¿El fin del mundo?

Leonardo Boff: «¿Hay maneras de evitar el fin del mundo?»

Fin del mundo
Fin del mundo

«Hemos construido el principio de autodestrucción con armas nucleares, químicas y biológicas que, activadas, pueden eliminar la vida visible sobre la Tierra»

«¿Nos habrá llegado el turno de ser eliminados de la faz de la Tierra, ya sea por nuestra irresponsabilidad o porque ocupamos casi todo el espacio terrestre de forma no amigable sino agresiva?»

«La humanidad ha pasado por varias crisis de gran magnitud y siempre consiguió salir y de forma mejor. ¿Por qué ahora sería diferente?»

«En el mundo están actuando por todas partes los nuevos Noés, construyendo sus arcas salvadoras»

Por Leonardo Boff

En todas las épocas, desde las más antiguas, como por ejemplo cuando se inventó el fuego, han surgido imágenes del fin del mundo. De pronto el fuego podría quemar todo. Pero los seres humanos consiguieron domesticar los peligros y evitar o postergar el fin del mundo. En la actualidad no es diferente. Pero nuestra situación tiene una singularidad: de hecho, no imaginariamente, podemos efectivamente destruir toda la vida visible, tal como la conocemos. Hemos construido el principio de autodestrucción con armas nucleares, químicas y biológicas que, activadas, pueden eliminar la vida visible sobre la Tierra, salvaguardados los microorganismos que por quintillones de quintillones se ocultan debajo del suelo.

¿Ante este eventual Armagedón ecológico qué podemos hacer? Sabemos que cada año millares de especies de seres vivos, llegados a su clímax, desaparecen para siempre, después de haber vivido millones y millones de años en este planeta. La desaparición de muchos de ellos está causada por los comportamientos voraces de una porción de la humanidad que vive un super-consumismo y se encoge de hombros ante los eventuales desastres ecológicos.

Fin del mundo

¿Nos habrá llegado el turno de ser eliminados de la faz de la Tierra, ya sea por nuestra irresponsabilidad o porque ocupamos casi todo el espacio terrestre de forma no amigable sino agresiva? ¿No habríamos creado de esta forma las condiciones de no retorno y de ahí nuestra desaparición?

Todo el planeta, afirman algunos microbiólogos (Lynn Margulis/Dorion Sagan), sería una especie de “cápsula de Petri”: son dos placas que contienen bacterias y nutrientes. Al percibir el agotamiento de estos, ellas se multiplican furiosamente y, de repente, mueren todas. ¿No sería la Tierra una cápsula de Petri y nuestro destino semejante al de estas bacterias?

En efecto, los humanos ocupamos el 83% del planeta, agotamos casi todos los nutrientes no renovables (the Earth Overshoot), la población ha crecido en el último siglo y medio de forma exponencial y así entraríamos en la lógica de las bacterias de la “cápsula de Petri”. ¿Iríamos fatalmente al encuentro de un fin semejante?

Como somos portadores de inteligencia y de medios técnicos además de valores ligados al cuidado de la vida y de su preservación, ¿no tendríamos condiciones de “retrasar el fin del mundo” (en la expresión del líder indígena Ailton Krenak) o de “escapar del fin del mundo,” expresión usada por mi? No olvidemos la seria advertencia del Papa Francisco en su encíclica Fratelli tutti (2021): “estamos todos en el mismo barco: o nos salvamos todos o no se salva nadie” (n.32). Tenemos que cambiar, en caso contrario vamos al encuentro de un desastre ecológico-social sin precedentes.

Casa común

 Agrego algunas reflexiones que apuntan hacia una posible salvaguarda de nuestro destino, de la vida y de nuestra civilización. Nos parece esperanzadora esta reciente afirmación de Edgar Morin:

“La historia ha mostrado varias veces que el surgimiento de lo inesperado y la aparición de lo improbable son plausibles y pueden cambiar el rumbo de los acontecimientos”. Creemos que ambos –lo inesperado y lo plausible– son posibles. La humanidad ha pasado por varias crisis de gran magnitud y siempre consiguió salir y de forma mejor. ¿Por qué ahora sería diferente?

Además existe en nosotros aquello que fue recogido por el Papa en la referida encíclica: “os invito a la esperanza que nos habla de una realidad enraizada en lo profundo del ser humano, independientemente de las circunstancias concretas y de los condicionamientos históricos en que vive” (n.55). Ese principio esperanza (Ernst Bloch) es fuente de innovaciones, nuevas utopías y prácticas salvadoras. 

El ser humano se mueve por la esperanza y se presenta como un ser utópico, es decir, como un proyecto infinito. Siempre podrá escoger un camino de salvación, pues el deseo de más y mejor vida prevalece sobre el deseo de muerte.

Generalmente, lo nuevo posee la naturaleza de una semilla: comienza en pequeños grupos, pero carga la vitalidad y el futuro de toda semilla. De ella brota lentamente lo nuevo hasta ganar sostenibilidad e inaugurar una nueva etapa del experimento humano.

En el mundo están actuando por todas partes los nuevos Noés, construyendo sus arcas salvadoras, o sea, ensayando una nueva economía ecológica, la producción orgánica, formas solidarias de producción y de consumo y un nuevo tipo de democracia popular, participativa y ecológico-social. 

Son semillas, portadoras de un futuro de esperanza. Ellas podrán garantizar una forma nueva de habitar la Casa Común, cuidando de ella, con todos los ecosistemas incluidos, viviendo, quien sabe, el sueño andino del bien vivir y convivir o la biocivilización del Papa Francisco.

*Leonardo Boff es ecoteólogo, filósofo y escritor y ha escrito Cuidar la Tierra-proteger la vida: cómo escapar del fin del mundo, Record, Rio 2010.

La fraternidad

HABITAR LA TIERRA: ¿CUÁL ES EL CAMINO PARA LA FRATERNIDAD UNIVERSAL?

col boff

Estamos ante una triste constatación: el tipo de mundo en el que vivimos es todo menos fraternal. Lo que predomina es el poder, que desde el inicio establece una división entre quien tiene poder y quien no tiene poder. Se trata del poder-dominación, político, económico, ideológico, mediático, también familiar, y otros. De esta división nacen toda suerte de desigualdades: unos imponiéndose a los demás, la mayoría situada en el piso de abajo y unos pocos en el piso de arriba.

La desigualdad significa injusticia social, que éticamente es inaceptable. Para las personas de fe, la injusticia social es un pecado contra el Creador porque le ofende a Él y a sus hijos e hijas. Por lo tanto, estamos en una situación que no nos agrada a nosotros y tampoco agrada a Dios.

Es intensa la búsqueda humana de una sociedad libre, igualitaria, justa y fraterna. En nombre de ella se hicieron las grandes revoluciones, siempre derrotadas, pero nunca vencidas definitivamente, pues el anhelo humano de libertad, igualdad y fraternidad es imperecedero. Siempre habrá personas y movimientos sociales que mantendrán vivo ese sueño y tratarán de concretarlo en la historia.

Son muchos los motivos que fundan la fraternidad. En primer lugar, todos somos portadores de la misma humanidad, poco importa el origen, el color de la piel, la religión y la visión de mundo que tengamos. Todos tenemos el mismo código genético de base, presente en todos los seres vivos: los veinte aminoácidos y las cuatro bases nitrogenadas. Dicho en lenguaje pedestre: estamos construidos de 20 ladrillos diferentes y cuatro tipos de cemento. Los ladrillos combinados y amalgamados con los varios tipos de cemento producen la biodiversidad. Lo cual quiere decir que existe un lazo de fraternidad real entre todos los seres vivos y especialmente entre los humanos. La fraternidad es universal, incluida la naturaleza.

Otra razón de la fraternidad es el hecho de que todos los seres, también los humanos, tenemos algo en común: venimos del barro de la Tierra. Homo, ser humano, procede de humus, tierra buena y fértil. De la misma forma, nuestro antepasado bíblico Adán, se deriva de adamah, que quiere decir: tierra arable y fecunda. De ese barro el Creador nos sacó y moldeó como sus criaturas, todos hermanados entre sí.

Estas raíces comunes nos invitan a vivir en fraternidad universal e ilimitada. Este fue el sueño de Jesús, que advirtió que nadie sea llamado maestro porque todos somos hermanos y hermanas. La fraternidad sin fronteras fue la búsqueda ardiente de San Francisco de Asís, que llamaba a todos los seres de la naturaleza con el dulce nombre de hermanos y hermanas. Fue a conversar con el sultán musulmán en Egipto porque quería una fraternidad universal que implicaba incluir a cristianos y no cristianos. Es el gran sueño de Francisco de Roma, el Papa actual, que ha escrito una valiente encíclica Fratelli tutti, “todos hermanos y hermanas”, como respuesta a un mundo globalizado que crea socios, pero no hermanos y hermanas, que nos hace virtualmente próximos, pero realmente distantes por causa de la riqueza de algunos a costa de la pobreza de muchos.

Dentro del mundo actual, fundado en el poder-dominación sobre personas, sobre pueblos y sobre la naturaleza, la fraternidad  universal no tiene condiciones para realizarse. Sin embargo, si bien no parece viable, ella puede ser una actitud permanente, un modo de ser, un espíritu que impregne todas las relaciones entre las personas, y también las institucionales, de participación igualitaria y cooperativa. Todo eso a condición de renunciar al poder-dominación y de tener humildad, no como una virtud ascética, sino como un mojar nuestras raíces en el mismo humus de donde la naturaleza y nosotros aseguramos nuestra existencia, viendo en cada ser y en cada persona, un hermano y una hermana, con el mismo origen y el mismo destino. Entre hermanos y hermanas hay amor, cuidado y un sentimiento profundo de pertenencia.

Ante las graves amenazas que pesan sobre la Madre Tierra superexplotada y la ruptura del tejido social de las naciones, la fraternidad sin fronteras, como un nuevo tipo de presencia en el mundo, nos podrá salvar. Este libro ‘Habitar la Tierra: cuál es el camino para la fraternidad universal’ quiere traer a debate la urgencia del amor social y de la fraternidad universal, por lo menos como un modo de ser tierno y despojado de la voluntad de poder-dominación, creando un lazo de afecto y de cuidado entre todos los seres del mundo natural y del mundo humano.

Estamos perdiendo la Tierra

Cambio climático, deshielo, megaincendios en Siberia y temperaturas de récord: las consecuencias de la crisis climática ya están aquí

El verano de 2020 ha estado marcado por la pandemia, pero también por el deshielo de los glaciares de Groenlandia, que han alcanzado el punto de no retorno, y por los incendios forestales en la región ártica.

alejandro tena

Los síntomas son cada vez más evidentes. Estamos perdiendo la Tierra. Las consecuencias del calentamiento del planeta se tornan irrebatibles. Las advertencias científicas del pasado se consolidan con los hechos del presente, los ecosistemas se retuercen y la inacción aleja a la humanidad de un escenario optimista. Este verano que se cierra pasará a la historia por la trágica pandemia, pero también por el calor global, el deshielo, los incendios y los huracanes. Y es que los meses de julio y agosto de 2020 han arrojado demasiadas certezas sobre la crisis climática.

El nivel que marca el mercurio del termómetro revela que el calor estival ha estado significativamente por encima de la media. Tanto es así, que el Servicio Europeo de Cambio Climático Copernicus ha registrado un mes de agosto mucho más cálido de lo normal, con unas temperaturas 0,44 grados por encima del promedio que lo convierten en el cuarto más caluroso desde que hay registros. Lejos de ser un dato anecdótico, se trata de una cifra que se inscribe dentro de una tendencia climática preocupante con temperaturas al alza. El mes de agosto, desde 2015 a 2020 ha sido más tórrido a nivel mundial que cualquier agosto anterior a esos seis años.

De esta forma se han llegado a registrar temperaturas inauditas de 55 grados en el Valle de la Muerte de California. Siberia, por su parte, ha confirmado que el calentamiento global está siendo más severo en la zona ártica del planeta, tal y como explica a Público la física y meteoróloga de Eltiempo.es Irene Santa . «Se han llegado a registrar 38 grados en esta región, cuando lo normal para esa etapa del año estaría en los 20 grados. Hablamos de una anomalía de 18 grados», expone.  «Ya sabíamos que el planeta se está calentando, pero esto corrobora que en el Ártico es el doble. Y no sólo en verano, las temperaturas medias de enero-mayo en la zona del centro y norte de Siberia han sido este año 8 grados por encima de lo normal».

Los termómetros no engañan y las consecuencias de este calor que lleva prolongándose durante los últimos años está dejando consecuencias directas en los ecosistemas. Uno de ellos es el deshielo de los casquetes polares. En ese sentido, este verano pasará a la historia después de que los glaciares de Groenlandia, la segunda masa de hielo más grande del mundo, se hayan reducido hasta alcanzar un punto de no retorno, tal y como informó la revista Nature. «El hielo que se descarga en el océano supera con creces la nieve que se acumula en la superficie de la capa de hielo», explicaban los autores de la investigación, que demuestra que la superficie helada sólo aumentaría su masa de hielo uno de cada cien años.

Las consecuencias de la constante subida de temperaturas también se han visto evidenciadas en el hielo del mar de Bering, donde los datos de satélite recogidos en una publicación de la revista Science Advance revelan que la capa gélida ha caído ya a un mínimo histórico. Algo similar ocurre con el glaciar Reina de los Dolomitas que ha perdido ya más del 80% de su volumen y, según una información de The Guardian, podría desaparecer dentro de 15 años si la tendencia de temperaturas elevadas continúa. Y es que el calor –no sólo del verano 2020, sino de los últimos años– ha propiciado que los lagos que se nutren del agua de los glaciares aumenten su tamaño un 50% por causa del deshielo.                                                                                                                                           La disminución gradual del hielo viene a confirmar las advertencias de los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU a cerca de la subida del nivel del mar. En su último informe, publicado hace tan sólo un año, ya informaban de que el deshielo se había acelerado a unos ritmos hasta 2,5 veces superiores a la media del siglo anterior, lo que propiciará que, en el mejor de los casos, los

Arde Siberia

Los termómetros con cifras elevadas en Siberia han dejado un ecosistema mucho más seco de lo habitual, lo que ha permitido que esta región se convierta en un escenario idóneo para que el fuego se desate. Tanto es así, que esta zona de Rusia ha registrado uno de los mayores megaincendios del verano, con más de 300 focos activos y cerca de 9,26 millones de hectáreas calcinadas, más de la superficie que Portugal ocupa en el mapa, según las estimaciones de Greenpeace.                                                                                                                            El fuego en estas zonas del planeta tiene unas consecuencias más problemáticas que en cualquier otro lugar. Por un lado, el incendio quema la turba, un componente vegetal pastoso cuya mecha libera una gran cantidad de CO2 a la atmósfera. Y, por otra parte, el calor de las llamas contribuye a que se derrita el permafrost –la capa de suelo que permanece congelada– y se libere el metano que durante miles de años ha permanecido almacenado bajo tierra. De esta forma, los incendios pasan a ser al mismo tiempo una consecuencia y una causa de la crisis climática, puesto que contribuyen a la emisión de toneladas de elementos contaminantes que aceleran el calentamiento del planeta.                                                                                                                                    Además del atípico megaincendio siberiano, el verano de 2020 deja otros focos importantes como el actual fuego de California –el segundo más grande de la historia del Estado norteamericano–, o los incendios de la Amazonía, que van camino de ser los peores registrados en un mes de agosto desde hace diez años, según los expertos del Instituto Nacional de Investigación Espacial del Brasil.

La crisis climática es capaz de desencadenar al mismo tiempo fenómenos opuestos. Así, mientras California y Siberia ardían, el litoral atlántico se veía azotado por una temporada de huracanes cuya llegada se adelantó a julio, cuando el temporal Isaías ponía en jaque a la República Dominicana y dejaba seis muertes en Estados Unidos. La causa de que esta zona del Atlántico haya estado marcada por grandes tormentas durante el mes de agosto tiene que ver con el incremento de la temperatura del mar, que favorece el desarrollo de este tipo de fenómenos. De esta forma, las repercusiones de la crisis climática parecen ir más allá del calor y van encaminadas a hacer del planeta un lugar incomodo, donde las inundaciones, las lluvias torrenciales y los incendios son cada vez más comunes.

 

La Buena Noticia del Dgo. 27º-A

Los viñadores ingratos

4.2.7

Mt 21, 33-43

Los frutos que Dios espera de nosotros

Esta parábola está tomada del canto de la viña de Isaías que hemos leído en la 1ª lectura. La viña del Señor es «la Casa de Israel», el pueblo querido por Dios, que a la hora de recoger los frutos, éstos han sido amargos.

Este sistema socio-económico neoliberal está llevando a la humanidad a situaciones de extrema pobreza y de miseria.

¿Estos son los frutos que Dios espera de su viña? ¿Damos los frutos que Dios quiere que demos?

Testigos de la Palabra

Oración por nuestra Tierra en el día de San Francisco de Asís

Dios omnipotente que estás presente en todo el universo                                               y en la más pequeña de tus criaturas.                                                                                Tú que rodeas con tu ternura todo lo que existe.                                                  Derrama en nosotros la fuerza de tu amor                                                                    para que cuidemos la vida y la belleza.                                                                   Inúndanos de paz, para que vivamos como hermanos y hermanas                             sin dañar a nadie.                                                                                                                Dios de los pobres, ayúdanos a rescatar                                                                                a los abandonados  y olvidados de esta tierra                                                                que tanto valen para tus ojos.                                                                                         Sana nuestras vidas, para que seamos protectores del mundo                                       y no depredadores,                                                                                                               para que sembremos hermosura                                                                                             y no contaminación y destrucción.                                                                                Toca los corazones de los que buscan solo beneficios                                                        a costa de los pobres y de la tierra.                                                                      Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa,                                                                      a contemplar admirados,                                                                                                         a reconocer que estamos profundamente unidos                                                          con todas las criaturas en nuestro camino hacia la luz infinita.                              Gracias, porque estás con nosotros todos los días.                                                    Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha por la justicia, el amor y la paz.

Cuidado de la Madre Tierra (7)

¿Qué puedes hacer tú para luchar contra la crisis climática?

Antonio Ruiz de Elvira Serra

Para la semana del 20 al 27 de septiembre se plantean acciones por todo el mundo para instar a particulares y administraciones a tomar medidas contra la crisis climática. ¿Cuáles son los efectos que exigen que la humanidad tome medidas para frenarlo?

Entre 11 000 y 5 000 años antes del presente, el Sáhara era un vergel. Un pequeño cambio en la inclinación del eje de giro de la Tierra lo convirtió en el mayor desierto que hoy tiene nuestro planeta.

En España hoy llueve poco. Esto parece un tanto irónico teniendo en cuenta las inundaciones de las pasadas semanas, pero aunque la media de precipitación en la España por debajo de la latitud de León no es muy diferente de la de Francia, llueve de manera concentrada durante muy pocos días. Luego hay sequías muy largas.

La lluvia intensa no llena pantanos, ni recarga acuíferos, ni moja las raíces de las plantas. Lo que hace es arrastrar el suelo fértil hacia las ramblas y, al final, hacia el mar. Tenemos una media razonable de lluvia, pero una dispersión insostenible.

Mientras que la productividad del trigo es de 9 000 kg por hectárea en Bélgica, no llega a 2 800 kg/ha en nuestro país. No hay agua suficiente en el suelo. La productividad de vegetales y frutales en Murcia es muy alta, pero los embalses de la cabecera del Trasvase están siempre a un tercio de su capacidad. El acuífero del Júcar está cada año más profundo.

En España no podríamos aunque quisiésemos, que no queremos, montar más centrales nucleares: no tenemos agua suficiente para refrigerarlas.

El clima no existe, es un invento humano. Es la estadística del tiempo atmosférico. Cómo estadística de fenómenos sometidos a interacciones no lineales, varía constantemente. Cuando hablamos de crisis climática elegimos un marcador para seguir la evolución de esta estadística: la temperatura media anual global. Esta se calcula a partir de la media en un año y tiene en cuenta las temperaturas registradas, o deducidas de registros diversos, de todo el globo.

El cambio de temperaturas actual es global, es decir, ocurre por igual en todo el planeta, desde hace 150 años. Coincide con la quema masiva del carbono de los combustibles fósiles y la emisión masiva de CO₂, tan rápida que los océanos no alcanzan a absorber más que la mitad de esa emisión.

No hay duda científica de que la subida de la temperatura media global desde hace 150 años está causada por la quema acelerada de combustibles fósiles. No voy a hablar más de ello: aquí quiero analizar los efectos de esa subida de temperatura.

Cómo nace un desierto

El tiempo atmosférico sobre cada punto del planeta depende de la cantidad de radiación que cae desde el Sol sobre ese punto en cada día del año, y de los vientos que circulan sobre él.

La radiación depende de la latitud del lugar. Los vientos, que son masas de aire en movimiento y arrastran energía en forma de calor y humedad en forma de vapor de agua, dependen de diferencias de temperatura y de la estructura vertical de la atmósfera sobre esos puntos.

¿Por qué todos los desiertos de la Tierra están, en esta etapa geológica, entre las latitudes 15 ⁰N y 30 ⁰N, 15 ⁰S y 30 ⁰S?

La radiación del Sol calienta mucho más la superficie de la Tierra entre ambos trópicos, 23 ⁰N y 23 ⁰S que en los Polos. La superficie caliente del mar genera convección de aire con vapor de agua. Este aire asciende hasta la troposfera, unos 16 km. Allí ya no puede seguir subiendo, y como tiene aire ascendente a su izquierda y derecha, el único camino que le queda es hacia los Polos.

Pero la Tierra gira más deprisa (en velocidad lineal) en el Ecuador que a los 23 ⁰N y 23 ⁰S. Se genera una aceleración, denominada de Coriolis, y el aire se desplaza hacia el este por la parte alta de la atmósfera. Al subir, el aire se ha enfriado y descargado el vapor en forma de agua (los bosques tropicales).

El aire frío es más denso que el caliente. Baja y vuelve a girar, esta vez hacia el oeste. El aire al bajar se calienta y no descarga el poco vapor que aún contiene.

Se generan los desiertos.

Más al norte no hay, en superficie, ninguna fuerza dominante. Debido a la combinación de la diferencia de temperaturas entre el ecuador y el Polo Norte, y a la aceleración de Coriolis, el aire aumenta su velocidad en la dirección oeste-este, según sube en altura, formando el chorro polar. Este arrastra el aire en superficie, con grandes torbellinos y turbulencias.

La posición del chorro, en latitud, corresponde al punto de máximo gradiente de temperaturas.

Al aumentar la temperatura media del planeta aumenta, mucho más, la del Polo Norte. En los trópicos más energía solo supone más evaporación, no una subida de la temperatura.

Al aumentar la temperatura del Polo Norte, el punto de máximo gradiente se desplaza hacia el norte, y el gradiente disminuye en intensidad. El río de aire deja de bajar con fuerza por la ladera y se mueve con meandros por la llanura.

¿Y qué pasa en España?

Hace unos 50 años, y antes, en otoño y en primavera el chorro arrastraba masas de aire con vapor de agua procedentes del Atlántico tropical y central hacia España. Ahora el chorro circula más al norte, y solo arrastra vapor cuando uno de sus grandes meandros entra en España.

La temperatura del Polo Norte seguirá aumentando, pues cada vez absorbe más energía al disminuir su capa de hielo que antes la reflejaba. El gradiente de temperaturas continuará disminuyendo y el chorro se desplazará aún más al norte y se debilitará.

En España ya tenemos problemas. Si no detenemos la crisis climática, en vez de 6 meses de sequía, nos acercaremos a 8 o incluso 10, con inundaciones puntuales cada vez más intensas.

Si se secan los acuíferos es imposible regar, incluso en las vegas. Un tercio de nuestra economía desaparece. Este efecto es desesperante.

El colapso del Imperio Romano se debió a muchas causas. Pero destacan dos: la peste del fin del reinado de Marco Aureli, y la paulatina desertización de uno de los graneros de Roma, el norte de África.

Al aumentar la temperatura se dilata el agua de los océanos. Los glaciares de Groenlandia y del oeste de la Antártida resbalan hacia el mar. Las costas mediterráneas tardarán más en experimentar la subida del nivel del mar, pero terminarán haciéndolo. Parte de Cádiz, Algeciras, Málaga, Almería, Valencia, Sagunto, Tarragona y Barcelona quedarán inundadas permanentemente. Se destrozarán inversiones milmillonarias.

Estos son dos de los efectos más inmediatos y evidentes. El resto son sutiles, pero reales: al cambiar las condiciones cambian las economías y el nivel de vida.

Es hora de actuar

Cada uno de nosotros podemos actuar de manera muy importante contra la crisis climática, en nuestro propio beneficio. Debemos poner celdas solares en todos los lugares donde podamos hacerlo. Esto nos ahorrará dinero a lo largo de 20 años, pero exige una inversión hoy. Si consideramos que es un gasto excesivo dependiendo de la situación de cada persona, podemos actuar de otras maneras más baratas:

Podemos ir sustituyendo los vidrios de nuestras ventanas por vidrios dobles, aunque sea de uno en uno.

Podemos poner planchas de yeso prefabricado que llevan aislantes térmicos, son muy baratas y basta con atornillarlas a las paredes interiores que den al exterior de las viviendas.

En las viviendas colectivas, con frecuencia, la calefacción tiene la misma intensidad en los pisos bajos y en los altos, de manera que arriba hace un calor excesivo. Se pueden instalar reguladores de temperatura, que son realmente muy baratos.

Podemos renunciar a los coches dentro de las ciudades y movernos con coches eléctricos compartidos, mientras los transportes públicos no se hagan tan deseables que los elija todo el mundo.

Podemos cooperar en plantar árboles, o conseguir que se planten. El vapor de agua que emiten las hojas supone la diferencia entre lluvia suave, o sequía e inundaciones.

Podemos exigir que aumente la parte de madera en las construcciones que compremos, reduciendo en lo posible el uso del cemento.

Podemos tratar de aumentar el consumo de productos ecológicos, fertilizados con abono natural, pues las fábricas de nitratos suponen unas emisiones de CO₂ considerables.

Todo esto no empeora nuestra vida. De hecho, la mejora. Utilizar coches compartidos hace desaparecer el agobio de aparcar en las ciudades. Viviendas bien aisladas con calefacciones más flojas son muchísimo más agradables y demandan mucho menos aire acondicionado en verano.

Acciones que cada uno de nosotros puede hacer, con poco dinero inicial, y que suponen un ahorro notable a lo largo de los años.

La importancia de la presión ciudadana

Las movilizaciones de esta semana también deben llevar a que los ciudadanos apoyen solo a aquellos gestores sociales que hayan demostrado que son capaces de tomar medidas eficaces contra la crisis climática. Que hayan instalado puntos de recarga eléctrica en las aceras de todas las ciudades que gestionan, que hayan apoyado y conseguido que los hogares instalen energía fotovoltaica en sus tejados y fachadas, que hayan impulsado la conversión de edificios en edificios de consumo casi nulo.

Y digo “hayan demostrado”, porque prometer es gratis.

Recuerden que van a poder premiar a estos gestores sociales que se postulan para gestionar la sociedad durante los próximos cuatro años.

Solo la presión ciudadana es capaz de conseguir cambiar el esquema energético frente a las grandes empresas que favorecen la quema de carbono.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation

 

Súmate al Tiempo de la Creación

Súmate al Tiempo de la Creación: una oración global por la casa común

Esta celebración anual de oración y acción por nuestra casa común comienza el 1 de septiembre y concluye el 4 de octubre

En menos de una semana, los 2.400 millones de cristianos del mundo nos reuniremos como una familia global y empezaremos la celebración del Tiempo de la Creación

Los 2.400 millones de cristianos del mundo nos reuniremos como una familia global y empezaremos la celebración del Tiempo de la Creación.

Esta celebración anual de oración y acción por nuestra casa común comienza el 1 de septiembre y concluye el 4 de octubre.

Miles de cristianos de todos los continentes ya han registrado su interés y sus eventos para esta celebración de un mes de duración, ayudando a inspirar a innumerables cristianos a actuar por nuestra casa común.

Al registrar tu interés y/o tu evento para el Tiempo de la Creación ayudas a todos de dos maneras cruciales.

1.- Difundes las buenas noticias.

Como cristianos, estamos llamados a difundir los mensajes vivificantes del cuidado de la creación. Estamos llamados a atraer a los demás y ayudarles a experimentar el regalo que es la Tierra de Dios.

Al registrar tu evento en el sitio web del Tiempo de la Creación, informas a otras personas, cercanas y lejanas, sobre tu evento.

La gente de tu zona puede enterarse de tu evento y hacer planes para apoyarlo y apoyar a tu organización. Si no pueden asistir al evento, podrían ofrecerse como voluntarios.

Las personas que viven lejos también pueden sacar inspiración de la idea de tu evento y hacer planes similares en su área. O, si estás organizando un evento en línea, como un seminario web, personas de todo el mundo pueden asistir y actuar gracias a tu trabajo.

Cuando registras tu interés individual en el Tiempo de la Creación, estás anunciando al mundo que este es el momento de unirnos por un futuro mejor.

Puedes compartir tu acción esperanzadora en las redes sociales e inspirar aún más a tus amigos y familiares para que te acompañen en este viaje.

2.- Generas dinamismo y visibilizas este movimiento que está en expansión.

En todas partes, el movimiento para cuidar la creación está creciendo.

En mayo, 42 instituciones religiosas de 14 países anunciaron la desinversión de combustibles fósiles. Fue el mayor anuncio conjunto por parte de instituciones religiosas que se haya hecho jamás .

En este Tiempo de la Creación, serán muchas más las personas e instituciones que decidan hacer lo correcto y cuidar de la creación.

En el sitio web del Tiempo de la Creación, los visitantes verán todas las actividades cristianas juntas y podrán experimentar visualmente la amplitud de esta celebración anual llena del Espíritu.

Miles de eventos y miles de personas, uniéndose como una familia cristiana para amar la creación de Dios. Imagina lo inspirador que será para los que se incorporen por primera vez.

¡El #TiempoDeLaCreación iniciará pronto y queremos invitarte a preparar tu corazón y espíritu para esta gran celebración ecuménica! Únete en oración en este Jubileo por la Tierra y comparte esta oración para reconectarte con la creación https://t.co/WDvd2D0AyY

— Movimiento Católico Mundial por el Clima (@MCMC_es) August 14, 2020

Cuando los cristianos nos unimos para hacer el bien, iluminamos el camino para todas nuestras hermanas y hermanos de todo el mundo.

Nuestro compromiso con la creación les anima a unirse a nosotros para actuar.

En este Tiempo de la Creación, en medio de las crisis que han sacudido nuestro mundo, hemos despertado a la urgente necesidad de sanar nuestras relaciones con la creación y entre nosotros.

Juntos, nos uniremos en solidaridad y mostraremos al mundo formas radicalmente nuevas de vivir con la creación.

A partir del 1 de septiembre, entraremos en un período de restauración y esperanza que ayudará a los cristianos de todo el mundo a cuidar la creación. Únete a nosotros: Regístrate para el Tiempo de la Creación..

The Ecumenical Steering Committee announces the theme for #SeasonOfCreation! The theme arises from an urgent need for a period of restoration and hope, a Jubilee for the Earth, which requires radically new ways of living with creation. Learn more on bit.ly/CelebrationSOC

 

 

Día mundial de la Madre Tierra

En el Día de la Tierra, Francisco denuncia que «la hemos dañado y saqueado» El Papa pide «crear un movimiento de base desde abajo hacia arriba» para conseguir la «conversión ecológica»

Día mundial de la Tierra

«Creados a imagen y semejanza de Dios, estamos llamados a cuidar y respetar todas sus criaturas, pero con especial amor y compasión a nuestros hermanos, sobre todo a los más débiles»

«La presente pandemia nos está enseñando que sólo si estamos unidos y haciéndonos cargo los unos de los otros, podremos superar los actuales desafíos globales y cumplir la voluntad de Dios, que quiere que todos sus hijos vivan en comunión y prosperidad»

«Hemos fallado en la protección de la tierra, nuestra casa jardín, y en la protección de nuestros hermanos. Hemos pecado contra la tierra, contra nuestro prójimo y, en última instancia, contra el Creador, el Padre bueno»

«La profecía de la contemplación es algo que aprendemos especialmente de los pueblos originarios, que nos enseñan que no podemos cuidar la tierra a menos que la amemos y respetemos»

22.04.2020 José Manuel Vidal

En el Día de la Tierra, el Papa Francisco urge a las autoridades mundiales a tomarse en serio, de una vez por todas, el cuidado de la casa común, y pide a la gente que «cree un movimiento de base desde abajo hacia arriba», para promover la «conversión ecológica». Porque, dado que «hemos dañado y saqueado la tierra», sólo juntos y todos a una, como nos enseña la actual pandemia, podemos «superar los actuales desafíos globales» y conquistar «el sagrado respeto por la tierra», como nos enseñan los pueblos originarios.

Lectura del libro del Génesis: “El Señor Dios plantó un jardín en el Edén, a Oriente…y plantó el árbol de la vida y del conocimiento del bien y del mal en medio del jardín…Y colocó allí al hombre en medio del jardín, para que lo cultivase

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