Por una pastoral rural en Senman Santa

La Cruz de Jesús  y la España vaciada: del bienESTAR al bienSER

Semana Santa

«El bienestar va sustituyendo, inconscientemente, al bienSER en las gentes rurales» y «las sociedades del bienestar  tienden con rapidez a olvidar los sufrimientos, asentándose pacíficamente en sus conquistas: La ‘cultura del olvido'»

«Una mayoría de los medios de comunicación, siendo fieles a la voz de sus amos, también intentan adormilar las palabras y acciones de quienes trabajan desde la lógica del ser y del valor de  toda la humanidad»

«En nuestros pueblos rurales, por experiencia sabemos, que la semilla que echamos en la tierra, ha de pudrirse si quiere convertirse en espiga. En la llamada España vaciada también existen personas y grupos que siembran vida y esperanza»

«Reivindiquemos para todo el mundo, la presencia de Jesús por las calles, como  memoria de una Víctima por amor a la Vida…  Me apunto a recuperar el valor profundo y transformador de la COM-PASION»

Por Ángel Aguado, sacerdote de la diócesis de Palencia

El mundo rural y campesino todavía, en ocasiones, sigue su original ritmo de vida, marcado por el paso de las estaciones, la lluvia o la falta de agua, las heladas o los amaneceres soleados… y las fiestas religiosas marcan diferencias con relación a la sociedad industrial, aunque se vayan recortando a gran velocidad las diferencias entre lo rural y lo urbano.  Sin embargo la Semana Santa, tanto en las culturas agrarias como en las modernas, sigue convocando diversidad de gente para ver, contemplar e incluso sostener una relación religiosa con las imágenes de Jesús que pasean por nuestras calles.

La denominada cultura del bienestar, que viene acompañando el paso de la subsistencia a una vida más holgada, desarrolla sobre nosotros un oscuro poder al servicio del mercado: satisfacer nuestros deseos con ofertas que en otros tiempos escaseaban. Poco a poco,  va introduciendo en lo más profundo de nuestra vida, el convencimiento de que sólo trabajando y produciendo, podemos lograr un nivel de consumo que nos va danto trozos de felicidad…que pasan por absolutos. La lógica del TENER  acaba pesando más en nuestras vidas que la lógica del SER. El bienestar  va sustituyendo, inconscientemente, al bienSER en las gentes rurales. Aterriza  en el fondo de cada uno de nosotros, y va expulsando progresivamente de nuestro interior,  todo lo que apunta a solidaridad, empeño comunitario y transcendencia. De esta manera quien llama a nuestra puerta pidiendo ayuda, en principio es visto como alguien que viene a perturbar nuestra paz,  que podíamos denominar, consumista.

Las sociedades del bienestar  tienden con rapidez a olvidar los sufrimientos, asentándose pacíficamente en sus conquistas. La “cultura del olvido”, así denominada por los pensadores críticos, hace que quienes hemos nacido en esta parte del mundo, nos encontremos satisfechos con la situación, sin cuestionarnos  ni hacernos mal de conciencia el sufrimiento al que quedan sometidos hoy millones y millones de personas en el mundo y, en el pueblo, hasta los vecinos más próximos.  Filósofos como Adorno, Benjamín, Lévinas… reivindican la “cultura de la memoria”, no sólo para superar la nostalgia facilona del pasado, sino como búsqueda de la verdad y la justicia que debiera triunfar en la marcha de la historia…Y teólogos como Metz, Küng, Boff… afirman que la memoria que, en verdad, puede revolucionar y cambiar nuestros compromisos, es el memorial de la muerte/resurrección de Jesús de Nazaret. Justamente lo que recordamos y celebramos en la Semana Santa.

No debían de estar tan locas las generaciones antepasadas cuando sus mitos y religiones buscaban sentido y fortaleza para hacer frente al mal siempre presente y operante  en el interior del ser humano y en las estructuras  sociales que le acompañaban. Realmente el estado de bienestar  ha  mejorado nuestras vidas en el mundo rural, pero no ha logrado la felicidad necesaria,  para poder decir que vamos eliminando la infelicidad y el mal,  sino más bien al contrario. El sufrimiento muestra su rostro, repetidamente:  el virus puso nerviosa a media humanidad, pero rápidamente hemos vuelto a vivir y  olvidar. Las guerras, el hambre, la emigración y los exiliados….mucho olvido en medio de tanto mal, derivado de un dislocado progreso.

El caso es que condicionados por esta lógica de tener y poseer…  el peso de la cultura impuesta no nos deja escuchar otras lógicas  que permanecen  adormiladas en nuestro interior.  Una mayoría de los medios de comunicación, siendo fieles a la voz de sus amos, también intentan adormilar las palabras y acciones de quienes trabajan desde la lógica del ser y del valor de  toda la humanidad…La experiencia del Papa en su paso por África, ya nos dice bastante: los grandes medios de comunicación han intentado acallar su mensaje de denuncia sobre la explotación continua a la que se somete al continente africano. Pero una minoría comprometida con el pueblo africano, y no sometida a esos intereses, lo ha transmitido, sin miedo,  a todo el mundo.

Posiblemente lo expuesto hasta aquí, nos ayude a entender lo que va a acontecer durante la semana santa en nuestros pueblos rurales y muchas ciudades españolas. Quizá de esta manera podamos entender las últimas horas de Jesús, que escenificamos en medio de nuestras calles: hay otras maneras de vivir que también subsisten  en medio del bienestar, pero que apuntan más allá: son para el BIEN-SER. Y no sólo para ganancia personal, sino también para el bien colectivo. Su pretensión primera no es solo la satisfacción de los deseos primarios, sino la felicidad interior de cada ciudadano y de la humanidad.  Eso no se logra sino cuidando con más empeño la lógica de la solidaridad y uniéndose  a quienes creen en ella y la intentan practicar, aunque entre los costos que conlleva esta actitud y compromiso está el hacer frente a medrar sólo para tener o  a vivir la generosidad hasta límites insospechables como dar la vida.

Actualmente muchas personas, en otro tiempo comprometidas,  consideran inútil toda implicación  ante el peso social  y económico que cae sobre nosotros… Pero siempre queda alguien que no le importa “perder de lo suyo para que otros crezcan”, “compartir trozos de su vida, para generar más vida que la lógica de amontonar para uno mismo”… En nuestros pueblos rurales, por experiencia sabemos, que la semilla que echamos en la tierra, ha de pudrirse si quiere convertirse en espiga. En la llamada España vaciada también existen personas y grupos que siembran vida y esperanza: reivindican mejores servicios y estructuras…y saben que una salida muy digna es el compromiso de los propios vecinos con su comunidad. Hace muchos años que se vive en este medio una pasión con cruz incorporada…Los poderes sociales y políticos, han tardado mucho en descubrir un problema, que con la experiencia propia, sabemos que la primera y la última salida,- la de la vida y su sentido- ha de arrancar de nosotros mismos.

Es una realidad que, en la actualidad, a nuestra generación que vive mucho mejor que la anterior, no le gusta mucho pensar en la muerte o en la pérdida de adquisiciones que los avances nos ha hecho disfrutar… Pero, desde Jesús y desde su final, la muerte es comprendida y asimilada de otra manera. Es un paso para llegar a  otra vida que solo da  Dios.

En estos días, la mayoría de los  pueblos de España- aparte de las grandes ciudades-, van a volver a  poder contemplar el rostro de Jesús cargado con la cruz… Vuelven a sacar a Jesús crucificado y a su madre Dolorosa procesionando  por las calles de cada pueblo. Así intentan dramatizar los últimos momentos  de Jesús en la tierra, antes de reencontrarse definitivamente en la vida  Dios.  Un Jesús que nos impresiona con su mirada y que a pesar del dolor, sus imágenes nos hablan de vida,  misericordia y restauración.  El impacto de las imágenes nos hacen pensar que está dejando un mensaje para todos, seamos o no  practicantes, vayamos  o no a la iglesia…  Estos días de Semana Santa generan  momentos  tan especiales que  parecen reclamar a todo el mundo como un tiempo de rendimiento ante quien dejó un mensaje de entrega total como único camino para dar una respuesta al mal y a la parte  oscura de los seres humanos.  De ahí que calles y plazas están repletas de gente que, en medio de un silencio a veces  estremecedor, contemplan esos  pasos y reaccionan acogiendo esa llamada interior a una vida humana mejor y más reconciliada con nosotros mismos y con los vecinos y ciudadanos.   

 Ahora,  quizá ya podamos decir,  que  estamos en camino para comprender mejor lo que sucede en la Semana Santa: esas  imágenes  son el lenguaje simbólico de una manera de vivir elegida y optada, que llega al culmen de la entrega, dando la vida…en la Cruz – y nada de castigos de Dios a Jesús, para pagar nuestro pecado-.  Ni la  ceguera  existencial, ni  el raquitismo espiritual que envuelven nuestras vidas en este momento histórico…puede evitar que  el paso de este Jesús, reflejado en los pasos procesionales, haga brotar en nosotros, un momento de “profunda espiritualidad  y  de encuentro con nuestra más íntima verdad”.   

Esa vida entregada es la vida de Jesús de Nazaret: la Vida del Dios crucificado, de donde brota  la nueva vida.  Es como luz y fuerza para los empobrecidos y sufridores de la historia y de la humanidad.

¡Qué  difícil es, en medio del sufrimiento humano,  de las catástrofes naturales, de las guerras venganzas y odios…encontrar personas que apuestan por el bien, por la vida, por el amor y el servicio, por el diálogo y la búsqueda común como respuesta a las diferencias e intereses personales o colectivos! Pero no es así: hay personas que apuestan por ello totalmente; Hay  personas que, a través de los siglos, han irrumpido en medio de tanta oscuridad para encender una luz de esperanza que es suficiente para sembrar y adelantar que al final no se va a imponer el mal sobre el bien. Entre tantos hombres que  han sembrado el bien, esta Semana Santa no podemos silenciar, la aportación específica y original de  Jesús de Nazaret.

 ¿Qué pueden decir  ese rostro de  Cristo sufriente y esas lágrimas de su madre dolorosa,  para tanta gente que no puede escapar de las garras del paro, que no tiene para acabar el mes por su trabajo precario, que busca huir de la muerte en su tierra para caer en el mar Mediterráneo?… El lenguaje del silencio y la mirada, en semana santa, generan respuestas diferentes e insospechadas …quizás también entre  las personas que menos esperamos.

Reivindiquemos para todo el mundo, la presencia de Jesús por las calles, como  memoria de una Víctima por amor a la Vida…  Me apunto a recuperar el valor profundo y transformador de la COM-PASION, y recrear su mejor sentido etimológico: “asumir el desafío de cargar en los propios hombros el sufrimiento de los otros: pobres, excluidos etc”.  Es una propuesta siempre válida para quienes consideran la vida, no sólo desde “las lógicas del poder” sino desde “las lógicas del servicio, la justicia y la compasión”,  …como hizo Jesús de Nazaret. No pasa así con un tipo de modernidad y postmodernidad que, entregadas al poder, no saben qué hacer con los pobres… ni con la compasión, ni con Dios… Qué pena!

  Frente a la cultura del olvido y del descarte,  me apunto a la  reivindicación de la cultura de la memoria de Jesús crucificado y resucitado a la Vida nueva de Dios.  Merece la pena que los cristianos saquemos a la calle a Jesús en la cruz.  Y porque lo que hizo Jesús fue tan importante, toda la humanidad lo recuerda en estos días de Semana Santa para los cristianos.

 Quienes creemos en El, reconocemos que su Encarnación en la historia , su Muerte  consecuencia del testimonio del Dios de la Vida, y su Resurrección como irrupción definitiva de la Vida de Dios, también están presentes en todas nuestras vidas. Y, en estos días, los cristianos lo compartimos en la calle con todos  los  hombres de Buena Voluntad.

¡FELIZ  SEMANA  SANTA!

La España vaciada

«La principal carencia de esta tierra es la soledad de muchas personas mayores»

Suenan las campanas por la España vaciada
Suenan las campanas por la España vaciada

‘Sacerdotes a domicilio’: así difunden la fe casa por casa en las zonas rurales de España

El número de católicos en España ha caído precipitadamente desde los años 60. Hoy en día menos del 50% de declara católico. Por eso, en las zonas rurales, los sacerdotes difunden la palabra de Dios casa por casa

| RD/LaSexta

En los años 60, el 98% de los españoles se declaró católico. A día de hoy, esa cifra ha caído más de un 40%. En consecuencia, algo parecido ocurre con el número de sacerdotes y curas que animan a la fe en nuestro país.

Pero hay quien resiste a renunciar. Es el caso de Florentino Pérez, pero no el presidente del Real Madrid, sino el sacerdote rural de la Comarca de Sayago (Zamora) con el que ha hablado laSexta Columna.

Él, como otros curas, lleva hoy el triple de parroquias que sus antecesores en el cargo. Además de encargarse del mantenimiento de los templos, lleva la palabra de dios a domicilio.

«La principal carencia de esta tierra es la soledad de muchas personas mayores», ha lamentado Florentino, que va casa por casa no solo para difundir el mensaje religioso; también, para acompañar y compartir vida con quienes siguen instalados en zonas remotas.

La Iglesia ante los incendios en el mundo rural

Fernando Valera: «Vivimos en la España abandonada, y ahora dolorosamente incendiada»

Incendios en toda España
Incendios en toda España

«Está afectando a la población, especialmente gente mayor, que se siente desolada, muy triste, muy abandonada»

«La Iglesia está reaccionando como siempre, poniendo todos sus medios al servicio de la sociedad, al servicio de la gente»

«Cuando ocurren estas situaciones lo fácil es echarle la culpa a alguien. Yo creo que esta situación tiene que poner delante de nosotros el reto de qué podemos hacer, cómo podemos mejorar, qué medios hay que poner delante de nosotros»

«La Iglesia va a estar siempre a la escucha, va a estar cerca, poniendo su grano de arena»

Por Jesús Bastante

El fuego asola Tábara, la Sierra de la Culebra, dejando a su paso una estela de destrucción y muerte en Zamora, Astorga y multitud de puntos de nuestra península. Junto a las llamas, el obispo de Zamora, Fernando Valera, reflexiona para RD sobre el sufrimiento de la gente, y la necesidad de estar al lado de los que lo han perdido todo.

«No es fácil pero tiene que haber diálogo, creo que las autoridades civiles tienen que escuchar a la gente de los pueblos, que ha cuidado sus montes, que los ha protegido, con un cuidado exquisito de la naturaleza«, sostiene el obispo, que ha puesto a disposición de las autoridades el seminario y distintas residencias para los afectados.


-¿Cómo está viviendo la situación provocada por los incendios? ¿Cómo afecta a la población? ¿Ha habido algún templo afectado?

Lo veo con dolor, preocupación, con inquietud. Ya hoy parece que han cambiado las condiciones meteorológicas y parece que los incendios se están controlando un poco. Pero está afectando a la población, especialmente gente mayor, que se siente desolada, muy triste, muy abandonada. Templos no ha habido ninguno afectado, gracias a Dios.

Un bombero en uno de los incendios
Un bombero en uno de los incendios


-¿Cuál ha sido la reacción de la Iglesia? Se han puesto a disposición de las autoridades para todo

La Iglesia está reaccionando como siempre, poniendo todos sus medios al servicio de la sociedad, al servicio de la gente. Tanto la diócesis de Astorga como nosotros en Zamora hemos puesto a disposición de las autoridades los templos, centros parroquiales, también el seminario… Todo lo que tenemos está a disposición de las autoridades para que puedan actuar, y utilizar lo que sea necesario. Nosotros tenemos seis residencias de mayores que pertenecen a Cáritas y todas las plazas disponibles se han llenado, porque hay gente muy mayor que necesitaba una atención mucho más especializada. Están también presentes muchos voluntarios, y sobre todo toda Cáritas está al servicio de esta situación. 


-¿Qué se puede hacer o decir en momentos así?

En un momento así, nuestra solidaridad, nuestro cariño, nuestro respeto, estar cerca de la gente y de su dolor, y de su sufrimiento. Cuando ocurren estas situaciones lo fácil es echarle la culpa a alguien. Yo creo que esta situación tiene que poner delante de nosotros el reto de qué podemos hacer, cómo podemos mejorar, qué medios hay que poner delante de nosotros. No es fácil pero tiene que haber diálogo, creo que las autoridades civiles tienen que escuchar a la gente de los pueblos, que ha cuidado sus montes, que los ha protegido, con un cuidado exquisito de la naturaleza.


-¿Falta previsión? ¿Faltan medios? Estos incendios están afectando a la España vaciada… ¿una España abandonada, e incendiada?

Es la España abandonada, y ahora dolorosamente incendiada, toda la sierra de la Culebra incendiada, todos los aledaños… es un dolor inmenso.

Incendio en Losacio
Incendio en Losacio


-Ahora, más que nunca, parece evidente la necesidad del cuidado integral de la casa común por la que tanto aboga Francisco….

Es necesario un cuidado integral de la casa común, como dice el Papa Francisco. Un ecosistema tan bello como el que hay en Zamora tenemos que cuidarlo. Y la Iglesia va a estar siempre a la escucha, va a estar cerca, poniendo su grano de arena.


-¿Cómo anda de ‘espíritu ecológico’ la Iglesia española?

Creo que la Iglesia española es una Iglesia que camina con su gente. Humildemente tenemos que decir que vamos con los medios que tenemos, que no son muchos, intentando que todo vaya estando al servicio, y  para el cuidado de la casa común. El espíritu ecológico de la Iglesia ecológica, como en tantos otros aspectos,, donde la vida de la Iglesia y del ecosistema poco a poco vamos teniendo conciencia.

El Papa y monseñor Valera
El Papa y monseñor Valera

-Sin embargo, sigue habiendo ‘negacionistas’ del cambio climático, incluso dentro de la Iglesia. ¿Cómo convencerlos?

Yo no sé, creo que en general la CEE no es negacionista del cambio climático. Y creo que nuestra obligación como pastores es poner los medios para que reflexionemos, entremos en la doctrina de la Iglesia, para que el Espíritu Santo, que es Señor y dador de vida, nos ayude a amar todo lo creado. Toda la obra de Dios que ha puesto en nuestras manos para que la cuidemos y la amemos

COHOUSING TERCERA EDAD

Travensol

Cohousing tercera edad .Esto no es una residencia de ancianos

El cohousing para la tercera edad se está convirtiendo una prometedora alternativa a las residencias de mayores o al cuidado de familiares. Sin ánimo de lucro, organizado en cooperativa con vivienda en derecho de uso y servicios adecuados, Trabensol, en Torremocha del Jarama, es uno de los ejemplos de éxito de esta experiencia vertebrada por la autogestión de los barrios obreros del Madrid de los 60.

“Me enteré de esto cotilleando por Internet”, afirma Gonzalo mientras carga su equipaje por el pasillo del hall. Tiene 63 años y acaba de llegar al lugar donde quiere acabar sus días junto a su mujer, Svetlana, de 68. Aún falta tiempo para eso, pero el lugar al que han llegado no les parece un final. Más bien al contrario. “Teníamos un proyecto clarísimo en la cabeza, no queríamos acabar nuestros días en una residencia de ancianos al uso, buscábamos algo alternativo, algo activo y en el que pudiéramos participar en la toma de decisiones”, resume. “Hace tres años lo vimos, lo hablamos, lo visitamos, nos aceptaron… y empezamos a vivir aquí dentro de dos días”, concluye Svetlana. Se les ve ilusionados y contentos, como a toda la gente que recorre, con o sin bastón, los pasillos del edificio. “Teníamos ganas de vivir aquí, es lo que buscábamos”, insiste Gonzalo.

Se refieren a Trabensol, un centro social de convivencia para mayores, tal y como reza el cartel de la entrada, aunque se percibe que es algo más que eso nada más rebasar el umbral de la puerta automática. “Esto no tiene nada que ver con una residencia de ancianos”, resume Jaime Moreno, uno de los socios fundadores de esta cooperativa en la que pusieron la primera piedra en 2011. Algo más de dos años después, ya había un complejo de 6.000 metros cuadros construidos sobre una superficie de 22 kilómetros cuadrados. 54 apartamentos adaptados de 50 metros cuadrados con una pequeña terraza se extienden en hileras de dos plantas orientadas al sur. La luz inunda las casas todo el día y el suelo mantiene una temperatura de 16 grados en invierno y en verano. “Es geotermia, el calor del interior de la tierra. Es fundamental para que el consumo energético no sea muy costoso”, explica Moreno en el hall del complejo, que cuenta con un gran comedor, una biblioteca, un gimnasio, un cineforum, una lavandería, grandes jardines por los que pasear y hasta un huerto urbano. “Hay de todo y está aquí, en nuestras casas. Esto es una comunidad que se presta ayuda y compañía”, apunta.

Moreno tiene 82 años, aunque no los aparente en absoluto, y fue periodista, por eso hace de portavoz y guía para los medios de comunicación que se interesan por este proyecto alternativo. “Mi primer trabajo fue en el NO-DO”, confiesa socarrón mientras deja ver triángulo rojo invertido que lleva en la solapa del abrigo y que recuerda a la resistencia antifascista europea . “Ha costado mucho esfuerzo hacer todo esto, pero fue una decisión de un grupo grande de personas que tenía un largo bagaje en la lucha social”, incide. Ahora son 54 socios. Viven allí 80 personas y tienen lista de espera. “El interés por este proyecto está creciendo, porque las residencias públicas tienen pocas plazas y los requisitos para entrar limitan mucho. Las privadas son inaccesibles para los ahorros y pensiones de la mayoría, sobre todo si somos un matrimonio. Esto no es barato, pero es más accesible y, sobre todo, mucho más alegre”, describe.

Trabensol no es un nombre al azar, es el acrónimo de Trabajadores En Solidaridad, lo que da una pista del espíritu de este lugar. Es lo que los fundadores mamaron en su juventud, en el entones extrarradio madrileño de los años 60, cuando los vecinos tenían que autorganizarse para conseguir alcantarillado, asfaltar las calles o que se hicieran colegios. Si el Gobierno no lo hacía, ellos se reunían y se autoprestaban servicios básicos, si no había viviendas sociales y económicamente accesibles, montaban una cooperativa de vivienda. Y así todo. Solidaridad obrera, lo llamaban.

Hace unos 20 años, la carencia que detectaron fue el confort y los cuidados en la última etapa de sus vidas. Y no dudaron en construirse su propia solución. Solos, como siempre. Sin apoyo de la Administración Pública. Quizás por eso tuvieron que poner los cimientos de este lugar a 50 minutos en coche de la capital, en Torremocha del Jarama, uno de los últimos pueblos de la Comunidad de Madrid.
“Empezamos a buscar en la propia ciudad, pero era inviable con esos precios. Recorrimos más cien pueblos, llegamos a Extremadura y Toledo, hasta que encontramos un suelo más o menos barato. Era el boom de la especulación y del ladrillo, todo estaba carísimo y sólo dábamos con el típico conseguidor que te ponía en contacto con la gente adecuada a cambio de una buena mordida”, recuerda Moreno.

Hasta que llegaron por casualidad a Torremocha, de unos 800 habitantes. Compraron el suelo, encargaron el diseño a unos arquitectos con preocupación por la eficiencia y la sostenibilidad, el Ayuntamiento dio la licencia de obra, pudieron recalificar los terrenos para hacerlos urbanizables y, ahora, hay incluso concejales en el Ayuntamiento que viven en este complejo. “Los hay en el Gobierno y también en la oposición”, apunta Moreno. “Estamos empadronados todos aquí. Eso hace crecer la población y es más fácil que traigan más servicios, y también viene gente del pueblo a actividades que organizamos aquí”, resume. Un win win, que diría cualquier ejecutivo, aunque aquí no hay ningún negocio.

 “No es barato pero es accesible. La mayoría teníamos una vivienda que vendimos para venir aquí a vivir»

La fórmula que utilizan no es nueva, aunque sí novedosa, al menos en España. Se llama cohousing, ningún socio es dueño de nada pero decide en todo. Adquieren el derecho a usar sus viviendas hasta que fallezcan o decidan marcharse. Eso cuesta, en esta cooperativa, 145.000 euros por socio (cada matrimonio, por ejemplo, puede ser un único socio aunque tendrá un solo voto en las asambleas), que se devuelven a sus herederos cuando dejen de usar el apartamento o las instalaciones, si es que ellos no quieren vivir ahí. La cuota de uso varía entre los mil euros mensuales si es una sola persona o los 1.300 euros si son una pareja.

“No es barato pero es accesible. La mayoría teníamos una vivienda que vendimos para esto y nos llega con nuestras pensiones. No hay más gastos, aquí hay de todo, desde comida y limpieza semanal de las casas hasta atención 24 horas para las personas dependientes”, apunta Pepe Redondo, de 75 años. Pero, sobre todo, se elimina la soledad y el aislamiento, inciden todos los residentes entrevistados, que no dudan en que ese era su mayor miedo, unido a resultar una carga para sus hijos. “Todos tuvimos que cuidar a nuestros padres y vimos lo que desgasta ese proceso. No lo queríamos, ni para nosotros ni para nuestros hijos”, sentencia este socio, que lleva seis años en Trabensol con su mujer. Sus dos hijos vienen a visitarlos a menudo con sus dos nietos, o al contrario, ellos van a cuidar a los nietos cuando hace falta. “Al principio les parecía algo raro, ahora creen que es una maravilla. No se trata de venir aquí cuando ya eres dependiente, se viene aquí antes, cuando te jubilas, para disfrutar. No te aburres nunca”, afirma.

40 proyectos alternativos a las residencias en España

Trabensol es un proyecto ya consolidado, aunque no fue el primero. El germen de esta experiencia está en Málaga, donde en el 2000 echó a andar la cooperativa Residencial Santa Clara, recuerda Daniel López, profesor de estudios de Psicología y Ciencias de la Educación en la Universidad Oberta de Catalunya, investigador del grupo CARENET del IN3 y doctor en Psicología Social. Empezó en 2015 a estudiar este fenómeno y ha ido ampliando el trabajo de campo hasta la actualidad. “Desde Santa Clara hasta Trabensol, han ido surgiendo nuevos grupos que han visto que es posible. Pero una cosa es tener la idea y otra, llevarla a cabo. Es un proceso largo y laborioso: normativa, arquitectura, economía, dinámicas internas… Suele haber un acervo comunal detrás de esto. Pero las nuevas generaciones que empiezan a mirar a este modelo no tienen tan arraigada esa tradición autogestionaria”, explica el experto, que ha conocido iniciativas que no han llegado a buen puerto.

Según el mapeo realizado por López, en España hay ya 12 cohousings en funcionamiento, 11 cooperativas constituidas, ocho en proceso de formación, dos en obras, tres parados y seis con los terrenos adquiridos o la ubicación elegida. «Desde hace varios años hemos notado un mayor interés por este modelo», afirma López.

«El cohousing es sólo la expresión más visible de una necesidad de alternativa a las residencias»

“Al fin y al cabo, es autogestión. Eso requiere mucha implicación de todos. No todo el mundo está dispuesto a gestionar tanta responsabilidad y menos a esa edad”, sostiene. “Desde luego que es un modelo eficaz pero el cohousing no puede ser la única alternativa a la residencia. Es una alternativa a la soledad. Pero hace falta implicación de la Administración Pública para que aparezcan soluciones similares a estas en el futuro, porque el envejecimiento de la población es un hecho y los recursos no son para nada suficientes”, advierte López.

Según este psicólogo, lo que viene son millones de personas mayores que demandarán conectividad social, viviendas adaptadas, nuevos servicios de cuidados menos asistencialistas y que den más pie a que las personas “decidan cómo quieren ser cuidadas”. Sin embargo, “eso no es apostar por el cohousing únicamente. El cohousing es la expresión más visible de esa necesidad de alternativas. Y la Administración debe estar atenta porque la sociedad tiene derecho a recibir esos cuidados que ahora están supliendo los familiares o, en este caso, una comunidad de vecinos”, apunta López, que ha detectado una gran proliferación de “empresas facilitadoras” en la conformación de grupos y orientación en proyectos que empiezan a dibujarse.

Comisiones y grupos de trabajo

Moreno, el periodista jubilado de Trabensol, insiste en la importancia de los distintos grupos de trabajo y comisiones que se encargan desde la economía hasta la jardinería. “Sí, tenemos contratado personal de limpieza, un catering que cocina aquí para las comidas y algún jardinero de refuerzo. Contratamos a una directora gerente y a algún administrativo. Pero también nos implicamos nosotros en la gestión”, sostiene. Y también miran hacia adelante, porque no quieren perder impulso. “Creemos que esto funciona bien, por eso tenemos que ver los problemas que van surgiendo. Tenemos una “comisión de futuro” estudiando escenarios para cuando los socios envejezcan más y sean más dependientes. La Ley de Dependencia parece que nunca va allegar a tiempo, y eso es un gran reto”, profetiza.

“No es una utopía. Esto es real y es posible”

“No es una utopía. Esto es real y es posible”, sostiene Pepe mientras echa un vistazo a las berenjenas que están creciendo en la huerta. Él se encarga de su cuidado, recoge las verduras cuando están listas y las deja en las zonas comunes para que, quien quiera, se lleve algo para cenar. “Era maestro, pero mis padres eran gente de campo y yo todavía puedo doblarme y hacer surcos en la tierra”, asegura. “Es lo que llamamos la cuota social. Cada uno aporta a la comunidad la experiencia de vida que trae. Quien sabe de cine organiza el cineforum, quien sabe yoga nos da clases, quien ha sido enfermera nos ayuda con las pastillas y la que sabe pintar da talleres. Aquí no hay aprovechados, todo está organizado en comisiones”, ilustra. Sin embargo, ante el interés que este fenómeno está tenido en la actualidad, Pepe lanza una advertencia: “Primero hay que formar cooperativistas. Luego podrán funcionar las cooperativas. Eso se está perdiendo, va faltando rodaje asociativo”.

jairo Vargas

 

 

Las macrogranjas sí existen

Las macrogranjas sí existen y estas son sus consecuencias: degradación ambiental, despoblación y maltrato animal

El PP niega la evidencia y dice que en España no existen macrogranjas. Las plataformas de la España rural denuncian, frente a ello, los efectos negativos de este modelo agrario que contamina acuíferos y no contribuye a fijar la población en zonas con problemas demográficos.

ALEJANDRO TENA

«Las macrogranjas no existen». El PP niega la evidencia y retuerce aún más el bulo sobre la ganadería que, durante los últimos días, ha puesto de relieve las diferencias internas en el seno del Gobierno de coalición. Estas palabras han sido pronunciadas este martes por la portavoz de Agricultura del Grupo Parlamentario Popular en el Congreso, Milagros Marcos, y por candidato popular a la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, que ha calificado el término macrogranja como «una cortina de humo». Unos argumentos similares a los que han esgrimido a Público fuentes de la patronal cárnica (FECIC), que consideran que en el Estado español no existen instalaciones de este tipo: «Las macrogranjas son las que hay en China, edificios de hasta siete plantas donde se crían miles de animales».

Aunque se trata de una palabra nueva, ni siquiera presente en el diccionario de la RAE, las macrogranjas son una realidad creciente en España a la que el propio PP se ha opuesto en numerosos municipios del país debido a las implicaciones ambientales, sociales y económicas. «Estamos sorprendidas de que digan que esto no existe. ¿Cómo llamarían ellos una explotación de 85.000 cerdos? Es una macrogranja porque sus impactos son macro, tanto a nivel de consumo de recursos, como en el impacto ambiental y en el territorio», dice a Público Inmaculada Lozano, portavoz de la Coordinadora Estatal Stop Ganadería Industrial, una plataforma compuesta por 50 movimientos vecinales de siete comunidades autónomas afectadas por proyectos agropecuarios de este tipo.

Esta activista conoce de cerca lo que supone convivir en un entorno marcado por la industrialización del ganado, pues su municipio, Pozuelo (Albacete), está sumergido actualmente en un conflicto para la ampliación de una macrogranja de cerdos que podría suponer el almacenamiento de más de 60.000 toneladas de purines al año. Unos desechos porcinos que podrían terminar contaminando los acuíferos y dejar al pueblo sin agua

Las filtraciones son abundantes debido a la difícil tarea de contener y almacenar de manera sostenible los purines de los animales. Esto genera un exceso de nitratos en las masas de agua que afecta en buena medida a la salud pública de las poblaciones colindantes a las macrogranjas, así como al rendimiento agrario del entorno, que se ve repercutido negativamente por la contaminación. En Castilla y León, donde Mañueco niega la existencia de las macrgranjas, hay 387 municipios con sus reservas hidrológicas bajo tierra contaminadas por los vertidos, según los propios datos de la Junta. Pero no es la única comunidad con zonas vulnerables, en tanto que Bruselas ha denunciado a España ante el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE) por incumplir la Directiva sobre nitratos que establece que los Estados deben controlar y disminuir la contaminación agrícola de sus masas de agua. Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León y Murcia son algunas de las regiones señaladas por las autoridades europeas.

El impacto ambiental es también social sí se tiene en cuenta que la denominada España vaciada conserva una economía de sector primario donde la dependencia de la tierra y el buen estado de los recursos naturales se presta crucial. Mientras el número de macroinstalaciones ha crecido un 35% en el último lustro, las granjas familiares han caído un 30% en España en los últimos diez años, según los datos del Ministerio de Agricultura recogidos por la plataforma Stop Ganadería Industrial. Estos números tienen sus reflejo en el abandono de cultivos tradicionales y en la incapacidad de fijar población.

En la geografía española hay algunos ejemplos como el de Balsa de Ves (Cuenca), donde se autorizó en 2006 la apertura de una macrogranja para la cría de unas 100.000 cabezas al año. Desde su puesta en marcha, la curva demográfica ha caído un 43%, pasando de 227 vecinos a 129, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. Si bien, la falta de servicios tampoco ayudó repoblar este pequeño territorio, la llegada del proyecto agropecuario intensivo no sirvió siquiera para mantener estable la población. Como Balsa de Ves, existen otros casos en España, como la de Cancarix (Albacete), con más de 200.000 cabezas de ganado criados al año, y Castillejar (Granada). Esta última da trabajo a unos 60 empleados. Un número alto, pero insuficiente para contener la sangría demográfica, que desde 2005 –año en que comenzó a operar la macrogranja– sufre el municipio, con una caída de su censo del 19%, según los datos del INE.

La campiña segoviana se levanta contra las macrogranjas: 1,2 millones de cerdos frente a 150.000 habitantes

«La ganadería industrial es un modelo depredador tanto de recursos naturales como de territorio. Es un modelo dependiente enormemente de la ingesta de piensos cuya producción está favoreciendo la deforestación acelerada en países como Brasil, Argentina o Uruguay. Además, en nuestro territorio, consume enormes cantidades de agua y destruyen los recursos hídricos con los purines. Es un sistema que se debe extinguir, porque es insostenible a nivel ambiental y económico. De hecho, las autoridades europeas y los países de nuestro entorno ya están empezando a plantear una reducción de las macrogranjas por todo ello», añade Andrés Muñoz, responsable de Soberanía Alimentaria de Amigos de la Tierra.

Maltrato animal

Existe además una arista vinculada a la producción industrial de carne que tiende a pasar desapercibida. Se trata del bienestar de los animales, tanto en el proceso de cría dentro de las granjas intensivas, como en las cadenas de sacrificio de los macromataderos. El trabajo del fotoperiodista Aitor Garmendia lo dice todo sin letras ni estadísticas, sólo con fotos. El investigador se adentró recientemente en 32 centros ganaderos de Castilla y León, Aragón y Castilla-La Mancha retrató con su cámara las pésimas condiciones de vida de los animales, muchos de ellos alimentándose de otros que ya habían muerto. La mayoría de las fotos reflejan el incumplimiento sistemático de las normativas europeas de bienestar animal: dificultades en la movilidad, heridas abiertas, articulaciones con necrosis o cadáveres de lechones aplastados.

«Las macrogranjas son la máxima expresión de la ganadería industrial. En esta lógica lo que prima es obtener el máximo beneficio económico al mínimo coste. Esta visión, aplicada a los animales, significa que estos son convertidos literalmente en mercancías. Por eso, más allá de las normativas de bienestar animal, lo que sucede en este modelo es que los animales sufren desde el primer minuto de su vida. Hacinados en naves industriales sin poder desarrollar ningún comportamiento natural, sólo ven la luz del sol el día que los meten en camión camino al matadero», argumenta a Público Javier Moreno, fundador de la Fundación Igualdad Animal.

La evidencia científica no es un bulo: limitar el consumo de carne roja reduce la aparición de enfermedades

Las muertes de animales en estas granjas industriales son habituales. La automatización de los procesos ganaderos y las duras condiciones laborales –además del elevado ritmo productivo– imposibilitan la vigilancia adecuada, según denuncia Igualdad Animal. Todo ello repercute directamente en la salud de los consumidores, pues de estos centros salen alimentos cárnicos de peor calidad ya que se aceleran los procesos de crecimiento. Moreno recuerda que «la ganadería industrial ha causado la mayoría de las nuevas enfermedades infecciosas en los seres humanos en la última década». El hacinamiento, la debilidad de la salud de los ejemplares criados y el uso excesivo de antibióticos son factores determinantes a la hora de elevar las posibilidades de un episodio de zoonosis como el que se vivió en su día con la gripe aviar.

«Nosotros, los obreros, somos los que estamos haciendo el trabajo sucio. Somos los que estamos en la cadena y no tenemos derecho a abrir la boca por nada. Así mismo te lo dicen cuando entras a trabajar. Es un curro duro de la hostia, no sólo mentalmente, también físicamente», comenta a Público Mauricio García Pereira, extrabajador de varios mataderos en Francia que, tras años en el sector, decidió escribir un libro –Maltrato animal, sufrimiento humano (Península)– en el que retrata cómo las duras condiciones laborales del sector se entrelazan con la violación sistemática de las normativas de bienestar animal.

Macrogranjas y macromataderos comparten el ritmo y el estrés productivo y las condiciones laborables mejorables. Desde CCOO reconocen que se trata de un sector muy precarizado y piden a la Administración que se apueste por un modelo ganadero que sea sostenible para el campo, pero también para los propios empleados. La pandemia puso de manifiesto las malas praxis del sector intensivo, con más de 2.600 contagios en los primeros meses de la epidemia por la imposibilidad de respetar las medidas preventivas contra el virus en el puesto de trabajo. José Juan Arceiz, de la Federación de Industria, Construcción y Agro de UGT, sostiene que «el tema de las macrogranjas es complejo», pero advierte que en los últimos tres años se han dado pasos importantes para reducir la precariedad del sector, ya que el sector sindical consiguió que la mayoría de los trabajos –hasta entonces falsos autonomos– estuvieran controlados laboralmente por convenio. «Hemos conseguido cosas y estamos contentos en ese sentido, pero aún falta mucho. Se arrastran muchas malas prácticas del pasado y hace falta también que los propios trabajadores conozcan sus propios derechos. Eso es fundamental, pero es complejo ya que es un sector con un porcentaje alto de empleados migrantes, sobre todo del este de Europa y África subsahariana, que tienen poco arraigo. Actualmente tenemos un gasto importante en traducción de convenios a los idiomas correspondientes para que los trabajadores puedan conocer sus condiciones, es algo que consideramos que debería cubrir la Administración o la patronal», pide el sindicalista

Tres preguntas sobre la despoblación

por Enrique Lluch Frechina 

Detrás del fenómeno de la despoblación en gran parte de España hay tres preguntas que se hacen todas las familias y de cuya respuesta depende el lugar en el que decide vivir y trabajar: ¿Donde vivo? ¿Donde trabajo? ¿Donde me socializo? La respuesta a estas cuestiones no siempre es la misma. Existe un grupo de personas que viven, se socializan y trabajan en el mismo lugar. Pero hay muchas que hacen estas cosas en lugares diferentes, que viven en un sitio, trabajan en otro y se socializan o bien en alguno de los otros dos o bien en un tercer lugar. 

No tengo que irme muy lejos para ver el ejemplo. Porque yo vivo en Almàssera, mi pueblo de toda la vida, trabajo en Alfara del Patriarca, una población cercana a la mía y me socializo mucho con personas de Valencia y de Alboraya que son otras dos poblaciones (la primera una gran ciudad) cercanas a la mía. 

Mientras que en el pasado era muy habitual que las personas hiciesen estas tres actividades en el mismo lugar y la mayoría de la población vivía así, la mejora de las comunicaciones ha hecho que ahora sea muy habitual encontrar familias o personas que, como yo, hacemos cada una de estas actividades en un lugar distinto. 

Situar estas preguntas en la España vaciada nos permite entender algunas cuestiones. Porque para contestar a la primera pregunta, las familias buscamos un lugar en el que tengamos una serie de condiciones que nos permitan tener un vida algo más fácil. Evidentemente, estas comodidades no son las mismas para todos, algunos buscan tener cerca tiendas, centros de salud y escuelas, otros quieren lugares tranquilos donde no tengan que coger el coche, otros buscan casas espaciosas con jardín, otros priorizan las conexiones a las telecomunicaciones, etc. Pero en general queremos gozar de determinadas comodidades que nos faciliten lo que nosotros consideramos más importante en la vida. 

La respuesta a la pregunta sobre el trabajo corresponde sobre todo a la comunidad que es quien tiene que articularse de manera que ofrezca puestos de trabajo a sus ciudadanos. Lograr que un área o una población tenga posibilidades para de empleo depende del movimiento económico que se consigue generar en ese lugar y de cómo se estructura este. 

Rellenar lugares 

Para la tercera pregunta, dónde nos socializamos, lo más importante es la cantidad de personas que se encuentran en cada lugar, la posibilidad de juntarse con otros, de comer juntos, de pasar un rato de conversación, de tener eventos culturales que nos permitan juntarnos con muchos para hacer lo mismo, de tener lugares en los que reunirse. 

Pensar en clave de estas tres cuestiones nos ayuda a entender por qué gran parte de España se vacía y cuales son las actuaciones que podemos realizar para poder rellenar esa parte de nuestro país de la que salen cada vez más españoles. 

La España rural: un reto para la nueva evangelización y el cuidado de la creación

Jaime Tatay: “El mundo urbano, el mundo rural y el mundo natural se necesitan y complementan” 

El jesuita ha participado en la segunda jornada del Seminario sobre Ecología Integral de la Fundación Pablo VI 

Jaime Tatay

La Fundación Pablo VI ha continuado hoy con su Seminario sobre Ecología Integral. Esta vez con una jornada que se ha desarrollado con el título ‘La España rural: un reto para la nueva evangelización y el cuidado de la creación’. “El mundo urbano, el mundo rural y el mundo natural se necesitan y complementan”, ha dicho durante su intervención el jesuita Jaime Tatay, quien ha subrayado, además, que para “garantizar la equidad y la justicia intergeneracional requieren también la posibilidad de un desarrollo equilibrado y sostenible de las dimensiones constitutivas del ser humano”. 

Por su parte, Enrique Martínez-Pomar, presidente Proyecto Arraigo, ha explicado esta iniciativa que involucra a urbanitas con ayuntamientos, propietarios de viviendas, empresas y agentes sociales para crear proyectos de conexión entre el mundo rural y el urbano. Así, ha subrayado que “el mundo rural necesita mucha gente y la colaboración de la Iglesia es fundamental”. 

Conversión ecológica 

También ha participado en la conferencia Tomás Insúa, cofundador y director ejecutivo del Movimiento Laudato Si’, quien ha explicado cómo nació el movimiento. “Debemos recordar que en 2001 el papa Juan Pablo II mencionó el concepto de la conversión ecológica, el cual es fundamental en Laudato si’”, ha explicado. “Francisco toma este concepto y lo profundiza en la encíclica”, ha apuntado, subrayando que se trata de “un cambio del corazón. 

Asimismo, Isabel Cuenca, secretaria de Justicia y Paz, ha compartido unas reflexiones acerca de Laudato si’, subrayando la necesidad de llevar una vida más afín a los valores éticos del mundo rural, “creando una comunidad abierta”, en la que la Iglesia tiene un papel importante, desarrollando relaciones más estrechas y con un mayor sentido del cuidado. 

La España rural

«El buen vivir» del mundo rural y la ecología integral 

Recientemente se ha celebrado un seminario desde la Conferencia Episcopal: «La España rural, un reto para la evangelización y el cuidado de la creación” 

«Es un signo más de respuesta a la llamada a conversión que la Iglesia está haciendo a las comunidades diocesanas de todo el mundo» 

«El Seminario enlaza perfectamente con el deseo de una ecología integral y el horizonte de una fraternidad universal, abanderados por las encíclicas ‘Laudato si’ y ‘Fratelli Tutti'» 

«Es este espíritu de conversión el que nos mueve a retomar y reconsiderar la realidad de la evangelización en el mundo rural, y la mirada a la espiritualidad que vive y permanece en ella, aunque a veces haya estado olvidada» 

«Comparto parte del texto de una intervención mía sobre la espiritualidad rural y la ecología integral» 

Por José Moreno Losada 

Buen vivir para todo el mundo 

En la ecología integral que transversaliza ‘Laudato si’ y que converge con el deseo de ‘Fratelli tutti’ se habla de la calidad de vida y de lo que puede aportar el evangelio de la creación y de lo humano a esa calidad. Se trata de buscar alternativas de vida que nos enseñen a vivir bien. El mundo rural tiene claves de buen vivir en el quehacer de lo cotidiano que pueden ser referenciales a los males de este mundo y la sociedad en que vivimos. 

El Medio Rural como un espacio de relaciones donde los ciudadanos son protagonistas de su identidad. Este espacio rural ha ido generando históricamente un modelo de vivir: con la gente que lo habita y lo ha habitado, con la riqueza de sus relaciones y con la tierra que ha determinado un estilo de ser. La vivienda familiar o los espacios comunitarios rurales, sus formas de organización se han adaptado y han generado un estilo propio de vivir. Sus experiencias colectivas y costumbres vecinales se han llenado de gestos solidarios y trabajos por lo común. 

La escuela ha sido fuente de saberes para la población y la sabiduría de los más mayores aparece como el corazón de la cultura propiarural. Las relaciones de identidad entre las gentes y la tierra han sido generadoras de valores que no podemos ni siquiera sospechar por su fuerza. Las relaciones con el cuidado de los espacios rurales han sido imprescindibles para hacer posible un medio ambiente saludable y sano. Las relaciones entre las gentes y la salud han sido el barómetro y termómetro que han expresado la satisfacción y la felicidad que cada ser humano ha encontrado en su relación con los animales, con la tierra y con otros seres humanos. Las relaciones con el paisaje, el barro o la madera, la piedra o el hierro han hecho que lo más espiritual del ser humano se haya expresado a través de la artesanía, siempre como signos de identidad propios. 

Y en medio de ese saber vivir, “Buen vivir”, ha habido una espiritualidad de la vida, del sentido, de la comunión con lo natural, lo humano y lo divino. El vivir de la comunión, muchas veces simbolizado en lo sagrado como vínculo profundo con la natural y lo humano, lo afectivo, lo alegre y el dolor del pueblo y sus gentes. Así ha sido la fe del pueblo, sus creencias, muy tamizadas por lo vivido. En este sentido hemos de situarnos en la clave que el Papa Francisco subrayaba con respecto a la Amazonia. 

Hay un modo de vivir, una espiritualidad del vivir que permanece en lo más sencillos y aparentemente insignificantes, que reclaman nuestra conversión para que nosotros mismos podamos tener más vida y más luz en nuestro caminar diario. Hay una manera de vivir, una espiritualidad rural, que es una libertad, un camino de liberación. ¿Dónde está el secreto? ¿Cuáles serían las claves para encontrar ese camino y no confundirlo? Pues aprender a profundizar, a leer en creyente, el vivir cotidiano del mundo rural, donde son determinantes las cuatro facetas que trataré de resumir seguidamente 

Ser «de Nazaret, hijo de José y de María», tener parientes… 

En el medio rural la persona tiene el gozo de pertenecer, de ser alguien con referencias básicas de identidad y valor. Hoy hace falta la espiritualidad del reconocimiento, la construcción de un yo en un ámbito conocido y verdadero que me ayude a reconocerme y aceptarme en lo que soy. No por lo que tengo, sino por el tronco en el que nazco y que me alimenta en una personalidad reconocida. 

«Eligió a los que quiso para que estuvieran con Él» 

El sentido de pertenencia y de identidad es clave para romper con la dinámica del individualismo y entrar en el sentido de lo comunitario. El mundo rural es consciente de la necesidad de la comunidad, de la vivencia de lo humano, frente a la individualidad. Somos en el quehacer de lo común; no hay fiesta, cosecha, comida, consuelo, baile, sanación, nacimiento, duelo…sino es en la vitalidad de lo común construido entre todos. En individualidad cerrada, la vida y la muerte se deshumanizan. 

«Nos enriqueció con su pobreza» 

La libertad de lo necesario se enfrenta a la esclavitud de la abundancia. La casa, el campo, el comercio, los animales, … el trabajo, se entiende en un mundo de relaciones. Las necesidades cubiertas, los deseos compartidos y los caprichos para las fiestas y el gozo, sin que nos aten ni nos separen. El mundo de lo rural ha sabido vivir en lo austero felicitante. Es mucha más riqueza tener con quien compartir que tener mucho para uno mismo. El tener se explica en el orden del ser. La invitación bíblica a la sobriedad es muy propia de lo rural. La máxima de saber ser austeros sin racanería, es un ejercicio de libertad. 

«Señores del Sábado» 

Frente a la usurpación del tiempo por parte del mercado, los habitantes de lo rural aún son “señores del tiempo”. La distribución descanso ocio es mayor que en lo urbano. Guardar y respetar los tiempos, los momentos, sabiendo cultivar tanto lo material, como lo cultural, social y lo espiritual es de verdadera espiritualidad y sabiduría integral. Los calendarios de lo rural en comunión con los ciclos de la naturaleza, de la vida, las estaciones, el clima, la agricultura… hace más humana la vida y responde más a las necesidades tanto del cuerpo como del alma. Hemos de recuperar los calendarios de lo humano frente a los horarios del mercado y la producción sin límite. 

La situación de la España rural

Enrique Lluch: “La solución al problema de la España vaciada empieza por un cambio de mentalidad” 

El economista ha participado en la primera sesión del Seminario de Ecología Integral organizado por la Conferencia Episcopal y la Fundación Pablo VI 

“La situación de la España rural es un problema complejo, y por ello no tiene una solución clara. Hay gente que piensa que el hecho de que se vacíe España no es un problema, sino una consecuencia del desarrollo económico. Sin embargo sí que es un problema, como puede ser los grandes equilibrios territoriales: es decir, no todos tenemos los mismos derechos”. Así lo ha expuesto el economista Enrique Lluch durante su intervención en la primera sesión del Seminario de Ecología Integral organizado por la Conferencia Episcopal y la Fundación Pablo VI

“Tenemos más posibilidades los que vivimos en la España poblada que los que no”, ha explicado “y tiene un equivalente: la España despoblada tiene otra cara, la España sobrepoblada“. Además, ha subrayado que esto “no es sostenible medioambientalmente”. 

Así, Lluch ha apuntado que el paradigma economicista de nuestra sociedad “nos dice que tenemos que conseguir crecimiento económico, poner los recursos donde más se aprovechan”. Por ello, “no es eficiente poner un médico donde hay poca gente. Tiene unos costes añadidos”. Y esto es algo que “tenemos que cambiar esto, al igual que una mentalidad del éxito a una mentalidad de la vida plena”. 

Un triple reto 

En la misma línea, Raúl Flores, coordinador de estudios de Cáritas y FOESSA, ha analizado la realidad del mundo rural: desde la paulatina pérdida de habitantes y empobrecimiento hasta la necesidad de no abandonarlo. “Tenemos que ser fermento de la comunidad y asumir que hay algo que está muriendo, pero también puede estar naciendo”, ha apuntado. 

“El tema planteado afecta casi al 80% del territorio nacional”, ha explicado, por su parte, Jesús Fernández, presidente de la subcomisión de Acción Caritativa y Social de la CEE. “En los últimos tiempos se está poniendo el foco en esta realidad del decaimiento del mundo rural, pero se está convirtiendo en una preocupación por la cantidad de personas que viven solas y la dificultad de mantener los servicios básicos”, ha dicho. Por ello, este seminario, que continuará el 20 y el 27 de septiembre, “plantea el triple reto humano, ecológico y evangelizador que plantea el mundo rural”

Seminario de ecología integral

La España rural, un reto para la evangelización

«La España rural, un reto para la evangelización y el cuidado de la Creación»: este será el tema del seminario sobre Ecología Integral que se celebrará en Madrid los días 13, 20 y 27 de septiembre, mes dedicado al Tiempo de la Creación

«El objetivo del seminario -se lee en una nota- es abrir una línea temática sobre la España rural como reto humano, ecológico y evangelizador, analizado desde tres perspectivas: el respeto y cuidado de la Creación; los valores éticos de las comunidades rurales; los recursos pastorales y la espiritualidad de las comunidades cristianas en el contexto rural»

21.08.2021

La cita está promovida por el Departamento de Ecología Integral, organismo que funciona en el seno de la Subcomisión Episcopal Española de Acción Caritativa y Social, y está dirigida principalmente a las Comisiones diocesanas que trabajan por la salvaguarda de la Creación; a las ONG e Instituciones de desarrollo rural; a los miembros de Cáritas y Justicia y Paz; y a los sacerdotes y religiosos de las comunidades rurales. El curso se impartirá tanto de forma presencial, con un número máximo de 15 participantes en cumplimiento de la normativa anti-Covid, como en línea.

«El objetivo del seminario -se lee en una nota- es abrir una línea temática sobre la España rural como reto humano, ecológico y evangelizador, analizado desde tres perspectivas: el respeto y cuidado de la Creación; los valores éticos de las comunidades rurales; los recursos pastorales y la espiritualidad de las comunidades cristianas en el contexto rural». Estos temas se debatirán con «especialistas, representantes de instituciones eclesiales y agentes pastorales implicados en el mundo rural». El trasfondo de las reflexiones serán dos encíclicas del Papa Francisco: «Laudato si’ sobre el cuidado de la casa común» y «Fratelli tutti sobre la fraternidad y la amistad social».

En cada sesión de trabajo habrá varias presentaciones de 20 minutos cada una, que darán paso a un diálogo entre los especialistas y los participantes. El seminario será inaugurado por el presidente de la Subcomisión Episcopal de Acción Caritativa y Social, monseñor Jesús Fernández, mientras que la clausura correrá a cargo del secretario general de los obispos españoles, monseñor Luis Argüello.

Cabe recordar que el Tiempo de la Creación tiene un carácter ecuménico y se extiende desde el 1 de septiembre hasta el 4 de octubre, es decir, desde la «Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación», instituida por el Papa Francisco en 2015, a la memoria litúrgica de San Francisco de Asís, figura hagiográfica de referencia para la protección del medio ambiente. A lo largo del mes, se invita a los cristianos de todo el mundo a rezar y actuar por la protección de la casa común en todos los ámbitos posibles