Los pasos dados en el proceso sinodal

El subsecretario del Sínodo de los Obispos aborda los pasos dados en el proceso sinodal

Luis Marín: “La sinodalidad debe llevarnos a la radicalidad en el compromiso, a la vanguardia”

Mons. Luis Marín

Con lo que aporten estas tres fuentes (las conferencias episcopales, las cinco comisiones de canonistas y teólogos y el encuentro de párrocos) redactaremos el segundo Instrumentum laboris

La Iglesia sinodal no es otra cosa sino la Iglesia de Jesucristo. Debemos retornar a la belleza del Evangelio, con su radicalidad y exigencia

Debemos tener claro que la sinodalidad es una dimensión constitutiva de la Iglesia, como lo son también la comunión, o la misión

Hay que escuchar al Espíritu Santo porque el Sínodo es un evento fundamentalmente espiritual. Si no es así, no funciona

23.04.2024 Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica

El Sínodo sobre la Sinodalidad está preparando la segunda sesión de la Asamblea Sinodal, prevista para los días 2 a 27 de octubre de 2024, dando continuidad al trabajo realizado en octubre de 2023. El subsecretario del Sínodo de los Obispos, Mons. Luis Marín de San Martín, nos explica en esta entrevista los pasos que están siendo dados en el proceso sinodal.

El Papa Francisco decidió que el actual Sínodo tuviese una asamblea en dos sesiones y estamos en el tiempo intermedio entre una sesión y la otra. ¿Cómo se está viviendo ese tiempo, cuáles son los pasos que se están impulsando desde la Secretaría del Sínodo?

Es un tiempo de implicación, compromiso y participación en la misma línea en la que discurre todo el proceso sinodal. Entre la primera sesión de la Asamblea del Sínodo de los Obispos de octubre de 2023 y la segunda sesión que se celebrará en octubre de 2024, desde la Secretaría del Sínodo estamos coordinando la conexión entre las dos sesiones. Podemos destacar tres fuentes: trabajo en las conferencias episcopales, grupos de estudio y comisiones de canonistas y teólogos, encuentro de párrocos.

En primer lugar, tenemos como material de trabajo el Informe de síntesis, que ofrece muchas ideas para seguir desarrollando la eclesiología sinodal y concretarla en la vida, el estilo y la misión. Esperamos el discernimiento coordinado por las conferencias episcopales sobre cómo ser una Iglesia sinodal en misión, tema en el que ya están trabajando a nivel local y cuyos resultados nos enviarán antes del 15 de mayo.

En segundo lugar, el Papa ha querido crear unos grupos de estudio sobre 10 temas, que se sacan de lo que va a ser el trabajo de la Asamblea del Sínodo de los Obispos. Son temas importantes que requieren una profundización teológica grande y una serenidad en su desarrollo, imposible de realizar en el breve tiempo de la segunda sesión: relaciones Iglesias orientales católicas-Iglesia latina; grito de los pobres; entorno digital; formación sacerdotal en perspectiva sinodal misionera; formas ministeriales específicas; relaciones obispos-vida consagrada; algunos aspectos sobre la figura y el ministerio del obispo; rol de los representantes pontificios; criterios teológicos y metodologías sinodales para un discernimiento compartido; camino ecuménico.

Estos temas se van a trabajar en unos grupos formados en colaboración con diversos dicasterios de la Curia Romana. Aquí tenemos ya un modo concreto de desarrollar la sinodalidad en la Curia Romana, en la línea de lo establecido en la constitución Predicate Evangelium. De este trabajo conjunto entre expertos de diversos dicasterios, aunque tiene un desarrollo amplio y prolongado, se informará ciertamente al Sínodo de los Obispos.

El Papa también ha creado cinco comisiones de teólogos y canonistas para profundizar en el tema que se ha pedido a las conferencias episcopales: cómo ser una Iglesia sinodal en misión.

Se abordará desde tres perspectivas: Iglesia local, agrupaciones de Iglesias, Iglesia universal. Y se añaden otras dos perspectivas: el método sinodal y el “lugar” de la Iglesia sinodal en misión.

Por último, se va a celebrar un importante encuentro de párrocos, enviados por las conferencias episcopales. Tendrá lugar en Sacrofano del 29 de abril al 2 de mayo. El objetivo es escuchar sus reflexiones y conocer sus experiencias sobre cómo ser Iglesia sinodal en misión, desde tres aspectos concretos: la comprensión de la sinodalidad en la vida de la diócesis; la participación de los diferentes carismas en la vida de la parroquia y la diócesis; las dinámicas de discernimiento y los organismos de participación.

Con lo que aporten estas tres fuentes (las conferencias episcopales, las cinco comisiones de canonistas y teólogos y el encuentro de párrocos) redactaremos el segundo Instrumentum laboris. Además, estamos preparando lo que será la segunda sesión de Asamblea del Sínodo (programa, etc.), que se iniciará con dos días de retiro espiritual.

Usted habla de Iglesia sinodal en misión, un deseo del Papa Francisco, ¿cuáles son los retos que hoy se enfrentan para concretar ese modo de ser Iglesia?

La Iglesia sinodal no es otra cosa sino la Iglesia de Jesucristo. Debemos retornar a la belleza del Evangelio, con su radicalidad y exigencia, mostrando la alternativa que supone frente a los criterios del mundo. Pero no desde la retirada, la autorreferencialidad y la búsqueda de seguridades. Y mucho menos desde la agresividad y la confrontación. No se trata de trincheras, sino de familia. Es la Iglesia de las manos tendidas y los brazos abiertos, acogedora, hogar común, inclusiva y misericordiosa, dinámica y en salida, que comunica el entusiasmo del Evangelio en el que cree y por el que vive. La Iglesia coherente que testimonia y lleva la Buena Noticia a todos los rincones del mundo. Podemos decir que el objetivo último del proceso sinodal es la misión, la evangelización. En definitiva, creo que la sinodalidad es, fundamentalmente, una experiencia de Iglesia, es decir, una experiencia de comunión con Cristo y, en él, de comunión con los hermanos y hermanas. Solo así nos sentiremos impulsados a comunicar el Evangelio a nuestro mundo. Y solo así seremos creíbles.

Para esto la apuesta no es otra sino experimentar al Resucitado (estamos en tiempo pascual), es decir, al Cristo vivo, unido a su Iglesia. Cristo no es solo la referencia académica en un libro, tampoco un eslogan, una norma jurídica o una bandera ideológica. Es una persona viva. Esta experiencia de Cristo vivo nos lleva también a la experiencia de Iglesia, de comunión, de comunidad cristiana unida en el amor. Este es el reto del proceso sinodal, que nos llama a escuchar la voz del Espíritu y, también, a discernir los signos de los tiempos, no desde una perspectiva monolítica e indiferenciada, sino desde la riqueza que nos da la Iglesia que se encarna en la variedad de culturas y situaciones del mundo de hoy.

¿Cómo ayudar a la gente a entender que el objetivo de este Sínodo no es responder a temas concretos, sino avanzar en ese modo de ser Iglesia que el Papa propone?

Lo primero es comprender bien qué es la sinodalidad. El término es ya conocido, pero tal vez todavía existan algunas confusiones y errores que conviene aclarar. Debemos tener claro que la sinodalidad es una dimensión constitutiva de la Iglesia, como lo son también la comunión, o la misión. Y se trata de un proceso, que se concreta en eventos y estructuras (como por ejemplo el Sínodo de los Obispos, el Sínodo diocesano, los consejos pastorales, económicos, etc.). Pero, sobre todo, es experiencia.

No se trata solo de hablar de sinodalidad, sino de vivirla, de que “empape” toda la Iglesia y todo lo que es Iglesia. Debe convertirse en un estilo, en un modo de ser y de hacer. Para concretar la reforma, evitando la “teorización” y el “espiritualismo”, es preciso tomar decisiones y desarrollar estructuras que la hagan viable. Hay que dar pasos.

Pido a todos no tener miedo: no temer a Cristo, ni al Evangelio, no recelar del Espíritu. La sinodalidad debe llevarnos a la radicalidad en el compromiso, a la vanguardia. Seguir a Cristo es siempre un riesgo. Como lo es la vida. También llevarnos a robustecer la comunión, que es el único modo coherente de vivir la fe cristiana, que nos remite a la participación en Cristo resucitado. Es el tiempo de abandonar las zonas de confort, la instalación, la mundanidad, de sacudirnos rutinas, modos obsoletos y falsos, para abrirnos a la vivencia fuerte y gozosa de la fe que, evidentemente, nos compromete, pero que da sentido a nuestra existencia.

Aunque la sinodalidad es un proceso a largo plazo, hay que ir dando pasos concretos desde la apertura al discernimiento, escuchando la voz del Espíritu en el Pueblo de Dios. Así pues, disponibilidad a la voluntad de Dios, inserción en la Iglesia y apertura al Espíritu. Lo que el Papa nos pide es despertarnos, recuperar el gozo del Evangelio y, desde ahí, asumir nuestra responsabilidad y salir a testimoniar, a evangelizar como Iglesia. Merece la pena. Va en ello nuestra coherencia, nuestra responsabilidad como cristianos en el mundo de hoy y va también en ello nuestro testimonio vocacional tanto a la fe cristiana como a las vocaciones específicas. Sigamos adelante en este proceso que hemos iniciado y que nos remite a Cristo vivo, a Cristo resucitado y a la experiencia eclesial en el mundo. Es muy concreto.

La primera sesión de la Asamblea Sinodal mostró la riqueza de la diversidad, pero al mismo tiempo distintos modos de entender la Iglesia. En esa diversidad, que como el Papa insiste es una riqueza, ¿resulta difícil superar las divergencias y avanzar en el camino sinodal?

En la Iglesia, como en la familia, hay diferencias, modos diversos no solo de ver la realidad, sino de seguir a Cristo y encarnar y desarrollar el Evangelio. Pero siempre debe prevalecer el amor (caridad), que es el nexo de unión y lo que nos caracteriza como cristianos. No otra cosa. A veces olvidamos la centralidad del amor: sin él no hay Iglesia. Así pues, primero la unidad, sin la cual no es posible entender ni asumir la diversidad. Pero la unidad no es uniformidad indiferenciada. El amor respeta las diferencias y las integra como riqueza. Existen diferencias de personalidad (cada persona es única e irrepetible); hay variedad de vocaciones, carismas y ministerios; tenemos diversidades culturales y de formación. Como bien se ha recordado, la Iglesia no es solo latino-occidental. Tiene varios rostros. El reto es integrar, desde la unidad, las variedades para que enriquezcan a toda la Iglesia. La experiencia en la Asamblea del Sínodo de los Obispos ha ido en esta línea, aunque todavía debemos seguir avanzando.

En la Asamblea del Sínodo de los Obispos han surgido distintos modos de ver la realidad, pero siempre desde un inmenso amor a la Iglesia. Creo que no se trata de una confrontación entre grupos ideológicos, sido escuchar al Espíritu, para discernir juntos la voluntad de Dios, buscando siempre el bien de la Iglesia. Esto es lo que, humildemente, intento hacer yo y, también, tantos hermanos y hermanas. Es la experiencia que he tenido en los trabajos de la Asamblea del Sínodo de los Obispos: fundamentalmente la de un profundo, un enorme amor a la Iglesia. Es algo que agradezco de corazón porque me ha ayudado muchísimo.

¿Qué resultados se esperan de la segunda sesión?

Debemos recordar que el Sínodo de los Obispos no tiene capacidad de decidir, no es deliberativo, sino consultivo; solo puede hacer propuestas al Santo Padre. Por tanto, no se trata de un pequeño parlamento, que legisla y toma decisiones para toda la Iglesia, utilizando el voto para imponer unos criterios sobre otros, como se hace en el debate político. No se trata de eso. Ya he dicho que sin oración y sin Espíritu Santo, no hay Sínodo, porque no habrá discernimiento de la voluntad de Dios, sino confrontación ideológica. Esto tampoco quiere decir que busquemos el enjuague político o las componendas propias de un grupo lánguido y mortecino.

Todo lo contrario, se trata de recuperar la dimensión profética: ponernos, de verdad, en las manos del Señor, escuchar al Espíritu (que habla en la comunión eclesial) y dejarnos guiar por él. El profeta dice la verdad clara y directa porque está en contacto con Dios; anuncia y denuncia, pero no “desde arriba”, ni “fuera”, sino “desde dentro”; no es profeta de calamidades, sino que testimonia la alegría de la salvación y, por eso, es generador de esperanza. ¿Por qué no? Ya está bien de desgarros en la Iglesia, de desangrarnos en agresividades y enfrentamientos, mientras el mundo necesita urgentemente a Cristo. No es la ideología, sino el Evangelio; no son los grupos organizados de presión, sino la comunidad del Espíritu; no es el parlamento, sino la familia. Esta es la verdadera revolución. Ojalá seamos capaces de aprovechar la oportunidad que el Señor nos ofrece.

Otro punto a tener claro es el tema establecido por el Papa Francisco para esta Asamblea General del Sínodo de los Obispos: “Por una Iglesia sinodal, comunión, participación y misión”. Otros temas, por muy relevantes e importantes que sean, no son materia del Sínodo y deberán abordarse en otro momento o a través de otras estructuras sinodales. Tras el discernimiento, se harán propuestas concretas al Santo Padre, para que él tome las decisiones. Si no hay consenso, también se pueden presentar opciones complementarias. O bien proseguir el discernimiento. Pero es preciso avanzar en comunión, conscientes de que el Espíritu Santo suele trastocar las previsiones. Así la Iglesia profundiza en el dato revelado para comunicarlo en la vida. Yo tengo mucha confianza y creo que, aunque no sea fácil, merece la pena dejarse la piel en ello.

Después de lo vivido en la primera sesión, como alguien que forma parte de la Secretaría del Sínodo, ¿Qué les pediría a los miembros de la Asamblea de cara a la segunda sesión?

Lo primero es lo que nos ha dicho el Santo Padre: hay que escuchar al Espíritu Santo porque el Sínodo es un evento fundamentalmente espiritual. Si no es así, no funciona. Por eso debemos ir con el alma abierta y el ánimo dispuesto al cambio. No a imponer las propias ideas, ver de qué manera puedo convenzo a los demás, sino disponible a la renovación que el Espíritu nos trae, a través de la oración y el discernimiento. En comunión, podemos descubrir otros caminos, otras sendas para hacer realidad lo que el Señor quiere para su Iglesia hoy.

También diría que tenemos que escuchar los signos de los tiempos de hoy, y no tener miedo a dar pasos, a desarrollar aquello que puede y debe ser desarrollado, desde el depósito de la fe, que no cambia. Y dejar entrar también, de forma más clara, esa variedad de sensibilidades, culturas, y realidades en la Iglesia, que constituyen una enorme riqueza. Desde la unidad fundamental, tal vez pueda haber desarrollos y decisiones diferentes en un continente o en otro, como ya existe en la liturgia. No se trata de moda, sino de idiosincrasia.

Por último, animo a vivir este momento como un verdadero Kairós. Es impresionante. Estamos ante un tiempo de Dios, lleno de belleza y creatividad. Creo que no puede dejar de entusiasmarnos si realmente quitamos de nosotros miedos, barreras, cansancios, rutinas. Así debemos ir a esta segunda sesión: sabiendo que hemos sido convocados por el Espíritu, y que el Señor se hace presente para renovar su Iglesia. Por eso, nuestra misión fundamental en el Sínodo es ser cauce de la gracia y no muro que contención; facilitar y no bloquear. Y hacer así posible la presencia del Señor en este momento de la historia. El reto es ser Evangelio hoy.

4 mensajes de la 61ª Asamblea de la CNBB

La Iglesia brasileña presenta los 4 mensajes de la 61ª Asamblea General

Presentación de los mensajes de la 61 Asamblea de la CNBB

La carta al Papa Francisco «es un saludo al Santo Padre, una manifestación de nuestra comunión con él y también de los temas generales de la asamblea y un agradecimiento al Papa por la riqueza de su pontificado, por lo que propone a la Iglesia en este momento»

El mensaje a las comunidades ofrece una palabra de aliento sobre algunas cuestiones, con el telón de fondo de la sinodalidad: el diálogo, el respeto a los demás, saber diferir sin pelear, insistiendo en que «nuestra fe no debe dividir, sino ser un elemento que ayude a crear comunidad»

La carta agradece también al prefecto sus indicaciones al Santo Padre por los 20 nombramientos episcopales para la Iglesia en Brasil desde la última asamblea

Steiner pidió a los medios de comunicación que ayuden a que este mensaje llegue a la gente y ayude ante la situación de tensión, conflicto y violencia que vive la sociedad brasileña, provocada por las drogas, las facciones y las palabras

17.04.2024 Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica

Siguiendo la tradición de las Asambleas Generales de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, la 61ª Asamblea General, que tiene lugar en Aparecida del 10 al 19 de abril de 2024, presentó los mensajes al Papa Francisco, al prefecto del Dicasterio para los Obispos, cardenal Robert Francis Prevost, al pueblo brasileño y a las comunidades católicas, una novedad de la actual asamblea.

Carta al Papa Francisco

Según el arzobispo de Brasilia, cardenal Paulo Cezar Costa, la carta al Papa Francisco «es un saludo al Santo Padre, una manifestación de nuestra comunión con él y también de los temas generales de la asamblea y un agradecimiento al Papa por la riqueza de su pontificado, por lo que propone a la Iglesia en este momento». Además, el cardenal subraya en la carta, que es privada, «la preocupación del Papa por las grandes cuestiones que afectan hoy a la humanidad, la cuestión de la paz, la cuestión de la justicia, la cuestión de las migraciones y de las personas que mueren en el mar».

Mensaje a las comunidades católicas

Por primera vez, hay un mensaje de la Asamblea a las comunidades católicas, destacó el arzobispo de São Paulo, cardenal Pedro Odilo Scherer, que trata de la vida de las comunidades. El mensaje comienza dando gracias «por todo lo que es bueno y bello para la misión», por todo lo que se vive y se realiza en las comunidades. El texto también destaca la santidad, con una serie de «procesos de beatificación y canonización como nunca antes en Brasil».

El mensaje ofrece una palabra de aliento sobre algunas cuestiones, con el telón de fondo de la sinodalidad: el diálogo, el respeto a los demás, saber diferir sin pelear, insistiendo en que «nuestra fe no debe dividir, sino ser un elemento que ayude a crear comunidad». También subrayó la necesidad de la comunión con el Papa y los obispos y la invitación a no desanimarse ante las dificultades actuales y a participar activamente en la vida de las comunidades y de la sociedad. Por último, una llamada a preparar el Jubileo de 2025. La carta pretende «animar, guiar, apoyar y sostener a nuestro pueblo católico», subrayó el cardenal Scherer.

Carta al prefecto del Dicasterio para los Obispos

En cuanto a la carta al prefecto del Dicasterio Episcopal, el arzobispo de Río de Janeiro, cardenal Orani Tempesta, dijo que era una carta reservada al cardenal Prevost, que trata de lo que se está haciendo en la 61ª Asamblea General de la CNBB, «plantea los problemas que estamos enfrentando como Iglesia en Brasil, plantea las soluciones que nuestra asamblea está proponiendo». La carta agradece también al prefecto sus indicaciones al Santo Padre por los 20 nombramientos episcopales para la Iglesia en Brasil desde la última asamblea.

Mensaje al Pueblo brasileño

El Mensaje al Pueblo Brasileño, «un texto un poco largo», según el arzobispo de Manaos, cardenal Leonardo Steiner, dada «la necesidad de abordar algunos elementos importantes», pretende ser un mensaje de esperanza, de futuro, de la realidad política y climática, que aborda las próximas elecciones, recordando el 60 aniversario del inicio de la Dictadura y animando a cuidar la democracia, la violencia en el país, las guerras.

Steiner pidió a los medios de comunicación que ayuden a que este mensaje llegue a la gente y ayude ante la situación de tensión, conflicto y violencia que vive la sociedad brasileña, provocada por las drogas, las facciones y las palabras. Un mensaje que pide la paz, también en la selva y para los pueblos indígenas, amenazados por el Marco Temporal. El cardenal insistió en que este mensaje, que pretende traer paz y esperanza, y apaciguar los ánimos, «no todo el mundo lo lee como debería», con vistas a dar más importancia a la convivencia social.

La Iglesia de Brasil pone en práctica Antiquum Ministerium

Deolinda Melchior da Silva, la indígena Macuxi entre los 19 catequistas que recibieron ese ministerio en la 61ª plenaria de los obispos de Brasil

19 catequistas, 18 mujeres y un hombre, representantes de los 19 regionales en que está organizada la Iglesia de Brasil, recibieron el ministerio de catequista

«Su presencia con todos los demás revela la grandeza de la multiculturalidad de Brasil, la grandeza de la fe en esta tierra y, sobre todo, muestra cuánto el Evangelio necesita ser inculturado y encarnado en tierras brasileñas”

La señora Deolinda es catequista de la Misión de Muturuca, en el municipio de Uiramutã, diócesis de Roraima, desde hace 42 años, y coordina la catequesis en su región desde hace 15 años

Los pueblos originarios fueron evangelizados por misioneros llegados de otros lugares, «y ahora los indígenas son los protagonistas de la misión». En una región con comunidades de difícil acceso, «la señora Deolinda es incansable, es un testimonio vivo del Evangelio que se difunde entre nuestro pueblo»

13.04.2024 Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica

La Misa del sábado 13 de abril fue un momento especial de la 61ª Asamblea General de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil, que tiene lugar en Aparecida del 10 al 19 de abril de 2024. 19 catequistas, 18 mujeres y un hombre, representantes de los 19 regionales en que está organizada la Iglesia de Brasil, recibieron el ministerio de catequista de manos del arzobispo de Santa María y presidente de la Comisión Bíblico-Catequética de la CNBB, Mons. Leomar Brustolin.

Qué sería de la Iglesia sin los catequistas

El ministerio del catequista fue instituido por el Papa Francisco con el motu proprio Antiquum Ministerium el 10 de mayo de 2021. Su papel es fundamental en la Iglesia, en los procesos evangelizadores para los que los obispos de Brasil están elaborando las Orientaciones para la Acción Evangelizada. Un papel reconocido por Mons. Brustolin, como señaló en la Misa celebrada a los pies de Nuestra Señora de Aparecida, en el Santuario Nacional, cuando preguntó: «¿Qué sería de nuestra Iglesia sin su misión?».

Entre los que han recibido el ministerio se encuentra Deolinda Melchior da Silva, indígena del pueblo Macuxi, que está ayudando a hacer realidad una Iglesia con rostro indígena, tal como pidió el Sínodo para la Amazonía.  El presidente de la Comisión Bíblico-Catequética afirmó que «fue una gran alegría haber podido incluir en el grupo de los primeros catequistas de Brasil a una mujer indígena con larga experiencia en la catequesis, con una gran capacidad de evangelizar».

Según el obispo, «su presencia con todos los demás revela la grandeza de la multiculturalidad de Brasil, la grandeza de la fe en esta tierra y, sobre todo, muestra cuánto el Evangelio necesita ser inculturado y encarnado en tierras brasileñas. Para nosotros, en la comisión, tener una persona indígena, personas que trabajan con discapacidades, representantes de comunidades negras, todos ellos representan la belleza del Evangelio inculturado en diferentes realidades».

Catequista desde hace 42 años

La señora Deolinda es catequista de la Misión de Muturuca, en el municipio de Uiramutã, diócesis de Roraima, desde hace 42 años, y coordina la catequesis en su región desde hace 15 años. Dijo estar muy contenta de recibir este ministerio como catequista en una celebración en la que «me sentí fortalecida, mi fe crece cada vez más y así seguimos trabajando», llamando a los catequistas indígenas a seguir cumpliendo su misión. En la diócesis de Roraima organizan todos los años cursos de formación para catequistas y líderes que celebran la Palabra en sus comunidades.

Los indígenas ahora son protagonistas de la misión

La institución de Deolinda Melchior da Silva en el ministerio de catequista es considerada por el obispo de Roraima, Mons. Evaristo Spengler, como un día histórico para la diócesis y para el Regional Norte1. Quienes han recibido este ministerio son personas que preparan a la gente «para ser discípulos de Jesucristo, caminando con Él, escuchando su Palabra, viviendo en comunidad, alimentándose de la Eucaristía y viviendo fraternalmente en comunidad».

Mons. Spengler, que entregó la Biblia a la mujer que había recibido el ministerio de catequista, como hicieron los demás obispos con cada catequista, destacó la importancia de que la señora Deolinda recibiera el ministerio de catequista en nombre de todos los pueblos indígenas de Brasil. Los pueblos originarios fueron evangelizados por misioneros llegados de otros lugares, «y ahora los indígenas son los protagonistas de la misión». En una región con comunidades de difícil acceso, «la señora Deolinda es incansable, es un testimonio vivo del Evangelio que se difunde entre nuestro pueblo», destacó el obispo.

61ª Asamblea General de la CNBB

Con 442 obispos, comienza la 61ª Asamblea General de la CNBB, inspirada en el actual camino sinodal

Abertura de la 61ª Asamblea de la CNBB

El presidente de la CNBB invitó a evitar el pragmatismo y a ser «portavoces de un Dios que ama a todos, que acoge a todos», utilizando como herramientas la cercanía, el amor y la escucha

La 61ª Asamblea General de la CNBB sea una experiencia de fraternidad, sinodalidad, amistad social y peregrinación

El secretario de Estado Vaticano dijo estar impresionado por el número de obispos en Brasil y su compromiso con la evangelización

El presidente de la CNBB plantea el reto de la Iglesia cuidar y promover la vida de todos y no sólo de unos pocos, insistiendo en que la vida de fe tiene lugar en la comunidad

Por Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica

Con la celebración de la Eucaristía en el Santuario Nacional de Aparecida, presidida por Mons. Jaime Spengler, arzobispo de Porto Alegre y presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos Brasileños (CNBB), comenzó el miércoles 10 de abril la 61ª Asamblea General de la CNBB, que reúne hasta el 19 de abril a 442 de los 486 obispos de Brasil, de los cuales 318 son titulares y auxiliares y 168 eméritos.

En su homilía, Mons. Jaime Spengler destacó la fuerza del amor, denunciando a los que sólo saben moverse en la oscuridad, afirmando que «la luz nos permite ver lo que a veces no queremos ver», con signos de ello en la vida social y eclesial, haciendo un llamamiento a ver «las diversas situaciones que caracterizan el día a día de nuestro pueblo con la luz de Dios». El presidente de la CNBB invitó a evitar el pragmatismo y a ser «portavoces de un Dios que ama a todos, que acoge a todos», utilizando como herramientas la cercanía, el amor y la escucha.

El arzobispo de Porto Alegre llamó a salir sin pasar de largo, a tocar sin miedo, recordando que “la Campaña de Fraternidad de este año nos invita a construir puentes, a derribar muros, a acoger la diversidad, a promover la cultura del encuentro y del diálogo, a educar para el perdón y la reconciliación, para el sentido de la justicia, a rechazar todo tipo de violencia, a alimentar el coraje de la paz», aspectos relacionados con la sacralidad de la vida. También subrayó la necesidad de prestar especial atención a los jóvenes, «con su extraordinario potencial, creatividad y sueños», y de convertirse en su prójimo.

También subrayó la importancia de un laicado consciente, que contribuya a los procesos de desarrollo humano, a la consolidación de la democracia, a la superación de las estructuras de miseria y pobreza, a la constitución de comunidades vivas de fe y al cuidado de nuestra casa común. Mons. Jaime Spengler llamó a centrarse en las urgencias y a realizar con pasión lo que se perfila en la comunión. Para ello, pidió la intercesión de Madre Aparecida para desarrollar «lo que el tiempo presente nos exige como hombres de Evangelio».

Abertura de los trabajos

En la apertura de los trabajos, en presencia del secretario de Estado Vaticano, cardenal Pietro Parolin, del Nuncio Apostólico en Brasil, Mons. Giambattista Diquattro, de la Presidencia de la CNBB, del Rector del Santuario Nacional, del alcalde de Aparecida y de otras autoridades, el arzobispo local Orlando Brandes hizo un llamamiento para que la 61ª Asamblea General de la CNBB sea una experiencia de fraternidad, sinodalidad, amistad social y peregrinación. Una asamblea que, al igual que la primera sesión de la Asamblea Sinodal sobre la Sinodalidad, seguirá la metodología de la conversación espiritual. En la abertura, se presentó el informe sobre los obispos fallecidos y los obispos trasladados, así como los obispos nombrados desde la última asamblea.

Sintonía entre la CNBB y el Sínodo sobre la Sinodalidad

En la rueda de prensa, el presidente de la CNBB recordó a los presentes el tema central de la 61ª Asamblea, que será la redacción de las Orientaciones Generales para la Acción Evangelizadora, un camino que no se concluirá en la presente asamblea, dadas las novedades que el Sínodo sobre la Sinodalidad, que tendrá su segunda sesión en octubre próximo, debe aportar a la Iglesia en Brasil y que, en sintonía con lo que la Iglesia en el mundo está reflexionando, se incluirá en las Orientaciones Generales que se están elaborando, prestando atención a la realidad social, económica y política de Brasil, además de la eclesial, subrayó el arzobispo de Porto Alegre.

Cardenal Parolin orienta el retiro de los obispos

El cardenal Pietro Parolin fue invitado por la CNBB a orientar el retiro de los obispos, que tendrá lugar en la tarde del 10 y el día 11 de abril, y tendrá como tema el camino sinodal. Según él, el camino sinodal debe estar presente en todos los cristianos, todos están llamados a la misión, al testimonio misionero. A su llegada a Brasil, se reunió con el presidente Lula, algo que forma parte de las relaciones diplomáticas entre los países, tratando temas comunes entre el Vaticano y Brasil, destacando el tema de la paz, y junto a ello el acuerdo Santa Sede-Brasil, cómo implementar este acuerdo, el tema de la pobreza y la evangelización.

El secretario de Estado Vaticano dijo estar impresionado por el número de obispos en Brasil y su compromiso con la evangelización, un desafío frente a la creciente secularización en América Latina, con un número cada vez mayor de personas que viven como si Dios no existiera. Frente a esto, destacó el importante papel de la religiosidad popular, considerando la coherencia entre la fe y la vida como una cuestión primordial, lo que muestra la importancia del testimonio como uno de los grandes temas de la evangelización. Asimismo, el cardenal destacó que la dimensión social es parte fundamental de la evangelización, considerando la transformación social como algo de fundamental importancia, aspectos que formaron parte de la agenda del encuentro con el presidente Lula.

Fuerte dinamismo evangelizador en la Iglesia brasileña

El dinamismo de la evangelización es muy fuerte en Brasil, según Mons. Spengler, que destacó el gran compromiso, con comunidades formadas por personas comprometidas, dedicadas, que basan sus acciones diarias en el Evangelio. Esto en un contexto social que nos desafía, con situaciones de violencia, desempleo, falta de atención a la salud, especialmente de los más frágiles, lo que exige la atención de la Iglesia, inspirada en el principio evangélico: «Yo he venido para que todos tengan vida, y vida en abundancia».

El presidente de la CNBB plantea el reto de la Iglesia cuidar y promover la vida de todos y no sólo de unos pocos, insistiendo en que la vida de fe tiene lugar en la comunidad. En una sociedad con cambios culturales muy rápidos, subraya el reto de proponer el Evangelio a las nuevas generaciones como un desafío para las orientaciones, dada la diferente estructura mental de las nuevas generaciones. Para ello, es necesario que la Iglesia esté cerca de los jóvenes y despierte así en ellos el deseo de comprender y participar en la comunidad, subrayó el presidente del episcopado brasileño.

6ª Semana Social Brasileña

Encuentro Nacional 6ª Semana Social Brasileña: «Una transformación social y ambiental de la realidad basada en nuestra fe»

6ª Semana Social Brasileña

 “Un momento de fortalecimiento de nuestro caminar como Iglesia, en esta propuesta de transformación de una sociedad más justa, más fraterna”

«Diversos proyectos de incidencia política desde la Iglesia, elaborados en los territorios, que se van cosiendo como un mosaico que conformará la imagen de la Iglesia comprometida»

Un camino de compromiso con la gente que «se arremanga en el día a día, intentando construir una vida digna, un esfuerzo conjunto por la vida, para todas las personas de este país»

Por Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica

La Iglesia en Brasil se prepara para el Encuentro Nacional de la 6ª Semana Social Brasileña, que se celebrará en Brasilia del 20 al 22 de marzo, con representantes de todos los rincones de Brasil. A lo largo de cuatro años, en torno al tema «Mutirão pela Vida: Por Terra, Teto e Trabalho» (Trabajo Común por la Vida: Por Tierra, Techo y Trabajo), se han celebrado innumerables encuentros con vistas a hacer realidad un mundo mejor para todos y todas.

Momento para fortalecer el caminar como Iglesia

El encuentro final pretende ser «un momento fuerte en nuestro caminar como Iglesia y como pueblo de Dios», según el obispo José Valdeci Mendes Santos, para que «en vista del buen vivir de los pueblos, de las comunidades tradicionales, podamos trazar el proyecto popular que soñamos y queremos para nuestro Brasil», subraya el presidente de la Comisión para la Acción Socio-Transformadora de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil (CNBB). Según el obispo de la diócesis de Brejo, estamos ante «un momento de fortalecimiento de nuestro caminar como Iglesia, en esta propuesta de transformación de una sociedad más justa, más fraterna».

En el transcurso de este encuentro, «la metodología ha ideado una forma de incluir todo el proceso vivido en los últimos años», destacó Alessandra Miranda, secretaria ejecutiva de la 6ª Semana Social Brasileña. Esto en un trabajo común que «viene desde hace mucho tiempo, casi cuatro años, pero que en los últimos meses se ha acelerado mucho», según el padre Darío Bossi, asesor de la Comisión para la Acción Socio-Transformadora de la CNBB, que afirma que «en todos los territorios hemos trabajado y profundizado los temas de la tierra, el techo y el trabajo, elaborando un proyecto popular sobre el buen vivir de los pueblos».

El misionero comboniano destacó la importancia de los «diversos proyectos de incidencia política desde la Iglesia, elaborados en los territorios, que se van cosiendo como un mosaico que conformará la imagen de la Iglesia comprometida». Para avanzar en estos procesos, afirma que estos tres días «serán un desenlace y una mirada hacia adelante sobre cómo podemos pensar nuestro papel en la transformación social y ambiental de la realidad a partir de nuestra fe».

Celebrar un trabajo colectivo

El Encuentro Nacional es una oportunidad para «celebrar este ciclo de trabajo colectivo», según Sandra Quintela. La integrante de la Red Jubileo Brasil Sur y del equipo ejecutivo de la 6ª Semana Social Brasileña hace un recuento de las actividades realizadas en los últimos años: cursos de formación y economía política, misión de solidaridad con los pueblos quilombolas afectados por el agronegocio en Maranhão, actividades de formación con mujeres en siete capitales brasileñas, trabajo sobre el derecho a la vivienda y cobro de las deudas sociales existentes con mujeres de las periferias urbanas de Brasil, que viven en casas ocupadas.

En vista de las muchas actividades y procesos, principalmente colectivos, Sandra Quintela recuerda el lanzamiento de un plebiscito popular en busca de una gran escuela de educación y formación popular en Brasil, con un objetivo y metas comunes. Un paso más en un camino de compromiso con la gente que «se arremanga en el día a día, intentando construir una vida digna, un esfuerzo conjunto por la vida, para todas las personas de este país».

Congreso de Pastoral Urbana

Una semana en la Iglesia latinoamericana: el resumen de Luis Miguel Modino

América: Buscando el difícil camino de la sinodalidad en el continente

Congreso sobre Pastoral Urbana

La parroquia, que hasta ahora ha sido el gran instrumento de evangelización en la Iglesia, fue algo que nació en el mundo rural. Cómo traer eso para el mundo urbano, cada vez más individualista, donde el sentido de comunidad se ha ido perdiendo

Seguir avanzando en el camino de la evangelización, en estos días está siendo realizado aquí en Brasil, organizado por la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil y por la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul el Congreso de Teología Pastoral, cómo llevar a cabo la pastoral en las grandes ciudades, es el desafío que se plantea este congreso

Por Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica

La Iglesia de América Latina y el Caribe continúa avanzando, intentando descubrir caminos de sinodalidad, una preocupación que ha estado presente en la reunión de los obispos de toda América, los obispos del CELAM, representando a América Latina y el Caribe, pero también los obispos de Estados Unidos y Canadá, que buscan seguir construyendo juntos aquello que el Papa Francisco nos pide en este momento de la historia, seguir avanzando en ese camino de la sinodalidad.

También seguir avanzando en el camino de la evangelización, en estos días está siendo realizado aquí en Brasil, organizado por la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil y por la Pontificia Universidad Católica de Rio Grande do Sul el Congreso de Teología Pastoral, cómo llevar a cabo la pastoral en las grandes ciudades, es el desafío que se plantea este congreso. Para eso tiene lugar una reunión de los obispos de las grandes ciudades brasileñas para responder a los desafíos que el mundo urbano nos presenta hoy.

La parroquia, que hasta ahora ha sido el gran instrumento de evangelización en la Iglesia, fue algo que nació en el mundo rural. Cómo traer eso para el mundo urbano, cada vez más individualista, donde el sentido de comunidad se ha ido perdiendo, donde la preocupación por los otros cada vez es menor y donde el influjo de la virtualidad es cada vez más evidente, cómo responder a esas cuestiones. Una reunión en la que ha estado presente el cardenal Tolentino, uno de los grandes pensadores dentro de la Iglesia católica en la actualidad, el teólogo Carlos Galli, el padre Susin, Francisco Aquino Junior, gente que quiere ayudar a pensar, a avanzar.

En Argentina llaman la atención las palabras del presidente de la Conferencia Episcopal, Mons. Óscar Ojea, que, ante la grave crisis social, se habla de un 57 por ciento de pobres, la Iglesia está siendo reconocida como aquella que defiende a quienes no tienen lo que comer, algo grave en un país como Argentina, donde parece que el nuevo gobierno no consigue solucionar los graves problemas del país.

En Colombia, la lucha por la paz, algo que viene preocupando a la sociedad colombiana en las últimas décadas y que la Iglesia, especialmente el cardenal Rueda, arzobispo de Bogotá, quiere impulsar decisivamente.

La sinodalidad, un proceso a largo plazo

Rafael Luciani: “Hay un sentir en los ministros ordenados de que la sinodalidad les da más trabajo”

La sinodalidad “todavía sigue siendo un tema complejo, más allá de la práctica de la conversación en el Espíritu, que es la que ha ido poco a poco poniéndose en práctica a través de algunas parroquias e instituciones”

“Será un proceso que llevará su tiempo, incluso una generación, para que se pueda establecer como un modo de proceder en la Iglesia”

La formación previa, la creación de condiciones previas al discernimiento que se dará en las mesas, es algo que no puede faltar

“Estamos moviéndonos no hacia la cancelación de estructuras episcopales, sino a la inserción del episcopado en estructuras eclesiales”

Por Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica

En las últimas semanas se están conociendo nuevos pasos de cara a la segunda sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad, que será realizada de 2 a 27 de octubre en el Vaticano. Rafael Luciani, qua participó de la Primera Sesión de esa asamblea, destaca que “se van dando dos procesos en este momento, uno a nivel de lo que se hará a través de los grupos de estudio propuestos por la Secretaría del Sínodo y otro que se va dando a nivel de los continentes”.

Sinodalidad, un tema complejo

El teólogo venezolano destaca dos eventos que organizará el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en los próximos meses: “un Congreso en agosto, que busca crear una red de todas las facultades de Teología, institutos de Pastoral y seminarios para promover la sinodalidad en la Teología latinoamericana, y uno en junio sobre el aporte desde los consejos pastorales y la elección de obispos que venimos desarrollando un grupo de estudios desde el año pasado”. Luciani cita además de esos encuentros a nivel de América Latina, un encuentro que será realizado en África y otros procesos en otros continentes.

La sinodalidad “todavía sigue siendo un tema complejo, más allá de la práctica de la conversación en el Espíritu, que es la que ha ido poco a poco poniéndose en práctica a través de algunas parroquias e instituciones”, según el teólogo laico. En ese sentido, afirma que “los temas como tales, consultarlos con las comunidades, sigue siendo algo difícil”. Luciani recuerda que hace poco tuvieron un encuentro con obispos en el CELAM para una actualización teológica en sinodalidad y ministerios, que compartían la dificultad de los presbíteros para entrar en esa dinámica.

Un proceso que llevará su tiempo

Eso le lleva a afirmar que “será un proceso que llevará su tiempo, incluso una generación, para que se pueda establecer como un modo de proceder en la Iglesia”. Sin embargo, insiste en que hay iniciativas importantes, pero a nivel continental, organismos de redes, como la CLAR (Conferencia Latinoamericana de Religiosos), el CELAM, la FABC (Federación de Conferencias Episcopales de Asia, por sus siglas en inglés). “Ese tipo de organizaciones en redes es por donde se está moviendo, más que en lo local de lo que puede ser una parroquia”, afirma.

Una dificultad para asumir la sinodalidad en la base, en las parroquias, que según el teólogo venezolano tiene como causa el hecho de que “hay un sentir en los ministros ordenados de que les da más trabajo, tanto presbíteros como obispos, que lo dicen continuamente”. A ello responde que “no es así, es todo lo contrario, descargaría el trabajo en la medida en que las comunidades asuman la corresponsabilidad”, resaltando que “hay que romper ese hielo de una confusión de que me da más trabajo, tengo que hacer más actividades, tengo que organizar más grupos”.

Necesidad de un cambio de mentalidad

Para Luciani, “el cambio de mentalidad está en la medida en que se hace una comunidad corresponsable, es el gran cambio que hace falta en nivel práctico, como un laico, una laica, un religioso, una religiosa trabajan en conjunto con el presbítero en una comunidad, cada uno desde roles y funciones distintos, en complementariedad”. Ante esta fuerte mentalidad, señala que “tocaría una visión pastoral de conjunto”, recordando que “en América Latina hemos tenido experiencias de eso, pero eso no existe como una experiencia vivida a nivel de Iglesia estructural en los otros continentes”. También recuerda que otro argumento que es dado contra la sinodalidad por parte de los ministros ordenados es que “me quita autoridad”, lo que le lleva a demandar “el cambio hacia un trabajo de corresponsabilidad, en equipo”, algo que llama a fortalecer.

Desde América Latina, la principal aportación a otros continentes es, en palabras del miembro del grupo de teólogos del Sínodo, “el trabajo en red, que desde 1955 tenemos en el CELAM, pero también en la CLAR, y más recientemente en la Conferencia Eclesial de la Amazonía”, lo que ve como “un trabajo natural que sale de la vida eclesial latinoamericana, de las redes de Iglesia locales, o redes de instituciones, o redes de Vida Religiosa, y desde ahí se ha creado un canal para promover proyectos”, que considera la gran diferencia con otros continentes, “donde existen estructuras continentales, pero no trabajan del mismo modo, en red”, que es para Luciani la gran diferencia.

Sin formación no hay discernimiento

Como alguien que participó de la Primera Sesión de la Asamblea Sinodal, que tuvo sus avances, pero también sus resistencias, de cara a la Segunda Sesión, piensa que la formación previa, la creación de condiciones previas al discernimiento que se dará en las mesas, es algo que no puede faltar. De hecho, “esa es una gran ausencia que hay, y sin esas condiciones previas de formación el discernimiento termina siendo un intercambio de opiniones, pero no es discernimiento”. Ese es en su opinión, “el reto de la reflexión teológica y pastoral de este año”, viendo la dificultad en “cómo hacer que eso llegue a los miembros que tienen voz y voto en las mesas de la Asamblea, y que no se queden en estudios de grupos que luego no tengan voz y voto en el ámbito de la celebración de la Asamblea”.Con relación a las temáticas a ser estudiadas y que deberían conocer y profundizar los miembros de la Asamblea, señala que “el gran tema es el de la ministerialidad a todo nivel, no sólo la creación de nuevos ministerios, sino también lo que significa la identidad ministerial del presbítero o del obispo”, afirmando que “esa identidad todavía está en un proceso de recepción del Concilio, que no termina de entrar”. Luciani pone como ejemplo el hecho de que “un obispo que va a una asamblea sinodal debería traer la representación de su propia diócesis que le es confiada y a la que se debe, y no ir a la Asamblea Sinodal solamente a intercambiar opiniones propias o una reflexión teológica propia”. Algo importante, que “representa la Teología del episcopado del Concilio Vaticano II”.

Crear ministerios laicales

Sobre la creación de nuevos ministerios, un tema destacado en el actual proceso sinodal, “Francisco retoma lo que Pablo VI inició, creando ministerios laicales”, recuerda Luciani. Desde ahí sostiene que “ministerios laicales no significa el diaconado femenino, porque el diaconado femenino es Sacramento del Orden, y hay toda una discusión que si vamos a la Tradición de la Iglesia, donde existen ritos litúrgicos de ordenación de mujeres diáconos, necesitaríamos entonces hacer un estudio de profundización para que luego en las mesas se haga un discernimiento fundado en la tradición de la Iglesia católica, y no en opiniones contemporáneas sobre el tema de la ministerialidad o el diaconado femenino”.

Otro tema que considera fundamental es “lo que estamos viviendo entre lo que son conferencias episcopales y asambleas eclesiales, que para muchos obispos plantea el tema de la autoridad magisterial, cual es el vínculo que tiene una asamblea eclesial no episcopal para el accionar de proyectos pastorales en sus propias diócesis”. En esa perspectiva, insiste en que “estamos moviéndonos no hacia la cancelación de estructuras episcopales, sino a la inserción del episcopado en estructuras eclesiales”, lo que llama “la figura de la mesa”.

Reflexionando sobre ese aspecto, Luciani dice que “a la figura de la mesa le falta la silla ausente, la silla vacía. Esa silla vacía es importante, porque no hay reforma en la Iglesia si esa silla vacía no tiene rostros concretos, historias concretas y temas concretos a discernir”.

La experiencia de trabajar en conjunto

Para convencer a quienes tienen miedo de perder la autoridad y no entienden que la sinodalidad es un ganar en eclesialidad, considera que el único camino es la experiencia, “ahí no hay teoría que convenza, sino tener la experiencia de trabajar en conjunto”. Luciani pone como ejemplo la diócesis de La Guaira, donde nació, que hace un año hizo una reforma y una parroquia pasó a trabajar en equipo, a través de los consejos pastorales, entre el presbítero y el laicado, que coordina la vida pastoral de la parroquia y el presbítero preside, como aquel que preside la Eucaristía, pero no trabajan aisladamente. El teólogo resalta que “la experiencia es lo que cambia. Si el obispo, el presbítero o el religioso no se lanza a vivir la experiencia primero, va a ser muy difícil, porque seguiremos enganchados en el tema de la autoridad a nivel teórico, o sólo a nivel teológico, sin la experiencia pastoral”.

Luciani destacó nuevamente la importancia del curso celebrado recientemente en el CELAM con obispos de diversas iglesias locales latinoamericanas, donde al final de los cinco días de encuentro, estos resaltaron que es importante esta actualización eclesiológica y pastoral en el episcopado, si queremos un cambio hacia la sinodalidad. Insistiendo en que fue algo muy bonito, el teólogo venezolano señala que “el primer paso es reconocer que estamos en una etapa nueva en la recepción del Concilio, y eso nos involucra a que todos y todas en la Iglesia necesitamos formación”.

Aprender con la experiencia de otros

Como segundo paso coloca “la disponibilidad a trabajar desde experiencias distintas”, señalando que los obispos participantes del curso venían de diócesis diversas y tenían algunas experiencias de diócesis en las que ya había organismos sinodales muy interesantes, que ellos compartieron, y vieron los otros que era posible hacer cosas, porque ya se estaban viviendo”. Desde ahí destaca que “esa interacción entre obispos de diócesis distintas fue fundamental, no sólo la formación teológica”, pues eso muestra que “se puede hacer, es interesante, no me quita autoridad, más bien me ayuda”.   

 Resumiendo, Rafael Luciani insiste en tres temas que el Sínodo sobre la Sinodalidad no puede dejar de abordar: parroquia, seminario y Teología del ministerio ordenado. El teólogo basa sus palabras en el hecho de que eso es lo que llevo al Concilio de Trento a tener éxito, afirmando que eso mismo es lo que podrá hacer con que el actual Sínodo pueda provocar cambios sustanciales en la Iglesia católica

El seguimiento de Jesús

Hay algo misterioso en la persona de Jesús que atrae, que seduce”

Por Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica

Recordando que el Evangelio de San Juan nos presenta el primer encuentro de los Apóstoles con Jesús ha comenzado su reflexión sobre el Evangelio del segundo domingo del Tiempo Ordinario Mons. Óscar Ojea. Según el obispo de San Isidro, “ellos están con Juan el Bautista y de pronto Juan el Bautista le señala a Jesús. Esto es como el comienzo de un camino de fe, hace falta un testigo, hace falta alguien, tal vez en nuestra vida, alguien que haya marcado profundamente nuestro corazón y nos haya servido de puente para este encuentro con el Señor. En este caso es Juan el Bautista”.

Apóstoles que escuchan

“La primera característica de estos Apóstoles es que escuchan la palabra de Juan: ‘Este es el Cordero de Dios’”, recordó el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina. Por eso enfatizó que “hay algo misterioso en la persona de Jesús que los atrae, que los seduce. Esa condición de cordero, de servidor, de persona que está totalmente entregada al servicio de Dios”. En consecuencia, “entonces debido a esta seducción que es escuchada por ellos, viven el primer encuentro con Jesús y señalan la hora como diciendo acá nos pasó lo más importante de nuestra vida o, dicho de otro modo, nuestra vida se divide en dos, antes y después de conocer a Jesús”.

“Primer paso, la escucha del llamado. Hay alguien que hace de intermediario, pero está el llamado, está esa tremenda seducción de Jesús; en algún momento de nuestra vida ha aparecido, se ha manifestado esta profunda seducción”, afirmó Ojea. “Luego el encuentro: ¿Qué pasó allí? No sabemos, pero lo esencial es la pregunta de Jesús. Jesús se conecta con el deseo de los Apóstoles. ¿Qué buscan? Es una invitación a conectarse con el propio deseo. A María Magdalena también le va a hacer la misma pregunta: Mujer, ¿A quién buscas?”, señaló.

Capacidad de desear

Para el presidente del episcopado argentino, “es el señor que nos hace reflexionar sobre nuestra capacidad más profunda de desear. ¿Cuál es tu más profundo deseo, cuál es tu búsqueda más honda? Y allí, no sabemos cuándo, dónde, como, pero durante todo el día estuvieron ellos con Jesús y este encuentro les cambió la vida, como a nosotros conocer a Jesús y encontrarnos con él nos cambió la vida; no era una persona cualquiera, no era alguien más sino alguien que daba el sentido a todo”.

“Luego de ese encuentro con Jesús, entonces el deseo de anunciarlo y así Andrés le dice a su hermano, Simón, con esa alegría de la vida transformada: ‘Hemos encontrado al Mesías, hemos encontrado aquel que estuvimos esperando toda la vida’, como diciéndole hemos encontrado aquel que le da todo el sentido a la vida y no quiere que su hermano se lo pierda”, recordó Ojea. Finalmente hizo ver que “entonces lo lleva, este es el último paso del encuentro con Jesús, la Misión, el querer compartir la alegría”.

En resumen, “primero es la escucha a través de un testigo, la escucha al llamado, después es el encuentro profundo con Jesucristo y luego el deseo de anunciarlo”. Desde ahí pidió “que podamos llevarlo a nuestra vida, que podamos recordar en nosotros cómo fue el primer encuentro con Jesús, revivirlo e intentar dejarnos transformar en esta Eucaristía por este nuevo encuentro que él viene a realizar con cada uno de nosotros”.

Perspectivas eclesiales para el Año Nuevo

2024: el punto culminante de la Reforma de Francisco

Papa Francisco

Los migrantes y refugiados, las víctimas de las guerras, los damnificados por los desastres provocados por la falta de cuidado de la casa común son, entre otros, el centro de sus desvelos

Una Iglesia que ofrece un rostro de Dios misericordioso, que abre puertas, que no condena, que escucha, que cuida de quienes por diferentes motivos están heridos a la orilla del camino

La segunda sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo de la Sinodalidad se antoja decisiva, no por los temas que pueden ser tratados, sino por las nuevas dinámicas eclesiales que pueden surgir y que con el tiempo se pueden volver algo sin vuelta atrás

Por Luis Miguel Modino, corresponsal en Latinoamérica

Francisco es un hombre procesos, que mide el tiempo no desde el cronos y sí desde el Kairós, consciente de lo que el Colegio Cardenalicio le pidió en las Congregaciones Generales previas al Conclave en que fue elegido Papa: la Reforma de la Iglesia. Una tarea ingente, que ha encontrado grandes resistencias, que no enfrenta desde sus fuerzas humanas, cada vez más limitadas, y sí desde el impulso del Espíritu de Dios que le hace seguir en su cometido.

Una Iglesia de todos, todos, todos

Tras una década de pontificado, podemos decir que su figura cuenta con más apoyo fuera que dentro de la Iglesia. El Papa Bergoglio se ha convertido en un referente en la defensa de las causas de los descartados por la sociedad, mal que les pese a quienes detentan el poder político y económico y a sus tradicionales aliados, entre los que se encuentran miembros de la Iglesia católica, inclusive del alto escalón eclesiástico. Los migrantes y refugiados, las víctimas de las guerras, los damnificados por los desastres provocados por la falta de cuidado de la casa común son, entre otros, el centro de sus desvelos.

Dentro de la Iglesia podemos decir que estamos llegando al punto culminante de su pontificado, que no es otro que una nueva forma de ser Iglesia, marcada por el deseo de que ésta sea sinodal, es decir, que sea de todos, todos, todos, y que se sienta la necesidad de caminar juntos. Una Iglesia que tiene como fundamento el sacramento del Bautismo, del que todos los cristianos participan, quedando en un segundo plano el Sacramento del Orden.

Una Iglesia Pueblo de Dios

Esta nueva coyuntura tiene claras repercusiones a la hora de decidir, de discernir el camino a seguir en los diferentes niveles de Iglesia: comunidades, parroquias, diócesis, en la Iglesia como un todo. Una Iglesia Pueblo de Dios, inspirada en las primeras comunidades cristianas y fundamentada teológicamente en el Concilio Vaticano II. Una Iglesia de hombres y mujeres, donde ser mujer no resta protagonismo a la hora de llevar a cabo los procesos de discernimiento.

Una Iglesia que ofrece un rostro de Dios misericordioso, que abre puertas, que no condena, que escucha, que cuida de quienes por diferentes motivos están heridos a la orilla del camino. Esa Iglesia que se empeña, en palabras de Francisco, en ser hospital de campaña y no una aduana, que impide la entrada a quienes por diferentes motivos no se les considera dignos, ni siquiera de una bendición.

La segunda sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo de la Sinodalidad se antoja decisiva, no por los temas que pueden ser tratados, sino por las nuevas dinámicas eclesiales que pueden surgir y que con el tiempo se pueden volver algo sin vuelta atrás. Es tiempo de apostar, de arriesgar, de tener la valentía de aquel que no dudó en dejar claro de qué lado estaba, aunque eso le costase morir en la Cruz como el peor de los malhechores. La historia se repite, y el deseo de crucificar a quien hoy está asumiendo esas mismas actitudes persiste.

2024: Por una Iglesia con fe, pero sin miedo

Por Luis Miguel Modino

Un año marcado en el mundo por las guerras, cada vez más guerras, y en la Iglesia marcado por la tentativa del Papa Francisco de ser una Iglesia sinodal

Somos llamados a vivir con esperanza y a empeñarnos en que nuestra Iglesia sea una Iglesia más sinodal, una Iglesia donde se reconozca el papel de los hombres y de las mujeres, una Iglesia que no tenga miedo de avanzar, y el miedo es una de las cosas que está marcando la vida de la Iglesia en los últimos tiempos

Pedro Casaldáliga decía que el miedo es lo contrario de la fe, y cuando vivimos con miedo, inclusive en la Iglesia, estamos mostrando que no confiamos en el Espíritu de Dios que nos lleva a ir siempre hacia adelante

La vida, la historia es un discurrir de días, de meses, de años, y al final de 2023 hacemos un repaso de lo que ha sido la vida en el mundo y en la Iglesia a lo largo de este año, pero también queremos hacer previsiones, mostrar nuestras esperanzas para 2024.  Un año marcado en el mundo por las guerras, cada vez más guerras, y en la Iglesia marcado por la tentativa del Papa Francisco de ser una Iglesia sinodal.

Un Papa Francisco contra el que los intentos de acoso y derribo son cada vez más evidentes y numerosos. Eso porque tiene una postura profética ante la realidad que estamos viviendo en el mundo y en la Iglesia, un claro exponente de lo que significa vivir en paz y luchar por la paz, y un claro exponente de lo que debería ser una Iglesia sinodal, una Iglesia pueblo de Dios, una Iglesia inspirada en aquello que formó parte de las primeras comunidades cristianas.

Una Iglesia donde todos somos iguales, una igualdad que nace de nuestro bautismo, donde hombres y mujeres queremos caminar y testimoniar el Evangelio de Jesucristo. Una Iglesia que en 2024 tiene que avanzar en ministerialidad, una Iglesia que en 2024 tiene que avanzar en el reconocimiento de ese bautismo que es fundamento de nuestra vida de fe y de nuestra vida de discípulos y discípulas misioneros, como nos dice el Documento de Aparecida, un documento tan importante en la vida del Papa Francisco y que podemos decir ha influido decisivamente en su pontificado.

Por eso, somos llamados a vivir con esperanza y a empeñarnos en que nuestra Iglesia sea una Iglesia más sinodal, una Iglesia donde se reconozca el papel de los hombres y de las mujeres, una Iglesia que no tenga miedo de avanzar, y el miedo es una de las cosas que está marcando la vida de la Iglesia en los últimos tiempos. Pedro Casaldáliga decía que el miedo es lo contrario de la fe, y cuando vivimos con miedo, inclusive en la Iglesia, estamos mostrando que no confiamos en el Espíritu de Dios que nos lleva a ir siempre hacia adelante. Eso fue lo que marcó la Iglesia a lo largo de la historia y lo que esperamos que marque la Iglesia en 2024.