expresa en el mandato dado a la primera pareja: multiplicaos (como seres humanos) pero, además, “creced” (en humanidad) y así, haced habitable la tierra[1]. Crecer en número y en humanidad: porque la creación necesita ser acabada (humanizada) y el progreso se dirige hacia esa cumbre de la creación. No se dice eso a ninguna de las demás creaturas.

La tierra, por tanto, a la vez que nos alimenta, requiere la ayuda del hombre para ser humanizada y habitable. Bien tratada puede convertirse en compañera entrañable del hombre; pero mal educada puede ocasionar disgustos muy serios. Desde una categoría muy catalana, digamos que el progreso es “como las setas”: las hay sabrosísimas y las hay terriblemente venenosas. Y el que no sepa distinguirlas, mejor que no vaya a recogerlas.

Aquí se percibe también el significado de ese extraño precepto del descanso como respeto a la tierra y como respeto del hombre a los demás y a sí mismo: porque descanso no significa alienación ni embriagamiento sino recuperación y restauración.

El progreso es pues un mandamiento divino: es una misión confiada al ser humano. Óiganlo todos esos grupos conservadores surgidos ante los crímenes de nuestro progreso. Y sepan que el que una cosa se haya hecho mal no significa que no haya de hacerse, sino que ha de hacerse bien.

Saliendo del mito del Génesis, bastará con decir que la noción bíblica de progreso no se limita al que llamamos progreso “técnico” sino que es sobre todo un progreso humano: un pueblo de hermanos, donde no hay pobres, que descansa sobre la justicia como fundamento de la paz verdadera. Donde, con lenguaje de Isaías, las armas se han convertido en arados y el león convive con el cabrito. Un pueblo tal que, por eso y a pesar de su pequeñez, resulta ser “luz para otros pueblos” (cf. Is. 60,3).

Padres de la Iglesia: Ireneo de Lyon

“Dios creo al hombre para que se multiplicara y creciera” (in augmentum et incrementum)[2]. Esta sencilla frase, casi parodia del Génesis, es una de las tesis centrales del pensamiento de San Ireneo. Tanto que se acompaña de otras dos expresiones muy suyas y repetidas: la de la habituación[3] y la de la maduración. Incluso las características que daba el Génesis al ser humano (“imagen y semejanza” de Dios) son entendidas por Ireneo no como sinónimos, sino de manera dinámica: como tarea de pasar desde la primera a la segunda. También la relación entre Nuevo y Antiguo Testamento en la Biblia no es la de lo válido que sustituye a lo caduco, sino la del progreso que incorpora todo lo anterior purificándolo (la clásica Aufhebung hegeliana).

Y además, para Ireneo el progreso pertenece no solo a la naturaleza del ser humano, sino a la misma redención y liberación del hombre. Estas no son una simple meta a la que se llega mecánicamente, sino un camino difícil por el que la persona intenta “llegar a ser lo que todavía no es” (V, 1,1).   

Por supuesto, para el cristiano la meta de la vida humana es escatológica: metahistórica. Pero eso no significa que ese más-allá venga dado, por así decir, desde la nada escatológica, sino que nace, parcialmente al menos, como fruto de la historia: pues, por la Resurrección inclusiva de Jesús, “el fin de la historia ha sido anticipado en ella” (W. Pannenberg). Esa es la concepción que refleja la primera carta a los corintios (capítulo 15): una progresiva serie de conquistas y liberaciones, al final de las cuales nos será concedida la liberación de la muerte. Tal es, al menos, lo que llamaríamos “el plan de Dios” con la libertad humana. Lo que los hombres ya no podemos saber es cuál será la actuación de Dios si le falla la libertad humana.

Establecida así la dimensión del progreso como constitutiva del ser humano, tanto en una cosmovisión laica como creyente (y aunque luego puedan aparecer serias diferencias entre ambas), nos tropezamos con el dato de que el progreso es hoy una bandera de las izquierdas. El bueno del señor Sánchez no hace más que hablar de “un gobierno de progreso” Pero aquí comienzan a complicarse las cosas: porque han sido figuras señeras de la izquierda las que hablaron de nuestro progreso como “un camino de regreso a la barbarie”[4]. ¿Qué pasa pues?

Un progreso no sinodal.

Ya aludí al comienzo del asombro de Hegel cuando va descubriendo que nuestro progreso ha ido construyéndose sobre víctimas. Y no simplemente víctimas del lado opuesto o “conservador” (como pueden ser las de la barbarie estalinista) sino víctimas por así decir “inocentes”. En efecto: una mirada fría a la historia obliga a reconocer, (dicho de manera rápida y sintética) que:

– Nuestro progreso ha preferido el imperativo eficacista al imperativo ético (o los medios inhumanos a los medios humanos)

 De niño me explicaron que la maravilla de las Pirámides de Egipto obligaba a dejar encerrados hasta morir en ellas a los últimos albañiles, aunque no sé si esto se aceptará hoy. En los Padres de la iglesia son frecuentes las quejas que, ante cualquier gran obra, se preguntan cuántas víctimas habrá costado y cuántas mujeres quedarían viudas o sin hijos como precio de aquella maravilla. En Europa debemos hablar de los africanos como precio indispensable de nuestro progreso.  Y hoy, todo ese asombroso “desarrollo” del capitalismo se edifica sobre salarios lo más bajos posibles: basta con ver la reacción (a lo mejor legítima) de nuestros empresarios ante cualquier aviso de subidas de salarios; así como la ausencia de la expresión “salario justo” en la ética social. A lo más se habla de salario mínimo legal, pero sin discutir la bondad ética de esa legalidad.

–  Nuestro progreso ha preferido el imperativo tecnológico al imperativo humano (o hacer lo que satisface a unos pocos antes de lo que necesitan todos)

Por imperativo tecnológico quiero decir que cuando una cosa puede hacerse parece obligatorio hacerla por alarmantes que puedan ser sus consecuencias a largo plazo. Esto ha ocurrido con las armas nucleares, de cuya amenaza ya no podemos escapar hoy. Y la solución no es que “los buenos” (que somos nosotros…) tenemos derecho al armamento nuclear y los otros no. Si EEUU o Israel tienen armas nucleares, Irán tiene derecho a tenerlas[5]. La ida al espacio sería una maravilla en un mundo donde todos pueden comer y vivir sobriamente; pero es precipitada (por atractiva que sea) en un planeta como el nuestro: porque por más que se nos prometan avances sociales gracias a ella, contribuye más bien a aumentar las diferencias entre los humanos. En el campo de la genética puede que sea donde mayor es hoy la amenaza. Y este imperativo tecnológico es el que ha creado la actual amenaza ecológica.

 En definitiva tenemos un progreso edificado sobre cadáveres y que ha puesto a la tierra gravemente enferma, usando medios inhumanos y medios peligrosos: si en algún momento vale el principio de que “el fin no justifica los medios”, puede que sea ante este fin del progreso, tan sagrado por otra parte. Quizás este fallo pudo ser más comprensible en un mundo no globalizado donde los progresos eran más locales (aunque muestre el mismo “pecado original” en todos nuestros progresos). Pero resulta fatal en un mundo globalizado y, además, falsamente globalizado: porque solo se universalizan los intereses de los poderosos y no las necesidades de los débiles. La “aldea global” podrá serlo para el multimillonario que tiene casa en New York, en Berlín, en Camberra y en París; pero no tiene nada de global para las pobres personas que duermen en la calle en cualquiera de esas ciudades.

Si tenemos en cuenta esta realidad, en vez de mirar para otro lado, veremos qué fácil es entender desde aquí a los negacionistas del progreso, aunque debamos disentir de ellos. Y al menos podremos pedir que nuestro querido presidente no hable tan decididamente de un “gobierno de progreso” sino más bien de progreso justo. Porque es hora de reconocer y proclamar que, en este campo del progreso, no hemos “caminado juntos”, sino que unos se movían en un avión supersónico y otros iban andando.

Y en ese lenguaje de “caminar juntos” es donde aparece la palabra “sinodalidad” que hoy tanto se repite en la Iglesia. Pero que es un imperativo no solo eclesiástico sino también mundano y laico. Y ahí es donde la Iglesia podría marcar camino dando ejemplo, si ella sabe ser fiel a lo que está diciéndole el Espíritu.

Llegados aquí, puede ser bueno un pequeño paréntesis, para echar una mirada a nuestro planeta desde los principios anteriores.

“Panorama desde el puente”

Hace unos diez meses, el sr. Putin comenzó una guerra contra Ucrania qué él creía una “guerra relámpago” de pocos días. Casi un año después, esa guerra no tiene fecha de caducidad. Como respuesta a esa guerra, EEUU impuso a Rusia unas sanciones económicas, anunciadas también como otra forma de guerra relámpago. Han pasado los meses y Rusia aguanta a pesar de los golpes. En cambio, esas sanciones a Rusia están siendo mucho más perniciosas para la Unión Europea, incapaz de soportar un invierno sin petróleo, aterrada ante otra crisis económica y que va tomando medidas desesperadas y antiecológicas. De esa crisis europea se beneficia EEUU que ha aumentado sus exportaciones de petróleo y gas a Europa. Por solidaridad, pero subiendo los precios porque ya sabemos que éstos no dependen de la solidaridad sino de esa ley infalible de la oferta y la demanda que rige nuestra economía. Y ahora, claro, ha aumentado la demanda. Pero incluso los Estados Unidos, a pesar de estos beneficios, tampoco salen inmunes de la guerra: pues la cruel dictadura saudí, ante la cual EEUU (tan perseguidor de dictaduras) se había bajado los pantalones repetidas veces, para tenerla a su lado en los negocios del petróleo, ahora se ríe de los norteamericanos y se alía con Rusia…

Como ejemplo de pésimas gestiones no resulta inadecuado; pero nosotros no tememos protestas masivas porque tenemos el viejo “pan y circo”: el mundial de Qatar para que nos alivie las penas y nos haga olvidar los desastres: otra vergüenza que, desde un punto de vista progresista, habría reclamado una huelga de jugadores y espectadores. Pero ya sabemos que al pobre ser humano que somos, no se nos puede exigir demasiado…

Y un pequeño apéndice local a esta panorámica más global: ¿se puede hablar de progreso verdadero y auténtico en un país llamado España, donde crecen las tentaciones e intentos de suicidio en chavales de 13 a 17 años?[6] Unos por maltrato u otros que de niños lo tuvieron todo (o quizá todo menos cariño). Un indicio más de que el mero progreso técnico (por deslumbrante que sea) cuando no va acompañado de un progreso realmente humano, se convierte en freno o marcha atrás.

Reflexión sobre lo visto

Por supuesto, el señor Putin es el verdadero culpable de ese desastre descrito. Pero, usando una distinción del mismo presidente de la OTAN a otro propósito, debemos añadir que, si Putin es el culpable, la OTAN (y EEUU que la maneja) es el responsable de que estallara esa culpa: por lo que otra vez califiqué como su “imperialismo defensivo”, por no cumplir sus compromisos para con Rusia y por haber tratado a Rusia como fue maltratada Alemania, tras la primera guerra del 14, abriendo así la puerta a la barbarie nazi.

Y, por favor, no pretendamos ahora una derrota humillante de Rusia en nombre del progreso: porque es ley de la historia que los pueblos humillados viven después preparándose para alguna venganza reivindicativa. Por eso Ucrania haría bien en no envalentonarse ahora y pretender machacar a Rusia olvidando que, si ha podido resistir, se debe (además de a su propia valentía) a un armamento recibido del que ella carecía por completo. Y recordando que, hace ya más de medio siglo, J. F. Kennedy (cuando la crisis de los misiles cubanos) anunció que en adelante, el armamento nuclear impediría acabar las guerras con derrotas y solo quedaba aspirar a pactos en que ambas partes supieran ceder algo: era ya un embrión de la sinodalidad…

El verdadero progreso consiste en avanzar hacia la convivencia y la paz, entre todo el género humano y con una serenidad y paz interior que no las dan los meros logros tecnológicos (aunque algo puedan ayudar a ellas) por admirables que sean. Todo lo demás son fuegos artificiales. Una guerra y las tentaciones de suicidio como casi nuestro primer problema indican que hoy, en pleno siglo XXI, estamos en el campo del progreso a niveles de la llamada edad antigua aunque podamos viajar al espacio. Y así resulta que, desde este punto de vista del progreso, somos tan antiprogresistas como Vox…

Hace casi dos siglos, K. Marx creyó que la religión era un claro factor antiprogreso, por no ser universal. En lugar de ella apeló a la presunta universalidad de la razón como madre del progreso. El bueno de D. Carlos, que no conocía a Freud, no se dio cuenta de que nuestra razón es un factor tan poco universal como la religión. Pudo haberse dado cuenta porque su gran obra consistió en mostrar la poca racionalidad de la razón capitalista, movida siempre por intereses económicos egoístas y ocultos. Pero no supo percibir que su propio sistema estaba fundado en otra falsa razón, movida también por otros intereses ocultos (aunque más nobles que los del capital): movida por esa superstición de que la misma estructura dialéctica de la materia garantiza una supresión de las contradicciones en favor de un auténtico progreso que liberará a las víctimas del sistema capitalista: el mesías religioso fue sustituido así por un mesías proletario (pese a que, al poco tiempo Marx hubo de reconocer que había un proletariado despreciable –“Lumpenproletariat”- que no resultaba muy mesiánico).

Hoy, dolorosamente, cabría repetirle al señor Marx aquello de que “los muertos que vos matasteis gozan de buena salud” (de mejor salud que los que mató el Tenorio). Hay que buscar, pues, otra categoría universalizadora que no es la religión ni la razón y que debería ser la ética. Una ética a la que pueden contribuir las religiones (como ya predijo la intuición de H. Küng) y también la razón humana, pero que debe gestarse en el diálogo y el caminar conjuntos.

Por imperfecto que sea el ejemplo que sigue, podríamos decir que Occidente consiguió algo de eso, pero solo para el mundo occidental (algo de ello se ha reflejado pálidamente en la construcción de Europa). Pero hoy resulta que esa ética “universal” de Occidente no vale para el mundo entero: no solo por no haber incorporado elementos válidos de otras culturas no occidentales (ahí está el atractivo del Oriente para tantos occidentales de hoy, aunque pueda ser un oriente “a la carta” como pasa tantas veces). No solo por eso sino, además, por la misma falsificación que ha hecho Occidente con su ética, al dejarla sometida al interés económico, poniendo los derechos del dinero por delante de sus cacareados derechos humanos[7].

En conclusión

Los errores de nuestro progreso parecen haber llevado al mundo a una situación donde solo se ofrecen dos salidas falsas: una negación del progreso o una huida hacia adelante con un progreso falso. En este contexto, la apelación paciente al diálogo universal se convierte en uno de los valores irrenunciables de las izquierdas: la llamada paciente a “sumar” en vez de imponer. Pero nuestras izquierdas prefirieron ser poder político antes que levadura o semilla social, olvidando que, en nuestras democracias capitalistas y financieras, el poder nunca está en manos de los políticos sino en manos de otros poderes fácticos económicos[8]. El grito de “Podemos” era, en este sentido de una ingenuidad lamentable.

El sistema no solo crea “ricos cada vez más ricos a costa de pobres cada vez más pobres” (Juan Pablo II) sino que además destruye el planeta y nos lleva luego a soluciones tibias y tímidas (como acabamos de ver en la COP27) que ya otra vez califiqué como “curar el cáncer con paracetamoles”. En estos contextos, el progresismo abandona las reclamaciones económicas (que son las fundamentales) y las va sustituyendo por otras reclamaciones de tipo sexual que, por importantes que puedan ser, serán siempre secundarias o mucho menos claras, y originan confrontaciones más agudas y desaforadas, como estamos viendo aterrados en el Parlamento español. 

Pero cuando se sustituyen los argumentos por insultos (que, además son aplaudidos desaforadamente) la sinodalidad se pervierte en “sin modalidad”. Y la falta de modales no es ninguna señal de progreso sino todo lo contrario. Uno ya no sabe si hemos sustituido aquel grito tan significativo (“OTAN no, bases fuera”) por otro que diría más o menos: OTAN sí, bragas fuera… Y perdón si, por hacer un juego de palabras, caigo en la política del insulto que estoy criticando: ojalá sirva para demostrar que eso es una facilitonería que no resuelve nada. Y al menos lo hago sin dirigirme a ninguna persona concreta.

Es pues el momento de volver a la sinodalidad.

Caminar todos juntos

Vivimos una hora histórica en la que se ha dicho que “o nos salvamos todos o no se salva nadie”. Porque si, para salvarse, unos pocos han de irse a vivir a Marte, no parece esa una salvación muy apetecible.

Por eso, lo que vamos a decir no resultará demasiado estimulante: pues no aspiramos a preparar a ningún atleta para que gane una medalla, sino a salvar a un moribundo. Y en cuidados intensivos ya se sabe que las aspiraciones son modestas: que no suba la fiebre, que pueda ingerir algo, que la tensión arterial se mantenga… Ojalá luego podamos aspirar a más pero, de momento, así estamos: luchando contra un doble cáncer: el cáncer de una humanidad escindida entre riquísimos y paupérrimos, y el cáncer de un planeta que cada año solo consigue regenerar mucho menos de lo que nosotros descomponemos.

Esta comparación médica ayuda a comprender que no se trata de comenzar de cero sino (además de corregir), de conservar y universalizar todo lo bueno conseguido hasta ahora: es el caso por ejemplo de la sanidad pública, tan poco universal todavía y tan amenazada hoy.

En situaciones así de difíciles hay una tendencia general a eliminar solo los síntomas molestos sin atacar las causas que los producen. La tierra nos va dando ya bastantes avisos; pero nuestra reacción es mucho más la de protegernos contra inundaciones devastadoras, contra tormentas desbocadas o calores insoportables…, que la de evitar que esos desastres se produzcan. Olvidamos esa evidencia que recordó hace poco Francisco, obispo de Roma: “Dios perdona siempre, las personas perdonamos a veces, pero la naturaleza no perdona nunca”.

De la sinodalidad eclesiástica a la sinodalidad humana.

La Iglesia no es sinodal por capricho o para parecer más guapa, sino porque es servidora del mundo: porque los gozos y esperanzas del mundo son también suyos. El verdadero progreso humano, en el sentido explicado antes, es un crecimiento en comunión y en convivencia: esa paz que brota no del miedo ni de cálculo sino de la justicia fraterna en el convivir era el don de Jesús de Nazaret y es uno de los signos más gráficos de una auténtica relación con Dios. La Iglesia no debe definirse meramente como “sociedad” sino como “comunión”: palabra que indica la común-unión en el ser (koinonía en griego). Y esa palabra griega nace también del adjetivo koiné (común)[9], pero perdiendo ese matiz negativo de “vulgar”, y convirtiendo lo vulgar en excelente por la misma unión amorosa con todo.

Pero el ser humano es actividad y crecimiento. Por eso a la comunión en el ser le sigue necesariamente una comunión en el obrar: la sinodalidad (del griego odos: camino). Uno de los ejemplos más gráficos de esa sinodalidad podría ser la marcha del pueblo judío por desierto, saliendo de la esclavitud (Egipto) en progreso hacia la tierra prometida. Allí se ven algunas características de toda sinodalidad: el camino es largo, a veces difícil. Unos pueden tener la tentación de abandonarlo y volver a los “ajos y cebollas” de la esclavitud. Otros la tentación de adorar falsos dioses que les parecen más cercanos. Hacen falta líderes que no siempre coinciden en todo; durante el camino se van aprendiendo normas de comportamiento, y se percibe a veces como la presencia de una luz (o una “nube”) que acompaña y da seguridad.

Pero es un camino de todos y con todos: no vale la tentación de adelantarse los mejores, para llegar ellos antes y solos a la tierra prometida prescindiendo del pueblo. Incluso puede ser que el más responsable y más meritorio de todo este proceso, atisbe la meta pero se quede sin entrar en ella. El libro bíblico del Éxodo (que ha tomado su nombre de la “salida”), podría muy bien titularse hoy libro del progreso, o libro del camino.

Ese camino no es fácil. Pero, como canta una conocida sardana catalana: “tot es camí, tot es drecera si ens dem la ma”. En cambio, si no nos damos la mano habremos de seguir cantando: “tot es Ucraïna tot es Rússia”…

Tareas posibles

1.- Casi la primera sinodalidad que necesita nuestro mundo está en la ONU. Pese a su buena voluntad resulta ser muchas veces una ONS (organización de naciones sometidas). Sin una profunda reforma de la ONU, con la supresión del derecho de veto que tienen los poderosos, nuestro mundo no podrá tener solución ni podrá progresar verdaderamente. Hoy lamentamos cada vez más el fracaso de las reformas propuestas en 1998, cuando se celebró el cincuentenario de su creación.

2.- Y si difícil es esta tarea, mucho más lo es la que está en la raíz de esas dificultades. El Capitalismo es el sistema antisinodal por excelencia con su busca del máximo beneficio individual a costa de quien sea: pisotear en vez de caminar juntos. Todos contra todos en vez de todos con todos. Como dice Amaia Pérez Orozco, el conflicto hoy ya no es capital-trabajo [añado que ahí ya ha ganado el capital] sino capital-vida[10] y, por tanto, capital-progreso. En otros lugares he intentado mostrar cómo la llamada “economía de mercado” es hoy una economía de engaño y, por eso, totalmente antisinodal. Las economías de tipo cooperativo, más que competitivo, resultan mucho más sinodales.

3.- Podría dar la sensación de que esas son tareas que nos superan o están reservadas solo a unos pocos. Esto puede permitir que nos sintamos progres sin hacer nada. Valga pues aquí una parodia del evangelio: “No todo el que dice Señor, Señor entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre”. Versión laica: no todo el que aplaude a Greta Thunberg sino el que intenta vivir como ella. Esto exigiría una seria moderación de nuestro consumo: sobre todo de tanto consumo inútil, que en buena parte es el sostén de nuestro sistema económico. Una huelga de consumo, lo más universal posible será una de las grandes armas contra el sistema y una de las grandes terapias contra nuestra inhumanidad. Y un esfuerzo hacia esa sociedad “de la sobriedad compartida” (I. Ellacuría) sería una buena inyección de sinodalidad.

4.- A todo eso estamos los cristianos más obligados que nadie por la fe que profesamos en Dios como “uno y trino”. El asombroso misterio de la Trinidad no es una cuestión de matemáticas irracionales sino una proclamación de que Dios es la Sinodalidad Absoluta: lo que llamamos Padre, Palabra y Espíritu es un misterio de comunión infinita y tan plena que cada uno conserva su nombre y su identidad, pero todos van siempre juntos, son absolutamente iguales y la comunión entre ellos es tal que, a pesar de su personalidad distinta, son un Único Ser. Ese es el misterio del Amor infinito.

Nosotros, finitos y empecatados, no podemos llegar hasta ahí, por supuesto. Pero estamos llamados a esa misma Vida del Dios Amor y somos ya, en esta dimensión finita, “imágenes de la Trinidad”.

5.- Ello implica también otra característica a la que los cristianos estamos particularmente llamados. Desde la entrada de la maldad en nuestra creación, se ha vuelto necesaria la entrega o “la muerte” de unos pocos para la salvación de todos. “Redentor” no significa simplemente salvador sino “que entrega su vida”. Por eso, y aunque la meta es caminar todos juntos, la sinodalidad necesita al comienzo el sacrificio de unos pocos: ya no será un progreso deformado, edificado sobre víctimas y ambiciones, pero sí un progreso edificado sobre esa entrega y sacrificio solidarios y voluntarios. Hará falta ese sacrificio para que el progreso vuelva a ser (aunque lentamente y poco a poco) verdadero progreso humano.

Conclusión

Debemos terminar diciendo sencillamente que: “o progresamos todos o no progresa ninguno”. Por eso hoy, la primera tarea del género humano es evitar que la historia avance construyéndose sobre víctimas y cadáveres como, en buena parte, ha sucedido hasta ahora. Esta es la verdadera noción de progreso humano y, por eso, deberíamos evitar durante un tiempo ese sustantivo, a menos que vaya acompañado de algún adjetivo que lo concrete: progreso solidario, progreso universal, respetuoso…

En definitiva: progreso sinodal. No hay otro.

[1] Como he mostrado en otros sitios, el verbo hebreo kabash (poner el pie) no tiene sentido sólo de pisotear, sino de habitar: hacer habitable. Es curioso que esa misma bipolaridad la tenga el giro castellano.

[2] Adversus haereses IV, 11,1

[3] Prefiero esta traducción a la habitual de “acostumbramiento” porque creo que señala mejor la idea de una posibilidad adquirida por parte del hombre.

[4] Para las referencias remito a la p. 366 de Otro mundo es posible… desde Jesús (Santander 2010) con particular acento al libro de Reyes Mate allí citado.

[5] Lo tiene por muy irracional que sea un régimen que usa una “policía de la moral”, sin haber aprendido que la moral solo puede brotar de la libertad, no de la policía. La policía puede salvaguardar el orden y la seguridad pero no la moral. Pues, como dijo san Agustín: quien obra bien por miedo, no es bueno sino simplemente cobarde.

[6] 314 realizados en 2020.

[7] Remito al Cuaderno 113 de Cristianismo y Justicia: ¿Abjurar la Modernidad?, con citas increíbles de los “padres” de nuestro progreso.

[8] Es curioso el contraste entre el afán con que (durante la transición española) luchábamos contra los “poderes fácticos” cuando parecía que estos eran el ejército y la Iglesia, y la tranquilidad con que hoy aceptamos otros mucho más poderes y mucho más fácticos, cuando estos son Bancos, empresas multinacionales o inversiones extranjeras.

[9] Así se llamaba aquel griego “barato” que servía como lengua común para todo el antiguo imperio.

[10] Subversión feminista de la economía, Madrid 20194ª,pp. 37, 109, 119ss.

Asamblea Sinodal del Cono Sur:

“Rescate de toda la belleza del Bautismo que nos une»

Padre Patriky Samuel Batista

Un encuentro en clave sinodal que será realizado de 6 a 10 de marzo en la Casa Mons. Luciano Mendes de Almeida de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), en Brasilia, capital de Brasil

«Es una ocasión propicia para que podamos empezar a transformar toda esta escucha en un camino»

«Una oportunidad singular para compartir buenas prácticas y experiencias de escucha de otros países, de otras conferencias»

«Bella expresión de la Iglesia que es comunión»

«Es una Iglesia profundamente ministerial y aquí viene toda esta reflexión sobre el sacramento del Bautismo, no sólo la fuente común para todos nosotros, sino el trampolín que realmente nos lanza a la misión»

Por Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica

La Etapa Continental en América Latina y el Caribe del Sínodo 2021-2023 da un paso más esta semana, con la cuarta y última asamblea de las programadas para llevar a cabo esta fase. Un encuentro en clave sinodal que será realizado de 6 a 10 de marzo en la Casa Mons. Luciano Mendes de Almeida de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB), en Brasilia, capital de Brasil.

Testimonios y experiencias de las Iglesias del Cono Sur

Casi 200 representantes del pueblo de Dios de las 5 conferencias episcopales que forman parte de la Región Cono Sur del Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (Celam): Uruguay, Argentina, Chile, Paraguay y Brasil, se encuentran para compartir testimonios y experiencias de la Iglesia en el continente, una oportunidad para socializar y caminar juntos, en sinodalidad, siguiendo la metodología de la conversación espiritual.

Un tiempo para a partir de esas experiencias del pueblo de Dios poder hacer realidad aquello que el Papa Francisco nos pide: construir una Iglesia sinodal, una Iglesia de comunión, participación y misión.

Transformar la escucha en camino

«Acoger la asamblea del Cono Sur, para nosotros como equipo sinodal, como Iglesia en Brasil, es en primer lugar un momento de acción de gracias por todo lo avanzado hasta ahora, y también de expectativa de lo que será el Sínodo de los Obispos», según el Padre Patriky Samuel Batista. El secretario general adjunto de la CNBB afirma que «es una ocasión propicia para que podamos empezar a transformar toda esta escucha en un camino».

El presbítero brasileño recuerda las palabras del Papa Francisco, para quien «la sinodalidad es el camino que Dios quiere para la Iglesia de hoy». Desde ahí insiste en que «ahora pues, atentos a los signos de los tiempos, en esta escucha comprometida, ahora podemos celebrar cara a cara en el encuentro con la Iglesia en América Latina, en el Cono Sur. Es un momento de acción de gracias, de recuerdo y de renovación de la esperanza».

Un encuentro que es visto por el padre Patriky como «un compartir experiencias que nos está ayudando a percibir desafíos comunes, pero también horizontes que se presentan para superar estos desafíos, tanto en la perspectiva eclesial como en los desafíos que afectan directamente a la sociedad». Insiste en que «es también una oportunidad singular para compartir buenas prácticas y experiencias de escucha de otros países, de otras conferencias. Este compartir basado en la escucha del Espíritu es un momento muy especial para todos nosotros», subrayando que «es una nueva dinámica».

Una bella expresión de la Iglesia que es comunión

Un momento en el que participan todos los estamentos del pueblo de Dios, lo que el Secretario General Adjunto de la CNBB considera una «bella expresión de la Iglesia que es comunión». Una dinámica que, por encima de todo, es «ese rescate de toda la belleza del Bautismo que nos une». El sacerdote brasileño no duda en definir este encuentro como «un hermoso testimonio que ofrecemos al mundo, donde todos, cada uno con su vocación, con su ministerio, estamos llamados a ser esa Iglesia en salida, pero en salida juntos, ese es el gran horizonte».

Recordando de nuevo las palabras del Papa Francisco, el padre Patriky afirma que «hay momentos que los pastores están delante, en medio, a veces detrás». Desde ahí destaca «esta movilidad, esta voluntad de caminar juntos, pero también de ir valorando a cada miembro del pueblo de Dios, especialmente a los laicos, es un momento singular». De hecho, «todo este camino sinodal, este proceso de escucha y esta asamblea del Cono Sur es también una oportunidad para redescubrir la Teología del Bautismo».

Estamos ante «una Iglesia que desea más que nunca caminar juntos, escuchándose, transformando esta escucha en camino. Es una Iglesia profundamente ministerial y aquí viene toda esta reflexión sobre el sacramento del Bautismo, no sólo la fuente común para todos nosotros, sino el trampolín que realmente nos lanza a la misión, independientemente de la vocación, del ministerio que ejercemos, la importancia y la belleza del sacramento del Bautismo».

Papa Francisco: una década de (r)evolución

  Francisco cumple diez años de pontificado. Algunos imaginaron un pontificado de transición, puesto que Jorge Mario Bergoglio llegó a la sede de Pedro con 75 años. Sin embargo, este tiempo se han dado no pocos cambios en el seno de la Iglesia: en el engranaje vaticano, la economía, la lucha contra los abusos… Pero, sobre todo, el primer pontífice de Latinoamérica ha desinstalado a la Iglesia de las inercias en las que parecía atrapada con un cierto estancamiento, cuando no atragantamiento, respecto al Concilio Vaticano II. Y es que, las medidas adoptadas hasta ahora no son fruto de las ocurrencias de jesuita porteño, sino que brotan del ‘aggiornamento’ que apuntaló Pablo VI.

Por eso, más que una ‘revolución’, por la connotación intrínseca de violencia que puede llevar consigo esta expresión, esta década ha propiciado una ‘evolución’ desde ese planteamiento bergogliano de abrir procesos, sin prisa pero sin pausa, que sean irreversibles. Sin acelerones: quienes esperaban un volantazo copernicano en materia doctrinal, en números específicos del Catecismo, quizá se han podido sentir defraudados. Sin frenazos: se han visto sumamente incomodados aquellos que se mantienen en un tradicionalismo inmovilista, cuando no involucionista.

Francisco no representa ni lo uno ni lo otro. Él mismo lo ha explicado en innumerables ocasiones, sin necesidad de traductores, cuando ha compartido sus sueños sobre una Iglesia en salida, pobre para los pobres, discípula y misionera, hospital de campaña… Esta apuesta se traduce ahora en la sinodalidad, en ese caminar juntos, abiertos a la escucha atenta del Espíritu, en una comunidad poliédrica y horizontal que sepa rescatar la esencia de aquellos primeros hombres y mujeres que acompañaron a Jesús hasta la cruz, pero que continuaron adelante sin miedo como apóstoles de la Resurrección.

Precisamente esa apuesta por la participación, la comunión y la misión es la que le ha provocado no pocos disgustos por parte de quienes se resisten aún hoy a desinstalarse de una nostalgia caduca por lo accesorio, mientras olvidan la primacía de la misericordia de Dios. Es tiempo de abonar el terreno de la escucha y el diálogo con el discernimiento y la conciencia como ejes.

Esta puesta a punto se ha apuntalado con una riqueza magisterial que tuvo en ‘Evangelii gaudium’ su primera hoja de ruta, a la que han dado continuidad ‘Fratelli tutti’ y la originalidad de ‘Laudato si’’, situando la ecología integral como una prioridad católica y enraizando la actual emergencia climática en los primeros versículos de la Biblia.

Autoridad social global

Esta escucha atenta a los signos de los tiempos le ha llevado a recuperar para el papado una autoridad social global ganada a pulso. Su constante grito en favor de los pobres y descartados, con una insistencia incansable en defensa de los migrantes y refugiados, así como su impronta personal en materia diplomática para propiciar la paz –lo mismo en Ucrania que en Sudán del Sur–, han situado a este Papa en el epicentro de la agenda política humanista.

Lejos de vivir una etapa final o de desgaste –como atestigua el respaldo de los españoles encuestados por Vida Nueva–, es ahora cuando empiezan a cuajar algunas reformas, mientras otras se hacen hueco. En estos días, por ejemplo, trascendía su decisión de cobrar el alquiler a todos los altos cargos de la Curia, en su empeño permanente de sanear las maltrechas cuentas de la Santa Sede, dentro de un plan de transparencia que está llegando hasta el último rincón de la Curia.

Estos apuntes son tan solo unos esbozos que hablan de la proactividad de aquel hombre que se presentó el 13 de marzo de 2013 en el balcón central de la Plaza de San Pedro como aquel al que fueron a buscar “casi al fin del mundo”. El gesto de inclinarse, para recibir la bendición de Dios y la bendición de quienes allí se encontraban, sabía a profecía de alguien que ya anunciaba entonces “un camino de fraternidad, de amor, de confianza entre nosotros”.  Aquel Papa del Pueblo de Dios cumple hoy diez años de (r)evolución

Ante el informe de Anselmo Borges

PADRE ANSELMO BORGES: «HA LLEGADO EL MOMENTO DE ACABAR CON EL CELIBATO Y DAR IGUALDAD REAL A LAS MUJERES DENTRO DE LA IGLESIA»

Anselmo Borges, sacerdote y profesor de filosofía, es desde hace tiempo una voz crítica con una Iglesia «clericalizada», más preocupada por su supervivencia que por abrirse a la sociedad y a la protección de las víctimas.

Ante el informe que, basándose en 512 testimonios validados, estima que casi cinco mil niños han sido víctimas de abusos sexuales a manos de clérigos portugueses en los últimos 72 años, en una estimación «muy conservadora», Anselmo Borges no duda en considerar que ha llegado el momento de plantearse el fin del celibato para los sacerdotes y la apertura de los altos cargos de la jerarquía eclesiástica a las mujeres.

-¿Qué debe hacer la Iglesia con las conclusiones del informe?

-Esto ha sido un terremoto en la Iglesia, y por eso lo que espero y deseo ardientemente es que ahora haya una regeneración desde los cimientos, es decir, que volvamos de verdad al Evangelio. Concretamente, que se pida perdón a las víctimas, que haya una verdadera reconciliación, que haya una reparación económica, si es necesario, para las víctimas cuyas vidas quedaron destrozadas. Esta reconciliación es fundamental, reconociendo el daño causado a las víctimas. Siempre es una catástrofe, pero en este caso estamos ante un abuso de un poder considerado sagrado y divino. Los niños confiaban en la Iglesia y en los sacerdotes, fue una traición a la confianza de las víctimas.

-¿Qué implica esto?

En el sentido más amplio implica acabar con el celibato y dar igualdad real a las mujeres dentro de la Iglesia. Es urgente acabar con este verdadero escándalo de discriminación de la mujer. Pienso, además, que si hubiera habido mujeres en la cúspide de la jerarquía de la Iglesia, esta tragedia no habría tenido la dimensión que ha tenido. Por tanto, que haya verdadera igualdad entre mujeres y hombres, porque la discriminación actual va contra los derechos humanos y sabemos, además, que a lo largo de la historia de la Iglesia ya ha habido mujeres presidiendo la Eucaristía.

«Si hubiera habido mujeres en la cúspide de la jerarquía de la Iglesia, esta tragedia no habría tenido la dimensión que ha tenido»

-¿Y el fin del secreto de confesión que propone el informe?

-Para mí el secreto de confesión es inviolable.

-Y en cuanto a los seminarios, ¿qué hay que cambiar, dado que han sido un escenario privilegiado para los abusos?

-Los seminarios son una creación que viene en la continuidad del Concilio de Trento. Creo que han prestado un servicio, pero ahora tienen que ser diferentes. Hay que empezar a ordenar hombres casados y los candidatos a ministros deben ir a la universidad. Lo que tiene que haber en la Iglesia no son sacerdotes ordenados, sino ministerios ordenados, que es distinto. Tradicionalmente, los niños entraban en el seminario a edades muy tempranas, algunos porque así había una promoción. Y entraban en un seminario donde no había presencia femenina, donde la gran tentación era el sexo. En muchos casos, esto dio lugar a sacerdotes con una sexualidad distorsionada, que fue una de las causas de esta tragedia de los abusos. La formación tiene que ser diferente y tiene que incluir la presencia de mujeres, pero, con el tiempo, es toda la pastoral la que tiene que ser revisada.

-¿Cree que la Iglesia estará disponible para apoyar económicamente al menos el tratamiento de las víctimas?

-En la medida en que sea posible. Finalmente, en lugar de pensar en la ostentación en relación con la Jornada Mundial de la Juventud, piensen en los más pobres y marginados, como fueron y son las víctimas, y como hizo Jesús. Me parece claro que hay que garantizar la asistencia psiquiátrica a las víctimas y que la Iglesia debe apoyarlas económicamente.

10 años del Papa Francisco

Diez años con el papa Francisco: adiós corte y centralismo, hola servicio y sinodalidad

Quisiera comenzar este artículo deshaciendo un pequeño equívoco. Se dijo en su día, y se ha vuelto a repetir durante diez años, que la elección de Jorge Mario Bergoglio como sucesor de Pedro fue una sorpresa. Como mucho, en mi opinión, podría decirse que fue solo una sorpresa muy relativa. Veamos por qué.

El 5 de abril de 2005, pocos días antes de que se abriese el cónclave para elegir al sucesor de Juan Pablo II, Luigi Accatoli, el experto vaticanista del ‘Corriere della Sera’, escribía un comentario cuyo título era: “Ratzinger guía a los custodios de la doctrina. Bergoglio es el primero de la lista de los tercermundistas”.

Luego hemos sabido cómo se desarrolló el cónclave. Según el periodista alemán Peter Seewald (autor de varios libros sobre el papa emérito), en la tercera votación, Ratzinger obtuvo 72 votos y Bergoglio 40; según el biógrafo de Benedicto XVI, era “una minoría de bloqueo suficiente para evitar la elección de Ratzinger”. Durante la comida del 19 de abril, el arzobispo de Buenos Aires pidió discretamente a sus electores que cambiasen de opinión y votasen a favor del cardenal alemán. Así se hizo y el nuevo papa alemán siempre supo que la renuncia del argentino desbloqueó una situación que hubiera prolongado el cónclave con resultados imprevisibles y, en cierto modo, facilitó al final su elección.

Cuando, el 11 de febrero de 2013, Joseph Ratzinger anuncia su sorprendente dimisión y se abre el cónclave, participan en él no pocos de los cardenales que habían votado a favor de Bergoglio, que esta vez no tenía un contrincante de la talla del dimisionario Benedicto XVI. De nada sirvieron las intoxicaciones de los círculos más reaccionarios del colegio cardenalicio y las vanas ilusiones de Angelo Scola, cuya elección llegó a ser anunciada por la Conferencia Episcopal Italiana. Esta vez, los cardenales dieron sus votos al arzobispo porteño y confirmaron los pronósticos que algunos habíamos hecho.

Consejo de Cardenales

Un mes después del 13 de marzo en que fue elegido, la Secretaría de Estado anunció que Francisco había constituido un Consejo de Cardenales “para aconsejarle en el gobierno de la Iglesia universal y para estudiar un proyecto de revisión de la Constitución Apostólica Pastor Bonus sobre la Curia romana”. Lo componían los cardenales Bertello, Marx, Errázuriz, Gracias, Monsengwo, O’Malley, Pell y el hondureño Rodríguez Maradiaga como coordinador.

Las reacciones fueron entusiastas. Para el historiador Andrea Melloni, se trataba del “paso más importante en la historia de la Iglesia en los últimos diez siglos”; otros muchos hablaron de revolución en marcha y del inicio de una Iglesia con una organización más horizontal y menos vertical.

Ese 30 de septiembre, Francisco firmó el quirógrafo con el que instituía el Consejo Cardenalicio, afirmando que “será una expresión ulterior de la comunión eclesial”. Ya antes, en sendas declaraciones, el Papa había recalcado que se trataba de construir un nuevo modo de ser Iglesia y que la Curia debía dejar de ser vaticanocentrista y en nada debía parecerse a una corte, que es “la lepra del Papado”. Del 1 al 3 de octubre, el Consejo se reunió por primera vez con el Papa y, al referir a la prensa los resultados de la reunión, el entonces portavoz vaticano, Federico Lombardi, afirmó que la reforma de la Curia no era una “simple puesta al día de la Pastor Bonus, con retoques y modificaciones marginales”, sino que realmente se buscaba “la redacción de una Constitución con novedades muy consistentes”.

En concreto, se trataba de “poner en relieve la naturaleza del servicio de la Curia a la Iglesia universal y a las Iglesias locales y no como el ejercicio de un poder centralizador”. Las interpretaciones fueron muchas y casi todas coincidían en señalar que el objetivo era acabar con el centralismo romano y la corte papal, con la tentación narcisista e ideológica, con la narración autorreferencial típica de todas las organizaciones poderosas. En una palabra, sepultar la papolatría. Objetivos, sin duda, muy ambiciosos.

Si me perdonan una cita personal, yo mismo escribí en Vida Nueva, pocos días antes de la primera reunión del Consejo, lo siguiente: “Que nadie crea que Bergoglio va a meter la reforma de la Curia en el baúl de los recuerdos. Por otra parte, ya tenemos elementos para saber por dónde van a ir los tiros: reformas en la dinámica de la sinodalidad, que, dicho con otras palabras, significa menos centralismo y más autonomía para los obispos y las conferencias episcopales en todas aquellas materias que no requieren la intervención de Roma”.

Pero la reforma de la Curia romana es una cuestión muy peliaguda. En un estudio histórico del cardenal Alfonso Stickler se recorren las etapas desde la ‘Inmensa Aeterni Dei’, de Sixto V, en 1587, hasta hoy. Pasaron cuatro siglos hasta que Pío X, con la ‘Sapienti Consilii’, decidiese modificar su estructura. Pero fue Pablo VI quien, con la ‘Regimini Ecclesiae Universae’, el 15 de agosto de 1967, decidió adaptar las competencias y métodos de trabajo a las exigencias de la Iglesia diseñada por la Constitución Dogmática del Vaticano II ‘Lumen Gentium’ y por el decreto ‘Christus Dominus’, del mismo Concilio.

Nueve años de trabajo

Los trabajos de preparación de la ‘Pastor Bonus’ comenzaron con una reunión de todo el colegio cardenalicio, convocado por Juan Pablo II del 5 al 9 de noviembre de 1979. En su relación, el secretario de Estado, el cardenal Casaroli, planteó a sus colegas la pregunta de si “la actividad de la Curia puede considerarse adecuada a las necesidades y expectativas de la Iglesia universal”. Fue el inicio de un largo y trabajoso proceso, que concluyó con la proclamación de la Constitución el 28 de junio de 1988; es decir, se emplearon nueve años, en el curso de los cuales se sucedieron dos consistorios y 45 reuniones de la comisión cardenalicia creada por Wojtyla en enero de 1986.

En su introducción a la Constitución Apostólica, Juan Pablo II destacaba que “mi preocupación ha sido la de ir resueltamente adelante para que la conformación y la actividad de la Curia correspondan siempre más a la eclesiología del Vaticano II, sean siempre más claramente idóneas a la obtención de los fines pastorales de la conformación de la Curia y salgan al encuentro de forma siempre más concreta a las necesidades de la sociedad eclesial y civil”.

Treinta y cuatro años separan las dos últimas Constituciones, la ‘Pastor Bonus’ (1988) y la ‘Praedicate Evangelium’ (2022), y son también nueve años los que han sido necesarios para que el Consejo Cardenalicio ultimase la redacción de su texto y se contase con su aprobación por los organismos representativos de la Iglesia universal, incluidos los jefes de los dicasterios de la Curia romana, algunos de ellos ya unificados y con nuevas personalidades a su frente.

Yo no soy nadie para ofrecer un juicio técnico o teológico sobre la ‘Praedicate Evangelium’, y no caeré en la tentación de hacerlo. Prefiero dar la palabra al cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, coordinador del Consejo Cardenalicio, que, en su libro entrevista con el actual obispo de San Sebastián, Fernando Prado, responde así a la pregunta de por qué era necesaria la reforma de la Curia: “Estamos en otro tipo de mundo y la Iglesia tiene que responder a los nuevos desafíos y contextos, especialmente en estos puntos que son como las líneas-fuerza en la teología del papa Francisco: una Iglesia pobre para los pobres, una Iglesia servidora, una Iglesia sinodal y una Iglesia colegial”.

Llamo la atención sobre la expresión “Iglesia sinodal” porque es providencial; así al menos me parece a mí que la nueva Constitución haya sido proclamada cuando está en pleno proceso el Sínodo sobre la Sinodalidad. “La sinodalidad –afirma el cardenal hondureño– es la naturaleza comunional de la Iglesia en acción. El texto habla de la sinodalidad como rostro de la comunión. Ahí se hace ver que la naturaleza misionera de la Iglesia, de la que hablaba san Pablo VI, y la naturaleza sinodal, en la que insiste Francisco, son como dos caras de la misma moneda”.

Sinodalidad

A la sinodalidad se refiere precisamente el número 4 de la ‘Praedicate Evangelium’, que versa sobre La Iglesia, misterio de comunión. En él se apunta que “la vida de comunión da a la Iglesia el rostro de la sinodalidad, es decir, de una Iglesia de la escucha recíproca en la cual cada uno tiene algo que aprender. Pueblo fiel, colegio episcopal, obispo de Roma: uno a la escucha de los otros y todos a la escucha del Espíritu Santo para conocer lo que Él dice a las Iglesias”.

Esta sinodalidad de la Iglesia, por tanto, se entenderá como “el caminar juntos de la grey de Dios por los senderos de la historia que sale al encuentro de Cristo el Señor”. Esta frase final es una cita del discurso que Francisco pronunció con ocasión del 50º aniversario de la institución del Sínodo de los Obispos, el 17 de octubre de 2015.

Para terminar, añadiré simplemente una acotación de muy relativo valor porque es personal: creo haber participado en la mayoría de las asambleas del Sínodo de los Obispos, cuya creación por san Pablo VI suscitó tanto entusiasmo y esperanzas; realidad que, con el paso de los años, fue languideciendo hasta convertirse –como me dijo un cardenal español al que he admirado tanto, Fernando Sebastián– en “una plataforma para que vengamos los de fuera a confirmar lo que Roma ya ha decidido”.

Así fue durante años, pero, gracias a Francisco, el Sínodo pasa de ser un episodio aislado en la vida de la Iglesia a convertirse en un estado permanente de escucha y comunión, en un caminar verdaderamente juntos. Prueba de que, como ha repetido hasta la saciedad este Papa, lo importante no son los cambios de estructuras, sino de las personas que están a su frente, me parece que lo indican bien los nombramientos recientes realizados en dos importantes dicasterios. Para suceder al cardenal canadiense Marc Ouellet, que llevaba 12 años al frente del dedicado a los Obispos, Francisco ha nombrado al agustino Robert F. Prevost, obispo de Chiclayo (Perú) y que antes fue prior general de su orden. En 2020, el Papa le había nombrado miembro de la que entonces se llamaba Congregación para los Obispos.

No menos significativa ha sido la sustitución del cardenal argentino Leonardi Sandri al frente del Dicasterio para las Iglesia Orientales, al que ha sucedido el hasta ahora nuncio en Gran Bretaña, Claudio Gugerotti, que ya había sido secretario del mismo organismo cuando era prefecto el cardenal Achile Silvestrini. Este hábil diplomático representó al Pontífice en Georgia, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia y Ucrania, y conoce muy bien, por lo tanto, el ámbito en el que va a desarrollar su servicio. Apenas nombrado, viajó a Turquía y Siria para llevar a sus poblaciones y a las Iglesias la cercanía del Papa

Aumento a la ayuda a la dependencia

Ione Belarra inyecta 600 millones de euros a las comunidades autónomas para las ayudas y servicios a la dependencia

El Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 consolida un incremento de en torno al 130% para la dependencia durante esta legislatura, donde la financiación por persona atendida ya se acerca a los 2.450 millones.

La ministra de Derechos Sociales y Agenda 2030, Ione Belarra, en la Facultad de Ciencias del Trabajo de Córdoba,

El Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 aumentará la financiación para las ayudas y servicios a la dependencia en 600 millones de euros, hasta los 3.229 millones. Un 23% más que en 2022, que irán destinados al desarrollo del Plan de Choque y el impulso del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia (SAAD).

Con ello, se consolida un incremento total de en torno al 130% para la dependencia durante esta legislatura, donde la financiación por persona atendida ya se acerca a los 2.450 millones. 

Esta nueva partida presupuestaria de la ministra Ione Belarra recupera la financiación adicional, el llamado Nivel Acordado, para optimizar la calidad del sistema de dependencia, suprimido bajo el Gobierno del Partido Popular en 2012. Unos fondos que se han impulsado progresivamente hasta culminar con los 783 millones presupuestados para este año 2023.

La gerontóloga Lourdes Bermejo denuncia el desinterés de las comunidades autónomas por las residencias

Estos 783 millones del recuperado Nivel Acordado se distribuirán en dos dotaciones. La primera, de 583 millones de euros (100 millones más que el año pasado), se repartirá entre todas las comunidades autónomas en base a los criterios de cumplimiento del Plan de Choque, que tiene como fin reducir listas de espera, mejorar la calidad de los servicios, así como las condiciones laborales de las trabajadoras del sector.

Una partida adicional de 200 millones

Este año, además, habrá una segunda partida adicional, de 200 millones de euros, a la que podrán acceder todas aquellas comunidades autónomas que se comprometan e inviertan en el desarrollo del «Nuevo modelo de residencias».

Así, todas las autonomías verán incrementada de nuevo su financiación en 2023, y aquellas que hayan decidido implantar y comprometerse con el nuevo modelo de residencias y asistencia en el entorno comunitario, impulsado por el gabinete de Belarra, recibirán esos fondos adicionales para el desarrollo del modelo.

El copago, la cuenta pendiente de la dependencia que penaliza a las rentas bajas y se come la subida de sus pensiones

Esta cuestión se tratará en el próximo Consejo Territorial del SAAD, que está previsto que se celebre a mediados de marzo, con previa autorización del Consejo de Ministros.

Encuentro online con Marciano Vidal

Encuentro online con el teólogo Marciano Vidal sobre ‘La nueva moral sexual en el Camino Sinodal alemán’

Marciano Vidal
Marciano Vidal

El Camino Sinodal alemán está convencido de que «no será posible reorientar» y revitalizar nuestras comunidades «sin redefinir la enseñanza sexual de la Iglesia en un grado significativo»

En concreto, indica que hay que revisar la enseñanza según la cual las relaciones sexuales «sólo son éticamente legítimas en el contexto de un matrimonio legal, y únicamente con una apertura permanente a la transmisión de la vida»

Berpiztu -Kristau taldea invita a participar en el encuentro online que se va a celebrar el próximo 16 de marzo, a las 6.30 de la tarde (18.30) con el teólogo Marciano Vidal sobre esta y otras propuestas de una nueva moral sexual que se vienen formulando en el Camino Sinodal alemán

Quienes prefieran escuchar la conferencia y/o participar en el diálogo posterior ON LINE pueden hacerlo vía zoom entrando en este enlace

(Berpiztu – Kristau Taldea).- El Camino Sinodal alemán está convencido de que “no será posible reorientar” y revitalizar nuestras comunidades “sin redefinir la enseñanza sexual de la Iglesia en un grado significativo”. Por eso, considera que es una necesidad urgente superar algunas de las restricciones actualmente existentes en la moral sexual católica, habida cuenta de los progresos habidos estos últimos decenios tanto en la investigación sexológica como en la teología moral.

Y, en concreto, indica que hay que revisar la enseñanza según la cual las relaciones sexuales sólo son éticamente legítimas en el contexto de un matrimonio legal, y únicamente con una apertura permanente a la transmisión de la vida”. Tal tesis, sostienen, “ha hecho que se abra una amplia brecha entre el Magisterio y los fieles. Esto amenaza con oscurecer por completo otros acentos importantes de la Buena Nueva de Dios que podrían tener un efecto liberador en la formación de una sexualidad digna”.

Papa Francisco

El Camino Sinodal alemán presenta diez propuestas de revisión en una de las cuales señala que la moral sexual cae “dentro de la competencia doctrinal del Obispo de Roma”. Por eso, dirige tales propuestas de revisión al Papa como expresión de la responsabilidad que la iglesia alemana comparte “con todos los bautizados y confirmados para el bien de la Iglesia de Cristo”.

Berpiztu -Kristau taldea invita a participar, a quienes lo deseen, en el encuentro online que se va a celebrar el próximo 16 de marzo, a las 6.30 de la tarde (18.30) con el teólogo Marciano Vidal sobre esta y otras propuestas de una nueva moral sexual que se vienen formulando en el Camino Sinodal alemán.

Quienes así lo deseen, pueden seguirlo, de manera PRESENCIAL, en la Parroquia de San Agustín de Erandio, Plaza San Agustín s/n, en la Sala del primer piso.

Quienes prefieran escuchar la conferencia y/o participar en el diálogo posterior ON LINE pueden hacerlo vía zoom entrando en este enlace.

Cartel
Cartel

8M, Día Internacional de la Mujer

Mujeres empoderadas de AL analizan feminismo en la iglesia y la sociedad

“Hay una mayor conciencia de la dignidad y responsabilidad igualitarias que adquirimos al haber sido bautizadas y del compromiso que esta realidad plantea como ministerialidad en la iglesia”

Sin embargo, “el clericalismo sigue predominando en nuestra amada Iglesia, y aún las mujeres no hemos podido avanzar en la ruta de Jesús con nuestra mirada, palabra y obra”

«Los movimientos feministas en una batalla extraordinaria para enfrentar al movimiento ultraconservador, que con una fuerza inusitada busca detener los avances, no solo para retroceder lo avanzado, sino que para eliminar lo conquistado»

Por | Aníbal Pastor N. / periodista.

Este año, el Día Internacional de la Mujer registra como motivación, según ONU Mujeres: «Por un mundo digital inclusivo: Innovación y tecnología para la igualdad de género». De este modo, se busca reconocer y homenajear a las mujeres y las niñas y a las organizaciones de mujeres y feministas que están luchando por el avance de la tecnología transformadora y por el acceso a la educación digital.

En América Latina, sin embargo, aún hay demanda de derechos básicos que son causa de esa misma brecha digital, tales como práctica del machismo, los altos índices de femicidios, la violencia y abuso patriarcal figuran entre otros. Diríamos, incluso, que la tecnología aumenta y sofistica la violencia de género.

Religión Digital quiso conocer la opinión de seis mujeres empoderadas en la iglesia y las sociedades latinoamericanas. Las seis son grandes lideresas en sus respectivos entornos y países.

Avances y retrocesos feministas

Liliana Franco Echeverri, teóloga, religiosa colombiana de la Orden de la Compañía de María, presidenta de la CLAR (Confederación Latinoamericana de Religiosas y Religiosas), al evaluar desde la vida religiosa los avances y retrocesos feministas, señala:

“Hay una mayor conciencia de la dignidad y responsabilidad igualitarias que adquirimos al haber sido bautizadas y del compromiso que esta realidad plantea como ministerialidad en la iglesia”. Añade, también, “la profundización que ha hecho la mujer en los presupuestos antropológicos, teológicos o canónicos que avalan la condición y la misión de la mujer en el seno de la Iglesia”.

“Las religiosas, como mujeres de este tiempo y partícipes del cambio cultural, hemos crecido en conciencia de nuestra dignidad y de la necesidad de apoyarnos mutuamente para lograr cambios significativos en cuanto a la presencia y participación activa y transformadora en la sociedad y en la Iglesia”, complementa Cristina Robaina, uruguaya, religiosa de la Compañía de  Santa  Teresa de Jesús, especializada en educación y bioética, integrante del equipo Teológico Asesor de la CLAR.

“En este sentido –continúa– religiosas y religiosos en América Latina hemos emprendido en el ámbito profético de la CLAR la necesidad de “despertar al mundo desde la lógica femenina”. No por ambición de poder o de reivindicaciones sino por la pasión interior de ser fieles a la Alianza con Dios que nos quiere hermanas y hermanos”, dice la religiosa uruguaya.

Entre los logros, hay hechos concretos que destaca Liliana.  “La participación en puestos claves de algunos dicasterios del Vaticano gracias a la apertura e iniciativa del Papa Francisco; el mayor número de religiosas en universidades y concretamente en las facultades de teología y ciencias bíblicas; el estudio y profundización de textos bíblicos desde una mirada feminista, producción de nuevas reflexiones, socialización de estas mismas y práctica transformadora de las relaciones interpersonales y comunitarias”, entre otros.

En lo negativo, la presidenta de la CLAR sostiene que todavía “hay barreras que se afirman en algunos contextos y que limitan la participación de la mujer  en los espacios de decisión en la iglesia. Además, debido a las estructuras eclesiales patriarcales no se avanza en procesos iniciados como la investigación sobre el diaconado femenino”.

En efecto. “El clericalismo sigue predominando en nuestra amada Iglesia, y aún las mujeres no hemos podido avanzar en la ruta de Jesús con nuestra mirada, palabra y obra”, afirma desde la práctica creyente y feminista Carol Crisosto Cádiz, que es chilena, laica y madre de una hija y un hijo. Además, es diplomada en Estudios Teológicos, y como voluntaria investiga casos de abusos en la Iglesia y acompaña a las víctimas. Milita en el colectivo “Mujeres Iglesia” en Concepción.

Desde esta experiencia, señala, “somos muchas las mujeres que nos hemos rebelado al machismo existente que nos ha puesto en un lugar inferior. Luchamos por una Iglesia con lenguaje inclusivo, donde todas las hijas e hijos de Dios seamos visibilizadas, partiendo por lo elemental, en como nombramos a Dios”.  Y añade: “agota escuchar una y otra vez a Dios como masculino excluyendo su lado femenino”, afirma.

Pero romper este clericalismo es un proceso, y un largo proceso que lleva siglos de retraso señala María Cristina Inogés-Sanz, teóloga, laica, española, integrante de la Comisión de Metodología del Sínodo sobre Sinodalidad. Ella fue encargada de ofrecer una reflexión bíblica en la sesión de apertura el año pasado, y es autora de una vasta literatura teológica y pastoral expresada en libros y publicaciones.

Cristina cuenta que en la fase diocesana del Sínodo que ha sido sistematizada en Roma “ha salido como una realidad prácticamente en todo el mundo el deseo de la incorporación plena de las mujeres en la Iglesia y donde no se ha dicho así, se ha dicho literalmente el sacerdocio femenino”.

“Hay que valorar en su justa medida, lo que es un proceso”, añade. La autora del libro “No quiero ser sacerdote” declara que “siempre defenderé que las mujeres puedan ser sacerdotes en la Iglesia, porque los argumentos que se ofrecen en contra no son válidos. Sin embargo, es un proceso porque no se trata de entrar en el sacerdocio ministerial en las condiciones que está ahora la Iglesia”.

“El clericalismo tiene que cambiar y hay que frenarlo en muchas cuestiones como parte de un proceso”, señala.

Una violencia que mata

En América Latina uno de los grandes problemas es el femicidio. Según la Cepal, en 10 países de América Latina -de 18 analizados- las tasas de femicidio o feminicidio son iguales o superiores a 1 caso por cada 100.000 mujeres entre 2019 y 2021. Destacan Argentina, Bolivia, Brasil, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Paraguay, República Dominicana y Uruguay entre otros.

Incluso las adolescentes y jóvenes de entre 15 y 29 años componen el tramo etario en que se concentra la mayor proporción de casos de femicidio o feminicidio, de acuerdo con datos de 16 países y territorios de la región. Más de un 4% del total de esos delitos corresponden a niñas menores de 14 años.

La religiosa de la Congregación del Buen Pastor, en Chile, Nelly León Correa, vicaria de pastoral de la diócesis de San Felipe, y capellana de la cárcel femenina de Santiago, reconocida en espacios privados y públicos por su compromiso en favor de las mujeres más vulnerables del país, y que con valentía dijo al Papa Francisco cuando visitó el país que “en Chile se encarcela la pobreza”, cree que “en América Latina el femicidio tiene que ver, en su gran mayoría, con la trata de personas y con el crimen organizado.

“Quizás no existe tanta violencia del hombre directamente hacia la mujer, como es la violencia intrafamiliar que vemos actualmente en Chile. Los femicidios están asociados a esa violencia que existe en la familia, sobre todo entre parejas, que es lo que más comúnmente vemos. Estamos en pleno siglo 21 y a pesar de que hay modificaciones legales, no ha habido grandes cambios, incluso se emplea el mismo marco legal en el dominio del hombre hacia la mujer”.

Con ello, Nelly hace referencia “a un patriarcado que todavía está enquistado en la mente de algunos varones. Hay cierta literatura que habla de esto, y nos dice que la violencia es una, pero tiene distintas formas de manifestarse. Hay violencia psicológica, física, sexual, que incluso llega a la muerte”.

Nelly desde su experiencia en la cárcel afirma con autoridad que muchos femicidios que no se investigan, y cuando lo hacen no se aplica una perspectiva de género. “Se investiga desde un enfoque masculino y muchos delitos los asocian a un homicidio, a un suicidio, cuando efectivamente fue un femicidio”, afirma.

Lamentablemente, continúa, “también se llega al suicidio porque ha habido violencia, y antes de culminar en la muerte hay mucha violencia… pero llega un momento en que la mujer explota definitivamente y termina suicidándose”.

“La violencia contra la mujer existe en todos los estratos sociales. En los sectores más pudientes hay más dinero para investigar y pagar mejores abogados. En cambio, en los estratos más bajos, en general el Estado no ha logrado garantizar una vida libre de violencia a las mujeres y menos a las más pobres y vulnerables, que tienen menos cuidado de su propia vida. Así, nosotros y nosotras terminamos tomando palco frente a eso y acuñamos frases tan dañinas como ‘a ella le gusta que le peguen’, o ‘no me meto porque después igual se arreglan’”.

Por su parte Gloria Helfer Palacios, que es educadora, comunicadora y política peruana, militante del Movimiento de Profesionales Católicos del Perú; congresista constituyente de 1992 a 1995, y congresista de la República durante dos periodos; también ministra de Estado; valora las luchas de los movimientos feministas en América Latina, “porque han logrado colocar en la agenda regional el tema de violencia de género y la conquista de la paridad, en muchos casos reales”.

Hoy, con motivo de un nuevo 8M ─dice la lideresa─ “veo a los movimientos feministas en una batalla extraordinaria para enfrentar al movimiento ultraconservador, que con una fuerza inusitada busca detener los avances, no solo para retroceder lo avanzado, sino que para eliminar lo conquistado. En esta lucha, veo una energía que busca enganchar con el sentido común y popular, que es una de las formas importantes de garantizar la permanencia y continuidad de las cosas que hemos logrado las mujeres”, sostiene.

Desafíos pendientes

Cristina Inogés señala “que la Iglesia tiene un clericalismo todavía muy acentuado y muy enraizado” y, por tanto, hay que asumir que es un proceso que lleva 21 siglos de retraso y que hoy “tiene que transformar también la formación en los seminarios, lo que debe ser tomado realmente en serio porque no basta la presencia de mujeres como docentes, que en algunos casos ya están, sino como formadoras y acompañantes espirituales de los seminaristas”.

Carol Crisosto dice que “hay que abogar siempre por Dios en cuando Padre y Madre o viceversa, y hay llegar a un acuerdo en cómo decirle para todas y todos nos identifiquemos. Debemos ser capaces de cambiar nuestro lenguaje para generar nuevas realidades. Cambiar, por ejemplo, palabras referidas al género en canciones y oraciones para que seamos todas y todos incluidos e incluidas. Falta mucho por hacer, pero las mujeres mantenemos en pie la esperanza contra toda desesperanza por erradicar este clericalismo”, afirma.

Debemos consolidar, también, ese “amor de las mujeres laicas y religiosas a la Iglesia y su presencia mayoritaria y activa en las comunidades eclesiales.  Pero, si bien compartimos vida, fe y servicio con hermanos varones que en los espacios eclesiales son verdaderos compañeros en el camino del discipulado, también experimentamos que la voz de las mujeres en general y de la vida religiosa femenina no suele ser comprendida y sus aportaciones y carismas no siempre son valorados”, comenta Cristina Robaina.

Y en ello está de acuerdo Liliana, quien ve que el logro dado por “la mayor conciencia del compromiso de la mujer dentro de la iglesia y fuera de ella, de su contribución al camino sinodal reiniciado por el Papa y de la importancia de su aporte específico para el logro de este empeño, debe seguir y profundizarse”, concluye.

Por otro lado, la Cepal ha señalado que el denominador común para que las cifras de femicidio sigan en aumento es la falta políticas públicas de género para la prevención y el combate a la violencia hacia las mujeres. Y que a pesar de que la mitad de los países de la región cuentan con ministerios de la Mujer o con leyes que tipifican los femicidios, en general los presupuestos para políticas de género tienden a ser bajos o inestables.

Por eso, para Nelly León, según expresa, siente “que hay una sensación de impunidad en los casos de violencia hacia las mujeres. Es como si la vida de nosotras tuviera menos valor que la vida de los hombres. Se ejerce una violencia lenta e imperceptible muchas veces, pero se da con palabras, en el trato, la mirada, en reacciones despectivas. Dios nos creó con infinito amor y ternura en igualdad de derechos y dignidad. Que esto no se nos olvide porque hemos sido educadas en el machismo y tal educación debe cambiar”, concluye.

Desde Perú, Gloria Helfer añade: en “esa lucha, el feminismo ya no está más solo. Es un contingente muchísimo mayor, que se une a otras formas de exclusión, fuera de la gran exclusión que es la pobreza. Se une a movimientos contra el racismo, a los pueblos originarios en su lucha anticolonial, y a los movimientos ambientalistas. Y esto es muy importante, porque en la medida de que somos más, indudablemente que somos más fuertes”, señala la política peruana católica.

Y agrega una alerta: “hay que poner atención al encuentro entre culturas, con el movimiento indigenista, pero, además, con el feminismo indigenista, porque son maneras de encontrarse entre culturas para descubrir las formas de empoderarse en lo justo, en nuestros derechos”.

La moral sexual en el Camino Sinodal alemán

Encuentro online con el teólogo Marciano Vidal sobre ‘La nueva moral sexual en el Camino Sinodal alemán’

El Camino Sinodal alemán está convencido de que «no será posible reorientar» y revitalizar nuestras comunidades «sin redefinir la enseñanza sexual de la Iglesia en un grado significativo»

En concreto, indica que hay que revisar la enseñanza según la cual las relaciones sexuales «sólo son éticamente legítimas en el contexto de un matrimonio legal, y únicamente con una apertura permanente a la transmisión de la vida»

Berpiztu -Kristau taldea invita a participar en el encuentro online que se va a celebrar el próximo 16 de marzo, a las 6.30 de la tarde (18.30) con el teólogo Marciano Vidal sobre esta y otras propuestas de una nueva moral sexual que se vienen formulando en el Camino Sinodal alemán

Quienes prefieran escuchar la conferencia y/o participar en el diálogo posterior ON LINE pueden hacerlo vía zoom entrando en este enlace

(Berpiztu – Kristau Taldea).- El Camino Sinodal alemán está convencido de que “no será posible reorientar” y revitalizar nuestras comunidades “sin redefinir la enseñanza sexual de la Iglesia en un grado significativo”. Por eso, considera que es una necesidad urgente superar algunas de las restricciones actualmente existentes en la moral sexual católica, habida cuenta de los progresos habidos estos últimos decenios tanto en la investigación sexológica como en la teología moral.

Y, en concreto, indica que hay que revisar la enseñanza según la cual las relaciones sexuales sólo son éticamente legítimas en el contexto de un matrimonio legal, y únicamente con una apertura permanente a la transmisión de la vida”. Tal tesis, sostienen, “ha hecho que se abra una amplia brecha entre el Magisterio y los fieles. Esto amenaza con oscurecer por completo otros acentos importantes de la Buena Nueva de Dios que podrían tener un efecto liberador en la formación de una sexualidad digna”.

El Camino Sinodal alemán presenta diez propuestas de revisión en una de las cuales señala que la moral sexual cae “dentro de la competencia doctrinal del Obispo de Roma”. Por eso, dirige tales propuestas de revisión al Papa como expresión de la responsabilidad que la iglesia alemana comparte “con todos los bautizados y confirmados para el bien de la Iglesia de Cristo”.

Berpiztu -Kristau taldea invita a participar, a quienes lo deseen, en el encuentro online que se va a celebrar el próximo 16 de marzo, a las 6.30 de la tarde (18.30) con el teólogo Marciano Vidal sobre esta y otras propuestas de una nueva moral sexual que se vienen formulando en el Camino Sinodal alemán.

Quienes así lo deseen, pueden seguirlo, de manera PRESENCIAL, en la Parroquia de San Agustín de Erandio, Plaza San Agustín s/n, en la Sala del primer piso.

Quienes prefieran escuchar la conferencia y/o participar en el diálogo posterior ON LINE pueden hacerlo vía zoom entrando en este enlace.

10 años -los primeros- del papa Francisco

por José Francisco Gómez Hinojosa

Mañana se cumplen 10 años de que el cardenal argentino, Jorge Bergoglio, fuera elegido como el 266º Papa de la Iglesia Católica. Van las que, en mi opinión, son las características más elocuentes de su gestión, también 10.

1) Las formas. Desde que pagó su cuenta en la Casa del Clero, en Via della Scrofa, por su hospedaje durante el cónclave que lo eligió, mostró que no quería privilegios por su posición, y dio claras señales de una humildad que lo ha acompañado en esta década.

2) La misericordia. Apenas iniciando su pontificado, del 8 de diciembre del 2015, al 20 de noviembre del 2016, proclamó el Jubileo de la Misericordia, llamado coloquialmente el Año de la Misericordia. Esta palabra ha marcado el recorrido papal en estos dos lustros.

3) Marxista-Hereje. Las críticas que ha hecho al neoliberalismo, sobre todo en la encíclica ‘Fratelli Tutti’ (números 163-169), le granjearon el mote de comunista. No condenar a los homosexuales y divorciados vueltos a casar, y limitar las misas tradicionales le han ganado el que sea considerado hereje.

4) Alegría. Pese a tener fama de ser muy adusto en Buenos Aires, desde que llegó al Vaticano se ha caracterizado por sonreír e invitarnos a la alegría. No en balde dos de sus principales documentos, la ‘Evangelii Gaudium’ y la ‘Amoris Laetitia’ la invocan en sus mismos títulos.

5) Naturaleza. La invitación a cuidar la naturaleza, otra de sus preocupaciones constantes, quedó plasmada en la ‘Laudato Si’. En el texto dejó constancia de su cercanía con Francisco de Asís, de quien tomó el nombre para ser llamado de esa manera ya como Papa.                              6) Periferias. Cuando pidió una Iglesia en salida, se pensó que ésta era sólo física, y que implicaba acudir a las periferias territoriales. Sin embargo, dejó claro que también hay que dirigirse con el mismo empeño a las existenciales -alejados, minorías, migrantes, vulnerables, etc.-.

7) Pobres. Ha insistido en que le gustaría una Iglesia pobre para los pobres, recuperando así la opción por ellos, de gran arraigo en América Latina, y que él mismo impulsó en la redacción del documento final de la Conferencia Episcopal Latinoamericana de Aparecida, Brasil.

8) Pastores con olor a oveja. En su primer Semana Santa como Papa, al presidir la Misa Crismal, nos recordó a los curas que la unción recibida en la ordenación no significa adquirir un perfume que nos separa de los fieles, sino que nos acerca a ellos: hay que oler a oveja, remató

9) Inclusión. Y su deseo de atraer a los alejados, de incluir a quienes se sienten fuera de la Iglesia, ha permeado también todo su ministerio. Más aún, llegó a afirmar que la inclusión, sobre todo de personas con discapacidades, determina el grado de civilización de una nación.

10) Sinodalidad. Quizá sea la palabra que mejor distingue a estos 10 años. Y no sólo por el sínodo que lleva su nombre, sino por la permanente indicación papal a escuchar, a tomar decisiones colegiadas, a no imponer las propias ideas en base a autoritarismos.

Pro-vocación

El pasado 8 de marzo, durante la marcha por el Día Internacional de la Mujer, algunas jovencitas pintarrajearon las paredes de la Catedral de Monterrey, México. Muchas personas se indignaron por tal manifestación de violencia. Sostienen que, con esas actitudes, los movimientos feministas se alejan de la ciudadanía, en vez de granjearse simpatías. De acuerdo. Sin embargo, a la mañana siguiente se borraron las consignas, se limpiaron los espacios y se volvieron a pintar. ¿Algún día se repararán los agravios que las mujeres sufren cotidianamente? Ojalá y fuera como repintar una barda.