Obispo de Solsona: «Hemos convertido la fe en unas obligaciones y a Dios en un juez duro»
Francisco Conesa
El obispo de Solsona, Francesc Conesa, pide «revisar con sinceridad y en profundidad tanto el contenido de nuestros mensajes como la forma en que los transmitimos» ante el «demoledor» y «generalizado» descenso de la práctica religiosa en España y en Europa
El obispo se muestra «convencido de que Dios es la respuesta a los deseos y aspiraciones más profundas de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, pero quizás hemos presentado una falsa imagen de Dios, lo que ha provocado su rechazo»
27.05.2023 | RD/EFE
El obispo de Solsona, Francesc Conesa, pide «revisar con sinceridad y en profundidad tanto el contenido de nuestros mensajes como la forma en que los transmitimos» ante el «demoledor» y «generalizado» descenso de la práctica religiosa en España y en Europa.
En la carta dominical que publicará la Hoja Parroquial de su diócesis el próximo domingo, titulada «Falsas imágenes de Dios», el prelado afirma que «el descenso de la práctica de la religión es generalizado en Europa y también en nuestro país. Las estadísticas son demoledoras».
«Una oportunidad para crecer»
«Podemos mirar esta situación de forma negativa y con pesimismo, pero también podemos verla como una oportunidad para crecer. Creo que debemos revisar con sinceridad y en profundidad tanto el contenido de nuestros mensajes como la forma en que los transmitimos», escribe Conesa.
El obispo se muestra «convencido de que Dios es la respuesta a los deseos y aspiraciones más profundas de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, pero quizás hemos presentado una falsa imagen de Dios, lo que ha provocado su rechazo«.
«Me temo que los cristianos hemos convertido la fe en un conjunto de deberes y obligaciones y a Dios en un juez duro que vive pendiente de lo que hacemos. Pero el Dios del Evangelio es sobre todo gracia, perdón y misericordia. Es un Dios que ama con locura al ser humano y lo hace porque quiere», argumenta.
«Que el Evangelio corrija las falsas imágenes»
El obispo de Solsona se pregunta «si vivimos la relación con Dios de esta forma: como el mayor de los bienes, como sorpresa, como gracia. Quizás ya no sentimos maravilla ante el Dios que anuncia a Jesucristo y, entonces, nuestro hablar de Dios suena más a algo del pasado que a algo vivo y apasionante».
«Por ello, -concluye- hay que revisar una y otra vez nuestra idea de Dios, dejando que el Evangelio corrija las falsas imágenes que nos hemos hecho de Él».
Agrelo: «Mi salida de Marruecos tuvo que ver con la edad, pero sobre todo con la política»
La mesa redonda fue moderada por la periodista Ana Pastor RD/
Santiago Agrelo y María José Mariño debaten en una mesa redonda sobre ‘ONG’s: una experiencia de comunión en incidencia política’, organizada por la revista ‘Vida Religiosa’ y la Asociación REDES -Red de Entidades para el Desarrollo Solidario- y moderada por la periodista Ana Pastor
Santiago Agrelo: «Jamás he faltado al respeto a ningún Gobierno. Que la defensa de los derechos de los inmigrantes moleste a un Gobierno, me sorprende, como me sorprendió la queja del Gobierno de Marruecos y que la Nunciatura no defendiese mi libertad, pero si uno actúa en conciencia y defiende lo que crees que debes defender en el ámbito político, tienes que estar dispuesto a pagar en persona»
María José Ariño: «El Evangelio, tomado en serio, obliga a ciertas tomas de postura, y donde un político se puede parar a negociar, el Evangelio no conoce ese límite, porque le va a mover siempre la esperanza. Hay una dimensión de profetismo que es intrínseco a la fe y, de alguna manera, irrenunciable a ella»
«Ha venido a dinamitarlo todo», dijo con una amplia sonrisa tras la intervención que acababa de escuchar la periodista y moderadora del acto, Ana Pastor. Y así fue. En los primeros compases de la interesante mesa redonda organizada con motivo de la presentación del número monográfico de la revista ‘Vida Religiosa’, y en colaboración con la Asociación REDES -Red de Entidades para el Desarrollo Solidario-, el arzobispo emérito de Tánger lanzó una carga de profundidad que hablaba bien a las claras del título del acto, celebrado en Madrid: ‘ONG’s: una experiencia de comunión en incidencia política’. Y es que, como comenzó señalando el carismático religioso franciscano, «mi salida de Marruecos tuvo que ver con la edad, pero sobre todo con la política».
Y comenzó leyendo tal y como se habían desarrollado los hechos: «Era el 12 de marzo de 2019, y a mi correo electrónico llegó este mensaje del Nuncio Apostólico:
Estimada Excelencia:
Espero que su salud vaya mejor y usted haya recuperado todas las fuerzas.
Deseo informarla que el viernes pasado, 7 de marzo, fui convocado por el Ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos a causa de la entrevista que usted ha concedido con ocasión de la conferencia de prensa antes del viaje apostólico del Santo Padre.
En mi condición de Representante del Santo Padre, le pido que se abstenga de conceder nuevas entrevistas relativas a la cuestión de los emigrantes, en las que se critica al Gobierno de Marruecos y su política.
Usted sabe perfectamente que en este momento no tenemos necesidad de entrevistas que crean malestar entre el Gobierno y entre el pueblo de Marruecos.
Así que, cuando usted conceda nuevas entrevistas, le ruego que se limite a la cuestión humanitaria de los migrantes y a la asistencia que el personal y el Arzobispo de Tánger laudablemente desempeñan a favor de los emigrantes.
Sería además oportuno no entrar tampoco a valorar la cuestión de la libertad de conciencia, tema muy difícil y peligroso, que no nos concierne a los extranjeros sino que es de competencia del Rey y de su pueblo.
Agradeciéndole de corazón la preciosa colaboración, aprovecho la ocasión para confirmarme con sentimientos de respetuoso obsequio de Vuestra Excelencia Reverendísima devotísimo en Cristo». + Vito Rallo
«Y esto fue lo que le respondí el mismo día», prosiguió el religioso gallego:
Excelencia: así se hará.
Pero se me conceda también que el Santo Padre acepte inmediatamente mi renuncia ya presentada a la sede de Tánger, sin esperar que haya un sucesor.
Son muchos los modos en que se puede proveer.
Es gracia que espero me sea concedida.
Por lo demás, me limitaré a decir que no estoy autorizado a dar entrevistas.
La respuesta del nuncio
El nuncio le respondió de inmediato a Santiago Agrelo, que continuó leyendo su respuesta ante un auditorio con ojos y oídos muy abiertos: «Excelencia, si eso es su deseo, le ruego que me envíe una carta con la que pide al Santo Padre “que acepte inmediatamente su renuncia ya presentada a la sede de Tánger, sin esperar que haya un sucesor”.
«Es decir, que en las palabras un obispo también se compromete políticamente, y mucho, y también compromete su forma de vida», añadió, ya sin leer, Agrelo. Y añadió: «Jamás he faltado al respeto a ningún Gobierno. Que la defensa de los derechos de los inmigrantes moleste a un Gobierno, me sorprende, como me sorprendió la queja del Gobierno de Marruecos y que la Nunciatura no defendiese mi libertad, pero si uno actúa en conciencia y defiende lo que crees que debes defender en el ámbito político, tienes que estar dispuesto a pagar en persona, porque yo no he renunciado al Santo Padre».
«Todo es política, efectivamente, lo que provoca un cierto desconcierto por las connotaciones que tiene, pero lo que hacemos cualquier religioso tiene una trascendencia política, por lo que hay que reivindicar es ese sentido amplio, porque en la sociedad en la que soy parte, tengo que tomar partido, porque queremos que el mundo sea más justo para todas las personas y no nos basta con paliar y ayudar a luchar contra las consecuencias de la injusticia», señaló por su parte la religiosa María José Mariño.
«Queremos un modo mejor -prosiguió en su intervención la religiosa carmelita misionera, y miembro del equipo de Incidencia Política de REDES- y por eso hay que incidir, salir de nuestros espacios personales y mirar en clave de lo estructural, porque esto también asusta, porque exige poner en juego unos recursos no solo humanos, y no siempre tenemos ganas, porque implican, reflexión, diálogo, paciencia, tender puentes…, y eso no siempre gusta, pero es irrenunciable para el cristianismo y para la vida religiosa».
«Dimensión de profetismo intrínseca a la fe»
«Todo el mundo conoce situaciones como las del padre Agrelo y otras. Pero la Iglesia es una realidad plural, guste o no», añadió María José Mariño, «y el Evangelio, tomado en serio, obliga a ciertas tomas de postura, y donde un político se puede parar a negociar, el Evangelio no conoce ese límite, porque le va a mover siempre la esperanza. Entonces existen estas situaciones porque hay una dimensión de profetismo que es intrínseco a la fe y de alguna manera, irrenunciable a ella».
«Todo es nuestra vida ha de ser coherente con la fe, que no con una ideología religiosa, sino con las necesidades de los pobres a cuyas vidas hemos sido enviados, aunque también hay una fe sin incidencia política», afirmó Agrelo, quien subrayó que «entiendo que una fe sin incidencia política no es una fe cristiana», porque «si la fe quedase sin incidencia política, quedaría también sin evangelio, y si soy cristiano, mi vida tendrá necesariamente incidencia política».
En este sentido, Agrelo, mantuvo que «estamos en un momento de regreso al analgésico, si es que lo habíamos dejado, a una religiosidad de formas externas muy marcadas, y lo dice uno que lleva siempre el hábito, pero si me limitase a llevar el hábito, estaría fuera de lugar».
«Estamos en un momento en la Iglesia en que, en los niveles superiores, no hay una conciencia asumida de la incidencia política de la fe, mientras que hay indebidamente una pretensión de incidencia en la política que no nace de la fe, y esa es mi batalla, que dura años, con los medios de la Iglesia, de la que salgo siempre despellejado», señaló el franciscano.
«Los medios de la Iglesia son de derecha-derecha»
«Los medios de la Iglesia no pueden ser medios de ningún partido político y, ahora, los medios de comunicación de la Iglesia son manifiestamente de derecha-derecha. Aunque me daría igual si fueran de izquierda-izquierda, porque la Iglesia es de todos. Pero los medios de la Iglesia están implicados de una manera indecente en la política del país. No busques en ellos una respuesta evangélica, solo es una respuesta política», concluyó con contundencia el religioso, en tantas ocasiones blanco de aceradas críticas en los medios más conservadores del espectro informativo eclesial.
«Las necesidades de una parte del mundo nos siguen provocando, nos escuecen a quien pensamos que las cosas tiene que ser de otra manera», aportó por su parte en la presentación del acto Luis Alberto Gonzalo, director de la revista ‘Vida Religiosa’.
«Hemos aprendido a trabajar juntos por los pobres, lo que ya es un signo de intercongregacionalidad», añadió el religioso claretiano, recalcando que nuestro testimonio «no puede quedar solo en palabras», razón por la cual, añadió, «nació el numero monográfico de ‘Vida Religiosa’: para incidir políticamente en nuestra sociedad».
Ana Pastor cerró la mesa redonda con un sincero reconocimiento de la libertad y valentía con la que los religiosos que habían participado en ella se habían expresado, mostrando un profundo respeto por la labor que estos miembros de la Iglesia hacen por todos los rincones del mundo, y asegurando que «las ONGs de la Iglesias son una gran marca España»
Consuelo Vélez: «Para muchos obispos colombianos, Petro es un sapo que hay que tragarse»
Consuelo Vélez
«Toda teología tendría que tener como transversales estas dimensiones nuevas de los signos de los tiempos. Y la dimensión de la mujer es una transversalidad que no debería faltar en ninguna teología»
«Es un paso, muy pequeño, pero por lo menos ya queda en la historia de la Iglesia que en un sínodo de obispos, laicos y laicas votan»
«Siempre estamos con miedo. Siempre estamos con que no vayamos tan rápido… Se nos olvida que seguimos a Jesús de Nazaret, ¿no?, que parece que fue rápido porque si no, su vida no hubiera dado tanto fruto»
«El Papa debería activar lo de las mujeres, y eso ya sería la mitad de la Iglesia cambiando su realidad. Le diría eso y le diría que concrete las cosas»
«Para este cristianismo de base creo que Petro es una esperanza y una posibilidad de tener una narrativa distinta de nuestro país. De pensar en las víctimas, de pensar en los pobres»
Olga Consuelo Vélez Caro (Bogotá, 1959) es una reputada teóloga feminista colombiana, que pertenece a la Institución Teresiana y que mantiene, desde hace años, un blog en RD. Tiene fama de hablar claro y decir lo que piensa. Por coherencia con el Vaticano II y con el Papa Francisco. Y por seguir a Jesús, que «habló claro y que decía las cosas como son, sin adornos, sin protocolos. Creo que eso es el Evangelio».
Consuelo está convencida de que el feminismo debe ser transversal en la teología y que la presencia (con voto) de la mujer en el Sínodo es «un paso, muy pequeño, pero histórico». Eso sí, tanto en éste como en las reformas de la Iglesia en general, la teóloga pide al Papa menos miedo y más rapidez: «»Me falta un poquito de paciencia histórica para que las cosas vayan lento, y todo con prudencia y reverencia. Yo haría las cosas un poquito más ágiles».
Está esperanzada con el proceso de paz en Colombia y con las expectativas abiertas por el Gobierno de Petro. «Para este cristianismo de base creo que Petro es una esperanza y una posibilidad de tener una narrativa distinta de nuestro país. De pensar en las víctimas, de pensar en los pobres».
-Buenos días, Consuelo, y bienvenida de nuevo a Religión Digital. Tú, además, eres de las habituales, de las que tiene un blog con nosotros desde el que nos cuentas muchas cosas, y muy sabrosas, prácticamente casi todas las semanas.
-Buenos días, José Manuel. Un gusto estar aquí contigo y poderte ver, porque desde las distancias en las que vivo es una suerte ahora poder compartir contigo.
-¿Te molesta el sambenito de que eres una teóloga progresista?
-Bueno, yo no sé ni siquiera qué quiere decir progresista en este contexto de la teología. Diría que intento ser una teóloga coherente con Vaticano II y coherente, ahora, con el esfuerzo que está haciendo el Papa Francisco de volver a sacar a la luz todo este dinamismo de aggiornamento de la Iglesia.
Sí me gusta estar cuestionándome mi a mí misma. Hacerse preguntas, porque yo creo que el cristianismo es eso; una interpelación a nuestra vida: cómo poder amar más y mejor.
Entonces, yo diría que mi teología siempre está pensando cómo podemos tener este mundo mejor y cómo podemos descubrir esta experiencia de fe que sirva para el aquí y el ahora. Cómo poder estar atentos a los signos de los tiempos… Yo creo que eso es lo que hago. Ahora, es verdad que la gente siempre me dice «qué valiente con lo que dices. Cómo lo dices de claro».
Yo, sinceramente, no siento si es valiente, pero sí creo que es claro; es lo que veo, es lo que pienso, es lo que me parece que se puede explicitar. Y, bueno, me anima Jesús de Nazaret, que habló claro y que decía las cosas como son, sin adornos, sin protocolos. Creo que eso es el Evangelio. Y si a eso se le llama la teología progresista… aunque yo diría teología que quiere caminar al ritmo de los tiempos e interpretar lo que está pasando.
-Sí tiene, tu teología, un sesgo claro feminista. No sé cómo hay que entenderlo, y si eso tiene interpretaciones. ¿Cómo lo explicas tú? Tú has defendido siempre, desde hace muchos años ya, la presencia de la mujer, la igualdad de la mujer dentro de esta institución a la que, por cierto, no acaba de llegar.
-Uno de los signos de los tiempos es esta nueva realidad que las mujeres experimentamos, que ya tomamos conciencia de que no teníamos los derechos plenos ni en la sociedad ni en la Iglesia, y ahora los pedimos, los vivimos y los recordamos para que sean una realidad.
Toda teología tendría que tener como transversales estas dimensiones nuevas de los signos de los tiempos. Y la dimensión de la mujer es una transversalidad que no debería faltar en ninguna teología. Porque, ¿qué es ser feminista? Es preguntarse: ¿esto que estamos predicando, llega de igual manera a los varones y a las mujeres en la estructura patriarcal que todavía vivimos? Porque aquí no quiero hacer diferencia. Aquí, yo tengo, a veces, un pensamiento divergente con algunas que también se llaman teólogas feministas, de si las mujeres somos con unos atributos y los hombres con otros, y entonces las mujeres hacemos teología de una manera y los hombres de otra… Yo, en eso, no acabo de tener tanta distinción. Creo que todos hacemos la teología como seres humanos y con las condiciones particulares, pero eso no quita que nos hagamos la pregunta: en esta estructura patriarcal donde las mujeres hemos tenido una subordinación mayor, todo aquello que predicamos, que decimos, que organizamos, cómo debería vivirse para que se siga fomentando esta igualdad fundamental de varones y mujeres?.
-¿Pero puede la Iglesia dejar de ser patriarcal?
-Pues puede y debe. Solo que será un proceso –lo está siendo– lento. Pero avanzando. Como, por ejemplo, lo que acaba de pasar con el que el Papa haya permitido que los laicos voten en el sínodo. Es un grupito pequeño; más pequeño de mujeres, solo la mitad de los laicos. Que también las mujeres somos laicas, por supuesto, pero bueno, ahí en las cuentas que hacen.
Creo que esa apertura responde a la insistencia que estamos haciendo un día, y otro, y otro, de que la Iglesia tiene que ser mucho más testimonio. De que no hay diferencias por razón de sexo.
-Pero el tema de la voz y el voto en el sínodo ¿no te parece como una pequeña migaja? Es como decir: os vamos a callar con esta cosita que os damos, porque en el anterior no tuvisteis ni voz, ni voto. Ni los laicos, ni las mujeres. ¿Y eso qué significa, cuando se os está negando lo principal, que es el acceso al altar?, por ejemplo.
-Hoy, justamente, leía alguna encuesta que preguntaba ¿hay que agradecerle al Papa porque haya hecho este paso? Y la mayoría respondía que no hay nada que agradecer, que hay que decirle que era lo mínimo que podía hacer, y todavía falta mucho.
Mi último artículo es sobre este tema y, más o menos, decía que es un paso, muy pequeño. Por lo tanto, todo depende de cómo lo miras. Por lo menos ya queda en la historia de la Iglesia que en un sínodo de obispos, laicos y laicas votan. Pero eso no significa que nos callemos ya, o nos contentemos, o que agradezcamos: ¡ay, qué favor nos hicieron…! No. Yo creo que es decir: es un pequeño paso y faltan demasiados. Pero esto ya quedó en la historia; que no nos digan que no es posible que las mujeres participen, y los laicos varones, en pie de igualdad con los obispos en esa estructura. Tampoco esa estructura es la única, la definitiva y la más importante; es la que ahora tenemos.
¿Qué otras estructuras tendríamos que crear para que haya esta participación efectiva de todo el pueblo de Dios? Porque afirmamos desde nuestra fe que el sensus fidei, el sentido de la fe, radica en todos. Y si no estamos los laicos con posibilidad de hablar, mucho espíritu ha perdido la Iglesia.
No se trata de concesiones. La pregunta es cómo hacemos para que escuchemos plenamente al Espíritu de Dios que se manifiesta en todo el pueblo de Dios. Entonces, ¿dónde está nuestra voz, que ha estado callada hasta hoy?
-En ese artículo cabría dejar plasmado que ese pequeño paso no quedase al arbitrio del papa de turno, sino que se estableciese como algo canónico y algo jurídicamente admitido en la Iglesia. ¿No?
-Ahí viene ese círculo hermenéutico de que mientras las cosas no se formalicen, queda la buena voluntad del que está de turno. Pero no podemos perder de vista que las estructuras son para que faciliten la vida en cada momento histórico y que hay que continuarla revisando, porque cuando algo queda en la estructura, luego la estructura nos oprime porque nunca la queremos cambiar. Es dificilísimo cambiarlas.
Entonces, cómo mantener eso modo de actuar sería la vida cristiana. Esa capacidad de, continuamente, revisar qué es lo que vamos haciendo, y que se explicite en estructuras concretas para que sea algo formal. Pero sin encajonarnos en las estructuras para siempre. Sino mantener esa dinámica y esa agilidad, que sería lo propio de esa Iglesia de Jesús. Un Jesús que cuestiona la ley, que tiene que estar al servicio de las personas y no al revés. Pero, claro, si no hay un mínimo de estructura, queda al arbitrio del jefe de turno. Entonces ¿cómo mantener esa atención dinámica de la vida cristiana?
-¿Y cómo de lejos está eso? Me da la sensación de que las mujeres, en la iglesia, os contentáis con poco, porque hasta ahora no teníais prácticamente nada. Y decís, bueno, vamos dando pasos; es un proceso; poquito a poco… ¿No estamos llegando ya tarde? Que la Iglesia, como institución, a diferencia de otras muchas instituciones que ya han englobado en igualdad de condiciones a las mujeres, esté a mil años luz, ¿no os desanima?
-Hay días en que una se desanima bastante. Y más cuando escucha estas voces que nos llaman a la mesura, a la paciencia, a que no escandalicemos, que preguntan: pero por qué piden tanto… Y hay demasiadas voces en ese sentido. No solo con esto de la mujer, sino con muchos temas. Siempre estamos con miedo. Siempre estamos con que no vayamos tan rápido… Se nos olvida que seguimos a Jesús de Nazaret, ¿no?, que parece que fue rápido porque si no, su vida no hubiera dado tanto fruto.
Es lo que te dije antes: Si ahorita la postura es «gracias, Iglesia, porque nos abrió eso», entonces, esperemos al próximo siglo para que cambie la Iglesia.
Yo creo que la situación es para decir «por fin se dio, pero esto no es nada comparado con lo que debería hacer la Iglesia». Pero aquí seguimos, en el trabajo. Por eso escribo en mi blog, porque cada día parece que hay nuevas cosas en las que hay que seguir insistiendo y descubriendo, porque también hay cosas nuevas que nos van desinstalando en cada momento.
-O sea, que te queda un profundo horizonte de esperanza a pesar de las oscuridades.
-Sí, yo mantengo la esperanza porque si no, no estaría aquí. Pero es una esperanza activa. Y ahí vuelvo a la primera pregunta que tú me hacías. Yo creo que sí digo las cosas claras y que eso causa escozor en algunas personas. Creo que no les gusta, pero pienso que si no se dicen las cosas claras, no se va a avanzar nunca. Por eso yo las sigo diciendo. Creo en esto de que hay que hablar a tiempo, y a destiempo, porque cuando menos pensemos, el muro de Berlín se cae, las estructuras se derriban y los puentes se crean. Pero hay que insistir; hay que estar ahí con el ojo puesto donde toca y la palabra oportuna en cada momento, a ver si esto lo logramos cambiar.
-¿Pero tú crees que puede haber salvación en una Iglesia tan clerical, tan clericalizada, tan jerarquizada, donde reina el dinero y el poder sobre las conciencias…? A veces la miras y dices: es imposible que esta institución evolucione.
El otro día, José María Castillo estuvo presentando su libro ‘Declive de la religión y futuro del Evangelio’ y contraponía perfectamente las dos cosas: la Iglesia de la religión, con los clérigos, con el poder, con el dinero, y la Iglesia del Evangelio, al que hemos convertido en un rito que decimos cinco minutos en la misa todos los días para que la gente crea que existe. ¿Qué te parece ese análisis?
Pues que se puede hacer, porque es una manera metodológica de poner las cosas en crisis y preguntarnos para dónde vamos. Pero también podemos ver las cosas de otra manera. Yo creo que el laicado estamos creciendo cada día en nuestra conciencia de ser cristianos. Y entonces, cuando hablamos de iglesia ¿qué estamos diciendo? ¿Nos estamos refiriendo a la jerarquía, o nos estamos refiriendo también a este Espíritu Santo que reside en el laicado?
Las mujeres, la gran asignatura pendiente de la Iglesia
A veces uno no está pendiente de lo que dice el clero, de la jerarquía, sino que está viviendo su fe, su compromiso, su reflexión teológica, lo enseña, lo practica: Eso es Iglesia también. Creo que no hay que quedarse pensando que mientras no cambie el clero, no podemos hacer nosotros nada.
Por ejemplo, para el sínodo las mujeres hemos tenido diferentes redes y diferentes espacios. Ha sido muy rico el compartir, el proponer, el explicitar. Eso nos empodera como mujeres cristianas e independiente de que el clero diga, o no diga, o nos deje de decir. Nadie nos quita la conciencia eclesial que ya tenemos y los pasos que vamos haciendo; nuestra reuniones o nuestros encuentros. Eso ya es «palabra de Dios» en el sentido de que eso es hacer iglesia. Si ellos no nos quieren leer, se pierden de nuestra riqueza –digo ‘ellos’ por decir la jerarquía–. Pero nosotras seguimos produciendo y haciendo Iglesia. Ahora pretendemos que algún día nos lean y entonces puedan ir cayendo en la cuenta de que también tienen que cambiar.
-El fenómeno de la Revuelta de Mujeres en España, por ejemplo. ¿Crees que el sínodo puede ser un empujón, en ese sentido? ¿No hay demasiadas expectativas de lo que se puede conseguir, de lo que puede salir?
-No sé. Yo no estoy invitada al sínodo. No tengo esas estructuras.
-Puedes estar; no sabemos a quién va a invitar el papa.
-No. Porque lo de la lista fue restringido. Es la que le manden los episcopados, pero de la gente que ha participado en la etapa continental. O eso fue lo que entendí.
Por ejemplo, el Celam en Latinoamérica organizó las conferencias, que hubo como cinco o seis, de la etapa continental. Pero ¿quiénes participaron? Los mismos que Celam invitó porque están vinculados de alguna manera; la gente de la CLAR, la gente de la Repam… O sea, los que han estado en estos últimos años con el Sínodo de Amazonia y con la configuración actual del Celam. Ellos fueron los invitados; los que están ahí. Y de ahí es de donde va a salir la gente que venga al sínodo. Y precisamente eso es lo que se echa en falta; que a esas reuniones se invita gente clave que está en esos círculos y no se invita al pueblo de Dios, al de la calle. Lo ideal sería –son las ilusiones que una tiene– que al sínodo se hubiera invitado gente que nunca está en la Iglesia para que nos digan de qué va eso. Pero no sucede así. Se invita a gente representativa, pero que está dentro de la Iglesia. Entonces, van a decir más o menos lo mismo que ya pensamos.
Yo no sé cómo va a ser eso del sínodo. Pero no pienso que salga una cosa totalmente nueva porque la mentalidad es más o menos la que ronda por ahí. Pero la esperanza es que se va creando historia. Lo que te decía antes: por lo menos en un sínodo, la mujeres van a votar. Poquitas, pero van a votar. Qué van a votar no sabemos. Ahí está el problema
-Pero al menos, eso será ya irreversible.
-De hecho, yo ya voy a poderlo decir: si ya votaron una vez ¿por qué no se sigue votando y por qué no se amplía el círculo de los que pueden votar?
-¿Qué reforma le pedirías al papa, si tuvieses ocasión de hablar con él. Lo que debería activar de forma más urgente.
-Pues yo creo que lo de las mujeres debería activarlo, y eso ya sería la mitad de la Iglesia cambiando su realidad. Le diría eso y le diría que concrete las cosas.
Yo le tengo miedo a que las cosas queden plasmadas en las estructuras, como dije antes, porque luego las estructuras a veces nos oprimen. Pero si no se plasman, tampoco se hacen. Entonces, la reforma de la Curia duró no sé cuántos años hasta que se sacó el documento. Que eso se vaya haciendo real en estos dicasterios, yo no sé, porque creo que hay que esperar a que cumplan el tiempo y tal.
Yo aceleraría las cosas. Pondría todo más rápido. Claro que sabemos todos los retrocesos. Ayer leí que el prefecto del dicasterio Evangelización, creo, lo primero que ha expresado es ir en contra del sínodo de Alemania, o decir, eso hay que meterlo en vereda.
-El prefecto de obispos, que es latinoamericano, además. De Perú.
-Yo estaba pensando en un africano, pero no sé. Leí la noticia muy rápido y por eso no tengo la precisión.
-Creo que fue Prevost.
-En cualquier caso, agilizar. Me falta un poquito de paciencia histórica para que las cosas vayan lento, y todo con prudencia y reverencia. Entonces, yo haría las cosas un poquito más ágiles.
-Y eso que dicen de que si se va muy rápido, el pueblo de Dios no seguiría. Y que hay que ir con ese proceso lento para que se asuma por parte de todos… ¿Cómo ves, en este momento, que asumiría lo de la mujer el santo pueblo de Dios, como dice el papa?
-Pues ése es el misterio de la realidad humana; que es verdad que muchos de los que se oponen a los cambios, a todo nivel, son justamente los que están afectados por la realidad. Y no quieren que se cambie y no la ven. Eso es verdad, mucha gente entraría en crisis, sin lugar a dudas. Pero hay que ver cómo hacemos esa tensión dialéctica.
Es lo que siempre está en juego. O sea, intentar estirar todo lo que se pueda saber que se va a cortar. Es que esa es la cruz de Cristo. ¿O no? Jesús, en un momento dado, mantiene la fidelidad a lo que él ve y por eso se gana la cruz. Y nosotros seguimos aún crucificados. Pero ahora nos hemos vuelto tan prudentes y vamos tan despacio que la cruz de Cristo no sé si la vamos a vivir.
No sé. Veo que la Iglesia está llena de prudencia, de parsimonia, llena de lentitud. No me refiero solo a la jerarquía, también a los grupos de Iglesia, las parroquias…Y es verdad que cuando intentan mover algo, hay crisis… Pues yo creo que hay que afrontar la crisis.
-Acabas de estar en un congreso de mariología en Valencia. ¿Cómo percibiste, un poco al menos, la realidad de la Iglesia española, de la Iglesia de Valencia?
-Es muy poco tiempo para tener un criterio. Yo creo que el hecho de hacer el Congreso y de que hubiera un panel sobre diferentes confesiones religiosas fue muy interesante, porque acerca hablar de la figura de María desde las otras tradiciones, que siempre ha sido una piedra de tropiezo. Eso fue positivo, por ejemplo. Y el esfuerzo de hacer un congreso teológico ante un evento de, me parece a mí, aunque hablo sin mucho conocimiento, más religiosidad popular, como es la Virgen de los Desamparados. Creo que esos son pasos adelante.
Ahora, yo siento que, de todas maneras, nuestra Iglesia jerárquica es formal y creo que en España son más formales. He participado de algunos congresos y ya desde el saludo, desde la manera que se sitúan, lo veo tan formal… De hecho, una vez vine a un congreso, ya hace mucho tiempo, y la mitad de las personas me dijeron ‘que maravilla lo que dijiste, que valiente…’, todo esto. Y otras personas quedaron escandalizadas de que yo no hubiera sido formal. De no haber leído pacíficamente y de hablar así, espontáneo. En el Congreso parece que se tiene que leer y, además, que no te tienes que salir de lo que ya sabemos.
En este congreso de Valencia yo pregunté, en algún momento: «si en un congreso no planteamos cosas para pensar, ¿para qué hacemos un congreso? ¿Para repetir las clases de teología, que ya las conocemos, y los libros clásicos? Pues para eso no me parece que sea un congreso. Para eso, pues le damos el libro y ya».
Yo creo que un congreso es para levantar preguntas, para hacer debate, para dejar cuestionamientos. No quiere decir que todo el mundo piense igual, pero por lo menos levantar preguntas.
Entonces, ¿qué valoro de ese congreso? Se pudieron levantar algunas preguntas pero, por otro lado, hubo también una parte, de la teología clásica, que se repitió sin más preguntas. Aún así, como esfuerzo es válido. Ahora, a mí no me da eso para saber cómo está la Iglesia española. Se sale de mis manos y sería osado decir algo.
-Háblame de la Iglesia colombiana, que conoces mejor. ¿Cómo está en estos momentos, después de una etapa de involución clara en los anteriores pontificados? ¿Va caminando, se va incorporando a este proceso de reformas abierto en Roma, o todavía le pilla lejos?
-Yo creo que está haciendo esfuerzos por caminar un poquito más y, tal vez, lo que ayuda a la iglesia colombiana es que la realidad de nuestro país, la realidad sociopolítica, ha confrontado a una parte del episcopado con esta urgencia de construir la paz. Con esta urgencia de apoyar a las víctimas. Últimamente, he escuchado del episcopado una postura mucho más comprometida con la gente, mucho más de defensa del pueblo. Y creo que eso quita ese aire de clericalismo, por decir así. Quita ese ritualismo y permite que se empiece a ver una cara de la Iglesia más más encarnada en la realidad. A mí eso me da esperanza de la Iglesia colombiana, pero no quita que, de todas maneras, la estructura ¿quién la quita tan fácilmente?
-Con Petro, ¿cómo se están llevando los obispos? Un Gobierno de izquierdas que lucha por la paz, que quiere conseguir la paz total. Ahí ¿hay una ayuda de la iglesia, o simplemente porque es de izquierdas le ponemos trabas?
-Sinceramente, no puedo responder con el conocimiento de causa. Pero, lógicamente, en las cositas que yo he escuchado por ahí, hay recelos. Que si se le puede criticar, ‘Petro no llega nunca a tiempo’. Cosa que es verdad; no sé por qué tiene problemas con el reloj. O sea, a la iglesia le cuesta dar este cambio porque nunca ha sido de esta línea, le ocurre como a mucha gente en Colombia: aceptar que es posible.
Petro es un hombre que lleva más de 30 años en el Senado. Es un político serio. No alguien que acaba de aparecer. Pero aceptar que podamos incluir de nuevo en nuestra sociedad a voces que piensan diferente… eso es un proceso muy difícil. Y la Iglesia oficial y los católicos más oficiales –yo no sé cómo llamarles–, o sea, los de grupos más formados , están descolocados. Esto ha descolocado el cristianismo de siempre.
Pero, claro, como también tenemos un cristianismo más de base, más latinoamericano, pues para este cristianismo creo que Petro es una esperanza y una posibilidad de tener una narrativa distinta de nuestro país. De pensar en las víctimas, de pensar en los pobres, etcétera.
Yo creo que hay prudencia, que no se están oponiendo, ni mucho menos, pero que por allá en el interior, pues para muchos obispos esto es un sapo que hay que tragarse. Y alguno no necesariamente lo hace y critica explícitamente. Pero yo no puedo hablar en nombre de la Iglesia colombiana porque no estoy metida, no soy amiga de los obispos como para saber qué es lo que hablan y piensan cada día. Colaboro en alguna cosa, pero…
-¿Tú crees que es posible que, de una vez por todas, consigáis la paz en Colombia?
-A ver, conseguir la paz de una vez, en ninguna parte se consigue en el sentido de que mientras haya gente, personas, siempre estaremos en esa atención hacia conseguir la paz. Creo que el esfuerzo que se está haciendo vale la pena y que es el camino posible. Y si no nos vamos por este camino, entonces vamos a seguir condenados a la guerra, que es lo que mucha gente quiere. Y mucha gente de iglesia. Pero llevamos 50 años de esa táctica y no funciona.
Colombia
Creo que apostarle al diálogo, apostarle a la concertación, apostarle a intentar hacer todos estos procesos, con tantos actores diferentes que tenemos que desestabilizan la tranquilidad del país, es un esfuerzo gigantesco, pero yo creo que hay que apoyarlo y que hay que seguir haciéndolo. ¿Tendremos fracasos? Sí. ¿Tendremos retrocesos? Sí. Pero tendremos avances; el acuerdo de paz firmado con la FARC para mí fue un avance, porque se logró hacer el acuerdo con un grupo. Que hay disidencias de ese grupo, pues claro, porque ¿quién se mantiene incólume todo el tiempo?
Entonces, para mí sí es esperanza hablar de la paz total y los esfuerzos que se hacen. El comisionado actual de la paz fue colega mío de Teología cuando éramos jóvenes y lo he visto toda la vida comprometido con estas causas. Y no digo que no cometerá errores, pero sí que su esfuerzo de construir este nuevo momento para Colombia está ahí.
-El papa sigue ahí, ayudando en ese proceso de paz, ¿verdad?
-Yo creo que el papa siempre, y en la visita que le hicieron los obispos, que fueron en dos grupos, les dijo, con todas las letras, apoyen la paz, por favor. No sé cómo lo dijo, pero el mensaje que ellos sí se trajeron es que el papa sigue apoyando todo proceso que haya de paz, y que la realidad de Colombia tiene esperanza, pero necesita el apoyo de todo el mundo. Solo faltaría que de los cristianos no.
Pienso que el papa sí sigue en esa línea, falta que se le escuche, porque luego ya llegamos a la realidad y las mentalidades no se cambian tan fácil. Cuando unas personas siempre han visto el mundo como un enfrentamiento entre guerrilla, entre los buenos y los malos, es muy difícil salir a construir horizontes de diálogo. Pero yo creo que también los logros que tenemos nos invitan, más cuando uno de verdad ve desde su fe, y hay que seguir apostando por un mundo y un país donde los pobres tengan prioridad, donde la paz sea una tarea. No que se consiga definitivamente, pero si es una tarea que la podemos ir haciendo.
Y yo creo que hay esperanza. Lo que pasa es que todo depende donde oyes tú las cosas. Uno oye las noticias en un lado y de verdad que el corazón se enciende con esperanza y con los logros que se hacen. Pero pones algunas noticias oficiales o escuchas algunas personas de alguna línea que siempre ha ido en contra de estos movimientos populares y sociales, pues entonces uno dice, no, Colombia ya está a punto de volverse a meter en la guerra y de fracasar como nación. Toca dejarse llenar de esperanzas.
-Toca remar y ojalá que que lo consigáis. Muchísimas gracias, Consuelo.
La Trinidad es una aclaración de la frase del Nuevo Testamento: Dios es Amor. Quiere decir que el Fundamento y Razón Última de todo no es una especie de Soledad Absoluta sino un misterio de Comunicación infinita y Amor infinito.
Ser persona humana no es ser mero individuo sino ser individuo comunitario. La Trinidad es así lo más opuesto a la cosmovisión capitalista: la libertad capitalista es la negación del amor
Por | José Ignacio González Faus
Con permiso del señor Kant, que lo consideraba una irracionalidad, sostengo que, aunque no fuera verdad lo de la Trinidad, la intuición de una unidad ternaria como clave última del ser, es de lo más genial que ha aparecido en la historia humana. Veamos.
La Trinidad es una aclaración de la frase del Nuevo Testamento: Dios es Amor. Quiere decir que el Fundamento y Razón Última de todo no es una especie de Soledad Absoluta sino un misterio de Comunicación infinita y Amor infinito.
Ricardo de san Víctor explica que si Dios es Amor, el amor necesita alguien igual a Él que sea digno de ese amor y por quien pueda ser amado de manera digna de Él (amor no es lo mismo que misericordia: esta nace de él, pero se dirige a alguien inferior e indigno de ese amor). Además: cuando dos iguales se aman, reclaman algo exterior a ellos y común a ambos que los une de manera todavía más intensa (en la experiencia humana, el hijo puede ser atisbo de eso; como también aquella definición de que el amor no consiste en estar mirándose uno al otro, sino en mirar ambos juntos hacia una meta exterior)
He ahí lo que en nuestro pobre lenguaje llamamos “Palabra” de Dios y “Espíritu” de Dios. De ahí puede brotar otra analogía no comunitaria sino individual; y nos muestra que la mayor unidad es la que encierra algo de pluralidad: vida y amor son las dimensiones últimas de nuestro ser. Pero una vida en plenitud implica la conciencia de que se vive y la alegría derivada de ese vivir. También el amor pleno supone la conciencia de que se ama y el gozo de esa conciencia del amor. Ese gozo une inseparablemente nuestro amor y nuestra conciencia de amar.
Esa experiencia humana es tan cierta que ha podido surgir fuera del cristianismo. El hinduismo (que algunos califican como la religión más monista) acuñó la expresión “Sat-Cit-Ananda” (ser, conciencia de ser y alegría de ser). Otra vez el atisbo de que la mayor unidad no es una especie de identidad vacía, sino que incluye algo de pluralidad.
Así se comprende que los grandes místicos cristianos hayan sido siempre profundamente trinitarios incluso en épocas en que la teología había reducido el misterio de la Trinidad a una especie matemáticas irracionales. Además, eso nos obliga a rehacer la visión del ser humano de nuestra modernidad, que incurrió en el error de un individualismo craso y deforme: ser persona humana no es ser mero individuo sino ser individuo comunitario. La Trinidad es así lo más opuesto a la cosmovisión capitalista: la libertad capitalista es la negación del amor. Marx intuyó algo de eso cuando (¡antes de meterse en economía!) definió al hombre como “ser genérico”, pero no supo integrar al individuo en ese ser genérico. Y lo comunitario se convirtió para Marx en una libertad solo nominal.
Si las cosas son así, el anuncio de la Trinidad es una excelente noticia para nosotros: el Fundamento y Razón última de todo es un Amor infinito que nos sitúa en un marco de esperanza y de optimismo, más radical que todas las experiencia negativas de nuestras vidas, hijas de nuestra limitación y de que, como decía Jesús, el camino que conduce hasta allí es “senda estrecha” y no autopista cómoda.
Todo eso supera nuestra razón. Pero con cierta ironía, quisiera decir que la misMa razón nos muestra su propia superación, precisamente en el campo que parecería el más racional: las matemáticas. Buscad la raíz cuadrada de dos: es un número inexistente, irracional. El mayor acceso a él se obtiene dividiendo la hipotenusa de un triángulo por uno de los catetos pero, aun así, si elevas al cuadrado el resultado de esa división, tampoco dará exactamente dos. No obstante, ese número inexistente funciona en cálculos prácticos y permite resolver algunos problemas técnicos: como si la razón nos dijera que hay algo que se escapa a ella pero no es necesariamente falso porque puede funcionar bien (como ya intuyera el matemático Pascal).
Lo que sí puede brotar de ahí es el aviso y comprensión de hasta qué punto nosotros podemos falsificar a Dios. Lo veremos otro domingo.
Sinodalidad, solidaridad y esperanza, modo de avanzar de Cáritas Latinoamericana y del Caribe
XX Congreso Latinoamericano y del Caribe de Cáritas
“La comunión constituye la esencia de Dios y del ser humano creado a su imagen y semejanza»
“La solidaridad es un valor fundamental de nuestra identidad”
Dar respuestas a los desafíos desde su conciencia e identidad como Pueblo de Dios, que hunde sus raíces en la comunión y unidad trinitaria, y se mueve con la fuerza sinodal, concretada en la Asamblea Eclesial, privilegiando la opción por los pobres y excluidos, y una mayor participación de los jóvenes y de las mujeres en espacios de decisión
Sinodalidad, solidaridad y esperanza pueden ser consideradas las líneas marco sobre las cuales Cáritas Latinoamericana y del Caribe quiere seguir construyendo caminos de futuro en su tentativa de ser expresión de una Iglesia samaritana en el continente. Una propuesta que está siendo construida en su XX Congreso, que está siendo realizado en Puerto Rico de 1 a 4 de junio de 2023, con la participación presencial de 150 personas de 22 países, a quienes se unen participantes en modo virtual.
Sinodalidad
Con relación a la sinodalidad, Ricardo Calle, secretario del Fondo Populorum Progressio del Celam, abordó esa cuestión desde la perspectiva de caminar juntos a la escucha del Espíritu Santo y de los pobres, una actitud que se inspira en lo que era vivido por las primeras comunidades cristianas. Una perspectiva que también aparece en Lumen Gentium, que afirma que “la comunión constituye la esencia de Dios y del ser humano creado a su imagen y semejanza; es su vocación”.
Desde ahí afirmó que la sinodalidad es “un modo concreto de vivir la comunión eclesial”, insistiendo en el llamado del Papa Francisco a vivirla, para desde una escucha sinodal permanente discernir un “nuevo modelo eclesial”. Escuchar el sensus fidei, escuchar “a un pueblo, en un lugar y en un tiempo”. Todo eso lo ha llevado a la realidad de Cáritas, a quien ha invitado a dar un paso a una auténtica acción sinodal de todo lo que hace en favor del Pueblo de Dios, desde la articulación, en un proceso articulado, progresivo, lento y global, que toma en cuenta a todos.
Solidaridad
La solidaridad nos desafía a vivir con y como Jesús la fraternidad en las periferias, según José García, secretario ejecutivo de Cáritas Ecuador. Desde ahí preguntarse: ¿Dónde está tu hermano?, mirar la realidad, lo que nos hace “caer en la cuenta de que el plan original de Dios para la Humanidad está roto”, afirmó. Eso se traduce en una sociedad con grandes distancias, fruto de la inequidad presente en América Latina, el continente más desigual.
La solidaridad en Jesús tiene su primer paso en el proceso de encarnación y desde ahí afirmó, en relación con Cáritas, que “la solidaridad es un valor fundamental de nuestra identidad”. En esa perspectiva, insistió en que la palabra que clarifica y le da todo el sentido y sus contenidos es solidaridad compasiva, que definió como “una experiencia que transforma y moviliza todo nuestro ser”. Para ello propuso asumir algunas actitudes que se derivan de la parábola del Buen Samaritano. Se trata de descubrir que “¡los otros son constitutivos de nuestra propia identidad! Son los otros quienes nos enseñaron a hablar, a imaginar, a amar y a soñar”.
Esperanza
En un momento eclesial en América Latina y el Caribe “de gran movimiento hacia coordenadas pastorales y de servicio humanitario de gran proporción”, Mons. José Luis Azuaje reflexionó sobre la esperanza. Para hacerla realidad insistió en “ser muy conscientes de la responsabilidad que tenemos cada discípulo misionero como seguidores de Jesús ante su Pueblo, ante los pobres, ante la historia”. En un continente que tras el Vaticano II “ha soñado siempre con mejores tiempos”, ha destacado el sueño misionero que el Papa Francisco presenta en Evangelii Gaudium, “un sueño profundo, de largo alcance, comprometedor”.
Afirmando que el Papa invita a tener “un sueño grande y un sueño capaz de cobijar a todos”, hizo ver que “en nuestra América Latina y El Caribe, podemos soñar con nuevos tiempos si somos capaces de superar el inmovilismo y la reactividad con la que solemos hacer las cosas, para proponer novedades, nuevas metodologías y actitudes”, viendo necesario “profundizar el sentido eclesiológico presente en nuestra Iglesia, pero siempre desde la centralidad en Jesucristo y su Reino”.
Una Iglesia Pueblo de Dios, en salida, que en las Cáritas del continente ha dado pasos para ser Iglesia sinodal, que trabaja en redes, escucha, se deja guiar por los sueños del Papa Francisco en Querida Amazonía: social, cultural, ecológico, eclesial. Desde ahí dar respuestas a los desafíos desde su conciencia e identidad como Pueblo de Dios, que hunde sus raíces en la comunión y unidad trinitaria, y se mueve con la fuerza sinodal, concretada en la Asamblea Eclesial, privilegiando la opción por los pobres y excluidos, y una mayor participación de los jóvenes y de las mujeres en espacios de decisión.
Hemos sido hechos a imagen y semejanza del Dios Uno y Trino. Lo uno y lo múltiple son constitutivos de nuestra naturaleza creada. Somos uno y muchos… como Dios.
La imagen del poliedro usada por el papa Francisco es de una estética excepcional para ilustrarlo: la unidad en la diversidad. De este modo la unidad no uniformiza y se construye con una diversidad que no es la guerra con el otro, sino su complemento dialogal.
Distinción en comunión sin confusión. Dios no ha “repetido” ni un ser humano al crearnos, sin embargo, nos ha hecho para la unidad, la complementación de dones y talentos, todos hacemos falta en su Plan.
La soledad se ha convertido en la patología del siglo XXI. Daña nuestra salud, nuestro futuro, nuestra felicidad y amenaza la democracia. Nunca hasta ahora ha sido tan generalizada.
El Pueblo humilde y trabajador es imagen de la Trinidad: personas y unidad. Diferencias e identidad en comunión, con mucho que compartir. Hay que hacerse pueblo, convertirse de la vanidad de los elitismos de este mundo. Jesús conectaba con el pueblo, por eso lo seguían. Captaba su esencia porque los amaba con misericordia
El Pueblo de Dios, misteriosamente encarnado en los pueblos del mundo, es ese sacramento, ese puente elegido por Dios, que rescata a todos, empezando por “los no-pueblo”, los nadies, los indeseables, los solos, los descartados que sobran de cualquiera de las configuraciones sociales de este mundo. Ser pueblo es la victoria sobre la soledad de la exclusión.
Trinidad
“La Trinidad nos enseña que no se puede estar nunca sin el otro. No somos islas, estamos en el mundo para vivir a imagen de Dios: abiertos, necesitados de los demás y necesitados de ayudar a los demás” (Papa Francisco 12/6/22)
Dios es amor (1 Jn 4) y el amor es expansivo, comunica el bien, todo lo perdona, todo lo espera (1 Cor 13). La creación es obra de amor, la redención y consumación también. No hay casualidad, sino causalidad de un Ser cuyo Amor ni nos imaginamos, a lo sumo intuimos “lo que no es”. La antífona “Ubi caritas et amor, Deus ibi est” (Donde hay caridad y amor, allí está Dios) del siglo VIII expresa no tanto “quien” es Dios, sino dónde podemos encontrarlo. No se refiere a la formalidad de una institución religiosa, que debería ser siempre instrumento de ello, sino a un amor comprensivo y misericordioso como el de Jesús, el Dios hecho carne. Desde su Encarnación, este amor sigue misteriosamente presente en el mundo, aún en quienes menos lo esperamos.
Hemos sido hechos a imagen y semejanza del Dios Uno y Trino. Lo uno y lo múltiple son constitutivos de nuestra naturaleza creada. Somos uno y muchos, como Dios.
En Dios, la identidad de cada una de las personas se da en torno a la relación con las demás. También los humanos reproducimos su imagen llegando a ser plenamente personas en la medida en que nos relacionamos con Dios, con los demás y con la naturaleza, generando ese entramado llamado “cultura” por el documento del CELAM de Puebla.
La falta de relación con alguno de estos “otros”, perturba el orden de amor (“ordo amoris” de San Agustín) por el que fuimos creados para vivir en paz. Esta paz nunca puede ser solo individual, si a la vez no es religiosa, social y ecológica. Vivir en paz es cultivar estas dimensiones para nutrir y nutrirse del bien común, savia compartida del árbol social y cósmico. Cosmos es el universo, “versus ad unum”, la totalidad de todas las cosas en relación al Uno, una composición que no es confusión.
La diversidad viene en auxilio de nuestra identidad y ésta hace posible a la vez el intercambio real con los diversos. La imagen del poliedro usada por el papa Francisco es de una estética excepcional para ilustrarlo: la unidad en la diversidad. De este modo la unidad no uniformiza y se construye con una diversidad que no es la guerra con el otro, sino su complemento dialogal. Distinción en comunión sin confusión. Dios no ha “repetido” ni un ser humano al crearnos, sin embargo, nos ha hecho para la unidad, la complementación de dones y talentos, todos hacemos falta en su Plan.
La santísima Trinidad, “arquitectura” del amor de Dios, es el modelo de armonía entre la persona y la sociedad, entre lo diverso y la unidad, el ying yang de la existencia. Es una nueva realidad frente al enfrentamiento entre individualismo y colectivismo.
Soledad
La relación con uno mismo, sobre la cual insisten las corrientes intimistas del pensamiento actual, es mentira sin relación real con los otros de hoy y de la historia. Tales visiones evasivas son cómplices de un mundo homogenizado por el paradigma tecnocrático donde no hay responsabilidad hacia los otros, ni sociedad ni estado sino solo mercado e individuos consumidores.
Son pseudo-espiritualidades yoístas que escapan a todo compromiso social, a todo planteo acerca de las injusticias que puedan sufrir otros. Son espiritualidades compatibles con beneficencias que no benefician, con volunturismos para la foto, que solo exaltan la vanidad, con redes “sociales” donde el otro es solo avatar sin encuentro humano, con el greenwashing marketing para redoblar la expoliación del planeta, con la cultura woke que cancela al distinto en nombre de un derecho real-aparente vulnerado, con las economías colaborativas que no colaboran sino que uberizan y pauperizan, donde el dinero circula sólo en una dirección, donde se usa al otro sin historias de compromiso que dan significado a la vida, etc.
La pandemia de la soledad es otro síntoma de este proyecto ilustrado de mercado. No la soledad que es reservorio de comunión, sino la que es consecuencia de un mundo que no quiere que lo molesten, que descarta de modo serial al prójimo. Son ridículas, aunque rentables, las artificiales soluciones del mercado como aquella en la cual se alquilan “amigos” por horas o se vive huyendo turísticamente hacia ninguna parte (Noreena Hertz, El siglo de la soledad)
La soledad se ha convertido en la patología del siglo XXI. Daña nuestra salud, nuestro futuro, nuestra felicidad y amenaza la democracia. Nunca hasta ahora ha sido tan generalizada.
El avance tecnológico es usado como herramienta de finanzas sin techo ético, culpable del desmantelamiento de las instituciones cívicas, la pauperización del trabajo, la acumulación estratosférica en paraísos fiscales, las migraciones masivas en busca de supervivencia, la sacralización de la propiedad privada de unos pocos y décadas de políticas neoliberales que fomentan el interés propio por encima del bien colectivo, la abolición del estado de bienestar, como si lo que somos y tenemos no lo debiéramos en gran parte a la sociedad y a la historia. Es el triunfo de una falsa meritocracia, la que no reconoce el aporte de los demás ni el destino ético del bien común.
La soledad mata no solo en sentido metafórico, sino que aumenta todos los parámetros de la enfermedad y la muerte como lo acreditan actualmente todos los estudios médicos. «Si te sientes solo cuando estás solo, estás en mala compañía» (Sartre), te conviertes en tu propio enemigo y la vida no merece gustarse. Es la crisis noógena (el sin-sentido de la vida) enunciada por Victor Frankl.
Las falsas soluciones a la soledad extrema y doliente se multiplican sistémicamente: desde «alquilar a un amigo» en Manhattan hasta residentes de un asilo de ancianos tejiendo gorros para sus cuidadores robot en Japón o que miles de ancianos allí cometan pequeños delitos para ir a la cárcel y estar un poco más acompañados. En Madrid, un cuarto de la población vive sola. Cada día desaparecen pueblos solitarios en España. En Inglaterra se ha creado un ministerio de la soledad. Un estilo de vida que produce un cuarto de la humanidad de muertos de hambre, también produce soledad mortífera en el occidente opulento. Mucho más que “daños colaterales” como quieren minimizar los adalides del sistema.
El paradigma tecnocrático denunciado por el Papa Francisco en Laudato Si, es la visión que produce estas consecuencias. Tal ideología es transversal a todos los partidos políticos, constituye un “paradigma” en el sentido de Thomas Kuhn: un sistema de creencias, principios, valores y premisas que determinan la visión que una determinada comunidad tiene de la realidad. El cristianismo vivido y pensado a lo largo de dos mil años junto con la Doctrina Social de la Iglesia, propone un camino distinto, que incluya solidariamente a todos junto con sus diferencias. Cristianismo es que todos ganemos.
Pueblo
En la Santísima Trinidad podemos encontrar el modelo de la humanidad que valora al mismo tiempo e interdependientemente a la persona y la comunidad. Es la inspiración para la construcción de un mundo más justo, solidario, que no deje a nadie solo, que cada día expanda más el amor, para que el progreso no sea solo tecnológico y propiedad de pocos sino al servicio de todos. El crecimiento no puede ser fruto de la competencia entre las personas sino de su colaboración en la formación de un Pueblo, un bien común del que todas las generaciones puedan nutrirse y nadie sea abandonado.
El Pueblo humilde y trabajador es imagen de la Trinidad: personas y unidad. Diferencias e identidad en comunión, con mucho que compartir. Hay que hacerse pueblo, convertirse de la vanidad de los elitismos de este mundo. Jesús conectaba con el pueblo, por eso lo seguían. Captaba su esencia porque los amaba con misericordia. “Entendía” porque venía del Pueblo, no de las elites gobernantes o intelectuales, cuyos sesgos de poder les hacen ver la realidad desde su situación privilegiada. Hay que hacerse pueblo para entender. “Volar bajito”. Su vida de migrante, pobre y trabajador, nos muestra que el nexo con Dios pasa por el pueblo, la gente sencilla que en cada época rescata lo esencial de la vida y la reproduce en sus familias, trabajos y sufrimientos. Su Madre en el Magnificat lo exclama: “el Señor derriba a los poderosos de sus tronos y enaltece a los humildes…auxilia al Israel de los anawines (pobres) misericordeados por Dios”.
Sacramento es que lo invisible de la Vida de Dios se comunica visiblemente. Que la Trascendencia inaccesible baja por amor a la creatura y que ésta lo percibe, siente su Presencia en lo que ve y toca. El Pueblo de Dios, misteriosamente encarnado en los pueblos del mundo, es ese sacramento, ese puente elegido por Dios, que rescata a todos, empezando por “los no-pueblo”, los nadies, los indeseables, los solos, los descartados que sobran de cualquiera de las configuraciones sociales de este mundo. Ser pueblo es la victoria sobre la soledad de la exclusión y que la fiesta celestial comience en las periferias. Es concretar la vocación trinitaria impresa en nuestra naturaleza.
“vosotros en otro tiempo no erais pueblo, pero ahora sois el pueblo de Dios; no habíais recibido misericordia, pero ahora habéis recibido misericordia” (1 Pd 2)
Gabriel Mestre: “Entre Eucaristía y Palabra hay una correspondencia total y absoluta”
El presidente de la Comisión de Catequesis, Animación y Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina pide que “no nos quedemos con la palabrita sinodalidad, sino que la escucha, el diálogo y el discernimiento sean parte de la experiencia cotidiana”
En camino a Pentecostés y con motivo de la realización de la 10ª Asamblea de la Federación Bíblica Católica (FEBIC) realizada en Mar del Plata, Vida Nueva entrevistó a Gabriel Antonio Mestre, obispo de esta diócesis y presidente de la Comisión de Catequesis, Animación y Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina. En la oportunidad, los y las referentes de la FEBIC, representaron a 90 países.
El obispo Mestre egresó del Seminario Mayor San José de La Plata con los títulos de profesor en Filosofía, de Teología y Ciencias de la Educación y de la Religión. Cursó la Licenciatura en Teología con especialización en Sagradas Escrituras en la Pontificia Universidad Católica de Buenos Aires. Fue miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores de la diócesis de Mar del Plata, vicerrector y profesor de la Escuela Universitaria de Teología de la misma ciudad.
Fue miembro del equipo de apoyo del CEBITEPAL (Centro Bíblico Teológico Pastoral para América Latina y el Caribe). A su vez, a lo largo de su vida pastoral, escribió numerosos escritos vinculados especialmente a las Sagradas Escrituras. En julio de 2017, el Papa Francisco lo nombró titular de Mar del Plata, siendo el primer marplatense en ocupar tal cargo.
PREGUNTA.- ¿Cuál fue el diagnóstico de la 10ª Asamblea de la Federación Bíblica Católica, respecto de la relación de los creyentes con la Palabra en el momento actual?
RESPUESTA.- En el momento actual, vemos que se ha crecido mucho, gracias al paradigma de la Animación Bíblica de la Pastoral, pero falta crecer mucho más, para ver como realmente la Escritura es el alma de toda espiritualidad y de toda pastoral cristiana católica y, cristiana también en perspectiva ecuménica.
Las experiencias son diversas en los países, en las regiones del mundo. Lo vimos a la luz, justamente, del contacto con las distintas comunidades del mundo en estos más de 90 países que estuvieron presentes en la Asamblea de la FEBIC en la ciudad de Mar del Plata. Damos gracias por los pasos dados, pero hay temas que todavía hay que seguir madurando y creciendo.
Palabras clave
P.- En la homilía de inicio de esta Asamblea, Ud. propuso tres puntos para orar y meditar sintetizados en tres palabras: Cerradas, Paz, Creyendo. ¿A qué refería cada una de ellas?
R.- En esta homilía de la apertura de la Asamblea Plenaria, asumí el desafío este de lo que tenemos que ser, como nos pide el Papa Francisco: una Iglesia de puertas abiertas. Y por eso, salir de la cerrazón, ya que el texto bíblico de ese domingo, reflejaba la comunidad primitiva por el temor.
Entonces está realmente de puertas abiertas, asumiendo el tema de la paz como un valor esencial a la luz del saludo que Jesús, justamente le da a la primitiva comunidad, que no es un simple saludo, sino que es el don mesiánico de la Paz que se hace presente.
Y por último, el desafío de ser hombres y mujeres de fe, a la luz de la actitud de Tomás, en la segunda parte del relato. Primero desafiante, duro, alejado de la comunidad… “si no meto el dedo, si no meto la mano no voy a creer”, y después con esta actitud tan importante de fe.
P.- La relación de los creyentes entre Palabra de Dios y Eucaristía, ¿está en pie de igualdad?
R.- La relación entre Palabra y Eucaristía es absolutamente íntima. Más que igualdad, yo diría es de correspondencia. No se entiende la Palabra sin la Eucaristía y no se entiende la Eucaristía sin la Palabra. Creo que la dicotomía que se ha planteado en algún momento –y que por ahí puede ser que aún quede en algún rincón de tinte ideológico, sea del signo que sea–, no refleja lo más auténtico de la tradición cristiana católica. Así que, entre Palabra y Eucaristía, Eucaristía y Palabra hay una correspondencia total y absoluta que la Fe de la Iglesia católica ha mantenido siempre a pesar de que en la praxis concreta a veces ha habido algunas diferencias y dificultades. Así que, evidentemente, este también es un tema en el que hay que seguir trabajando.
Tiempo de Palabra
P.- Como presidente de la Comisión de Catequesis, Animación y Pastoral Bíblica de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), ¿cuáles son los signos de los tiempos que están viendo en torno a la relación con la Palabra y la construcción del Reino?
R.- En la Argentina, en mi tarea como referente de ABP tanto en el período anterior como presidente de toda la Comisión, veo que hay un trabajo muy fuerte de laicas y laicos que en clave de animadores bíblicos, animadores catequistas, servidores de la palabra y verdaderos catequistas, en todos los ámbitos de la vida, buscan claramente construir el Reino en la experiencia cotidiana.
Prueba de fuego fue la pandemia, que en los momento de mayor cerrazón, fueron los animadores de la Palabra, los catequistas varones y mujeres que mantuvieron la fe de los pequeños grupos en los formatos que se podían se llevaron adelante. Creo que esto sigue presente en los entornos más desfavorecidos de mayores dificultades y creo que es un signo de los tiempos que tenemos que aprovechar y llevar adelante.
P.- Dentro del trabajo propio de la Comisión que preside ¿cuáles son las iniciativas de la Asamblea que se pueden trabajar aquí?
R.- Con respecto a los desafíos y con lo que tiene que ver con el trabajo referido a la ABP, el equipo trabaja muy bien, con Verónica Talamé como coordinadora del equipo. Es un equipo de laicos y laicas consagrados, ministros ordenados y dos obispos que asesoran: Damián Nannini, obispo de San Miguel y Roberto Pío Álvarez, auxiliar de Comodoro Rivadavia, que llevan adelante una tarea muy interesante.
Acaba de salir el subsidio sobre el libro de los Hechos de los Apóstoles, tiene presencia mediática en impresiones y de manera digital. Y hay un trabajo fuerte en las regiones pastorales, lo que es un lindo signo que hay que destacar de esta etapa del trabajo de nuestro Departamento de Animación Bíblica de la Pastoral de nuestra Conferencia Episcopal.
La Palabra entre la juventud
P.- Una reflexión sobre los y las jóvenes y la Palabra de Dios. ¿Cómo viven ellos su relación con la Palabra viva?
R.- El tema de los jóvenes es un gran desafío. Creo que lo primero que tenemos que hacer en el ámbito de la pastoral Bíblica, la pastoral Catequística, es escucharlos. Escucharlos en un sentido profundo del término, decodificando su formato comunicacional y vivencial –que es distinto al que tenemos en otras generaciones– nos está diciendo hoy.
Creo que, si tenemos esa actitud, entonces vamos a ser capaces de compartir con ellos, de ayudarlos eventualmente, de formar lo que tengamos que formar, para que descubran un sentido profundo de relación con la Palabra de Dios –con la Palabra Viva, con Jesucristo que es la Palabra Viva– según su propia sensibilidad y no por nuestros propios esquemas que pueden estar muy buenos para otro marco, para otra época, para otra franja etaria y no para ellos. Creo que ahí está el desafío.
Pienso en esta frase tan linda de papa Francisco en Christus Vivit: Cristo vive y te quiere vivo. Por ahí debemos trabajar, con una profunda actitud de escucha real que busca decodificar, aquello que los jóvenes están viviendo. Creo que en este sentido el Papa Francisco da ejemplo con la producción que llevó adelante con la gente de Disney, permitiendo hablar de temas delicados, complejos y difíciles, como lo hizo en esta producción que vale la pena ver.
P.- Regálenos un mensaje final que nos sitúe el corazón en nuestro Pentecostés de hoy.
R.- Transitando la segunda parte del tiempo pascual, abrirnos al Espíritu. Que el Espíritu nos haga señas de manera seria, profunda –sinodales–; que no nos quedemos con la palabrita de la “sinodalidad”, si no que la escucha, el diálogo y el discernimiento sean parte de la experiencia cotidiana de nuestra vida, donde fluye Dios y su Palabra, y las palabras de cada una de las personas que buscamos vivir en serio en el Espíritu de Cristo.
Francisco: Juliana de Norwich, un modelo de fraternidad para los tiempos actuales
Juliana de Norwich
En una carta al obispo de East Anglia, Peter Collins, enviada con motivo del 650 aniversario de las Revelaciones de la mística inglesa, Francisco recuerda la generosidad de la mujer hacia los necesitados
El papa reza para que todos aquellos que afrontan los apremiantes desafíos de la guerra, la injusticia, el desastre ecológico o la pobreza espiritual, se sientan consolados y fortalecidos por la sabiduría de esta mujer
Su profundidad teológica y su mensaje espiritual, entre los más evangélicos y profundos de toda la Edad Media
Por | Antonella Palermo
(Vatican News).- Cercanía espiritual la que expresa el Papa Francisco en una carta enviada al reverendo Peter Collins, obispo de East Anglia, Inglaterra, con motivo del 650 aniversario de las Revelaciones de Juliana de Norwich, que pusieron en movimiento a peregrinos de todo el mundo hacia las catedrales católica y anglicana de la ciudad inglesa para participar en las diversas celebraciones ecuménicas.
Una mística al servicio de los necesitados
El Papa subraya que «el profundo significado de esta mística inglesa para la tradición cristiana nos habla desde todos los siglos y es cada vez más reconocido y celebrado». En particular, señala:
«Su influencia materna, su humilde anonimato y sus profundas intuiciones teológicas nos recuerdan que la fe en la providencia amorosa de Dios y la santidad de vida, expresadas en el servicio generoso a nuestros hermanos y hermanas necesitados, son verdades atemporales que sostienen no sólo la vida del discipulado cristiano, sino también el tejido mismo de una sociedad justa y fraterna»
Un estímulo para los cristianos de hoy
La figura de Juliana es particularmente relevante, señala el Pontífice, por su generosidad al acoger a quienes buscaban consejo y aliento espiritual.
«Esta disponibilidad a sacrificar la autocomplacencia por el bien de los demás es particularmente necesaria para responder a los problemas endémicos de aislamiento y soledad que sienten muchos en las naciones materialmente más ricas del mundo. En este sentido, espero que, a través de una mayor apreciación de la vida de la madre Juliana, los cristianos de hoy se sientan animados a seguir cada vez más fiel y gozosamente el ejemplo de Jesús, el que vino «no a ser servido, sino a servir»
Confianza en el bien, contra toda guerra e injusticia
El mensaje de la misericordia y la compasión de Dios revelado a la madre Juliana es vital para los tiempos actuales, explica Francisco, subrayando que, en las Revelaciones del Divino Amor, nos llega la preciosa enseñanza de que, a pesar de la presencia del mal en medio de nosotros, «todo irá bien».
«Rezo para que todos aquellos que afrontan los acuciantes desafíos de la guerra, la injusticia, el desastre ecológico o la pobreza espiritual se sientan reconfortados y fortalecidos por estas perdurables palabras de sabiduría»
Las Revelaciones: un texto de gran profundidad teológica y espiritual
Era el 8 de mayo de 1373 cuando, tras una serie de dieciséis visiones en las que el amor de Dios por la humanidad revelado en la pasión de Cristo una joven de Norwich recobró la plena salud física después de una grave enfermedad que la había dado por moribunda.
Durante veinte años, la mujer se dedicó a reflexionar sobre el significado de la misteriosa experiencia que había tenido. El resultado fue el libro de las Revelaciones del amor de Dios, el primero escrito por una mujer en lengua inglesa, páginas impregnadas de un profundo conocimiento de las fuentes bíblicas y patrísticas, así como de la literatura medieval.
La mística vivió como anacoreta cerca de la iglesia de San Julián, en Conisford. Por ello será conocida por la posteridad como Juliana de Norwich. Murió hacia 1417 y permaneció en gran parte desconocida hasta principios del siglo XX, cuando se redescubrió la versión breve de sus Revelaciones y se apreció su profundidad teológica y su mensaje espiritual, entre los más evangélicos y profundos de toda la Edad Media.
En Nicaragua, sin la participación de los cristianos no se hubiera logrado el triunfo de la revolución de 1979
Managua, 1983
«Frente a la persecución y el asedio que está pasando la Iglesia católica de Nicaragua es fácil hacer una crítica a los cristianos que, antes del triunfo de la revolución, y sobre todo en la década de los 80´s se arriesgaron a participar en aquel proceso»
«Quiero explicar lo que fueron nuestras opciones motivadas desde el Evangelio y orientadas a dar un testimonio profundamente cristiano. ¿Cuál era nuestra propuesta para acompañar este ‘proceso’? Simplemente una lectura dinámica de la historia»
«La carta pastoral ‘firmada’ por los obispos en noviembre de 1979 y apoyada por el encargado de la nunciatura apostólica, animó a muchos católicos a una visión abierta, positiva y profética en aquellos primeros días»
«Crear un nuevo sujeto de la historia, un nuevo proyecto participativo y democrático, es el camino para enfrentar la crisis: Superar las contradicciones ofreciendo al pueblo una luz de esperanza sin cerrarse a la novedad que ofrecía la revolución de 1979 en sus primeros años»
Por | Pedro Lanzas. Sacerdote católico
Frente a la persecución y el asedio que está pasando la Iglesia católica de Nicaragua y la irracionalidad de acusar a sus líderes de traidores a patria entre otros epítetos; es fácil hacer una crítica a los cristianos que, antes del triunfo de la revolución –y sobre todo en la década de los 80´s se arriesgaron a participar en aquel proceso-, tuvieron experiencia de vivir aquellos años y que fueron capaces –por medio de publicaciones muy motivadoras para los creyentes dentro y fuera del país-, de crear una amplia cadena de solidaridad y compromiso con todo lo que vivíamos en aquella década.
Hay publicaciones en las que se afirma taxativamente: Sin la participación de los cristianos no se hubiera logrado el triunfo de la revolución de 1979. Los que vivimos aquella experiencia podemos dar cuenta de esta afirmación.
La crítica más fuerte que nos hacen las nuevas generaciones, nacidos ya distantes de los primeros años del triunfo revolucionario, es que estuvimos ciegos. Que no quisimos ver las consecuencias a las que nos iba a llevar la revolución por falta de una iglesia unida, que se enfrentara a los “errores” del directorio del sandinismo y destacan con fuerza los mensajes de Juan Pablo II, especialmente aquel lanzado durante la santa misa celebrada en Managua en su visita al país en 1983: “La unidad de la Iglesia por encima de otras ideologías”.
No quiero ni deseo defender las posturas de los cristianos comprometidos con aquella revolución que hoy nos parece un suceso del pasado, ni analizar los hechos desde una visión retrospectiva y reconocer los errores cometidos, que estoy seguro se cometieron de un lado y de otro. Lo que sí quiero es explicar lo que fueron nuestras opciones motivadas desde el Evangelio y orientadas a dar un testimonio profundamente cristiano, con las limitaciones propias de los seres humanos y del calor que avivaba nuestra fe, esa que queríamos vivir inmersos en la realidad del pueblo.
¿Cuál era nuestra propuesta para acompañar este “proceso”? Simplemente una lectura dinámica de la historia. Desde ella veíamos que los cambios sociales que se anunciaban en la revolución era un paso hacia adelante en el devenir histórico del país. Ese paso dado con la participación de los cristianos y la Iglesia, pensábamos que podíamos acompañar aportando los valores propios del Evangelio. La carta pastoral “firmada” por los obispos en noviembre de 1979 y apoyada por el encargado de la nunciatura apostólica, animó a muchos católicos a una visión abierta, positiva y profética en aquellos primeros días.
Los creyentes analizábamos los momentos de grandes cambios en la historia occidental donde la Iglesia jugó papeles ambiguos, como el paso de la Edad Media al Renacimiento; con la persecución de Galileo Galilei donde el magisterio eclesiástico cuatro siglos después tuvo que pedir perdón.
Las grandes transformaciones que trajo la revolución francesa en el siglo de las luces, rechazadas en su tiempo por la jerarquía eclesiástica y ampliamente aceptadas siglos después en el Concilio Vaticano II. Desde esa lógica, la participación de los cristianos en los movimientos populares del continente latinoamericano tenía un atractivo y una gran convocación. Profundamente cuestionada por el Vaticano durante el Papa Wojtyla, éste hizo abortar el sueño que animaba a miles de católicos en América y el mundo en general.
En noviembre del año 1980 fui invitado a Cubapara compartir la experiencia de los cristianos en la revolución nicaragüense con la generación joven del Partido Comunista de Cuba (PCC). Les llamaba mucho la atención que el pueblo cristiano, mayormente católico, participara en los procesos de cambio en Nicaragua, Guatemala, El Salvador y en general, en toda América Latina.
Aquella era una generación nueva, que en la actualidad está rondando los 70 a 75 años. Muchos de ellos recordaban su niñez y juventud participando en la Iglesia católica como acólitos, venían de familias profundamente cristianas y tenían mucho interés en plantear un cambio en la dirección del PCC sobre los asuntos de la religión. Se desahogaban en secreto conmigo cuando quedábamos solos en la habitación del hotel Habana Libre de la capital cubana.
Este primer encuentro abrió todo un proceso de posibilidades de profundos cambios en la isla. Continuaron los encuentros con sacerdotes y agentes de pastoral laicos de El Salvador, Guatemala y después, organizaron el primer encuentro con teólogos y teólogas de las diferentes iglesias de Estados Unidos. Fui -una vez más-, invitado para compartir nuestra experiencia y acompañar a los invitados por el PCC a la isla.
Los cubanos siguieron los contactos con destacados teólogos europeos. Esto llevó al PCC a la creación de un centro de análisis sobre sociología de la religión y preparar un equipo de militantes en universidades católicas de Europa, y prepararse para plantear un comportamiento nuevo del diálogo con el hecho religioso. Dentro de esta estrategia juega un papel destacado la presencia de Frei Betto con la publicación de su libro Fidel y la Religión. Fruto de estos encuentros fue el cambio profundo de la Constitución de la isla. En el congreso del PCC del año 1992 se pasó de una carta magna confesionalmente atea a una de corte laico.
¿Qué ha quedado de aquel proyecto que nació lleno de esperanza e ilusión? ¿Qué ha quedado de los sueños que animaron nuestro compromiso? ¿Fueron una vaga ilusión? No. La historia tiene sus niveles de crecimiento y retroceso. Pero los momentos fundantes de un salto de calidad se mantienen como inspiradores de algo nuevo.
La revolución francesa fue traicionada por sus mismos actores. Pero queda en la historia como un momento de cambio que llega hasta el día de hoy. La democracia tan cacareada por todos los líderes políticos es fruto de aquel levantamiento de 1789. Los derechos humanos y el estado de derecho son valores, todos ellos asumidos por la oposición nicaragüense que son herencia de aquel proceso histórico, a pesar de los errores que pudieron darse por parte de sus mismos ideólogos.
El proceso de Nicaragua actualmente puede dar marcha atrás tanto en lo ideológico como en lo político y religioso. Basta con escuchar las declaraciones y testimonios de los expatriados, asilados, y tienen razón en su experiencia. Pero esto no puede llevarnos a una nueva contradicción.
Salir del régimen de la familia Ortega-Murillo para imponer un gobierno que corte cabezas, excluya y margine, no solo a los que han cometido crímenes de lesa humanidad, sino a todo lo que huela a revolución y a sandinismo es apartar un momento de gran creatividad en la historia y motivador de grandes esperanzas en aquellos que –como yo-, los vivió de forma intensa desde la fe.
El paso que nuestro pueblo tiene que dar no es borrón y cuenta nueva. Esto lo afirma el papa Francisco: “Cada generación ha de hacer suyas las luchas y los logros de las generaciones pasadas –no olvidar la historia por más novedoso que soñemos el futuro- y llevar estas luchas, a metas más altas aún”.
Este es el camino para enfrentar la crisis: Superar las contradicciones ofreciendo al pueblo una luz de esperanza sin cerrarse a la novedad que ofrecía la revolución de 1979 en sus primeros años.
Crear un nuevo sujeto de la historia, un nuevo proyecto participativo y democrático, donde las mayorías populares tomen un papel beligerante. Un estado social de derecho desde la lógica de las mayorías, una integración de la autodeterminación de los pueblos y la soberanía nacional sin menoscabo de la defensa de los derechos humanos con toda su amplitud: sociales, políticos, culturales y sobre todo económicos como respuesta a la lógica de la globalización neoliberal dominante.
Para ello hay que recrear el momento histórico, recogiendo lo mejor del pasado y abrirse a un presente esperanzador hacía un futuro de paz con justicia social y desarrollo humano integral para todos los nicaragüenses.
Francisco: «Las guerras, la corrupción y la explotación de la tierra dificultan la producción de alimentos»
El Papa, con la Pontificia Academia de las Ciencias Vatican Media
El Papa recibió hoy a los participantes en la Conferencia de la Pontificia Academia de las Ciencias sobre «Crisis alimentarias y humanitarias: ciencia y políticas para su prevención y mitigación» y en su discurso expresó el apoyo de la Iglesia a los que frente a los problemas actuales promueven un desarrollo humano integral, la justicia de los pueblos, y la solidaridad internacional
«Las guerras y la miseria conducen al declive de la solidaridad fraterna y este declive viene determinado, entre otras cosas, por las exigencias egoístas inherentes a algunos modelos económicos actuales»
| RD/Efe
Francisco dijo que los conflictos armados y las catástrofes naturales, pero también la corrupción política y económica, agravan las crisis alimentarias y humanitarias y conducen al declive de la solidaridad fraterna.
Francisco recibió hoy a los participantes en la Conferencia de la Pontificia Academia de las Ciencias sobre «Crisis alimentarias y humanitarias: ciencia y políticas para su prevención y mitigación» y en su discurso expresó el apoyo de la Iglesia a los que frente a los problemas actuales promueven un desarrollo humano integral, la justicia de los pueblos, y la solidaridad internacional.
El papa afirmó que las crisis alimentarias y humanitarias son «retos urgentes» porque «con demasiada frecuencia estas situaciones están marcadas por catástrofes naturales, pero también conflictos armados y pienso especialmente en la guerra de Ucrania».
Amenaza al abastecimiento de poblaciones enteras
Pero también se deben -añadió- a «la corrupción política o económica y la explotación de la tierra, nuestra casa común, lo que dificulta la producción de alimentos, mina la resiliencia de los sistemas agrícolas y amenaza peligrosamente el abastecimiento nutricional de poblaciones enteras».
Francisco dijo que «las guerras y la miseria conducen al declive de la solidaridad fraterna y este declive viene determinado, entre otras cosas, por las exigencias egoístas inherentes a algunos modelos económicos actuales».
Todo está relacionado
En esta perspectiva, destacó que «es necesario tomar cada vez más conciencia de que todo está estrechamente relacionado y que los problemas actuales requieren una visión capaz de tener en cuenta todos los aspectos de la crisis global».
«En este sentido, la Iglesia apoya y alienta de todo corazón sus esfuerzos, junto con los de todos aquellos que trabajan no sólo para alimentar a los demás o responder a las crisis, sino también para promover el desarrollo humano integral, la justicia entre los pueblos y la solidaridad internacional, fortaleciendo así el bien común de la sociedad», agregó