¿Hacia dónde estamos yendo?: Guerra nuclear y cambio climático

Lucha contra el maltrato a la Tierra

«Hay una convergencia de innumerables crisis que están afligiendo a toda la humanidad. Sin necesidad de citarlas todas, voy a restringirme a dos, extremadamente peligrosas, incluso letales»

«Una guerra nuclear entre las potencias militaristas, disputándose la hegemonía en la dirección del mundo. La otra es el cambio climático creciente que no sabemos en cuántos grados Celsius se va a estabilizar»

«Si miramos las maldades del mundo tenemos que dar la razón a José Saramago, que decía: ‘No soy pesimista; la situación es la que es pésima'»…

«¿Hay una salida para este acúmulo de crisis, a dos de las cuales nos hemos restringido?»

Por Leonardo Boff

Hay una convergenciade innumerables crisis que están afligiendo a toda la humanidad. Sin necesidad de citarlas todas, voy a restringirme a dos, extremadamente peligrosas, incluso letales: una guerra nuclear entre las potencias militaristas, disputándose la hegemonía en la dirección del mundo. Como nunca hay total seguridad, ahí funcionaría la fórmula 1+1=0, o sea, se llevaría consigo todo el sistema-vida humana. La Tierra continuaría, empobrecida, llena de llagas, pero todavía giraría alrededor del sol, no sabemos durante cuántos millones de años, pero sin ese Satán de la vida que es el ser humano demente que perdió su dimensión de sapiente.

La otra es el cambio climático creciente que no sabemos en cuántos grados Celsius se va a estabilizar. Un hecho es innegable, afirmado por los propios científicos escépticos: la ciencia y la técnica han llegado atrasadas. Hemos pasado el punto crítico en el que ellas todavía nos podrían ayudar. Ahora solo pueden advertirnos de los eventos extremos que vendrán y disminuir los efectos dañinos. Algunos climatólogos sugieren que en los años venideros el clima posiblemente se establecería en términos globales en torno a los 38-40 grados Celsius. En otras regiones podría llegar en torno a los 50°C. Habrá millones de víctimas, especialmente entre los niños y las personas mayores, que no conseguirán adaptarse a la nueva situación de la Tierra.

Esos mismos científicos han advertido a los Estados sobre el hecho de millones de migrantes, que dejarán sus tierras queridas debido al exceso de calor y a la frustración de las cosechas de alimentos. Es posible y deseable que obligatoriamente haya una gobernanza planetaria global y plural, constituida por representantes de los pueblos y de las clases sociales para pensar sobre la situación modificada de la Tierra, que no respete los límites de las naciones. Se trata de salvar no este o aquel país, sino a toda la humanidad. Con realismo el Papa Francisco ha dicho varias veces: “esta vez no hay un arca de Noé que salva a algunos y deja a los demás: “o nos salvamos todos o nadie se salva”.

Como se deduce, estamos ante una situación límite. La conciencia de esta urgencia es muy débil en la mayoría de la población, entorpecida por la propaganda capitalista de un consumo sin freno y la de los propios estados, controlados en gran parte por las clases dominantes. Estas solo miran a un horizonte por delante, crédulas de un progreso ilimitado en dirección al futuro, sin tomar nunca en serio que el planeta es limitado y no aguanta, y que necesitamos 1,7 planetas Tierra para satisfacer su consumo suntuoso.

«Si miramos las maldades del mundo tenemos que dar la razón a José Saramago, que decía: ‘No soy pesimista; la situación es la que es pésima'»

¿Hay una salida para este acúmulo de crisis, a dos de las cuales nos hemos restringido? Creo que ni el Papa ni el Dalai Lama, ni ningún sabio privilegiado pueden predecir cuál sea nuestro futuro. Si miramos las maldades del mundo tenemos que dar la razón a José Saramago, que decía: “No soy pesimista; la situación es la que es pésima”.

Recuerdo al cautivador San Francisco de Asís que, encantado, veía el lado luminoso de la creación. Pedía sin embargo a sus cofrades: no consideren demasiado los males del mundo para no tener motivos para reclamar a Dios. En cierta manera todos somos un poco Job que reclamaba, pacientemente, por todos los males que lo afligían. Nosotros también reclamamos porque no entendemos el porqué de tanta maldad, especialmente por qué Dios se calla y permite que, muchas veces, el mal triunfe como ahora frente al genocidio de niños inocentes en la Franja de Gaza. ¿Por qué no interviene para salvar a sus hijos e hijas? ¿No es Él “el apasionado amante de la vida” (Sabiduría 11,26)?

«Ni la filosofía ni la teología consiguieron hasta hoy ofrecer una respuesta convincente al problema del mal»

Se atribuye a Freud, que no se consideraba un hombre de fe, la frase siguiente: si me presento delante de Dios, tengo más preguntas que hacerle a él que él a mí, pues hay tantas cosas que nunca entendí cuando estaba en la Tierra.

Ni la filosofía ni la teología consiguieron hasta hoy ofrecer una respuesta convincente al problema del mal. Lo máximo fue afirmar que Dios, al aproximarse a nosotros por la encarnación –no para divinizar al ser humano sino para humanizar a Dios– va con nosotros al exilio, asume nuestro dolor y hasta la desesperación en la cruz. Eso es grandioso, pero no responde al por qué del mal. ¿Por qué Dios humanado tuvo que sufrir también él y “aunque fuera Hijo de Dios, aprendió la obediencia por medio de los sufrimientos que tuvo” (Hebreos,5,8)?. Esa propuesta no hace desaparecer el mal. Continúa como una espina en la carne.

Tal vez tengamos que contentarnos con la afirmación de Santo Tomás de Aquino que escribió, así reconocido ampliamente, uno de los más brillantes tratados “Sobre el Mal”( De Malo). Al final, se rinde ante la imposibilidad de la razón para explicar el mal y concluye: “Dios es tan poderoso que puede sacar un bien del mal”. Eso es fe confiante, no razón razonante.

Lo que podemos decir con cierta seguridad es: si la humanidad, especialmente el sistema del capital con sus grandes corporaciones globalizadas, continúa con su lógica de explotar hasta agotar los bienes y servicios naturales en función de su acumulación ilimitada, entonces podremos decir con la expresión de Zygmunt Bauman que “engrosaremos el cortejo de aquellos que se dirigen hacia su propia sepultura”.

«Arnold Toynbee, el gran historiador, comentó: ‘ya no necesitamos que Dios intervenga para poner fin a su creación; cupo a nuestra generación presenciar la posibilidad de su propia destrucción'»

Después de haber cometido el peor crimen perpetrado en la historia: el asesinato judicial del Hijo de Dios, clavándolo en la cruz, nada ya es imposible. Como dijo J.P.Sartre después de las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki: el ser humano se ha apropiado de la propia muerte. Y Arnold Toynbee, el gran historiador, comentó: ya no necesitamos que Dios intervenga para poner fin a su creación; cupo a nuestra generación presenciar la posibilidad de su propia destrucción.

¿Pesimismo? No. Realismo.Pero también tenemos la posibilidad de dar el salto de la fe que se inscribe como una posible emergencia del proceso cosmogénico: creemos que el verdadero señor de la historia y de su destino no es el ser humano, sino el Creador, que de las ruinas y de las cenizas puede crear un hombre nuevo y una mujer nueva, un nuevo cielo y una nueva Tierra. Allí la vida es eterna y reinará el amor, la fiesta, la alegría y la comunión de todos con todos y con la Suprema Realidad. Et tunc erit finis.

También tenemos la posibilidad de dar el salto de la fe que se inscribe como una posible emergencia del proceso cosmogénico: creemos que el verdadero señor de la historia y de su destino no es el ser humano, sino el Creador, que de las ruinas y de las cenizas puede crear un hombre nuevo y una mujer nueva, un nuevo cielo y una nueva Tierra»

*Leonardo Boff ha escrito: Cuidar la Tierra-proteger la vida: cómo escapar del fin del mundo, Nueva Utopía, Madrid 2011; Nuestra resurrección en la muerte, Vozes 2012, Sal Terrae en español.

Ante la gravedad de la crisis actual:

Tirar del freno de seguridad

[Por: Leonardo Boff]


Nos encontramos en el corazón de una espantosa y generalizada crisis sobre la forma como habitamos y nos relacionamos con nuestro planeta, devastado y atravesado por guerras de gran destrucción y movido por odios raciales e ideológicos. Además, la era de la razón científica ha creado la irracionalidad del principio de autodestrucción: con las armas ya construidas podemos poner fin a nuestra vida y a la de gran parte de la biosfera, sino de toda.

No son pocos los analistas de la situación mundial que nos alertan sobre  el eventual uso de tales armas de destrucción  masiva. La razón de fondo sería la disputa sobre quién manda  en la humanidad y quién tiene la última palabra. Tiene que ver con el  enfrentamiento entre la unipolaridad sustentada por Estados Unidos y la multipolaridad requerida por China, por Rusia, y eventualmente por el conjunto de los países que forman los BRICS. Si hubiera una guerra nuclear, en ese caso se realizaría la fórmula: 1+1=0: una potencia nuclear destruiría a otra y  juntas acabarían con la humanidad y con una parte sustancial de la vida.

Dadas estas circunstancias, nos vemos en la necesidad de tirar del freno de seguridad del tren de la vida, pues, desenfrenado, puede  precipitarse en un abismo. Tememos que este freno esté ya oxidado y haya quedado inutilizable. ¿Podemos salir de esta amenaza? Tenemos que intentarlo, según el dicho de Don Quijote: “antes de aceptar la derrota, tenemos que dar todas las batallas”. Y las vamos a dar.

Voy a servirme de dos categorías para aclarar mejor nuestra situación. Una del teólogo y filósofo danés Soren Kierkegaard (1813-1885), la angustia, y otra del también teólogo y filósofo alemán, discípulo notable de Martin Heidegger, Hans Jonas (1903-1993), el miedo.

La angustia (O conceito de angústia,Vozes 2013) para Kierkegaard no es solo un fenómeno psicológico, sino un dato objetivo de la existencia humana. Para él como pastor y teólogo, además de eximio filósofo, sería la angustia frente a la perdición eterna o la salvación. Pero es aplicable a la vida humana. Esta se presenta frágil y sujeta a morir en cualquier instante. La angustia no deja a la persona inerte, la mueve continuamente a fin de  crear condiciones para  salvaguardar la vida.

Hoy tenemos que alimentar ese tipo de angustia existencial ante las amenazas objetivas que pesan sobre nuestro destino, que pueden resultar fatales. Ella es algo saludable que pertenece a la vida, no es algo enfermizo a ser tratado psiquiátricamente.

Hans Jonas en su libro O princípio responsabilidade,  (Contraponto, Rio 2006) analiza el miedo a vernos colocados al borde del abismo y caer fatalmente en él. Estamos en una situación de no retorno. Ya no se trata de una ética del progreso o del perfeccionamiento, sino de prevención de la vida contra las amenazas que pueden traernos la muerte. El miedo aquí es sano y  salvador, pues nos obliga a una ética de la responsabilidad colectiva en el sentido de aportar todos su colaboración para preservar la vida humana en la Tierra.

La situación actual a nivel planetario escapa al control humano. Hemos creado la Inteligencia Artificial Autónoma que ya no depende de nuestras decisiones. ¿Quién, con sus miles y miles de millones de algoritmos, impide que ella pueda optar por la destrucción de la humanidad?

En primer lugar tenemos una tarea que cumplir: responsabilizarnos del mal que estamos visiblemente causando al sistema-vida y al sistema-Tierra, sin capacidad de impedirlo o frenarlo, solo aminorando sus efectos dañinos. El sistema de producción mundial energívoro está de tal modo engrasado que no tiene manera ni quiere  parar. No renuncia a sus mantras de base: aumento ilimitado del lucro individual, competición feroz  y la superexplotación de los recursos de la naturaleza.

Además de esto, es importante responsabilizarnos también del mal que no supimos evitar física y espiritualmente en el pasado y  cuyas consecuencias se han vuelto inevitables, como las que estamos sufriendo con el calentamiento creciente del planeta y la erosión de la biodiversidad.

El miedo del que estamos poseídos se relaciona con el futuro de la vida y la garantía de poder todavía seguir vivos sobre este planeta. En función de ese desiderátum Jonas formuló un imperativo ético categórico:

Obra de modo que los efectos de tu acción sean compatibles con la permanencia de una vida humana auténtica sobre la Tierra; o expresado negativamente: obra de modo que los efectos de tu acción no sean destructivos para la posibilidad futura de una tal vida; o, simplemente, no pongas en peligro la continuidad indefinida de la humanidad en la Tierra” (Op. cit. 2006, p. 47-48). Yo añadiría “no pongas en peligro la continuidad indefinida de todo tipo de vida, de la biodiversidad, de la naturaleza y de la Madre Tierra”.

Estas reflexiones nos ayudan a alimentar alguna esperanza en la capacidad de cambio de los seres humanos, pues poseemos libre albedrío y flexibilidad.

 Pero, como el peligro es  global, se impone una instancia global y plural (representantes de los pueblos, de las religiones, de las universidades, de los pueblos originarios, de la sabiduría popular) para encontrar una solución global. Para eso tenemos que renunciar a los nacionalismos y a las fronteras obsoletos entre las naciones.

 Como se puede observar, las distintas guerras hoy en curso son por conflictos entre las fronteras de las naciones; la afirmación de los nacionalismos y la creciente onda de conservadurismo y de políticas de extrema derecha se alejan mucho de esta idea de un centro colectivo para el bien de toda la humanidad.

 Debemos reconocer que estos conflictos por las fronteras entre las naciones están despegados de la nueva fase de la Tierra-Casa Común, y representan movimientos regresivos y contrarios al curso irresistible de la historia, que unifica cada vez más el destino humano con el destino del planeta vivo.

 Somos solo una Tierra y una sola humanidad a ser salvadas. Y con urgencia pues el tiempo del reloj corre en contra nuestra. Cambiemos nuestras mentes y nuestras prácticas.

Balance Red Iglesias y Minería sobre 2023

«A pesar de un año duro frente al avance del extractivismo, hemos celebrado victorias importantes»

Balance Red de Iglesias y Minería

«América Latina no es zona de sacrificio»: El año que acaba de concluir ha sido duro para quienes defienden los territorios de la Amazonía y Mesoamérica frente al avance del extractivismo de la región que cuenta con la complicidad de los propios Estados

Así se expresa en un manifiesto de la Red Iglesias y Minería

“Este 2024, el desafío es inmenso como el interés de los poderosos, pero la inspiración en el Sí valiente de María nos mueve, la esperanza de Jesús, nos levanta, nos da certeza, de que amanecerán nuevos tiempos, más libres y más dignos, y para eso caminamos, ¿hasta cuándo? ¡Hasta siempre!”

(Vatican News).- ADN CELAM publicó el balance de la Red Iglesias y Minería sobre 2023 titulada: “Los grupos de fe no han perdido la esperanza de enfrentar al gigante”. En el texto se lee que el año que acaba de concluir ha sido duro para quienes defienden los territorios tanto en la Amazonía como en Mesoamérica frente al avance del extractivismo de la región que cuenta con la complicidad de los propios Estados. Así ha quedado expresado en un manifiesto de la Red Iglesias y Minería.

Actividad de alto riesgo

Asimismo, se afirma que ser un líder ambiental se ha convertido en una actividad de alto riesgo toda vez que “miles de concesiones siguen en espera de ser entregadas en América Latina” bajo el manto de la impunidad y la corrupción. Y a esto se añade el avance del cambio climático que afecta a todos por igual dejando más vulnerable a las poblaciones más pobres.

El extractivismo atenta contra la casa común

También la doble moral de Europa que continúa con su agenda extractivista por el litio aun cuando la Conferencia de obispos de Europa y el CIDSE han capitulado al respecto: “Todo extractivismo atenta contra la casa común”.

A pesar de todo este grave contexto, han agradecido al Papa Francisco haber publicado en 2023 Laudate Deum, en la que “se insiste con mayor firmeza en señalar las causas políticas, económicas, sociales de la debacle ecológica a la que asistimos, y la emergencia de frenar ese modelo que se denuncia”.

Balance del 2023

Asimismo, han celebrado victorias importantes. Panamá Libre de Minería, donde la Iglesia Católica, congregaciones religiosas y conferencia episcopal han tenido un papel muy importante. En Ecuador, se logró con la presencia masiva de la sociedad civil que Quito, la capital, esté libre de minería y también de dejar el petróleo del Yasuní (un territorio megadiverso) bajo tierra.

«La lucha continua para estas experiencias, que ya son signos de luz y profecía»

Se destaca el encuentro de participantes de siete países, comunidades de base y organizaciones de fe, agentes pastorales que “están en la importante lucha de exigir el respeto a los territorios”. Más de treinta personas de todo el continente compartieron sueños y acciones.

También más de treinta comunicadores se reunieron en Iquitos, en el corazón de la selva amazónica, para “afirmar su convicción de acompañar a las poblaciones, ciudades, comunidades que están enfrentando a este Goliat”.

Al cierre del año más de ochenta personas de diferentes espacios pastorales y expresiones de Iglesia en el territorio, se reunieron en el Encuentro continental: tejiendo relaciones de ternura con la Madre Tierra, donde además estuvieron presentes instituciones como el Consejo Episcopal Latinoamericano y Caribeño (CELAM).

Diez años de camino

La Red Iglesias y Minería cumplió diez años de camino. Han analizado en el marco de este aniversario las consecuencias del extractivismo, “los cambios brutales y violentos a los que nos hemos enfrentado en tan corto tiempo, los nuevos y más caóticos escenarios”.

Aunque se avizoran mayores sufrimientos, se considera que la presencia de la Iglesia cobra más sentido, tal como lo analiza Moema Miranda, miembro de la Red.

«El movimiento de resistencia de Jesús, es justamente donde parece ya no haber camino, cuando parece que ya no hay opción, esa es la opción de Jesús»

En medio de este escenario, “las Iglesias y grupos de fe presentes en los territorios, no han perdido la esperanza de enfrentar al gigante, al monstruo de poder y dinero que con engaños quiere convencer a las poblaciones”. Se añade asimismo que:

“De manera colectiva se sigue sembrando vida, como se siembran los campos, como se protege el agua por ser fuente de la existencia, se sale a las calles. Así las redes de iglesia, parroquias, grupos de fe organizados, misioneras, obispos, defienden el derecho de las comunidades a decir NO a este sistema económico”

Perspectivas para el 2024

Resulta vital pensar en un cambio de modelo, para ello siguen proponiendo la desinversión minera como mecanismo eficaz para proteger con hechos a la Madre Tierra.

Se recuerda también que cinco jóvenes de territorios afectados recorrieron Europa, denunciando lo que pasa en sus territorios, sus ríos, sus bosques, con los pueblos indígenas cuando la minería llega:

«América Latina no es zona de sacrificio»

Al respecto, las Iglesias tienen un papel profético “a contribuir de manera concreta para terminar con esta realidad tan violenta y salvaje: desinvertir en minería, hacer códigos éticos y financieros que se desliguen de estas acciones que matan y violan derechos, que ponen en riesgo toda la vida humana y la vida del planeta”. Y se expresa:

“Este 2024, el desafío es inmenso como el interés de los poderosos, pero la inspiración en el Sí valiente de María nos mueve, la esperanza de Jesús, nos levanta, nos da certeza, de que amanecerán nuevos tiempos, más libres y más dignos, y para eso caminamos, ¿hasta cuándo? ¡Hasta siempre!”

«Este 2024, el desafío es inmenso como el interés de los poderosos, pero la inspiración en el Sí valiente de María nos mueve, la esperanza de Jesús, nos levanta, nos da certeza»

“Laudate Deum”

‘Laudate Deum’: cerrar la brecha de implementación del Acuerdo de París

Han pasado ocho años desde la encíclica ‘Laudato si’’ y del Acuerdo de París. La primera, se trató de un documento pastoral de gran calibre para tratar con amplitud científica, doctrinal y espiritual el problema de la ecología, del cuidado de la creación, como una realidad de carácter moral que merece la atención de los creyentes. Entre los temas considerados, ciertamente aparecía el cambio climático, con clara intención de persuadir, en ese entonces, las discusiones durante la Cumbre del Clima de Naciones Unidas del 2015, la COP 21, que se llevó a cabo en diciembre en París.

De ella surgió el Acuerdo del París, donde por primera vez todos los países reconocieron el problema del cambio climático, el ‘qué’ de esta enfermedad planetaria que los científicos del clima también llaman calentamiento global antropogénico. La ciencia del clima se sintió escuchada después de 30 años, cuando se presentó por primera vez en forma oficial, en las Naciones Unidas, la preocupación científica del cambio climático, de gran calado humanitario, a fines de la década de 1980.

Sí, el cambio climático de origen humano existe, y es muy distinto a las variaciones naturales del clima pasado, causadas mayormente por las grandes inyecciones de dióxido de carbono debido a erupciones volcánicas, y por las variaciones orbitales de la Tierra con respecto a su distancia relativa al Sol, entre otras causas de menor importancia.

Grave enfermedad

Lo que estamos observando en los últimos  60 años no tiene precedentes y todas las herramientas de la ciencia climática arrojan que debemos actuar rápidamente para evitar un acelerado calentamiento de la Tierra que pone en riesgo la sostenibilidad de la vida en ella tal como la conocemos. No es una opinión, no es catastrofismo: es la proyección rigurosa que se deriva del diagnóstico de una grave enfermedad planetaria, el cambio climático. Enfermedad diagnosticada no solamente por mil científicos sino por la comunidad de científicos del clima que, en grupos de investigación e instituciones públicas y privadas y en forma independiente, llegan a esta conclusión.

Después de la pandemia, en la que la dilación en la toma de decisiones políticas concretas y reales estancó las discusiones de la COP 26 en Glasgow, se esperaba un nuevo impulso de Francisco que ha llegado con la exhortación apostólica ‘Laudate Deum’.  El ‘elefante blanco’ del Acuerdo de París es la necesidad urgente de eliminar gradualmente los combustibles fósiles, pues estos son la principal causa del calentamiento global antropogénico. El carbono fosilizado se está liberando anualmente a un ritmo alarmante por la quema de carbón, petróleo y gas. La actividad humana relacionada con ellos está cambiando la composición química de la atmósfera en apenas pocas décadas hacia condiciones muy cálidas, similares a las existentes hace cientos de millones de años.

Desde ‘Laudato si’’, Francisco vino ofreciendo mensajes claros sobre la importancia de escuchar a la ciencia e ir abandonando los combustibles fósiles, pero, ciertamente, no se está escuchando. Al Papa le pareció oportuno comunicarlo más claramente, a modo de exhortación, de manera más sistemática y organizada. Mantengo la ilusión de que su mensaje pueda persuadir positivamente la buena voluntad de muchos líderes, delegados nacionales y empresarios de aquellos países más sensibles a la enseñanza moral del Pontífice. El papel de los medios de comunicación en estas semanas será muy importante para amplificarla. La exhortación se sustenta en el trabajo y esfuerzo de la sociedad civil –representada por muchas organizaciones de todo el mundo que trabajan por la justicia climática– y del mundo académico.

Tono de clamor y de urgencia

Asimismo, se debe tener en cuenta que el Papa es el pastor de la Iglesia católica, y Francisco es un buen oyente: sabe a quién pedir consejo para poder hablar de temas complejos, pero cruciales para el bien común, para mantener la dignidad humana en el centro de la predicación del Evangelio en los tiempos actuales; dignidad humana que no está separada de la preservación del medio ambiente, ya que todo está interconectado. Por eso, todos los párrafos en los que hace referencia al clima están basados en los conocimientos más actualizados de esta disciplina científica. Pero, ya se sabe, tampoco los científicos del clima son escuchados cuando la gente no quiere oír.

‘Laudate Deum’ destaca por su tono de clamor y de urgencia, de llamada de atención a quienes deben tomar decisiones por el bien común, garantizando el cuidado de la Casa común, hoy amenazada por la crisis climática. En la próxima COP 28 se esperan decisiones políticas vinculantes a nivel internacional para implementar lo acordado en París. Se trata de poner en marcha acciones concretas para mitigar el cambio climático, acelerando la transición energética hacia energías renovables, ya que el tiempo para actuar es breve. De esto ha hablado la ciencia en el último Sexto Ciclo de Informes del Panel de Expertos de Naciones Unidas  sobre el Cambio Climático (2021-2023). Lo más importante es que las consecuencias del cambio climático ya las sufren los pobres en muchas naciones del Sur Global. Por eso, el tono de clamor de la exhortación se mezcla con el grito de tantas hermanas y hermanos que claman por la justicia climática. De alguna manera, Francisco ha asumido su grito.

Leonardo Boff, en camino hacia la eco-liberación

Carta abierta de Juan José Tamayo a Leonardo Boff en su 85 cumpleaños

Leonardo Boff y Juan José Tamayo. Puebla, 2017

«Querido Leonardo, no quiero faltar a la fiesta de tu 85 cumpleaños en esta efemérife. Te escribo para reiterarte mi amistad y mi reconocimiento en este largo caminar ya octogenario»

«Las fronteras geográficas nunca han sido obstáculo para nuestra amistad y sintonía … Hoy quiero compensar la distancia física en tan significativa efeméride haciendo un ejercicio de ‘razón anamnética’ de tu vida y pensamiento»

«Tu vida y tu pensamiento demuestran que eres un intelectual que rompe esquemas (y algunos cráneos endurecidos de colegas, obispos y algún inquisidor, otrora mecenas tuyo), abres nuevos horizontes y propones alternativas donde parece que no hay salida o se cree que la salida es una sola»

«A tus 85 años sigues practicando la ‘esperanza contra toda (des)esperanza’… A veces has sido acusado de utópico, acusación que comparto contigo. No se dan cuenta nuestros acusadores de que esa acusación, más que un insulto, es un elogio»

Por Juan José Tamayo

Querido Leonardo

No quiero faltar a la fiesta de tu 85 cumpleaños en esta efemérife. Te escribo para reiterarte mi amistad y mi reconocimiento en este largo caminar ya octogenario. Nos conocimos hace cuarenta y tres años. Fue en Asturias en un Congreso sobre la III Conferencia del Episcopado Latinoamericano celebrada en Puebla de los Ángeles (México). Muchos han sido desde entonces nuestros encuentros y experiencias compartidas en diferentes lugares del planeta: el Foro Mundial de Teología y Liberación dentro de los Foros Sociales Mundiales (Porto Alegre, Nairobi, Belén de Pará, Senegal…), los Encuentros de Amerindia, la Sociedad de Teología y Ciencias de las Religión (SOTER), la Fundación Valores de Monterrey (México), los Congresos de Teología convocados por la Asociación de Teólogas y teólogos Juan XXIII, la Univeri9dad Carlos III de Madrid, amén de nuestro contacto epistolar permanente y el envío y los comentarios de nuestros artículos. tus prólogos a mis libros y mis reseñas de los tuyos. 

Ratzinger: de mecenas a inquisidor

Las fronteras geográficas nunca han sido obstáculo para nuestra amistad y sintonía. En 1999 mantuvimos una conversación de varios díasen Madrid que se plasmó en mi libro Leonardo Boff. Ecología, mística y liberación (Desclée de Brower, Bilbao, 1999), que conserva la misma actualidad de entonces ya que los temas de los que hablamos los abordamos mirando en el futuro.

En aquella conversación me contaste -y así lo reflejo en el libro- cómo Joseph Ratzinger pasó de mecenas, que te ayudó económicamente en la edición de su tesis doctoral en alemán, a inquisidor, que te condenó en 1984 imponiéndote un tiempo de silencio, que aceptaste en un gesto de humildad, y en 1992 sometiéndote a varias prohibiciones que suponían una humillación que no estuviste dispuesto a aceptar. Tras la última condena decidiste abandonar la orden franciscana, pero no el espíritu de San Francisco, que mantienes intacto.   

«Tras la última condena decidiste abandonar la orden franciscana, pero no el espíritu de San Francisco, que mantienes intacto»

Antes de la pandemia nos encontramos varias veces en Ciudad de México, Puebla de los Ángeles y Monterrey. Llevamos desde la covid-19 sin vernos. Hoy quiero compensar la distancia física en tan significativa efeméridehaciendo un ejercicio de “razón anamnética” de tu vida y pensamiento.   

Rigor metodológico y denuncia profética

Durante los ochenta y cinco años de vida has hecho un fecundo itinerario que se bifurca en múltiples sendas: la experiencia religiosa, la teología, la ecología, la política, la academia, el púlpito, la cátedra, la foresta, los foros sociales, los foros mundiales de teología y liberación, los congresos de Amerindia, el acompañamiento a las comunidades eclesiales de base, al MST… 

“Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, decía Antonio Machado. Tú has hecho camino al andar dejando huella por donde has pasado y sigues pasando. Y siempre desde el pensamiento crítico y heterodoxo, desde la experiencia de la ternura, desde la razón del corazón -siguiendo a Pascal, cuyo 4º centenario de su nacimiento celebramos este año-, desde el amor a la Pacha Mama y desde el seguimiento de Jesús de Nazaret, el Cristo Liberador, sobre el que escribiste la primera cristología latinoamericana históricamente significativa en 1972. Luego vendrían otras de colegas y amigos, entre ellas las de Juan Luis Segundo y Jon Sobrino. 

«Tú has hecho camino al andar dejando huella por donde has pasado y sigues pasando. Y siempre desde el pensamiento crítico y heterodoxo»

“Lo mejor de la religión -escribía Bloch en el frontispicio de su libro El ateísmo en el cristianismo- es que crea herejes”. Creo que tú eres un excelente ejemplo de este aforismo, cambiando quizá “hereje” por “heterodoxo”. Ahí radica la creatividad en todos los campos de tu ser, del saber y del quehacer humano en los que has trabajado y sigues trabajando sin descanso. Tu vida y tu pensamiento demuestran que eres un intelectual que rompe esquemas (y algunos cráneos endurecidos de colegas, obispos y algún inquisidor, otrora mecenas tuyo), abres nuevos horizontes y propones alternativas donde parece que no hay salida o se cree que la salida es una sola. 

Te reconozco como uno de los teólogos más innovadores de la teología latinoamericana, que propones una ética centrada en las “virtudes para otro mundo posible”, en la construcción de una fraternidad sororal eco-humana y de una Teología del cautiverio y de la liberación, título de uno de tus primeros libros que leí, publicado por Ediciones Paulinas en 1978, el mismo año en que aparecía en la misma editorial mi obra Un proyecto de Iglesia para el futuro en España.

«En tu quehacer teológico has sabido compaginar ejemplarmente y de manera ininterrumpida durante seis décadas el rigor metodológico y la denuncia profética, otra manera de hacer teología y el compromiso político con los pobres de la tierra y con la naturaleza oprimida»

En tu quehacer teológico has sabido compaginar ejemplarmente y de manera ininterrumpida durante seis décadas el rigor metodológico y la denuncia profética, otra manera de hacer teología y el compromiso político con los pobres de la tierra y con la naturaleza oprimida, cuyos gritos has sabido escuchar y a los que has querido responder desde la razón cordial. El rigor metodológico lo demuestras con el recurso a la doble mediación de la teología de la liberación: socio-analítica y hermenéutica, que se aprecia en todas las páginas de tus libros y en los artículos con los que nos sorprendes a menudo por ser reflexiones a pie de página de los acontecimientos, llenas de profundidad y de sabiduría vital. 

Utilizas la mediación de las ciencias humanas y sociales para un mejor conocimiento de la realidad, descubrir los mecanismos de opresión que atentan contra la vida de los pobres y de la naturaleza y liberar a la teología de su -quizá falsa-, neutralidad social, de su -supuesta- neutralidad política y de su -sólo aparente- indiferencia ética. 

Recurres a la hermenéutica, necesaria para el estudio y la interpretación de los textos fundantes del cristianismo y para no caer en el fundamentalismo, una de las manifestaciones más perversas de las religiones que, siguiendo el refrán latino corruptio optimi pessima, convierten el vino espumoso de los orígenes en vinagre imbebible. A través de la hermenéutica analizas el pre-texto y el con-texto de dichos textos, descubres su sentido primigenio emancipador y preguntas por su significación y sentido hoy a la luz de los nuevos desafíos y de las nuevas preguntas que nos plantea la dura realidad.

«Razón y esperanza caminan a la par en tu vida, tu sentir, tus obras y tus reflexiones»

Una realidad que hemos construido nosotros y nosotras, en la que no podemos instalarnos cómoda y acríticamente, sino que estamos llamados a de-construirla para re-construirla de manera creativa e inclusiva y un mundo en el que quepan todos los mundo. Desmentimos así el viejo adagio conformista del pensamiento conservador: “las cosas son como son y no pueden ser de otra manera” y compartimos, más bien, la afirmación del filósofo de la esperanza y de la utopía, Ernst Bloch, que inspira buena parte de nuestra teología: “Si los hechos no coinciden con el pensamiento, peor para los hechos”. Razón y esperanza caminan a la par en tu vida, tu sentir, tus obras y tus reflexiones.

Eco-teología de la liberación

Eres considerado, y con razón, uno de los principales cultivadores de la teología de la liberación (TL). A ella accediste a partir del impacto que te produjeron las favelas de Petrópolis, donde llevaste a cabo un intenso trabajo socio-pastoral desde comienzos de la década de los setenta del siglo pasado. Tu reflexión teológica en clave liberadora nació, asimismo, de la necesidad de dar respuesta a las preguntas que te planteó un grupo de sacerdotes comprometidos con el mundo indígena de la selva amazónica hace ahora cinco décadas: 

– ¿Cómo anunciar la muerte y la resurrección de Jesús a indígenas que están siendo exterminados y muriendo por las enfermedades de los blancos? 

– ¿Cómo anunciar la buena noticia de la salvación a las poblaciones explotadas?

– ¿Cómo hablar de Dios inteligiblemente, y no de manera cínica, a personas indígenas que viven la experiencia de lo sagrado en contacto con la naturaleza? 

Las experiencias vividas en el mundo de la pobreza extrema, de la marginación cultural y de la depredación de la naturaleza, por una parte, y la necesidad de responder a las preguntas que surgían de ahí, por otra, te llevaron a dedicarte por entero, profesional y vitalmente, a fundamentar la nueva metodología de la teología de la liberación, que comenzaste haciendo en tiempos del cautiverio, vivido durante la dictadura brasileña y los regímenes militares del continente latinoamericano, que parecían “eternos”. 

«La teología apenas mostró interés por la ecología, desde Francisco de Asís hasta el Papa Francisco. Tú has llenado ese vacío»

La teología apenas mostró interés por la ecología, desde Francisco de Asís hasta el Papa Francisco. Tú has llenado ese vacío llevando a cabo una reflexión teológica en perspectiva ecológica, que cuestiona la supuesta – ¡y falsa!- fuerza emancipadora del paradigma científico-técnico de la modernidad. Un paradigma selectivo, centrado en el ser humano, que ni es universalizable ni integral, ¡ni siquiera humano! 

Como alternativa propones un nuevo paradigma en el que el ser humano no compita con la naturaleza, sino en diálogo y comunicación simétricos con ella, con relaciones de sujeto a sujeto, y no de sujeto a objeto. El ser humano y la naturaleza conforman un entramado de relaciones multidireccionales caracterizadas por la interdependencia, y no por la autosuficiencia, por la fragilidad del mundo y la vulnerabilidad humana, y no por la omnipotencia, la insolencia y la arrogancia. 

Se establece, entonces, un pacto entre todos los seres del cosmos regido por la solidaridad cósmica, la fraternidad-sororidad sin fronteras, sin gremialismos ni tribalismos, y el cuidado, virtud fundamental de la ética eco-humana. Es “la opción Tierra”, título de uno de tus libros más bellos. Cuidadanía es la nueva forma de relacionarnos con la Tierra y los seres humanos, que debe compaginarse con la ciudadanía. La ética del cuidado, que desarrollas en tus libros, es inseparable de la ética cívica. 

Muchos somos los discípulos que seguimos tus lecciones de ecología integral, entre ellos el Papa Francisco en su encíclica Laudato Si’. Sobre el cuidado de la casa común, de 2015, que se inspira en tus textos y en tu testimonio de amor a la tierra, y se inicia con el Cántico de las criaturas: “Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba… Esta hermana llama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella”. Encíclica que se hace eco de tus críticas al antropocentrismo, incluido el antropocentrismo cristiano.   

Del ser humano como señor y dueño de la naturaleza a hermano-hermana y cuidador de la naturaleza

No quiero terminar este recuerdo y esta felicitación sin hacer referencia a uno de tus últimos libros El doloroso parto de la Madre Tierra (Trotta, Madrid, 2022), donde nos alertas de las “densas sombras” que se ciernen hoy sobre la humanidad y la naturaleza, agravadas por la covid-19, y recuerdas que “se han encendido todos los avisos: la tierra ha entrado en números rojos” y que la humanidad tiene una deuda ecológica con la tierra.

Siguiendo las encíclicas Laudato Si’ y Fratelli tutti, del Papa Francisco, propones como respuesta a la crisis ecológica una ecología integral: ambiental, política, social, económica, cultural y espiritual. Para ello debemos renunciar al paradigma civilizatorio del ser humano como señor y dueño de la naturaleza, que ha dominado los tres últimos siglos de nuestra historia, y optar por el paradigma del hermano y la hermana, es decir, de la fraternidad universal, el amor político y la amistad social.

«Siguiendo las encíclicas Laudato Si’ y Fratelli tutti, del Papa Francisco, propones como respuesta a la crisis ecológica una ecología integral: ambiental, política, social, económica, cultural y espiritual»

Los padres fundadores de la Modernidad, recuerdas, entendían el ser humano como el señor y dueño de la naturaliza, y no como parte de ella. Para ellos la Tierra carecía de propósito y la naturaleza no tenía valor en sí misma, sino que estaba solo ordenada al ser humano que podía disponer de ella a su antojo. 

Este paradigma ha modificado la faz de la Tierra y ha traído innegables beneficios, certamente, pero en su afán por dominar todo, creó el principio de autodestrucción de sí mismo y de la naturaleza con armas químicas, biológicas y nucleares. Siguiendo este paradigma, llegamos a tal punto que el Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, ha afirmado sobre el calientamiento global que crece de forma no prevista: “Solo tenemos esta elección: la acción colectiva o el suicidio colectivo”. 

Con la lucidez que te caracteriza, llegas a afirmar que si asumimos el viraje hacia el paradigma del hermano y de la hermana, se abre una ventana de salvación. Seremos capaces de superar la visión apocalíptica de la amenaza del fin de la especie humana, por una visión de esperanza, de que podemos y debemos cambiar de rumbo y de ser de hecho hermanos y hermanas dentro de la misma Casa Común, la naturaleza incluída. Sería el bien vivir y convivir del ideal andino, en armonía entre los humanos y con toda la naturaleza.

Conversión ecológica global

Esto requiere “una conversión ecológica global” que pase de una civilización tecno-capitalista, antropocéntrica e individualista a una civilización de la solidaridad y del cuidado de toda la vida; una civilización biocentrada que garantice el futuro a la naturaleza y a la humanidad. Dicha civilización lleva a un cambio en la imagen de la divinidad: del Dios todopoderoso al Dios apasionado amante de la vida, que no permite que la humanidad y la naturaleza perezcan.  

Te refieres al cambio de era que estamos viviendo: la ecozoica, que requiere tres actitudes: espiritualidad, sostenibilidad y cuidado, que es la traducción de la com-pasión para con la naturaleza, depredada por el modelo de desarrollo científico-técnico ecocida. Las tres actitudes requieren de nuestra colaboración y de nuestro compromiso.

Has escrito este libro no desde la razón instrumental, ni desde la neutralidad científica, sino desde la razón cordial que aúna inteligencia, sentimientos, amor a la tierra y empeño en la transformación de un planeta amenazado de destrucción. Estoy seguro de que su lectura contribuirá a la conversión ecológica global que pide Francisco, una conversión colectiva ciertamente en todas las esferas de la vida: política, económica, social, cultural, religiosa, educativa, pero también personal, que cambie nuestro estilo de vida para contribuir al nacimiento de una comunidad eco-humana-fraterno-sororal.

Razón cordial y utópica

“La razón no puede florecer sin esperanza. La esperanza no puede hablar sin razón” escribe Ernst Bloch en su magna obra El principio esperanza, que leíste en alemán durante tus estudios en Munich y citas con frecuencia. Razón y esperanza o, mejor, optimismo militante, docta spes, es lo que mejor define tu vida, tu personalidad, tu obra. A tus 85 años sigues practicando la “esperanza contra toda (des)esperanza”.

«A veces has sido acusado de utópico, acusación que comparto contigo. No se dan cuenta nuestros acusadores de que esa acusación, más que un insulto, es un elogio»

Termino ya. No alargo más esta epístola, que solo quiere ser una expresión de amistad y una manifestación de agradecimiento. A veces has sido acusado de utópico, acusación que comparto contigo. No se dan cuenta nuestros acusadores de que esa acusación, más que un insulto, es un elogio. Como en el poema de Eduardo Galeano, la utopía te sirve para caminar, que en tu caso no es poco teniendo las piernas heridas, razón por la cual, como dije en tu presentación en el Congreso de Amerindia de 2017 en la Ciudad de México, no puedes ni quieres arrodillarte ante el poder, cualquiera fuera este, incluido el del Vaticano. ¡Todo un milagro! El milagro de la esperanza y la utopía. Ad multos annos, Leonardo.

Tu amigo en la tribulación y la esperanza,

Juan José Tamayo teólogo español de la liberación.

Acuerdo final de la COP28 de Dubái:

algunos pasos interesantes, pero aún muy insuficientes para llegar a la Justicia Climática

Protestas en la COP28 CIDSE

La COP28 ha realizado tímidos avances para luchar de manera decidida contra el cambio climático

Raquíticos en relación a la causa del problema, la disminución de gases de efecto invernadero, y al ritmo de disminución de emisiones que plantea la ciencia para seguir alineados con los objetivos del Acuerdo de París

Y un poco más esperanzador en relación a los procesos de adaptación y de justicia climática, destacando especialmente la disposición, después de años de debates, de un fondo para afrontar los daños y las pérdidas provocados por el cambio climático en los países más pobres

Por| Enlázate por la Justicia

Desde alianza “Enlázate por la Justicia” (Cáritas, Cedis, CONFER, Justicia y Paz, Manos Unidas y Redes) hemos seguido muy de cerca la gestación y desarrollo de la última Cumbre del Clima de la ONU, la COP28 que acaba de finalizar en Dubái. Y mucho más desde la publicación de la exhortación apostólica Laudate deum en la que el Papa Francisco hacía especial referencia a ella y con gran insistencia pedía a todas las organizaciones católicas lograr dar más pasos para luchar contra el calentamiento global y los efectos en las personas más vulnerables. 

Pero pese a los esfuerzos para que esta cumbre no se cerrase con palabras vacías el texto cerrado la madrugada del miércoles 13 de diciembre deja sabor de boca agridulce pues, aunque se han dado algunos pasos, como la puesta en marcha del nuevo fondo para “pérdidas y daños”, el acuerdo y declaración final, resulta insuficiente en lo que se refiere a medidas concretas para frenar el calentamiento global. Por todo ello y apenas terminada la COP28 desde Enlázate por la Justicia hacemos balance y compartimos algunas reflexiones sobre sus resultados.

A grandes rasgos, las negociaciones de las COP giran en torno a tres cuestiones básicas.

Cómo mitigar o disminuir la cantidad de gases de efecto invernadero emitidos por la actividad humana y que son la causa directa del calentamiento global. Atajar las causas.

La necesidad de adaptarnos a los cambios imparables o irreversibles, y cada vez más intensos, provocados por el cambio climático y abordar sus consecuencias.

La distribución de las cargas y las diferentes responsabilidades entre los países, a la hora de pagar las facturas o realizar esfuerzos de mitigación o adaptación. No es lo mismo China, que Uganda o Haití. Por eso se habla de “responsabilidades compartidas pero diferenciadas”. Y en su vertiente más socio ambiental se habla de “justicia climática”.

¿Cuáles han sido, en nuestra opinión, las aportaciones de esta COP28 sobre esas tres grandes cuestiones?

Mitigación. En 2024 la COP 29 será clave, pues cada país planteará sus nuevos compromisos de reducción de emisiones para un nuevo periodo, con la finalidad de cumplir con el Acuerdo de París, y su objetivo de no superar en 1.5ºC el aumento de la temperatura. Para ello, la cumbre de Dubái debía hacer balance de lo conseguido hasta ahora y, a partir de ahí, plantear el nuevo nivel de ambición, necesario para mantenerse dentro de los objetivos de París.

 El balance se hizo. Y se constató lo que todos ya sabíamos. Que los esfuerzos del conjunto de los países hasta el día de hoy son absolutamente insuficientes para cumplir con el Acuerdo. Con el ritmo actual de emisiones y sus previsiones de crecimiento en los próximos años, nos estamos asegurando un mundo con una temperatura media por encima de 3ºC para la segunda mitad del siglo XXI.

La COP 28 ha sido incapaz de establecer con claridad y unanimidad la hoja de ruta para volver a alinearse con París, y la urgencia para hacerlo. Se ha conseguido, por primera vez, que en una declaración final se hable de “dejar atrás los combustibles fósiles”. Y ciertamente es un hito que, en una declaración final y por consenso, se declare la voluntad de transitar hacia un mundo sin combustibles fósiles. Y que esto suceda además bajo el liderazgo de un país petrolero. Pero desde el punto de vista de la urgencia climática, y desde el sufrimiento de millones de personas vulnerables que sufren sus impactos, este “éxito” es muy relativo, pues para lograr una mención de algo tan obvio al final del documento se han necesitado 30 años de reuniones anuales entre casi 200 países. Ni la gente ni el planeta tenemos capacidad de avanzar con este ritmo de negociaciones, cuando la realidad climática nos urge a avanzar con pasos mucho más ambiciosos e inmediatos. Por eso, en  nuestra opinión, el éxito ha sido del enorme lobby de las compañías petroleras y extractivas de los países cuya economía depende de esos combustibles fósiles. Han conseguido evadir el marcarnos una fecha final para dejar de usar esos combustibles, que no se marquen objetivos concretos, que no use un lenguaje prescriptivo y que siga abierta la puerta para hablar de “cero emisiones netas”, lo que implica aceptar que se pueden seguir emitiendo gases invernadero, mientras seamos capaces de compensar carbono con el uso de la tecnología.

Adaptación. A caballo entre la mitigación y la adaptación, se encuentra el gran tema de “la transición energética”. Siendo la energía una de las columnas vertebrales vinculadas al cambio climático, la eficiencia energética, las energías renovables y el abandono definitivo de los combustibles fósiles son los tres pilares de esta transición. Además de la cuestión de los combustibles fósiles, la declaración final incluye un llamado a los países para triplicar las renovables y duplicar la eficiencia energética, de aquí al 2030. Inicialmente esto parece un resultado coherente y positivo, para favorecer la adaptación global a un mundo con energías limpias. Sin embargo, como ya hemos señalado desde la red Enlázate por la Justicia, nos preocupa enormemente el cada vez mayor impacto ambiental y social de la transición energética, en la que el impulso de las energías renovables va de la mano de la intensificación de la minería y del aumento de la demanda sobre los minerales “estratégicos” o “de transición” (litio, cobre, cobalto, níquel, etc.). Somos testigos directos y acompañamos a comunidades que en diferentes países del mundo están sufriendo el embate de la minería, sin un marco regulatorio que garantice derechos y procedimientos, y que está provocando grandes impactos ambientales, daños irreparables a la naturaleza, invasión de territorios ancestrales, violación de derechos individuales y colectivos, etc. No podemos seguir apoyando una narrativa simplista sobre la transición energética, a sabiendas de que la producción y el uso de las energías renovables son una buena noticia para algunos países, para las personas que tienen acceso y se ven beneficiadas por estas tecnologías, para las empresas que las producen, etc. pero son una mala noticia para miles de personas para quienes la transición significa destrucción de su territorio, de su patrimonio natural y la violación de sus derechos.

Justicia Climática. Sin duda uno de los grandes éxitos de la COP 28 ha sido la creación del nuevo fondo para “pérdidas y daños” provocados por el cambio climático en los países más pobres y vulnerables. El fondo fue finalmente aprobado el año pasado, pero había que darle forma y contenido. Y eso es lo que se ha aprobado. El fondo inicia con una disposición de 700 millones de dólares, de los cuales entre 300 y 400 millones proceden de países de la Unión Europea, y unos 100 millones de los Emiratos. Es un paso positivo desde luego, urgente y necesario. Porque los impactos del cambio climático se han intensificado en estos años, y van a más.

Pero queda mucho por hacer: contar con fondos significativos para afrontar pérdidas y daños por desastres naturales (700 millones para todo el mundo no es nada), la participación real y comprometida de otros países desarrollados, garantizar el acceso a los fondos por parte de las personas más vulnerables, contar con una gobernanza de calidad en este fondo, con criterios claros, con transparencia sobre su accesibilidad, uso y rendición de cuentas, etc.

En conclusión, desde “Enlázate por la Justicia” pensamos que la COP28 ha realizado tímidos avances para luchar de manera decidida contra el cambio climático. Raquíticos en relación a la causa del problema, la disminución de gases de efecto invernadero, y al ritmo de disminución de emisiones que plantea la ciencia para seguir alineados con los objetivos del Acuerdo de París.  Y un poco más esperanzador en relación a los procesos de adaptación y de justicia climática, destacando especialmente la disposición, después de años de debates, de un fondo para afrontar los daños y las pérdidas provocados por el cambio climático en los países más pobres.

Pero nada de lo que ocurra nos desalentará en nuestra lucha y trabajo para lograr seguir dando pasos y desde “Enlázate por la Justicia”, nos unimos a la voz exigente del Papa Francisco, y, sobre todo, a las comunidades vulnerables que acompañamos, exigiendo a nuestros gobernantes, una vez más, ¡JUSTICIA CLIMÁTICA YA!

¿Nos acercamos al fin de la especie humana?

«La Tierra continuará girando pacíficamente alrededor del sol. Pero sin nosotros»

El ser humano

«Con esperanza confiamos que todavía daremos un salto en nuestra conciencia, despertaremos, cambiaremos de rumbo y así salvaremos la vida, nuestras culturas y nuestro futuro. Es la esperanza esperante»

Como especialmente los países ricos no disminuyen su suntuoso consumo, la Tierra viva no puede seguir dando lo que no tiene. Entonces responde con más calentamiento global, más eventos extremos, más virus letales y otros fenómenos que pueden poner el futuro de la vida humana y de la naturaleza en situación de disolución y de desaparición

Por Leonardo Boff

Si reducimos el proceso cosmogénico de 13,700 millones de años a un año, como lo hizo el cosmólogo Brian Swimme y antes de él Carl Sagan, llegamos a la conclusión de que nuestro primer ancestro surgió el día 31 de diciembre a las 22 horas. El actual que somos nosotros, el sapiens sapiens, el día 31 de diciembre a las 23 horas 58 minutos y 10 segundos. Por tanto, somos los últimos de los seres mayores a entrar en escena en el proceso de la evolución menos de dos minutos antes de la medianoche. En ese instante, comenta Swimme, surgimos nosotros «10 segundos antes de la medianoche y somos los nuevos ricos de la vida».

Ese ser, portador de inteligencia, de voluntad y de propósito, por no poseer nigún órgano especializado, se vio obligado interferir en la naturaleza para garantizar su subsistencia. Pero desde el principio lo hizo usando su fuerza hasta el punto de desequilibrar los distintos ecosistemas. Como observó el economista-ecólogo húngaro Georgescu-Roegen (1906-1994), uno de los primeros en plantear la cuestión de los límites del sistema-Tierra, ese ser, el humano, es altamente creativo, agitado, agresivo y poco amante de la medida. Por esta razón, dice, modificará la faz de la Tierra, pero está destinado a tener vida corta sobre ella. Lyn Margulis, en su “Microcosmos: cuatro mil millones de años de evolución microbiana” (1990) llega a afirmar que nosotros somos como «una especie de mala hierba mamífera, no obstante nuestra personalidad y realizaciones» (p.213). Donde ella llega, amenaza a las demás especies, hasta el punto de que modernamente hemos inaugurado, según algunos científicos, una nueva era geológica, el antropoceno, es decir, el ser humano sería la gran amenaza de la vida en el planeta.

Se está produciendo un fenómeno que nos hace plantear la pregunta de antes: ¿será que nos estamos acercando a nuestro propio fin? Algunos notables biólogos como A. Meredith y la propia Lyn Margulis, piensan que el reciente y fantástico éxito del ser humano en poblar el planeta no pasaría de ser “un fenómeno de ocaso”, es decir, el gran juego de luces antes del inevitable final del espectáculo. La expansión poblacional nos hace realmente pensar.

Solo en 1800 llegamos a mil millones de personas; en 1930 éramos ya 2 mil millones; en 1974 alcanzamos la cifra de 4 mil millones; en 1987 éramos 5 mil millones; en 1999 emergimos como 7 mil millones y en 2022, finalmente llegamos a 8 mil millones de personas.

Si observamos bien hay un crecimiento exponencial. Comenta Margulis, una de las mayores especialistas en microbiología: “De acuerdo con los datos históricos se sabe que las especies se reproducen frecuentemente con considerable profusión momentos antes de extinguirse” (Microcosmos, p.213). Otro gran científico John R. Plat comenta: «Quedamos atemorizados cuando observamos estos ejemplos de aceleración evolutiva» (The Acceleration of Evolution, en The Futurist, 1981).

El argumento que más me convence y funda mi hipótesis (no es más que hipótesis) de que nuestro fin no está distante lo proporciona la propia Margulis. Ella usa el ejemplo de lo que ocurre con los microorganismos colocados dentro de una placa de Petri. Cito: «Las placas de Petri son placas redondas dotadas de alimento transparente, que permite al investigador ver las colonias bacterianas en forma de puntos incluso a ojo desnudo. Alimentados con nutrientes, los microbios se revelan casi siempre muy prolíficos… Al agotarse todas las sustancias nutritivas y cuando llegan a los bordes de la placa de Petri, los múltiples miles de millones de bacterias dejan de desarrollarse y de súbito mueren por falta de alimento y de espacio vital. Para la humanidad, el mundo puede mostrarse idéntico a una placa de Petri» (p.214).

En otras palabras, los organismos de la ONU vienen mostrando anualmente la Sobrecarga de la Tierra (The Earth Overshoot). Este año llegamos a ella el día 22 de julio. Esto quiere decir que ese día se constató el agotamiento de los nutrientes esenciales que la Tierra nos proporciona para garantizar la continuidad de la vida. Como especialmente los países ricos no disminuyen su suntuoso consumo, la Tierra viva no puede seguir dando lo que no tiene. Entonces responde con más calentamiento global, más eventos extremos, más virus letales y otros fenómenos que pueden poner el futuro de la vida humana y de la naturaleza en situación de disolución y de desaparición. El citado científico Plat estima que la vida en la Tierra se avecina a su mayor viraje después de cuatro mil millones de años de existencia. No hay conciencia colectiva en la población sobre este peligro, ni en los “decisions makers” ni en los jefes de Estado.

Todos los años miles de especies vivas desaparecen tras haber permanecido millones de años sobre nuestro planeta. Llegando a su clímax desaparecen para dar lugar a otras. Pregunto: ¿no será que ha llegado nuestro turno de desaparecer de este planeta? La Tierra continuará girando pacíficamente alrededor del sol. Pero sin nosotros.

No desearía que el pronóstico de uno de los últimos grandes naturalistas, Théodore Monod, se llegase a realizar. En su libro-testamento Y si la aventura humana fallase  (2000) observa: «somos capaces de una conducta insensata y demente. A partir de ahora se puede temer todo, realmente todo, inclusive la aniquilación de la especie humana. Sería el justo precio de nuestras loucuras y de nuestras crueldades» (p.246).

Con esperanza confiamos que todavía daremos un salto en nuestra conciencia, despertaremos, cambiaremos de rumbo y así salvaremos la vida, nuestras culturas y nuestro futuro. Es la esperanza esperante.

La COP28 frena el límite a los combustibles fósiles e incendia la crisis climática

Por Javier H. Rodríguez |

Fuentes: El salto [Imagen: el presidente de la COP28 y CEO de la compañía petrolera estatal de Emiratos Árabes Unidos, Sultan Al Jaber. Foto: COP28 EAU]

La presidencia de la Cumbre del Clima ostentada por EAU hace suyos los deseos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y presenta una propuesta que elude hablar del abandono de petróleo, gas y carbón y apela solamente a una reducción.

La gran batalla que se ha presentado en las últimas semanas en torno a la 28 edición de la Cumbre del Clima es, fundamentalmente, si los 197 países con representación aceptarían un compromiso de eliminar gradualmente los combustibles fósiles o simplemente abogarían por reducirlos. Este lunes, ese debate ha sufrido un giro significativo. La presidencia de la COP28, ostentada por Emiratos Árabes Unidos y con el magnate petrolero Sultan Al Jaber a la cabeza, ha hecho suyos los postulados de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) y ha presentado un borrador de decisión con una propuesta que elude hablar del abandono de petróleo, gas y carbón. Cada palabra del texto parece claramente medida: “Reducir tanto el consumo como la producción de combustibles fósiles, de manera justa y ordenada, con el fin de alcanzar el objetivo de cero emisiones netas antes de 2050 o en torno a esa fecha, como sugiere la ciencia”.

El borrador divulgado el día antes del final de la Cumbre todavía podría experimentar algunas modificaciones, pero deberá obtener el acuerdo totalmente unánime de los casi 200 países participantes antes de que concluya la reunión. Según han venido denunciando las principales organizaciones ecologistas del mundo, estos días en Dubai, los integrantes de la coalición de productores de petróleo OPEP han hecho serios esfuerzos para tratar de obstaculizar los avances hacia un acuerdo global destinado a reducir progresivamente la dependencia de combustibles fósiles. Los representantes de los países de la OPEP, con Arabia Saudí a la cabeza y respaldados por defensores de la industria del carbón, el petróleo y el gas, han rechazado públicamente cualquier versión del texto que haga alguna mención a los combustibles fósiles.

El documento se denomina oficialmente Evaluación Global y hacer referencia al primer balance hecho sobre el Acuerdo de París, rubricado en 2016. Si la propuesta de dudosa ambición en torno a los combustibles fósiles logra resistir el previsible contraataque de los negociadores de los principales países productores de petróleo, constituiría la primera vez que, dentro del marco de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, se inste a los países a disminuir su producción de combustibles fósiles aunque sea de una manera que la Unión Europea ya ha tachado de “insuficiente” y con “elementos inaceptables”.

Los adjetivos los han colocado los dos negociadores europeos, la vicepresidenta tercera del Gobierno, Teresa Ribera, y el polémico comisario de Acción Climática de la UE, Wopke Hoekstra. Y es que los gobiernos de los países representados tendrán ahora la oportunidad de expresar sus opiniones en un debate sobre la redacción que se avecina complejo. “Echamos de menos conceptos y orientaciones que nos permitan lo que se necesita para salir de esta Conferencia con lo que se necesita, una senda clara de lo que debe hacer el sector de la energía para asegurar un declive rápido de emisiones, el papel de los combustibles fósiles, no solo en el horizonte de 2050, también en el de 2030”, ha argumentado la presidenta semestral del Consejo de Medio Ambiente y Energía, Ribera durante la tarde de este lunes junto al exasesor de la petrolera Shell y ahora comisario Wopke Hoekstra.

Un borrador con una ambición relativa

Aunque era lo previsto, las propuestas más destacables en la dirección de frenar las causas de la crisis climática contempladas en el borrador firmado por Sultan Al Jaber son la triplicación de la capacidad de las energías renovables a nivel mundial y el doble aumento en la eficiencia energética para el año 2030. Poco destacable más allá de eso: “Reducir progresivamente y sin cesar el carbón”; lograr un “sistema de energía neta cero” lo antes posible; frenar los gases de efecto invernadero más allá del dióxido de carbono, como el metano; y poner fin a los “subsidios ineficientes a los combustibles fósiles”.

Javier H. Rodríguez@javierhrguez

Laudate Deum y la COP28

«Los poderosos países árabes exportadores de petróleo no van a votar contra sus intereses»

Contaminación Chris LeBoutiller/Unsplash

Resulta muy actual por preceder solo con un par de meses la 28 Conferencia de la ONU sobre el cambio climático (CMNUCC), más conocida como la COP28 (28 Conferencia de las Partes de la Convención), celebrada en estos días y que ha reunido a los líderes de gobiernos, negocios, ONG y sociedad civil para alcanzar soluciones concretas a una problemática decisiva actual: el cambio climática que amenaza el equilibrio de la Tierra y nuestras vidas con él

La exhortación concluye con una llamada  a la “reconciliación con el mundo que nos alberga”, a caminar en comunión y compromiso, juntos, por una relación digna con la creación. Y lo hace con una llamada muy práctica: “Evitar entre todos un aumento de una décima de grado en la temperatura global, suficiente para evitar algunos sufrimientos a muchas personas”

Por | Victorino Pérez

La encíclica Laudato si’ del papa Francisco ha sido una auténtica bomba para el magisterio eclesiástico, para la vida de la Iglesia y para la sociedad de su tiempo, por eso tuvo el enorme eco positivo internacional y, a la vez, recibió algunas duras críticas, como he escrito hace tiempo en este blog (“Laudato Sí, una encíclica única y revolucionaria en la historia del Magisterio de la Iglesia” 1-4: 15/06/2020, 19/06, 26/06, 04/07). Fue tan sumamente rica e innovadora que no cabía esperar nada mejor. Y así sido; aunque Francisco publicara hace un par de meses la exhortación apostólica Laudate Deum, que quiso ser una actualización y ampliación de su encíclica ecologista. Este texto no dice nada nuevo de importancia, pero resulta muy valioso por volver con valentía sobre cosas que había dicho en la encíclica: “Con el paso del tiempo advierto que no tenemos reacciones suficientes mientras el mundo que nos acoge se va desmoronando y quizás acercándose a un punto de quiebre”. Y por aparecer precisamente en este momento.

Resulta muy actual por preceder solo con un par de mesesla 28 Conferencia de la ONU sobre el cambio climático (CMNUCC),más conocida como la COP28 (28 Conferencia de las Partes de la Convención), celebrada en estos días y que ha reunido a los líderes de gobiernos, negocios, ONG y sociedad civil para alcanzar soluciones concretas a una problemática decisiva actual: el cambio climática que amenaza el equilibrio de la Tierra y nuestras vidas con él. Francisco había pensado estar también presente, pero no pudo hacerlo por consejo médico.

El papa era claro y rotundo en su exhortación Laudate Deum: “Es indudable que el impacto del cambio climático perjudicará de modo creciente las vidas y las familias de muchas personas. Sentiremos sus efectos en los ámbitos de la salud, las fuentes de trabajo, el acceso a los recursos, la vivienda, las migraciones forzadas, etc.”. Pero parece que no le han hecho mucho caso. En realidad, a pesar de algunas palabras valientes que hemos oído –y me alegra que algunas fueran de representantes españolas- el fracaso de la cumbre estaba garantizado desde el principio precisamente por el lugar en que se hizo: Dubai, de los Emiratos Árabes Unidos y centro del más importante emporio petrolífero, que financia este encuentro y otros eventos con sus petrodólares para lavar la cara. Como dicho alguien, era como poner al zorro a cuidar las gallinas. Los poderosos países árabes exportadores de petróleo no iban a votar contra sus intereses, por muy dramáticas que se presentaran las cosas para el sufrido planeta Tierra.

La COP28

Las noticias que nos han ido llegando de esa cumbre son alarmantes. Solo recojo algunas:

– La ciencia es clara: para mantener un clima soportable, se debe reduciryala producción de carbón, petróleo y gasy triplicar la capacidad de energía renovable (eólica, solar, hidráulica y geotérmica) antes del año 2030. Al mismo tiempo, se requiere un aumento sustancial de la financiación para la adaptación e inversión en resiliencia climática. Pero cada año se invierten siete billones de dólares en actividades que alimentan el cambio climático; lo que supone una cantidad 30 veces superior a la que se gasta anualmente en soluciones verdes y un 7% del PIB mundial, según señala un informe de la agencia de medio ambiente. 

– Pero con esta nueva cumbreno se va a conseguir el objetivo principal que es salvar el aumento de 1, 5 grados, lo que puede ser una catástrofe para el planeta, porque no se va a reducir el consumo de los combustibles fósiles, los que más contaminan.  A todo más, se habla en el borrador del documento final de “reducir su uso”. La misma Unión Europea manifestó su “decepción” por las conclusiones a este respecto; y para los ecologistas el texto es un insulto y un fracaso para la situación grave en que estamos, pues da falsas soluciones, que no incluyen la descarbonización real. Contrariamente, el secretario general de los Países Exportadores de Petróleo (OPEP), que dominaron la cumbre, Haitham Al Ghais, mandó la semana pasada una carta a varios Estados miembros pidiendo que “rechacen proactivamente” en las negociaciones cualquier acuerdo relacionado en los combustibles fósiles.

– De ese freno a los combustibles fósiles se van a encargar los países exportadores de petróleo junto con los lobis internacionales relacionados con la industria de los combustibles fósiles. En España: Iberdrola (que fue la entidad española que más gente llevó a la COP28), Repsol, Cepsa, Inditex, Banco Santander y BBVA, son, entre otras, las empresas españolas presentes en Dubái. Parece que la cumbre del clima bate este año récord de lobistas; solo las personas ligadas a empresas españolasson cerca de un centenar. Con ellos muchas empresas petroleras y contaminantes internacionales como BP, Shell,  Exxon, Ecopetrol, Gazprom, Chevron, Equinor… Grandes bancos y financieras como Bank of America, Barclays, HSBC,JPMorgan… Otras empresas como Amazon, Microsoft, Siemens… Y grandes fabricantes de coches como Mitsubishi, Ford, Volvo, Volkswagen, etc. Este año han solicitado acreditación presencial 97.372 personas –con el enorme gasto y contaminación que suponen sus aviones y sus jets privados-; el doble de la que se desplazó a Sharm El-Sheikh (Egipto) para la COP27 del año pasado; la primera COP, celebrada en Berlín en 1995, contó con tan solo 3.969 asistentes… Acuden más empleados de la industria fósil que delegados de las diez naciones más vulnerables al clima juntos (1.509). Emiratos Árabes Unidos fue el país con la delegación más grande (4.409 participantes) y los que menos personal han llevado han sido Nicaragua (6) y Eritrea (7).

– El Sultán Ahmed Al Jaber, ministro de Industria y consejero delegado de la empresa petrolera estatal de Emiratos Árabes, fue nombrado presidente de la cumbre del clima. Es un ejecutivo petrolero calificado como “retardista climático”; es decir, aquellas personas que, si bien no niegan el cambio climático, sí obstruyen o retrasan toda acción urgente contra el calentamiento global.

 Entre las lindezas que dijo estos días está esta: “No existe evidencia científica de que el descenso progresivo de combustibles fósiles ayude a alcanzar el objetivo de no sobrepasar un incremento de 1,5º C, establecido en el Acuerdo de París”.

– Con este plantel, no extraña que sean poco escuchadas palabras valientes como las del secretario de la ONU António Guterres, cargando contra las empresas por la crisis climática: “La humanidad ha abierto las puertas del infierno”; “Necesitamos un plan de acción climática decisivo que permita respetar el límite de 1.5°C y proteja a los más afectados por la crisis climática”. O las de la ministra española Teresa Rivera: “El último borrador presentado por la presidencia de la COP28 es claramente insuficiente con elementos que son inaceptables”. Y las palabras contundentes de Yolanda Diaz: “El acuerdo que propone la presidencia de la COP28  va en contra del desafío que tenemos como humanidad. No podemos estar al servicio de unas élites a las que no les importa el desafío climático”.

La Laudate Deum

¿Cuáles fueron las palabras del papa poco antes de esta cumbre? Francisco manifiesta en la exhortación su hartazgo: basta de poner “remiendos” al cambio climático; necesitamos soluciones reales para “nuestro sufrido planeta” y sus consecuencias para los más débiles. Pues hay una relación estrecha entre el cuidado de la casa común y la dignidad humana, las consecuencias del cambio climático tienen un fuerte impacto sobre la vida de las personas.

El texto no es largo, 73 puntos breves, organizados en seis capítulos:

1) “La crisis climática global”. El papa advierte que el cambio climático es innegable y sus efectos se hacen cada vez más evidentes “a pesar de algunos intentos de minimizarlos o ridiculizarlos”. Y, para colmo, “pareciera que la culpa es de los pobres. Pero la realidad es que un bajo porcentaje más rico del planeta contamina más que el 50% más pobre”.

2) “Elparadigma tecnocrático” que está detrás del proceso actual de degradación del ambiente, un tema del que tanto habló en la Laudato si’. La naturaleza no es un recurso a explotar sin fin, la ambición desmedida no es sostenible éticamente. “El paradigma tecnocrático se retroalimenta monstruosamente”.

3) “La debilidad de la política internacional”. Se destaca la urgente necesidad de la cooperación global a través de nuevos acuerdos multilaterales entre los Estados porque los enfoques actuales son insuficientes. Francisco denuncia que es “lamentable” que las crisis mundiales sean “desaprovechadas”, cuando serían “la ocasión para provocar cambios saludables”. Se trata de recuperar un “multilateralismo desde abajo”, que no sea decidido por las élites del poder.

4)  “Las conferencias sobre el clima”. Están más marcadas por fracasos que por avances, por lo que Francisco denuncia y alienta a superar las posturas egoístas de los países; particularmente habla de “la decepción de la COP25 de Madrid (2019)”. Francisco hace un repaso de las cumbres del medio ambiente que se han celebrado, desde Río de Janeiro (1992) hasta Sharm El Sheikh (2022): “Los acuerdos han tenido un bajo nivel de implementación porque no se establecieron adecuados mecanismos de control, de revisión periódica y de sanción de los incumplimientos”.

5) “¿Qué se espera de la COP28 de Dubai?”. “Terminemos de una vez con las burlas irresponsables que presentan este tema como algo sólo ambiental, ‘verde’, romántico, frecuentemente ridiculizado por los intereses económicos”, dice Francisco.

 Pone el foco en esta nueva cumbre medioambiental, deseando que dé lugar a “una marcada aceleración de la transición energética, con compromisos efectivos y susceptibles de un monitoreo permanente”. Es necesario superar “la lógica de emparchar, colocar remiendos, atar con alambre, mientras por lo bajo avanza un proceso de deterioro que continuamos alimentando.

6) “Las motivaciones espirituales”. Francisco hace un llamamiento a reaccionar, particularmente por parte de las personas de todas las confesiones religiosas, teniendo en cuenta “las motivaciones que brotan de la propia fe”: “La responsabilidad ante una tierra que es de Dios implica que el ser humano, dotado de inteligencia, respete las leyes de la naturaleza y los delicados equilibrios entre los seres de este mundo”.

“Si el universo se desarrolla en Dios, que lo llena todo, entonces hay mística en una hoja, en un camino, en el rocío, en el rostro del pobre”. “Alabad a Dios”, porqueun ser humano que pretende ocupar el lugar de Dios se convierte en el peor peligro para sí mismo.

La exhortación concluye con una llamada  a la “reconciliación con el mundo que nos alberga”, a caminar en comunión y compromiso, juntos, por una relación digna con la creación. Y lo hace con una llamada muy práctica: “Evitar entre todos un aumento de una décima de grado en la temperatura global, suficiente para evitar algunos sufrimientos a muchas personas”.

Esto supone necesariamente una limitación drástica del uso de combustibles fósiles. Una apelación directa a la COP28, que hasta ahora ha sido poco oída.

COP 28. Pongo ante ti la vida y la muerte (Dt 30, papa Francisco)

Se celebra en  Dubai  la COP28 (28 Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático), del 30.11 al 12.12 2023).

Como máxima autoridad religiosa, el Papa Francisco, a través de su delegado, el Card. Parolin, ha pronunciado un discurso programático (2.12), del que recojo y comento aquí sus presupuestos y propuestas, desde la perspectiva de su largo y profundo magisterio ecológico. en la línea de Dt 30 y Mc 1, 14- 15

Por | Xabier Pikaza

Punto de partida: Ante la gran amenaza

  Ciertos diagnósticos apocalípticos suelen parecer poco racionales o insuficientemente fundados. Esto no debería llevarnos a ignorar que la posibilidad de llegar a un punto crítico es real. Pequeños cambios pueden provocar cambios mayores, imprevistos y quizás ya irreversibles…. Así se terminaría desencadenando una cascada de acontecimientos que se precipiten como una bola de nieve. En un caso así siempre se llegará tarde, porque ninguna intervención podrá detener el proceso… (Francisco, Laudate Deum 17,9. 2023).

El desafío ecológico. Ante una encrucijada.

 Encrucijada es un cruce ante el que el viajero debe optar, si quiere seguir caminando. Viajeros de la vida somos, y ella nos pone con frecuencia ante importantes opciones, como la de Hércules en Grecia, Buda ante la higuera de Benarés, los hebreos ante el gran desierto (pongo ante vosotros la vida y la muerte, Dt 30) o como la de Jesús en Cesarea de Felipe (Mc 8)

Suele haber una ancha puerta y un camino llano que desemboca en la muerte y una senda estrecha, empinada y dura que lleva a la vida, y debemos optar por ella, si queremos alcanzar nuestro destino en sentido material y “espiritual”, pues no sólo de pan vive el hombre (Mt 4, 4), sino de toda palabra que viene de Dios. En este comienzo del tercer milenio, la vida nos pone ante encrucijadas, que exigen alternativas fuertes, en un plano personal y social, político, militar y económico. Entre ellas destaca la alternativa ecológica, ante el futuro de nuestra vida en la tierra. O respondemos bien, cuidando de ella tierra o, de lo contrario, podemos destruirla y destruimos.

¿Hay futuro para la vida humana en el planeta tierra?

 Muchos afirman que nuestra humanidad, con su forma de actuar sobre la tierra, sometiéndola a la fuerza, carece de futuro. Nos hemos situado entre la vida y la muerte y, en conjunto, estamos apostando de hecho por la muerte, aunque digamos que somos defensores de la vida. Para optar por el futuro debemos realizar un gran cambio, como el que pidió Moisés (pongo ante ti vida y muerte, Dt 30, 15-20) y ratificó Jesús (meta-noeite; pensad y vivid de otra manera, Mc 1, 14-15).

Éste ha de ser un cambio interno y externo, económico y social, de teoría y práctica, de economía y política, pues de lo contrario, en la línea trazada por un tipo de “progreso tecno-crático” (poder de la técnica), destruiremos en pocos decenios, de forma irreversible la vida de la tierra.

Los ilustrados de los tres últimos siglos nos habían repetido que podíamos hacer todo lo que quisiéramos todo y progresar, desoyendo el aviso del principio de la Biblia: De todos los árboles (bienes) de la tierra podéis comer, pero el día en que comáis del fruto del árbol del bien y del mal, como si no hubiera límite ninguno en vuestro camino, moriréis… (cf. Gen 2, 15-17). Una modernidad egoísta, empeñada en imponer el poder del hombre sobre el mundo, nos había dicho «atrévete, conquista y coloniza», y nos hemos atrevido, pero, en vez de humanizar la tierra en respeto amoroso, Gen 2, 28), estamos corriendo el riesgo de secarla, destruyendo así nuestro mismo principio de vida. 

Hemos colonizado la tierra, con riesgo de matarla

 Hemos colonizado a sangre y fuego inmensos territorios físicos y culturales, imponiendo nuestra injusticia en ellos, sin más principio moral que nuestro egoísmo. En ese contexto, volvemos a escuchar la palabra de Jesús: ¿De qué os vale ganar el mundo entero si al hacerlo os perdéis vosotros mismos? (Mt 16, 26). Hemos demostrado que podemos pasar conquistar y pasar muchos fuertes y fronteras (Juan de la Cruz, Cántico Espiritual), consiguiendo un inmenso caudal de Mammón (Mt 6, 24), al servicio de un mercado que compra y vende cualquier cosa, incluyendo almas y cuerpos (Ap 18, 13), pero hemos olvidado el principio de la Biblia: El día en que comáis de ese fruto del bien y del mal moriréis.

Ha llegado la hora de detener ese avance y de cambiar de rumbo. Si queremos vivir, debemos renunciar a cumplir un tipo de deseos destructivos (en el sentido de Rom 7, 7; 13, 9) no por negación, sino por descubrimiento de caminos más altos, en línea sabiduría y belleza, de salud, amor mutuo y esperanza de resurrección, pues de lo contrario acabaremos matándonos todos y quemando la vida de la “madre” tierra y destruyéndonos con ella.

Hemos querido imponer nuestra fuerza sobre el mundo, en una marcha triunfante de conquista y colonización, dominando los confines de la vida, derribando las últimas fronteras, plantando nuestro orgullo de bandera sobre todos los competidores, para descubrir, al fin, que nuestra tierra es de hecho “plana” no redonda y que se acaba, acabando nosotros con ella, a no ser que paremos, nos detengamos y sepamos buscar y recibir tierras distintas de comunión en gratuidad.

Es hora de detener esa conquista

 Nos hemos creído elegidos de un Dios del poder, con derecho a seguir avanzando sobre cadáveres de enemigos, para imponer sobre ellos nuestra razón sangrienta…, descubriendo, al fin, que ese “dios” no es de verdad, sino diablo de las tentaciones de Jesús (Mt 4; Lc 4), bajo cuyo poder (Mammón, Opresión, Idolatría) hemos caído, como si lo que importara es tener y consumir cada vez más cosas, en un mundo de ricos sobre pobres, con arsenales inmensos de armas destructoras, mientras se extiende y domina sobre el mundo una pobreza de muerte para de la mayoría.

Mañana es ya tarde, ha llegado la hora de descubrir que estamos ante el abismo, para detenernos y cambiar de dirección o, mejor dicho, para subir de plano y poner en marcha una sabiduría fundada en el amor a la vida, un conocimiento que no sea “ciencia del dominio del bien y del mal” (de cuyo peligro nos hablaba Gen 2), sino de resurrección. Por eso necesitamos recuperar nuestras más hondas raíces culturales y religiosas, volviendo a los caminos del Reino que proclamó Jesús, en comunión con otras sociedades de Asía, África, América y Oceanía, sin cerrarnos en los modelos triunfales de nuestras historias impositivas.

En este momento de gran crisis, ante el abismo de muerte que se abre a nuestros pasos, debemos pararnos y pensar que no podemos seguir como herederos de tribus triunfadoras, para ocuparnos con Jesús (como Jesús) de los “pobres”, perdedores, cojos-mancos-ciegos, impuros, expulsados, niños, viudas y extranjeros, iniciando así una marcha de ecología humanista, al servicio de la tierra, que no es Dios sin más, pero es signo y presencia de su vida.

Alternativa, cambio de paradigma

            En otro tiempo, los hombres girábamos en torno a la naturaleza que se elevaba ante nosotros inmutable y terminada, de forma que todo parecía eterno, bajo una «bóveda» o círculo perfecto donde los hombres se limitaban a mantenerse obedientes. Ahora, en cambio (año 2023) estamos empeñados en dominar el mundo, no a cuidarlo como quiere la Biblia (Gen 1-2), poniéndolo al servicio de un sistema de poder que oprime a grandes mayorías de seres humanos y pone en riesgo la vida de conjunto del planeta tierra.

El antiguo orden social era muy duro, pero en general los hombres respetaban el “orden” del mundo, pensando que era signo de Dios. El nuevo sistema, empeñado en su triunfo, tiende a divinizarse de un modo implacable, sin otro freno ni norma que su poder, corriendo así el riesgo de destruir no sólo la existencia humana, sino todas las formas de vida sobre el mundo. En ese contexto hemos de tomar conciencia del desafío ecológico: O nos cuidamos unos a otros y cuidamos el mundo, al servicio de todos, y en especial de los más pobres, o nos destruimos como humanos en la tierra.

 Por primera vez en la historia, la humanidad en su conjunto puede “suicidarse” (destruirse a sí misma) en el plano cósmico, personal y social). Pues bien, en este momento, ella debe asumir de un modo consecuente el compromiso de optar por la vida, cuidando no sólo de sí misma por aislado, sino de la vida y salud del planeta tierra, con sus ecosistemas, sus plantas y animales.

Con el tipo de ciencia y política actualmente triunfante, con una educación que nos invita a dominar el mundo por la fuerza corremos el riesgo de destruirnos. Los tiempos urgen y son muchos los hombres y mujeres que están tomando conciencia que a este ritmo de progreso y consumo de los grupos más ricos la humanidad no tiene futuro, de manera que piensan (pensamos) que con las formas de vida que ahora utilizamos en el mundo más “desarrollado” no podremos sobrevivir muchos decenios.

Necesitamos una sabiduría nueva, superando los juicios antiguos del bien y del mal y los discursos triunfalistas del sistema económico-social dominador, para extender sobre el mundo una sabiduría nueva de renuncia creadora, al servicio de los marginados y de la comunión de todos los seres humanos. En ese contexto surge la necesidad de programar y de poner en marcha un modo nuevo de pensar y de vivir, al servicio de una nueva creación centrada en el hombre, en comunión con el mundo.

No somos “dueños” (dictadores) de la tierra para nuestro servicio egoísta, sino hermanos de ella, para bien de todos, de la tierra y de los hombres, en gesto positivo de “amor gozoso”, pues todos dependemos unos de otros, nosotros de la tierra, la tierra de nosotros, y los diversos grupos humanos de la tierra,. Éstos son los principales “problemas” del conjunto de la tierra tal como pueden plantearse desde una perspectiva ecológica.

Alternativa  científico/material, degradación de la tierra,

es decir, es decir, del sustrato y fuente de las diversas formas de vida del planeta. El consumo egoísta y la degeneración de las energías y formas de vida del presente lleva riesgo de romper los desarrollos y posibilidades del futuro. Con nuestro modo de abusar del mundo podemos imponer la ruina sobre aquellos que vengan tras nosotros. Desde esta perspectiva cobran su hiriente actualidad algunos temas usuales de la ciencia y la reflexión ecológica:

– Hay un riesgo de contaminación del aire, esto es, de la atmósfera de la que vivimos, como han puesto de relieve las grandes religiones, tanto del oriente como de occidente. La respiración es vida, sin aire limpio/sano no vivimos.

– Hay un riesgo de degradación de las aguas, de polución de los mares, de envenenamiento de los ríos etc. Aire y agua forman la pareja primigenia de la vida, tanto de la tierra en su conjunto, como de las plantas, los animales y los hombres.

– En un plano más general se puede hablar del “calentamiento” global del aire, del agua y de la tierra, no sólo por un tipo de combustión desmesurada de carburantes fósiles, sino por la destrucción de los sistemas de regulación de la atmósfera.

– En este contexto puede y debe hablarse, en fin, de un deterioro irreversible de la misma tierra, cuya forma actual, al servicio de la vida se ha ido fijado y estabilizando a través de milenios de evolución cósmico.

 Estos cuatro elementos (aire, agua, “fuego” y tierra) forman la base de la experiencia cósmica que ha venido marcando la historia del mundo (y en especial de occidente) desde la filosofía griega y desde los documentos fundantes de la literatura “sapiencial” de la Biblia. Como dirá Francisco de Asís en su “Canto de las creaturas”, aire-agua-fuego/calor y tierra son nuestras hermanas. Si destruimos nuestro pacto de fraternidad con ellas nos destruimos a nosotros mismos. Pues bien, un tipo de humanidad La humanidad despreocupada y codiciosa, dirigida por un egoísmo universal salvaje está destruyendo ese pacto y puede convertirse en causa de un crimen irreversible contra la vida del planeta.

Alternativa social, distribución/destrucción  de la energía,

 pasando así de la lucha de los hombres contra la tierra, a la lucha universal de unos hombres y pueblos contra otros. En otro tiempo se habló de la necesidad de superar un tipo de propiedad privada. En línea ecológica hay que dar un paso más: debemos plantear el problema de la apropiación y utilización desigual de la energía de la tierra, que son un bien común, no exclusivo de algunos, que forman una pequeña elite capitalista. Por eso, éticamente, la nueva revolución económico-social de la humanidad resulta inseparable de un nuevo planteamiento ecológico de comunicación y participación universal en los valores de la vida.

– Problema de orientación de la energía.Hasta ahora estábamos en manos de la sabiduría de la naturaleza, que nos parecía infinita y tendíamos a intervenir en ella de una forma depredadora. Ha llegado el momento en que el conjunto de los hombres invierta ese proceso y descubra que su vida, la vida de todos, depende de la forma en que se sitúen ante el «jardín de la vida» o paraíso, para desplegar una vida que sigue siendo don de Dios.

– Problema de organización social al servicio de la vida. Debemos ir en contra de una dictadura de poderes impositivos de diverso tipo, que planean, elaboran y disfrutan de forma egoísta los bienes de conjunto de la vida. Para que la vida se mantenga debe cambiar de un modo radical la política de la humanidad, asumiendo de una forma universal los valores de la vida, por encima de una “libertad” entendida como principio de imposición social y dominio destructor no solamente en contra otros hombres y mujeres, sino de la misma tierra O renunciamos al deseo de dominio absoluto, al ansia de poder y de consumo… o la llama de la vida que un día recibimos de la evolución cósmica (de Dios) terminará por apagarse en nuestras manos

Alternativa cultural y religioso. Ante el Dios de la vida, la vida humana

 Hombres y mujeres, estados políticos y pueblos nos hallamos ante una encrucijada, de manera que hemos descubierto la gran actualidad de una palabra central de Dios en la Biblia: «Hoy pongo ante ti la vida y la muerte, el bien y el mal, escoge bien y vivirás, pues de lo contrario acabarás cayendo en manos de tu misma muerte» (cf. Dt 30, 15-16), como había dicho al principio de la creación: El día en que comáis del fruto del árbol del bien y del mal pereceréis (Gen 2).

Hoy (año 2023) comprendemos mejor lo que aquellas advertencias indicaban: Nos hallamos ante el riesgo de un suicidio individual y colectivo, de manera que, si no logramos asumir la tarea justa y de poner en marcha la buena iniciativa al servicio de la nueva creación, podemos acabar errando sin sentido, para dejarnos morir o destruirnos unos a los otros en guerra sin fin, destruyendo la vida del planeta.

            El tema lo habían planteado desde antiguo algunos profetas y videntes, al hablar de la unidad de todos los humanos, como hijos de Dios, miembros de una misma naturaleza e historia. Pero actualmente se ha convertido en un tema universal, no sólo ce biología, filosofía y religión, sino también de política y economía[1].

            Habitando sobre un único planeta, dentro de un sistema cósmico, los hombres y mujeres formamos un solo mundo humano, que nosotros mismos debemos gestionar, de un modo eficiente y comprometido, no sólo al servicio de algunos grupos humanos más poderosos (en línea estatal o de corporaciones económicas al servicio del capital y/o del marcado), sino de la humanidad en su conjunto y de vida de la tierra, concebida de un modo extenso, como un gran viviente o gea, palabra que viene del griego gê, que forma parte de un abanico expresión más técnicas, como geo-metría (medida de la tierra), geología (orden o logos de la tierra) etc[2].

En esa línea, la eco-logía, como estudio y cuidado de la tierra (ge, gea), forma parte del proceso imparable de la globalización, que está resituando los problemas y cuidados de la economía, política y religión de tiempos anteriores (cf. Hech 17,26).

            Situada en un nivel de responsabilidad y supervivencia, la globalización evoca lo más alto: la capacidad de vinculación concreta y programada de todos los vivientes entre sí. Pero, al mismo tiempo, ella nos sitúa, al mismo tiempo, ante aquello que parece lo más bajo: millones de personas sufren y mueren a causa de la forma en que los hombres se vinculan y enfrentan sobre el mundo, controlando los bienes de consumo y los mercados, convirtiendo la tierra en un mar emponzoñado donde una mayoría de personas se ahogan, en las aguas sucias de la muerte.

La alternativa ecológica nos sitúa ante nuestra capacidad humana de asumir el reto gozoso y dolorido de la vida, en este planeta tierra en el que Diosha querido que surgiéramos. Está en juego nuestra supervivencia, como seres racionales, que han despertado a la vida y se descubren capaces de transmitirla o destruirla, negándose a sí mismos, no sólo de un modo violento, instantáneo, irreflexivo (bomba atómica), sino de un modo más lento y programado (mudando las claves genéticas de su vida y rechazando lo que son, seres humanos en libertad).

En esa línea tendríamos que leer y entender el conjunto de la Biblia, en línea trasversal, desde el Génesis al Apocalipsis, los dos libros fundamentales de la ecología en la historia de occidente, distinguiendo y vinculando tres planos: Mundo en sí (cosmología), despliegue de la vida (biología), historia de la humanidad (antropología).

– Mundo como un todo, un espacio unificado de vida dentro de un sistema solar (dentro de una galaxia “infinita” en el contexto de “infinitas” galaxias. Entendido así, el mundo forma un tipo de sistema unitario de vida en el que todo puede y, en algún sentido, debe interpretarse conforme a unas leyes que estudia la ciencia.

– Bio-esfera, un círculo de vida en torno a la tierra. En ella hemos surgido los seres humanos, al parecer distintos y libres, desbordando el nivel cósmico de la realidad, para realizarnos de una forma autónoma. La vida es un prodigio de unidad y pluralidad. Todo nos permite suponer que ella tiene un único proyecto, un tipo de fórmula base que ha empezado a desplegarse en un momento dado, y que se ha expandido luego a través de plantes y animales, construyendo o desplegando una inmensa variedad de formas y caminos. En este plano se sitúa el tema de la globalidad como unidad más alta entre las diferencias múltiples de la vida[3].

– Noosfera. Globalización humana. El hombre forma parte del gran sistema cósmico y se encuentra enraizado, al mismo tiempo, en un sistema distinto, que parece tener cierta autonomía: la evolución o proceso de la vida. Es más, son muchos los que piensan que mundo y vida se hallan internamente dirigidos hacia el hombre. Sea como fuere, el hombre se encuentra situado frente al mundo, asumiendo de algún modo el proceso de su vida y construyendo un tipo de sistema nuevo, que ahora presentamos como espacio de multiplicación y globalización social, de tipo histórico y racional.

Los hombres constituyen grupos de relación personal, en los que se vinculan mutuamente, de un modo libre, creando así formas de convivencia que se adaptan a su propia identidad como personas, en plano de afecto y relación intelectual, social o económica. Pero esas formas de convivencia se pueden estructurar de un modo impositivo, convirtiéndose en opresoras para una mayoría de hombres y mujeres.  El tipo de convivencia actual sobre el mundo (con el dominio del dinero sobre el hombre) va no sólo en contra del Dios bíblico, sino también en contra del futuro de la vida de la humanidad sobre la tierra.

Por culpa de una “minoría” económico-política, la humanidad entera puede caer en el infierno de la muerte definitiva.

Notas

[1] Por millones de años se ha ido desplegando en el mundo la vida, en ejercicio sorprendente de creatividad y tolerancia, de diversidad y unificación. Pero ahora ella se encuentra en crisis: podemos destruirnos y destruir gran parte de la vida del planeta, porque siendo, como somos de algún modo sus señores, podemos convertirnos en sus enemigos, secando sus fuentes de vida y secándonos con ella.

[2] La realidad material necesita condiciones apropiadas (de gravedad, materia…) para sobrevivir; la vida vegetal y animal necesita un contexto o medio (la biosfera, con sus cambios moleculares y genéticos). El ser humano necesita ese sustrato vital, una noosfera (contexto de pensamiento) y una matriz o contexto mundial de comunicación (en plano de palabra y trabajo, de productividad y distribución de bienes).

[3] La vida es un proyecto dinámico, donde unas constantes mutaciones de “azar-necesidad” han sido portadoras de unos caminos de evolución cuyo sentido y unidad final desconocemos, pero que han conducido de hecho hasta los animales superiores y los hombres que nosotros somos.