La Buena Noticia del Dgo. de Pentecostés

Pentecostés: la fiesta del Espíritu

El Espíritu Santo os recordará todo lo que os he enseñado
El Espíritu Santo os recordará todo lo que os he enseñado

Jn 20, 19-23

Se llenaron todos del Espíritu Santo

Pentecostés es la fiesta del Espíritu. El que anunciaron los profetas. El que dio vida y empuje a la primera Iglesia para que llevara a todos los pueblos la gran noticia de Jesús.

El Espíritu de Dios puede estar en todas partes y se manifiesta en los «signos de los tiempos», es decir, en todo aquello que hay de verdad, de vida y de amor para una mejor realización humana. Sin embargo los cristianos creemos  que el Espíritu Santo continúa la obra de Jesús especialmente a través de la Iglesia.

Es la fidelidad de los cristianos a esta acción la que puede hacer más fecundo el camino de toda la humanidad. El Espíritu Santo es la fuerza que abre caminos, que nos impulsa siempre más allá. El Espíritu es el que hace posible la historia de la humanidad.

ALIENTO DE VIDA

Los hebreos se hacían una idea muy bella y real del misterio de la vida. Así describe la creación del hombre un viejo relato, muchos siglos anterior a Cristo: «El Señor Dios modeló al hombre del barro de la tierra. Luego sopló en su nariz aliento de vida. Y así el hombre se convirtió en un [ser] viviente».

Es lo que dice la experiencia. El ser humano es barro. En cualquier momento se puede desmoronar. ¿Cómo caminar con pies de barro? ¿Cómo mirar la vida con ojos de barro? ¿Cómo amar con corazón de barro? Sin embargo, este barro ¡vive! En su interior hay un aliento que le hace vivir. Es el Aliento de Dios. Su Espíritu vivificador.

Al final de su evangelio, Juan ha descrito una escena grandiosa. Es el momento culminante de Jesús resucitado. Según su relato, el nacimiento de la Iglesia es una «nueva creación». Al enviar a sus discípulos, Jesús «sopla su aliento sobre ellos y les dice: Recibid el Espíritu Santo».

Sin el Espíritu de Jesús, la Iglesia es barro sin vida: una comunidad incapaz de introducir esperanza, consuelo y vida en el mundo. Puede pronunciar palabras sublimes sin comunicar el aliento de Dios a los corazones. Puede hablar con seguridad y firmeza sin afianzar la fe de las personas. ¿De dónde va a sacar esperanza si no es del aliento de Jesús? ¿Cómo va a defenderse de la muerte sin el Espíritu del Resucitado?

Sin el Espíritu creador de Jesús podemos terminar viviendo en una Iglesia que se cierra a toda renovación: no está permitido soñar en grandes novedades; lo más seguro es una religión estática y controlada, que cambie lo menos posible; lo que hemos recibido de otros tiempos es también lo mejor para los nuestros; nuestras generaciones han de celebrar su fe vacilante con el lenguaje y los ritos de hace muchos siglos. Los caminos están marcados. No hay que preguntarse por qué.

¿Cómo no gritar con fuerza: «¡Ven, Espíritu Santo! Ven a tu Iglesia. Ven a liberarnos del miedo, la mediocridad y la falta de fe en tu fuerza creadora»? No hemos de mirar a otros. Hemos de abrir cada uno nuestro propio corazón.

José Antonio Pagola

Testigos de la Palabra

Christian-Chergé y 6 compañeros, Beatos

El 21 de mayo de 1996, en Argelia, eran brutalmente asesinados siete monjes trapenses del monasterio de Nuestra Señora del Atlas en Tibhirine; eran franceses y se dedicaban a la oración y al trabajo en los campos. Se habían rehusado a colaborar con los guerrilleros islamistas a los que llamaban “los hermanos de la montaña” y habían organizado en la zona un grupo de oración y diálogo entre cristianos y musulmanes, apodado “Vínculo de paz”.

Cuando los grupos extremistas de la guerrilla exigieron que todos los extranjeros salieran del país, ellos se negaron por fidelidad a la gente del lugar, que los apreciaba y los quería. La casi totalidad de las misioneras y misioneros extranjeros presentes en Argelia hicieron lo mismo. Los monjes de Tibhirine fueron los chivos expiatorios. El más joven de los monjes tenía 45 años y el más anciano 82; fueron secuestrados el 27 de marzo de 1996. Exactamente dos meses después del secuestro, se supo la terrible noticia: los monjes del Atlas habían sido decapitados el 21 de mayo por los guerrilleros fundamentalistas.

Nueve días después fueron hallados sus cuerpos y por la insistencia del abad general trapense, el argentino dom Bernardo Olivera, fueron sepultados en el pequeño cementerio del monasterio, ahora sin monjes. Fue para respetar la voluntad de los mártires porque ellos habían querido quedarse para siempre en esa tierra. Con ellos también fue sepultado el famoso card. León Duval de Argel que murió en esos mismos días a los 92 años. Había dicho antes de morir: “He sido crucificado yo también con estos mis hermanos”. En Francia, por primera vez desde la muerte del Papa Juan XXIII, todos los templos católicos (alrededor de 40 mil) hicieron repicar las campanas al mismo tiempo como signo de luto. En la plaza de los Derechos Humanos en París se reunieron más de 10 mil personas, todos con una flor blanca en las manos. En la catedral de París el arzobispo Lustiger apagó siete grandes cirios, uno por cada monje.

Ellos, desde las montañas del Atlas, en el silencio y el servicio humilde a las poblaciones, habían optado por la no violencia y el diálogo con los hermanos musulmanes. El monasterio en estas últimas décadas se despojó de sus bienes donando casi toda su tierra al Estado, compartiendo su jardín con el pueblo vecino.

Fueron un ejemplo frente a lo que hoy es el dramático choque entre opuestos fundamentalismos sea del Islam como de occidente. El ejército les había ofrecido protección; no la quisieron. El nuncio, frente a las repetidas amenazas, les había ofrecido su casa en Túnez; optaron por quedarse. En su testamento espiritual, el prior Christian-Marie Chergé ya dos años antes había previsto el martirio y dejaba constancia de su respeto a la fe islámica, de su amor al pueblo argelino, de su perdón “al amigo del último momento que no habrá sabido lo que hacía” augurándose poder reencontrarlo un día cerca de Dios, “padre de ambos”.

Efectivamente la gente sencilla de Tibhirine los acompañaba y el grupo “Vínculo de paz” (Ribat es-Salám) sigue todavía ahora. Diez años después de los sucesos, no ha desaparecido nada del monasterio: todo ha sido respetado. El testamento del anciano y simpático hermano Luc (82 años), médico del dispensario, simplemente era una cassette con una canción de Edith Piaf: “No, no añoro nada”.

Son entrañables los últimos versos del padre Christophe: “Soy Suyo y sobre Sus pasos sigo mi camino hacia la Pascua.. La llama parpadea, la luz se debilita…Puedo morir. Aquí estoy”.

El papa San Juan Pablo II exigió el “nunca más” para estos horribles delitos y al mismo tiempo señaló emocionado “el testimonio de amor de estos hermanos para ese pueblo con el que ellos se habían hecho solidarios”. Fue en nombre de ese pueblo dolorido y masivamente presente en los funerales de Tibhirine que se acercó para darle los pésames a dom Olivera un musulmán; y en nombre de todos simplemente le dijo: “También eran nuestros hermanos”.

Fiestas patronales de El Acebrón

Nuestro Señor de la Misericordia que nos amó hasta el extremo                de dar su vida por nosotros

 Bienvenidos todos a la celebración de la fiesta del Cristo de la Misericordia, todos los vecinos y vecinas de El Acebrón y de todos los pueblos vecinos que llegáis estos días siguiendo una tradición de muchos años.

Todos nos queremos poner a los pies de la imagen tan venerada del Señor de las Misericordias para contemplar este misterio de amor tan grande del que dio la vida por nosotros y así demostró el amor que nos tiene, pues “no hay amor más grande que el dar la vida por los amigos”.

Bien sabemos que esta devoción al Cristo de la Misericordia no se puede quedar en algo folclórico, pues Jesucristo es el centro de nuestra fe y vivir esta espiritualidad cristiana es algo fundamental para los que queremos ser discípulos de Jesús, quien no quiso quedarse arriba junto a Dios, sino que se abajó haciéndose como uno de nosotros, e incluso hasta morir como un esclavo por amor a todos nosotros.

Desde la cruz, suplicio para los enemigos del imperio romano, Jesús nos ama y nos perdona a todos invitándonos a seguirle, viviendo ese amor a los pequeños y abandonados, todos los que sufren y están crucificados.       Allí encontraremos la alegría y la felicidad al encontrarnos con El y con su misericordia, con la tarea de “bajar de la cruz a todos los crucificados de la historia”, como diría Ignacio Ellacuría, mártir jesuíta de El Salvador.

Que el Señor de la Misericordia os bendiga a todos y os llene de su Espíritu de amor y de Paz en este día de Pentecostés. ¡Felices Fiestas a todos!

Daniel Sánchez Barbero

Celebración en las casas

PENTECOSTÉS 20- A.

Ambientación (Quien anime o coordine la celebración):

Hoy es la fiesta de Pentecostés, una de las fiestas más bonitas del cristianismo aunque mucha gente no sabe valorarla. Y ¿por qué es una fiesta tan grande y tan bonita? Pues es una fiesta tan grande y tan bonita porque hoy celebramos que el Espíritu de Dios viene a nosotros como vino sobre los primeros cristianos y los cambió totalmente. Los cambió. El evangelio de San Juan dice que Jesús les había avisado de que les iba a enviar el Espíritu Santo. Pues esa promesa se cumplió y vino el  Espíritu Santo sobre ellos. Y desde ese momento empezó algo nuevo en la vida de aquellas gentes. Algo nuevo. Pues de eso nuevo quiero yo hablaros en esta misa. Bienvenidos todos. Que os sintáis a gusto y que disfrutéis.
Comenzamos: En el nombre del P.
Saludo: Que el Espíritu de Dios venga sobre  vosotros.
Perdón. -Para que el Espíritu de Dios inunde nuestra vida. Señor, ten piedad
-Para el Espíritu de Dios dibuje en nosotros los rasgos bonitos de Jesús. Cristo ten piedad.
-Para que el Espíritu de Dios nos haga personas nuevas. Señor, ten piedad.
Oración de los fieles.
A Jesús que nos envía  su Espíritu, le presentamos ahora nuestras pobrezas pidiéndole: Señor: envíanos tu Espíritu.
-Por la iglesia de Dios de la que todos nosotros formamos parte, para que nos dejemos guiar por el Espíritu de Dios. Oremos.
-Por los que somos seguidores de Jesús, para que llevemos en nuestra vida los rasgos bonitos de Jesús. Oremos.
-Por los pobres, por los refugiados y por todas las víctimas del coronavirus, para que sientan sobre ellos el cariño de Dios. Oremos.
-Por nuestro pueblo y por nuestra parroquia, para que el Espíritu de Dios nos guie a todos para ser buenas personas. Oremos
Ven, Espíritu Santo: llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Por J.N S.
Bendición: -Dios nuestro Padre que en este día alegró el corazón de los primeros cristianos enviándoles su Espíritu, que hoy alegre también nuestros corazones y nos colme de sus bendiciones. Amén.
-Que el mismo Fuego Divino que purificó el alma de los primeros cristianos, que purifique e ilumine hoy también nuestras vidas. Amén.
-Que el Espíritu de Dios que congregó en una misma fe a los que había dividido el pecado, que a nosotros también nos reúna en nuestra parroquia como a los hijos de una misma  familia. Amén.
-Y la bendición de Dios……
 Despedida. Hoy, con esta fiesta tan grande, hemos terminado el tiempo de Pascua. Desde hoy apagaremos el Cirio Pascual, usaremos el color verde en las misas, y empezaremos una etapa en la que el Espíritu de Dios va haciendo nueva nuestra vida. Feliz fiesta de Pentecostés. Que la disfrutéis. Podéis ir en paz.

PENTECOSTÉS -20- A.
«Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Recibid el Espíritu Santo»
Dice la primera lectura que, estando todos juntos en el día de Pentecostés, se oyó un ruido como de un viento recio y que los discípulos quedaron todos llenos del Espíritu Santo. Parece que en aquel momento se produjo una especie de conmoción muy fuerte, inefable y llena de gozo que removió la vida de aquellas personas. La removió. Estas cosas las hemos leído muchas veces en el libro de los Hechos de los Apóstoles. Pero el evangelio de hoy cuenta la venida del Espíritu Santo de otra manera muy distinta. Era el domingo de resurrección por la tarde. Dice el evangelio que ese día Jesús se apareció a sus amigos, que les enseñó las llagas de las manos y del costado, que todos se pusieron contentísimos y que entonces Jesús les dijo: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Fijaos en esa frase. Como si les dijera: la misma tarea que me encomendó a mí el Padre, esa misma tarea os la encomiendo yo a vosotros. Y entonces dice el evangelio que Jesús hizo un gesto extrañísimo: exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”. Fijaos en ese gesto: Jesús echándoles su aliento. Pues ese gesto tan extraño tiene un significado muy bonito porque en hebreo la palabra Aliento significaba Espíritu. Es decir: Jesús les trasmitía su Espíritu. Y ¿qué pasó entonces? Pues el evangelio ya no lo cuenta, pero el libro de los Hechos de los Apóstoles sí dice que se oyó un ruido muy fuerte, que recibieron el Espíritu Santo en forma de lenguas de fuego y que salieron a la calle emocionados y como locos. La gente decía que estaban borrachos. Es decir: la gente también veía algo raro en ellos. Ahora nos preguntamos: esas cosas tan bonitas ¿pasaron entonces y ya no pasan nunca más? O ¿pueden pasar también ahora? ¿Podemos recibir nosotros el Espíritu de Dios? Pues claro que podemos. Si le dejamos, el Espíritu de Dios viene a nuestra vida y produce en nosotros un cambio tan grande que empezaremos a traslucir en nuestra vida los rasgos bonitos de Jesús. Después de aquella experiencia, los cristianos dieron un giro enorme a sus vidas: se fueron haciendo cada vez más sencillos, más luchadores, más cariñosos, más valientes, más misioneros. Pedro salió a predicar y sus palabras ya no eran las de un pescador. Y empezaron a vivir de otra manera: formaban comunidades, cuidaban de los pobres y llevaban en el alma los mismos sueños bonitos de Jesús. Ya han pasado casi dos mil años desde eso. ¿También ahora el Espíritu sigue haciendo esas cosas? Pues claro. Ahora nos podemos encontrar con personas majísimas, encantadoras, con las que da gusto estar, sencillas, capaces de desvivirse por los demás, que irradian paz, que llevan en su vida el estilo de Jesús. Eso es lo que hace el Espíritu de Dios si le dejamos. Pues si hoy sentimos algo de eso en el corazón, es que el Espíritu de Dios ya ha entrado en nuestra vida y está haciendo sus cosas bonitas en nosotros. Feliz fiesta de Pentecostés.

La Buena Noticia del Dgo.30º-A

El mandamiento principal

4.2.7

Mt 22, 34-40

Frente al individualismo moderno

Vivimos en la sociedad del «bienestar», compuesta por individuos respetables, que se comportan correctamente, pero que viven encerrados en sí mismos. El ideal de vida es «sentirse bien». Lo primero es mejorar la calidad de vida, evitar lo que nos pueda molestar, asegurar nuestro pequeño bienestar material, sicológico, afectivo..

Pero ser cristiano no es sentirse bien o mal, sino sentir a los que viven mal, pensar en los que están sufriendo, sin refugiarnos en el propio bienestar.

¿Nos preocupamos de los que lo están pasando mal? ¿Les sentimos como hermanos y nos solidarizamos?

Lectura de la Palabra

Mt 22, 34-40

34Los fariseos, al oír que había hecho callar a los saduceos, se reunieron en un lugar 35y uno de ellos, un doctor de la ley, le preguntó para ponerlo a prueba: 36«Maestro, ¿cuál es el mandamiento principal de la ley?». 37Él le dijo: «“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente”. 38Este mandamiento es el principal y primero. 39El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. 40En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas».

Comentarios a la Palabra

La Iglesia, comunión de vida, de caridad y de verdad para la salvación del mundo”.

Por Luis Van de Velde

Monseñor Romero titula su homilía [1]  “La Iglesia, comunión de vida, de caridad y de verdad para la salvación del mundo”. Son los tres pasos en su catequesis de este domingo:   Para esta reflexión partimos de una cita de la tercera parte sobre “La Iglesia, comunión de amor”.  En esta parte Mons. Romero reflexión sobre el texto del Evangelio de este domingo.

“Lo original de Cristo es esto – no lo olvidemos – que junto a este precepto pesado, principal, “amarás a Dios”, puso en el mismo nivel: “y a tu prójimo como a ti mismo”.  Esto sí es original del cristianismo, que el mismo motivo con que amas a Dios tiene que ser aquel con que amas al prójimo.  Y esta es la característica del Evangelio.  Por eso el mandamiento nuevo, cuando Cristo se despedía, decía; “Amaos como yo os he amado”. Porque yo no solamente he amado a mi Padre con todo mi corazón, sino por amor a Él os he amado también a vosotros hasta dar la vida.  Esto es lo original de nuestra fe, hermanos.  Es muy fácil, casi es una evasión decir: “Yo me voy a la Iglesia a amar a Dios y mi prójimo me importa poco”.  Es la parábola del buen samaritano, por ir a orar al templo, dejaron abandonado al pobre herido y esos no fueron prójimos, dice Cristo.”

Esta cita comienza con una interpretación de la originalidad del mensaje de la vida, muerte y resurrección de Jesús, la originalidad por tanto también de la fe cristiana. «Esto es original del cristianismo, que el mismo motivo por el que amas a Dios debe ser también el motivo por el que amas a tu prójimo. Y éste es el distintivo del Evangelio». Empecemos con la primera parte: creer en Dios, amar a Dios. Ciertamente, en las regiones bajo la cultura occidental y en otros lugares donde se implantó el cristianismo, muchas personas responderán afirmativamente cuando se les pregunte si creen en Dios. Pero si luego preguntamos más allá: ¿En qué Dios crees? ¿A qué Dios amas? ¿A qué Dios adoras?, entonces es probable que las respuestas sean más matizadas o difíciles de expresar. Aun así, esa primera vertiente de la fe cristiana (amar a Dios) exige que nos atrevamos a preguntarnos qué imagen tenemos de Dios, cómo nos imaginamos a Dios. Al fin y al cabo, el Dios en el que creemos con alma y corazón determina también cómo nos relacionaremos con los demás. Toda creencia en Dios implica una visión del hombre. La imagen de Dios y la imagen del hombre están siempre conectadas. El Dios en el que creemos y al que oramos ayudará a determinar nuestras relaciones con otras personas. Un Dios vengativo nos llevará a ser también vengativos con nuestros semejantes. Un Dios liberador nos llevará a participar en la liberación de las personas. Un Dios amoroso nos hará competentes para amar a las personas.

Ya el Salmo 82.2-3 se refiere a los dioses que juzgan injustamente y toman partido por los que hacen el mal, mientras que Dios hace justicia a los indefensos y huérfanos, defiende a los oprimidos y débiles, libera a los indefensos y pobres, los rescata de las garras de los que quieren el mal». En nuestros actos, nuestras acciones, palabras y silencios, queda claro en qué Dios creemos.

Por lo tanto, aclaramos que hablamos del Dios de Jesús de Nazaret y de ningún otro. No nos referimos a ídolos seculares, pero tampoco a otras imágenes religiosas de Dios. La originalidad del cristianismo, por tanto, no es en realidad que afirme que amar a Dios (primer lado) significa simultáneamente amar al prójimo (el otro lado), sino que creer y confiar en ese Dios de Jesús -Su Padre y nuestro Padre- y amarle implica una opción radical de amar a las personas como Jesús lo hizo.

En los evangelios encontramos rastros de discusiones sobre quién es entonces el prójimo y qué significa amarlo. La respuesta de Jesús quedó clara en la parábola del «Buen Samaritano». «Es la parábola del buen samaritano, porque cuando fueron a orar al templo, abandonaron al pobre herido, y éstos no eran prójimos, dice Cristo«. Esto demuestra entonces -por contradictorio que parezca- que el Dios de aquel samaritano de la parábola está mucho más cerca del Dios de Jesús, que del Dios de los escribas, sacerdotes y levitas judíos de la época.  Los samaritanos eran considerados por los judíos como herejes, como más que paganos, como seguidores de dioses falsos.

Monseñor Romero no se limita a criticar a los líderes religiosos judíos de la época, sino que se refiere a la actualidad: «Es muy fácil, es casi un subterfugio decir: ‘Yo voy a la iglesia para amar a Dios y me importa poco el prójimo’. Por tanto, está claro que quien no vive y actúa como el samaritano, como el Padre de la parábola del hijo pródigo, no cree en el Dios de Jesús.

Es importante entender también el texto de la primera carta de Juan en el mismo sentido. «Todo el que ama (como Jesús) viene de Dios (de Jesús). El que no ama (como Jesús) no conoce a Dios (de Jesús). 1 Jn 4,7b-8.

Dios[2] , Padre de Jesús, se muestra y se hace oír en los pobres y pequeños, Y en esto nos llama a conectar con los necesitados que encontramos en nuestro camino. En Mt 25, Jesús muestra que los que se unen a los necesitados y sufrientes cumplen el mandato de Dios. Ahí reside el verdadero significado de la fe en el Dios de Jesús. Si hay úna imagen de Dios, es la imagen de la persona pequeña y doliente. Esa entonces nos interpela para que no humillemos ni excluyamos al otro, sino para que, por el contrario, afirmemos y sanemos, levantemos y hagamos justicia. Creer en el Dios de Jesús significa dejarse llamar siempre de nuevo a la misericordia y a la justicia, con fuerza y cautela, con decisión y sin violencia. Se trata entonces de justicia y misericordia para todos en el primer lugar para los pequeños, los heridos y los humillados. Nadie debe ser excluido. Los pobres, los que lloran y los perseguidos son a la vez destinatarios y portadores del Reino de Dios que ha de venir. Creer en ese Dios misericordioso y justo de Jesús nos pide trabajar por la justicia y hacer que «la justicia se cubra con el manto de la misericordia».

Preguntas para la reflexión y la acción personal y comunitaria.

Al observar lo que hacemos y lo que dejamos de hacer, y al escuchar nuestro hablar y callar, ¿quién es el Dios del que somos «imagen y semejanza»?

¿Qué esfuerzos hacemos para no convertirnos en adoradores de otros dioses religiosos o ídolos seculares? Cómo podemos ayudarnos unos a otros en esto?

¿Cómo traducimos nuestra fe y nuestra oración «Padre nuestro» en una praxis creyente de solidaridad y fraternidad compasiva, ante todo con las personas vulnerables y heridas?

[1] Homilías de Monseñor Oscar A. Romero.  Tomo III – Ciclo A,  UCA editores, San Salvador, primera edición 2006, p. 355.

[2]    Para  este párrafo nos hemos dejado guiar por Roger Burggraeve en el artículo “De mens als beeld van God, geschapen en geroepen”  (El hombre como imagen de Dios, creado y llamado), página 161-162 en el libro “Van madonna tot Madonna. In de ban van beelden, idolen en afgoden” (De madonna a Madonna, Bajo el hechizo de imágenes, ídolos y dioses falsos), Davidsfonds y Pax Christi Vlaanderen, 2002.

PASIÓN POR DIOS Y COMPASIÓN POR EL SER HUMANO

Por José Antonio Pagola

Cuando olvidan lo esencial, fácilmente se adentran las religiones por caminos de mediocridad piadosa o de casuística moral, que no solo incapacitan para una relación sana con Dios, sino que pueden dañar gravemente a las personas. Ninguna religión escapa a este riesgo.

La escena que se narra en los evangelios tiene como trasfondo una atmósfera religiosa en que sacerdotes y maestros de la ley clasifican cientos de mandatos de la Ley divina en «fáciles» y «difíciles», «graves» y «leves», «pequeños» y «grandes». Casi imposible moverse con un corazón sano en esta red.

La pregunta que plantean a Jesús busca recuperar lo esencial, descubrir el «espíritu perdido»: ¿cuál es el mandato principal?, ¿qué es lo esencial?, ¿dónde está el núcleo de todo? La respuesta de Jesús, como la de Hillel y otros maestros judíos, recoge la fe básica de Israel: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser». «Amarás a tu prójimo como a ti mismo».

Que nadie piense que, al hablar del amor a Dios, se está hablando de emociones o sentimientos hacia un Ser imaginario, ni de invitaciones a rezos y devociones. «Amar a Dios con todo el corazón» es reconocer humildemente el Misterio último de la vida; orientar confiadamente la existencia de acuerdo con su voluntad: amar a Dios como Padre, que es bueno y nos quiere bien.

Todo esto marca decisivamente la vida, pues significa alabar la existencia desde su raíz; tomar parte en la vida con gratitud; optar siempre por lo bueno y lo bello; vivir con corazón de carne y no de piedra; resistirnos a todo lo que traiciona la voluntad de Dios negando la vida y la dignidad de sus hijos e hijas.

Por eso el amor a Dios es inseparable del amor a los hermanos. Así lo recuerda Jesús: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No es posible el amor real a Dios sin escuchar el sufrimiento de sus hijos e hijas. ¿Qué religión sería aquella en la que el hambre de los desnutridos o el exceso de los satisfechos no planteara pregunta ni inquietud alguna a los creyentes? No están descaminados quienes resumen la religión de Jesús como «pasión por Dios y compasión por la humanidad».

Testigos de la Palabra

Tomás Balduíno (1922-2014), obispo de la Diócesis de Goiás (1967-1999), fue un gran amigo de Casaldáliga, al que pidió que aceptara el episcopado como servicio al pueblo da la Araguaia, y fue uno de los tres obispos que lo consagró. Fue uno de los fundadores de la Comisión Pastoral da Terra (CPT) en Brasil y un tiempo su presidente, tuvo un papel destacado en los asuntos relativos a la Reforma agraria y los pueblos indígenas, siendo también presidente del Consejo Indigenista Misionero (CIMI) y otros movimientos. Críticó duramente la dictadura militar brasileña y estuvo profundamente identificado con las luchas de los indígenas y campesinos

La Buena Noticia del Dgo. 24º-A

Perdonar siempre

4.2.7

Lectura de la Palabra

Mt 18, 21-35

 21Acercándose Pedro a Jesús le preguntó: «Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿Hasta siete veces?». 22Jesús le contesta: «No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. 23Por esto, se parece el reino de los cielos a un rey que quiso ajustar las cuentas con sus criados. 24Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que debía diez mil talentos. 25Como no tenía con qué pagar, el señor mandó que lo vendieran a él con su mujer y sus hijos y todas sus posesiones, y que pagara así. 26El criado, arrojándose a sus pies, le suplicaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré todo”. 27Se compadeció el señor de aquel criado y lo dejó marchar, perdonándole la deuda. 28Pero al salir, el criado aquel encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, agarrándolo, lo estrangulaba diciendo: “Págame lo que me debes”. 29El compañero, arrojándose a sus pies, le rogaba diciendo: “Ten paciencia conmigo y te lo pagaré”. 30Pero él se negó y fue y lo metió en la cárcel hasta que pagara lo que debía. 31Sus compañeros, al ver lo ocurrido, quedaron consternados y fueron a contarle a su señor todo lo sucedido. 32Entonces el señor lo llamó y le dijo: “¡Siervo malvado! Toda aquella deuda te la perdoné porque me lo rogaste. 33¿No debías tú también tener compasión de tu compañero, como yo tuve compasión de ti?”. 34Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos hasta que pagara toda la deuda. 35Lo mismo hará con vosotros mi Padre celestial, si cada cual no perdona de corazón a su hermano».

Comentarios a la Palabra:

La necesidad del perdón

El perdón es necesario para convivir de manera sana: en la familia, donde los roces de la vida diaria pueden generar frecuentes tensiones y conflictos; en la amistad y el amor, donde hay que saber actuar ante humillaciones, engaños e infidelidades posibles; en múltiples situaciones de la vida, en las que hemos de reaccionar ante agresiones, injusticias y abusos. Quien no sabe perdonar puede quedar herido para siempre.

Hay algo que es necesario aclarar desde el comienzo. Muchos se creen incapaces de perdonar porque confunden la cólera con la venganza. La cólera es una reacción sana de irritación ante la ofensa, la agresión o la injusticia sufrida: el individuo se rebela de manera casi instintiva para defender su vida y su dignidad. Por el contrario, el odio, el resentimiento y la venganza van más allá de esta primera reacción; la persona vengativa busca hacer daño, humillar y hasta destruir a quien le ha hecho mal.

Perdonar no quiere decir necesariamente reprimir la cólera. Al contrario, reprimir estos primeros sentimientos puede ser dañoso si la persona acumula en su interior una ira que más tarde se desviará hacia otras personas inocentes o hacia ella misma. Es más sano reconocer y aceptar la cólera, compartiendo tal vez con alguien la rabia y la indignación.

Luego será más fácil serenarse y tomar la decisión de no seguir alimentando el resentimiento ni las fantasías de venganza, para no hacernos más daño. La fe en un Dios perdonador es entonces para el creyente un estímulo y una fuerza inestimables. A quien vive del amor incondicional de Dios le resulta más fácil perdonar.

J.A. Pagola

PERDONAR, UN DON QUE IMPLICA UNA DECISIÓN

(Mateo 18,21-35)

El Evangelio tiene páginas incómodas, sin duda el de este domingo se refiere a una de ellas: el perdón. El perdón y especialmente a los enemigos, es uno de los elementos más originales y contraculturales del cristianismo. Jesús muere gritando: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen, y no odiando ni exigiendo venganza. El perdón toca el límite de lo humano. No es un ejercicio de voluntarismo, pero exige una decisión, la de querer abrirse a una misericordia que va más allá de la lógica de la retribución y la justicia. El perdón es un don que implica a la voluntad. Tampoco es un hecho o un acto, sino que forma parte de un proceso, de una conversión del corazón.

El Evangelio de Mateo aborda la temática del perdón con especial minuciosidad y radicalidad y en este caso lo hace a través de una parábola que no tiene paralelos en otros Evangelios.  El punto de partida del texto de este domingo es una pregunta que busca una respuesta “normativa”: ¿Si mi hermano me ofende, cuántas veces tengo que perdonarlo? ¿hasta siete veces? Con este número se hace una alusión directa a Gn 4,24. Simbólicamente el 7 es un número que expresa generosidad y abundancia, pero también un límite. Sin embargo, la respuesta de Jesús quiebra todo límite. El perdón cristiano va mucho más allá del número de ofensas recibidas, es una disposición a vivir haciéndolo permanentemente. Es ilimitado y es “escandaloso” para la razón humana. Nos cuesta perdonar y nos cuesta también recibir el perdón humano en todos los ámbitos de la vida: personal, social y político, pero a la vez, si cerramos nuestro corazón al perdón el resentimiento, la amargura e incluso el odio nos condenan a la infelicidad y el sufrimiento.

Jesús responde a la pregunta de su interlocutor con una parábola en la que lo más importante no es el final, que remite al castigo y que según algunos autores pudiera ser más obra de la comunidad que de las mismas palabras de Jesús, pues el final resulta una contradicción en si misma con el resto de la parábola: Si no perdonamos Dios tampoco nos perdona, sino que nos condena. La centralidad de la parábola radica no en la amenaza final, sino en el perdón inicial de la deuda que hace el señor al criado. Un perdón que va mucho más allá incluso de la petición del segundo. El criado solicita un aplazamiento para no ser sometido a la esclavitud, que es lo que exigía la ley, pero, sin embargo, recibe mucho más: la condonación por parte del señor. Una actuación en la que la misericordia se sitúa por encima de la justicia legal.

Es ahí donde se ubica la radicalidad del mensaje: la experiencia del perdón nace de haber experimentado en carne propia que la misericordia va más allá de la ley, la retribución y la lógica de los merecimientos. Lo esperable es que tras una experiencia de liquidación de la deuda tan sobrecogedora como la vivida por el criado, él hiciera lo mismo con uno de sus de sus pequeños acreedores, pero no sucede así. El perdón no es automático. Es un don, pero a la vez es obra de la conversión del corazón y la libertad humana. Es la decisión de abrirse y dejarse afectar por un Dios que es todo misericordia y compasión o blindarse al don recibido que pide seguir desbordándose. En el caso del criado de la parábola está clara su decisión. ¿Y en el nuestro?

Por Pepa Torres Pérez

Mons. Ojea: “El perdón es la forma más perfecta del amor”

Por Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica

El Evangelio del 24º domingo del Tiempo Ordinario nos trae, en palabras de Mons. Óscar Ojea, “la parábola del servidor impiadoso, que es largamente perdonado por el Rey, pero que se niega a perdonar a un par suyo que le pide perdón”. Según el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, “es una manera de ilustrar aquella parte del Padre Nuestro en la que rezamos: perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”.

El no perdón de quien fue perdonado

En el caso de este servidor, recuerda el obispo de San Isidro, “el Rey le había condonado una deuda importantísima, se lo pidió postrado a sus pies, y le perdonó toda la deuda. Y de pronto aparece un par, un compañero, otro servidor con una deuda muchísimo menor y él se niega a perdonársela”.

Para el presidente del episcopado argentino, “el perdón es la forma más perfecta del amor”, preguntándose “¿qué nos pasa con el perdón?”. Desde ahí responde que “tenemos como un corazón de hierro para con las ofensas de los demás y un corazón de carne y muy permisivo para aquellas ofensas nuestras; siempre pensamos que son menores. Nos pasa también que nos victimizamos, cuántas veces nos han ofendido y revolvemos en las palabras que han utilizado para ofendernos. Volvemos sobre las circunstancias, cuando estamos distraídos volvemos a recrear todo un escenario en el que nos colocamos como víctimas y pensamos que se aumenta allí, en ese corazón, la rigidez, la frialdad, la inflexibilidad, es como si el rencor se amontonara y requiriera, a medida que pasa el tiempo, mayores satisfacciones, mayores modos de reparar. Nos victimizamos, es como si encontráramos un cierto solaz en esto”, insistió el prelado.

Perdonar para sentirse livianos

“En cambio, cuando podemos perdonar, nos sentimos más livianos de equipaje, estamos más libres; no sentimos el peso de aquello que nos deben, de aquello que estamos continuamente reclamando, demandando y protestando de aquello que nos amarga porque pensamos que han sido injustos con nosotros”, resaltó el prelado argentino. Según él, “cuando podemos perdonar de corazón, cuando nos ponemos en el lugar del otro, cuando tomamos distancia, cuando pensamos en la historia que ha motivado las distintas causales por las cuales puede haber llegado a esta actitud que ha terminado ofendiéndome, si podemos hacer eso, verdaderamente nos sentimos hombres libres”.

Finalmente, invitó a que “pidámosle al Señor poder rezar bien el Padre Nuestro en todas sus palabras y, especialmente, en aquellas que nos dicen: Perdonarnos como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”. Y eso porque “el Señor va a ser rotundo en esto respondiendo a la pregunta de Pedro: ¿Cuántas veces tengo que perdonar a mi hermano cuando peca contra mí? ¿Siete veces? No te digo siete, sino hasta setenta veces siete, es decir, siempre”. Eso porque “el Señor nos quiere libres, seamos libres de verdad”.

 Testigos de la Palabra

El 28 de agosto celebramos el 28º aniversario del asesinato del P. Jean Marie Vincent, religioso monfortiano. Desde muy joven había mostrado siempre su compromiso por la justicia social, motivado por el ejemplo de los PP Antoine Adrien y Ernest Verdieu, conocidos por su ideal antiduvalierista. Con 49 años,  mientras conducía su vehículo,  el P. Jean Marie fue ametrallado por un grupo de hombres armados. Como muchos hombres y mujeres de iglesia comprometidos en las luchas del pueblo haitiano, el P. Jean Marie trabajaba en la construcción de una verdadera justicia en Haiti.        

El denunciaba frecuentemente la pobreza extrema  la injuscia social y los asesinatos de los pobres.                                                                                                           El siempre se manifestó de forma no-violenta acompañando a las comunidades pobres, sobre todo campesinos, en las luchas diarias por un verdadero cambio social más justo en  el pais más pobre de América Latina.                                                                                                                               En los tres años del gobierno golpista de Raoul Cédras más de cien sacerdotes, religiosos y religiosas son encarcelados o forzados a abandonar el pais

 

La Buena Noticia del Dgo 14º-A

Venid a mi los cansados y agobiados

Gracias, Padre, porque has revelado esto a los sencillos

Jesús invita al descanso a los pequeños, a los pobres, a los que viven la injusticia, el rechazo o la marginación.

Es un mensaje de ánimo, liberación y esperanza frente a todas las formas de cansancio y esclavitud.

Jesús siempre habla del amor gratuito e incondicional del Padre, que da sentido a todo en nuestra vida.

¿Y nosotros, somos también alivio para los cansados y agobiados por estqa situación de pandemia que estamos viviendo?

Lectura de la Palabra

Mt 11, 25-30

25En aquel momento tomó la palabra Jesús y dijo: «Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. 26Sí, Padre, así te ha parecido bien. 27Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. 28Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. 29Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. 30Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera».

Comentario a la Palabra:

«Jesús no ‘complica’ la vida, la hace más simple y humilde»

Los sencillos

Los sencillos

«La gente sencilla e ignorante, los que no tienen acceso a grandes conocimientos, los que no cuentan en la religión del templo, se están abriendo a Dios con corazón limpio»

Sin embargo, los «sabios y entendidos» no entienden nada. Tienen su propia visión docta de Dios y de la religión. Creen saberlo todo. No aprenden nada nuevo de Jesús»

«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados». Es la primera llamada. Está dirigida a todos los que sienten la religión como un peso

Abandonar el de los «sabios y entendidos», pues no es ligero, y cargar con el de Jesús, que hace la vida más llevadera

Por José Antonio Pagola

Un día, Jesús sorprendió a todos dando gracias a Dios por su éxito con la gente sencilla de Galilea y por su fracaso entre los maestros de la ley, escribas y sacerdotes. «Te doy gracias, Padre… porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos y las has revelado a la gente sencilla». A Jesús se le ve contento. «Sí, Padre, así te ha parecido mejor». Esa es la manera que tiene Dios de revelar sus «cosas».

La gente sencilla e ignorante, los que no tienen acceso a grandes conocimientos, los que no cuentan en la religión del templo, se están abriendo a Dios con corazón limpio. Están dispuestos a dejarse enseñar por Jesús. El Padre les está revelando su amor a través de él. Entienden a Jesús como nadie.

Sencillos

Sin embargo, los «sabios y entendidos» no entienden nada. Tienen su propia visión docta de Dios y de la religión. Creen saberlo todo. No aprenden nada nuevo de Jesús. Su visión cerrada y su corazón endurecido les impiden abrirse a la revelación del Padre a través de su Hijo.

Jesús termina su oración, pero sigue pensando en la «gente sencilla». Viven oprimidos por los poderosos y no encuentran alivio en la religión del templo. Su vida es dura, y la doctrina que les ofrecen los «entendidos» la hacen todavía más dura y difícil. Jesús les hace tres llamadas.

«Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados». Es la primera llamada. Está dirigida a todos los que sienten la religión como un peso y a los que viven agobiados por normas y doctrinas que les impiden captar la alegría de la salvación. Si se encuentran vitalmente con Jesús, experimentarán un alivio inmediato: «Yo os aliviaré».

Sencillos

«Cargad con mi yugo… porque es llevadero y mi carga, ligera». Es la segunda llamada. Hay que cambiar de yugo. Abandonar el de los «sabios y entendidos», pues no es ligero, y cargar con el de Jesús, que hace la vida más llevadera. No porque Jesús exija menos. Exige más, pero de otra manera. Exige lo esencial: el amor que libera y hace vivir.

«Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón». Es la tercera llamada. Hay que aprender a cumplir la ley y vivir la religión con su espíritu. Jesús no «complica» la vida, la hace más simple y humilde. No oprime, ayuda a vivir de manera más digna y humana. Es un «descanso» encontrarse con él.

Testigos de la Palabra

José María Gran
José María Gran

José María Gran nace en Barcelona en 1945 y es ordenado sacerdote el 9 de junio de 1972, día de Pentecostés.
A los tres años se va como misionero a Guatemala, donde hay una gran represión de los militares, sobre todo en el Quiché, su zona de trabajo.
El 31 de enero de 1980 mueren calcinados en la embajada española 39 campesinos y catequistas. La diócesis del Quiché hace una fuerte denuncia: “Desde nuestra experiencia de fe , interpretamos esta realidad como un rechazo al plan de Dios y como una situación contínua de pecado”.
Las militares acusan al P. Gran de ser el que informa al obispo Mons. Gerardi de las acciones represivas del ejército a los indígenas.
El 4 de junio al regreso de una gira misionera en el municipio de Chajul, el P. José Maria y su sacristán Domingo del Barrio son interceptados por un batallón del ejército, que les asesinaron con todo lujo de detalles y les llenaron sus mochilas de propaganda de la guerrilla para poder acusarlos de subversivos.
Por motivos de seguridad llevaron a enterrar sus restos a Chichicastenango, a una tumba prestada por un vecino del lugar y donde pudimos ir a hacerle un sentido homenaje los misioneros españoles de Centroamérica.
En 1993 la parroquia de Chajul reclamó sus restos donde han quedado dignamente colocados bajo el altar mayor de la iglesia recientemente reconstruida y restaurada.
Allí sus restos son un signo elocuente de la entrega de una vida misionera hasta el final, hasta derramar su sangre sirviendo a la causa del Evangelio.

La Buena Noticia del Dgo. 13º-A

Las exigencias del seguimiento de Jesús

Mt 10, 37-42

El que pierda su vida por mi, la encontrará

Ante la vida tenemos muchos caminos para elegir… Pero un cristiano es aquel que elige a Jesús, le da su adhesión, le sigue y se hace libre hasta de sí mismo.

El camino de nuestra liberación pasa por el encuentro con Jesús y por su seguimiento. En definitiva el Evangelio de hoy nos confronta con Jesús como valor absoluto, como fundamento y referencia permanente de nuestra vida.

¿Realmente , Jesús es para nosotros el valor absoluto de nuestra vida? ¿Es el Señor de nuestra vida? ¿Podríamos decir que hemos elegido a Jesús como lo más importante de nuestra vida?

Lectura de la Palabra

Mt 10, 37-42

37El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; 38y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. 39El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará. 40El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; 41el que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo. 42El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pequeños, solo porque es mi discípulo, en verdad os digo que no perderá su recompensa».

Comentarios a la Palabra:

José A. Pagola: El peligro de un cristiano sin cruz

Uno de los mayores riesgos del cristianismo actual es ir pasando poco a poco de la «religión de la cruz» a una «religión del bienestar». Hace unos años tomé nota de unas palabras de Reinhold Niebuhr, que me hicieron pensar mucho. Hablaba el teólogo norteamericano del peligro de una «religión sin aguijón» que terminara predicando «un Dios sin cólera que conduce a unos hombres sin pecado hacia un reino sin juicio por medio de un Cristo sin cruz». El peligro es real y hemos de evitarlo.

Insistir en el amor incondicional de un Dios Amigo no ha de significar nunca fabricarnos un Dios a nuestra conveniencia, el Dios permisivo que legitime una «religión burguesa» (Johann Baptist Metz). Ser cristiano no es buscar el Dios que me conviene y me dice «sí» a todo, sino encontrarme con el Dios que, precisamente por ser Amigo, despierta mi responsabilidad y, por eso mismo, más de una vez me hace sufrir, gritar y callar.

«Insistir en el amor incondicional de un Dios Amigo no ha de significar nunca fabricarnos un Dios a nuestra conveniencia»

Descubrir el evangelio como fuente de vida y estímulo de crecimiento sano no significa vivir «inmunizado» frente al sufrimiento. El evangelio no es un tranquilizante para una vida organizada al servicio de nuestros fantasmas de placer y bienestar. Cristo hace gozar y hace sufrir, consuela e inquieta, apoya y contradice. Solo así es camino, verdad y vida.

Creer en un Dios Salvador que, ya desde ahora y sin esperar al más allá, busca liberarnos de lo que nos hace daño no ha de llevarnos a entender la fe cristiana como una religión de uso privado al servicio exclusivo de nuestros problemas y sufrimientos. El Dios de Jesucristo nos pone siempre mirando al que sufre. El evangelio no centra a la persona en su propio sufrimiento, sino en el de los otros. Solo así se vive la fe como experiencia de salvación.

«En la fe como en el amor todo suele andar muy mezclado: la entrega confiada y el deseo de posesión, la generosidad y el egoísmo»

En la fe como en el amor todo suele andar muy mezclado: la entrega confiada y el deseo de posesión, la generosidad y el egoísmo. Por eso no hemos de borrar del evangelio esas palabras de Jesús que, por duras que parezcan, nos ponen ante la verdad de nuestra fe: «El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará».

Testigos de la Palabra

El Padre Rafael Palacios y Monseñor Romero
El Padre Rafael Palacios y Monseñor Romero
El impulsor de las CEBs (Comunidades Eclesiales de Base)
El P. Rafael Palacios fue asesinado el 20 de junio de 1977 en la ciudad de Santa Tecla cuando se dirigía hacia su vehículo estacionado frente a la iglesia de El Calvario. Fueron cuatro desconocidos los que le dispararon desde un vehículo.  Su cuerpo quedó tendido a media calle con doce perforaciones de bala en la cabeza y en el pecho. El ya estaba amenazado por la UGB, uno de los escuadrones de la muerte que habían señalado su carro con la mano blanca.
Mons. Romero señaló de “trágica y bien dolorosa” la muerte del P. Rafael Palacios; y destacó el carácter eminentemente pastoral el trabajo del P. Rafael en las diferentes parroquias de la Arquidiócesis y sobre todo a escala de las CEBs

38º ANIVERSARIO DE LAURA LOPEZ

      A Laura López

Yo canto a Laura López

Verdadera mujer nueva

Y de moldes rompedora.

El treinta y tres aniversario

Del veinticuatro de abril

Fue vilmente asesinada

Junto con el pueblo pobre

En las faldas del Guazapa

Del pais El Salvador

Como catequista y pastora

De la iglesia popular

Cristiana comprometida

Y guerrillera valiente

Rompedora de otros moldes

Que adelantan formas nuevas

De la mujer en la Iglesia

Compañera “LauraLópez”                 ¡ Presente ¡

La compañera Felipa Durán era originaria del pueblo de Guazapa. La madre de tres hembras y dos varones quedó viuda durante la guerra, cuando los Cuerpos Represivos asesinaron a su compañero de vida Manuel Hernández.

Fue catequista en El Paisnal en estrecha colaboración con el padre Rutilio Grande. Por su compromiso social como Coordinadora Nacional de la Iglesia Popular CONIP fue buscada por el enemigo y adoptó el seudónimo de “Laura López”. Guindeaba por todo el Cerro de Guazapa con las masas perseguidas quienes cariñosamente la llamábamos “Mama Laura”. Fue alegre, chistosa y no se dejó agobiar ni por los bombardeos ni por los problemas diarios.

 

La catequista Laura
La catequista Laura

 Ella será nuestro ejemplo

De verdadera mujer

Y de moldes rompedora

Primicia de Iglesia nueva

Donde la mujer tendrá

El puesto que corresponde.

Que junto con su marido siendo los dos catequistas

Deciden comprometerse

Para liberar al pueblo

con la lucha guerrillera.

Daniel S. Barbero

 

Laura “solía decir : “Si nos matan, que sea por algo, que no nos maten sólo por gusto; y tampoco nos vamos a dejar.”

“Laura” aprovechó cualquier espacio para organizar reflexiones bíblicas a la luz de la Teología de Liberación y promovió nuestro trabajo solidario, andando siempre delante con su ejemplo.

A sus 38 años de edad, el 23 de abril de 1985 durante un operativo militar  de la Fuerza Armada en nuestra zona los soldados de la dictadura la balearon en un cañal de la comunidad Valle Verde del municipio de Suchitoto.

Los cobardes remataron a la ejemplar luchadora con un tiro de gracia. “Laura López” sigue viva en el recuerdo de muchos pobladores de nuestra región, donde la comunidad Laura López lleva su nombre.

“Que la reseca muerte no me encuentre vacía y sola sin haber hecho lo suficiente.”    Victor Heredia

La Buena Noticia del Dgo. 7º-A

Amar a quien nos hace daño

Mt 5, 38-48

¿Es posible amar al enemigo? Jesús no está imponiendo una ley universal. Está invitando a sus seguidores a parecerse más a Dios que siempre perdona, y a ir desapareciendo el odio y la enemistad entre sus hijos.

Solo quien vive tratando de identificarse con Jesús llega a amar a quienes le quieren mal. Atraídos por él, aprendemos a no alimentar el odio contra nadie, a superar el resentimiento, a hacer el bien a todos. Jesús nos invita a «rezar por los que nos persiguen», seguramente para ir transformando poco a poco nuestro corazón.

Amar a quien nos hace daño no es fácil, pero es lo que mejor nos identifica con aquel que murió rezando por los que le estaban crucificando: «»Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen»

Lectura de la Palabra

Mateo 5,38-48

                                       Amad a vuestros enemigos

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Habéis oído que se dijo: «Ojo por ojo, diente por diente.» Yo, en cambio, os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica; dale también la capa; a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, y al que te pide prestado, no lo rehuyas.

Habéis oído que se dijo: «Amarás a tu prójimo» y aborrecerás a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos e injustos. Porque, si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? Y, si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los gentiles? Por tanto, sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto.»

Comentarios a la lectura

LA CORDIALIDAD

Written by José Antonio Pagola

No es la manifestación sensible de los sentimientos el mejor criterio para verificar el amor cristiano, sino el comportamiento solícito por el bien del otro. Por lo general, un servicio humilde al necesitado encierra, casi siempre, más amor que muchas palabras conmovedoras.

Pero se ha insistido a veces tanto en el esfuerzo de la voluntad que hemos llegado a privar a la caridad de su contenido afectivo. Y, sin embargo, el amor cristiano que nace de lo profundo de la persona inspira también los sentimientos, y se traduce en afecto cordial.

Amar al prójimo exige hacerle bien, pero significa también aceptarlo, respetarlo, valorar lo que hay en él de amable, hacerle sentir nuestra acogida y nuestro amor. La caridad cristiana induce a la persona a adoptar una actitud cordial de simpatía, solicitud y afecto, superando posturas de antipatía, indiferencia o rechazo.

Naturalmente, nuestro modo personal de amar viene condicionado por la sensibilidad, la riqueza afectiva o la capacidad de comunicación de cada uno. Pero el amor cristiano promueve la cordialidad, el afecto sincero y la amistad entre las personas.

Esta cordialidad no es mera cortesía exterior exigida por la buena educación, ni simpatía espontánea que nace al contacto con las personas agradables, sino la actitud sincera y purificada de quien se deja vivificar por el amor cristiano.

Tal vez no subrayamos hoy suficientemente la importancia que tiene el cultivo de esta cordialidad en el seno de la familia, en el ámbito del trabajo y en todas nuestras relaciones. Sin embargo, la cordialidad ayuda a las personas a sentirse mejor, suaviza las tensiones y conflictos, acerca posturas, fortalece la amistad, hace crecer la fraternidad.

La cordialidad ayuda a liberarnos de sentimientos de indiferencia y rechazo, pues se opone directamente a nuestra tendencia a dominar, manipular o hacer sufrir al prójimo. Quienes saben comunicar afecto de manera sana y generosa crean en su entorno un mundo más humano y habitable.

Jesús insiste en desplegar esta cordialidad no solo ante el amigo o la persona agradable, sino incluso ante quien nos rechaza. Recordemos unas palabras suyas que revelan su estilo de ser: «Si saludáis solo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario?».

Testigos de la Palabra

Mahatma Gandhi fue un abogado y pensador indio que murió asesinado el 30 de enero de 1948, conocido universalmente por reivindicar y conducir la independencia de la India a través de métodos no violentos.

Fue asesinado por Nathema Godre, un fanático ultra-derechista hindú relacionado con el Gobierno que encontró en Gandhi un obstáculo para levantar su proyecto del alzamiento del hinduismo en perjuicio del resto de creencias y religiones. De esta manera por defender su ideología de una sociedad igualitaria, Gandhi murió asesinado a la edad de 78 años

LA BUENA NOTICIA DEL DGO. 28º-C

EL LEPROSO AGRADECIDO

                                                                              Lc 17, 11-19

LA HORA DE LA PALABRA

Los excluídos de la sociedad

Jesús cura a diez leprosos enviándoles al templo para que les den el certificado de curación. Y es que los enfermos de lepra a la vez de estar impuros por la enfermedad también están excluidos de la sociedad.

Uno de los leprosos es samaritano y al verse curado, se vuelve dando gloria a Dios y se postra agradecido delante de Jesús, que le levanta y le dice “tu fe te ha curado”

Quiénes son hoy los excluidos y marginados de la sociedad?

¿Cómo hacer para integrar, acoger y luchar contra cualquier forma de exclusión y marginación en nuestra sociedad?

LECTURA DE LA PALABRA

Lucas 17, 11-19

                           ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»

Al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes.»

Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.

Éste era un samaritano.

Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»

Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»

COMENTARIO

ENCUENTRO, SANACIÓN Y AGRADECIMIENTO

Lucas (17,11-19)

El evangelio de hoy narra un milagro de Jesús, una curación. Los milagros de Jesús son expresión de su acción liberadora, de sus relaciones sanadoras e incluyentes frente a un orden social y religioso más preocupado por el cumplimiento de las leyes que por aliviar el sufrimiento de las personas. En este caso el de diez leprosos. Pero el tema central de este texto no es propiamente el milagro sino el agradecimiento.

Jesús obra el milagro como es habitual en él, desde la absoluta gratuidad, sin pretender ningún tipo de protagonismo o compensación, porque lo que está en el centro de su acción liberadora es el sufrimiento del otro y no su ego ni su necesidad de reconocimiento. El milagro busca la restitución y la inclusión de los leprosos en la comunidad y por ello Jesús les envía a los sacerdotes, para que una vez confirmado que han quedado sanados de la enfermedad sean reintegrados y acogidos en la comunidad de la que forman parte.

Pero el tema central del relato es el desigual modo con que el grupo de leprosos procesa interiormente el encuentro con Jesús y su sanación. Sólo uno de ellos, el samaritano, vivirá aquel encuentro y su sanación como algo absolutamente inédito, desde una experiencia profunda de agradecimiento que le desborda y le hace volver a Jesús, consciente que una experiencia radicalmente nueva ha surgido en su vida y nada podrá ya volver a ser igual. La mediación de los sacerdotes ya no le es necesaria. A partir de lo que el mismo ha experimentado se ha convertido en testigo de la irrupción de un nuevo orden inaugurado por Jesús, el del amor y la compasión frente a la ley y los ritos vacíos.

De esa experiencia brota el agradecimiento como un don incontenible: convertirse en amor como respuesta al amor recibido. Los gritos iniciales de auxilio se convierten por parte del leproso samaritano en gritos de alegría. No es casual, que sea precisamente un samaritano, un “maldito”, el único del grupo que reaccione de esta manera y capte el misterio de novedad radical acontecido en Jesús, pues el evangelio está siempre atravesado por esa constante: los últimos serán los primeros y los pobres son los preferidos de Dios.

La gratuidad y el agradecimiento son signos de que el reino esta ya entre nosotros y nosotras. Ambos nacen de la lógica del don, no de la retribución, la suficiencia o los merecimientos. También de la humildad radical que supone experimentarnos vulnerables y necesitados.

Jesús toma la palabra al final del relato y sus preguntas van dirigidas también a nosotras y nosotros hoy. ¿Dónde nos encontramos con Él?, ¿De qué nos sana? ¿Qué novedad radical introduce en nuestra vida? ¿Qué puede más en nosotros la lógica del don y el agradecimiento o la suficiencia? ¿Quiénes son para nosotros y nosotras nuestros maestros para vivir en clave de agradecimiento en nuestra vida cotidiana?

Por Pepa Torres

TESTIGOS DE LA PALABRA

 Padre Guadalupe Carney,Revolucionario y mártir del pueblo hondureño.

Guadalupe Carney nació en 1924, Chicago, Estados Unidos. Su nombre original es James Francis Carney, la familia trabajadora de clase media, y desde el principio se dio cuenta de la vida burguesa en la que vivía. Sirvió como soldado en Francia y Alemania durante la Segunda Guerra Mundial;

Su fe era profundamente importante para él. Sin embargo, se sorprendió de lo poco que la religión parece importar a muchos cristianos, tanto en sus años de ejército y más tarde en la universidad En 1948, ingresó en la Compañía de Jesús, para contestar la llamada, convirtiéndose más tarde, un misionero jesuita en Honduras. Estaba convencido de que el sistema capitalista era intrínsecamente malo, promoviendo una actitud egoísta, individualista y competitiva en las personas. Pero también rechazó los sistemas marxistas de Rusia y China, que pareció perder el valor de la persona humana en la comunidad estatal. Se fue en busca de otro modo, una forma de socialismo, donde la gente compartir lo que tienen, como los primeros cristianos que se describen en los Hechos de los Apóstoles.

Llegó a Honduras en 1962, ya como sacerdote jesuita, animada por el ideal del Concilio Vaticano II, el servicio radial para los pobres, y al vivir con las comunidades rurales y los pobres, y participar en sus luchas, se volvió como él mismo dijo en sus memorias, “un gringo burguesa en un luchador revolucionario”. Guadalupe dijo fueron campesinos pobres de Honduras que realmente le enseñaron el Evangelio, la Buena Nueva que Jesús trajo, y que la burguesía no puede realmente entender lo que significa “para dar buenas nuevas a los pobres.”

La historia de su vida tiene el derecho a ser reconocido como una historia de un revolucionario, porque el Padre Guadalupe creía firmemente como cristiano, tenía que ser un revolucionario, y vivir la radicalidad del Evangelio, para tener una vida cristiana plena. El Evangelio es revolucionario. Guadalupe vio y entendió los problemas de los pobres. Vio cómo las compañías fruteras estadounidenses habían tomado

las mejores tierras y plantaciones. Ellos y algunos hondureños ricos controlan alrededor del 95% de la riqueza del país. Mientras que el resto de la población vivía en la pobreza extrema.

Los intentos de organizar sindicatos menudo conducido a las muertes y desapariciones de sus líderes. En un video raro, dice, “cómo los agricultores son tratados es totalmente inaceptable por Dios y esto se debe cambiar.”

La iglesia no puede permanecer en silencio mientras sus niños pobres estaban siendo explotados ya menudo martirizados por tratar de luchar por sus derechos básicos. Finalmente Padre. Guadalupe eligió vivir solo en su pequeña misión de la iglesia, que divide por completo la vida y la pobreza de su pueblo. Por su identificación con la gente que él enseñó los caminos de la teología de la liberación :. “Cristo vino a liberar a las personas y establecer un reino de justicia y paz” y esta enseñanza se ha convertido en una parte importante de la lucha del pueblo para hacer de esto una realidad .

Él escribió sobre su vida y sus ideales mientras vivía en Nicaragua. Finalmente, regresó a Honduras para ser capellán de las fuerzas revolucionarias. En 1983, el “Padre Guadalupe”,  se convirtió en capellán de una comuna revolucionaria armada, y poco después fue capturado por el ejército, que afirmó que “el P. Carney había desaparecido “.

El gobierno de Honduras construyó cerca de seis historias diferentes. Después de probar todos modos ocultar la verdad con una nota oficial que sostenía que había muerto de hambre el 19 de agosto 1985 llega un testigo para refutar estas afirmaciones, el Señor Cabelleros, un refugiado de Honduras y ex miembro de la escuadrones de la muerte hondureños. Confirmó la participación de la CIA y dijo que había escuchado de otros que Padre Guadalupe había sido asesinado y lanzado desde un avión en la selva.

La vida de Guadalupe es un testimonio elocuente del sacerdocio y la llamada al discipulado cristiano. Carney recuerda a todos los bautizados, donde nuestro compromiso debe ser enfocado, “el compromiso con las causas del pueblo por la liberación de la explotación y la injusticia , siempre en busca de la paz “.

COMENTARIO DE X. PIKAZA:

Fe samaritana, no religión de sacerdotes      (Lc 17, 11-19)

Con la parábola del buen samaritano (Lc 10), que acoge y cura al herido del camino (en contra de sacerdotes y levitas), pone Lc 17 esta parábola del samaritano agradecido (creyente) que va donde Jesús, en contra de los nueve «servidores de una ley opresora, que vuelven a la religión de los sacerdotes.

Ésta es quizá la parábola más escandalosa de los evangelios (cf. también Mc 1, 39-45):  Jesús cura a diez leprosos y les dice (en forma provocadora) que se sometan a la ley de los sacerdotes, como si todo siguiera igual en el mundo. Nueve curados «de ley» no entienden a Jesús, cumplen externamente su mandato y se refugian en la ley de los sacerdotes. Sólo uno, que es samaritano, le entiende y no va, pues eltiempo de dominio y ley de los sacerdotes ha pasado.

Este samaritado que Vuelve a dar gracias a Jesús, para caminar con él. Ha encontrado la fe, ha encontrado el amor. no necesita sacerdotes.

Este samaritano hemos de ser todos nosotros. Jesús no ha venido para liberarnos de un tipo de religión de sacerdotes antiguos, pues sólo la fe (la gratuidad amorosa) puede salvarnos. Éste es, a mi juicio,el evangelio más hondo y necesario para este siglo XXI, como puede verse en la Historia de Jesús

Por  X. Pikaza

  Jesús cura a diez leprosos, y, en un primer momento, les «manda» que vayan donde  los sacerdotes. Nueve curados (judíos religiosos), observantes de ley, se someten a la norma  de y siguen siendo en el fondo unos “leprosos” curados en lo externo, sometidos a tipo de ley que les manipula y esclaviza

Sólo un samaritano, que que no tiene religión de ley, ni está obligado a cumplir mandamientos de sacerdotes, se descubre curado y vuelve para dar gracias a Jesús, para caminar con él. Éste es el único curado de verdad, iniciando  con Jesús una vida de agradecimiento sanador por encima de todas las religiones particulares de los sacerdotes, como he puesto de relieve en Historia de Jesús..

Texto. Lucas 17, 11-19

Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros. Jesús, al verlos, les dijo: «Id a presentaros a los sacerdotes. Y, mientras iban de camino, quedaron limpios.

Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano. Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?» Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.» 

OBSERVACIONES PRELIMINARES

            Este milagro de los diez leprosos es una parábola de la vida humana, como la parábola de  Mt 25, 1-13, don la diez muchachas que van de bodas; cinco son prudentes, llevan aceite en sus alcuzas); cinco son necias, que no llevan llevar aceite.

Aquí (Lc 17) hay diez leprosos, todo el universo. La humanidad está representada por una “pandilla” de enfermos de covid, condenados a la muerte. Van juntos, gritando y sufriendo . Son judíos y gentiles, “cristianos” observantes de ley o gentes de la vida. Ante la lepra universal no pueden hacerse distinciones. Bajo el riesgo de esa pandemia tamos todos,  sin que se pueda decir que unos son culpables (han buscado la lepra a pulso) y otros inocentes (sufren sin causa). Todos sin excepción están (estamos) condenados .

Pero la historia sigue, en forma parabólica. Viene Jesús y nos dice “curaos todos”, vivir sin lepra… Pero añade algo sorprendente: “id y presentaos a los sacerdotes”, es decir, a laz autoridades establecidas, que puede ser levitas del templo de Jerusalén o funcionarios de las diversas leyes y sistemas de este mundo.

            Esta propuesta de Jesús, leída bien, desde el evangelio resulta escandalosa. En un primer plano Jesús parece  que quiere llevarnos atrás, a los tiempos de la letra, viviendo cada uno según su ley (según la religión o ley de los sacerdotes de sus pueblosp ueblo).

Pero leyendo el texto en profundidad, descubrimos que  Jesús nos cura para que, superando la pura ley de los sacerdotes de ley, descubramos la gratuidad, para caminar con él en gesto  de agradecimiento salvador, por encima de todos los sacerdotes legales del mundo, conforme a la letra-letra de este evangelio

En un prmer momento, Jesús deja a cada uno ante sus sacerdotes, para que vuelvan si quiere al mundo antiguo, a la religión de la ley. 

Pero, en el sentido más profundo, Jesús nos cura para que pocamos volver a él sin sacerdotes, para darle gracias, para vivir en gratuidad, por encima de un tipo de ley de sacerdotes. Para esos que vuelven a los sacerdotes del sistema quedándose allli, el milagro de Jesús ha servido para nada. Sólo el samaritano, un hombre que no tiene sacerdotes de ley, qeda de verdad curado.

Esta esa una parábola para el siglo XXI. La superación de un tipo de ley de sacerdotes  de ley podrá abrirnos un camino de fe salvadora. Sólo abandonando un tipo de ley religiosa de sacerdotes podremos creer de verdad en Jesucristo y curarnos del todo, según este evangelio

Los que escuchan a Jesús de un modo externo (los nueve del grupo legal), que vuelven a sus “sacerdotes antiguos” (escuchando aJesús sólo de un modo externo) siguen dominados para una ley religiosa que les esclaviza, siguen siendo en el fondo leprosos. De esa manera, lo que Jesús ha hecho con ellos termina siendo en vano: La religión de ley (de sacerdotes antiguos) les sigue destruyendo. No han quedado curados, no han dado el “salto” a la gratuidad, a superar la religión de ley, para vivir en gracia y agradecimiento con Jesús.

Por eso he dicho que es mejor no tener religión que tener una religión de ley. El que no tiene religión aparece aquí, conforme al lenguaje judío, como un samaritano…No tiene ley que le esclaviza, no tiene religión, pero tiene un corazón… y siente que Jesús le ha curado y va a darle gracia… es decir, va a mostrarse como hombre de fe (no de religión o ley establecida). Los nueve restantes parece curados, pero no lo están. Siguen viviendo bajo una ley religiosa, no tienen ve verdadera, no tienen libertad, no tienen agradecimiento.

            Sólo el samaritano que deja todo a un lado y vuelve donde Jesús para darle gracias  y para iniciar con él un camino de fe ha sido salvado.

DESARROLLO MÁS PROFUNDO.

Primer acercamiento.  Este relato de la curación inicial de 10 leprosos y final de uno sólo, a quien Jesús dice “tú fe te ha salvado”, tiene una historia compleja que puede condensarse como sigue: 

Jesús estuvo en compañía de leprosos (como estará Francisco de Asís), y así le recuerda la tradición, ofreciéndoles presencia, abriendo para ellos un camino solidario de salud y salvación.

El relato clave de la curación de un leproso es el de Mc 1, 40-45 (que Lucas ha recogido en su evangelio: Lc 5, 12-16). Es un relato fuerte: La iniciativa parte del leproso; Jesús le cura y le dice que se presenta para certificar su curación, pero él se niega, no quiere someterse más a los sacerdotes (que controlan y someten, no curan)… y se pone a pregonar lo que ha hecho Jesús.

Lucas (que recoge como he dicho el relato de Marco, en Lc 5, 12-16) ha sentido la necesidad de reelaborarlo, de un modo también poderoso, en el pasaje de este domingo.

Reelaboración: Lc 17, 11-19  Lucas sitúa el relato en el camino de ascenso a Jerusalén, en el límite entre Galilea y Samaría, lugar clave de disputas religiosas. 

Los leprosos que salen al encuentro y le invocan de lejos (para no contaminarle), pidiendo a Jesús que les cure, son diez. Significativamente, la lepra no distingue entre judíos y gentiles, galileos y samaritanos. Todos son hermanos en la miseria.

Jesús les manda “a los sacerdotes”. No dice “al sacerdote”, para no presuponer que hay uno sólo (el judío). Cada puede ir a su sacerdote de turno, Jerusalén o a Samaría, a Tiro o a Damasco. Jesús les manda “al sistema sagrado”, como queriendo que se integran de nuevo en el orden oficial.

Pero uno vuelve… Se ve “limpio” (katharos) y no quiere acudir ya al sacerdote de turno, para que firme su ficha “¡curado!”; no quiere someterse nuevo a la ley del sistema que crea leprosos para decir después que puede (a veces) curarlos… Desobedece en un sentido a Jesús, pero en otro más alto le obedece.

Éste es samaritano… un hombre que no tiene religión de ley, de forma que puede vivir en gratuidad, volviendo a Jesús para seguir con él, en fe, en gratuidad, en amor, por encima de los mandamientos.  A este le dice Jesús ¡Tú fe te ha salvado! (hê pistis sou sesôken se).

Ésta es la fe del samaritano que confía en Jesús, por encima del sistema de ley, la fe de un hombre que confía en el amor y el agradecimiento por encima de las leyes  religiosas. Los otros nueve pueden haber quedado externamente limpios, pero no se han salvado… Siguen apegados a las leyes del poder del mundo, no creen en la gracia del Dios de Jesús, no creen en el poder de la fe sanadora que Jesús he la transmitido.

MILAGROS DE JESÚS, UN ACTO DE FE

 Desde ese fondo puedo condensar algunos rasgos de la fe y las curaciones de Jesús, tal como han sido reasumidas y entendidas por la tradición cristiana…

 Estos diez leprosos son todo el mundo, la humanidad excluida y sucia que Jesús quiere curar, con fe, es decir, con honda humanidad. Allí donde otros piensan que la vida de los hombres sigue condenada a la lepra (¡lepra de esos diez, lepra del Vaticano, como dice el Papa Francisco…!), Jesús cree que es posible no sólo la curación, sino incluso la salvación.

 Varios son los elementos que actúan en las curaciones de Jesús, que aparecen de un modo de un modo ejemplar en este caso de los diez leprosos:

a) Jesús actúa como mediador de fe, y así penetra en el dolor de los enfermos que le dicen ¡ten misericordia de nosotros! Penetra en el lugar de su dolor, en la raíz de su misma enfermedad o su locura, como un amigo que ama, como psicólogo que discierne, como un creyente que irradia fe.

b) Jesús pone a los enfermos ante el poder de Dios que definimos con todo el evangelio como «reino», es decir, como principio de nueva humanidad, en agradecimiento… Pero, en un primer momento, no les dice: ¡Creed en el Reino, sed curados!, sino que les pide que vayan a los sacerdotes, a los gurus del sistema religioso, para que encuentren allí la curación.

c) El primer milagro, la curación (limpieza externa) sucede antes de que los leprosos hayan llegado a la “oficina” de los sacerdotes. Jesús les ha dicho que vayan, cada uno a su iglesia… y ellos empiezan a creer, y por eso, en el mismo camino, se descubren curados (limpios).

d) Sólo aquí puede empezar el milagro verdadero, la fe más honda, el amor en gratuidad: Te descubres curado ¿qué haces? Hasta ahora los diez enfermos eran iguales, judíos, griegos o samaritanos, paganos o cristianos… Ahora empieza la diferencia.

e) Nueve de los diez “se olvidan de Jesús”; les basta la limpieza externa y siguen, van donde su sacerdotes, para recibir el sello de limpieza, para integrarse de nuevo en el sistema de las seguridad y las imposiciones, cada uno con su “dios” particular

f) Sólo uno se olvida del sistema religioso… Jesús le ha dicho que vaya… y ha creído. Pero ahora que se descubre sano y capaz no necesita ya de sacerdotes, ni sistemas… Quiere a Jesús y vuelve, para darles gracias… Aquí empieza el auténtico milagro.

Fee completa, la fe del samaritano

 Los otros nueve… han tenido un comienzo de fe, pero no lo han cultivado… Han vuelto a recaer en el sistema de los sacerdotes y gurús de turno. La fe de Jesús no les ha transformado por dentro.

 Este samaritano en cambio ha cambiado… No le basta la limpieza externa del sistema, quiere la salvación total, que sólo Jesús puede ofrecerle. Éste es el único que tiene fe completa. El único que se ha salvado de verdad….

  Jesús actúa en este relato como hombre de fe. Por eso no resuelve los problemas de los hombres ofreciéndoles un tipo de ayuda desde fuera. No les lleva a la evasión o al olvido de la tierra sino todo lo contrario: desde el centro de la enfermedad les manda a los sacerdotes, a “lidiar” con el sistema. Así actúa como promotor de vida en medio de la muerte, como signo de esperanza en medio de una sociedad que parece condenada a la desesperanza.

 Resumen

Jesús comienza “confiando” en los sacerdotes de Jerusalén, de Babilonia o Roma… Por eso dice a cada uno de los diez leprosos que vaya al lugar donde se mantiene y cultiva su religión, dentro del propio sistema de creencias…

Pero en el camino que lleva al lugar de los sacerdotes acontece el primer cambio, el paso de la salud externa, de la limpieza de la carne leprosa, a la curación total, que es la vida en gratuidad, por encima de todas las leyes y mandamiento… Este es el milagro que se descubre y despliega en el camino

  Hay una primera fe de los diez… que creen en lo que Jesús les dice y se ponen en marcha hacia la casa de los sacerdotes. Esa fe termina poniéndonos en manos del sistema, para perpetuar al fin sus normas y rutinas, con enfermos y sanos, con opresores y oprimidos.

Pero hay también una segunda fe, que la propia de este samaritano, pariente sin duda de la parábola de “buen” samaritano de Lc 10, 25-37… Éste es un hombre que no se ajusta al sistema, que manda al “diablo” a sus propios sacerdotes (aunque Jesús le haya dicho que se presente ante ellos)… y que viene a dar gracias a Jesús, para iniciar así el camino de la salvación completa.

 Éste es el milagro de la libertad. La fe en Jesús (de Jesús) libera al samaritano, de manera que le capacita para superar el nivel de los sacerdotes, haciéndose dueño de sí mismo, en gratuidad.

Milagro, una fe que se hace amor

 Nos gustaría saber cómo sigue la historia de este samaritano al que Jesús he ha dicho que “su fe le ha salvado”, que vaya en paz… Nos gustaría saber cómo ha ido, cómo le ha ido, que ha hecho, con la nueva libertad del amor. En esa línea me atrevo a ofrecer unas consideraciones generales:

 a) El milagro es un gesto de amor, más allá de la pura curación externa. Este samaritano ha descubierto que hay algo mayor que esa salud externa (que la limpieza de la piel). Hay una salud interior, hecha de gratuidad, de agradecimiento. Por eso vuelve donde Jesús.

 b) En esa línea, el milagro es una invitación a la libertad: Jesús quiere que los curados, liberados de la enfermedad, los que superan el abismo de su locura o de la lepra, puedan hacerse responsables de su vida, en libertad creadora. En fórmula paradójica, podríamos decir que Jesús cura a los hombres para hacerles capaces de asumir en libertad su propia muerte como gesto de entrega por los otros. Este samaritano curado tiene que iniciar ahora una nueva travesía de libertad, por encima de los ritos anteriores (a los que vuelven los judíos, que no han entendido a Jesús, a pesar de cumplir externamente la palabra de Jesús (ir donde los sacerdotes)

EXCURSO I. JESÚS, CREYENTE Y SANADOR

 Jesús ha curado a muchos enfermos, viniendo a presentarse como profeta poderoso en obras y palabras», pero luego es «impotente» en el Calvario. Por eso le acusan los contrarios diciendo que es un mago fracasado. Al obrar de esta manera desconocen su mensaje más profundo, el sentido de su fidelidad en el amor.

El auténtico milagro consiste en aprender a amar, pudiendo compartir su vida en ge y en agradecimiento  hasta la muerte (por encima de la muerte).

 Jesús ama dando su propia vida; su milagro es la fe, la gratuidad abierta en amor a todos los que quieran acompañarsle en gratuidad. .

 Significativamente, a Jesús le han condenado a muerte porque ha hecho milagros en favor de la libertad de los más pobres del pueblo, superando un tipo de ley del sistema. Le condenan porque sus milagros desestabilizan el orden social que había forjado Israel. Jesús no cura a unos pocos. . . , poniendo sus curaciones al servicio del sistema, como sucede en Epidauro o en los sitios donde actúan los exorcistas judíos. Jesús cura ofreciendo a los curados y a todos los pobres de la tierra un ideal nuevo de vida liberada, de forma que el sistema de la le reacciona matándola.

De esta forma, los milagros de Jesús se convierten en principio de ruptura dentro de aquella sociedad establecida en la que había sitio para cojos, mancos, ciegos y posesos. . . pero dentro un sistema sacral que justifica el orden existente. Pues bien, Jesús ha roto ese sistema. Ha curado a los enfermos y a los locos para abrir su corazón y su existencia hacia una forma de existencia liberada, de plena gratuidad. Por eso le persiguen como peligroso, por eso le acusan de «poseso» y le acaban condenando como a un hombre que destruye el orden de la ley israelita.

 Las curaciones de Jesús, siendo gesto de amor a los pequeños son, al mismo tiempo, una expresión de libertad plena en el amor Jesús quiere liberar a los pobres y enfermos, haciéndoles capaces de vivir en gratuidad, en apertura al reino, haciéndoles capaces de gozar y de morir por ese reino. Por eso, cuando le entregan a la muerte y le clavan en cruz, Jesús sigue fiel a su ideal de reino y se mantiene (sufre) en la cruz precisamente por amor al reino. Ha confiado en Dios y esa confianza ha sido base de todos sus milagros; en Dios sigue confiando desde el mismo abismo de la muerte, abrindo así un camino de gratuidad generosa para todos los hombres y mujeres del mundo.

Por eso he dicho que es mejor no tener religión que tener una religión de ley. El que no tiene religión aparece aquí, conforme al lenguaje judío, como un samaritano…No tiene ley que le esclaviza, no tiene religión, pero puede tener  corazón… Siente que Jesús le ha curado y va a darle gracia… es decir, va a mostrarse como hombre de fe (no de religión o ley establecida). Los nueve restantes parece curados, pero no lo están. Siguen viviendo bajo una ley religiosa, no tienen ve verdadera, no tienen libertad, no tienen agradecimiento.

LA BUENA NOTICIA DEL DGO.25º-C

NO SE PUEDE SERVIR A DIOS Y AL DINERO

LA HORA DE LA PALABRA

Hay que escoger

“No se puede servir a Dios y al dinero”. Si uno vive subyugado por el dinero, pensando solo en acumular y en tener más y más, no puede servir a ese Dios que lo que nos propone es una vida más justa y digna para todos, comenzando por los últimos.

Un seguidor de Jesús no puede hacer cualquier cosa con el dinero.                             Hay un modo de ganar dinero, de gastarlo y de disfrutarlo que es injusto, pues olvida a los más pobres.

Los bienes de este mundo o los utilizamos para crear fraternidad o no sirven para nada.

Lectura de la Palabra

Lucas 16, 1-13

No podéis servir a Dios y al dineroEn aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Un hombre rico tenía un administrador, y le llegó la denuncia de que derrochaba sus bienes.

Entonces lo llamó y le dijo: «¿Qué es eso que me cuentan de ti? Entrégame el balance de tu gestión, porque quedas despedido.»

El administrador se puso a echar sus cálculos:

«¿Qué voy a hacer ahora que mi amo me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa. »

Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: «¿Cuánto debes a mi amo?»

Éste respondió: «Cien barriles de aceite.»

Él le dijo: «Aquí está tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta.»

Luego dijo a otro: «Y tú, ¿cuánto debes?»

Él contestó: «Cien fanegas de trigo.»

Le dijo: «Aquí está tu recibo, escribe ochenta.»

Y el amo felicitó al administrador injusto, por la astucia con que había procedido. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su gente que los hijos de la luz.

Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero injusto, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas.

El que es de fiar en lo menudo también en lo importante es de fiar; el que no es honrado en lo menudo tampoco en lo importante es honrado.

Si no fuisteis de fiar en el injusto dinero, ¿quién os confiará lo que vale de veras? Si no fuisteis de fiar en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?

Ningún siervo puede servir a dos amos, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.»

Comentarios:

COMPROMISO IMPOSIBLE

El mensaje de Jesús obliga a un replanteamiento total de la vida; quien escucha el Evangelio intuye que se le invita a comprender, de manera radicalmente nueva, el sentido último de todo y la orientación decisiva de su conducta.

Es difícil permanecer indiferente ante la palabra de Jesús, al menos si uno sigue creyendo en la posibilidad de ser más humano cada día. Es difícil no sentir inquietud y hasta cierto malestar al escuchar palabras como las que hoy nos recuerda el texto evangélico: «No podéis servir a Dios y al Dinero».

Es imposible ser fiel a un Dios que es Padre de todos y vivir al mismo tiempo esclavo del dinero y del propio interés. Solo hay una manera de vivir como «hijo» de Dios, y es vivir como «hermano» de los demás. El que vive solo al servicio de sus dineros e intereses no puede ocuparse de sus hermanos, y no puede, por tanto, ser hijo fiel de Dios.

El que toma en serio a Jesús sabe que no puede organizar su vida desde el proyecto egoísta de poseer siempre más y más. A quien vive dominado por el interés económico, aunque viva una vida piadosa y recta, le falta algo esencial para ser cristiano: romper la servidumbre del «poseer» que le quita libertad para escuchar y responder mejor a las necesidades de los pobres.

No tiene otra alternativa. Y no puede engañarse, creyéndose «pobre de espíritu» en lo íntimo de su corazón, pues quien tiene alma de pobre no sigue disfrutando tranquilamente de sus bienes mientras junto a él hay necesitados hasta de lo más elemental.

Tampoco podemos engañarnos pensando que «los ricos» siempre son los otros. La crisis económica, que está dejando en paro a tantos hombres y mujeres, nos obliga a revisar nuestros presupuestos, para ver si no hemos de reducirlos para ayudar a quienes han quedado sin trabajo. Sería un buen test para descubrir si servimos a Dios o a nuestro dinero.

Por José Antonio Pagola

TESTIGOS DE LA PALABRA

El sacerdote David Tanko fue asesinado el pasado 29 de agosto de 2019 en Nigeria mientras mediaba en un conflicto entre distintos grupos étnicos en el centro-este del país. El religioso fue retenido por unos hombres armados cuando se dirigía a la aldea en la que se negociaría un acuerdo de paz. Los hombres armados lo mataron y luego quemaron el cuerpo del religioso e incendiaron su vehículo.

El obispo de Jalingo, Charles Michael Hammawa, ha condenado el horrible crimen y ha asegurado que «tan pronto como supimos de la noticia de su muerte, nos quedamos petrificados. La diócesis está de luto».

«Hemos predicado la paz y hemos hecho esfuerzos para llevar a ambas partes a la mesa de negociaciones. La policía estatal me prometió que están investigando el caso. Mientras recemos para que los asesinos sean llevados ante la justicia lo antes posible.

El conflicto entre los Tiv y los Jukun se remonta a 1953. Las dos poblaciones vivieron en armonía hasta la colonización británica, cuando las autoridades coloniales favorecieron a los Jukun en detrimento de los Tiv, plantando la semilla de la discordia que brotó y fructificó hasta nuestros días.

Francisco, otro Papa

Por | Faustino Vilabrille

El hermano Francisco, Obispo de Roma y Papa de la Iglesia actual, sin duda está siendo un referente mundial para muchos millones de personas, en un momento verdaderamente crítico para el mundo de hoy, en el que carecemos de líderes que sean buenos catalizadores para el conjunto de la humanidad, donde confluyan los anhelos de muchas personas que aspiramos a un mundo mejor, tanto para los seres humanos como para el planeta en que vivimos.

Para muchos millones de personas, Jesucristo y su mensaje es lo que da el sentido más profundo a sus vidas, tanto desde su dimensión humana como trascendente. Por eso, con frecuencia cada uno de nosotros nos preguntamos: ¿a mi, por medio de quién me llegó el conocimiento de Jesucristo y su mensaje?

La respuesta no puede ser otra más que esta: me llegó a través de la Iglesia.

Pero conociendo un poco la historia de la Iglesia, tenemos que reconocer sus enormes fallos de incoherencia con el mensaje del Evangelio, no solamente los del pasado, que allá la conciencia de quines los protagonizaron, sino los actuales, que son de un escándalo incalculable, como la pederastia y su ocultamiento por los dos Papas anteriores a Francisco, como las cuantiosas riquezas acumuladas durante siglos sin compartirlas convenientemente con los más empobrecidos, como su connivencia con los poderes económico-capitalistas, como la falta de compromiso con los derechos humanos al interior de si misma (que aun no firmó porque en su estructura aun no los cumple adecuadamente, aunque los defienda hacia el exterior), como los millones a pagar en indemnizaciones de pederastia (solo en EE.UU. 3000 millones de $), mientras miles de personas se están muriendo de hambre cada día.Sí, esos dos Papas, tapaban a los pederastas e incluso ocultaban a alguno de ellos entre los muros del Vaticano, pero en cambio y a la vez censuraban con gran dureza a los Teólogos y a la Teología de la Liberación comprometidos abiertamente con ser fieles al Evangelio y a la causa de los más empobrecidos, incluso perseguidos y a veces asesinados por su lucha por la justicia.Todo esto que pasó antes y sigue pasando ahora en la Iglesia, es lo más horrible y contradictorio con Jesucristo y su mensaje, pues El mismo dijo: «no podéis servir a Dios y al dinero», «aun te falta una cosa más (le dice a un joven rico): vende todo lo que tienes, dalo a los pobres y tu ven y sigue», «quien recibe a un niño de estos a mi me recibe», «quien escandalice a uno de estos pequeños más le vale tirarse al mar con una rueda de molino al cuelo».

Sin duda la fe se apoya en Jesucristo, pero gracias a la Iglesia, después de más de 2000 años, hemos tenido conocimiento de El y su mensaje. Por eso, a la vez que tenemos que reconocer esos fallos tan graves, también tenemos que reconocer que a lo largo de la historia de la Iglesia hubo creyentes verdaderamente ejemplares como los primeros cristianos que se enfrentaron al poder absoluto del Imperio Romano a la vez que buscaban la igualdad y la fraternidad entre todos ellos, o el gran San Francisco de Asís, por su compromiso con los empobrecidos y que se adelantó ocho siglos al movimiento ecologista actual por el reconocimiento y afecto tan singular que profesaba a toda criatura, como refleja en el Cántico del Hermano Sol, y considerándolas a todas ellas como verdaderas hermanas nuestras. A la vez que había esos fallos en la iglesia, también había muchos creyentes en la base de la Iglesia fieles y comprometidos con Jesucristo y su mensaje.

Si dentro de la Iglesia estamos tan mal, fuera de ella tampoco estamos nada mejor, pues frente al mensaje de justicia, amor y fraternidad de Jesucristo, los ricos y poderosos del mundo actual están sirviendo al dinero cada día con más y más voracidad, con hambre insaciable de tener y tener sin límite. A esos ricos y poderosos ya no les importa absolutamente nada de lo que pasa en este mundo, con su dinero y poder se sienten absolutamente poderosos y legitimados par hacer lo que quieren. Se sitúan por encima de la Humanidad y no tienen miedo a nada ni a nadie. Gastan millones en caprichos, sin importarles para nada el sufrimiento de millones de seres humanos. Son los mayores enemigos del Ser Humano y del Planeta. Parece que estamos en un mundo de locos. Veamos: «Desde el inicio de la pandemia, ha surgido un nuevo milmillonario en el mundo cada 26 horas, a la vez que 17 millones de personas han perdido la vida a causa de la COVID-19. En julio de 2021, el hombre más rico del mundo, Jeff Bezos, viajó con sus amigos al espacio en su nave de lujo, gastando 5,5 mil millones de dólares, 550 millones por minuto, mientras millones de personas perdían la vida innecesariamente por falta de acceso a alimentos y vacunas. La riqueza de los 10 hombres más ricos se ha duplicado desde que comenzó la pandemia. Los 10 hombres más ricos del mundo poseen más riqueza que los 3100 millones de personas más pobres. La brutal desigualdad que hay en el mundo actual lleva la muerte a unas 21.300 personas al día. Las emisiones contaminantes individuales de 20 de los milmillionarios más ricos es 8000 veces superior a la de cualquier persona de entre los mil millones más pobres». Los países ricos son los causantes del 92 % del cambio climático, y las emisiones del 1% más rico duplican las de la mitad más pobre de la población mundial. (Fuente: Reciente Informe Oxfam-Intermon). La injusticia climática es una de las injusticias más grandes contra los empobrecidos del mundo, especialmente en África .

La persona que actualmente más se está enfrentando a estos espantosos escándalos es el Papa Francisco, tanto al interior de la Iglesia como a lo que pasa en el mundo actual, cada vez más convulso, dividido, asimétrico y enfrentado. Francisco tiene muy claro que ni la Iglesia ni el Mundo actual pueden seguir así.

Francisco quiere una Iglesia fiel y coherente con Jesucristo y su mensaje, quiere una Iglesia al servicio de la Humanidad, sobre todo al servicio de los más empobrecidos y necesitados de este mundo. Francisco quiere una Iglesia donde todo ser humano se sienta a gusto, se sienta en su casa, acogido, aceptado, escuchado, acompañado. Francisco quiere una Iglesia al servicio del mundo, no al servicio de si misma. A Francisco no le vale una Iglesia para el pueblo, pero sin el pueblo, pues el pueblo es la razón de ser de la Iglesia, como el pueblo fue la razón de ser de Jesucristo, pues El mismo «al ver la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque andaban vejados y abatidos como ovejas que no tiene pastor». Francisco quiere una Iglesia generosa y desprendida, solidaria y comprometida, profética y arriesgada en la denuncia de las injusticias y los injustos y en la defensa de los más débiles y necesitados, siempre al lado de los más últimos. Francisco no quiere una Iglesia, solo de Obispos y Sacerdotes, Francisco quiere una Iglesia del pueblo, una Iglesia que el pueblo sienta como suya.

Francisco quiere un Mundo y una Creación, donde todo ser vivo sea respetado, cuidado y atendido. Para Francisco, la Tierra, es la Madre Tierra, a la que hay que cuidar como la Casa Común de todos los Seres Humanos y de todos los Seres Vivos, y al servicio de todos ellos, cuidada, cultivada y atendida por todos (Ver Laudato Si).

Es por lo que Francisco convoca un Sínodo Universal, no solo de Sacerdotes y Obispos, sino de toda la Iglesia, incluidas toda clase de personas, creyentes, de otras religiones agnósticos, no creyentes, librepensadores, porque quiere escuchar a todos cuantos puedan aportar algo para el bien de la Humanidad y de una Iglesia, cuya única razón de ser es precisamente el bien de Toda la Humanidad. Francisco quiere que esta finalidad una a toda la Humanidad, porque las finalidades unen a las personas.

Es por lo que todos debemos responder con la mayor diligencia a la llamada sinodal de Francisco, pero tememos y no poco, que los principales responsables de promover la máxima participación en el Sínodo, los Obispos, no secunden de lleno su llamada, precisamente y sobre todo aquellos que fueron nombrados por los dos Papas antes citados, pues alguno llegó a decir, cuando Francisco fue elegido, que «esto era un simple vendaval que pronto pasaría y volveríamos a lo de siempre». Otros organizan grandes excursiones con el nombre de «peregrinaciones», con estancia en hoteles de 4*, autocar de lujo y gasto por persona de más de 800 euros, con los cuales casi 400 niños podrían comprar sandalias para ir a la escuela en muchos países pobres de África donde les prohíben ir descalzos, que multiplicado por unos 50 «peregrinantes» serían unos 40.000 euros, que alcanzarían para vacunar a varios miles de niños contra el sarampión, el cólera o la tuberculosis en esos mismos países, donde la falta de vacunas los lleva a la muerte o a graves secuelas de por vida, a la vez que 5,6 millones de personas mueren cada año por la falta de acceso a servicios básicos de salud en países pobres.

Qué diferencia con Jesucristo, que pasaba todos los días curando el hambre, las necesidades y toda clase de dolencias del pueblo, a la vez que pedía hambre y sed de justicia, porque las injusticias de entonces como las de ahora estaban y están en la base de casi todos los grandes sufrimientos de los seres humanos.

Precisamente en Evangelio del domingo de hoy Jesús afirma: «El Espíritu del Señor está sobre mi porque me ha enviado a dar la Buena Noticia a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar la libertad a los oprimidos». ¡Ay si Jesucristo se subiera a los ambones y a los púlpitos de hoy! Por lo menos los creyentes tenemos que hacerlo por El